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Teoría General del Estado (página 2)



Partes: 1, 2, 3

  • 2) La diversidad de posiciones en las
    teorías no marxistas sobre el Estado, su esencia y
    definición, así como las que explican el origen
    y la justificación del fenómeno estatal frente
    a la unidad de la doctrina marxista y el revelado
    carácter clasista del Estado.

  • 3) La explicación del origen y
    evolución del Estado, a partir de los elementos
    ofrecidos por el método dialéctico-materialista
    y los recursos históricos de los que se vale la
    teoría marxista. ¿Por qué puede
    entenderse que la historia del Estado es precisamente la
    historia de la lucha de clases?

  • 4) Las tergiversaciones y falsificaciones de
    las doctrinas burguesas y del oportunismo filosófico
    dentro y posterior al marxismo, en cuanto al rol del Estado,
    la explicación de su extinción y el
    establecimiento de la dictadura del proletariado.

  • 5) La dictadura del proletariado y la
    hegemonía en el pensamiento marxista.
    ¿Conformidad o contradicción con la democracia
    y el Estado de Derecho?

  • 6) El papel de la revolución social en
    la transformación del Estado. (No estaría
    incluso desacertado introducir algunos aspectos sobre las
    nuevas corrientes progresistas, especialmente en el
    subcontinente latinoamericano, que aplican novedosamente los
    recursos teóricos del marxismo en la formación
    de sociedades democráticas a partir de las denominadas
    revoluciones sociales ciudadanas y de la
    implementación de conceptos, aún no examinados
    a fondo, como el de socialismo del siglo XXI, y
    más recientemente el de socialismo
    democrático
    -nunca he dudado del peculiar ejemplo
    que para la democracia burguesa ha brindado nuestra
    democracia socialista, por lo que no podrían
    desligarse jamás esos dos conceptos:
    socialismo y democracia-).

  • La
    tipología del Estado

    Estados esclavistas y feudales. El Estado
    burgués: distintas fases en su evolución. La
    concepción del Estado socialista: experiencia
    histórica. Los rasgos y elementos del Estado. Sistema de
    funciones, formas y métodos de
    ejercicio
    .

    En los tópicos anteriores se brindaron algunos
    elementos relacionados con el origen, naturaleza y esencia del
    fenómeno estatal, tanto desde posiciones no marxistas como
    desde la perspectiva científica que ofrece la doctrina de
    la cual tomamos el método dialéctico-materialista
    para la explicación del complejo concepto que es, sin
    dudas, el Estado. En esta ocasión pretende revisarse la
    evolución del Estado como categoría y sus
    más singulares expresiones históricas, ofreciendo
    una visión general sobre los rasgos y elementos que lo
    configuran y sobre las funciones, sus formas y métodos de
    ejercicio, aspectos que tributan a la concreción
    práctica de este fenómeno.

    En el primero de los casos debemos hacer referencia a un
    concepto fundamental para nuestra Teoría del Estado: el de
    tipo histórico de Estado. FERNÁNDEZ
    BULTÉ, en el texto de referencia, realza el papel de esta
    categoría en la definición de la esencia clasista
    del Estado y, por ende, puede concluirse que se trata de un
    concepto emanado de la teoría
    socialista[21]De tal forma, siguiendo a
    CAÑIZARES ABELEDO, debe entenderse por tipo
    histórico de Estado "la organización de la sociedad
    dividida en clases, erigida sobre una estructura económica
    determinada con el objeto de mantener el orden social existente
    producto de la voluntad de la clase dominante. Así el tipo
    de Estado vendrá determinado por la clase social a que
    sirve y por la estructura por la cual es
    condicionado"[22].

    Aunque este concepto es susceptible de ser superado,
    brinda algunos elementos de indiscutible importancia en la
    formulación teórica del tipo de Estado, entre
    ellos, la idea de organización de la sociedad clasista que
    preside el devenir histórico del fenómeno estatal a
    lo largo de la evolución social misma. No escapa la propia
    teoría socialista de las confusiones terminológicas
    asociadas a la noción de tipología estatal. Por
    ello, el profesor FERNÁNDEZ BULTÉ advierte que una
    correcta caracterización del tipo de Estado debe hacer
    referencia a las relaciones sociales de producción que
    deben ser protegidas y desarrolladas por ese Estado, como
    instrumento de dominación económica y
    política de la sociedad. Por mi parte, considero que un
    análisis riguroso de esta categoría no
    podría realizarse al margen de los siguientes
    puntos:

    • 1. Su tratamiento desde la perspectiva
      histórica.

    • 2. El sentido de evolución, sujeto a las
      leyes de la dialéctica y del desarrollo de la
      sociedad.

    • 3. El fundamento económico,
      político y social que se deduce de las distintas
      formaciones económico-sociales que ha conocido la
      humanidad y los modos de producción impuestos en las
      distintas fases de su desarrollo
      histórico[23]

    • 4. El mencionado enfoque clasista.

    Para la Teoría General del Estado burguesa no se
    precisa al tratamiento de esta figura teórica. La idea de
    la formación del Estado es de manera general consustancial
    a la aparición del Estado moderno por lo que, si
    tipológicamente hablando, se hace mención a las
    manifestaciones del Estado, lo es en el sentido de abordar las
    "formas preestatales" por una parte y el Estado moderno con sus
    periodizaciones en otro momento. Por tanto, suelen desglosarse
    las manifestaciones históricas del Estado bajo esa
    perspectiva y no a partir de la concepción clasista que
    hemos expuesto con anterioridad[24]De ahí
    deviene otra importante confusión terminológica
    respecto al concepto forma de Estado, dado que no
    aparece delimitado tampoco el estudio de esta categoría de
    la manera que metodológicamente lo ha organizado la
    teoría socialista, previendo al menos evitar los
    acercamientos conceptuales entre esta y el tipo
    histórico de Estado
    aquí debatido.

    Puede resumirse entonces, que en concordancia con los
    puntos atendibles para la culminar la idea del concepto tipo
    histórico de Estado
    , se analice el fenómeno
    estatal en las siguientes formaciones
    históricas:

    • 1. Esclavismo

    • 2. Feudalismo

    • 3. Capitalismo

    • 4. Socialismo

    Denominaríamos en cada caso los tipos
    históricos como sigue: Estado esclavista, Estado
    feudal, Estado burgués o
    capitalista y Estado socialista. Siguiendo la
    argumentación científica del marxismo, debe
    igualmente incluirse a los Estados despóticos
    orientales
    , toda vez que sirvieron de base para la
    explicación del origen del fenómeno estatal desde
    las vías no clásicas y que constituyeron
    formas de explotación, sin dudas.

    En tal sentido, deberán atenderse siempre los
    atributos más significativos de cada tipo histórico
    de Estado, planteándolos en el sentido de su
    evolución histórica. Como punto de partida puede
    seguirse este intento de periodización:

    • 1. Estados despóticos orientales:
      basados en la concepción de esclavitud
      generalizada
      que predominó bajo rasgos de
      explotación bien singulares en las sociedades del
      Oriente Antiguo, especialmente Egipto, Mesopotamia y China.
      El Estado profundamente centralizado y teocrático y el
      papel de las comunas campesinas, así como los
      elementos espirituales, intelectuales e ideológicos de
      las formas de dominación empleadas son elementos de
      gran interés en su caracterización. Todo ello
      estrechamente vinculado a las condiciones geográficas
      y el falso papel teleológico de la dominación
      impuesta. Valorar la importancia de la legitimación
      del poder desde fuentes consuetudinarias.

    • 2. Estados esclavistas clásicos:
      que tiene como referencia fundamental las sociedades
      esclavistas de Grecia y Roma. Advierte las formas
      clásicas de dominación con la
      interacción de dos clases bien definidas: esclavistas
      y esclavos, explotadores y explotados. Las relaciones de
      producción y el modo de producción establecidos
      definen claramente el choque de dos clases
      antagónicas: el esclavista propietario de estos medios
      y el esclavo desposeído, del cual se obtiene fuerza de
      trabajo y es tratado como objeto y no sujeto de Derecho.
      Valorar las funciones específicas de este Estado, que
      tienden a la preservación del status quo, la
      protección de la propiedad individual, y la
      legitimación de las relaciones de explotación.
      La diversidad del Estado esclavista permite hablar de Estados
      con un profundo carácter teocrático, o
      "democráticos", militarmente cerrados,
      monárquicos o convertidos en vastos imperios, como lo
      fue Roma. En cada caso debe precisarse cómo
      evolucionan estos tipos históricos.

