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Mis camelias (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

De certeza que Alice Miller[109] debe tener
alguna idear sobre éstos comportamientos, como el analista
de Gloria tenía, el psiquiatra chileno exilado como
nosotros, Martín Cordero, me explicara un día:
él me dijo, Raúl, cuando las mujeres opinan, es
mejor que tengan razón, porque son muy porfiadas, ellas
siempre ganan, pero si las amamos, ya no importa. Y era verdad.
Yo amaba a mi mujer y la dejaba
hacer como entendía. Como a nuestras hijas, hoy en
día, ya adultas, que hacen como entienden y cuando
entienden ahí donde los papás no debemos
intervenir, pero si intervenir en el momento que parece
necesario, de acuerdo a las costumbres que, para nuestros hijos
de hoy en día, adultos como son, es la menor
intervención posible de sus padres. Los hijos adultos de
hoy, no son como era en nuestro tiempo de
juventud. En
nuestro tiempo de padres nuevos, precisábamos mucho de los
nuestros, como ya he narrado. Pero ahora, con un nuevo tipo de
economía, con un nuevo tipo de liberalismo
económico, los hijos adultos y sus hijos, en cuánto
más solos, mejor para ellos. Por lo menos es lo que
refieren, o mejor, definen una amiga y comadre, la
Bibliotecóloga Mariana Giacaman Valle[110]
y una de mis hermanas, la analista Blanca Iturra 
Redondo[111]. Las dos, que saben mucho sobre la
infancia, un
mal de familia me
parece, opinan que cuando más rápido cortemos el
cordón umbilical que nos une a nuestros descendientes, es
mejor para nosotros como adultos mayores y para nuestros
descendientes.

En parte, debo reconocer, tienen razón, porque si los
adultos mayores entramos en la vida de nuestros descendientes,
dos hechos pueden pasar. El primero, es que no permitimos el
crecimiento de nuestros hijos, para que puedan, a su manera,
ser  mamá y papá[112], o
padres, si no pensamos en sacerdotes, o como se dice en Chile,
los papás, o, aún más, el posesivo mis
papás. Cada vez que hablo con uno de nuestros colaterales,
dicen "mi mamá", y les habo recordar que somos muchos y
que, hasta donde yo sepa, todos hijos de los mismos ancestrales.
Hay la forma pituca[113] de decir: la
mamá, el papá, palabra derivada de las formas
mapudungún de hablar castellano en
Chile.

El segundo punto, es que pasamos a criar hijos otra vez, y de
forma peligrosa, porque esa tercera generación pertenece a
un grupo de la
generación que, como decía mi mujer hace pocos
días, después de cuarenta años de vivir
fuera de Chile, ni ella entiende. Me pasa lo mismo a mí.
Cuando voy a Chile, hay una frase que me costó entender y,
más que nada, aceptar, esa frase que yo decía en
niño: "no me gusta, no quiero", ahora se dice: "yo, no
hehtoi ni ahí, ¿te fijái?". La H que he
puesto antes y en el medio de la palabra, es la forma moderna de
la llamada pituquería, porque la s es aspirada o
forma afectada de ser, porque no apenas se dice la frase, bien
como se mueve una mano de arriba para abajo y se hace una mueca
con la boca, y el te "fijaí, es lo que yo diría:
¿te das cuenta?, o aún, ¿te fijas?.

Si en las palabras, éstas son apenas un ejemplo,
tenemos diferencias conceptuales y sabemos, como he definido,
después de ardua investigación en otro libro
mío, que las palabras hablan, las palabras hablan lo que
se siente y lo que se piensa. Si yo pienso en socialista,
nuestras hijas, hoy en día piensan, en neo liberalismo
necesariamente. Como ya definí en otro texto
mío, para mi periódico,
vivimos en una era globalizada de la economía y la
economía, derivada de las ideas de la cultura, como
lo digo, de forma extensa, en un libro mío de 2003, que
tiene ese título, de que la economía deriva de la
religión,
ya citado antes en este texto, y de que la religión en
otro libro mío de 2006, es la lógica
de la cultura, seamos creyentes o no, somos de ideas cristianas y
nuestros descendientes, depende: si es ritual, o si es el
día a día. Por lo que, yo diría a Mariana
Giacaman Valle y a Blanca Iturra Redondo, que el cordón
umbilical está más de lo que cortado por que somos
de etapas culturales, es decir, de hábitos y costumbres
diferentes. Quién me da la razón, sin saber
él, evidente, es Karolus Woitila, conocido como Ioannes
Paulus Pp II o Juan Pablo II, Papa
Católico[114], el cuál, como comento
en la nota al pié de página, mandó a
confeccionar un Catecismo que había sido comenzado en el
Concilio Vaticano II, en 1962, convocado por Juan XXIII o Angelo
Giuseppe Roncalli, que no lo terminó, por causa de
muerte. Su
Sucesor, Giovanni Montini o Papa Paulo VI, lo continuó y
lo cerró en 1965. No hubo ningún resultado por
escrito, excepto las Actas, que, talvez, no interesen al lector.
En 1978, Karol Wojtila  quiso juntar dos memorias y se
mandó llamar Juan Pablo, la síntesis
de los Papas anteriores. Pero eso es Historia
Eclesiástica. Todo lo que me interesa a mí, es la
lógica común usada por Wojtila para atraer fieles a
su iglesia.
Así despenalizó una serie de actos, referidos por
mí en otros textos, como la masturbación, el amor de
personas del mismo sexo, a
quienes aconseja castidad, así como convocar encuentros de
jóvenes católicos, la Iglesia Romana pagaba los
viajes, y el
predicaba sobre no cometer abusos sexuales, como él
llamaba a hacer el amor antes del
matrimonio,
porque el acto sexual era una creación divina para dar
hijos en la tierra a la
divinidad. Es suficiente leer el artículo 2215, citado en
extenso en la nota de pié de página anterior, para
saber como había un concepto de
lógica común. Porque una cosa es lo que el Papa
Romano dice, otra es lo que la gente hace. No dudo que hay muchas
personas devotas que siguen al pié de la letra lo que
aprenden en el Catecismo. Pero, la mayor parte, hace lo que
entiende. Hay la obediencia católica a las ideas en
general, pero hay más respuestas culturales que respuestas
de fe. Es posible saber de esa realidad cuando hacemos trabajo de
campo entre los católicos y sabemos, por la forma de vivir
de ellos, que la unión sexual comienza desde muy temprano.
Cómo he dicho en otros textos míos, ¡ Ay de
quién, en la pubertad, sea
aún virgen!  El hecho sería considerado una
vergüenza social. Esta vergüenza social me hace
recordar una historia anecdótica. Iba en el tren desde mi
casa hasta Lisboa, en los años noventa del siglo pasado.
Esos años dónde yo era muchas veces solicitado para
ir a la
televisión; un joven me reconoció, se
acercó a mí, y me preguntó como podía
enamorarse – había visto mi programa anterior
con Paula Moura Pinheiro en el Canal 2, cuando debatía con
médicos, escritores y analistas, sobre la sexualidad de
la juventud- En ese programa mi opinión había sido
que los jóvenes enamoraban en la cama, desde el comienzo.
Este señor nuevo me preguntó, sobre la base de mi
programa, cómo era posible enamorarse. Mi respuesta fue
breve: hay que seducir. Su otra pregunta rápida, era que
como era seducir. Bueno, le pregunté cuántos
años tenía y si había o no enamorado antes,
su respuesta fue también breve: veinte y, no, nunca he
enamorado. A seguir, su explicación: cada vez que me
propongo a las niñas, les pido ir a la cama, y ellas no
quieren. Respondí que me parecía evidente, porque
seducir es hacerse amar, y si el sexo resulta, muy bien.
él no dejaba de hablar, porque yo no paraba de caminar, ya
estábamos fuera del tren. Su intención
resumió, no era enamorar, era casarse para ir a la cama,
porque el hecho de fornicar[115] era pecado y no se
quería condenar. Entonces le dije: mastúrbese,
así, brutalmente. Brutalmente me respondió que yo
lo quería condenar. Mi respuesta fue: le recomiendo leer
el Catecismo del Papa, porque como me parece que Ud. es
Católico Romano, creo que lo va a entender. No me
quería creer. Me hice un tiempo y lo llevé, casi
como un papá a su hijo, hasta la librería de las
Hermanas Paulistas, pedí prestado un diccionario y
busqué el artículo conveniente, el 2352, en el
parágrafo denominado Las ofensas a la
castidad[116]. Es evidente que fue necesario
explicar el texto al joven que todo lo que entendía era su
deseo de placer sexual. No creía lo que yo decía,
lo dije que le preguntara a su Párroco, que, según
mi entendimiento, también se masturbaba o tenía
mujer o hombre, como
he visto en muchas de mis incursiones al trabajo de campo en
sitio. Para acortar este largo relato, quería resumir un
hecho breve, ¡por lo breve que el hecho es! El joven estaba
satisfecho y rápidamente me dijo, me voy, y se fue, y dijo
a dónde y a lo que iba: a un restaurante, para en el
baño… y… masturbarse… recuperando así el
tiempo perdido, porque iba a tener un placer postergado sin,
necesariamente, irse al infierno.

Lo que el joven no sabía, eran dos cosas, talvez. La
primera era decir que la masturbación hace parte de la
vida de las personas desde el cuarto mes de gravidez de la madre
hasta tarde en la vida. Hay diversas formas de auto
excitación. Los bebés en el vientre de su madre, si
seguimos los estudios de Wilfred Bion[117], ese
fiel discípulo inglés
de Melanie Klein, la excitación de la libido comienza ya
en  la ingestión del líquido amniótico
de la madre. Fue probado por Bion en el libro antes citado, y
comentado por los autores citados en nota al pié de
página.[118]No apenas Bion, el propio
Sigmund Freud
había comenzado su experiencia del analices de la libido y
de las experiencias de masturbación en su libro de 1905,
editado en Viena de Austria y publicado ese mismo año en
Londres, texto en el cual refiere que la zona anal es parte de lo
que él denomina zona erógena por estar situada
"convenientemente cerca de zonas sexuales que despiertan la
libido", forma de hablar muy elegante, porque en su tiempo no se
podía decir mucho más sobre la
sexualidad.[119]. En el texto de Didier
Anzieu[120], aparece en el auto análisis que Freud se hizo a
sí propio, como podía inducir sueños con
eyaculación, especialmente cuando su mujer le pidió
nunca más entrar en ella porque tenían muchos
hijos. Fue la época que Freud comenzó  a tener
los denominados "sueños mojados" y a enamorarse de su
cuñado, el hermano de su mujer, como he narrado ya en
otros textos

Lo que sí es que, si el cordón umbilical es la
afectividad y la emoción, allí Mariana Giacaman y
Blanca Iturra tienen razón. Hasta un cierto punto. Existe
en la lógica de la cultura, especialmente en el
Torah[121] o Biblia Judaica, un conjunto de ideas
sobre los sentimientos de los que Sigmund Freud retiró sus
ideas sobre el psicoanálisis, y el
Talmud[122], que reglamenta la vida sexual
judaica. Entre su saber médico y religioso, Freud y Karl
Jung, como Melanie Klein, escribieron textos ya citados,
especialmente sobre la libido, el mayor placer del ser humano,
que el Talmud restringe para orientara a las personas. Es por eso
que Jacques Lacan[123] reformuló, 
entre los años 40 y cincuenta del Siglo pasado, la
teoría
psicoanalítica. Entendió que las palabras hablan y
fue a buscar información a la Ciencia de
la Antropología con Lévi-Strauss, mi
antiguo patrón, y a la semiología, con los estudios
de  Sausure.

El cordón umbilical es difícil de cortar. Todo
el análisis que he hecho hasta ahora, tiene como base la
relación familiar, la fidelidad a la mujer con
quién uno se casa y tiene hijos, ese don difícil de
guardar porque la libido es parte importante de nuestra fisiología. No apenas la fidelidad, bien
como el cultivo de la familia. No
me parece claro que los encuentros entre parientes muy llegados,
se corten. Creo que es una relación social nada agradable
entre los seres humanos. Aún cuando yo no crea en la
existencia de una divinidad, creo firmemente en la capacidad para
crear lazos de relación profundo entre ascendientes y
descendientes. Estoy seguro,
después de haber investigado mucho, de que las ideas
religiosas, si son parte de la lógica de la cultura,
acaban por ser la base de la felicidad y del desarrollo de
las emociones. No es
en vano que Françoise Dolto[124] haya
escrito los textos psicoanalíticos de los Evangelios,
porque ha encontrado en ellos, los oficiales y los prohibidos,
como el de Judas Iscariote,
bien como en los no reconocidos como el de Tomás, el
Apóstol de duda, y otros escritos no reconocidos como
fidedignos por la Iglesia Romana, por no ser de personas que
hayan estado cerca
del llamado Hijo de Dios hecho hombre. Sin embargo, Paulo de
Tarso, el denominado San Pablo, era un ciudadano romano que
existió casi cien años después de la muerte de
Cristo y, como era ciudadano romano y sabía escribir,
escuchó la historia de Jesús de sus
discípulos, las tradujo del arameo, la lengua de
Cristo, para el  latín, que era hablado en toda
Europa y las
envió como cartas, llamadas
Epístolas, que en latín quiere decir carta, a los
varios grupos romanos
que se convirtieran al cristianismo.
A pesar de la distancia en años, era conveniente para la
Iglesia Romana tener un ciudadano romano a predicar. La
solución fue simple: se creó un milagro, Cristo
habría aparecido a Pablo de Tarso[125] y le
habría dicho ¿por qué me persigues? Y, ante
el terror de esta aparición, Pablo de Tarso habría
ido a hablar con los discípulos y se habría
convertido.

Françoise Dolto, una católica devota, cuando se
hizo sicoanalista, de inmediato escribió varios libros sobre
la infancia y el mal que causaba en ellas las historias de
cuentos de
hadas que era la catequesis. Como dice en el libro referido, ha
descubierto un psico drama en las historias del catecismo, que
asustan a los niños y
retiran de ellos el deseo libidinal, normal en todo ser humano.
No es en vano que en el filme de Ang Lee, El Secreto de Brokeback
Mountain, se diga: "El amor es una fuerza de la
naturaleza[126]", ese amor negado en los
Evangelios, porque la vida en la tierra no es
la normal, lo normal es la vida en el cielo que, para ganarlo, es
preciso ser casto, puro, santo. Es decir, una
contradicción entre la verdad de la naturaleza y
la verdad revelada a los Apóstoles, que, como se dice
siempre, es un misterio al que solo se accede por la fe,
agregando, como dice la misma Biblia Musulmana, llamada El
Corán, que la fe mueve montañas, si Alá no
viene a Mohamed, el Profeta a quién le habría sido
revelado el libro por su Dios, Alá, va a la
montaña. Y fue. Cuando volvió, por no saber leer ni
escribir, le dictó la Revelación a su hija
Fátima.

El crecimiento de nuestras hijas estuvo lejos de estos temas,
por lo que no es necesario desprenderse del cordón
umbilical, ellas ya lo han cortado…  ¡hace…
tiempo!

6. – Una
reivindicativa.

Desde el día de su nacimiento, hasta donde mi memoria alcanza,
de  nuestras dos Camelias, una de ellas era
prácticamente la heredera de mis objetivos de
organizar Sindicatos.
Solo sabiendo la ley, es que ella
podía reivindicar esa organización. En su tierna infancia, saber
de la ley era mucho. O lector puede apreciar las dificultades si
lee la nota al pié de página, que es para
Políticos, Dirigentes, Abogados, Sindicalistas y
Unión de Sindicatos.[127] No sólo
reivindicaba sus derechos de hija, como he
relatado en el capítulo anterior, lo que reivindicaba eran
derechos de ser una hija especial. Había otras leyes, que, si en
esa edad tan joven pudiera leer, iba a apreciar más, como
los Derechos de la Infancia, legislado por la
ONU[128] Una hija mimada, una hija con mejor
tratamiento que su hermana mayor. En fin, quería siempre
mimos del papá y de la mamá y, cuando no los
tenía, se enojaba e inventaba algún tipo de
enfermedad o de indignación. Había esa terrible
competencia con
su hermana mayor que, como tenía más conceptos e
ideas por haber comenzado a vivir y a entender casi seis
años antes que ella tenía otros recursos:
sabía danzar, tocar la flauta, inventar piezas de teatro, en las
que Paula era siempre el personaje central. Estas ideas de Paula,
de ser central, me hacen recordar mi propia infancia,
época pasada ya hace muchos años. Como tenía
muchos hermanos y los hijos de las empleadas de casa,
disponía de un contingente de seis personas para hacer
obras de teatro, en las que, normalmente, yo era el personaje
central. Las piezas de teatro eran escritas por mí, muy
centradas en mi  ego, piezas, en consecuencia,
egoístas, dónde yo quería ser siempre el
bueno de la película.. Después de siete años
de psicoanalices, mi analista me hizo pensar que no era falta de
cariño, era apenas una competencia para, entre tantos como
éramos, no pasar desapercibido. El problema central de mi
infancia, era el hecho de ser responsable por los más
pequeños de esta familia aglomerada de niños. No
sólo los de casa, como los primos que nos visitaban porque
sí y porque no. Vivíamos en una quinta muy aislada,
lejos de la ciudad y con playa exclusiva. Un lujo que hoy no
existe. Lo que me hace recordar otro hecho, ese regalo que el
papá quería hacerme, un automóvil, con la
condición de llevar y traer a mis hermanos muy
temprano  de mañana y traerlos de vuelta a las horas
convenientes para ellos. Regalo que nunca acepté, era muy
pesado, éramos de diferentes edades, teníamos
horarios diversos y la alegría que siempre tenía de
almorzar en casa de las hermanas de mi madre con mis primos, o de
mis amigos, se esfumaba al quedar a cargo, más una vez, de
niños que yo debía cuidar, de nuevo. Eran los
hermanos y el hijo de una hermana de nuestra madre, que
vivía con nosotros. Y la alegría que yo
tenía de ir en lo que en Chile se llama micro, es
autobús de las siete de la mañana que mi padre
había proporcionado para los hijos de los trabajadores de
su empresa y las
señoras de algunos de ellos, que trabajaban en la vecina
ciudad de Valparaíso. Señoras que eran mi delicia,
siempre hablábamos, me contaban historias de sus familias,
ese placer de madrugada que no quería perder,
especialmente con la compañía de nuestro primo
Marcelo. Era una armonía sin narración. A la
vuelta, tarde ya, me acompañaba mi amiga del alma, la
Irmita que estudiaba en el colegio donde nuestra madre
estudió, las monjas de María Auxiliadora, muy cerca
de mi colegio. Era la nieta de una grande amiga, Rosalba Mella,
que, por causa de la muerte de los padres de mi Irmita, forma muy
chilena de referir un nombre en Chile, es siempre en diminutivo,
porque su nombre real era Irma Ramírez
Mella, pero en Chile diminutivos y apodos son muy comunes. Irma y
yo hablábamos todo el camino de vuelta a nuestro sitio de
Laguna Verde, donde ella vivía con Rosalba y su hermano
Jorge. Halábamos sin parar, hasta el punto de enloquecer
al chofer del bus de estudiantes. Ellos no
podían llamarme la atención, yo era el hijo del patrón,
a pesar de que, en esos tiempos, ni me daba cuenta de las
diferencias sociales. Especialmente porque mi Irmita me
enseñaba matemáticas y castellano. Con ella hicimos
teatro de verdad en Laguna Verde y en un teatro de
Valparaíso, como he narrado en otro libro mío.
Rosalba tenía solo un problema, para curar su soledad y la
muerte de sus descendientes, que curaba con lo que podía.
Muchas veces iba a casa de ella y me decía mi Irmita que
no me podía atender porque, su madre, como llamaba a
Rosalba, estaba con dolor de cabeza. Más tarde en la vida
supe de éste problema, a nadie conté, pero lo
hablamos con Irma y la apoyé lo más que
podía. Una amiga del alma ni se denuncia ni se abandona.
Si la gente, como dicen por ahí, supiera de las enfermedades de Rosalba, su
reputación iba a quedar por el suelo y
podría perder el trabajo de
cuidar de nuestras casas, que tanto necesitaba para pagar a los
Salesianos, las Monjas de Irmita, los Padres del Colegio
Salesiano  de su hermano Jorge. Eran, como se dice en Chile,
personas de buenas familias y la Abuela Rosalba se propuso
en  dar la mejor educación a los dos.
Irmita ayudó, dando explicaciones en la noche, al volver
del Colegio, más tarde de la Universidad,
donde se formó en Profesora de Lengua Castellana. Irmita
tenía ese don de transmitir el saber a otros, ese definido
por mí, el proceso de
enseñanza e aprendizaje, en
hoyitos textos míos. Yo aprendí con ella, y, para
pagar esa grande deuda del saber, nuestro padre le dio empleo a su
hermano Jorge en la Industria que
él mantenía en Laguna Verde.

Nada de esto pasaba con nuestras hijas. Eran ideas de Paula,
siempre la Reina, y Camila, su esclava. Esta relación, que
era apenas una representación, le hacía mal a
Camila. Gloria y yo nada dimos, cada una estaba en su derecho,
pero aplaudíamos de forma igual a la creadora y a su fiel
seguidora que, muchas veces, se dormía esperando entrar o
en ballet de Scherezade del  compositor ruso Nicolai
Rimsky-Korsakov[129], esa música aprendida de
nosotros por tanto oírla, Gloria adoraba esa música
y fue ella que la instiló en la mente de nuestras hijas.
Cuando Camila se dormía, ¡válgame Dios si
alguien la despertara! La rabia duraba días. Ya adulta,
Camila era siempre le última en despertar. Adoraba
acostarse muy tarde y dormir toda la mañana, cuando era
posible. Parque en la Universidad de Sussex, donde
estudió, debía estar muy temprano en clase, como en
París, en La Sorbonne, Universidad que debía
asistir para completar su curso de Ecología de cuatro
años. Ir a París a estudiar, era parte de la
formación de una investigadora que debe andar siempre en
otros sitios para salvar especies de árboles
en extinción, como ya he narrado antes.

Camila siempre tuvo un trato especial. Por causa de mal
entendido entre su madre y yo, tuve un día, que salir de
casa, para que las niñas no sufrieran lo que nosotros
sufríamos. éramos muy adultos para colocar es fardo
tan pesado en las emociones de nuestras hijas. Fue necesario que
yo saliera de casa y Gloria comenzara a trabajar como Arquitecta
de Interiores en una Empresa fuera
de la ciudad de Cambridge. Las famosas enfermedades de Camila
comenzaron a desaparecer. Sin embargo, cuando estaba realmente
enferma, era ella que quedaba en casa y recibía al
médico que su madre llamara para atenderla. Ese
tratamiento especial, se lo ganó sola. Fue una hija
especial, sea porque se cuidaba sola, o porque para entretenerse
leía dos libros al mismo tiempo. Nunca olvido esos
días que pasaban conmigo en Portugal: Camila ni
veía el campo de la aldea de São Joao do
Monte
, que yo estudiaba en las partes altas de Portugal:
estaba siempre con sus dos libros a leer, leer,
leer[130]. Siempre nos acompañaba mi amiga
del alma, mi colega en la docencia, que
estaba en mi grupo de investigación Maria José
Beca Maranhão
[131]No dejaba de
reír y de tentar presentarla a los vecinos de la aldea,
esa amiga casada sin hijos, que prácticamente adoptara a
las nuestras como hijas suyas. Vivíamos en la Villa de
Nelas[132], en una casa antigua arrendada por
mí, y Maria José, en casa de amigos enfrente de la
nuestra, la casa del Barón de Nelas, los Pais de
Brito
[133]. En cuanto ella
usufructuaba de la riqueza de los Barones, yo sufría
la pobreza de
mi vecino y amigo, el Duque de
Bragança[134], candidato a la corona de
Portugal, si la República pudiese fallar, como en Francia
Durante el Siglo XIX.

