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El amor de transferencia y el poder de su cura



  1. El
    concepto vulgar de la transferencia
  2. Transferencia y
    sugestión.
  3. La
    transferencia, desde la tópica
    Freudiana
  4. Neurosis de transferencia
  5. La
    transferencia y el "sujeto supuesto al
    saber"
  6. La
    transferencia y el poder de su cura en la labor
    analítica
  7. El
    amor de transferencia

conduce"

Jacques
Lacan

La dirección de la cura
y los principios de su poder

El concepto vulgar de la
transferencia

Es muy normal escuchar o decir a cualquier
persona la palabra "transferencia", de hecho, se usa para
distintas situaciones, puede ser generalizando su uso o para
señalar algo en específico. Esto es debido a que
esta palabra tiene varias acepciones, según la Real
Academia Española, mencionaremos las más
usuales:

1.- Acción y efecto de
transferir

2.- Operación por la que se
transfiere o se proyecta un sentimiento hacia otra
persona.

3.- Evocación de toda
relación humana, y con más intensidad en la
psicoterapia, de los afectos y emociones desde la
infancia.

4.- En psicoanálisis, son las ideas
o sentimientos derivados de una situación anterior, que el
paciente proyecta sobre el analista durante el tratamiento, que
es parte esencial.

Y podría agregar una
definición más que, posiblemente se acerque al
objetivo de nuestro trabajo: la transferencia es la
repetición en lo actual, con el analista de las
experiencias sexuales infantiles vividas en el pasado.

Como se puede observar todas estas
acepciones de la palabra transferencia, tienen algo de verdad. Y
siempre se encuentran en nuestro vocabulario, ya sea en personas
comunes o hasta en los más altos niveles intelectuales.
Sin embargo, para el propósito que nos atrae en este
trabajo, pareciera que todas estas definiciones no nos satisfacen
completamente nuestras expectativas.

Pero, ¿qué pasaría, si
nos pudiéramos acercar aún más a una
definición exacta de transferencia? A simple vista, puede
ser que las últimas dos definiciones sobre transferencia
cubren satisfactoriamente nuestras necesidades como analistas
para poder entender que es lo que está sucediendo en la
mente de nuestro analizado, en relación con nosotros y el
set analítico. Empero, creo que no es suficiente y que
requiere de un desarrollo más extenso para precisar su
definición y explicarnos mejor sus efectos en el proceso
analítico.

Transferencia y
sugestión.

Otro aspecto importante que es necesario
aclarar, es que, también, se llega a confundir
frecuentemente estos dos conceptos: la transferencia y la
sugestión.

Cuando el aspirante al análisis
establece el primer contacto con el analista, empieza a surgir
una ligazón simbólica, que es provocada por las
expectativas que tiene el analizado, en relación a todo lo
que le rodea al analista, a su vez, cuando ya establece ese
contacto, debido a la forma en que el analista enuncia sus
primeras palabras en las entrevistas y posteriormente al encuadre
del proceso analítico, crean en el paciente un halo de
buena disposición a participar en las condiciones que la
misma situación terapéutica exige; asistir a cada
semana a las sesiones y someterse a la regla fundamental de la
asociación libre de ideas.

Hasta este momento del proceso
analítico, se juegan muchas cosas entre
analista-analizado; "El cuadro transferencial" que no es lo mismo
que la transferencia, es más bien, un estado de
sugestión, que se ve favorecido por todas las
circunstancia que rodean al analista.

Es muy común escuchar a nuestros
analizados, que al cabo de algunos meses el paciente nos
comunique lo siguiente: "! Los síntomas que tenía
desaparecieron y ya no tengo nada ¡.Incluso estos pacientes
al ver la mejoría dejan de asistir a las sesiones a causa
de la desaparición de los síntomas. Y este
fenómeno es muy probablemente que se deba a los efectos de
la sugestión. Que no tienen nada que ver con la
transferencia, pero que, para el lego en psicoanálisis es
muy fácil confundir, atribuyéndole efectos
curativos a esta fase de la sugestión, cuando en la
realidad lo que está sucediendo es encubrir los
síntomas y no su desaparición.

La transferencia, desde
la tópica Freudiana

En el ensayo de Freud, de la Dinámica de la
transferencia en 1912, nos dice que, "las disposiciones
congénitas y las influencias experimentadas por los
sujetos en los años infantiles determinan en cada
individuo, la modalidad especial de su vida erótica,
fijando los fines de la misma, las condiciones que la persona
habrá de exigir en ella y los impulsos que en ella
habrá de satisfacer. Una parte de su vida erótica
ha realizado una evolución psíquica completa,
mientras que la otra parte, esas tendencias libidinosas quedando
detenidas en su desarrollo por la prohibición de la parte
consciente de su personalidad y de la realidad y solo se ha
podido expresarse por medio de la fantasía y ha quedado
precipitada en la esfera de lo inconsciente, ignorada por la
personalidad consciente del sujeto. Cuando estas tendencias
libidinosas no son satisfechas, buscarán nuevas personas
que se presenten en su camino".

Hasta aquí, todavía nos
parece difícil de precisar que es la transferencia,
según el psicoanálisis, y nos habla de esa parte de
la psique que guarda una vida erótica reprimida por la
realidad, expresándose en fantasías y actos
inconscientes. Pero, seguramente surgirá una pregunta.
¿Y que son esos recuerdos eróticos que buscan
nuevos objetos para satisfacerse? ¿Serán los mismos
recuerdos desde la infancia, que se repiten en la vida adulta? O
¿Serán diferentes?

De bote pronto, parece indicar que todo lo
que se conoce por transferencia, se adecua a todo lo que se ha
desarrollado anteriormente. En parte es cierto, pero no es todo
lo que conocemos como transferencia. Y Creo oportuno desarrollar
más el concepto para su mejor
comprensión.

Neurosis de
transferencia

Si agregáramos el concepto de
neurosis de transferencia, al de transferencia, podría
ayudarnos a ser más precisos en su definición y a
entender mejor este fenómeno dentro del proceso
analítico.

Podríamos empezar a decir que, la
neurosis de transferencia es un producto psíquico,
mórbido, espontaneo y fundamentalmente inconsciente.
Así como en la definición de la transferencia
también encontramos el elemento en común, el
inconsciente, es decir, el sujeto hace las cosas sin darse
cuenta, pero también Freud agrega una palabra más,
que nos permite explicar mejor este fenómeno. La neurosis
de transferencia es una neoformación, como si fuera un
tejido canceroso, como un tejido viviente. Esos son las palabras
que usó Freud: "tejido viviente".

Voy a tratar de explicar que es lo que
Freud quiso decir con "tejido viviente", "una creación
nueva". Todos sabemos que el cáncer, por ejemplo, son
células que se reproducen de manera insidiosa y
descontrolada, así la transferencia también, es
como el cáncer, es un tejido viviente y crea nuevas
células, es decir, no es la misma. Por lo que el concepto
de transferencia, toma así otro giro muy distinto al que
se había planteado desde el principio de este trabajo. Y
por lo tanto la definición de transferencia se nos empieza
a volver más precisa y explicable.

Voy a tratar de ser más claro. Freud
también nos dice que la transferencia es una estructura
inconsciente y espontanea: Inconsciente por que el sujeto no
percibe o no se da cuenta de sus acciones y espontanea por que
puede surgir en cualquier momento o en cualquier situación
cotidiana, pero, específicamente, es más proclive
durante el proceso terapéutico.

Si recapitulamos todo lo anterior, tenemos
que, la transferencia o la neurosis de transferencia mejor dicha,
es la actualización en el presente con el analista, de
antiguos deseos eróticos, o en otras palabras. La neurosis
de transferencia es uno de los posibles destinos de la
pulsión (sublimación y represión).
Aquí ya estamos agregando el término
pulsión. Y es que no podría ser de otra forma, que
es lo que el paciente transfiere hacia la situación
analítica, pulsiones, o sea antiguos deseo eróticos
infantiles, pero, estos deseos o pulsiones nunca van a ser los
mismos que se experimentaron desde la niñez, hasta la edad
adulta, cambian. Recuerden lo que Freud había dicho sobre
la neurosis de transferencia, es una neoformación, esto se
entiende que los impulsos siempre van a ser diferentes, aunque
con la misma connotación sexual.

Se podría decir que la
pulsión en la neurosis de transferencia va hacia la
persona del analista, gira alrededor de él y vuelve al
punto de partida. La transferencia se entiende como un corte
pulsional particular en la vida del analizado. Nunca va a ser las
mismas pulsiones que se vivieron de niño a las pulsiones
de adulto. Cambia su significación.

Resumiendo todo lo anterior, ahora si
podemos dar una definición, diría yo, más
operacional de la transferencia, basándonos en lo que
Freud decía acerca de la transferencia, es la
repetición en el presente de las experiencias pulsionales
vividas en el pasado.

La transferencia y el
"sujeto supuesto al saber"

En los textos de Freud sobre la
transferencia dice: "En tanto la neurosis de transferencia se
instaura en el comienzo de una fase de tratamiento, ocurre un
fenómeno particular, muchas veces los síntomas por
los cuales el paciente está allí, desaparecen". Y
si hay algunos síntomas que permanecen, esos
síntomas van a connotar, a vehiculizar, una nueva
significación que Freud llama "una significación
transferencial". Además de este efecto, Freud nos dice
que, no solo los síntomas antiguos desaparecen, sino que
van a aparecer nuevos síntomas., producto de la
relación analítica.

Que es la significación
transferencial? Es como un mensaje al analista a través de
nuevos o antiguos síntomas por parte del paciente. Es
decir el analista se convierte en el interlocutor de los
síntomas. Es en ese instante donde podemos descifrar lo
que el paciente nos dice con síntomas lo que no puede
decir con palabras.

Pero, para que se dé esta
"significación transferencial", es necesario que aparezcan
ciertas condiciones en el analista.: la inflexión de la
voz, como se conduce con el paciente en las primeras sesiones, el
set analítico y las expectativas que guarda el paciente
hacia la persona del terapeuta. En otras palabras, la manera en
como el analista encarna la figura imaginaria, es decir el falo,
para decirlo con toda sus palabras.

Para que los síntomas se conviertan
en mensajes dirigidos hacía el analista, este debe de
ocupar el lugar del deseo del analizado, es decir, la
expresión imaginaria del deseo de la pulsión, donde
la pulsión nunca puede ser satisfecha, no existe objeto
que satisfaga la pulsión. Si el analista logra ocupar ese
lugar de objeto imaginario de la pulsión, es decir el
falo, este logra ocupar el lugar del Otro, en donde el analizado
va a dirigir todas sus demandas, dicho de otra manera, los
síntomas se transforman en demandas hacia el analista,
porque este, ocupa el lugar del deseo del analista.

¿Y qué es el deseo del
analista? Es el lugar del objeto recubierto por el manto de un
falo imaginario, esto es, el deseo del analista. Habría
que aclarar que el deseo del analista no es lo que quisiera ser
una analista, no, es más específicamente. un
esquema donde el analista se convierte en el objeto del deseo del
paciente, es en ese momento donde los síntomas del
paciente, cobran una nueva significación: El silencio, la
situación austera de del proceso analítico, la no
satisfacción de la demanda de amor del paciente por parte
del analista, constituyen condiciones necesaria para que el
analista se acerque cada vez más a ese objeto
insatisfactorio de la pulsión del paciente y de esta
manera haremos aparecer el Otro, el gran Otro; haremos surgir la
autoridad– utilizando la expresión lacaniana-
aparecerá inmediatamente la figura del "sujeto supuesto
saber".

Es muy interesante observar al analizado,
cuando aparecen reacciones transferenciales. En este momento de
algidez que no se da frecuentemente, sino que, en espacios breves
y fugases, cuando ya se han llevado varios años de
análisis, los comportamientos de los pacientes se asemejan
mucho a lo que son las alucinaciones. Las emociones
inconscientes, es decir las pulsiones buscan aparecerse o
recrearse en el presente alterando toda la secuencia
cronológica y presentándose sin una lógica o
coherencia.

Freud lo menciona claramente que, el
momento más alto de las reacciones transferenciales, se
parecen mucho a lo que sucede con los sueños.

¿Pero qué pasa cuando el
paciente experimenta el primer rechazo a su demanda de amor? El
yo del paciente se identifica ahora con el falo que le es
rehusado y se constituye como el falo, como el objeto del deseo
del Otro, es decir, al ser el falo del Otro por
identificación, este último pierde su autoridad y
se convierte en objeto deseante por el Otro, que es el
analista.

Quisiera ser más claro en este
aspecto y para reafirmar la idea de cómo se da las
reacciones transferenciales a nivel inconsciente,
podríamos decir que una vez que el paciente se ve
rechazado por segunda vez sus demandas de amor hacia el analista,
el paciente se identifica con el falo del analista. Él
demanda el falo, y al demandarlo y no recibirlo, y no obteniendo
más que un segundo rechazo, se identifica con el falo.
Demandaba el falo, y tras el doble rechazo se puede decir que,
ahora el es el falo. El yo se identifica con el falo que le es
rechazado y se identifica con él. Como consecuencia sucede
lo siguiente: se hace falo imaginario del Otro quitándole
la autoridad al analista como sujeto supuesto-saber y
convirtiéndose ahora como un falo que pretende colmar al
analista convirtiéndose éste último, como
sujeto supuesto-desear.

En este momento doloroso de la
transferencia es donde se juega el proceso de la cura. Sí
podemos resolver la neurosis de transferencia en esta instancia,
las cartas están echadas, se puede decir que se ha roto el
umbral de las resistencias del yo que han trabajado para oponerse
a que emerjan a la conciencia las fuerzas pulsionales del
inconsciente..

La transferencia y el
poder de su cura en la labor analítica

La transferencia, decía Freud, es
una resistencia, un obstáculo. La actualización en
el presente de pasiones pasadas impiden en el analizante una
libre asociación y por lo tanto una dificultad para poder
hacer emerger el inconsciente. Pero además, agrega en su
trabajo sobre la dinámica de la transferencia" que la
transferencia se puede convertir en un motor hacia la cura.
¿Pero cómo podemos tomar a la transferencia como un
aliado, cuando al principio se nos plantea como un enemigo en la
consecución de la cura?

Que sucede en la transferencia con la
libido, Freud dice, "el yo busca atraer sobre él, esa
libido que está orientada hacia los objetos, y a imponerse
al ello como objeto de amor", es decir, los objetos están
catectizados o investidos y lo que hace el yo es, retrotraer la
libido en los objetos, y ahora el yo se encuentra investido
libidinalmente. El yo se convierte de esta manera como el objeto
de amor, "Es así como el narcisismo del yo se convierte en
narcisismo secundario retirado de los objetos" Escribe Freud en
el Esquema del Psicoanálisis.

En base a lo anteriormente expuesto podemos
dar razón del por qué la transferencia se convierte
para el analista en una arma de dos filos; como resistencia y
como herramienta fundamental en la cura. Decía Freud, en
su artículo Dinámica de la transferencia. "La
libido a emprendido (total o fragmentariamente) una
regresión y así ha reanimado las imágenes
infantiles. En este camino es seguida por la cura
analítica, que quiere descubrir la libido, hacerla de
nuevo asequible a la conciencia y ponerla al servicio de la
realidad. Allí donde la investigación
analítica tropieza con la libido, encastillada en sus
escondites, tiene que surgir un combate. Todas las fuerzas que
han motivado la regresión se alzarán, en calidad de
resistencias, contra la labor analítica, para conservar la
nueva situación, pues sin la introversión o
regresión de la libido no hubiese estado justificada por
una determinada relación con el mundo exterior
(generalmente por la ausencia de
satisfacción)".

La libido, al sustraerse de los objetos que
han sido investidos por ella, tiene como consecuencia un
debilitamiento y pérdida de la realidad, el sujeto se
abandona de toda percepción de las cosas y emprende un
viaje a lo fantasioso e ilusorio. Estas fuerzas inconscientes que
motivan al paciente a la regresión, tienen que ser
vencidas por el analista, ya que representan el obstáculo
más infranqueable para la cura y la razón que
procura la enfermedad. De esto podemos concluir que la intensidad
de la transferencia depende fundamentalmente del grado de
resistencia que presente el sujeto. Por lo que el analista
deberá estar siempre atento a este
fenómeno.

El amor de
transferencia

He de advertir al lector que este subtema
del amor de transferencia, tiene varias connotaciones, que a la
postre podrían ser contradictorias y a la vez congruentes.
Es muy normal que la dualidad entre analista-paciente, nos
encontremos con una situación muy peculiar y muy distinta,
a la que sucede con otro tipo de relación profesional, por
ejemplo; con un analista, un médico, un arquitecto, un
técnico, un maestro, un asesor etc. En el primero, vemos
involucrados una serie de situaciones que nunca se darán
en los segundos, principalmente por la situación que
enmarca al analista y su paciente, mientras que en las otras
difiere diametralmente esta circunstancia tan peculiar del
análisis.

A diferencia de los otros servicios
profesionales, el analista no retribuye al paciente en algo
material por el pago de sus servicios, en base a esto, el
ambiente que se va creando entre estos dos personajes, obliga a
que los fines de este servicio se conduzcan por otros
caminos.

¿Pero, cuales son estas vías
a la que ambos, analista y analizado tiene que enfrentar? Es muy
común, por ejemplo que; el paciente empiece por sentir
cierta atracción hacia su analista o también puede
ser que se generen sentimientos de rechazo. Pero lo que hace
más característica esta relaciones son, los afectos
que el médico guarda para con su paciente.

Tanto la primera circunstancia, como en la
segunda, depende totalmente el éxito del tratamiento, o
dicho forma la consecución a la cura. Todo depende de la
actuación ética del profesional en
cuestión.

Freud nos dice en su artículo
"observaciones sobre el amor de transferencia" 1914. "Así,
pues al saber que el paciente se ha enamorado del médico,
opinará que solo caben dos soluciones: o las
circunstancias de ambos les permite contraer una unión
legitima y definitiva, cosa poco frecuente, o, lo que es
más probable, tienen que separarse y abandonar la labor
terapéutica comenzada. Existe, desde luego, una tercera
solución, que parece además compatible con la
continuación de la cura: la iniciación de unas
relaciones amorosas ilegitimas y pasajeras; pero tanto la moral
burguesa como la dignidad profesional del médico, la hacen
imposible. De todos, modos el profano demandará que el
analista le presente alguna garantía de la excusión
de este último caso. Es evidente que el punto de vista del
analítico debe ser completamente distinto".

Es evidente, nos plantea Freud, que este
enamoramiento que sucede en una relación
terapéutica entre el paciente y su médico, no se le
puede atribuir en ningún momento a los propios atributos
personales del profesional, y por tanto no tiene ningún
merecimiento propio tal actuación por parte del analista.
Por lo que consideramos, los que entendemos esta situación
dispar, que está motivada por una relación
profesional y que no obedece en ninguna circunstancia, a un
encuentro entre dos personas, en condiciones que suceden en la
cotidianidad.

Es muy común en nuestro medio,
oír comentarios sobre terapeutas que aprovechan este
efecto transferencial o de enamoramiento para sacar provecho
doble; cobrar y buscar la posibilidad de un encuentro amoroso con
el paciente, y de esta manera brincar cualquier norma
ética que, vaya dirigida al auxilio de las demandas
legitimas del paciente, confundiéndolas con deseos
eróticos dirigidos hacia el médico.

Sí bien es cierto, que existe, por
parte del paciente, pulsiones o demandas libidinales que van
dirigidas hacia su médico, éstas no deberán
ser confundidas por parte del profesional como una señal
de amor dirigida hacia él, en todo caso, sería, una
clara evidencia de un amor patológico o pulsional que
tiene como sello característico, un hecho del pasado
erótico del paciente, que busca descargarse en un acto
compulsivo hacia la persona de su analista.

Partiendo de este antecedente, podemos
encontrar que, las reacciones transferenciales, son en mucho las
causas de que el proceso de la cura tenga que prolongarse por un
tiempo suficientemente amplio para llegar a su conclusión,
es decir, en estas circunstancias la transferencia se convierte
en una resistencia y en principal obstáculo para los fines
terapéuticos.

El paciente empieza a demostrar
sentimientos positivos y de mucho afecto hacia su analista, se
subordina y se muestra muy obediente ante cualquier
indicación por parte de él. Estos factores, por
supuesto, que complican en grado sumo la labor emprendida por
nosotros, sin embargo, debemos estar muy atentos a todas estas
reacciones que, a pesar de que se nos presentan como una enorme
dificultad en el proceso hacía la cura, se
convertirán, como veremos más adelante, en uno de
nuestros más importantes aliados
terapéuticos.

Pero, ¿cómo habremos de
conducirnos, sin tener que estar tentados a corresponder las
constantes muestras de amor que se nos presentan por parte del
paciente? No parece una tarea fácil de sortear, incluso,
cuando tenemos a pacientes que son atractivas, y que es muy
difícil mantenerse en un estado de completa
neutralidad.

Pues bien, el consejo no parece nada
fácil, sin embargo, habremos de hacer un llamado a todos
nuestros principios morales y éticos que tengamos a la
mano, así como, de los profesionales, y tener en cuenta
que, hay más por ganar en este terreno, sí ponemos
límites a nuestro comportamiento, que dar rienda suelta a
las pulsiones e involucrarnos en el plano amoroso en una
situación transferencial con el paciente.

Si por debilidad espiritual, el
médico no logra dar obediencia a estas reglas
fundamentales para el inicio de un buen tratamiento, y por el
contrario cede a toda pretensión amorosa sugerida por el
paciente, significará para el profesional un contundente
fracaso para lo que fue requerido por el paciente, en cambio
éste, triunfará una vez más en sus
aspiraciones por no ser curado.

El médico deberá entender que
el enamoramiento por parte de su paciente hacia él no
obedece por ninguna circunstancia, como ya lo habíamos
señalado anteriormente, a sus atributos personales ni a su
atractivo y mucho menos a su poder carismático, por el
contrario, todo está generado por la misma
situación analítica.

Si bien es cierto que, los sentimientos
amorosos por parte de ambos debemos mantenerlos al margen de toda
relación personal, también es cierto que, son
necesarios utilizarlos como una herramienta terapéutica,
en el entendido de que solo representa esto, una situación
irreal o fantaseada.

De esta manera podremos aspirar a entender
más profundamente los motivos inconscientes que
desencadenaron los malestares por lo que el paciente
requirió nuestro auxilio, y el paciente en estas
circunstancias, se verá más favorecido, para lograr
llevar a la conciencia, todos aquellos eventos de su vida
erótica infantil y las causas que convocaron a su
represión.

Podemos ahora llegar a diferenciar entre el
amor normal y el amor de transferencia; el primero, muestra
seguramente signos de docilidad, y buena voluntad por parte de la
persona, así como una total disposición a todas las
indicaciones de su partenier. Sin embargo, esta misma
situación la trasladamos a una relación
terapéutica, diríamos que, nunca podría
presentarse, dado que las condiciones a las que se someten ambos,
analista-analizado son completamente distintas.

El amor de transferencia, en cambio
presenta posiblemente menos más discrecionalidad y menos
libertad de acción, que el amor normal. Esto es debido a
que el amor de transferencia esta coartada la forma de amar,
porque obedece a la represión de los impulsos y su
perversa satisfacción. El amor de transferencia es la
repetición en acto, de los impulsos reprimidos en etapas
infantiles. Así es como se expresa este amor
patológico, y que va dirigido hacia la persona del
médico, pero no es él, el que genera este momentum,
es la misma situación analítica la que invoca el
fenómeno.

De este modo, el analista deberá
sortear sus propios sentimientos hacia el paciente, los
sentimientos del paciente hacia él, y llevarlo a un
estado, donde pueda entrar en el terreno de lo analítico y
explorar sus motivaciones pulsionales, que lo limitan actuar
libremente y le impiden mantener un estado de solvencia
emocional.

Pero, ¿cómo habremos de saber
cuando el paciente ha entrado en este estado transferencial al
que tanto hemos referido en párrafos anteriores? La
respuesta no es fácil de contestar, puesto que, hasta hoy
en día, no existen verdaderos consensos sobre este tema,
aunque podemos decir que, muchos comparten elementos
teóricos en común.

En este caso daré una
explicación más detallada sobre cómo podemos
entender mejor cuando nos encontramos en un estado transferencial
con el paciente y cuando no. Empezaré diciendo que, en
todas las terapias excepto la psicoanalítica se utiliza la
transferencia como sugestión. Ya en líneas
anteriores habíamos mencionado este hecho. Es decir, el
terapeuta que no es analista, y que pertenece a otras corrientes
psicológicas, echa mano frecuentemente de los efectos
transferenciales o de sugestión, para provocar la cura, o
más bien dicho la desaparición temporal del
síntoma. Sabemos en psicoanálisis que, en las
primeras fases de la transferencia, el paciente empieza a
demandar amor a su terapeuta, éste utiliza
hábilmente el estado de enamoramiento de su paciente para
indicarle que sus síntomas han de desaparecer, o, el mismo
paciente se alivia para beneplácito de su terapeuta. En
esta fase, ambos, presentan el juego infantil del enfermo y el
doctor.

Freud, se dio cuenta de esta trampa en
todos sus casos, principalmente en los primeros, cuando observaba
que sus pacientes desplegaban todo tipo de argucias
eróticas hacia su persona. Todos conocemos el caso de
Dora, que es bastante representativo del resto de los pacientes
de Freud.

Cuando Freud no correspondía a estas
muestras de amor de sus pacientes, estos mostraban reacciones
infantiles que oscilaban entre sentimientos de amor como
también de odio. En esta fase del tratamiento, Freud
descubrió que, estos comportamientos se repetían a
lo largo de las sesiones y que, se resistían en
desaparecer. Partiendo de este descubrimiento desarrollo en 1914
su ensayo sobre "recuerdo repetición y
elaboración".

La regla de la abstinencia, llegó a
ser y sigue estando vigente, en todo tratamiento
analítico, como el método que distingue al
psicoanálisis de otras terapias, después, por
supuesto, de la asociación libre de ideas.

Cuando el analista mantiene una
situación de abstinencia con el paciente, permite un
espacio para que analista-analizado, puedan observar sus
reacciones transferenciales, es decir, hacer surgir los
sentimientos de amor y odio, no en relación a la persona
que tiene enfrente, sino con su propio inconsciente. Esto es muy
importante aclararlo, Anteriormente se creía que,
habría que interpretar la transferencia. Se empleaba
frecuentemente en el medio psicoanalítico tener que darle
un significado a las reacciones que el paciente presentaba
durante el análisis, esto parece que ya se está
superando. Ahora, con los desarrollos de Lacan, sabemos que esto
no es así exactamente. La transferencia son los
sentimientos de amor o de odio que el paciente transfiere o que
desplaza a la situación analítica. Y que por lo
tanto, es este hecho inconsciente al que el paciente tiene que
darle una nueva significación.

Si la transferencia no se maneja de esta
manera, el analista o terapeuta que trabaja con este
fenómeno, correrá el riesgo de estar sumergido en
las aguas de la sugestión. Por lo tanto podemos definir
que, la transferencia o el amor de transferencia no significa
propiamente el desplazamiento de los sentimientos hacía el
analista, sino más exactamente como el encuentro entre el
analizado y como se sitúa éste con su propio
inconsciente.

Para ser más esquemático con
esta definición, podríamos poner como ejemplo, los
sueños. Sabemos que en los sueños hay un saber, un
saber que está relacionado con nosotros, que nos involucra
como persona, que tiene una articulación con nuestro
propio saber. Cuando nos paramos en esa reflexión y
entendemos que ese saber tiene que ver conmigo y no con nadie
más, estamos más cercanos a lo que conocemos como
transferencia.

Lo mismo sucede en las sesiones de
análisis, cuando logramos que el paciente logre descubrir
que, todo lo que acontece en las sesiones es un hecho que, lo
involucra con su propio saber inconsciente, es decir, con lo que
ya conoce, pero, que no lo sabe, creo que en ese momento hemos
logrado establecer la transferencia. De lo contrario, cuando
permitimos que, los sentimientos se involucren o que se desplacen
de ida y vuelta, del paciente al terapeuta o viceversa,
infructuosamente llegaremos a la transferencia y por ende
entraremos en los terrenos de la sugestión.

Una vez que la transferencia ponga a flote
el inconsciente del paciente, podremos enfrentarlo y conocerlo,
descubriendo así la parte más obscura de su
personalidad y los motivos perversos que desencadenaron los
síntomas del sujeto.

En el artículo sobre "la
dinámica de la transferencia" Freud nos dice "Es innegable
que el vencimiento de los fenómenos de la transferencia
ofrece al psicoanalítico máxima dificultad, pero no
debe olvidarse que precisamente estos fenómenos nos
prestan el inestimable servicio de hacer actuales y manifiestos
los impulsos eróticos ocultos y olvidados de los enfermos,
pues, en fin de cuentas nadie puede ser vencido in
absentia o in effigie.

Estas últimas palabras resumen a
mí entender, lo que el psicoanálisis nos pretende
enseñar. Nadie puede declararse vencedor, cuando no hay
enemigo o simplemente cuando tenemos la imagen de él. Esto
es lo que precisamente nos distingue de los demás
métodos terapéuticos, y a lo que los psicoanalistas
debemos tener como premisa fundamental. Solo el inconsciente de
una persona puede manifestarse ante el analista, si se me permite
la expresión, si, y solo si, el sujeto tiene la
oportunidad de experimentar el proceso transferencial dentro de
la situación analítica.

Por tanto, el trámite de la cura se
juega en el campo de batalla, con el enemigo enfrente, no en la
imaginación. Y la única condición hasta
ahora conocida, para que se dé esta circunstancia, es a
través del proceso transferencial.

Es por esto que el psicoanálisis de
una persona requiere de años, para que puedan surgir los
remanentes pulsionales del pasado, en el presente, y que estos,
puedan ser interpretados descubriendo la verdad de los motivos
inconscientes, que inclinaron al paciente a una situación
mórbida.

En relación a la transferencia,
Lacan nos dice en sus escritos sobre la "dirección de la
cura y los principios de su poder":

"La transferencia en esa perspectiva se
convierte en la seguridad del analista, y la relación con
lo real, en el terreno donde se decide el combate. La
interpretación que ha sido pospuesta hasta la
consolidación de la transferencia se hace desde ese
momento subordinada a la reducción de ésta. Resulta
de ello que se reabsorbe en un working through, que se puede muy
bien traducir simplemente por trabajo de la transferencia, que
sirve de coartada a una especie de desquite sobre la timidez
inicial, es decir a una insistencia que abre la puerta a todos
los forcejeos, puestos bajo el pabellón del reforzamiento
del Yo"

 

 

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