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El sector energético en América Latina y el Caribe: retos y perspectivas integracionistas tipo ALBA (página 2)




Enviado por Elizabeth Castillo



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Durante los años posteriores continúa la
tendencia alcista en los precios del petróleo. A
diferencia de los elevados incrementos de los años setenta
y de inicios y fines de los noventa, que se debieron a
alteraciones de la oferta, el crecimiento de los precios en 2004
por ejemplo, se debió básicamente al incremento de
la demanda y de los riesgos geopolíticos. Los problemas de
inestabilidad política en importantes países
productores como Irak, el recorte de la producción de la
OPEP y los temores de eventuales desajustes entre la oferta y la
demanda, así como los movimientos especulativos,
continuaron presionando los precios durante años
posteriores.

En las últimas décadas el cambio continuo
en los precios de petróleo se ha colocado en el primer
plano de los asuntos financieros. Puede observarse, por ejemplo
en base a las medias, máximos y mínimos anuales,
que el ascenso de los precios en dólares del
petróleo en los últimos años es
acompañado por un crecimiento en la volatilidad, medida a
través de la desviación estándar, lo que
alimenta la incertidumbre en la toma de decisiones
económicas.

Dicho gráfico da un panorama sobre el crecimiento
y las oscilaciones de los precios del petróleo en
dólares corrientes. Se puede observar que el precio medio
toma un importante ascenso en los últimos dos años
y que el 2004 registró notorias oscilaciones. Esta
volatilidad mantuvo tensos los nervios de los especuladores en
los mercados de otros productos básicos y de activos
financieros. De allí que resulte interesante observar las
fluctuaciones que experimenta la cotización del crudo
frente a otros patrones de referencia.

En el período 2005-2008 uno de los motivos con
que se ha identificado los altos precios ha sido con la falta de
inversiones en países productores así como en las
refinerías, que combinado con la creciente demanda de los
países industrializados y algunos países con
rápido crecimiento como China e India genera un
déficit de oferta. En el 2007 el petróleo
arribó a 100 dólares el barril con
pronósticos desconcertantes para el 2008, el
comportamiento de las cotizaciones internacionales de
petróleo durante este período fue una de las
tendencias en la evolución de la economía mundial;
entre otras causas del movimiento alcista se ubican, la creciente
inestabilidad socio-política en el Medio Oriente, la
persistente especulación de los mercados financieros
internacionales, reforzada por los temores de una crisis
crediticia y la debilidad de dólar norteamericano, moneda
en la que se cotiza el crudo. En julio de 2008 el precio del
petróleo alcanzó la cifra récord de 147
dólares el barril.

1.1.1.1.4. Conflictos bélicos por el
petróleo

Debido a la escasez del petróleo como principal
fuente de energía en el mundo actual, se han producido a
lo largo de la historia numerosos conflictos bélicos los
cuales se han desarrollado con el fin de dominar las reservas de
este recurso energético.

El petróleo fue el motivante de la guerra del
Golfo en 1991, que sirvió a los países
occidentales, especialmente a Estados Unidos para desestabilizar
a la OPEP, ejercer control sobre los precios del petróleo,
y para crear una nueva correlación de fuerzas en favor de
Estados Unidos en la zona, donde se encuentran las reservas
petroleras más importantes del mundo. El propio Irak ha
desencadenado una guerra contra el pueblo Kurdo, en cuyo
territorio se encuentran importantes yacimientos
petroleros.

En el caso de Timor Oriental, las importantes reservas
hidrocarburíferas en el Mar de Timor prolongó la
ocupación de Indonesia en este país, que
recientemente obtuvo su independencia, así como a la
interferencia australiana en el conflicto, país que
quería también participar en la repartición
de estas reservas. En las Islas Spratley, unos islotes con
reservas petroleras, reclaman derechos China, Vietnam, Las
Filipinas, Indonesia, Malasia y Brunei y se han producido algunos
enfrentamientos entre ellos.

África es otro ejemplo de regiones donde se han
desarrollado conflictos bélicos por el dominio del
petróleo. Los países colonialistas europeos
ocuparon el continente africano para saquearlo, cuando los nuevos
países alcanzaron su independencia, muchos conflictos
quedaron sin resolver y se crearon nuevos. Uno de ellos es el
caso de la guerra en Angola, uno de los principales productores
de petróleo de África. En ese país, el
control de los recursos hidrocarburíferos han estado
siempre en manos del Movimiento Popular de Liberación de
Angola (MPLA), en tanto que los diamantes en manos de UNITAS,
organización guerrillera financiada por Estados Unidos. La
perpetuación de la guerra en este país, ha estado
muy relacionada con la necesidad de controlar el petróleo,
y a la vez, los dos ejércitos han utilizado los recursos
financiados por el petróleo y los diamantes para mantener
sus gastos de guerra.

Ya desde las épocas coloniales, Portugal mantuvo
un ejército fuerte en Angola para controlar los recursos
hidrocarburíferos y los diamantes. Eso condujo a 13
años de una guerra sangrienta de liberación
nacional, en la que Portugal se alineó al Gobierno racista
de África del Sur, donde se sentaron las bases para la
creación de UNITAS. La guerra en Angola, es el resultado
de la política de guerra fría llevada a cabo por
Estados Unidos.

Las ex colonias francesas han sido también
víctimas de empresas petroleras de ese país, a
quienes se les puede atribuir un alto grado de responsabilidad en
la falta de estabilidad política de la región. La
guerra de liberación de Argelia, una de las más
sangrientas del África, y que duró casi una
década, tenía como causa subyacente, los ricos
yacimientos petroleros argelinos, que hasta 1968, en que fueron
nacionalizadas, fueron explotados por empresas petroleras
francesas.

La presencia de recursos naturales, incluyendo
petróleo y gas, en territorios indígenas, de
minorías étnicas o en zonas donde se asientan
grupos humanos que han sido tradicionalmente marginados del
poder, han generado conflictos internos que desencadenan en
guerras civiles. En muchos casos, las empresas petroleras han
alentado estos conflictos, este es el caso de la lucha del pueblo
Ijaw en Nigeria. Este pueblo de 12 millones de personas, ha
vivido atroces violaciones a los derechos humanos por
enfrentamientos entre las empresas petroleras y la sociedad civil
donde esta última ha sido la principal
perjudicada.

Otro caso paradigmático es el de Aceh, en
Indonesia, donde la empresa Mobil apoyó al Gobierno
militarmente para frenar al grupo secesionista Free Aceh Movement
(GAM) que en gran parte se organizó, como un resultado de
la baja calidad de vida que vivió la población una
vez que ingresó Mobil a la zona, por la
contaminación ambiental y por el abuso de los derechos
humanos.

Menos conocido es el caso de Sudán, el cual ha
estado sumergido en una guerra civil durante la mayor parte de
sus años de independencia manchada de petróleo. Se
estima que durante ésta, han muerto unos dos millones de
personas y que existen medio millón de refugiados y 4
millones han sido desplazados de sus tierras
ancestrales.

British Petroleum, una de las compañías
petroleras que han operado en Irán propició varios
enfrentamientos con Irak por los recursos petroleros en el Sur, y
con Rusia por los recursos petroleros en el Norte. El Gobierno de
Estados Unidos libró su propia batalla para beneficiar a
sus petroleras, y asegurarles un puesto en el crudo iraní,
usando su presión diplomática. Sólo cuando
el poderío económico británico cayó
luego de la II Guerra Mundial, pudo Estados Unidos romper el
monopolio de British Petroleum.

El conflicto en el centro de Asia (Afganistán),
está relacionado con el acceso y control de los abundantes
recursos petroleros de la región, tanto del Caspio como
del Golfo Arábigo. Existe también un interés
por el control militar y económico de la región
Euroasiática (incluyendo el Oriente Medio y las
ex-repúblicas soviéticas de Asia Central),
especialmente por el control sobre los recursos
hidrocarburíferos, y por las rutas de su transporte. Esta
fue una de las razones por las que se dio la intervención
militar estadounidense en la década de 1990, en los
Balcanes, el Cáucaso y el Mar Caspio. Chechenia es otro
lugar donde se ha batallado una guerra, pues para mantener la
hegemonía rusa en el transporte de crudo, Rusia debe
mantener el control sobre Chechenia.

El caso más reciente de un conflicto
bélico que tenga como eje central el dominio del
petróleo es la guerra en Irak. De todas las razones para
explicar la ocupación de Irak asociadas al
petróleo, la más inmediata es la que puso en marcha
el mecanismo de la guerra: los efectos no deseados del denominado
programa Petróleo por Alimentos. Gracias a este programa
mal llamado humanitario, Irak podía exportar
petróleo en cantidades limitadas y comprar productos a los
países que Bagdad eligiera. Así, en apenas dos
años y pese al férreo control internacional, Irak
recuperó su papel de importante socio comercial de sus
vecinos árabes y de países como Francia, Alemania,
Rusia o China. De este modo, Irak, al aliviar las presiones de
los organismos financieros internacionales sobre los Gobiernos
árabes, entorpecía el proyecto estadounidense de
insertar a Oriente Próximo en la economía
globalizada con Israel como eje. La Constitución aprobada
en agosto de 2005 rompía el marco jurídico del
Estado iraquí tanto en relación con el concepto de
ciudadanía, derechos civiles y sociales como en
relación con la gestión pública de los
recursos, anticipando el contenido de la Ley de Hidrocarburos. El
reparto del petróleo, así como la ley de
Hidrocarburos que posteriormente se aprobó sanciona la
gestión local de los recursos aún no explotados,
que pueden alcanzar hasta el 78% de las reservas totales de Irak.
Tras todo ello, más que una gestión descentralizada
y más equitativa de estos recursos, está el
propósito de favorecer que nuevas oligarquías
locales asociadas a los ocupantes o a países vecinos
(Irán e Israel) abran la puerta a la privatización
del sector. Se calcula que Irak necesitará hasta 30.000
millones de dólares para volver a poner en funcionamiento
el sector petrolero. Setenta empresas extranjeras, entre ellas la
española Repsol, compiten ya por los Acuerdos de
Participación en la Producción (APP), los cuales
garantizan la explotación de las reservas petroleras.
Nadie sabe adónde van a parar los ingresos por los poco
más de los dos millones de barriles diarios que exporta
Irak. El país ha de importar combustible para el
transporte y el uso doméstico, al mismo tiempo que buena
parte de su petróleo sale como contrabando. Para el pueblo
iraquí, su riqueza se ha convertido en una
maldición.

En América Latina han habido por lo menos dos
guerras que en la década de los 40 estuvieron relacionadas
con el petróleo: la guerra del Chaco, donde Paraguay
perdió una porción del país con importantes
yacimientos petroleros, y la guerra Ecuador –Perú.
Otro caso es el de Las Malvinas, en tiempo de guerra, se
creía que el motivo real era el petróleo. Hoy,
luego de varios años después, Argentina y Gran
Bretaña han trabajado en licencias de exploración
conjunta de las Islas Malvinas, en un "Área
Específica de Cooperación".

Todas las guerras del presente y el futuro tienen un
estado mayor conjunto, más o menos en la sombra,
constituido por Gobiernos y transnacionales. Esta "alianza
público-privada", diseña estrategias en las que
cada acción militar es un negocio, y cada negocio cuenta
con protección militar. Así ocurre especialmente en
el negocio del petróleo. Se necesita oponer a estas
guerras movimientos que comprendan que las guerras no son
solamente responsabilidad de Gobiernos con ambiciones
imperialistas y sus agentes directos no son solamente militares y
fabricantes de armas.

1.1.1.2. El Carbón

El carbón es el más abundante de los
combustibles fósiles, representa alrededor del 24% del
consumo de energía comercial utilizado sobre todo en la
generación de electricidad y procesos industriales y
sólo se comercializa internacionalmente más del 15%
del total producido. Se estima que su producción
crecerá a un promedio anual de 1,8% entre 2004 y 2030 y
las proyecciones con respecto a la demanda se han incrementado
debido que se prevé que los precios se mantendrán
por debajo de los del gas y los del petróleo durante dicho
período.[2]

La demanda de carbón seguirá siendo
sensible al desarrollo de tecnologías limpias en la
producción y a políticas públicas tendientes
a diversificar las fuentes energéticas, el cambio
climático y la polución local, así como a
los precios relativos de otros combustibles. Parte del
crecimiento de la demanda provendría de Asia,
especialmente de China e India, países en donde abunda el
recurso. En los países de la OCDE, el uso del
carbón crecerá más lentamente y en la
Unión Europea la instrumentación del Mecanismo de
Comercio de Emisiones podría determinar una
disminución de la demanda en esta región. En este
período, según las proyecciones, Estados Unidos
ocupará el tercer lugar en la demanda mundial de
carbón con un crecimiento estimado del 0.9%. (Anexo
7).

Las reservas probadas de carbón permiten una
producción a los niveles actuales, por un plazo de ciento
cincuenta y cinco años. Más de la mitad de las
reservas probadas están ubicadas en sólo tres
países: Estados Unidos (27%), Rusia (17%) y China (13%).
Otros países con importantes reservas son India,
Australia, Sudáfrica, Ucrania y Kazajastán. Asia
presenta una preponderancia en la producción mundial de
carbón. Durante los últimos treinta años, la
parte asiática en la oferta de carbón pasó
de 24% en 1973 a 57% en 2005, donde predomina la
contribución de China que pasó de 19% a 45% en ese
período.

Como dijimos, Estados Unidos será el país
que más incrementará su demanda, pero a pesar de
que tiene grandes reservas, éstas tienen costos de
explotación muy altos. Australia, Indonesia,
Sudáfrica y Colombia, en cambio, incrementarán su
producción, pero destinarán parte importante de
ella a la exportación. El dinamismo del carbón en
el mundo subdesarrollado se explica fundamentalmente por la
contribución de Asia, región que experimenta el
más rápido crecimiento del consumo
energético del mundo.

1.1.1.3. El Gas Natural

De los tres combustibles fósiles mencionados, el
gas natural es el menos contaminante en cuanto a emisiones de
carbono. El gas natural puede suministrar los mismos servicios
energéticos que el carbón, con un 40% menos de
emisiones de CO2, convirtiéndolo en un componente clave de
las políticas de mitigación del cambio
climático. Se estima que el consumo primario de gas a
nivel global se incrementará entre 2004 y 2030 a una tasa
promedio anual de 2%, menor a la de 2,6% promedio anual
registrada entre 1980 y 2004. La demanda crecerá a mayor
ritmo en África, Medio Oriente y algunos países de
Asia, fundamentalmente China, sin embargo, los países
industrializados continuarán siendo los mercados
más importantes hacia el 2030, como es el caso de Estados
Unidos, el cual continuará en el primer lugar en la
demanda de gas natural a nivel mundial con un crecimiento de 0.6%
en este período. (Anexo 8).

A nivel global, el sector eléctrico,
contribuirá en más de 50% al incremento de la
demanda. La participación del gas en la matriz
energética se incrementará de un nivel de 21% a 23%
en este mismo período. En muchas regiones del mundo, el
gas continuará siendo el combustible más utilizado
debido a sus costos de competencia y las ventajas ambientales con
respecto a otros combustibles fósiles, sin embargo el
consumo final de gas crecerá a un ritmo menor que el de su
uso primario, lo que se explica en los países
desarrollados por efectos de saturación, bajo rendimiento
en los sectores de manufacturas pesadas y reducidos incrementos
en la población.

La demanda crecerá más intensivamente en
los países subdesarrollados debido a su creciente
producción industrial y actividades comerciales, sin
embargo, el consumo residencial permanecerá en bajos
niveles, en comparación con los países avanzados
debido a los bajos ingresos de la población.

En cuanto a lo que se refiere a la oferta de gas, se
considera que estas son suficientes para satisfacer la demanda
proyectada en el escenario que abarca hasta el 2030. Las reservas
probadas que totalizaron 180 trillones de pies cúbicos en
2005, pueden abastecer la demanda a los niveles actuales, por un
plazo de 64 años.

Al igual que en el caso del petróleo las reservas
probadas de gas natural se encuentran muy concentradas, el 56% se
encuentran en Rusia, Irán y Qatar; otros países con
importantes reservas son Arabia Saudita, Emiratos Árabes
Unidos, Estados Unidos y Nigeria. Con relación a la
producción, ésta crecerá más en el
Medio Oriente y en Asia, pero gran parte de dicho crecimiento
será exportado a Europa y Estados Unidos. La
producción de gas también registrará un
incremento significativo en América Latina, donde
Venezuela emerge también como un importante proveedor. En
Rusia, se espera que la producción crezca más
lentamente debido a las dificultades técnicas para su
extracción principalmente y a las de transporte al
mercado.

De manera similar al petróleo, hay un desbalance
geográfico entre las regiones donde tiene lugar la
producción y donde se encuentran las reservas de gas con
los mercados más importantes de consumo, lo que explica
claramente las necesidades de los países industrializados
por apropiarse y explotar estos recursos a través no
sólo del comercio internacional y la inversión
(cuyos rasgos característicos aumentan la dependencia y el
subdesarrollo de los países menos avanzados) sino
también de otras estrategias como las guerras.

La mayor parte del comercio internacional de gas natural
se lleva a cabo regionalmente, sobre todo en Norteamérica
y Europa, el resto del comercio se lleva a cabo mediante la
transportación de gas natural licuado con buques tanqueros
en áreas como Asia-Pacifico y el Medio Oriente donde esta
infraestructura está más desarrollada.

En América Latina y el Caribe los principales
países exportadores de gas natural a través de
gaseoductos son Bolivia y Argentina. El único país
de esta región que se incluye entre los grandes
exportadores de gas natural licuado es Trinidad y
Tobago.

1.1.1.4. Fuentes alternativas renovables de
energía

La política energética mundial se impregna
actualmente de la perspectiva del desarrollo sustentable,
definido tradicionalmente por la Comisión Mundial sobre
Medio Ambiente y Desarrollo, como "la satisfacción de las
necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades". En
el ámbito energético, el desarrollo sustentable
invita a los Estados a disociar el desarrollo económico
del consumo de la energía, en un contexto en el que la
toma en cuenta de los intereses ambientales y sociales se realiza
en una óptica de largo plazo. En este escenario, el
fomento de las energías renovables y en especial de las no
convencionales (ERNC), aparece como una vía capaz de
equilibrar el desarrollo energético con las necesidades
sociales, ambientales y de crecimiento
económico.

Sin embargo, en la actualidad, el auge de las
estrategias de producción de fuentes alternativas
renovables de energía ciertamente se deben más a la
situación apremiante de los países industrializados
por obtener cada vez, mayor cantidad de energía que les
permita mantener su desproporcionado nivel de consumo tanto en la
población como en la industria, sacrificando inclusive la
seguridad alimentaria de las regiones más pobres del
mundo.

1.1.1.4.1. Energía nuclear

Los problemas vinculados a la seguridad en el suministro
energético, los precios altos de los combustibles y las
crecientes emisiones de CO2 han dado lugar también a un
intenso debate sobre el rol que tiene el desarrollo de la
energía nuclear. Esta energía, que apenas
representaba el 1% del balance de energía comercial en
1973, llegó a aportar un 5% en 1985 y desde entonces se
mantuvo en torno al 6%, debido a la pérdida de dinamismo
de este segmento energético en los últimos 30
años por razones económicas, ambientales, entre
otras, que eclipsaron el auge registrado hasta comienzos de
1980.

En los últimos 25 años el aporte de la
energía nuclear a la generación mundial de
electricidad se ha mantenido en torno al 16%. En noviembre de
2006 existían 442 plantas nucleares en operación,
de éstas, 103 estaban en Estados Unidos, 59 en Francia, 55
en Japón y 31 en Rusia. Los principales productores de
electricidad de origen nuclear son Estados Unidos (30% del total
mundial), Francia (16%), Japón (11%), Alemania (6%), Rusia
(5%), y Corea del Sur (5%).

Los costos de la energía nuclear son menos
vulnerables a las alteraciones de los precios del combustible que
la generada mediante carbón o gas. El uranio representa
una fracción limitada del costo total de la
generación de electricidad nuclear, y además este
recurso es abundante y se encuentra ampliamente repartido por
todo el mundo. En los años más recientes se percibe
un renovado interés en esta fuente energética,
sobre todo en Asia. Por ejemplo, la India espera una
expansión de la capacidad de generación de
núcleo-electricidad en 8 veces para el 2022 y China en 5
veces en los próximos 15 años.

La construcción de plantas de energía
nuclear es intensiva en capital y requiere inversiones iniciales
entre 2 y 3,5 mil millones de dólares por reactor, es una
inversión elevada, además de que los altos niveles
de investigación y desarrollo que demanda incrementan
aún más los recursos necesarios para su avance, lo
que limita a los países subdesarrollados y le abre las
posibilidades a los países industrializados, en las
condiciones actuales de la economía mundial.

En los debates internacionales sobre la energía
nuclear, una de las aristas más polémicas es la
relacionada con las implicaciones ambientales. En las
últimas décadas, se han dejado de sentir las
preocupaciones acerca del impacto negativo de los accidentes
nucleares, la disposición de desechos y los peligros de
proliferación de armamento nuclear. Sin embargo en
años recientes se ha potenciado el aprovechamiento de la
energía nuclear como una opción de
mitigación ante el cambio climático, aunque este
tema ha servido de pretexto a naciones poderosas para intervenir
en países que intentan avanzar en esta materia y
justificar guerras que realmente buscan apoderarse de los
recursos, como es el caso de Irán que frecuentemente es
acusado por Estados Unidos de desarrollar tecnología
nuclear con fines armamentistas.

1.1.1.4.2. Biocombustibles

Los biocombustibles son una fuente renovable de
energía y su utilización racional y equilibrada, en
función de prioridades económicas, sociales y
ambientales de algunas regiones y países – con
condiciones para su producción-, puede contribuir a la
mitigación del cambio climático y al desarrollo
sostenible. El empleo de biocombustibles no es una
práctica reciente. Durante el siglo XX los problemas de
abastecimiento de productos petrolíferos, originados como
consecuencia de las guerras mundiales, obligaron a emplear
aceites vegetales como carburantes. Sin embargo, la
producción de biocombustibles, tanto en sus formas de
etanol como de biodiesel, ha adquirido una importancia relevante
en el mundo de hoy. Los altos precios del petróleo
así como la reducción de los costos para su
producción, los han hecho más competitivos respecto
a los combustibles convencionales basados en el
petróleo.

Hay muchos tipos de biocombustibles y muchas maneras de
producirlos. Actualmente todos los biocombustibles que se
producen en el mundo están conformados por el etanol o los
esters, comúnmente conocidos como biodiesel. La
producción de etanol se está incrementando en
muchas regiones del mundo. Dicho incremento se debe al aumento de
la producción en Estados Unidos y Brasil, con un aumento
vertiginoso de su comercialización Brasil representa la
mitad del comercio global del etanol.

En términos energéticos, la
producción mundial de biocombustible que es de unos 643
mil barriles equivale a 1 % del uso total de combustible en el
transporte terrestre. Brasil y Estados Unidos, producen
conjuntamente 80 % de la oferta global (Anexo 9). La
producción de etanol en Estados Unidos se realiza
fundamentalmente a partir del maíz y ha sido impulsado en
años recientes como resultados de los incentivos fiscales
y el incremento de la demanda de etanol como componente de las
mezclas de gasolina.

La producción de etanol en Brasil proviene
íntegramente de la caña de azúcar. Los
menores costos de producción, el alza de los precios del
petróleo y la aparición de vehículos que
pueden utilizar indistintamente etanol y gasolina convencional,
han contribuido en los últimos años a incrementar
su producción.

En la Unión Europea, la producción de
biocombustibles está aumentando debido a un fuerte apoyo
gubernamental, correspondiendo la mayor parte de la
producción al biodiesel. China e India son también
importantes productores especialmente en la forma de etanol. La
producción total de biodiesel continúa siendo
reducida, comparada a la del etanol, cerca del 90% es producida y
consumida en Europa. Alemania y Francia son los principales
consumidores, seguidos de Italia, Austria, Bélgica, la
República Checa y Dinamarca. Algunos de los países
fuera de la Unión Europea, como Estados Unidos, Brasil y
Australia, han empezado recientemente a producir
biodiesel.

Según la Agencia Internacional de Energía
(AIE), el desarrollo de los biocombustibles, bajo ciertos
parámetros, podrían traer beneficios ambientales a
través de la disminución de las emisiones de gases
de efecto invernadero. Considera además que los
biocombustibles pueden contribuir al desarrollo rural, a la
creación de empleos y que las políticas agrarias
constituyen un importante impulsor del mercado de
biocombustibles. Sin embargo, es evidente que su desarrollo tiene
también un impacto ambiental y si no se toman las medidas
necesarias, puede afectar el desarrollo sostenible y la
producción de alimentos.

A pesar de estas afirmaciones, pudiéramos
rebatirlas desde varios puntos de vista. En primer lugar, Estados
Unidos, principal promotor de la producción de
biocombustibles, busca satisfacer su consumo desproporcionado de
energía convirtiendo los alimentos en combustible a costa
del sacrificio de los más pobres, es decir, no pretende
hacer un uso eficiente de la energía, sino seguir
consumiendo lo mismo utilizando otras fuentes. La gran pregunta
es: ¿dónde y quiénes van a suministrar los
más de 500 millones de toneladas de maíz y otros
cereales que Estados Unidos, Europa y los países ricos
necesitan para producir la cantidad de etanol que las grandes
empresas norteamericanas y de otros países exigen como
contrapartida de sus cuantiosas inversiones?. Hoy se conoce con
toda precisión que una tonelada de maíz solo puede
producir 413 litros de etanol como promedio, lo que equivale a
109 galones, se requieren 320 millones de toneladas de
maíz para producir 35 000 millones de galones de etanol
(cifra de combustibles alternativos propuesta por el congreso
norteamericano para ser usada para el año 2017).
Según la FAO, la cosecha de maíz de Estados Unidos
en 2005 fue de 280 millones de toneladas. Podemos sacar nuestras
propias conclusiones.[3]

Los cinco principales productores de maíz,
cebada, sorgo, centeno, mijo y avena suministran al mercado
mundial, 679 millones de toneladas. A su vez, los cinco
principales consumidores, algunos de los cuales son
también productores de estos granos, necesitan actualmente
604 millones de toneladas anuales. El excedente disponible se
reduce a menos de 80 millones de toneladas. Este derroche de
cereales para producir combustibles, sólo serviría
para ahorrarles a los países ricos menos del 15% del
consumo anual de sus
automóviles.[4]

Del mismo modo, el acceso a los alimentos puede verse
amenazado por el aumento de los precios de los alimentos
básicos a causa de una mayor demanda de materias primas
para producir bioenergía, empeorando la situación
de la población que sufre de pobreza e inseguridad
alimentaria. El alza en los precios de alimentos como el arroz,
la leche en polvo, la soja, que duplicaron su valor en el mercado
internacional a partir de 2007 lo demuestra. La producción
y el uso de biocombustibles pueden tener otros efectos
ambientales importantes, en particular, los cambios en el uso del
suelo podrían afectar los ecosistemas locales y
regionales, con impactos en la flora y la fauna. Estos efectos
dependen del tipo de suelo, de los cultivos que son utilizados
para producir los biocombustibles y de las técnicas que se
utilizan. Algunos estudios sostienen que la materia prima que se
usa en la producción de biocombustibles (especialmente en
el caso del maíz), se obtiene mediante agricultura
intensiva, con un alto uso de fertilizantes, pesticidas y
maquinarias, aspectos que reducen sus ventajas medioambientales.
Otras de las desventajas señaladas es que se requieren
grandes extensiones de tierra para producir caña de
azúcar, maíz y otras materias primas del etanol, lo
que lleva a la destrucción de bosques y áreas
verdes para ganar espacios cultivables.