.

 familia real, con sus bienes, que
eran muchos, todos confiscados y pasados a la categoría de
patrimonio
nacional. Ese Duque, Príncipe de la Beira, antes de casar
y al tener un hijo pasa a ese hijo, como es el caso hoy, como he
narrado en estas páginas título que se da al
sucesor del Rey o Príncipe de la Corona, equivalente al
título de Príncipe de Gales de la Monarquía Británica. La de Portugal,
la Monarquía cayó al ser asesinado el Rey Carlos de
Bragança[135] y su heredero, el
Príncipe de la Corona Luís
Filipe,[136] en 1908 como se dice Felipe en
portugués, e instaurada la
República de Portugal el 5 de Octubre de
1910[137], confiscando bienes de nobles y
retirando tírulos. Nuestras hijas, habituadas en Cambridge
a andar con príncipes y condes, no se interesaban en esta
aristocracia rural y trataban a todos por el nombre y los
obligaban a hablar en inglés, lo que ellos no
sabían y respondían en francés. Así
comenzó mi vida de políglota y traductor. Hasta que
nuestras hijas, de tanto venir a Portugal y, más tarde,
Camila, a las Islas de Brasil, como
está narrado antes, Cairu, una isla del
archipiélago con el mismo nombre, enfrente de la
ciudad  de San Salvador da Bahía, como ya he
dicho en el primer Capítulo de este libro. Allí
pasó un mes completo, sin teléfono y sin la, hoy necesaria caja
electrónica que se llama 
Internet[138], porque une y comunica a todo el
globo terrestre con correo e información. En Cairu
plantaron cien árboles para hacer violines y, ese teatro
aprendido con Paula en sus historias representada después
de comer -en Gran Bretaña se cena muy temprano, a las seis
de la tarde, para que la familia tenga un tiempo para ella, para
crear vida doméstica, para unir a las personas que tienen
lazos de sangre y que
crecen juntos porque los británicos estiman que sin esa
domesticidad, es imposible ser feliz y trabajar con
rendimiento,  también porque en las Islas
Británicas se piensa que la mejor educación
está en la casa, por eso se investiga mucho en todo tipo
de vida doméstica y cada casa tiene una Visitante Social
que ayuda a los matrimonios jóvenes a cuidar a sus hijos y
cuidan que no haya desavenencias entre los papás y entre
éstos y sus hijos. Nosotros tuvimos una, especialmente
porque éramos extranjeros y su deber era que
entendiéramos como era la vida en Gran Bretaña,
pero al encontrarse con nosotros, una familia cuidadosa y bien
estructurada y con muy buena información para criar hijos
y ser pareja, Julia Napier, el nombre de nuestra Asistente,
pasó a ser nuestra amiga de casa e integró el
Comité de Chilenos  Refugiados. Ella presidió
el Comité durante varios años. Entretanto, Camila,
ya en la Universidad, aplicó su saber teatral
doméstico y el aprendido en su Facultad de Ciencias de
Ecología, en Sussex, para montar sus propias piezas que
ensayaba con los habitantes jóvenes de Cairu. La
infancia se reproduce en la vida adulta, con excelentes
resultado, si la infancia no es herida emocionalmente por los
adultos, por transferir sus problemas a
los hijos. Fue en el período de tristeza de mi mujer por
haber perdido dos hijos antes de nacer, que fue necesario separar
un tiempo a la familia, ella ir a trabajar a otra ciudad y yo
hacer el papel de mamá y papá al mismo tiempo, por
un corto período de nuestra historia familiar. Creo que
aprendimos mucho de los pocos amigos, adultos responsables de su
casa y de sus hijos, especialmente de Leonardo Castillo y su
querida mujer Patricia Burns. Ellos me ayudaran mucho al cuidado
de nuestras hijas, y, más tarde, a su madre, mi mujer,
cuando fue necesario salir de casa para reponer su estabilidad.
Estoy seguro de que mi comportamiento
muy dedicado a la vida académica y muy machista,
contribuyó para esta separación, siempre estimada
breve y por un tiempo. Nunca ha existido una separación
real, ni hemos  estado realmente lejos los padres, Gloria y
yo, porque nuestras hijas primero, y nuestros nietos
después nos han unido mucho. Es verdad que ha existido una
serie de perturbaciones y malos entendidos, porque es tradicional
en Chile pensar los  hombres machistas como yo, tienen
siempre amantes con las cuáles, a diestra y siniestra,
traicionan a sus mujeres. ¡Bueno! En mi caso, por ser
encontrado muy atrayente- en Portugal una colega me dijo un
día en la Universidad que yo era el hombre
más requistado de la Universidad, es decir,
perseguido o buscado por las mujeres. Es evidente, era joven,
sabía como comportarme sin seducir, era de Alta Patente
Académica, Doctor de la Universidad de Cambridge y otras
tonterías que parecían importantes a muchos. En
Cambridge, mi familia, hasta el día de hoy,  me ha
adjudicado una serie de amantes, que si esas señoras lo
supieran,  no lo iban a poder creer…
Aún si yo estuviera enamorado de ellas, serían
amores imposibles, eran y son Catedráticas con maridos e
hijos, algunas hoy en día han sido elevadas por la Reina
de Inglaterra al
rango de Pares, que para los hombres es Lord o Sir, y para las
mujeres es Dame, todos ellos son creados Barones o Baronesas en
cuanto estén vivos.

Siempre desgarro los textos. Estaba narrando la vida de Camila
como reivindicativa y sus extraordinarios éxitos en su
trabajo, y quería decir que fue en esos tiempos, que ella
aprendió a navegar en un kayak, sola, e iba entre la isla
y el continente, o visitaba las islas vecinas para enseñar
a la población como plantar los árboles
necesarios para fabricar violines, como los árboles
denominados pau-brasil[139], y el
mogno[140], que sirven para fabricar violines
Stradivarius y pianos Stenway. Creo que quién puede
explicar mejor es nuestra propia hija, en una entrevista
concedida para la BBC  en Brasil, por lo que voy poner al
pié de página parte de los problemas que ella
estaba a resolver.[141] Hasta en la denominada
Internet, en el
motor de pesquisa
Google,
aparece Camila y lo que hace para Flora y Fauna,
dónde hoy en día ellos, Camila y Felix, trabajan,
en nuestra Universidad de Cambridge. Un desarrollo de sus
talentos que no esperábamos, no por falta de inteligencia
en su persona, muy
reconocida y respetada por nosotros, sus papás, para lo
que siempre la animábamos y nos preocupábamos de
sus estudios.   Simplemente  porque
estábamos más interesados en su persona, celebrando
sus triunfos  y animando su investigación, pero muy
centrados en su felicidad y oyendo siempre lo que era su vida
amorosa. Nunca me olvido ese día de los años 90,
cuando me llamó para decirme que estaba muy enamorada de
un estudiante norteamericano y que había hecho lo posible
para seducirlo, pero que no resultaba. Le propuse que lo llevara
a dar una vuelta por el lindo bosque de la Universidad de Sussex
y que le digiera lo que sentía por él. Me
respondió que no era propio de una mujer declarar su amor,
eran los hombres los que debían hacerlo. Mi respuesta fue
inmediata, Camila tú está triste, hoy en día
mujer o hombre puede proponerse y nada pasa, excepto que debes
estar preparada para un no. Tenía la intuición que
sería un no, porque Camila ya me había contado que
él tenía su enamorada en los Estados Unidos,
pero que pensaba que él no la amaba.
¡Determinación y sentimientos que no piensan, de una
mujer enamorada! Mi respuesta fue rápida otra vez: hay
solo una cosa que no puedes guardar y esa es que si no hablas,
él se va, tú vas a Paris y vas a quedar siempre con
la duda, es mejor salir de ahí, para no sufrir el resto de
tu vida con esa duda. Y ella lo hizo, expresó sus
sentimientos y su colega de clases le dijo que se sentía
muy honrado con esos sentimientos, pero que él
quería casarse con su enamorada, le hizo cariño, le
dio un beso, la convidó a un café y
Camila quedó satisfecha. Se había roto el encanto.
Debo confesar que nosotros quedamos aliviados, ella tenía
apenas 19 años y era muy temprano para sufrir de amores.
Ese no apagó la pasión transitoria de nuestra hija
más joven. Como también siento la obligación
de decir, que aprendí de ella las respuestas que se deben
dar todas las veces que yo mismo recibía declaraciones de
señoras que se interesaban por mí: aprendí a
decir que me sentía honrado, que respetaba sus
sentimientos pero que no podía enamorarla porque ya estaba
comprometido y enamorado de mi mujer, en eso tiempo, la madre de
nuestras hijas, ya había jurado fidelidad a esa
Señora que era mi placer cumplir y que me era
difícil, imposible también, enamorar otra vez a las
personas nuevas en mi vida. Fue una especie de
premonición. Nunca resultó ninguna relación
fuera del matrimonio. Tengo, en mi estudio, una enorme cantidad
de fotos colgadas en
marcos en las paredes, todas ellas de Gloria joven, Gloria a
andar a caballo en Laguna Verde[142], fotos de
nuestras hijas, de mis padres y abuelos y fotos tomadas a
mí cada vez que era entrevistado por la televisión que venía a entrevistarme
en nuestra casa de Portugal. Es casi una veneración, como
se dice en inglés, un
worshipping[143] He usado pocas
notas de pié de página para respetar y honrar, es
decir, dar honra a la memoria de
mi familia, esa familia siempre soñada por mí. No
olvido una tarjeta de Navidad
dibujada por la entonces mi prometida, dónde aparezco yo
muy alto y flaco, de traje y con corbata, a abrazar a mi novia de
esos días, que tenía en sus brazos un niño
pequeño, estaba embarazada de otro, con mi mano derecha a
sujetar el Diploma de Abogado y con la izquierda, a dar la mano a
uno hijo, que daba la mano a otro y éste, a otra, en
total, ¡seis!. Por dentro, la tarjeta decía Felices
Pascuas mi amor. Es esto lo que tú quieres, ¿no?,
Bueno, ¡ ni lo pienses | Con amor,
Gloria[144] Talvez sea interesante un comentario.
Siempre pensamos que nosotros enseñamos a nuestros hijos y
parece que nunca pensamos lo que los hijos nos enseñan a
nosotros. Si observamos con atención, las experiencias de
los hijos en su crecimiento y en las experiencias de ese
crecimiento y desarrollo, los papás aprendemos si tenemos
la humildad de reconocer que nos equivocamos muchas veces. El
problema, otra vez, se coloca en la generación: nuestras
ideas, hábitos y costumbres, cambian de una a otra
generación. A veces los hijos piensa que somos mentecatos,
que no sabemos pensar ni organizar  nuestras vidas y ellos
quieren organizarlas. No solamente los hijos
consanguíneos, también nuestros hijos intelectuales,
que están a la espera de un lugar vacío para
ascender. Todo lo dicho, no es acusación, es apenas
observación participante, aprendida en mi
Ciencia de
Etnopsicologia, esas ideas creadas por mí, entre otras.
Nuestros descendientes entienden y respetan, pero a veces piensan
con lo que he denominado pensamiento
globalizado. Es ahí que tenemos que dar un golpe en la
mesa y decir: ¡esto es así, no es solo cómo
tú piensas!. Porque hay muchos valores que se
guardan y transmiten de una generación a la otra. Como el
deber del silencio cuándo hay desacuerdos entre nuestros
descendientes y sus parejas, o el valor moral y
ético de amar, porque sí y porque no. Cuándo
la afectividad se instala por la creación de hijos, y su
crecimiento, no vivimos solo de recuerdos, continuamos a crecer
juntos, respetando sin dudar un minuto la autonomía ganada
por ellos y el saber aprendido por ellos a lo largo de la
historia de su vida personal. No es
por acaso que escribí el texto ya citado en nuestro
periódico mensual, A Página da
Educação
, ese texto que voy a citar al
pié de página[145]. Es allí
donde defiendo los derechos de los más viejos, no de los
adultos mayores como nosotros, sí los derechos de los
más viejos que, después de vivir muchos
años, acaban por regresar a la etapa infantil. Como ya he
relatado, este texto y otros, son el resultado de mi trabajo de
campo entre adultos viejos. Trabajo de campo en un Hospital en el
que estaba nuestra madre con sus 90 años.

