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Informe del cuento Un Expreso del Futuro de Michel Verne



  1. Informe
  2. Bibliografía
  3. Anexos

Informe

En este informe trataremos uno de los cuentos futuristas
escrito por Michel Verne hijo de uno de los padres de la ciencia
ficción "Julio Verne". Este cuento fue publicado en 1895,
en una revista mensual acompañada de historias ficticias y
diferentes artículos, la revista se llamaba "The Stand
Magazine
". Cabe destacar que Michel Verne escribió en
un género similar al de su progenitor aunque sus obras
sean consideradas inferiores a la de su padre, además
él se encargaba de algunas de las publicaciones de su
padre como lo fue "El piloto del Danubio" en
1908.

Con la elaboración de este trabajo pretendemos
extraer el mensaje que ha dejado el autor al escribir para sus
futuros lectores, así como extraer los diferentes
elementos literarios utilizados por el escritor.

En este cuento el narrador (Michel Verne) se narra
así mismo interpretando un papel de periodista realizando
algunas preguntas a El coronel Pierce quien es el encargado de la
obra de construcción de un nuevo sistema de Ferrocarril,
estos se encuentran en la Compañía de Tubos
Neumáticos de Boston a Liverpool que es el punto de
partida de los tubos submarinos que unirían a Europa con
el Nuevo Mundo, mientras lo abordan, este despierta y se da
cuenta que era un sueño que tubo después de haber
leído el artículo de un periódico norte
americano de esta manera el cuestiona la ficción con la
realidad.

Durante el proceso de lectura encontramos los personajes
principales que son el periodista en el sueño (Michel
Verne), y El Coronel Pierce, y los secundarios; el periodista
norteamericano escritor del artículo.

El periodista en el sueño (Michel Verne) era un
personaje que se muestra inquieto frente a las novedades
científicas es muy pensador una vez termina de leer
cualquier artículo científico. El coronel Pierce es
un personaje que siempre tiene las respuestas que nosotros
necesitamos, el periodista norteamericano es solo mencionado como
la persona que describe la construcción del coronel
Pierce.

El narrador del cuento es omnisciente ya que él
se narra así mismo en la historia y conoce plenamente sus
pensamientos, como se demuestra en este párrafo:
"Recompuse mentalmente aquel artículo periodístico.
Casi con complacencia, el periodista entraba en detalles sobre el
emprendimiento". En otro momento expresa: "Todo eso
reapareció en mi conciencia en aquel momento".

Estos hechos se desarrollan durante la época de
1895 en la cual se implementaba un sistema de tuberías
para enviar la correspondencia impulsadas por aire, era
implementado en Paris, Londres y Praga, es así como Michel
Verne toma este invento como referencia para su
historia.

El entorno físico en el cual toman vida los
hechos ocurridos es en la Compañía de Tubos
Neumáticos de Boston a Liverpool donde se encontraba El
Coronel Pierce, dentro del Ferrocarril impulsado por turbinas de
aire y por último en el patio de la casa del personaje
principal.

El manejo del tiempo utilizado por el escritor no es
lineal ya que este en un momento dado de narración, cambia
los pensamientos del personaje principal que es el mismo, donde
nos dice que anteriormente había leído un
artículo en un periódico el cual se relacionaba con
el hecho que estaba viviendo como lo muestra este párrafo:
"¿Acaso yo no había leído, poco tiempo
atrás, en un periódico norteamericano, un
artículo que describía este extraordinario proyecto
para unir Europa con el Nuevo Mundo mediante dos colosales tubos
submarinos?"

El ambiente psicológico que manifiesta el cuento,
la forma descriptiva de los mecanismos que utiliza El coronel
Pierce y la lógica de respuestas claras y concisas ante
las interrogantes del periodista (Michael Verne), nos dan a
entender que la historia es sumamente ficticia pero luego el
narrador nos da a entender otra cosa ya que este cambia el final
aparentando que todo fue un sueño de tal forma que se crea
una contradicción entre la ficción y la
realidad.

El nivel de lengua utilizada por el escritor es
científico con la implementación de términos
matemáticos para ayudarse en las explicaciones. Así
es como el narrador explica con datos y cálculos
corroborados toda la historia. Así lo demuestra en este
párrafo: "Todo lo que se necesita para obtenerla es una
gran cantidad de turbinas impulsadas por vapor. Éstas
transportan el aire con una fuerza prácticamente
ilimitada, propulsándolo a mil ochocientos
kilómetros horarios… ¡casi la velocidad de una
bala de cañón! De manera tal que nuestros
vehículos con sus pasajeros efectúan el viaje entre
Boston y Liverpool en dos horas y cuarenta minutos".

El titulo está totalmente relacionado con el
texto ya que en toda la narración se trata de explicar la
creación de una nueva Utopía con tan revolucionario
invento que en esta se da a conocer, es por eso que a nuestro
entender el escritor no pudo a ver elegido mejor título
que "Un expreso del futuro".

El tema central del cuento no es más que una
confrontación entre lo real y lo ficticio el narrador pone
a prueba nuestra imaginación con tan semejantes detalles
que este expone en la historia así como de un momento a
otro cambia todo y lo convierte en un sueño que nos hace
pensar el porqué de esto y no un final más
ficticio. Y de esta manera creando un enfrentamiento entre lo que
ficticiamente nos imaginamos y la realidad de las
cosas.

Para finalizar, esta historia nos deja claramente
demostrado que para crear una historia solo hace falta mirar para
así comprobar lo que hay a nuestro alrededor y tomar una
idea clave y empezar a trabajar. Así mismo lo hiso Michel
Verne al tomar el envió de correspondencia por
tuberías para crear una historia sumamente interesante que
es la de unir dos continentes completamente distantes el uno del
otro.

En lo particular para nosotros esta historia representa
aquello que queremos llegar a comprobar con nuestros ojos, es por
esto que consideramos que Michel Verne ha decidido poner tal
final en el cuento ya que él quiso hacer un contraste de
lo que sucede cuando las personas leemos algo que nos deja
intrigados completamente con la necesidad de poder ver y sentir,
lo que hemos leído.

Bibliografía

Verne, Michel. "Un expreso del futuro". En:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/verne/expreso.html

http://www.wikipedia.com/

Anexos

Anexo 1

"Un expreso del futuro"

Michel Verne

-Ande con cuidado -gritó mi guía-.
¡Hay un escalón!

Descendiendo con seguridad por el escalón de cuya
existencia así me informó, entré en una
amplia habitación, iluminada por enceguecedores
reflectores eléctricos, mientras el sonido de nuestros
pasos era lo único que quebraba la soledad y el silencio
del lugar.

¿Dónde me encontraba? ¿Qué
estaba haciendo yo allí? Preguntas sin respuesta. Una
larga caminata nocturna, puertas de hierro que se abrieron y se
cerraron con estrépitos metálicos, escaleras que se
internaban (así me pareció) en las profundidades de
la tierra… No podía recordar nada más,
Carecía, sin embargo, de tiempo para pensar.

-Seguramente usted se estará preguntando
quién soy yo -dijo mi guía-. El coronel Pierce, a
sus órdenes. ¿Dónde está? Pues en
Estados Unidos, en Boston… en una estación.

-¿Una estación?

-Así es; el punto de partida de la
Compañía de Tubos Neumáticos de Boston a
Liverpool.

Y con gesto pedagógico, el coronel
señaló dos grandes cilindros de hierro, de
aproximadamente un metro y medio de diámetro, que
surgían del suelo, a pocos pasos de distancia.

Miré esos cilindros, que se incrustaban a la
derecha en una masa de mampostería, y en su extremo
izquierdo estaban cerrados por pesadas tapas metálicas, de
las que se desprendía un racimo de tubos que se empotraban
en el techo; y al instante comprendí el propósito
de todo esto.

¿Acaso yo no había leído, poco
tiempo atrás, en un periódico norteamericano, un
artículo que describía este extraordinario proyecto
para unir Europa con el Nuevo Mundo mediante dos colosales tubos
submarinos? Un inventor había declarado que el asunto ya
estaba cumplido. Y ese inventor -el coronel Pierce- estaba ahora
frente a mí.

Recompuse mentalmente aquel artículo
periodístico. Casi con complacencia, el periodista entraba
en detalles sobre el emprendimiento. Informaba que eran
necesarios más de tres mil millas de tubos de hierro, que
pesaban más de trece millones de toneladas, sin contar los
buques requeridos para el transporte de los materiales: 200
barcos de dos mil toneladas, que debían efectuar treinta y
tres viajes cada uno. Esta "Armada de la Ciencia" era descrita
llevando el hierro hacia dos navíos especiales, a bordo de
los cuales eran unidos los extremos de los tubos entre sí,
envueltos por un triple tejido de hierro y recubiertos por una
preparación resinosa, con el objeto de resguardarlos de la
acción del agua marina.

Pasado inmediatamente el tema de la obra, el periodista
cargaba los tubos (convertidos en una especie de
cañón de interminable longitud) con una serie de
vehículos, que debían ser impulsados con sus
viajeros dentro, por potentes corrientes de aire, de la misma
manera en que son trasladados los despachos postales en
París.

Al final del artículo se establecía un
paralelismo con el ferrocarril, y el autor enumeraba con
exaltación las ventajas del nuevo y osado sistema.
Según su parecer, al pasar por los tubos debería
anularse toda alteración nerviosa, debido a que la
superficie interior del vehículo había sido
confeccionada en metal finamente pulido; la temperatura se
regulaba mediante corrientes de aire, por lo que el calor
podría modificarse de acuerdo con las estaciones; los
precios de los pasajes resultarían sorprendentemente
bajos, debido al poco costo de la construcción y de los
gastos de mantenimiento… Se olvidaba, o se dejaba aparte
cualquier consideración referente a los problemas de la
gravitación y del deterioro por el uso.

Todo eso reapareció en mi conciencia en aquel
momento.

Así que aquella "Utopía" se había
vuelto realidad ¡y aquellos dos cilindros que tenía
frente a mí partían desde este mismísimo
lugar, pasaban luego bajo el Atlántico, y finalmente
alcanzaban la costa de Inglaterra!

A pesar de la evidencia, no conseguía creerlo.
Que los tubos estaban allí, era algo indudable, pero creer
que un hombre pudiera viajar por semejante ruta…
¡jamás!

-Obtener una corriente de aire tan prolongada
sería imposible -expresé en voz alta aquella
opinión.

-Al contrario, ¡absolutamente fácil!
-protestó el coronel Pierce-. Todo lo que se necesita para
obtenerla es una gran cantidad de turbinas impulsadas por vapor,
semejantes a las que se utilizan en los altos hornos.
Éstas transportan el aire con una fuerza
prácticamente ilimitada, propulsándolo a mil
ochocientos kilómetros horarios… ¡casi la
velocidad de una bala de cañón! De manera tal que
nuestros vehículos con sus pasajeros efectúan el
viaje entre Boston y Liverpool en dos horas y cuarenta
minutos.

-¡Mil ochocientos kilómetros por hora!-
exclamé.

-Ni uno menos. ¡Y qué consecuencias
maravillosas se desprenden de semejante promedio de velocidad!
Como la hora de Liverpool está adelantada con respecto a
la nuestra en cuatro horas y cuarenta minutos, un viajero que
salga de Boston a las 9, arribará a Liverpool a las 3:53
de la tarde. ¿No es este un viaje hecho a toda velocidad?
Corriendo en sentido inverso, hacia estas latitudes, nuestros
vehículos le ganan al Sol más de novecientos
kilómetros por hora, como si treparan por una cuerda
movediza. Por ejemplo, partiendo de Liverpool al medio
día, el viajero arribará a esta estación a
las 9:34 de la mañana… O sea, más temprano que
cuando salió. ¡Ja! ¡Ja! No me parece que
alguien pueda viajar más rápidamente que
eso.

Yo no sabía qué pensar. ¿Acaso
estaba hablando con un maniático?… ¿O
debía creer todas esas teorías fantásticas,
a pesar de la objeciones que brotaban de mi mente?

-Muy bien, ¡así debe ser! -dije-.
Aceptaré que lo viajeros puedan tomar esa ruta de locos, y
que usted puede lograr esta velocidad increíble. Pero una
vez que la haya alcanzado, ¿cómo hará para
frenarla? ¡Cuando llegue a una parada todo volará en
mil pedazos!

-¡No, de ninguna manera! -objetó el
coronel, encogiéndose de hombros-. Entre nuestros tubos
(uno para irse, el otro para regresar a casa), alimentados
consecuentemente por corrientes de direcciones contrarias, existe
una comunicación en cada juntura. Un destello
eléctrico nos advierte cuando un vehículo se
acerca; librado a su suerte, el tren seguiría su curso
debido a la velocidad impresa, pero mediante el simple giro de
una perilla podemos accionar la corriente opuesta de aire
comprimido desde el tubo paralelo y, de a poco, reducir a nada el
impacto final. ¿Pero de qué sirven tantas
explicaciones? ¿No sería preferible una
demostración?

Y sin aguardar mi respuesta, el coronel oprimió
un reluciente botón plateado que salía del costado
de uno de los tubos. Un panel se deslizó suavemente sobre
sus estrías, y a través de la abertura así
generada alcancé a distinguir una hilera de asientos, en
cada uno de los cuales cabían cómodamente dos
personas, lado a lado.

-¡El vehículo! -exclamó el coronel-.
¡Entre!

Lo seguí sin oponer la menor resistencia, y el
panel volvió a deslizarse detrás de nosotros,
retomando su anterior posición.

A la luz de una lámpara eléctrica, que se
proyectaba desde el techo, examiné minuciosamente el
artefacto en que me hallaba.

Nada podía ser más sencillo: un largo
cilindro, tapizado con prolijidad; de extremo a extremo se
disponían cincuenta butacas en veinticinco hileras
paralelas. Una válvula en cada extremo regulaba la
presión atmosférica, de manera que entraba aire
respirable por un lado, y por el otro se descargaba cualquier
exceso que superara la presión normal.

Luego de perder unos minutos en este examen, me
ganó la impaciencia:

-Bien -dije-. ¿Es que no vamos a
arrancar?

-¿Si no vamos a arrancar? -exclamó el
coronel Pierce-. ¡Ya hemos arrancado!

Arrancado… sin la menor sacudida…
¿cómo era posible?… Escuché con suma
atención, intentando detectar cualquier sonido que pudiera
darme alguna evidencia.

¡Si en verdad habíamos arrancado… si el
coronel no me había estado mintiendo al hablarme de una
velocidad de mil ochocientos kilómetros por hora… ya
debíamos estar lejos de tierra, en las profundidades del
mar, junto al inmenso oleaje de cresta espumosa por sobre
nuestras cabezas; e incluso en ese mismo instante, probablemente,
confundiendo al tubo con una serpiente marina monstruosa, de
especie desconocida, las ballenas estarían batiendo con
furiosos coletazos nuestra larga prisión de
hierro!

Pero no escuché más que un sordo rumor,
provocado, sin duda, por la traslación de nuestro
vehículo. Y ahogado por un asombro incomparable, incapaz
de creer en la realidad de todo lo que estaba ocurriendo, me
senté en silencio, dejando que el tiempo
pasara.

Luego de casi una hora, una sensación de frescura
en la frente me arrancó de golpe del estado de somnolencia
en que había caído paulatinamente.

Alcé el brazo para tocarme la cara: estaba
mojada.

¿Mojada? ¿Por qué estaba mojada?
¿Acaso el tubo había cedido a la presión del
agua… una presión que obligadamente sería
formidable, pues aumenta a razón de una "atmósfera"
por cada diez metros de profundidad?

Fui presa del pánico. Aterrorizado, quise
gritar… y me encontré en el jardín de mi casa,
rociado generosamente por la violenta lluvia que me había
despertado. Simplemente, me había quedado dormido mientras
leía el artículo de un periodista norteamericano,
referido a los extraordinarios proyectos del coronel Pierce…
quien a su vez, mucho me temo, también había sido
soñado.

-FIN-

Anexo 2

Glosario:

  • Pedagógico (Pedagogía)
    es la ciencia que tiene como objeto de estudio a la
    educación. Es una ciencia perteneciente al campo de
    las Ciencias Sociales y Humanas, y tiene como fundamento
    principal los estudios de Kant y Herbart.

  • Mampostería se le llama al sistema
    tradicional de construcción que consiste en erigir
    muros y paramentos, para diversos fines, mediante la
    colocación manual de los elementos o los materiales
    que los compones que pueden ser: ladrillos, bloques de
    cemento prefabricados o piedras talladas en formas regulares
    o no.

  • La resina es una secreción
    orgánica que producen muchas plantas, particularmente
    los arboles del tipo conífera. Es muy valorada por sus
    propiedades químicas y sus usos asociados como: la
    producción de barnices, adhesivos y aditivos
    alimenticios.

  • Paralelismo es una relación que se
    establece entre cualquier variedad lineal de dimensión
    mayor o igual que 1 (rectas, planos, hiperplanos y
    demás).

  • Empotrar meter una cosa en la pared o en el
    suelo, asegurándolo con trabajo de
    albañilería.

 

 

Autor:

Yahonca Ramírez Peña.

Morelvyn Guerrero Nova.

24 de julio del 2012

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