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Papilomavirus en mamíferos marinos



  1. Conocimientos generales
  2. Estructura y organización
    genómica
  3. Replicación de los
    papilomavirus
  4. Diagnóstico de la
    enfermedad
  5. Papilomavirus en Humanos
  6. Papilomavirus en mamíferos
    marinos
  7. Bibliografía

Conocimientos
generales

Los papilomavirus son agentes responsables de lesiones
tumorales, generalmente benignas, que afectan la piel y las
mucosas de diferentes zonas del cuerpo, tanto de animales
acuáticos como terrestres incluido el hombre, y
resultantes de un sobrecrecimiento del tejido epitelial con
aumento de la vascularización (Cheville, 1994 y Cossart
et al., 1995; Tachezy et al., 2002; Antonsson y
Hansson, 2002 y Bernard, 2005).

La mayor parte de las investigaciones acerca de estos
agentes biológicos se han realizado en humanos, donde se
describen más de 200 tipos de virus (De Villiers et
al
., 2004) y se han empleado modernos procedimientos para la
caracterización de dichos agentes, que permitieron la
descripción de sus genomas. A pesar de que las
investigaciones en animales no marchan al mismo ritmo que en
humanos, en los últimos años se han identificado
más de 50 virus asociados a la presencia de las lesiones
típicas de la enfermedad y resulta curioso que varios de
ellos afectan a mamíferos marinos, lo que indica un salto
de calidad en el nivel diagnóstico de este tipo de
afecciones en especies donde los estudios han sido limitados, por
no considerarse éstos, animales de interés
zootécnico.

Teniendo en cuenta que es en mamíferos
terrestres, incluido el hombre, donde se ha logrado profundizar
en los conocimientos acerca de la enfermedad (De Villiers et
al
., 2004; Zur Hausen, H. 2009), así como la
similitud de los agentes que, aunque se consideran especie
específicos, causan lesiones muy similares en cuanto a
localización y características clínicas
(Antonsson et al., 2000 y Antonsson y Hansson, 2002), en
esta revisión se incluyeron investigaciones realizadas en
humanos y otros mamíferos que permitan extrapolar estos
conocimientos a los mamíferos marinos y
específicamente a los cetáceos.

Estructura y
organización genómica

Los papilomavirus son pequeños virus
epiteliotrópicos que pertenecen a la familia
papillomaviridae. Tienen una doble cadena de ADN circular y
encapsidado, con escasamente 8.000 pares de bases, no poseen
envoltura y sus partículas virales tienen un
diámetro aproximado de 55- 60 nm. Su cápsida es
icosaédrica y está compuesta por 72
capsómeros (Garcea y Chen, 2007).

La estructura de estos virus es compartida con todos los
tipos secuenciados hasta la fecha, consta de varios genes u "open
reading frames" (ORF) de dos tipos diferentes: hasta 7 genes de
expresión temprana "early" (E1-E8), cuya expresión
se traduce en proteínas implicadas en la regulación
y replicación viral, y 2 genes de expresión
tardía o "late" (L1, L2) cuya expresión genera las
proteínas para el ensamblaje de la cubierta viral, la
cápsida. Presentan además una región de
control, denominada "long control region" (LCR), que será
la encargada de controlar la expresión de los genes
tempranos E6 y E7 (Howley y Lowy, 2001; Garcea y Chen,
2007).

Mientras que los genes de expresión temprana
difieren notablemente en su secuencia entre los diferentes tipos
de PVs, los genes de expresión tardía presentan
notables similitudes entre ellos. Esta peculiaridad convierte
estos genes, especialmente la L1, en la diana principal de la
detección de ADNs virales por métodos "consenso" al
contrario de la detección "tipo específica" que
utilizará genes con alta variedad intertipo como E6 y E7
(De Villiers et al., 2004)

Replicación de los
papilomavirus

El ADN de los PVs puede aparecer en forma
episómica o integrado en el genoma de las células
infestadas. La replicación de los ADN es plasmídica
y vegetativa, la primera tiene lugar en células de la
primera porción epidérmica inferior, en las que el
ADN viral episómico se encuentra en un alto número
de copias. Por su parte la replicación vegetativa solo
tiene lugar en células diferenciadas, en las que
naturalmente no hay síntesis de ADN (Bravo y Alonso,
2007).

Etiología. Modo de
transmisión

Aún cuando se desconocen algunos aspectos sobre
la etiología y el modo de transmisión de la
papilomatosis en delfines nariz de botella (Tursiops
truncatus
), la mayoría de las investigaciones
refieren al papilomavirus como agente causal, teniendo en cuenta
aislamientos realizados a partir de lesiones típicas de la
enfermedad (Renner et al., 2004) y la forma de
transmisión venérea como la más
común, al observar una elevada frecuencia de
presentación en varias especies de cetáceos en
zonas determinadas (Van Bressem et al., 1996 y Bossart
et al., 2005; Bossart et al., 2008 y Van
Bressem et al., 2009). Sin embargo numerosas
investigaciones sugieren la existencia de agentes
específicos para cada especie de cetáceo, al
comprobar la ausencia de lesiones en delfines mulares del
atlántico confinados en un área junto a una orca
afectada (Bossart et al., 1996).

Los papilomavirus se transmiten por contacto directo,
generalmente la transmisión se asocia con pequeños
traumatismos o abrasiones de la piel (PVs cutáneos) y por
contacto sexual (PVs genitales) (Egawa, 2003; Silverberg, 2004).
También es posible la transmisión vertical (PVs
respiratorios) que se realiza de la madre al feto a través
de la placenta o del canal del parto en el momento del nacimiento
(Cason y Mant, 2005).

Estos virus tienen preferencia por el epitelio escamoso,
sobre todo la unión escamo-columnar, particularmente en la
"zona de transformación" y se cree que penetra al
organismo a través de pequeños cortes o abrasiones
de la piel o las mucosas (Crum y Cibas, 1997 y Beutner, 1997).
Dependiendo de una variedad de factores pobremente entendidos, la
infección puede permanecer latente o volverse productiva
(Kurman et al., 1992 y Blaustein, 1994). Así se
demostró que marsopas comunes que compartían un
recinto con una de ellas infectada, tampoco desarrollaron
lesiones, sugiriendo que estas fueron inmunes o presentaron una
infección subclínica. Esto puede relacionarse con
la patogenicidad del virus, si conocemos que existen varios
serotipos del mismo (Van Bressem et al., 1999). Los
papilomavirus son especie específicos, por lo que no
existe riesgo para la salud humana por contacto con animales
afectados (Kennedy, 2001).

Los mamíferos marinos están expuestos a
una variedad de carcinógenos potenciales, que incluyen
virus oncogénicos como los gammaherpesvirus y los
virus del papiloma (Bossart, 2005). En la mayoría de las
especies los tumores benignos causados por estos virus pueden
regresar espontáneamente, persistir o transformarse en un
tumor maligno. En infecciones latentes la superficie epitelial es
el sitio más común de infección en humanos y
animales, activándose hasta formar lesiones
cutáneas severas bajo condiciones que causan
inmunosupresión (Sundberg et al., 2000; Jenson
et al., 2001; Lee y Laimins, 2007).

La infección latente se define como el
mantenimiento de una infección viral sin la
producción de virus infeccioso, en la que el ADN viral
permanece en el núcleo como una molécula libre,
circular, llamada episoma. En general no muestra efecto
citopático (Mc. Cance, 1998). En la infección
productiva
la replicación del ADN viral ocurre de
manera independiente al ADN cromosomal, este proceso ocurre
especialmente en células superficiales, estimulado por
factores transcripcionales específicos de
diferenciación celular. Se relaciona con la
maduración epitelial y a su vez con la estimulación
de queratina y otras proteínas de envoltura como la
involucrina. El proceso termina con la producción de
proteínas de la cápsida y el ensamblaje de nuevas
partículas virales. Estas células sí
muestran efectos citopáticos característicos de la
infección por papilomavirus (Blausteins, 1994; Crum y
Cibas, 1997).

Estos virus son responsables de una proliferación
invasiva de pequeñas verrugas en la piel y membrana mucosa
del sistema digestivo (Lambertson et al., 1987 y Bossart
et al., 1996). Estas verrugas pueden sufrir una
regresión espontánea mediada por la respuesta
inmune, probablemente por células T (sobre todo las CD4 y
CD8). Algunas infecciones del papilomavirus no retroceden
espontáneamente y pueden progresar a la formación
de tumores epiteliales. El impacto de estas lesiones es mucho
mayor en animales inmunosuprimidos, lo que se comprobó
mediante pruebas hematológicas y conductuales en animales
enfermos (Nicholls y Stanley, 2000).

Se refiere que todos los papilomavirus presentan en su
genoma características estructurales y de
organización similares y contienen dos genes
específicos denominados E6 y E7, que inducen el desarrollo
de lesiones precursoras de cáncer. Los genes E6 y E7 son
considerados "oncogenes", pues las proteínas que generan
interfieren con los controles normales del crecimiento y
proliferación celular (Woodruff, 2005; Lee y Laimins,
2007).

En algunos animales como en el caso de las orcas se ha
podido observar que la incidencia de la enfermedad es un problema
cíclico, ya que las lesiones empeoraban en los meses de
abril, mayo y junio de lo que se dedujo una relación con
el fotoperiodo más prolongado (Solórzano,
1992).

Diagnóstico de la
enfermedad

El diagnóstico clínico es, generalmente en
todas las enfermedades, el más factible y práctico
por requerir solo un mínimo de recursos para su
realización. En el caso de la Papilomatosis la
valoración del número y localización,
así como de las características
macroscópicas de las lesiones, constituye el elemento de
mayor relevancia para la aproximación diagnóstica;
ya que es considerada como una enfermedad donde no se muestra una
signología manifiesta que afecte el estado general y con
ello el comportamiento de los animales. El estudio de las
alteraciones de las células y tejidos procedentes de las
formaciones tumorales y áreas aledañas mediante el
empleo de técnicas histopatológicas, contribuye sin
dudas a la confirmación de la enfermedad (zur Hausen,
2009).

Los papilomas se observan como lesiones aplanadas, que
pueden ser rugosas o lisas, muchas veces circunscritas y que
aparecen en diferentes partes del cuerpo. Se han observado
papilomas en la piel, en zonas genitales, en la lengua, en la
faringe, y en el primer compartimiento gástrico de los
cetáceos (Lambertson et al., 1987; De Guise
et al., 1994; Vam Bressem et al., 1994; Van
Bressem et al., 1999 y Renner et al.,
1999).

Existe un amplia distribución de lesiones
papilomatosas en las diferentes especies de cetáceos. Se
han encontrado en la lengua de los odontocetos (ballenas
dentadas) tanto en vida libre como en cautiverio, y de los
misticetos (ballenas verdaderas o con barbas) de vida libre. En
general las lesiones son focales y distribuidas al azar. Existen
reportes de lesiones simétricas bilaterales en las axilas
y sobre el pedúnculo de orcas (Bossart et al.,
1996).

En las belugas, los papilomas gástricos son
identificados en el primer compartimiento del estómago
como localización más común y se describen
como verrugas bien definidas de color blanquecino con un centro
compuesto de pequeñas papilas filamentosas (Van Bressem
et al., 1994). La presencia de estas formaciones en 8 de
24 belugas necropsiadas entre 1988 y 1990, sugieren una epizootia
durante este período, ya que las lesiones no han sido
observadas con tanta frecuencia desde entonces (De Guise et
al
., 1994).

Las lesiones papilomatosas típicas pueden
definirse clínicamente en dos formas generales, ya sean
planas y con base amplia o unidas por un pedúnculo. Las
alteraciones cutáneas iníciales suelen ser
pápulas de superficie rosada o pigmentada, con una base de
implantación pequeña, que les confiere un aspecto
más o menos pediculado. En su evolución confluyen
formando placas elevadas, con digitaciones secas o incluso
hiperqueratósicas, con aspecto de coliflor o de cresta de
gallo. Si éstas continúan extendiéndose,
pueden formar grandes placas infiltradas, que pueden desdibujar
las características anatómicas de la zona en la que
asientan (Mc. Cance, 1998).

En la zona genital se observan placas circunscritas en
la superficie de la mucosa de variable tamaño. Estos
crecimientos se refieren como tumores benignos. Las lesiones
cutáneas tienen apariencia elevada y frecuentemente son
rugosas, mientras que las lesiones en las mucosas varían
en color y tienen una superficie irregular. El tamaño
varía desde unos pocos milímetros hasta alrededor
de 20cm (Kennedy, 2001). Estudios realizados en un delfín
nariz de botella macho de aproximadamente 24 años de edad,
mantenido durante 20 años en cautiverio, se
demostró la presencia de lesiones genitales, que al examen
clínico se observaron como formaciones múltiples
unidas de coloración blanca, de 0,5 -1cm de
diámetro, que variaron en severidad pero nunca
desaparecieron en un periodo de tres años (Renner et
al
., 2004).

En las orcas se encontraron papilomas cutáneos
descritos como neoformaciones de color grisáceo oscuro,
localizados frecuentemente en la superficie externa de los
pliegues de las aletas pectorales y en áreas cercanas al
pedúnculo, con superficie en forma de coliflor y
crecimiento lento, que llegaron a medir hasta 15 cm2 de
área (Solórzano, 1992).

Además de los hallazgos clínicos se
utilizan otros métodos de diagnóstico de la
enfermedad, que incluyen la observación al microscopio
óptico de cortes histológicos de los tejidos
afectados; en el que se observan cambios específicos en la
arquitectura celular, en el patrón de crecimiento y en la
apariencia del núcleo. Mediante observación al
microscopio electrónico se puede apreciar la estructura
icosaédrica y el diámetro de las partículas
virales, con una precisión del 10 al 50% y alteraciones
más profundas de los queratinocitos. El uso actual de
técnicas mucho más específicas como la
Inmunohistoquímica, la Hibridación y la
Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), permiten elevar
la certeza del diagnóstico.

Las características histológicas de las
lesiones incluyen una marcada hiperplasia epidérmica, con
la consecuente degeneración hidrópica,
hiperqueratinización e infiltraciones linfocíticas
variables. A la observación en el microscopio
electrónico, se describen pequeñas
partículas virales intranucleares de forma hexagonal de 55
nm de diámetro, consistentes con el papilomavirus
(Kennedy, 2001 y Moeller, 2001).

El estudio directo del virus es muy difícil y
actualmente no se dispone de un método para multiplicarlo
en cultivos celulares, ya que requiere de células
diferenciadas para su replicación y estas células
no pueden mantenerse vivas en cultivo (Bernard et al.,
1994 y Herrera y Restrepo, 2005), por lo que el uso de
técnicas específicas como la
inmunohistoquímica y las técnicas moleculares se
mantienen como las más efectivas.

Papilomavirus en
Humanos

Los papilomavirus son los virus que más se
relacionan con neoplasias benignas y malignas en los humanos
(Chan et al., 1995). Hace aproximadamente 35 años
que fue postulada la asociación del cáncer cervical
con los papilomavirus humanos (HPV). En la actualidad esta
familia heterogénea de virus se han establecido en
importantes tumoraciones en el hombre, además de en el
cuello del útero, se ha demostrado su responsabilidad en
cánceres de la región anogenital (90%), en la
cabeza y el cuello (50%). Existen también varios tipos
específicos que han sido vinculados con ciertos tumores
cutáneos (zur Hausen, 2009).

Se han identificado más de 200 tipos de HPV hasta
la fecha, de ellos más de 50 tipos se han encontrado
infectando el tracto genital. Estos virus en el hombre se
clasifican de acuerdo a su potencial oncogénico; los de
bajo riesgo incluyen los tipos: 6, 11, 40, 42-45, 53-55, 57, 67,
69, 71 y 74 mientras que dentro de los que se consideran de alto
riesgo están los tipos: 16, 18, 31-35, 51, 52, 56, 58, 66,
68, 70 y 73 (De Villiers et al., 2004 y McMurray et
al
., 2001) y como probablemente oncogénicos se han
clasificados además, los tipos 26, 53, y 66. Estos virus
pueden infectar tanto de forma individual como coinfectar de
formas múltiples (Munoz et al., 2003).

Las vacunas en contra de los tipos 16 y 18 de HPV de
alto riesgo producida por los Laboratorios Merck
(Sharpe&Dohme), fueron aprobadas en el 2006 y
representan las primeras vacunas preventivas directamente
desarrolladas para proteger contra un cáncer (carcinoma
del cuello del útero) humano muy importante. La reciente
publicación de los primeros resultados de esta vacuna del
VPH en humanos puede considerarse, sin duda, el principio del fin
del cáncer cervical. A partir de aquí empieza una
nueva era en la que un programa de vacunación eficiente,
debe conseguir hacer realidad la erradicación de esta
enfermedad.

Papilomavirus en
mamíferos marinos

Lesiones papilomatosas múltiples en forma de
condilomas, verrugas y/o tumores malignos se han descrito en
más de 30 especies del suborden Mysticeti, Odontoceti y
Pinnipedia (Newman y Smith, 2006). Algunos de estos tumores se
encontraron asociados a los papilomavirus, mientras que en otros
se asume su participación. El desarrollo de papilomas
orales y carcinomas de células escamosas en delfines
Tursiops truncatus, puede inducir la
transformación maligna de lesiones papilomatosas (Bossart
et al., 2005). Una alta prevalencia de papilomas
orogenitales se documentaron en cetáceos en vida libre
(Van Bressem et al., 1996; Bossart et al.,
2005). Esta alta frecuencia de presentación de dichos
tumores en mamíferos marinos refleja la presencia de una
enfermedad infecciosa emergente (Van Bressem et al.,
2009 y Bossart, 2011).

Partículas virales de PVs se observaron en
asociación con lesiones genitales en cachalotes
(Lambertson et al., 1987), en delfines oscuros
(Lagenorhynchus obscurus), en marsopas (Phocoena
spinipinnis
) (Van Bressem et al., 1996) y en orcas
(Orcinus orca) (Bossart et al., 1996).
Además de las observaciones realizadas en delfines
Tursiops truncatus, se documentó también
la presencia de lesiones papilomatosas en otros pequeños
cetáceos (Lagenorhynchus obscurus, Phocoena
spinipinnis, Delphinus capensis
) (Van Bressem et
al
., 1996). Papilomas escamosos y fibropapilomas se
identificaron en piel, superficie del pene y en la lengua de
misticetos (Geraci et al., 1987) y se observaron
partículas virales en cortes de papilomas gástricos
en belugas (Delphinapterus leucas) (Martineau et
al
., 2002).

En manatíes de la Florida (Trichechus manatus
latirostris
) también se identificaron papilomas
cutáneos con lesiones productivas producidas por un nuevo
tipo de PVs, (TmPV) (Bossart et al., 2002, Rector et
al
., 2004) y se han detectado un grupo de animales con
anticuerpos de TmPV tanto en cautiverio como en vida libre (Dona
et al., 2011). Más recientemente se reconocieron
lesiones papilomatosas en la zona ventral de la lengua de un oso
marino (Ursus maritimus), relacionadas con la presencia
de otro nuevo tipo viral, UmPV-1 (Stevens et al.,
2008).

En últimos años, se ha publicado la
secuencia nucleotídica de los genomas completos de 4 tipos
de papilomavirus de cetáceos: PsPV1 de marsopas
Phocoena spinipinnis, registrado en el GenBank con
número de acceso NC_003348; y 3 tipos de PVs de delfines
Tursiops truncatus, TtPV-1, TtPV-2 y TtPV-3, registrados
con los números de acceso EU240894, NC_008184 y EU240895
(Rehtanz et al., 2009). El PsPV1 se asoció con
verrugas genitales de dos marsopas de las costas de Perú
(Van Bressem et al., 2007). TtPV-1 y TtPV-3 se
detectaron en una lesión del pene de un delfín
nariz de botella bajo condiciones controladas en un parque
acuático en Portugal (Rector et al., 2006),
mientras que TtPV2 se demostró asociado a una
lesión genital de otro delfín nariz de botella pero
en vida libre en el Puerto de Charleston, Carolina del Sur, E.U
(Rehtanz et al., 2006). La secuencia completa de
nucleótidos de TtPV-1 consta de 8089 pares de bases (pb),
y un contenido de guaninas/citocinas (GC) de un 42%, el TtPV-2
posee 7866 pb con un 46% de GC y el TtPV-3 tiene 7915 pb con un
44,2% de GC (Rector et al., 2008). Existen
también recientes evidencias de un segundo tipo de PsPV
(Van Bressem et al., 2007).

Recientemente se acaba de clonar y secuenciar los
genomas completos de otros 5 nuevos papilomavirus en
cétaceos por Gottschling et al. (2011). Los PVs
reportados por estos investigadores fueron: DdPV-1 en el
delfín Delphinus delphis, una variante de TtPV-3
en el delfín Lagenorhynchus acutus, y en marsopas
Phocoena phocoena se detectaron el PphPV-1, PphPV-2 y
PphPV-3.

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Autor:

PhD. Danilo Cruz Martinez
1

PhD. Maritza Barrera Valle.
2

  • 1. Acuario nacional de
    Cuba

  • 2. Centro Nacional de sanidad
    agropecuaria

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