Muchas veces los hijos jóvenes, olvidan de que el
adulto mayor no es un adulto viejo, es sólo más
viejo que ellos, que, en estos días, no es ningún
escándalo. Especialmente si nuestra mente está
entrenada para pensar, escribir, enseñar, asociar ideas e
investigar nuevas hipótesis. Somos los intelectuales los que
más duramos. Nuestra madre estaba formada en
matemáticas y lenguas, pero
su mayor trabajo siempre fue administrar una casa con mucha
familia y servidumbre[146], como he narrado en
otro libro mío. Nuestras hijas, que pertenecen a otra
cultura, piensan siempre que no somos capaces de organizar
nuestras obligaciones y
quieren que vivamos como ellos viven, forma de vida
fundamentalmente diferente a las nuestras. Necesitamos de nuevos
libros, de distracciones en filmes en DVD,
música en CD y otras
harturas que ellos aún no acumulan. Creo que el secreto
está en ganar el respeto de
nuestros descendientes desde su edad más tierna, sin
desviarnos un milímetro de nuestra ética,
para no ser culpados de no saber el todo y la nada de la vida. Es
apenas una idea.

Iba quedando atrás una idea, que mi mente de
investigador no descansa si no la entiende ya. ¿Por
qué en Chile la Navidad es también llamada Pascua,
si la Pascua es, en Europa, ese origen de la hoy América
del Norte y de la América Latina, Pascua es la
conmemoración de la muerte y resurrección del
denominado verbo encarnado, Cristo? Parece que la Navidad es
llamada Pascua, en Chile, por causa de una flor que nace en esa
época[147]. La flor es llamada Pascua en la
Cordillera de los Andes, y en Chile es también llamada
Corona del Inca[148]

Gloria, mi mujer, nuestra hijas Camila y Paula, sus maridos y
descendientes, ya pueden saber en qué país de
luchadores anda este papá, marido y abuelo. Es mi orgullo
contar la Historia de Portugal a otros, porque, en mi caso, la
sé de memoria. Nuestra reivindicatoria Camila ya tiene una
base de apoyo para sus luchas y para consolarse, ella e Felix
Ilsley, nuestro yerno, de lutos temporarios, que es el
propósito de este texto. No deseo, ni por eso, que nuestra
hija pase a ser como esa hermana de nuestra madre, su abuela
paterna Florentina Maria Redondo de Iturra, nuestra tía
Ana Luisa, que lloró a su primera hija que nació y
falleció de inmediato, Pilar, que tiene una tumba especial
y que la tías ha llorado siempre. Ni por el caso de haber
tenido más cinco hijos después, se consoló
de la pérdida de Maria del Pilar, o Pilarcita como todos
la llamaban. Es claro como el agua para
mi, que una madre sufre por un hijo perdido, porque los hijos
somos para entrar en la eternidad mucho después de
nuestros padres, y mucho más, que la entrada en la
eternidad de los abuelos. Es evidente que el dolor de nuestros
descendientes es grande, porque hasta los abuelos perdemos a Ben.
Puede ser que siempre lo recuerde, pero, como dice mi comadre
Mariana Giacaman Valle y mi hermana Blanquita, o cortamos el
luto, otro tipo de cordón umbilical, o nos sería
imposible nunca criar a los hijos que, estoy muy seguro,
vendrán después.

El dolor es un luto que se lleva en el alma y que cuesta mucho
pasar. Pero si ponemos atención a la historia narrada y
citada por mí en este capítulo, vamos a saber 
que el mundo está hecho de nacimientos y muertes, de
asesinatos e instauraciones de sistemas de
acción
social. La obligación de nosotros, los padres y abuelos,
es poner en el camino del futuro a nuestros  hijos y nietos.
La fidelidad al hijo que vive en nosotros se mantiene intacta. No
es substituible, como ese gran enigma de la historia, cual es la
fecha de nacimiento de Ludwig van Beethoven[149],
porque hubo un primer Ludwig en 1769, que murió. Al nacer
un año después otro varón, le pusieron el
mismo nombre, lo que ha traído a los historiadores grandes
confusiones. Esa historia puede ser leída en la cita al
pié de página. La historia de Ben puede ser
leída en los días tristes que han pasado pero, que
estoy cierto, no volverán a acontecer. Especialmente en el
caso de Camila y Felix, personas humanas de respeto y reverencia,
que han ido a un sitio solos para consolarse entre ellos.
Antiguamente, el luto era en familia, hoy en día,
especialmente en las culturas europeas, hay la tendencia a la
soledad y aislamiento. Dicen por ahí, como gusto referir,
que es un error. Lo he visto en la madre de mis hijas, que
sufrió hasta la depresión,
con la pérdida de dos hijos nuestros, el primero en
Viña del Mar, Chile, el segundo en Edimburgo, Escocia.
Hasta no hacer un análisis psicológico de
regresión, ella sufrió, pero, en su buena cabeza,
supo bautizarlos y darles nombres y enterrarlos. Así
recuperó. Ojalá nuestros descendientes hagan lo
mismo. Les hemos dado varias alternativas para aliviar su
tristeza, pero los padres mayores, que ya no podemos tener hijos,
no conocemos las nuevas técnicas
que hay para resolver casos de embarazos sin fruto. Pero, como
dice el dictado popular: no creo en brujas, Garay, (apellido
común de los denominados rotos chilenos),  pero de
que las hay, las hay. Dictado chileno de entre los muchos, que
aparecen en la página electrónica que cito al
pié de página.[150] Es decir, que
nosotros los padres de Camila no creemos en milagros, pero hay
esas nuevas
tecnologías que harán que nuestra hija, hecho
el luto, tendrá muchos Ben con Felix, nuestro yerno.

Quizás, esta idea también la anime, al saber de
mujeres fuertes. Camila adoraba a la Reina Madre de Gran
Bretaña, que conoció en sus ocho años y nuca
lo ha olvidado y la ha visto otra vez. Cuando Inglaterra estaba a
ser bombardeada por los nazis alemanes, La Reina Elizabeth
Bowes-Lyon de Windsor[151], nunca abandonó
su casa de Buckingham Palace, donde acompañó a su
marido Bertie o Jorge VI, el Rey, aun cuándo su casa fue
bombardeada dos veces, ni abandonó a su pueblo y, hasta
los 101 años de edad, vivió públicamente
para los ingleses. Después de los bombardeos en el
Palacio, ella iba, elegante como siempre y a las horas debidas, a
visitar sus súbditos, especialmente los más
pobres,  el East End de la ciudad. He visto en
películas que guardo conmigo, como ella preguntaba a las
personas si su casa había caído o no, ellos
decían que sí, ella respondía: estamos
iguales, partes de mi casa-nunca dijo Palacio-, ha sido atacada y
tenemos que vivir y comer, como Uds. en la misma
habitación. Es tan verdad, que Hitler, en un
discurso
público en Alemania, dijo
un día que su peor enemigo en las Islas Británicas
no era el ejército, era la Reina María  de
Inglaterra. Lección para todos nosotros, como una mujer,
Gloria en un caso, la Reina Maria en otro, esa amiga de nuestros
tíos paternos y por afinidad, Embajadores en Londres, le
daban fuerza. Esa fuerza de Gloria y de Elizabeth que debe pasar,
en su crecimiento duro, para Camila y Felix.

Volviendo a la niñez de Camila, su crecimiento
transcurrió sin mayores tropiezos. Solo los naturales de
la vida, en la que hay felicidad y amargura, descanso y trabajo,
dinero y
escasez, muerte y
vida, amigos y gente que no gustamos. Amores, muchos, hasta
encontrar su perfecto compañero, Felix Ilsley. Hoy, cuando
escribo estas notas, ellos hacen su luto en una playa cerca de la
ciudad de Barcelona, pero siempre a mirar para el futuro. Es una
vida, de momento, triste, pero que se debe recuperar como todos
hacemos: con mucho trabajo y amor. Es lo que estos padre
interesados esperan de ellos. Ben no es substituido, pero otros
hijos harán de sus vidas lo que siempre desearon: paz y
armonía.

6. – Una reivindicativa.

Desde el día de su nacimiento, hasta donde mi memoria
alcanza, de  nuestras dos Camelias, una de ellas era
prácticamente la heredera de mis objetivos de organizar
Sindicatos. Solo sabiendo la ley, es que ella podía
reivindicar esa organización. En su tierna infancia, saber
de la ley era mucho. O lector puede apreciar las dificultades si
lee la nota al pié de página, que es para
Políticos, Dirigentes, Abogados, Sindicalistas y
Unión de Sindicatos.[152] No sólo
reivindicaba sus derechos de hija, como he relatado en el
capítulo anterior, lo que reivindicaba eran derechos de
ser una hija especial. Había otras leyes, que, si en esa
edad tan joven pudiera leer, iba a apreciar más, como los
Derechos de la Infancia, legislado por la ONU[153]
Una hija mimada, una hija con mejor tratamiento que su hermana
mayor. En fin, quería siempre mimos del papá y de
la mamá y, cuando no los tenía, se enojaba e
inventaba algún tipo de enfermedad o de
indignación. Había esa terrible competencia con su
hermana mayor que, como tenía más conceptos e ideas
por haber comenzado a vivir y a entender casi seis años
antes que ella tenía otros recursos: sabía danzar,
tocar la flauta, inventar piezas de teatro, en las que Paula era
siempre el personaje central. Estas ideas de Paula, de ser
central, me hacen recordar mi propia infancia, época
pasada ya hace muchos años. Como tenía muchos
hermanos y los hijos de las empleadas de casa, disponía de
un contingente de seis personas para hacer obras de teatro, en
las que, normalmente, yo era el personaje central. Las piezas de
teatro eran escritas por mí, muy centradas en mi 
ego, piezas, en consecuencia, egoístas, dónde yo
quería ser siempre el bueno de la película..
Después de siete años de psicoanalices, mi analista
me hizo pensar que no era falta de cariño, era apenas una
competencia para, entre tantos como éramos, no pasar
desapercibido. El problema central de mi infancia, era el hecho
de ser responsable por los más pequeños de esta
familia aglomerada de niños. No sólo los de casa,
como los primos que nos visitaban porque sí y porque no.
Vivíamos en una quinta muy aislada, lejos de la ciudad y
con playa exclusiva. Un lujo que hoy no existe. Lo que me hace
recordar otro hecho, ese regalo que el papá quería
hacerme, un automóvil, con la condición de llevar y
traer a mis hermanos muy temprano  de mañana y
traerlos de vuelta a las horas convenientes para ellos. Regalo
que nunca acepté, era muy pesado, éramos de
diferentes edades, teníamos horarios diversos y la
alegría que siempre tenía de almorzar en casa de
las hermanas de mi madre con mis primos, o de mis amigos, se
esfumaba al quedar a cargo, más una vez, de niños
que yo debía cuidar, de nuevo. Eran los hermanos y el hijo
de una hermana de nuestra madre, que vivía con nosotros. Y
la alegría que yo tenía de ir en lo que en Chile se
llama micro, es autobús de las siete de la mañana
que mi padre había proporcionado para los hijos de los
trabajadores de su empresa y las señoras de algunos de
ellos, que trabajaban en la vecina ciudad de Valparaíso.
Señoras que eran mi delicia, siempre hablábamos, me
contaban historias de sus familias, ese placer de madrugada que
no quería perder, especialmente con la
compañía de nuestro primo Marcelo. Era una
armonía sin narración. A la vuelta, tarde ya, me
acompañaba mi amiga del alma, la Irmita que estudiaba en
el colegio donde nuestra madre estudió, las monjas de
María Auxiliadora, muy cerca de mi colegio. Era la nieta
de una grande amiga, Rosalba Mella, que, por causa de la muerte
de los padres de mi Irmita, forma muy chilena de referir un
nombre en Chile, es siempre en diminutivo, porque su nombre real
era Irma Ramírez Mella, pero en Chile diminutivos y apodos
son muy comunes. Irma y yo hablábamos todo el camino de
vuelta a nuestro sitio de Laguna Verde, donde ella vivía
con Rosalba y su hermano Jorge. Halábamos sin parar, hasta
el punto de enloquecer al chofer del bus de estudiantes. Ellos no
podían llamarme la atención, yo era el hijo del
patrón, a pesar de que, en esos tiempos, ni me daba cuenta
de las diferencias sociales. Especialmente porque mi Irmita me
enseñaba matemáticas y castellano. Con ella hicimos
teatro de verdad en Laguna Verde y en un teatro de
Valparaíso, como he narrado en otro libro mío.
Rosalba tenía solo un problema, para curar su soledad y la
muerte de sus descendientes, que curaba con lo que podía.
Muchas veces iba a casa de ella y me decía mi Irmita que
no me podía atender porque, su madre, como llamaba a
Rosalba, estaba con dolor de cabeza. Más tarde en la vida
supe de éste problema, a nadie conté, pero lo
hablamos con Irma y la apoyé lo más que
podía. Una amiga del alma ni se denuncia ni se abandona.
Si la gente, como dicen por ahí, supiera de las
enfermedades de Rosalba, su reputación iba a quedar por el
suelo y podría perder el trabajo de cuidar de nuestras
casas, que tanto necesitaba para pagar a los Salesianos, las
Monjas de Irmita, los Padres del Colegio Salesiano  de su
hermano Jorge. Eran, como se dice en Chile, personas de buenas
familias y la Abuela Rosalba se propuso en  dar la mejor
educación a los dos. Irmita ayudó, dando
explicaciones en la noche, al volver del Colegio, más
tarde de la Universidad, donde se formó en Profesora de
Lengua Castellana. Irmita tenía ese don de transmitir el
saber a otros, ese definido por mí, el proceso de
enseñanza e aprendizaje, en hoyitos textos míos. Yo
aprendí con ella, y, para pagar esa grande deuda del
saber, nuestro padre le dio empleo a su hermano Jorge en la
Industria que él mantenía en Laguna Verde.

