Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Economía marxista (página 2)




Enviado por grabiela ortiz



Partes: 1, 2

Marx explica en El Capital: "el dinero presupone un
cierto nivel de progreso en el intercambio de mercancías.
Las diversas formas de dinero, simple equivalente de
mercancías, medio de circulación, medio de pago,
atesoramiento y dinero mundial, apuntan, según el alcance
y la primacía relativa de una u otra función, a
fases muy diversas del proceso de producción
social.

La tasa de
ganancia

La verdadera contradicción del sistema
capitalista consiste en que mientras la producción ha
adquirido un carácter social, la apropiación se
realiza de forma individual. Ésta es la base material de
la explotación: el trabajo excedente de un hombre se
convierte en condición para la existencia de
otros.

La lucha de clases, que para el marxismo es el motor de
todo el desarrollo histórico, se puede reducir en
última instancia a la lucha por la apropiación de
la plusvalía. Los dueños de los medios e
instrumentos de producción, los capitalistas, que se
apropian del plusproducto generado por los trabajadores, se
enfrentan constantemente a la resistencia de éstos, que
pugnan por ceder la parte menor de este plusproducto.

Existen diferentes formas de aumentar la
plusvalía para los capitalistas, por ejemplo,
incrementando la plusvalía absoluta, es decir prolongando
la jornada de trabajo. En los albores del capitalismo, tal como
Marx explica en el libro I de El Capital, el
proceso de acumulación en Inglaterra se desarrolló
de una forma muy violenta, a través de la
expropiación de la masa campesina que se transforma en la
mano de obra proletaria, y de la incorporación de
ésta al proceso productivo fabril en condiciones de
explotación despiadadas. Las jornadas de 16 horas eran
habituales, no sólo para los hombres, también para
mujeres y niños. En la práctica, la muerte de miles
de estos nuevos proletarios en estas condiciones laborales
extremas no suponía ningún problema para la
burguesía: tenían abundante carne de
explotación para reponer.

Si echamos un vistazo a la situación actual,
durante los últimos veinte años la burguesía
ha llevado a cabo una ofensiva para prolongar la jornada laboral.
La precarización del empleo y el desarrollo de nuevas
tecnologías ha permitido disponer del horario del
trabajador al antojo del empresario, extendiendo la jornada
considerablemente.

Junto con la prolongación de la jornada existen
otras maneras de aumentar la tasa de plusvalía que el
capitalista se apropia, lo que se conoce como plusvalía
relativa: reduciendo el tiempo de trabajo necesario para la
producción de una mercancía dada, a través
de la incorporación de tecnología y de un
incremento de los ritmos de trabajo. Esta forma de aumentar la
plusvalía es bien conocida por millones de trabajadores en
todo el mundo, especialmente los vinculados a nuevas
tecnologías o a la producción industrial. El
estrés, las enfermedades laborales, la ansiedad y el
agotamiento que producen estos ritmos infernales de trabajo es la
norma habitual en numerosas empresas.

El Ciclo del
Capital

Antes de abordar el problema crucial de la crisis
capitalista, su mecánica interna y las leyes que la
gobiernan, vamos a concluir este primer apartado de la serie
comentando someramente el proceso de circulación de el
capital.

Como hemos señalado en artículos
anteriores, la producción social capitalista no
sólo supone la reproducción de objetos,
también de la fuerza de trabajo y de las relaciones
sociales de producción, por eso la producción
capitalista implica la reproducción del sistema
capitalista.

Existen dos formas de reproducción:

A) Reproducción simple. En este caso el capital
sólo se reinvierte para obtener en el siguiente ciclo la
misma cantidad de producción y el mismo beneficio, de tal
manera que no se consigue ni ahorro ni inversión neta.
Todo el incremento de plusvalía se traslada al consumo y
no existe por tanto crecimiento.

B) Reproducción ampliada. Esta es la forma
característica del modo de producción capitalista.
Cada ciclo del proceso productivo supone un incremento de la
producción respecto al anterior. La forma de lograr este
crecimiento se basa en la inversión neta cada año,
inversión que se obtiene de la parte de plusvalía
anual obtenida que no se ha consumido.

La acumulación capitalista es, por tanto, la
transformación de plusvalía en capital que se
invierte en la producción en el siguiente
ciclo.

La plusvalía aparece en primer término
como parte del valor del producto. En el momento en que el
producto se vende, la plusvalía se materializa apareciendo
en forma de dinero capaz de ser usado como capital.

