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La comida… la comida… nos está comiendo




Enviado por Felix Larocca



  1. Y
    engordando seguiremos — todos —
    toditos…
  2. Por la
    boca muere el pez…
  3. La
    gordura, adaptación
    descarriada…
  4. En
    resumen
  5. Bibliografía

"Freud, reconoció, durante su
larga experiencia en el tratamiento psicoanalítico,
que para el éxito terminante y para la
duración del mismo no existían atajos, ya que
debía de proseguir su curso ininterrumpido hasta su
conclusión y resolución final.

"Freud, también habló a
sus seguidores, de no alear
el oro de ley del psicoanálisis con
el oropel de otras formas de terapia.

"Quizás Freud, sin saberlo,
cuando reflexionaba, tenía asimismo en sus pensamientos,
el tratamiento de la obesidad".
FEFL en La Gordura
Terminable e Interminable: Los Métodos para Adelgazar y el
Futuro de una Ilusión

Mientras la carencia y el hambre castigan
al mundo, es incomprensible que la calidad de la comida que en el
supermercado adquirimos, no haya mejorado. Teniendo como
resultado que paralelamente nuestra dieta haya igualmente
empeorado. Es incongruente que el consumidor actual, desee que su
comida sea suculenta (perjudicial para su salud),
económica, conveniente, repleta de aditivos artificiales y
que, asimismo sea "sana". — lo que no es posible.Uno de los
grandes misterios que hoy existen en nuestro medio es cómo
explicar por qué la comida dominicana, otrora saludable,
se haya transformado en los desatinos que hoy consumimos. En poco
tiempo, nos desplazamos, de poseer el único "pan"
conocido, que no engorda (el casabe); a tener (por causa de lo
que ahora comemos) una cadena de enfermos que esperan en
línea a que sus estómagos sean reducidos para
combatir la obesidad… Aquí estamos hablando de
médicos, políticos, niños y de
todos… Porque la gordura es epidémica en
el mundo, del que (aunque a veces no lo parezca) constituimos
parte.

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La esposa dominicana no puede ser tachada
de ser responsable de lo que en la casa se come… la esposa
dominicana, generalmente, ni sabe dónde queda la
cocina. Lo que en la casa se come resta exclusivamente en el
genio (o en el "fantaseo") de "la cocinera". Repetimos: la
responsabilidad enorme de la nutrición familiar resta en
los hombros de Fefa, Jesusa o de alguna otra empleada cuya
maestría del uso del salero, acoplado con su generosidad
en el uso del azúcar y su empleo de las sopitas, la torna
experta en la abominación local, conocida como el "como en
mi casa comemos".

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¿Qué pasó con los
sancochos que se guisaban con yerbas aromáticas, y se
preparaban con carnes magras y víveres en abundancia;
siempre acompañados de arroz blanco, aguacates y casabe
(sin adulterantes)? ¿Dónde fueron a parar los
plátanos asados, machacados con ajo, y rociados con un
poco de aceite verde, servidos con huevos pasados por agua? Y la
tayota cuya reputación proverbial fuera: "La tayota (o
chayote), engorda tanto a quien la coma… como a quien la
vea comer…" Éstas y muchas otras costumbres de la
gastronomía típica de este país fueron
abandonadas a favor de las invenciones exóticas que nos
garantizan un futuro residual de penurias y males de salud. Por
esa razón, el dominicano sigue
engordando…

Pero, lo mismo está sucediendo al
portorriqueño, argentino, chileno y a todas las
víctimas de esa epidemia metabólica cuyo agente
infeccioso se reconoce con el nombre de fast
food
.

Y engordando seguiremos
— todos — toditos…

El azúcar, en el hogar dominicano
del pasado, nunca fue ofrecido en abundancia. Nuestros mayores no
creían en su uso ilimitado por el niño. Mi abuela,
centenaria, me amonestaba: "el azúcar da bichos" —
parásitos. El café se consideraba (a menos que no
fuera una gota, del mismo, en la leche con café
— no en el café con leche) una bebida de rito o
de iniciación — el varón tenía que
demostrar por lo menos un sueño mojado, y la hembra su
menstruación, antes de que a ellos se lo sirvieran. La
gordura, entonces se consideraba como algo que fuera, a la vez,
extraordinario y grosero: "Mira a fulanita, parece una
vaca…" Y, aunque el merengue lamenta el prospecto
indeseable de casar con mujeres delgadas ("yo no me enamoro,
de mujeres flacas… no voy a llevar la muerte a mi

casa"). Nadie ha vivido para ver una Miss Universo
dominicana que fuera gorda… por seguro, no durante el
concurso — de hecho, las mujeres de sangre libanesa se
veían con recelo injusto en Santiago, porque se
temía que ellas poseyeran tendencia "natural a ser
gordas". "Mira la mamá y verás qué te
espera…"

Debido a los cambios drásticos que
han resultado de la transformación universal de lo que se
come en los últimos 30 años, el problema con la
desnutrición se ha convertido en lo opuesto: el problema
de la híper-nutrición — problema que sigue
avanzando inexorablemente y sin conclusión
visible.

Por la importancia central que ocupa en
nuestras vidas (y en nuestras culturas) la comida. Ésta se
ha imbuido de aspectos emocionales así como también
de económicos. La comida es importante en toda
celebración religiosa (obleas y vino católicos,
halal mahometano, kosher judío,
etc.) Por eso es que no podemos relegarla a un sitio secundario
en el desarrollo de nuestras estrategias de bienestar
social.

Algunos pocos economistas pensantes y
sensitivos (cosa rara) entienden que la comida es también
un elemento de estabilidad económica nacional (los
subsidios agrícolas norteamericanos se basaban en esas
premisas). Los sociólogos y los expertos en
demografía conciben que su presencia adecuada garantice la
estabilidad y el equilibrio social.

En los últimos años dos
fuentes de ansiedades han surgido en relación a lo que
comemos: La Enfermedad de la Vaca Loca (Encefalopatía
Espongiforme Bovina) — menos peligrosa que una noche viajando
en las carreteras dominicanas, con un padre embriagado, y la otra
es la obesidad — todavía más letal que el viaje
por nuestras carreteras, combinados con la encefalopatía
espongiforme bovina.

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Este veneno reemplaza el agua, bebida
natural…

Aunque nuestros gobiernos latinoamericanos
(y sus primeras damas, reales o por poder) lo ignoren, la
Organización Mundial de la Salud nos advierte que la
obesidad es una epidemia. Así lo repetía el,
pasado, Cirujano General de los Estados Unidos, David Satcher,
cuando nos alarmaba con la advertencia de que la obesidad muy
pronto sería la causa de muerte de tantas personas como lo
es el tabaco (y no, porque la gente esté dejando de
fumar).

Los monopolios internacionales de la comida
rápida, favorecen el engaño, como de antes lo
hicieran las compañías tabacaleras. Argumentando
que fue la falta de ejercicio y no la cantidad de comida ingerida
innatural lo que nos engordara a todos. Sin embargo, la cantidad
de calorías que ingiere el americano en su dieta cotidiana
aumentó de 2,080 a 2,997 calorías en menos de diez
años — lo suficiente para que su efecto cumulativo en un
año los engorde a todos — y ¡mucho!

"Vamos a Wendy", dicen muchachas
esféricas en La Bolera.

Vayan y vuélvanse más
enormes, si es que esto es posible, responde el
Exegeta…

Pero los gordos ya no son tan sólo
los ricos. Los pobres están engordando asimismo de modo
pasmoso, y a un ritmo que paralela al de los ricos. ¡El
igualatorio ha llegado! La gordura logró, lo que la muerte
nunca pudo conseguir — nos emparejó… Dentro de
muy poco tiempo, todos seremos obesos… (El libro
que aquí se debe leer es: Fat Land: How Americans
Became the Fattest People in the World
, por Greg
Critser).

Todos… seremos obesos, todos, ricos
y pobres. Si no por la información carente de poco valor y
asimismo trivial, lean Ritmo Social donde
apreciarán el Dominican Fat Parade de la
quincena…

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Otros países "invadidos" por las
cadenas de franquicias licenciadas, oriundas de
Norteamérica muestran que la presencia de estos negocios
tiene relación innegable con el incremento visible de los
casos de la obesidad general.

China, el Japón, Rusia, Tailandia,
Malasia, Australia y la Corea del Sur son ejemplos recientes del
paralelismo que existe entre la llegada colonizadora del fast
food
y del deterioro universal de la salud y la belleza
propia del ser humano. Los jóvenes en estos países
son (lo que nunca antes habían sido) panzudos y
barrigones. (Léase el reporte de julio 25 del 2007, que
apareciera en el Washington Post, acerca del estudio del
efecto social en los americanos en la génesis de la
obesidad).

Las niñas llegando a una pubertad
precoz, producto del índice ponderal más elevado de
la historia, se vuelven madres solteras a destiempo.

De acuerdo a los estudios conducidos por
varias agencias internacionales. El fenómeno de la gordura
asiática se origina en el cambio que estos países
han hecho en su dieta habitual. Entre los años 1989 y 1997
las clases medias de todos esos estados redujeron el consumo de
granos y verduras por un 29.8%; mientras que su consumo de carnes
y grasas subió más de un sesenta por ciento, el
consumo de huevos dobló y el consumo de pollos y aceites
animales se triplicó.

Zhai Fengying, Sub-secretario del Instituto
Chino de la Nutrición y de la Seguridad de los Alimentos
nos dice lo siguiente: "Nosotros llamamos a los funcionarios
encargados, para decirles que tenemos un problema muy serio en
nuestras manos; pero ellos responden: "hay cosas de más
importancia que hay que
hacer" "— entre éstas,
engordar, decimos nosotros. Fengying continúa, "una de
las medidas que debieron ser abolidas en la China rural es la de
servir leche a los niños campesinos — leche gratis, con
las comidas
…" Lo dijo, porque la leche no es alimento
ni esencial, ni necesario para el niño de edad escolar.
Mientras los chinos retornan a sus sentidos, cortesía de
nuestros gobiernos, vasallos de los intereses creados,
aquí tenemos su equivalente en el chasco que conocemos
como "el desayuno escolar".

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Si es bien cierto (para callar a los
alarmistas entre nosotros) que la gordura no mata de inmediato,
también es cierto que ésta contribuye de manera
alarmante a muchas complicaciones médicas muy
antiestéticas. Esta vez, en lugar de detallarlas, las
resumo: El sobrepeso es una de las causas principales de las
enfermedades cardiovasculares y es una causa mayor de mortalidad
que existe en todo el mundo. Como ésta; la gordura, queda
muy por encima de las guerras, de la malaria, del SIDA y de todos
los demás "ejecutores" naturales que hoy
existen.

Por la boca muere el
pez…

Para hacer un paréntesis y echar un
vistazo dentro del escenario local. Las complicaciones de la
gordura afectan más, a los orientales y a quienes no son
de origen caucásico puro (confirmado, por el DNA…
¡qué triste!), y con mayor severidad de lo que lo
hace en otros países. Por ejemplo, en China, los programas
destinados a combatir los problemas del comer, se "comen"
más de su porción justa del presupuesto designado
para reducir el impacto de las enfermedades no-comunicables. La
proyección es que este costo subirá.

Cuando nosotros, el público de los
consumidores de las comidas sabrosas, tratamos de evadir nuestra
culpa por nuestras gorduras y por la cantidad de comida que
comemos, la censura la dirigimos a quienes producen esas
comidas.

Esta actitud es un poco injusta, ya que lo
que ellos producen, nadie nos fuerza a comer. Y además, es
un asunto muy poco conocido, que los fundadores originarios de
los conglomerados de "alimentos" fueron visionarios sociales y
reformistas ejemplares: Los Cardbury"s eran cuáqueros que
creyeran que el chocolate era preferible al uso del alcohol (algo
que permanece disputable), Dr. John Harvey Kellog era un
vegetariano consumado, y la visión de Henri Nestlé
fue la de encontrar un substituto adecuado para la leche materna
para ofrecerlo a niños cuyas madres no tenían con
qué lactarlos. Por consecuencia, todas estas
compañías en la actualidad se perciben a sí
mismas no como entidades perversas, sino como agentes
ecuánimes que ofrecen al público consumidor, lo
que el consumidor les requiere
: comidas cómodas y
comidas sabrosas.

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Kim Jong-un

El problema es que el público en su
razonamiento extravagante obedece al dictamen folklórico
norteamericano, que nos alerta del hecho imposible de que
algunos: "Desean (conservar) su bizcocho y (al mismo tiempo)
comérselo." (To have your cake, and eat it
too
…). Traducido, por supuesto en "abarrótate
de grasa y de azúcar pero no engordes".

La
gordura, adaptación descarriada…

Aunque
la comida se ofrece por todas partes, aun en las más
inesperadas, como sería dentro de los confines de la Plaza
de San Pedro en
Roma. La comida no puede culparse por sí
misma por nuestras adiposidades exageradas.

Engordar, es una sola de las
múltiples respuestas que nuestros cuerpos poseen en su
repertorio, poco estudiado y menos entendido, para adaptarnos a
la escasez natural y recurrente de alimentos.

Nosotros (los seres humanos, por razones no
esclarecidas) poseemos diez veces más células
adiposas que las que posee cualquier otro mamífero
conocido — por esa razón, no toleramos bien el
hambre.

La explicación hipotética
para la gordura humana la concibió el genético
James Neel cuando estudiaba los indios Pima de Arizona. Cuando
esta tribu fue trasladada a otras regiones, debido a que la falta
de agua potable y de alimentos donde entonces vivieran, los
estaba diezmando rápidamente — ésta sería
la excusa fabricada por quienes ansiaban usurparles sus tierras.
En su nueva localidad muchos murieron de hambre pero otros
sobrevivieron. Los que sobrevivieran, pensó Neel, lo
hicieron porque eran proclives, genéticamente a almacenar
grasa. Los que fueran muy propensos a esta disputable
virtud, perecerían más tarde por la misma
razón: Mucho de algo bueno, es bueno; más puede que
sea mejor… pero, demasiado, en este caso, mata… (El
libro aquí recomendado, es: Why Geese don"t Get Obese
and We Do
por Eric P. Widmaier).

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Indios pima modernos

La estrategia que todos invocamos con mayor
facilidad y frecuencia, por ser la más simple, para
explicar nuestras tendencias genéticas hacia la gordura es
la siguiente: Engordamos, para almacenar las reservas extras que
(necesariamente) utilizaremos cuando la comida nos falte. Pero,
hay otra manera de mirar a este enigma desde otra perspectiva;
basados en estadísticas recientemente publicadas. Estas
últimas se fundan en el hecho de que la mosca de frutas
(drosophila melanogaster) vive más tiempo si se
somete a un régimen de hambre considerable. Este mismo
descubrimiento ha sido replicado en ratas de laboratorio, y en
las vidas de los muchos centenarios humanos que han sido
analizados cuidadosamente. ¿Qué pasa? Bueno.
¿Pudiese ser que fuera posible que la Naturaleza,
favoreciera a quien puede sobrevivir, durante períodos de
escasez, sin comer (o comiendo menos) — y sin
engordar?

Muy posible. Ya que la Naturaleza
está repleta de sistemas redundantes para garantizarnos la
vida.

La explicación ofrecida,
parecería obvia, a quienes usen sus mentes, para
pensar, entre otras cosas…

Recordemos, que el único factor
científico demostrado, asociado con la longevidad, es la
malnutrición.

¡Sí, la malnutrición
relativa! ¿Cuántos obesos centenarios
conocemos?

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Tarahumara

Mensaje para los dietistas del mundo:
Deploramos (con placer perverso) informarles que ni ustedes, ni
nadie más, saben mucho acerca de la enfermedad que dicen
tratar: la obesidad. Y que la dieta que ustedes ofrecen es la
misma enfermedad
que pretenden remediar.

El problema se reduce, simplemente al acto
de comer como comemos, por la simple razón de que la
comida que nos gusta debe de ser rica y pesada, aunque no,
necesariamente saludable…

Todos observamos que la comida apetitosa de
hoy es azucarada, grasosa y salada.

Otra dificultad es que el sabor intenso de
las comidas que nos despiertan el gusto, a su vez, está
asociado con la presencia en la sangre circulante de
neurotransmisores que excitan el placer y que en modos discretos
nos acostumbran a la necesidad de la exposición repetida
al estímulo sensual — en otras palabras nos
habitúan. Entonces comemos por el placer
bioquímico generado y no porque la comida de ese tipo sea
necesaria.

Las comidas que nos sirve la Naturaleza en
la mesa abundante de los mares, de los ríos, de los
bosques y de donde quiera que las extraigamos; son comidas
simples, satisfacientes y fundamentalmente equilibradas (como el
aire) para proveernos, meramente, con otro elemento necesario
para sostener la vida.

Pero, cuando la sal, las grasas y el
azúcar entran en nuestras bocas y se ponen en contacto con
nuestras lenguas, algo singularmente misterioso sucede. La
presencia del triptófano circulante (precursor de la
serotonina) se altera y una euforia transitoria sigue.
Razón ésta porque los deprimidos buscan el
chocolate, pican o hacen ambas cosas.

Otra vez, parece ser como si la Naturaleza,
sabiendo que Ella nunca comenzaría a producir y a
ofrecernos fast foods, que para que tuviéramos la
oportunidad infrecuente de gozar un paréntesis placentero
dentro de las miserias de nuestras existencias selváticas
Que gozar, entonces, del mordisco de una comida deliciosa era un
favor — pero, meterse de una sentada una caja de bombones —
esto, no lo había contemplado, la Naturaleza, en sus
planes meticulosos.

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Los aceites preferidos por la Naturaleza
son los aceites de pescado y los de vegetales… pero, los
que nosotros preferimos, porque saben mejor, son los provenientes
de las grasas animales (nuestros semejantes). Nadie se da
harturas de ensaladas aderezadas con un chorrito de aceite de
oliva… pero, ¿cuántos no sucumben a un
empacho de hamburguesas, papitas fritas, una batida de chocolate
y un postre?…

Yo conozco la tía de una paciente
bulímica que, pesando más de trescientos cincuenta
libras, cocina el arroz que, en su mesa presenta con tres barras
de mantequilla (12 oz) y luego añade a las habichuelas, la
cuarta barra. Mujer de muy poco comer, sin dudas.

La sal es otra cosa. Los romanos la pagaban
a los legionarios, de ahí se origina la palabra "salario".
Se estima que solamente en la Gran Bretaña de hoy, la sal
es responsable por unas 35,000 muertes anuales.

La sal es un electrólito (en su
forma de cloruro de sodio) esencial para el balance de los
fluidos responsables por nuestras vidas. Nunca fue abundante en
nuestra dieta original. Ahora, no hay una mesa en el mundo donde
no se la ofrezca en su salero obligatorio.

El problema con perder de peso y con
cambiar nuestras estrategias nutritivas es que a nosotros nos
gusta comer… sólo, y únicamente por
el placer de hacerlo. Por ello, perder de peso es algo que
hacemos con poco entusiasmo y nunca logramos. Ganarlo, en cambio,
nos deleita…

En resumen

Es una paradoja sin precedentes que la
obesidad es la forma de malnutrición más
perniciosa que ha existido en toda nuestra historia.

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Bernard di Rijckere El Festín
de los Dioses
(S XVI)

Es una realidad triste, aquella de que en
lugar de luchar contra la obesidad y la pobreza; que los
gobiernos del mundo, prefieran malgastar los recursos del estado
en programas ilusorios (como lo son los juegos olímpicos)
o para que los políticos y los economistas ladinos se
enriquezcan a sí mismos con el engaño y la
mentira.

Es un hecho aparente que los economistas de
calaña local — los que no han exhibido trabajos
meritorios como contribución a su arte; se puedan
caracterizar como los definiera el ilustre (también)
economista, John Maynard Keynes: "Si se juntan tres economistas
en una habitación. ¿Qué tenemos?
Cuatro opiniones distintas…"

Pero algo, es aun más triste: Que la
Naturaleza nos dotara con el cerebro y con la inteligencia
más desarrollados en Su creación y, que
durante los eones en que hemos poblado este planeta, aún
no tengamos ni la idea más remota de cómo, para
qué y por qué se tiene tal inteligencia.

Mientras tanto: sigamos engordando…
¡Pasa un poco más de chicharrón y, buen
provecho!

Fin de la lección.

Bibliografía

  • Larocca, FEF: La Gordura Terminable
    e Interminable: Los Métodos para Adelgazar y el Futuro
    de una Ilusión
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: Los Indios Tarahumara
    de México: Ejemplo Insigne para Todos
    en
    monografías.com

  • Larocca, F: (2008) La
    oscuridad como factor determinante, e inadvertido, en la
    obesidad epidémica
    en
    monografías.com

  • Blair, D: (2006) Luxus
    Consumption: Wasting food resources through
    overeating 
    en Agric & Human
    Val 
    23: 2006 pp 63-74

  • Larocca, F:
    (2009) Órgano fantasma, cinestesia,
    propiocepción: el drama del cerebro y del
    estómago continúa 
    en
    monografías.com

  • Larocca, F: (2009) El cerebro
    como ecosistema:
    Una síntesis heterodoxa 
    en
    psikis.cl y en monografías.com

  • Larocca, F:
    (2009) Gastroplastía y lobotomía: La
    conexión entre el estómago y el cerebro — La
    serotonina reexaminada 
    en
    monografías.com

  • Larocca, F: (2009) La gordura:
    Instinto desbocado, ¿o desregulación
    afectiva? 
    en psikis.cl y en
    monografías.com

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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