Nada de esto pasaba con nuestras hijas. Eran ideas de Paula,
siempre la Reina, y Camila, su esclava. Esta relación, que
era apenas una representación, le hacía mal a
Camila. Gloria y yo nada dimos, cada una estaba en su derecho,
pero aplaudíamos de forma igual a la creadora y a su fiel
seguidora que, muchas veces, se dormía esperando entrar o
en ballet de Scherezade del  compositor ruso Nicolai
Rimsky-Korsakov[154], esa música aprendida
de nosotros por tanto oírla, Gloria adoraba esa
música y fue ella que la instiló en la mente de
nuestras hijas. Cuando Camila se dormía,
¡válgame Dios si alguien la despertara! La rabia
duraba días. Ya adulta, Camila era siempre le
última en despertar. Adoraba acostarse muy tarde y dormir
toda la mañana, cuando era posible. Parque en la
Universidad de Sussex, donde estudió, debía estar
muy temprano en clase, como en París, en La Sorbonne,
Universidad que debía asistir para completar su curso de
Ecología de cuatro años. Ir a París a
estudiar, era parte de la formación de una investigadora
que debe andar siempre en otros sitios para salvar especies de
árboles en extinción, como ya he narrado antes.

Camila siempre tuvo un trato especial. Por causa de mal
entendido entre su madre y yo, tuve un día, que salir de
casa, para que las niñas no sufrieran lo que nosotros
sufríamos. éramos muy adultos para colocar es fardo
tan pesado en las emociones de nuestras hijas. Fue necesario que
yo saliera de casa y Gloria comenzara a trabajar como Arquitecta
de Interiores en una Empresa fuera de la ciudad de Cambridge. Las
famosas enfermedades de Camila comenzaron a desaparecer. Sin
embargo, cuando estaba realmente enferma, era ella que quedaba en
casa y recibía al médico que su madre llamara para
atenderla. Ese tratamiento especial, se lo ganó sola. Fue
una hija especial, sea porque se cuidaba sola, o porque para
entretenerse leía dos libros al mismo tiempo. Nunca olvido
esos días que pasaban conmigo en Portugal: Camila ni
veía el campo de la aldea de São Joao do
Monte
, que yo estudiaba en las partes altas de Portugal:
estaba siempre con sus dos libros a leer, leer,
leer[155]. Siempre nos acompañaba mi amiga
del alma, mi colega en la docencia, que estaba en mi grupo de
investigación Maria José Beca
Maranhão
[156]No dejaba de reír y
de tentar presentarla a los vecinos de la aldea, esa amiga casada
sin hijos, que prácticamente adoptara a las nuestras como
hijas suyas. Vivíamos en la Villa de
Nelas[157], en una casa antigua arrendada por
mí, y Maria José, en casa de amigos enfrente de la
nuestra, la casa del Barón de Nelas, los Pais de
Brito
[158]. En cuanto ella
usufructuaba de la riqueza de los Barones, yo sufría la
pobreza de mi
vecino y amigo, el Duque de Bragança[159],
candidato a la corona de Portugal, si la República pudiese
fallar, como en Francia Durante el Siglo XIX.

Familia real, con sus bienes, que eran muchos, todos
confiscados y pasados a la categoría de patrimonio
nacional. Ese Duque, Príncipe de la Beira, antes de casar
y al tener un hijo pasa a ese hijo, como es el caso hoy, como he
narrado en estas páginas título que se da al
sucesor del Rey o Príncipe de la Corona, equivalente al
título de Príncipe de Gales de la Monarquía
Británica. La de Portugal, la Monarquía cayó
al ser asesinado el Rey Carlos de
Bragança[160] y su heredero, el
Príncipe de la Corona Luís
Filipe,[161] en 1908 como se dice Felipe en
portugués, e instaurada la República de Portugal el
5 de Octubre de 1910[162], confiscando bienes de
nobles y retirando tírulos. Nuestras hijas, habituadas en
Cambridge a andar con príncipes y condes, no se
interesaban en esta aristocracia rural y trataban a todos por el
nombre y los obligaban a hablar en inglés, lo que ellos no
sabían y respondían en francés. Así
comenzó mi vida de políglota y traductor. Hasta que
nuestras hijas, de tanto venir a Portugal y, más tarde,
Camila, a las Islas de Brasil, como está narrado antes,
Cairu, una isla del archipiélago con el mismo
nombre, enfrente de la ciudad  de San Salvador da
Bahía
, como ya he dicho en el primer Capítulo
de este libro. Allí pasó un mes completo, sin
teléfono y sin la, hoy necesaria caja electrónica
que se llama  Internet[163], porque une y
comunica a todo el globo terrestre con correo e
información. En Cairu plantaron cien árboles
para hacer violines y, ese teatro aprendido con Paula en sus
historias representada después de comer -en Gran
Bretaña se cena muy temprano, a las seis de la tarde, para
que la familia tenga un tiempo para ella, para crear vida
doméstica, para unir a las personas que tienen lazos de
sangre y que crecen juntos porque los británicos estiman
que sin esa domesticidad, es imposible ser feliz y trabajar con
rendimiento,  también porque en las Islas
Británicas se piensa que la mejor educación
está en la casa, por eso se investiga mucho en todo tipo
de vida doméstica y cada casa tiene una Visitante Social
que ayuda a los matrimonios jóvenes a cuidar a sus hijos y
cuidan que no haya desavenencias entre los papás y entre
éstos y sus hijos. Nosotros tuvimos una, especialmente
porque éramos extranjeros y su deber era que
entendiéramos como era la vida en Gran Bretaña,
pero al encontrarse con nosotros, una familia cuidadosa y bien
estructurada y con muy buena información para criar hijos
y ser pareja, Julia Napier, el nombre de nuestra Asistente,
pasó a ser nuestra amiga de casa e integró el
Comité de Chilenos  Refugiados. Ella presidió
el Comité durante varios años. Entretanto, Camila,
ya en la Universidad, aplicó su saber teatral
doméstico y el aprendido en su Facultad de Ciencias de
Ecología, en Sussex, para montar sus propias piezas que
ensayaba con los habitantes jóvenes de Cairu. La
infancia se reproduce en la vida adulta, con excelentes
resultado, si la infancia no es herida emocionalmente por los
adultos, por transferir sus problemas a los hijos. Fue en el
período de tristeza de mi mujer por haber perdido dos
hijos antes de nacer, que fue necesario separar un tiempo a la
familia, ella ir a trabajar a otra ciudad y yo hacer el papel de
mamá y papá al mismo tiempo, por un corto
período de nuestra historia familiar. Creo que aprendimos
mucho de los pocos amigos, adultos responsables de su casa y de
sus hijos, especialmente de Leonardo Castillo y su querida mujer
Patricia Burns. Ellos me ayudaran mucho al cuidado de nuestras
hijas, y, más tarde, a su madre, mi mujer, cuando fue
necesario salir de casa para reponer su estabilidad. Estoy seguro
de que mi comportamiento muy dedicado a la vida académica
y muy machista, contribuyó para esta separación,
siempre estimada breve y por un tiempo. Nunca ha existido una
separación real, ni hemos  estado realmente lejos los
padres, Gloria y yo, porque nuestras hijas primero, y nuestros
nietos después nos han unido mucho. Es verdad que ha
existido una serie de perturbaciones y malos entendidos, porque
es tradicional en Chile pensar los  hombres machistas como
yo, tienen siempre amantes con las cuáles, a diestra y
siniestra, traicionan a sus mujeres. ¡Bueno! En mi caso,
por ser encontrado muy atrayente- en Portugal una colega me dijo
un día en la Universidad que yo era el hombre más
requistado de la Universidad, es decir, perseguido o
buscado por las mujeres. Es evidente, era joven, sabía
como comportarme sin seducir, era de Alta Patente
Académica, Doctor de la Universidad de Cambridge y otras
tonterías que parecían importantes a muchos. En
Cambridge, mi familia, hasta el día de hoy,  me ha
adjudicado una serie de amantes, que si esas señoras lo
supieran,  no lo iban a poder creer… Aún si yo
estuviera enamorado de ellas, serían amores imposibles,
eran y son Catedráticas con maridos e hijos, algunas hoy
en día han sido elevadas por la Reina de Inglaterra al
rango de Pares, que para los hombres es Lord o Sir, y para las
mujeres es Dame, todos ellos son creados Barones o Baronesas en
cuanto estén vivos.

