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Los intelectuales y el poder



  1. Introducción
  2. Los dilemas de la
    democracia
  3. Casi borrado el
    humo de la batalla
  4. Los intelectuales
    orgánicos
  5. Los movimientos
    estudiantiles

Introducción

En los años sesenta, en América Latina, se
dio una "fiebre de marxismo", alentada por el triunfo de la
revolución cubana, en universidades y facultades,
particularmente en las de ciencias sociales. Quienes se colocaban
a la vanguardia de la intelectualidad de entonces, invocaban el
marxismo como la llave fundamental del conocimiento y la
guía de acción para lograr la revolución en
nuestros países, sometidos secularmente por fuerzas
externas y a partir de la posguerra, por la rapiña del
capitalismo mundial. Pero esta fiebre nunca fue acompañada
de un conocimiento a fondo del pensamiento marxista. En la
mayoría de quienes se dijeron marxistas lo que
prevalecía era el pensamiento positivista, que negaba,
particularmente, el razonamiento sobre el humanismo (Walter
Benjamín, entre los más destacados y la escuela de
Frankfort, que era una vertiente de suma importancia para Marx.
Así las cosas, se postulaba mecánicamente que, per
se, el proletario o más bien, el proletariado era el
sujeto y objeto del cambio revolucionario. El movimiento obrero
debía reconocerse como el portador por excelencia de la
revolución, el proletariado iría hasta el fondo de
las luchas sociales revolucionaria porque no tenía nada
que perder como no fueran sus propias cadenas. En América
latina Pero la revolución cubana introdujo un giro en este
postulado, al dejar sentado que el ejército revolucionario
no podría formarse en las ciudades sino en el campo, dando
al campesino, particularmente al campesino pobre, una
posición de mayor avanzada que al obrero de las ciudades.
Ya Mao Tze Tung había dado el campanazo en ese sentido con
la realización de su LARGA MARCHA. Entonces, los
"marxistas" latinoamericanos comenzaron a proclamar este
desplazamiento del sujeto revolucionario desde las fabricas
citadinas a los surcos de la montaña. Hubo muchos
éxitos en nuestra historia de lucha por ese camino pero
también dolorosas derrotas como la ejemplificada en
Bolivia por el Che Guevara y el genocidio habido en Guatemala,
que fulminó a Cientos de de miles de campesinos
indígenas. El comentario más socorrido, que no
análisis, de los intelectuales otrora marxistas, fue que
estas derrotas se debieron a las desviaciones
pequeñoburguesas alentadas por sectores estudiantiles que
se colocaron a la cabeza de esos movimientos.

Hubo un giro generalizado, de estos "pensadores", desde
sus posiciones "marxistas" hacia nuevas posiciones
ideológicas ahora cubiertas o encubiertas en la
socialdemocracia. Pasaron pues, de "marxistas" a
socialdemócratas. Aquí desaparecieron, para ellos,
la condición revolucionaria de los obreros y los
campesinos que fueron sustituidos en sus "análisis" por
las llamadas clases medias. En ellas destacaron a los sectores
estudiantiles a quienes recién habían deslegitimado
por sus desviaciones pequeñoburguesas. Evidentemente que
algunos hechos históricos, como el movimiento estudiantil
de 1968 en el distrito federal de México, impactaron en el
quehacer de la política y dibujaron la necesidad del
establecimiento de la democracia, sin adjetivos, como se le
llamó. Pero este movimiento ha sido sobredimensionado a
conveniencia de los análisis más que al resultado
de ellos. Ha sido sobredimensionado por los intelectuales "de
izquierda" para situarse, ellos, en una posición
aventajada como intelectuales y no como el análisis sereno
de expresiones de contenido revolucionario social. Dicho de otra
manera, su sobredimensionamiento sirve para legitimar a los
intelectuales guarecidos en las poltronas universitarias
más que a la condición de portadores de cambio de
jóvenes con acceso al conocimiento que avizoran las
necesidades sociales. Así, este grupo de intelectuales
¿orgánicos? han establecido su propia legitimidad y
su condición de poseedores de la verdad, eso creen, para
señalar, en términos cuasi religiosos, quienes
integra la bondad o la maldad de la actuación
política. En la medida en la que alaban la lucha
revolucionaria de las clases medias ilustradas, en esa medida se
legitiman como concesionarios de la verdad
revolucionaria.

1. Siempre he creído que, quien está
consciente de no tener aptitudes atléticas o deportivas,
opta por convertirse en narrador de deportes. Esto le permite
hacer el papel, en su caso, de futbolista, entrenador,
árbitro, u organizador de campeonatos, con el
micrófono o la laptop en las manos. Creo también
que los analistas políticos son, en su gran
mayoría, políticos frustrados. Siempre es mejor
tomar decisiones sobre el papel, en cómodos escritorios,
que afrontar la respuesta social de decisiones equivocadas en el
plano de la acción política propiamente tal.
Finalmente, pocos se acordarán de las tonterías que
escribimos pasado cierto tiempo. Los "analistas políticos"
desarrollan un profundo amor-odio por quienes ejercen el poder. O
se desviven en alabanzas o se especializan en la diatriba. En los
sesentas del siglo pasado, en América Latina, lo que se
interpretaba como pensamiento marxista, que era más bien
el positivismo, comenzó a identificar y separar a
pensadores de izquierda y escritores progresistas del resto de
escribidores. Para muchos de ellos, la admiración de los
movimientos revolucionarios estaba enfocada a su vez en los
movimientos del proletariado de la ciudad y del campo. Salvo el
caso cubano, y posteriormente Nicaragua, y a medias El Salvador,
todos los demás movimientos revolucionarios que abrevaron
en esa fuente, la del proletariado rural y urbano, no alcanzaron
su cometido final. Abundan los escritos de estos
académicos que tacharon a los movimientos revolucionarios
fallidos, particularmente a los guatemaltecos, de desviaciones
pequeñoburguesas y de sueños de opio y de falta de
"análisis concreto de la realidad concreta," que les
llevaron al fracaso. En su momento habían demostrado
admiración y no faltan el día de hoy, incluso,
intelectuales que alaban la memoria del Che Guevara, no obstante
su fracasada incursión en Bolivia, que incluso le
costó la vida. En ese entonces, los militantes del partido
comunista boliviano le llamaron aventurero. Hoy, los herederos de
esa corriente le llaman héroe. Ser intelectual es un
privilegio, no se arriesga nada.

Olvidado el marxismo, a partir de la caída del
campo socialista, en el lenguaje de los intelectuales se
terminó también el papel revolucionario de los
trabajadores manuales, del campo y la ciudad. Nuevos paradigmas
pasaron por sus mentes ávidas de situarse tras del poder
que fraguaban los nuevos tiempos. Si este no podía ser
alcanzado por el dominio económico, inscrito en una
historia que deja fuera a los grupos subordinados, por una u otra
razón, quedaba como posibilidad, al igual que en las
más antiguas sociedades, alcanzar la verdad por medios
religiosos o cuasi religiosos. Dirían los intelectuales:
si no somos dueños de los medios de producción,
adueñemos nos de la verdad. Seamos poseedores de la
verdad, quien no permanezca dentro de nuestra verdad,
vivirá, of course, en el mundo de la mentira, con todos
sus significados. Así, los héroes serán
aquellos que nosotros señalemos, los villanos
también serán los que nosotros descubramos. El bien
será el que nosotros identifiquemos, el mal, el que rodea
a los contrarios a nosotros.

Lo paradójico de estas concepciones es el
concepto democrático. Para los modernos intelectuales de
izquierda, la democracia solo puede ser practicada por una
sociedad informada, en términos prácticos, para
quienes acrediten, al menos, una educación media
terminada. Quienes no tengan al menos esa información son
manipulables o comprados, son, diría su adalid mexicano,
masoquistas o amigos de la corrupción. Son vulnerables,
por su pobreza o ignorancia a la manipulación de la mass
media o a la compra de sus conciencias, por lo tanto, ergo, su
opinión emitida mediante un voto en una justa electoral,
no cuenta.

Los dilemas de la
democracia

Los conquistadores españoles dudaron durante
mucho tiempo que los indígenas americanos tuvieran alma,
que fueran capaces de pensar y razonar, los consideraban
subhumanos. Era una de las razones que justificaban su
expoliación y la imposición de su cultura y su
religión, destruyendo de tajo la cultura y la
religión existentes. En la historia de la humanidad, el
proceso de organización social ha transitado del dominio
férreo de unos cuantos a la posibilidad de que las
sociedades se autogobiernen. Muchos estadios han tenido que ser
superados para poder incidir en el destino social, en las
decisiones a tomar. Había que tener, por ejemplo,
propiedad de la tierra. Primero los esclavos y después
quienes socialmente derivaron de ellos, estuvieron excluidos de
incidir en los destinos sociales mediante la expresión de
sus deseos y voluntad. Posteriormente, aun cuando lograron
alcanzar rasgos ciudadanos, se dio la excepción de las
minorías, particularmente por orígenes raciales y
por pertenecer al sexo femenino. Más sutilmente, una vez
alcanzada la participación política de las mujeres,
se dio la tendencia de excluir a los analfabetas. El argumento
central en todos estos casos, es que esas condiciones no les
permiten tomar decisiones correctas, utilizándose
también el término ignorantes.

Andando el tiempo se ha logrado superar paulatinamente
muchas de esas insensateces sociales, esgrimidas en el fondo para
mantener formas de dominio específicas. No obstante los
sistemas políticos han mantenido veladamente todas las
trabas posibles para impedir la participación
política de los sectores sociales dominados
económicamente y sumidos en la pobreza y la pobreza
extrema. Los grupos sociales dominantes en Guatemala, una de las
expresiones de la extrema derecha más retardataria del
continente, han expresado abiertamente su oposición para
que participen en los procesos electorales los indígenas
campesinos, debido a que su pobreza e ignorancia les impide
"tener idea de lo que es mejor para el país y para ellos
mismos". Se ha llegado a proponer, por esto, que no se les
permita participar en las distintas elecciones. Recientemente se
vetó la participación de Sandra Torres de Colom,
acusándola de utilizar los programas sociales de gobierno,
creados por ella, para manipular en su favor el voto de los
sectores pobres y en pobreza extrema, aprovechándose de
"su ignorancia y necesidad". Lo lograron debido al control casi
directo que tiene la oligarquía sobre todas las
instituciones especificas del Estado y de los medios de
comunicación escritos. La televisión, por lo menos
abiertamente, no les hizo el juego.

Paradójicamente, en México, la extrema
izquierda utiliza los mismos argumentos que la extrema derecha,
"los sectores de pauperizados venden su voto porque no son
capaces de discernir lo que más les conviene y emitir un
voto consciente". Algo mas, "son masoquistas y partidarios de la
corrupción", razón suficiente para que no se tome
en cuenta, en las más recientes elecciones, el voto de
más de 20 millones de mexicanos, quienes por tener esos
atributos "están incapacitados para que su voto cuente
como decisorio de la elección presidencial".

A diferencia de algunos analistas, yo veo natural y
lógico que tanto Zambrano, líder del PRD, como el
presidente del PAN manifiesten juntos su aversión a que la
masa inculta y miserable pueda contar en los comicios del 1 de
julio. El primero cree pertenecer a una elite pensante que conoce
la verdad en exclusiva y que por lo tanto, promueve el "cambio
verdadero". En esa elite se inscriben todos quienes ven por abajo
del hombro al resto de los ciudadanos, el resto de la
población que no han tenido acceso a una educación
capaz de permitirles "descubrir" la verdad, como sí
ocurrió con ellos que se han vuelto sus poseedores. De
aquí que ese elitismo, convenientemente disfrazado con
baños de pueblo como el de Atenco, permita al
grupúsculo YO SOY 132, adoptar la misma propiedad de la
verdad, permitiendo a la caterva de adultos frustrados que se
escudan en ellos para Justificar su desprecio por los pobres y
carentes de ilustración. El caso de Madero, el presidente
del PAN, es obvio, representa el más rancio
conservadurismo que por decisión propia mantiene un
partido elitista, un cascaron sin bases sociales populares a las
que pretende manipular hacia un Estado militarista que suple su
ausencia de consenso social mediante la fuerza legitimada en el
Estado, del que integran por hoy la cúpula dominante. No
es extraño pues que las cúpulas que hace apenas un
corto tiempo conformaron, según sus propias apreciaciones,
un "gobierno espurio" y un "gobierno legitimo" "peligroso para
México", hoy marchen hombro con hombro para invalidar una
decisión tomada por la masa "ignorante, paupérrima,
masoquista y partidaria de la
corrupción"(¡clasemedieros ilustrados y oligarcas
excluyentes, uníos¡). De otra parte, las
movilizaciones y presiones sobre el aparato legaL del Estado, se
asemejan más a los escenarios montados por el nacional
socialismo para apoderarse del poder en Alemania, Italia y
España que, por ejemplo, a la gran marcha de Mao para
derrotar al Kuo ming tag.

Por ello no es sorprendente que un pequeño grupo
de jóvenes de clase media ilustrada, sean convertidos en
iconos de la verdad: son jóvenes, son universitarios, son
de clase media para arriba, tienen información, poseen la
verdad. De otra parte, sirven de cómodo escudo a
intelectuales apoltronados en sus escritorios que tienen
dificultades físicas y anímicas para alborotar en
las calles, no sea que en una de esas ocurra la represión
que temen y ansían. Si esta ocurriera, rápidamente
convertirán a los jóvenes en mártires y les
rendirán honores, colocaran sus nombres en las aulas o en
placas alusivas convenientemente situadas. Andando el tiempo, los
intelectuales de izquierda concluirán que "fueron
expresiones pequeñoburguesas" que se realizaron sin el
"análisis concreto de la realidad concreta".

Casi borrado el
humo de la batalla

La situación de la izquierda (en su espectro
más amplio), es crucial en América Latina.
Direcciones equivocadas pueden retardar considerablemente el
triunfo definitivo de los intereses mayoritarios de su
población oprimida. Direcciones sensatas pueden afirmar
este triunfo en los años por venir. En lo personal, desde
mi mirada, veo avances irreversibles; también veo
situaciones dolorosas, como las veía mi amigo Roberto, en
el caso de Guatemala: Quienes dirigieron la matanza de cientos de
miles de campesinos indígenas en los albores de los
ochenta, hoy se encuentran al frente del poder político.
Pero también veo como Cuba se mantiene, como Venezuela se
afirma, como Argentina se convierte en adalid de nuestra
América, como Bolivia reivindica a nuestros pueblos
indígenas. Como Nicaragua y El Salvador sortean el campo
minado por el imperio opresor. Alguna vez sus dirigentes
expresaron que si ellos hubieran tenido la salvaje
oposición que tuvieron los revolucionarios guatemaltecos
difícilmente hubieran alcanzado el triunfo. Estas palabras
las corroboran los más de 250 mil muertos en las
montañas chapinas. Y el pensamiento de la derecha
más recalcitrante en la América latina, que hoy
detenta el poder.

México, otrora símbolo de nuestra dignidad
frente al imperio, experimenta la lucha política interna
de la diversidad de corrientes formadas en el ámbito de
esa batalla inmensa entre la libertad y la opresión.
También desde mi óptica, con grandes avances que
coronarán más temprano que tarde, en el triunfo de
las ideas nacionalistas y revolucionarias como dominantes. En una
democracia no serán las de la totalidad de sus expresiones
políticas, no pueden serlo ni deben serlo, para no
recorrer el círculo perverso de la sujeción del
espíritu humano en libertad. Las recientes elecciones
confirman, insisto, desde mi óptica, ese enorme avance
sobre las fuerzas retardatarias de la organización social,
las fuerzas oscurantistas dominantes que imperan todavía
en buena parte de Europa y que parten, principalmente de USA e
Inglaterra. El recuento de la batalla, a días de
terminadas esas elecciones muestran, en términos
numéricos, lo siguiente: en una población total de
cerca de 112 millones de habitantes, el 66% acudió a las
urnas por innumerables razones y condiciones. Evidentemente, lo
que destaca, es su interés común por el futuro del
país. De ellos 16 millones se pronunciaron por la oferta
de cambio, 19 millones se pronunciaron también por el
cambio pero, tal vez, dentro de una trayectoria pausada y sin
sobresaltos, 12 millones manifestaron su resistencia al mismo. Se
sienten arropados en el sistema

Los intelectuales
orgánicos

De acuerdo con Antonio Gramsci, los modelos de la vida
institucional, la condición de las ideas de la existencia
misma del Estado, dependen de la difusión y manejo de
estas, contenidas fundamentalmente en el sistema educativo,
cualquiera que sea, de acuerdo con las clases dominantes. De
allí que el proyecto original revolucionario marxista
postula la toma del poder a favor del proletariado no solo para
cambiar el esquema de dominio sino el esquema de las ideas que lo
sustentan. Estas tesis fueron abrazadas como estrategia
fundamental de los partidos comunistas para la toma del
poder.

Más de un siglo ha transcurrido desde entonces.
Hoy, somos resultado de revoluciones y guerras de carácter
nacional e internacional, que dieron nuevo rostro a los sistemas
de dominio, mundiales y nacionales. El sistema educativo ha
vivido sensiblemente las divisiones habidas en la estructura
social. Para decir los menos, hoy conviven la educación
oficial y la educación privada, dentro de ellas se
expresan, preponderantemente, los grupos dominantes y los grupos
subalternos. Dentro de ellos hay subdivisiones. No todas las
instituciones privadas son del mismo nivel socioeconómico
y no todos los pobres pueden acceder a la educación
oficial. En este revuelo, en esta babel, en buena medida, las
ideas dominantes han transitado desde la escuela hacia las formas
masivas de comunicación. El Estado, cualquiera sea este,
difunde su discurso por los medios masivos y, desde luego, por el
aparato ideológico constituido per se en el sistema
educativo. Pero difundir el discurso no necesariamente significa
imponer el discurso. El cartero no es responsable de las malas
noticias, ni de las buenas. Existe una estructura de dominio
basada en la producción y reproducción de de la
vida cotidiana, el sistema productivo de bienes y servicios.
Allí se decide, en última instancia, la viabilidad
o no de las ideas circulantes. De otra parte, la división
existente en el sistema educativo, gradúa el acceso a
él. Lo masivo se encuentra en los primeros niveles de la
educación básica. Los estudios universitarios han
devenido en elitistas. Pero también los cuerpos docentes
que se ocupan de una u otra forma de enseñanza. Las
famosas torres de marfil, antes solitarias, han devenido en
estructuras privilegiadas, año sabático,
inamovilidad, estímulos monetarios frecuentes, viajes de
intercambio, becas para estudios posdoctorales, cuya actividad
fundamental transcurre en las cuatro paredes del recinto
académico, del campus universitario.

El análisis político no es ajeno, al
contrario, se sustenta, en esta característica de las
transformaciones sociales. El sujeto original del cambio, el
proletariado, fue sustituido primero por el trabajador del campo,
el campesino y el obrero agrícola, también por el
campesino indígena, en los movimientos revolucionarios que
postularon la formación de los ejércitos
revolucionarios en las montañas de América latina.
Salvo Cuba y tal vez Bolivia, los demás no tuvieron el
éxito esperado. De aquí que el análisis
académico se fue alejando progresivamente de considerar
los movimientos de los trabajadores y de los campesinos como
motores de cambio. Su identificación, cada vez mayor con
su propia condición académica, privilegiada y sin
riesgos, les ha llevado a considerar esos campus como motores del
cambio social, lo expresen abierta o veladamente. De allí
la sobrevaloración del movimiento YO SOY 132, nacido en
una universidad de elite fundada por la orden jesuita, que ha
logrado interesar a los estudiantes de otras universidades
elitistas y, finalmente, a los grupos más acomodados de la
UNAM, para emprender una cruzada, originalmente contra los medios
masivos de comunicación, el cartero, sin aludir a las
estructuras sociales y económicas sociales y
políticas, nacionales e internacionales, que los
sustentan. Y, en una caricaturización del marxismo, culpan
a un candidato presidencial por todos los males que pudiera haber
en el futuro, lo culpan y lo atacan con vehemencia, Marx
sostenía, en contrario, que no somos los hombres
aisladamente los responsable de los comportamientos sociales,
sino las estructuras de vida a las que pertenecemos. Los 132
cierran los ojos ante esto, ante los males del presente que por
decir los menos, han significado más de 60 mil muertes en
México, y más de la mitad de la población en
la pobreza y la pobreza extrema. Por supuesto que la
mayoría de académicos, quienes de todas maneras no
arriesgan nada, consideran a los estudiantes del YO SOY 132, como
los portadores del cambio social. Han sobreestimado su
significado social, abstrayendo las condiciones sociales
propiamente tales que los colocan como un grupo elite intocable
en un país ajeno al acceso mayoritario de su
población a ese estándar escolar, que permitiera,
en caso contrario, identificarlos como sus representativos. Los
académicos dejaron de analizar a la sociedad en su
conjunto, hoy se encierran literalmente en su campus y hacen
validos los resultados obtenidos en ese espacio para trasladarlos
al conjunto social. Los académicos han devenido en
intelectuales orgánicos de un reducido segmento social y
de sí mismos. Siguen las normas de los antiguos poetas
modernistas: SI ME LEES, TE LEO. Tal vez de los análisis
posteriores al 2 de julio de 2012 vuelvan al análisis de
la sociedad en la que viven y dejen el análisis del campus
en el que se escudan. y quisieran que continuara. Un
número menos significativo, no alcanza a comprender las
posibilidades y necesidades de la acción política,
y otro número similar ensaya alternativas no
suficientemente difundidas. Esa es mi lectura global.

Los movimientos
estudiantiles

En América latina destacan los movimientos
estudiantiles que se dan en Chile, Guatemala y México. La
esencia de la movilización de los estudiantes en Chile, se
encuentra en la administración del sistema educativo
universitario, dependiente del sistema financiero local, que deja
en condiciones difíciles a los usuarios de la
educación y, destacadamente, los endeuda durante largos
años con la banca privada. De otra parte, no existe
certeza en la ocupación de los profesionistas egresados.
Esto como origen del planteamiento del problema. En la medida de
su desarrollo se ha topado con las estructuras
socioeconómicas que lo envuelven, de ahí que su
futuro, en palabras de su principal líder, depende de su
vinculación con las fuerzas productivas laborales de su
país. Aquí es necesario anotar que su origen de
clase corresponde a las llamadas clases medias de la sociedad
chilena.

En Guatemala, el movimiento estudiantil actual se da en
el nivel medio educativo y particularmente en las instituciones
oficiales formadoras de maestros de educación primaria. La
composición social de estos estudiantes se ubica en las
clases medias bajas. Su protesta corresponde fundamentalmente a
la adopción, por parte del gobierno, de nuevas formas de
organización de este nivel de enseñanza,
particularmente en la duración de los estudios. Su
protesta o inconformidad ha topada con la represión
gubernamental dirigida en esa fase por el propio ministro de
gobernación, de origen militar. Ambas acciones, las de
protesta y las de la represión, se inscriben en la
historia de las relaciones sociales guatemaltecas, impedidas de
su democratización desde mediados del siglo XX y
desencadenantes del genocidio experimentado por su
población agraria indígena, principalmente, durante
los años ochenta. Así como los estudiantes son
herederos de esas vejaciones, el gobierno de turno es heredero de
las medidas de contrainsurgencia dirigidas principalmente por las
fuerzas armadas. Tanto el presidente de la Republica como el
ministro de gobernación tienen esa procedencia.

En México, el origen de las protestas no tiene
vinculación directa con el sistema educativo propiamente
tal. Su origen se da en una universidad de elite, fundada por la
orden jesuita y su organización se asemeja a la de esas
falanges. Los planteamientos iniciales de su protesta se
enderezan contra los medios de comunicación masiva,
particularmente la televisión, acusándola de
manipular las preferencias políticas de la
población. Su origen de clase es media alta, disponen de
infraestructura considerable y eso les ha dado la capacidad de
organizar una contraofensiva mediática utilizando
fundamentalmente las llamadas redes sociales. El mismo sistema
imperante les concede lugar importante en los diferentes espacios
informativos. No han sido objeto de represión violenta
alguna. En la actualidad su protesta ha derivado al
desconocimiento de las elecciones presidenciales celebradas el 1
de julio y a su oposición para que el candidato triunfante
tome posesión del cargo como resultado de estas. En esas
circunstancias, ejerciendo sus derechos ciudadanos, han devenido
en la representación de una de las partes del sistema
político y no representan ni a los estudiantes en su
conjunto, la mayoría inscritos en el sistema oficial, ni a
la juventud mexicana, la mayoría sin acceso a la
educación universitaria, incluso la oficial, que este
año se apresta a dejar un contingente mayoritario al
margen de esa oportunidad. En tanto que en Guatemala la
instauración del gobierno actual se debió al apoyo
manifiesto de los grupos económicos de poder que
financiaron todo el proceso de su elección y que cooptaron
a las instituciones encargadas de llevarlo a cabo, (la presidenta
del tribunal supremo electoral es esposa de un general intimo
amigo de promoción del actual presidente), y se
obstruyó la participación de la principal oponente
política del mismo que fue sacada de la contienda. En
México el proceso electoral recayó en más de
un millón de ciudadanos que ocuparon gallardamente las
mesas receptoras de votos, de casi dos millones de representantes
de partidos que vigilaron el proceso, de miles de observadores
nacionales e internacionales que dieron fe de la limpieza con la
que se efectuaron los comicios. Uno de los argumentos del
candidato perdedor, amén de la supuesta
manipulación de los medios, es que quienes votaron por el
candidato que resulto triunfador, son masoquistas y partidarios
de la corrupción, se refiere a 18 millones de mexicanos e
indirectamente a 12 millones más que lo hicieron por la
tercera opción. Los votos obtenidos por este candidato
constituyen aproximadamente, la mitad de los obtenidos por las
otras fuerzas políticas. De alguna manera, estos
argumentos son convalidadados por los estudiantes inconformes
agrupados en el movimiento YO SOY 132. Como se ve, esta
organización esta partidizada y representa los intereses
concretos de una agrupación política partidaria,
haciendo uso de su inobjetable derecho ciudadano pero lejos de
representar, como digo, ni a los estudiantes en su conjunto y,
mucho menos, a la juventud mexicana.

Alguna vez AMLO fue acusado de erigirse en un
mesías tropical, él y los suyos lo negaron, pero
ahora asume gustoso ese papel al comparar a un gobernador electo
con uno de los que lo traicionaran "antes de que el gallo cante".
Su pérdida de piso lo muestra también cuando supone
que los 19 millones de ciudadanos que no votaron por él y
lo hicieron por el candidato triunfante en los comicios, son
corruptos o masoquistas. Se trata evidentemente de 19 millones de
mexicanos que no piensan como él pero que merecen, como
todo ciudadano, el respeto de los líderes
políticos.

Pareciera, y ojala me equivoque, que AMLO busca liquidar
en una sola contienda, no solo su participación inmediata
sino también limpiar el camino para otra persona que
pudiera abanderar, probablemente con éxito inobjetable, la
próxima batalla política que se celebrara en el
2018. Si la jugada bajo la mesa es convertir a MORENA en un
partido político que insista en proclamarlo nuevamente
candidato en ese año, camina dentro de su propio proyecto;
pero si de lo que se trata es de impulsar un cambio de fondo en
la estructura socioeconómica del país, solo abona a
una división adelantada de las fuerzas de izquierda
necesarias para su realización.

(Dedicado a Julio Roberto Oliva
Alonso, que descanse en paz)

 

 

 

Autor:

Dr. Carlos Enrique Lopez Garcia

 

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