Monografias.com > Filosofía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La actitud natural y la actitud filosófica




Enviado por Luis Ángel Rios




    La actitud natural y la actitud filosófica –
    Monografias.com

    La actitud natural y la actitud
    filosófica

    En el presente ensayo me propongo reflexionar sobre la
    actitud natural o prefilosófica y la actitud reflexiva o
    filosófica, destacando la importancia de superar la
    primera por la segunda, con el propósito de aprender
    desarrollar el espíritu crítico, a pensar por
    sí mismo, a aprender a filosofar, para distinguir entre
    aparente y lo real.

    Hay dos maneras de saber cómo es el mundo:
    mediante la observación de nuestros sentidos (actitud
    natural o prefilosófica) y a través de la
    razón (actitud reflexiva o filosófica). La actitud
    natural nos dice: el mundo es tal y como lo vemos, mientras que
    la actitud filosófica nos dice el mundo no es como parece
    ser. El individuo que tiene una conciencia o actitud natural
    (ingenua, objetivista y dogmática) no pregunta ni se
    pregunta. Perdido en su mundo cotidiano, concibe el mundo como
    existiendo, sin atreverse a cuestionar, sin problematizar la
    realidad. Como sólo se interesa por el mundo de los
    objetos, termina alejándose de sí mismo, con la
    concomitante alienación que lo convierte en un objeto
    dentro de los objetos. La actitud natural del individuo es tan
    ingenua y espontánea que éste asume la postura de
    suponer que lo que existe son las cosas que encuentra en su
    entorno, y que es capaz de percibirlas y obtener una idea de lo
    que son éstas. La aparente realidad y la existencia de las
    cosas en el mundo, en el mundo de la experiencia externa al
    pensamiento, no es problemática para la actitud ingenua y
    espontánea. Él vive sólo en el plano del
    saber meramente aparencial, "que se queda en el parecer de la
    opinión y responde al puro aparecer de las
    cosas"[1], desconociendo que hay otro plano del
    saber, que es auténticamente real y responde a lo que son
    las cosas en realidad. "El filosofar implica una gran necesidad
    de estar en la realidad y una gran necesidad de saber cómo
    es esa realidad, más allá de sus apariencias
    puramente empíricas. Quien no tiene esas dos condiciones,
    no es apto para filosofar. Hace falta también un talento
    especial: muchos de los ataques a la filosofía nacen de la
    contradicción entre quienes necesitan algo así como
    filosofar y, sin embargo, son incapaces de hacerlo, pues no
    pueden dominar sus requisitos técnicos. La
    filosofía no les dice nada, sobre todo en sus apartados
    más técnicos, no porque la filosofía no diga
    nada, sino porque ellos son incapaces de escucharla. Por eso
    acuden, en el mejor de los casos, a aspectos filosóficos
    que están más de moda o que son más
    asequibles para el público"[2].

    En la actitud natural la relación sujeto y objeto
    no es problemática, el ser de las cosas no resulta
    problemático; se acepta sin cuestionamiento, y esto
    permite que los objetos predominen sobre el sujeto, que,
    moviéndose en la tendencia objetivista, se olvida de
    sí mismo. El sujeto se resigna pasivamente a aceptar
    tradiciones, costumbres, convenciones, supuestos, creencias y
    supersticiones, porque así lo han querido los
    demás, porque eso han hecho sus antecesores. En esta
    actitud el individuo se pierde en lo cotidiano, en lo dado, en lo
    instalado, en la inautenticidad y se aliena profundamente. "Se
    considera incontrovertible que lo auténtico, lo que
    confiere al hombre identidad personal, mismidad e interioridad y
    lo redime de la alienación es obrar con apertura, de modo
    espontáneo y autónomo, ateniéndose a
    criterios propios, elaborados en la propia intimidad frente a
    toda proposición o imposición que venga de fuera
    por vía de encauzamiento normativo, o de
    vinculación a formas heredadas de la tradición,
    vista como algo distante, externo y extraño al hombre
    actual"[3].

    En la actitud natural o prefilosófica el hombre
    carece de la dimensión en que es posible el preguntar
    filosófico, el preguntar por el ser de las apariencias.
    "Esta actitud está sustentada por una fe ingenua en la
    existencia del mundo, la que nunca se quebranta en el existir
    cotidiano… El hombre, empero, vive primariamente en la
    actitud natural, en la cual se deja guiar por opiniones recibidas
    desde afuera sobre lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo
    útil y lo inútil. Aquí el sujeto es
    enteramente pasivo; no hace más que tomar ciegamente lo
    que se le ofrece como válido. Por esto carece de claridad
    sobre los motivos de su obrar, pues no lo inquietan. El hombre de
    la actitud natural vive, por decirlo así, en la
    irreflexión… En ésta existe el hombre seguro
    del mundo circundante, guiado ciegamente por la fe, impasible
    frente a los enigmas que lo rodean… En la actitud natural
    prefilosófica el hombre está en relación con
    las cosas mediante la experiencia natural, percibiéndolas,
    deseándolas, modificándolas, valorándolas,
    imaginándoselas, etc. Lo experimentado en esta experiencia
    son las cosas y el mundo circundante… En ella vive el
    hombre dirigido hacia las cosas de su contorno y las toma como
    aparecen. Sus cambios constantes, los errores y las ilusiones en
    el comercio con ellas lo tienen sin cuidado. Es prisionero de un
    mundo de apariencias, en el cual está instalado
    cómodamente sin preocuparse nunca por hacer un esfuerzo de
    liberación, es decir, sin tomar en sí la dura faena
    del preguntar filosófico por las apariencias, el cual lo
    sacaría de su papel de espectador de un espectáculo
    fantasmagórico… En la actitud natural el yo
    está olvidado. Las cosas son lo real, lo existente. La
    actitud natural es precisamente una fe ciega en la realidad de
    las cosas… La actitud natural se caracteriza por la
    ingenuidad. En ella estamos en relación con las cosas
    representando, juzgando, queriendo y sintiendo, y lo
    representado, juzgado, querido o sentido se pone ingenuamente
    como existiendo. Pero esta ingenuidad entra en crisis cuando se
    constata que continuamente somos víctimas de
    engaños, ilusiones, alucinaciones, en fin, que el mundo de
    la actitud natural está en un flujo
    incesante"[4]. En este tipo de actitud el
    individuo es dado a la creencia ilusoria en la existencia de las
    cosas, viviendo en una especie de fe ontológica, confiando
    en el mundo como el fundamento de lo existente. En la actitud
    natural lo que se da como verdadero no es más que mera
    ilusión, apariencia. En esta actitud poseemos
    sabiduría convencional. "Todos tenemos una gran
    provisión de información que "todo el mundo sabe" y
    que aplicamos a nuevas situaciones y problemas.
    Desafortunadamente, el hecho de que todo el mundo lo sepa no lo
    hace correcto. La sabiduría convencional es muchas veces
    demasiado convencional: normalmente refleja la forma más
    simple de ver las cosas. A veces podemos tener que salir de las
    convenciones para encontrar nuevas
    soluciones"[5].

    La actitud natural no suscita en el hombre inquietudes,
    problemas, cuestionamientos, crítica ni disensos, y carece
    de claridad conceptual; se puede decir que no es un ser
    "problemático". En aras de esa "claridad conceptual", es
    necesario aclarar conceptos. Las personas que viven en la actitud
    natural entienden que un individuo problemático es un ser
    conflictivo. Una cosa es un problema y otra bien distinta un
    conflicto; por tanto, problemático no es igual a
    conflictivo. ¿Qué quiere decir
    "problemático"? Para las siguientes definiciones
    acudiré al Diccionario de la Real Academia
    Española.
    En su primera acepción es un
    adjetivo, y significa "que presenta dificultades o que
    causa problemas". En su segunda definición es un
    "conjunto de problemas pertenecientes a una ciencia o
    actividad determinadas
    ". Un problema es una
    "cuestión que se trata de aclarar". Conflicto, de
    donde proviene conflictivo, es un término
    multívoco, polisémico. Desde la perspectiva
    gramatical es: "Combate, lucha, pelea. Enfrentamiento armado.
    Apuro, situación desgraciada y de difícil
    salida
    ". En el ámbito sicológico significa:
    "Coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo,
    capaces de generar angustia y trastornos neuróticos
    ".
    Como se aprecia, "conflicto" no es sinónimo de "problema".
    Ahora, ¿qué es "conflictivo"? "Que origina
    conflicto. Perteneciente o relativo al conflicto. Dicho de un
    tiempo, de una situación, de una circunstancia, etc.: En
    que hay conflicto
    ". ¿Conclusión?
    "Problemático" no es igual a "conflictivo".
    ¡Ojalá todas las personas fueran
    problemáticas, mas no conflictivas! El hombre
    problemático cuestiona, interroga, refuta, analiza,
    discute, disiente, pregunta, valora, emite juicios fundados,
    acude al diálogo argumentado y consensuado, busca la
    verdad y tiene claridad conceptual.

    El individuo que deambula perdido en el confuso y
    aparente universo de la actitud natural acepta que lo que percibe
    coincide con la realidad, como una verdad incuestionable. Por
    ejemplo, cuando escucha la frase: "El cielo es azul", da
    por sentado que esa es una verdad, porque así lo percibe
    con el sentido de la vista y lo procesa en su entendimiento. Pero
    ¿es "verdad" o cierto que "El cielo es azul"? En
    apariencia, sí. ¡Cuidado! Las cosas no son lo que
    parecen ni parecen lo que son. Analicemos esta frase. Está
    compuesta de un artículo o determinante ("el"),
    un sustantivo ("cielo"), una cópula ("es, que
    también es un verbo en tercera persona) y un adjetivo
    ("azul"). Gramaticalmente, "Cielo" es un
    sustantivo común, concreto, individual, contable y simple,
    que se define como: "Esfera aparente azul y diáfana
    que rodea la Tierra
    ". Según su forma gramatical, es
    un sustantivo de género masculino y número
    singular. En su forma léxica es un sustantivo
    homógrafo. El adjetivo "azul" quiere decir:
    "Del color del cielo sin nubes. Es el quinto color del
    espectro solar
    ". Sintácticamente, es una
    oración simple, bimembre, enunciativa, copulativa y
    atributiva. "El cielo" es el sujeto gramatical, y
    "es azul" es el predicado nominal. "Cielo" es
    el núcleo del sujeto, y "azul" es el
    núcleo del predicado.

    La expresión, oración o frase "El
    cielo es azul"
    es un juicio. ¿Qué es un
    juicio? Gramaticalmente, juicio (que es una palabra
    multívoca, polisémica) es una
    "proposición, opinión, parecer o
    dictamen
    ". Desde el punto de vista lógico, es un acto
    del pensamiento que afirma o niega algo de algo.
    Ontológicamente, es un juicio de hecho, por cuanto anuncia
    el ser; lógicamente, es un juicio apodíctico,
    debido a que no admite contradicción. "Juicio
    apodíctico es aquél en el cual la cópula
    expresa la unión necesaria, la relación
    única, sin alternativa ninguna, que cabe entre los
    términos"[6]. "El cielo es azul"
    es un juicio tautológico, toda vez que el predicado
    ("es azul") es una parte necesaria del sujeto ("el
    cielo
    "). Tautológico procede de tautología,
    que es "repetición de un mismo pensamiento expresado de
    distintas maneras". Es tautológico porque en el concepto
    de "cielo" está implícito el predicado "es azul",
    si nos atenemos a la definición: "Esfera aparente
    azul…".

    Ahora, la frase "El cielo es azul",
    ¿será verdadera o falsa? Lógicamente,
    sería una verdad, porque, aparentemente, el pensamiento
    concuerda con la cosa. Como se sabe, la verdad lógica
    implica la correspondencia entre aquello que uno piensa y aquello
    que uno dice. La verdad lógica está en el
    pensamiento, el yo, el intelecto, la inteligencia, el
    entendimiento, discurso, el lenguaje o la idea, y no en el ser,
    la cosa, la realidad, el fenómeno o el objeto. La verdad
    lógica se da a nivel del juicio. Pero si nos sumergimos en
    la profundidad, esta aparente verdad estaría en duda.
    ¿Por qué? Porque la definición de cielo
    afirma que es una "esfera aparente azul". Pero,
    ¿el cielo es una esfera? La esfera (otro término
    multívoco, polisémico, se define, desde la
    perspectiva geométrica (que es lo que aquí nos
    interesa), como un "sólido terminado por una
    superficie curva cuyos puntos equidistan todos de otro interior
    llamado centro
    " o como la "superficie de este
    sólido
    ". El cielo no es, tal como aparece a nuestros
    sentidos y a nuestro entendimiento, ni un
    "sólido" ni una "superficie". Entonces,
    en realidad, ¿qué es o qué sería?
    Aquí es donde la frase "El cielo es azul" se
    torna problemática. El "cielo" es un concepto más
    de la irracionalidad religiosa que de la racionalidad
    física. En términos religiosos, el cielo
    sería "la morada y el trono de Dios, de sus
    ángeles y bien aventurados
    "[7]. Dios,
    ángeles y bienaventurados, ¿no son, acaso, entes
    metafísicos? Si son seres o entes metafísicos, no
    pueden ser entes o seres físicos, porque se estaría
    violando el principio de identidad, que dice que una cosa no
    puede ser y no ser al mismo tiempo. En consecuencia, el "cielo",
    como "objeto" o "cosa" subjetiva, es posible; pero como "objeto"
    o "cosa" objetiva, no lo sería, a juzgar por lo que se
    acaba de analizar. ¿Acaso no ha dicho la ciencia que eso
    que las convenciones llaman "bóveda celeste" no es
    más que el espacio exterior a la tierra, el espacio
    sideral…? Y la frase "El cielo es azul" se torna
    aún más problemática si tenemos en cuenta
    que los colores no existen; y al no existir éstos, el
    color "azul" no existiría.

    Los colores de las cosas dependen de la luz con que
    estén iluminadas y de la refracción y
    absorción de las diversas frecuencias de la luz. La luz
    del sol llega a nosotros en muchos "colores": violeta, azul,
    amarillo, verde, anaranjado, rojo, que corresponden a luces de
    diferentes longitudes de onda. Las luces violeta y azul tienen
    las longitudes de onda más cortas; la anaranjada y roja,
    las más largas. Lo que percibimos como "colores" es la
    manera en que nuestros ojos y nuestro cerebro leen estas
    longitudes de onda de la luz. Un vestido negro absorbe todas las
    frecuencias de la luz, mientras que una camisa roja absorbe todas
    las radiaciones, menos la roja que refleja.

    El color que damos a las cosas es consecuencia de una
    combinación de la luz o la vibración de un cuerpo;
    el contexto donde se encuentra y la interacción entre su
    propia luz y la luz de su entorno; y la sensibilidad de la retina
    del ojo que lo mira. El color es un efecto de la luz, y es sabido
    que no existe ningún color en la luz. Los colores son
    producto de nuestras convenciones. Nuestra visión de los
    colores es consecuencia de un efecto óptico, casi
    podríamos decir de una ilusión… "La primera
    cuestión a recordar es que el color realmente no existe…
    al menos no en sentido literal. Las manzanas y los coches de
    bomberos no son rojos, el cielo y el mar no son azules y ninguna
    persona es objetivamente "negra" o "blanca". Lo que existe es
    luz. La luz es lo real. Se puede medir, tener y contar (de cierta
    manera). Pero el color no es luz.

    El color es completamente fabricado por nuestro
    cerebro… Así que todos vemos el mundo de una forma
    distinta. De hecho, no tenemos otra opción, dado que
    nuestras experiencias son diferentes. Pero ninguno lo ve como es.
    En ese sentido, todos vivimos engañados: lo que cada uno
    de nosotros ve es un significado derivado de nuestras historias
    individuales y compartidas"[8]. Un experto en
    "colores", el pintor suizo Max Hunziger, señala que un
    cristal azul parece azul cuando la luz brilla a través de
    él, porque absorbe todos los otros colores y no los deja
    pasar. "Es decir, llamamos "azul" al cristal precisamente porque
    no retiene las ondas azules. No se le nombra por lo que posee,
    sino por lo que ofrece"[9]. Así las cosas,
    si el sustantivo "cielo" y el adjetivo "azul" están
    cuestionados, si se pone en duda su existencia real, ¿la
    frase "El cielo es azul" concuerda con el
    fenómeno que describe y afirma, o en otras palabras: el
    enunciado, la frase o el juicio coincide con la llamada
    "realidad"? Pero el problema se complica muchísimo
    más si tratamos de definir ¿qué es la
    "realidad"? Como se afirmó antes, ¿las cosas no son
    lo que parecen ni parecen lo que son?

    La actitud natural, ingenua, espontánea,
    acrítica, no es el terreno fértil para el
    filosofar, debido a que en ella no germinan la inquietud
    reflexiva, filosófica, que se encuentra
    problemática la relación del sujeto con el objeto,
    y se acepta la realidad sin objeción crítica. En
    esta actitud las cosas o la realidad son exactamente a como se
    perciben. "Si el sentido común nos indica que todo lo que
    nos rodea es real, la filosofía comienza en el momento en
    que vuelve posible cuestionar esa idea. Hacer filosofía
    implica una actitud desconfianza frente a lo obvio. Y no hay nada
    más obvio lo que nos presenta como "real"… Aunque
    todo lo que nos rodea parezca que es lo que es, también es
    posible pensarlo de otro modo. Pensar las cosas, no en su
    referencia a la realidad, sino en relación con otras
    cosas: como una red de significados que se relacionan entre
    sí. Normalmente… no nos estamos cuestionando
    qué hay detrás de todo lo que nos rodea o
    qué es esto en lo que estamos metidos. Y quizás sea
    porque si llevásemos la pregunta por la realidad hasta su
    extremo, seguramente no nos sentiríamos muy
    cómodos… La realidad parece ser algo simple y poco
    problemática, sin embargo la filosofía considera
    que todo es cuestionable, o por lo menos que todo puede ser
    abordado desde diferentes perspectivas… Lo que se plantea,
    entonces, es si existe algo real en sí mismo o, bien, el
    hombre está limitado a acceder a las cosas siempre de modo
    parcial. Dicho de otro modo, lo que se plantea es que si, en el
    fondo, lo que el hombre hace no es más que interpretar lo
    real, situado siempre en una u otra perspectiva. Todo acceso a lo
    real, por ser un mero acceso, un camino posible, puede ser
    cuestionado; es un acceso, no es lo real, y si se trata de un
    acceso es porque puede haber otros, ¿por qué le
    daríamos más crédito a un punto de vista en
    vez de otro?"[10]. Las personas que se dejan
    llevar por la visión realista del sentido común dan
    por supuesto que los objetos físicos que captamos son tal
    y como los percibimos y que existen y existirán aunque
    nadie los perciba.

    Únicamente cuando el individuo es movido por el
    asombro, la curiosidad y la reflexión se interesa por la
    totalidad; porque, cuando ésta no lo mueve, podrá
    ser científico o cultivar otra actividad intelectual, pero
    nunca ser un pensador, ser un filósofo. "Por eso el
    filosofar se distingue desde su raíz de toda otra
    actividad intelectual, y si es verdad que la realidad exterior
    sirve de estímulo al asombro y curiosidad del hombre, a
    éste le es dable solamente dentro de sí, por la
    meditación reflexiva, hallar la solución de los
    problemas universales que se ha
    planteado…"[11].

    Solamente cuando se pasa de la actitud natural a la
    actitud crítica y reflexiva, el sujeto percibe el mundo
    como problema, fuente de múltiples interrogantes profundos
    que demandan respuestas para la comprensión del mundo
    problemático. La claridad radica en lo profundo. "En la
    actitud natural el hombre está en relación con las
    cosas, en tal forma que se encuentra perdido entre ellas. La
    superación de este estado mediante la actitud
    filosófica se logra en la trascendencia. En ella se
    trascienden las cosas y el hombre mismo como una cosa entre
    cosas"[12]. En la actitud reflexiva se detiene la
    marcha ingenua y espontánea del pensamiento para lanzarse
    sobre las cosas, captarlas, definirlas y volver el pensamiento
    sobre el sujeto mismo. De esta manera el mundo de las cosas, la
    realidad exterior, se torna problemática, es decir,
    filosófica. "El hombre aspira a saber y no se da por
    satisfecho con el saber natural, sino que se siente acosado por
    preguntas que lo impulsan hacia un saber fundado y del cual pueda
    hacerse responsable"[13]. En la conciencia natural
    el sujeto no es consciente de sus actos y, conforme a su
    voluntad, movilizada por la libertad, elige quedarse allí
    enajenado, o pasar al camino filosófico, a través
    de la reflexión. Es imperativo, por tanto, el filosofar
    como una manera de superar la actitud natural del individuo. El
    punto de partida no es la actitud cotidiana natural, la
    cotidianidad natural, "sino la existencia humana colocada en la
    situación histórica del hombre griego embarcado en
    la aventura filosófica"[14].

    La actitud reflexiva, crítica, filosófica,
    surge de la admiración; se opone a la actitud natural o
    espontánea en que esta no se cuestiona la vida y la
    desarrolla respondiendo tan solo a la urgencia de supervivencia;
    se opone a la actitud dogmática, aquella que admite
    ciertas verdades como principios inamovibles y no sujetos a
    discusión; rechaza el sometimiento y el fanatismo; invita
    a utilizar como guía la propia razón, para ser
    ciudadanos libres y autónomos. "Es "vivir despierto", "en
    alerta", "aguijoneado", no habituado al mundo, sino en un
    constante inconformismo. Plantea interrogantes radicales y
    últimos. Radicales, pues están en la raíz de
    la realidad y de la existencia humana; últimos, pues
    más allá no se puede preguntar. Busca el sentido de
    la existencia y desborda lo pragmático (es desinteresada).
    Es un modo de "humanizarse", porque con ella realizamos lo que
    nos vuelve más radicalmente humanos: pensar, desvelar la
    verdad, descubrirla. Se expresa adecuadamente en el
    "audesapere", una invitación para utilizar la
    razón para huir de la ignorancia (minoría de edad)
    y tomar como guía el uso de la propia razón, para
    ser libre y evitar el sometimiento y los
    dogmatismos"[15]. Un sujeto abandona su actitud
    natural cuando se atreve a pensar. La actitud reflexiva se pone
    en movimiento cuando el individuo expresa su afán de saber
    y comprender, de pensar las cosas en su conjunto, desde la
    totalidad. Ese deseo de saber y comprender lo instan a la
    aprehensión de la realidad como un todo y a considerar las
    cosas desde un modo de reflexión totalitario y universal:
    "todo lo cual no puede explicarse sino en virtud de las causas
    primeras dentro del orden natural[16]

    El filosofar se desenvuelve en la actitud reflexiva,
    especulativa, problemática, crítica,
    filosófica. En ella es posible la disposición
    problemática, la disposición teorética y la
    voluntad de abstracción, que son las actividades
    necesarias para filosofar. En la actitud problemática, el
    individuo problematiza todo aquello que despierta su asombro y su
    curiosidad; "la conciencia problemática se pone en marcha
    ante su extrañeza, ante el contraste entre lo conocido y
    lo desconocido"[17]. Surge la pregunta del
    cómo y del por qué. En la actividad
    teorética, el hombre "se propone responder a sus preguntas
    iniciales, para lo cual contempla el desfile de sus datos
    (teoría), y se traza un camino (método), a fin de
    organizar dichos datos y dar satisfacción a su afán
    de saber total[18]Así, esta actividad o
    disposición teorética sistematiza las ideas a
    través de la contemplación y organización de
    esos datos. Cuando la mente pensante examina las cosas asume una
    actitud crítica, y cuando los sistematiza se da la
    actividad especulativa. La filosofía es un saber de
    fundamentación, hecha del pensar de toda la humanidad
    sobre sus mayores y más acuciantes preguntas, y de las
    respuestas que los mayores pensadores intentaron encontrar. "De
    ahí surge, en el contenido mismo y en el código de
    la filosofía, su paradójica vulnerabilidad y
    consistencia, su abstracción y su utilidad para el pensar
    y el ser en la vida"[19]. Mediante la voluntad de
    abstracción, el sujeto establece la unidad por medio de
    una visión sinóptica de los datos. "Pensar es salir
    del abismo central de la existencia, zona donde la objetividad
    desaparece en beneficio de una red donde los seres humanos
    aparecen como puntos que tensionan o distienden el entramado,
    haciendo el espacio polivalente, siendo posible ver al hombre y
    la cultura desde múltiples perspectivas, focos de
    centralización e irradiación en constante
    interjuego que, conservando su singularidad, no intentarán
    con violencia imponer a los otros su
    modelo"[20].

     

     

    Autor:

    Luis Angel Rios Perea

    2012

    [1] ANÓNIMO. Filosofía,
    ¿para qué? http://www.uca.edu.sv

    [2] Ibídem.

    [3] LOPEZ QUINTAS, Alfonso.
    Manipulación del hombre a través del lenguaje.
    http://www.riial.org.

    [4] CRUZ VÉLEZ, Danilo.
    Filosofía sin supuestos.Sudamericana, Buenos Aires,
    1970, págs. 30, 39, 71, 240, 253 y 284.

    [5] RABINOWITZ, Phil.Pensar
    críticamente. Caja de herramientas.
    http://ctb.ku.edu/es.

    [6] DICCIONARIO ENCICLOPEDICO
    HIPANO-AMERICANO. Montaner y Simón Editores, Barcelona,
    1887.http://www.filosofia.org

    [7] DICCIONARIO DE LAS RELIOGIONES. Alianza
    ediciones del Prado, Madrid, 1994.

    [8] BBC mundo. Los colores no existen.
    http://www.bbc.co.uk.

    [9] Citado por ROMM, Erich. En ser y tener.
    www.ucm.es

    [10] SZTAJNSZRAJBER, Darío. La
    filosofía.
    www.xn--pens-8na.com/2012/05/mentira-la-verdad.html

    [11] GARCIA TUDURI, Mercedes y Rosaura.
    Introducción a la filosofía. Minerva brooks, La
    Habana, 1973, p. 16.

    [12] CRUZ VÉLEZ, Danilo. Ob. Cit. P.
    251.

    [13] Ibídem. P. 77

    [14] Ibídem. P. 30.

    [15]
    http://www.hhcarmelitas.com/temas/filo1bach/2filosofiaactitiudcritica.
    La filosofía, actitud crítica.

    [16] GARCIA TUDURI, Mercedes y Rosaura. Ob.
    Cit. P. 32

    [17] Ibídem. P. 20.

    [18] Ibídem.

    [19] CIPRIAN PAJUELO, Alfonso.
    Didáctica de la filosofía. Revista digital
    Ciencia y Pedagogía No. 46.
    http://www.enfoqueseducativos.es

    [20] RESTREPO RAMIREZ, Luis Carlos. La trampa
    de la razón. Arango editores, Bogotá, 1995, p.
    126.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter