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Teoría económica



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Nociones
    generales
  2. Comunismo
  3. Economía
    neoclásica
  4. Liberalismo
  5. Marginalismo
  6. Mercantilismo
  7. Monetarismo
  8. Radicalismo
  9. Utilitarismo
  10. Nacionalismo
  11. Hechos
    Económicos
  12. Conceptos
    económicos fundamentales
  13. Aparición
    de la teoría económica
  14. Economía
    latinoamericana en el contexto global
  15. Teoría
    microeconómica
  16. Precio y
    mercado
  17. Producción
  18. Tierra y
    renta
  19. Trabajo y
    salario
  20. Capital e
    interés
  21. Empresa
  22. Monopolio
  23. Dinero
  24. Banca y
    crédito
  25. Población
  26. Teoría
    financiera del Estado
  27. Contabilidad
    nacional
  28. Fluctuaciones
    económicas
  29. Comercio
    internacional
  30. Balance
    internacional de pagos

UNIDAD 1

Nociones
generales

Teoría
económica

Se entiende por teoría económica cada una
de las hipótesis o modelos que pretenden explicar aspectos
de la realidad económica. En la teoría
económica se distinguen dos enfoques
diferenciados:

  • Microeconomía

  • Macroeconomía

Microeconomía

El modelo de oferta y demanda describe como
varían los precios según el balance entre
disponibilidad del producto a diferentes precios (oferta) y los
deseos de aquellos con poder adquisitivo según el precio
(demanda). La gráfica muestra un desplazamiento a la
derecha de d1 a d2 con el correspondiente incremento en el precio
y en la cantidad requerida para alcanzar un nuevo punto de
equilibro en el mercado en la curva de oferta (s).

La microeconomía es una parte de la
economía que estudia el comportamiento económico de
agentes económicos individuales, como son los
consumidores, las empresas, los trabajadores y los inversores;
así como de los mercados. Considera las decisiones que
toma cada uno para cumplir ciertos objetivos propios. Los
elementos básicos en los que se centra el análisis
microeconómico son los bienes, los precios, los mercados y
los agentes económicos. La gran mayoría de los
modelos que se exponen en el presente artículo tienen como
base la existencia de un marco económico y social de
economía descentralizada, en el que existe propiedad
privada.

La microeconomía tiene varias ramas de desarrollo
de las cuales las más importantes son: la teoría
del consumidor, la de la demanda, la del productor, la del
equilibrio general, y la de los mercados de activos financieros.
No pueden considerarse enteramente separadas porque los
resultados de unos aspectos influyen sobre los otros. Por
ejemplo, las empresas no sólo ofertan bienes y servicios,
sino que también demandan bienes y servicios para poder
producir los suyos. La microeconomía propone modelos
matemáticos que desarrollan los supuestos sobre el
comportamiento de los agentes económicos, las conclusiones
a la que se llegue usando esos modelos sólo será
válida, en tanto en cuanto, se cumplan los supuestos, cosa
que no ocurre siempre, especialmente si se trata de supuestos muy
fuertes o restrictivos.

Una de las incorporaciones más importantes al
estudio de la microeconomía es la llamada teoría de
juegos. La teoría de juegos es una teoría
matemática que estudia el comportamiento de varios agentes
cuando las decisiones tomadas por cada uno influyen en qué
medida cada uno logra los objetivos que desea. Se usa, por
ejemplo, en la teoría de la producción industrial,
para estudiar los casos de oligopolio y de competencia
imperfecta.

Macroeconomía

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CIRCUITO MACROECONÓMICO EN UNA
ECONOMÍA ABIERTA

La macroeconomía es la parte de la teoría
económica que se encarga del estudio global de la
economía en términos del monto total de bienes y
servicios producidos, el total de los ingresos, el nivel de
empleo, de recursos productivos y el comportamiento general de
los precios. La macroeconomía puede ser utilizada para
analizar cuál es la mejor manera de influir en objetivos
políticos como por ejemplo hacer crecer la
economía, conseguir la estabilidad de precios, fomentar el
empleo y la obtención de una sustentable y equilibrada
balanza de pagos. La macroeconomía por ejemplo, se enfoca
en los fenómenos que afectan las variables indicadoras del
nivel de vida de una sociedad. Además objetiza más
al analizador la situación económica de un
país propio en el que vive, permitiendo entender los
fenómenos que intervienen en ella. En
contraposición, la microeconomía estudia el
comportamiento económico de agentes individuales, como
consumidores, empresas, trabajadores e inversores.

Capitalismo, sistema económico en el que los
individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la
producción y el intercambio de bienes y servicios mediante
complejas transacciones en las que intervienen los precios y los
mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad,
el desarrollo del capitalismo es un fenómeno europeo; fue
evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido
en la segunda mitad del siglo xix. Desde Europa, y en concreto
desde inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a
todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi
exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la i
guerra mundial, tras la cual se estableció un nuevo
sistema socioeconómico, el comunismo, que se
convirtió en el opuesto al capitalista.

El término kapitalism fue acuñado a
mediados del siglo xix por el economista alemán Karl Marx.
Otras expresiones sinónimas de capitalismo son sistema de
libre empresa y economía de mercado, que se utilizan para
referirse a aquellos sistemas socioeconómicos no
comunistas. Algunas veces se utiliza el término
economía mixta para describir el sistema capitalista con
intervención del sector público que predomina en
casi todas las economías de los países
industrializados.

Se puede decir que, de existir un fundador del sistema
capitalista, éste es el filósofo escocés
Adam Smith, que fue el primero en describir los principios
económicos básicos que definen al capitalismo. En
su obra clásica investigación sobre la naturaleza y
causas de la riqueza de las naciones (1776), Smith intentó
demostrar que era posible buscar la ganancia personal de forma
que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual
sino también la mejora de la sociedad. Los intereses
sociales radican en lograr el máximo nivel de
producción de los bienes que la gente desea poseer. Con
una frase que se ha hecho famosa, Smith decía que la
combinación del interés personal, la propiedad y la
competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los
productores, "gracias a una mano invisible", a alcanzar un
objetivo que no habían buscado de manera consciente: el
bienestar de la sociedad.

  • Características del capitalismo

A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su
auge en la segunda mitad del siglo xix, el capitalismo tuvo una
serie de características básicas. En primer lugar,
los medios de producción –tierra y capital– son de
propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los
edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para
producir bienes y servicios destinados al consumo. En segundo
lugar, la actividad económica aparece organizada y
coordinada por la interacción entre compradores y
vendedores (o productores) que se produce en los mercados. En
tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital
como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su
bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de
sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los
consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos
para obtener la mayor satisfacción posible.

Este principio, que se denomina soberanía del
consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los
productores se verán obligados, debido a la competencia, a
utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda
de los consumidores; el interés personal y la
búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia.
En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del
sector privado por parte del sector público debe ser
mínimo; se considera que si existe competencia, la
actividad económica se controlará a sí
misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para
gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad
privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Esta
visión decimonónica del papel del estado en el
sistema capitalista ha cambiado mucho durante el siglo
xx.

Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que
existe la civilización, pero el capitalismo como sistema
económico no apareció hasta el siglo xiii en Europa
sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres
humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a "realizar
trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras". Este
impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado
y fomentado por las cruzadas que se organizaron en Europa
occidental desde el siglo xi hasta el siglo xiii. Las grandes
travesías y expediciones de los siglos xv y xvi reforzaron
estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el
descubrimiento del nuevo mundo y la entrada en Europa de ingentes
cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras.
El orden económico resultante de estos acontecimientos fue
un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es
decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar
bienes y no en producirlos. La importancia de la
producción no se hizo patente hasta la revolución
industrial que tuvo lugar en el siglo xix.

Sin embargo, ya antes del inicio de la
industrialización había aparecido una de las
figuras más características del capitalismo, el
empresario, que es, según schumpeter, el individuo que
asume riesgos económicos. Un elemento clave del
capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin
de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es
desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el
riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados
posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir
el riesgo de tener pérdidas.

El camino hacia el capitalismo a partir del siglo xiii
fue allanado gracias a la filosofía del renacimiento y de
la reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica
la sociedad, facilitando la aparición de los modernos
estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias
para el crecimiento y desarrollo del capitalismo. Este
crecimiento fue posible gracias a la acumulación del
excedente económico que generaba el empresario privado y a
la reinversión de este excedente para generar mayor
crecimiento.

  • MERCANTILISMO

Desde el siglo xv hasta el siglo xviii, cuando
aparecieron los modernos estados nacionales, el capitalismo no
sólo tenía una faceta comercial, sino que
también dio lugar a una nueva forma de comerciar,
denominada mercantilismo. Esta línea de pensamiento
económico, este nuevo capitalismo, alcanzó su
máximo desarrollo en Inglaterra y Francia.

El sistema mercantilista se basaba en la propiedad
privada y en la utilización de los mercados como forma de
organizar la actividad económica. A diferencia del
capitalismo de Adam Smith, el objetivo fundamental del
mercantilismo consistía en maximizar el interés del
estado soberano, y no el de los propietarios de los recursos
económicos fortaleciendo así la estructura del
naciente estado nacional. Con este fin, el gobierno
ejercía un control de la producción, del comercio y
del consumo.

La principal característica del mercantilismo era
la preocupación por acumular riqueza nacional,
materializándose ésta en las reservas de oro y
plata que tuviera un estado. Dado que los países no
tenían grandes reservas naturales de estos metales
preciosos, la única forma de acumularlos era a
través del comercio. Esto suponía favorecer una
balanza comercial positiva o, lo que es lo mismo, que las
exportaciones superaran en volumen y valor a las importaciones,
ya que los pagos internacionales se realizaban con oro y plata.
Los estados mercantilistas intentaban mantener salarios bajos
para desincentivar las importaciones, fomentar las exportaciones
y aumentar la entrada de oro.

Más tarde, algunos teóricos de la
economía como david hume comprendieron que la riqueza de
una nación no se asentaba en la cantidad de metales
preciosos que tuviese almacenada, sino en su capacidad
productiva. Se dieron cuenta que la entrada de oro y plata
elevaría el nivel de actividad económica, lo que
permitiría a los estados aumentar su recaudación
impositiva, pero también supondría un aumento del
dinero en circulación, y por tanto mayor inflación,
lo que reduciría su capacidad exportadora y haría
más baratas las importaciones por lo que, al final del
proceso, saldrían metales preciosos del país. Sin
embargo, pocos gobiernos mercantilistas comprendieron la
importancia de este mecanismo.

Capitalismo moderno

Dos acontecimientos propiciaron la aparición del
capitalismo moderno; los dos se produjeron durante la segunda
mitad del siglo XVIII. El primero fue la aparición en
Francia de los fisiócratas desde mediados de este siglo;
el segundo fue la publicación de las ideas de Adam Smith
sobre la teoría y práctica del
mercantilismo.

Los fisiócratas el término fisiocracia se
aplica a una escuela de pensamiento económico que
sugería que en economía existía un orden
natural que no requiere la intervención del estado para
mejorar las condiciones de vida de las personas. La figura
más destacada de la fisiocracia fue el economista
francés François Quesnay, que definió los
principios básicos de esta escuela de pensamiento en
Tableau Économique (cuadro económico, 1758), un
diagrama en el que explicaba los flujos de dinero y de bienes que
constituyen el núcleo básico de una
economía. Simplificando, los fisiócratas pensaban
que estos flujos eran circulares y se retroalimentaban. Sin
embargo la idea más importante de los fisiócratas
era su división de la sociedad en tres clases: una clase
productiva formada por los agricultores, los pescadores y los
mineros, que constituían el 50% de la población; la
clase propietaria, o clase estéril, formada por los
terratenientes, que representaban la cuarta parte, y los
artesanos, que constituían el resto.

La importancia del tableau de quesnay radicaba en su
idea de que sólo la clase agrícola era capaz de
producir un excedente económico, o producto neto. El
estado podía utilizar este excedente para aumentar el
flujo de bienes y de dinero o podía cobrar impuestos para
financiar sus gastos. El resto de las actividades, como las
manufacturas, eran consideradas estériles porque no
creaban riqueza sino que sólo transformaban los productos
de la clase productiva. (el confucianismo ortodoxo chino
tenía principios parecidos a estas ideas). Este principio
fisiocrático era contrario a las ideas mercantilistas. Si
la industria no crea riqueza, es inútil que el estado
intente aumentar la riqueza de la sociedad dirigiendo y regulando
la actividad económica.

Las ideas de Adam Smith no sólo fueron un tratado
sistemático de economía; fueron un ataque frontal a
la doctrina mercantilista. Al igual que los fisiócratas,
Smith intentaba demostrar la existencia de un orden
económico natural, que funcionaría con más
eficacia cuanto menos interviniese el estado. Sin embargo, a
diferencia de aquéllos, Smith no pensaba que la industria
no fuera productiva, o que el sector agrícola era el
único capaz de crear un excedente económico; por el
contrario, consideraba que la división del trabajo y la
ampliación de los mercados abrían posibilidades
ilimitadas para que la sociedad aumentara su riqueza y su
bienestar mediante la producción especializada y el
comercio entre las naciones.

Así pues, tanto los fisiócratas como Smith
ayudaron a extender las ideas de que los poderes
económicos de los estados debían ser reducidos y de
que existía un orden natural aplicable a la
economía. Sin embargo fue Smith más que los
fisiócratas, quien abrió el camino de la
industrialización y de la aparición del capitalismo
moderno en el siglo xix.

Las ideas de Smith y de los fisiócratas crearon
la base ideológica e intelectual que favoreció el
inicio de la revolución industrial, término que
sintetiza las transformaciones económicas y sociales que
se produjeron durante el siglo XIX. Se considera que el origen de
estos cambios se produjo a finales del siglo XVIII en Gran
Bretaña.

La característica fundamental del proceso de
industrialización fue la introducción de la
mecánica y de las máquinas de vapor para reemplazar
la tracción animal y humana en la producción de
bienes y servicios; esta mecanización del proceso
productivo supuso una serie de cambios fundamentales: el proceso
de producción se fue especializando y concentrando en
grandes centros denominados fábricas; los artesanos y las
pequeñas tiendas del siglo XVIII no desaparecieron pero
fueron relegados como actividades marginales; surgió una
nueva clase trabajadora que no era propietaria de los medios de
producción por lo que ofrecían trabajo a cambio de
un salario monetario; la aplicación de máquinas de
vapor al proceso productivo provocó un espectacular
aumento de la producción con menos costes. La consecuencia
última fue el aumento del nivel de vida en todos los
países en los que se produjo este proceso a lo largo del
siglo XIX.

El desarrollo del capitalismo industrial tuvo
importantes costes sociales. Al principio, la
industrialización se caracterizó por las inhumanas
condiciones de trabajo de la clase trabajadora. La
explotación infantil, las jornadas laborales de 16 y 18
horas, y la insalubridad y peligrosidad de las fábricas
eran circunstancias comunes. Estas condiciones llevaron a que
surgieran numerosos críticos del sistema que
defendían distintos sistemas de propiedad comunitaria o
socializado; son los llamados socialistas utópicos. Sin
embargo, el primero en desarrollar una teoría coherente
fue Karl Marx, que pasó la mayor parte de su vida en
inglaterra, país precursor del proceso de
industrialización, y autor de Das kapital (el capital, 3
volúmenes, 1867-1894). La obra de Marx, base intelectual
de los sistemas comunistas que predominaron en la antigua
unión soviética, atacaba el principio fundamental
del capitalismo: la propiedad privada de los medios de
producción. Marx pensaba que la tierra y el capital
debían pertenecer a la comunidad y que los productos del
sistema debían distribuirse en función de las
distintas necesidades.

Con el capitalismo aparecieron los ciclos
económicos: periodos de expansión y prosperidad
seguidos de recesiones y depresiones económicas que se
caracterizan por la discriminación de la actividad
productiva y el aumento del desempleo. Los economistas
clásicos que siguieron las ideas de Adam Smith no
podían explicar estos altibajos de la actividad
económica y consideraban que era el precio inevitable que
había que pagar por el progreso que permitía el
desarrollo capitalista. Las críticas marxistas y las
frecuentes depresiones económicas que se sucedían
en los principales países capitalistas ayudaron a la
creación de movimientos sindicales que luchaban para
lograr aumentos salariales, disminución de la jornada
laboral y mejores condiciones laborales.

A finales del siglo XIX, sobre todo en estados unidos,
empezaron a aparecer grandes corporaciones de responsabilidad
limitada que tenían un enorme poder financiero. La
tendencia hacia el control corporativo del proceso productivo
llevó a la creación de acuerdos entre empresas,
monopolios o trusts que permitían el control de toda una
industria. Las restricciones al comercio que suponían
estas asociaciones entre grandes corporaciones provocó la
aparición, por primera vez en estados unidos, y más
tarde en todos los demás países capitalistas, de
una legislación antitrusts, que intentaba impedir la
formación de trusts que formalizaran monopolios e
impidieran la competencia en las industrias y en el comercio. Las
leyes antitrusts no consiguieron restablecer la competencia
perfecta caracterizada por muchos pequeños productores con
la que soñaba Adam Smith, pero impidió la
creación de grandes monopolios que limitaran el libre
comercio.

A pesar de estas dificultades iniciales, el capitalismo
siguió creciendo y prosperando casi sin restricciones a lo
largo del siglo XIX. Logró hacerlo así porque
demostró una enorme capacidad para crear riqueza y para
mejorar el nivel de vida de casi toda la población. A
finales del siglo xix, el capitalismo era el principal sistema
socioeconómico mundial.

Durante casi todo el siglo XX, el capitalismo ha tenido
que hacer frente a numerosas guerras, revoluciones y depresiones
económicas. La I Guerra Mundial provocó el
estallido de la revolución en Rusia. La guerra
también fomentó el nacionalsocialismo en Alemania,
una perversa combinación de capitalismo y socialismo de
estado, reunidos en un régimen cuya violencia y ansias de
expansión provocaron un segundo conflicto bélico a
escala mundial. A finales de la II Guerra Mundial, los sistemas
económicos comunistas se extendieron por china y por toda
Europa oriental. Sin embargo, al finalizar la guerra fría,
a finales de la década de 1980, los países del
bloque soviético empezaron a adoptar sistemas de libre
mercado, aunque con resultados ambiguos. China es el único
gran país que sigue teniendo un régimen marxista,
aunque se empezaron a desarrollar medidas de
liberalización y a abrir algunos mercados a la competencia
exterior. Muchos países en vías de desarrollo, con
tendencias marxistas cuando lograron su independencia, se tornan
ahora hacia sistemas económicos más o menos
capitalistas, en búsqueda de soluciones para sus problemas
económicos.

En las democracias industrializadas de Europa y estados
unidos, la mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se
produjo a partir de la década de 1930. La gran
depresión fue, sin duda, la más dura crisis a la
que se enfrentó el capitalismo desde sus inicios en el
siglo xviii. Sin embargo, y a pesar de las predicciones de Marx,
los países capitalistas no se vieron envueltos en grandes
revoluciones. Por el contrario, al superar el desafío que
representó esta crisis, el sistema capitalista
mostró una enorme capacidad de adaptación y de
supervivencia. No obstante, a partir de ella, los gobiernos
democráticos empezaron a intervenir en sus
economías para mitigar los inconvenientes y las
injusticias que crea el capitalismo.

Así, en estados unidos el New Deal De Franklin D.
Roosevelt reestructuró el sistema financiero para evitar
que se repitiesen los movimientos especulativos que provocaron el
crack de Wall Street en 1929. Se emprendieron acciones para
fomentar la negociación colectiva y crear movimientos
sociales de trabajadores que dificultaran la concentración
del poder económico en unas pocas grandes corporaciones
industriales. El desarrollo del estado del bienestar se
consiguió gracias al sistema de la seguridad social y a la
creación del seguro de desempleo, que pretendían
proteger a las personas de las ineficiencias económicas
inherentes al sistema capitalista.

El acontecimiento más importante de la historia
reciente del capitalismo fue la publicación de la obra de
john maynard keynes, la teoría general del empleo, el
interés y el dinero (1936). Al igual que las ideas de adam
smith en el siglo xviii, el pensamiento de keynes modificó
en lo más profundo las ideas capitalistas,
creándose una nueva escuela de pensamiento
económico denominada keynesianismo.

Keynes demostró que un gobierno puede utilizar su
poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el
control de la oferta monetaria para paliar, e incluso en
ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los
ciclos de expansión y depresión. Según
Keynes, durante una depresión económica el gobierno
debe aumentar el gasto público, aun a costa de incurrir en
déficit presupuestarios, para compensar la caída
del gasto privado. En una etapa de expansión
económica, la reacción debe ser la contraria si la
expansión está provocando movimientos especulativos
e inflacionistas.

Comunismo

Comunismo, ideología política cuya
principal aspiración es la consecución de una
sociedad en la que los principales recursos y medios de
producción pertenezcan a la comunidad y no a los
individuos. En teoría, estas sociedades permiten el
reparto equitativo de todo el trabajo en función de la
habilidad, y de todos los beneficios en función de las
necesidades. Algunos de los conceptos de la sociedad comunista
suponen que, en último término, no se necesita que
haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad
comunista no tendría por qué tener legisladores.
Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el
comunismo debe luchar, por medio de la revolución, para
lograr la abolición de la propiedad privada; la
responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas
recae, pues, en el estado.

El concepto comunista de la sociedad ideal tiene lejanos
antecedentes, incluyendo la república de platón y
las primeras comunidades cristianas. La idea de una sociedad
comunista surgió, a principios del siglo xix, como
respuesta al nacimiento y desarrollo del capitalismo moderno. En
aquel entonces, el comunismo fue la base de una serie de
afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos estos
primeros experimentos comunistas fracasaron; realizados a
pequeña escala, implicaban la cooperación
voluntaria y todos los miembros de las comunidades creadas
participaban en el proceso de gobierno.

Posteriormente, el término 'comunismo'
pasó a describir al socialismo científico, la
filosofía establecida por Karl Marx y Friedrich Engels a
partir de su manifiesto comunista. Desde 1917, el término
se aplicó a aquellos que consideraban que la
revolución rusa era el modelo político ideal,
refundido el tradicional marxismo ortodoxo con el leninismo,
creador de una verdadera praxis revolucionaria. Desde el inicio
de aquélla, el centro de gravedad del comunismo mundial se
trasladó fuera de la Europa central y occidental; desde
finales de la década de 1940 hasta la de 1980, los
movimientos comunistas han estado frecuentemente vinculados con
los intentos de los países del tercer mundo de obtener su
independencia nacional y otros cambios sociales, en el
ámbito del proceso descolonizador.

La URSS y el comunismo mundial

La relación entre el primer estado comunista y el
resto del mundo fue, lógicamente, problemática.
Para occidente, un gobierno comunista siempre constituiría
una amenaza y desde su implantación, se intentó
destruirlo por la fuerza; estos intentos no hicieron más
que reforzar los esfuerzos del gobierno comunista por
salvaguardar su integridad extendiendo la revolución al
resto del mundo. A pesar de su posición aislada y
amenazada, el régimen comunista también necesitaba
establecer relaciones comerciales y alianzas con otros
países.

Entre 1945 y 1975 el número de países
comunistas aumentó espectacularmente, en parte porque los
países vencedores de la ii guerra mundial se repartieron
el mundo y, en parte, porque los movimientos revolucionarios
comunistas fueron ganando fuerza en muchos países del
tercer mundo.

Los rápidos cambios políticos ocurridos en
Europa del este, la URSS y otros lugares del mundo entre 1989 y
1991 redujeron de forma dramática el número de
regímenes comunistas existentes. Los gobiernos comunistas
que aún perduran siguen leales a las doctrinas de Marx y
Lenin, pero difieren no sólo en tamaño y desarrollo
industrial, sino también en la interpretación de
sus principios, objetivos y forma de gobierno. El comunismo
mundial también abarca numerosos movimientos que luchan
por el poder y son todavía más heterogéneos
que los regímenes comunistas existentes.

Economía
neoclásica

Los años transcurridos entre la
publicación de los principios de economía (1890) de
Marshall y el crac de 1929, pueden considerarse como años
de reconciliación, consolidación y refinamiento de
la ciencia económica. Las tres escuelas nacionales de
pensamiento económico fueron acercándose poco a
poco hasta crear una única corriente principal de
pensamiento. La teoría de la utilidad se redujo a un
sistema axiomático que podía aplicarse al
análisis del comportamiento del consumidor para estudiar
las diversas situaciones, en función de, por ejemplo, los
cambios en los ingresos o en los precios. El concepto de
marginalidad aplicado al consumo permitió crear el
concepto de productividad marginal al hablar de la
producción, y con esta nueva idea apareció una
nueva teoría de la distribución en la que los
salarios, los beneficios, los intereses y las rentas
dependían de la productividad marginal de cada factor de
producción. El concepto de Marshall (economías y
deseconomías a escala externa) fue desarrollado por uno de
sus discípulos más destacados, Alfred Pigou, para
distinguir entre costes privados y costes sociales, lo que
sentó las bases para la formulación de la
teoría del bienestar: una nueva rama dentro de la
economía. De forma paralela el economista sueco Knut
Wicksell y el estadounidense Irving Fisher, iban desarrollando
una teoría monetaria, que explicaba cómo se
determinaba el nivel general de precios, diferenciándolo
de la fijación individual de cada precio.

Durante la década de 1930 la creciente
armonía y unidad de la economía se rompió,
primero debido a la publicación simultánea de la
obra de Edward Chamberlin, teoría de la competencia
monopolística y de la de Joan Robinson, economía de
la competencia imperfecta en 1933 y segundo, por la
aparición, en 1936 de la teoría general sobre el
empleo, el interés y el dinero de John Maynard
Keynes.

Liberalismo

Liberalismo, doctrinario económico,
político y hasta filosófico que aboga como premisa
principal por el desarrollo de la libertad personal individual y,
a partir de ésta, por el progreso de la sociedad. Hoy en
día se considera que el objetivo político del
neoliberalismo es la democracia, pero en el pasado muchos
liberales consideraban este sistema de gobierno como algo poco
saludable por alentar la participación de las masas en la
vida política. A pesar de ello, el liberalismo
acabó por confundirse con los movimientos que
pretendían transformar el orden social existente mediante
la profundización de la democracia. Debe distinguirse pues
entre el liberalismo que propugna el cambio social de forma
gradual y flexible, y el radicalismo, que considera el cambio
social como algo fundamental que debe realizarse a través
de distintos principios de autoridad.

EL LIBERALISMO EN TRANSICIÓN

A mediados del siglo XIX, el desarrollo del
constitucionalismo, la extensión del sufragio, la
tolerancia frente a actitudes políticas diferentes, la
disminución de la arbitrariedad gubernativa y las
políticas tendentes a promover la felicidad hicieron que
el pensamiento liberal ganara poderosos defensores en todo el
mundo. A pesar de su tendencia crítica hacia estados
unidos, para muchos viajeros europeos era un modelo de
liberalismo por el respeto a la pluralidad cultural, su
énfasis en la igualdad de todos los ciudadanos y por su
amplio sentido del sufragio. A pesar de todo, en ese momento el
liberalismo llegó a una crisis respecto a la democracia y
al desarrollo económico. Esta crisis sería
importante para su posterior desarrollo. Por un lado, algunos
demócratas como el escritor y filósofo
francés Jean-Jacques Rousseau no eran liberales. Rousseau
se oponía a la red de grupos privados voluntaristas que
muchos liberales consideraban esenciales para el movimiento. Por
otro lado, la mayor parte de los primeros liberales no eran
demócratas. Ni Locke ni Voltaire creyeron en el sufragio
universal y la mayor parte de los liberales del siglo xix
temían la participación de las masas en la
política pues opinaban que las llamadas clases más
desfavorecidas no estaban interesadas en los valores
fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a
la libertad y hostiles a la expresión del pluralismo
social. Muchos liberales se ocuparon de preservar los valores
individuales que se identificaban con una ordenación
política y social aristocrática. Su lugar como
críticos de la sociedad y como reformadores pronto
sería retomada por grupos más radicales como los
socialistas.

El socialismo adoptó numerosas formas en sus
comienzos. Tras la muerte de Marx en 1883 muchos socialistas
disentían sobre el modo de alcanzar la utopía. Karl
kautsky (izquierda), Rosa Luxemburg (centro) y Eduard Bernstein
(derecha), mantuvieron ideas diferentes respecto a la
implantación del socialismo. Rosa Luxemburg viajó a
Varsovia (entonces bajo control ruso) para participar en la
revolución rusa de 1905. Bernstein creía que el
comunismo podría evolucionar sin necesidad de una
revolución. Kautsky, aunque partidario en un principio de
métodos revolucionarios, adoptó criterios
más liberales en su intento de mantener la pureza del
marxismo.

Marginalismo

Marginalismo, escuela y teoría económica
que propugna el análisis, comprensión y
explicación de los fenómenos microeconómicos
por medio de la utilización de funciones
matemáticas, representadas en ejes de coordenadas y que
han de servir para cuantificar determinadas variables.
Especialmente el valor, que se considera determinado por factores
subjetivos, debido a la propia subjetividad del consumidor, y
cuya satisfacción se va reduciendo de forma progresiva en
virtud de la ley de la utilidad marginal decreciente.

El marginalismo nació en el siglo xix en torno a
la llamada escuela de lausana. Fue en la universidad de esta
ciudad suiza donde las clases de economía política
del economista francés Léon Walras y de su sucesor,
el sociólogo y economista italiano Vilfredo Pareto,
mostraron la presunta insuficiencia explicativa de las doctrinas
liberales clásicas. En este sentido resultó
decisiva la obra de walras elementos de economía
política pura (1874), donde criticó de forma
abierta la teoría del valor trabajo de david ricardo y los
postulados de Adam Smith. Profundamente influido por el
matemático francés antoine cournot, walras
introdujo de forma sistemática el cálculo
matemático en la ciencia económica. A semejantes
conclusiones, y de forma paralela, llegó otro grupo de
economistas (que pasaron a ser conocidos como escuela de Viena y
cuyo máximo representante era Carl Menger), así
como el economista británico William Stanley Jevons. El
marginalismo tuvo una influencia determinante en la escuela
neoclásica, fundada por alfred marshall, el cual
sistematizó las teorías económicas
clásicas incluyendo en ellas el nuevo principio de la
utilidad marginal y sugirió la necesidad de adecuar las
doctrinas clásicas a los acontecimientos
contemporáneos mediante el uso de nuevos tipos de
variables. El introductor de los métodos marginalistas en
España fue José Castañeda Chornet, con su
obra lecciones de teoría económica (1967) y la
utilización de la econometría como método de
análisis.

MARXISMO

Marxismo, doctrina y teoría social,
económica y política basada en la obra de Karl Marx
y sus seguidores, indisolublemente unida a dos ideologías
y movimientos políticos: el socialismo y el
comunismo.

La obra de Marx puede dividirse entre sus primeros
escritos filosóficos (manuscritos filosóficos y
económicos, 1844; la ideología alemana, 1845-1846),
sus panfletos (manifiesto comunista, 1848), sus análisis
de acontecimientos contemporáneos (el 18 brumario de Luis
Bonaparte, 1852; la guerra civil en Francia, 1871) y los escritos
fundamentales de su madurez (contribución a la
crítica de la economía política, 1859; y,
sobre todo, el capital, vol. 1, 1867; vols. 2 y 3, publicados
póstumamente). Las ramificaciones de la doctrina marxista
podemos encontrarlas en ámbitos filosóficos,
económicos, históricos, políticos y de la
mayoría de las ciencias sociales. Ningún otro
teórico ha sido tan estudiado y tan discutido durante el
siglo XX como Karl Marx. La razón de este interés
está lejos de ser exclusivamente académica.
Ningún otro pensador moderno ha tenido tanta influencia
sobre los movimientos políticos y sociales.

Marx pretendía desvelar las leyes inherentes al
desarrollo del capitalismo. Creía que cada época
histórica se caracterizaba por un modo de
producción específico que se correspondía
con el sistema de poder establecido y, por lo tanto, con una
clase dirigente en perpetuo conflicto con una clase oprimida.
Así, la sociedad medieval estuvo caracterizada por el modo
de producción feudal, en el que la clase poseedora de la
tierra obtenía una plusvalía del campesinado que
trabajaba aquélla. Las sucesivas transiciones del sistema
de esclavitud al feudalismo, y del feudalismo al capitalismo, se
produjeron cuando las fuerzas productivas (es decir, los grupos
relacionados con el trabajo y los medios de producción
como las máquinas) no podían seguir
desarrollándose con las relaciones de producción
existentes entre las distintas clases sociales.

Así, la crisis que afectó al feudalismo
cuando el capitalismo necesitaba una creciente clase trabajadora
conllevó la eliminación de las bases legales e
ideológicas tradicionales que ataban a los siervos a la
tierra.

La relación fundamental del capitalismo, basada
en salarios, parte de un contrato entre partes
jurídicamente iguales. Los propietarios del capital
(capitalistas) pagan a los trabajadores (el proletariado,
poseedor únicamente de su fuerza de trabajo) salarios a
cambio de un número de horas de trabajo acordado. Esta
relación disfraza una desigualdad real: los capitalistas
se benefician de parte de lo producido por los trabajadores y no
remunerado en sus salarios. Esta plusvalía generada en
favor de la clase capitalista proporciona a los propietarios del
capital una gran riqueza y el control sobre el desarrollo
económico de la sociedad. De esta manera se están
apropiando no solamente de la riqueza, sino también del
poder. La compleja superestructura política, el conjunto
de leyes e ideologías, regula y refuerza este tipo de
relaciones sociales. En efecto, al poseer la plusvalía,
los capitalistas pueden acumular riqueza y poder, determinando la
dirección que seguirá la sociedad.

Los bienes producidos mediante el sistema capitalista
deben tener valor de uso, ya que, de no tenerlo, no se
podrían encontrar compradores; pero, para el capitalista,
tienen que tener valor de cambio: no se producen para el consumo
del propio capitalista, sino para que éste pueda
intercambiarlos por dinero. Así, la producción
capitalista es esencialmente una producción dirigida al
intercambio y no a la satisfacción de necesidades. La
competencia hace que las empresas capitalistas ineficaces vayan a
la quiebra, y se tienda a la concentración de empresas y
la creación de monopolios, al tiempo que los mercados no
dejan de crecer, pues las técnicas productivas y las
medios de intercambio están continuamente cambiando y
mejorando.

Las crisis son un fenómeno inherente al
capitalismo. Los capitalistas intentan aumentar la intensidad de
la jornada laboral y, en consecuencia, la productividad del
trabajo. Por su parte, los trabajadores, si están
organizados, resistirán. Los capitalistas
intentarán ampliar los mercados, pero al mismo tiempo
pagarán a sus trabajadores el mínimo posible. Si lo
consiguen, tanto el consumo como la demanda de los trabajadores
disminuirán, los mercados se reducirán y el
capitalismo entrará en crisis.

Mercantilismo

Mercantilismo, doctrina de pensamiento económico
que prevaleció en Europa durante los siglos xvi, xvii y
xviii y que promulgaba que el estado debe ejercer un
férreo control sobre la industria y el comercio para
aumentar el poder de la nación al lograr que las
exportaciones superen en valor a las importaciones. El
mercantilismo no era en realidad una doctrina formal y
consistente, sino un conjunto de firmes creencias, entre las que
cabe destacar la idea de que era preferible exportar a terceros
que importar bienes o comerciar dentro del propio país; la
convicción de que la riqueza de una nación depende
sobre todo de la acumulación de oro y plata; y el supuesto
de que la intervención pública de la
economía es justificada si está dirigida a lograr
los objetivos anteriores.

Los planteamientos mercantilistas sobre política
económica se fueron desarrollando con la aparición
de las modernas naciones estado; se había intentado
suprimir las barreras internas al comercio establecidas en la
edad media, que permitían cobrar tributo a los bienes con
la imposición de aranceles o tarifas en cada ciudad o cada
río que atravesaban. Se fomentó el crecimiento de
las industrias porque permitían a los gobiernos obtener
ingresos mediante el cobro de impuestos que a su vez les
permitían costear los gastos militares. Así mismo
la explotación de las colonias era un método
considerado legítimo para obtener metales preciosos y
materias primas para sus industrias.

Partes: 1, 2, 3, 4

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