Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Hijos de la calle




Enviado por Noelia



  1. Introducción
  2. Antecedentes
    Históricos
  3. Intituciones de atención a la infancia y
    a la juventud desamparada
  4. Avanzando En La Historia
  5. Intituciones De Atención A La Infancia Y
    A La Juventud Desamparada (Ii)
  6. Instituciones de atención a la infancia
    y a la juventud desamparada (III)
  7. Llegando a nuestros
    días
  8. Conclusión

Introducción

Que la "marginación" es una realidad
presente en nuestros días es un hecho a luces

cierto. Y al hablar de marginación
podrían establecerse parcelas muy variopintas: pobreza
material, abandono, rechazo,… Si buscamos en cualquier
diccionario cual es el significado de marginación se
entiende la "acción y efecto de… dejar al margen,
apartar de la sociedad o de un sector de ella a una o varias
personas, evitando su trato, relación o
compañía".

La marginación puede estar impulsada
por impedimentos físicos, psíquicos, raciales o
ambientales.

En este trabajo quiero hacer una breve
reflexión acerca de este fenómeno social presente
en nuestro mundo. Hacer una llamada a los hombres para que
descubramos que hay posibilidades de caminar por el sendero que
conduce a una mayor igualdad social.

¿Cómo se puede apostar por el
progreso humano a través de la integración de los
sectores considerados marginales? Esta integración pasa
ineludiblemente por el derecho de todos los hombres a la
educación. Y ente trabajo vamos a tratar las instituciones
que han servido de acogida y educación a menores
abandonados, vagabundos, huérfanos,.. (Los hijos de la
calle).

No podemos hacer un balance de la
marginación existente en nuestros días ni tampoco
ofrecer posibles soluciones sin remitirnos al pasado, a la
Historia porque en ella se hallan los pilares fundamentales para
entender muchas situaciones actuales.

La rutina de la cotidianidad nos hace
pensar con la imagen y actitud actual hacia la infancia como si
fuera el sentir natural de toda la historia de la Humanidad. Nada
más lejos de la realidad: a medida que retrocedemos en
nuestro pasado social vamos apreciando como la crueldad y
explotación de la infancia, se fue convirtiendo en norma
habitual de comportamiento.

"La historia de la infancia es una
pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco"
Mause*.

Antecedentes
Históricos

Situémonos por un momento en el
siglo XVI. Con el descubrimiento de América la
economía española experimentó cambios
notables. Trajo como consecuencia un mayor enriquecimiento de
determinados sectores de la sociedad. Se originó la
llamada "revolución de los precios" *

Paralelamente se producen, unas crisis
cíclicas de subsistencia de las clases entendidas como
"marginales". Componen la cara oculta y deprimente de la
sociedad. La más severa tuvo lugar en España en la
última década del siglo XVI. Va en aumento las
manifestaciones de pauperismo y sus consecuencias de vagabundeo y
mendicidad acompañadas de todas las formas de
marginación o desviación social.

La pobreza existe de un modo evidente en el
siglo XVI, siglo considerado, un tanto utópicamente, como
el siglo del renacer, del equilibrio, de la luz, después
de la bárbara Edad Media. La visión
histórica nos lleva a la conclusión de que en este
sentido el "Renacimiento" no fue una autentica realidad, pues los
ricos cada vez más ricos y los pobres progresivamente
más pobres.

A lo largo del tiempo se han intentado
plantear soluciones. El tratado de Juan Luis Vives* De
subvencione Pauperum (Del socorro de los pobres)
ha sido
considerado como la principal obra de todo el programa humanista
de reforma social del siglo XVI.

Vives reclama, para la integración
social de los menores, la existencia de un hospital propio para
los expósitos y huérfanos y que asistan a partir de
los seis años a una escuela pública donde aprendan
"las primeras letras y buenas costumbres" y sean allí
mantenidos. Se plantea, por primera vez, la escuela como
institución integradora de los menos dotados.

Hubo varios intentos legales para la
integración de los pobres: la Ley Tavera* de 1540 sobre el
recogimiento de los pobres es una de ellas.

Esta denigrante situación fue en
crecimiento en el siglo XVII, contemplamos el aumento de la
degradación de muchos sectores de la sociedad.

Uno de los aspectos más
escalofriantes de toda esta situación fue el tratamiento
de la infancia: son muchos los datos que confirman la existencia
de numerosos niños indigentes, Su presencia en las listas
oficiales de mendigos y pobres asistidos era una constante
realidad; eran terribles los castigos que se imponía a los
delincuentes jóvenes: la dureza de aquellas leyes llega a
su máximo: azotes, galeras, mutilaciones, la
exposición en la picota*, todas aquellas leyes eran
represivas e inhumanas y no solo se aplicaba a la infancia
delincuente, sino a los niños vagabundos.

La crueldad para con los niños
llegó a tal grado que, en algunos lugares de España
no tuvo límites, como puede apreciarse en el Fuero* dado
en Calatayud (1131) por el rey Alfonso I de Aragón el
Batallador, en el que se faculta al padre hasta matar a su hijo
en el caso de que no lo obedeciese.

Alfonso X de Castilla el Sabio
protegió a los niños limitando, a su favor, ante la
crueldad de los padres, a los que se les podía llegar a
imponer hasta cinco años de destierro, siempre que el hijo
falleciera a causa de los malos tratos.

Esto motivó diversas iniciativas
legales e institucionales para atender a su reeducación e
integración social. El estado no queda indiferente.
Comienzan a perfilarse los primeros rayos de luz. Hay una
preocupación seria por la infancia marginada, que se
intenta paliar con campañas de ropa o juguetes destinados
a los más pequeños. No obstante se necesitan
medidas más radicales y eficaces para la
erradicación del pauperismo.

Intituciones de
atención a la infancia y a la juventud
desamparada

Pasamos pues a presentar las instituciones
públicas y privadas que se encargaban de la
atención a la infancia y juventud desamparada, los
organismos que se fueron legislando, hasta comienzos del presente
siglo XXI.

En España hubo valiosos antecedentes
históricos relativos a la protección de la infancia
y juventud desvalidas, uno de los más remotos en el tiempo
y la primera manifestación española de
interés acerca de la infancia abandonada fue la
institución del Padre de Huérfanos de
Valencia.
Creada en Valencia en 1337 por el rey Pedro IV
de Aragón el Ceremonioso también llamado el del
Punyalet.

La figura del Pare d´Orfens
funcionó en Aragón, Valencia y Navarra hasta 1793,
año en el que fue suprimida por Carlos IV. Traspasando sus
funciones a la casa de la Misericordia.

Se trataba de una institución
encargada de recoger a los menores vagabundos y ociosos,
huérfanos o desvalidos que pululaban por las calles, e
ingresarlos en la Casa Común, que existía en la
calle así nombrada en la ciudad levantina, y donde se
cuidaban de darles una instrucción primaria. Una vez
conseguido esto, los destinaban a un oficio y tomaban nota del
taller en que solían colocarlos.

También funcionaba como Tribunal con
respecto a los menores acusados de hechos delictivos.
Tenían su reunión en dicha casa y exponían
tanto los corrigendos como los maestros las faltas cometidas y
era el padre de huérfanos el encargado de imponer penas a
los contraventores que consistían en represiones y otras
veces en multa.

Para desempeñar el cargo de padres
de huérfanos era necesario ser persona respetable, casada,
de reconocida autoridad y solvencia, y es de notar que dicho
cargo era completamente gratuito y su duración
comprendía un año.

En sus primeros años no tenía
autonomía jurídica, posteriormente en 1407, el rey
Don Martín I de Aragón El Humano dotó al
Padre de huérfanos de plena potestad en materia delictiva
de los menores, quedando establecido el Juzgado o Tribunal de los
Huérfanos.

La realidad de la pobreza cotidiana
agravada por el deterioro económico y social de las crisis
de subsistencias de mediados de la década de 1570
sería la que motivaría al canónigo
rosellonés Miguel de Giginta a proyectar un plan general
de remedio de pobres y a gastar su vida al servicio de su obra.
Las casas de la misericordia.

En 1576 presentaría un plan a las
Cortes de Castilla que ampliaría después en su
Tratado Remedio de Pobres, publicado en 1579. Una obra
escrita con el corazón en el que discute el problema de
los pobres y ventajas e inconvenientes de la reforma que se
propone, no se queda en una simple exposición, sino que es
un verdadero manifiesto en defensa de los pobres. Denuncia la
hipocresía social de las clases pudientes y de las
tibiezas de los poderes públicos en materia de
pobres.

