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El libertador Don Jose de San Martín (página 2)



Partes: 1, 2

El aspecto físico de José Francisco, de
acuerdo con expresiones coincidentes de las personas que lo
conocieron, difería netamente del de sus presuntos padres.
Juan de San Martín, como surge de su foja de
reclutamiento, era rubio, de ojos garzos (azulados), de muy corta
estatura (cinco pies y una pulgada, en medida castellana,
equivalentes a 1,43 m) y Gregoria Matorras era blanca y noble;
ambos cristianos viejos de probada   pureza de sangre,
sin mezcla de infieles, moros ni judíos, según
justificara el cuarto de sus hijos, Justo Rufino, para ser
admitido como guardia de corps en España. Juan Bautista
Alberdi, tras entrevistar en Paris a don José de San
Martín al fin del verano de 1843, escribió que era
un poco más alto que los hombres de mediana estatura y que
"yo le creía un indio, como tantas veces me lo
habían pintado".

Recién llegado, San Martín pidió
que le mandaran a Buenos Aires 300 mozos guaraníes de las
Misiones para formar su plantel de Granaderos. La Logia Lautaro,
que fundó junto a Carlos de Alvear, se movió en las
sombras, enfrentando al grupo rivadaviano. Pero luego Alvear se
entendió con Rivadavia y, en pugna con el artiguismo,
llegó a solicitar la protección británica.
La Logia entró en crisis: San Martín
insistía en liberar el continente, más allá
de los intereses del círculo de hacendados y
comerciantes.

En 1816, en un famoso parlamento con los caciques
pehuenches, San Martín expuso el plan de cruzar la
cordillera y llegar a Chile para terminar con los godos "que les
han robado a ustedes la tierra de sus antepasados", les
solicitó ayuda y permiso para pasar por sus dominios y
declaró: "Yo también soy indio". Luego
rehusó defender al gobierno porteño de la
insurrección federal y marchó al frente de su
Ejército rebelde hacia el Perú, con el respaldo
chileno. En las vísperas, envió a los
indígenas peruanos un manifiesto en quechua. Fue recibido
en Lima como si fuera el hijo del Sol, anunciado por las antiguas
profecías de redención. Soñó con
coronarse como un nuevo Inca, pero se quedó sin fuerzas y
dejó su lugar a Bolívar. No quiso intervenir en la
guerra de unitarios y federales y radicó en Europa. En
1828 intentó volver al Río de la Plata, pero lo
disuadieron las renovadas furias partidistas.

La relación de San Martín con los
pehuenches es descrita de la siguiente manera: Ni bien se instala
en Mendoza, cultiva estrechas relaciones con los Pehuenches,
(habitantes milenarios de los faldeos cordilleranos del sur de
Mendoza) y a comienzos de 1816, desde El Plumerillo, los invita
a  un Parlamento para reafirmar y renovar  los
vínculos existentes.

El objetivo de San Martín era el de mantener la
alianza con los Pehuenches, para asegurarse el tránsito
eventual de sus tropas por ese territorio  y  obtener
ayuda en caso de una invasión española por el sur
de Chile.

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El Cruce de los Andes

En el comienzo de la primavera de 1816, en el Fuerte San
Carlos, a unos 150 km.  al sur de Mendoza  se realiza
el Parlamento. Anteceden a San Martín, que  llega con
200 Granaderos y un Cuerpo de milicianos, decenas de  mulas
cargadas de presentes y regalos para ofrecer a los Pehuenches en
prenda de amistad: pieles, dulces, telas, aguardiente, monturas,
bordados, vestidos y toda clase de víveres.

Las tribus Pehuenches concurren masivamente tocando sus
instrumentos musicales. Los guerreros de lanza, en actitud de
combate, llegaban pintados y montados a caballos. Detrás
seguían los ancianos, las mujeres y los niños. Cada
tribu que ingresaba, era precedida y escoltada por un grupo de
Granaderos a Caballo, a la vez que era saludada con salvas de
cañones desde el Fuerte, en señal de bienvenida.
Los Pehuenches a su vez realizaban simulacros guerreros, haciendo
gala de su destreza con los caballos.

Iniciado el Parlamento en la Plaza de Armas
del Fuerte, el espacio central quedó ocupado por los
Caciques y Capitanejos por un lado y el Gral. San Martín y
el Comandante de Fronteras por el otro. El
intérprete,  luego de referirse a la amistad de San
Martín y a los regalos obsequiados, pidió a las
tribus Pehuenches que  permitiesen el paso del
ejército patriota por su territorio, con el fin de hacer
guerra a los españoles chilenos…

Luego de un prolongado silencio,
Ñecuñan, el pehuenche más anciano
habló a los Caciques, preguntándoles si estaban de
acuerdo con el pedido de San Martín. Todos los Caciques
hablaron extensamente, sin interrumpirse y con mucha
tranquilidad. Concluida  la ronda, 
Ñecuñán, tomó nuevamente la palabra,
y dirigiéndose a San Martín le dijo que todos los
Caciques, menos tres, estaban de acuerdo en aceptar la propuesta.
Acto seguido todos los Caciques abrazaron a San Martín, y
uno de ellos, fue a avisar al resto de las tribus que la
propuesta de San Martín había sido
aceptada.

A continuación, en un gesto inaudito
de confianza hacia San Martín, entregaron sus caballos y
sus armas a los milicianos, dando inicio a los festejos que se
prolongaron varios días. De regreso al Plumerillo, San
Martín escribe a Guido:  "… Concluí con
toda felicidad mi gran Parlamento con los indios del sur:
auxiliarán al ejército no sólo con ganados,
sino que están comprometidos a tomar una parte activa
contra el enemigo…"

Los hechos posteriores demostraron que el
pacto fue respetado, y muchos  Pehuenches colaboraron
activamente, algunos también como baqueanos en el Cruce de
la Cordillera.

José de San Martín en La Campaña
Libertadora dijo: "La guerra la tenemos que hacer del modo que
podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos
han de faltar. Cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con
las bayetitas que trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en
pelotas como nuestros paisanos los indios.  Seamos libres,
que los demás no importan".

A San Martín lo engrandece el haber reconocido
siempre  el valor de sus tropas negras, indígenas y
mestizas en las batallas de Chacabuco, Maipú, Cancha
Rayada y  en la Campaña del Alto
Perú.

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La Batalla de Maipu.

Juan Bautista Alberdi, que lo entrevistó en
París en 1843, trazó de él un retrato
notable: "Yo lo creía un indio, como tantas veces me lo
habían pintado; y no es más que un hombre de color
moreno…". Además, "no obstante su larga residencia en
España, su acento es el mismo de nuestros hombres de
América".

Durante el siglo XX una caudalosa bibliografía
enfocó las vinculaciones de San Martín con la
política británica y francesa y con la
masonería, planteando la cuestión de sus
motivaciones. Si fue tan corta su vivencia de América, si
tenía de ella una borrosa imagen, si había servido
dos décadas al rey, es difícil creer en su
patriotismo como pasión determinante. Resulta
verosímil por tanto la hipótesis de que era agente
masón de los proyectos británicos o franceses. Hoy
es posible otra explicación: Era un mestizo y
sufría en carne propia la injusticia del sistema
colonial.

Partiendo de esa versión y de los indicios
expuestos en el libro Jinetes Rebeldes del argentino Hugo
Chumbita, se obtuvo la confirmación a través de
testimonios concordantes de tres ramas de descendientes de Carlos
de Alvear: los Christophersen, los Santamarina y los Verger. Los
mismos datos son corroborados por las memorias manuscritas de
Joaquina, que obran en poder de Diego Herrera Vegas.

"Esto no se puede decir", le advirtió Pedro
Christophersen III a su hija Magdalena cuando le contó el
secreto preservado durante generaciones. La abuela de Pedro III
era doña Carmen de Alvear, nieta de Carlos y prima hermana
del presidente de la república Marcelo de Alvear.
Magdalena conserva un añoso ejemplar de un libro de Sabina
de Alvear y Ward, que le sirvió para completar aquel
relato.

Pero entonces quién era el General español
Señor Don Diego de Alvear Ponce de León, para ello
nos remitimos a lo escrito por Hugo Chumbita: El futuro brigadier
de la armada española don Diego de Alvear y Ponce de
León (1749-1830), nacido en Montilla (Córdoba), con
ascendientes nobles en Burgos, arribó al Río de la
Plata en 1774. Tomó parte en acciones contra los
portugueses y luego contra los ingleses. En 1778 dirigió
una división encargada de ejecutar el tratado de
límites sobre los ríos Paraná y Uruguay.
Entonces, en algún lugar de las misiones
jesuíticas, el marino se relacionó con una joven
guaraní, que engendró un niño. Alvear lo
encomendó al teniente gobernador de la reducción de
Yapeyú, el capitán Juan de San Martín, y a
su esposa Gregoria Matorras, de 40 años, que ya
tenía cuatro hijos. Ellos se avinieron a criarlo como
propio y el niño fue José Francisco de San
Martín.

En 1780, Juan de San Martín tuvo que irse de
Yapeyú tras un conflicto con los guaraníes. Tres
años después todos viajaron a España y la
familia Alvear cuenta que Diego de Alvear se mantuvo en contacto
con ellos y costeó los gastos para que Francisco
José siguiera la carrera militar.

En 1781, Diego de Alvear se casó con María
Josefa Balbastro. Se radicaron en las Misiones y tuvieron nueve
hijos, uno de ellos Carlos, nacido en 1789. En 1804, la familia
embarcó hacia España. Pero antes de llegar, en un
combate con navíos ingleses murieron la esposa, siete
hijos, un sobrino y cinco esclavos. Don Diego perdió la
mayoría de sus bienes. Prisioneros, Alvear y su hijo
Carlos fueron llevados a Londres. Allí, Carlos pudo
estudiar y a Diego lo indemnizaron. Además, se casó
con una joven inglesa, Luisa Ward, con quien tuvo más
hijos.

En 1806 regresaron a España, don Diego
ocupó nuevos destinos militares y, según los
Alvear, ayudó y mantuvo un trato afectuoso con su hijo
José Francisco. Carlos supo que aquél era su medio
hermano y fueron grandes camaradas. Al producirse la
Revolución de Mayo, concibieron juntos el regreso,
aprovechando las importantes relaciones de su padre en Londres y
en Buenos Aires.San Martín y quienes conocían su
filiación guardaron siempre reserva. Para ingresar a la
milicia en España era necesario acreditar que era hijo
legítimo y todos quedaron obligados a mantener esa
versión. En cierto sentido, él vino a
América a buscar a su madre. Habló muy poco de
sí mismo, y cuando lo hizo omitió referirse a su
origen.

José de San Martín padeció su
"destino americano": no saber quién era, el
extrañamiento, la ausencia materna, la conciencia de ser
hijo de la violencia de los dominadores sobre los pueblos
nativos. Se alzó desafiando al mundo de su padre.
Transformó su humillación en rebeldía
política. La persona, la memoria y la significación
de San Martín no son patrimonio de una familia, ni
siquiera de un país. Es una figura americana y
universal.

Su
Testamento

1° Dejo por mi absoluta heredera de mis bienes,
habidos y por haber a mi única hija Mercedes de San
Martín actualmente casada con Mariano Balcarce.

2° Es mi expresa voluntad el que mi hija suministre
a mi hermana María Emilia, una pensión de mil
francos anuales, y a su fallecimiento, se continúe pagando
a su hija Petronila, una de 250 hasta su muerte, sin que para
asegurar este don que hago a mi hermana y sobrina, sea necesaria
otra hipoteca que la confianza que me asiste que mi hija y sus
herederos cumplirán religiosamente ésta
voluntad.

3° El sable que me ha acompañado en toda la
guerra de la Independencia de América del Sur, le
será entregado a general de la República Argentina
don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de satisfacción,
que como argentino he tenido al ver la firmeza con la que ha
sostenido el honor de la República contra las injustas
pretensiones de los extranjeros que tratan de
humillarlas.

4° Prohíbo el que se me hagan ningún
genero de funeral, y desde el lugar que falleciere se me
conducirá directamente, al cementerio sin ningún
acompañamiento, pero sí desearía, que mi
corazón sea depositado en el de Buenos Aires.

5° Declaro no deber y haber jamás debido nada
a nadie.

6° Aunque es verdad que todos mis anhelos no han
tenido otro objetivo que el del bien de mi hija amada, debo
confesar, que la honrada conducta de ésta, y el constante
cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han
recompensado con usura, todos mis esmeros haciendo mi vejez
feliz. Yo le ruego continúe con el mismo cuidado y contra
acción la educación de sus hijas (a las que abrazo
con todo mi corazón) si es que su vez quiere tener la
feliz suerte que alguna vez tuve yo; igual encargo hago a su
esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha desmentido
la opinión que había formado de él, lo que
me garantiza continuara siendo la felicidad de mi hija y
nietas.

7° Todo otro testamento o disposición
anterior al presente queda nulo y sin ningún
valor.

Hecho en París a
veintitrés de enero de mil ochocientos cuarenta y cuatro,y
escrito todo de mi puño y letra.

Monografias.com

Mausoleo donde descansan sus restos en
Argentina.

 

 

Autor:

Monografias.com

Maestro Mason Herbert Oré
Belsuzarri

2do. Vig:. P:.F:.C:.B:.R:.L:.S:. FENIX
137-1

Valle de Lima Julio de 2011

HERBERT ORE BELSUZARRI.

P:.F:.C:.L:.B:.R:.L:.S:. FENIX
137-1

GRAN LOGIA CONSTITUCIONAL DEL
PERU.

Lima – Perú

Monografias.com

EL LIBERTADOR DON JOSE DE SAN
MARTIN

Primera Edición Digital
2012.

Herbert Oré Belsuzarri

Un Masón Para el Mundo.

051 1 968844344

051 1 965358733

Publicado en:

Fénix News

Dialogo Entre Masones

Gran Biblioteca Herbert Oré
Belsuzarri

Autorizado la reproducción total
o parcial, solo debe citar la fuente.

Edición Digital en el Perú,
sin costo.

Febrero 2012.

Monografias.com

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