    • 3. Estados feudales: con
      características muy peculiares, entre ellas el
      sostén teológico y el papel de la Iglesia en la
      concepción de este tipo histórico de Estado; la
      profunda atomización y dispersión del poder
      feudal, que puede verificarse a través de la
      evolución de las formas monárquicas que se
      manifiestan, hasta la posterior absolutización del
      poder, y los cambios que en su formación se producen
      en la pugna de la naciente burguesía por alcanzar la
      dominación política. Existe diversidad incluso
      en las formas de organización política
      asociadas al concepto forma de gobierno que se
      estudiará más adelante, como sucedió por
      ejemplo con la formación de las Repúblicas
      italianas. Las relaciones establecidas entre señores
      feudales y vasallos a partir de la figura del contrato de
      vasallaje es una demostración práctica de los
      vínculos políticos y jurídicos en una
      sociedad de profundas escisiones clasistas. Etapa de
      oscuridad no solo para la economía, la cultura y las
      ciencias, sino también para el Estado mismo. La
      Iglesia y el feudo como Estados dentro del Estado
      puede brindarnos una idea sobre esto. Precisar las funciones
      y los mecanismos de los cuales dispuso el Estado, tendientes
      a conservar las relaciones de explotación
      profundamente agudizadas en esta etapa
      histórica.

    • 4. Estado
      burgués
      [25]es el tipo
      histórico de Estado más complejo y sobre el
      cual la Teoría General del Estado ha vertido sus
      principales fuentes teóricas. La formación de
      los Estados nacionales en el proceso de ruptura con el
      feudalismo, las revoluciones europeas y americanas que
      sirvieron de parteras de la modernidad y las consecutivas
      formaciones estatales que han devenido hasta nuestros
      días ocuparán un importante espacio de estudio,
      del que deberá deslindarse oportunamente la
      posición y las relaciones entre las dos clases
      fundamentales: burguesía y proletariado. Deben
      observarse las principales manifestaciones de la
      organización política de la burguesía,
      caracterizando las funciones que en cada momento asume el
      Estado burgués y la carga teórica que
      acompaña la evolución de sus rasgos y
      elementos. Para facilitar el estudio pormenorizado de este
      tipo histórico de Estado suelen hacerse distintas
      periodizaciones. En este caso sugiero analizar las siguientes
      etapas y fases, caracterizándolas:

    • a) Estado Liberal

    • b) Estado de Bienestar Social

    • c) Estado fascista

    • d) Estado neoliberal

    • e) Las nuevas tendencias del Estado social y
      democrático de Derecho

    • 5. Estado socialista: superación
      práctica de la sociedad divida en clases
      antagónicas. Las condiciones en que se produce el
      tránsito hacia este tipo histórico de Estado no
      puede ser en este tiempo objeto de tratamiento como en la
      antigua Teoría Socialista del Estado y del Derecho.
      Con una mirada crítica deben atenderse los factores
      tanto de su origen como el proceso de destrucción del
      campo socialista. La teoría que heredamos y
      continuamos desarrollando en torno al Estado, su
      organización, papel y función social, tuvieron
      su expresión concreta en los Estados socialistas
      formados y consolidados, primero tras el triunfo de la
      Revolución de Octubre y después como sistema
      socialista mundial al término de la II Guerra Mundial.
      De ella no pueden menospreciarse los instrumentos de
      conocimiento y práctica que han debido actualizarse y
      seguimos aplicando bajo la concepción de
      irreversibilidad de nuestro sistema político,
      económico y social socialista. El estudio de las
      causas y factores del derrumbe esteuropeo y particularmente
      la desintegración de la antigua Unión de
      Repúblicas Socialistas Soviéticas
      continúa siendo objetivo de primer orden. La
      reformulación de algunos conceptos generados por el
      pensamiento marxista-leninista que afectan notablemente la
      Teoría del Estado se hace necesaria, pero
      también es importante no perder la perspectiva ante
      otras teorías con una vigencia extraordinaria y que en
      determinadas circunstancias no se aplican consecuente y
      creativamente. Oponer con un fundamento científico los
      conceptos de democracia socialista y de revolución
      social, de Estado socialista mismo a las nuevas tendencias
      que claman por una redefinición del socialismo
      contribuye a la convicción que, con un profundo
      sentido revolucionario, expresa FERNÁNDEZ
      BULTÉ: "de cualquier manera habrá que seguir
      enfrentando la dinámica de esta contemporaneidad
      peligrosa con las armas científicas del socialismo y
      desde la perspectiva ética del pensamiento martiano.
      Esa fidelidad a la esencia del socialismo (…) nos
      asegura una alternativa válida en estos tiempos de
      angustia"[26]. Cuidémonos de las
      sutilezas teóricas de estos tiempos.

    El análisis de los rasgos y elementos del Estado
    no puede desprenderse de la óptica de la teoría
    marxista. Volviendo sobre nuestros manuales de estudio, debe
    entenderse que al hablar de rasgos del Estado se alude a los
    elementos fundamentales, esenciales que lo
    componen, o sea, aquellos que lo tipifican y permiten
    distinguirlo de otras formaciones sociales anteriores al
    fenómeno estatal. Existe diversidad de criterios sobre
    este particular, pero en la intención de poner de
    manifiesto aquellos caracteres permanentes, generales capaces de
    identificar al Estado en cualquier época y circunstancia,
    propongo realizar un estudio más amplio sobre los
    siguientes:

    • 1. Poder político
      público

    • 2. Territorialidad

    • 3. Cobro de impuestos

    • 4. Derecho

    No podrían asumirse de forma pacífica
    estos rasgos, pero permiten objetivamente determinar los aspectos
    esenciales en todo aparato estatal. Nótese que ya se
    había indicado que se complementaría el estudio del
    poder con el atributo principal del Estado, el poder
    político público
    , expresión de voluntad
    de la clase dominante que reserva la actuación coactiva de
    los representantes del Estado a través de un complejo
    entramado de instituciones públicas conformadoras del
    aparato burocrático y de mecanismos de control y
    represión como los tribunales, cárceles,
    policías y ejércitos, de forma tal que se garantice
    la obediencia y el respeto a la legalidad e institucionalidad en
    una sociedad determinada. La territorialidad ofrece
    también sus confusiones, toda vez que suele entenderse
    como territorio, y como volveremos sobre ella en el
    estudio del concepto forma de Estado y de la estructura
    estatal territorial, solo precisaremos que estamos hablando de la
    organización y distribución territorial del poder,
    la división del territorio a los fines de garantizar la
    ejecución y control de las actividades estatales, muchas
    veces comprendida bajo la denominación división
    político-administrativa
    .

    Por la naturaleza esencialmente improductiva del aparato
    estatal está claro que su forma de reproducción y
    sostenimiento debe encontrarse en lo que genialmente MARX
    determina como el cobro de impuestos, una
    categoría cuyo desarrollo histórico se dio desde
    los momentos mismos del surgimiento del Estado, y que con su
    incorporación como rasgo del Estado completa la
    noción teórica marxista. En cuanto al
    Derecho es discutida su inclusión como rasgo
    teniendo en cuenta la superación de la noción de
    monopolio estatal sobre la producción de normas
    jurídicas, impulsada entre otros factores por la
    aparición de la llamada alternatividad del
    Derecho[27]ensayada en espacios
    protagónicos de la sociedad civil y otros entes
    económicos de peso en el sector capitalista privado
    contemporáneo. Sin embargo, como elemento distintivo
    respecto a las formas prepolíticas, es ineludible. De tal
    manera, con una clara orientación marxista se configuran
    estos rasgos del Estado.

    En el caso de los elementos del Estado también se
    alude a una tradicional discusión teórica. En parte
    por aglutinar entre ellos a los mencionados rasgos del Estado, en
    otros casos, por el hecho de confundir esta categoría con
    la de contenido del Estado, que desde la década
    de los ochenta ha venido refiriéndose a la
    identificación de qué clases sociales, segmentos o
    sectores de esas clases ejercen el poder a través del
    Estado, recurriendo a los componentes histórico-concretos
    de este y sus determinaciones, que contribuyen al ejercicio del
    poder clasista.

    Lo que primero salta a la vista dentro del criterio de
    insostenibilidad de la caracterización esencial del Estado
    a partir de sus elementos es, precisamente, la diversidad en que
    estos pueden expresarse, lo que no marcha a tono con la
    intención de definir los aspectos más relevantes y
    permanentes del Estado, cualesquiera sea el momento
    histórico en que se analice, a lo que responde la
    categoría de rasgos del Estado.

    Caben dentro de esta formulación tanto los
    elementos particulares de acuerdo a un tipo históricamente
    determinado de Estado, como algunos elementos también de
    naturaleza general. Si de los primeros se trata, tómense
    como ejemplo los Estados despóticos orientales, que
    comparten un elemento singular en su configuración
    estatal, a decir, la teocratización de su vida
    política, o en el caso de varios Estados musulmanes
    durante el feudalismo, con una carga aún presente del
    elemento religioso y espiritual, aspecto inseparable en el
    desarrollo de sus relaciones políticas.

