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Hashem: Un ensayo de teología supraconfesional avanzada para masones. Parte 2



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    Hashem: un ensayo de teología supraconfesional
    avanzada para Masones. – Monografias.com

    Hashem: un ensayo de teología
    supraconfesional avanzada para Masones.

    Parte 2

    Este hermoso escudo es el emblema oficial de la Gran
    Logia Unida de Gran Bretaña. Fusiona los escudos de los
    Antiguos y Modernos Masones de Inglaterra. Obsérvese el
    Arca de Dios bajo la mirada y las alas de dos ángeles en
    la parte superior del escudo, y los cuatro animales de las
    visiones de Ezequiel, en el A. T. y de San Juan en el Apocalipsis
    del N. T. .- Todos ellos datos simbólicos esencialmente
    bíblicos. Incluso se muestran dos escuadras unidas por sus
    vértices para formar una cruz. Los tres torreones de la
    izquierda, además de evocar al número tres y a la
    Santísima Trinidad, nos recuerdan aquel versículo
    del Libro de los Proverbios que dice: TORRE FUERTE ES EL NOMBRE
    DE YAHVEH, A EL CORRERÁ EL JUSTO Y SERÁ LEVANTADO.
    (Prov. 18,10).

    Hace cuatro meses se publicó en
    www.monografías.com, categoría Religión, la
    primera parte de este ensayo de teología supraconfesional
    para masones latinoamericanos. En ese intertanto este autor ha
    dictado un seminario de introducción a la kábalah
    aplicado al rito escoses antiguo y aceptado, para masones de la
    gran logia mixta chilena. Tal actividad ha permitido recolectar
    una serie de preguntas, inquietudes y necesidades de los miembros
    de esas logias, que ahora nos habilita para ampliar y profundizar
    los enfoques que se pretendían originalmente para esta
    segunda parte de la monografía. En este Ensayo, en sus
    conclusiones finales se agregará una síntesis de lo
    tratado en la primera parte, de modo que para la mayoría
    de los lectores es posible que no les sea necesario leer aquella,
    salvo para propósitos de investigación
    masónica especializada.

    En realidad, la Biblia, la kabalah y la masonería
    son una cadena continua de tres eslabones inseparables, que
    conforman el ser y la razón de ser o el logos divino de la
    augusta institución ya tres veces centenaria, desde su
    reorganización londinense de junio de 1717. Quien no lo
    comprenda así es porque aún no ha entrado en el
    secreto o en el esoterismo de la hermandad, y se mantiene en la
    cascara de sus misterios. Esa superficialidad es causa de graves
    conflictos en el seno de la institución augusta, apenas
    atemperados por la tolerancia que reina en sus talleres, pero que
    nos muestra una sombra de ignorancia que es incompatible con el
    espíritu de conocimiento metafísico de la
    masonería.

    Lo que en Grecia se denominaba como la Doctrina
    Esotérica en la escuela pitagórica, en la academia
    platónica y en el liceo del gran Aristóteles, en
    los ambientes esenios y kabalísticos se llamaba HOCMAH
    NISTERAT o la sabiduría secreta, y en algunos textos
    simplemente como NISTEROT o "las cosas no evidentes" de las
    Sagradas Escrituras. Las "cosas evidentes" a los ojos del
    entendimiento de cualquiera se denominaban como NIGUELOT. Y entre
    masones hay que tener cuidado de no juzgar con criterio de
    Niguelot aquello que por esencia es algo profundo que pertenece
    al reino de la Hocmah Nisterat o Nisterot.

    La Hocmah de la Biblia es sinónimo de
    Sabiduría Divina y equivalente al concepto de Verbo de
    Dios o de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. El
    libro de Proverbios 8,22 al vers. 36 nos habla de la
    sabiduría creadora de Dios que existía desde antes
    que el mundo fuese. Y nos dice que esa sabiduría
    primordial fue el arquitecto diseñador del universo. Lo
    mismo nos dice san Juan en su evangelio. Que el Verbo era Dios y
    que sin el nada de lo que ha sido hecho sería existente. Y
    agrega que Ese Verbo o Palabra que se hizo hombre, y que
    existía desde antes que el mundo fuese. (Evangelio de Juan
    1,3; y 1,14; y 17,5 y 17,24).

    Y en el capítulo Nueve del mismo libro de los
    Proverbios dice que esa Hocmah o sabiduría divina
    edificó su Casa Y LABRO SUS SIETE COLUMNAS. (Prov. 9,1).
    Es evidente que dicho texto es la base escritural de aquella
    regla masónica ancestral que establece que para constituir
    una Logia y abrir los trabajos regularmente se debe contar con la
    presencia de siete maestros masones y no menos. Esta
    relación entre el hombre iniciado y la columna de un
    templo tiene su fundamento específico en dos textos del
    Nuevo Testamento. Se trata de Gálatas 2,9 en que san Pablo
    afirma que Jacobo, Cefas y Juan, los tres más altos
    dignatarios de la comunidad cristiana primitiva eran considerados
    COMO TRES COLUMNAS VIVIENTES DEL TEMPLO DE DIOS. Esas tres
    columnas dirigentes de la iglesia antigua se reflejan en los tres
    más altos oficiales de una logia masónica: El
    Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo
    Vigilante.

    Y luego san Juan en el Apocalipsis 3,12 nos
    enseña que aquellos discípulos que vencieran y
    alcanzaran la perfección espiritual serían
    transformados en COLUMNAS DEL TEMPLO DE DIOS POR EL MISMO CRISTO,
    EL VERBO DE DIOS EN PERSONA. Y NUNCA MAS SALDRIAN DE ALLI, es
    decir, su estatus y rol de columna sería eterno, e implica
    la condición de liberados de la rueda samsárica
    (jivanmukta), o lo que los kabalistas denominan los justos
    (Tzadik) emancipados de la Guilgul Ha-neshamot o los ciclos
    reencarnatorios de las almas.

