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Riqueza, pobreza y desarrollo sostenible



    INTRODUCCION

    Para poder hablar de riqueza, pobreza y desarrollo
    sostenible habría primero ver que se entiende por estos
    conceptos para así crear una dinámica más
    exacta a través de la correlación existente entre
    estos términos.

    En el caso de riqueza se entiende que refleja un hecho
    socio-económico asociado al hecho de que ciertos
    individuos posean mayor cantidad de bienes materiales que otros.
    La riqueza por tanto está relacionada con el modo y
    calidad de vida de las personas ricas.

    La pobreza por su parte es vista como una
    situación o forma de vida que surge como producto de la
    imposibilidad de acceso y/o carencia de los recursos para
    satisfacer las necesidades físicas y psíquicas
    básicas humanas que inciden en un deterioro del nivel y
    calidad de vida de las personas, tales como la
    alimentación, la vivienda, la educación, la
    asistencia sanitaria, el acceso al agua potable, entre
    otros.

    Dentro de la idea de desarrollo existen diversos
    conceptos, de los cuales se tomaran los más importantes
    para el tema a tratar: El desarrollo social se refiere al
    desarrollo del capital humano y capital social en una sociedad.
    Implica una evolución o cambio positivo en las relaciones
    de individuos, grupos e instituciones en una sociedad.

    A continuación se estudiaran los siguientes
    aspectos para un mejor entendimiento:

    1. DOS CAMINOS
    DIVERGENTES: uno hacia la riqueza, el otro hacia la
    pobreza.

    Las sociedades rurales del tercer mundo padecen
    de empobrecimiento, desintegración social,
    emigración en gran escala y devastación ambiental.
    Aun, existe debate para asignar responsabilidades, la mayor parte
    de los pobres continúan viviendo en zonas rurales y
    luchando contra todo para sobrevivir. Para muchos, la pobreza y
    la marginalidad aún son obstáculos difíciles
    de superar. El debate moderno alrededor del desarrollo rural,
    inspirado en parte por la búsqueda de la sostenibilidad,
    refleja la profunda polarización que abarca todas las
    dimensiones de la vida en estos países. La
    modernización en América Latina describe la marcha
    del progreso en términos exageradamente benévolos.
    El análisis convencional del desarrollo agrícola
    premia a los pocos productores que tienen los recursos y
    conocimientos para utilizar paquetes innovadores destinados a
    modernizar la producción rural. Por lo contrario, de los
    productores pobres se dice que en tanto son circunscritos por su
    herencia étnica y social, y por una carencia de
    conocimiento y capital, destruyen y desperdician el potencial
    productivo de su legado natural; siguen cultivando productos
    tradicionales en lugares inadecuados, con técnicas y
    semillas obsoletas.

    Alrededor del mundo, la gente pobre es acusada
    de destruir sus entornos. Estas acusaciones, justifican las
    políticas que después amenazan la propia existencia
    de los grupos sociales tradicionales y de sus sistemas
    productivos.

    El debate convencional lamenta el destino de los pobres
    y la incapacidad de asignar recursos suficientes para atacar los
    síntomas de la privación que persisten en medio de
    la abundancia de estas mismas sociedades. Por el contrario, nos
    referimos en la acumulación de riqueza, lo cual ha
    polarizada a la sociedad y propagada la pobreza. La
    reorganización del control y de la utilización del
    espacio y los recursos, engendrada por la intensificación
    de la producción rural, está violando los
    principios básicos de la naturaleza y amenazando la
    viabilidad de las comunidades rurales. La diferencia en los
    sistemas sociales y productivos prevalecientes en toda
    Latinoamérica está conduciendo al desastre. Con el
    creciente desempleo y la discriminación contra los
    productores rurales de pequeña escala, la
    degradación ambiental está procediendo
    aceleradamente.

