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Paso a Paso. Novela (página 2)




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-Rafael, dijo Moncho, si Coromoto tomó esa decisión, aunque nos duela perderla, nosotros debemos apoyarla ya que ha demostrado desde pequeña, que sus decisiones deben ser tomadas en cuenta, la extrañaremos y a Tino también, ya veremos como nos resolvemos los que quedamos, será muy difícil, ya que estamos acostumbrados a Coromoto para todo, pero su decisión debe ser aplaudida por todos y debemos alegrarnos por mi hermano, quien tendrá en ella y Tino una ayuda invalorable, así es que no se hable más del asunto y vamos a brindar con esta botella de vino que traje de la casa.

De esta manera, terminó la reunión familiar y el vino también, y cada quien se dispuso a descansar ya que había que pararse temprano para trabajar; se despidieron los hermanos con un fuerte abrazo, prometiendo Rafael visitarlo en una próxima vez ya que al siguiente día temprano partiría a la capital. Cuando el hermano se hubo marchado y las hermanas se fueron a dormir, todavía conmocionadas por lo sucedido y sin querer pensar en el futuro, quedaron en la cocina de la vivienda, la madre, Rafael, Coromoto y Tino, comentando los sucesos del día, especialmente, lo referente al viaje y la familia que quedó en la capital.

-Tino, hijo, debes estar asustado, emocionado, molesto y no se como expresarlo, por esta decisión que tomé a espaldas tuyas y que en el futuro te pueda afectar, pero era necesario por el bien de la familia, ¡espero que lo entiendas así!.

-Mamá, no se como expresar lo que siento en este momento, soy muy joven para expresar mis sentimientos, pero una cosa sí entiendo, y es que mi tío te necesita y yo debo estar donde tú estés, no se preocupen, al fin voy a conocer la capital, ahora tendré algo para contarle a mis compañeros de clase, lo único que me entristece es que voy a dejar a mi abuela, mis tíos, primos y la casa donde han transcurrido diez años de mi vida, pero lo que me consuela es que podré visitarlos en la época de vacaciones, ¡verdad mamá!.

-En verdad sobrino, tienes unos sentimientos iguales a tu madre, espero sinceramente que mi familia de la capital te gusten a ti y tu mamá, que tan generosamente se han ofrecido para cuidarlos, acompañarlos y ser parte de ellos, que Dios los bendiga a los dos.

-Bueno hijos, creo que ya es hora de dormir, hay que pararse temprano a continuar la lucha, Rafael a las cuatro te estoy levantando para que te vayas en el autobús de las cinco de la mañana.

A las cuatro de la mañana doña Tavia estaba llamando a Rafael y ya le tenía preparado el café negro y una arepa rellena para el camino, de tal manera, que cuando Rafael entró a la cocina, las hermanas estaban esperándolo para despedirlo.

-Bendición mamá, adiós hermanas, las quiero mucho, me despiden de Moncho y de Tino, y a ti Coromoto, gracias nuevamente y estaré pendiente de tu viaje.

-Adiós Rafael, que Dios te acompañe, te queremos mucho y saludos a la cuñada y a la niña, nos veremos pronto.

De esta manera, Rafael emprendía viaje a la capital con el corazón lleno de esperanzas y con la mente despejada, ya que se le iba a resolver un problema que en verdad lo preocupaba, como era el cuidado de María y la niña y aparte de eso, ya no iba a molestar más a doña Eugenia que se estaba poniendo fastidiosa con el asunto de los embarazos de la hija, él tenía derecho a tener todos los hijos que quisiera y nadie debía meterse en su vida privada. Pensando de esta manera, transcurrió el tiempo y cuando se dio cuenta, estaban llegando al terminal de la capital, era el mediodía, por lo tanto podía darse una vuelta para ver a sus trabajadores ya que tenía dos días sin tener noticias de ellos y ver lo que habían hecho en su ausencia; el autobús llegó a su destino, recogió su maletín y sin perder tiempo se dirigió hacia el sitio donde se efectuaba la construcción, esta era una casa de dos plantas en una de las urbanizaciones para clase media, que últimamente se estaban construyendo en la ciudad, pertenecía a un militar que pretendía traerse a su familia que vivía en el occidente del país, ya que estaba destacado en la capital. La construcción iba viento en popa y los trabajadores se alegraron de ver a su patrón.

-¿Cómo está maestro Rafael? ¿La familia bien? ¿Cómo estuvo ese viaje?

-Todo bien Juan, ¿cómo está todo por aquí? Veo que les ha rendido el tiempo, esto se ve bien adelantado.

– Así es maestro, pero ya el material se está acabando, especialmente los bloques y el cemento.

– No te preocupes, mañana llamaremos a la venta de materiales y pediremos lo que se necesite, tenemos crédito abierto de acuerdo a las órdenes que dejó el general. ¿okey? Sigan trabajando que yo debo ir a saber de mi esposa y de mi hija, hasta mañana.

Mientras tanto en casa de doña Eugenia, María y la niña llevaban una vida rutinaria guiadas por la experta mano de su mamá, quien se hizo cargo de las dos sin mucho problemas, atendiendo a la embarazada quien no podía estar mucho tiempo de pie y consintiendo a la pequeñita que se convirtió en la preferida de todos.

-Mamá, están acostumbrando mal a Mayra, anda de brazo en brazo y esto no le hace bien a ella ni a mí, se quejaba María.

-Hija, lo que pasa es que hacía mucho tiempo que no teníamos en la casa un recién nacido, ¡estos tarajallos no me quieren hacer abuela!.

Así hablaba doña Eugenia, evocando con nostalgia los tiempos pasados cuando en la casa había más niños de los que ella podía cuidar. Tuvo siete hijos: cuatro varones y tres hembras, todos seguidos, sin hacer ni una sola pausa, todos parto normal y siempre atendida por la misma comadrona; no hablaba de esto con su hija enferma, ya que le partía el alma verla en aquel estado con solo dos embarazos y con un marido que lo que pensaba era en tener muchos hijos, sin pensar en las consecuencias que esto iba a traer a su hija. María siempre fue la más enferma de todos, debió ser porque nació antes de tiempo, era sietemesina y esto debe haber traído como consecuencia debilidad en los pulmones y el cerebro. Mientras pensaba en todas estas cosas, la enferma escuchaba el disco de Julio Jaramillo por milésima vez y esto hacía llorar a la madre. En ese momento, tocaron a la puerta y se sobresaltó:

-Un momento, ya voy, ¿Quién podrá ser a esta hora?

-¡Rafael! ¿Eres tú? ¿Dónde estabas? Estábamos preocupados, María a cada momento pregunta por ti y yo le digo que estas ocupado con el trabajo y por eso no venías, se va alegrar cuando te vea, ven por aquí que está acostada con la niña, ¡María, hija!, tienes visita.

– ¿Quién es mamá? ¡No estoy de humor para recibir visitas!

-Soy yo mi amor, ¿Cómo están tú y la niña? te tengo excelentes noticias, estaba en mi pueblo hablando con mi familia, por eso no vine a verte en estos dos últimos días.

-¿Porqué? ¿Pasa algo grave con tu familia, alguien está enfermo?

-No mija, todos están bien, gracias a Dios, pero necesitaba resolver algunos asuntos referentes a ti y a los niños.

-¿Qué pasa Rafael conmigo y los niños? ¿O es que pretendes mandarnos para allá? Porque si es así, lamentablemente, te diré que aquí en casa de mi madre estoy bien y no pienso ir a ningún sitio a menos que sea en mi casa y con una persona que me ayude, ya conoces mi estado físico.

-Cálmate mujer, no pienso enviarte para ningún lado, todo lo contrario, mi hermana Coromoto y su hijo Tino vendrán en Agosto a vivir con nosotros y ten la seguridad de que va ser una excelente ayuda para ti y los niños, ella sabe como dirigir un hogar, ¡oye, no quiero decir que tú no sepas hacerlo!, sino que dada tu condición física no puedes con tantas cosas, seguirás siendo la dueña de casa y ella lo entenderá así.

Doña Eugenia, que estaba presente en la habitación se revolvió inquieta y le preguntó a Rafael:

-¿Era esto necesario? ¿No está usted conforme como cuidamos a María y a la niña?

María que veía venir una discusión entre su madre y su marido intervino rápidamente:

-Espera mamá, Rafael debe tener una explicación satisfactoria para hacer lo que hizo, vamos a escucharlo y luego hablamos nosotras.

-Doña Eugenia, María, lo que hice fue por el bien de todos y me incluyo, a usted doña le voy a aliviar el trabajo de la casa, ya tiene suficiente con la atención a sus hijos que aunque están grande, hay que lavarle, plancharle, cocinarle y muchas cosas más, en cuanto a nosotros, como familia debemos enfrentar las situaciones juntos y en nuestro propio hogar, tenemos una casa que necesita nuestro calor y con mi hermana en ella podemos salir adelante, aparte de eso, yo estoy cansado de tener que hacer doble viaje todos los días para ver a María y a la niña, le agradezco doña Eugenia, todo lo que ha hecho por nosotros y lo que seguirá haciendo ya que usted como madre siempre estará pendiente de su hija y sus nietos, además, todavía faltan unos meses para que mi hermana se venga.

-Rafael, ¿cómo hiciste para convencer a tu hermana de mudarse con nosotros? ¿Le explicaste bien lo que tenía que hacer y lo grande que es la casa?

-No te preocupes, Coromoto es una mujer que está acostumbrada a manejar una casa, de hecho, ella es quien maneja la casa de mis padres que es un hogar difícil, sobre todo con el carácter de mi madre y mis hermanas, además, fue ella quien se ofreció a ayudarnos y contó con la aprobación de la familia, de tal manera, que no hablemos más del asunto y sigamos pendiente de tu embarazo para que todo salga bien.

Dicho esto, dieron por terminada la conversación y Rafael se dedicó a hacerle cariño a su hija mientras doña Eugenia continuaba en la cocina con sus oficios.

El embarazo de María continuó con los mismos síntomas e inconvenientes que el primero, cuando llegó el momento, la trasladaron al hospital para ponerla en observación ya que era un embarazo de alto riesgo, como lo definió el nuevo médico que la trataba y esto se lo dijo a Rafael con palabras sencillas para que él lo entendiera:

-Su esposa está muy delicada y le he puesto una enfermera para que la observe y me avise si hay complicaciones, está muy débil y su cuerpo no tiene la resistencia necesaria para parir sola, de tal manera que tendremos que ayudarla y esperamos que todo salga bien, ¡Ah, otra cosa! No debe quedar embarazada nuevamente, su vida corre peligro.

Rafael se quedó pensativo después de lo que le dijo el doctor y recordó lo que le dijo el anterior médico, ¿era una coincidencia? Parece, se dijo, que todos ellos están cortados con la misma tijera, son alarmistas y tienden a exagerar todo, ya verán que todo saldrá bien.

Afortunadamente, las cosas salieron mejor de lo que esperaban los doctores y María dio a luz una hermosa hija sin mayores contratiempos, aunque quedó muy debilitada y hubo que trasladarla a una unidad especial, donde pasaría varios días hasta su total recuperación. Mientras esto sucedía, Rafael y la familia de María esperaban noticias en el pasillo de la maternidad, ya que estaba prohibido el paso hacia los pabellones, una de las enfermeras se acercó al grupo y les informó que la paciente dio a luz a una niña y que esta estaba bien, pero la madre fue trasladada a una sala de recuperación pues estaba muy débil, el doctor vendría en un rato para informarles el desarrollo del alumbramiento y cuando podrían ver a la niña; Juanita, hermana de María llamó a Rafael aparte y le recordó el estado físico de su hermana y el peligro que corría si volvía a quedar embarazada, este no contestó y se retiró del grupo para analizar lo que estaba sucediendo. En verdad, era preocupante el estado de su esposa,< ¿tendrían razón los médicos en cuanto al peligro que existe si la embarazaba otra vez? ¿No sería mejor esperar un tiempo hasta que ella se recuperara? Sí, esto último sería lo mejor y así acallaría a su suegra y a sus cuñados, quienes ya se estaban poniéndose fastidiosos, no era conveniente tenerlos como enemigo, al fin y al cabo eran su familia política y lo habían ayudado bastante>. En esos momentos, apareció la enfermera indicándoles que podían pasar a conocer a la recién nacida y podían ver a la enferma a través de una ventanilla, pero no podían hablar con ella porque estaba dormida. Fueron pasando uno por uno a conocer a la niña que dormía plácidamente en la cuna.

-Se ve bien, dijo la abuela, ¿Qué te parece Rafael? Es más grande que Mayra y tiene la cara de su madre y el color de su padre.

-Mamá todavía es temprano para hacer comparaciones, dijo la tía Juanita, hay que esperar un tiempo. ¿Tú que dices, Rafael? Estás muy callado, parece que no te gustó que tu segundo hijo sea una niña.

-Bueno, no voy a negar que me hubiera gustado un varón, ustedes conocen las ganas que tengo de tener un machito, dijo Rafael, pero, acepto lo que Dios decidió, así María tendrá compañía ya que las hembras son más del hogar, esto no quiere decir que he renunciado a buscar un niño.

Se miraron todos entre sí, pero no dijeron nada para no enrarecer el ambiente. Justo en ese momento, anunciaron el fin de la visita y todos salieron hacia la salida, dejando con pesar a los dos seres queridos y esperando el día de mañana para regresar a verlos.

-Bueno familia, esto amerita un brindis, dijo Pancho uno de los tíos, es un nacimiento, no un funeral, así que compraremos unas cervezas y refrescos para celebrar en la casa ¿qué te parece Rafael?

-Tienes razón, cuñado, debemos celebrar porque a pesar de todo, las cosas salieron mejor de lo que pensaban los médicos, pero no vamos a la casa, vamos a un restaurant que conozco, donde podemos comer y tomarnos unas cervezas, ¡yo invito!

Igual que en el primer parto, la niña salió primero que la madre y fue llevada a casa de la abuela, donde la estaban esperando para atenderla y consentirla hasta que llegara su madre y estuviera en condiciones de hacerlo. Mayra, quien ya tenía un año pensaba que su hermana era una muñeca y que se la trajeron para ella, por eso, trataba de cargarla y había que estar atento para evitar un accidente. A los siete días, fue dada de alta María, todavía se sentía débil, pero, estaba en mejores condiciones que cuando entró a la maternidad y esperaba que con el tratamiento y reposo adecuados se recuperaría totalmente, así se lo hizo saber Rafael cuando la fue a buscar para trasladarla a casa de doña Eugenia donde la esperaba toda la familia y sus dos niñas.

La vida transcurría con cierta monotonía, mientras la enferma mostraba síntomas positivos de recuperación y atendía a sus dos niñas con la ayuda de su mamá, Rafael trabajaba duro esperando la llegada de su hermana y de su sobrino para trasladar a su mujer y a sus dos hijas a su casa, la que estaba ya totalmente terminada y medio abandonada ya que iba de vez en cuando y solamente a dormir. Por fin, Coromoto, se comunicó con él anunciándole que llegaría ese fin de semana para que la esperara en el terminal, conocía la capital; esta noticia alegró mucho a Rafael, que inmediatamente fue donde María para enterarla de la llegada de su hermana y su sobrino que fuera preparando todo lo necesario para su traslado y el de las niñas, debían estar en la casa para recibirlos como se merecían.

-Mi amor, te tengo buenas noticias, le dijo cuando estuvo a solas con ella, Coromoto y Tino llegarán este fin de semana, de modo que prepara tus corotos porque por fin nos vamos a casa.

-Por Dios Rafael, ¿No crees que debemos esperar un poco hasta que ellos se adapten a su nueva vida? por otro lado, a mi mamá esto le va a caer mal, después de todo lo que ha hecho por nosotros ¿porqué no me das una semana más para prepararla?

-Pero María, esto lo esperábamos todos desde hace muchos meses, sin embargo, tienes cierta razón, no podemos ser malagradecidos con tu familia, espero que una semana sea suficiente para que tu familia acepte la situación, por otro lado, la casa debe estar bien limpia, para ti y las niñas, estoy seguro que mi hermana se encargará de eso.

-Oye Rafael, lo que te voy a decir, si no te encargas tú de limpiar la casa, contratas a una persona para que lo haga o de lo contrario me voy yo para hacerlo, ¿Cómo se te ocurre que tu hermana que está llegando de un viaje tan largo, llegue a limpiar la casa donde va a vivir con su hijo? ¡Solamente a ti se te ocurre eso!

Rafael no contestó, primera vez en todo el tiempo que tenía conociendo a María, que la notaba tan molesta y prefirió quedarse callado y buscar una persona que se encargara de la limpieza.

Coromoto y Tino llegaron al terminal al mediodía, donde los esperaba Rafael para trasladarlos a la casa donde vivirían quien sabe cuanto tiempo, el saludo por parte de los tres, fue efusivo.

-No te imaginas hermana, cuanto me alegra que estés aquí junto con Tino, ¡por fin estamos junto de nuevo!

-Yo también estoy muy contenta hermano, de encontrarme contigo y estoy segura que Tino siente lo mismo, ¡hijo, salude a su tío!

-Bendición tío, ¿Cómo está Ud.? Estamos ansiosos de conocer a mi tía y mis primas.

-Dios me lo bendiga hijo, por los momentos, estaremos nosotros solos en la casa. María y las niñas vendrán después, queremos darle tiempo a ustedes para que se acostumbren a la ciudad y a la casa, esto no es igual a nuestro pueblo, es posible que este fin de semana salgamos a conocer algunos sitios importantes de esta hermosa capital.

-Rafael, por nosotros no te preocupes, nos adaptaremos a cualquier situación, lo más importante es que estamos aquí dispuestos a ayudarte en todo lo que sea posible, ¡para eso es la familia!

Cargaron las pocas pertenencias de estos dos seres, que iban a sacrificarse para brindarle un poco de seguridad a una familia que en realidad los necesitaba. No se imaginaban lo duro que sería para los dos echarse sobre los hombros tamaña carga, dicen que todos tenemos el destino trazado y que eso no lo cambia nadie, pero si Coromoto y Tino hubiesen adivinado lo que los esperaba, es posible que su futuro fuera otro. Esta tía y ese primo fueron una bendición para Rafael y los niños y si no hubiese sido por ellos, quien sabe donde estarían los muchachitos. No vamos a decir que tuvieron una gran vida, llena de comodidades y lujos, estaríamos diciendo mentiras, por el contrario, la vida de esta familia estuvo llena de pobreza y mucha necesidad, sin embargo, gracias al empeño y la constancia de Coromoto y Tino, pudieron seguir adelante.

Cuando llegaron a la capital, María todavía estaba en casa de su madre con las dos niñas, de tal manera, que se instalaron en la casa, cada uno en una habitación ya que tenía suficientes para albergar una familia grande y ella comenzó a cumplir con sus deberes, estaba acostumbrada a estar activa, además, Tino debía comer ya que desde la mañana no había probado bocado y tenía hambre, afortunadamente, Rafael había hecho un mercado suficiente para los tres, pensando justamente en esta eventualidad.

Mientras esto sucedía en casa de Rafael, María estaba preocupada, pues no encontraba la forma de decirle a su madre que pronto se iría para su casa, pues su cuñada ya estaba en la capital. Se iba a sentir muy mal doña Eugenia y el resto de la familia, ya todos se habían acostumbrado a las tres mujeres, especialmente a las dos niñas, quienes eran las consentidas de la familia, iba a extrañar María las atenciones de su familia, especialmente de su madre, pero su casa la estaba esperando, era tiempo de cumplir con sus obligaciones y de conocer a esa cuñada y ese sobrino, que vinieron de tan lejos a ayudarlos ¿Sería en verdad, la ayuda que tanto necesitaban?¿Se acostumbrarían a su nueva vida en la capital? ¿Y si no lo hacían, que pasaría? Estas y muchas preguntas más, se hacía María, tratando de no pensar en lo peor. No se imaginaba que la llegada de estos dos seres, se convertiría en la tabla de salvación para esta familia que desconocía lo que le depararía el futuro. El encuentro con su cuñada y su sobrino fue emotivo, a pesar que no se conocían, el afecto por parte de los tres fue instantáneo y así lo demostraron con palabras y actos, Mayra se mostraba recelosa y un poco asustada por esa tía y ese primo desconocidos, Cruz llegó durmiendo y siguió de la misma manera por un buen rato; en la semana que llevaban en la casa, Coromoto y Tino habían hecho un buen trabajo, todo estaba limpio y en orden, se habían aclimatado no solamente a la casa sino al barrio que les parecía muy pintoresco, debido a las diferentes mezclas de personas que habitaban en él, hasta ahora, todo iba bien, la vida continuaba con su ritmo habitual y parecía que el futuro era esperanzador, pero, una cosa piensa el ciego y otra quien le da el garrote. A los tres meses de nacida Cruz, María vuelve a quedar embarazada, esta vez, se le cumple a Rafael su sueño y le pare un varón al que llamaron Josué en honor al abuelo paterno. Después de este tercer hijo, nacerán tres más: Johana, Eusebio y Camilo; María tuvo problemas físicos con sus seis hijos, pero con el último no se pudo recuperar y al poco tiempo murió.

Coromoto y Tino

Coromoto era la tercera de seis hermanos: Moncho, Toña, Tabita, Rafael y Carmela, fueron sus hermanos, su madre Tabia, quedó viuda muy joven y tuvo que luchar parejo para sacar adelante a sus seis muchachos; su infancia transcurrió entre el trabajo en la casa y una primaria estudiada a duras penas; se enamoró muy joven de un terrateniente, quien le ofreció villas y castillos para convencerla de sus buenas intenciones, pero todo se quedó allí, después que la embarazó se desapareció, dejándola con un niño que se convirtió en su razón de ser. Cuando nació el niño, le puso por nombre Tino en honor al santo patrón del pueblo, ya que nació el mismo día en que se celebraban las fiestas del santo; juró dedicarse a ese hijo y no tener más, cosa que cumplió al pie de la letra, nunca más tuvo un hijo propio, pero, por caprichos del destino se vio obligada por la necesidad y la obligación a criar seis muchachos, que aunque no los parió, los quiso como sólo una madre puede querer, pero de esto se hablará más adelante. La llegada de este pequeño a la casa fue celebrada por todos, ya que era el primer nieto para doña Tabia y sobrino para sus hijos, entre todos se dedicaron a criar y consentir al pequeño; haciendo honor a la verdad, dentro de su pobreza, Tino tuvo todo lo necesario para crecer y desarrollarse como un joven formal y serio, características que nunca perdió en el transcurso de su vida. La existencia de estos dos seres transcurre sin muchos altibajos y si se quiere en forma rutinaria, ella, trabajando en la calle y en la casa, él, estudiando y ayudando a la familia en lo que podía; a medida que pasa el tiempo, Coromoto se va convirtiendo en la jefa de la familia, en parte, gracias a su constancia y aciertos en la toma de las decisiones y por otro lado el cansancio de doña Tabia le obliga a delegar en Coromoto la mayoría de sus obligaciones, quien además ha demostrado que posee la envergadura necesaria para enfrentar situaciones difíciles. Como podrán notar, la vida de la familia gira en torno a ella y se verá trastornada cuando Rafael quien vive en la capital acuda a ellos en busca de ayuda para su mujer y sus hijos.

Coromoto y Tino no lo piensan dos veces cuando Rafael suplica ayuda para su familia que se encuentra en graves aprietos, María su mujer, está nuevamente embarazada, ya tiene una niña y su estado físico no es bueno; Coromoto, aún a sabiendas de las obligaciones que tiene con su familia y como dependen de ella, no vacila en ofrecerse junto con su hijo para trasladarse a la capital a ayudar a su hermano a salir del mal momento, no se imaginan ellos, que el trabajo que les espera será arduo y mal remunerado, sin embargo, no piensan en nada sino en ayudar al hermano que los necesita, hermosos son los sentimientos de estos dos seres, que se desprenden de su familia original para integrarse a otra familia que ni siquiera conocen y no están seguros como serán recibidos y si serán aceptados; Coromoto, murió hace muchos años, si existe el cielo, ella seguro que estará en él, al lado de Dios. Tino, nunca preguntó ni criticó la decisión de su madre, simplemente obedeció y aceptó lo dispuesto por ella, aparte que la edad no le permitía tomar decisiones por sí mismo, estaba acostumbrado a obedecer no solamente a su mamá, sino también a la familia; no le gustaba dejar a su familia, su casa, su pueblo, su escuela, en fin todo lo que quería y conocía en su corta vida, pero su madre había tomado una decisión y él respetaba eso, por lo tanto, viajarían a la capital. Viendo las cosas desde otro ángulo, es posible que ese viaje les traería grandes beneficios, en la capital todo era más fácil, estudiar y trabajar se habían convertido en un sueño difícil de realizar en su pueblo, de tal manera, que viendo las cosas de otra forma, este viaje les brindaba unas oportunidades únicas, sobre todo a Tino que deseaba ser ingeniero mecánico; así pensaban madre e hijo para darse ánimo y no pensar en el cambio brusco que tendrían en su vida, no es que dudaban de lo que iban a hacer ¡eso nunca! Pero, el temor a lo desconocido los asustaba, especialmente a Coromoto que no podía evitar sentir temor, no por ella, sino por su hijo. Ya no había vuelta atrás, Rafael los necesitaba, especialmente a ella y no lo defraudaría por nada, de modo, que en cuanto Tino saliera de vacaciones, se irían a la capital para ayudar a su hermano; eran pocas las cosas que llevarían en ese viaje: su ropa, que no era mucha en realidad, los papeles de identidad de los dos, especialmente, los del colegio, como eran la boleta de promoción y la carta de buena conducta, todo esto, cupo en una maleta y en un bolso para viaje, era muy poco equipaje para un viaje tan largo, pero ellos no se imaginaban que podrían necesitar mucho más, estaban acostumbrados a tener poco.

Un día lunes a las cinco de la mañana tomaron el autobús, no sin antes avisarle a Rafael que saldrían ese día a primera hora de la mañana, de esta manera, él estaría pendiente en el terminal; fue un viaje tranquilo y sin novedad, al mediodía llegaron al terminal de la capital, ya Rafael los estaba esperando para conducirlos a la casa, donde vivirían no se sabe cuanto tiempo. Quedaron sorprendidos de lo que veían por el camino: el tranvía, carros último modelo, edificios con más de cinco pisos, unos postes que tenían bombillos de tres colores y que paraban el tráfico en las principales avenidas y otras cosas, Rafael les explicaba muerto de la risa, que esos postes se llamaban semáforos y que eran un invento de los gringos para controlar los carros y el paso de los peatones. Aquí en la capital van a conocer muchas cosas que todavía no han llegado a nuestro pueblo, les decía, pero que pronto llegarán, Venezuela, está viviendo un gran momento gracias al petróleo, lo digo yo, que estoy en el negocio de la construcción y veo como están naciendo casas y edificios en lugares nunca imaginados, pongo por ejemplo la casa que he construido, en mi pueblo, esto no lo hubiera podido hacer, porque el material cuesta dinero y la mano de obra es escasa, aquí todo es diferente, el dinero se consigue con mucha facilidad, especialmente para aquel que conoce y le gusta trabajar. Viendo y escuchando las explicaciones de Rafael, les pasó el tiempo tan rápido que cuando se dieron cuenta ya habían llegado a la parada, por lo tanto, recogieron su escaso equipaje y se dirigieron caminando hasta la casa.

-Bueno familia , ¡hemos llegado a mi humilde hogar! Les dijo Rafael, cuando estuvieron frente a una gran casa, que ocupaba una gran extensión de terreno.

En verdad, era una casa grande y bien construida, donde él había puesto todos sus conocimientos de buen albañil; tenía dos entrada, una por cada calle, de tal manera , que podían entrar por cualquiera de ellas. Coromoto y Tino quedaron impresionados y así se lo hicieron saber:

-Por Dios Rafael, ¡es una hermosa casa! dijo Coromoto, ¡y que grande es! secundó Tino y los dos pelaron los ojos en señal de sorpresa y admiración,

-Me alegra que les guste, aquí viviremos todos y le daremos calor de hogar, pero vamos a entrar para que se instalen y descansen de tan largo viaje.

En verdad, era una hermosa casa, grande y cómoda, con demasiadas habitaciones para una familia que todavía era pequeña, < en verdad que Rafael quiere tener una familia numerosa>, pensó Coromoto, . Recorrieron la casa y ella escogió las dos habitaciones que utilizarían y que estaban cerca de la cocina; mientras acomodaban sus escasas pertenencias en los respectivos armarios, no pudo dejar de pensar en su nueva vida y en lo que había dejado atrás, su madre, sus hermanos, su casa, que aunque humilde y sencilla, le había brindado cobijo por tantos años ¿qué harían su mamá y hermanos ahora que ella no estaba? No pudo aguantar y una lágrima se deslizó por su mejilla, en el momento en que Tino se acercaba a ella para hacerle una pregunta, cuando vio que ella trataba de secar rápidamente sus ojos < ¡Lo siento hijo!> Le contestó ella, Coromoto, se le quedó mirando, sonrió y le contestó así: , le contestó ella, sonriéndole con cariño.

Pasó una semana, antes que María y las niñas se instalaran definitivamente en la casa, en esos días Coromoto y Tino junto con Rafael se dedicaron a mejorar la vivienda, que aunque estaba limpia, todavía a tenía detalles que corregir para recibir a sus nuevos ocupantes.

Cuando Rafael llegó con María y los niños, la emoción los embargó a todos y fueron muchas las lágrimas que se derramaron en demostración de afecto y aceptación.

-Coromoto, Tino, les presento a mi esposa María y a mis dos hijas Mayra y Cruz, ¡por fin se van a conocer!

-¡Hola cuñada! dijo Coromoto, Rafael me ha hablado tanto de ti, que es como si te conociera, mucho gusto, espero que nos llevemos bien, ¡que hermosas están tus hijas! Este es mi hijo Tino, salude hijo a su tía.

-Bendición tía ¿Cómo está, ya se siente mejor?

-Dios te bendiga hijo, eres grande como tu tío Rafael, me siento un poco mejor, gracias por preguntar por mi salud. En cuanto a ti Coromoto, presiento que nos vamos a llevar muy bien, quiero que seas una hermana más, ya que vamos a compartir muchas cosas, especialmente mis hijos.

Esta sencilla presentación por parte de las dos mujeres y el sobrino, fue más que suficiente para conocerse y entenderse como si se hubieran tratado toda la vida; María se instaló en la habitación grande con las niñas, Coromoto la ayudó a desempacar sus pocas pertenencias, mientras conversaban de diferentes cosas: las niñas, la casa, Rafael, Tino, las familias que quedaron atrás y especialmente sobre ellas. Esto sirvió para unirlas más y hacerlas entender que de ahora en adelante debían estar juntas para sacar adelante ese hogar, con la ayuda de todos por supuesto; terminada la instalación de las tres mujeres, comenzaba para Coromoto el batallar con la casa y sus ocupantes, afortunadamente estaba acostumbrada a estos menesteres, por lo tanto, no será difícil mantener este hogar en buenas condiciones, esto pensaba, cuando se retiró a la cocina a preparar la comida. Pero," una cosa piensa el ciego y otra quien le da el garrote". Al poco tiempo de instalada la familia y marchando las cosas relativamente bien, María presentó malestares de embarazo: náuseas, vómitos, malestar en el cuerpo y lo que era más grave aún debilidad física.

-Estoy embarazada nuevamente, le comentó angustiada a Coromoto, tengo todos los síntomas y no me ha venido la regla.

-Pero, María, ¿Cómo es posible esto? ¡Tú te estabas cuidando! ¿Y Rafael lo sabe?

-Todavía no se lo he dicho, quería estar segura, además, cuñada, Rafael es un hombre muy ardiente y soy muy débil para decir que no, se lo diré esta noche.

– A mí lo que me preocupa María, son tus antecedentes médicos, ¡Tú no debes tener más hijos!

-Escucha cuñada, contestó María, los hijos son un regalo de Dios, él es quien los manda y quien los quita, ¡Ojalá que venga el varón! Así paramos la fábrica.

Coromoto no le contestó y se dispuso a continuar con sus oficios pensando en las consecuencias que esto podía tener, especialmente a María, < ¡Que par de locos! Como no pensar en el peligro que representa un tercer hijo, ignorando lo que les dijo el médico, ¡Que Dios nos ampare y no suceda nada!> Cuando Rafael llegó en la noche, María lo esperaba angustiada, no por lo que le podría suceder a ella, sino por la reacción que él pudiera tener. Apenas entró al cuarto, todavía no se había cambiado la ropa, cuando ella le pidió que se sentara en la cama y la dejara hablar, él vio la cara de preocupación que ella tenía y obedeció sin decir nada.

-Tengo que decirte algo muy importante Rafael, pero prométeme que vas a tomar las cosas con calma y no te vas a alterar.

-¿Qué pasa mujer? ¿Porqué tanto misterio? Me estas preocupando, ¡Habla de una vez!

-Creo que estoy embarazada, no me ha venido la regla, siento nauseas, vomito y me siento débil, los mismos síntomas de los otros dos muchachos ¿Qué vamos a hacer? ¡Estoy asustada!

-¿Y cuál es el problema? Me asustaste, pensé que era algo grave, debes reposar, alimentarte mejor y tener el control médico necesario ¡esto sí me asusta! Este doctor me va a matar, afortunadamente, está Coromoto, quien te puede acompañar, lo que soy yo, no me aparezco en su consultorio; no te preocupes, todo saldrá bien, ¡este sí será varón, ya lo verás! Y diciendo esto, salió del cuarto para la cocina a saludar a Coromoto y a Tino, quienes prácticamente hacían todo en ella, menos sus necesidades fisiológicas, costumbres de pueblos.

-Hermana, María está preñada otra vez, ¡vigílala para que no cometa tonterías! Un nuevo miembro para la familia, ¡esta vez será varón! ¿Qué hay para comer? Tengo un hambre atroz, debe ser por la noticia que se me abrió el apetito.

Coromoto no le comentó nada, le sirvió la comida y se la llevó al comedor, donde se había instalado a leer el periódico con tranquilidad. En la cocina, Tino le preguntó a su mamá el porqué su tío estaba tan contento, ella furiosa y golpeando una olla contra el fregadero le respondió: . Tino se quedó pasmado por la reacción de su mamá, ante la sencilla pregunta que le hiciera y tomando su cuaderno y su lápiz < Mejor me voy a mi cuarto a terminar mi tarea, las cosas como que no están muy buenas por aquí >, diciendo esto se levantó de la mesa, dejando a su madre hablando sola y furiosa.

El embarazo de María se convirtió en una agonía, nada parecido a los dos anteriores, los cuidados de Coromoto, Rafael y el doctor no le hicieron mucho bien y pasó casi toda su barriga postrada en cama y quejándose, su cuñada procuraba evitarle cualquier esfuerzo y mantenía a las niñas separadas de ella para que no se preocupara, de tal manera, que las mudó para su cuarto y de este modo las atendía mejor. Doña Eugenia, quien estaba pendiente de su hija y la visitaba con frecuencia, le sugirió a Rafael llevarla para su casa, donde ella podía atenderla, ya que Coromoto tenía suficiente con la atención de la casa, especialmente de las dos niñas. Esta alternativa fue aceptada por todos, ya que la enferma necesitaba cuidados constantes y su madre podía atenderla como lo había hecho en ocasiones anteriores, especialmente, si las niñas quedaban a cargo de Coromoto. Una semana antes del parto, fue ingresada en la maternidad, el médico deseaba tenerla en observación debido a su estado. Había una enfermera las veinticuatro horas del día, pendiente del más mínimo detalle, pero no sucedía nada anormal salvo los dolores, los cuales eran controlados a través del suero que la mantenía hidratada. Un día, durante el cambio de guardia de las enfermeras, se escuchó un grito de auxilio en la sala de las parturientas, el médico y la enfermera de guardia corrieron presurosos a averiguar que sucedía y se encontraron que María había parido un hermoso varón, quien lloraba a grito pelado. La madre, a pesar de todas las angustias y sinsabores, descansaba sonriente y orgullosa de ese niño que iba ser la alegría de todos, especialmente de Rafael; no había en la sala un hombre más orgulloso y feliz que el padre de esa criatura, < ¡Yo sabía que todo iba a salir bien!> Les decía a la familia < ¡mi mujer es una guerrera! Y hoy me ha hecho el hombre más feliz del mundo>, de esta manera se expresaba y ninguno se atrevía a decirle nada para no enturbiar su felicidad.

Terminada la visita, Rafael propuso un brindis en el mismo restaurant donde brindaron cuando el nacimiento de Cruz, ¡Yo invito! Dijo. Después del brindis y la comilona, cada quien se despidió del dichoso padre, quien en medio de su alegría, se tomó una buena cantidad de cervezas, que lo mantenían en un estado sabrosón y así se lo manifestó a Coromoto, < ¡Estoy feliz hermana! María me ha dado lo que yo más quería en esta vida, ¿Te imaginas lo que significa para mí, eso? Es la continuación del apellido, es la máxima dicha para un padre, ¿Me entiendes hermana?>. Ella se unió a la alegría que demostraba su hermano y le respondió: < ¡Es cierto Rafael! Los hijos son algo muy grande, especialmente los varones que son los encargados de mantener el apellido. Tú tienes ya tres hijos, dos hembras y el varón que tanto ansiabas ¿No crees que sea el momento de pensar en María? Su salud, después de cada embarazo se deteriora más y esto no es bueno>. Rafael se quedó pensando por unos momentos y su hermana temía una reacción violenta debido a los tragos ingeridos. < ¡Tienes razón hermana! es hora de darle un descanso a mi mujer, en verdad, ha sufrido mucho por causa de los embarazos, cuando me la entreguen hablaré con ella de esto, pero, mientras tanto, ¡que siga la fiesta!> Y diciendo esto, llamó al mesonero para pedirle una botella de ron y la cuenta. . Llegando a la casa, cada quien se dirigió a su habitación a descansar, mientras Rafael se dirigió a la sala para continuar bebiendo y brindando por María y Josué, así se llamaría el pequeño, dijo < ¡Como su abuelo paterno! Que en paz descanse>. Las cervezas mezcladas con el ron hicieron su efecto y al rato, se escuchaba la voz del hombre cantando una tango, era fanático de Carlos Gardel, un famoso cantante argentino, que se destacó en este género musical "Volver con la frente marchita, las nubes del tiempo platearon mi sien". murmuraba Coromoto en su cuarto, . De repente, la casa quedó en silencio. < ¿Qué pasará?> Se preguntó, y parándose inmediatamente se dirigió a la sala, donde Rafael roncaba tirado en el sofá con el vaso de ron en la mano. < ¡Parece un niño!> Y lo arropó.

Josué

A partir de ahora, asumo el rol
protagónico en lo que se refiere a la narración y actuación,
ya que mayormente esta historia se referirá a mi vida real, mezclada
con algo de ficción.

Mi nacimiento, fue una bendición para la pareja, especialmente para mi padre, quien deseaba desde hace tiempo un varón para continuar la sucesión del apellido, mi madre también se alegró, pero más por mi papá , que por ella, estaba muy contenta con sus dos niñas que cada día estaban más hermosas, gracias al cuidado de la tía Coromoto. Pensaba María y con mucha lógica que después de este embarazo, pararían la fábrica de muchachos, ya que tres era un buen número, especialmente ahora, cuando habían logrado el varón y así se lo comentó a Rafael:

-Bueno mi amor, ya tenemos el varón que tanto ansiamos, espero que estés contento y podamos quedarnos con estos tres niños solamente, mi cuerpo no está como para seguir pariendo, en verdad, los embarazos me están debilitando cada vez más.

-Rafael, se le quedó mirando y le contestó, ¡ya veremos! Esperaremos tu recuperación y después tomamos una decisión, es muy temprano para discutir este tema.

Ella se quedó pensando en su respuesta, y le comentó a su cuñada lo que su hermano le había dicho y la preocupación que sentía, ya que mi padre como que no estaba conforme con tres muchachos. Mi tía, le prometió que en la primera oportunidad, hablaría con él. pensó él, cuando se encontró a solas, analizó la situación y concluyó que lo más prudente era aguantarse un tiempo, para darle a ella la oportunidad de recuperarse, lo único malo era que tendría que usar "preventivo o cordón" como también lo llamaban y a él esas gomas no le hacían la menor gracia "eso es como hacerle el amor a una mujer con las pantaletas puestas", eso no va conmigo, se repetía continuamente, tendré que buscar otra solución. Pero nunca la encontró, porque después de mí, vinieron tres más: Johana, Eusebio y Camilo, de estos tres últimos conocerán parte de sus historias, en el transcurso de la narración, por ahora, nos ocuparemos de Josué.

Mi llegada a la familia contentó a todos, hasta las niñas, se peleaban por cargar al hermanito, que cada día se parecía más a la mamá, era moreno, aindiado y tenía una cualidad muy especial, era callado y muy tímido, no daba lidia ni para comer; estas cualidades las mantuve por siempre. Aprendí a hablar después de los dos años y a caminar después de los cuatro. Hasta aproximadamente los cinco años, mi corta vida fue una sucesión de hechos rutinarios, de tal modo, que no hubo mucho que contar, a no ser los recuerdos muy lejanos y difusos que tenía de mis padres y hermanos. Después de la muerte de mi madre, ¡yo tenía cinco años! la vida de todos comenzó a cambiar, es increíble como la falta de una persona puede trastornar a muchos y como la irresponsabilidad puede derrumbar todo lo que se ha construido con amor y sacrificios. Mi padre, dejó de ser el padre cariñoso y responsable que estaba pendiente de su hogar, para convertirse en un ser totalmente desconocido: brusco, bebedor consuetudinario, irresponsable, descuidado y en algunas oportunidades grosero; atrás quedaron los paseos al litoral, en compañía de los tres hijos mayores y de Tino, la asistencia al estadio para ver los partidos del beisbol, él fue fanático de un equipo llamado Pampero y yo, a pesar de mi corta edad, me gustaba el equipo Cervecería. Los recuerdos que tengo de mi madre, se limitan a tres, llamémoslos episodios, el primero, cuando vivíamos en la casa grande, la familia tuvo dos casas, una grande y otra mas pequeña, recuerdo a mi madre paseando un niño en la sala, para lograr que se durmiera, me imagino que era a Eusebio, quien era muy inquieto y llorón, en otro recuerdo, mi madre estaba en una cama en casa de su mamá, escuchando música de un famoso cantante ecuatoriano, llamado Julio Jaramillo que hizo del país su segunda patria, al que llamaban "el rey de la rocola" y el último recuerdo, era una fotografía del ataúd donde llevaban sus restos, en hombros de unos funcionarios de la policía, uno de sus hermanos, mi tío Celio, era policía y tal vez por eso aparecían algunos agentes cargando el féretro, estos fueron los recuerdos que tenía de mi difunta madre y que me han acompañado toda mi vida. De la familia de mi madre puedo recordar mas o menos con cierta claridad a mi abuela Eugenia y a su hermano Ceferino, mis tías Juana y Celina y a mis tíos Pancho, Celio y Cha, de este último nunca supe el verdadero nombre; hasta la fecha actual, no se si continúan vivos o ya murieron, pero en mi años de adolescente pude compartir con ellos en algunos momentos. De la familia de mi padre, no queda ninguno de los hermanos, todos murieron pisando los ochenta años, a excepción del tío Moncho quien murió cincuentón, debido a una enfermedad llamada diabetes, de todos ellos, hablaremos en el transcurso de la narración.

Nuestra vida transcurría con muchas limitaciones, la falta de mi mamá en casa, comenzó a notarse, especialmente en el comportamiento de mi papá, quien no volvió a ser el mismo y prácticamente se tiró al abandono, convirtiéndose en un ser sin voluntad y coraje para tomar decisiones y lo que fue más triste aún, se estaba convirtiendo en un alcohólico. Esta situación dejo a mi tía y a Tino como los responsables del hogar, especialmente de los seis hermanos, quienes estábamos muy pequeños para entender lo que estaba sucediendo. Mi tía y su hijo dejaron sus ocupaciones habituales y se lanzaron a la calle para procurar llevar la comida a la casa, para ellos, los seis muchachitos y muchas veces para mi padre, quien llegaba borracho exigiendo pronta atención. Mi tía, lavaba y planchaba ropa ajena y Tino, dejó los estudios para emplearse en un taller como ayudante, donde le pagaban un sueldo mínimo que apenas si alcanzaba para sus propios gastos, pero la vida continuaba y los huérfanos, por lo menos los tres mayores, con muchos sacrificios asistíamos a un colegio de instrucción primaria. Cuando mi padre llegaba rascado, Tino y los muchachitos se escondían en un cuarto hasta que se quedaba dormido, después de hablar mucho, cantar tangos y hasta insultar a mi tía. Tino, quien a fuerza de coraje y sacrificios se había convertido en un joven adolescente con un cuerpo de luchador profesional, hacía de tripas corazón cada vez que su tío llegaba rascado asustando a la familia y ofendiendo a su mamá y así se lo hizo saber a esta.

-Mamá, el comportamiento de mi tío ya está fuerte, ¡no respeta nada, ni nadie! Cada vez que llega rascado, tengo que esconderme junto con los niños para evitar que se meta con nosotros y entonces se mete contigo y te ofende, sin darse cuenta que esta casa funciona gracias a ti. ¡Ya me está cansando!

Mi tía trataba de defenderlo, poniendo como escusa que la muerte de mi mamá lo estaba afectando mucho

-Hijo, debemos tener paciencia con tu tío, le decía, todavía no ha podido olvidar a María.

-Mamá, usted sabe bien que eso es mentira, ya ha transcurrido suficiente tiempo para que él recupere su vida, lo que pasa es que ya le cogió el gusto a la vida fácil, sin responsabilidad, ni obligación con la casa ni los niños, puro licor y amigotes para celebrar ¿Cuántas veces nos ha tocado ir a buscarlo, porque se ha caído rascado y no se puede levantar? ¡Ya no quiere ni trabajar! Lo siento mamá, si esto va seguir así, nos regresamos para el pueblo.

No se imaginaba Tino lo que le deparaba el futuro y lo mucho que tenían que sufrir todavía. Mi tía, reconocía las razones de su hijo, pero temía un enfrentamiento entre tío y sobrino, ella sabía que lidiar con borrachos no era fácil ¿Cuántas veces le tocó lidiar con su hermano Moncho, a quien le gustaba beber mucho? Pero el enfrentamiento llegaría en cualquier momento y este no se hizo esperar, mi papá llegó rascado como ya era su costumbre, gritando, insultando, maldiciendo y exigiendo que le sirvieran la comida:

-Tengo hambre, "no joda" ¿Es que en esta casa no me van a atender? ¿Dónde se han metido todos? ¡Ya voy a buscar un machete para darles plan por ese rabo a todos, grandes carajos! Coromoto, ¡atiéndeme! O es que ¿quieres que te monte en un autobús junto con tu hijo, y te mande para tu monte? Estás en mi casa y ¡aquí mando yo!

Tino, quien estaba en el cuarto con los niños, salió enfurecido a enfrentar a su tío, a pesar de los ruegos de mi tía:

-Escuche usted tío, yo a usted lo quiero y lo respeto, pero no puedo permitir que tome su aguardiente para venir a la casa a amenazar, insultar y especialmente a meterse con mi mamá, que el único daño que le ha hecho es ayudarlo, la próxima vez, me encargaré personalmente de preparar nuestra maleta y largarnos de aquí, ¡usted verá que hace con sus hijos! ¿Entendió?

Mi papá se asustó, cuando vio a ese hombre de uno noventa de estatura y con cuerpo de deportista, que con las piernas abiertas y los puños crispados se le enfrentaba. ¿De donde salió este hombrón? < ¡No puede ser mi sobrino Tino! ¿Cuándo se convirtió en ese gigante?> Se preguntaba. < ¿Será efecto del aguardiente? Es mejor quedarme callado, porque si le respondo, ¿Quién sabe que puede pasar?> Cabizbajo y tembloroso se encerró en su cuarto y no supieron de él hasta la mañana siguiente, cuando salió amaneciendo y ni siquiera pidió "su cafecito".

Mi tía todavía estaba asustada por el incidente de la noche anterior y más aún, por la marcha tan temprano de su hermano sin tomar café, < ¿Qué estará pensando? ¿Será que vendrá por la noche, borracho y con ganas de pelear? ¡Estoy sorprendida como lo enfrentó mi hijo! ¡Se veía tan inmenso, tan…tan…¿Cómo decirlo?, tan hombre! ¡Oh Dios, te suplico que esto no vaya a traer malas consecuencias! Debo hablar con Tino para evitar futuros enfrentamientos, sobre todo, por los muchachitos, son tan pequeños e inocentes. ¡Que orgullosa me siento de él, ya es un hombre hecho y derecho!> Mientras tanto, mi primo se preparaba para irse a trabajar y entró en la cocina a saludar a su madre y a comerse la arepa rellena que seguro le tenía preparada.

-Bendición Mamá, ¿Cómo Amaneció? Sentí cerrarse la puerta bien temprano, ¿Ya mi tío se fue? ¿Le dijo algo?

Mi tía lo miró y le pareció una persona diferente, en una noche, su muchacho se había convertido en un hombre, un adolescente con cuerpo y mente de una persona madura, no pudo evitar una lágrima al pensar en lo que esto significaba, rápidamente se limpió la cara y le respondió:

-¡Dios me lo bendiga hijo! Parece que hoy todos madrugaron, Rafael ya se fue y tú por lo que veo, también vas a salir temprano a trabajar.

-No es eso mamá, lo que pasa es que anoche no pude dormir bien, le contestó Tino, usted sabe porqué, estoy preocupado, creo que fui muy rudo y grosero con mi tío ¡ojalá que esto no nos traiga malas consecuencias! Pero, es que no aguantaba más tanto insulto y amenazas contra todos, incluyendo a mis primos, ¡Usted no se imagina como temblaban por el susto! Lo siento mamá, pero debo salir a caminar para aclarar mis pensamientos, ¡Nos vemos al mediodía!

Mi tía entristecida por las palabras de su hijo, continuó con sus labores y se dirigió al cuarto de los niños para despertarlos y prepararlos para el colegio, Mayra, Cruz y yo, asistíamos a una escuela primaria cercana a la casa, las clases eran todo el día, desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, con un receso al mediodía para almorzar. A pesar de nuestra corta edad, entendimos que la discusión del primo con mi papá, hacía la situación más difícil de lo que estaba, pero, de una cosa estábamos seguros, Tino hizo que por primera vez en mucho tiempo, mi padre nos dejara dormir tranquilos; nadie se imagina el miedo que sentimos cuando él llega borracho, mis hermanos y yo corremos asustados para escondernos debajo de las camas, mientras mi primo se queda sentado en la cama para protegernos, en verdad, Tino es nuestro hermano mayor, ¡Como nos protege! Especialmente a Camilo, parece que fuera su hijo.

Mi tía y su hijo, fueron para nosotros más importantes que nuestros padres, es posible que esta aseveración ofenda a muchos, incluyendo a mis hermanos, pero analizando todo lo sucedido después de la muerte de mi mamá y del abandono de la familia por parte de mi papá, Tino y su madre se convirtieron en nuestros padres. Algunos dirán que mi tía nos entregó a los tres mayores, a otros familiares, ¡es cierto!, pero como leerán más adelante, la situación lo ameritaba y después cuando esta "mejoró", regresamos con ellos; que Tino nos hizo vivir momentos de temor parecidos a los que vivimos con mi papá por causa del licor, ¡es verdad!, pero salvo en esos momentos el resto del tiempo nos brindaba protección y seguridad. Estos dos seres, perdieron su juventud cuidando a unos niños que si bien eran primos carnales, no eran su obligación, no eran sus hijos y sin embargo se echaron a cuesta esa tremenda carga, sin pensar en nada, al principio por amor a mi padre, a mi madre, pero después por amor a esos pequeños que se le metieron muy adentro, desde estas páginas, mi agradecimiento a los dos por todas esas cosas bellas que sembraron en nosotros, a mi tía, que Dios la tenga en la gloria y para mi primo, mis respetos, cariño y admiración, estoy seguro que los hermanos que quedan vivos se unen a mis palabras de gratitud.

Continuemos con nuestro relato. Mi papá, después de las palabras enérgicas pronunciadas por su sobrino, despertó de su mal sueño y se propuso enmendar su vida, la vergüenza que aún sentía y que tal vez nunca olvidaría, lo hizo ausentarse de la casa por unos días, para meditar y estudiar la situación en la cual se encontraba y como podía solucionarla . Pasaron varios días, la familia se encontraba preocupada por la larga ausencia de mi padre, cuando inesperadamente apareció. Mi tía, quien estaba con los tres hermanos más pequeños, se alegró y lo recibió con mucho cariño, demostrándole el mismo afecto de siempre:

-¡Hermano! ¡Que feliz me siento de verte! ¿Dónde estabas? ¿Por qué nos abandonaste? ¡Nos tenías muy preocupado! Déjame prepararte un cafecito.

-¡Coromoto querida! Tú siempre preocupada por los demás ¿Cómo están todos por aquí? Los niños, mi sobrino y tú ¿Cómo están? No me voy a quedar mucho tiempo, solamente vengo a buscar mi ropa, me voy a trabajar al Occidente del país, un amigo me recomendó y voy a construir varias casa allá, les mandaré dinero semanalmente para ayudar un poco al mantenimiento de la casa.

-Pero Rafael, ¿Cómo vas a dejar tu hogar, tus hijos? ¿Qué va ser de ellos? Todos te necesitamos aquí, en la capital hay suficiente trabajo ¿Porqué ir tan lejos?

-Hermana, la decisión está tomada, mañana debo estar en el terminal muy temprano, te agradezco me prepares la maleta con todo lo necesario para varios días, vendré de vez en cuando a visitarlos y a traerles dinero para los gastos, créeme hermana, este viaje me va a permitir reconstruir mi vida, últimamente no me he portado muy bien que digamos, es lo mejor para todos, me despides de Tino y de mis hijos, diles que los quiero mucho y que estaré pendiente de ellos.

Mi tía, se dirigió al cuarto de mi padre para prepararle la maleta, , pensando así, salió del cuarto con sus pertenencias, se las entregó y sin muchas ceremonias, se despidieron para no verse en un largo tiempo.

Lo que desconocíamos todos, era que el destino todavía nos deparaba más sorpresas. Pasaron algunos meses, nos estábamos acostumbrando a nuestra vida de pobreza e insuficiencia de todo; nosotros, asistiendo a la escuela, mi tía, trabajando duro en la casa, lavando y planchando ropa ajena y Tino apretando tuercas y llenándose de grasa y aceite para medio ganarse el sustento para él y la casa, mi papá no portó por la casa nunca más. El viaje al Occidente o era mentira o nunca se dio, después nos enteramos que estaba enamorado y se la pasaba por la avenida en casa de la novia, parece que había recuperado su personalidad, andaba de de flux y corbata y lo que era más importante ¡sobrio! ya no tomaba, por lo menos, no tanto como anteriormente, tenía un buen trabajo, parecía que los culpables de sus desgracias, era la familia, ¡nunca más regresó a la casa! Un día llegó a la casa un telegrama, que fue recibido por mi tía, < ¿Qué será esto? Fue la pregunta que se hizo, esto me trae muy mala espina> con mano temblorosa, sacó el papel del sobre y leyó con gran dificultad su contenido, releyó varias veces, pero seguía sin entender, . Se dedicó a sus oficios que eran muchos, con el negocio de lavar y planchar ropa ajena, apenas le quedaba tiempo para atender los oficios de la casa, la atención de los seis muchachitos y de su hijo le ocupaban mucho tiempo, pero a ella le gustaba su trabajo, disfrutaba viendo a sus sobrinos limpios y bien vestidos, aún cuando últimamente, tenía que remendar algunas ropitas, especialmente los uniformes para el colegio, no había dinero para comprar prendas nuevas, mis pantalones del uniforme, que eran blancos, estaban hechos de tela de saco de harina, a pesar, de haberlos dejado en cloro y hervirlos muchas veces, todavía se les notaba en la parte trasera la marca de la harina "Gold Medal". Mi tía estuvo tan ocupada todo el día, que olvidó en su bolsillo el telegrama y no fue hasta la noche que se acordó y se lo entregó a Tino y diciendo esto le entregó el papel a su hijo, quien lo leyó repetidas veces como si no lo entendiera, hasta que se puso pálido y se le cayó el papel de la mano, mi tía se asustó y pensó que le iba a dar algo, corrió a la cocina a buscar agua preguntándole con voz angustiada, ¿qué le pasaba? él sin poder hablar todavía se bebió el agua, recogió el telegrama y salió apresuradamente de la casa. Ella, sin saber que pensar, se echo a llorar imaginando que cualquier tragedia pudo pasar y ella no había entendido el dichoso papel . Mientras ella quedaba en casa preocupada, mi primo, prácticamente corriendo y todavía impresionado por lo que leyó en el papel, se dirigía al sitio donde supuestamente estaba su tío, . Pensando de esta forma, llegó al sitio, este era una buena casa, construida en una de las avenidas más importantes de la ciudad. Se detuvo enfrente y descansó un momento para recuperar el aliento, entre la rabia y la carrera, se había quedado sin resuello, . Tocó el timbre y esperó, no transcurrió mucho tiempo, la puerta se abrió y apareció una muchacha:

-¿Qué desea joven? Preguntó la muchacha.

Inmediatamente, recordó lo que le habían contado de su tío y la morenita que trabajaba en esa casa, se dijo.

-Disculpe señorita, estoy buscando a mi tío Rafael, me informaron que podía encontrarlo aquí, ¿es eso verdad?

-Sí, él está aquí, dijo la joven ¿Quién lo busca?

-¡Estoy de suerte! Pensó él. Dígale por favor, que su sobrino Tino necesita hablar con él, ¡que es muy urgente!

-Rafael, aquí te busca un joven que dice ser tu sobrino, y qué es muy importante lo que te tiene que decir.

-¡Mi sobrino! ¿Qué sobrino? Y preguntando esto, se acercó a la puerta. La sorpresa se pintó en su cara y apenas pudo pronunciar el nombre del sobrino:

-Tino, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me conseguiste? ¿Pasa algo en la casa? Ven, vamos a hablar en la calle.

Y diciendo esto, lo tomó por un brazo y lo condujo lejos de la casa, donde María, así se llamaba la novia, no escuchara lo que iban a hablar, parece que a mi papá le gustaban con ese nombre, además, aindiada, morena y pequeña, parecida a mi mamá, en algunas cosas, ¡Mi madre era más hermosa! Tino, se dio cuenta de la maniobra de mi papá, más no dijo nada, . Cuando se alejaron lo suficiente, sacó el telegrama del bolsillo y sin saludar ni pedir la bendición, le preguntó con mucha ira:

-¿Qué significa esto? ¿Significa lo que estoy pensando? ¿Vendió usted la casa y dejó a sus hijos en la calle? ¡Explíquemelo usted, porque yo no lo entiendo! Si es así, ¿Donde vamos a vivir? ¿Se da cuenta de tremenda vaina que nos ha echado, especialmente a sus hijos?

Mi padre, con el papel en la mano, no se atrevía a mirar a mi primo y apenas balbuceando le contestó, que la necesidad lo había obligado a vender la casa, que buscaran un lugar alquilado mientras tanto y él se comprometía a construirle otra casa lo más pronto posible.

-Tío, le voy a decir algo, perdone si con esto le voy a faltar el respeto, ¡Usted, es un embustero! Nos hizo creer que se iba de viaje al Occidente, sólo para evitar que mi mamá le hiciera cualquier reclamo y sacar su ropa de la casa, vende la casa a espaldas de su familia y nos deja en la calle y lo que es más triste aún, ¡No pensó en sus hijos! Y pretende que yo le crea, lo siento, pero, no lo puedo hacer y le voy a decir otra cosa, para mí, ¡Usted ya no existe! ¡Usted lo que es un sinvergüenza!

Tino, se retiró más molesto que como había llegado, no sin antes arrebatarle de las manos el bendito telegrama, pensó. Mi padre, se le quedó mirando, hasta que desapareció de su vista y luego se dirigió a la casa donde lo esperaba su novia; ¿Qué conversaron? ¿Hubo algún reclamo por parte de ella?

Nosotros, nunca lo supimos, después de cierto tiempo nos enteramos que se habían casado, pero esa es otra historia.

Mi primo, antes de llegar a la casa, se detuvo en un bar, donde pidió una cerveza para tratar de disipar la rabia y el dolor que esta situación le causaba, aunque era menor de edad, su tamaño y contextura lo hacían lucir mayor, Esto pensaba, mientras se tomaba varias cervezas, que aplacaron un tanto su rabia, más no su preocupación. , terminó de beber su cerveza, canceló la cuenta y se dirigió a su hogar.

Mientras tanto, en casa, mi tía, preocupada por la salida intempestiva de su hijo, trataba de contener el llanto que continuamente afloraba a sus ojos, Estas y otras interrogantes la atormentaban, sin brindarle la seguridad y el consuelo que tanto necesitaba. Cuando sintió que abrían la puerta, se paró rápidamente de la silla y se dirigió a la sala, era mi primo, quien regresaba a la casa, agobiado y triste por las noticias que traía para la casa.

-Hola mamá, deme la bendición, ¡Bastante que la necesito!

-¡Dios me lo bendiga! ¿Qué pasa hijo? ¿Por qué esa cara? ¿Por qué saliste corriendo de la casa? ¿Adonde fuiste?

-¡Mamá, deje que me calme!, le voy a explicar "Paso a Paso", todo lo que ha ocurrido desde el momento de mi salida apresurada de la casa. La explicación es muy sencilla, en este telegrama, nos están pidiendo desocupación, tenemos treinta días para abandonar la casa o nos sacarán a patadas con todos nuestros corotos, ¿Por qué? Sencillamente, porque mi tío la vendió, para poder casarse con una novia que tiene en una casa por la avenida, por cierto, también se llama María, ¿Cómo lo supe? Hace días, alguien me informó de sus amores con esta joven y hasta la dirección me dio, cuando vea a esta persona se lo voy a gradecer, si no es por él, no conoceríamos la verdad de lo que está sucediendo. Hablé con mi tío, estaba supuestamente visitando a su novia, estaba muy bien arreglado, parecía todo un galán. Parece que la novia no sabe que tiene una familia, me llevó retirado de la casa para que ella no escuchara nuestra conversación. ¡No negó nada!, de tal manera, que lo de la venta de la casa es verdad. Tampoco pidió disculpas, ni dijo nada de venir a la casa para darnos una explicación, de tal forma mamá, que estamos solos en esto y tendremos que ver como lo resolvemos.

Mi tía, se quedó pensando en lo que le había contado su hijo, todavía no lo había asimilado, al cabo de un rato, le preguntó nuevamente el significado del papel y si en verdad estaba dirigido a ellos:

-Hijo, ¿Tú revisaste bien la dirección? ¿No estará equivocada? ¡Es que no puedo creer que esto nos esté sucediendo! ¡Mi hermano no es capaz de hacernos esto! ¿Dónde quedó la crianza que le dimos? No puede haberse perdido con los años.

Mi primo, sintió pena por su madre, la forma como defendía a su hermano, lo llenó de mucho sentimiento, la notó tan acabada y desvalida que la quiso más en ese momento y trato de no hacerle más daño, de modo, que trató explicarle de la mejor manera la situación:

-¡Escuche mamá!, yo me siento tan mal como usted, pero tiene que entender que a medida que vamos creciendo, vamos cambiando, la muerte de su esposa parece que lo desequilibró, le afectó tanto la mente que le torció su camino y no lo ha dejado pensar bien ¡Esperemos por su propio bien, que cambie! Si no lo hace ¡pasará mucho trabajo en su vida!

Estas palabras de mi primo fueron proféticas, mi padre nunca más fue el mismo, la decadencia fue tan marcada, que después de cierto tiempo estaba en la miseria, pero de esto hablaremos más adelante.

-Quiere decir hijo, preguntaba mi tía, ¿Tenemos treinta días para mudarnos? ¿Y cómo vamos a hacer? No tenemos dinero para comer bien, mucho menos para un depósito y un alquiler mensual. ¿Qué les diremos a los niños?

-Mamá, vamos por parte, lo primero que tenemos que hacer es ir buscando, treinta días pasan pronto y no sabemos como van a actuar los nuevos dueños, pueden botarnos a la calle sin importarle los niños, el depósito, dependerá de lo que se consiga, pero por lo pronto, ¡hay que buscar! En cuanto a los niños, hablaremos con Mayra, Cruz y Josué, los otros están muy pequeños y es posible que todavía no entiendan, usted que está más en contactos con ellos, hágalo poco a poco, para que lo puedan entender mejor.

Lo que no sabían ellos, era que Mayra y Cruz habían sacado sus propias conclusiones, desde el día que Tino le reclamo fuertemente a mi padre, ellas se imaginaban lo que pasaba, en las noches dormían en el mismo cuarto con Johana, y comentaban la ausencia de mi padre decía Cruz a Mayra, le contestaba Mayra, Mayra le pregunta a Cruz: < ¿Tú crees que mi papá regresará a casa, han pasado muchos días> < ¡Yo no lo extraño Cruz! El se ha portado muy mal con nosotros, especialmente con mi tía y con Tino, después de la muerte de mi mamá, ellos han sido los únicos que han estado pendiente de nosotros, la demás familia, ni de visita, ¡claro! Como somos los huérfanos , creerán que les vamos a pedir algo> < Hermana, no pienses así, ¡mira que no sabemos que va a pasar con nosotros!> < ¡Yo sí pienso así!, y si tengo que decirlo se los digo, ¡no me importa!>. Mayra, siempre ha sido rebelde, aún en la actualidad les dice las cosas en su cara a quien sea, Cruz fue más dócil y siempre estuvo influenciada por su hermana mayor.

A los pocos días del bendito telegrama, mi tía, llegó con una buena noticia, si se puede llamar así, una vecina de la casa grande, donde vivíamos antes, podía alquilarnos dos habitaciones, allí podríamos acomodarnos hasta que consiguiéramos algo mejor; la habitación grande, era un rancho de tabla con piso de tierra y techo de zinc, donde nos acomodaríamos los seis hermanos y mi tía, en la pequeña, la cual tenía construida las paredes con bahareque, piso de cemento y techo de zinc, sería para Tino, quien necesitaba privacidad, debido a su edad. Mi tía y Tino fueron a inspeccionar el sitio y no quedaron satisfechos con el precio ni con la construcción, pero, la necesidad tiene cara de perro y llegaron a un acuerdo con la dueña, para mudarse a finales de mes, que era cuando se vencía el plazo dado para la desocupación de la casa. En cuanto al depósito exigido, la dueña aceptó los muebles que no podíamos llevarnos, como pago por el mismo y además, nos daba tres meses de gracia, esto quiere decir que teníamos cancelados tres meses de alquiler. Los enseres que utilizaríamos en nuestra nueva "residencia" fueron: un cama matrimonial, donde dormirían mis tres hermanas, una individual, para mi tía y Camilo, dos hamacas para Eusebio y para mí, una cocina de kerosene y los utensilios de cocina. Para la habitación de Tino, una cama individual, una mesa de noche y un escaparate, el resto del mobiliario fue a parar a la casa de la vecina. No hay palabras para describir lo que sentimos, cuando dejamos nuestra casa, sobre todo cuando conocimos el sitio donde viviríamos, hasta Camilo, quien era el más pequeño, lloraba y preguntaba ¿Por qué nos mudamos? Comenzaba para nosotros una nueva vida.

En casa de la tía Carmela

La mudanza se efectuó sin grandes inconvenientes, pero, cuando ya estábamos instalados, nos dimos cuenta, lo difícil que sería acostumbrarnos a esta situación de hacinamiento, que nunca habíamos tenido; en la mañana, después de levantarse, recogíamos las hamacas y acomodábamos las camas, de tal manera, que permitiera el paso hacia afuera y para que mi tía pudiera utilizar la "cocina" con cierta comodidad, en la noche, dormíamos adentro, pero en el día, pasábamos la mayor parte afuera. Esta situación de hacinamiento y promiscuidad duró cierto tiempo, pero los continuos reclamos y quejas por parte de Mayra y apoyados por Cruz y por mí, obligó a mi tía y a Tino, a tomar la decisión de hablar con la familia para buscarnos ubicación y así fue como Mayra y Cruz se fueron a vivir con mi abuela Eugenia y a mi me tocó vivir con mi tía Carmela. Los tres hermanos aceptamos el cambio con tranquilidad y hasta con cierta alegría, ¡por fin, tendríamos tranquilidad y sobre todo, privacidad!

Mayra y Cruz al poco tiempo de llegar a casa de mi abuela, fueron colocadas en sendas casas de familia como "acompañantes" de la familia. Mayra, tuvo mejor suerte, le tocó una familia considerada y muy unida, con la que convivió la mayor parte de su vida y que la trató como parte de la familia. Cruz, no tuvo tanta suerte, y al poco tiempo, debió mudarse con la tía Carmela, donde había vivido yo.

Mi tía Carmela, era la más pequeña de los hermanos por parte de mi padre, se casó con un buen hombre llamado Francisco, quien aparte de ser un buen esposo y padre, era un excelente hijo y hermano; bautizó a Mayra y por lo tanto, era su padrino, mejor dicho lo era de todos nosotros, todos lo llamábamos padrino, en lugar de tío. Mi tía Carmela, era una mujer de carácter muy fuerte, autoritaria, mandona y siempre estaba ordenando, no importaba quien fuera, mandaba hasta la suegra y las cuñadas, que vivían con mi padrino, en una enorme casa situada en un buen sitio de la capital. No nos imaginábamos como Francisco se casó con ella, debió estar muy enamorado; mi tía era muy simpática físicamente, pero, su mal carácter la hacían desagradable, tuvieron un sólo hijo, José María, con el compartí buenos y malos momentos, el hecho de ser hijo único, lo hacía ser malcriado y mal educado, era el consentido de la casa y todo giraba en torno a él. La discriminación con respecto a mí era más que evidente, yo, era el huerfanito, a quien habían ellos recogido, para hacerle un favor a su hermana Coromoto. Deberes tenía muchos, derechos muy pocos, aparte de asistir a la escuela por las mañanas, el resto del día hacía los mandados, barría la casa, regaba la matas, limpiaba el baño y después hacía la tarea escolar. Hubo un incidente, que sucedió durante una de las tantas reuniones que hacían en la casa y fue el siguiente: fueron a la casa algunas amigas de mi tía y me encargaron para que les llevara refresco, así lo hice y una de las visitantes preguntó a mi tía mi tía respondió . Estas palabras me causaron tal vergüenza y humillación, que me fui a mi "cuarto", que era el depósito de los muebles que no se usaban y me puse a llorar, deseando estar hacinado en la habitación con mis hermanos y mi tía. En otra oportunidad, cuando hice la Primera Comunión, mi primo José María también la hizo el mismo día, mientras yo iba vestido con un sencillo traje azul, por cierto, me lo compró mi padre, quien reapareció en nuestras vidas, después de un tiempo ausente, mi tía vistió al hijo con un traje blanco, que marcaba la diferencia entre el huérfano y el hijo único y lo que es peor, nos hizo retratar juntos, como para acentuar, quien valía más. Sin embargo, debido a mi corta edad, no pensaba mucho en estas cosas y trataba de llevar una vida acorde con mis años, a medida que fui creciendo, pude analizar esos años vividos en casa de la tía Carmela y llegué a la conclusión que era su forma de ser, que no lo hacía con mala intención. Mi padrino Francisco y su familia, especialmente, su mamá, me acogieron con mucho cariño y me lo demostraron de muchas maneras, algunas veces me llamaban a su cuarto para darme un dulce, un caramelo o un poco de comida que ellas habían tomado de la cocina, eso sí, a escondida de la tía Carmela, generalmente las comidas eran escasas, yo siempre quedaba con hambre y ellas también; cuando digo ellas, me refiero a la mamá y una hermana solterona de mi padrino, que tenía problemas leves de retardo, pero era muy cariñosa con su madre y conmigo.

De esa estadía en casa de mi tía Carmela, recuerdo algunas situaciones que quedaron grabadas en mi mente y que nunca pude olvidar, una de ellas fue un accidente que tuve en una fábrica de refrescos. Una de mis obligaciones, era llevarle la cena a Carlos, este era un joven que vivía alquilado en una habitación en casa de mi tía, trabajaba por las noches en una embotelladora muy famosa y debía llevarle todos los días la cena a su sitio de trabajo, esto a mí no me molestaba, por el contrario, me servía de distracción; me llamaba la atención la forma como trabajaban las máquinas, me quedaba absorto viendo como se llenaban las botellas del sabroso líquido, además, Carlos me regalaba un refresco, el cual yo saboreaba poco a poco, mientras él terminaba de comer; por lo general, yo siempre he sido una persona tranquila, nunca fui un muchacho tremendo, pero un día, cosas del destino o del diablo, diría yo, se me ocurrió ponerme a mover una carrucha, que usaban para cargar las gaveras de refresco, con la mala suerte que debido al peso, no pude dominarla y me cayó uno de los mangos en el pie derecho, produciéndose una herida en el dedo gordo, por supuesto, el grito que pegué y la sangre que brotaba de la herida, asustó a Carlos y de inmediato me llevó al puesto de socorro, que afortunadamente no quedaba lejos, la atención fue inmediata, tal vez por que se trataba de un niño, me hicieron un injerto, o sea, sacaron carne del muslo para cubrir parte de la herida, en la cual una pequeña arteria había sido afectada, nunca se recuperó el flujo de sangre hacia la uña y hasta la fecha debo tratar con sumo cuidado esta parte de mi pie. Otro incidente que nunca he podido olvidar, sucedió en época de carnaval, en la escuela donde estudiaba tercer grado, hicieron la elección de la reina y el rey de carnaval, el método era muy sencillo, se escogían los(as) candidatos y los alumnos votaban por los de su preferencia, como reina quedó una niña muy linda llamada Irma, de ella todos los varones estábamos enamorados, como rey, ¿adivinen quién quedó? ¡Este galán! Mi sorpresa y alegría fueron mayúsculas, porque nunca me pasó por la mente, ser rey de nada, el único problema que existía, era que había que ir disfrazado de rey o por lo menos de príncipe < ¿de donde voy a sacar dinero para un disfraz? Espero que mi tía no se ponga brava por esto> pensaba yo, pero, la alegría era tan grande, que al llegar a la casa, le solté de sopetón la noticia, ¡más vale que no! La reacción de la tía Carmela no se hizo esperar < ¿Tú estás loco, muchacho del carajo, de donde voy a sacar dinero para comprarte un disfraz, tú crees que yo soy millonaria? ¡Que te lo compre la maestra!>. Fin del sueño, el nuevo rey sería quien quedó de segundo.

Tengo buenos recuerdos de mi época escolar en casa de mi tía, siempre fui un buen estudiante desde el primer grado, recuerdo que los primeros cuatro grados de educación primaria, los pasé eximido, quiere decir que no presenté examen final, el tercer grado lo estudié en una escuela pública cerca de la casa donde vivía, el cuarto grado lo cursé en la "Escuela Popular Don Bosco", donde la educación era muy rígida y más religiosa que laica, era tipo seminternado, pasábamos todo el día en ella, no me quejé nunca de este tipo de formación, por el contrario, agradezco a los maestros de aquella época, porque gracias a ellos, adquirí principios y normas que me ayudaron a formarme en mi pre y adolescencia. Como dije anteriormente, fui un buen estudiante, me preocupaba por hacer bien mis tareas, estudiar para los exámenes y respetar a mis profesores. Esta actitud, me valió la distinción como el mejor estudiante de mi sección y la opción para una beca como internado, en el Seminario de la capital, como podrán entender, un lugar para la formación de sacerdotes. No fue sencillo convencer a la tía Carmela, para que autorizara mi ingreso a esta institución, alegaba ella que eso era mucho gasto, que mi papá no los asumiría, que mi tía Coromoto tenía muy mala situación y que ella no se comprometía, porque no era millonaria y por lo tanto, que me olvidara de esa tontería, que ella me iba a inscribir en un colegio público. Yo quería entrar al seminario, no tanto por la vocación religiosa, sino por escapar de esa casa, donde me sentía incómodo y muchas veces menospreciado. Viendo la actitud de ella, hablé director del colegio y este me prometió interceder ante el obispo y exponerle la situación en busca una solución. Afortunadamente, todo se solucionó e ingresé en el seminario.

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