El auge de los biocombustibles en el contexto más
reciente responde, en gran medida, a los intereses de las
transnacionales del agronegocio y la energía, así
como de los círculos de poder de países
desarrollados que buscan atenuar el impacto de los altos precios
de la energía, importando desde regiones subdesarrolladas
buena parte de los biocombustibles requeridos por los
países industrializados, sin promover cambios
significativos en los patrones actuales de consumo
energético.[5]

Así como los instrumentos fiscales y regulatorios
son las herramientas de gestión de una estrategia
energética sustentables, las energías renovables y
la eficiencia energética deben ser las herramientas
tecnológicas. Entre las primeras se destacan las
siguientes fuentes: solar (térmica y fotovoltaica),
eólica, geotérmica, mareomotriz,
mini-hidráulica y biomasas. No necesariamente cualquier
ubicación o dimensión de proyectos de
generación a partir de estas fuentes será
sustentable. Grandes represas o largas extensiones de
monocultivos (biomasas), pueden tener impactos ambientales
negativos. La eficiencia energética por su parte puede
lograrse en la generación, transporte o consumo de la
energía. El potencial de ahorro energético es de
dimensiones importantes. No existe estrategia posible sin la
intervención del Estado y el caso de las energías
renovables y la eficiencia energética no son ajenos a la
regla. Los mercados energéticos más desregulados
del mundo como Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelandia,
Australia o Argentina han apelado a subsidios e impuestos para
desarrollar este tipo de política.

1.1.1.5. Consumo energético mundial y cambio
climático

Otra de las discusiones del tema se centra en el consumo
energético mundial y el cambio climático. Las
evidencias sobre la incidencia que la emisión de gases de
efecto invernadero tiene sobre el cambio climático han
determinado que la vinculación entre el consumo
energético y el incremento de la temperatura a nivel
global ocupen un lugar preponderante en la agenda de organismos y
foros internacionales, aunque no en la de las empresas
transnacionales y los principales centros de la economía
mundial.

En este asunto, las preocupaciones han aumentado en
torno a los efectos ecológicos negativos de los actuales
patrones de producción y consumo de energía, donde
predominan los combustibles fósiles como el
petróleo. Entre las consecuencias ambientales más
alarmantes del modelo energético vigente se destacan las
crecientes emisiones de gases de efecto invernadero – como
el dióxido de carbono (CO2)- derivadas de la
producción y consumo de combustibles
fósiles.

Existe una estrecha relación entre la
participación de los distintos países en el consumo
mundial de combustibles fósiles y la contribución
de los mismos a las emisiones del CO2 como principal gas de
efecto invernadero. Estados Unidos absorbe 25% del consumo
mundial de petróleo y aporta 24% de las emisiones globales
de CO2 lo que se traduce emisiones de 20 toneladas
métricas de CO2 anuales por habitante. En su conjunto, los
países desarrollados consumen el 61% del petróleo y
emiten el 63% de dióxido de carbono, sin embargo la
diferencia entre Estados Unidos y el resto de los países
del grupo es significativa, Japón gasta 6.4% del consumo
mundial de petróleo y emite 5.2% del CO2 en el mundo,
Alemania consume 3.3% y emite 3.4% del CO2. Mientras en el
conjunto de países subdesarrollados las proporciones
correspondientes son 39% y 37% respectivamente, un consumo per
cápita equivalente apenas al 2%. [6]Anexo
10).

El Informe Cambio Climático 2007, elaborado por
el Grupo Intergubernamental de expertos aprobado en París,
señala que es muy probable que la mayor parte del
incremento observado en las temperaturas promedio globales desde
mediados del siglo XX se explique por las actividades humanas y
su relación con el aumento en las concentraciones de gases
de efecto invernadero como dióxido de carbono, metano,
ozono troposférico y óxido nitroso debido sobre
todo a la utilización creciente e inconsciente de
combustibles fósiles como el carbón mineral, el
petróleo y el gas natural. Las influencias humanas
inapreciables se extienden, además, a otros aspectos del
clima como el calentamiento oceánico, las temperaturas
promedio continentales, las temperaturas extremas y los patrones
de vientos.

Sobre la base de las evidencias aportadas por las
observaciones, en todos los continentes y en la mayoría de
los océanos, muchos sistemas naturales biológicos y
físicos están siendo afectados por los cambios
climáticos regionales, particularmente por los incrementos
de temperatura. Las razones de preocupación se refieren a
los riesgos para sistemas únicos y amenazados, tales como
los sistemas polares, las zonas montañosas elevadas y de
las pequeñas islas; los riesgos de eventos
climáticos extremos, tales como las sequías, olas
de calor e inundaciones; la distribución de impactos y
vulnerabilidades, donde se destaca que las regiones ubicadas en
latitudes bajas y las áreas menos desarrolladas enfrentan
los mayores riesgos; y riesgos de las singularidades a gran
escala, con especial referencia a la expansión
térmica de los océanos a la elevación del
nivel del mar con la consecuente pérdida de las zonas
costeras y otros impactos asociados.

La AIE, estima que las emisiones globales de
dióxido de carbono (CO2) vinculadas a la energía se
podrían incrementar en un 1,7% anual en el período
2004-2030. Con ello, registrarían 40,4 mil millones de
toneladas, cifra 55% mayor al nivel registrado en 2004 (Anexo
11).

En 2030, el sector eléctrico dará cuenta
del 44% del total de las emisiones, por encima del 41% actual.
Esto indica que las mejoras continuas en la eficiencia
térmica de las estaciones eléctricas, las
principales demandantes de energía, serán
largamente superadas por un fuerte crecimiento en la demanda por
electricidad. El transporte permanecería como el segundo
sector de mayores emisiones a nivel mundial, con una
participación de alrededor del 20%.

Según la misma organización, los
países en desarrollo darían cuenta de más de
tres cuartas partes del incremento de las emisiones globales de
CO2 entre 2004 y 2030. La participación de estos
países en las emisiones globales pasaría a
representar el 39% actual, al 52% en 2030. Este incremento de las
emisiones es mayor a su participación en la demanda
energética, porque su mayor consumo de energía es
más intensivo en carbón que aquél que
realizan los países desarrollados. Es decir, el aumento de
las emisiones de gases contaminantes del grupo de países
en desarrollo se deberá principalmente al incremento del
consumo de energía en base al uso del carbón de
China.

1.1.1.6. Empresas transnacionales en el sector
energético

Entre 2006 y 2007 las más grandes empresas
transnacionales del sector energético petrolero –
British Petroleum Company, Royal Dutch/Shell Group y Exxon Mobil
Corporation, con unas ventas que alcanzaron 270.600 millones de
dólares, 318.845 millones de dólares y 365.000
millones de USD respectivamente y dedicadas a las actividades de
exploración, refinación y distribución –
ocuparon el segundo, cuarto y quinto lugar entre las 100
corporaciones de este tipo en el mundo, por encima de empresas de
sectores como las telecomunicaciones y la farmacéutica que
muestran un elevado dinamismo en la economía
internacional. Así mismo, esta clasificación indica
la concentración de las compañías petroleras
más fuertes en pocos países, principalmente
Inglaterra, Estados Unidos, Holanda – los cuales agrupan
varias ETN del sector energético- y en menor
proporción España. De igual manera, en este grupo
se destacan varias empresas dedicadas a actividades de
electricidad, gas y agua, como es el caso de Electricite De
France, y Suez de Francia y E. On de Alemania.
[7]

En el grupo de las 100 más grandes empresas
transnacionales de los países en desarrollo,
América Latina ubica dos firmas del sector petrolero,
Petrobras de Brasil y PDV – SA de Venezuela.

En el sector energético las ETN actúan en
virtud de disposiciones contractuales de diversos tipos, como
concesiones, empresas conjuntas, acuerdos de reparto de la
producción y contratos de servicios. A finales de 2007 los
acuerdos de reparto de la producción eran la modalidad
contractual más corriente y representaban más del
50% de la totalidad de los contratos con participación de
ETN extranjeras en los principales países subdesarrollados
productores de petróleo y gas, siendo también la
principal forma contractual en países como China, Guinea
Ecuatorial; Indonesia, Irak, Qatar, Sudan y Vietnam. Las
concesiones y las empresas conjuntas son la modalidad contractual
mas utilizada después de los acuerdos de reparto de la
producción, y son las formas dominantes en Argelia,
Angola, Brasil, Federación de Rusia, Kazajstán y
Venezuela. Los contratos de servicios son menos corrientes, pero
son importantes en países como Irán y
Kuwait.