    Al abordar la existencia de elementos bastante comunes a
    la generalidad de los tipos históricos de Estado hacemos
    referencia, verbi gratia, al territorio como
    espacio físico donde se asienta una organización
    política sobre una sociedad determinada; la
    población como elemento humano, distinguible de
    otros conceptos políticos como el de pueblo, y la
    soberanía, un atributo de especial interés
    para el Estado moderno, que actualmente tiende a modificarse o
    flexibilizarse. En este último caso puede hallarse la
    soberanía como expresión del poder político
    público, ya que como concepto representa la más
    alta autoridad del Estado en el plano interno y su independencia
    en el plano internacional, aunque no se duda que su
    carácter hoy día no es tan ilimitado, y supera,
    como en su momento lo hiciere la categoría competencia
    exclusiva del Estado
    , esta pretendida exclusividad y
    aislamiento. Recuérdese que tan diversos son los posibles
    elementos del Estado como las posiciones doctrinales que los
    sostienen, por ello es probable encontrar entre estos al
    pueblo, no obstante su naturaleza política, o
    incluso la nación, concepto mucho más
    complicado en su tratamiento teórico. Para el Derecho
    Internacional Público, al cual se remiten nuestros
    manuales, resulta tanto o más complicada la
    determinación de los elementos esenciales del Estado como
    sujeto, dado que suele hablarse de tipos aislados de Estados sin
    territorios o del establecimiento de poderes sin una base
    territorial o una población efectiva sobre la que
    gobernar, como sucede con los "gobiernos en el exilio". Tampoco
    debemos confundir las categorías Estado y
    Gobierno, a pesar de que este último es, en
    ocasiones, incorporado entre los elementos del Estado.

    La literatura es rica en explicaciones de esta
    naturaleza, sobre todo en cuanto a la soberanía. Por ello
    también recomendamos algunos textos y materiales de
    interés.

    Cuando nos cuestionábamos acerca de la presencia
    del Estado en las múltiples relaciones sociales, en la
    vida social en definitiva, se arribaba a la conclusión de
    que física o materialmente era imposible distinguir los
    trazos del Estado; no nos lo imaginábamos sino a
    través de la presencia de un complejo articulado de
    instituciones públicas o de una serie de funcionarios que
    conforman el aparato burocrático, que es una de las
    manifestaciones de la presencia de una organización
    estatal. Pues, al abordar el tema de las funciones del
    Estado[28]estamos en condiciones de determinar con
    más precisión cómo este alcanza a cada
    individuo en la sociedad y cómo sus decisiones,
    aparentemente intocables e invisibles, por estar situado "por
    encima" de esta sociedad, en un sitio ya explotado
    teóricamente por el marxismo, la superestructura
    social
    , son puestas en función de intereses
    políticos y sociales determinados, que en la
    mayoría de los casos no son coincidentes con la
    satisfacción de "las necesidades siempre crecientes" de la
    sociedad que también previeran MARX y ENGELS y que
    destinaran el carácter teleológico de una de las
    manifestaciones del aparato estatal, sistematizada bajo la
    concepción de Administración
    Pública.

    Brindaremos entonces el criterio funcional del Estado
    sostenido por la Teoría del Estado desde posiciones
    socialistas. Pero debe tenerse en cuenta que la posición
    burguesa tomó por mucho tiempo como referencia la idea
    reduccionista de la función del Estado a los tres marcos
    de poderes enarbolados por el pensamiento liberal burgués
    de los siglos XVII-XVIII, es decir, reducía las funciones
    del Estado a los marcos legislativo, ejecutivo y judicial. Se
    incorporaban en otros casos, para complementar la línea
    teórica de MONTESQUIEU, las funciones administrativas,
    políticas y hasta constituyentes, a pesar del pretendido
    carácter originario de este último poder. No hemos
    de reparar en las distinciones entre fines y
    funciones que, de alguna manera, ayudan a solucionar los
    textos de consultas, por lo que debemos detenernos
    definitivamente en lo que nuestra Teoría del Estado admite
    como funciones, líneas funcionales y las
    formas y métodos de ejercicio de las
    funciones estatales. El siguiente esquema resume algunas de sus
    manifestaciones:

    Monografias.com

    Las funciones externas, más allá de
    cualquier provocación en torno a la discutida
    relación entre monismo o dualismo existente entre los
    ordenamientos internos y el ordenamiento internacional, son
    expresión de la proyección que a lo interno
    efectúa el Estado. Esta posición sostenida por la
    teoría socialista, tanto sobre el Estado como los
    iusinternacionalistas me parece coherente y
    metodológicamente justificada.

    Respecto a las formas de ejercicio de dichas funciones
    debe sobreponerse a la tradicional teoría burguesa de la
    tripartición no solo del poder sino de la función
    estatal misma, una noción más amplia, que incluya
    además de las formas de iure también las
    de facto, que permiten, más allá de la
    acción legislativa, la función ejecutiva y la
    actividad judicial, la toma de decisiones estatales concretas que
    encaucen el control, la organización y el desarrollo de
    las funciones estatales en la sociedad mediante acciones
    concretas y justificadas en determinado momento
    histórico-concreto. Respecto a los métodos remito
    al texto citado de FERNÁNDEZ
    BULTÉ[29]y la literatura complementaria,
    para determinar hasta qué punto los métodos
    coactivos y represivos y los persuasivos intervienen para lograr
    el funcionamiento del aparato estatal en la sociedad.

    Este sistema de funciones debe ser comprendido
    además en cada tipo histórico de Estado, para tener
    una idea más acabada sobre la caracterización de
    cada uno, ejercicio indicado al analizar las manifestaciones
    históricas del fenómeno estatal en el decursar del
    desarrollo social.

    Con estos elementos puede, preliminarmente,
    identificarse al Estado en el complicado entramado de relaciones
    sociopolíticas.

    Precisemos algunos puntos de obligada
    sistematización:

    • 1. El carácter histórico de las
      tipologías en torno al Estado y la necesidad de su
      análisis desde una perspectiva dialéctica y
      clasista.

    • 2. La importancia metodológica de la
      periodización de los tipos históricos de Estado
      y su comprensión desde la formulación marxista
      del desarrollo de las formas económico-sociales y el
      modo de producción.

    • 3. La distinción entre rasgos y
      elementos del Estado y la postura de nuestra Teoría
      del Estado en la identificación de unos y otros. La
      relevancia del concepto de soberanía y la necesidad de
      distinguir categorías como población/pueblo,
      territorialidad/territorio, Estado/Gobierno, entre
      otras.

    • 4. El papel de la Teoría General del
      Estado sustentada en una visión marxista para
      comprender el papel del Estado en la sociedad a través
      de sus fines y funciones, eliminando los criterios
      reduccionistas empleados en la identificación de las
      funciones desde la óptica burguesa, y analizando estas
      con un carácter sistémico, que abarca
      además las líneas funcionales y las formas y
      métodos de ejercicio de estas funciones
      estatales.

    El concepto forma
    de Estado: formulación estructural compleja del aparato
    estatal

    Formas de gobierno y sistemas de gobierno. La
    estructura estatal-territorial: Estados simples y compuestos.
    División político-administrativa. Régimen
    estatal: dictadura y democracia
    .

    En el desarrollo de este tema continuaremos abordando
    algunos elementos para la configuración estructural del
    Estado. Por ello, se hace necesario brindar la noción de
    la teoría marxista acerca del concepto forma de
    Estado
    , que de alguna manera hemos introducido, sobre todo a
    partir de las obligadas distinciones respecto a la
    definición del tipo histórico de Estado,
    que se ha desarrollado con anterioridad.

    Partiendo de este último concepto, podrá
    recordarse que se hacía referencia a la cuestión de
    la esencia del Estado, de la estrecha relación existente
    entre el fenómeno estatal y las distintas formaciones
    económico-sociales que determinan una relación de
    clase específica que llena de contenido al Estado en
    sí.

    El concepto forma de Estado, como
    categoría más concreta y específica "intenta
    elucidar la manera en que están estructurados los
    órganos de un Estado y la forma en que se establecen sus
    principios básicos de funcionamiento
    estructural"[30]. Aunque este concepto no es
    privativo de la teoría socialista debe advertirse que el
    carácter complejo y su análisis sistémico
    marcan hitos diferenciadores respecto al resto de la
    tratadística occidental. Como complemento, no obstante,
    pueden brindarse algunos atisbos conceptuales, como el ofrecido
    por el profesor JORDÁN QUIROGA, que entiende que referirse
    a las formas de Estado "implica analizar y establecer la
    estructura y organización del ejercicio del poder en
    relación con los elementos esenciales del
    Estado"[31]. En una buena parte de la
    Teoría General del Estado burguesa se aborda la
    cuestión de las formas de Estado o bien desde una
    perspectiva que tiende a confundirla con el mencionado concepto
    de tipo histórico (como en algún momento a
    pesar de lo inconcluso de su texto plantea HELLER en una
    posición reduccionista de crítica a la
    teoría por equiparar las "formas de Estado", a las "formas
    económicas")[32], o con las formas de
    gobierno, e incluso con el régimen
    político-jurídico, como tendrá
    ocasión de examinarse.

    Por otra parte, no aparece en algunos textos un
    desarrollo sistémico de esta categoría, aunque
    sí muy claramente sus unidades independientes, como
    sucede, vgr., en DE BLAS GUERRERO, y GARCÍA
    COTARELO[33]En Introducción al Derecho
    Constitucional
    de TORRES DEL MORAL, aunque con una doble
    propuesta conceptual, dígase, por un lado la de formas
    políticas
    y propiamente la de forma de
    Estado
    , quedan perfectamente desarrollados de manera
    armónica cuatro elementos fundamentales dentro de estos
    conceptos: formas de la Jefatura del Estado; formas territoriales
    del Estado; sistemas de gobierno y regímenes o sistemas
    políticos[34]Otro grupo de autores no
    sostienen definiciones y clasificaciones uniformes, como puede
    comprobarse con un breve acercamiento a varias de las obras
    cumbres de la Teoría del Estado que, desgraciadamente,
    pueden yacer moribundas en alguna que otra
    biblioteca.[35]

    Sobre la posición marxista respecto a la
    determinación de los elementos conceptuales de la forma de
    Estado puede complementarse con los textos citados de
    CAÑIZARES ABELEDO y ZHIDKOV, et al.

    En primer orden, la forma de Estado representa un
    concepto complejo. Tratemos de esquematizar algunos de los
    criterios o elementos conformadores de este entramado conceptual,
    que define la forma estructural del aparto estatal. Así,
    para explicar el concepto forma de Estado, deben
    desarrollarse los siguientes contenidos:

    • Forma de gobierno: concepto en sí
      complicado. En una parte considerable de las fuentes
      bibliográficas no se encuentra un criterio
      unánime respecto a la determinación de los
      rasgos definitorios de esta categoría. Incluso se
      apela al "número de gobernantes" para definir si
      estamos frente a una monarquía o una república
      -es algo que DABIN[36]entiende no presupone
      una ruptura respecto a la teoría clásica-; o se
      precisa hablar de Jefatura del Estado, toda vez que, como
      sienta TORRES DEL MORAL, "la terminología utilizada
      por la doctrina ha variado a lo largo del tiempo, llegando a
      ser en la actualidad sumamente confusa"[37],
      lo mismo que para entender las formas políticas o la
      forma de Estado, que para hacerlo respecto a los sistemas de
      gobierno y, en particular, la forma de gobierno.
      FERNÁNDEZ BULTÉ emplea los criterios de
      PORRÚA PÉREZ, que entiende como forma de
      gobierno "a los distintos modos de constitución de los
      órganos del Estado, de sus poderes y las relaciones de
      esos poderes entre sí", pero la critica por no
      resultar suficiente; más acertada es la
      posición de SAMPAY, que vincula íntimamente a
      estas formas de gobierno con la distribución del poder
      y su ejercicio, aunque se encierra en cierto positivismo, que
      determina esta distribución sobre la base del
      ordenamiento jurídico positivo, cuando en estas
      determinaciones intervienen otros factores, más
      allá de los visibles a través de la normativa
      de cada Estado. Como quiera, y dejando abierto el debate para
      completar una posible definición, lo que no puede
      quedar fuera de este estudio, además de los ejemplos
      históricos que provienen incluso de la Antigüedad
      -pienso, por ejemplo, en ARISTÓTELES y sus
      monarquías (tiranía),
      aristocracia (oligarquía) y
      democracia (demagogia)-, son las
      denominadas formas históricas de gobierno, a
      decir:

    • 1. Monarquías[38](estamentarias,
      absolutas y constitucionales o parlamentarias)

    • 2. Repúblicas (parlamentarias,
      presidencialistas y con formaciones
      híbridas)

    Debe distinguirse, oportunamente, el concepto
    sistema de gobierno, que como bien apunta
    FERNÁNDEZ BULTÉ "hace referencia al conjunto
    funcional de relaciones institucionales entre los órganos
    de administración y ejecución, es decir, de
    gobierno, y los demás órganos de poder del
    Estado"[39], o siguiendo a CAÑIZARES
    ABELEDO es "el gobierno en movimiento"[40]. Este
    se subdivide en los sistemas parlamentarios y
    sistemas presidencialistas, a los que habría que
    añadir alguna que otra especie de formaciones
    híbridas, pero particularmente el sistema de gobierno
    socialista
    , presidido por un conjunto de
    principios[41]sistema este último atacado
    desde posiciones ideológicas contrapuestas al socialismo,
    asimilado a formas autocráticas de gobierno, y que en los
    últimos tiempos parece ir quedando entre las
    páginas muertas de la vieja teoría socialista del
    Estado y del Derecho, a lo que desde nuestra posición
    debemos contribuir a desarrollar teórica y
    prácticamente.

    • Estructura estatal territorial: que implica
      también una diversidad conceptual, que parte de su
      tratamiento bajo denominaciones como la de "formas
      territoriales del Estado", "división
      político-administrativa", "formas de
      distribución espacial del poder", entre
      otras[42]Planteamos para ello una
      revisión y caracterización de las siguientes
      manifestaciones, que encierran, en definitiva, la idea de
      distribución territorial del poder a la que responde
      esta categoría, muy estrechamente ligada a la
      territorialidad como rasgo del Estado, estudiado con
      anterioridad:

    • 1. Estados
      simples[43]

    • 2. Estados compuestos

    • a) Estado Federal

    • b) Confederación de Estados

    Debe tenerse en cuenta la importancia de caracterizar
    estas estructuras territoriales y determinar sus diferencias. Un
    ejemplo de ello es la relación entre el Estado federal y
    la Confederación de Estados, que muchas veces tienden a
    confundirse. Por ello se insiste en la cuestión de la
    distribución de las competencias estatales en
    función de la territorialidad, lo que presupone
    identificar el centro de poder y el resto de los mecanismos para
    garantizar su aplicación a través de la
    desconcentración, descentralización y
    autonomía, categorías que se distinguen y que
    indican una mayor o menor independencia de las entidades
    administrativas donde se produce esta distribución de
    competencias estatales. Categorías como la
    Confederación de Estados poseen un desarrollo
    histórico que no debe obviarse, incluso, como punto de
    partida hacia otras fórmulas federalizantes como la
    inaugurada en los Estados Unidos de América, o en etapas
    de tránsito tal como sucedió en Alemania en 1815 o
    Suiza desde 1848.

    Otras como el Estado regional o el Estado
    autonómico
    parecen un poco más complicadas,
    por lo que debe recurrirse tempranamente a las fuentes que nos
    brinda el Derecho Comparado y examinar casos puntuales como los
    de España e Italia. Algunas de estas estructuras
    están incluso en el centro de discusiones polémicas
    relacionadas con los procesos de integración
    regional[44]un producto del Estado
    internacionalmente integrado que el propio MARX previera en el
    siglo XIX, lo que vuelve más útil el estudio
    comparativo de estas formas territoriales.

    • Las formas del régimen estatal, o como
      prefiero, el régimen
      político-jurídico[45]que no debe
      confundirse con el concepto sistema político de la
      sociedad, que cubrirá una buena parte de nuestro
      programa y al cual le dedicamos el tercer tema de la
      asignatura. Debe insistirse en la definición que
      ofrece el profesor FERNÁNDEZ BULTÉ en el texto
      básico de la asignatura: "por régimen estatal
      entendemos el conjunto de procedimientos y métodos de
      ejercicio del poder del Estado (…) la faceta funcional
      de la forma de Estado, es la determinación de su
      manera real de proceder y expresarse"[46].
      Estos métodos de ejercicio del poder estatal pueden
      derivar en dos categorías fundamentales:

    • a) Democracia

    • b) Dictadura

    El estudio de la democracia como institución debe
    remitirnos a la Antigüedad misma, a Atenas y toda la
    teoría democrática expuesta por los grandes
    filósofos y políticos de entonces; también
    al liberalismo, ROUSSEAU y TOCQUEVILLE, o las escuelas de la
    "democracia participativa" y la "Escuela elitista de la
    democracia". Por esta razón muchos teóricos suelen
    hablar de democracia antigua, moderna y contemporánea.
    Claro está, concurren en cada una de estas periodizaciones
    elementos que no deben descuidarse porque tipifican un status
    quo
    , una realidad social y política distinta. No es
    lo mismo la democracia griega, que la noción
    democrática liberal francesa, como tampoco lo es la idea
    de la representación en la doctrina occidental, o nuestra
    democracia socialista. Por tanto, todo acercamiento a esta
    temática, más que pretender desentrañar
    aspectos conceptuales debe ir a las instituciones propias que
    configuran la democracia contemporánea, debe buscar los
    pilares básicos sobre los que se ha de sostener un Estado
    democrático y de Derecho, donde, como plantea el profesor
    Elías DÍAZ, se conjuguen los elementales
    presupuestos de participación, de eficacia y legitimidad,
    y particularmente de posibilidades y realidades de ser parte del
    proceso de distribución fruto de las gestiones de gobierno
    y de la gestión popular, encaminada a la
    satisfacción de sus más encomiables necesidades.
    Instituciones jurídicas como la iniciativa
    popular
    , el referéndum, el
    plebiscito o la revocatoria, deben ser parte de
    este análisis sobre la calidad democrática de
    determinado régimen político.

    En cuanto a la dictadura remito a la
    bibliografía citada, en particular el texto de DE BLAS
    GUERRERO. y GARCÍA COTARELO, que contiene algunas
    clasificaciones de esta institución. No debe despreciarse
    la vuelta a sociedades como la romana y el distinto significado
    que tuvo la dictadura. Además, como habíamos
    pronosticado, es hora de valorar desde este nuevo prisma
    teórico el concepto de dictadura del proletariado
    e insistir en si resulta o no compatible con la idea de la
    democracia y el Estado de Derecho.

    En algunos momentos del recorrido histórico del
    Estado burgués admitimos como una de sus fases de
    degeneración al fascismo y el establecimiento del
    fuhrerprinzip, demostración práctica de la
    imposición dictatorial y autoritaria del poder. Sobre
    estas cuestiones debe tenerse mucho cuidado, sobre todo respecto
    a las concepciones en torno a los Estados socialistas,
    caracterizados por muchos teóricos como "Estados
    absolutos" o "autoritarios", visión falseada de los
    sectores defensores de la doctrina burguesa sobre el
    Estado.

    Este es un buen momento para polemizar y para pensar
    cómo mejorar la calidad democrática de nuestras
    sociedades.

    A manera de resumen, se debe insistir en algunos
    puntos:

    • 1. El carácter complejo de la
      categoría forma de Estado y la necesidad de
      delimitar sus elementos conformadores: la forma de
      gobierno
      , la estructura estatal-territorial y
      el régimen estatal.

    • 2. La necesidad de distinguir los conceptos
      forma de gobierno y sistema de gobierno,
      insistiendo en las peculiaridades del sistema de gobierno
      socialista y los principios que lo sustentan.

    • 3. La utilidad de establecer un cuadro resumen
      donde se expongan las diversas formas territoriales de
      distribución del poder, identificando los puntos de
      convergencia y distinción entre todas, y sus ejemplos
      en el Derecho Comparado.

    • 4. La identificación de las
      instituciones básicas para la configuración de
      la democracia como institución, y como pilar del
      Estado democrático de Derecho, concepto moderno de
      gran importancia.

    • 5. La necesidad del análisis
      crítico de la sociedad democrática en sus
      distintos momentos históricos y según las
      peculiaridades socio-políticas del Estado en
      cuestión, observando cuidadosamente las posiciones
      contra los fundamentos y principios sostenedores de la
      democracia socialista.

    El sistema
    político de la sociedad: elementos estructurales y
    funcionales

    Relación entre sus componentes y papel de
    la sociedad civil. El Estado como poder político
    público. Democracia, representación,
    participación y mandato.

    En esta ocasión nos aproximamos a una
    temática de sumo interés en la comprensión
    del funcionamiento del aparato estatal y más aún,
    en la idea del papel y situación de la sociedad frente al
    proceso de toma de decisiones políticas; porque el Estado
    será analizado, en este caso, como unos de los elementos
    dentro de una categoría mucho más amplia, que
    responde al nombre precisamente de sistema
    político
    .

    La definición del sistema político como
    categoría resulta de una interpretación y
    exposición contemporáneas. En varios de los autores
    citados -por no decir la mayoría- se atribuye su primera
    formulación conceptual a David EASTON, quien hacia 1953
    publicara un libro intitulado The Political System,
    an Inquiry in to the State, donde analizaba bajo este
    prisma las relaciones derivadas del ejercicio del poder y la
    conducta política en general. Según varios
    investigadores, este politólogo norteamericano se
    inspiró en las teorías precedentes de PARSONS,
    relacionadas con el análisis sistémico y
    estructural de la vida social pero, a diferencia de este,
    introdujo el análisis desde la perspectiva de la crisis e
    inestabilidad de estos sistemas, más allá de su
    posible construcción sobre categorías
    inmutables.

    La expresión crítica de este estudio fue
    lo más notable en la teoría de EASTON, lo que
    posibilitó aparecieran seguidores de este enfoque
    sistémico a la altura de ALMOND, KAPLAN o DEUTSCH. Los
    esfuerzos de EASTON se concentraron en la descripción y
    construcción de un nuevo modelo, donde, por un lado, se
    busca que las categorías que lo conforman aparezcan
    suficientemente definidas y, por otro, que trate de explotarse un
    análisis de la teoría política en
    su vinculación más orgánica con la
    práctica política. Supera, en este
    sentido, como apunta GOLDMAN, el análisis puramente
    empirista de los fenómenos políticos, establecido
    como doctrina hasta entonces.

    Pero este precursor parte de la experiencia social
    propia de un país que transita hacia las formas más
    radicales del capitalismo monopolista, lo que indica que esta
    tesis aunque marca un paso indiscutible de avance en la
    interpretación de las relaciones sociopolíticas
    desarrolladas como un sistema, adolece de no determinar el
    condicionamiento social real del sistema político y sus
    tendencias, como tampoco establece claramente la relación
    de este con otros subsistemas en la sociedad, a decir, el
    cultural, jurídico, etc. Tampoco reconoce el papel del
    sistema económico en el marco de estas
    relaciones[47]

    En resumen, varios han sido los postulados
    teóricos[48]desprendidos de esta
    noción precursora de EASTON, los cuales deberán ser
    revisados detenidamente, objetándolos críticamente
    dentro de las posibilidades, a partir del uso de las herramientas
    científicas que nos brinda la teoría
    marxista-leninista.

    Por nuestra parte, de acuerdo con las premisas
    científicas planteadas por la filosofía marxista y
    en concordancia con un análisis objetivo del complejo
    entramado de relaciones que se producen en la sociedad,
    especialmente entre sus elementos y los centros de
    decisión de la vida política estatal, se han
    planteado algunas definiciones, entre las que caben destacar las
    siguientes:

    • 1. Por sistema político se entiende al
      "conjunto estructurado de elementos regularmente
      interrelacionados entre sí, que se ordenan siguiendo
      una determinada ley o principio, y que actúan como una
      entidad propia cuyas características devienen la
      síntesis de la interrelación de sus elementos
      constitutivos, modificable al sustraer del sistema a algunos
      de ellos
      ".[49]

    • 2. "Entendemos por sistema político
      de una sociedad clasista determinada al conjunto de
      órganos, aparatos, mecanismos, organizaciones, normas
      de proceder y reglas, que tienen en el aparato estatal su
      eslabón principal y a través de todas las
      cuales se adoptan las decisiones
      políticas
      ".[50]

    A partir de estos enunciados pueden distinguirse algunos
    rasgos esenciales del sistema político. De manera general
    puede establecerse que cuando hablamos de sistema político
    se abarca todo el conjunto de instituciones estatales y no
    estatales mediante las cuales se apoyan las clases dominantes
    para ejercer el poder. No obstante, esta idea puede ser superada
    bajo la premisa de que, en su funcionamiento, dado el
    carácter sistémico del mismo, participan otros
    segmentos o clases en la sociedad, que no intervienen
    directamente en la toma de decisiones políticas, pero
    contribuyen a la formación de las estructuras de poder.
    Una de las manifestaciones de este particular lo constituyen los
    procesos electorales, que en la configuración de la
    democracia burguesa, como hemos visto, constituyen un elemento
    esencial en la caracterización de una sociedad como
    democrática. Por ello resulta válido ir adelantando
    algunas cuestiones que luego se relacionarán en este tema,
    pero necesitan de un enfoque integrador.

    ¿Qué nos interesa realmente determinar, y
    luego profundizar, del sistema político de la
    sociedad?

    Fundamentalmente, su estructura y la forma en que los
    elementos que lo componen interactúan. Haremos
    mención al primero de estos objetivos. A manera de resumen
    y como parte de un consenso bastante generalizado en la doctrina,
    aunque lo exponemos desde nuestro prisma marxista, pueden citarse
    los siguientes elementos estructurales del sistema
    político:

    • 1. El Estado: Principal
      elemento del sistema político. De forma general, se
      han analizado sus rasgos y elementos fundamentales, que
      redundan en su comprensión como el ente donde se
      concentra el poder político público, y que
      determina la vida política de una sociedad. Al
      representar intereses clasistas, no caben dudas de que se
      refuerza su papel en la determinación de la esencia de
      un sistema político. La idea de la
      concentración en este aparato de los mecanismos de
      dominación clasista, y el carácter
      público con que las normas de Derecho que produce son
      aplicadas hacia la sociedad, moldean la forma en que se
      extiende este poder, por lo que configuran al Estado como el
      único elemento capaz de imponer sus decisiones con
      este carácter de universalidad. Es la expresión
      más elocuente de la política, no solo aplicada
      bajo la perspectiva del consenso social, sino
      imperativamente, si fuere necesario. El resto de los rasgos y
      elementos que refuerzan estas tesis deben ser sistematizados
      e identificar su importancia en el desarrollo mismo del
      sistema político. No debe obviarse igualmente el papel
      y funciones del Estado en la sociedad y lo que ello implica
      para la movilización no solo de las elites de poder,
      sino de las masas en sentido general. Tampoco pueden
      descuidarse las tipologías históricas
      estatales, aunque admitimos la razón
      contemporánea del estudio del sistema
      político.

    • 2. Los partidos
      políticos:
      Tendrá oportunidad de
      profundizarse sobre el desarrollo histórico, la
      misión de las estructuras partidistas y sus diferentes
      tipologías. De manera general, hablamos de un elemento
      esencial en el desarrollo del sistema político, como
      ente articulador de tendencias políticas, en
      razón de la variabilidad de intereses sociales, muy
      diversos en contenido y forma; como expresión
      también de la lucha por la obtención del poder
      político y, en la tradición política
      burguesa, como la más importante manifestación
      de una sociedad democrática, por la posibilidad de
      aglutinar proyectos o programas políticos
      representativos, como se ha dicho, de los más variados
      intereses en la sociedad. Es lo que la teoría
      más extendida reconoce como Estado de
      partidos
      , donde convergen algunos principios elementales
      en el funcionamiento de la sociedad burguesa, a decir, el
      pluripartidismo y el pluralismo político, a la
      sazón pilares sobre los que se sostiene la democracia
      representativa. Por ahora definamos esta categoría
      como aquella asociación de personas
      jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del
      poder político, que se estructura en torno a un
      programa e ideologías comunes y que generalmente se
      financia con las contribuciones de sus propios miembros. De
      esta idea generalizadora de la maquinaria partidista debemos
      excluir el planteamiento marxista-leninista acerca del
      partido del proletariado, partido de nuevo tipo, y su papel
      en la conformación del sistema político en las
      condiciones del socialismo.

    • 3. Grupos de presión:
      Esta figura adquiere notable importancia sobre todo en las
      democracias occidentales. Los ha definido MATHIOT
      como "los innumerables movimientos, asociaciones, sindicatos
      o sociedades que, por defender los intereses comunes de sus
      miembros, se esfuerzan, por todos los medios a su alcance,
      directos e indirectos, en influir en la acción
      gubernamental, en su iniciativa y en la opinión
      pública"[51]. Adquiere precisamente
      esta relevancia por la multiplicidad de intereses que
      representan y por la dinámica que le imprimen al
      sistema político, ensanchado en su teorización
      tradicional. No debe por ello crear confusiones esta figura,
      por cuanto se trata, en la mayoría de los casos, de
      segmentos sociales representados por hombres , asociaciones o
      entidadess, con cierto poder e influencia, ya sea
      económica, financiera, política o profesional,
      que se agrupan de manera generalmente informal -aunque debe
      precisarse que los grupos de presión se han
      institucionalizado en mucho sistemas políticos, como
      el norteamericano-, y que realizan la labor de
      lobby, o cabildeo, es decir, presión sobre
      determinadas instancias del aparato estatal, para hacer valer
      y defender intereses privados. Existe una disputa
      teórica extendida sobre la multiplicidad de formas que
      han adquirido estos grupos, incluyéndose los
      sindicatos y hasta la Iglesia -recuérdese el triste
      papel asumido por algunas autoridades católicas antes,
      durante y después del golpe de Estado protagonizado en
      Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, y la
      movilización de la opinión pública en
      torno a la prédica golpista de estos sacerdotes-,
      así como la prevalencia de los llamados grupos de
      interés
      en la sociedad, que han determinado
      posturas poco ortodoxas que teorizan sobre la posible
      inexistencia de tales grupos de presión, y en su lugar
      sí de múltiples grupos de intereses (RUBIO
      NÚÑEZ). Lo más importante es destacar
      que este elemento del sistema político sigue una
      especie de algoritmo que lo acerca a las estructuras de poder
      en la sociedad pero que, a diferencia de los partidos
      políticos, no pretenden ni aspiran a la toma efectiva
      de este poder. En la práctica se observa como
      generalmente financian campañas electorales y luego
      ejercen presión para que cualquier medida tomada por
      algún órgano estatal no le afecte en el plano
      particular. No obstante, como apunta GARCÍA PELAYO,
      puede observarse en esta relación con los partidos
      políticos una "relación compensatoria", de modo
      que "mientras más fuertes y representativos de los
      intereses de los distintos grupos sean los primeros [los
      partidos], menor entidad tendrán los segundos".
      Ejemplos de estos grupos nos resultan bien cercanos, como la
      Fundación Nacional Cubano-Americana, o la National
      Rifle Association
      , en Estados Unidos. En Europa existe
      un fuerte movimiento sindical que actúa como verdadero
      grupo de presión.

    • 4. Organizaciones No
      Gubernamentales:
      Las conocidas ONG"s, pos sus
      siglas. En este caso, de reciente proliferación
      internacional, solo abordaremos algunos elementos generales
      de su diseño y actuación en el escenario
      político. Se trata de asociaciones que, generalmente,
      propugnan la defensa de determinados intereses de
      carácter colectivo, ya sean derechos humanos, en sus
      diferentes generaciones de desarrollo, la protección
      del medio ambiente, la lucha contra la discriminación
      sexual, etc. Menciono que generalmente porque debe
      observarse con ojo crítico el papel de estas ONG"s, no
      siempre acorde con el que la teoría le reconoce. Han
      sido múltiples los casos en que detrás de esta
      fachada se esconden otras motivaciones, incluso privadas, que
      nada tienen que ver con obras caritativas o con la
      acción social general sobre ciertos problemas que
      afectan al mundo. Su membresía es variable, como su
      estructura y forma de financiamiento. Una nota
      característica es su relativa independencia de las
      estructuras gubernamentales, lo que permite desde su prisma
      una labor de movilización social intensa, en muchas
      ocasiones, destinada a cuestionar determinadas actitudes de
      los sectores políticamente dominantes. Al igual que
      los grupos de presión, no aspiran a la toma del poder
      político, pero, sensu contrario, no ejercen
      una labor de presión en razón a la conveniencia
      de intereses privados -por regla general-, ni sus opiniones
      resultan tan vinculantes o comprometedoras como
      podrían resultar las derivadas de una operación
      de cabildeo político. En nuestro caso esta figura se
      conjuga con la existencia de otras organizaciones sociales y
      de masas, motivo de un análisis posterior.

    De forma abarcadora, estos son los elementos
    estructurales por excelencia del sistema político. Sin
    embargo, soy partidario de incorporar aquellos elementos que dan
    vida a este sistema, bajo la denominación de elementos
    funcionales
    . Establezco en este caso una especie de
    símil respecto al cuerpo humano, de tal forma que mientras
    los primeros representan la armazón, el andamiaje
    óseo de nuestro cuerpo, estos segundos imprimen vitalidad
    y funcionalidad al organismo. Y el símil no va muy lejano
    a la realidad: en ambos supuestos estamos frente a sistemas, que
    por regla deben actuar como un todo. Estos elementos funcionales
    serían, ahorrando cualquier tipo de explicación,
    que puede ser satisfecha en la búsqueda
    individual:

    • 1. El Derecho, y

    • 2. Las
      ideologías

    Un simple examen del significado de cada una de estas
    categorías es suficiente para dar respuesta a su
    importancia en el sistema político. Baste solo
    señalar que el Estado, sin el Derecho como elemento
    legitimador, como mecanismo de imposición de sus
    decisiones en la colectividad, carecería en buena medida
    de sentido, lo mismo que un partido que no promueva y aglutine en
    su seno a un grupo ideológicamente identificado,
    carecería de toda posible homogeneidad. Sabemos
    también la función ideológica del Estado y
    su estrecho vínculo con las normas que de él
    emanan.

    Las relaciones entre estos elementos son perceptibles.
    El propio enfoque sistémico obliga a admitir que entre
    ellos existe una interconexión constante, que provee de
    dinámica al sistema político. Que unos elementos
    posean más fuerza o relevancia que otros en determinado
    contexto es posible. Solo debe asumirse que, sin lugar a dudas,
    resulta el Estado, detentador de ese poder político
    público, el más importante de estos elementos
    estructurales.[52]

    Por lo demás, solo quisiera insistir en el papel
    de la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones y la
    vida política misma. No nos detendremos en caracterizar
    esta categoría, que por mucho tiempo, como observa la
    profesora Martha PRIETO VALDÉS, se vio diluida entre
    análisis estructuralistas y economicistas en nuestro
    país, excluida, si se quiere, de nuestra teoría por
    ver en ella una "reminiscencia de la vieja
    doctrina"[53]. Lo importante resulta admitir la
    dimensión de la participación de la sociedad
    organizada en la gestión de gobierno, en la
    adopción de decisiones con trascendencia política
    para el desarrollo nacional, en todos los espacios
    posibles.

    Instrumentando otro de los conceptos que aquí
    reiteramos, el de democracia, no debemos olvidar que el profesor
    Elías DÍAZ habla precisamente de un doble sentido
    democrático, por un lado, la posibilidad de participar
    directamente en la gestión de gobierno, y por otro, de
    disfrutar de esta, de manera que quedara configurada una especia
    de redistribución de los esfuerzos sociales.
    ¿Quién mejor que la propia sociedad civil para
    actuar en el marco de las decisiones más trascendentales
    para el desarrollo de la sociedad misma? El sistema
    político
    no resulta entonces una categoría
    antagónica a la de sociedad civil, como muchos
    dentro y fuera quisieron justificar. Son categorías
    complementarias, y me atrevería a asumir, que en las
    condiciones actuales, en cualquier tipo de sociedad, la sociedad
    civil se instaura como un nuevo elemento estructural del sistema
    político, es más, como un doble-elemento,
    porque funcionalmente se convierte en destinataria de parte de
    las normas de Derecho producidas y aplicadas por el Estado y es
    el cuerpo mismo, el teatro mismo, donde confluyen, se defienden y
    se contraponen posiciones ideológicas determinadas. Y por
    supuesto, no resulta necesario abundar acerca de la
    sobreentendida importancia del conglomerado social en la
    movilización en torno a programas políticos y de
    partido, ni respecto a la formación y relevancia de la
    opinión pública en el tracto de las relaciones
    sociopolíticas.

    Sobre el resto de los elementos contemplados en los
    contenidos a desarrollar insisto en la lectura del
    epígrafe intitulado "La falsedad de la democracia
    representativa burguesa. Vacuidad y falsificación", en las
    páginas 21-37 del libro de texto básico, del
    profesor FERNÁNDEZ BULTÉ. Existen también
    varias referencias en los materiales indicados en soporte
    electrónico, e invito, en un paso tentador sobre algunas
    materias de la disciplina de Derecho Civil a examinar el
    significado y contenido de algunas figuras como la
    representación y el mandato y las
    implicaciones que podrían tener para la concepción
    misma del sistema político. De la lectura del
    tópico señalado, debemos enfatizar en la
    importancia de los términos que se emplean. Aunque no se
    puede restar mérito al impulso democrático
    experimentado en muchas de las sociedades burguesas, debe
    apreciarse críticamente algunos de los elementos que
    conducen a afirmar la falsificación de parte de sus
    fundamentos. No olvidemos que nuestro máximo órgano
    de poder, investido con potestades legislativas y constituyentes
    es expresión también de la representación de
    la sociedad. En esto posee un valor trascendental en enfoque
    socioclasista con que se analice determinado sistema
    político, y la ponderación de intereses sociales en
    uno y otro caso, distinguiendo nuestra democracia socialista de
    la tradicional democracia de partidos
    burguesa.

    Sobre estas últimas temáticas
    también se pueden adelantar algunos pasos sobre la
    teoría de la representación política
    sistematizada en la configuración de los sistemas
    electorales.

    A modo de conclusión, debe insistirse en los
    siguientes aspectos:

    • 1. La concepción de sistema
      político de la sociedad y la determinación de
      sus elementos estructurales y funcionales.

    • 2. La relación entre los elementos
      conformadores del sistema político y los rasgos
      distintivos entre unos y otros, vgr.,
      Estado-partidos políticos; partidos
      políticos-grupos de presión; grupos de
      presión-ONG"s.

    • 3. La importancia de la sociedad civil en la
      estructuración y funcionamiento del sistema
      político, y el carácter de
      doble-elemento que se ha introducido en esta
      clase.

    • 4. El valor de las categorías
      representación, mandato y participación en una
      sociedad democrática y sus disyuntivas desde la
      óptica tradicional burguesa y desde nuestra
      visión como sociedad socialista.

    La
    organización y
    participación política de la
    sociedad

    Partidos políticos: noción
    histórica y conceptual. Los elementos conformadores de los
    partidos políticos. Sistemas de partidos: breve examen
    comparado. La concepción marxista del partido del
    proletariado
    .

    Continuamos con el examen de los principales elementos
    estructurales del sistema político. Si bien se ha indicado
    la importancia del Estado como parte de este sistema y su
    posición fundamental entre sus elementos, no menos
    relevante resulta el estudio de uno de los componentes, que a
    juicio de una buena parte de la doctrina, esencialmente burguesa,
    reconoce como imprescindible para llevar a vías de hecho
    el principio democrático, identificado, como hemos
    analizado, en la categoría de
    representación política.

    La temática relativa a los partidos
    políticos se convierte entonces en un agudo tema, que
    parte de puntos controversiales, ora dentro de la sociedad
    burguesa en sí misma, ora respecto a nuestra sociedad
    socialista, sobre la que incorporaremos algunas referencias
    acerca del partido del proletariado, partido de nuevo
    tipo,
    fruto del marxismo-leninismo. Por tanto, me
    limitaré a exponer algunas cuestiones históricas,
    conceptuales, probablemente algunos criterios de
    clasificación de estas estructuras políticas y
    algunas reflexiones en torno a los fenómenos de la
    participación popular en la vida política y otros
    conceptos afines.

    En el desarrollo de los contenidos anteriores
    ofrecíamos un acercamiento conceptual acerca de los
    partidos políticos y apuntábamos que podía
    entenderse por tal aquella "asociación de personas
    jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del poder
    político, que se estructura en torno a un programa e
    ideologías comunes y que generalmente se financia con las
    contribuciones de sus propios miembros". Sobre el universo
    conceptual de esta categoría existen múltiples
    referencias. Pero, como señala FERNÁNDEZ BAEZA,
    "prácticamente no existen definiciones globales de ellos,
    sino conceptualizaciones referidas a problemas acotados
    (representación, articulación de intereses,
    legitimidad, ideologías, etc.). Pero, por otra parte, la
    variedad de los sistemas políticos dificultan los
    paradigmas y las comparaciones, obligando a la utilización
    de enfoques alternativos para su
    análisis"[54].

    Como puede observarse, este planteamiento resume la
    complejidad del tratamiento conceptual de esta categoría,
    y nos indica el camino hacia la determinación de sus
    funciones en la sociedad, que se desarrollará más
    adelante. Pero esta complejidad deriva de la propia
    evolución histórica de los partidos
    políticos. Ya señalaba DUVERGER que hasta 1850, en
    el sentido político de la palabra, no se conocían
    estos partidos, a excepción de los Estados Unidos de
    Norteamérica. Podía hablarse en su lugar de
    tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de
    pensamiento o grupos parlamentarios. Para otros, estos partidos
    políticos resultan del proceso de formación de los
    Estados nacionales, aunque obsérvese la fecha de la Paz de
    Westfalia y se tendrá una idea que antecede dos siglos a
    la ubicación que en esta idea nos ofrece DUVERGER. De
    todas maneras, la determinación del momento de surgimiento
    de los partidos políticos resultaría tan inexacta
    como irrelevante. Conste además, que como sucede con otras
    tantas categorías en el Derecho y la Teoría del
    Estado, en particular, muchos de los períodos en su
    evolución están marcados por determinados
    acontecimientos dentro de la práctica jurídica.
    Así, por ejemplo, si deseara seguirse un espíritu
    constitucionalista, que al parecer domina en importante medida el
    estudio del fenómeno partidista, se arribaría
    probablemente a la conclusión, con TORRES DEL MORAL, de
    que "el reconocimiento constitucional[55]de los
    partidos políticos es un hecho relativamente reciente, de
    mediados de nuestro siglo [el siglo XX]"[56],
    existiendo anteriormente solo fuerzas "de hecho", y algún
    que otro precedente aislado.

    Algunos autores nos indican que las raíces
    históricas de la formación de estas estructuras
    políticas devienen de la práctica antigua, y
    podían perfectamente constatarse en Roma en las disputas
    de Mario y Sila, o en la idea de "nuevos partidos
    democráticos" que ha dejado sentadas en uno de sus textos
    nuestro profesor FERNÁNDEZ
    BULTÉ[57]también el la época
    romana. Otros momentos de esta evolución deberían
    hallarse en las confrontaciones políticas de las
    Repúblicas italianas del Medioevo y, de manera más
    cercana a los procesos transformadores de la sociedad
    política inglesa, en medio de las disputas entre los York
    y Lancaster, durante la Guerra de las Dos Rosas, el germen de los
    cavadores (diggers) y niveladores (levellers),
    hasta la confrontación entre wighs y
    tories, liberales y conservadores. En Estados Unidos
    sobresale la formación de los Old Gran Parties,
    que derivaría prontamente en el bipartidismo
    clásico que ha llegado hasta nosotros, hoy, bajo las
    nomenclaturas de Partido Republicano y Partido
    Demócrata.

    En todo caso habría que revisar las historias
    nacionales, que como han advertido los clásicos del
    marxismo, resultan de la historia, compleja y turbulenta, de la
    lucha de clases, por lo que la primera lección, que no
    podemos concluir al margen de los factores históricos, es
    que la noción de partido político posee
    esencialmente una naturaleza clasista. Por ello, dentro de ese
    decursar histórico, deben insertarse las tesis renovadoras
    y progresistas de los partidos comunistas del siglo XIX -el
    Manifiesto de Marx y Engels antecede a la fecha de
    análisis comparativo propuesta por DUVERGER-, y del
    partido guiado por Lenin durante la Revolución de
    Octubre.

    Este entramado de sucesos obliga primariamente a evaluar
    los contextos donde se producen los principales acontecimientos
    políticos, a través de algunas categorías
    que han variado en la medida que la historia social misma ha
    transcurrido. Actualmente, suele hablarse de pluralismo
    político
    , pluripartidismo,
    cooperativismo político, democracia
    representativa
    o de partidos, Estado de
    partidos
    . Cada una de estas categorías encierra
    interpretaciones que pueden variar según el contexto
    político y que además de corresponden con la
    visión de los protagonistas de la vida política
    según el escenario concreto donde se desarrollen. Al
    dominar en su esencia estos postulados, podrá advertirse
    por qué resulta tan complicado abordar la
    problemática de estas organizaciones políticas, sin
    escapar a posiciones que la propia filosofía ha
    determinado como partidistas.

    Categorías como pluralismo
    político
    y pluripartidismo son
    frecuentemente confundidas. Suele ponerse en el mismo plano la
    diversidad de opciones e ideologías y la multiplicidad de
    partidos, elementos que no se corresponden necesariamente.
    Evidentemente, para una tradicional doctrina en muchos
    países capitalistas, la identificación de varios
    partidos u organizaciones con fines políticos constituyen
    el indicador más palpable de la "salud" del sistema
    democrático, algo que la experiencia histórica en
    la construcción del socialismo, especialmente en nuestro
    país, contradice en los hechos. Como resulta de la propia
    realidad, allí donde existen cientos de partidos
    políticos no han podido resolverse elementales problemas
    de la sociedad y ni siquiera se hace efectiva la plena
    participación de las masas en la selección de sus
    representantes. Inclusive, en una de las naciones donde se
    propugna y se interviene en el resto del mundo en aras de
    garantizar la democracia, no por gusto existe una "Escuela de la
    Democracia Mínima", que tiene como sustento doctrinal que
    a menor participación popular en los asuntos de gobierno,
    más fluidez y efectividad tendrá el aparato de
    poder, evidentemente formado por los grupos de elite, lo que
    resulta contraproducente en relación al ánimo
    electoralista prevaleciente en las democracias burguesas. El caso
    de análisis es Estados Unidos, y los propios por cientos
    en la participación popular en las elecciones de aquel
    país son suficientes para validar este
    criterio.

    Sobre la democracia representativa no
    abundaremos, so pretexto de su tratamiento anterior.

    En cuanto al término Estado de partidos,
    aparece una rica bibliografía de consulta. Señala
    GARCÍA PELAYO[58]que esta categoría
    fue insertada en los estudios teóricos y constitucionales
    a partir, fundamentalmente, de la obra de THOMA, RADBRUCH y
    KOELLREUTER, y desde entonces se ha derramado en estas
    disciplinas, como puede constatarse entre nuestros textos de
    consulta en TORRES DEL MORAL, DE BLAS GUERRERO, A. y
    GARCÍA COTARELO, R., inter alia. Se traduce,
    concretamente, en la noción de que los partidos
    políticos "todavía articulan políticamente
    la sociedad desde fuera de los órganos estatales y la
    gobiernan desde dentro de ellos"[59], lo que
    equivale a decir que existe una profunda imbricación entre
    el componente partidista del Estado y su naturaleza social,
    determinando la cualidad actual de Estado social de
    partidos
    , que se le atribuye a los Estados burgueses
    (técnicamente llamados Estados sociales y
    democráticos de Derecho
    ).

    Como se ha manifestado con anterioridad, la propia
    naturaleza de este elemento del sistema político ha
    obligado a revisar algunas de sus características
    generales y principalmente sus funciones, con preferencia a
    cualquier intento de definición. En consecuencia
    plantearemos algunas de ellas y remitiremos a la
    bibliografía de consulta para sistematizarlas y
    ampliarlas.

    Sobre las características, cabe recordar que se
    trata de una asociación de personas, con una
    jerarquía determinada, cuyo fin es la toma del poder
    político, que se desenvuelven en torno a un programa e
    ideología comunes, y que gozan de financiamiento (lo cual
    puede ser variable en función de si se trata de
    autofinanciamiento a partir de las donaciones de sus miembros o
    si reciben financiamiento propio del Estado). Estas
    características permitirían incluso un acercamiento
    conceptual, pero no son suficientes. Respecto a otros elementos
    de rigor, debe destacarse lo relativo a su naturaleza y
    carácter. Para algunos autores, como TORRES DEL MORAL,
    estamos frente a asociaciones, en términos
    jurídicos, lo que implica una cuota de voluntariedad en su
    composición. Para nuestra teoría marxista,
    así como lo han dejado establecido además nuestros
    profesores FERNÁNDEZ BULTÉ y CAÑIZARES
    ABELEDO, el carácter de los partidos no puede dejar de ser
    clasista, a pesar de aquellos que al ver en estas estructuras un
    elemento intermedio entre la sociedad civil y el Estado,
    pretenden enmascarar su verdadera esencia.

    En relación a las funciones deben distinguirse
    algunos criterios básicos, entre ellos los contenidos en
    el texto de DE BLAS GUERRERO, A. y GARCÍA COTARELO, R., al
    que remitimos y en un cuadro de mucho interés que
    representa en la obra colectiva citada el profesor
    FERNÁNDEZ BAEZA (vid. p. 86). Entre ellas podemos
    destacar las funciones de socialización política;
    movilización de la opinión pública;
    representación de intereses y legitimación del
    sistema político, en las coordenadas sociales y,
    respecto a las funciones institucionales: el
    reclutamiento y selección de elites; la
    organización de las elecciones; organización y
    composición del gobierno y los órganos
    legislativos, entre otras. Revísese con carácter
    imprescindible nuestro artículo 5 constitucional y se
    tendrá una idea de la fundamental función de
    nuestro partido en la sociedad y el Estado (investido como fuerza
    dirigente y superior).

    La clasificación de los partidos políticos
    es múltiple. Pueden obtenerse referencias en todos los
    materiales citados en este epígrafe y otros para las
    consultas. Se destacan algunos criterios de clasificación
    como los de WEBER (partidos como asociaciones legales formales;
    partidos carismáticos; tradicionales; doctrinales, etc.),
    o el de DUVERGER (partidos de cuadros; partidos de masas;
    totalitarios -donde se recurre al intencional error de clasificar
    los partidos comunistas como totalitarios-; partidos
    especializados, entre otros). Igualmente ha tenido eco la
    clasificación propuesta por DE ESTEBAN Y LÓPEZ
    GUERRA, que define los partidos de notables, de militantes y de
    votantes, como las manifestaciones más
    sobresalientes.

    La teoría en torno a los partidos
    políticos es tan rica como compleja, como hemos insistido.
    Solo faltaría a este estudio introductorio sumar los
    elementos que desde nuestra perspectiva marxista nos permiten
    hablar del partido del proletariado, como partido de nuevo
    tipo.

    Establezcamos, primeramente, una idea válida. En
    su estructura, a los fines de la comprensión
    metodológica de este elemento del sistema político,
    el partido en las condiciones de la sociedad socialista no
    difiere respecto a la noción tradicional de estas
    organizaciones políticas. No deja de ser una
    asociación -organización, preferiblemente- de
    personas, con una jerarquía determinada, con
    autofinanciamiento, con una plataforma programática y una
    ideología común, así como con un
    carácter clasista. Pero los fines y funciones difieren
    sustancialmente. En esta ocasión prefiero invitar a
    realizar un estudio particular de las experiencias de los
    partidos socialistas y comunistas a lo largo de la historia, por
    ejemplo, la transformación del Partido Bolchevique que fue
    la máxima expresión práctica de las ideas ya
    plasmadas por Marx y Engels en su Manifiesto Comunista,
    bajo la conducción de Lenin, a quien debemos una profunda
    interpretación y aplicación de la doctrina
    marxista, para concentrarnos en nuestra propia realidad, con
    nuestro Partido Comunista, heredero del Partido Revolucionario
    Cubano de Martí y del Partido fundado por Mella y
    Baliño.

    No se trata de un partido de elites, si bien sus
    miembros representan la vanguardia organizada de la clase obrera.
    No es su función primordial la mera movilización
    electoral de los ciudadanos para formar gobierno, por lo que
    ratifica la fórmula de que en nuestro país el
    Partido no postula ni elige. No es la labor
    propagandística unos de sus fines esenciales (aunque esta
    es una herramienta válida para extender muchos de los
    conceptos y principios de nuestra sociedad, en cuyo caso
    sí es empleada en los más importantes escenarios
    políticos y sociales, en defensa de nuestras ideas). No es
    un órgano de administración y gobierno. Su tarea
    principal es la dirección de las masas, es expresarse como
    fuerza dirigente superior de la sociedad, es organizar y en los
    marcos de su membresía establecer la disciplina
    partidista, cultivando el valor del respeto y defensa de la
    ideología revolucionaria, marxista-leninista y martiana.
    Es expresión de la cohesión política de
    nuestra sociedad socialista. Orienta y traza las líneas
    políticas a seguir, sin que ello presuponga que se
    desplace al Estado en su función y posición en el
    sistema político, como elemento estructural fundamental.
    Estas características pueden perfectamente resumir la
    esencia del partido de nuevo tipo que impulsaran los padres
    fundadores del comunismo científico, y que llevara a la
    práctica Lenin, hoy en una manifestación singular
    en nuestras condiciones, aunque no por ello debamos desconocer el
    papel de otras fuerzas dirigentes comunistas que desarrollan sus
    programas políticos como el Partido Comunista chino o el
    vietnamita y, con un nuevo matiz y grandes expectativas, el
    Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en otras
    circunstancias[60]

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