De la revolución
al acuerdo, del proletariado revolucionario al ciudadano
participativo, de la dictadura
proletaria al sistema
político, de Lenin o Guevara a Bobbio o Max Weber. En
fin, de la escisión al consenso, de la convicción a
la responsabilidad, toda una figura intelectual
empieza a cambiar con el advenimiento de la primavera
alfonsinista, no sólo en sus blancos, también en
las fuentes y
modos de proceder. En este trabajo
intentaremos problematizar la recepción de la obra de Max
Weber en la
transición intelectual a la democracia.
Intentaremos acercarnos a las condiciones de lectura que
posibilitaron que una franja importante de intelectuales
ligados a esos procesos lean
con nuevos prismáticos la obra del autor
alemán.
Si es cierto, como decía Althusser, que no hay lecturas
inocentes, tampoco hay recepciones que lo puedan ser.
Luego de la derrota de los procesos radicalizados de los 70"
infinidad de intelectuales de izquierda tuvieron que purgar el
exilio -interno o externo-, sufrieron cárcel, tortura,
etc. La experiencia traumática del proyecto de
cambio radical
derrotado implicó para muchos de ellos la
realización de un balance y la reflexión en clave
crítica
de lo actuado.
Con la asunción de una derrota política es repensado
el pensamiento
que pensó la tentativa.
El concepto de
democracia, antaño despreciado por oscurecer la
opresión social real, es el concepto emblema con el cual
son balanceadas negativamente, por estos intelectuales, las
prácticas anteriores ligadas a la idea de
revolución -que había conducido al militarismo de
las organizaciones
guerrilleras, a los golpes de estado y no al
hombre nuevo o
a la sociedad
transparente, sin explotadores ni explotados-.
En la argentina, la invención intelectual de la
democracia como valor
político significó, en plena dictadura y en la
temprana transición alfonsinista, en la
reivindicación de la vida frente a la muerte,
sirvió como bandera aglutinante de las aspiraciones
proscriptas por las dictaduras, además de convertirse en
una frontera
respecto de lo no querido -el autoritarismo de izquierda o de
derechas-.
La idea de democracia organizaba un campo de experiencias con
el que los intelectuales de la transición
democrática querían distanciarse, y un horizonte de
expectativas cada vez más auspicioso a medida que el
régimen militar se derrumbaba luego del desastre de
Malvinas.
Este viraje intelectual puede seguirse desde las orientaciones
de diferentes revistas de pensamiento político
(Crítica y utopía, Controversia, Punto de Vista,
La ciudad futura) y desde diversos pensadores de la
política (Aricó, Altamirano, Portantiero etc).
Excede los objetivos de
este trabajo trazar el itinerario de esas publicaciones o
pensadores. Consignaré tan sólo que la
relación democracia/dictadura es el par conceptual
dicotómico con el cual toda una generación de
pensadores construye su frontera respecto de aquellas
experiencias radicalizadas del pasado que los tuvo como
actores.
Cómo dice Lesgart "la democracia, utilizada como
término e idea, tiene el poder de
impulsar otra historia, opuesta al
autoritarismo, al ideario socialista aglutinado detrás de
la idea de revolución, a las prácticas llamadas
populistas y de transformarse en la lente a través de la
cual revisar las nociones de política que se tenía
hasta ese momento" (Lesgart: 2003: 68).
Es la derrota del espacio de experiencias setentistas lo que
permite una bifurcación en las sendas del pensamiento
político. De alguna manera, esa derrota es la que permite
leer con nuevos prismáticos autores que otrora, si bien no
desconocidos, no eran el centro de sus referencias.
Así, por ejemplo, editorializa el primer número
de la revista
Controversia "Muchos de nosotros pensamos, y lo decimos, que
sufrimos una derrota, una derrota atroz. Derrota que no
sólo es la consecuencia de la superioridad del enemigo
sino de nuestra incapacidad para entender el país, de
nuestra concepción de la política. Y es posible
pensar que la recomposición de esas fuerzas por ahora
derrotadas será tarea imposible si pretendemos seguir
transitando el camino de siempre, si no alcanzamos a comprender
que es necesario discutir incluso aquellos supuestos que
creímos adquiridos de una vez y para siempre para una
teoría
y práctica radicalmente transformadora de la sociedad"
(Controversia: N° 1: p.2).
Max Weber va a ser uno de los principales autores que los
intelectuales de la transición utilizaran como guía
para partir agua
respecto de la experiencia derrotada. La recepción de la
obra del autor alemán por parte de estos pensadores y
publicaciones, es homogénea al intento de reformular una
concepción de la política que llevó a la
derrota e ir esta vez por nuevos senderos conceptuales, ligados
al concepto de democracia.
Los procesos de recepción y de aperturas a nuevas
lecturas no son externos a las condiciones subjetivas y políticas
que lo posibilitan. No es que ante el descubrimiento del
oscurantismo asfixiante de los conceptos marxistas, ciertos
autores hayan descubierto la luz en el
modelo
weberiano. Son, antes de ese descubrimiento, las duras
condiciones de la derrota de todo un proyecto emancipatorio y sus
ulteriores búsquedas de alternativas, lo que abrió
las compuertas a la recepción de Weber y su
transformación en hombre faro o
guía de la transición intelectual hacia la
democracia.
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