Siempre desgarro los textos. Estaba narrando la vida de Camila
como reivindicativa y sus extraordinarios éxitos en su
trabajo, y quería decir que fue en esos tiempos, que ella
aprendió a navegar en un kayak, sola, e iba entre la isla
y el continente, o visitaba las islas vecinas para enseñar
a la población como plantar los árboles necesarios
para fabricar violines, como los árboles denominados
pau-brasil[164], y el mogno[165],
que sirven para fabricar violines Stradivarius y pianos Stenway.
Creo que quién puede explicar mejor es nuestra propia
hija, en una entrevista concedida para la BBC  en Brasil,
por lo que voy poner al pié de página parte de los
problemas que ella estaba a resolver.[166] Hasta
en la denominada Internet, en el motor de pesquisa Google,
aparece Camila y lo que hace para Flora y Fauna, dónde hoy
en día ellos, Camila y Felix, trabajan, en nuestra
Universidad de Cambridge. Un desarrollo de sus talentos que no
esperábamos, no por falta de inteligencia en su persona,
muy reconocida y respetada por nosotros, sus papás, para
lo que siempre la animábamos y nos preocupábamos de
sus estudios.   Simplemente  porque
estábamos más interesados en su persona, celebrando
sus triunfos  y animando su investigación, pero muy
centrados en su felicidad y oyendo siempre lo que era su vida
amorosa. Nunca me olvido ese día de los años 90,
cuando me llamó para decirme que estaba muy enamorada de
un estudiante norteamericano y que había hecho lo posible
para seducirlo, pero que no resultaba. Le propuse que lo llevara
a dar una vuelta por el lindo bosque de la Universidad de Sussex
y que le digiera lo que sentía por él. Me
respondió que no era propio de una mujer declarar su amor,
eran los hombres los que debían hacerlo. Mi respuesta fue
inmediata, Camila tú está triste, hoy en día
mujer o hombre puede proponerse y nada pasa, excepto que debes
estar preparada para un no. Tenía la intuición que
sería un no, porque Camila ya me había contado que
él tenía su enamorada en los Estados Unidos, pero
que pensaba que él no la amaba.
¡Determinación y sentimientos que no piensan, de una
mujer enamorada! Mi respuesta fue rápida otra vez: hay
solo una cosa que no puedes guardar y esa es que si no hablas,
él se va, tú vas a Paris y vas a quedar siempre con
la duda, es mejor salir de ahí, para no sufrir el resto de
tu vida con esa duda. Y ella lo hizo, expresó sus
sentimientos y su colega de clases le dijo que se sentía
muy honrado con esos sentimientos, pero que él
quería casarse con su enamorada, le hizo cariño, le
dio un beso, la convidó a un café y Camila
quedó satisfecha. Se había roto el encanto. Debo
confesar que nosotros quedamos aliviados, ella tenía
apenas 19 años y era muy temprano para sufrir de amores.
Ese no apagó la pasión transitoria de nuestra hija
más joven. Como también siento la obligación
de decir, que aprendí de ella las respuestas que se deben
dar todas las veces que yo mismo recibía declaraciones de
señoras que se interesaban por mí: aprendí a
decir que me sentía honrado, que respetaba sus
sentimientos pero que no podía enamorarla porque ya estaba
comprometido y enamorado de mi mujer, en eso tiempo, la madre de
nuestras hijas, ya había jurado fidelidad a esa
Señora que era mi placer cumplir y que me era
difícil, imposible también, enamorar otra vez a las
personas nuevas en mi vida. Fue una especie de
premonición. Nunca resultó ninguna relación
fuera del matrimonio. Tengo, en mi estudio, una enorme cantidad
de fotos colgadas en marcos en las paredes, todas ellas de Gloria
joven, Gloria a andar a caballo en Laguna
Verde[167], fotos de nuestras hijas, de mis padres
y abuelos y fotos tomadas a mí cada vez que era
entrevistado por la televisión
que venía a entrevistarme en nuestra casa de Portugal. Es
casi una veneración, como se dice en inglés, un
worshipping[168] He usado pocas
notas de pié de página para respetar y honrar, es
decir, dar honra a la memoria de mi familia, esa familia siempre
soñada por mí. No olvido una tarjeta de Navidad
dibujada por la entonces mi prometida, dónde aparezco yo
muy alto y flaco, de traje y con corbata, a abrazar a mi novia de
esos días, que tenía en sus brazos un niño
pequeño, estaba embarazada de otro, con mi mano derecha a
sujetar el Diploma de Abogado y con la izquierda, a dar la mano a
uno hijo, que daba la mano a otro y éste, a otra, en
total, ¡seis!. Por dentro, la tarjeta decía Felices
Pascuas mi amor. Es esto lo que tú quieres, ¿no?,
Bueno, ¡ ni lo pienses | Con amor,
Gloria[169] Talvez sea interesante un comentario.
Siempre pensamos que nosotros enseñamos a nuestros hijos y
parece que nunca pensamos lo que los hijos nos enseñan a
nosotros. Si observamos con atención, las experiencias de
los hijos en su crecimiento y en las experiencias de ese
crecimiento y desarrollo, los papás aprendemos si tenemos
la humildad de reconocer que nos equivocamos muchas veces. El
problema, otra vez, se coloca en la generación: nuestras
ideas, hábitos y costumbres, cambian de una a otra
generación. A veces los hijos piensa que somos mentecatos,
que no sabemos pensar ni organizar  nuestras vidas y ellos
quieren organizarlas. No solamente los hijos
consanguíneos, también nuestros hijos
intelectuales, que están a la espera de un lugar
vacío para ascender. Todo lo dicho, no es
acusación, es apenas observación participante,
aprendida en mi Ciencia de Etnopsicologia, esas ideas creadas por
mí, entre otras. Nuestros descendientes entienden y
respetan, pero a veces piensan con lo que he denominado
pensamiento globalizado. Es ahí que tenemos que dar un
golpe en la mesa y decir: ¡esto es así, no es solo
cómo tú piensas!. Porque hay muchos valores que se
guardan y transmiten de una generación a la otra. Como el
deber del silencio cuándo hay desacuerdos entre nuestros
descendientes y sus parejas, o el valor moral y ético de
amar, porque sí y porque no. Cuándo la afectividad
se instala por la creación de hijos, y su crecimiento, no
vivimos solo de recuerdos, continuamos a crecer juntos,
respetando sin dudar un minuto la autonomía ganada por
ellos y el saber aprendido por ellos a lo largo de la historia de
su vida personal. No es por acaso que escribí el texto ya
citado en nuestro periódico mensual, A Página da
Educação
, ese texto que voy a citar al
pié de página[170]. Es allí
donde defiendo los derechos de los más viejos, no de los
adultos mayores como nosotros, sí los derechos de los
más viejos que, después de vivir muchos
años, acaban por regresar a la etapa infantil. Como ya he
relatado, este texto y otros, son el resultado de mi trabajo de
campo entre adultos viejos. Trabajo de campo en un Hospital en el
que estaba nuestra madre con sus 90 años.

Muchas veces los hijos jóvenes, olvidan de que el
adulto mayor no es un adulto viejo, es sólo más
viejo que ellos, que, en estos días, no es ningún
escándalo. Especialmente si nuestra mente está
entrenada para pensar, escribir, enseñar, asociar ideas e
investigar nuevas hipótesis. Somos
los intelectuales los que más duramos. Nuestra madre
estaba formada en matemáticas y lenguas, pero su mayor
trabajo siempre fue administrar una casa con mucha familia y
servidumbre[171], como he narrado en otro libro
mío. Nuestras hijas, que pertenecen a otra cultura,
piensan siempre que no somos capaces de organizar nuestras
obligaciones y quieren que vivamos como ellos viven, forma de
vida fundamentalmente diferente a las nuestras. Necesitamos de
nuevos libros, de distracciones en filmes en DVD, música
en CD y otras harturas que ellos aún no acumulan. Creo que
el secreto está en ganar el respeto de nuestros
descendientes desde su edad más tierna, sin desviarnos un
milímetro de nuestra ética, para no ser culpados de
no saber el todo y la nada de la vida. Es apenas una idea.

Iba quedando atrás una idea, que mi mente de
investigador no descansa si no la entiende ya. ¿Por
qué en Chile la Navidad es también llamada Pascua,
si la Pascua es, en Europa, ese origen de la hoy América
del Norte y de la América Latina, Pascua es la
conmemoración de la muerte y resurrección del
denominado verbo encarnado, Cristo? Parece que la Navidad es
llamada Pascua, en Chile, por causa de una flor que nace en esa
época[172]. La flor es llamada Pascua en la
Cordillera de los Andes, y en Chile es también llamada
Corona del Inca[173]

Gloria, mi mujer, nuestra hijas Camila y Paula, sus maridos y
descendientes, ya pueden saber en qué país de
luchadores anda este papá, marido y abuelo. Es mi orgullo
contar la Historia de Portugal a otros, porque, en mi caso, la
sé de memoria. Nuestra reivindicatoria Camila ya tiene una
base de apoyo para sus luchas y para consolarse, ella e Felix
Ilsley, nuestro yerno, de lutos temporarios, que es el
propósito de este texto. No deseo, ni por eso, que nuestra
hija pase a ser como esa hermana de nuestra madre, su abuela
paterna Florentina Maria Redondo de Iturra, nuestra tía
Ana Luisa, que lloró a su primera hija que nació y
falleció de inmediato, Pilar, que tiene una tumba especial
y que la tías ha llorado siempre. Ni por el caso de haber
tenido más cinco hijos después, se consoló
de la pérdida de Maria del Pilar, o Pilarcita como todos
la llamaban. Es claro como el agua para mi,
que una madre sufre por un hijo perdido, porque los hijos somos
para entrar en la eternidad mucho después de nuestros
padres, y mucho más, que la entrada en la eternidad de los
abuelos. Es evidente que el dolor de nuestros descendientes es
grande, porque hasta los abuelos perdemos a Ben. Puede ser que
siempre lo recuerde, pero, como dice mi comadre Mariana Giacaman
Valle y mi hermana Blanquita, o cortamos el luto, otro tipo de
cordón umbilical, o nos sería imposible nunca criar
a los hijos que, estoy muy seguro, vendrán
después.

El dolor es un luto que se lleva en el alma y que cuesta mucho
pasar. Pero si ponemos atención a la historia narrada y
citada por mí en este capítulo, vamos a saber 
que el mundo está hecho de nacimientos y muertes, de
asesinatos e instauraciones de sistemas de acción social.
La obligación de nosotros, los padres y abuelos, es poner
en el camino del futuro a nuestros  hijos y nietos. La
fidelidad al hijo que vive en nosotros se mantiene intacta. No es
substituible, como ese gran enigma de la historia, cual es la
fecha de nacimiento de Ludwig van Beethoven[174],
porque hubo un primer Ludwig en 1769, que murió. Al nacer
un año después otro varón, le pusieron el
mismo nombre, lo que ha traído a los historiadores grandes
confusiones. Esa historia puede ser leída en la cita al
pié de página. La historia de Ben puede ser
leída en los días tristes que han pasado pero, que
estoy cierto, no volverán a acontecer. Especialmente en el
caso de Camila y Felix, personas humanas de respeto y reverencia,
que han ido a un sitio solos para consolarse entre ellos.
Antiguamente, el luto era en familia, hoy en día,
especialmente en las culturas europeas, hay la tendencia a la
soledad y aislamiento. Dicen por ahí, como gusto referir,
que es un error. Lo he visto en la madre de mis hijas, que
sufrió hasta la depresión, con la pérdida de
dos hijos nuestros, el primero en Viña del Mar, Chile, el
segundo en Edimburgo, Escocia. Hasta no hacer un análisis
psicológico de regresión, ella sufrió, pero,
en su buena cabeza, supo bautizarlos y darles nombres y
enterrarlos. Así recuperó. Ojalá nuestros
descendientes hagan lo mismo. Les hemos dado varias alternativas
para aliviar su tristeza, pero los padres mayores, que ya no
podemos tener hijos, no conocemos las nuevas técnicas que
hay para resolver casos de embarazos sin fruto. Pero, como dice
el dictado popular: no creo en brujas, Garay, (apellido
común de los denominados rotos chilenos),  pero de
que las hay, las hay. Dictado chileno de entre los muchos, que
aparecen en la página electrónica que cito al
pié de página.[175] Es decir, que
nosotros los padres de Camila no creemos en milagros, pero hay
esas nuevas tecnologías que harán que nuestra hija,
hecho el luto, tendrá muchos Ben con Felix, nuestro
yerno.

Quizás, esta idea también la anime, al saber de
mujeres fuertes. Camila adoraba a la Reina Madre de Gran
Bretaña, que conoció en sus ocho años y nuca
lo ha olvidado y la ha visto otra vez. Cuando Inglaterra estaba a
ser bombardeada por los nazis alemanes, La Reina Elizabeth
Bowes-Lyon de Windsor[176], nunca abandonó
su casa de Buckingham Palace, donde acompañó a su
marido Bertie o Jorge VI, el Rey, aun cuándo su casa fue
bombardeada dos veces, ni abandonó a su pueblo y, hasta
los 101 años de edad, vivió públicamente
para los ingleses. Después de los bombardeos en el
Palacio, ella iba, elegante como siempre y a las horas debidas, a
visitar sus súbditos, especialmente los más
pobres,  el East End de la ciudad. He visto en
películas que guardo conmigo, como ella preguntaba a las
personas si su casa había caído o no, ellos
decían que sí, ella respondía: estamos
iguales, partes de mi casa-nunca dijo Palacio-, ha sido atacada y
tenemos que vivir y comer, como Uds. en la misma
habitación. Es tan verdad, que Hitler, en un discurso
público en Alemania, dijo un día que su peor
enemigo en las Islas Británicas no era el ejército,
era la Reina María  de Inglaterra. Lección
para todos nosotros, como una mujer, Gloria en un caso, la Reina
Maria en otro, esa amiga de nuestros tíos paternos y por
afinidad, Embajadores en Londres, le daban fuerza. Esa fuerza de
Gloria y de Elizabeth que debe pasar, en su crecimiento duro,
para Camila y Felix.