    Esa sabiduría-verbo de Dios labra sus columnas,
    es decir, ella prepara a los seres humanos que escoge para esa
    función mística de sostenedores ocultos del templo
    de la humanidad trascendida o exaltada. Como también de la
    humanidad virtuosa encarnada. El Zohar, que es un comentario
    esotérico de la Escritura, dice que el mundo es sostenido
    espiritualmente por 36 tzadikim o justos trascendidos. Así
    se demuestra, una vez más, que nuestros antepasados, los
    ilustres maestros fundadores miraron a la Biblia para crear los
    ritos, símbolos, usos y costumbres de la masonería,
    y para darle el espíritu que ella tiene, y que algunos
    quisieran ignorar.

    Este segundo Ensayo Teológico supraconfesional
    para masones latinoamericanos se denomina Ha-Shem porque en
    hebreo significa EL NOMBRE, y no cualquier nombre, pues se trata
    del Nombre de Dios revelado a Moisés y a los Patriarcas.
    Ha-Shem es la palabra que reemplaza a Yahveh, o a Elohim o a
    Adonay en los textos bíblicos. Ha-Shem tiene el valor
    gematrico de 345, que es equivalente e idéntico al valor
    gemátrico de EL Sadai, y el de Siloh, el enviado, y el de
    Moisés. Y que corresponde a las proporciones
    geométricas del triángulo rectángulo de los
    egipcios y de los pitagóricos. En esas cifras 345 la
    geometría sagrada y kabalah judeo-cristiana se unifican.
    Ha-Shem, EL Sadai, y Siloh son uno. En estas cifras la palabra
    perdida ha sido encontrada. (Siloh es el Mesías Enviado,
    el Escogido de Dios y El Sadai es el nombre divino escondido en
    el triangulo rectangulo).

    Valor Gemátrico: 345.

    Relación de 3 – 4 – 5 .

    Por lo tanto Ha-Shem es el nombre o palabra sagrada
    sustitutiva de un nombre divino, del mismo modo en que las
    palabras sagradas de los distintos grados masónicos son
    encubrimientos o sustitutas del nombre de Dios de los hebreos. O
    son sus versiones recortadas o resumidas. De allí que hay
    grados masónicos que usan Adonai como Palabra Sagrada, O
    bien, YOD, IAO, YAH, para no decir Yahveh. O hablan de la piedra
    que suda sangre y agua para evitar decir Iehosuáh. (En el
    grado 18 del Caballero Rosacruz, en cuyo texto ritual
    también se nos enseña que La Palabra que estaba
    perdida se hizo hombre y ha sido encontrada).

    O dicen Señor del Universo, en vez de decirlo al
    modo kabalístico, como ADON AOLAM que significa
    SEÑOR DEL UNIVERSO, PERO COMO SU VALOR GEMATRICO HEBRAICO
    ES 207, equivale a AUR, la Luz, y también equivale al 207
    de la palabra Ein Sof, Lo Infinito o lo Ilimitado. Ese 207 o 9 o
    27 u 81, recorre todos los grados simbólicos y capitulares
    de la masoneria. Kabalísticamente el 207 es la cifra clave
    de La Luz, del Infinito y del Señor del
    Universo.

    Y en la Biblia, como en la teología, se nos
    muestra un Dios que es Luz trascendente e inmanente al mismo
    tiempo. Un Dios que está tanto fuera del universo como
    adentro del hombre y del cosmos. Así lo describe el salmo
    139, un Dios Omnipresente. Pero San Pablo lo dice con una
    claridad meridiana que vale la pena reproducir textualmente, en
    la Segunda Epístola a los Corintios, cap. 4,6: PORQUE
    DIOS, QUE MANDO QUE DE LAS TINIEBLAS RESPLANDECIESE LA LUZ, ES EL
    MISMO QUE RESPLANDECIÓ EN NUESTROS CORAZONES, PARA
    ILUMINACIÓN DEL CONOCIMIENTO DE LA GLORIA DE DIOS EN LA
    FAZ DE JESUCRISTO.

    Precisamente Dios inmanente es quien resplandece en el
    interior del ser humano para impulsarlo en la búsqueda de
    la Verdad eterna y universal. Dios inmanente es quien inspira los
    actos virtuosos y la ley moral en lo íntimo de la
    conciencia, e inscribe la ley eterna en cada una de las almas.
    Ley interior que por causa del pecado y la ignorancia ha debido
    ser escrita en los libros sagrados de Oriente y de Occidente por
    los profetas y videntes iluminados de todas las
    culturas.

    El Dios inmanente que les otorga la intuición a
    los hombres para escoger a las instituciones que han de guiarlo
    en el camino de la existencia, y que también les permite
    intuir la presencia de los grandes maestros y profetas enviados
    para iluminar los caminos de los hombres, aquí y en el
    más allá. Dios inmanente que en los grados
    superiores de la masonería es denominado como el Emmanuel
    o el Immanuel, "Con nosotros Dios" y en los grados inferiores se
    puede denominar como el Espíritu Santo, el cual
    está claramente representado en la Espada Flamígera
    que esgrime el Venerable Maestro en las consagraciones de los
    neófitos y de otros grados azules de las
    logias.

    Dios inmanente que se manifestó como una
    misteriosa neblina luminosa en el interior del Templo de
    Salomón, en Jerusalén, cuando el rey terminó
    de hacer la plegaria de consagración del santuario.
    (Primer libro de Reyes 8,10-11; y Crónicas 5,13-14). Nube
    blanca que los kabalistas denominan Shekinah, o la Divina
    Presencia, la cual también se manifestó en la
    cumbre del Monte Tabor durante la Transfiguración de
    Jesús delante de los tres apóstoles que
    serían las tres columnas de la iglesia primitiva, Jacobo,
    Cefas y Juan. (Ver Mateo 17,5). Nube de luz que también se
    manifestó sobre el monte Sinaí. (Exodo 19,16;
    24,15-18)) Y también en el camino del pueblo de Israel
    hacia la tierra prometida.(Exodo 40,34.38).

    Esa extraña luminosidad fosforescente neblinosa
    también ha sido observada en ceremonias tibetanas en
    Sikkim, India, en Julio del año 1959 al despedir al alma
    de un connotado adepto del lamaísmo tibetano. Esa luz
    nubosa llenó toda la estancia de ese templo tibetano,
    demostrándose que la narración de los antiguos
    cronistas bíblicos es veraz y no fruto de la
    imaginación. (El hecho fue narrado por el gran lama
    tibetano, muy conocido en occidente, Sogyal Rimpoche, en su libro
    EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE, página 340,
    capítulo 16 de la obra).

    Y así debe ser, pues la comunión con la
    Divina Presencia o Shekinah, manifestada como nube fosforescente
    que llena un templo o un edificio no es algo privativo de
    judíos y cristianos. El korán nos dice
    también que la shekinah se hizo presente alguna vez en la
    vida y apostolado de Muhamed, e incluso en la vida de Sri Ramana
    Maharishi, durante sus meditaciones, y delante de decenas de
    personas reunidas en su presencia, entre los años 1930 a
    1940. Se vio que desde la base de su cuerpo y hasta perderse en
    la altura del techo de la caverna donde meditaba, surgía
    una gran columna de luz vertical que lo rodeaba por completo.
    (Referido por el Dr. Arthur Osborne, en una Biografía de
    Bhagavan Ramana Maharshi).

    El fenómeno es semejante a la columna de luz o
    fuego nocturno y humo diurno que guiaba al pueblo de Israel por
    el desierto de Sinaí, narrado en el Exodo cap. 13, 21-22.
    Fenómeno semejante es narrado por Muhyddin Ibn Arabi,
    observado en relación con los místicos
    sufíes andaluces del siglo XII en España.
    Así pues, existen pruebas suficientes de que la nube
    luminosa o la columna de luz de la Shekinah o de la divina
    presencia está presente en casi todas las religiones del
    mundo. Al punto de que en las leyendas británicas del Mago
    Myrddin o Merlin, se hace presente una neblina luminosa en
    determinados momentos de su vida al ejecutar algunos prodigios de
    magia que lo inmortalizaron en la memoria de los
    britanos.

    Esta clase de manifestaciones de luz fosforescentes
    neblinosa que rodea a un profeta, a un yogui o a un chaman
    determinado es destacado por el gran antropólogo rumano de
    las religiones comparadas, Mircea Eliade, en su obra "El
    Chamanismo y las técnicas arcaicas del Extasis". Y en ese
    mismo documento demuestra el carácter chamánico
    extático de las experiencias supraconscientes de los
    profetas o videntes de la Biblia.

    Por lo tanto estas narraciones de los cronistas
    bíblicos NO ESTAN TRATANDO DE ENGAÑARNOS NI DE
    MOVERNOS A LA CREDULIDAD. Están narrando un hecho
    objetivo, único y sorprendente para ellos, en ese momento
    de la historia religiosa de Israel o del nacimiento del
    Cristianismo, que ellos o sus contemporáneos observaron
    directamente. Más tarde, ya en pleno siglo XIX y XX, se
    nos da la posibilidad de comparar experiencias místicas y
    doctrinas religiosas de todos los pueblos del mundo, y así
    tomamos conciencia de la universalidad de estas manifestaciones,
    que pensábamos erróneamente que eran exclusivas del
    judeo-cristianismo. Y no podría ser de otra manera, pues
    san Pablo, Isaías, San Pedro y San Lucas, nos dicen que
    Dios de Israel es el Dios de todas las naciones. ( Isaías
    56,7 ; 2, 2-4 ; Hechos de los Apóstoles 10, 34-3; Romanos
    3,29 ).

    Así, teólogos contemporáneos como
    Rudolf Otto o Karl Rahner, nos dicen que todos los hombres de la
    tierra, o mejor dicho, la naturaleza humana como tal, tiene
    siempre en su interior la posibilidad de la experiencia religiosa
    trascendental, una apertura estructural a la Gracia o al Don de
    Si mismo del Dios inmanente, que es uno con el Dios Trascendente
    y no diferente de El, como también cualquier ser humano a
    través de la historia, y especialmente los fundadores de
    las grandes religiones, tuvieron la experiencia de Lo Numinoso,
    de lo Sagrado o de lo divino, vivencia que rompió los
    límites del conocimiento sensorial y racional
    común, elevándoles a la esfera de lo infinito
    suprarracional, o del Ser Absoluto, pero no de lo incomprensible
    o de lo ilógico.

    Esta shekinah de la tradición judeo-cristiana se
    expresa masónicamente en la presencia de la luz eterna, o
    del fuego sagrado, que cuelga de la plomada cósmica que
    desciende de la Estrella de David que resplandece en la
    cúspide de la bóveda celeste de todos los templos
    masónicos del mundo. Luz eterna que se cierne sobre el Ara
    de los juramentos y de las consagraciones. Ara o altar de doble
    cubo, donde se pone el Volumen del Conocimiento Sagrado (la
    Biblia), la Escuadra y el Compás, y donde se alza,
    invisible a los ojos mortales, la escalera de Jacob, por la que
    bajan y ascienden los ángeles, y en cuya cúspide
    está la Persona misma de Gran Arquitecto del Universo,
    según narra el libro del Génesis 28,
    11-22.

    Shekinah como columna de luz y de
    fuego.

    Ese Volumen del Conocimiento Sagrado, o la Biblia, DEBE
    ESTAR ALLI, ABIERTO, EN TODAS LAS LOGIAS DEL MUNDO, PORQUE TODO
    EL SIMBOLISMO ARQUITECTONICO Y LOS VALORES RELIGIOSOS, ESOTERICOS
    Y MORALES DE LA MASONERÍA ESTAN ESCRITOS EN ESE LIBRO. Lo
    cual no impide que esté el Korán, o el Bhagavad
    Guita, O el Tao Te King, O el Bardo Todol, acompañando a
    la Biblia, cuando se deban tomar juramentos a personas de otros
    credos religiosos. Los otros libros sagrados no hacen
    énfasis en el simbolismo arquitectónico que utiliza
    la masonería en todos sus grados, ni en los datos
    kabalísticos, numerológicos y místicos,
    palabras misteriosas y personajes que son parte esencial de los
    ritos masónicos.

    Salomón, Hiram, Juan, Jesús,
    Moisés, Ageo, Zorobabel, la Reina de Saba, Esdras,
    Melquisedec, Noé, Adam, Aarón, Tubalcaín,
    son personajes nombrados permanentemente en los ritos
    masónicos, junto con la piedra bruta, el ara, la plomada,
    la cadena, la piedra angular, la Nueva Jerusalén, el
    Tabernáculo, el templo de Jerusalén o de
    Salomón, las columnas Jakin y Boaz, el Arca de Dios, el
    Árbol de la Vida, la Cruz, el Nombre de Yahveh, Elohim,
    Sadai, Yah, Yesua, Emmanuel, Adonai, el Ojo de Dios. El Sol y la
    Luna, el candelabro de siete luces, Etc. Todo eso y más,
    son símbolos, objetos o personas que están en la
    Biblia, desde el Principio al Final, y también en los
    ritos y en los templos masónicos. Es, por lo tanto,
    irracional e incongruente con la esencia espiritual, los ritos y
    los símbolos de la masonería, querer eliminar la
    Biblia del Ara de los templos y de los corazones de los
    masones.

    Las razones dadas son la base de aquel landmark antiguo
    que establece con absoluta propiedad y claridad del uso
    obligatorio de la Biblia en los altares masónicos. Tal
    obligatoriedad es esencial y concordante con todos los contenidos
    rituales, simbólicos y alegóricos usados desde hace
    siglos en el seno de la Augusta Institución. La Biblia es
    el trazado arquitectónico fundamental y atemporal que debe
    guiar el pensamiento de los actuales y futuros maestros de la
    hermandad.

    La construcción del templo de Salomón es
    el Eje y Centro Atemporal de todas las concepciones morales,
    sociales, místicas y filosóficas que la
    masonería pueda tener en el presente, en el pasado o en el
    futuro de la humanidad. De allí que la Biblia dedica
    muchos capítulos del Antiguo y del Nuevo Testamento a
    describir y a explicar la importancia de aquel templo, su
    antecedente, el Tabernáculo, y sus derivaciones
    lógicas, que son el ser humano como Piedra Escogida o el
    ser humano como Templo de Dios o del Espíritu Santo, e
    incluso la iglesia universal como un templo invisible de piedras
    vivas unidas por el amor fraternal y el amor a la Divinidad
    Constructora del Cosmos.

    Vamos a probar estas afirmaciones paso a paso, una por
    una, para demostrar la coherencia racional y el espíritu
    universal de estas concepciones que fueron inspiradas
    interiormente por el Altísimo en el corazón de los
    antiguos maestros creadores o si se quiere el de los
    reorganizadores de los ritos y símbolos de la
    masonería, durante aquel interesante período de
    transformación que va del siglo 16 al 18 en Gran
    Bretaña.

    Comencemos por el Ha-Shem, la doctrina del Nombre Divino
    encarnado en un Templo, según lo establecido en la Torah,
    y luego lo que se nos explica en Crónicas y Reyes acerca
    del mismo tema.

    En el capítulo 12 del Deuteronomio (5° libro
    de la Torah) se nos dice en tres versículos diferentes que
    el pueblo de Israel debe peregrinar y reunirse EN EL LUGAR QUE
    YAHVEH HAYA ESCOGIDO PARA HACER MORAR SU NOMBRE. (Deut. 12, 5 ;
    12, 11 ; y 12, 21). Esa es la clásica doctrina oriental
    referida a los nombres sagrados o a los nombres profanos. Para un
    judío, un egipcio, un arameo, o un semita EL NOMBRE DE
    ALGUIEN CONTIENE Y EXPRESA LA ESENCIA Y LA VIDA DEL SER NOMBRADO.
    EL NOMBRE ES EL ESPIRITU DE UNA PERSONA VISIBLE O INVISIBLE, DE
    UN ANIMAL O DE UNA PLANTA. INCLUSO EL NOMBRE MARCA EL DESTINO O
    EL DISEÑO DE LA VIDA DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES DE LAS
    SAGRADAS ESCRITURAS. Esa misma doctrina está en la India y
    entre los Sijs del Gurú Nának, en la China y en el
    Tibet.

    Es decir, allí donde mora el Nombre de Dios ESTA
    DIOS EN PERSONA. Invisible, pero real. Los hindúes dicen a
    este respecto que DIOS Y SU NOMBRE SON UNO. Lo mismo afirman los
    sacerdotes egipcios, e incluso los monjes del Monte Athos dicen
    que Jesús y su Nombre son Uno, son inseparables. Donde se
    nombra al Immanuel o a Jesús allí está El.
    El lector debe recordar que para las doctrinas religiosas
    expresadas en la Biblia NO EXISTE LA NOCIÓN DE UN DIOS
    IMPERSONAL O DE UNA FUERZA CREADORA ABSTRACTA. El Dios de la
    Biblia, como el del Korán, o el del Bhagavad Guita, es un
    Dios Personal. Y cuando decimos Dios Personal no queremos
    insinuar, como hacen algunos devotos hindúes, que el Dios
    Persona es un ser corporal, y que cuando hablamos de un
    Dios-Espíritu infinito estamos hablando de un ente
    impersonal.

    Al decir o usar el concepto teológico de Dios
    como Persona Infinita queremos decir que DIOS ES UN YO COSMICO O
    SUPRACOSMICO, CON AUTO-CONCIENCIA, VOLUNTAD INMUTABLE, PROPOSITO
    UNIVERSAL, Y ORIGEN DE LAS CONCIENCIAS INDIVIDUALES O PERSONAS
    FINITAS. UN YO OMNIPRESENTE E ILIMITADO, UNA LUZ RESPONSABLE Y
    COMPASIVA, UNA INTELIGENCIA INFINITA QUE ESCUCHA A LAS
    INTELIGENCIAS FINITAS Y QUE ES CAUSA DE LA VIDA y SOSTENEDOR DE
    LAS LEYES DE LA MATERIA Y DE LA MENTE. (responsable significa
    capaz de responder a los pensamientos y al clamor de quien le
    busca y le invoca). Es el Dios Personal que los místicos y
    los grandes iluminados han encontrado en todas las épocas
    y lugares del mundo, en el interior de si mismos y más
    allá de si mismos. Decir un Yo consciente sin
    límites es hablar del Ojo de Dios, o de la Omnisciencia
    del Creador.

    El ojo es el órgano de conocimiento por
    excelencia de los seres superiores y conscientes, también
    de los seres inteligentes. Un ojo divino que al mirar otorga vida
    y entendimiento a los seres racionales. Un ojo que es el punto
    supremo de irradiación de la Conciencia Cósmica
    hacia los seres creados o hacia los entes finitos para que
    también sean conscientes y cognoscentes, capaces de buscar
    el origen metafísico de su existencia.

    Un ojo óntico que se manifiesta como el centro de
    toda realidad del cielo y de la tierra, es decir, de aquellos
    planos de la realidad universal representados por el
    compás y la escuadra.

    En el capítulo 8 del Primer Libro de los Reyes se
    nos dice SEIS VECES que el Templo de Jerusalén ha sido
    edificado y consagrado PARA QUE ALLI MORE EL NOMBRE DE YAHVEH, en
    plena concordancia con lo expuesto en el Capítulo 12 del
    Deuteronomio, como se dijo en párrafos anteriores. En el
    capítulo 6 del Libro Segundo de las Crónicas, al
    hablarnos del motivo de la construcción del templo de
    salomón, nos dice 8 veces que está hecho para que
    en él MORE EL NOMBRE DE YAHVEH. Es una habitación
    para que el Nombre o la Divina Presencia o la Shekinah permanezca
    en medio de su pueblo.

    Eso queda plenamente confirmado en el sueño
    hiperlúcido que Salomón tiene con Dios
    después de consagrar el templo. Este sueño
    iluminado enviado por Dios está narrado en el Segundo
    Libro de Crónicas y en el Primer Libro de Los Reyes,
    capítulos 7 y 9 respectivamente, y en ambos documentos se
    nos informan las siguiente palabras de una solemne promesa de
    Dios al rey: YO HE SANTIFICADO ESTA CASA QUE TU HAS EDIFICADO,
    PARA PONER EN ELLA MI NOMBRE PARA SIEMPRE; Y EN ELLA
    ESTARÁN MIS OJOS Y MI CORAZÓN TODOS LOS DIAS. EN
    CRONiCAS DICE "PARA SIEMPRE" respecto de los ojos y el
    corazón de Yahveh puestos en el interior del
    templo.

    Moisés Maimónides nos dice, en la Guia de
    los Perplejos, que esos antropomorfismos de Dios no deben ser
    tomados literalmente, porque como Dios es Espíritu. Lo que
    nos quiere decir es que SU CONCIENCIA Y SU MENTE ESTARÁN
    ENFOCADOS EN ESE LUGAR, PARA ATENDER LAS PETICIONES DE LOS
    HOMBRES DE ISRAEL Y DE OTROS PUEBLOS QUE LE INVOQUEN, pues la
    oración que Salomón pronunció en ese lugar
    tenía un carácter Universalista, pidiendo que
    cualquier extranjero que invocara la ayuda Divina del Dios de
    Israel vuelto hacia el templo de Jerusalén fuera
    oído y atendido por el Señor.

    Si hubiese que utilizar un simil para explicar esto de
    cómo una presencia universal y espiritual puede tener un
    punto de manifestación en el plano físico,
    diríamos que así como el sol proyecta sus rayos
    sobre toda la superficie de la tierra, al modo de la luz
    omnipresente de Dios, si pongo una lupa de lente grande a cierta
    altura, tal vez a unos 20 centímetros del suelo, puedo
    concentrar la luz del sol en un solo punto del terreno y quemar
    la rama de un árbol o una hoja de papel. Al hacerlo
    focalizo la luz omnipresente en un punto sin que ella pierda su
    naturaleza universal. Eso es lo que hacen los ritos de
    consagración de un templo. Crean un lente mental a
    través del cual nos llegan los rayos del espíritu
    omnipresente con una densidad mayor de la que se da naturalmente
    en la vida humana común.

    Leyendo con atención estos textos de
    Crónicas y de Reyes debemos alabar la fidelidad de los
    Maestros creadores de los ritos y de los símbolos de los
    templos masónicos, pues expresan exactamente lo que la
    Biblia describe y narra, tanto en el orden de la acción
    litúrgica como en el orden de las ideas religiosas
    expresadas en el texto sagrado. Por eso no puede extrañar
    a ningún masón la presencia del Ojo de Dios al
    oriente de los templos, o que se diga que el Ara de los
    Juramentos es un símbolo del Corazón del hombre, y
    del Corazón del Adam kadmón, y que ambos son la
    imagen de Dios. Y por analogía una imagen del
    Corazón del Creador. El simbolismo del ojo de Dios y del
    Ara expresa la respuesta de Dios a Salomón en el
    sueño supraconsciente que tuvo tras la consagración
    de aquel santuario.

    Con todos estos antecedentes, y antes de continuar con
    estos análisis, nos cabe preguntarnos cómo puede
    ser masónica una actitud de rechazo al uso de la Biblia y
    del Nombre de Dios, como ocurre en las logias que se dicen
    seguidoras del pensamiento del Gran Oriente de Francia.
    Simplemente es una horrible incongruencia y una flagrante
    superficialidad. Han creado una grave razón de discordia
    universal y una distorsión del espíritu de la
    institución, por no tener las agallas de decir que han
    querido crear una nueva institución que ya no es
    masónica, y que la honestidad les debería
    obligarlos a cambiar su nombre por el de Caballeros
    Agnósticos, o algún otro semejante.

