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Desarrollo del sistema de ciencia e innovación tecnológica en Cuba




Enviado por Diana Acosta Torres



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Consideraciones finales
  5. Bibliografía

Resumen

Desde el inicio de la etapa de colonización, Cuba
inicia su desarrollo de aplicación de la ciencia y la
transferencia de tecnologías que continua hasta nuestros
días.

En el presente trabajo proponemos una panorámica
de esos resultados vistos en forma cronológica,
permitiéndonos hacer una comparación en la que se
refleja el trabajo con rigor y consistencia realizado por el
Estado Cubano desde el triunfo de la Revolución y en el
que se aprecia la poca importancia que recibió este tema
por los diferentes gobiernos que lo antecedieron, desde la
llegada de los españoles.

Por último se perfila la perspectiva de
continuidad de dicha política a pesar de la
situación de crisis económica por la que se
transita.

Palabras claves: ciencia; innovación;
tecnología.

Abstract

From the beginning of the colonization stage, Cuba
begins its development of application of science and the transfer
of technologies that continuous until our days.

This present work proposes a panoramic of those results
seen in a chronological order, allowing us to make a comparison
in which is reflected the work with rigor and consistency carried
out by the Cuban State since the triumph of the Revolution and in
it is appreciated the lack of importance that this topic received
from different previous governments, since the arrival of the
Spaniards.

Lastly the perspective of continuity of this politics is
profiled in spite of the situation of economic crisis by which it
is trafficked.

Key words: science; innovation; technology.

Introducción

En la época de la colonia, debido al auge del
puerto de La Habana como nudo de transporte marítimo, el
médico sevillano Lázaro de Flores redactó
el primer libro científico escrito en Cuba,
Arte de Navegar, publicado en Madrid en 1673 (en Cuba no
había aún imprenta). Entre las novedades
introducidas por los colonos españoles en el siglo XVI,
que fueron muchas: ganado, cultivos, fortalezas,
fabricación de barcos, etc. estuvo el comienzo del
cultivo de la caña de azúcar. La planta
comenzó a cultivarse en Cuba en las primeras
décadas del siglo XVI, por lo general sólo se
llegaba hasta la obtención de melado. Ya en el
siglo XVII, se crearon varias fábricas de azúcar en
la zona de La Habana. Salvo por el uso de los molinos de tres
mazas verticales, los procedimientos técnicos para la
obtención de azúcar eran prácticamente los
mismos  utilizados desde la introducción de esta
industria en España, por los árabes, en el siglo
IX.

En 1724 se logró el establecimiento de un
colegio de la Compañía de Jesús (la
orden religiosa generalmente conocida como "los jesuitas") en La
Habana y poco después en Puerto Príncipe, hoy
la  ciudad de Camagüey. La enseñanza en este
plantel era muy rigurosa y abarcaba también las ciencias.
El Colegio San José pronto se convirtió en el
preferido de las clases pudientes habaneras, incluso
después del establecimiento, en 1728 de la Universidad
de La Habana
, que pertenecía a la Orden de los
Predicadores ("los dominicos"). En la universidad comenzó
a enseñarse medicina aparte de leyes y teología,
que antes había que estudiar en España o en la
Nueva España (México). Después de 1767,
cuando se produjo la expulsión de los jesuitas de
España y sus dominios, el colegio jesuita se
convirtió en el Real Seminario de San Carlos y San
Ambrosio, que en las primeras décadas del siglo XIX tuvo
singular importancia, mientras que la iglesia del colegio
pasó a ser y todavía es, la catedral de La
Habana.

En 1800 y 1804 estuvo brevemente en Cuba el gran
explorador y eminente geógrafo y geólogo
alemán Alejandro de Humboldt quien recopiló
información sobre el país y recorrió algunas
zonas del mismo, como resultado de lo cual publicó, en
1826 en francés, su Ensayo Político sobre la
Isla de Cuba,
que al año siguiente se
editó en español. Humboldt ofreció, por
primera vez, una visión sintética, pero con cierto
grado de detalle y ciertamente documentada, de la sociedad y la
naturaleza cubana, llegando a ser considerado, por algunos como
"el segundo descubridor de Cuba".

Por la misma época, en 1802 llegó a Cuba
el segundo obispo de La Habana (la diócesis habanera se
creó en 1789), Juan José Díaz de Espada y
Fernández de Landa, más conocido como "el obispo
Espada". Fundó el primer cementerio habanero,
impulsó las tareas de la Sociedad Económica, sobre
todo en lo referente a la educación, y apoyó las
reformas en la enseñanza en el Real Seminario de
San Carlos y San Ambrosio que introdujeron varios de sus
profesores, como José Agustín Caballero, Justo
Vélez y en especial Félix Varela. También
respaldó el obispo la labor del ya destacado
médico Tomás Romay en la introducción en
1804 de la vacuna contra la viruela
en Cuba, y en las
campañas de vacunación que Romay dirigió
durante décadas.

El presbítero Félix Varela Morales
(1788-1853), quien dio inicio a una tradición de
pensamiento en Cuba, la cual mantuvo su influencia durante todo
el siglo XIX, tuvo entre sus obras, especial significación
la enseñanza de la ciencia y sobre todo, la manera de
pensar en términos científicos, apartándose
de la lógica escolástica.

En 1817 se creó el Jardín Botánico
de La Habana, esta fue la primera institución
científico-investigativa creada en Cuba
, aunque
realmente alcanzó auge desde 1824.

En 1823 se produjo el restablecimiento de la
enseñanza práctica de la medicina con disecciones,
promovido por Tomás Romay, e interrumpida desde
hacía algunos años. Ello tuvo lugar en el Real
Hospital Militar de La Habana, al cual se adscribió un
Museo de Anatomía, dirigido por el cirujano
español Francisco Alonso Fernández, y luego por el
estrecho colaborador de este, el habanero Nicolás
José Gutiérrez
(1800-1890). En 1836-1837
Gutiérrez realizó una estancia de estudios en
hospitales parisinos, como resultado de la cual introdujo en
Cuba el estetoscopio y varias técnicas para la
realización de operaciones mayores
. En 1840
fundó la primera revista médica cubana, el
Repertorio Médico Habanero.

La comisión médica enviada por Estados
Unidos a Cuba en 1900, presidida por Walter Reed, para el estudio
de la situación epidemiológica se dedicó en
especial a la etiología de la fiebre amarilla, pero al
principio no prestó atención alguna a la
"teoría del mosquito como modo de transmisión de
la fiebre amarilla"
del Dr. Carlos Juan Finlay, sin embargo
las autoridades sanitarias  en los Estados Unidos
presentaron a Reed como el descubridor del modo de
transmisión de la fiebre amarilla, tratando de escamotear
los meritos reconocidos del médico cubano. En realidad,
sólo el éxito de la campaña de
erradicación de Aedes aegypti en La
Habana, llevada a cabo en 1901, con el asesoramiento de
Finlay, demostró de manera totalmente convincente la
certeza de sus ideas.

El desarrollo de la investigación
científica, bajo las condiciones de la república
neocolonial, fue muy limitado. El Estado no apoyó la
investigación bacteriológica, en la cual
había sido pionero en América el Laboratorio
Histo-bacteriológico. Tampoco recibieron apoyo las
investigaciones de historia natural, mediante la creación,
por ejemplo, de museos, y ello se dejó por entero a los
individuos, a veces agrupados en sociedades, como la Sociedad
Cubana de Historia Natural "Felipe Poey", fundada en 1913 por el
discípulo predilecto de don Felipe, el malacólogo
Carlos de la Torre (1858-1950), quien llevó a cabo
muy meritorias investigaciones sobre los moluscos de Cuba, y
realizó aportes al estudio de la paleontología. Fue
también un destacado pedagogo, y de cierta manera, la
figura emblemática de la ciencia cubana hasta su
fallecimiento.

Otros naturalistas destacados en esta época
fueron el franco-cubano Joseph Silvestre Sauget (Hermano
León), quien elaboró una Flora de Cuba en
5 volúmenes y un suplemento, Charles T. Ramsden de la
Torre, sobrino de Carlos de la Torre, quien residía en
Santiago de Cuba estudió, sobre todo la fauna de la zona
oriental del país, y Mario Sánchez Roig, con sus
estudios sobre peces y crustáceos. Los dos últimos
naturalistas crearon museos privados.

Lo explicado anteriormente permite apreciar lo limitado
que fue el desarrollo de la ciencia y la tecnología en
más de trescientos cincuenta años en Cuba y
compararlos, haciendo un análisis de los resultados
alcanzados en los cincuenta y tres primeros años de la
Revolución.

Desarrollo

Cuando se produce en Cuba el triunfo de la
Revolución en 1959, uno de los proyectos que ésta
se propone, es el desarrollo de la ciencia y la
tecnología, para ello no se carecía como
señaló oportunamente Le Riverend en 1965, de
ciertos puntos de partida para comenzar el trabajo en algunos
aspectos planteado, era evidente la desproporción entre
los objetivos de ese proyecto y la base científica y
tecnológica nacional (Le Riverend 1971). La
percepción, en aquellos momentos, de que el alcance de
esos objetivos en la esfera de la ciencia y la tecnología
no dependían solamente de las transferencias externas,
sino de la creación de una base nacional de ciencia y
tecnología, es algo que junto con las acciones
implementadas rápidamente al efecto por sí
sólo bastaría para ubicar a Cuba entre los casos de
mayor interés en los esfuerzos por alcanzar un desarrollo
científico y tecnológico de bases endógenas
en la segunda mitad del siglo XX.

Para coadyuvar a este empeño, en el país
estaban presentes factores socioculturales favorables al arribo
más rápido a la revolución técnica y
a una nueva sociedad, e incitaban a la aceleración de
estos procesos: el hecho de constituir Cuba una sola
nación mestiza con un solo idioma y una sola cultura
nacional; la existencia de una relativa democratización de
las costumbres y una discriminación racial con caracteres
menos dramáticos que en otros países; una
religiosidad matizada; una red de comunicaciones
eléctricas de cierto alcance, entre otros
(Núñez Jiménez 1964), facilitó el
desarrollo de este proyecto.

El 20 de febrero de 1962, se promulgó la Ley 1011
del Gobierno Revolucionario y se creó la Comisión
Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, subordinada al
Consejo de Ministros, se daba así uno de los primeros
pasos efectivos para ir convirtiendo en realidad el objetivo
estratégico expresado por Fidel Castro en enero de 1960,
devenido después lema genuino del desarrollo
científico en el país: "El futuro de nuestra patria
tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia,
de hombres de pensamiento."

El futuro era concebido desde el comienzo como
indisolublemente vinculado a un principio

fundamental para una verdadera política
científica nacional: la unidad del progreso técnico
con el progreso social (Castro 1960, Castro 1963). Ese propio
año de 1962, la reforma universitaria y el comienzo de la
creación de institutos de investigación en el
Ministerio de Industrias, al frente del cual estaba Ernesto Che
Guevara, constituyeron otros hitos fundamentales del momento
inicial de promoción de la ciencia y la tecnología
en función, sobre todo, de las prioridades del desarrollo
económico y social (CSU 1962; Sáenz y García
Capote 1989); otro importante paso fue la decisión
adoptada, en 1966, de crear una primera red de institutos de
investigación en Ciencias Médicas.

Esos primeros avances habían estado precedidos,
en 1961, por la Campaña Nacional de

Alfabetización, en la que aprendieron a leer y
escribir 707 000 compatriotas. Más de 40 años
después, Cuba diseñó el programa «Yo,
sí puedo», para contribuir a acabar con ese mal en
otros países y que sentó las bases para que la
actividad científica, no deviniera después en
realización privilegiada de algunas capas o grupos
sociales para que no constituyera un enclave de real o posible
conocimiento en un enorme espacio de escasa
escolaridad.

Tabla 1 Impactos de la Campaña de
Alfabetización (1961)

Indicador

  • Participantes en la
    campaña

  • Personas alfabetizadas

  • Reducción del índice de
    analfabetismo

Resultado

270 000 (Participaron
voluntariamente:

maestros, estudiantes y
trabajadores)

700 000 (Mujeres: 55%)

23,1% en 1958 / 3,9% en 1961

CIEM 1997

Durante estos años, al tiempo que la Academia de
Ciencias de Cuba (ACC) desarrollaba sus actividades, en otros
organismos y agencias estatales fueron surgiendo centros de
investigación que respondían a necesidades
específicas (agrícolas, industriales y de los
servicios, no abarcadas por la ACC), entre las cuales estaban
complejos problemas relacionados con la alimentación
animal, la biomedicina y la salud animal, planteados por el
amplio programa de desarrollo económico y social adoptado
en Cuba.

Junto a la temprana especialización de la ACC en
el estudio de los recursos naturales, la construcción de
la base científico-técnica nacional se
caracterizó por la pronta y sostenida creación de
centros de excelencia, dotados de tecnología
avanzada y capaces, a su vez, de generarla, que completan el
perfil del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología con su
dedicación a problemas de gran vigencia nacional y casi
siempre, internacional (Simeón 1996).

Por otra parte, desde mediados de la década de
los 60, la investigación en las universidades
comenzó a manifestarse con decisión y nitidez
crecientes, para hacer buena una de las pautas más
significativas de la reforma universitaria de 1962, que
definió la promoción y desarrollo de la
investigación científica como una misión
básica irrenunciable (CSU 1962).

A principios de 1969, esa misión estaba
claramente establecida y en marcha. La distribución
territorial alcanzada posteriormente por el sistema de nuestras
universidades ha llegado a ser un importante factor de
emparejamiento del desarrollo científico y
tecnológico nacional visto por regiones.

De este modo, se fue conformando en todo el país
una red de instituciones de investigación-

desarrollo (I+D), que aborda hoy un conjunto de
cuestiones cuyo esclarecimiento científico y
solución tecnológica demanda el progreso de la vida
económica, social y espiritual de la nación. La
mayor parte de los centros de I+D se concentran en los sectores
de las ciencias naturales, técnicas y el medio ambiente,
educación superior y salud pública.

En Cuba, de cada 1 000 personas, 155 participan en el
proceso de ciencia e innovación Tecnológica, 1,8
son científicos o ingenieros (superiores a la media del
mundo subdesarrollado y por encima de muchos países
desarrollados), y 3,9 son profesionales y técnicos (CITMA
1998).

Tabla 2 Unidades de investigación
según su categoría

Tipo de centros de I+D

• Centros de
Investigación-Desarrollo

• Centros de
Investigación-Producción

• Áreas de
Investigación-Desarrollo (AID)

• Centros de Servicio
Científico-Técnico (USCT)

Total de Centros de Investigación
Científica

1987

108

2

33

143

1997

126

6

76

13

221

ACC 1988, CITMA 1998

Así, en los primeros años de la
década del 70, se producen profundas transformaciones en
cuanto a la formación del potencial científico y
tecnológico del país, siendo las
principales:

  • Creación del Ministerio de Educación
    Superior, para atender este nivel de enseñanza,
    incluida la Educación Postgraduada, que había
    surgido, aunque muy incipientemente, entre finales de los
    años 60 e inicios de los 70.

  • Ampliación de la red de centros de
    educación superior y de centros de I+D, procesos estos
    que han seguido perfeccionándose hasta el
    presente.

  • Establecimiento de los sistemas de
    categorización docente y científica, para el
    reconocimiento, tanto moral como material, de los
    profesionales dedicados a la enseñanza superior y a la
    investigación científica,
    respectivamente.

  • Inicio del trabajo de formación de
    profesionales con grados científicos, para lo cual se
    crea la Comisión Nacional de Grados
    Científicos.

  • Creación de centros de investigación y
    desarrollo a partir de un notable esfuerzo
    inversionista.

Tabla 3 Centros de I+D en los principales
sectores económicos

Principales sectores
económicos

• Ciencia naturales,
técnicas y medio ambiente

• Educación
superior

• Salud
pública

• Agricultura


Metal-mecánica

• Geólogo minero,
energético

• Manufacturero

• Cultura

Producción de
azúcar


Biotecnología

• Economía

• Construcción

Centros de I+ D

44

39

27

19

18

10

8

9

6

6

4

4

CITMA 1998

Todos estos cambios posibilitaron al país pasar
de un estadio de escaso capital humano, a otro con recursos
humanos capacitados en las esferas de la ciencia y la
tecnología, y una base material adecuada para su
desempeño.

Hacia mediados de los 70, tras 15 años de
esfuerzos sostenidos por construir un sector de I+D, se
consideró que había sido alcanzada una "masa
crítica" de recursos asignados a esta esfera. Este factor
objetivo llevó a la creación, en 1974, del Consejo
Nacional de Ciencia y Técnica y, posteriormente, en 1976,
Comité Estatal de Ciencia y Técnica. Es,
precisamente, también

A partir de 1975 se establece la idea de coordinar mejor
los esfuerzos por la vía de organizar la I+D en
problemas de investigación, lo que
permitiría un marcaje más nítido de las
prioridades, y una preocupación porque se actuara
más resueltamente con las salidas que empezaban a
obtenerse en la esfera de la innovación tecnológica
que, entonces en Cuba, se denominaba "introducción de
resultados" (ACC 1987).

Desde principios de los años 80, a partir de la
orientación decididamente humanista que caracteriza la
salud pública en Cuba y sobre la base del potencial humano
creado con anterioridad en las disciplinas que deben confluir
para la intensificación de la calidad de las Ciencias
Médicas y de los servicios de salud pública, se
intensifica el desarrollo de centros de excelencia en esta esfera
y comienza a disponerse de novedosas tecnologías
nacionalmente generadas
. En muchos sentidos, esto marca un
derrotero distintivo de la maduración de la ciencia y la
innovación en el país.

Es en estas condiciones que Cuba se aproxima a la
década de los 90. En la esfera organizativa de la ciencia
y la tecnología, los años 90 resultan marcados por
la introducción de importantes elementos de
integración como los polos científico-productivos,
articuladores de redes de cooperación, integrados por las
Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), la Asociación
Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) y el Forum
Nacional de Ciencia y Técnica.

Las BTJ, en particular, constituyen un movimiento de
creación e innovación científico
técnica, integrado por jóvenes y orientado a la
búsqueda de soluciones a los problemas técnicos que
necesitan una respuesta en la esfera productiva.

Tanto el número como el efecto económico
de las innovaciones realizadas por la ANIR se han incrementado
con el decursar de los años. En especial, el resultado
económico se ha incrementado, de 44,6 millones de pesos
cubanos en 1989, a 176,7 millones en el 2000 (ANIR
2002).

El Forum es un movimiento de integración
concebido como instrumento organizativo, e incorporado al Sistema
de Ciencia e Innovación Tecnológica. El mismo
valora las soluciones y propone la introducción de
aquellas que signifiquen un mayor aporte, constituyan un impulso
a la sustitución de importaciones y estimulen el
desarrollo de tecnologías y actividades científicas
decisivas para las diferentes industrias. Cada solución se
reconoce públicamente y su autor recibe un
estímulo.

Los mayores aportes se registran en la
producción, los servicios, la salud y la enseñanza,
que acumulan el 86,7% de todas las soluciones (Forum
2000).

Tabla 4 Evolución del Forum de Ciencia y
Técnica

Trabajos presentados

Soluciones

Autores

1982

818

818

1 500

2000

940 828

2 056 228

1 484 363

Forum 2000

Por su parte, las universidades tienden cada vez
más a convertirse en centros multifacéticos, para
incluir docencia, investigación y producción; los
programas científico-técnicos son estructurados por
proyectos específicos sometidos a evaluación
periódica; la política científica y
tecnológica incluye la valoración ecológica;
se comienza un proceso, cuya finalidad es llevar las cuestiones
de ciencia y tecnología hasta las bases en los municipios
y los consejos populares (García Capote 1998).

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Consideraciones
finales

Cualquiera que sea la valoración que pueda
hacerse sobre la actividad científica y tecnológica
en Cuba con anterioridad a 1959, no cabe la menor duda de que lo
acumulado hasta ese momento en cuanto a científicos y
especialistas, instituciones, tradiciones e información,
entre otros elementos, era insuficiente en relación con
las dimensiones del proyecto económico y social que la
Revolución cubana adelantó de inmediato.

La percepción de los líderes del proyecto
económico y social cubano, hace 53 años, de que
alcanzar los principales objetivos y poner, en consecuencia, la
ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo humano,
no dependía solamente (factores políticos aparte)
de la transferencia de tecnología y de su financiamiento
externo, sino, al propio tiempo, de la construcción y
disponibilidad de una base científica y tecnológica
nacional, pero, sobre todo, la real e inmediata puesta en
práctica de decisivas acciones
para materializar esa
construcción, denota en ellos una de las más
perspectivas visiones. La rapidez y claridad con que se puso
manos a la obra al respecto se han hecho, justamente,
proverbiales.

En la medida en que hubo una evaluación externa
favorable respecto a la consolidación del proceso
político en Cuba y mejoraron, en consecuencia, las fuentes
de financiamiento en moneda convertible, aumentó la
transferencia de tecnología hacia Cuba desde países
desarrolladas de economía de mercado. Esta transferencia
tuvo éxitos variables y deficiencias, debidas
éstas, en algunos casos, a fallos de la tecnología
en sí y, en otros, a nuestra insuficiente cultura
empresarial.

La evaluación social de la tecnología es
una piedra de toque en toda política científica y
tecnológica y eran objeto de evaluación, entre
otros numerosos aspectos, las cuestiones referentes a la
propiedad industrial involucrada, a los impactos ambientales de
las tecnologías contenidas en una propuesta de
inversión y a las posibilidades de soluciones
tecnológicas nacionales.

A partir de la segunda mitad de los años 70,
precisamente, se insiste en la necesidad de modificar la
mentalidad importadora y de fortalecer un enfoque de productores
y exportadores.

En diciembre de 1984, se plantea en la Asamblea Nacional
que el nivel de desarrollo social alcanzado permitía, y la
situación internacional lo exigía, enfatizar en un
desarrollo económico centrado en el comprometimiento mayor
de la base técnico-productiva creada y un alineamiento
superior de los centros de investigación con su importante
potencial científico-técnico
.

En este camino, en la década de los 80, la
voluntad política orientada al propósito humanista
consustancial al programa de salud, lanzado a principios de los
años 60, propicia una firme incursión en una esfera
de alta tecnología (la Biotecnología), que
constituyó una fuerte apuesta de futuro, hoy validada por
el desarrollo ulterior de los acontecimientos.

Esta incursión encuentra un punto de partida
sólido en las instituciones de investigación
biomédica que a impulsos de ese programa se habían
venido creando, precisamente, desde entonces.

Desde los años 90, la política
tecnológica experimenta una inflexión, con aspectos
claramente diferenciados entre sí como la recurrencia, por
una parte, a tecnologías tradicionales o muy tradicionales
y, por otra, la fuerte irrupción, por la vía de la
transferencia desde el exterior, de la tecnología de la
información; una nueva apuesta por una estratégica
generación nacional de productos y sistemas
informáticos en el rumbo hacia una sociedad de la
información puesta en función del beneficio de
todos los cubanos y los logros ya firmes en la exportación
de productos y procesos de alta tecnología
autóctona.

Por su parte, la generación nacional de
conocimientos científicos y tecnológicos
ha
tenido muy en cuenta, sobre todo, la prioridad de honda
raíz humanista dada a la salud pública y a su
soporte científico y tecnológico, los
requerimientos ambientalistas y el hecho evidente de que la
agricultura y los factores sociales de cada país requieren
soluciones que no pueden, en general, ser transferidas desde el
exterior.

El cambio tecnológico que se ha venido
produciendo en el país resulta, finalmente, de la
conjunción de esas dos vertientes de lo que se ha
dado en llamar la aplicación de la ciencia y la
tecnología al servicio del desarrollo.

Bibliografía

  • http://www.google.com.cu/: 2003; La estrategia de
    desarrollo científico y tecnológico en Cuba;
    www.undp.org.cu/idh%20cuba/cap2.pdf, jueves, 27 de octubre
    del 2011: 11:24 a.m.

  • http://www.google.com.cu/: Centro de Investigaciones
    de la economía mundial, 2004; Investigación
    sobre la ciencia, tecnología y desarrollo humano en
    Cuba, 2003;
    www.ciem.cu/…/8…Investigación%20sobre%20ciencia,…,
    jueves,27 de octubre del 2011: 2:30 p.m.

  • http://www.google.com.cu/: 2008: Cincuenta hitos de
    la ciencia
    revolucionaria-Cuba-juventud:www.juventudrebelde.cu/cuba/…/cincuenta-hitos-de-la-ciencia-rev…
    : Viernes,28 de octubre del 2011: 10:30 a.m.

  • http://www.google.com.cu/: 2008: Resultados de la
    ciencia en Cuba: resultados.redciencia.cu/ : viernes 28 de
    octubre del 2011: 11:30 a.m.

 

 

Autor:

Ing. Andrés Acosta
Vila

Profesor Asistente de la FCM

Ing. Mirtha Torres
Terrero

Profesora Asistente

Isla de la Juventud

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