Los factores que influyen en el grado de
acumulación de capital son diversos. Por ejemplo la
proporción en que la plusvalía sea consumida o sea
transformada en capital será fundamental. También
influirá la tasa de plusvalía que se obtenga en el
proceso de producción, cuanto más alta sea, mayor
será el grado de acumulación. Tal como
planteábamos en artículos anteriores, la pugna por
la apropiación de la plusvalía se convierte en el
eje central del conflicto entre el capital y el trabajo, que
sigue siendo la contradicción fundamental de la sociedad
capitalista y el motor de la lucha de clases.

Marx derivaba de este hecho varias conclusiones. En
primer lugar la consideración de que en las condiciones de
la producción capitalista, el incremento de los medios de
producción y de consumo no eran sinónimo de la
mejora permanente del nivel de vida de la clase obrera y sus
familias. En consecuencia Marx estableció la ley
de la pauperización creciente de la clase obrera
, ley
que ha sido siempre centro de ataque y crítica por parte
de la burguesía y sus economistas y, por supuesto, de sus
testaferros reformistas en el seno del movimiento
obrero.

Durante años la clase dominante y sus medios de
comunicación de masa han presentado la visión
idílica de un mundo en constante crecimiento, donde los
estándar de bienestar de las masas no tenían
parangón con ninguna otra época de la historia.
Esta leyenda ha pasado a convertirse en un axioma para los
dirigentes reformistas y socialdemócratas de los partidos
obreros y los sindicatos.

En realidad Marx tenía toda la razón. En
las condiciones actuales del capitalismo contemporáneo,
después de una década de crecimiento
económico en los EEUU, después del llamado
círculo virtuoso de la nueva tecnología, la
polarización de la riqueza ha alcanzado niveles
desconocidos. 220 multimillonarios poseen tantos ingresos como
2.500 millones de personas. Más de la mitad de la
humanidad sobrevive con menos de 2 dólares diarios y
mientras, la crisis se extiende por continentes enteros,
provocando devastación y colapso social. Los
acontecimientos revolucionarios en Argentina son una
reivindicación de esta ley tan vilipendiada por nuestros
enemigos de clase.

Junto con esta ley, Marx elaboró otra de gran
importancia, la llamada ley de la tendencia decreciente
de la tasa de ganancia 
que incide en una de las causas
recurrentes de la crisis capitalista. De estas dos leyes nos
ocuparemos con más detenimiento en el siguiente bloque de
artículos dedicados a la crisis.

El ciclo del capital industrial

El ciclo del capital atraviesa diferentes fases hasta
que la plusvalía se materializa en el mercado.

La fórmula completa sería la
siguiente:

1ª Fase: Capital Monetario (D-M). M corresponde
tanto a fuerza de trabajo como a medios de producción. En
esta fase el capital cambia de forma, puesto que de dinero pasa a
transformarse en fuerza de trabajo y medios de producción,
materias primas etc.

2ª Fase: Capital Productivo P. En esta fase el
capitalista obtiene la plusvalía al apropiarse del valor
de uso de la fuerza de trabajo pagando tan sólo su valor
de cambio.

3ª Fase: Capital Mercantil. M"-D". Finalmente las
mercancías a las que se les ha incorporado el valor del
trabajo se convierten de nuevo en dinero, obviamente
acrecentado.

La fase segunda del ciclo corresponde lógicamente
a la esfera de la producción, mientras la primera y la
segunda se asignan a la esfera de la
circulación.

El tiempo de rotación del capital estará
condicionado por el proceso de producción de que se trate,
pero en cualquier caso cuanto más corto sea ese periodo de
producción mayor es el número posible de rotaciones
que se pueden realizar en un año. El capitalista tiene un
interés natural en acelerar el proceso de rotación
del capital porque de esta manera aumentará la tasa anual
de plusvalía.

Como Marx explica en El Capital, no
hay más valor que el creado por el trabajo. El capital
industrial es el dominante en la sociedad capitalista porque es
en la esfera de la producción donde se genera la
plusvalía. Por supuesto, de la plusvalía participa
también el capital comercial al intervenir en la venta de
los productos en el mercado. El capital comercial es la esfera
más antigua del capital pero sólo se limita al
proceso de circulación. En la dinámica del ciclo
capitalista, al capitalista industrial le sale a cuenta ceder una
parte de su plusvalía a otros individuos a cambio de que
le organicen la comercialización, de esta manera el
beneficio del comerciante se logra como parte de la
plusvalía que le cede el productor industrial.

El capital financiero tampoco produce plusvalía,
pero sí obtiene cuantiosos beneficios que tal como Marx
explica, se obtienen de la inversión o préstamo del
propio dinero. Mediante el crédito, los bancos ponen a
disposición de las empresas capital a un plazo
determinado, cobrando un precio por ello que se denomina
interés. Este interés no es un ingreso
independiente sino una parte de la plusvalía que el
capitalista industrial y el comercial cede al prestamista. De
esta manera el capital financiero pone en manos de los
capitalistas los medios necesarios para garantizar la
explotación del trabajo ajeno, y como se ha producido
durante la evolución del capitalismo, es el propio capital
financiero el que se convierte en propietario industrial dando
lugar a la aparición de una nueva oligarquía
capitalista. 

