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El final de la economía política. Una crítica islámica de la economía



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La
    cuestión de la usura
  3. Islam,
    el camino de hoy
  4. El
    final de la economía
    política
  5. La
    plena libertad de comerciar
  6. El
    lento robo inflacionario
  7. La
    acumulación de capital usurero en los
    bancos
  8. La
    equidad en el contrato comercial
  9. El
    gigantismo tecnológico
  10. Los
    juegos de azar
  11. La
    bolsa
  12. El
    mercado de futuros
  13. Apéndices

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Introducción

El Islam es din al-fitr, es decir, la transacción
natural con Allah, la ciencia de cómo vivir en este mundo
de formas. Islam quiere decir sometimiento a Allah, que
también implica el no sometimiento a algo distinto de
Allah. Esta es la radical libertad del
musulmán.

Vivir dentro del Islam le enseña al
musulmán que la transformación del medio social, en
un sentido auténtico, sólo es posible por una
transformación de si mismo, y lo que es más
importante, por el permiso de quien gobierna y ha creado el
mundo, Allah, que alabado sea. Esto le hace al musulmán,
perder el temor de la existencia, porque sólo teme a
Allah.

Cuando conoce de este modo a Allah, el musulmán
llega a entender que todo acto es adoración de Allah. Que
no hay separación entre la política y la
adoración de Allah, ni entre el comercio y la
adoración de Allah. En este estado, el musulmán
comprende que sólo vive por y para Allah, que depende y
confía en Allah.

Le pedimos a Allah, ta'ala, que nos haga ser guía
clara para todos los que buscan el camino del Islam, que ilumine
sus corazones y que El bendiga y dé Paz al Profeta
Muhammad, a su Familia y a sus Compañeros.

La
cuestión de la usura

La posición del Islam contra la usura es
tajante.

Allah dice en el Corán:

"ALLAH HA PERMITIDO EL
COMERCIO

PERO HA PROHIBIDO LA
USURA".

Esta prohibición de la usura fue Ley ya en los
tiempos del Profeta Moisés, que la paz sea con él,
concerniendo a todos los seres humanos; también el Profeta
Jesús, que la paz sea con él, confirmó esta
misma prohibición; y el Ultimo Profeta, Muhammad, que la
paz y las bendiciones sean con él, reiteró la
condena de la usura para todos los tiempos venideros.

Si bien, muy poca gente sepa hoy lo que es realmente la
usura, el crimen de la usura ha sido siempre condenado por todos
los grandes hombres de nuestra civilización:

  • En la antigua Grecia: Platón, quien la
    consideraba como enemiga del bienestar social por crear una
    clase, la de los ricos prestamistas usureros, a costa de la
    de los pobres prestatarios; Aristóteles, quien la
    consideraba antinatural; Aristófanes; o Plutarco,
    quienes la consideraban como un robo.

  • Entre los romanos hombres como Séneca,
    o Cicerón, quienes comparaban la usura con el
    asesinato.

  • Entre los primeros padres de la iglesia
    cristiana
    : Gregorio Nysseno; Juan Chrisostomo;
    Agustín; Tomás de Aquino, quienes comparaban al
    usurero con alguien que trata de vender el vino y su uso
    separadamente. La condena también incluye a la mayor
    parte de los concilios celebrados hasta 1830.

  • Entre los reyes cristianos españoles
    algunos como Alfonso X, el Sabio, o Alfonso XI. Y la
    práctica totalidad de los califas
    musulmanes.

  • Entre los autores modernos tenemos a Goethe,
    quien se burlaba del timo del recién nacido
    papel-moneda; Richard Wagner, quien combatió a riesgo
    de su vida contra el estado y la usura; J.P. Proudhon quien
    considera la usura la primera causa de paralización
    comercial e industrial; ó Ezra Pound quien, por
    condenar la usura, se vio acusado de traidor por su propio
    país.

La gran y desgraciada excepción histórica
(y presente) es la de los judíos, que se empeñaron
una y otra vez en la tergiversada interpretación
talmúdica de las leyes mosaicas que les daba y da licencia
para prestar con usura a los no judíos como medio para
alcanzar poder.

El paso de la prohibición de la usura a su
permisividad no se produjo de la noche a la mañana al
contrario llegó paulatinamente, al tiempo que se
transformaba la visión mundo y la existencia. Una
atención especial merece la evolución del concepto
de valor a lo largo de la historia.

Si nos remontamos a Aristóteles, se puede
observar como su condena de la usura fue bien clara y
contundente. Aristóteles consideraba que en toda
transacción comercial los valores de los bienes
intercambiados son iguales, a su vez advirtió que la
medida del valor no puede "estar" en el hombre, ya que cosas con
mucha importancia tienen poco valor, como el agua, mientras que
cosas con poca importancia, como los diamantes, tienen mucho
valor.