La propuesta de Giginta tendrá una
rápida y excelente aceptación tanto en los
círculos políticos del Consejo Real como entre los
procuradores urbanos. El Tratado ofrecía un plan
de fácil aplicación y con un aparente bajo coste
económico. Giginta ha reflexionado los trabajos de Vives,
Soto, Robles y los ha hecho propios y los ha integrado a un
sistema coherente y personal que convierte las supuestas
contradicciones en argumentos complementarios.

El proyecto de las casas de la misericordia
que proyectaba Giginta chocaba de frente con los usos y abusos
habituales que se mantenían en las instituciones
existentes y ofrecía una alternativa unificante y
simplificadora de bajo coste. No es de extrañar, que la
propuesta fuera bien vista por los sectores más
reformistas del poder.

Para Giginta lo que quieren aportar las
casas de la misericordia respecto al proyecto pedagógico
se condensaría en tres notas esenciales: doctrina, oficio
y letras.

La formación "profesional" y de
"letras" consistiría en tener unos sencillos talleres de
algunos oficios comunes, en los que aprenderían los
muchachos de la casa de acuerdo con sus inclinaciones y voluntad
hasta que fueran colocados. A los que fueran a letras se les
daría dos horas de clase diarias a primera hora de la
mañana, para aprender a leer escribir y contar. El maestro
tendría que ser algún mendigo de la casa que
supiera de letras y también el lector de la doctrina. A
las muchachas se les enseñaría a tejer lienzo,
cintas, hacer botones, bolsas y en general todas "las cosas de
aguja".

Para Giginta el importante papel de
dulcificar y suavizar el régimen de trabajo e
instrucción de la casa, haciendo esta incluso atractiva,
para ello propone que, durante las horas de trabajo de la
mañana se lean historias verdaderas, empezando por las
antiguas para pasar más tarde a las nacionales y de las
propias provincias. Además las tardes de los días
festivos, tras la comida, se tendrá libertad para salir a
las "recreaciones no prohibidas" que cada uno quisiere. Todo este
plan persigue desde luego facilitar la adaptación a la
disciplina de la casa y soportar mejor esfuerzo del trabajo y de
las condiciones de vida.

Sería en Toledo, a finales de 1580,
cuando Giginta, con el apoyo incondicional del catedral Gaspar de
Quiroga, conseguirá que el ayuntamiento abriera su primera
"Casa de Misericordia" Más tarde en 1581 por
aprobación real se abriría otra casa de
misericordia en Madrid y a mediados de 1583 se creaba la Casa de
Misericordia de Barcelona.

Tras veinte años de esfuerzos,
viajes, reuniones e informes y el inmediato fracaso de la casa de
Madrid y de la casa de Toledo que se ve obligada a cerrar en 1589
por falta de fondos para hacer frente a los crecientes gastos, un
final previsible al depender casi exclusivamente de las limosnas
que pudiera recibir. Solo la casa de Misericordia de Barcelona
continuaría abierta, perviviendo a través de
diferentes adaptaciones hasta nuestros días.

Ninguna fundación más se
realizaría en la última década del siglo
XVI, ni prácticamente en todo el siglo XVII, hasta su
último tercio, que verá aparecer las fundaciones de
las Casas de la Misericordia de Zaragoza y Valencia, aunque en
ninguna de ellas se siguieron las pautas del
canónigo.

Los proyectos de Giginta, tal vez demasiado
ingenuos y voluntariosos no prosperaron.

La profunda crisis final de la centuria del
siglo XVI y la decadencia general del país a lo largo del
siglo XVII, marcada por el hundimiento del poder político
y económico de España, agravado con dos conflictos
internos, la revuelta de Cataluña y la rebelión de
Portugal, suponían un pesado fardo que tenía que
arruinar cualquier iniciativa de asistencia y reeducación
social.

Desde finales del siglo XVII, y
especialmente desde comienzos del siglo XVIII, se
generalizó la creación de hospicios, casas de
expósitos y casas de misericordia para la recogida de
niños abandonados.

El hospicio se presenta a los ojos de los
ilustrados como la institución reeducadora e integradora
de la infancia por excelencia. Dentro del plan general de
asistencia y reeducación, el hospicio era el engranaje
central que daba unidad al conjunto de medidas sociales
aplicadas. Se convierte en el "depósito" que recoge por
igual tanto a los vagos y delincuentes menores, como a los
huérfanos y a los pobres de ambos sexos sin hogar. La
creación de estas instituciones constituye el primer deseo
de integración.

El programa reeducador consistía en
establecer un marco de actividades ordenadas y distribuidas a lo
largo de la jornada de modo que ocuparan todo el tiempo material
de los hospicios.

Es, sin duda, una institución
humanitaria, pero no la más adecuada para resolver la
situación. Los siempre considerados "pobres" siguen sin
recibir una preparación adecuada para ocupar puestos de
trabajo en el mundo que les tocó vivir. Se dieron los
primeros pasos para la erradicación de la
marginación, pero aún queda mucho camino por andar.
La mayoría de los hospicios eran centros de recogida y
asilo de niños, donde la aglomeración y el
hacinamiento eran la tónica general. Los ideales de trato
educativo y diferenciado que presidía su ideario estaban
muy lejos de reflejarse en la práctica.

Mención aparte merece el Hospicio
creado en la ciudad de Sevilla en 1723 y es otra de las
instituciones que resaltamos, por haber pasado a la historia y
también a la leyenda.

Fue la institución de los
Toribios de Sevilla, creada por un hombre sin
apenas recursos, el Sr. Toribio Velasco, natural de San Pedro de
Pinares, obispado de Oviedo y residente en Sevilla donde
recorría las calles vendiendo libros; quien compadecido de
la situación en que se hallaban los niños y
jóvenes sin amparo, concibió la idea de recogerles
y darles albergue, comenzando por enseñarles la doctrina
en su casa y por las plazas. Después, con las limosnas que
le daba la gente piadosa alquiló una casa, la cual paso de
casa de dormir y se fue convirtiendo en un hospicio, el hospicio
en casa de corrección, la casa de corrección en
taller y el taller en una grandiosa escuela.

Por primara vez una institución de
este tipo se organiza con un sistema educativo con la
participación de los menores, con horarios delimitados
para cada actividad, con registro personal de los niños y
donde se instalaron una serie de talleres necesarios para la
formación profesional de los alumnos.

Esta institución que llegó a
durar muchos años llegó a tener a 150 chicos
asilados, extendiendo su acción a otros pueblos andaluces:
unos se los traían, a otros los buscaba y llegó a
tener autoridad para prenderlos, pues la entusiasta actividad que
realizaba le valió el apoyo del Arzobispo de Sevilla y la
admiración de Felipe V*.

Como señalaba Vicente de la Fuente*:
"No recogía pobres huérfanos, desvalidos y
desamparados, sino a muchachos traviesos, díscolos,
ladronzuelos, holgazanes, de padres desconocidos, o abandonados
por sus progenitores, cosa tanto más meritoria cuanto
más difícil"… "Del albergue del Tío
Toribio salieron catedráticos, misioneros
apostólicos, maestros de escuela, oficiales de la marina,
artistas distinguidos, y que no se avergonzaban de reconocer
agradecidos que debían todo lo que eran al hospicio del
tío Toribio, y a sus saludables consejos y
corrección".

Dicha institución vivió
prósperamente hasta la muerte de su fundador, la
institución de los Toribios fue decayendo paulatinamente
pasando por numerosos avatares y no tardó en
desaparecer.

"..Se acudió al remedio heroico de
España, que concluyeron con la obra del Tío
Toribio, de la que hoy solo queda el recuerdo y la necesidad de
su existencia". Cossío*

Los Toribios se adelantaron siglo y medio y
podemos considerar a la institución Sevilla como
antecedente de la famosa institución norteamericana
George Junior Republic de 1887, considerada
históricamente como la iniciadora de las instituciones
reeducadoras de menores disociales de nuestra
época.

Avanzando En La
Historia

Durante el reinado de Carlos III* se
produce un notable adelanto en materia de protección
social de los menores. Mediante una serie de disposiciones
trató de hacer desaparecer los criterios que inspiraron la
dura penalidad y los bárbaros castigos de los siglos
pasados. A las medidas inhumanas suceden procedimientos tutelares
educativos de orientación completamente moderna. Las
medidas que entonces se dictaron en relación a los menores
vagabundos, las disposiciones que se adoptaron con respecto a la
infancia, la creación de casas de misericordia, el Fondo
Pío Beneficial* para el sostenimiento de estos
últimos establecimientos.

En 1796, Carlos IV* establece un reglamento
para el establecimiento de las casas expósitos, con la
finalidad de evitar el infanticidio, muy frecuente en las madres
de hijos ilegítimos, facilitándoles a éstas,
entre otras cuestiones su entrega anónima a la
institución.

Sin embargo, este tipo de medidas fueron
esporádicas con Carlos IV, cuyo reinado supuso un
retroceso importante en la protección de la infancia si lo
comparamos con la época de su antecesor Carlos
III.

Lentamente, fueron cayendo en desuso las
sabias disposiciones del monarca ilustrado y hasta el primer
cuarto del siglo XIX no volvemos a encontrar ninguna
disposición que pueda compararse con las medidas que
tomó Carlos III para la represión de la vagancia y
la criminalidad de los jóvenes. Hasta la ordenanza de
presidios de 1834 no se pensó en España en la
juventud.

Durante el siglo XIX y comienzos del XX no
hubo una intervención global del Estado en torno a los
problemas de la infancia abandonada y delincuente, continuado de
forma generalizada el sistema de hospicios y casas de
expósitos para unos y la cárcel común para
otros. En todo caso, en el siglo XIX fue cuando los poderes
públicos empezaron a pensar en los niños como
sujetos de identidad propia y con unas necesidades especiales,
tanto más cuanto mayor era su vulnerabilidad por el
desamparo y el abandono.

Paralelamente, el creciente interés
de los gobiernos por el bienestar de los niños, y en la
mayoría de los casos incluso antes, se produjo un gran
oleada de beneficencia privada por parte de los grupos de
ciudadanos, apoyada por una nueva sensibilidad ante los problemas
de la infancia. Bajo este clima social fueron apareciendo,
instituciones dedicadas a la custodia, protección y
reeducación de la infancia de los menores
disociales.

En el siglo XIX se habla ya plenamente de
educación y sobre todo, de escolarización. Respecto
a la Constitución Española de 1812 y la Ley de
Instrucción Pública de 1857 (Ley Moyano) en la que
se menciona de modo directo el derecho a la educación y a
la escolarización. Sin embargo, la puesta de la ley no lo
es todo, la puesta en vigor de la misma no fue una respuesta
realmente eficaz ni educadora.

Merece la pena destacar la labor
reformadora desarrollada por el coronel Montesinos en la primera
mitad del siglo XIX. Montesinos trabajó para conseguir la
separación de

los niños presos de los mayores,
creando una sección especial para los menores de dieciocho
años y dotándola de talleres y escuela,
además de procurar que los niños y jóvenes
estuvieran asistidos por los mejores funcionarios a su cargo con
el fin de suavizar el rigor con el que hasta entonces
venían siendo tratados.

En torno al ocaso del siglo XIX se va
produciendo entre determinados sectores de la ciudadanía
de la época una especial preocupación por los temas
de desviación social de los menores, que favoreció
la aparición del primer Tribunal de niños en
1899.

Por este fenómeno social o muy
estrechamente en correlación con él, van
apareciendo una serie de leyes e instituciones en un intento de
afrontar la calamitosa situación social y humana de los
niños marginados, vagabundos, abandonados y delincuentes o
simplemente los hijos de familias abocadas a la
miseria.

Intituciones De
Atención A La Infancia Y A La Juventud Desamparada
(Ii)

A finales del siglo XIX se crearon varias
escuelas de reforma que desempeñarían un papel
importante como instituciones auxiliares de la futura Ley de
Tribunales de menores. Cabe destacar la escuela de Santa Rita
(1875) en Madrid, la escuela denominada Asilo Toribio
Durán (1890) Barcelona y la escuela de reformada creada
por los Terciarios Capuchinos en Dos Hermanas
(Sevilla).

Citamos el colegio madrileño de
Santa Rita como ejemplo de este tipo de instituciones desde su
creación en el siglo XIX hasta su adecuación en
vísperas de la instauración de los tribunales para
niños.

La escuela de reforma de Santa Rita
inicia
su actividad 1875 como centro privado, regido por un
patronato que cuenta con la supervisión del Estado. La
gestión pedagógica se ofreció a la
recién creada Orden de los Terciarios Capuchinos, cuya
función constitucional hablaba de la rehabilitación
de jóvenes delincuentes masculinos.

El centro debía acoger niños
y jóvenes de entre 9 y 23 años, penados por los
tribunales de justicia madrileños o enviados por sus
padres. La inexperiencia de los frailes y la combinación
explosiva en la composición del alumnado explica la
conflictividad de esta institución durante sus primeros
años de funcionamiento.

En la prensa de la época aparecieron
artículos críticos respecto a la labor de la
congregación firmados por autores bien
conocidos.

A pesar de todo esto, los Terciarios no
renunciaron y siguieron extendiéndose. Y así
accedieron a la Escuela de reforma de Dos Hermanas (Sevilla) en
1900; al reformatorio de Amurrio (Vizcaya) en 1920 y en 1925 al
reformatorio Príncipe de Asturias en Madrid.

La alternativa a fueron las casa de
familia, cuya experiencia pionera se localiza en la Barcelona de
1905. Impulsada por el sacerdote José Pedragosa y
Monclús, cuya dilatada trayectoria de compromiso a favor
de los niños y jóvenes incluye como logro
fundamental la fundación de la Casa de Familia,
institución educativa que en su época, presentaba
características inéditas, ya que se basaba en el
método familiar, no se aplicaba una disciplina
férrea, establecía un régimen de "puerta
abierta" e individualizaba al máximo la actuación
educativa, y que él mismo dirigió.

Instituciones de
atención a la infancia y a la juventud desamparada
(III)

En el presente época existen varias
y diversas instituciones que se encargan de velar por los
menores, abandonados, huérfanos, con padres incapacitados
para su tutela, inmigrantes etc. Estas instituciones pueden
variar su carácter público o privado, pudiendo ser
fundaciones, colegios, ONG´s pero, las instituciones que
son de carácter público, son los llamados centros
de menores o acogida.

Y en estas instituciones y en los menores
inmigrantes no acompañados (MINA) que llegan a nuestro
país y presentes en nuestros días son sobre los que
nos vamos a centrar en esta parte del trabajo.

Cierto es, que en nuestro país
existen menores nacionales en situaciones de acogida, pero nos
centramos en los MINA* debido a la complejidad de su
situación, como observaremos más
adelante.

En primer lugar, según la Orden de
13 de enero de 1989, sobre Centros de Acogida a Refugiados y
Asilados
, se definen estos del siguiente modo:

Artículo 1. Los Centros de Acogida a
Refugiados y Asilados son establecimientos públicos
destinados a prestar alojamiento, manutención y asistencia
psicosocial urgente y primaria, así como otros servicios
sociales encaminados a facilitar la convivencia e
integración sociocomunitaria a las personas que solicitan
la condición de refugiado o asilado en España y que
carezcan de medios económicos para atender a sus
necesidades y a las de su familia.

Artículo 2. Los centros de acogida a
refugiados y asilados se configuran como centros estatales cuya
gestión, de carácter centralizado, se atribuye al
Instituto de Migraciones y Servicios Sociales.

Los menores inmigrantes que se encuentran
en España sin la tutela de un adulto constituyen un
colectivo extremadamente vulnerable que ha experimentado un
aumento constante en los últimos 10 años,
convirtiéndose en la actualidad en una grave
preocupación para la Administración y las
instituciones sociales.

Los MINA constituyen un colectivo altamente
desconocido. Si la llegada de población extranjera es un
fenómeno relativamente reciente en España,
más aún puede decirse que lo es la llegada de
menores no acompañados, cuyo número comienza a ser
significativo en nuestro país en torno 1996, según
datos de la Asociación EMANA. Desde su comienzo, este
fenómeno ha aumentado de los 2.000 individuos en que
situaba en 2003 hasta situarse según algunas fuentes en
6.500 en el año 2005.

Sin embargo, estas cifras dadas por
Organizaciones Humanitarias son aproximadas ya que no existen
estadísticas fiables sobre este tipo de inmigrantes,
carencia que ya ha sido denunciada por distintas entidades, como
el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (2002). Esta
faltas de información constituye un gran obstáculo
en el establecimiento de medidas dirigidas a este
colectivo.

Respecto al perfil del menor no
acompañado, apuntar una serie de características
propias que nos permiten describir ampliamente este
colectivo.

  • La mayoría son varones, pudiendo
    considerarse minoritarios los casos de
    niñas.

  • En un alto porcentaje proceden de
    Marruecos (entre el 75% y el 92%), se apunta un ligero
    incremento de los MINA procedentes de otros lugares como
    África Subsahariana y más recientemente de
    Europa del Este.

  • La edad de llegada oscila entre los 14
    y 17 años, aunque se han documentado casos de
    niños de solo 9 años.

  • La gran mayoría de los MINA
    vivían con su familia nuclear en el país de
    origen. Todos coinciden en señalar que, en general,
    los MINA residentes en España no eran niños de
    la calle en su país. Sus circunstancias personales y
    sociofamiliares eran muy penosas y disponían de pocos
    medios de subsistencia.

  • Esto les empuja a dejar la escuela y
    buscar trabajo, y al no lograrlo se afianza la idea de
    emigrar. Llama poderosamente la atención que el 70% de
    los jóvenes marroquíes quieren
    emigrar.

  • Presentan carencias de
    escolarización y de formación laboral. Su
    adaptación escolar resulta muy difícil y se
    encuentran con un mercado laboral cerrado, tanto por
    cuestiones legales, como por su escasa cualificación.
    Sufren una pérdida absoluta de referentes educativos
    como consecuencia de su emigración
    prematura.

  • Sus expectativas personales son
    irreales, distorsionadas por los medios de
    comunicación o por los propios compañeros.
    Encuentran dificultades en su adaptación e
    integración, con serios problemas de convivencia en
    algunos casos. Presentan una grave falta de recursos
    materiales y familiares para afrontar la situación en
    la que se encuentran, con peligro real que esto supone de
    caer en redes de explotación.

  • Existe un desconocimiento del medio en
    el que se encuentran y del idioma español.

  • Se encuentran en una situación
    de desarraigo, soledad, etc.

  • El viaje migratorio se planifica con el
    grupo de Rgules y se realiza con frecuencia solo, en los ajos
    de un camión o autocar y más recientemente en
    pateras.

  • Algunos de los MINA cometen
    infracciones, la mayoría contra la propiedad. Sin
    embargo, se destaca que no han venido con la intención
    de delinquir y que tampoco parece que realizaran
    habitualmente este tipo de prácticas en sus
    países de origen.

La situación en que se encuentran
los menores inmigrantes no acompañados que viven en
España es paradójica: la sociedad de acogida les
trata como menores que deben ser objeto de protección, por
su parte, ellos se consideran adultos y quieren trabajar, ser
independientes y poder así ayudar económicamente a
su familia. Esto lleva a que muchos abandonen los centros de
acogida cayendo a veces en ambientes desfavorecidos en los que su
situación no hace más que empeorar.

La cuantificación de este tipo de
centros resulta difícil. En la comunidad de Madrid existen
23 centros. En Andalucía existen 30 centros
específicos que atendían a finales del 2008 a 2.550
menores.

La labor que realizan los centros de
acogida tiene una triple dimensión; asistencial como la
atención sanitaria, satisfacción de necesidades
físicas, preventiva facilitan información,
orientación y apoyo emocional y una importante
atención socioeducativa integral como es la
escolarización donde estos menores encuentran un verdadero
obstáculo, explicamos porque, un menor inmigrante con 14
años debe escolarizarse por su edad en 1º de la
E.S.O, pero no se tiene en cuenta que este menor recién
llegado en primer lugar no habla el idioma, difícilmente
sabrá escribir y leer en su propio idioma cuanto
más en el nuestro, como se escolariza a un niño de
14 años que no sabe hablar el idioma, ni leer ni escribir
en un nivel de 1º de la E.S.O.

Habitualmente, en los centros de acogida se
forman grupos de apoyo para enseñar a estos menores el
idioma, a leer y escribir.

También para paliar estas
deficiencias presentes en nuestros días para poder educar
a estos menores, se les instruye en iniciación
profesional, bien en talleres o cursos.

La problemática de estos centros, es
compleja existe un progresivo proceso de delegación por
parte del Estado de sus responsabilidades sociales para con los
MINA en ONG´s, lo que se caracteriza por una alta
inestabilidad y movilidad laboral, una escasa formación,
etc.

Ante el fracaso de la respuesta puesta en
marcha actualmente para atender a los MINA, creemos que es
urgente estudiar cuáles son los principales untos de
desencuentro entre la respuesta planteada por las instituciones y
las necesidades de estos inmigrantes, cuya característica
principal es una gran vulnerabilidad. Esta podría ser una
de las vías a adoptar en las investigaciones que sin duda
deben promoverse sobre este fenómeno, que según las
previsiones no hará más que crecer mientras no
cambien las circunstancias que lo provocan.

Llegando a
nuestros días

Habrá que esperar al siglo XX para
hallar una respuesta, por parte de las autoridades, más
eficiente al problema de la educación y de la grave
situación en la que vivían los
marginados.

Ya muy avanzado el siglo XX, en
España se difunde legislativamente la creencia en la
igualdad de oportunidades en la enseñanza por medio de la
Ley General de Educación de 1970 en la que se impone la
obligatoriedad de la enseñanza primaria.

De este modo, el nivel de las aspiraciones
sociales se eleva, al tiempo que se reivindican los medios
adecuados para hacer efectiva una mayor igualdad. En el
artículo 27 de la constitución de 1978 va a quedar
reflejada la importancia del derecho a la educación de
todos los españoles y que posteriormente propiciará
y facilitará el camino hacia distintas y consecutivas
leyes educativas que confluirán en la Ley General del
Sistema Educativo (L.O.G.S.E) promulgada en 1990.

Entre las dos décadas (1970-1990)
han tenido lugar en nuestro país todo tipo de cambios de
tipo político, social, etc. Que han hecho que la tan
elevada Ley General de Educación quedara desfasada. Era
necesario un nuevo marco legislativo, un nuevo modelo de escuela
más centrado en los procesos de aprendizaje que en los
resultados.

La L.O.G.S.E, plantea entre sus
propósitos la formación para la solidaridad, el
comportarse con espíritu de cooperación,
responsabilidad moral, solidaridad y tolerancia… y
también enseñar a participar de forma solidaria en
el desarrollo y mejora de su entorno social. El título V
de la nombrada Ley está dedicado a la compensación
de las desigualdades en la educación, dando especial
importancia a la oferta de plazas escolares en la
enseñanza postobligatoria, a la política de becas y
ayudas al estudio, al desarrollo de la educación
permanente de adultos y al tratamiento integrador de la
educación especial, todos ellos elementos necesarios para
evitar la discriminación.

La L.O.G.S.E afronta un reto futuro
integrado en el desarrollo para todos los ciudadanos mediante un
compromiso social, político,
económico…

Conclusión

La no discriminación, o dicho de
forma positiva, la integración de todas las personas en la
sociedad sin tener en cuenta las diferencias de raza o de
ambiente social, lleva a la convivencia pacífica y
democrática. Uno de los medios de llegar a ésta es
educación, y dentro de ella, la toma de conciencia por
parte de todos de la necesidad de poner en práctica los
valores, antes citados, de solidaridad y cooperación. La
institución educativa debe ser, realmente, integradora
intentando que la formación que imparte lleve a todos los
seres humanos a la consecución de un trabajo, de un medio
de vida que le libre de la marginación.

Es necesario apostar y trabajar por una
educación que nos impulse a todos a condenar y a desterrar
lo que juzgamos como inhumano y exaltar, defender y desarrollar
sin límites lo que juzgamos como hermoso y bueno para la
vida.

Hay que partir de intentar comprender lo
más profundo del ser humano y dirigirse a conseguir
sociedades más armoniosas donde todos encuentren medios
para atender a sus perspectivas naturales de desarrollo y, como
poco, no encuentren obstáculos tales que les impida la
supervivencia personal y les degraden física y moralmente.
A algunos esto les parecerá una utopía, pero a lo
largo de la Historia han sido muchas las personas que han luchado
por ello y debemos seguir haciéndolo en el siglo
XXI.

Hagamos dos cosas: luchemos por la justicia
social en el mundo contra la marginación social, y
propulsemos al unísono el esfuerzo por una
educación profundamente humana.

No sólo la escuela, sino toda la
sociedad tiene que adquirir un compromiso de creación de
proyectos educativos de humanización impregnados de
valores y de principios morales, proyectos en los que los alumnos
puedan aprender a vivir y humanizar el mundo con la esperanza de
poder transformarlo.

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter