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Estereotipos de Género




Enviado por mario anderson moreno



Partes: 1, 2

  1. Resumen: estereotipos de
    género
  2. Introducción
  3. Estudio del estereotipo
  4. Género y estereotipos de
    género
  5. Roles
    de género
  6. Estereotipos de género y medios de
    comunicación
  7. Efectos de los estereotipos de
    género
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

Resumen:
estereotipos de género

El presente trabajo se propone exponer la forma como se
han ido iniciando los estudios sobre los estereotipos de
género a través de las últimas
décadas, destacando el aporte de sus principales autores,
así como también las implicancias de este campo de
investigación, además de los conceptos
fundamentales para su comprensión, así como las
características y efectos de este fenómeno
social.

Por otro lado expone los principales lineamientos en la
formación de los roles de género y cómo
estos determinan en gran medida la forma en que las personas
perciben el mundo desde la perspectiva preconcebida por la
sociedad machista.

Palabras Clave: Estereotipos de Género, Roles
de Género, Publicidad

ABSTRACT: GENDER STEREOTYPES

The present work intends to offer the way they have been
initiated studies on gender stereotypes through the decades,
highlighting the contribution of its principal authors, as well
as the implications of this research, as well as the concepts
fundamental to understanding, and the characteristics and effects
of this social phenomenon.

On the other side presents the main guidelines in the
formation of gender roles and how they largely determine how
people perceive the world from the perspective preconceived by
patriarchal society.

Key words: Gender Stereotypes, Gender Roles,
Advertising

Introducción

Los estereotipos de género son ideas
simplificadas, pero fuertemente asumidas, sobre las
características de varones y mujeres, que se traducen en
una serie de tareas y actividades que les asigna cada cultura
(roles de género). La construcción social y
subjetiva del género comienza desde el mismo momento del
nacimiento, e incluso antes, desde el vientre materno, con las
ensoñaciones de los futuros padres acerca del bebé
que está por llegar. A lo largo de nuestra vida, en la
familia, en la escuela, y en nuestro ambiente relacional se nos
dice qué está bien y qué no lo está
siendo hombres o mujeres, desde la forma de vestirnos a la manera
de hablar, de expresarnos, comportarnos, a qué podemos
jugar o en qué deportes participar. Al margen de la
dotación biológica o genética que diferencia
a los machos de las hembras, el hecho de ser mujer u hombre
implica un largo proceso de culturización, aprendizaje y
adaptación a los roles establecidos.

El género es una representación cultural,
que contiene ideas, prejuicios, valores, interpretaciones,
normas, deberes, mandatos y prohibiciones sobre la vida de las
mujeres y de los hombres. Es así como se considera que los
hombres y las mujeres no son iguales, debido a que cada uno tiene
su propia función en la vida, "según el tipo ideal
históricamente gestado, la mujer, toda mujer
auténtica, está adornada de unas
características que la distinguen del varón: es
dulce y tierna, coqueta y astuta, preocupada por lo concreto,
incapaz de interesarse por cuestiones universales, sentimental,
intuitiva, irreflexiva y visceral" También se puede
establecer una aproximación a las características
que impone la cultura patriarcal a la subjetividad femenina,
tales como el imperativo de belleza, la predisposición
natural al amor, la consideración de la identidad de la
mujer sujeta a la maternidad y el mandato de la mujer como
cuidadora y responsable del bienestar ajeno. Por otra parte la
masculinidad prepara a los hombres para enfrentar la vida con
fortaleza, conocimiento, poder, engreimiento y habilidad, aunque
también les enseña a rechazar sus sentimientos
cubriéndose así con una máscara insensible.
En esta misma línea se puede señalar que el modelo
de masculinidad hegemónica implica carecer de todas
aquellas características que la cultura atribuye a las
mujeres, se construye sobre el poder y la potencia y se mide por
el éxito, la competitividad, el estatus, la capacidad de
ser proveedor, la propiedad de la razón y la
admiración que se logra de los demás. La
masculinidad se traduce en autoconfianza, resistencia y
autosuficiencia, fuerza y riesgo como formas prioritarias de
resolución de conflictos.

Las personas se convierten en hombres y mujeres en
función del aprendizaje de representaciones culturales de
género que rigen, no sólo, su constitución
genérica, sino también, el carácter de las
relaciones que, unos y otras, mantienen en diferentes esferas
sociales (en ámbitos como la familia, la escuela, el grupo
desiguales, etc.). Así, el género, como sistema
cultural, provee de referentes culturales que son reconocidos y
asumidos por las personas.

Desde la perspectiva sociocultural estas
representaciones son internalizadas por los sujetos que forman
parte de dicha cultura, estructurando y configurando formas de
interpretar, actuar y pensar sobre la realidad.

Aprendiendo como es que funcionan y el grado de certeza
o falsedad, así como sus efectos es que llegaremos a
considerar el aspecto negativo o positivo de los estereotipos,
pudiendo llegar a plantear propuestas para generar un trato
igualitario entre el hombre y la mujer.

CAPÍTULO I:

Estudio del
estereotipo

El término "estereotipo" fue utilizado por
primera vez en las ciencias sociales de mano de Walter Lippman en
su libro Public Opinion publicado en el año 1922.
Aunque no aportó una definición final de
estereotipo, integró una visión global del naciente
concepto de estereotipo social, elaborando así la primera
conceptualización al respecto.

Lippman eligió la palabra estereotipo para
designar un determinado mecanismo de percepción inevitable
y eficiente, elaborado por el individuo o su grupo, que se tiene
en cuenta en el momento de percibir otro objeto o contenido
similar.

Con dicho término, parecía referirse al
contenido de la percepción construida por el individuo
así como al proceso mismo. Acuñado el
término, las primeras investigaciones llegarían en
los años treinta aunque, según Cano (1993) con
probabilidad éstas hubieran tenido lugar igualmente sin el
precedente de Lippman, quizás bajo otro nombre.

ESTUDIOS EN TORNO AL ESTEREOTIPO

Desde que el término estereotipo fuera
introducido en el contexto de las ciencias sociales por el
periodista Walter Lippman en 1922, la conceptualización
del estereotipo social ha venido conformándose en una
constante redefinición, cuya revisión puede
realizarse avanzando cronológicamente desde dicha fecha.
Esta retrospección permite llegar a la conclusión
de que han existido tres fases diferentes en la
conceptualización psicosocial del
término.

AÑOS 20: LA ADOPCIÓN DEL TÉRMINO
POR PARTE DE LAS CIENCIAS SOCIALES.

La primera adopción científica del
término vino de manos de la psiquiatría. Este
precedente pudo condicionar la naciente corriente
patológica que dominaría las posiciones doctrinales
en los estudios sobre estereotipos que se sucedieron en los
años treinta y cuarenta en los Estados Unidos. A esta
perspectiva la definen, según Cano (1993), tres
características: los estereotipos son negativos; existe
una alternativa sana a los mismos, y por tanto hay que acabar con
ellos.

Según diversos teóricos, Walter Lippman ya
hizo surgir esta corriente con

Public Opinion en 1922. Lippman, si bien, como
ya se mencionó, no desarrolló una definición
formal de estereotipo, sí elaboró un
análisis conceptual en el que lo consideraba una
construcción individual y social de la percepción
sujeta a distorsiones tanto psicológicas como socio
ambientales, que venían determinadas por la
economía cognitiva a la que se debían.

A estas distorsiones tendían con más
susceptibilidad los débiles mentales y otra serie de
individuos, como los analfabetos. Hasta este punto, se justifica
la ubicación de su obra dentro de la perspectiva
patológica del estereotipo, defendida desde posteriores
marcos teóricos. Pero en realidad, para Lippman no era
posible ni deseable acabar con los estereotipos porque el hombre
carece de recursos cognitivos o perceptivos para enfrentarse al
mundo desde la neutralidad. La estereotipia es un reflejo, para
Lippman, de nuestra cultura, nuestro lenguaje y nuestra manera de
pensar.

Lippman reconocía las consecuencias negativas de
la estereotipia, al destacar las deficiencias de la misma en
términos de sus consecuencias, pero también hablaba
de lo poco plausible de un sistema cognitivo totalmente libre de
estereotipos, que empobrecería la vida humana. La
estereotipia, por tanto, no es para Lippman un mecanismo negativo
o perverso y propio de enfermos, sino absolutamente normal,
eficiente y altamente positivo que ayuda al individuo en su
percepción del mundo y la interpretación de los
estímulos que recibe:

"El estereotipo no sólo nos hace ahorrar
tiempo en nuestra vida ajetreada y es una defensa de nuestra
posición en la sociedad, sino que además nos
preserva del desorientador efecto de intentar ver el mundo de un
modo rígido y en su conjunto
" (Lippman,
1997).

"(…) el abandono de todo estereotipo en orden de
una aproximación completamente inocente
empobrecería la vida del hombre. Lo que importa es el
carácter de los estereotipos y la credulidad con la que
los empleamos
."

(op.cit.).

Con esta afirmación, Walter Lippman venía
a sugerir la posibilidad de un antídoto efectivo, pero no
aniquilador, contra la estereotipia mediante el simple
reconocimiento de la operación por parte de cada persona,
lo que sería tanto como reconocer la objetividad
humana.

Lippman diferenció entre el proceso y el producto
de la estereotipia. Los estereotipos no son para él
necesariamente negativos y ni siquiera falsos, aunque le
interesaba más su conformación que su negatividad.
Respecto al proceso, se mostraba pesimista en cuanto a la
capacidad de autocontrol de los estereotipos de cada uno ya que
las personas afrontan las situaciones con preconcepciones, siendo
más receptivas a la información consistente con
esas expectativas.

Según Frederic Munné (1989), el hecho de
que Lippman se hubiera dedicado al periodismo y extrajera el
vocablo estereotipo del campo de las artes gráficas, pone
ya de manifiesto la íntima conexión de los
estereotipos con los medios de comunicación de masas como
factor facilitador de estos.

Lippman subrayó el papel que desempeñan
los medios informativos al definir nuestro mundo. El
capítulo que abre su libro Public Opinion lleva
por título "El mundo exterior y las imágenes en
nuestras cabezas", y en él argumentaba que son los medios
de comunicación los que definen esas imágenes o
estereotipos.

Maxwell McCombs (1996) esta visión del impacto
mediático es congruente en tiempos de Lippman, tanto con
el criterio académico como con el popular, del poder de la
comunicación, que creció a partir de sus relaciones
durante la Primera Guerra Mundial con la propaganda
política y la comunicación de masas. Por otro lado,
Lippman llegó a referirse a los rasgos
lingüísticos del estereotipo, aspecto apenas
percibido por los teóricos sociales.

Es pues, en los años veinte, cuando se adopta el
término por parte de la ciencia social y cuando comienza a
gestarse el interés por un nuevo concepto, algo que
Lippman condicionó al utilizar la palabra estereotipia sin
acuñar una definición precisa, esperando expresar
un nuevo concepto con una palabra que ya ofrecía numerosos
vínculos semánticos y
metafóricos.

Sin embargo, sentó las bases de un nuevo campo de
investigación sociológica y tuvo éxito al
lanzar el concepto que utilizarían generaciones de
científicos sociales. El hecho de no delimitar su
aplicación a un determinado objeto o contenido,
dejó abierto el estudio a controversias e interpretaciones
numerosas que empezaron a aparecer de modo casi inmediato. Sin
embargo, no sería la orientación sociologista de
Lippman realizada en su estudio pionero la retomada en los
años siguientes, sino que se suscitó un nuevo
interés por el aspecto intrapsíquico de los
estereotipos.

AÑOS 30 Y 40: LA CORRIENTE
PATOLÓGICA.

El verdadero detonante de la implantación de la
corriente patológica llegó en

1933 con el célebre artículo de Katz y
Braly "Racial Stereotypes in 100 College Students", un estudio
empírico al que sin embargo se le ha reconocido un
carácter doctrinal. Katz y Braly desarrollaron una nueva
técnica de medición de estereotipos a través
de una lista de adjetivos, con la finalidad de averiguar
qué adjetivos relativos a rasgos de la personalidad eran
los más propios de cada grupo étnico, racial o
nacional. Katz y Braly (según Cano, 1993) acuñaron
la siguiente definición:

"Un estereotipo es una impresión fijada, que
se corresponde muy poco con los datos que tiende a representar, y
resulta de que definimos primero y observamos en segundo
lugar".

Adoptaron una posición moralista, enfocando sus
resultados hacia la prueba de que el estereotipo indica un error.
El impacto de su paradigma fue profundo, y estereotipo y
prejuicio comenzaron a sellarse a partir de entonces.

El prejuicio, entendido como actitud negativa hacia
otros grupos, comenzaría a ser el problema social
dominante en una Norteamérica que se enfrenta a los
problemas de racismo y etnocentrismo producidos en el marco de
una sociedad plurirracial y ecléctica como la
suya.

Con los estereotipos, la sociología
intentará enfrentarse a estos problemas y con ellos
medirán los contenidos cognitivos vinculados a actitudes
grupales positivas o negativas. El estereotipo se va a convertir,
a partir de Katz y Braly, en el aspecto cognitivo del prejuicio y
se analizan preferentemente estereotipos negativos que la
mayoría tiene de los grupos de minorías
étnicas. Crearon escuela en la temática, puesto
que, durante años, tal iba a ser el objetivo casi
único de la investigación en
estereotipos.

A lo largo de los años 30 y 40 y con este
propósito investigador detrás, aumentarán
progresivamente los estudios en materia de estereotipos, pero la
mayoría de la literatura barajará esta
concepción esencialmente negativa que considera al
estereotipo como un error.

En resumen, durante los años treinta y cuarenta,
la definición de estereotipo girará en torno a una
concepción irracional, ligada al prejuicio; la
estereotipia será considerada como un fenómeno de
base emotiva y de carácter defensivo, distorsionador de la
percepción y ligado a las características de
rigidez y falsedad. Un enfoque por tanto peyorativo, que
considera que el estereotipo es fruto de un mecanismo defectuoso
que le hace invariable aún recibiendo información
contradictoria.

La estereotipia estaba íntimamente relacionada
con lo que había sido siempre un foco primordial en la
psicología social: la medición y
conceptualización de actitudes (según Miller,
1982). Theodor Adorno, sociólogo alemán, fue
víctima de la persecución nazi por su
condición de judío y todas las investigaciones
recogidas en el libro fueron dirigidas y financiadas por el
Comité Americano Judío, organismo que
intentó abordar científicamente la
problemática del prejuicio antisemita en particular y el
prejuicio racial y el etnocentrismo en general. Todo ello con el
objetivo expreso de erradicarlos. Adorno, por otra parte, no
comulgaba con los postulados del neopositivismo, sino que
consideraba que el sociólogo debía estar implicado
en el objeto de estudio y no al margen de éste. Todo esto
hace que esta obra deba justificarse desde una perspectiva y
marcos muy concretos.

Los autores de La personalidad autoritaria
abordaron el prejuicio desde una perspectiva predominantemente
psicológica, teniendo al psicoanálisis como
elemento conductor. Desde este marco, el estereotipo vuelve a
tratarse desde una concepción patológica por la que
se entendía como uno de los "síntomas" que
manifiesta un individuo prejuicioso; más concretamente
sería una patología en sí misma, en
conexión con la paranoia, incluso llegan a utilizar la
palabra "estereopatía". La personalidad
autoritaria
ahondará en el aspecto subconsciente del
prejuicio, siendo la estereotipia uno de los ingredientes de
aquél. La estereotipia queda identificada como una
deficiencia de la personalidad, propia de personalidades enfermas
o personas de escasa inteligencia, que la utilizan como medio de
protección de su "yo" débil y que les permite
enfrentarse al mundo controlándolo por medio de una
rígida percepción.

Desde una posición psicoanalítica, los
estereotipos son la ayuda de las personalidades débiles
para enfrentarse al mundo. El estereotipo, como mecanismo de
defensa, es propio, por tanto, de individuos enfermos.

La estereotipia se iba a entender hasta entonces como
una manifestación de la personalidad prejuiciosa y las
teorías freudianas quedarían implícitamente
o explícitamente aplicadas aunque, con el declive del
psicoanálisis en la ciencia social, comenzaron a llegar
las críticas y se apagaría finalmente su
influencia.

AÑOS 50. EL ESTEREOTIPO VERAZ.

En este periodo se ubican los nuevos estudios
teóricos que aparecen entrados los años cincuenta y
que suponen un paso adelante en la evolución
teórica de los estereotipos y en los que comienzan a
observarse dos importantes modificaciones conceptuales (Colom,
1994): por un lado, el predominio del "consenso" como
característica definitoria de los contenidos de un
estereotipo; y por otro lado, la atenuación de la
característica de falsedad, paralela a la emergencia de lo
que se ha llamado "núcleo de verdad" ("kernel of
truth").

Según Cano Gestoso (1993), el consenso es un
aspecto capital que ya estaba presente en las primeras
investigaciones en estereotipos y que queda fijado en el
paradigma teórico-empírico que nace con Katz y
Braly. El consenso se inserta en el concepto, y el estereotipo
pasa a considerarse un fenómeno de naturaleza social al
tomar los rasgos elegidos por un mayor número de
sujetos.

Por su parte, la concepción del "núcleo de
verdad" responde a una posición menos negativa respecto al
estereotipo, considerando a éste verdadero y falso a la
vez, pero con mayor peso de la verdad. El estereotipo
sería, por tanto, portador de una alegación real y
verdadera pero no exacta. Esta posición mantendría
que los estereotipos son, en su esencia, verdaderos y se generan
en contacto con la realidad, aunque más tarde se escinda
esta coincidencia por factores como su generalización o
rigidez. Según afirma J. Ignacio Cano (retomando los
postulados de Levine y Campbell en 1972) también son
defensores de la existencia de un núcleo de verdad en el
estereotipo aquellos autores, entre los que podría
incluirse incluso Lippman, que conciben la estereotipia como una
sobregeneralización, lo cual indica, según el mismo
autor, que se parte de la realidad para más tarde incluir
conclusiones excesivas.

En los años cincuenta surgen defensores del fondo
de verdad intrínseco a todo estereotipo, tesis que no deja
de ser una de las controversias que gira en torno al concepto y
que, como tal, no ha sido siempre aceptada. Se trata en realidad
de un aspecto más de la polémica, aún
más amplia, sobre la verdad o falsedad de los
estereotipos, en torno a la cual se debaten los autores en
posiciones encontradas. Sin embargo, ya en los años
cincuenta surgen los primeros detractores de la concepción
del núcleo de verdad, como es el caso de Klineger, quien
concluía que un estereotipo no implicaba, necesariamente,
ni un mínimo de verdad.

Frederic Munné (1989), por ejemplo, es tajante al
defender "un fondo de falsedad" en el lugar donde se defienda un
"kernel of truth". En todo estereotipo hay, según
Munné, una porción sustancial de falsedad, la cual
es más importante que la porción de verdad que
pueda contener o no.

Pero la tónica general de la época de los
cincuenta fue una visión regeneradora de los estereotipos
dentro de un aura positiva, como productos culturales del proceso
de socialización, dentro de una perspectiva
sociocultural

Pasaron así a ser definidos como creencias
consensuadas sobre las características de ciertos grupos
sociales, conceptualización que se mantuvo hasta la
aparición del enfoque cognitivo social.

En 1954, Gordon Allport, uno de los grandes
psicólogos de la personalidad, publica The Nature
of
Prejudicevii, obra compilatoria de todos los estudios
sobre el prejuicio realizados hasta entonces en la que se trataba
de analizar los efectos degradantes del prejuicio, en particular
los concernientes a judíos y negros.

Allport aportó una nueva definición de
estereotipo, vinculándolo al prejuicio:

"creencia exagerada asociada a una categoría"
(1971, p.215).

Para Allport, los prejuicios son una decisión
categorial y los estereotipos se corresponden con los contenidos
de las categorías irracionales, o ideas fijas que
acompañan a éstas. Más concretamente, el
estereotipo pasa a ser entendido como el componente cognitivo del
prejuicio, con una función clara de ayudar a la gente a
simplificar sus categorías:

"Ya sea favorable o desfavorable, un estereotipo es
una creencia exagerada que está asociada a una
categoría. Su función es justificar (racionalizar)
nuestra conducta en relación con esa
categoría
." (Lippman, 1971, p.215.)

Allport profundizó en el concepto de
categoría y la explicaba como una solución
psicológica, fruto de un proceso inevitable, no siempre
racional y a menudo con una importante carga emocional y
afectiva, claramente predominante sobre el componente cognitivo.
La categorización se explica entonces como la tendencia
humana a interpretar el mundo racional y emocionalmente e implica
un proceso de simplificación y compendio:

"El estereotipo actúa, a la vez, como un
recurso justificatorio para la aceptación o el rechazo
categórico de un grupo y como un recurso selectivo o
"pantalla", que asegure el mantenimiento de la simplicidad en la
percepción y el juicio
." (Allport, 1971, p.
216).

El proceso de categorización vendría
facilitado por la presencia de aspectos visibles. La
"visibilidad", es decir, el grado en que los miembros de una
categoría son reconocibles a primera vista, juega un papel
muy importante en la formación de las
categorías.

La referencia de Allport a los estereotipos de sexo, se
basaría en la misma evidencia visual de una apariencia
diferente que conduce a una elaboración perceptiva y unas
inferencias más allá de lo observable. El
estereotipo operaría, a la vez, como:

"…un recurso justificatorio para la
aceptación o el rechazo categórico de un grupo y
como un recurso selectivo o "pantalla" que asegure el
mantenimiento de la simplicidad en la percepción y en el
juicio
" (ibídem).

Dentro de esta conformación visual, Allport
subrayó el papel que juegan los medios de
comunicación de masas como portadores de estereotipos (en
especial los raciales, implicando desviación social y
delincuencia). Los medios apoyan los estereotipos,
reviviéndolos, y constituyen una de las principales causas
de su existencia. De hecho, al definir Allport los estereotipos
hablaba de "imágenes" inherentes a una categoría,
con las que el individuo justifica sus prejuicios. Estas
imágenes pueden venir proporcionadas por anteriores
experiencias, pero admite también la adopción de
imágenes reflejadas en los medios de
comunicación.

"Los estereotipos pueden o no tener origen en un
núcleo de verdad; ayudan a la gente a simplificar sus
categorías; justifican la hostilidad; a veces sirven como
pantallas de protección para nuestros conflictos
personales. Pero existe otra razón muy importante para su
existencia. Reciben apoyo social de nuestros medios de
comunicación de masas, que los reviven continuamente e
insisten sobre ellos : las novelas, las historietas, las noticias
de los periódicos, las películas, el teatro, la
radio y la televisión
." (op.cit. p. 224).

Los medios de comunicación social
supondrían, para Allport, un factor capital a la hora de
explicar la existencia de los estereotipos. A través de
los medios, los estereotipos son socialmente apoyados,
continuamente revividos y martilleados. Podría explicarse
también esta preocupación social hacia los medios
de comunicación que surge en Allport, como hombre de su
tiempo, en respuesta al panorama mediático de su contexto
histórico-geográfico.

Como se ha indicado anteriormente respecto a las
atribuciones conceptuales generalmente aceptadas en los estudios
de los años cincuenta, se reconocía un
núcleo de verdad en los estereotipos, que no
habrían de ser, por tanto, falsos en todos los casos y se
les caracterizaba por la cualidad del consenso en su
concepción. Allport, en su teoría particular,
asentía estos criterios:

"De ningún modo ha de pensarse que los
estereotipos son siempre negativos. Pueden coexistir con una
actitud favorable
." (op.cit. p. 215).

En definitiva, en los años cincuenta el concepto
comienza a separarse de esa consideración negativa que
incluía las características de falsedad y rigidez,
siendo el contenido de los estereotipos eminentemente
evaluativo.

AÑOS 60. HENRY TAJFEL Y EL INICIO DE LA
PERSPECTIVA COGNITIVA.

Hacia los años sesenta se inicia un giro
teórico hacia la perspectiva cognitiva que
defendería un hombre racional frente al irracional
procesador de información que estudiaban los
psicoanalistas. Una tendencia prolífica iniciada por Henry
Tajfel, retomando así los viejos postulados de Lippman. En
realidad, esta perspectiva venía a ser un reencuentro con
los procesos cognitivos del estereotipo investigados ya en el
pasado.

En 1969 Tajfel publica su artículo "Cognitive
Aspects of Prejudice". Llegaba a romper e invalidar los
planteamientos psicoanalíticos dominantes en la de
prejuicios y estereotipos, formulando los que se
convertirían en los postulados básicos de la
aproximación cognitiva a los mismos.

Con Tajfel, el papel de las bases motivacionales fue
reducido al máximo y los estereotipos pasaron a concebirse
como categorías que aportan coherencia y orden a nuestro
entorno social. Su estudio determinaba que nuestros prejuicios se
basan en tres procesos cognitivos: la categorización, la
asimilación y la búsqueda de coherencia conceptual.
La estereotipia surge, para Tajfel, del proceso de
categorización, pasando a entenderse como un proceso
básicamente racional y categorizador que completa la
información individual o conocimiento de un individuo, con
la información grupal o características atribuidas
a la clase a la que pertenece, introduciendo simplicidad y orden
donde hay complejidad y variación.

Para Tajfel, más importante era la estructura
general y función del estereotipo que su contenido,
originado en tradiciones culturales. El proceso de
categorización proporciona el molde que da forma a las
actitudes intergrupales, y la asimilación de valores
sociales y normas proporciona el contenido. Tajfel
desarrolló estudios experimentales en los primeros
años de los sesentas según los cuales
parecía determinante el hecho de que la
categorización se produce antes que el juicio (ya no
prejuicio), lo que provocaría el desplazamiento de
éste. Las personas no buscarían pues, juicios
absolutos en su concepción de la vida, sino
relativos.

El mecanismo de categorización podría
conducir a errores, pero siendo estos de fácil de
corrección mediante el entrenamiento previo de las
personas en sus estimaciones "exactas". La estereotipia queda
entendida como un proceso de adaptación y normal en la
percepción aunque en algunos casos valedora de sesgos
negativos y definida como "la atribución de
características psicológicas generales a amplios
grupos humanos".

Tajfel sería reconocido como el impulsor de la
ulterior vertiente cognitiva aunque, en realidad, intentó
mantener una perspectiva más psicosociocognitiva ya que
siempre enfatizó tanto en lo cognitivo como en lo
social:

"Estoy totalmente de acuerdo con las opiniones
expresadas en las citas anteriores de que la comprensión
de la mecánica "cognitiva" de los estereotipos es esencial
para su total y adecuado análisis. La cuestión que
surge es si ese estudio es todo lo que se necesita,
posición que, como hemos visto, parece ser adoptada en
algunos de los trabajos recientes (y también en los
anteriores) sobre el tema
." Tajfel (1984).

Desde su prisma teórico global, Tajfel no
entiende la existencia de una psicología social individual
adecuada sin especificar el marco social y cultural en que
aquella concurre. Por ello, Tajfel no puede aceptar el punto de
vista de que el prejuicio sea únicamente una
expresión de malestar o inadaptación individual o
incluso de un conflicto interindividual claro. Su existencia
expresa también ciertas propiedades estructurales de la
sociedad más amplia, las cuales sirven para crear las
categorías en virtud de las cuales la gente clasifica y
evalúa la sociedad de su entorno inmediato (según
Tajfel, 1984). Las exageraciones características de los
estereotipos eran, por tanto, el resultado de las limitaciones de
la capacidad humana para procesar la
información.

Pero la herencia de Tajfel que llegó a los
investigadores americanos sería la psicología
cognitiva, que ha derivado en la denominada Social
Cognition
, que da prioridad a la cognición frente a
los aspectos evaluativos, emocionales y afectivos. La gran
aportación de Tajfel pudo ser el inicio de un nuevo camino
hacia la neutralización del concepto de estereotipo,
definido tradicionalmente como una categoría asociada al
prejuicio y de características negativas.

La obra de Tajfel continuaría en los ochenta,
aunque cronológicamente se le ha ubicado aquí en el
período cognitivista por la adscripción del mismo a
la vanguardia y revelación de la nueva tendencia
teórica iniciada a raíz de sus estudios de los
años sesenta.

Este énfasis cognitivo en el reciente
reavivamiento de interés por el estudio de los
estereotipos no es sino un ejemplo de una tendencia mucho
más general en el pensamiento de la psicología
social. Dentro de este amparo cognitivista, el estereotipo
comienza en los años sesenta su nueva andadura, mudado de
una concepción negativa y caminando hacia esa
acepción neutra que adoptarán y
generalizarán los psicólogos cognitivos. La
estereotipia es, a partir de entonces, un proceso natural de
percepción, aunque pueda conducir a errores. El
decaimiento de las teorías psicoanalistas y motivacionales
sería, en adelante, progresivo.

AÑOS 70 Y 80: AUGE DEL COGNITIVISMO.

La década de los años setenta es testigo
de una espectacular edición de publicaciones en torno al
problema de la estereotipia que continuarán apareciendo a
buen ritmo durante los ochenta. La preocupación por el
prejuicio racial, al contrario, pierde actualidad.

Quedaban atrás las grandes luchas por los
derechos civiles en Estados Unidos, el holocausto era ya un viejo
episodio y la ciencia social ya no trabajaba en el compromiso de
acabar con el racismo. Los estudiosos de los años setenta
se embarcarán en nuevos aspectos como la estereotipia
sexual o de género.

El verdadero auge de la perspectiva cognitiva se produce
en los setenta. La semilla quedó plantada en los sesenta y
la psicología social sembraría el cognitivismo
desde entonces, investigando la "mente social".

Desde la perspectiva cognitiva, el estereotipo
constituye una forma normal y positiva de percepción que
busca la simplificación y la coherencia, aunque su empleo
pueda producir sesgos ocasionales. El estereotipo supondrá
una atribución de rasgos individuales a miembros de
categorías sociales. En los setenta aumenta el
interés por la perspectiva descriptiva en detrimento de la
dinámica. Se trabaja sobre la cognición y desde un
punto de vista teórico se sigue reclamando la
atención el proceso de categorización,
bifurcándose, a partir de ahí, en diferentes
áreas de investigación.

Ninguna teoría ha tomado el relevo al
cognitivismo, en el sentido de erigirse como hegemónica en
el estudio del estereotipo. Y la cuestión de la
estereotipia continúa formulándose, más que
resolviéndose. Como concluye Cano (1993) parece que, a
pesar de los abundantes modelos teóricos e investigaciones
empíricas, lo cierto es que la cognición social
como cuestión global no tiene aún una teoría
clara.

CAPÍTULO II:

Género y
estereotipos de género

Para abordar un estudio sobre los estereotipos de
género es necesaria desde un inicio la
conceptualización y diferenciación de dos
términos que a primera vista pueden parecer
sinónimos: sexo y género; mientras que el sexo hace
referencia a las características biológicas,
anatómicas, fisiológicas y cromosómicas de
los seres humanos que los definen como hombres o mujeres, el
género es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones
sociales, que se construye en cada cultura y momento
histórico con base en la diferencia sexual.

Recientemente los estudios feministas en la
década de los 70 comenzaron a utilizar el término
"género" como forma de referirse a la organización
social de las relaciones entre sexos. Las teorías
feministas vieron la necesidad de redefinir y ampliar nociones
tradicionales para dar conciencia del sesgo histórico
existente al no haber sido incluido la variable género.
Este concepto se utiliza con la pretensión de rechazar el
determinismo biológico implícito que conlleva el
término sexo.

En el movimiento feminista destaca Simone de Beauvoir
con su libro "El segundo sexo". Beauvoir identifica el concepto
de "género" como causante de una identidad femenina
secundaria, ya que se trata de un constructo social que impone
determinados roles y estereotipos a las personas
dependiendo de su sexo, estos roles son interiorizados por las
mujeres y forman parte de su propia identidad. Beauvoir establece
que no se puede hablar de sexo sino que hay que hablar de otra
cosa. Se cuestiona qué significa ser mujer y llega a la
conclusión que ser mujer es la negación del hombre,
es decir un papel secundario, pues no se es un ser
autónomo si no que es "lo otro" por lo tanto se le otorga
una fuerte soberanía a lo masculino. Posteriormente a los
postulados desarrollados por Beauvoir surgieron muchos autores
que han trabajado el concepto "género" desde las
más distintas perspectivas.

De este modo, Gayle Rubin establece el sistema Sexo –
Género como un aparato social sistémico que tiene
como finalidad la subordinación y sometimiento de la
mujer. Este sistema permite la división del trabajo
según el género, ya que maneja el concepto de
"género" como una construcción social, en base a
diferencias impuestas, no biológicas.

Money y Stoller distinguían los conceptos de sexo
y de género. Este último era definido como los
comportamientos esperados para una persona en función de
su sexo biológico. Dichos autores postularon que la
identidad de género se construye en los primeros tres
años de existencia y es previa a la diferencia
sexual.

Joan Scott considera el género como una
organización social. Al igual que la clase o la raza, el
género es interpretado como una variable que determina un
sistema de relaciones binario y segregado. Detecta que a lo largo
de la historia se ha mantenido el concepto de género para
definir al sujeto y mantener una posición de dominante
(hombre) y dominada (mujer).

Por lo tanto es una categoría analítica
que explica las desigualdades entre los sexos en los distintos
niveles: identidad personal, desigualdad social y
política, en el acceso al mercado laboral y
educación, etc. Estas relaciones de poder podrían
estar justificadas en un pasado ya que el patriarcado dominante
distribuía tareas en razón del sexo de la persona,
pero hoy en día no sirve de nada mantener estas
estructuras. La persistencia del género tiene que ver con
la identidad de la persona y dota de reglas a la
sociedad.

El género es un instrumento de primer orden para
seguir manteniendo las diferencias. El sistema de género
funciona en todos los niveles, en todas las épocas, en
todas las actividades y en todas las sociedades, determinando un
orden social desigual entre hombres y mujeres.

En este sentido, Jane English (1977) determina que el
género sirve para establecer y mantener determinados
patrones de conducta, por lo que tiene un claro papel de
aprendizaje, de este modo las personas que se desvían de
la conducta considerada apropiada de su sexo, reciben de la
propia sociedad cierta coerción para que no se
desvíen de la norma. De este modo, se establecen una serie
de tópicos o estereotipos propios de cada sexo, que no
hacen otra cosa que limitar la libertad individual de las
personas al no poder salirse de un determinado guión
impuesto. El uso de estereotipos es negativo para las mujeres por
su papel subsidiario y desigual, pero también es
perjudicial para los hombres, ya que también son limitados
en muchas esferas de la vida y causa
frustración.

Plumwood Se revela contra ese reduccionismo
biológico, ese destino natural que establece el sistema de
género. El género establece unas expectativas
sociales, unas funciones políticas diferenciadas para cada
sujeto y unos procesos de socialización diferentes para
mujeres y para hombres. En este sentido, el cuerpo de la persona
ejerce como contexto que legitima la
discriminación.

Otra autora que aporta una visión interesante
sobre el concepto género es Wilson que considera que el
género designa una serie de papeles que son interiorizados
por los sujetos, estableciendo un sistema dual donde la mujer
ejerce la complementariedad del hombre y designa una
distribución de tareas y funciones en función del
género. En este sentido, las mujeres quedan relegadas al
ámbito doméstico y cuando participan en el mercado
laboral suele ser una extensión de sus funciones como ama
de casa y cuidadora de la familia, en trabajos relacionados con
los Servicios Sociales, la sanidad, educación, etc. Esta
autora también estudia las relaciones de género y
la violencia que a veces se genera contra las mujeres.

También se ha estudiado el género desde la
psicología. Nancy Chodorow, considera que los procesos
individuales de las personas están compuestos por la
creación personal y emocional donde el género
ejerce una fuerte influencia, por lo tanto es necesaria una
reconstrucción a nivel político,
lingüístico, cultural y psicológico para hacer
frente a estas diferencias.

Otro enfoque desarrollado por Young considera que el
género es utilizado para establecer un sistema de poder.
En este sentido, la autora considera a los grupos
como:

"una clase específica de colectividad con
consecuencias específicas respecto de cómo las
personas se entienden a sí mismas y entienden a las
demás" (Young, 1990)

Young se preocupó de manera especial por la
situación de la mujer, a la que consideró uno de
los principales grupos sociales afectados por la opresión.
Según sus propias palabras:

"En cuanto grupo, las mujeres están sometidas
a la explotación en función del género, a la
carencia de poder, al imperialismo cultural y a la violencia"
(Young, 1990).

Esta autora considera que al utilizar el género
como una categoría social es un error, ya que divide a la
sociedad en dos grandes "grupos" no homogéneos con
atributos que no son comunes entre ellos. Young identificó
cómo la mujer está sometida a favor del dominio
masculino de dos formas:

"La explotación de género tiene dos
aspectos: la transferencia a los hombres de los frutos del
trabajo material y la transferencia a los hombres de las
energías sexuales y de crianza" (Young,
1990)

De esta manera, la mujer es generalmente la responsable
de las tareas del hogar para que el hombre pueda incorporarse
libremente al mercado laboral. Esta explotación permite
que el varón se desarrolle en la esfera pública y
refuerce su estatus, mientras que la mujer se ve abocada a
desempeñar trabajos poco valorados y depender
económicamente del marido, a quién deberá
proporcionar cuidado emocional, satisfacción sexual y
descendencia para mostrar su gratitud.

Se establece una "reciprocidad asimétrica"; en un
intercambio horizontal, el género introduce un elemento
desigual, un escalón, es necesario tomar conciencia de que
esta asimetría es antinatural, para ello hay que volver a
replantearse muchas cuestiones como las cargas familiares, las
relaciones matrimoniales, e incluso en el ámbito laboral
existen empresas que reproducen esta discriminación
aún de forma indirecta. Por lo tanto, es posible acabar
con dicha discriminación invirtiendo los procesos, ya que
mujeres y hombres compartimos el mismo objetivo común.
Como dice la propia autora:

Partes: 1, 2

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