- La
energía nuclear es la más cara - Las centrales
nucleares son ecológicamente desastrosas - Residuos para
la eternidad - Proliferación
nuclear - La crisis de
la energía nuclear - Situación
actual - 20
años después de Chernóbil - Consecuencias
- Aguas
radiactivas - Desastre
económico
Veinte años después de Chernóbil,
sólo el 12% de los europeos apoya el uso de la energía
nuclear, cifra que en España se
reduce al 4%, unos datos que
deberán tener en cuenta los nuevos aprendices de brujo,
empeñados en resucitar la energía nuclear, una
fuente de energía cara, peligrosa e innecesaria.
Las energías favoritas de los europeos son la energía
solar y la eólica, que en su inmensa mayoría
rechazan la energía nuclear, pero un día sí
y otro también un pequeño grupo de
iluminados tratan de resucitar la opción nuclear que es,
sin lugar a dudas, la peor y la más indeseable de las
fuentes
energéticas, lo diga James Lovelock, Joaquín
Almunia o Loyola de Palacio. El presidente del Foro de la Industria
Nuclear, Eduardo González, reclamó la
instalación de 15.000 megavatios (MW) de potencia en
centrales nucleares en el periodo 2008-2020 para garantizar el
suministro en España. Por pedir, que no quede. En los
grandes medios de
comunicación parece que sólo se pueden expresar
el 4% de los pronucleares, mientras ese 96% que queremos el
cierre paulatino de las centrales nucleares existentes y, por
supuesto, ninguna más, quedamos relegados y se silencian
nuestros argumentos.
Las razones que esgrimen los pronucleares no son muy
diferentes a las de hace 30 años, pero con algunos toques
de modernidad:
reducen la dependencia del petróleo y
el gas natural, no
emiten dióxido de carbono,
permiten cubrir las necesidades crecientes de electricidad, son
seguras, también baratas y se obvia el problema hoy
irresoluble de los residuos radiactivos, la gravedad de un
cualquier accidente (como demostró Chernóbil) y la
grave proliferación nuclear, puesta de manifiesto por
Irán y
sus intentos de hacerse con armas nucleares
para defenderse de Estados Unidos, o
las más de 30.000 cabezas nucleares.
En España el Ministerio de Industria ha creado una Mesa
de diálogo
sobre la energía nuclear, cuya composición no deja
lugar a dudas: un par de representantes ecologistas, para guardar
las apariencias, y
el lobby nuclear
al completo. La postura del ministro de Industria contrasta con
las defendidas por el presidente Zapatero, el propio programa
electoral del PSOE, o el acuerdo PSOE-Los Verdes. La Generalitat,
en el Pla de l'Energia de
Catalunya 2006-2015, propone "una estrategia
gradual de cierre efectivo a partir del año 2022 con las
menores repercusiones ambientales y económicas posibles,
aprovechando la disminución progresiva de la producción nuclear, que pasará del
55,8% de la producción eléctrica el año
2003 al 34,8% el año 2015".
La central nuclear de Vandellós en la provincia de
Tarragona, donde el 19 de octubre de 1989 se produjo un accidente
en un reactor de tipo grafito-gas, es la
única central nuclear que hasta ahora se ha cerrado en
España, pero el 30 de abril de 2006 se cerrará
Zorita y Garoña pronto seguirá sus pasos. El
gobierno del PSOE
prevé abandonar la energía nuclear en los
próximos años, aunque algunos sectores presionan
para relanzar la energía nuclear (Almunia, Montilla.
).
Es probable que el cenit de la producción mundial del
petróleo y gas natural llegará en 20
o 30 años, con todas las matizaciones que exponemos en los
artículos de World Watch, y que ello empuje los precios al
alza, pero hay tiempo
más que suficiente para realizar la transición
ordenada hacia un modelo
energético más eficiente, menos intensivo
energía y en donde las energías renovables vayan
sustituyendo paulatinamente a los combustibles fósiles,
sin necesidad de recurrir a la energía nuclear, la fuente
más peligrosa y la que nos dejará una herencia de
residuos radiactivos y armas nucleares. En cualquier caso, las
reservas de gas natural, el más limpio entre los
combustibles fósiles, son superiores a las del
petróleo y nos dan tiempo más que suficiente para
realizar una transición que conjure tanto la amenaza del
cambio
climático como la que supone la vía nuclear.
Pero los avances reales de las energías renovables, a
pesar de los escasos presupuestos
dedicados a ellas y la falta de voluntad política de Estados
Unidos y muchos otros países, es ignorada y despreciada
por el sector pronuclear, representado por la derecha
política y económica que controla gran parte de
los medios de
comunicación. Ha bastado el corte del suministro de
gas natural de unos días de Rusia a
Ucrania, por una discusión sobre los precios, para que
vuelvan a la carga con renovados bríos, mientras ignoran
los intentos de Irán por acceder a la bomba
atómica, el acuerdo nuclear entre Estados Unidos e
India firmado
por George W. Bush, el 20 aniversario del accidente de
Chernóbil, o cualquier otra noticia contraria a sus
intereses, como el auge de la eólica, la solar
fotovoltaica o la solar termoeléctrica.
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