Volviendo a la niñez de Camila, su crecimiento
transcurrió sin mayores tropiezos. Solo los naturales de
la vida, en la que hay felicidad y amargura, descanso y trabajo,
dinero y escasez, muerte y vida, amigos y gente que no gustamos.
Amores, muchos, hasta encontrar su perfecto compañero,
Felix Ilsley. Hoy, cuando escribo estas notas, ellos hacen su
luto en una playa cerca de la ciudad de Barcelona, pero siempre a
mirar para el futuro. Es una vida, de momento, triste, pero que
se debe recuperar como todos hacemos: con mucho trabajo y amor.
Es lo que estos padre interesados esperan de ellos. Ben no es
substituido, pero otros hijos harán de sus vidas lo que
siempre desearon: paz y armonía.

7. – La flor crece
y brota.

Había dejado a Camila en su crecimiento normal, con
algunas ideas de su vida adulta, que fue necesario adelantar para
explicar su crecimiento y sus deseos de reivindicar lo que le
parecía injusto. No he abandonado a Paula que tenía
otras maneras de reivindicar. Nuestras dos Camelias eran
especiales. No estoy seguro si llamarlas
Camelias[177] o
Orquídeas[178], esas dos lindas flores que
tengo en mi estufa fría, o pequeña casa para
guardar las flores y protegerlas de sol y de la lluvia. Como el
lector puede entender, es una metáfora[179]
porque son las flores más lindas del mundo, y nuestras
hijas, son las niñas más lindas del mundo, para
nosotros y para muchas personas. Si desvío los ojos para
la izquierda de mi secretaria, donde escribo, veo una foto de
Camila, una foto linda que le fue tirada un día cualquier,
por una señora que de una revista
inglesa, en la ciudad de Brighton, cuando ella cursaba
Ecología en la Universidad de Sussex. Ella preguntó
por qué quería tomar una foto de ella, y la
señora respondió, porque es linda y tiene aire de princesa,
ese mismo aire con que era reconocida por la familia de mi amiga
del alma y colega en el Laboratorio de
Antropología del Collége de France, Marie-Elisabeth
Handman, en Paris. Es verdad, tiene un andar muy seguro, un porte
altivo y es de una grande amabilidad con todas las personas. Esa
foto de los años 90 del Siglo XX, nunca me ha abandonado,
como todas las otras de mi familia pequeña y de mi familia
extensa. Así como colecciono flores para me distraer, voy
guardando también  fotos para recordar. Para recordar
lo que amo a mi familia, que está lejos de mí, pero
que vive en mis sentimientos y en las visitas que me hacen o que
yo hago a todas ellas. La metáfora de Mis Camelias,
viene del nombre de Camila, escogido por mi mujer cuando
estábamos en Londres, con Paula, otra vez en el hospital,
por haberse alimentado con comida que estaba fuera del plazo de
validad. Más una enseñanza de nuestras hijas para
sus papás, que no tenían la experiencia de ser
progenitores. Había un bebé, por nombre, Camila.
Gloria quedó tan prendada de la niña, que
decidió poner Camila a su próxima hija, que
aún no estaba creada, pero ¡acertó de lleno!
Como es habitual en ella. Siempre sabe y, tengo la
impresión, de que nunca se equivoca. No estoy a honrar a
la madre de mis hijas, es apenas mi experiencia a lo largo de loa
años en que hemos estado unidos, porque nos
amábamos y, después, por las hijas que tuvimos y
por los hijos que perdimos y, más tarde, por los nietos,
vivos o muertos. Es lo que yo llamaría una mujer llena de
fortaleza, serenidad y emprendimiento. Como se dice en Chile: una
mujer con agallas[180] . He buscado todas estas
alternativas porque no solo la madre de mis hijas es una mujer
con agallas, nuestras hijas también lo son, y con mucha
fortaleza. Supieron vivir bien el mundo sin familia que
teníamos y lucharon tenazmente para conquistar lo que son
hoy en día, cada una en lo suyo, que paso a narrar. Sin
dejar de hacer un comentario antes. Los hombres latinos no
sabemos confrontar mujeres con agallas, mujeres fuertes, como las
que he tenido en mi familia: mi suegra Amanda, mi mujer, nuestras
hijas. Rápidamente entramos, por así decir, en
coma.

Este hecho de mujer con agallas, es muy típico de
Paula. Nunca olvido el día de Navidad, cuando ya estudiaba
ciencias para prepararse para ser psicóloga, en su
preparación preuniversitaria, denominado Hills Road
Sixth Form College[181]
, paso previo
para entrar, con más saber especializado, a su Universidad
de Sheffield, en el Norte de Inglaterra. Tenía la fiesta
de fin de año, a la cual debía asistir de traje
largo y oscuro, era una fiesta de etiqueta. Era una fiesta
elegante. Pero como éramos, en ese tiempo, exilados sin
recursos, ella tuvo que hacer el vestido, convertir un traje
antiguo adquirido en lo que se denomina una feria libre o
jumble sale, para vestir un traje adecuado. Era Navidad,
estaba la familia junta. Cuando acabó de remodelar su
vestido, faltaba una hora para ir. La vendía a buscar de
automóvil, su compañero de fiesta, un
compañero de clases. Estaba muy cansada ya: estudiaba y
preparaba sus estudios en casa y hacía su ropa
también. A pesar de todo, danzó toda la noche:
quería divertirse, lo menos que podía querer una
niña púber que trabajaba tanto. Durante el baile,
su compañero le pisó el vestido, que cayó y
dejó la parte alta del cuerpo… ¡al descubierto!
Ella no se avergonzó, subió el vestido como si nada
hubiera pasado y continuó su danza. La
mejor defensa para quién, sin querer, hace una gafe…
como si nada hubiera pasado. Se moría de la risa cuando lo
contó al día siguiente. Claro que el precio fue
caro: ella iba al baile con uno de los jóvenes que
más admiraba, el mejor de su clase, ¡y lo
perdió! Pero ganó otros, tantos, que perdí
la cuenta. Nuestra hija Paula era una mujer de agallas.
Pasábamos horas del día a dictarle textos desde un
libro, para ella aprender a escribir sin faltas de
ortografía. Cotejábamos texto
oído y
escrito por ella, con el libro que yo había leído,
y corregía sus fallas, faltas que no siempre eran muchas,
pero que existían. Era evidente que existían,
porque se estaba a formar y no sabía todo. Si supiera, era
poco necesario ir a la educación de
enseñanza superior. Estas instituciones
han sido pensadas para preparar a los jóvenes para ser
ciudadanos de saber intelectual y entregar alguna
contribución a la sociedad civil.
Paula estaba decidida a ser Psicóloga Clínica, para
lo cuál debía asistir, después de los tres
años en la Educación
Superior, a estudiar solo Sicología en la escogida por
ella, Universidad de Sheffield. Había sido aceptada en
varias Universidades que tenían Sicología en sus
planes curriculares. Me preguntó si debía ir a
todas las entrevistas,
mi respuesta fue rápida y sintética: Hija, a todas.
Así aprendes lo que son las entrevistas, comienza por la
que menos te parece, comparas los currículos, aprendes a
decir lo que ellos pretenden de ti y te preparas para la que te
parece mejor. Normalmente, los jóvenes británicos
hacen un interludio entre la preparación para la
Universidad y su entrada en ella. En 1989, Paula lo hizo y se
transfirió a Chile, como miembro de Amnistía
Internacional, para visitar a sus primos consanguíneos,
presos por la dictadura que
había en Chile en esos años, como he narrado en
otros textos míos. Lo que vio no le agradó y fue su
última decisión para hacerse sicóloga.
Así lo hizo, fue entrevistada por todas las Universidades,
como he dicho antes, fue aceptada en todas y ella escogió
Sheffield[182], por dos motivos. El primero, 
me pareció más emotivo: estaba lejos de casa… de
la cual ya estaba aburrida. El segundo y, para mí, el
más plausible y lógico, era el de ser la
Universidad más experta en Sicología Clínica
de la Infancia. Había un año común para las
varias especialidades, y dos de especialización en
Clínica, años en los cuales comenzaba ya a tratar
de clientes, o
pacientes como son llamados por las ciencias que curan las
persona, física
o emocionalmente. Palabra que siempre tengo luchado en contra,
por ser una palabra que coloca al ser humano en una
situación especial, descatalogado de entre los otros. O,
también, subyugadora de las personas
hipocondríacas[183], que siempre adoran
estar enfermas siempre enfermas, y que sus conversaciones giran
siempre en torno de sus
enfermedades y de lo bueno que son sus médicos,
cuál la mejor receta y cómo ésta le
había hecho tan bien. Normalmente, los peritos en cuidados
de seres humanos, recetan placebos[184], esas
píldoras que están hachas de… azúcar,
pero que el hipocondríaco piensa que es lo mejor que hay y
¡las recomiendan! Personas que piensan que el centro de la
vida es su salud siempre
deteriorada. Hasta donde mi larga experiencia me dice, son seres
humanos que nada más tienen que hacer en el mundo, excepto
estar siempre preocupados de ellos y cuentan y cuentan sus
enfermedades hasta el cansancio de los que oímos.
Normalmente, personas que no saben trabajar: persona habilidosa,
nunca deja de trabajar, aún cuándo tenga gripe.

No tengo abandonado a Paula. Todo lo que tengo escrito hasta
ahora, tiene relación con ella. En mi sentimiento de
papá, creo que, hasta el día de hoy, hay otros
factores que llevaran a nuestra hija a formarse en
Sicología. Talvez el primero sea su creencia de que yo las
había abandonado a una edad muy temprana.
Lógicamente ella sabe que no es así, pero
emocionalmente aún vive el castigo que se ha dado a
sí propia cuando pensó, en sus quince años,
que me habría ido de casa porque ellas pedían mucho
y yo tenía que trabajar más para satisfacer sus
pedidos. En esa edad hizo una crisis de
anorexia[185], esa enfermedad material, real, pero
fabricada para llamar la atención cuando una persona se
siente traicionada o abandonada. Quien la mejoró fue mi
cuñado, el psicólogo Miguel Toro, exilado
también en Gran Bretaña y a trabajar en la
Universidad de Southampton, marido de mi hermana Diplomada en
Análisis Psiquiátrico, con grande éxito
también en su actividad de profesora de esa Universidad.
Los dos salvaran a nuestra hija, que, hasta el día en que
escribo estas palabras, piensa que la dejé sola. Siempre
me ha dicho que la casa conmigo, era otra cosa: llena de gente,
con juegos de
mojarnos con agua que llevábamos del baño a las
escaleras de los tres pisos, esos días que Gloria no
gustaba por ensuciar la casa que ella debía limpiar. Mi
respuesta era siempre la misma: ¡Mujer, así
adelantamos trabajo, es solo secar y queda limpio! Limpieza que
hacíamos nosotros, más bien yo, nuestras hijas eran
muy mimadas, siempre que estaba con ellas, hacía la
comida, limpiaba las alfombras, lavaba las paredes. Hasta que
inventé el juego de las
competencias:
quién hacía todo más rápido, dejaba
la casa más limpia y las paredes blancas. Todo lo que era
juego, era un placer para ellas, especialmente con el
papá, que las divertía, mientras la mamá,
que a veces jugaba, imponía el orden que yo no
sabía organizar dentro de casa: para las cosas serias,
estaba el Departamento, mis estudiantes Para mí, estar en
la casa era sólo alegría, adoraba jugar con
nuestras hijas. Gloria imponía el orden, yo hacía
oídos sordos.

