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Hipertensión arterial




Enviado por francisca



  1. Introducción
  2. Justificación
  3. Marco
    teórico
  4. Diagnóstico y clasificación de la
    hipertensión
  5. Tratamiento
  6. Conclusión
  7. Bibliografía

Introducción

La hipertensión es un factor de riesgo
cardiovascular muy prevalente en el mundo, que es especialmente
abrumador en los países de bajos y medianos ingresos.
Informes recientes de la OMS1y del Banco Mundial2 destacan la
importancia de las enfermedades crónicas tales como la
hipertensión, como obstáculo al logro de un buen
estado de salud. Se debe agregar que, para la mayoría de
los países de bajos y medianos ingresos, estrategias
deficientes de la atención primaria de la salud son
obstáculos mayores para el logro del control de la
presión arterial.

La diabetes mellitus y la hipertensión
frecuentemente están asociadas, aumentando así su
efecto negativo sobre el sistema cardiovascular. Más del
80% de la carga mundial atribuida a estas enfermedades son en
países de bajos y medianos ingresos. En
Latinoamérica, el 13% de las muertes y el 5,1% de los
años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) pueden ser
atribuidos a la hipertensión. La prevalencia ajustada para
la edad de la hipertensión en la población adulta
general en diferentes países de Latinoamérica
(encuestas nacionales o muestreos sistemáticos
aleatorizados) varía entre el 26 al 42%. En las
poblaciones diabéticas, la prevalencia de la
hipertensión es 1,5 a 3 veces mayor que en no
diabéticos de la misma franja etaria. En la diabetes tipo
2, la hipertensión puede ya estar presente en el momento
del diagnóstico o inclusive puede preceder a la
hiperglicemia evidente. La hipertensión impone una enorme
carga económica y social mundial a causa de las
comorbilidades asociadas y de las complicaciones crónicas
que pueden afectar la sobrevida y la calidad de vida. Así,
un análisis reciente de un banco de datos internacional1
ha demostrado que una proporción muy substancial de la
enfermedad cardiovascular es atribuible a la hipertensión.
Los gastos globales en el tratamiento antihipertensivo son de
unos 50 mil millones de dólares anuales. Más del
90% de los cuales se gastan en países de altos ingresos,
mientras que los países de bajos y medianos ingresos, a
pesar de tener una carga de enfermedad más de cinco veces
mayor que los correspondientes países de altos ingresos,
tienen acceso a solo el 10% de los recursos globales de
tratamiento. Los parámetros de costo-efectividad,
costo-beneficio y costo-utilidad del tratamiento de la
hipertensión en la población general son muy
afectados por la presencia de comorbilidades y complicaciones.
Así cada año unas 18 millones de personas mueren en
el mundo por padecimientos cardiovasculares, por lo que se ha
considerado que habrá una menor expectativa de vida en
todos los países para el presente siglo y algo
particularmente grave es que al menos el 80% de esta mortalidad
se presenta en países en desarrollo como el
nuestro.

Justificación

La HAS es un síndrome frecuente, generalmente
asintomático, de diagnóstico fácil, que
requiere la participación de los cardiólogos para
la identificación de sus letales complicaciones,
comprender sus causas y para ofrecer un tratamiento
adecuado.