    Con todo lo expuesto acerca del Templo de Salomón
    como una Morada de Yahveh no puede extrañarnos el que en
    todos los grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en
    el Rito del Real Arco, en el Escocés reformado, y en otros
    ritos masónicos, como el Francés, o el de Menfis y
    Mizraim, se use el nombre de Yahvéh en los collares del
    Venerable Maestro de los grados azules, en el Delta de Oriente en
    los grados capitulares, y en las palabras sagradas de casi todos
    los grados más allá del 3°.

    Así en todos los grados tenemos dispersos los
    nombres de Adonai, Yah, Yahvéh, Elhanam, Elohim, IAO,
    Emmanuel, Yod, El, Eloha, Ieshua, INRI, Abba, El Sadai, etc.
    Todos son nombres de Dios tomados de la Sagrada Escritura. Esos
    nombres no se usan por jugar, son para expresar el
    espíritu místico y creyente de los maestros
    fundadores y de sus discípulos, los masones fieles
    actuales. Y, además de expresar el espíritu de los
    antepasados, esos Nombres divinos APUNTAN HACIA LA REALIDAD
    TRASCENDENTE, LA CAUSA PRIMERA, AL PRIMER MOTOR INMOVIL DEL
    UNIVERSO.

    Cuando se le da la luz masónica a un
    neófito que ingresa a una logia el venerable maestro
    invoca a la Luz que le será dada, y luego cita
    textualmente el versículo 3 del Primer Capítulo del
    Génesis, donde dice: Y DIJO ELOHIM: HAGASE LA LUZ Y LA LUZ
    FUE HECHA, cambiándose la palabra Elohim por El Gran
    Arquitecto del Universo, conservándose el resto del
    versículo intacto. Y la logia en pleno, con un coro de
    voces, termina el versículo de Génesis 1,3 sellando
    las palabras del Venerable Maestro. Ese nuevo aprendiz se ha
    constituido en un nuevo universo y la luz interior de ese
    microcosmos ha sido otorgada por la Omnipresente Palabra del
    Creador.

    Sin embargo, el uso de la palabra "arquitecto" para
    mencionar a Dios es un concepto rigurosamente bíblico,
    pues lo utiliza san Pablo en el Nuevo Testamento, en el
    versículo 10 del Capítulo 11 de la Epístola
    a los Hebreos, donde elogiando la fe de Abraham dice: PORQUE
    ESPERABA LA CIUDAD QUE TIENE FUNDAMENTOS, CUYO ARQUITECTO Y
    CONSTRUCTOR ES DIOS. De allí que la masonería va
    uniendo armónicamente los conceptos de Dios del Antiguo y
    del Nuevo Testamento.

    La Nueva Jerusalén, Ciudad
    Cúbica de oro, con doce puertas zodiacales y
    apostólicas. (ver el Apocalipsis 21, vers. 10 al
    16).

    Por todo lo dicho es realmente una desgracia el hecho de
    que los masones contemporáneos sean tan ignorantes en
    materias bíblicas, y, cuando se manifiestan como expertos
    en ella, lo hacen para encontrar defectos y errores en los textos
    sagrados, torciendo el recto espíritu creyente y sabio con
    que los maestros fundadores de los ritos tomaron los textos de la
    Biblia.

    El concepto del Cuerpo del Hombre como Templo de Dios o
    como Templo del Espíritu Santo está dado en el
    capítulo 2°, vers. 19 al 22, del Evangelio de San
    Juan, donde el propio Jesús afirma que su cuerpo es templo
    de Dios y que si fuese destruido en tres días lo
    levantaría, es decir, lo resucitaría. Lo mismo se
    confirma en las Epístolas de san Pablo. En Primera de
    Corintios 3,16 dice a la letra: NO SABEIS QUE SOIS TEMPLOS DE
    DIOS Y QUE EL ESPÍRITU DE DIOS MORA EN
    VOSOTROS?

    Y en la misma Epístola, ahora en el
    capítulo 6,19 dice: ¿O IGNORAIS QUE VUESTRO CUERPO
    ES TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO, EL CUAL ESTÁ EN
    VOSOTROS, EL CUAL TENEIS DE DIOS, Y QUE NO SOIS VUESTROS?. Estas
    palabras y las anteriores son las prueba escriturales del Dios
    inmanente mencionado en páginas anteriores, del Dios con
    nosotros, el Omnipresente o el Immanuel del grado 18 o del
    Caballero y Soberano Príncipe Rosacruz de la
    masonería francesa y del rito escocés antiguo y
    aceptado.

    Lo mismo está expresado por Pablo en Colosenses
    1,27 : A QUIENES DIOS QUISO DAR A CONOCER LAS RIQUEZAS DE LA
    GLORIA DE ESTE MISTERIO ENTRE LOS GENTILES; QUE ES CRISTO EN
    VOSOTROS, LA ESPERANZA DE GLORIA. Esta es, precisamente, la
    doctrina del Cristo Interior, tan usada por los grupos de la
    Nueva Era y por el Rosacrucismo, y desde luego por las logias
    masónicas de tradición cristiana, que son la
    mayoría. El propio Jesús afirma que el Reino de
    Dios está dentro de nosotros, en el Evangelio de san Lucas
    17, 21. No es necesario leer un evangelio apócrifo para
    saberlo.

    La palabra griega "En" que aparece en el texto original
    tiene tres significados, tal como todas las cosas
    masónicas. Y eso se ve en la diversidad de las
    traducciones. Significa que el reino de Dios está "Entre"
    nosotros, como un sistema de relaciones de amor y de luz. En la
    Primera Epístola de Juan dice que Dios es Luz y es Amor. O
    "En medio" de nosotros. Y "dentro" de nosotros. Y todos esos
    significados cuadran con el concepto de Emmanuel o
    Immanuel.

    Incluso las palabras "en medio" de nosotros significa en
    medio de mi ser, es decir, en mi corazón, en el centro de
    mi ser, lo cual coincide perfectamente con el concepto de
    Cámara del Medio, lugar de reunión propio de los
    Maestros masones. (Que Dios es Luz lo dice en Primera de Juan
    1,5, y que Dios es Amor, lo dice en la Primera de Juan 4,8 y
    4.16).

    Por eso el neófito o el aprendiz recién
    iniciado es sentado al noreste del pavimento mosaico, pues aparte
    de representar a una piedra fundamental para un nuevo edificio EL
    MISMO ES EL EMBLEMA DEL TEMPLO DE JERUSALEM, pues en los tiempos
    de Cristo EL TEMPLO DE DIOS ESTABA AL NORESTE DE LA CIUDAD SANTA.
    Hoy, con el enorme crecimiento urbano de Jerusalén la
    mezquita de Omar, situada en la misma plataforma del antiguo
    templo, ha quedado al oriente de la ciudad y no al noreste. Pero
    el rito masónico ha grabado el hecho al sentar a los
    neófitos en ese punto semi-cardinal, entre Oriente y el
    Norte.

    El candidato a la masonería, como también
    el neófito, es una piedra bruta. En Israel los altares
    primitivos eran construidos con doce piedras brutas, que el
    hierro no hubiesen tocado. Así dice la Biblia.
    (Deuteronomio 27,5). Por eso el neófito es puesto al
    noreste del templo, para que sea un nuevo altar, un nuevo templo.
    Como el templo de Jerusalén, que estaba al noreste de la
    ciudad de David en los tiempos de Cristo.

    El aprendiz debe devastar la piedra bruta por un largo
    tiempo, hasta conseguir darle forma cúbica o por lo menos
    de un cuadrilongo, usando el cincel, el mazo y la escuadra, y la
    regla de 24 pulgadas. Obsérvese que el 24 es divisible por
    tres y nos da ocho pulgadas. Esa relación entre el 3 y el
    8 tiene razones bíblico-kabalísticas. Y esta
    también vinculada a las medidas del cubo. Y del cubo de
    oro que había en el templo de Salomón, al lugar
    santísimo, que era una habitación cúbica de
    oro, y contenía el arca de Dios en su interior. Un Cubo de
    oro como la Nueva Jerusalén.

    Veamos las razones bíblico-kabalísticas
    del uso de la regla de 24 pulgadas aplicadas a nuestro cubo de
    piedra, arquetipo de perfección. Recordemos el 8 y el 3. 8
    x 3 = 24. Si sumo las dos cifras del 24 me da seis. Y seis caras
    tiene el cubo. ( 2 + 4 = 6 y 2 x 4 = 8). Lo que pasa es que el
    lugar santísimo del templo de Salomón medía
    20 codos de largo, 20 de ancho y 20 de alto. Al multiplicar las
    tres cifras en codos me da 8.000 codos cúbicos. Y el
    Nombre de Yahveh, famoso tetragrama hebraico suma 26, es decir 8.
    Pues los expertos en gematria suman las dos cifras del nombre de
    Dios 2 + 6 = 8. El lugar santísimo es un 8 amplificado por
    mil. Un 8 expandido hacia las tres dimensiones del
    espacio.

    Además, en la órbita de la Kabalah
    cristiana, el nombre de Iesous, en griego, donde la letras
    también tienen valor numérico, las seis letras del
    salvador valen 888. Entonces 8 + 8 + 8 = 24.

    El desglose letra por letra es como sigue: Iota= 10 ,
    Eta= 8 , Sigma= 200 , omicrón=70 , upsilón= 400, y
    sigma= 200. Total 888.

    Una vez más el rito masónico une
    armoniosamente el Antiguo con el Nuevo Testamento, el 8 de Yahveh
    con el 24 o con el 888, de Jesús. Y el 24 puedo sumarlo y
    me da seis. Bueno, el cubo tiene 8 vértices, 6 caras y 12
    aristas. (Yod=10; he=5; vau=6; he=5=26 son las letras del nombre
    de yahvéh).

    Tres ochos que se vinculan a la santísima
    trinidad. Y un 8 solo, además de vincularse con el nombre
    de cuatro letras de los hebreos, se vincula con Sadai, el
    todopoderoso, cuyas letras hebreas Shin, Dalet y Yod, nos suman
    314: 3 + 1 + 4 = 8. 314, las mismas cifras de la palabra hebrea
    Shitah, la Acacia. (Shin= 300, Tet= 9, He= 5 = 314).
    También coincide con las cifras del nombre de
    Metratón.

    Ese 888 del nombre de Jesús en griego tiene
    directa relación con la división de la regla de 24
    pulgadas en tres partes de ocho pulgadas cada una, es decir, son
    ocho pulgadas para el largo del cubo, ocho pulgadas para el ancho
    del cubo y ocho para el alto o altura del cubo. Y eso no es mera
    especulación, pues, además de las medidas
    cúbicas de la nueva Jerusalén, y las medidas
    cúbicas del lugar santísimo del Templo de
    Salomón, existen palabras de san Pablo que nos instruyen
    acerca de las medidas cúbicas del Amor de Dios, en la
    Epístola de los Efesios cap. 3, vers. 17 al 19.

    "PARA QUE HABITE CRISTO POR LA FE EN VUESTROS CORAZONES,
    A FIN DE QUE, ARRAIGADOS Y CIMENTADOS EN AMOR, SEAIS PLENAMENTE
    CAPACES DE COMPRENDER, CON TODOS LOS SANTOS CUAL SEA LA ANCHURA,
    LA LONGITUD, LA PROFUNDIDAD Y LA ALTURA, Y CONOCER EL AMOR DE
    CRISTO, QUE EXCEDE A TODO CONOCIMIENTO, PARA QUE SEAIS LLENOS DE
    TODA LA PLENITUD DE DIOS".

    Es por eso que en los ritos de Menfis y Mizraim se
    agregan, sobre el ara, a la biblia, la escuadra y el
    compás, la regla de veinticuatro pulgadas. Es por la
    perfección cúbica del nombre de Jesús en
    griego. Y en una de las versiones de nombre de Iehoshuah en
    hebreo, la suma de sus letras nos da la cifra de 391, lo cual se
    vuelve a sumar y nos da 13. Bien, Ahaba es Amor en hebreo, y sus
    letras suman 13 también. (Alef = 1 , He = 5 , Bet = 2 , He
    = 5 . Es decir, 1+5+2+5= 13 ).

    La kabalah dice que la equivalencia de números es
    semejanza de poder o una igualdad de esencia o de naturaleza.
    Ahaba es la mitad de valor del 26 de Yahveh, y el 13 que falta es
    la palabra EJad, o UNO en hebreo, que también suma 13.
    (Alef= 1, Jet= 8, Dalet= 4 . Total 13) Por lo tanto Yahveh es el
    AMOR UNO. O un Ahaba más Ejad igual Dios. O 26. U Ocho. No
    en vano la marcha misteriosa del Maestro Masón se compone
    de 8 pasos.

    En realidad el secreto esotérico escondido en
    estas cifras y en estas estructuras es que LA ENCARNACIÓN
    DEL NOMBRE DE DIOS O DE UN PODER INVISIBLE EN UN TEMPLO
    SÓLO SE PUEDE LOGRAR SIGUIENDO LAS REGLAS DE UNA
    META-GEOMETRIA COMO LA EXPUESTA EN ESTAS PÁGINAS. Para
    cuidar y perpetuar ese secreto ha sido creada la
    masonería. Es algo parecido a lo que los kabalistas
    enseñan como magia talismánica. Es decir, el arte
    de cargar o impregnar un objeto con un poder
    espiritual.

    Por eso es el cuidado que tiene Hiram y Salomón
    de darle esas medidas al lugar santísimo y hacerlo un cubo
    de oro. La cifras del Tetragrama determinan la estructura del
    templo. Y las cifras del altar de doble cubo determinan las
    medidas del lugar santo. Este mide el doble del lugar
    santísimo. Pero todo eso se hace obedeciendo a la
    visión y al modelo del tabernáculo que
    Moisés percibió con el ojo espiritual en el Monte
    Sinaí. (Exodo 25,40. Y Hebreos 8,5).

    Así pues el modelo de las cosas celestiales que
    vieron Moisés y otros videntes como Ezequiel y San Juan
    Apóstol son los diseños o paradigmas que se usaron
    para construir el templo de Salomón, y varios modelos
    nunca ejecutados por los arquitectos hasta el advenimiento de la
    masonería medieval, y después con la
    masonería moderna. Ya las catedrales europeas eran un
    resumen de ciencias meta-geométricas necesarias para la
    plasmación de espacios sagrados que hasta hoy perduran,
    ciencia de la cual se sentía orgulloso de poseer Antoni
    Gaudí, el famoso arquitecto místico español
    de comienzos del siglo XX.

    Para Gaudí la construcción de un templo
    masónico y la construcción de una iglesia era una
    obra de creación divina, en la que unía su mente al
    Gran Geómetra con oración y ayuno, y así
    percibía espiritualmente, con el ojo de la mente
    incorpórea, el diseño celestial del edificio
    sagrado o profano que debía construir e inmortalizar. En
    Gaudí se unían Platón, Pitágoras,
    Hermes y la Biblia sin conflictos ni contradicciones. Este
    arquitecto iluminado es espiritualmente un excelente modelo a
    seguir por los masones de hoy y de mañana.

    Veamos ahora las vinculaciones del simbolismo de la
    piedra a Jesús el Cristo. Como dato previo es necesario
    recordar que la palabra griega Xristo o Jristo, significa UNGIDO,
    es una cualidad espiritual y no es una entidad distinta de la
    persona que posee esa cualidad. Teológica y
    bíblicamente hablando el Cristo no es un ser diferente de
    Jesús. Sólo puede ser alguien diferente cuando el
    texto sagrado se refiere a algún otro rey ungido, como
    David, Salomón, Saúl, o a algún sacerdote,
    que también son ungidos por aceite sagrado o ungidos por
    el Espíritu Santo, como es el caso de
    Jesús.

    En el Evangelio de san Juan Jesucristo se vincula
    personalmente con la piedra-ara-altar de Dios, ya en el primer
    capítulo del mismo evangelio Joánico. (en el
    versículo 51). Pero para un profano en conocimientos
    bíblicos ese versículo no Le dice nada. Para
    comprenderlo hay que ir al capítulo 28 del Génesis,
    al mismo texto que usamos para explicar la mística
    escalera de Jacob. Y fijarnos en el ritual de UNGIMIENTO CON
    ACEITE DE LA PIEDRA DONDE JACOB HABIA APOYADO SU CABEZA MIENTRAS
    TENIA EL SUEÑO HIPERLÚCIDO CON LOS ÁNGELES
    DEL SEÑOR QUE SUBIAN Y BAJABAN ENTRE EL CIELO Y LA
    TIERRA.

    Y Jacob, tocando esa piedra ungida en aceite hace un
    juramento al Dios que se le apareció en la visión
    espiritual. Y años más tarde vuelve a ese mismo
    lugar y lo constituye como el Santuario conocido como Betel, o
    Beit-El o Casa de Dios. Casi en los mismos términos con
    que Salomón nombra al templo de Jerusalén. Casa de
    Yahvéh. "El" es un nombre semítico de Dios
    más antiguo que Yahvéh. No es un pronombre, es un
    sustantivo que nombra al Dios del Cielo.

    Jesús se identifica plenamente con la piedra
    ungida por Jacob, pues dice, en el versículo 51 mencionado
    anteriormente: DE CIERTO, DE CIERTO OS DIGO: DE AQUÍ EN
    ADELANTE VEREIS EL CIELO ABIERTO Y A LOS ANGELES DE DIOS QUE
    SUBEN Y DESCIENDEN SOBRE EL HIJO DEL HOMBRE. El Hijo del Hombre
    es un título mesiánico usado por el Profeta Daniel
    para nombrar al hombre celestial escogido por Dios para venir a
    la Tierra como su representante y mesías. Y predice
    también su muerte violenta.

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