En el tiempo que Paula, años después,
comenzó con su bulimia se
exhibía, una de las características de esta
disfunción alimentar-social.  Tenía el placer
de mostrarme como comía apenas pan con lechuga y vinagre,
muy raramente. Comía y reía cuando comía
enfrente de mí, para mostrarme que era una persona
importante e interesante. Fue mi mayor tristeza que así
pensara y sintiera, tristeza que tuve que curar en un prolongado
psicoanálisis de diez años, entre otras tristezas
de la vida. Sea Paula, sea yo, quedamos curados. Sin embargo, me
cuenta las horas que yo llamo, las veces y solo puedo hablar con
sus hijos cuando tiene gusto y gana. ¡Paciencia! La vida no
es ni ha sido una felicidad eterna y pago por mis culpas
atribuidas, ya narradas.

Acabada la Universidad de Sheffield, se trasladó a
Portugal para hacer un Diploma en Sicología Clínica
en el Instituto Superior de Sicología Aplicada, el ISPA,
que era lo que ella más quería. Estuvo conmigo casi
tres años, mi mujer la visitaba y Camila también.
Acabado el Diploma, comenzó a ejercer su profesión
en el puesto clínico estatal del barrio lisboeta de
Miraflores, donde trataba pacientes drogados bajo la
orientación de, en esos tiempos, mi amigo Alfredo
Frade[186], y su mujer Lurdes  Tuve que pagar
un precio por los favores hechos a Paula, al orientar la tesis de
Licenciatura para el ISPA, de su nueva mujer, Lurdes. Alfredo
Frade trataba a personas drogadas, que no era lo que Paula
quería. Por eso, más tarde, cambió para
trabajar para el Estado
portugués  en el denominado barrio de lata Casal
Ventoso, en el cuál ella entraba como y cuándo
quería. Era una niña joven y sin miedo. Yo
quería saber cómo era ese famoso Casal Ventoso,
donde la droga era
traficada, ese tráfico con la complicidad de la
policía, del cuál vivía la población.
Fue en ese sitio donde Paula encontró su camino dentro de
la Sicología, era la que trataba de los niños
abandonados por sus padres. Como hace hoy, ya casada y con hijos,
en el Hospital de Utrecht, después de haber trabajado en
el de Ámsterdam. Paula trabaja con hijos de inmigrantes y
tiene especial cuidado en habituarlos a vivir dentro de una
cultura tan diferente a la suya.

Pero eso fue después. Cuando observé que Paula
se comportaba como los Portugueses, le pedí que se fuera
para el sitio que quisiera y buscara lo que fuera más
conveniente. Así fue que la fleté desde Portugal y
paró en Holanda. Hasta el día de hoy.

Un día, en Ámsterdam, en la casa que
compartía con su colega de universidad, el economista
Stephan van Rhee, leíamos los periódicos en
inglés en busca de trabajo para ella. Aparecía un
aviso del Hospital de Ámsterdam de que necesitaban una
sicóloga, de preferencia sin mucha experiencia, para ser
formada en el Hospital, en cuánto atendía a sus
pacientes. Paula decía, voy o no. De inmediato su colega y
yo saltamos y dijimos: no vale la pena esperar, es mejor ir, si
resulta, tienes trabajo, si no resulta, continuas a trabajar en
tu proyecto estatal
contra la droga[187], que era un proyecto que le
ocupaba apenas parte de su tiempo, ganaba poco, podía
estudiar e ir a sus clases, todas dictadas en Neerlandés,
o Holandés, como es llamado comúnmente. Paula
estaba poco animada y dijo: yo voy, si el papá me
acompaña. Dije que sí, fui con ella ese mismo
día, pero su naturaleza autónoma la llevó a
decirme que era mejor ir sola y que yo la esperara en la
estación de trenes. Como padre muy interesado en el
crecimiento de sus hijas, de inmediato dije que sí, si
así ella lo quería y no di ninguna
instrucción, porque ya era una mujer adulta. En mi
entender, ella sabía lo que hacía y si no
quería que el papá estuviera en todos los sitios,
como es evidente me quedé en la estación. Dijo que
en media hora estaba de vuelta, me sonreí y
respondí que seguro que iba a ser más tiempo. Como
es habitual en mí, pedí en inglés – el
Neerlandés lo vendría a balbucear más tarde,
cuando Paula casó y ella y su marido Cristan van
Emden[188], nos dieran dos hermosos nietos Tomas
Mauro, hoy con siete años, y Maira Rose, con cinco en este
minuto. Ese día, como  yo estaba cierto, esa
premonición que tenemos los padres de hijos en
crecimiento, pasaron casi dos horas y Paula no volvía.
Bebí otro carioca de limón, con la receta de su
confección explicada por mí, en
inglés,  hasta que a las cinco de la tarde, desde la
dos y media que yo esperaba, Paula apareció toda contenta
y muerta de la risa. Reía tanto, que no podía
hablar contar como había sido la entrevista.
La entrevista había sido seria, pero muy amable, casi una
chacota[189]… Esa palabra castellana, muy usada
en Chile que

Utrecht[190], solo se hablaba de familia, para,
como dice ella, no ensuciar la casa con problemas de trabajo.
Además, yo pagaba su matrícula en las
Universidades, pero ella pagaba sus estudios con su trabajo en el
Hospital, más una mujer de agallas, como ya he definido
antes, dentro de la familia. Paula no sabe lo que me hace falta,
lo que la necesito, el placer que me da hablar con ellos. En mi
caso, me he encontrado una excelente madre, con la cuál
solo puede hablar cuándo no interrumpo su vida familiar,
lo que me parece muy razonable. Gloria hace lo mismo, solo habla
con Paula cuándo ella  la llama por teléfono.
Esa excelente madre, solo me permite hablar durante el fin de
semana, con ella o nuestros nietos. Es el problema de las
culturas diferentes: yo soy latino, un padre que gusta cobijar,
como las gallinas, a sus hijos y nietos bajo sus alas, porque
necesita de sus hijos y nietos. Ella, antes muy británica
y hoy, muy holandesa, solo permite hablar durante el fin de
semana, y con ella, nuestros nietos tienen la orden de no atender
el teléfono.

La vida no está hecha de quejas, también de
alegría y saber. Especialmente cuando se tiene una familia
tan delicada y dedicada, como nuestra pequeña familia.
Este orgullo de hija, estudió lo que quería en dos
Universidades de Holanda, que he aprendido a llamar
Nederlands[191] .

Una de las Universidades en las que estudió
Sicología Clínica, fue la denominada Vrije
Universiteit[192], que en Castellano sería
la Universidad Libre o Liberta de ataduras que orienten su
currículo, como comenta en la nota al
pié de página que existe en Ámsterdam y
Bruselas. Los estudios de Sicología están basados
en las descubiertas de Burrhus Frederick
Skinner[193], el creador de la teoría
analítica del conductismo,
que experimentó primero con palomas, antes de aplicar su
teoría en seres humanos. La idea de Skinner es que
la conducta humana
está condicionada por la cultura, la educación, el
medio ambiente, la
lengua que se habla y otros factores, enseñados en la
Universidad Libre, y que están citados en la nota al
pié de página. En síntesis, la teoría
de Skinner, que he aplicado varias veces en mi vida de
Etnopsicólogo, define el comportamiento
humano como  resultado de un condicionamiento
conductual, lo que probó durmiendo en una tina de
baño dos horas, acostándose siempre a las 10 de la
noche, durmiendo tres horas, trabajaba otra vez a las tres de la
mañana y adormecía a las cinco de la madrugada, a
las diez de la mañana otra vez, y así durante el
día todo. Su triunfo era que el ser humano podía
controlar su mente, condicionándola. Así
vivió hasta los 86 años, con una mente
lúcida y activa, abatida por la enfermedad terminal de
leucemia. Skinner no tuvo muchos seguidores porque no trataba de
las emociones, pieza fundamental de las teorías
de Freud y Lacan, para el psicoanalices.

Fue este tipo de teoría que nuestra Paula
estudió, durante su crecimiento y que aplica a todo ser
humano, incluyendo su familia en casa y los lazos externos, como
sus padres, y tíos. Es por eso que el día en que me
llamó fuera del horario estipulado para anunciarme el
problema de Camila y su bebé en útero, dijo: Dad
siéntate primero (Dad, sit down, please) lo que yo no
hice, porque de inmediato tuve una premonición, resultado
de mi propio condicionamiento: Camila embarazada, Paula a llamar
en un día de semana, dije de inmediato: It"s about Camila,
¿isn"t it?. Intrigada, preguntó cómo es que
yo sabía. Le dije que saber, nada sabía, pero que
ser papá da una premonición. Ella relató el
caso brevemente, llamé de inmediato a Gloria que estaba en
Chile para que no fuera a llegar sin estar advertida. Pero, ella
ya sabía, como me contó mi cuñada
María Eugenia. Camila había llamado a la
mamá esa mañana para advertir que no todo estaba
bien con su embarazo.
Gloria no sabía los detalles, por lo que, al día
siguiente, calculé las horas, la llamé y le
conté la historia, que ya sabía porque Camila y
Felix estaban con ella. Los comportamientos condicionados tienen
límites, que se llaman devoción,
amor, cariño, dedicación, amistad,
pasión, todos los afectos que Skinner tuvo casi de
gratuidad[194] Esa forma de vida que, entiendo,
todos pueden tener, si son disciplinados en su trabajo y tratan
su cuerpo como es mejor, tengan o no sus propios medios para
vivir una vida sana y organizada.

Así entiendo a nuestras hijas, especialmente a Paula,
quién, en mi observación, tiene solo tres amores en
su vida: su marido, que no es conductista pero es
holandés, es decir, disciplinado por el hábitat
luterano y calvinista en que vive, y sus dos hijos, que han
aprendido otra forma de vida con sus padres. No piensan en sus
padres, nosotros, los abuelos, que somos de una generación
diferente y de una cultura latina, el reverso de la medalla de
los europeos del Norte. Tuvieron la suerte de tener padres
disciplinados, nosotros, los abuelos, que sabemos tratar de
nosotros como adultos mayores que somos. También el
conductismo ha servido a nuestra hija Camila y a su
compañero Felix Ilsley para aliviar el dolor que les ha
causado, en su crecimiento, la entrada en la eternidad de su
primer hijo. Suerte de ellos también, porque los abuelos
disciplinados no han querido interferir en las vidas de ellos.
Debo confesar, sin embargo, que siempre estuve al lado de ellos y
a saber sus noticias, por
mis amigos de toda la vida, Leonardo Castillo y Patricia Burns.
Con Gloria no podía contar porque decía no saber
nada, especialmente el día de la operación de
nuestra hija. Allí las teorías de Skinner fallan.
Patricia decía que no iba a llamar a Camila y no
llamó, aun cuando estaba muerta de deseos de apoyar, pero
ella misma reconoció que el mejor apoyo, en este nuevo
crecimiento de Camila, era dejarla sola con el padre de su hijo y
con Gloria, que de forma recatada y silenciosa, iba a casa de
ellos, cansada como estaba por no haber entrado aún en el
huso horario de Europa, después de seis meses en Chile en
el huso horario chileno. Otro aspecto dónde falla la
teoría, es en la relación de marido y mujer de
Paula y Cristan, Paula decide, pero siempre pregunta antes a su
hombre, quién está siempre de acuerdo con ella. La
vida de ellos es de harmonía y paz. Es por eso que no soy
muy bien recibido en casa de ellos, porque deshago la disciplina
conductista de Tomas y Maira, nuestros nietos. Es casi como ver
la relación entre el hijo de una enamorada del carácter Jerry Maguire[195]
y el hijo de su enamorada. Enamorada que criaba a su hijo por los
dictados de Skinner, teoría muy popular en los Estados
Unidos. Alivia el peso de la carga de trabajo al levantarse a las
seis de la mañana, trabajar hasta las tres de la tarde y
dedicar su tiempo a su familia después, o a actividades
culturales y deportivas.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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