El efecto de un contrato dado depende de la forma en que
se haya negociado su contenido entre el país receptor. Las
regalías y las tasas impositivas suelen determinarse
contractualmente, al igual que las cuestiones relativas al
contenido local, a la formación, al control de las
decisiones claves por el gobierno del país receptor y al
alcance de la participación de las empresas estatales,
cuando proceda – aunque es claro que las negociaciones se
realizan en condiciones desventajosas en donde la parte que posee
los recursos financieros y tecnológicos termina por
recibir la mayor porción de las utilidades del negocio,
desconociendo la importancia de quien posee el recurso natural no
renovable, el cual, a fin de cuentas, es la esencia de la
actividad-. El hecho de depender de las ETN trae como
consecuencia la desigualdad de peso en las negociaciones, la
propiedad y el control de recursos no renovables, la
participación en los ingresos y la fijación de
precios de transferencia, así como costos medioambientales
y sociales. Recientemente los contratos han empezado a incluir
disposiciones sobre los derechos humanos y las cuestiones
ambientales.

Los elevados precios de los metales, del petróleo
y del gas natural han llevado al aumento de las actividades de
las empresas transnacionales en las industrias extractivas. A
pesar de esto, en los últimos años han aumentado
las restricciones a la propiedad extranjera o medidas para
asegurar una mayor participación estatal en los ingresos.
Esas medidas fueron las más comunes en las industrias de
extracción y en los sectores considerados de importancia
estratégica. Por ejemplo, en Argelia las empresas de
petróleo y gas propiedad del Estado deben tener
actualmente una participación mínima del 51% y en
Bolivia, mediante la firma de nuevos contratos, las ETN han
restituido la propiedad de las reservas de petróleo al
Estado. En otros países como Venezuela se ha ido llevando
a cabo la nacionalización del sector
energético.

Para la entrada de las empresas trasnacionales cada
gobierno adopta una serie de medidas para facilitar la
inversión extranjera directa (IED) según la
política que se proponga seguir. Durante el 2006 se
observaron 147 cambios en las políticas que hicieron
más favorables a las ETN los entornos de los países
receptores. Se incluyeron medidas destinadas a bajar los
impuestos sobre la renta de las sociedades, como en Egipto, Ghana
y Singapur, y a intensificar los esfuerzos de promoción,
como en Brasil y la India. La intensificación de los
procesos de liberalización y privatización de
determinados sectores es un factor que influye en la entrada de
las ETN en las diferentes economías.

A pesar del aumento de las restricciones las
compañías privadas que operan en el sector
energético continúan siendo las más grandes
desde el punto de vista de sus activos en el exterior. En los
últimos años los tres mayores productores de
petróleo y gas del mundo han sido empresas estatales con
sede en países en desarrollo: Saudí Aramco (Arabia
Saudita), Gazprom (Federación de Rusia) y National Iranian
Oil Company (República Islámica de Irán),
aunque su grado de internacionalización es todavía
modesto en comparación con el de las principales ETN de
propiedad privada que producen petróleo.

En las inversiones extranjeras directas, llevadas a cabo
por las transnacionales predominan las motivaciones consistentes
en búsqueda de recursos naturales, teniendo una
participación importante en las actividades preliminares –
exploración y explotación -, con el objetivo de
tratar de encontrar recursos para atender las necesidades de sus
propias actividades de refinado o de fabricación en fases
posteriores de la producción, para vender los minerales
directamente en los mercados del país receptor o del
país de origen o en el mercado internacional o para
satisfacer las exigencias estratégicas formuladas por el
gobierno del país de origen como es el caso de las ETN
estatales de Asia que han aumentado su expansión en el
extranjero en los últimos años.

A finales de los años noventa del siglo pasado,
las transnacionales eléctricas inician un proceso de
fusión con empresas de gas y carbón, y a su vez,
las petroleras como Texaco, BP, Shell y Repsol compran empresas
del ramo en diferentes países del mundo. Los organismos
financieros internacionales, los gobiernos y sectores
empresariales son sus principales aliados en la tarea de lograr
la privatización del sector energético lo mismo en
países desarrollados como Inglaterra, Suecia, Finlandia,
que en países subdesarrollados como Chile, Corea,
Dominicana, Indonesia y Ghana.

En este aspecto hay que resaltar que durante 1999 se
formaron dos grandes corporaciones fusionadas:

  • Exxon y Mobil volvieron a estar fusionadas como en
    sus orígenes -formaron parte de la antigua Standard
    Oil, disuelta en el año 1911 como consecuencia de la
    legislación anti-trust norteamericana- para formar el
    grupo Exxon –Mobil.

  • Total y Fina que formaron el grupo TotalFina, que a
    su vez siguió creciendo durante el año 2000 al
    fusionar a Elf y conformar el conglomerado
    TotalFfinaElf.

En lo que respecta a las compañías
españolas es necesario destacar la adquisición
mediante OPA que desarrolló la compañía
Repsol con la compañía argentina YPF. Mediante esta
adquisición el grupo Repsol YPF se ha situado por todos
los conceptos entre los 10 primeros a escala mundial,
multiplicando por casi dos veces su tamaño en cuanto a
cifra de negocios y casi por cuatro veces las reservas de crudo y
gas del grupo.

Con carácter general, los resultados de las
grandes compañías petroleras internacionales se han
visto beneficiadas por el alto nivel de precios de crudo,
especialmente a partir del segundo semestre de 2006, a pesar de
su caída de los últimos meses. En particular, las
más favorecidas son aquellas firmas que han fortalecido su
control sobre distintas fases del ciclo de producción y
comercialización, como resultado de los recientes procesos
de fusiones y adquisiciones en este sector. Entre las
compañías más favorecidas se encuentran
Exxon Mobil, British Petroleum, Royal Dutch Shell, Chevron-Unocal
y Total S.A.[8]

En los procesos de privatización del sector
energético, las enormes empresas fusionadas implementan
estrategias que les permite aumentar las posibilidades de
controlar este mercado. Entre otras, las maniobras se centran en
lograr modificaciones legales y regulatorias que ofrezcan
garantías a los inversionistas y anulen las resistencias
nacionales; obtener de manera cada vez más acelerada y
visible grandes contratos de obra y servicios para después
incursionar directamente en actividades de desarrollo,
asesoría, mantenimiento y operación. Conforme el
proceso madura, se confirma la verdadera intención de esa
apertura – la concentración y manipulación de
la riqueza social – e irrumpen sus devastadores efectos
económicos y sociales e incluso políticos. Un caso
típico de esta situación es lo ocurrido con SEMPRA,
empresa que opera en San Diego, California, que reconoció
que "manipuló el suministro de electricidad para aumentar
tarifas", dirigiendo el fluido eléctrico a otros estados
para luego revenderlo a California con precios hasta 300%
más elevados. [9]

La principal fuente de energía en el mundo actual
es el petróleo con una participación que oscila
entre un 33% y un 35.1% del consumo de energía primaria
mundial, seguido por el carbón con aproximadamente un 24%
de consumo, el gas natural se encuentra representado con consumo
aproximado de un 21%, y la energía nuclear entre el 5% y
el 6.4% siendo Estados Unidos el principal consumidor a nivel
mundial de fuentes no renovables de energía. Los
países como China que han alcanzado un desarrollo
acelerado también influyen en el incremento de la demanda
energética. Las principales reservas de hidrocarburos se
encuentran en regiones en desarrollo siendo éstos los
principales productores como es el caso de regiones como el Medio
Oriente donde se encuentran varios de los principales productores
del mundo.

Los principales países consumidores de
energía no poseen grandes reservas de hidrocarburos,
debido a sus patrones de consumo e industrialización
buscan los mecanismos para apoderarse de los recursos
energéticos en otras regiones. El consumo
desproporcionado, sin control ni medida alguna de energía
de las empresas transnacionales y los centros de la
economía mundial a base de fuentes no renovables como el
petróleo, ha traído consecuencias nefastas para las
demás regiones del mundo que ni siquiera alcanzan a
satisfacer las necesidades básicas de electricidad de su
población más pobre mientras presencian la
explotación y saqueo de sus recursos energéticos y
padecen de las estrategias guerreristas implementadas por los
mismos sin sacrificar el más mínimo de sus
lujos.

CAPÍTULO II.

Sector
energético en América latina y el Caribe:
principales potencialidades y dificultades

A pesar de los cuantiosos recursos energéticos de
América Latina, los procesos de apertura económica,
privatización y transnacionalización de los
recursos naturales, bienes y servicios promovidos desde la
década pasada por gobiernos de la región y apoyados
por Estados Unidos principalmente, junto a políticas de
uso intensivo y exportación de recursos naturales, han
incidido negativamente en el desarrollo energético
regional. Lejos de resolver los desafíos medioambientales
y las necesidades de desarrollo en América Latina, estas
políticas intensificaron problemas como la inequidad
social, la degradación ambiental, la destrucción de
territorios y el detrimento de las economías locales de
muchos países.

La matriz energética latinoamericana se basa en
fuentes convencionales de energía -petróleo,
carbón, gas natural e hidroelectricidad a gran escala-.
Existe en forma generalizada una utilización poco
sustentable de fuentes renovables, optándose por la
construcción de megacentrales hidroeléctricas,
además de un gran atraso tecnológico en el uso del
carbón, utilizado principalmente por el sector residencial
-que no accede a otras fuentes energéticas, por su mayor
costo y distancia de las fuentes o redes-, con consecuencias de
deforestación y contaminación atmosférica.
Más recientemente, ha cobrado fuerza la opción por
el desarrollo de agrocombustibles, sin prevenir los impactos
sobre el medio ambiente, los recursos hídricos y la
soberanía alimentaria. Adicionalmente, la mayor parte de
la producción de combustibles fósiles
-petróleo y gas natural- se orienta a la
exportación hacia mercados europeos, asiáticos y
principalmente Estados Unidos y genera graves pasivos
ambientales, lo que redunda en conflictos con comunidades locales
que ven amenazada su subsistencia, hábitat y medios de
vida, como ocurre en las cuencas amazónicas.

La energía, como insumo fundamental de sectores
energointensivos y de las economías exportadoras, se ha
convertido en un sector especialmente atractivo para la
inversión extranjera en la región. Recursos
energéticos como el petróleo, el gas natural y los
abundantes recursos hídricos despertaron el interés
de las empresas transnacionales. Simultáneamente, las
políticas sobre propiedad y manejo de los recursos
naturales, entre ellos los energéticos, están
conformando un área de creciente interés
político y movilización en los movimientos sociales
y la sociedad civil.

Sin embargo, en la actualidad, gobiernos como el de
Venezuela y Bolivia se han rebelado contra la expropiación
de sus recursos y han logrado cambiar el rumbo de las
políticas económicas, lo cual ha traído como
consecuencias grandes tensiones políticas promovidas por
los intereses de las transnacionales en esos
países.

En los últimos años se evidencia en la
región latinoamericana una tendencia creciente a rescatar
un papel más activo del Estado en las actividades
energéticas. Según el gobierno venezolano, la
integración energética puede ser un instrumento que
impulse los procesos de integración regional,
planteándose que ¨ los acuerdos energéticos
tienen una fortaleza intrínseca que van a incidir en la
recuperación económica regional¨.

2.1. Escenario energético en América
Latina y el Caribe.

En América Latina el papel de los recursos
energéticos es estratégico y funciona como objeto
de la competencia cada vez más abierta entre grandes
empresas y países. La región latinoamericana es
responsable del 13,5% del petróleo que se comercializa en
el mundo y tiene bajo su subsuelo el 9,7% de las reservas
globales de crudo y el 4% de las de gas. Pero más
allá de las cifras, la región tiene un papel clave
en la geopolítica internacional por dos cuestiones: es un
territorio fundamental para el abastecimiento energético
de Estados Unidos y, por otro lado, en ella residen la mayor
parte de los intereses de las transnacionales energéticas
españolas.

Dentro de los países con mayores concentraciones
de hidrocarburos resaltan Venezuela tanto en reservas de
petróleo como de gas. Luego, Brasil que, tras el reciente
descubrimiento de un gran yacimiento en las profundidades
marinas, podría llegar a ser la segunda mayor reserva de
petróleo de la región. Los países que
aparecerían en segunda línea, en cuanto a riqueza
de crudo y gas, serían Ecuador, Perú y Trinidad y
Tobago. Esto pone en evidencia que los hidrocarburos siguen el
camino del pie del monte andino hasta llegar a la región
caribeña. Por último, Bolivia es el territorio con
las segundas mayores reservas de gas natural.

Gran parte de los países latinoamericanos y
caribeños no posee reservas de petróleo, por lo que
necesitan importar prácticamente la totalidad de su
consumo. En Suramérica, éste es el caso de Chile,
Uruguay y Paraguay que ocupan el primero, segundo y tercer lugar
respectivamente en el nivel de dependencia de las importaciones
de fósiles. Los países de América Central y
la mayoría del Caribe son también altamente
dependientes de las compras al exterior. Del conjunto regional
sobresalen, Chile que como uno de los países más
dependientes de la importación de fósiles, compra
el 98% de petróleo, 91,6% del carbón y 75% del gas
natural disponible en su oferta interna y Guatemala que es el
mayor importador de derivados del petróleo -kerosene,
gasoil, fuel oil, gasolinas- en la región, importa la
totalidad de petróleo crudo y reconstituido desde
Venezuela.

Otro aspecto importante de señalar con
relación a los países del Caribe es que estos
ofrecen facilidades de almacenamiento por aproximadamente 100
millones de barriles de petróleo crudo y productos
refinados. Además en esta área se encuentran
instaladas importantes refinerías con una capacidad de
procesamiento de casi dos millones de barriles
diarios.

Considerando los intercambios de energía entre
los países latinoamericanos, las ventas más
significativas dentro de la región son las exportaciones
de petróleo proveniente de Venezuela (46%), de Ecuador
(27%) y de México. También el 47% de las ventas de
energía de Brasil se destinan a América Latina y El
Caribe. En gas natural, los principales exportadores son Bolivia
(66% de su producción destinada a Argentina y Brasil), y
Argentina (que exporta el 13% de su producción, siendo
Chile su principal comprador).

La presencia de América Latina entre las mayores
empresas petroleras del mundo de ambos grupos es considerable. Se
destacan Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y
Petróleos Mexicanos (PEMEX), la brasileña
Petróleo Brasileiro S.A. (Petrobras), que posee la mayor
cantidad de activos en el exterior, y la argentina Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), adquirida por la empresa
española Repsol después de su privatización
en los años noventa. También se encuentran las
empresas estatales petroleras de Chile, Colombia y Ecuador. La
mayoría de estas empresas latinoamericanas ha realizado
inversiones considerables fuera de sus fronteras. Como se puede
apreciar, muchas de las petroleras latinoamericanas son o fueron
empresas estatales.

El mapa energético de América Latina se
completa con tres recursos más: el carbón, el agua
y los biocombustibles. El primer recurso tiene mayor abundancia
en Brasil, si bien el principal productor es Colombia. El agua de
los ríos representa casi el 60% del recurso que utiliza
esta región para producir electricidad y si se habla de
países con mayor potencial hidroeléctrico, en
primer lugar estaría Brasil, que genera el 84% de su
electricidad.

En cuanto a los biocombustibles, ésta es la
alternativa elegida por algunos países de América
Latina que cuentan con grandes espacios cultivables. Entre ellos
destaca Brasil, que sustenta la política más
favorable hacia este recurso. Brasil representa la mitad del
comercio global de etanol y produce cerca del 22% de su consumo
total de combustibles para transporte en forma de etanol. Debido
a su enorme superficie agrícola, pero también al
relativamente bajo consumo per cápita de combustible para
transporte, solamente necesitaría un 3% del área
disponible (el total de los cultivos de cereales, oleaginosas y
azúcar) para producir los biocombustibles adicionales
(sobre todo biodiesel), que le permita alcanzar la meta de
sustituir el 10% de su consumo de combustible para el transporte
con biocombustibles.

Brasil no es el único país en el
continente que promete avances en la producción de etanol.
El marco legal que regula las actividades del sector privado para
la producción de biocombustibles se ha venido
desarrollando en la región durante las últimas
décadas ligado al interés específico que
algunos países han puesto en dichos productos como
alternativa energética. Los avances más
significativos han sido logrados por Brasil, Guatemala, Honduras
y más recientemente Perú, Colombia, Costa Rica,
Bolivia y Argentina. En la actualidad, algunos países de
la región se encuentran en proceso de elaboración
de sus normas legales.

El uso de los biocombustibles ha tomado mayor
interés por parte de los gobiernos de los países de
la región, ante la volatilidad que han sufrido en los
últimos años los precios del petróleo y que
ha afectado de manera muy heterogénea a las
economías de la región, pues no todos los
países presentan las mismas condiciones respecto a los
recursos energéticos con los que cuentan. Un ejemplo de
esto lo constituye México que ha visto en los
últimos años declinar sus reservas mientras que
Brasil las ha venido incrementando en forma sostenida, estando a
punto de lograr el autoabastecimiento. El análisis se
torna más complejo si se advierte que países como
Chile, Paraguay y Uruguay que no poseen reservas significativas,
no solo importan crudo y derivados sino que también
exportan estos últimos. Diferente son los casos de
Argentina, Colombia y Ecuador que son países exportadores
mientras que Bolivia y Perú muestran un saldo negativo y
sus cuentas registran una compleja red de transacciones que
comprenden tanto importaciones como exportaciones. En el caso
particular de Argentina, en la medida en que sus reservas han ido
decreciendo se ha hecho más vulnerable a las fluctuaciones
de los precios.

A pesar de sus recursos energéticos,
paradójicamente América Latina y el Caribe cuentan
con una elevada deuda energética; alrededor de un 30% de
la población no tiene acceso a los servicios de
electricidad y existe una gran dependencia de los combustibles
tradicionales -leña, carbón vegetal y otros-, sobre
todo en sectores rurales y suburbanos; entre otros problemas. A
su vez las desigualdades en la distribución
geográfica de los recursos energéticos en la
región y las diferencias en los niveles de desarrollo
tecnológico y de infraestructura dificultan aun más
la situación.

En Latinoamérica existen grandes desequilibrios
en el acceso a la energía, que son agudos en Bolivia,
Perú y los países centroamericanos, donde la
cobertura del servicio de energía eléctrica no
alcanza el 50%. Uruguay, Brasil y Chile alcanzan niveles de
cobertura iguales o superiores al 90%; en otros países
como Colombia, Ecuador o Paraguay, ese nivel fluctúa entre
estos dos rangos. Al tiempo, en la región hay
países que exportan energía a pesar de que no
satisfagan la demanda interna, esos países son Argentina,
Colombia, Venezuela, y Paraguay. En Centroamérica se
espera un incremento anual de 7,1% en la demanda de electricidad;
24,6% en gas natural; 8% en hidroelectricidad y 0% en la demanda
de petróleo. Se prevé un aumento sostenido de la
demanda de energía proveniente de fuentes renovables
convencionales de alto impacto socioambiental (carbón,
hidroelectricidad y biocombustibles).

El común denominador en todos los países
de América Latina es que la población no servida
con energía eléctrica se concentra en el sector
rural y en las áreas pobres y marginales urbanas: en
Brasil existen 4,35 millones de domicilios sin electricidad y
otros 4,84 millones que sólo tienen acceso a la
energía eléctrica mediante conexiones clandestinas.
La privatización de la industria eléctrica que ha
tenido lugar durante varios años en América Latina
y el Caribe ha mantenido el enfoque de lograr un crecimiento
económico que les permita la obtención de grandes
ganancias a las empresas transnacionales pero dejando de lado la
equidad social y el medio ambiente.

El mayor y más significativo consumidor de
energía en la región es el sector transporte con
35,3% del total. En el análisis por país y por
región, el más alto consumo se encuentra en
México -60% del consumo total del país- y en los
países centroamericanos – 52% del consumo total de
la subregión-. Los consumos más bajos se encuentras
en la zona andina y el Cono Sur con el 34% y 28% del consumo
regional respectivamente. [10]

El sector industrial es el segundo consumidor con 30,5%
de la energía disponible en América Latina, siendo
el Cono Sur quien registra el consumo energético
más alto de la región -36%- siendo la industria
brasileña la más demandante de energía de
toda Latinoamérica seguida de la chilena y la argentina,
mientras que el más bajo se encuentra en la zona andina
con el 11% del consumo regional.[11]

En lo concerniente al sector residencial, éste
representa apenas 13,6% del consumo energético
latinoamericano, pero a la vez, concentra más del 90% del
consumo total de carbón en la región. Finalmente,
el uso de energía en el sector comercial y público
-6,6% del total- es bajo respecto a otros sectores productivos y
relativamente equivalente en todas las subregiones, salvo
México que registra un consumo superior en este sector.
Otros usos con 10,7% del consumo regional, se refieren
principalmente al refinamiento de combustibles -petróleo,
gas- y a la generación, distribución,
transmisión y centros de transformación de
electricidad -4,7% en Centroamérica, 12% en el Cono Sur y
15,6% en la zona Andina-. Esto evidencia el alto consumo de la
propia industria de energía, lo que da cuenta de la escasa
sustentabilidad de la producción y el mercado
energético latinoamericano donde parte importante de la
energía consumida es utilizada, paradójicamente,
para generar energía.

Los escenarios proyectados de requerimientos
energéticos de América Latina al 2020 presentan un
significativo incremento en la demanda, para todos los
países de la región. Ello implica aumentos en la
capacidad de extracción y exportación en los
países productores; y la promoción de altos niveles
de integración para el intercambio energético por
parte de los países dependientes.

En lo relativo a la infraestructura energética
con la que cuenta América Latina se destaca la existencia
de varios gasoductos de vital importancia para el desarrollo del
sector energético de la región, como es el caso del
gasoducto Bolivia-Brasil, siendo este uno de los mayores de la
región suramericana, el cual cuenta con una capacidad de
30 MM de metros cúbicos y una extensión de 1800 km,
este gasoducto se encuentra en operación desde el
año 2000. En la región existen además otros
gasoductos como el Transierra que tiene sus puntos extremos en
Yacuiba y Bolivia, puesta en vigor desde el 2003, tiene una
capacidad de 20 MM de metros cúbicos y una
extensión de 441 Km y el Gas Andes con una capacidad de 10
MM de metros cúbicos, con un grado de utilización
del 69%, este gasoducto comenzó a operar en el año
1997. Estos importantes gasoductos junto a otros que existen en
la región forman parte de la infraestructura
energética latinoamericana.

De la misma forma en que abordamos el tema del sector
energético mundial a partir de las principales fuentes de
energía, haremos el análisis del mismo en la
región latinoamericana.

2.1.1. El petróleo

América Latina y el Caribe consumen 6.4 millones
de barriles diarios de petróleo que equivalen al 8.4%
(2006) del consumo mundial, lo que comparado con los 10,2
millones de barriles diarios (2006) que produce, evidencia el
importante potencial exportador que posee la región. La
particularidad de las exportaciones de los países
petroleros de la región es que estas se realizan en su
mayoría dentro de la región americana siendo el
principal destino Estados Unidos. Sin embargo, el potencial
exportador latinoamericano está matizado por la
deficiencia en el acceso a la electricidad en la región,
es decir, aun sin satisfacer las necesidades energéticas
internas América Latina se ha especializado en ser uno de
los principales proveedores de petróleo en el
mundo.

La participación en el consumo mundial de
refinados de la región alcanza un poco más del 8%,
proporción que es ligeramente superior a la de los
países de Europa del Este y más de tres veces menor
que la registrada por los países de Asia Pacífico.
(Anexo 12).En la región se expresa, al igual que lo que
ocurre en otras áreas geográficas del mundo, que
quienes refinan y consumen más petróleo no son
necesariamente los que cuentan con las mayores
reservas.

A diferencia de otras regiones del mundo como Medio
Oriente, África y el Mar Caspio, América Latina
tiene en perspectiva un mercado de consumo más importante.
Aquellas regiones son significativas productoras de
petróleo pero registran consumos inferiores a los de
América Latina y el Caribe en su conjunto, cuya tasa de
crecimiento promedio anual de consumo hasta el año 2025
registrará un 2.4%. En ese sentido, la región
constituye un primordial escenario para el despliegue de las
actividades de las empresas transnacionales en un mercado con
importante potencial de producción y consumo.

En lo que a la oferta y reservas se refiere, Venezuela
ocupa el primer lugar con el 71% del total, seguido por
México con el 11% y Brasil con el 8%. En el resto de
países se destacan Ecuador y Colombia. Cabe
señalar, que en la región del Caribe, solamente
tres países poseen reservas de petróleo: Barbados,
Cuba y Trinidad y Tobago, el último de los cuales es el
único que exporta. (Anexo 13).

A su vez, la región participa del 13% de la
producción mundial, pero solo cuatro países
concentran más del 86% de la producción de la
región (Venezuela, México, Brasil y Argentina). En
el Caribe, de los tres países con reservas, Cuba ha
incrementado su producción en más del doble desde
1991, en el caso de Barbados, ésta ha declinado levemente
desde 2001, en lo que puede influir que el país no tiene
capacidad de refinación y por tanto dicho proceso se
realiza en Trinidad y Tobago para ser importado posteriormente
para su uso doméstico.

Los países de América Latina y el Caribe,
se autoabastecen en la propia región, el petróleo
consumido en Chile, Uruguay, Paraguay, y el déficit
brasileño, proviene fundamentalmente de Argentina. El
déficit del consumo del Perú, es cubierto
fundamentalmente por Ecuador y Colombia. Asimismo, el
petróleo que se consume en América Central y
algunos países del Caribe proviene de Venezuela y
México. Sin embargo, la mayor parte de los excedentes de
la producción de la región es absorbida por Estados
Unidos, especialmente de México y Venezuela, países
que conjuntamente concentran más del 80% de las
exportaciones petroleras del subcontinente. Estos dos
países ocupan el tercer y cuarto lugar respectivamente
como principales proveedores mundiales de petróleo crudo
al mercado norteamericano, de ahí la importancia
estratégica que posee la región para el gobierno de
Estados Unidos.

A pesar que la mayor parte de los excedentes petroleros
de América Latina se canalizan a Estados Unidos y al
interior de la región, el potencial de las reservas de
Venezuela han adquirido un interés estratégico para
países de Asia, principalmente China.

La Zona Andina y México son las regiones con
mayor volumen y proporción de exportaciones de
combustibles fósiles. En todos los países
productores las exportaciones superan las necesidades internas.
Esta situación confirma que la producción y
exportación de fósiles juega un papel fundamental
en la macroeconomía de los países andinos. En el
caso particular de México, se presentan problemas en la
explotación de los recursos petroleros porque el Estado no
posee la capacidad para asumir la magnitud de tales inversiones.
La industria petrolera en México es parte fundamental en
su historia, desarrollo, y economía actual, las reservas
de petróleo de este país se han reducido casi a la
mitad en la última década. El horizonte de vida de
las reservas probadas de México, teniendo en cuenta la
relación temporal entre las reservas y la
producción se estima en 10 años, uno de los
más bajos de la región. Teniendo en cuenta el
comercio petrolero de México con el exterior es preciso
señalar que un alto por ciento de este intercambio se
realiza con Estados Unidos.