Las crisis
capitalistas

Ninguna formación social desaparece antes de
que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro
de ella, y jamás aparecerán nuevas y más
altas relaciones de producción antes de que las
condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el
seno de la propia sociedad antigua

Karl Marx, Prefacio a la Contribución de
la economía política

Todos los periodos de auge y depresión del
sistema capitalista muestran rasgos comunes y aspectos
diferentes. No obstante, cuando abordamos el análisis de
la crisis del capitalismo nos interesa conocer cuáles son
sus causas esenciales, su mecánica interna, teniendo en
cuenta además que Marx no dejo acabado en ningún
trabajo una sistematización teórica de las crisis.
Este hecho reconocible no impide entender sin embargo, que toda
la obra de Marx esta recorrida por la idea de que las crisis son
inseparables del modo de producción
capitalista.

Para los teóricos de la economía burguesa
hinchados por el método del empirismo y su
formación filosófica positivista, el proceso de
producción y acumulación capitalista es ilimitado.
Su concepción del desarrollo histórico descarta que
el capitalismo sea una formación social transitoria. Como
siempre ocurre, cualquier clase dominante de una sociedad basada
en la opresión de clase considera su posición en el
desarrollo de la civilización humana como el último
escalón del progreso. Ocurrió con los patricios en
la sociedad esclavista, ocurrió con la nobleza en la
sociedad de la servidumbre feudal y, como no podía ser
menos, ocurre con la burguesía en la sociedad capitalista.
Esta forma de razonar es un reflejo de las condiciones de
existencia de estos señores pues, tal como Marx
afirmó, "en última instancia el ser social
determina la conciencia".

En general todas las escuelas de la economía
política burguesa consideran que cuando la crisis estalla,
tan sólo se necesita encontrar aquellos factores con los
que lograr el restablecimiento del equilibrio entre la
producción y la demanda, para resolver el problema. En
otras palabras, los teóricos burgueses consideran
resoluble el fenómeno de las crisis, que representan como
accidentes puntuales en un proceso de ascenso continuado de
producción y creación de
civilización.

Para la economía marxista, que se basa en el
materialismo dialéctico, el punto de partida para abordar
el problema de las crisis capitalistas es justamente el
contrario. El sistema capitalista tiene un carácter
transitorio, no es eterno, como ninguna formación
socioeconómica ni modo de producción lo es. Por esa
razón es necesario establecer las relaciones que existen
entre el desarrollo del capitalismo con sus crisis, que aparecen
cíclicamente y son consustanciales a él, y los
propios límites objetivos del capitalismo.

La anarquía de la producción
capitalista

Marx, en El Capital, demostró las
leyes que explican el funcionamiento de la producción, la
distribución y el consumo de mercancías y que
caracterizan el sistema capitalista. Para Marx el motor del
sistema capitalista es la lucha por el máximo beneficio,
lo que supone una diferencia fundamental con otros modos de
producción anterior. Además lejos del cuadro
idílico que los economistas burgueses pretenden transmitir
sobre el funcionamiento lógico y ordenado del capitalismo,
Marx señaló su carácter anárquico. La
producción capitalista no esta fundamentada en
ningún plan económico, sino en las fuerzas ciegas
del mercado, y este hecho es lo que hace que la
acumulación capitalista siempre choque contra
límites.

Si consideramos los países avanzados durante los
últimos veinte años, el crecimiento
económico y la aplicación de nuevas
tecnologías de la información crearon las
condiciones para que los "teóricos" de la burguesía
desarrollaran "nuevos paradigmas" económicos. El ciclo
virtuoso de la nueva economíaparecía
no tener fin. Las acciones se disparaban, las empresas de
Internet crecían sin freno, las industrias
tecnológicas especialmente las ligadas con las
telecomunicaciones y la telefonía móvil
conseguían beneficios históricos, la bolsa
rompía todos los límites, y el consumo había
encontrado un nuevo Eldorado. Todos los hechos
aparentemente desmentían la teoría marxista de la
crisis de sobreproducción, y sin embargo, para mal de la
burguesía y sus abogados en el mundo culto y refinado del
pensamiento económico, ésta llegó y
afectó al corazón del Imperio, a los EEUU.
Actualmente la crisis de sobreproducción y sus efectos
recesivos, afectan al conjunto de la economía mundial.
EEUU, América Latina, Japón, África,
están inmersos de lleno en la recesión, incluso
Europa esta viviendo los primeros coletazos de la caída
económica.

Los marxistas situamos las causas de las crisis
capitalistas en el propio corazón del sistema, en la
contradicción derivada del carácter social que la
producción adquiere bajo el capitalismo y el
carácter individual de la apropiación. Bajo el
capitalismo el desarrollo de las fuerzas productivas y la
división internacional del trabajo ha transformado
completamente el carácter de la producción.
Ésta se realiza como producción en masa, donde la
participación de millones de trabajadores es
imprescindible para asegurar el funcionamiento cotidiano del
sistema.

Como resultado lógico de la concurrencia
capitalista, entre los dueños de capital se desata una
feroz competencia por conseguir una tasa de beneficios mayor,
hecho que tendrá implicaciones muy serias en el
funcionamiento general del sistema. Normalmente los capitales
afluirán a aquellas ramas de la producción que
ofrecen más margen de ganancia, aunque ello implique un
elevado desembolso de capital fijo. Es lo que ha ocurrido en la
segunda mitad de los años 90 en EEUU, donde las
inversiones en tecnología de la información
(ordenadores, chips, redes, telefonía móvil) han
crecido extraordinariamente hasta alcanzar en ese periodo el 80%
de la inversión de capital total en EEUU. Mientras las
ventas compensen el desembolso de la inversión,
ésta será rentable pues los beneficios están
asegurados.

Sin embargo, en un momento dado, estas inversiones que
lógicamente se transforman en bienes de consumo, llegan a
un límite. Muchos capitalistas han invertido sus capitales
en estos sectores punta con el objetivo de conseguir beneficios
rápidos y mayores que en otras ramas de la
producción, pero al final se produce una
sobreinversión de capital, es decir las inversiones no se
amortizan tan rápidamente e incluso no compensan porque el
mercado esta saturado de mercancías. Ésta es
actualmente la situación con los ordenadores y toda la
industria de telecomunicaciones. La consecuencia de esta
sobreinversión constante en bienes de capital con el
objetivo de obtener más beneficios, consecuencia
lógica de la producción capitalista, es la
sobreproducción y la sobrecapacidad productiva instalada.
En definitiva existe demasiada abundancia de todo, abundancia que
el mercado no puede absorber. A partir de ese momento comienza la
espiral de caída en la tasa de beneficios, desinversiones,
despidos masivos, cierre de fábricas, en definitiva
destrucción de fuerzas productivas. Como Marx
señaló, las crisis son la prueba de la
rebelión de las fuerzas productivas contra la camisa de
fuerza de las relaciones de propiedad capitalista.

La crisis de sobreproducción

Marx afirmó invariablemente que las crisis
periódicas de sobreproducción son el reflejo de los
límites del proceso de acumulación y que las
razones de estos límites no hay que buscarlas en causas
externas al proceso productivo, ni en factores parciales, sino
que forman parte inseparable de la dinámica interna de la
producción capitalista y la materialización de la
plusvalía.

El capitalismo tomado como sistema socioeconómico
está condenado. Al igual que los modos de
producción que le precedieron, el choque entre el avance
de las fuerzas productivas y la camisa de fuerza de las
relaciones de propiedad y el estado nacional provocan crisis tras
crisis, creando las condiciones materiales para su derrumbe. Sin
embargo Marx negó que el capitalismo muriese de muerte
natural, pues la clase dominante buscaría salidas a la
crisis orgánica de su sistema aunque eso supusiese
aplastar a los trabajadores físicamente y poner a la
civilización al borde de la destrucción. Los
abogados del capital pronto olvidan que en el siglo pasado dos
guerras mundiales y regímenes monstruosos como el de
Hitler, Mussolini o Franco fueron la respuesta del capital a la
amenaza de la revolución mientras en el mundo, y
especialmente en el continente europeo, la sangre inocente de
millones de trabajadores y jóvenes se vertía para
mantener a flote el sistema.

En realidad, la violencia y la destrucción son
signos genéticos de esta sociedad; por eso el capitalismo
no es reformable. La crisis del capitalismo y el avance de las
fuerzas productivas ha creado condiciones maduras para la
transformación de la sociedad y el desarrollo de otro modo
de producción superior, basado en la socialización
de los medios de producción y la planificación
democrática de la economía. No obstante, para
alcanzar esa situación, como Marx y los grandes
teóricos del marxismo no se cansaron de señalar, es
necesario el derrocamiento revolucionario de la burguesía
y, para ello, la acción consciente de la clase obrera es
imprescindible. Es decir: el factor subjetivo, la existencia de
una dirección revolucionaria de las masas oprimidas, es
una condición indispensable para liquidar el orden
capitalista.

La polémica de las crisis en la izquierda
marxista

Si el análisis anterior siempre ha sido el punto
de partida de los marxistas revolucionarios, la cuestión
de las crisis y su casuística ha provocado
polémicas intensas en el seno del movimiento
marxista.

Rosa Luxemburgo, que dedicó una parte muy
importante de su producción teórica al
análisis de las crisis y su metodología, mantuvo
una ardua discusión al respecto con Lenin y Trotsky y
otros dirigentes del Partido Bolchevique. En su obra La
acumulación del capital
, Rosa Luxemburgo se interroga
sobre la dinámica interna de las crisis de
sobreproducción. Para ella el factor que explicaba la
resolución de estas crisis era el hecho de que el
capitalismo no existía de forma pura, es decir: la
sociedad capitalista dividida en asalariados y dueños de
medios de producción coexistía con otras formas
económicas no capitalistas que eran dominantes en las
colonias y todavía sobrevivían en aquellos
países donde el capitalismo estaba ampliamente
desarrollado. De estas zonas y países provenía la
demanda necesaria para resolver las dificultades que se
presentaban a la acumulación, pero al mismo tiempo creaban
las condiciones para la crisis del sistema y su
colapso.

"De este modo, mediante el intercambio con sociedades y
países no capitalistas", escribía Rosa Luxemburgo,
"el capitalismo va extendiéndose más y más,
acumulando capitales a costa suya, al mismo tiempo que los corroe
y los desplaza para suplantarlos. Pero cuantos más
países capitalistas se lanzan a esta caza de zonas de
acumulación y cuanto más van escaseando las zonas
no capitalistas susceptibles de ser conquistadas por los
movimientos de expansión del capital, más aguda y
rabiosa se hace la concurrencia entre los capitales,
transformando esta cruzada de expansión en la escena
mundial en toda una cadena de catástrofes
económicas y políticas, crisis mundiales, guerras y
revoluciones.

"De este modo el capital va preparando su bancarrota por
dos caminos. De una parte, porque al expansionarse a costa de
todas las formas no capitalistas de producción, camina
hacia el momento en que toda la Humanidad se compondrá
exclusivamente de capitalistas y obreros, haciendo imposible, por
tanto, toda nueva expansión y, como consecuencia de ello,
toda acumulación. De esta manera, en la medida en que esta
tendencia se impone, el capitalismo va agudizando los
antagonismos de clase y la anarquía política y
económica internacional en tales términos que mucho
antes que se llegue a las últimas consecuencias del
desarrollo económico, es decir, mucho antes de que se
imponga en el mundo el régimen absoluto y uniforme de la
producción capitalista, sobrevendrá la
rebelión del proletariado internacional, que acabara
necesariamente con el régimen capitalista" (Rosa
Luxemburgo,La acumulación de capital, Editorial
Grijalbo, México 1966, página 380).

La rebelión del proletariado mundial se produjo
con las convulsiones de la I Guerra Mundial, donde las
contradicciones interimperialistas, la lucha encarnizada por los
mercados y el reparto colonial jugaron el papel decisivo. Sin
embargo, en esta interpretación de las crisis y sus
causas, Rosa Luxemburgo comete varios errores.

En primer lugar, la concurrencia de los capitales en el
mercado mundial, y más específicamente en los
países coloniales, no se debe a la imposibilidad de
realizar la plusvalía en las metrópolis
imperialistas, sino a la búsqueda de tasas de ganancias
más elevadas. En segundo lugar, el capitalismo se
desarrolla, tal como Marx explicó en El
Manifiesto Comunista
, integrando al conjunto del planeta en
un único mercado mundial mediante la producción y
comercialización de mercancías. Es falso que, en la
medida en que la humanidad se va polarizando entre asalariados y
capitalistas, el proceso de acumulación se vea totalmente
imposibilitado, como la experiencia ha demostrado; del mismo modo
que es falsa la idea de que el final del reparto colonial y el
desarrollo de las formas de producción capitalistas como
dominantes en estos países hacen imposible toda nueva
expansión. Una crítica razonada de las posiciones
de Rosa Luxemburgo, así como una formulación mucho
más sólida y convincente de las causas de las
crisis, la encontraremos en los trabajos económicos de
Lenin y Trotsky, especialmente en El imperialismo, fase
superior del capitalismo
, así como en los
polémicos textos que sobre esta materia escribió
Trotsky en los años veinte y que abordaremos en
próximos artículos.

Las causas motrices de la crisis

La lucha por las colonias sigue siendo una parte de
la política del capitalismo imperialista. Por
completamente que sea dividido el mundo, el proceso nunca
termina, sino que coloca una y otra vez en el orden del
día la cuestión de la nueva división del
mundo de acuerdo con las nuevas relaciones entre las fuerzas
imperialistas.

La curva de desarrollo económico tiende, a
través de todas sus oscilaciones hacia abajo, y no hacia
arriba. Sin embargo, ¿quiere decir esto que el fin de la
burguesía llegará automática y
mecánicamente? De ningún modo. La burguesía
es una clase viva que ha retoñado sobre determinadas bases
económico–productivas. Esta clase no es un producto
pasivo del desenvolvimiento económico, sino una fuerza
histórica, activa y enérgica. Esta clase ha
sobrevivido, o sea que se ha convertido en el más terrible
freno de la evolución histórica, lo cual no quiere
decir que esta clase esté dispuesta a cometer un suicidio
histórico ni que se disponga a decir: "Habiendo reconocido
la teoría científica de que yo soy reaccionaria,
abandono la escena." Evidentemente ¡esto es imposible! Por
otra parte no es suficiente que el Partido Comunista reconozca a
la clase burguesa como condenada y casi suprimida para considerar
segura la victoria del proletariado. No. ¡Todavía
hay que vencer y tirar abajo la burguesía!

León Trotsky, Una escuela de estrategia
revolucionaria Ediciones del Siglo, Buenos Aires
1973

En el artículo anterior señalábamos
las polémicas que se desarrollaron en el movimiento
marxista a la hora de caracterizar las causas motrices de las
crisis. Como explicábamos, la lucha por el mercado
colonial juega un papel de primer orden en la exacerbación
de las contradicciones interimperialistas pero afirmar, como
hacía Rosa Luxemburgo, que el fin del reparto colonial
traería la imposibilidad de materializar la
plusvalía y supondría el muro contra el que
chocaría la acumulación, representaba un
esquematización equivocada de la teoría
económica del marxismo. En cualquier caso la valía
de las aportaciones de esta gran revolucionaria radicaba en el
estímulo que proyectaba sobre el debate teórico en
la izquierda marxista, tan rico en aquellos tiempos y que fue
extirpado policialmente por el estalinismo.

Lenin dedicó una gran atención a estos
problemas. Su libro El desarrollo del capitalismo en Rusia fue
una gran aportación a la polémica que durante mucho
tiempo desarrollaron los marxistas rusos contra los populistas,
los cuales negaban la posibilidad del desarrollo del capitalismo
en Rusia a causa de la estructura semifeudal de la propiedad
agraria, el peso de la economía campesina en el conjunto
de Rusia y la pauperización de las masas campesinas. En un
famoso artículo titulado Sobre la caracterización
del romanticismo económico, Lenin contesta el punto de
vista de los populistas rusos y aborda otras relacionadas con las
crisis: "Cuando los populistas afirman que el mercado extranjero
es la salida a la "dificultad" con que tropieza el capitalismo
para la realización del producto, no hacen más que
encubrir con esta frase el triste hecho de que el "mercado
extranjero" es la salida a la "dificultad" con que ellos
tropiezan para no comprender la teoría." (…) "No
sólo los productos que existen bajo la forma de medios de
consumo, sino también aquellos que existen bajo la forma
de medios de producción, todos ellos se realizan siempre
entre "dificultades", a través de constantes oscilaciones,
cada vez más fuertes a medida que se desarrolla el
capitalismo, entre una furiosa concurrencia que obliga a todo
empresario a aspirar a una extensión ilimitada de la
producción, rebasando las fronteras del propio estado y
lanzándose en busca de nuevos mercados a países no
absorbidos aún por el sistema de circulación
capitalista de mercancías. Y así hemos llegado al
problema de por qué el mercado extranjero es necesario
para un país capitalista. No es, ni mucho menos, por que
el producto no pueda realizarse en modo alguno dentro del orden
capitalista. Pensar esto sería disparatado. El mercado
externo es necesario porque la producción capitalista
implica la tendencia a la extensión ilimitada, por
oposición a todos los antiguos sistemas de
producción, circunscritos a los limites de la aldea, de la
heredad, de la tribu, del territorio o del estado. Mientras que
en todos los antiguos sistemas económicos la
producción se renovaba siempre del mismo modo y en la
misma escala en que venía desarrollándose antes,
bajo el régimen capitalista esta renovación es
imposible y la extensión ilimitada, el perenne avance se
convierte en ley de la producción".

Las teorías subconsumistas

En este mismo texto, Lenin critica las teorías
subconsumistas como una explicación de las crisis, ideas
que los populistas tomaron de Sismondi: "El análisis
científico de la acumulación vino a minar todos los
argumentos de esta teoría, demostrando que es precisamente
en los periodos que preceden a las crisis cuando aumenta el
consumo de los obreros; que el consumo insuficiente (con el que
se pretende explicar la crisis) ha existido bajo los más
diversos sistemas económicos, mientras que las crisis son
características de un sistema solamente, del
capitalismo.

Esta teoría explica las crisis mediante otra
contradicción, a saber, la contradicción entre el
carácter social de la producción (socializada por
el capitalismo), y el carácter privado individual de la
apropiación. (…) La primera teoría las explica
[las crisis] partiendo de la contradicción existente entre
la producción y el consumo de la clase obrera; la segunda
se basa en la contradicción entre el carácter
social de la producción y el carácter privado de la
apropiación. La primera encuentra, pues, las raíces
del fenómeno fuera de la producción (…) la
segunda busca estas raíces precisamente en las condiciones
de la producción. (…) ¿Pero es que la segunda
teoría niega la existencia de una contradicción
entre la producción y el consumo, la existencia de un
déficit de consumo? Evidentemente no. Reconoce plenamente
este hecho pero le asigna el lugar secundario que le corresponde,
como un hecho que sólo se refiere a un sector de toda la
producción capitalista."

En el próximo artículo analizaremos las
ideas de Lenin sobre el imperialismo, para posteriormente entrar
de lleno en la cuestión de los ciclos y el análisis
de las crisis contemporáneas.

El
Imperialismo

El capitalismo se ha transformado en un sistema
mundial de sojuzgamiento colonial y de estrangulamiento
financiero de la inmensa mayoría de la población
del planeta por un puñado de países "adelantados";
el reparto de ese botín se efectúa entre dos o tres
potencias rapaces y armada hasta los dientes.

Lenin, El Imperialismo fase superior del
capitalismo

 Son un hecho recurrente los ataques desde las
filas de la intelectualidad burguesa y socialdemocrata al
análisis marxista sobre el Imperialismo. Desde Sombart,
pasando por Berstein, Kautsky y muchos otros, se ha intentado
corregir a Marx utilizando supuestos hechos empíricos que
se han elevado a la categoría de axiomas incontestables.
Para estos teóricos reformistas el auge del capitalismo y
el desarrollo de los monopolios auguraba una nueva época
en la qué el acuerdo de intereses eliminaba los conflictos
intercapitalistas y preparaba el terreno para la
transición pacífica de la sociedad. Los que
sostenían semejantes tesis no tuvieron problemas en apoyar
a sus respectivas burguesías durante la I Guerra Mundial,
como ahora los dirigentes socialdemócratas apoyan las
intervenciones del Imperialismo norteamericano a los largo y
ancho del planeta.

Fue Lenin quien analizo de una manera más acabada
y científica el fenómeno del Imperialismo. El
desarrollo del capitalismo se ha basado en un incremento
formidable de la industria y de la concentración de la
producción de las empresas. Así de una forma
dialéctica la "libre competencia" se transforma, gracias a
la feroz lucha por los beneficios, en un proceso de
monopolización.

Hoy vivimos en la época clásica del
capitalismo monopolista y del Imperialismo. El dominio axfisiante
de 500 grandes multinacionales norteamericanas, japonesas y
europeas sobre el mundo es una de las características
más significativas del llamado fenómeno de la
globalización, y ninguna economía nacional puede
escapar a este dominio.

Este fenómeno de concentración y monopolio
que se ha ido desarrollando a lo largo del siglo XX, en esencia
resulta un gigantesco proceso de socialización de la
producción, de los inventos y el perfeccionamiento
técnico, aunque obviamente manteniendo el carácter
privado de la apropiación y de los medios sociales de
producción.

Lenin en su libro señala los medios a los que
recurren los monopolios para garantizar su primacía en los
mercados:

Control de la compra y acceso a las materias
primas.

-Control de coste salarial de la fuerza de
trabajo.

-Concentración de los medios de
transporte.

-Imposición a los compradores de relaciones
comerciales exclusivas con los monopolios.

-Utilización privilegiada de
créditos.

-Declaración del boicot.

Por supuesto los monopolios responden a los intereses
estratégicos de la burguesía nacional que
representan. Es una falacia afirmar que el capital monopolista no
tiene filiación nacional, tal como Toni Negri y otros
autores han hecho. Esta forma de presentar las cosas niega la
lucha de clases y la propia naturaleza del imperialismo. Si
observamos el origen de los principales monopolios mundiales
todos responden de una u otra manera a la propiedad de la
burguesía norteamericana, japonesa o europea (alemana,
francesa, británica) y entre estos, la supremacía
del capital estadounidense es clara. Así, nadie con un
mínimo conocimiento de las relaciones internacionales,
puede negar que las aventuras e intervenciones imperialistas
tienen como motor, en la mayoría de las ocasiones, la
defensa de los intereses económicos y estratégicos
de estos monopolios. De esta manera, el estado capitalista y los
gobiernos pasan a representar directamente los intereses de estos
grandes consorcios económicos.

De este hecho se desprende que la supuesta
supresión de las crisis por la existencia de los
monopolios, tesis defendida por Berstein o Kautsky, es como Lenin
señalaba, una fabula de los economistas burgueses. En la
práctica, como hemos comprobado a lo largo del siglo XX y
en lo que llevamos del XXI, los monopolios agravan el caos propio
de la producción capitalista e incrementan la lucha por
los mercados. Las graves consecuencia de esto las tenemos en
África, por citar un ejemplo, donde naciones enteras se
desangran por la lucha entablada entre multinacionales francesas
y norteamericanas que pugnan por las riquezas del continente.
Obviamente en esta lucha los grandes consorcios cuentan con el
respaldo militar y diplomático de sus respectivos estados
y gobiernos.

El papel del capital financiero

En el proceso de monopolización que sufre el
capitalismo, los bancos juegan un papel preponderante. Al
disponer de casi todo el capital monetario de los capitalistas
grandes, medianos y pequeños, y de una gran parte de los
medios de producción y fuentes de materias primas de
muchos países, los bancos se convierten en monopolistas
omnipresentes. Tal como Lenin señala refiriéndose
al monopolio del estado y al monopolio bancario: "De un lado son
al fin y al cabo esos mismos magnates del capital bancario los
que disponen de hecho de los miles de millones concentrados en
cajas de ahorro; y de otro lado el monopolio del estado en la
sociedad capitalista no es más que un medio de elevar y
asegurar los ingresos de los millonarios que están a punto
de quebrar en una u otra rama de la industria".

Nosotros podríamos añadir que en las
condiciones contemporáneas muchos monopolios
públicos se han encargado de suministrar a bajo precio,
materias primas, energía y garantizar transporte a las
empresas capitalistas privadas que no han querido realizar el
desembolso en capital fijo que requerían estos sectores
para su funcionamiento en condiciones óptimas, inversiones
que ha acometido el Estado. Una vez que muchos de estos sectores
estratégicos se han transformado gracias a las inversiones
estatales en mercados atractivos para hacer dinero, los gobiernos
burgueses, sean del color que sean, que actúan como
comités ejecutivos que velan por los intereses de la clase
capitalista en su conjunto, los han vendido a los monopolios
encabezados por los grandes bancos.

De esta manera, el poder de los monopolios capitalistas
se convierte en las condiciones contemporáneas de
producción capitalista en la dominación de la
oligarquía financiera. La banca, como dice el
refrán, nunca pierde. Si en los periodos de auge
económico los beneficios del capital financiero son
espectaculares, durante las épocas de recesión en
las que los modestos ahorradores sufren la caída de las
acciones y pierden sus capitales y muchas pequeñas
empresas se arruinan, los grandes bancos hacen negocio
adquiriendo muchas de ellas a precios de saldo, pudiendo
fusionarlas, incorporarlas a sus monopolios o hacerlas
desaparecer para consolidar su control sobre el
mercado.

Conclusión

Según la economía marxista, la
transferencia del capitalismo al socialismo, al comunismo, y a la
sociedad sin clases es inevitable, de acuerdo con la
dialéctica. El capitalismo contiene su propio defecto
mortal, y no puede detener su avance hacia el socialismo,
así como los países socialistas, tales como la
República del Pueblo de China, no pueden detener su avance
hacia el comunismo. Cuando el comunismo se convierta en el
sistema económico mundial, la marcha de la
dialéctica hacia la utopía habrá alcanzado
su cenit. Kenneth Neill Cameron explica: "Marx y Engels esperaban
que la sociedad comunista sería la última forma de
sociedad humana, porque una vez que las fuerzas productivas del
mundo fueran poseídas comunalmente, ninguna otra forma
podría surgir."

En la cosmovisión marxista nada podría ser
más ideal, y de acuerdo con Lenin, ninguna otra cosa
permitiría la supervivencia de la raza humana. Él
dice: "Fuera del socialismo, no hay salvación para la
humanidad de la guerra, el hambre, y la destrucción
adicional de millones y millones de seres humanos."

En realidad, sin embargo, el sistema marxista mismo es
responsable de la destrucción de millones de seres humanos
a manos de sus partidos políticos y dictadores,
convirtiéndolo en la más grande maquinaria de
muerte de todos los tiempos.10

 Queremos dedicar un espacio a comentar las ideas
más sobresalientes de la economía política
marxista y contrastarlas con la situación general por la
que atraviesa el capitalismo hoy. Inevitablemente muchas
consideraciones no podrán ser tratadas por falta de
espacio, pero intentaremos de forma sintética y a trazo
grueso abordar las principales cuestiones del pensamiento de Marx
en este terreno. Iniciaremos esta serie de artículos con
el proceso de la acumulación originaria, tal como Marx lo
planteó en El Capital.

 

 

Autor:

Grabiela Ortiz

 

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter