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La Obesidad: La realidad y los hechos Así hablan los expertos




Enviado por Felix Larocca



  1. La
    historia de la obesidad en América no es algo
    nuevo
  2. ¿Por qué razón
    había tantos niños gordos en medio de la
    escasez y el hambre?
  3. El
    balance energético (o sistema fiduciario) como
    explicación
  4. Otra
    teoría explicadora
  5. La
    insulina y su rol en el proceso de
    engordar
  6. ¿Entonces, dónde resta la
    dificultad?
  7. Alimentos que engordan
  8. El
    debate
  9. El sistema fiduciario o sistema
    fiscal
  10. La
    evidencia de soporte
  11. El
    ejercicio
  12. El
    azúcar se reintroduce en la escena
  13. En
    resumen
  14. Bibliografía

"Más allá de los factores
estéticos y psicológicos que suele involucrar
un marcado exceso de peso, se considera que la
acumulación inmoderada de grasa corporal constituye un
verdadero proceso patológico que favorece la
aparición y
el desarrollo de enfermedades y alteraciones
metabólicas crónicas, en aquellas personas
afectadas que, asimismo, reducen la duración
calidad de vida más que en el resto de
la población".
FEFL en El Sobrepeso: Carga
Compartida.

"Hay un enemigo de
nuestra salud que nos aguarda en todo instante. Es un
disacárido, de color blanco, que se desdobla por
hidrólisis en dos monosacáridos y que además
de ser dulce, es soluble en agua y
escasamente soluble en alcohol: Lo conocemos como
el azúcar — nuestro "amigo" y el "amigo" de
todos los niños".
FEFL en El Azúcar
Como Droga y Su Adicción.

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Globesidad

Los políticos de las naciones
civilizadas, donde la obesidad se ha convertido en epidemia de
horrendas proporciones, han fallado espectacularmente en dar
respuesta eficiente a esta amenaza contra la salud y el bienestar
de sus pueblos.

Como ejemplo, en los Estados Unidos de
América, país donde la gordura reina suprema, los
gobernantes — siguiendo las recomendaciones de los
académicos y del establecimiento anti-obesidad — han
desperdiciado cientos de millones de dólares tratando de
alentar al público a que haga más ejercicios y coma
menos, con el resultado paradójico de que los americanos
se están poniendo progresivamente, más gordos, a
pesar de lo que sus líderes les recomiendan.

Por las expresadas razones creemos que ha
llegado la hora crucial de examinar todos los medios conocidos
para combatir este dilema, y de explorar nuevos conocimientos
racionales y científicos para abordarlo.

La historia de la
obesidad en América no es algo nuevo

La psiquiatra Hilde Bruch — inmigrante a
América, de origen teutón — pionera en el
entendimiento de las enfermedades del comer, fue la primera entre
los médicos de ese país, que en los días
finales de la década de los 1930s — intuyendo la gordura
como problema emergente — propulsó el desarrollo, bajo
su dirección, de la primera clínica para el
tratamiento y estudio de la obesidad infantil en Columbia
University
.

Bruch, en su raudal de publicaciones al
respecto, explica que, desde que llegara a los Estados Unidos fue
sorprendida por el inmenso número de niños gordos
que encontrara, aparentemente en todo sitio que, entonces,
frecuentara.

Los veía por las calles, los parques
de diversiones, en las escuelas, en los autobuses, y por
doquier.

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Adiós
niñez…

Niños obesos por todas partes, como
si fuera una premonición aviesa de nuestra
situación actual.

Lo que hace la historia de Bruch más
pertinente al problema actual, es, que durante esos tiempos,
Nueva York, donde Bruch enseñaba y ejerciera su
especialidad de psiquiatría, era una ciudad sumida en los
tiempos más angustiados de la Gran
Depresión.

Esos eran los días de escasez de
alimentos, cuando las líneas de pan y las cocinas
ambulatorias de sopa eran ubicuas, época en la cual 6 de
cada 10 americanos vivían en la pobreza.

¿Por
qué razón había tantos niños gordos
en medio de la escasez y el hambre?

La explicación para el problema de
la gordura, se basaba, cuando la investigadora lo reconociera,
esencialmente en el "sistema fiduciario". El mismo sistema
viciado que tanto hemos criticado en nuestros
artículos.

Esta noción explicadora puede
sumariarse de esta manera simplista: come más y permanece
relativamente inactivo y, voilà tout,
serás gordo.

Lo extraordinario para considerar, esta
explicación, como válida, sería que, en
aquellos tiempos, carecíamos de las influencias de
factores, que hoy se consideran de importancia para corroborarla:
Las computadores, los juegos de galerías y las comidas
rápidas o fast food.

Por consecuencia, nos
preguntamos…

¿Cómo puede culparse la
epidemia de la gordura en la gula y la pereza, si,
históricamente, podemos encontrar brotes de obesidad en
poblaciones que escasamente tuvieran la comida suficiente para
sobrevivir y que carecían de la voluntad para
ejercitarse?

Las obvias preguntas, que aquí nos
formulamos, todavía carecen de toda respuesta. La que
persiste en evadir los expertos, los académicos y las
agencias gubernamentales.

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Irremisiblemente…

El balance
energético (o sistema fiduciario) como
explicación

Ésta — como ya hemos expresado —
representa una de las hipótesis más atractivas,
para explicar el sobrepeso, y la que, por ser aparentemente tan
evidente, sus defensores defienden con la tenacidad de los
sabios.

"Engordamos porque, para vivir, comemos
más de lo que
utilizamos", lo que, de manera concisa,
condensa la esencia del sistema fiduciario, que — como hemos
expresado en párrafos anteriores y en otros
artículos — ha fallado histórica y
científicamente en resolver la cuestión.

Sin embargo, los proponentes de esta
explicación insisten en que sí sólo, los
seres humanos pudiesen controlar sus impulsos — o, por lo
menos, controlar su entorno, de tal manera que se eliminara toda
tentación a comer en exceso — y, si nuestros semejantes,
se empujaran a sí mismos en el camino de la actividad
física, que todo se solucionaría y que no
existirían gordos en este mundo.

El tipo de lógica que soporta la
susodicha explicación, es idéntica a la que el
gobierno norteamericano propone, cuando afirma (tergiversando
palabras) que la obesidad y el sobrepeso implican la existencia
de un desequilibrio energético.

El problema resultante es que las
soluciones para combatir la obesidad, — basadas en este tipo de
conjeturas sin méritos — formuladas, y ofrecidas, por
más de cien años, no han dado ningún
resultado.

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No los comas, si deseas vivir evitando
problemas

Lo único que constatamos con
certidumbre es que actualmente, la obesidad infantil, reflejo de
la de los adultos, ha alcanzado proporciones gigantescas y
alarmantes en el lapso de los últimos diez
años.

Otra
teoría explicadora

La hipótesis alternativa a que
aquí nos referimos, ha existido por décadas, aunque
el establecimiento la haya ignorado.

Esta conjetura difiere de otras en que
culpa alimentos específicos — azúcares refinados,
sustancias altas en contenido grasoso y ciertos granos — por
sus efectos en la hormona insulina, que regula la
acumulación de grasa en el cuerpo.

En esta suposición se propone que
todas las calorías que consumimos no son creadas iguales,
como tantos creen.

De esta última suposición ser
correcta, la solución al problema de la gordura no reside
— como tantas veces hemos repetido — en el control de
nuestros impulsos, sino en una revisión de la
composición de las comidas que consumimos y en una nueva
redacción de nuestras creencias acerca de lo que
constituye una dieta saludable.

De manera extraña, esta
explicación, que toma en cuenta la interacción
entre granos, azúcares, hormonas y, grasas no resulta ser
tan original, como a primera vista, pudiera colegirse.

Entonces ¿Por
qué engordamos?

En contribuciones cuantiosas, que hemos
hecho, hacia el entendimiento de la obesidad; y en libros de
texto médicos, por otros escritos, se puede encontrar la
explicación de la razón (o razones) por las cuales
nuestras células adiposas aumentan de tamaño,
acarreando nuestra especie hacia la corpulencia final.

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¿Comer o no
comer…?

Es asunto corroborado el que propone que
células gordas — cuando existen en exceso — resultan
en personas que son gordas, y que engordamos, porque frente a
ciertas circunstancias, tenemos que engordar de manera
adaptativa.

La insulina y su
rol en el proceso de engordar

En su manera peculiar de pensar, los
miembros del establecimiento anti-gordura, mantienen que, como la
insulina regula la cantidad de grasa que queda atrapada en las
células adiposas, que cuando comemos en exceso,
ésta es la responsable por la obesidad resultante, ya que
la comida en exceso suprime la actividad reguladora de la
hormona.

Nosotros refutamos lo antedicho, afirmando
lo siguiente: No es la cantidad, sino la calidad misma lo que se
come.

Para dar más peso a nuestras ideas,
la hipótesis del balance energético, falla en
soportar la presencia de niños obesos, en tiempos de la
Gran Depresión reafirmando la noción de que no se
necesita comer demasiado para terminar siendo gordo, porque
generalmente, los niños de aquellos tiempos,
carecían de comida, aun, en cantidades
minúsculas.

¿Entonces,
dónde resta la dificultad?

El problema tanto entonces, como lo es
ahora, reside en la preponderancia en la dieta de
azúcares, de grasas, y de ciertas harinas refinadas que
todos habitualmente consumían y todavía
consumen.

Estas últimas son calorías
baratas, que suelen ser muy atractivas y apetitosas, que se
obtienen sin requerir mucha preparación o
preservación, y que están abundantemente
disponibles.

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Cráneo con cigarrillo por
Vincent Van Gogh

Alimentos que
engordan

La bilogía mantiene que el tipo de
alimento susodicho es esencialmente adipogénico y, que,
por ende, engorda, mientras que otras comidas (algunas sustancias
grasas, las proteínas y los vegetales — especialmente
los de hojas frondosas) no lo hacen.

Si mis especulaciones son tan correctas,
como la evidencia del tiempo y la historia confirman, entonces
los esfuerzos que han hecho los diversos grupos estadounidenses
— que se dedican a combatir el flagelo, de la gordura — han
fallado rotundamente, no porque las personas obesas no pueden
decir "no", o carecen de "fuerza de voluntad"; sino porque los
llamados "expertos" no han sabido cómo abordar el problema
fundamental que confrontamos. (Véase:
http://www.monografias.com/trabajos48/motivacion-tratamiento-sobrepeso/motivacion-tratamiento-sobrepeso).

Es como si dijéramos que, para
prevenir el cáncer del pulmón, se les aconsejara a
los fumadores que coman menos y corran más (aunque, la
última recomendación no estaría totalmente
fuera de lugar).

El
debate

El dilema es que los llamados "expertos"
— en cuyos rangos algunos académicos, ostensiblemente,
obesos ellos mismos, están representados — permanecen
atascados en medio del cenagal explicativo del sistema
fiduciario, y rehúsan considerar otras alternativas
posibles y plausibles.

Antes de proseguir, pensamos que
será de importancia describir en algún detalle el
sistema fiduciario, o fiscal, que trata de explicar el mecanismo
de la gordura.

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Lo lamentarás…

El sistema fiduciario o sistema
fiscal

De todas las proposiciones que intentan
explicar el fenómeno, hasta ahora indescifrable, de la
génesis de la obesidad, la más común,
por ser la más simple, es la conocida como el sistema
cambiario, fiscal, fiduciario o
monetario.

Este consiste en la noción de
que, en el manejo de lo que comemos, somos como
una hoja de teneduría:

  • Comida en exceso y poco
    ejercicio = crédito (o
    gordura)

  • Muy poca comida y mucho ejercicio
    = débito (o pérdida de
    peso)

Lo que no es tan simple, ya que en la
mayor parte de los casos donde se aplica, no
funciona.

¿Por qué ganamos de
peso?

La respuesta a este acertijo es
compleja y a la vez confusa, ya que factores numerosos entran
en juego, la mayoría imprecisos y otros
insospechados.

Por ejemplo, la paradoja de la
abundancia de alimentos.

Se cree que nuestra especie
evolucionó la aptitud adaptativa de retener grasa para su
uso posterior cuando la comida sería escasa, como fuera la
condición eones atrás.

Lo que es peculiar acerca de esta
noción es que si fue una "adaptación",
resultó ser, en su esencia, una defectuosa.

(Para continuar leyendo:
http://www.monografias.com/trabajos25/sistema-fiduciario/sistema-fiduciario).

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Calorías…

Mientras tanto, las autoridades
científicas en el campo incierto de la obesidad,
permanecen tan profundamente afianzados en sus ideas acerca del
punto de vista simplista y reduccionista del balance
calórico que están dispuestos a ignorar toda
evidencia en contra de sus ideas arcaicas.

El más errado y patético de
sus equivocaciones reside en adoptar como dogma la noción
de que el único modo en que lo que comemos puede
influenciar nuestro metabolismo y hacernos gordos es a
través del número (y no del tipo) de las
calorías contenidas en nuestra ingesta.

No todas las
calorías son iguales frente al proceso que llamamos
nutrición

El ejemplo convencional aquí, es el
uso del azúcar, y mientras hablamos de ello, nos referimos
a ambos, la sucrosa y el jarabe de maíz con el alto
contenido de fructosa (HFCS).

La realidad, como antes hemos dicho, es el
hecho de que la fructosa y el HFCS poseen actividades
químicas peculiares.

Veamos

La fructosa, posee una concentración
de 50-50% de dos carbohidratos diferentes, glucosa y sucrosa,
pero, mientras que la glucosa se metaboliza por todas las
células en el cuerpo, la sucrosa, se metaboliza
esencialmente por el hígado.

A pesar de la buena imagen de este
carbohidrato natural, el consumo de productos edulcorados con
fructosa (mermeladas, productos integrales,..) puede resultar muy
engordante, no sólo por su contenido en calorías
sino también porque es metabolizada de una forma diferente
a otros carbohidratos, favoreciendo en gran medida la
acumulación de grasa.

Desde allí, la cadena de eventos
metabólicos resulta en que gran parte de la fructosa se
convierte en grasa. Esta grasa se acumula en las células
hepáticas, las que, a su vez, se tornan resistentes a la
acción de la insulina, resultando en que mayores
cantidades de esta hormona se requieren para compensar por el
aumento de energía acumulable resultante.

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Yo sé como
comer…

Cuando más insulina se secreta, esto
resulta en niveles incrementados de la hormona, que es la
característica diagnóstica de la diabetes tipo II
— y que conlleva a la acumulación progresiva de grasa y
tejidos adiposos en el cuerpo — resultando en la obesidad
progresiva e inexorable.

La evidencia de
soporte

Muy recientemente, investigadores en la
Universidad de California en Davis, publicaron tres estudios —
dos en seres humanos y otro en monos Rhesus — que confirman los
efectos devastadores de los azúcares imputados, en el
metabolismo y en los niveles de insulina.

El mensaje que derivamos de los tres
estudios, es simple: Los azúcares son nocivos para la
salud — no, porque los voluntarios y los monos consumieran
mucho de ellos durante los estudios — sino, porque provocaron
respuestas en el organismo que ningún otro de los
nutrimentos conocidos inducen.

El
ejercicio

Otra falacia arraigada es la creencia en
que la actividad física juega un rol significativo en
prevenir y remediar la gordura, a pesar de la evidencia que
existe en su contra.

Cuando una persona está estancada
(como muy a menudo sucede en todos los programas para adelgazar),
es común que la insten a hacer más ejercicios para
inducir mayores pérdidas de peso, con resultados
deprimentes en la generalidad de los casos.

Entonces, cuando esta medida falla en
obtener la esperada respuesta, se les exige que haga
aún más, de los mismos ejercicios que —
en primer lugar — de nada, les sirvieran.

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Carne roja

La realidad contundente, es que el mundo
está lleno de individuos que trabajan en ocupaciones donde
se ejercitan más que la mayoría de los mortales, y
que aún así son obesos.

Si, la actividad física evitara la
obesidad, como tantos creen, ¿por qué estos
individuos desafían esta conclusión entendida como
si fuera axiomática?

Veamos

¿Por qué el
ejercicio físico per se no asiste en combatir la
obesidad?

Tenemos dos razones obvias para dimitir la
idea de que yendo al gimnasio o haciendo deportes nos hace lucir
y nos mantiene delgados.

La primera es que toma una
proporción abundante de ejercicios para consumir una
cantidad modesta de calorías.

Corre tres millas y quemarás
aproximadamente la cantidad calórica contenida en una
barra de chocolate.

La segunda es que muchas personas se
vuelven más hambrientas después de una tanda de
ejercicios, lo que las inclina a consumir esa barra de
chocolate que, en primer lugar, debieran haber
evitado.

En el 2007, cuando la American Heart
Association
y la American College of Sports
Medicine
publicaron en conjunto las pautas recomendadas para
la actividad física del ser humano, ellos concluyeron en
que "la evidencia existente de que el ejercicio puede
prevenir la obesidad o asistir de manera efectiva en la
pérdida de peso no es muy
persuasiva".

Prosiguiendo

El establecimiento oficial contra la
obesidad propone que lo que carece en nuestras dietas son frutas
frescas y vegetales — elementos que se consideran esenciales
para una alimentación balanceada y saludable — y que la
carne, la carne roja, en particular, es una causa posible de la
obesidad.

Desde los años 1970s, las agencias
de salud norteamericanas, han mantenido una campaña contra
el consumo de la carne, por un número de razones. De entre
las más difundidas extraemos estas dos:

Porque causa enfermedades cardiovasculares
(por su contenido en grasas saturadas) y, ahora, porque
además nos engorda.

La hamburguesa con queso, se considera como
el peor contribuyente a la epidemia de la obesidad y una de las
causas de la diabetes.

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El enemigo número uno de la
salud…

David Wallinga, del Instituto de
Agricultura y Comercio estadounidense trata de persuadirnos con
los siguientes detalles:

"El Departamento de Agricultura de los
Estados Unidos ha establecido que la causa de la obesidad en este
país resulta
del incremento, durante los
últimos 30-35 años del consumo de calorías
que, de acuerdo a esta agencia provienen
:

"Un 25% de azúcares
añadidos, una cuarta parte de grasas saturadas (la
mayoría de éstas provenientes de la carne), y el
resto de granos
refinados".

Lo que Wallinga soslaya es admitir que los
mismos reportes revelan que el consumo de la carne roja
llegó a su zénit en los EEUU a mediados del 1970,
antes de que la epidemia de la obesidad se desatara, y
que ha continuado mermando desde entonces.

Los que nos deja
perplejos…

Actualmente, los esfuerzos del gobierno
para contrarrestar la obesidad y la diabetes ignoran las nociones
que Hilde Bruch acentuara en la tercera década del siglo
pasado.

Lo hacen insistiendo en exhortar las
personas obesas a que coman menos y se ejerciten más, a
pesar de que este método no ha dado resultados.

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¿"Glotona
hipócrita"?

Y, que — como Bruch expresara —
considerar la obesidad como si fuera consecuencia de un fallo
moral por parte de su víctima, es eludir el hecho de que
el fallo reside en el consejo y no en la persona a quien
éste se dirige.

Pero, habiendo institucionalizado, esta
exhortación como apotegma, el gobierno desperdicia enormes
cantidades de recursos en la construcción de parques y en
la diseminación de la noción de que comer
más frutas y vegetales es la pauta a seguir.

Lo que persisten haciendo, a pesar de que
la aplicación de este modelo, ha fallado
drásticamente en los "esfuerzos" para combatir la gordura,
como proponen las agencias del gobierno, la Primera Dama Michelle
Obama y el ex presidente Bill Clinton.

El azúcar
se reintroduce en la escena

Si los resultados de investigaciones
recientes son acertados, entonces, el azúcar ha sido el
mayor problema todo el tiempo.

En los años 1980s, la Agencia
Federal reguladora del consumo de drogas y comidas (FDA) en los
Estados Unidos, basada en que sus potenciales dañinos no
estaban documentados, le proporcionó un escape al
azúcar como posible elemento causante de la
obesidad.

Mientras esto hacía, el gobierno se
gastaba cientos de millones de dólares tratando de
demostrar que los culpables eran la sal y las grasas saturadas,
destinando muy pocos recursos en investigar los
azúcares.

Si hubiesen examinado el efecto de los
últimos, la epidemia de la obesidad, posiblemente, se
hubiese evitado.

Entonces,
¿qué podemos comer?

Las últimas investigaciones sugieren
que todos nos beneficiaríamos de eliminar, en su
totalidad
, los azúcares de nuestra dieta, de hacer
muy poco uso de granos refinados y de consumir muy poca grasa
(aunque la famosa y desacreditada) Pirámide de Alimentos
propugnada por el mismo gobierno, los incluyera, a todos, sin
excepción, como alimentos esenciales.

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Mujer "feliz", porque pesando 800 lb se
considera la novia más gorda del mundo

Para quienes deseen mantener un peso
normal, la evidencia científica sugiere que dietas
restrictas rigurosamente en carbohidratos simples, y ricas en
productos animales — carnes, huevos, quesos — y vegetales
verdes, de hojas frondosas, son las más razonables y
saludables.

No es sólo el hecho de que no se
gana de peso con este tipo de régimen dietético,
sino que la incidencia de enfermedades cardíacas y la
diabetes asimismo se reducen.

Los argumentos éticos contra el
consumo de carnes, para algunos, siempre serán
válidos pero en lo que respectan a la salud, no lo
son.

En
resumen

En esta presentación hemos conducido
un análisis de los hechos que avanzan nuestro
entendimiento de la obesidad.

El obeso es una persona
desesperada.

Alguien quien — en mi opinión —
pudiese ser "cuasi-paranoica", por no tener nadie en quien pueda
confiar.

La tríada proverbial: de los
gobiernos civilizados, las instituciones académicas y las
industrias dietéticas, capitaneadas por los dietistas, no
les han servido para nada.

En el último respecto, las gestiones
del gobierno norteamericano — que, con los cambios de
direcciones en sus recomendaciones, en lo que concierne a la
gordura y la comida, se comporta como una veleta — de nada nos
ha servido.

En esta ponencia, asimismo hemos defendido
el consumo de la carne roja, porque es obvio que ésta
formaba parte, como constituyente primario de nuestra dieta
paleolítica, cuando entonces, la consumíamos cruda,
antes de que entendiéramos el uso del fuego para
cocinar.

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Desayuno de
"héroes"…

Así que la carne roja no representa
dificultad para nadie que la come, si es que no está
contaminada, en cuyo caso, el elemento inculpado, no es la
carne.

Acerca de lo último, nos precisa
expresar que, si, por un instante, y alguna vez, nos
detuviéramos a pensarlo, también
encontraríamos una explicación al asunto, tan
controvertido, del valor y la significancia del desayuno en la
dieta para la mayoría de los miembros de nuestra
especie.

Pero esto último ya lo hemos
cubierto exhaustivamente en previas lecciones.

Lo que nos resta por ponderar es
ésta, una triste realidad:

De que, hasta ahora, todo lo que
sabemos, acerca de la obesidad, es que lo que sabemos
–– si seguimos a quienes están supuestos a
alumbrarnos el sendero con los hechos — es muy
poco…

Así hablan los expertos.

Fin de la lección.

Bibliografía

  • Larocca, FEF: El Sistema Fiduciario
    y de Cómo Funciona
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: El Sobrepeso: Carga
    Compartida
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Azúcar Como
    Droga y Su Adicción
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: La Motivación
    en el Tratamiento del Sobrepeso
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: Los Enigmas de la
    Obesidad: Sus Causas
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: Los Enigmas de la
    Obesidad: Sus Curas
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: Dangers of FHCS: High
    Fructose Corn Syrup
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Ejercicio y sus
    Beneficios Inciertos: Un Análisis y Revisión
    Crítica Para un Año Nuevo
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: El Azúcar y
    sus Efectos (no tan dulces) en la Salud, Tanto Emocional Como
    Física
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: La Comida… La
    Comida… Nos está Comiendo…
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: La Comida y la
    Bebida: Patógenos Específicos en la Pandemia de
    la Obesidad
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: Los Dietistas,
    Quienes los Siguen y el Pensamiento del Satírico
    Romano Juvenal
    en monografías.com

Monografias.com

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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