La industria petrolera en México en manos de
Petróleos Mexicanos (PEMEX) y sus Organismos Subsidiarios
(PEMEX Exploración y Producción, PEMEX
Refinación, PEMEX Gas y Petroquímica Básica
y PEMEX Petroquímica), lleva a cabo las políticas
en materia energética a partir de un marco normativo que
tiene su fundamento en las bases constitucionales en las que se
funda la industria petrolera mexicana. Respecto al Sistema de
Inversiones de Petróleos Mexicanos, la empresa en estos
últimos años no ha podido aprovechar sus utilidades
y así financiar sus propios proyectos, lo que ha servido
como justificación para recurrir a la utilización
del capital externo en el cumplimiento de las inversiones
enfocadas a la ampliación y mantenimiento de la planta
productiva y de refinación.

Venezuela, que de lejos es el país que presenta
las mayores reservas de petróleo en la región,
presenta una relación temporal entre reserva y
producción de 72 años, superior al promedio
latinoamericano de 32.9 [12]y al promedio mundial
de 38.5 años. Sin embargo, participa solamente del 7% del
consumo total de la región, mientras que representa casi
la mitad de las exportaciones. Con las mayores reservas de
petróleo en todo el mundo fuera de Medio Oriente,
Venezuela seguirá siendo el mayor productor de
petróleo en América Latina durante los
próximos años.

Estratégicamente es el país
latinoamericano que más importancia reviste, no
sólo por disponer de una de las mayores reservas de
petróleo del mundo, sino por el prolongado horizonte de
vida que estas tienen.

Se espera que en los próximos años el
desarrollo de petróleo extra pesado no convencional, que
es abundante en la región de la Faja del Orinoco,
represente una mayor proporción de la inversión
petrolera venezolana. Se necesitará una inversión
de 52 mil millones de dólares en el período que
comenzó en el 2001 y hasta el 2030 para satisfacer el
crecimiento de la producción proyectado, la mayor parte
del cual se destinará a proyectos basados en un
mejoramiento parcial o total del petróleo extra pesado de
la región. La principal ventaja de los proyectos de
petróleo no convencional en Venezuela radica en que son
menos vulnerables a los períodos de bajos precios de
petróleo que la mayoría de los otros proyectos de
petróleo no convencional porque sus costos de suministro
son más bajos.

Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) es la empresa
estatal petrolera del país. En la actualidad tiene el
monopolio de la comercialización por lo que se requiere su
autorización para exportar éste recurso.

Por su parte Brasil -primer consumidor de la
región-, dependió históricamente de la
importación, habiendo llegado recién en el
año 2006 a la autosuficiencia petrolera pero manteniendo
la dependencia externa de gas natural. El mercado petrolero
brasileño está dominado por su empresa petrolera
estatal, Petróleo Brasileiro S.A. (Petrobras), la cual
ocupa actualmente uno de los primeros puestos en la lista de las
mayores compañías petroleras y de gas en el mundo,
liderando la extracción en aguas profundas. Esta empresa
logró resistir la ola privatizadora de los noventa, aunque
con ciertas modificaciones 'pro-mercado', por lo que al mismo
tiempo que mantenía el dominio de su mercado interno, se
planteó una fuerte estrategia de extranjerización.
En este proceso, si bien continuó manteniendo la
mayoría estatal, Petrobras fue expuesta a la
desregulación y a la entrada de capitales privados
extranjeros. Sin embargo, su participación dentro de los
procesos privatizadores de los países de
Latinoamérica fue distinta ya que aprovechó las
desregulaciones de los mercados energéticos regionales
para transnacionalizar sus operaciones. Petróleo
Brasileiro S.A. realizó inversiones en mercados
energéticos de diversos países de América y
del resto del mundo, hecho este similar al sucedido con la
petrolera estatal venezolana PDVSA. Sin embargo, ambas empresas
llevaron adelante estrategias totalmente distintas en su salida
al exterior en cuanto a la focalización geográfica,
la relación con los gobiernos receptores y su contacto con
sus casas matrices.

El modelo brasileño impulsó el monopolio
estatal del mercado hidrocarburífero para que, con las
ganancias obtenidas, se desarrollara una industria petrolera
propia buscando petróleo y gas en suelo brasilero. Ante el
poco éxito de las primeras búsquedas de
hidrocarburos efectuadas, Petrobras decide explorar el mar y
encuentra petróleo rápidamente. A partir de ese
momento se comienza una política agresiva de
exploración sobre todo en el litoral de Río de
Janeiro, desarrollando tecnología propia y obteniendo
grandes avances. Dado su mayor conocimiento de las áreas y
por haber desarrollado innovaciones tecnológicas siendo la
primera empresa del mundo en perforación en aguas
profundas, la estatal ha ganado la mayor parte de las
áreas más importantes (sola o en asociación
con otras petroleras, aunque siempre manteniendo la
mayoría accionaria y la operación del proyecto).
Sin ir más lejos, en 2006 Brasil consiguió el
autoabastecimiento gracias a las grandes inversiones de Petrobras
en aguas profundas. Además, a finales de 2007 se
difundió el descubrimiento del megayacimiento de
Tupí (con reservas estimadas que cuadruplicarían a
las de Argentina) donde Petrobras tiene la mayoría
accionaria. El control de ésta organización es tan
importante que apenas existe una sola empresa privada -la
anglo-holandesa Royal Dutch-Shell- que extrae petróleo en
Brasil sin control de la estatal. Sin embargo, existen varios
yacimientos en manos de empresas privadas que se encuentran en
proceso de desarrollo. Además, se llevó adelante un
plan de privatizaciones que incluyó a las generadoras y
distribuidoras eléctricas. Si bien Petrobras y los
gobiernos estaduales mantuvieron un porcentaje alto luego de las
privatizaciones, las empresas privadas -principalmente Enron y
Gas Natural- lograron importantes posiciones en las prestadoras
de servicios públicos. Es de señalar también
que se realizó una apertura del capital de Petrobras al
sector privado. La estatal se transformó en una sociedad
de economía mixta cotizando en las bolsas de San Pablo,
Buenos Aires y Nueva York. El estado federal mantiene el control
accionario (según dictamina su estatuto) a pesar de contar
con apenas el 32% del capital social. Esto es así ya que
el Estado cuenta con el 56% de las acciones con derecho a voto de
la empresa. Por esta razón, a pesar de contar con el
control empresario, el estado brasilero no recibe la mayor parte
de sus cuantiosas ganancias. La participación privada en
las decisiones es importante aunque no mayoritaria.

Para realizar un análisis del impacto de las
fluctuaciones de los precios del petróleo sobre las
economías nacionales de la región es necesario
tener en cuenta la significación que tienen sus
exportaciones dentro del total de las ventas al exterior. En este
sentido, el mayor beneficiario de una tendencia alcista seria
Venezuela por la magnitud de sus exportaciones, así como
el resto de los países exportadores de la región.
Las fluctuaciones de los precios tienen también
importantes efectos directos en los costos de transporte y en los
procesos de fabricación. Tienen además efectos
indirectos que se reflejan en las ramas de la producción y
los servicios, en el valor de los productos destinados al consumo
interno o a las exportaciones. El nivel de estos efectos
está en función de la intensidad en el uso de
energía que requiera la generación de bienes y
servicios. Las repercusiones sobre el PIB son evidentes: un mayor
valor de las importaciones tiene efectos perniciosos sobre el
crecimiento promedio de la economía mientras que un mayor
valor de las exportaciones redundará en su
beneficio.

2.1.2. Gas

Las reservas probadas de gas natural de América
Latina ascendían a 7,2 trillones de metros cúbicos
en el 2002, es decir 4,5% del total mundial y las reservas
probables y posibles podrían sumar otros 6tcm.
Según los expertos en el tema, se cree que los yacimientos
profundos de Brasil tienen un gran potencial y los recientes
grandes descubrimientos en Bolivia y Trinidad y Tobago sugieren
que una exploración más intensiva podría
llevar a un substancial incremento en las reservas probadas en la
región. Venezuela tiene cerca del 60% de las reservas
probadas, seguida por Bolivia (11%), Argentina (11%) y Trinidad y
Tobago (8%).

El gas es otro de los recursos energéticos
estratégicos de la región, cuya producción
se estima que se expanda significativamente alcanzando los 516
bcm para el año 2030, impulsada por el crecimiento de la
demanda regional e internacional. Precisamente, las proyecciones
de estudios especializados indican que la demanda regional
crecerá rápidamente, de 101 bcm en 2001 a
más de 370 bcm en 2030, debido principalmente a la demanda
en el sector de generación energética, la cual
representará más de la mitad de dicho aumento,
estimulado por la necesidad en muchos países de reducir la
dependencia de la energía hidroeléctrica, siendo
Brasil el líder del incremento con un crecimiento promedio
anual de la demanda de 7% en los próximos 20 años,
de tal manera que el país llegará a representar el
20% de la demanda regional de gas en el año 2030 y
jugará un papel fundamental en la evolución de la
infraestructura gasífera de la región.

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