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El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte I (página 10)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

– Jeffrey Sachs: hay que impedir que continúe la
carrera global por bajar impuestos empresariales (El Economista –
29/3/11)

El economista y director del Instituto
de la Tierra de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs cree que
las divisiones sociales sobre las políticas fiscales de
los gobiernos desarrollados se están acentuando. Y asegura
que es lógico, ya que los recortes sociales vienen de la
mano de reducciones de impuestos empresariales, exacerbando unas
desigualdades en la riqueza que se han visto potenciadas por la
globalización.

En un artículo en el diario británico
Financial Times, Sachs, que es asesor del secretario general de
la ONU, Ban-Ki-Moon, y director del Proyecto del Milenio de la
misma organización, realiza un alegato contra la carrera
por reducir impuestos que se está llevando a cabo a nivel
global.

El economista recuerda que tanto en EEUU
como en el Reino Unido se ha producido una transferencia profunda
de riqueza de las clases medias y bajas hacia los ricos en los
últimos 30 años, pero la respuesta a sus problemas
fiscales actuales ha sido recortar los servicios públicos
y al mismo tiempo reducir los gravámenes empresariales.
"El contrato social está en peligro", asegura

Sachs cree que las fuerzas
políticas y económicas que están desgarrando
nuestras sociedades son muy fuertes. La primera es la
globalización, que ha puesto una presión extrema en
los salarios de los trabajos menos cualificados y al mismo tiempo
ha dado nuevas oportunidades de inversión al mundo
financiero y empresarial, asegura. El resultado es que los
ingresos del 1% más ricos se han disparado.

Ante esta situación, en la que el
capital se puede mover fácilmente, los gobiernos han
entrado en una competición por reducir los impuestos a las
empresas buscando atraer capital a sus países, un race to
the bottom (carrera a la baja) en el que finalmente los ricos
salen beneficiados por partida doble: por la propia fuerza de la
globalización y por la respuesta a este fenómeno
por parte de los gobiernos, asegura Sachs.

Otra razón que sugiere el economista para esta
"generosa atención a los recortes de impuestos para la
élite es, por supuesto, el escabroso papel del gran dinero
(big money) en las campañas políticas", y destaca
que esto es especialmente vergonzoso en EEUU. Allí,
según Sachs, la principal diferencia entre los dos grandes
partidos es que las petroleras suelen financiar a los
republicanos y Wall Street a los demócratas. "Por lo
demás, ambos partidos están en manos de intereses
que exacerban las peligrosas desigualdades generadas por la
globalización".

El problema del déficit

El resultado de esta situación,
asegura el economista, es el déficit. Sachs reconoce que
el Reino Unido merece crédito por luchar contra él
antes de que sea demasiado tarde y también asegura que
EEUU, tras años de keynesianismo naif y oportunismo
fiscal, comienza a seguir esa línea.

Pero el problema de ambos, según el profesor de
Columbia, es que "quieren hacer lo imposible: dirigir una
economía del conocimiento, del siglo 21, moderna, de alta
tecnología y próspera sin la base fiscal necesaria;
principalmente para satisfacer a las clases altas y a las
multinacionales, que amenazan con irse a otros regímenes
fiscales más favorables o dirigir sus contribuciones a
cualquier otro si no consiguen los recortes de impuestos que
ansían obsesivamente".

El economista cree que durante demasiado tiempo el
debate sobre política fiscal se ha basado en falsas
premisas. El centro-izquierda ha tendido a querer disminuir la
importancia de los déficits presupuestarios, mientras que
el centro-derecha ha hecho lo propio respecto a los impuestos a
los más ricos.

Elevar los impuestos a los ricos

"Una posición más responsable coge un poco
de las dos partes. Necesitamos reducir los déficits, pero
de manera justa, eficiente y sostenible, elevando los impuestos a
los ricos, que están disfrutando de un boom en su nivel de
vida de una forma sin precedentes en la historia".

Sin embargo, añade que los
países no pueden actuar por su cuenta. "Las defensas
políticas en el Reino Unido y en EEUU contra el poder de
los ricos están viniéndose abajo. Las
multinacionales y sus desproporcionadamente ricos dueños
están enfrentando a unos gobiernos con otros, y con
éxito. El juego está claro, y está
funcionando extremadamente bien".

Por ello, Sachs propone, como punto de partida, que los
miembros de la OCDE reúnan a sus ministros de Finanzas
para delinear unos principios básicos de justicia
presupuestaria: "que los ajustes fiscales hacia el equilibrio son
necesarios pero que se deben llevar a cabo de una manera justa;
que las necesidades básicas de los ciudadanos deben ser
protegidas en los periodos de rigor fiscal; que las recientes
tendencias hacia niveles de desigualdad sin precedentes requiere
de mayores, no menores, impuestos para las rentas más
altas, incluidos los beneficios empresariales; y que la
coordinación fiscal y regulatoria entre países es
vital para impedir una carrera fiscal a la baja
ruinosa".

(Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y
Director del Instituto de la Tierra en la Universidad de
Columbia. También es asesor especial del secretario
general de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo
del Milenio)

El "cuento" de la "austeridad expansiva" cada vez
resulta menos creíble (99 a 1, no va)

"Paul Farell, analista de "The Wall Street Journal",
se hace eco de una corriente de opinión que pone en
entredicho la recuperación en EEUU"…
"Si los
ricos no pagan impuestos se enfrentarán a una
revolución" (El País – 4/4/11)

Predice un cataclismo económico y una
revolución social en EEUU. Pero no es el polémico y
a veces abiertamente demagogo director de cine Michael Moore. Ni
el predicador televisivo Glenn Beck, insignia mediática
del movimiento conservador estadounidense del Tea Party. Ni,
más cercanamente, Niño Becerra, el
catedrático que vaticina el cataclismo de la
economía española cada año y cada año
lo aplaza. Se trata de Paul B. Farrell, un prestigioso columnista
de The Wall Street Journal, el diario financiero por excelencia
nada sospechoso de sensacionalismo. Y a principios de abril
(2011) ha lanzado un aviso ciertamente preocupante aunque con
argumentos y cifras mucho más contundentes que la de los
otros teóricos apocalípticos citados.

"O los ricos comienzan a pagar impuestos o se
enfrentarán a una revolución". Con ese provocativo
arranque, Farell, que trabajó para Morgan Stanley,
advierte en su columna que la brecha entre el 1% de los
"súper ricos" y el 99% restante de la población en
EE UU no había sido tan grande desde la Gran
Depresión de 1929, y que solo el "engaño" o el
"espejismo" que lanza esta clase privilegiada desde sus diversas
tribunas, ya sean políticas o mediáticas, impiden a
la gente darse cuenta de que estamos a punto de vivir otro
colapso como el de hace casi un siglo. Y concluye que o los ricos
vuelven a pagar los impuestos que les corresponden por su nivel
de riqueza u Occidente se enfrentará a una revuelta social
como las que se están viviendo en el norte de
África

Farrell señala que, tras el estallido de la
crisis financiera en 2008 y la intervención del Estado
para salvar el sistema, Estados Unidos vive ahora de la falsa
esperanza que le transmiten los súper ricos, las
"estadísticas del Gobierno que tratan de exagerar la
recuperación" o los mensajes sobre un nuevo mercado
alcista de Wall Street.

"Sigan soñando", apunta Farrell, que avisa de que
el 93% de lo que se oye acerca de los mercados, las finanzas y la
economía "son conjeturas, ilusiones y mentiras con el
único fin de manipular en la toma de decisiones para sacar
el dinero de los bolsillos" de la gente. "Ellos se enriquecen
diciendo mentiras sobre los valores. Odian a las normas de la SEC
(regulador de la Bolsa de EEUU) que les obligan a decir la
verdad". Y pone un dato como ejemplo: en los últimos 10
años, el 20% de los fondos de pensiones de los
trabajadores -10 billones de dólares- se ha esfumado en
Wall Street.

Apoyado en otros testimonios, el columnista establece un
paralelismo entre las revoluciones como las que han ocurrido en
Egipto, y las que están por venir en los países
desarrollados. Ambas serán impulsadas por los
jóvenes, las mayores víctimas de la crisis,
condenados a un desempleo crónico. "Los jóvenes van
a ser los más doloridos cuando los gobiernos traten de
reequilibrar sus presupuestos. Se elevarán los impuestos
de los trabajadores y caerá el gasto de educación
(…) mientras que los recortes fiscales para ricos siguen
intocables". "¿Cuánto tiempo resta para que el
resto de los países ricos estalle como Egipto?", se
pregunta.

El análisis de Farrell no es aislado. En Estados
Unidos se está formando una creciente corriente de
opinión que denuncia que la crisis se ha cerrado en falso,
que la recuperación económica que vende la
Administración Obama no es sino un maquillaje
estadístico y que cuando toque pagar la factura del
rescate del sistema financiero mediante más impuestos para
la clase media y recortes sociales, se desvelará la
verdadera gravedad de la situación.

Una de las abanderadas de esta teoría es Arianna
Huffington, la editora que acaba de hacerse multimillonaria tras
la venta de su portal de noticias online a AOL. Pese a que su
actitud personal no sea muy ejemplarizante (se vanagloria
públicamente de no pagar a la mayoría de sus
periodistas), su opinión es muy crítica hacia el
sistema. "Se está madurando la América del Tercer
Mundo. Washington se apresuró al rescate de Wall Street,
pero se olvidó de Main Street (la calle principal,
metáfora para expresar a la gente común en EEUU).
Uno de cada cinco estadounidenses es desempleado o subempleado.
Una de cada nueve familias no tiene un saldo mínimo en sus
tarjetas de crédito. Una de cada ocho hipotecas
está en mora o ejecución hipotecaria. Uno de cada
ocho estadounidenses vive con cupones de alimentos. La movilidad
social hacia arriba siempre ha estado en el centro del
sueño americano. Y esa promesa se ha roto. El sueño
americano se está convirtiendo en una pesadilla. Y pronto
va a implosionar", asegura.

El magnífico documental Inside Job, ganador del
último Oscar, también ha desperezado muchas
conciencias, sobre todo las de aquellos que confiaron en que con
la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se cambiarían
las reglas del juego, se restablecerían los controles y la
regulación sobre el sistema financiero y se pondría
coto a la "avaricia de Wall Street" como prometió el ahora
presidente durante la campaña electoral. Pero como
denuncia la cinta, las tímidas reformas que inició
están varadas en las comisiones del Congreso o han sido
bloqueadas por el poderoso lobby financiero que controla no solo
la esfera política sino la académica para hacer
valer su falso mensaje.

Inside Job deja en evidencia también que Obama no
solo no ha perseguido a los "avaros" que provocaron el desastre
con productos financieros tóxicos como las subprimes o los
CDO, sino que ha puesto al mando de su equipo económico a
algunos de sus más señeros representantes, que
participaron o, al menos no quisieron ver el inmenso fraude que
se estaba fraguando, y fueron reclutados por el anterior
presidente, George W. Bush, para diseñar el rescate a
costa del contribuyente y sin pedir responsabilidad alguna a sus
causantes. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal,
Timothy Geithner, secretario del Tesoro, o Lawrence Summers
director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca,
están entre ellos.

El capitalismo refundado de rostro social con el que se
presentaba Obama en las primeras reuniones del G-20 tras al
estallido la crisis sigue teniendo el mismo perfil injusto e
inmisericorde en EEUU: récord de desahucios en 2010 y
récord de bonus para los ejecutivos de las agencias de
calificación como Moody's o Standard & Poor's, que
avalaron los productos financieros basados en las hipotecas
basuras precipitando el desastre financiero. También fuera
de las fronteras de la primera potencia mundial hay una creciente
corriente en la misma dirección y que tiene en
¡Indignaos! (Destino), del francés de origen
alemán Stèphane Hessel, uno de sus puntos de
ignición. En España, el testigo lo ha cogido, entre
otros, el escritor y pensador José Luis
Sampedro.

Desde la sección de mercados del periódico
de referencia de Wall Street, a Farrell no le tiembla el pulso al
hacer un llamamiento a que la gente despierte ante "el espejismo
de los súper ricos que está destruyendo el
sueño americano para el resto de nosotros". "Los
súper ricos no se preocupan por usted" exhorta a sus
lectores, porque viven al margen de la crisis, a lo sumo se
preocupan "en abstracto" por el bienestar del país,
envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en
los mejores resorts, de los mejores profesores de pilates, el
mejor masajista, los mejores cirujanos y las mejores escuelas
privadas para sus hijos". "Y nada de lo que se escriba va
afectarles". Y acaba: "No digan que no fueron advertido. Tienen
tiempo para preparar la revolución que se avecina, la
depresión".

Carta abierta a Ron Paul (Libertad Digital –
13/4/11) Lectura recomendada

(Por Antal Fekete)

Esta violación palmaria de la ley
por parte de Bernanke le incapacitaría completamente para
el cargo que ocupa, de forma que el presidente de los EEUU
debería proceder a su inmediata e ignominiosa
destitución.

Existen serias dudas sobre la legalidad del Quantitative
Easing (QE o Flexibilización Cuantitativa). Usted es una
de las pocas personas que están cualificadas y bien
situadas al mismo tiempo para poder llegar al fondo de la
cuestión.

Mucha gente cree (y los medios suelen
confirmarles esta creencia) que la Reserva Federal puede crear
dólares de la nada, en cualquier cantidad y cuando le
plazca. Podría además ser ésta la
ilusión que llevó al Dr. Bernanke a decir que el
Gobierno americano le había entregado a la Reserva Federal
una imprenta, que es una herramienta realmente útil para
impedir la deflación. Pero esto no guarda ninguna
relación con la verdad. La Reserva Federal puede crear
nuevos dólares única y exclusivamente cuando se
producen unas estrictas condiciones legales. Y aún en esos
casos sólo puede disponer de ese privilegio bajo las
estrechas medidas que prescribe la ley.

Pero, al contrario de lo que dijo
Bernanke, no pueden lanzarse alegremente dólares desde un
helicóptero, con independencia de las razones que se
puedan tener para emprender una acción de ese tipo.
Tampoco tiene capacidad legal la Reserva Federal para comprar
directamente deuda pública emitida por el Tesoro, sino que
eso sólo lo puede hacer indirectamente, mediante las
operaciones de mercado abierto (OMA). Si no sometes a la deuda
que emite el Tesoro al test del mercado antes de que la adquiera
la Fed, entonces lo que debemos presumir es que el mercado la
habría rechazando como algo sin valor, o que sólo
la habría adquirido con un descuento
significativo.

La ley no permite a los bancos del sistema de la Reserva
Federal comprar títulos de deuda del Tesoro directamente,
porque entonces la creación del dinero por parte del banco
central americano se convertiría en un sainete, los
requerimientos de reservas de los bancos comerciales en una
farsa, y finalmente el dólar pasaría a ser el mayor
timo de la historia.

El QE ya es en sí mismo un
problema lo suficientemente grave. Pero existe todavía
algo aún más siniestro: los bancos de la Reserva
Federal sólo pueden comprar deuda pública si la
pagan con pasivos de la Reserva Federal que han sido creados
legalmente.

Los pasivos de la Reserva Federal (sus
billetes y depósitos) son creados legalmente cuando han
sido emitidos de acuerdo con la ley. Y la ley dice que los
pasivos de la Reserva Federal tienen que estar respaldado por un
título que hace de colateral en el momento de la
emisión (normalmente deuda pública emitida por el
Tesoro de EEUU). El proceso es como se explica a
continuación.

El banco de la Reserva Federal que busca
expandir sus pasivos utiliza la deuda pública de la que es
dueño de forma absoluta y que se encuentra libre de
cualquier carga, y la pone como colateral para que se le autorice
la emisión de nuevos pasivos. Dicho de otra forma, si los
bancos de la Reserva Federal no tienen en su poder deuda
pública libre de cualquier carga, entonces no pueden crear
pasivos adicionales de forma legal.

Parece evidente que los bancos de la Reserva Federal
ahora mismo no tienen emitidos suficientes pasivos como para
realizar el tipo de compras que el Dr. Bernanke está
llevando a cabo a través del QE. Y tampoco tienen la
suficiente deuda pública libre de cargas como para poder
utilizarla como colateral a la hora de emitir esos nuevos pasivos
de forma legal.

El asunto es que el proceso de poner
primero el colateral y aumentar después los pasivos no se
debe invertir bajo ninguna circunstancia. Es decir, lo que no
pueden hacer de forma legal los bancos de la Reserva Federal es
comprar primero la deuda pública con un pasivo de la
Reserva Federal creado ilegalmente, colocar esa deuda a
continuación como colateral y justificar finalmente de
forma retroactiva una emisión ilegal de crédito.
Tampoco pueden pedir prestados los bonos del Tesoro (pues esos
bonos no están libres de cargas), ponerlos como colateral
y a continuación pagarlos de forma retroactiva.

Esta es una limitación importante, pues es la que
separa el sistema de moneda inconvertible sometida al
régimen de mercado de otro cuyo fundamento es el puro
dinero fiduciario dedicado a la monetización directa de la
deuda del Gobierno. Y esto último es precisamente el
camposanto en el que descansan el dólar continental, el
asignado, el Mandat, el Reichsmark y el todavía caliente
dólar de Zimbabwe. Por no citar a otras muchas
monedas.

Sea como fuere, si la Reserva Federal estuviera haciendo
una autorización retroactiva de sus propios pasivos,
entonces estaría violando la letra y el espíritu de
la Ley de la Reserva Federal. Al mismo tiempo, estaría
convirtiendo al dólar en una moneda completamente
fiduciaria por la puerta de atrás, puenteando al propio
Congreso. En ese caso, el presidente del banco central americano,
el Dr. Bernanke, estaría mostrando una completa mala fe,
pues él conoce la ley a la que se somete su
institución. Esta violación palmaria de la ley le
incapacitaría completamente para el cargo que ocupa, de
forma que el presidente de los EEUU debería proceder a su
inmediata e ignominiosa destitución mientras se realiza la
pertinente investigación por parte del
Congreso.

Las violaciones de la ley que está cometiendo la
Reserva Federal suponen un esfuerzo concertado por su parte para
quitarse de encima las cadenas que impone la ley en los grifos de
donde sale el dinero. Esta violación no es un incidente
aislado. Apunta hacia la corrupción del orden monetario de
EEUU y también a la del mundo entero. Aún
más, es probablemente una de las principales causas de la
inestabilidad financiera que padece la economía
internacional desde 1971 y más recientemente desde
2008.

Si no se entiende esta verdad fundamental, entonces no
sirven de nada todos los discursos sobre la estabilización
del sistema monetario y la corrección de déficit
presupuestario.

Atentamente suyo,

Antal E. Fekete

(Original: Impeach Bernanke. An open letter to
Congressman Ron Paul of Texas)

– La primavera de los banqueros (El País –
8/5/11) Lectura recomendada

(Por Paul Krugman)

El año pasado, el Partido Republicano
logró dos ejemplos espectaculares de campaña
engañosa. El caso de Medicare, en el que las mismas
personas que gritaban sobre las listas de la muerte tratan ahora
de desmantelar el programa entero, fue el más evidente.
Pero lo mismo pasó e con la reforma financiera. Los
republicanos hicieron campaña incansablemente en contra de
los rescates bancarios. Entre otras cosas, consiguieron convencer
a una mayoría relativa de votantes de que la enormemente
impopular legislación sobre los rescates económicos
propuesta y aprobada por el Gobierno de Bush fue promulgada
durante la guardia del presidente Barack Obama.

Y ahora están haciendo todo lo posible por
asegurarse de que habrá rescates económicos
aún mayores en los próximos años.
¿Qué hace falta para limitar los rescates futuros?
Declarar que nunca volveremos a hacerlo no es una respuesta
válida: cuando la tormenta financiera arrecia, quitarse de
en medio mientras los bancos caen como fichas de dominó no
es una opción. Después de todo, eso es lo que los
responsables políticos hicieron en 1931, y la crisis
bancaria que se desencadenó a raíz de ello
convirtió una simple recesión en la Gran
Depresión.

Y no olvidemos que los mercados entraron en caída
libre cuando la Administración de Bush permitió que
Lehman Brothers quebrase. Solo una acción rápida
-que incluía la aprobación del odiadísimo
rescate- impidió que los acontecimientos de 1931 se
repitiesen. Entonces, ¿cuál es la solución?
La respuesta es una regulación que limite la frecuencia y
la magnitud de las crisis financieras, combinada con normas que
permitan al Gobierno conseguir un buen trato cuando los rescates
económicos se vuelvan necesarios.

Recuerden que, desde los años treinta hasta los
ochenta, Estados Unidos logró evitar los grandes rescates
de instituciones financieras. La era moderna de los rescates no
se inició hasta la época de Reagan, cuando los
políticos empezaron a desmantelar la normativa de la
década de los años treinta. Además, la
normativa no se fue actualizando a medida que evolucionaba el
sistema financiero. Las instituciones que fueron rescatadas en
2008 y 2009 no eran bancos a la antigua usanza; eran imperios
financieros complejos, muchas de cuyas actividades no estaban
reguladas en la práctica (y fueron estas actividades no
reguladas las que hicieron que la economía estadounidense
mordiese el polvo).

Y lo que es aún peor, los
funcionarios no tenían una autoridad clara para embargar
estos imperios fracasados del mismo modo en que la
Corporación Federal de Seguro de Depósitos puede
embargar un banco convencional cuando quiebra. Esa es una de las
razones por las que el rescate económico se parecía
tanto a un regalo: las autoridades tenían la
sensación de que les faltaban las herramientas para salvar
el sistema financiero sin permitir que quienes generaron la
crisis se librasen del castigo.

El año pasado, los congresistas demócratas
aprobaron un proyecto de ley de reforma financiera que trataba de
llenar estas lagunas legales. El proyecto de ley ampliaba la
normativa en diversos sentidos: protección del consumidor,
normas sobre capital, más estrictas para las
instituciones, mayor transparencia para los instrumentos
financieros complejos. Y creaba nuevas facultades -"autoridad de
resolución"- para ayudar a los funcionarios a mejorar su
capacidad de negociación en crisis futuras.

Se pueden hacer muchas críticas a esta
legislación, a la que se podría tachar de
excesivamente flexible. Y la Administración de Obama ha
decepcionado a muchas personas con su actitud excesivamente
indulgente hacia Wall Street (ilustrada por su decisión de
la semana pasada de eximir de la normativa las permutas
financieras de divisas, que fueron una importante fuente de
trastornos en 2008).

Pero los republicanos están tratando de socavarlo
todo. Allá por el mes de febrero, los legisladores del
Partido Republicano reconocían con franqueza que estaban
intentando paralizar la reforma financiera suprimiendo la
financiación. Y la reciente propuesta presupuestaria de la
Cámara, que pide la privatización y el uso de
cupones para Medicare, también exige que se elimine la
autoridad de resolución, lo que en la práctica
dejaría las cosas de tal manera que los banqueros
conseguirían en la próxima crisis un trato igual de
beneficioso que el que consiguieron en 2008.

Por supuesto, los republicanos no lo expresan
así. Afirman que su objetivo es "terminar con el ciclo de
futuros rescates económicos", bajo el epígrafe
general de "terminar con los subsidios empresariales". Pero como
vemos, los futuros rescates se producirán
independientemente de lo que digan los políticos actuales
y, sin una normativa eficaz, serán mayores, más
frecuentes y más caros.

Para ver lo que realmente está
pasando, hay que seguir al dinero. Wall Street solía
apoyar a los demócratas, quizás porque los
financieros tienden a ser liberales en asuntos sociales. Pero la
avaricia triunfa sobre los derechos de los homosexuales, y las
contribuciones del sector financiero se inclinaron claramente
hacia los republicanos en las elecciones de 2010. Por lo visto
Wall Street, a diferencia de los votantes, no tenía
dificultades para adivinar las verdaderas intenciones del
partido. Y una cosa más: al interponerse en el camino de
las normativas que contendrían las futuras crisis
financieras, los republicanos están ofreciendo aún
más pruebas de que en realidad no les importan los
déficits presupuestarios.

Porque nuestro déficit actual es, en su
mayoría, una consecuencia de la crisis financiera de 2008,
que devastó los ingresos y aumentó el coste de
programas como el seguro de desempleo. Y aunque hayamos
conseguido evitar grandes costes directos de los rescates
económicos, puede que la próxima vez no tengamos
tanta suerte.

Más crisis y más grandes; más
rescates y más grandes; más déficits y
más grandes. Si les gusta esa perspectiva, les
encantará lo que el Partido Republicano está
haciendo con la reforma financiera.

(Paul Krugman es profesor de Economía en la
Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.
© 2011 New York Times News Service)

¿Quién a quién?… buscando
las causas del déficit público (los Bancos
Centrales fijan el precio del dinero, no la cantidad)

"Se cuenta la idea tradicional que dice que la
política monetaria del banco central es suministrar
moneda, "la cantidad de dinero en la economía",
"imprimiendo" euros (dólares, yenes…) con los que
compra deuda pública, lo cual lleva a inflación al
imprimir demasiado dinero. La idea tradicional dice que el banco
central inyecta "dinero base" y lo expande según el
coeficiente de las entidades y el multiplicador. Una persona
ingresa € 100 en su cuenta, la entidad "guarda" € 10 y
presta y multiplica los otros € 90, creando € 81 de
crédito y así una y otra vez"…
La
principal causa del déficit es la política
monetaria (El Confidencial – 29/11/11)

Hoy, el sistema no funciona así.

Hoy, los bancos centrales no tienen capacidad para fijar
el dinero en la economía ni de expandirlo. Depende de las
entidades, ellas lo hacen. Aumentar la "base monetaria", los
depósitos en las entidades, no expande el crédito.
Ellas tienen el poder para que la economía se recupere o
no porque controlan el crédito. Sin crédito, no hay
"crecimiento".

El padre de la criatura lo admitió: "el uso de la
cantidad de dinero como objetivo no ha tenido éxito"
porque los bancos centrales no controlan la cantidad de
dinero.

¿Qué hacen los bancos centrales hoy?
Según la Fed, "el objetivo ha pasado del suministro de
moneda al valor del tipo de interés". Los bancos centrales
fijan su tipo de interés objetivo, y para que coincida con
el tipo al que las entidades se prestan, lo anuncian y
guían el tipo del interbancario hacia su tipo.

Esa es su política monetaria. No se imprime
dinero. No se trata de cantidad sino de fijar precios, el tipo al
que se coloca la deuda. Así funcionan todos los bancos
centrales, en EEUU, Indonesia, Corea,
Sudáfrica…menos el BCE que actúa como un
casi-banco central.

La demanda de dinero depende de las empresas. Si
demandan más y las entidades aumentan la oferta, el dinero
fluirá. Si más dinero entra al sistema, el gobierno
sube impuestos para "secarlo". Si el dinero sale, los baja para
"meter" liquidez. Sus impuestos no son tanto para financiar el
gasto en seguridad social o pensiones como para regular el
flujo.

¿Cómo regulan los bancos centrales el
sistema si el suministro de dinero depende de las entidades? Las
entidades tienen cuentas en el banco central y necesitan fondos
por los requerimientos de reserva. El banco central les da estos
fondos y entonces ejerce su poder fijando su volumen y el precio,
el interés que paga o cobra por esos
depósitos.

El banco central dice "la situación
económica asegura bajos niveles de interés". No
dice "la situación económica asegura compras de
deuda". No. Lo que le dice a las entidades es que quiere que el
tipo esté al 0% y les pide que se ajusten para que ese sea
el tipo al que se presten o intervendrá. Las entidades
saben que el banco central (menos el BCE) tiene armas para
obligarles a ello, con lo que se acomodan al tipo que quiere el
banco central…y el interés de la deuda
baja.

Este es el poder de un banco central. Credibilidad y
amenaza. Justo lo que el BCE no tiene o no le dejan tener. No hay
que imprimir dinero, ni comprar deuda, ni inventar un EFSF, ni
crear hiperinflación. Solo "recomendar" a las entidades el
tipo al que el Tesoro coloque su deuda.

¿Por qué aceptarían las entidades
lo que el banco central pide? Porque reciben mucho a cambio.
Primero, financiación. Sin esos préstamos, muchas
ya habrían quebrado.

Pero los bancos centrales piden garantía a las
entidades para prestarles, sobre todo, deuda pública. Por
eso los Estados se endeudan. El déficit crea un apunte en
las cuentas de las entidades que hace que el tipo interbancario
se aleje del objetivo. Para equilibrarlo, el Tesoro emite deuda
que las entidades comprar y usan como garantía para
recibir fondos del banco central.

Esta es la razón principal del déficit.
Los gobiernos también se endeudan por sus dispendios, pero
la verdadera causa no es tanto el gasto fiscal como por
política monetaria para ayudar a las entidades. Gracias al
déficit, el banco central drena y da liquidez a las
entidades. Las entidades necesitan que el Estado se endeude. Es
el "componente fiscal de la política monetaria". Mientras
las entidades estén en la situación actual, el
déficit seguirá aumentando, gobierne A, B o
C.

Basilea I califica a la deuda pública como sin
riesgo. Con la crisis, las entidades demandaron deuda
pública como garantía en sus préstamos. El
resultado fue que el Tesoro se endeudó y la Fed
creó un préstamo, no para gasto público sino
para ayudar a las entidades.

Basilea III pide que las entidades ajusten sus derivados
a la calidad de su crédito. Al forzar a las entidades a
que protejan sus CVA, las obligan a comprar más CDS de
España, Italia…lo que lleva a estos países a
emitir más deuda y más cara. Si España no
emitiera deuda, las entidades tendrían más
complicado proteger su crédito.

Segundo, por varias razones, los gobiernos decidieron
emitir deuda para financiar su gasto. No lo necesitaban. Un
gobierno puede financiarse sin deuda. Ahora, cada euro que el
gobierno gasta es un préstamo del "mercado", dando un
poder tremendo a las entidades sobre los gobiernos.

Tercero, financiación en dólares. Las
entidades los necesitan pero no todas tienen cuenta en la Fed.
Para eso está el BCE que se endeuda con la Fed en
dólares que da a las entidades vía repos. Sin el
BCE, muchas entidades no tendrían acceso a dólares,
y sin dólares, adiós.

Como siempre depende de ustedes qué
creer.

Mucho sufrimiento por delante ("en línea con el
mercado")

"¿Cómo va a terminar la crisis de la
Eurozona? El portal financiero Business Insider cita el
último informe del famoso Willem Buiter, economista jefe
de Citigroup y que antes pasó por el Banco de Inglaterra,
que asegura que "resolver" la crisis será cuestión
de años de austeridad o bien de una
reestructuración de la deuda"…
Citigroup: Resolver
la crisis es pasar años de austeridad, bajo crecimiento y
alto paro (El Economista – 6/2/11)

Buiter acaba de publicar su último informe, y es
bastante negativo con el futuro del mundo Occidental y de
países como Italia, España y Bélgica en
particular, por no mencionar los problemas que ya tienen otros
como los rescatados Portugal, Irlanda o Grecia.

El economista asegura que el Banco Central Europeo
tendrá éxito a la hora de asegurar a los mercados
que respaldará a España e Italia. Sin embargo, no
espera una solución mágica para este viernes 9 de
diciembre (2011), cuando se celebra la esperada cumbre que
debería reformar de arriba a abajo la Unión
Europea.

"El apoyo del BCE no será ni indefinido ni
incondicional. Su voluntad para actuar como prestamista de
último recurso se revelará en cada
intervención durante un periodo de meses, quizás de
años", explica Buiter.

"El acuerdo de la cumbre no resolverá por
sí mismo los problemas fiscales actuales de la Eurozona,
ni eliminará el riesgo de futuras crisis. Tampoco
restablecerá el crecimiento", apunta el economista, que
sin embargo apuntó a que sí se tendrá
éxito en una cosa: "aliviará las preocupaciones
sobre un impago desordenado de Italia o España y sobre la
ruptura del euro".

Para ello, el BCE actuará para asegurar que
Italia, España, Francia y Bélgica sean capaces de
financiarse, pero el banco no irá tan lejos como para
hacer compromisos incondicionales. Buiter cree que los problemas
de la banca continuarán, y que es posible que suavicen los
requerimientos de capital para la banca.

El conjunto de su informe presenta un panorama bastante
siniestro para Europa en la Eurozona, pero al fin y al cabo,
"resolver la crisis" es lo que va a significar.

"O bien los países, después de muchos
años de austeridad, recuperan la solvencia o bien
habrá reestructuraciones de deuda en Italia, España
y otros, además de las de Grecia, Portugal e Irlanda. Yo
lo llamo a esto resolver la crisis", apunta.

"Crecimiento bajo o negativo con alto (y/o creciente)
desempleo es la nueva normalidad para la Eurozona, el Reino
Unido, Japón y Estados Unidos", defiende el economista
jefe de Citigroup, que dice que la única manera de evitar
esto sería encontrar formas fuera del mercado para
reestructurar el exceso de deuda soberana, financiera y
particular, que hay en estas regiones.

Incluso con ello, el crecimiento potencial probablemente
sería modesto, muy por debajo de los niveles considerados
posibles antes de la crisis, especialmente en EEUU y el Reino
Unido.

¿Las razones? "La demografía, el
empeoramiento del capital humano, las infraestructuras
inadecuadas y una tendencia hacia la sobreregulación
financiera". Unas perspectivas pésimas, reconoce Buiter,
pero no una crisis.

"El economista Santiago Niño Becerra dice que
las comparaciones son odiosas, pero traza un paralelismo entre la
Europa del año 2011 y la América Latina de 1985. Y
es que el famoso profesor de Estructura Económica piensa
que el nuevo Consenso de Fráncfort es estructuralmente
parecido al de Washington"…
Vienen reformas caiga quien
caiga: del Consenso de Washington al de Fráncfort (El
Economista – 6/12/11)

"Tanto uno como otro van en la misma dirección",
apunta Becerra. La cuestión es sanear y estabilizar sin
que importe quien se queda por el camino, aunque el profesor
señala con sorna que "si se queda por el camino un belga
le darán un mendrugo de pan bastante más grande que
el que le dieron a un hondureño cuando se
quedó".

Pero el paralelismo económico, que
comenzaría por una situación deflacionaria agravada
por una caída de la actividad económica que merma
los ingresos fiscales de los Estados, también tiene mucho
que ver con Japón aunque el País del Sol Naciente
esté en extremos opuestos.

Si echamos la vista atrás, puede decirse que la
crisis latinoamericana de los años 80 fue provocada por
gobiernos populistas e irresponsables que dilapidaron la herencia
acumulada desde la Segunda Guerra Mundial. Después, ya en
los años 70, estos países latinoamericanos fueron
cebados con crédito por los banqueros del primer mundo,
que encontraron a quien prestarle cuando la recesión hizo
que su negocio cayera en picado tanto en EEUU como en
Europa.

Pero, como explica Niño Becerra en La Carta de La
Bolsa, "la situación se dio la vuelta en los 80, los tipos
de interés volvieron a aumentar y en aquellos
países se instalaron las "dictaduras amigas" (Ronald
Reagan dixit). Y para solucionarlo fueron llegando los chicos del
Consenso de Washington".

Llegó la hora: toca
sufrir

Hasta aquí parece evidente que el esquema se
repite: muchos países europeos han sido enterrados, o se
han dejado enterrar, bajo montañas de crédito
fácil que ahora no pueden devolver. Había que
seguir creciendo a toda costa y tanto los gobiernos como los
ciudadanos fueron cebados con dinero fácil y barato. Pero
la fiesta se ha terminado y ahora es el turno de los muchachos
del Consenso de Fráncfort.

¿Y Japón? "Lo de Japón fue
diferente. Fue un expolio perpetrado en el Plaza y en el Louvre.
EEUU obligó a Japón a revaluar el yen so pena de
que volviese el espectro de MacArthur, y Japón
comenzó a externalizar producciones como un poseso para
compensar la caída de competitividad que
experimentó. Y en el interior -y aquí la
cagó- se lanzó a la hiperespeculación con
créditos baratos concedidos en despachos sin ventanas",
escribe Niño Becerra, que asegura que como el ahorro
interno del país era espectacular no hizo falta que los
chicos del Consenso de Washington intervinieran. Fue como ganar
la batalla sin disparar un solo tiro porque Japón
dejó de ser lo que era.

Así las cosas, ahora sería el momento de
la austeridad a ultranza del Consenso Fráncfort, de que la
economía se ajuste y de que en ese periodo no se altere el
orden establecido. Y eso en los países más
castigados significa que hay que purgar el exceso del
crédito y que todo debe hacerse más pequeño
y guardar relación con los escasos recursos de los que se
dispone.

¿Y quiénes harán algo así?
"Pues los Gobiernos de técnicos que vienen", sentencia
Becerra, que cree que los futuros gobiernos gestionarán la
economía a imagen y semejanza de las megacorporaciones
empresariales. La productividad y el ahorro serán el santo
y seña, caiga quien caiga.

(Santiago Niño-Becerra. Catedrático de
Estructura Económica. IQS School of Management.
Universidad Ramon Llull)

– Sección III –

El "Santo Grial" del
superávit primario (fundamentalismo fiscal)

Carta a los dalits, paganos o
"paganinis" de la crisis (desde la Europa de los
náufragos): la deuda y la vida

III – La teoría de los
"huecos" (bailando con la "prima")

(Enero 2011) El presidente del Banco Central Europeo
(BCE), Jean-Claude Trichet, defendió su postura de mano
dura en la política fiscal y la inflación al decir
que la austeridad presupuestaria y la vigilancia de cara al alza
en los precios de la energía y las materias primas son el
mejor camino hacia la recuperación
económica.

(Febrero 2011) El estímulo fiscal y los
consiguientes rescates del sistema financiero condujeron a
grandes déficit públicos (del orden del 10 por
ciento del PIB) en casi todas las economías avanzadas y
provocarán, según el FMI y otros cálculos,
unos índices de deuda pública/PIB por encima del
110 por ciento en 2015, frente al 70 por ciento de antes de la
crisis. Si los desequilibrios son, en parte, cíclicos
porque el crecimiento no se ha recuperado según la
tendencia, el doloroso proceso de desapalancamiento de la deuda
privada implica que los índices de crecimiento
seguirán siendo bajos durante varios años. Por
ello, los déficits son también estructurales y no
caerán incluso aunque se consiga el crecimiento de
tendencia (sic).

(Febrero 2011) Dice Standard & Poor's, hablando
sólo de pensiones, que en ausencia de reformas, la deuda
germana alcanzará en 2050 el 400% de su PIB, la francesa,
el 403%, la italiana el 245%, y la española el 544%.
Habrá que hacer algo (sic).

(Febrero 2011) Estamos ante la vulgarización del
keynesianismo más ramplón; ese keynesianismo que
incluso llevó al propio Keynes al final de su vida a, como
ya hiciera también su mellizo truhán Marx, negar
que fuera keynesiano: el multiplicador de la inversión. A
saber, que merced a la economía del cuento de la lechera,
todo aumento del gasto público o de la inversión se
traducirá en un incremento multiplicado del PIB
(sic).

(Marzo 2011) Nuestras iras deberían dirigirse,
pues, no contra Trichet, quien tímidamente está
haciendo lo correcto, sino contra Bernanke y los monetaristas,
quienes desde un comienzo no comprendieron de qué iba esta
película y, tras el fracaso de los planes de
estímulo keynesiano que ellos mismos ayudaron a sufragar,
tomaron el relevo a la hora de estrecharnos, aún
más, la soga alrededor del cuello (sic).

(Marzo 2011) ¿Cómo va a terminar la crisis
de la Eurozona? El portal financiero Business Insider cita el
último informe del famoso Willem Buiter, economista jefe
de Citigroup y que antes pasó por el Banco de Inglaterra,
que asegura que "resolver" la crisis será cuestión
de años de austeridad o bien de una
reestructuración de la deuda.

(Abril 2011) ¿Deberían más
países crear consejos consultivos fiscales independientes
para dar una mayor objetividad a los debates sobre el presupuesto
nacional? El estafador encarcelado Bernie Madoff resumió
recientemente muchas impresiones de los ciudadanos sobre la
política fiscal, al declarar que "el gobierno en sí
es un plan Ponzi" (sic).

(Abril 2011) Portugal se convirtió en el
último país (luego de Grecia y la República
de Irlanda), en pedir un rescate económico a la
Unión Europea (UE). Pero no es la única
nación inmersa en una marea de duras medidas de
austeridad, y algunos de ellos enfrentan los cortes del sector
público más profundos en toda una
generación

(Abril 2011) En EEUU, la sostenibilidad de la deuda es
una función con restricciones políticas. El centro
político se ha fracturado a resultas de la crisis
financiera y para arreglarlo va a ser necesario un consenso sobre
el tamaño deseado del Estado. ¿Debe el Gobierno
asumir los bajos niveles de responsabilidad de sus antecesores
libertarios de los siglos XVIII y XIX o compartir las visiones de
la América del New Deal o de la Gran Sociedad?
(sic).

(Abril 2011) La inflación sube impulsada por la
política ultraexpansiva de la banca central. Esto favorece
a la gran banca y perjudica a la clase media.

(Abril 2011) La banca central está alimentando la
inflación mundial, ya que la caída artificial en
tipos de interés negativos -tasa de inflación
superior al tipo de interés- explica, en gran medida, la
huida masiva de dinero hacia materias primas y metales preciosos.
Si bien es cierto que el BoJ entona el mea culpa con la boca
pequeña, también lo es el hecho de que por primera
vez un importante banco central admite la responsabilidad directa
de estos organismos en el alza de precios. Algo inédito:
Trichet (BCE) y King (Banco de Inglaterra) no se han pronunciado
en público sobre esta materia, mientras que Bernanke (FED)
ha negado, una y otra vez, toda responsabilidad respecto al
aumento de la inflación.

(Abril 2011) ¿Habría generado
inflación, en circunstancias normales, una
expansión tan cuantiosa del crédito público
y privado por parte de la Fed? A buen seguro: más
crédito son más medios de pago persiguiendo unas
cantidades de bienes y servicios que no crecen, ni mucho menos, a
la misma velocidad. ¿Tiene sentido que no lo haya generado
en las circunstancias actuales? Sí, porque, como algunos
predijimos, al tiempo que se crea una gran cantidad de
crédito público, se está destruyendo una
mayor cantidad de crédito privado (impagos y
amortizaciones de deuda). Si acaso podemos decir que la QE ha
sido inflacionista por obstaculizar las acusadas reducciones de
precios que deberían haberse dado en su ausencia.
¿Tiene sentido que directamente provoquen
hiperinflación? No, al menos mientras los agentes de
mercado sigan confiando en que el Gobierno estadounidense -el
mayor deudor de la Fed- cumplirá con sus obligaciones y
devolverá el dinero que la Fed le ha prestado. La
hiperinflación sólo llegaría si EEUU
suspendiera pagos: esto es, si aplicara una quita a su deuda
pública o si esa deuda pública se saldara mediante
la impresión de nuevos dólares (sic).

(Abril 2011) Mas, ¿qué esperar? Al
endeudamiento se lo premia con inflación, tipos de
interés artificialmente bajos, rescates indiscriminados y
tributación amigable. Idénticos clavos con los que
se sepulta al ahorro: la inflación erosiona el valor de
nuestros patrimonios, los tipos de interés bajos castran
su rendimiento, los rescates o las amnistías de los
deudores se ceban con el expolio de los acreedores y la sangrante
tributación de plusvalías, dividendos, riqueza o
beneficios afean su recompensa (sic).

(Julio 2011) Durante las primeras fases de la crisis
muchos Gobiernos, en respuesta a la intensa caída de la
actividad económica que se produjo a finales de 2008 y
durante la primera mitad de 2009, pusieron en marcha programas de
estímulo fiscal con aumentos significativos del gasto
público. En España, estos programas fueron
especialmente cuantiosos y aumentaron el gasto público en
casi 3,5 puntos porcentuales del PIB. No obstante, esta
resurrección de Keynes, aunque duró más de
tres días, terminó pronto y a principios de 2010
los organismos internacionales y muchos Gobiernos se convirtieron
a la austeridad fiscal. Con lamentos nostálgicos, algunos
piensan que este cambio de orientación de la
política fiscal ha sido prematuro, critican que se haya
abandonado el objetivo del "empleo" por el de la
"consolidación fiscal" y abogan por mantener e, incluso,
ampliar los programas de estímulo fiscal puestos en
funcionamiento en 2008-2009, señalando que los recortes
fiscales no conseguirán estabilizar y reducir la deuda
pública. No comprenden que es un error plantear la
discusión sobre política macroeconómica
alrededor de una dicotomía falsa ("empleo" frente a
"consolidación fiscal") y que, en las condiciones
actuales, en muchos de estos países, no hay alternativa a
la austeridad fiscal (sic).

(Abril 2011) Las violaciones de la ley que está
cometiendo la Reserva Federal suponen un esfuerzo concertado por
su parte para quitarse de encima las cadenas que impone la ley en
los grifos de donde sale el dinero. Esta violación no es
un incidente aislado. Apunta hacia la corrupción del orden
monetario de EEUU y también a la del mundo entero.
Aún más, es probablemente una de las principales
causas de la inestabilidad financiera que padece la
economía internacional desde 1971 y más
recientemente desde 2008 (sic).

(Septiembre 2011) Los keynesianos, yendo más
allá, incluso afirman que el problema se soluciona…
¡gastando más! De esa manera, muchos estados
europeos, entre ellos España, siguen desafiando al
precipicio de la bancarrota negándose a recortar
drásticamente el gasto público. Mientras
países como España ya no podrían afrontar
sus pagos si no fuera por las inyecciones del BCE y la
garantía de Alemania, sus políticos siguen gastando
como si el dinero siguiera siendo gratis. Y es que, como le
sucedió Oscar Wilde, nos morimos por encima de nuestras
posibilidades (sic).

(Septiembre 2011) Curiosamente, en las últimas
semanas se está produciendo en EEUU un debate sobre la
posibilidad de que una inflación mayor pueda ser una
solución para salir de la crisis. Dada la terrible
reputación que la inflación tiene en este
país, donde se la identifica con la crisis y la
estanflación de los setenta y se la compara con la
corrupción y el crimen (el presidente Reagan la
definió como "tan aterradora como un ladrón armado
y tan letal como un asesino"), el que se la pueda considerar como
una ayuda y algo positivo es sencillamente extraordinario
(sic).

(Septiembre 2011) Y, finalmente, fueron los bancos
centrales los que, pese a todos los errores y desgracias
cometidas, no cejaron en su empeño y, a la vista de los
nulos resultados cosechados, comenzaron a monetizar directamente
deuda, tanto pública como privada, para tratar de impulsar
el crédito a cualquier precio. Los llamados Quantitative
Easing fueron implementados, primeramente, por la Reserva Federal
de EEUU (FED) y el Banco Central de Inglaterra (BoE). En
concreto, la FED amplió su balance de forma inédita
para comprar activos crediticios tóxicos (incobrables o de
alto riesgo) a la banca, y así limpiar sus balances. Luego
extendió este programa a la deuda pública del
Tesoro estadounidense. En total, ha comprado cerca de 1,6
billones de dólares. Su última operación,
algo más rebuscada, consiste en vender 400.000 millones de
dólares en bonos públicos que posee a corto plazo
para acaparar la misma cuantía en deuda a largo
(más ilíquida y de mayor riesgo)… Pero nada
es suficiente. Tras el fracaso obtenido, una vez más, los
líderes europeos ven ya con buenos ojos el plan implantado
por EEUU, recomendado insistentemente por su secretario del
Tesoro, Tim Geithner: emplear el actual Fondo de rescate europeo
para avalar una compra masiva de deuda pública por valor
de hasta 2 billones de euros. En definitiva, Quantitative Easing
o, lo que es lo mismo, monetización masiva sólo que
a la europea… Inflación, señores,
inflación a cualquier coste, pese a los enormes perjuicios
que causa a los más desfavorecidos y al público en
general (sic).

(Octubre 2011) La solución última a
dinámicas crediticias distorsionadoras no vendrá de
la planificación ingenieril de expansiones o contracciones
automáticas del gasto (público o privado),
especialmente cuando esa planificación tiene su fundamento
en una teoría económica deficiente como la
keynesiana. Si queremos evitar de verdad los auges expansivos
artificiales y salir lo antes posible de las depresiones, basta
con que nos concentremos en que, en su origen, el crédito
no se expanda desligándose del ahorro real y que, en su
destino, las malas inversiones puedan reajustarse lo antes
posible sin el sostenimiento artificial del crédito
estatal. Los estabilizadores automáticos son más
bien desestabilizadores automáticos (sic).

(Octubre 2011) Este ominoso periodo de socialismo o
gasto público desbocado, nos ha enseñado las bien
fáciles lecciones de la crisis. Basta con constatar lo que
ha hecho el socialismo y hacer, decididamente, lo
contrario… Que hayamos tenido que caer tan bajo para
desechar las irracionales y empobrecedoras medidas keynesianas es
triste, pero lo es menos si efectivamente lo hacemos
(sic).

(Octubre 2011) El problema no es el euro, sino la
tendencia impuesta por ciertas elites a la opinión
pública de que hay atajos artificiales y públicos
para el crecimiento económico. Ahora que estos keynesianos
de todos los partidos están perdiendo batallas por doquier
es fundamental que su derrota sea total, para que nunca
más vuelvan a alterar los fundamentos del bienestar
(sic).

(Octubre 2011) La salvación detrás de la
que correr es la capacidad europea de someterse a una disciplina
racional regulada en Derecho que promueve crecimiento y
estabilidad, y no el conjuro al vudú financiero de la
"libertad" monetaria o la "economía dirigida por la
política", modelos garantistas de miseria, eso sí,
controlada por poderes públicos. Hay que someterse a una
moneda seria, ya sea de papel, y dejar de escuchar a sirenas y
brujos antediluvianos comprometidos con poderes con
vocación de absolutistas. Por ventura, el dramático
y evidente fracaso de las políticas que fomentaron
podría devolver Europa a sí misma. Que así
sea (sic).

(Octubre 2011) Ninguna decisión
burocrática puede resolver el problema: la losa de la
deuda pública que carga a las generaciones futuras con la
factura de las presentes en un ejemplo de egoísmo sin
precedentes… El camino está señalado por las
costumbres financieras germánicas, falta recorrerlo
revitalizando el sector privado mediante austeridad
pública e incentivación de la actividad…
Enterrar el consenso socialdemócrata, y su
divinización del estado, permitiría mirarlo con
esperanza. Merkel ha tenido valor. Que sigan otros
(sic).

(Octubre 2011) Hay un camino mejor y se llama Para
Salvar el Sueño Americano, es el plan de Heritage que
marca el rumbo para arreglar la deuda, reducir el gasto y
restaurar la prosperidad. Rediseña los programas de
derechos a beneficios, garantiza la asistencia para aquellos que
la necesitan y preserva el sueño americano para las
generaciones futuras. Si el Congreso y el presidente quieren que
la nación avance, cree nuevos empleos y anime a las
empresas para que crezcan e inviertan, entonces acumular
más deuda, aumentar los impuestos e incrementar el gasto
no son la respuesta, no importa cuánto desee el presidente
Obama que así sea (sic).

(Diciembre 2011) El comunicado conjunto de los jefes de
Estado de la zona euro consagra la prohibición de que los
países no puedan traspasar el umbral del 0,5% de
déficit estructural y advierte que habrá
"consecuencias automáticas" para aquellos que superen el
3% de déficit presupuestario. Los líderes apoyan
introducir la regla de oro sobre equilibrio presupuestario en las
constituciones y crear un mecanismo de corrección
automática para casos de desviación.

(Diciembre 2011) Ahora lo que toca es administrar lo
escaso, ponerse todos de acuerdo por las buenas o por las malas,
mejor por las buenas, pero dejando claro que quienes no quieran
estar les esperan "las tinieblas exteriores"… Las reglas.
Fijar el 3% de déficit: hoy, mañana el cero.
Control jurídico de los Tribunales Constitucionales: se
constitucionaliza el déficit: la nueva versión del
régimen imperante en las Edades Medias: entonces de
teocratizaba todo, ahora, como eso ya no vende debido a que la
división de poderes es más útil se le da un
barniz constitucional. Control del supertribunal de Luxemburgo,
de momento sin poder de veto a los presupuestos nacionales, de
momento, luego vendrán las "sugerencias previas", las
"orientaciones normativas", "las directrices ex ante":
"sería conveniente que cuando elaborase su presupuesto
tuviese en cuenta……..". Todos juntos, todos juntos:
quien hace algo mal perjudica al conjunto, por eso tiene que ser
reconducido al conjunto, y quien no quiera… "el llanto y
el rechinar de dientes" (sic).

(Diciembre 2011) El economista Santiago Niño
Becerra dice que las comparaciones son odiosas, pero traza un
paralelismo entre la Europa del año 2011 y la
América Latina de 1985. Y es que el famoso profesor de
Estructura Económica piensa que el nuevo Consenso de
Fráncfort es estructuralmente parecido al de
Washington.

La teoría de los "huecos" (enero 2012)

Más de un billón y medio de euros
inyectados a la economía en Europa desde 2007 para generar
un crecimiento de PIB… "negativo".

En Estados Unidos se ha pasado de una deuda
pública de 65% a un 100% del PIB en seis
años.

En Europa, la aceleración del gasto, dos veces
superior, ha sido aún más rápida desde 2004,
pero los planes de estímulo han ido casi enteramente a
sostener el sector financiero.

Los activos bancarios suponen un 85% del PIB de Estados
Unidos y 320% del PIB de Europa.

Más de tres billones de dólares inyectados
en el sistema financiero para generar una revalorización
bursátil negativa o inferior a la
inflación.

Pues bien, uno de los debates más escuchados en
Estados Unidos al 20 de enero de 2012 es si vamos a ver una
tercera ronda de ajuste cuantitativo, "Quantitative Easing" o
QE3. Imprimir papelitos, recomprar bonos, intervenir.

Estados Unidos sabe que puede imprimir moneda porque el
dólar se utiliza en el 75% de las transacciones mundiales,
algo que no le ocurre al euro, que es menos del 15%.

La guerra de deuda entre Estados Unidos y Europa la
tenemos perdida de antemano. Porque en Estados Unidos cuentan con
una moneda de uso mundial, el 75% del comercio global, y el hecho
de que las medidas de competitividad se implementan a favor del
sector privado, no para sostener al público. El gasto
público por unidad de PIB es un 25% en Estados Unidos. En
Europa alcanza el 50%.

Está claro que la disponibilidad ilimitada de
liquidez por parte del BCE al sistema bancario europeo ha evitado
que se produzca una quiebra en cadena de entidades financieras.
El mercado interbancario estaba, y sigue (enero 2012), totalmente
muerto, ya que las entidades solventes no se fían de las
que lo parecen y el BCE está actuando de garantía
para este movimiento de liquidez. Ahora bien, está por ver
cómo va a ser capaz de financiar toda esta liquidez.
Imprimir euros generaría inflación que no puede
trasladar a países fuera de la UE (como hace EEUU con el
resto del mundo) por lo que hemos comentado, sólo se usa
para transacciones muy limitadas, menos del 15% global, y la
financiación vía impuestos está hundiendo
aún más la frágil economía de Europa,
disparando la fuga de capitales en vez de atraerlos. El BCE ha
duplicado el tamaño de su balance en apenas un par de
años. Y no olvidemos que el BCE es una entidad participada
por los bancos centrales de cada país miembro y
cuál es la situación en que están esos
países.

Lo que queda por ver es cuándo y cuánto de
todo este rally de liquidez, que en el fondo no deja de ser una
carga para los contribuyentes, se va a trasladar a la
economía real, porque, por el momento, lo único que
se ha visto es reducción en la concesión de
préstamos por parte de las entidades bancarias. Por ahora,
todo hace parecer que hemos elegido la catástrofe. La
única evidencia es el deseo de perpetuar el modelo
económico.

A pesar de los menores riesgos de falta de liquidez tras
las acciones del BCE, las necesidades de capital que sufren los
bancos de la zona euro son masivas, y el desapalancamiento y la
contracción del crédito siguen siendo tan graves
como siempre.

Asimismo, la principal respuesta de política de
la zona euro ante las presiones de la deuda estatal ha sido un
conjunto de medidas fiscales que conlleva una austeridad fiscal
todavía más férrea al principio, tanto en
los países de la periferia como del núcleo. La
austeridad fiscal exigida es incondicional, imponiendo normas
fiscales que en efecto fomentan claramente los ciclos en el peor
momento posible.

Aunque puede que la disciplina fiscal sea necesaria con
el tiempo para evitar un descarrilamiento fiscal, a corto plazo
elevar los impuestos, recortar la transferencia de pagos y
rebajar el gasto público hará que la
recesión continua empeore, reduciendo la demanda agregada
y los ingresos disponibles.

"El proceso de reequilibrio de los balances se
está llevando a cabo en un contexto en el que los
márgenes para el uso de los tradicionales instrumentos de
demanda de gestión política, tales como las
políticas fiscales o las monetarias, para apoyar la
demanda y contrarrestar las sacudidas más negativas es
mucho más limitada que antes de la crisis de 2008-2009",
subraya el G-20 en el documento etiquetado como nota de asuntos
(de cara a la cumbre que se celebrará en Ciudad de
México en la tercera semana de enero de 2012) y que ha
sido obtenido por Reuters (21/1/12).

Bailando con la "prima"

¿Cuánta libertad tienen los gobiernos
modernos en el actual imperio global de los negocios y las
grandes empresas?

Ellos deciden que la prioridad del mundo sea cubrir las
pérdidas de los bancos, rescatarlos y actúan en
clara connivencia con los políticos.

Hace casi 4 años la ingeniería financiera
falló, las operaciones de valores basadas en
métodos de análisis cuantitativo (high frecuency)
equivocaron las predicciones, el mundo económico
entró en "modo pánico" y los gobiernos de los
países avanzados debieron acudir, en masa, al rescate
(ilimitado) de los bancos "demasiado grandes para quebrar". Una
"crisis sistémica", así dijeron… Hay que
"lanzar el dinero desde un helicóptero" si fuera
necesario, así hicieron… Unos momentos, en que
nadie se preocupaba del déficit público,
"había que restablecer la confianza", era la
consigna… Que fluya el dinero, después veremos
cómo se recoge, ordenaron los "sumos sacerdotes" de la
Fed, del BoE, del BCE…

Cuando los recursos presupuestarios regulares no fueron
suficientes los gobiernos recurrieron al endeudamiento. Eran
épocas de triple A. El "mercado" en su "aversión al
riesgo" ("huida hacia la calidad", decían los
"exégetas"), se "tragaba" todo el "papel" que se pusiera a
la venta. Nadie miraba la TAE, sólo interesaba la deuda
pública de los países avanzados (por su riesgo
"cero" de impago). A los inversores ya no les interesaban los
cantos de sirena de las "titulizaciones", ni los derivados, ni
CDS, ni ETF, ni ninguna otra "sopa de letras"…
Había que buscar refugio en la deuda
pública.

Lo demás fue coser (endeudarse) y cantar (volver
a endeudarse). Muy pocos, por no decir ninguno, de los "grandes
bonetes" de la economía (gurús mediáticos),
objetó el procedimiento utilizado (socialización de
las perdidas bancarias), tampoco observaron el déficit
público originado y el incremento de la deuda
pública devenido. Eran males menores, necesarios para
restaurar la estabilidad de los mercados (sic, sic,
sic).

Cuando los mercados se estabilizaron (que tampoco) y los
inversores volvieron a revisar sus portafolios, comenzó la
"criba". Grecia fue el justificativo, pero podría haber
sido cualquier otro país. Comenzó la batalla de la
triple A. Las agencias de calificación de riesgo que
estaban condenadas al "averno" luego de su fracaso a la hora de
anticipar la quiebra de Lehman Brothers, renacieron de sus
cenizas y volvieron a dictar cátedra.

Los gobiernos altamente endeudados (por culpas propias y
ajenas), quedaron "cautivos" de las agencias de
calificación, necesitados de una colocación de
deuda astronómica a ritmo semanal, y sometidos al
escrutinio y estigma diario de los mercados.

Algo que era tema cotidiano en los asuntos
económicos de los países subdesarrollados: "el
riesgo país", pasó "abrir los telediarios" de los
países avanzados (perdón por la falacia).
Más discretamente (cínicamente) la llaman: "prima
de riesgo".

¿Qué es la prima de riesgo?: Es el
sobreprecio que exigen los inversores por comprar la deuda de un
país (europeo) frente a la alemana, cuyo precio es el que
se utiliza como base o referencia ya que está considerada
como la más segura y es menos propensa a sufrir bandazos
en función de factores coyunturales o puntuales
-crecimiento, déficit… En términos generales se
puede traducir por cuánto dinero es necesario para que los
compradores dejen de lado sus temores y olviden el riesgo que
conlleva entrar en la deuda de los países señalados
por los problemas de déficit o escaso crecimiento. La
razón de este rechazo es que si el inversor sospecha que
no entra dinero en las arcas del Estado o no el suficiente,
tampoco habrá fondos para pagar a quienes adquirieron su
deuda. Un "riesgo país" en toda regla, aunque lo
"edulcoren" como "prima de riesgo".

¿Ustedes se imaginan una prima de riesgo del
orden de 3.223 puntos? Pues esa es la prima de riesgo de Grecia
(20/1/12), lo que quiere decir que si ese país toma un
crédito de 100 euros debe abonar 3.223 puntos por encima
de la tasa que paga Alemania para que le presten 100 euros.
Surrealismo puro. Creo que el director del telediario en Grecia
debería ser Berlanga o Fellini. Y la Unión Europea,
prescribe "abdominoplastia"…

Pero si Berlanga o Fellini aceptaran transmitir ese
absurdo, Kafka debería ser el "presentador", de la
noticia, a la hora de explicar a la audiencia (la manada) que los
bancos, los quebrados bancos, los rescatados bancos, los
causantes de la crisis, los artífices de la estafa
piramidal, sean los que "exigen" a los gobiernos que resuelvan el
problema del déficit público y mejoren su prima de
riesgo. Ellos que "violaron" a la prima, ahora le encargan al
gobierno que asuma la paternidad. Y los políticos
tragan…

Cómo no van a tragar si son presuntos implicados,
cómplices, cooperadores necesarios, socios del silencio,
miembros de la trama, confabuladores para alterar el precio de
las cosas; si en definitiva, son lacayos, serviles y genuflexos,
ante el poder económico.

Por ahora la única política aplicada ha
sido la de empobrecer al contribuyente. Los auténticos
dalits, los únicos paganos (y paganinis) de la crisis,
sobre cuyos ingresos, trabajo, familia y futuro recae todo el
esfuerzo del ajuste fiscal. Son los que deben tolerar que el
estado de bienestar migre a un estado de malestar. Son los que
deben aceptar que la "crónica de la codicia" (de los
bancos), y la "crónica del despilfarro" (de los
políticos), concluyan en un estado de "involución
permanente". El "baile" del "contribuyente" con la "prima" tiene
música de triste realidad y letra de incierto
futuro.

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

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