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¿De dónde llegaron los hombres blancos y barbados de las leyendas incas?



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    ¿De dónde llegaron los hombres blancos y
    barbados de las leyendas incas? – Monografias.com

    ¿De dónde llegaron los
    hombres blancos y barbados de las leyendas incas?

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    La civilización más desarrollada de los
    Andes, fue sin duda la de los Incas, pero ellos solo expresaron
    sus tradiciones en mitos y leyendas, debido a que no tuvieron
    registros escritos. Sin embargo sus mitos y leyendas han servido
    para escribir su historia.

    Las dos leyendas más populares sobre el origen
    del Gran Imperio Incaico, refieren que los cuatro hermanos Ayar y
    sus correspondientes esposas en una versión y la otra que
    refiere a Manco Capac y su esposa Mama Ocllo, partieron del
    Collao.

    ¿Pero que había en el Collao? Según
    refiere el cronista español que recogió
    información de los nativos de la zona al visitar y quedar
    asombrado con las ruinas de Tiahuanaco fue simplemente
    sorprendente.

    Pedro Cieza de León dice: Otras cosas hay
    más que decir de este Tiaguanaco, que paso por no
    detenerme, concluyendo que yo para mí tengo esta
    antigualla por la más antigua de todo el Perú. Y
    así se tiene, que antes que los Ingas reinasen con muchos
    tiempos, estaban hechos algunos edificios de éstos, porque
    yo he oído afirmar a indios, que los Ingas hicieron los
    edificios grandes del Cuzco por la forma que vieron tener la
    muralla o pared que se ve en este pueblo. Y aun dicen más,
    que los primeros Ingas practicaron de hacer su corte y asiento de
    ella en este Tiaguanaco. También se nota otra cosa grande
    y es, que en muy gran parte de esta comarca no hay ni se ven
    rocas, canteras, ni piedras donde pudiesen haber sacado las
    muchas que vemos. Y para traerlas no debía de juntarse
    poca gente. Yo pregunté a los naturales en presencia de
    Juan de Vargas (que es el que sobre ellos tiene encomienda) si
    estos edificios se habían hecho en tiempo de los Ingas, y
    riéronse de esta pregunta, afirmando ya lo dicho, que
    antes que ellos reinasen estaban hechos, mas que ellos no
    podían decir ni afirmar quién los hizo, mas de que
    oyeron a sus pasados que en una noche remaneció hecho lo
    que allí se veía. Por esto, y por lo que
    también dicen haber visto en la isla de Titicaca hombres
    barbados y haber hecho el edificio de Vinaque semejante gente,
    digo que por ventura pudo ser que antes que los Ingas mandasen,
    debió de haber alguna gente de entendimiento en estos
    reinos, venida por alguna parte que no se sabe, los cuales
    harían estas cosas, y siendo pocos y los naturales tantos,
    serían muertos en las guerras.

    Por estar estas cosas tan ciegas, podemos decir, que
    bienaventurada la invención de las letras, que con la
    virtud de su sonido dura la memoria muchos siglos, y hacen que
    vuele la fama de las cosas que suceden por el universo, y no
    ignoramos lo que queremos, teniendo en las manos la
    lectura.

    Y como en este nuevo mundo de Indias no se hayan
    hallado letras, vamos a tino en muchas cosas. Apartados de estos
    edificios, están los aposentos de los Ingas, y la casa
    donde nació Mango Inga hijo de Guaynacapa. Y están
    junto a ellos dos sepulturas de los señores naturales de
    este pueblo, tan altas como torres anchas y esquinadas, las
    puertas al nacimiento del sol.
    (Pedro Cieza de León,
    Crónica del Perú El Señorío de los
    Incas, Biblioteca Ayacucho, Caracas – Venezuela 2005,
    Pág. 265).

    Como se puede apreciar, los habitantes del collao
    mencionan a los hombres barbados como los constructores de
    Tiahuanaco, que lo hicieron antes que existiera el Imperio
    incaico. Asi mismo dicen que estos fueron muertos por los
    naturales que en ella habitaban. El dato más curioso que
    cuentan es "que apareció en una noche lo que allí
    se encuentra".

    Por otra parte Zecharia Sechin (Los Reinos
    Perdidos
    The Lost Realms), el prestigioso
    sumeriologo, afirma que un grupo de anunnakis vinieron al nuevo
    mundo con sus huestes luego de que tomaron la decisión de
    dividirse en varios grupos, asignándose zonas o regiones
    de la tierra, y en ella esta la explicación del porque en
    todas las culturas antiguas se tuvieron edificaciones piramidales
    al igual que en sumeria.

    Las edificaciones de Tiahuanaco, tienen como una
    particularidad importante la limpieza del corte de la piedra, el
    uso de grapas metálicas para amarrar las rocas de las
    edificaciones, y la perfección para unir las rocas unas al
    costado de otras y las que están sobre ellas. Es decir es
    la misma técnica a la usada por los Incas. Pero
    además debemos remarcar que la pirámide de Akapana
    una construcción piramidal de mastabas
    superpuestas.

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    Piedra en Tiahuanaco en proceso de
    tallado.

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    Piedras en Tiahuanaco para ser grapadas
    con metal.

    La antigüedad de Tiahuanaco según algunos,
    expresan cifras que nos sorprende: Entre los monumentos que
    podemos admirar en Tiahuanaco destacan los restos de la
    pirámide de Akapana, la Puerta del Sol, dentro del gran
    complejo del Templo de Kalasasaya, el templete del Gran Idolo, y
    los palacios de Putuni, Laka-Kollu y Kheri-Kala.  Observamos
    piedras de arenisca y basalto cuyos yacimientos no se encuentran
    en las inmediaciones, y que sugieren un difícil y
    sobrehumano transporte, tal vez desde kilómetros de
    distancia.

    En la zona central de lo que constituyen las ruinas
    de Tiahuanaco encontramos dos conjuntos arquitectónicas
    conjuntos, uno es el Templo enterrado y el otro es el complejo
    denominado Kalasasaya, dentro del cual se encuentra la Puerta del
    Sol.

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    El Templo enterrado consiste en un hoyo de grandes
    dimensiones, rectangular, excavado a unos 2 metros de la
    superficie. El fondo mide unos 12 metros de largo por 10 metros
    de ancho y esta formado por grava dura y lisa. Sus sólidos
    muros están tallados y ensamblados sin el uso de morteros.
    Las técnicas de construcción y de unión de
    bloques de piedra mediante junturas metálicas son
    similares a las técnicas empleadas en Mesopotamia, en la
    arquitectura de los palacios asirios (relación con la
    antigua Sumer). Sobre los muros de este recinto también se
    pueden observar decenas de cabezas de animales esculpidas en
    piedra.

    El Kalasasaya se encuentra al oeste del Templo
    subterráneo y tiene las dimensiones de un estadio de
    fútbol. Consta de  una plaza y a un lado de esa plaza
    se extiende una sala cubierta. Plaza y sala son de una sola pieza
    tallada en roca.  Kalasasaya significa "lugar de las piedras
    verticales".  La mayoría de estudiosos defienden que
    este recinto era una especie de observatorio celestial y su
    objetivo habría sido el de fijar los equinoccios y
    solsticios y establecer, con precisión matemática,
    las diversas estaciones del año. Según el estudio
    de diversas alineaciones astronómicas se había
    podido determinar que, el periodo de construcción del
    recinto Kalasasaya se remontaba a unos 17.000 años, es
    decir, en el 15.000 a.C.

    Arthur Posnansky detallo en su libro, "Tiahuanacu:
    the Cradle of American Man" los cálculos
    arqueológicos y astronómicos que lo condujeron a
    esa increíble datación de las ruinas. Según
    Posnansky esa cifra es el resultado de la diferencia en la
    oblicuidad de la eclíptica en el periodo en que fue
    construido el Kalasasaya y el actual.

    No vamos a entrar en la explicación detallada
    de lo que se entiende por oblicuidad de la eclíptica, tan
    solo vamos a decir que Posnansky consiguió datar el
    Kalasasaya al establecer las alineaciones solares de ciertas
    estructuras clave que ahora aparecían desalineadas. El
    profesor demostró de forma convincente que la oblicuidad
    de la eclíptica en la época en que se construyo el
    Kalasasaya  era 23º 8`48". Cuando ese ángulo se
    calculo sobre el gráfico que elaboro la Conferencia
    Internacional de Efemérides, se comprobó que
    correspondía a la fecha del 15.000 a. C.

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    Recordemos que los científicos ortodoxos
    situaban dicha construcción en torno al año 500 de
    nuestra era. Tras el posterior estudio que llevaron a cabo
    importantes científicos sobre los datos suministrados por
    Posnansky, llegaron a la conclusión de que Posnansky
    tenía básicamente la razón. De esta
    manera se admitía que el Kalasasaya había sido
    construido de forma que concordaba con las observaciones celestes
    realizadas hacia mucho tiempo, en una época mucho
    más antigua que el 500 d.C. Según declararon los
    científicos, la fecha del 15.000 a.C. propuesta por
    Posnansky se hallaba dentro de los limites de lo
    posible.
    (Tiahuanaco ¿La ciudad de los hijos del
    sol?, oldcivilizations.wordpress.com).

    Pero en esta parte del continente, no solo son los
    Tiahuanaco, también son los Incas, quienes atraen la
    atención con sus monumentales ruinas y leyendas.
    Recientemente ha concitado la atención mundial, las
    pirámides de Caral, cuya antigüedad demostrada por el
    método del carbono 14 es de 5,000 años (3,000 a.C)
    con lo que en forma certera se puede decir que es la
    civilización más antigua de América, mucho
    antes a la de los Mayas de Centro América.

    Se ha planteado que Caral fue sede de una comunidad
    formada por varios linajes y dirigida por las cabezas o
    representantes de dichos linajes, donde uno de ellos sería
    el "principal" y los otros sus contrapartes. Los Curacas de estos
    linajes conducirían y organizarían la vida de los
    habitantes de las diversas ciudades y pueblos
    contemporáneos a Caral como Aspero, Allpacoto, Miraya,
    Kotosh y La Galgada entre otros. Todos ellos compartían
    una misma tradición y formaron una amplia y bien
    organizada red de reciprocidad e intercambio. Caral fue la cabeza
    de toda esta red.

    La arqueología mundial considera que el
    inicio de la civilización en Mesopotamia, Egipto, India o
    China se originó a partir del uso de la agricultura como
    soporte de la subsistencia, lo que permitió a los grupos
    humanos asentarse en un solo lugar y construir ciudades. Sin
    embargo, para algunos arqueólogos como Michael Moseley
    (1975) y Robert Feldman (1985) en el Perú la
    sedentarización y la construcción de ciudades en la
    costa estuvo ligada a la explotación de los recursos
    marinos que son abundantes por la corriente marina de Humbolt y
    es pródiga en peces y mariscos. Este es el caso de
    Áspero, Allpacoto, Galgada, Caral y otros, que gracias a
    la pesca y el marisqueo pudieron sustentar una vida permanente y
    sedentaria con una economía que generó excedentes
    que fueron usados para entablar relaciones sociales con otros
    grupos humanos sedentarios en la costa y hacia el interior del
    valle y formar finalmente una civilización. (
    La
    Atlántida y el Nuevo Mundo:

    http://es.scribd.com/doc/51183921/Herbert-Ore-La-Atlantida-y-El-Nuevo-Mundo).

    Los caralinos: "Tenían la certeza popularizada
    que los dioses les enseñaron a preparar sus chacras,
    trazar sus canales, sembrar las plantas y construir sus hitos;
    por lo cual era necesario realizar rituales propiciatorios y
    cumplir con el calendario de ceremonias y ritos al sol, al agua y
    a la tierra. Todas las actividades, domésticas de
    producción, construcción, administrativas y
    gubernamentales, estaban relacionadas con ofrendas, ceremonias,
    rituales y sacrificios".

    En las distintas edificaciones, ya sean residenciales o
    públicas, se puede observar la presencia de fogones,
    usados para la quema de ofrendas; costumbre generalizada que
    consideraba al fuego como medio de comunicación con los
    dioses. La gran cantidad de templos y las constantes
    remodelaciones que se observan evidencian un sistema religioso
    dinámico, en constante renovación y, al mismo
    tiempo, el poder social de la religión y el voluminoso
    trabajo invertido por los pobladores para alcanzar el favor de
    los dioses.

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    Vista de las pirámides de
    caral.

    Estas pirámides son idénticas a los
    zigurats sumerios, la diferencia estriba en que los sumerios lo
    edificaron con ladrillos de barro cocido, y los caralinos con
    piedras. La tecnología y diseño constructivo son
    similares.

    Asi mismo los sumerios a sus zigurats denominaban la
    "casa de dios", es decir el lugar donde vivían sus dioses.
    Por el contrario los habitantes cercanos a caral tenían
    una veneración y miedo a las pirámides, pues
    algunos decían que eran la casa del "supay" (Diablo). De
    allí que cuando quedo deshabitada, borraron todo signo de
    su existencia en sus tradiciones orales.

    La cantidad de pirámides construidas tanto en
    caral como en otras localidades cercanas, ponen en evidencia la
    importancia que tuvieron para los habitantes de esta zona. Fue
    sin duda el centro de poder político-religioso, su
    importancia llego a influenciar poblaciones ubicadas en la sierra
    y selva de su época.

    Las pirámides de Caral tienen una similitud
    constructiva a sus coetáneos de sumeria y Egipto que son
    las más antiguas. Asi las sumerias se edificaron con
    mastabas de ladrillo de barro cocido, las egipcias se hicieron de
    piedra. Para no abundar en estos temas ya tratados ilustramos
    nuestra afirmación con fotos.

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    A la izquierda Zigurat de Sumeria a la
    derecha la pirámide de Saqqara en Egipto

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    Pirámides de Caral.

    La fascinación de la era moderna por
    descubrir sus antepasados nos ha llevado a desempolvar huellas e
    indicios, para poder formular hipótesis, reconstruir la
    historia y desentrañar los misterios que nos llenan de
    intriga. Es así que, en la actualidad, la ciencia y sus
    avances hacen posible saber con certeza y exactitud cómo
    vivieron nuestros antepasados.

    (http://es.scribd.com/doc/65020630/HERBERT-ORE-CARAL).

    Pero no solo son las pirámides de Caral que nos
    inquietan, también están las pirámides de la
    Cultura Moche de la Costa Norte del Perú.

    Las pirámides moches se caracterizaron por estar
    construidos con adobes. Los adobes para la construcción de
    las pirámides de la Huaca del Sol y la Luna, la de
    Sipán o El Brujo tienen 2 características
    importantes: eran hechos con moldes y tenían la marca del
    fabricante. La fabricación con moldes permitía
    tener adobes con las mismas dimensiones y calidad. En la cara
    superior del adobe se hacían unas marcas. Estas eran
    puntos y rayas, o aspas. Se cree que las marcas corresponden a la
    comunidad que los fabricó, y que servían para
    controlar la cantidad de adobes con los que contribuían en
    la construcción de la Huaca. En El Sol se han encontrado
    por lo menos 96 marcas distintas.

    En base a los estudios de la arcilla de los adobes, se
    ha determinado que secciones enteras de la Huaca del Sol y la
    Luna están construidas con adobes provenientes de una
    misma cantera, y tienen un mismo tipo de marca.

    Las pirámides de Túcume son notables por
    su extraordinario tamaño: según estimaciones,
    más de 130 millones de ladrillos de adobe secados al sol
    fueron necesarios para construir la más grande de 450 m de
    largo, 100 de ancho y 40 de altura.

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    Complejo piramidal de
    Túcume.

    Según mitos y leyendas, cada peldaño
    representaba una fase de desarrollo en la vida humana, la cual
    tenía que ser disfrutada plena e integralmente. La subida
    era penosa y al llegar a la cima, se lograba un espíritu
    elevado y la ceremonia en aquel tiempo era un acontecimiento
    festivo en la vida de aquellos seres humanos.

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    Muestra de adobes marcados
    encontrados al pie de la pirámide llamada Huaca de El Sol.
    La regla tiene 30 centímetros.

    La cultura Moche se desarrollo principalmente en la
    costa Norte del Perú en los departamentos de Lambayeque y
    La libertad, Aunque sus manifestaciones llegan hasta los
    departamentos de Piura por el Norte y Ancash por el Sur. Se trata
    de una cultura básicamente costera, que se asienta en una
    región única en el Perú donde la costa es
    bastante mas ancha que en el resto del litoral peruano, donde los
    valles suelen ser bastante angostos y de poco potencial
    agrícola.

     Al ser esta costa de mayor tamaño permite
    la formación de valles sumamente productivos por la
    cantidad de agua y facilitando la aparición de
    manifestaciones culturales de gran envergadura como las Moche.
    (La Atlántida y el Nuevo Mundo:

    http://es.scribd.com/doc/51183921/Herbert-Ore-La-Atlantida-y-El-Nuevo-Mundo).

    Nuevamente debemos remarcar que las pirámides
    descritas son similares a los zigurats sumerios, esta vez ambos
    son de ladrillo.

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    Piramide del Sol y la Luna de los
    Moches.

    Pero esta zona también tiene una leyenda que fue
    recogida por el cronista Miguel Cabello de Valboa, dentro de su
    obra Miscelánea Antártica (1586). Esta
    tradición oral fue narrada al cronista español por
    Martín Farrochumbi, cacique de Túcume. Debemos
    advertir que la transcripción es tal conforme se halla en
    el original, incluido los errores ortográficos.

    Dicen los naturales de Lanbayeque (y con ellos
    conforman los demas pueblos a este valle comarcanos) que en
    tiempos muy antiguos que no saben numerarlos vino de la parte
    suprema de este Piru con gran flota de Balsas un padre de
    Compañas, hombre de mucho valor y calidad llamado Naimlap
    y consigo traia muchas concubinas, mas la muger principal dicese
    auerse llamado Ceterni trujo en su compañía muchas
    gentes que ansi como á capitan y caudillo lo venian
    siguiendo, mas lo que entre ellos tenia mas valor eran sus
    oficiales que fueron quarenta, ansi como Pita Zofi que era su
    trompetero o Tañedor de unos grandes caracoles, que entre
    los Yndios estiman en mucho, otro Ñinacola que era el que
    tenía cuidado de sus andas y Silla, y otro
    Ñinagintue a cuio cargo estaua la vevida de aquel
    Señor a manera de Botiller, otro llamado Fonga sigde que
    tenia cargo de derramar polvo de conchas marinas en la tierra que
    su Señor auia de Pisar, otro Occhocalo era su Cocinero,
    otro tenia cuidado de las unciones, y color con que el
    Señor adornava su rostro, a este llamauan Xam muchec
    tenía cargo de bañar ál Señor
    Ollop-copoc, labrava camisetas y ropa de pluma, otro principal y
    muy estimado de su Principe llamado Llapchiluli, y con esta gente
    (y otros infinitos oficiales y hombres de cuenta) traia adornada,
    y auturizada su persona y casa.

    Este señor Naymlap con todo su repuesto vino
    á aportar y tomar tierra á la boca de un Rio (aora
    llamado Faquisllanga) y auiendo alli desamparado sus balsas se
    entraron la tierra adentro deseosos de hacer asiento en ella, y
    auiendo andado espacio de media legua fabricaron unos Palacios
    á su modo, a quien llamaron Chot, y en esta casa y
    palacios convocaron con devocion barbara un Ydolo que consigo
    traian contra hecho en el rostro de su mismo caudillo, este era
    labrado en una piedra verde, a quien llamaron Yampallec (que
    quiere decir figura y estatua de Naymlap). Auiendo vivido muchos
    años en paz y quietud esta gente y auiendo su
    Señor, y caudillo tenido muchos hijos, le vino el tiempo
    de su muerte, y porque no entendiessen sus vasallos que tenia la
    muerte jurisdicion sobre el, lo sepultaron escondidamente en el
    mismo aposento donde auia vivido, y publicaron por toda la
    tierra, que el (por su misma virtud) auia tomado alas, y se auia
    desparecido.

    (http://es.scribd.com/doc/51183921/Herbert-Ore-La-Atlantida-y-El-Nuevo-Mundo).

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    Naylamp

    Los pueblos costeros recordaban las leyendas de unos
    dioses que guiaron a sus antepasados a las tierras prometidas y
    de unos gigantes que les robaron las cosechas y violaron a sus
    mujeres. Los pueblos del altiplano, de los cuales los incas eran
    los dominantes en la época de la Conquista,
    reconocían la guía divina en todo tipo de
    actividades y oficios, en el crecimiento de las cosechas, en la
    construcción de las ciudades. Contaban los Relatos del
    Comienzo -los relatos de la creación- de los días
    turbulentos, de un arrasador Diluvio. Y atribuían el
    inicio de su realeza y la fundación de su capital a los
    poderes de una varita mágica de oro que portaba Manco
    Capac.

    Los Incas al extender sus dominios por el norte hasta el
    actual Ecuador y por el sur hasta el Chile de hoy, los incas
    superpusieron esencialmente su gobierno y su
    administración a culturas y sociedades organizadas que
    habían prosperado en aquellas tierras durante milenios. La
    última en caer bajo el dominio inca fue un verdadero
    imperio, el del pueblo chimú; su capital, Chan
    Chán, era una metrópolis cuyos recintos sagrados,
    sus pirámides escalonadas y sus complejos residenciales se
    extendían por una superficie de más de 20
    kilómetros cuadrados.

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    Chan Chan.

    Situada cerca de la actual ciudad de Trujillo, donde el
    río Moche desemboca en el Océano Pacífico,
    la antigua capital recordó a los exploradores a Egipto y
    Mesopotamia. El explorador del siglo XIX E. G. Squier
    (Perú Illustrated: Incidents of Travel and
    Explorations in the Land ofthe Incas),
    se asombró con
    tan inmensas ruinas, a pesar de su lamentable estado. Vio
    «largas hileras de imponentes muros, gigantescas
    pirámides o huacas, restos de palacios, moradas,
    acueductos, embalses, graneros… y tumbas, extendiéndose
    a lo largo de kilómetros, en todas direcciones».
    Ciertamente, en las fotografías aéreas, se ve una
    inmensa ciudad que se extiende a lo largo de kilómetros en
    la llanura costera.

    Las regiones costeras que se encuentran entre las
    estribaciones occidentales de los Andes y el Océano
    Pacífico son zonas de muy escasa pluviosidad, y aquella
    región pudo habitarse y dar origen a una
    civilización gracias a los cursos de agua que, desde las
    montañas, discurren hasta el océano en forma de
    ríos, grandes y pequeños, que cruzan la llanura
    costera cada 80, 100 ó 150 kilómetros. Estos
    ríos crean zonas fértiles y feraces que separan una
    extensión desértica de otra. Las poblaciones, por
    tanto, surgieron en las riberas y en las desembocaduras de estos
    ríos; y las evidencias arqueológicas demuestran que
    los chimús aumentaban su suministro de agua con acueductos
    que venían desde las montañas. También
    conectaron las sucesivas áreas fértiles y habitadas
    por medio de un camino de 4,5 metros de anchura de promedio, el
    precursor del famoso Camino de los Incas.

    Al filo de la zona construida, allá donde el
    fértil valle termina y comienza el árido desierto,
    surgen unas grandes pirámides del suelo desértico,
    unas frente a otras, a ambos lados del río Moche. Se
    hicieron con ladrillos de barro secados al sol, recordando a
    exploradores como V. W. von Hagen (Highway ofthe Sun y
    otros libros) los altos zigurats de Mesopotamia, que
    también se construyeron con ladrillos de barro y, al igual
    que los de las riberas del Moche, con una ligera forma
    convexa.

    Los cuatro siglos de expansión chimú,
    más o menos entre el 1000 y el 1400 d.C, fueron
    también tiempos de desarrollo de la orfebrería,
    hasta un punto nunca alcanzado por los incas. Los conquistadores
    españoles describieron con términos superlativos
    las riquezas de oro de lo que habían sido, de hecho,
    centros chimú (aunque bajo el gobierno inca); el recinto
    de oro de una ciudad llamada Tumbes, en donde se habían
    hecho imitaciones de oro tanto de plantas como de animales,
    parece que fue el modelo que siguieron los incas al
    diseñar el recinto de oro del santuario principal en
    Cuzco. En las inmediaciones de otra ciudad, Tucume, se
    encontró la mayor parte de los objetos de oro que se
    encontraron en Perú en los siglos que siguieron a la
    Conquista (objetos que estaban enterrados en las tumbas, junto
    con los muertos). De hecho, la cantidad de oro que poseían
    los chimús asombró a los propios incas cuando
    invadieron sus dominios costeros. Aquellas legendarias riquezas,
    y los descubrimientos reales posteriores, aún
    desconciertan a los expertos; pues las fuentes de oro de
    Perú no se encuentran en las regiones costeras, sino en
    las tierras altas de la sierra y en los lavaderos de la
    selva.

    La cultura-estado chimú fue, a su vez, la
    sucesora de otras culturas o sociedades organizadas anteriores.
    Pero, como en el caso de los chimús, nadie sabe
    cómo se llamaban a sí mismos aquellos pueblos; los
    nombres que se les aplican en la actualidad son, realmente, los
    nombres de los lugares arqueológicos en los que estas
    sociedades y sus culturas tuvieron su centro. En la región
    costera norte y central, los mochicas se remontan en las nieblas
    de la historia hasta los alrededores del 400 a.C. Se les conoce
    por su artística cerámica y sus elegantes tejidos;
    pero cómo y cuándo adquirieron estas habilidades
    sigue siendo un misterio. La decoración de sus
    cerámicas está repleta de imágenes de dioses
    alados y de amenazadores gigantes, y sugiere una religión
    con un panteón de dioses encabezado por el Dios Luna, cuyo
    símbolo era el Creciente, y su nombre SÍ O
    Si-An.

    Los restos dejados por los mochicas demuestran
    claramente que, siglos antes que los chimús,
    aquéllos habían dominado el arte de la
    fundición del oro, de la construcción con ladrillos
    de barro y del diseño de complejos religiosos repletos de
    zigurats. En un lugar llamado Pacatnamu, un equipo
    arqueológico alemán (H. Ubbelohde-Doering, Auf
    den Doenigsstrassen der Inka)
    excavó en la
    década de 1930 una ciudad sagrada enterrada con no menos
    de 31 pirámides. Llegaron a la conclusión de que
    muchas de las pirámides más pequeñas eran
    alrededor de mil años más viejas que las otras,
    mucho más grandes, que tenían lados de 61 metros de
    largo y más de 12 metros de altura.

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    Los mochicas.

    La frontera meridional del imperio chimú la
    formaba el río Rímac, de cuyo nombre los
    españoles derivaron Lima como nombre de su
    capital. Más allá de esta frontera, las zonas
    costeras estaban habitadas en tiempos preincaicos por el pueblo
    chincha, mientras las tierras altas estaban ocupadas por los
    pueblos de lengua aymara.

    De ellos los incas habrían obtenido sus nociones
    de un panteón de dioses de los primeros, y los relatos de
    la Creación y el Comienzo de los
    últimos.

    La región del Rímac era un punto focal en
    la antigüedad, al igual que hoy. Fue allí, justo al
    sur de Lima, donde estuvo el mayor de los templos dedicados a una
    deidad peruana. Todavía se pueden ver sus ruinas, de la
    época en que fue reconstruido y ampliado por los incas.
    Estaba dedicado a Pacha-Camac, que significa
    «Creador del Mundo», un dios que encabezaba un
    panteón en donde estaban las divinas parejas
    Mama-Pacha ( «Madre Tierra») y
    Mama-Cocha ( «Madre Agua»), el Dios Luna
    Si, el Dios Sol Illa- Ra, y el Dios
    Héroe Kon o Con, conocido también
    como Ira-Ya -nombres que evocan una hueste de
    epítetos divinos de Oriente Próximo.

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    El templo de Pachacamac era una «Meca» para
    los antiguos pueblos de las costas meridionales. Allí iban
    peregrinos de todas partes, y el hecho de peregrinar se
    tenía en tan alta estima que, incluso cuando las tribus
    estaban en guerra, a los peregrinos enemigos se les
    concedía un salvoconducto. Los peregrinos llegaban
    portando ofrendas de oro, pues ése era el metal que se
    tenía por perteneciente a los dioses. Sólo los
    sacerdotes elegidos podían entrar en el Santo de los
    Santos, en donde, en determinadas fiestas, la imagen del dios
    pronunciaba oráculos que, más tarde, los sacerdotes
    explicaban al pueblo. Pero el recinto del templo en su totalidad
    era tan reverenciado que los peregrinos tenían que
    quitarse las sandalias para entrar allí -lo mismo que se
    le ordenó a Moisés que hiciera en el Sinaí,
    y lo mismo que los musulmanes hacen aún hoy al entrar en
    la mezquita.

    El oro que se había acumulado en el templo era
    demasiado fabuloso para escapar a la atención de los
    conquistadores españoles. Francisco Pizarro envió a
    su hermano Hernán para que lo saqueara, pero éste
    sólo encontró algo de oro, plata y piedras
    preciosas, no el grueso de las riquezas, que los sacerdotes
    habían ocultado.

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    Pachacamac.

    No hubo amenaza ni tortura que pudiera hacer que los
    sacerdotes revelaran el lugar en donde lo habían escondido
    (que aún hoy se rumorea que está en algún
    lugar entre Lima y Lurín). Entonces, Hernando hizo pedazos
    la estatua de oro del dios para aprovechar su metal, y
    sacó los clavos de plata que sostenían las
    láminas de oro y plata que cubrían las paredes del
    templo. ¡Sólo los clavos pesaban 907 kilos! Las
    leyendas locales atribuyen la fundación de este templo a
    los «gigantes». Lo que sí se sabe es que los
    incas, adoptando el culto a Pachacamac de las tribus a las que
    habían invadido, agrandaron y embellecieron el templo. En
    la ladera de una montaña, con el Océano
    Pacífico casi a sus pies, el templo se elevaba por encima
    de cuatro plataformas que daban soporte a una terraza a 152
    metros por encima del nivel del suelo; las cuatro plataformas se
    crearon levantando unos muros de contención con inmensos
    bloques de roca. La terraza superior ocupaba varias
    hectáreas. Las estructuras más elevadas del
    complejo del templo permitían una visión
    panorámica del vasto océano. No sólo los
    vivos venían aquí a rezar y a dar culto. A los
    muertos también se les llevaba al valle del Rímac y
    a las llanuras costeras del sur, para que pasaran su otra vida a
    la sombra de los dioses; quizás incluso ante la
    posibilidad de una eventual resurrección, pues se
    creía que el Rímac podía resucitar a los
    muertos. En los lugares que hoy se conocen como Lurín,
    Pisco, Nazca, Paracas y Ancón, los arqueólogos han
    encontrado en las «ciudades de los muertos»
    innumerables tumbas y criptas en donde se enterraron los cuerpos
    momificados de nobles y sacerdotes. Las momias, en
    posición sentada y con los brazos y las piernas encogidos,
    estaban atadas y metidas en bolsas parecidas a sacos; pero dentro
    de la bolsa, el fallecido estaba totalmente vestido con su
    atuendo más lujoso. El clima seco y la bolsa han protegido
    magníficamente los tejidos de prendas, chales, turbantes y
    ponchos, así como sus increíbles colores. Los
    tejidos, de tal factura que hicieron recordar a los
    arqueólogos los más finos tapices gobelinos,
    estaban bordados con símbolos religiosos y
    cosmológicos.

    La figura central, tanto en los tejidos como en las
    cerámicas, era siempre la de un dios que sostenía
    una varita mágica en una mano y un rayo en la otra, y
    llevaba una corona con cuernos o rayos; los indígenas le
    llamaban Rímac, al igual que el río.
    ¿Serían Rímac y Pachacamac una y la misma
    deidad, o dos diferentes? Los expertos discrepan, pues las
    evidencias no son concluyentes. Sí coinciden en que las
    estribaciones montañosas cercanas estaban consagradas
    exclusivamente a Rímac, que significa «El
    Atronador», siendo por tanto semejante, tanto en
    significado como fonéticamente, al apodo de Raman
    por el cual se conocía a Adad entre los pueblos semitas,
    un epíteto que proviene del verbo que significa
    «tronar».

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    Según el cronista Garcilaso, fue en estas
    montañas donde se veneraba «un ídolo, con
    forma de hombre», en un santuario dedicado a Rímac.
    Quizás se refiriera a cualquiera de los distintos lugares
    de las montañas que bordean el valle del Rímac.
    Allí, hasta el día de hoy se pueden ver las ruinas
    de lo que los arqueólogos creen que fueron
    pirámides escalonadas, muy semejantes a los zigurats de
    siete niveles de la antigua Mesopotamia.

    ¿Sería Rímac ese dios al que a
    veces llamaban «Kon» o «Ira-Ya», el
    Viracocha de la tradición popular inca? Aunque
    nadie puede darlo por seguro, lo que sí está
    más allá de toda duda es que a Viracocha se le
    representó exactamente como a la deidad pintada en la
    cerámica costera, con un arma de varias puntas en una mano
    y una varita mágica en la otra.

    Es con esta varita -una varita de oro- con la que todas
    las leyendas andinas inician los Comienzos; en las costas del
    Lago Titicaca, en un lugar llamado Tiahuanacu.

    Pero nuestro acucioso Inca Garcilazo de la vega nos
    cuenta lo siguiente:

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    (Inca Garcilazo de la Vega, Comentarios
    Reales de los Incas, Biblioteca Ayacucho, Caracas –
    Venezuela, Pág. 42).

    De lo dicho por Garcilazo debemos remarcar que los
    naturales contaban que llego al collao un hombre muy poderoso que
    repartió el mundo en cuatro partes y entrego a cuatro
    hombres que los llamo reyes. Naturalmente esta se refiere a
    Wiracocha que en la tradición oral dividió el mundo
    en cuatro partes luego del cual se fue con la promesa de volver,
    los cuatro hombres también están en las tradiciones
    y se refiere a la leyenda de los 4 hermanos Ayar que a
    través de Manco Capac fundarían el Imperio de los
    Incas en el Cuzco.

    Cuando llegaron los españoles, las tierras de los
    Andes eran las tierras del imperio inca, gobernadas desde la
    capital del altiplano, Cuzco. Y Cuzco, según cuentan los
    relatos incas, fue fundada por los Hijos del Sol, que
    habían sido creados e instruidos en el Lago Titicaca por
    el Dios Creador, Viracocha.

    Viracocha, según las leyendas andinas, era un
    gran dios del Cielo que había llegado a la Tierra en
    tiempos remotos y eligió los Andes como campo para su
    creación. Como dijo un cronista español, el padre
    Cristóbal de Molina, «ellos dicen que el Creador
    estaba en Tiahuanacu y que allí estaba su morada
    principal. De ahí, los magníficos edificios, dignos
    de admiración, de aquel lugar». Este cronista afirma
    lo mismo que su compatriota Pedro Cieza de León cronista
    de la conquista que referimos antes.

    Uno de los primeros padres en registrar los relatos
    nativos acerca de su historia y prehistoria fue Blas Valera;
    desgraciadamente, sólo se conocen algunos fragmentos de
    sus escritos a partir de menciones de otros, pues el manuscrito
    original se quemó en el saqueo de Cádiz por parte
    de los ingleses en 1587. Él registró la
    versión inca de que su primer monarca, Manco Capac,
    salió del lago Titicaca por medio de un camino
    subterráneo. Era hijo del Sol, y el Sol le dio una varita
    de oro para que encontrara Cuzco. Cuando su madre se puso de
    parto, el mundo estaba sumido en la oscuridad. Y, cuando
    nació, se hizo la luz y sonaron las trompetas, y el dios
    Pachacamac declaró: «El hermoso día de Manco
    Capac ha llegado.»

    Pero Blas Valera registró también otras
    versiones que sugieren que los incas se apropiaron de la persona
    y el relato de Manco Capac para su dinastía, y que sus
    verdaderos antepasados eran inmigrantes de algún otro
    lugar que habían llegado a Perú por mar.
    Según esto, el monarca al que los incas llamaban
    «Manco Capac» era hijo de un rey llamado Atau, que
    había llegado a las costas de Perú con doscientos
    hombres y mujeres, desembarcando en Rímac. De allí
    marcharon hasta el lago Titicaca, lugar desde el cual los Hijos
    del Sol habían gobernado la Tierra.

    Manco Capac envió a sus seguidores en dos
    direcciones para encontrar a aquellos legendarios Hijos del Sol.
    Él mismo deambuló durante muchos días hasta
    que llegó a un lugar en donde había una cueva
    sagrada. Era una cueva artificial, y estaba adornada con oro y
    plata. Manco Capac dejó la cueva sagrada y fue hasta una
    ventana llamada Capac Toco, que significa «Ventana
    Real». Cuando salió, iba vestido con unas prendas
    doradas que había obtenido en la cueva; y, al ponerse
    estas prendas reales, se le invistió con la realeza de
    Perú.

    Por éstas y otras crónicas, se sabe que
    los pueblos andinos memorizaban distintas versiones de sus
    relatos. Recordaban un Comienzo creador en el Lago Titicaca, y el
    inicio de la realeza en un sitio donde había una cueva
    sagrada y una ventana real; y, tal como sostenían los
    incas, estos acontecimientos eran coincidentes y formaban la base
    de su dinastía. Sin embargo, otras versiones separaban los
    acontecimientos y los períodos.

    Una de las versiones relativas al Comienzo dice que el
    gran dios Creador de Todo, Viracocha, luego del diluvio, hizo que
    cuatro hermanos y cuatro hermanas salieran de la montaña
    denominada Tampu Tocco y recorrieran las tierras y llevaran la
    civilización a sus primitivos pueblos; y una de estas
    parejas hermano-hermana/marido-mujer estableció la realeza
    en Cuzco. Otra versión dice que el Gran Dios, en su base
    del Lago Titicaca, creó a esta primera pareja real como
    hijos suyos y les dio un objeto de oro. Les dijo que fueran al
    norte y construyeran una ciudad donde el objeto de oro se
    hundiera en la tierra; el lugar donde sucedió el milagro
    fue Cuzco. Y ésta es la razón por la que los reyes
    incas -al afirmar que eran los descendientes de una
    dinastía de parejas reales de hermano y hermana-
    podían proclamarse descendientes directos del dios
    Sol.

    ¿Pero como llegaron estos al Collao?: Nosotros
    encontramos en las crónicas de Pedro Cieza de León
    que gente blanca llego a la zona de los Collas. (Perú
    Bolivia), no sabemos de donde ni como, como tampoco la
    cantidad.

    Cieza en su crónica dice:

    CAPÍTULO
    C

    De lo que se dice de estos collas de su origen y
    traje, y cómo hacían sus enterramientos cuando
    morían.

    MUCHOS de estos indios cuentan que oyeron a sus
    antiguos, que hubo en los tiempos pasados un diluvio
    grande
    y de la manera que yo escribo en el tercero
    capítulo de la segunda parte. Y dan a entender, que es
    mucha la antigüedad de sus antepasados, de cuyo origen
    cuentan tantos dichos y fábulas, si lo son, que no quiero
    detenerme en lo escribir, porque unos dicen que salieron de
    una fuente, otros que de una peña, otros de lagunas. De
    manera que su origen no se puede sacar de ellos otra cosa
    .
    Concuerdan unos y otros que sus antecesores vivían con
    poca orden, antes que los Ingas los señoreasen, y que por
    lo alto de los cerros tenían sus pueblos fuertes, de donde
    se daban guerra. Y que eran viciosos en otras costumbres
    malas.

    Después tomaron de los Ingas lo que todos los
    que quedaban por sus vasallos aprendían, e hicieron sus
    pueblos de la manera que ahora los tienen. Andan vestidos de ropa
    de lana ellos y sus mujeres. Las cuales dicen que puesto que
    antes que se casen pueden andar sueltamente, si después de
    entregada al marido le hace traición usando de su cuerpo
    con otro varón, la mataban. En las cabezas traen puestos
    unos bonetes a manera de morteros hechos de su lana, que nombran
    chucos, y tiénenlas todos muy largas y sin colodrillo
    porque desde niños se las quebrantan y ponen como quieren,
    según tengo escrito. Las mujeres se ponen en la cabeza
    unos capillos casi del talle de los que tienen los frailes. Antes
    que los Ingas reinasen, cuentan muchos indios de esos collas,
    que hubo en su provincia dos grandes señores, el uno
    tenía por nombre Zapana y el otro Cari, y que estos
    conquistaron muchos pucaras que son sus fortalezas. Y el uno de
    ellos en la laguna de Titicaca, y que halló en la isla
    mayor que tiene aquel palude gentes blancas, y que tenían
    barbas
    , con los cuales peleó de tal manera, que los
    pudo matar a todos. Y más dicen, que pasado esto, tuvieron
    grandes batallas con los canas y con los canches. Y al fin de
    haber hecho notables cosas estos dos tiranos o señores que
    se habían levantado en el Collao, volvieron las armas
    contra sí, dándose guerra el uno al otro procurando
    el amistad y favor de Viracoche Inga, que en aquellos tiempos
    reinaba en el Cuzco, el cual trató la paz en Chucuito con
    Cari, y tuvo tales mañas que sin guerra se hizo
    señor de muchas gentes de estos collas. Los señores
    principales andan muy acompañados y cuando van camino los
    llevan en andas, y son muy servidos de todos sus indios. Por los
    despoblados y lugares secretos tenían sus guacas o
    templos, donde honraban sus dioses, usando de sus vanidades y
    hablando en los oráculos con el demonio los que para ellos
    eran elegidos. La cosa más notable y de ver que hay en
    este Collao a mi ver es las sepulturas de los muertos.

    (Pedro Cieza de León, Crónica del Perú El
    Señorío de los Incas, Biblioteca Ayacucho, Caracas
    – Venezuela 2005, Pág. 256).

    Los recuerdos del Diluvio son los protagonistas de casi
    todas las versiones del Comienzo. Según el padre Molina
    (Relación de las fábulas y ritos de los
    yngas),
    ya «en tiempos de Manco Capac, que fue el
    primer inca y de quien comenzaron a llamarse Hijos del Sol…
    éstos tenían un relato completo del Diluvio. Dicen
    que todas las personas y todos los seres creados perecieron en
    él, habiéndose elevado las aguas por encima de las
    montañas más altas del mundo. Ningún ser
    vivo sobrevivió, excepto un hombre y una mujer que se
    quedaron en una caja; y

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