Es por tanto, en el marco de la interrelación del
mercado donde el valor sucede. Reparó en que, dadas las
condiciones de mercado de Libertad y Equidad, en todo intercambio
de un bien por otro, establecemos una equivalencia entre ambos.
Por ejemplo, cuando intercambio mi trabajo de una semana por unas
cuantas monedas, estoy estableciendo que esta cantidad de monedas
equivale a mi trabajo, que de hecho ha merecido el esfuerzo de mi
trabajo. Esta apreciación tan elemental resulta de una
trascendental importancia. Así, para Aristóteles
valorar es un acto vivido y, por tanto, el valor, no es una
representación subjetiva, sino el resultado vivido de
valorar.

Esta misma forma de entender el valor fue traída
a Occidente por los musulmanes entre quienes Qadi Abu Bakr ibn
al-Arabi, uno de los más famosos jurista de Al-Andalus,
definiría la usura de la forma considerada tradicional,
como: "la usura es todo incremento no justificado entre el
valor de los bienes recibidos y el contravalor de los bienes
entregados".
Los incrementos no justificados son todos
aquellos debidos a irregularidades en las condiciones generales
del mercado o de la transacción misma. Por ejemplo, son
incrementos no justificados los debidos a la existencia de
monopolios o monopsonios, y también los debidos al
alquiler de mercancías no alquilables (de consumo), o
establecimiento de incertidumbre en el contrato, loterías
o juegos de azar, etc.

El Escolasticismo europeo preservó para toda la
cristiandad esta concepción clásica del valor que
condenaba la usura. Es así como, Tomás de Aquino
distingue entre mercancías alquilables y mercancías
no alquilables (como la moneda) para poder preservar la
condición de equidad de todo trato comercial, lo que
quiere decir que, la igualdad de valores: Al prohibirse la usura
se prohibía la posibilidad de que en los intercambios
alguien pudiera ganar algo a cambio de nada.

La historia de la usura es tan antigua como el comercio
mismo y ha sido su mal crónico, aliviado o agudizado, en
la medida de la habilidad de los usureros y la fortaleza de las
gentes. La ley romana, a parte de algunos fracasados intentos por
prohibirla, admitía una limitada tolerancia y finalmente
una abierta práctica de la usura, que condujo a la
destrucción de Roma. Ya que la práctica de la usura
estaba prohibida a los cristianos y a los musulmanes, muy pronto
se convirtió ésta en dominio exclusivo de los
judíos. Desde el siglo XI hasta el XV, Venecia, centro del
comercio mediterráneo, con un desproporcionado
número de judíos, se convirtió en la
más importante ciudad usurera de Europa, donde se
establecieron los primeros negocios de depósito y
crédito bancarios, que sirvieron de escuela a los futuros
banqueros europeos.

El mundo cristiano prohibió la usura, o al menos
la mantuvo limitadamente mientras estuvo regido por la ley
canónica. Los reformistas cristianos, tanto Lutero como
Zuinglio, reafirmaron la condena de la usura, pero el reformista
Jean Cauvin (Calvino) fue el primero en levantar la voz en favor
de la usura; la fatal interpretación cartesiana del hombre
como subjectum o medida del mundo afectó entre otras
muchas cosas a la concepción tradicional de valor. La
visión cartesiana daba licencia para concebir el valor, no
como una vivencia existencial, sino como una figura idealizada
racionalista dentro del esquema de sujeto/objeto.

En este clima de profundo cambio los usureros obtuvieron
su más importante victoria. La gran victoria de la usura,
con claros precedentes en Inglaterra y Estados Unidos, fue sin
duda la revolución francesa. Encontramos dos
acontecimientos cruciales en el año mismo de la
revolución: La circulación oficial por primera vez
en Europa de papel-moneda estatal, los assignats; y la
derogación de la prohibición del interés en
el préstamo, por primera vez en la historia de Francia.
Asimismo, Edmond Burke diría en su "On French Revolution":
"La edad de la caballerosidad se ha ido. Se atribuye al Abate
Ferdinando Galiani el haber sido el primero en sostener que la
única medida del valor es el hombre para él, el
valor es una idea en la mente del individuo. Turgot en su Valeurs
et Monnais" (1768) fue el primer escritor en afirmar que: "… en
un cambio cada parte valora lo que recibe en más de lo que
da"; posición exactamente opuesta al realismo
aristotélico. Su escuela alcanzaría su
máximo exponente en Jeremy Bentham, a quien se considera
padre del utilitarismo. Bentham llamó a este concepto
subjetivista de valor "utilidad", como esa propiedad de un
objeto, que tiende a producir beneficio, ventaja, placer, bien o
felicidad. El subjetivismo utilitarista permitía jugar con
el valor. Para los utilitaristas, valor es una idea en la mente
del individuo, por tanto usura no es más que una idea en
un mundo de ideas. Consecuentemente, las teorías
utilitaristas, que derivaron hacia las modernas teorías de
consumo, han aceptado el delito de la usura como principio, o
bien han ignorado el tema hasta llevarlo al olvido. Siguiendo
esta línea, ya en pleno siglo XX, el judío y premio
Nobel (1970) Paul Samuelson presentó en su "Una nota sobre
pura teoría del comportamiento de los consumidores" (1938)
una significativa contribución a la tesis subjetivista con
una teoría de la elección basada en los datos
observables.

Daba licencia así, a calcular "objetivamente" la
valoración de la gente por medio de datos
estadísticos, que se desentiende de la diferencia entre
ambas formas de valoración: El tratamiento del acto de
valorar como una cosa medible que hace del hombre algo cosificado
y el "valorar, en cada caso mío" que caracteriza el modo
de valorar del hombre libre.

Otra escuela fue la seguida por Adam Smith, David
Ricardo y Carlos Marx. Aunque ellos admitían que en la
transacción no hay incremento, su afirmación
resulta contradictoria. Adam Smith considerado padre de la
Economía, era calvinista, por tanto doctrinalmente
usurero, y su contribución a la "teoría" del valor
fue la de considerar que el trabajo es la fuente del valor. El
judío Ricardo incluso llega a admitir que el individuo no
produce el valor, ya que sería tanto como negar la
realidad de que el precio lo establece el mercado, aunque
consideraba que provenía del trabajo.

Con Marx, el más influyente economista moderno,
también de origen judío, el valor

de una mercancía se transforma en la forma
objetiva del trabajo social gastado en

su producción, y la cantidad de valor contenida
en ella equivale a la cantidad de trabajo contenida en ella. No
obstante, Marx mismo tuvo que reconocer que el trabajo (real o
concreto, según su vocabulario) no puede ser utilizado
como unidad

elemental con la cual el valor de todas las
mercancías pueda ser medida, ya que

cada trabajo tiene distinto valor real.

Por tanto, tuvo que formar la idea de dos tipos de
naturalezas una "concreta" y otra "abstracta" del trabajo
contenido en las mercancías, y apunta que la substancia
del valor es el trabajo abstracto.

El famoso economista judío y premio Nobel (1976)
Milton Friedman, considerado padre del monetarismo capitalista
moderno, no tuvo más que continuar esta visión
funcional que reemplaza la visión existencial de la moneda
que Marx había trazado. Por esta razón podemos
afirmar que el monetarismo no es más que una
fórmula reformada de marxismo; otra prueba que revela la
falsa oposición de la dialéctica izquierda /
derecha.

La Economía es un típico producto de la
metafísica subjetivista (metafísica cartesiana y
kantiana). La Economía se fundamenta en una visión
del hombre

estrecha y funcional, independientemente de las
escuelas. El lema "si funciona bien es bueno", convertido en
moral económica, ha servido como argumento para

constreñir la libertad del individuo. Esta moral
considera apropiado que los políticos estimen que es lo
que la gente quiere y administren la riqueza de otras personas
incluso sin su consentimiento. Para hacer posible esta
justificación, el acto libre y vivido de valorar se ha
"convertido" en cifras o algo medible al antojo de los
economistas y políticos, y el derecho de propiedad ha sido
también tergiversado.

La Economía Moderna ha dado ya abundantes signos
de haber perecido, de no ser capaz de entender ni al hombre, ni
al mundo; al tiempo que conduce a ambos a una destrucción
que nadie desea.

Islam, El Camino
de hoy

El único ámbito legítimo de la
economía, es el de la propiedad privada. Así es
como lo entendieron nuestros padres griegos, es decir,
economía es la administración privada de los bienes
de cada uno, pero en ningún caso, ni remotamente, puede
convertirse en la administración de los bienes de otras
personas o una parte significativa de ellos. Cada uno de nosotros
somos los más adecuados para administrar los bienes que
hemos adquirido legítimamente. No necesitamos que el
estado administre tutorialmente nuestra riqueza. El estado
moderno es un producto histórico del estructuralismo
racionalista, que debe ser desestructuralizado y reconvertido a
la sola función de gobernar y no la de administrar ya que
esta última no la puede ni la sabe realizar. Gobernar
es cuidar y proteger pero no es administrar.

La forma de gobierno natural o islámica es el
Emirato. El Emirato es el gobierno sin estado. Protege el
individual derecho a ejercer la propiedad legítimamente
adquirida, sin robo ni usura, y a valorar libremente. La ley para
el Emirato Islámico

no puede ser otra, que la ley de Allah (Shariah), que
prohíbe la usura y el estado.

El concepto de valor, tiene que depurarse
existencialmente y entenderse como parte de la vida, que es el
horizonte donde sucede, y no reducirse a una mera
representación numérica. Valorar es un acto, no una
cosa. Un acto sólo lo "es" en su ejecución. Unos
cuantos datos estadísticos, por precisos que sean, de un
pasado irrepetible, no bastan para determinar, ni mucho menos
para imponer, una valoración mítica objetiva. Por
ejemplo, no podemos decir que las necesidades de carbón en
tal población "son" -objetivamente- de 110 toneladas,
salvo que la gente de esta población, de una forma
"vivida", así lo valore en cada particular
momento.

Si permitimos que esto nos suceda, si permitimos que los
políticos sigan diciendo

que es lo que nosotros queremos, estamos poniendo la
soga alrededor de nuestras propias manos. El contrato
constitucional que establece como principio la

valoración objetiva, es ilegítimo, y por
tanto, inválido.

La Economía fundamentada en estos principios ya
caducos, debe ser desenmascarada, ya que su único
propósito es el de perpetuar el crimen usurero.
¡Que nos dejen valorar
libremente!

Es el clamor de quienes creemos que a nadie mejor que a
cada uno de nosotros nos corresponde decidir cuáles son
nuestras necesidades. Es tiempo de repetir las

reveladoras palabras de J. P. Proudhon
(1841):

"Nadie puede ser obligado a comprar lo
que no desea, y menos apagar lo que no ha
comprado".(23)

El problema demanda una solución urgente. Los
desequilibrios de la economía usurera se vuelven cada
día más evidentes y más acuciantes, hasta el
punto de amenazar al mismo equilibrio ecológico del
planeta, y por tanto, a la supervivencia

del hombre. Hoy en día, prácticamente
nadie niega que el efecto del hambre en el

mundo y de la grave deforestación tropical tiene
como causa primordial la deuda de estos países. En la
Conferencia de Medio Ambiente en Boulder (Colorado, EE.UU.) en
1988, un grupo de expertos mundiales concluía:
"¿Por qué hay tantas especies y medio ambientes en
peligro? La razón principal es que alrededor de los
trópicos, las naciones en desarrollo están luchando
por alimentar a sus gentes y elevar la liquidez para hacer frente
a los pagos de las deudas internacionales". Estos síntomas
carecen de una reforma como solución, sólo la
estirpación de la causa profunda que los produce puede
aliviarlos y esto implica la abolición de la
usura.

El Islam siempre ha traído beneficio a los
pueblos que lo ha aceptado y practicado. Desde hace catorce
siglos, el Islam ha sido intransigente con la usura y hoy
más que nunca, es el mensaje liberador por excelencia.
Mientras los banqueros y políticos están
diseñando para nosotros un estado mundial único,
con un banco mundial y una moneda mundial única, los
musulmanes proponemos el advenimiento a una nueva Europa, no
cristiana, sino islámica. Y proclamamos: La

eliminación de todos los impuestos y controles
estatales; la libre elección de moneda sin
imposición estatal; la cancelación y
prohibición de toda deuda usurera

con bancos e instituciones financieras. Estos son los
principios liberadores del auténtico Islam de la Primera
Comunidad de Medina, para esta época, que resurge entre
una nueva generación de europeos. Este es el Islam que
irreversiblemente viene y que Europa llevaba siglos esperando.
Islam es el Camino de hoy.

El Final de la
Economía Política

Los musulmanes proponemos un modelo natural de comercio
que acabe con la usura, y un modelo de gobierno que nos permita
terminar con la tiranía del estado moderno. Nuestro modelo
no es ideológico ni utópico, sino que está
basado en el ejemplo vivo de nuestro Profeta Muhammad, que la paz
y las bendiciones sean con él. Los musulmanes europeos son
una viva confirmación, desde el corazón de
Occidente, de la llama islámica que subyace bajo estos
tiránicos estados constitucionales profundamente
anti-islámicos.

Como europeos tenemos un compromiso con nuestra
civilización que despierta del sueño de la
modernidad. Este es mostrar que si hay un fundamento de la vida
que es Allah, que bendito sea: ¡No hay dios excepto Allah!
La pérdida de toda credibilidad en la ciencia
económico-política. Esta ciencia, como todas las
ciencias positivas con fundamento en la metafísica
tradicional, relega al hombre a la categoría de mera cosa
funcional. Y con esto, han autorizado "científicamente" la
transmutación del gobierno a una mera función
económica: El estado. El control del estado se presenta
justificado como redistribuidor, aunque no de recursos, sino de
los desequilibrios que él mismo produce, y sobre todo, de
los que la usura produce. De este modo el estado ejecuta a la
perfección su complicidad con la usura,
permitiéndola, a pesar de someterla a ciertas limitaciones
meramente "cosméticas". Los musulmanes traemos con
nosotros, en lugar de la economía de un estado
esclavizante, que actúa como una administración
usurpadora impuesta sobre nuestras propiedades, la
economía en su sentido original, que restaura al individuo
como al único administrador de sus propiedades fuera de la
intervención del estado. El Islam lleva siglos siendo
premeditadamente ocultado a los europeos tras un velo de
propaganda religiosa y estatal, que se empeña en presentar
una imagen tergiversada. Religión y estado reconocen con
esto, que el Islam es la única fuerza capaz de
derribarles. Efectivamente, el Islam imprime un sentido de
libertad en el individuo que no permite someterlo ni ante
altares, ni ante ventanillas. El musulmán es aquel que ha
adoptado la firme resolución de regirse a sí mismo,
sin sumisión a nada ni a nadie excepto a Allah. El Islam
conduce a una revolución pero no hacia fuera o
política, sino hacia dentro o en el individuo mismo. Es
este individuo el único con posibilidad de reestablecer un
mercado justo, en el Nombre de Allah. Para aquellos que han
comprendido esto proclamamos los dos principios fundamentales del
comercio: La plena Libertad de comerciar y la Equidad del
trato comercial.

La plena libertad
de Comerciar

La plena libertad de comerciar consiste en una libertad,
de competencia y concurrencia, existencial y no retórica,
es decir, la capacidad de toda persona o colectivo de poder
producir e intercambiar los bienes de su propiedad a un precio
comúnmente aceptado y equitativo con cualquier otra
persona o colectivo. Implica

la eliminación de todos los controles del mercado
que lo han transformado en un sistema usurero. El
restablecimiento de un auténtico mercado libre consiste
en:

  • La libre elección de
    moneda

La libre elección de moneda implica que son los
ciudadanos como comerciantes quienes deciden cual es la
mercancía que quieren utilizar como medio de cambio. Hoy
en día los ciudadanos sufrimos la silenciosa
imposición de una moneda estatal sin valor como
mercancía, es decir, de unos trozos de papel cuyo derecho
exclusivo de producción gozan, no sólo los bancos
estatales, sino también los bancos privados, y cuyo valor
legal establece compulsivamente el estado. Moneda es, o debe ser,
cualquier mercancía libre y comúnmente aceptada
como medio de cambio. Gracias a esta imposición de la
moneda bancaria, los bancos gozan de un privilegio
extraordinario: Pueden alterar el valor de la moneda que los
usuarios ganamos a cambio de nuestro trabajo; pueden aumentar la
cantidad de dinero en el mercado simplemente creando más
dinero o más crédito de la nada. Los bancos,
así, tienen el privilegio único de poder prestar
dinero en cantidad superior a lo que realmente tienen en
efectivo. Ahora bien, cada vez que se crea más dinero, que
estamos forzados a aceptar, se producen, seamos o no conscientes
de ello, dos consecuencias inmediatas:

1.- EL LENTO ROBO
INFLACIONARIO

Los usuarios a la fuerza del papel moneda estatal
descubrimos que éste se

devalúa continuamente. Es decir, el precio que
pagamos para adquirir el papel es

mayor que el que recibimos cuando lo gastamos. Este
proceso se repite de una forma lenta pero contundente, robando a
cada poseedor o ahorrador de esta moneda una porción de su
ahorro, aunque éste sólo lo posea por un
pequeño periodo de tiempo. Todas estas porciones sumadas
unas con otras constituyen una inmensa cantidad robada. A este
robo los economistas prefieren designarlo con el término
neutro de inflación. Y aunque considerada como un
problema, ésta adquiere la misma categoría moral
que un desajuste cualquiera dentro de una ecuación
matemática. Una de las consecuencias de este proceso es la
creación de una nueva clase social totalmente
desposeída: Los jubilados. Por otra parte el pago a esta
masa mendicante, de cuya creación el estado es el
único responsable, sirve de justificación perfecta
para seguir hipotecando a la siguiente generación, la de
los hijos. Los trabajadores retirados no entienden como a pesar
de llevar una vida entera dedicada al trabajo, al final de su
vida productiva se encuentran sin nada. Precisamente en esta
edad, cuando deberían poder gozar de todo el esfuerzo
realizado, tal como sucedía antiguamente, resulta que es
cuando menos tienen. Los economistas nos han engañado con
falsas excusas, como considerar éste un mal inevitable del
progreso, o incluso cuando llegando a afirmar que quien se
encuentra empobrecido al llegar a su jubilación es porque
no ha tomado las suficientes precauciones. Mientras tanto,
banqueros y políticos se regocijan públicamente de
la "eficacia" de la moneda impuesta.

2.- LA
ACUMULACION DE
CAPITAL USURERO EN LOS BANCOS

Los bancos ganan con el interés de los
préstamos de un dinero que han sacado de la nada. El
resultado es que los usureros, que no producen ningún
beneficio a la sociedad, se enriquecen a costa del resto de la
gente. Los políticos convierten al estado en el principal
cliente de los banqueros por medio de la deuda, a cambio se
respetan mutuamente. El timo del papel-moneda, convertido en una
industria gracias al moderno sistema bancario, es un
engaño conocido desde hace tiempo.

Mucha gente sigue pensando que detrás de los
billetes que utilizamos existe algún respaldo
físico. Para todos ellos les debe bastar con la siguiente
comprobación: Que vayan a los bancos a emisores reclamar
la promesa de pago de sus billetes. El sistema de moneda impuesta
lo mantenemos todos nosotros. Se mantiene gracias al valor que
cada uno de nosotros damos a este papel cada vez que lo
intercambiamos por una mercancía real.

Nos han enseñado que el papel es la única
moneda o la que mejor funciona, pero la elección de moneda
no puede circunscribirse a términos de eficacia, como si
no tuviera nada que ver con seres humanos. La elección de
moneda es una cuestión que remite primeramente a la
libertad de evaluación inherente a cada persona. Sabemos
que cuando han existido tales condiciones de libertad personal,
los mercados libres han elegido normalmente metales preciosos,
que siendo raros, fácilmente identificables y divisibles,
reúnen las más adecuadas características
como medio de cambio. Quizás, si fuéramos libres,
esta elección se repitiese. Liberalizar la moneda implica
permitir que aquellos ciudadanos que no quieren seguir siendo
timados, ni mantener con su esfuerzo la continuación de la
estafa monetaria de los bancos, puedan elegir la moneda que
mutuamente quieran para comprar y vender.

B.- La eliminación de todos
los impuestos

La eliminación de todos los impuestos incluye
también todos los impuestos sobre el comercio. El comercio
no puede nunca ser materia de imposición, ya que no existe
razón justificable por la cual quien comercie más
deba pagar más; y contrariamente a lo que se piensa,
gravar la actividad comercial, no implica que se esté
imponiendo más a quien más riqueza tiene. Los
impuestos comerciales inhiben el comercio. En consecuencia,
producen una elevación artificial de los precios que,
lógicamente, afecta más negativamente a quienes
menos recursos poseen. El establecimiento de impuestos no se
puede justificar como una forma de solidaridad social, ya que no
es social, sino que es decidido y utilizado por una
minoría; ni tampoco es solidaridario, sino que es impuesto
por esta minoría.

Los políticos se han auto-investido con la
capacidad de comprar con el dinero de la gente y de pretender
valorar "objetivamente" o adivinar los servicios y los medios que
esta gente necesita. Sólo se valora en el momento de
comprar y vender. Para saber lo que la gente quiere, nadie mejor
que la propia gente en el acto de intercambiar. Si efectivamente
los servicios y los medios que los políticos del estado
ofrecen se corresponden con lo que la gente desea, no hay duda de
que la gente decidirá comprarlos o producirlos, y si no
fuera así, los políticos se habrán
equivocado y la gente no los comprará o simplemente
comprará otros.

Las modernas estructuras del mercado y esto es
también aplicable a la técnica y los productos
tecnológicos que produce este mercado son el resultado del
sistema usurero actuante, y de las imposiciones y restricciones
que pretenden paliar los efectos desequitativos de la usura. El
retorno a la equidad, la libre gestión y la
agrupación espontánea, han dado en el pasado, y
darán lugar en el futuro, a ciudades con una estructura y
un aspecto muy distintos de los que hoy padecemos. Economistas,
por razones de mera eficacia, sostienen firmemente que muchos
sistemas que en la actualidad son tan controlados, como las
comunicaciones o la sanidad, tomarían las formas y las
dimensiones más apropiadas a la valoración que de
ellas hagan sus usuarios, si estuvieran libres de tales
controles. Sin embargo, nosotros, que nos negamos a juzgar como
economistas, consideramos que esta situación es
ilegítima, no por razones de eficacia, sino porque en este
valorar forzoso de unas personas por otras, hay una
implícita usurpación real o robo a cada
individuo.

El mantenimiento del ejército, tampoco puede
justificar la carga de impuestos sobre el "resto" de la gente. El
guerrear es una acción que nos involucra de una forma tan
"propia" a cada uno, como el hablar o el comer; y lo mismo que
alguien se adecua del mejor modo que puede para llevar a cabo una
tarea. Para los atenienses de la época clásica la
capacidad de llevar armas es tan importante, que una de las
definiciones de esclavo era quien no estaba autorizado a llevar
armas. Debe entenderse que el servicio del soldado y las armas
que utiliza tienen necesariamente un propietario, que bien es el
propio soldado, o bien es otra persona o personas. Cuando esta
otra persona o grupo de personas compran el servicio de un
ejército mercenario, disponen de su utilización de
acuerdo a sus propios juicios; no importa quién sea el que
ejecute la acción, ya que sólo quien decide es su
propietario de hecho. Tanto si esta propiedad está en
manos de un individuo o un grupo de políticos, no se
altera el hecho de que toda estructura que utiliza la fuerza del
ejército para obligar al pago de un impuesto, que
servirá para mantener a este ejército o cualquier
otro gasto, es una tiranía. Existe, mucha gente que cree
que este sistema moderno de tiranía es simplemente el
más eficaz, y que su única alternativa es el caos.
Toda población que opta por la humillación de pagar
tributo en vez de afrontar la lucha contra el régimen
coercitivo y opresor hasta la muerte si fuera necesario, es un
conglomerado de seres que han perdido sus nobles cualidades y se
han resignado a la degradación y la desintegración
de su espíritu de solidaridad e independencia. Decidir
guerrear como todo decidir es también privado y todo
agruparse para guerrear implica un acuerdo previo de lealtad y
compromiso que autoriza e instaura alguna forma de
decisión (caudillo o emir). En el Islam, no hay estado
(administración) sólo gobierno (emirato). La
función del gobierno no es usurpar la riqueza de la gente
sino por el contrario, garantizar que esta no sea usurpada, ni
por la fuerza, ni por la usura. No hay impuestos en el Islam. La
sumisión a las autoridades daña la autoestima de
los ciudadanos y hace desaparecer en ellos la idea de valerse por
sí mismos. El zakat es un acto de ibadat, como la
oración, con una finalidad más allá de lo
exclusivamente material. No es un impuesto administrable por los
gobernantes al modo estatal; se recoge y distribuye en 24 horas,
por tanto, no se acumula; y sus beneficiarios están ya
claramente categorizados en la Ley Islámica (
Shariah).

C.- La eliminación del control
impositivo de los precios

La eliminación del control impositivo de los
precios implica que dentro del marco de la equidad estos se
determinen únicamente por las naturales leyes del mercado
de oferta y demanda. La imposición de precios
mínimos o máximos, o incluso peor, de precios
únicos o fijos favorece a los productos de peor calidad en
época de escasez ya que adquieren sin la valoración
del mercado un valor artificial igual al de los de buena calidad;
mientras que en época de abundancia acaba con ellos, aun,
cuando hubiese gente dispuesta a pagar un precio más
barato, ya que no pueden aceptar el mismo precio a cambio de una
mercancía de calidad inferior.

El control más patético es el que afecta a
los salarios de los trabajadores, es decir, la imposición
de salarios mínimos. Este se nos ha presentado como la
solución al problema del infrasalario. Sin embargo, no es
más que una medida que los políticos han adoptado,
porque es más sencillo confrontar las presiones de los
sindicatos, que tener que enfrentarse con las auténticas
causas del masivo desempleo moderno, que fuerza a los empleados a
aceptar unos salarios ínfimos.

1.- LAS CAUSAS DEL INFRASALARIO NO
SE ELIMINAN CON LA IMPOSICION DE SALÁRIOS
MINIMOS.

  • El infrasalario se produce por el desempleo y la
    única causa del desempleo es la usura.

  • La competencia ilegítima que el alquiler
    artificial del dinero establece con los negocios honrados es
    la causa de que la gente no encuentre ni pueda generar
    empleo.

  • La institución usurera de hoy es el
    banco.

  • Los bancos obtienen beneficios del alquiler de
    dinero a pesar de no haber nada en el dinero como lo hay en
    un coche o en una casa que lo haga alquilable.

2.- EL ESTABLECIMIENTO DE SALARIO
MINIMO EMPEORA EL DESEMPLEO.

Toda la gente que preferiría emplearse aunque
fuera a cambio de un pequeño salario antes que no hacer
nada, o antes que dirigir un negocio propio (en el caso de un
mercado no usurero que lo permitiera), no pueden hacerlo. Sin la
imposición de salarios mínimos, muchos trabajos
menores, por el tiempo requerido o por la misma naturaleza del
trabajo, podrían ser creados. Tales empleos han satisfecho
tradicionalmente una demanda natural entre quienes, por
impedimentos físicos o por no disponer del tiempo
necesario, no pueden o no quieren desarrollar otras actividades
más complejas, o crear su propio empleo.

Los sindicatos, edificados sobre un pensamiento
económico y dialéctico, sólo pueden servir
para seguir perpetuando y manteniendo la opresión de sus
supuestos enemigos. Por eso, no es extraño encontrarse a
sindicalistas que trabajan en un banco, administrando usura a
otros trabajadores. El pensamiento económico se fundamenta
en una visión del hombre que lo reduce a un mero objeto
económico o funcional, en lugar de considerar al hombre
como un ser libre.

D.- La eliminación de todo
tipo de monopolio.

Implica la eliminación de todos los derechos
exclusivos para la producción o venta de un determinado
bien, ya sea a través de privilegios del estado, o bien
por un acaparamiento de hecho del mercado. Esto significa la
liberación de la producción de artículos con
un claro beneficio para todos, productores y
consumidores.

El más importante monopolista moderno es el mismo
estado. En el nombre del pueblo, los políticos se reservan
los derechos exclusivos de producción y venta de los
productos más vitales para el funcionamiento de la
sociedad, y con ello deciden por nosotros tan importantes
asuntos, al tiempo que establecen una compulsiva dependencia del
estado.

El más generalizado monopolio, es el derecho
exclusivo de patente y copia. La idea de una mercancía no
puede separarse de la misma mercancía, y por tanto se
transfiere con la venta de ésta. Ninguna idea es
suficientemente original como para decir que tiene un
propietario, ya que se ha de considerar las otras muchas ideas en
las que se basa y que el autor toma "prestadas". Este monopolio
relativamente reciente, que hoy se acepta como algo normal, fue
duramente criticado desde sus mismos orígenes.

LA EQUIDAD EN EL
CONTRATO COMERCIAL.

La condición que hace equitativo todo trato
comercial es la igualdad de valores de los bienes intercambiados.
Esta igualdad de valores consiste en que el valor de los bienes
entregados sea idéntico al valor de los bienes recibidos.
El trato equitativo se llama transacción y su contrario es
la usura, que se define como el trato desequitativo debido al
incremento entre el valor de los bienes entregados y el
contravalor de los bienes recibidos. El establecimiento de la
equidad en el trato implica que el marco en el que se realiza el
trato es un mercado libre (con las condiciones anteriormente
enumeradas) y además las siguientes
condiciones:

A.- El tratamiento de cada
mercancía de acuerdo a su naturaleza.

Implica: Las mercancías de consumo (o fungibles)
como una manzana, materias primas, oro, plata, etc., se pueden
vender pero no son alquilables; y las mercancías de uso (o
no fungibles) como un coche, una casa, un caballo, un terreno,
etc., se pueden vender y también alquilar.

El correcto tratamiento de las mercancías impide
la más dañina de la prácticas
usureras:

  • El alquiler de moneda.

  • Las monedas son mercancías de consumo, es
    decir, que su utilización implica su consumo
    total.

  • La utilidad de la moneda es la de servir de medio de
    cambio, pero al hacer uso de esta utilidad la
    mercancía se consume totalmente.

El efecto que produce el alquiler del dinero en el
mercado supera el ámbito del propio trato entre las dos
partes. Se multiplica gracias a que siempre hay personas
necesitadas de dinero, o políticos deseosos de gastar en
"necesidades sociales" por encima de lo que se auto asignaron en
los impuestos. El alquiler del dinero altera la naturaleza de la
moneda, que deja de ser una mercancía de consumo o no
alquilable y se convierte en una mercancía artificialmente
productiva. Esta productividad artificial de la moneda genera
varios efectos dese equilibradores en el mercado, que lo
transforman en un sistema usurero:

1.- EL ALQUILER DEL DINERO ES LA
UNICA CAUSA DEL DESEMPLEO.

Hay muy pocos negocios con alta rentabilidad, pero hay
muchos más con una rentabilidad baja. Por tanto, cuanto
mayor es la rentabilidad menor será el número de
negocios posibles; y cuanto menor es la rentabilidad, mayor
será el número de negocios posibles con tal
rentabilidad. Si sobre la línea que representa esta
función, trazamos una línea horizontal que
represente la rentabilidad o el interés del alquiler del
dinero que ofrecen los bancos, dividimos el área que
nuestra función original forma con las abscisas en dos
semi-áreas. La semi-área inferior representa los
negocios competitivamente inviables, ya que normalmente un
empresario no invertirá en un negocio cuya rentabilidad no
supere a la que le ofrece el banco sin riesgo.

La implantación del alquiler del dinero por los
bancos convierte a los bancos en los principales inhibidores del
empleo. Pero, ¿cómo consiguen los bancos mantener
una demanda casi ilimitada en el alquiler de dinero? Los
banqueros se benefician volviendo a prestar el dinero a un
interés, la mayoría de las veces más alto
del que pagan a los que depositan su dinero (a plazo), pero lo
que hace que su "negocio" sea algo extraordinario, es su
privilegio exclusivo de poder prestar una cantidad de dinero
superior incluso hasta 50 veces a la que tienen en
líquido. Es decir, el privilegio de poder prestar
más dinero del que en realidad tienen.

2.- EL ALQUILER DEL DINERO PRODUCE
GIGANTISMO EMPRESARIAL Y TECNOLOGICO.

EL GIGANTISMO
EMPRESARIAL.

Sólo los negocios que superen la barrera del tipo
de interés son los que consiguen sobrevivir, favorecidos
además, por la desaparición de la agresiva
competencia de los pequeños negocios (negocios con una
rentabilidad inferior al precio de alquiler del dinero). No son
los macro negocios los que estrangulan al pequeño
empresario, sino la usura. El pequeño negocio ya
existente, que ve subir el precio del alquiler de dinero por
encima de su propia rentabilidad, se ve estimulado a
autoliquidarse y refugiarse en el banco como ya habrán
hecho muchos de sus colegas. Presionado además por una ola
de creciente oligopolización, cada vez más acusada,
de las habituales vías de producción,
distribución y consumo, termina optando por la
liquidación de su negocio.

La mayoría de los pequeños comerciantes se
ven obligados a transformar su negocio en otro que supere la
barrera del interés o a venderlo a alguien dispuesto a
transformarlo. En ambos casos el resultado es el mismo: La
desaparición de los pequeños negocios y la
única supervivencia de los grandes.

EL GIGANTISMO
TECNOLÓGICO.

A menudo se habla del progreso sin reconocer que
representa una posibilidad y no una vía única. En
toda idea de progreso hay implícita una dirección
que caracteriza una elección y selección previa de
tecnologías y técnicas. Y esta selección y
elección están relacionadas con la naturaleza del
mercado. La usura produce una selección innatural del
progreso tecnológico que lo conduce hacia la
producción de una tecnología gigante capaz de
ofrecer un rendimiento a las inversiones por encima de la barrera
del interés. Esto es favorecido además, por la
destrucción competitiva de las pequeñas
tecnologías, que tienden a desaparecer o que ni siquiera
llegan a aparecer.

En definitiva, la abolición de la usura
supondría dar una nueva dirección al progreso
tecnológico, más acorde a las necesidades de la
gente. En la medida en que crezca la iniciativa espontánea
de la gente, los productos de su trabajo serán más
adecuados y más próximos a sus necesidades, que hoy
se deciden a través de los departamentos de marketing y
los métodos de exploración de mercado de las
grandes industrias.

3.- EL ALQUILER DEL DINERO PRODUCE
EL MASIVO Y CRECIENTE ENDEUDAMIENTO.

Partes: 1, 2

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