    El sistema mundial incrementa a diario la
    polarización entre pobreza y riqueza entre naciones,
    regiones, comunidades e individuos. Ahora, un grupo
    pequeño de naciones domina la estructura global de poder,
    guía la producción y determina quién puede
    progresar. Las demás compiten entre ellas para seducir a
    los poderes corporativos y financieros para que inviertan dentro
    de sus fronteras. De manera similar, muchas comunidades se pelean
    entre sí – sacrificando el bienestar de su
    población y la calidad de su propia infraestructura. Esta
    dinámica no conduce a la promoción del desarrollo
    sostenible. En su lucha por sobrevivir dentro del mercado global,
    muchas de las poblaciones rurales del mundo están
    condenadas a la marginalidad y a la pobreza permanente. La
    teoría convencional del desarrollo busca soluciones a la
    pobreza en los cambios estructurales producidos por el mercado.
    Los expertos en desarrollo internacional, y sus aliados entre los
    ambientalistas, se unen en un esfuerzo por arrancar a los pobres
    y a las indígenas de sus regiones; justifican su desalojo
    con argumentos que mezclan la búsqueda de la eficiencia
    económica con la acusación de que estos grupos
    propagan la destrucción de la naturaleza.

    Tanto el creciente número de pobres como
    los problemas ambientales en aumento requieren soluciones que
    sean menos dependientes de los del mercado; que tomen en cuenta
    lo redundante que resulta para grandes porciones de la
    población su participación en la estructura actual
    de la producción y del crecimiento económico y, que
    en consecuencia, fortalezcan a esta gente, creando un sistema en
    el cual las comunidades puedan sobrevivir sin una
    integración completa al mercado global.

    Un modelo de desarrollo alternativo requiere de nuevas
    formas de participación directa de las comunidades
    campesinas e indígenas dentro de un programa de
    creación de empleos en las áreas rurales, que
    incrementen los ingresos y mejoren los estándares de vida.
    Al recomendar políticas que fomenten y salvaguarden a los
    productores rurales en sus esfuerzos para llegar a ser nuevamente
    una fuerza social y productiva, esto contribuye al conocimiento
    de los pasos requeridos para promover la
    sostenibilidad.

    Los enfoques y modelos convencionales heredados
    del "norte" no han resuelto los problemas de la vasta
    mayoría de la población del mundo, la cual vive hoy
    en las condiciones de mayor pobreza de la historia reciente de la
    humanidad. La creciente brecha entre ricos y pobres, al interior
    de las naciones o en una escala internacional, ofrece un
    testimonio inobjetable de lo inadecuado del actual modelo de
    desarrollo económico.

    La sostenibilidad no es posible en las áreas
    rurales de Latinoamérica mientras la expansión del
    capital aumente los rangos de pobreza e impida el acceso de los
    pobres a los recursos necesarios para la sobrevivencia. El
    capitalismo no necesita ya de ejércitos crecientes de
    desempleados para asegurar salarios bajos, ni necesita controlar
    grandes áreas para asegurar el acceso regular a las
    materias primas y a los productos primarios requeridos por su
    maquinaria productiva. Más bien, el capital ha asumido
    control del Estado, modificando las estructuras social y
    productiva para deprimir los salarios y adquirir sus productos a
    bajos precios. Sin embargo, el mercado sigue desplazando a
    la gente a abandonar sus comunidades,
    empobreciéndola y sus entornos. Se requieren, por lo
    tanto, cambios para facilitar una estrategia de
    desarrollo sostenible.

    2. RIQUEZA,
    POBREZA Y DEGRADACIÓN AMBIENTAL

    2.1. CONTEXTO DE LA CRISIS ACTUAL

    Los problemas ambientales de
    Latinoamérica rural reflejan ahora la herencia de un
    patrón de desarrollo político polarizado. Aunque el
    proceso difiere grandemente de país a país, y
    aún al interior de cada país, los resultados han
    sido notablemente similares. La colonización de
    Latinoamérica dio origen a una serie sin fin de
    desplazamientos, apropiaciones y expropiaciones. Conforme las
    olas sucesivas de colonizadores demandaron las tierras de mayor
    productividad, el uso de la tierra evolucionó de su
    vocación histórica, productora de los
    requerimientos básicos para la supervivencia humana y
    social, al énfasis actual en la producción de
    cultivos que aseguran una ganancia a los propietarios. Por
    más de 500 años, los primeros habitantes de
    Latinoamérica y sus sucesores, han sido forzados una y
    otra vez a buscar refugio en condiciones cada vez más
    marginales, a partir de ecosistemas más
    vulnerables.

    Hacia mediados del siglo XX, los empresarios rurales
    comenzaron a modelar una nueva tradición
    científica, utilizando los recursos estatales y
    corporativos para inventar lo que pronto se conocería como
    la "revolución verde". Desplazando a los agrónomos
    que habían trabajado dentro de la tradición
    campesina, los técnicos introdujeron agroquímicos y
    maquinaria que utilizan fuentes de energía no renovables
    para aumentar la productividad.

    Las empresas comerciales modernas en ganadería,
    pesca y silvicultura, elevaron su productividad, yendo más
    allá del paquete de la "revolución verde" en
    insumos mecánicos y químicos, para incorporar
    rápidamente los avances más novedosos en
    biotecnología. Finalmente, la estructura social y
    política facilitó su acceso a los canales de
    distribución y, en consecuencia, les permitió
    ganancias extraordinarias en comparación con las de los
    otros grupos de productores.

    El uso dispendioso del agua, la energía y
    los agroquímicos. Es una respuesta lógica a las
    políticas erróneas que estimularon la
    producción mediante precios subsidiados para los insumos
    agrícolas clave. A nombre del progreso, y para
    contrarrestar la amenaza maltusiana, los modernizadores
    remodelaron el hemisferio completo: haciendo florecer los
    desiertos, abriendo los bosques húmedos tropicales,
    desnudando las montañas, drenando los pantanos y
    humedales, y cortando las raíces que sustentan los
    manglares.

    El sacrificio humano continúa siendo
    extraordinario. A todo lo largo y lo ancho de
    Latinoamérica, las comunidades agrarias han sido
    desplazadas de tierras valiosas y arrinconadas en zonas
    inapropiadas, confinadas en regiones de acceso cada vez
    más difícil, con las tierras más pobres o
    más inadecuadas y con la más precaria
    disponibilidad de agua. Engañados en regiones y empleos
    insostenibles, ellos encuentran difícil continuar las
    tareas importantes de conservación del suelo y el agua y
    los manejos que fueron parte integral de la práctica
    normal de sus ancestros. No tienen más alternativa que
    utilizar y devastar sus propios ambientes en su lucha desesperada
    por sobrevivir. Aun cuando los agricultores pobres poseen tierras
    de cultivo, por lo común se encuentran atascados en la
    marisma de restricciones burocráticas, sin posibilidades
    de cultivar productos comerciales valiosos o variedades modernas
    de sus cultivos tradicionales.

    La expansión acelerada del segmento
    moderno de la sociedad rural está, en consecuencia,
    ocasionando mayores y más severos problemas ambientales
    observados en las décadas recientes. Los trabajadores son
    envenenados en los campos, mientras que sus familias sufren por
    los efectos de la contaminación química y
    orgánica en sus comunidades. Los campesinos soportan
    condiciones de trabajo intolerables como trabajadores, o
    enfrentan a estados militarizados en su lucha por un poco de
    dignidad. Los estragos ambientales, acumulados por
    décadas, han acelerado su ritmo e intensidad a tal grado
    que ahora representan una gran amenaza para la viabilidad de
    incontables especies de flora y fauna, así como para la
    misma sociedad humana. El clamor de grupos de ciudadanos y
    ambientalistas organizados es testimonio de este
    fenómeno.

    2.2. POLÍTICAS QUE PROMUEVEN LA
    DESTRUCCIÓN AMBIENTAL Y LA POBREZA RURAL

    Los esfuerzos en los países
    latinoamericanos por promulgar un conjunto adecuado de
    regulaciones protectoras también han obligado a algunos
    productores a modificar sus prácticas, pero en muchos
    lugares las distorsiones burocráticas dificultan hacerlas
    valer efectivamente. Otros responden a las nuevas
    políticas que eliminan los subsidios de todos los
    productos de este tipo, utilizando recursos con mayor cuidado o
    cambiando las técnicas para reducir los costos o
    incrementar la productividad. Para este sector, una
    combinación de sus propios intereses, junto a las
    respuestas a las señales administrativas y del mercado,
    reforzada por una vigilancia social apropiada, puede conducir
    a una reducción progresiva del daño
    ambiental, en regiones ya ocupadas con anterioridad por el sector
    comercial.

    Sin embargo, aunque las estrategias políticas
    para fomentar a la protección ambiental son un avance
    deseable, pocos pasos se han tomado para proteger a las
    poblaciones en riesgo. Mientras tanto, el eslabón
    político crucial que determina la correlación entre
    las expropiaciones de los recursos naturales y ambientales y la
    explotación de la gente, se mantiene en el dominio de las
    organizaciones de base: los organismos no-gubernamentales (ONG),
    los grupos de mujeres, algunos grupos ambientalistas,
    organizaciones sindicales y los mismos productores directos. La
    experiencia reciente demuestra cómo el desarrollo
    sostenible complementa las luchas para la justicia social,
    derechos humanos y diversidad cultural (tal como el movimiento
    que confronta el "racismo ambiental").

    Los sistemas modernos de producción
    continúan su expansión, disputando los derechos de
    los campesinos e indígenas sobre sus tierras más
    productivas y sus recursos más valiosos. Las instituciones
    oficiales, nacionales e internacionales, impulsaron nuevas
    estrategias para premiar a los agricultores comerciales por sus
    aportaciones al desarrollo nacional, asegurándoles
    continuamente el acceso privilegiado a los recursos más
    valiosos de la sociedad en proceso de modernización: la
    tierra y los recursos naturales, la tecnología, el
    crédito y los canales del mercado. La pobreza es acentuada
    por esta expansión, la cual frecuentemente condena a la
    devastación a las regiones y a la gente que ahí
    vive. En la nueva política, la lucha de los pobres es cada
    vez más difícil. En el mejor de los casos, los
    grupos marginados pueden intentar reclamar una pequeña
    proporción de los presupuestos oficiales para sus
    esfuerzos; ahora reclaman a la comunidad mundial para que les
    entienda y apoye o recurren a nuevas formas de resistencia para
    insistir en sus demandas. Aun cuando las reformas agrarias
    forzaron una redistribución de la tierra entre los grupos
    campesinos e indígenas, como en México, Bolivia y
    Nicaragua, los recursos financieros y técnicos
    complementarios requeridos para aprovechar las nuevas
    oportunidades fueron invariablemente colocados al servicio de
    otros.

    2.3. LA DINÁMICA DE LA POBREZA
    RURAL

    La pobreza rural es la consecuencia
    histórica de los sistemas existentes de
    organización económica, los cuales continúan
    discriminando a los productores directos. Cuando se les compara
    con productores de otros sectores, se descubre que no
    están dotados de cantidades comparables de equipo que les
    permita elevar la productividad de la tierra y el trabajo. Sin
    embargo, es cada vez más preocupante que la
    organización de la producción en el agro del tercer
    mundo no sólo coloca a dichos productores en una
    desventaja con respecto a los de otros sectores, sino
    también en su lucha por competir contra los productores en
    otras partes del planeta. En el tercer mundo, carecen de acceso
    al apoyo técnico, financiero e institucional protector con
    que contaban los agricultores de otros países para
    enfrentar la competencia en periodos anteriores

    Estos problemas fundamentales pueden ser examinados
    más fácilmente identificando algunas de las causas
    principales de la pobreza rural, las cuales nos permiten elaborar
    los lineamentos para una estrategia alternativa del desarrollo
    rural sostenible:

    A) Políticas macroeconómicas y
    sectoriales discriminatorias.
    Como en los regímenes
    coloniales del pasado, los impuestos a la producción y a
    la exportación, los sistemas complejos de control de
    cambios y comercio con el extranjero (tipos de cambio
    sobrevaluados y tarifas protegidas para productos industriales) y
    los controles de precios sobre diversos bienes, son herramientas
    utilizadas para extraer plusvalía de los productores
    rurales. Los beneficios de la revolución verde, que
    condujeron a incrementos significativos de la productividad,
    fueron captados por aquellos grupos capaces de obtener acceso a
    los conocimientos técnicos, los financiamientos y la
    infraestructura. De modo similar, la inversión
    pública en sistemas de riego y colonización para
    expandir las fronteras productivas tendió a sobrecargarse
    para promover la agricultura comercial de gran escala sujeta a la
    mecanización.

    B) Sistemas de tenencia inadecuados y
    polarizados
    . La desigualdad de acceso a la tierra y
    la inseguridad en la tenencia de la tierra son los principales
    obstáculos para mantener y mejorar la calidad del
    ambiente. En gran parte del tercer mundo la propiedad de la
    tierra se mantiene altamente concentrada, a pesar de numerosos
    intentos de reforma agraria. A lo largo de Latinoamérica,
    el creciente número de parcelas minifundistas (2.2 por
    ciento anual de aumento desde el fin de la Segunda Guerra
    Mundial) y la reducción en el tamaño de las mismas
    ha creado un campesinado que está siendo expulsado de "sus
    roles de productores principalmente agrícolas y su
    consiguiente integración al mercado de trabajo.

    Los sistemas inadecuados de tenencia dificultan las
    iniciativas locales comprometidas con las tareas de
    conservación de agua y suelo. También estorban la
    distribución del crédito, impidiendo la
    inversión y otras acciones para aumentar la productividad.
    Estos problemas se vuelven más serios por el
    desconocimiento oficial de la propiedad comunal de importantes
    extensiones ("comunes") y los conflictos respecto a su
    uso.

    C) Sesgo anti-campesino en las instituciones de
    desarrollo
    . El sesgo anti- campesino (o urbano)
    entre las agencias de desarrollo y aún dentro de las
    instituciones rurales, es particularmente preocupante. Los
    recursos son sistemáticamente negados para apoyar a los
    enfoques "campesinos" que buscan resolver sus problemas y
    fortalecer su organización social. Los campesinos son
    considerados retrógrados e incapaces de incorporar
    innovaciones a sus sistemas productivos. Los efectos
    económicos de esta perspectiva son especialmente
    problemáticos: la mano de obra se abarata y los recursos
    naturales son devaluados por las presiones competitivas de
    otros productores quienes disfrutan de
    crédito e insumos baratos. Esto es evidente en la manera
    diferencial en la que los precios de los productos campesinos y
    comerciales son manipulados por las agencias reguladoras; y en
    las decisiones acerca de la importación de bienes
    básicos que impactan negativamente a las zonas
    agrícolas de pequeña escala y de temporal con mayor
    frecuencia que a los prósperos sectores de agricultura de
    riego.

    D) Políticas inadecuadas de
    empleo
    . Aunque la tasa de crecimiento de la
    población es generalmente descendente, todavía se
    mantiene por encima de la del crecimiento de la fuerza de trabajo
    productiva. EL cambio refleja la incorporación de
    tecnologías que desplazan mano de obra dentro en la
    agricultura comercial, llevando a un porcentaje menor de trabajo
    en esta área y dejando a muchos en el sector campesino por
    falta de mejores alternativas.

    La apertura de las economías a la competencia
    internacional complica los problemas de dos formas: primero, las
    actividades productivas tradicionales están dejando de ser
    rentables, conforme los bienes de consumo importados desplazan a
    los producidos localmente; los mismos vendedores encuentran mayor
    ganancia en importar que en comprar productos nacionales. La
    inversión extranjera trae nuevas tecnologías y
    aumenta la escala de producción, reduciendo la tasa de
    creación de empleo por debajo de las necesidades
    sociales.

    E) Presiones contra las instituciones culturales
    locales
    . La transformación de la fuerza de
    trabajo es notable en muchas comunidades rurales donde los
    sistemas tradicionales de ayuda mutua y trabajo voluntario para
    proyectos de la comunidad están desapareciendo con rapidez
    sin reemplazos adecuados. La autoridad de la comunidad
    tradicional está siendo desplazada por nuevas formas de
    imposición autoritaria.

    El largo proceso de expulsión de los grupos
    indígenas hacia las tierras cada vez más marginales
    es uno de los factores más importantes que contribuye a la
    pérdida de la identidad cultural en el tercer mundo. En
    muchos casos, los nuevos colonizadores no tienen acceso o ignoran
    la información heredada sobre cómo manejar los
    ecosistemas que han ocupado. En muchos de estos casos, como
    veremos, se hace necesario generar un nuevo tipo de conocimiento
    apropiado, de modo que las poblaciones que se establecen puedan
    ser sensibilizadas a nuevos enfoques sostenibles para la
    sobrevivencia productiva.

    F) La migración y la feminización de la
    pobreza
    . El papel de la mujer en la sociedad rural
    ha cambiado dramáticamente en décadas reciente. Aun
    cuando más mujeres son trabajadoras asalariadas y
    migrantes, existe una tendencia mundial hacia más familias
    rurales encabezadas por ellas. A diferencia de épocas
    pasadas, en que el problema dominante de la mujer era el manejo
    de la casa y la crianza de los hijos, ahora asume la carga
    adicional de proporcionar la subsistencia básica y
    resolver otras necesidades familiares. Estas nuevas
    obligaciones no han disminuido las prácticas
    discriminatorias que limitan el acceso de las mujeres a la
    educación y a las oportunidades
    económicas.

    G) El factor urbano y la pobreza rural. La
    urbanización en el tercer mundo está creando redes
    de áreas densamente pobladas, en gran parte con migrantes
    rurales. Crecientemente, las familias rurales reciben dinero de
    sus parientes en las ciudades -y a través de la
    migración internacional- para su mera subsistencia. El
    ingreso proveniente de fuentes externas a la comunidad es ahora
    una parte integral de los ingresos rurales, mientras que las
    múltiples habilidades adquiridas en estos empleos
    podrían contribuir a diversificar la base económica
    de las áreas rurales. Las poblaciones rurales y su
    experiencia también tienen un gran potencial para
    contribuir al mejoramiento de la vida nacional. En todo el tercer
    mundo, las importantes diferencias en la productividad y los
    ingresos entre la industria y la agricultura han creado una
    barrera para la integración de un desarrollo urbano
    más equilibrado, que incluiría un patrón
    diversificado de uso del suelo. Por ejemplo, la posibilidad de
    producir alimentos en áreas urbanas como parte de una
    respuesta al creciente desempleo podría bajar los costos
    de transporte y las tasas de crecimiento urbano. Desde esta
    perspectiva, se requiere de un nuevo programa de creación
    de empleos productivos en las áreas rurales para aumentar
    los ingresos, mejorar los niveles de vida y proteger el
    ambiente.

    3. LA
    INTERNACIONALIZACIÓN DEL CAPITAL

    La economía internacional se involucra en
    cada aspecto de la vida. Su creciente influencia en las
    comunidades rurales aparentemente independientes y aisladas es
    poco entendida en los análisis del cambio rural y
    virtualmente inexistente en las discusiones sobre sostenibilidad.
    La expansión internacional, sin embargo, ha transformado
    la economía dual en un fenómeno global, creando
    sistemáticamente estructuras que polarizarán a la
    sociedad y acelerarán procesos que amenazan el bienestar
    social y el ambiente.

    Gran parte de los primeros productores y
    comerciantes que introdujeron nuevos cultivos y crearon nuevos
    mercados para los productos existentes, se volvieron ricos.
    Tentados por las promesas de vastos mercados y enriquecimiento
    personal, las olas sucesivas de productores imitaron las
    historias iniciales de éxito: plantando algodón,
    granos, frutas tropicales, café, chile y una gran cantidad
    de otros productos, pero en una escala menor y con menos recursos
    que sus antecesores. Conforme el proceso continuó,
    más y más gente falló en sus intentos por
    producir y venderlos obteniendo ganancias.

    En muchos países del tercer mundo, las
    presiones externas y las políticas domésticas
    evitan que los agricultores en las comunidades pobres siembren
    los cultivos que permitan a la gente satisfacer sus necesidades
    alimentarias básicas. Los efectos de este proceso han sido
    devastadores: la baja productividad y las condiciones de
    deterioro del ambiente dificultan a la competencia con los
    productores del exterior, quienes son mejor financiados,
    gozan de mayor soporte institucional para capacitar a la
    mano de obra, tienen rápido acceso a la innovación
    tecnológica y pueden depender de los sistemas integrados
    de comercialización para distribuir su
    mercancía.

    La pérdida de la autosuficiencia
    alimentaria magnifica el impacto de la competencia internacional,
    forzando a un número significativo de gente a migrar en
    busca de un ingreso con el cual comprar comida. Para aquellos que
    continúan en el campo, la tarea de mantener los
    ecosistemas crecientemente frágiles a los que han sido
    relegados, se hace agobiante, complicada con el acceso
    restringido al crédito, la asistencia técnica y los
    insumos productivos. En contraste, los negocios agroindustriales
    están ocupando las mejores tierras, cultivando productos
    de exportación y transformando vastas regiones en
    pastizales.

    En la mayor parte de Latinoamérica, el
    ajuste económico nacional ha reducido el empleo o movido a
    la gente a trabajos de tiempo parcial y de bajo ingreso con una
    caída generalizada de los niveles de vida y de los
    indicadores de bienestar social. El resultado es una
    rápida y profunda transformación de las sociedades
    del los países del sur en maquiladoras con sistemas
    especializados de producción.

    Los productores industriales de pequeña y
    mediana escala, así como las comunidades indígenas,
    deben competir en sus mercados locales con productos similares
    provenientes de otras partes del mundo. Los productores se
    transforman en comerciantes, encontrando más fácil
    y beneficioso importar bienes de consumo básico del
    mercado global, en vez de luchar con los diversos
    obstáculos para llevar a cabo la moderna
    instalación industrial competitiva, en un rango que va
    desde la información y asistencia tecnológica
    inadecuada, hasta el crédito caro, limitado y las serias
    trabas burocráticas.

    Las presiones para liberar el comercio
    internacional fueron reforzadas con un proceso de
    integración regional. Los mecanismos del mercado
    reemplazaron a los consejos burocráticos, guiando las
    decisiones de inversión de los grupos empresariales y
    permitiendo mayor libertad para el capital. La competencia entre
    los grupos financieros surgió conforme tomaron ventaja de
    las oportunidades ofrecidas por la economía internacional
    para crear nuevas industrias y modernizar las viejas, para traer
    tecnología reciente en un intento por superar los antiguos
    problemas y para agilizar la tarea de confrontar los retos de la
    competencia internacional. Las instituciones multilaterales de
    desarrollo comenzaron a financiar los cambios institucionales y
    productivos necesarios para impulsar a docenas de países
    de todo el mundo al mercado mundial.

    3.1. EL COMERCIO Y EL AMBIENTE: LOS FRACASOS DEL
    ESTADO

    La internacionalización de la
    economía global acelera la especialización
    productiva, intensificando los problemas de degradación y
    destrucción de los ecosistemas. Mediante la
    creación de nuevas oportunidades para la inversión
    y las ganancias, los nuevos compromisos
    institucionales están provocando una mayor
    polarización de las naciones, tanto en el norte como en el
    sur. La mayor concentración de la riqueza y la
    agudización de la pobreza hace cada vez más
    difícil la tarea de controlar y revertir el daño
    ambiental. La estrecha relación entre esta
    polarización social y la degradación del medio
    desató un acalorado debate. Los grupos populares
    recalcaron los altos costos ocasionados por la
    distribución tan sesgada de los beneficios de la
    integración económica y la liberación del
    comercio exterior; insistieron en sus temores de una caída
    generalizada de los niveles de vida de los trabajadores y
    campesinos quienes no podrían encontrar trabajo productivo
    en la nueva economía.

    El debate sobre las bondades de un mayor
    comercio internacional se centró en torno al aumento y la
    profundización de la pobreza y el deterioro de la calidad
    del medio. Los críticos argumentaban que estos problemas
    se acelerarían, debido a que los gobiernos nacionales son
    incapaces de obligar a los beneficiarios de esta apertura
    (fundamentalmente empresarios locales atados al capital
    internacional) a invertir cantidades suficientes para asegurar
    procesos de producción "limpios" y "seguros" y al mismo
    tiempo compensar a los perdedores (comunidades campesinas y
    asentamientos urbanos pobres) por sus sacrificio.

    La creciente actividad económica
    está llegando en un momento en que los gobiernos
    nacionales son forzados a deshacerse de sus funciones
    tradicionales y a sacrificar partes de su base de ingresos
    públicos para atraer nuevas inversiones

    3.2. LOS FRACASOS DEL MERCADO

    -Una de las mayores fallas del mercado es la dificultad
    que tiene la sociedad para obligar a las empresas a incluir en el
    diseño y operación de sus proyectos de
    inversión los efectos ambientales y sociales en la
    comunidad. Hasta ahora, no se ha logrado obligar a que las
    compañías incorporen estas "externalidades" (es
    decir, los costos totales para el ambiente y la sociedad) a fin
    de que sus planes de producción y expansión no
    contribuyan al deterioro del entorno en que operan. Actualmente,
    es común que estas corporaciones se sirvan de sus
    considerables influencias políticas y económicas
    para que se establezcan políticas que conducen a lo
    opuesto de lo que los economistas y ambientalistas
    considerarían las decisiones óptimas.

    Muchos convenios de producción son de
    corto plazo, con el horizonte de tiempo limitado al periodo
    requerido para amortizar la inversión, frecuentemente
    menos de cinco años. Como fruto, los inversionistas tienen
    un fuerte incentivo para elevar la intensidad de la
    extracción de valor -un problema que se está
    agudizando en las áreas de plantación forestal y de
    monocultivo agrícola del tercer mundo.

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