En todo el mundo, ha quedado bien establecido que al
menos el 33% de los pacientes con HAS no ha sido diagnosticado,
por lo que los programas de salud tanto públicos como de
organismos privados dedicados a la salud, tuvieron un importante
retroceso, con lo que las curvas de mortalidad se aplanaron y
detuvieron su tendencia favorable a disminuir y el número
global de pacientes con HAS no tratada y complicaciones derivadas
de ella, aumentó considerablemente. Estos hechos corren en
paralelo con la situación, perfectamente bien definida, de
que el 95% de los pacientes con HAS no tienen una
etiología conocida y caen bajo el rubro de "causa
primaria", frecuentemente asociada a obesidad, síndrome
metabólico, resistencia a la insulina y tabaquismo,
situaciones que incrementan el riesgo global total, del que se
debe tener un concepto integral. Esto tiene como consecuencia que
las complicaciones letales vayan en aumento, por lo que ahora el
número de pacientes con cardiopatía
isquémica es mayor, el porcentaje de individuos con
insuficiencia cardiaca se duplicó desde mediados de los
años noventa y ha permanecido en aumento constante y el
nivel de pacientes que incumplen con su tratamiento alcanza del
50 al 60%. Esta tendencia ha sido observada también en
nuestro país, asociada a un considerable cambio en el
estilo de vida de los mexicanos en todas las edades, en donde no
existe la cultura del ejercicio cotidiano y, en números
globales, la cuarta parte de la población fuma; tenemos un
consumo per capita de 32 litros de etanol por año, uno de
cada 10 mexicanos padece diabetes mellitus y el 70% padece
sobrepeso u obesidad por tener muy malos hábitos
nutricionales. Así, de unos 106 millones de habitantes en
la actualidad, unos 15 millones de personas en edad adulta,
padecen HAS o sea el 30%, porcentaje que puede llegar al 50 en
pacientes en la quinta década de la vida, situación
que se asocia a una mayor mortalidad de origen cardiovascular, de
tal manera que en personas de más de 60años, es la
primera causa de muerte de acuerdo con la Encuesta Nacional de
Salud del año 2000.

El enfoque actual del manejo integral del paciente
hipertenso debe estar dirigido al control del mayor número
de factores de riesgo cardiovascular que sea posible, incluyendo
microalbuminuria, dislipidemia, obesidad, tabaquismo y diabetes
mellitus, además de prevenir y diagnosticar tempranamente
las complicaciones de la HAS en consideración a que cada
hora mueren 8 individuos por problemas cardiovasculares,
independientemente del nivel económico, social o
religión.

Marco
teórico

La hipertensión establecida es una
condición que implica un mayor riesgo de eventos
cardiovasculares y disminución de la función de
diferentes órganos en la cual la presión arterial
está crónicamente elevada por encima de valores
considerados óptimos o normales. La hipertensión
frecuentemente está asociada con comorbilidades tales como
diabetes mellitus, coronariopatía, insuficiencia cardiaca
(IC) crónica, accidente vascular encefálico (AVE),
accidente isquémico transitorio (AIT), enfermedad vascular
periférica, insuficiencia renal crónica. La
hipertensión persistente es considerada uno de los
factores de riesgo para AVE, infarto de miocardio, IC y aneurisma
arterial, y es una de las principales causas de insuficiencia
renal crónica y diálisis. Incluso una moderada
elevación de la presión arterial conlleva una
disminución de la expectativa de vida. Cuando la
presión arterial está marcadamente elevada
(presión arterial media 50% o más por encima del
promedio) la expectativa de vida se disminuye en 30 a 40%, a
menos que la hipertensión sea tratada adecuadamente.
(1)

La fisiopatogenia de la HAS es compleja ya que en ella
existe una participación importante de varias
moléculas, tejidos y órganos. Entre ellos tenemos
al sistema nervioso simpático. Se ha determinado que un
incremento en la actividad de este sistema conlleva un aumento en
la presión arterial. El sistema nervioso simpático
contribuye al inicio y mantenimiento de la HAS por
estimulación del corazón, vasculatura
periférica y riñones. Esto está asociado a
un aumento del gasto cardíaco, resistencia vascular y
retención de líquidos.

Por su parte cualquier alteración en la
estructura, propiedades mecánicas y función de las
pequeñas arterias puede generar resistencia vascular, la
cual puede aumentar la presión
arterial.

El endotelio vascular está ampliamente
involucrado en la HAS ya que participa en la regulación
del tono vascular, en los mecanismos de hemostasia y trombosis,
en el crecimiento celular, en la apoptosis y en la
migración y modulación de la composición de
la matriz extracelular. En el endotelio se producen sustancias
tanto vasodilatadoras (óxido nítrico (ON), las
bradikininas (BDK) y prostaciclinas) como vasoconstrictoras
(angiotensina II, la endotelina y los tromboxanos). El ON
además de ser vasodilatador, también tiene
propiedades antitrombóticas, antiinflamatorias, inhibidor
del crecimiento, antioxidante y antiaterogénico. Su
contraparte es la angiotensina II que presenta las actividades
contrarias. La angiotensina II forma parte del sistema
renina-angiotensina, el cual está involucrado de forma
importante en la HAS. La angiotensina II tiene importantes
propiedades vasocontrictoras y aumenta la presión arterial
por un doble mecanismo vasoconstrictor agudo y lento, estimula el
sistema nervioso simpático a varios niveles e inhibe el
tono vagal, tiene también varios efectos sobre el
riñón y estimula la secreción de hormonas
antidiuréticas y de aldosterona.

La HAS es una enfermedad multifactorial con importante
participación de factores genéticos en su
desencadenamiento. La contribución cuantitativa de los
factores genéticos a la variación de la
presión sanguínea es de aproximadamente el 30%. De
los genes candidatos para hipertensión, destacan aquellos
que codifican para las proteínas del sistema
renina-angiotensina (SRA), sistema nervioso simpático,
proteínas G de señalización y
péptidos vasoactivos. El papel de los mediadores
inflamatorios tales como las citocinas se ha discutido desde el
punto de vista de su posible papel en el inicio y
progresión de las enfermedades cardiovasculares. Se
ha

reportado que pacientes con HAS presentan niveles altos
circulantes de citocinas proinflamatorias como interleucina 1
(IL-1), factor de necrosis tumoral (TNF) alfa e interleucina 6
(IL-6). (2)

Diagnóstico y clasificación de
la hipertensión

La morbilidad y mortalidad cardiovascular incrementan
conforme la presión sistólica como la
diastólica aumentan, pero en individuos mayores de 50
años, la presión sistólica y la
presión de pulso son mejores predictores de complicaciones
que la presión diastólica.

La presión arterial se debe de medir con un
esfingomanómetro bien calibrado mediante un manguito de
tamaño apropiado ( el balón dentro del manguito
debe cubrir al menos 80% de la circunferencia del brazo)
después que el paciente descanse confortablemente, con la
espalda apoyada en el respaldo de la silla o en decúbito,
durante al menos 5 minutos y una vez transcurridos cuando menos
30 minutos de haber fumado o ingerido café. En vista de
que las lecturas de la presión arterial en muchos
individuos son muy variables– sobre todo en el consultorio- el
diagnóstico de hipertensión debe hacerse
sólo hasta después de notar una elevación
media en dos o más lecturas en dos o más visitas al
consultorio, a menos que las lecturas sean muy elevadas o se
acompañen de otros indicadores como diabetes mellitus,
enfermedad renal crónica, insuficiencia cardiaca,
postinfarto del miocardio, evento vascular cerebral y riesgo
elevado de enfermedad coronaria.

Según el 7tmo reporte de la Comision Union
Nacional US sobre la prevención, detección,
evaluación y manejo de la presión arterial alta
(JNC-7) la presión arterial para adultos mayores de 18
años se divide en: presión normal 120/80;
prehipertensión 120-139/80-89, hipertensión estadio
1 140-159/90-99; hipertensión estadio 2 >160/>100.
(3,4)

Tratamiento

En los pacientes hipertensos, el propósito
primario del tratamiento es lograr la mayor reducción en
el riesgo CV total a largo plazo, manteniendo una buena calidad
de vida. Esto requiere tratamiento de los valores elevados de PA,
como también de todos los factores de riesgo asociados
reversibles para disminuir el riesgo CV asociado. Así,
cualquier reducción en la PA, aunque no sea óptima,
ayuda a disminuir el riesgo total. Sin embargo, la PA se debe
disminuir por lo menos a 140/90 mmHg
(sistólica/diastólica), y a cifras aún
menores según tolerancia, en todos los pacientes
hipertensos. La PA meta debe ser al menos <130/80 mmHg en
pacientes con diabetes y en pacientes con riesgo alto o muy alto,
tales como lo que tienen condiciones clínicas asociadas
(ACV, infarto de miocardio, disfunción renal,
proteinuria).(1)

Entre las medidas que el médico debe implementar
en todo paciente con HAS se encuentran:

1. Control de peso: Se sugiere llevar al paciente a un
índice de masa corporal menor a 30. Está demostrado
que por cada 10 kg de reducción en el peso se llegan a
disminuir de 5 a 20 mm/Hg las cifras sistólicas de
presión.

2. La dieta rica en frutas y vegetales y con pocas
grasas saturadas puede incidir en una reducción de las
cifras sistólicas hasta de 8 mm/Hg.

3. La dieta baja en sal con 2 g de sodio al día
puede disminuir las cifras sistólicas de 8 a 10
mm/Hg.

4. La actividad física aeróbica durante 30
minutos continuos por lo menos 4 veces a la semana ayuda a
controlar el peso y puede disminuir las cifras de TA en 4 a 9
mm/Hg además de ofrecer una gran cantidad de beneficios ya
conocidos.

5. La reducción en el consumo de alcohol es de
gran importancia en el paciente hipertenso. Los pacientes que
reducen en forma significativa su consumo pueden disminuir sus
cifras sistólicas de 4 a 6 mm/Hg.

Los medicamentos recomendables para el tratamiento
inicial, son los natriuréticos, los calcioantagonistas,
los IECA y los ARA II.

1. Natriuréticos (antes
diuréticos).

El efecto antihipertensivo de los fármacos de
este rupo es debido principalmente a la acción
natriurética (aumento en la excreción de sodio) que
finalmente disminuye la respuesta vasoconstrictora.

Se pueden dividir en cuatro subgrupos:

A. Las tiazidas

B. Los diuréticos de asa

C. Los ahorradores de potasio

D. La indapamida

A. Tiazidas

En este grupo se encuentra la clortalidona y la
hidroclorotiazida,se pueden utilizar en la mayoría delos
pacientes solas o combinadas, siempre a dosis bajas para evitar
los efectos adversos, entre los que destacan la hipokalemia, las
arritmias, la hiperuricemia,favorecer nuevos casos de diabetes y
alterarel metabolismo de los lípidos.

B. Diuréticos de asa

Representados por el furosemide que tienen más
efecto diurético (aumento en la excreción de agua)
que natriurético, por lo tanto son menos efectivos
comoantihipertensivos, tienen más indicación como
parte del tratamiento en casos de insuficiencia cardiaca o
insuficiencia renal.

C. Ahorradores de potasio

Como la espironolactona, que será efectiva en los
raros casos de aldosteronismo y como apoyo en el tratamiento de
la insuficiencia cardiaca.

D. Indapamida

Es un agente de clase única, con varios
mecanismos de acción, entre los que destaca su efecto
natriurético, favorece la liberación de factores
relajantes endoteliales y la regresión de la hipertrofia
ventricular izquierda, es neutra metabólicamente, no
afecta a la glucosa ni a los lípidos y revierte la
microalbuminuria

en el paciente diabético.

Los natriuréticos, son los medicamentos
más frecuentemente recomendados en el tratamiento
combinado, lo que es necesario en la mayoría de los casos
para alcanzar las metas requeridas. El uso de la
combinación de dos fármacos a dosis bajas y
preferentemente en el mismo comprimido, puede simplificar el
tratamiento y facilitar la adherencia.

2. Betabloqueadores

Disminuyen la PA por disminuir la frecuencia cardiaca y
la fuerza de contracción miocárdica, por lo que
disminuyen el consumo de oxígeno y son útiles en la
angina de pecho, además de disminuir la actividad
plasmática de la renina. Actualmente se consideran ran
útiles en el manejo del hipertenso asociado a angina de
pecho y en la reducción de la mortalidad en el postinfarto
y los cardioselectivos a dosis bajas en el tratamiento de la
insuficiencia cardiaca.

Pueden emplearse en jóvenes con taquicardia sin
antecedentes familiares o personales de diabetes tipo 2 o
síndrome metabólico. A pesar de que en el estudio
UKPDS se coloca a los betabloqueadores en primera línea
junto a los IECA en el tratamiento de los hipertensos
diabéticos para prevenir las complicaciones micro y
macrovasculares, en la actualidad no son los más
recomendados en estos casos o bien se deberían preferir
los cardioselectivos como el bisoprolol que no tiene impacto
sobre la sensibilidad de la insulina ni altera el metabolismo de
los lípidos.

3. Calcioantagonistas (CaA)

Los calcioantagonistas evitan parcialmente la entrada de
Ca++ a las células, en general son considerados sin
distinción en un solo grupo, debiendo ser
diferenciados

en relación a su mayor acción, ya sea
sobre el corazón como el verapamilo y el diltiazem y los
de mayor efecto a nivel vascular periférico como los
derivados de las dihidropiridinas. Ello es importante al
considerar algunas indicaciones y contraindicaciones, por
ejemplo, los primeros tendrán mejor respuesta en pacientes
hipertensos isquémicos, pero no deberán ser
empleados en presencia de insuficiencia cardiaca o bloqueo
auriculoventricular. Por otro lado, cualquier tipo de
calcioantagonista ha demostrado su utilidad en el control de la
hipertensión sistólica aislada, su neutralidad en
diabetes y dislipidemia y el retraso o regresión de la
aterosclerosis carotídea y coronaria. El tratamiento
combinado de verapamilo de acción prolongada con
trandolapril, ha demostrado que disminuye la incidencia de
microalbuminuria en hipertensos diabéticos; aunque esta
acción parece deberse al trandolapril.

4. Inhibidores de la enzima convertidora de
angiotensina (IECA)

Fueron los primeros antihipertensivos que lograron el
bloqueo del sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA) con
eficacia y seguridad, por lo que pudieron ser llevados a la
práctica clínica. Con diferentes mecanismos de
acción, entre los que destaca el bloqueo de la enzima
dipeptidilcarboxipeptidasa que evita por un lado la
transformación de la angiotensina I en la II
(vasoconstrictora) y por otro la degradación de la
bradicinina (vasodilatadora).

En diversos estudios han demostrado sus ventajas en
reducir la hipertrofia ventricular izquierda y las complicaciones
cardiovasculares del hipertenso, aun en el que se asocia a
diabetes, así como en reducir la mortalidad, la
insuficiencia cardiaca y el riesgo de accidentes
cerebrovasculares. También evitan la remodelación
del miocardio postinfartado, ofrecen nefroprotección al
reducir la hiperfiltración renal y la progresión de
la microalbuminuria y proteinuria, mejoran la sensibilidad de la
insulina, que los coloca como de elección en el paciente
prediabético o diabético.

Como todos los bloqueadores del SRAA, inhiben la
liberación de aldosterona, disminuyendo el intercambio de
Na+/K+ en el túbulo contorneado distal y la
retención de potasio; por lo que, se debe tener cuidado al
usar concomitantemente con otros fármacos que retengan
potasio o en estados de hiperkalemia. Están
contraindicados en el embarazo.

5. Antagonistas de los receptores AT1 de la
angiotensina II (ARAII)

Bloquean los efectos de la angiotensina II en el
receptor AT1, ya sea la que se forma por el SRAA o la que se
produce de manera local (tisular), favoreciendo con ello la
vasodilatación, la disminución de la hipertrofia
ventricular izquierda y del músculo liso

vascular, así como protección
endotelial.

Se ha observado que ofrecen reducción
rápida de la PA, desde la semana dos de su
administración.

Tienen efectos de organoprotección similares a
los IECA, con un buen perfil de seguridad y menos incidencia de
eventos adversos. Al igual que los IECA también retienen
potasio, por lo que se debe tener precaución en el uso
concomitante de ahorradores de potasio o en estados de
hiperkalemia. Están contraindicados en el
embarazo.

6. Inhibidores directos de la renina
(IDR)

El aliskiren es en la actualidad el único
fármaco de este nuevo grupo, que inhibe en forma directa a
la renina humana al unirse al sitio activo de la misma e inhibir
su actividad, con lo que se evita la transformación del
angiotensinógeno en angiotensina

I. Reduce la presión sistólica y
diastólica en promedio 15.7/10.3 mmHg y esa respuesta se
incrementa al combinarse con otros antihipertensivos. Ofrece un
control más completo y prolongado sobre el sistema de la
renina al neutralizar los incrementos de la actividad
plasmática de la renina provocados por los
natriuréticos, los IECA y los ARA II. Contraindicado en el
embarazo.

7. Otros antihipertensivos

En el mercado mexicano, existen otros medicamentos menos
empleados por tener menor eficacia antihipertensiva o por
presentar con frecuencia efectos adversos importantes:

Los bloqueadores alfa 1, al bloquear
específicamente estos receptores, favorecen la
vasodilatación. Al inicio de su empleo pueden presentar
elevación de la actividad plasmática de la renina,
pueden también provocar disminución en la
presión de perfusión renal, con retención de
sodio y agua. Se encontró que pueden aumentar la
incidencia de insuficiencia cardiaca. Son benéficos en el
perfil de lípidos por disminuir los triglicéridos y
el colesterol LDL y aumentar el colesterol HDL; producen con
frecuencia cefalea, palpitaciones e hipotensión postural.
En la actualidad sólo se emplean como tercer o cuarto
antihipertensivo en casos muy excepcionales, se emplean
más como tratamiento sintomático de la hiperplasia
prostática benigna.

Los vasodilatadores directos, como la apresolina
y la isoxsuprina, están en desuso, la primera por provocar
tolerancia y por sus efectos adversos, entre los que destaca la
presencia de un síndrome similar al lupus y la segunda por
su poco efecto antihipertensivo por vía oral.

La alfametildopa está indicada en la hipertensa
embarazada. La alfametildopa disminuye el tono simpático y
las resistencias periféricas, favorece la regresión
de la

hipertrofia ventricular izquierda, sin embargo presenta
muchos efectos adversos, entre los que destacan la
sedación, la depresión, sequedad de mucosas,
somnolencia e hipotensión ortostática; está
contraindicada en presencia de hepatopatía y
depresión.

8. Las combinaciones

La terapia combinada puede conseguir una mejor respuesta
antihipertensiva en forma más temprana, con lo que se
logra la reducción de la mortalidad y el daño a
diversos órganos, además se emplean dosis menores
de cada medicamento, con lo que se evitan o disminuyen los
efectos adversos que se tendrían al emplear la monoterapia
a dosis mayores.

La decisión de usar un fármaco y no otro
depende de las características del enfermo en el
interrogatorio y exploración, el hallazgo
electrocardiográfico, la tolerancia del paciente al
fármaco, la comodidad de la dosis y la presencia o
ausencia de efectos secundarios con el medicamento elegido.
(5)

Conclusión

Epidemiológicamente se ha demostrado que la
hipertensión arterial (HTA) es la enfermedad no
transmisible más prevalente, que compromete entre un 20 a
30% de la población adulta, además de ser un factor
de riesgo relevante para el desarrollo de complicaciones
cardiovasculares. La hipertensión arterial
sistémica (HAS) es de las enfermedades crónicas de
mayor prevalencia en México, ya que afecta al 30.8% de la
población de entre 20 a 69 años de edad. A pesar de
la facilidad que se tiene para el diagnóstico de esta
enfermedad, cerca del 60% de los individuos afectados lo ignoran
y de los que reciben tratamiento, sólo un mínimo
porcentaje están en control. Además es un
importante factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares
y renales. La mortalidad por estas complicaciones ha mostrado un
incremento sostenido durante las últimas
décadas.

Su aparición resulta de un complejo mecanismo en
el que interactúan diversas neurohormonas, el sistema
nervioso, el riñón y el endotelio vascular. Estos
mecanismos llevan a alteraciones en la estructura de la pared
vascular y del músculo cardíaco desencadenando la
presencia de factores lipídicos, inflamatorios e
inmunológicos que finalmente desencadenan en esta
patología.

El control de la HTA debe procurarse desde las fases
tempranas, a fin de evitar los cambios estructurales (hipertrofia
de ventrículo izquierdo, remodelamiento arterial,
neuropatía, retinopatía, etc.) que a largo plazo
contribuyen al desarrollo de las principales complicaciones
(infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca congestiva,
enfermedad cerebro-vascular, daño renal, etc.).

Controlar la presión arterial (PA) disminuye en
20 a 25% la posibilidad de tener un infarto de miocardio, 35 a
40% un accidente cerebro vascular y más de 50%
insuficiencia cardiaca. Bajar 2 mmHg. la presión arterial
reduce el riesgo de eventos cardiovasculares hasta un 10% e
induce regresión de la hipertrofia del ventrículo
izquierdo ya existente. La prescripción de un programa
aeróbico, una dieta adecuada e individualizada, el
abandono del tabaquismo y reducir el consumo de etanol, tienen un
gran beneficio en todas las personas, por lo que los
médicos debemos preocuparnos por informar a los pacientes
de este cambio en su estilo de vida, antes de prescribir
medicamentos.

La elección del fármaco es el elemento
crucial de la prescripción, debiéndose tomar en
cuenta diversos factores, particularmente la experiencia previa
del paciente con antihipertensivos, su capacidad de adherencia,
el menor número de pastillas posible, el costo y la
presencia de comorbilidades.

Dentro del grupo de fármacos para el control de
la hipertensión tenemos: Natriuréticos (antes
diuréticos), betabloqueadores, calcio antagonistas,
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina,
antagonistas de los receptores AT1 de la angiotensina II (ARAII)
e los inhibidores directos de la renina (IDR).

La educación al personal de salud se debe
considerar una herramienta importante para mejorar las
estrategias de tratamiento de la hipertensión.

Bibliografía

1.- Sánchez A R., Ayala M, Baglivo H, et al.
Guías Latinoamericanas de Hipertensión Arterial.
Rev Chil Cardiol 2010; 29: 117-144

2.- Vargas Alarcón G. Fisiopatogenia de la
hipertensión. Archivos de Cardiología de
México. Vol. 76 Supl. 2/Abril-Junio 2006:S2,
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3.- Mcphee S J, Papadakis Maxine A. Current Medical
Diagnosis & treatment. 2008

4.- Mancia Giuseppe, De Backer Guy, Dominiczak Anna 2007
Guidelines for the management of arterial hypertension. European
Heart Journal (2007) 28, 1462–1536

5.- Hernández y Hernández H y cols.
Tratamiento farmacológico y control de la
hipertensión arterial. Rev Mex Cardiol 2011; 22 (Supl. 1):
1A-21ª

 

 

Autor:

Francisca María Chave
Bontempo

 

Monografias.com

RESIDENCIA DE MEDICINA FAMILIAR

11 de Mayo del 2012

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