2) La diversidad de posiciones en las
teorías no marxistas sobre el Estado, su esencia y
definición, así como las que explican el origen
y la justificación del fenómeno estatal frente
a la unidad de la doctrina marxista y el revelado
carácter clasista del Estado.
3) La explicación del origen y
evolución del Estado, a partir de los elementos
ofrecidos por el método dialéctico-materialista
y los recursos históricos de los que se vale la
teoría marxista. ¿Por qué puede
entenderse que la historia del Estado es precisamente la
historia de la lucha de clases?
4) Las tergiversaciones y falsificaciones de
las doctrinas burguesas y del oportunismo filosófico
dentro y posterior al marxismo, en cuanto al rol del Estado,
la explicación de su extinción y el
establecimiento de la dictadura del proletariado.
5) La dictadura del proletariado y la
hegemonía en el pensamiento marxista.
¿Conformidad o contradicción con la democracia
y el Estado de Derecho?
6) El papel de la revolución social en
la transformación del Estado. (No estaría
incluso desacertado introducir algunos aspectos sobre las
nuevas corrientes progresistas, especialmente en el
subcontinente latinoamericano, que aplican novedosamente los
recursos teóricos del marxismo en la formación
de sociedades democráticas a partir de las denominadas
revoluciones sociales ciudadanas y de la
implementación de conceptos, aún no examinados
a fondo, como el de socialismo del siglo XXI, y
más recientemente el de socialismo
democrático -nunca he dudado del peculiar ejemplo
que para la democracia burguesa ha brindado nuestra
democracia socialista, por lo que no podrían
desligarse jamás esos dos conceptos:
socialismo y democracia-).
La
tipología del Estado
Estados esclavistas y feudales. El Estado
burgués: distintas fases en su evolución. La
concepción del Estado socialista: experiencia
histórica. Los rasgos y elementos del Estado. Sistema de
funciones, formas y métodos de
ejercicio.
En los tópicos anteriores se brindaron algunos
elementos relacionados con el origen, naturaleza y esencia del
fenómeno estatal, tanto desde posiciones no marxistas como
desde la perspectiva científica que ofrece la doctrina de
la cual tomamos el método dialéctico-materialista
para la explicación del complejo concepto que es, sin
dudas, el Estado. En esta ocasión pretende revisarse la
evolución del Estado como categoría y sus
más singulares expresiones históricas, ofreciendo
una visión general sobre los rasgos y elementos que lo
configuran y sobre las funciones, sus formas y métodos de
ejercicio, aspectos que tributan a la concreción
práctica de este fenómeno.
En el primero de los casos debemos hacer referencia a un
concepto fundamental para nuestra Teoría del Estado: el de
tipo histórico de Estado. FERNÁNDEZ
BULTÉ, en el texto de referencia, realza el papel de esta
categoría en la definición de la esencia clasista
del Estado y, por ende, puede concluirse que se trata de un
concepto emanado de la teoría
socialista[21]De tal forma, siguiendo a
CAÑIZARES ABELEDO, debe entenderse por tipo
histórico de Estado "la organización de la sociedad
dividida en clases, erigida sobre una estructura económica
determinada con el objeto de mantener el orden social existente
producto de la voluntad de la clase dominante. Así el tipo
de Estado vendrá determinado por la clase social a que
sirve y por la estructura por la cual es
condicionado"[22].
Aunque este concepto es susceptible de ser superado,
brinda algunos elementos de indiscutible importancia en la
formulación teórica del tipo de Estado, entre
ellos, la idea de organización de la sociedad clasista que
preside el devenir histórico del fenómeno estatal a
lo largo de la evolución social misma. No escapa la propia
teoría socialista de las confusiones terminológicas
asociadas a la noción de tipología estatal. Por
ello, el profesor FERNÁNDEZ BULTÉ advierte que una
correcta caracterización del tipo de Estado debe hacer
referencia a las relaciones sociales de producción que
deben ser protegidas y desarrolladas por ese Estado, como
instrumento de dominación económica y
política de la sociedad. Por mi parte, considero que un
análisis riguroso de esta categoría no
podría realizarse al margen de los siguientes
puntos:
1. Su tratamiento desde la perspectiva
histórica.2. El sentido de evolución, sujeto a las
leyes de la dialéctica y del desarrollo de la
sociedad.3. El fundamento económico,
político y social que se deduce de las distintas
formaciones económico-sociales que ha conocido la
humanidad y los modos de producción impuestos en las
distintas fases de su desarrollo
histórico[23]4. El mencionado enfoque clasista.
Para la Teoría General del Estado burguesa no se
precisa al tratamiento de esta figura teórica. La idea de
la formación del Estado es de manera general consustancial
a la aparición del Estado moderno por lo que, si
tipológicamente hablando, se hace mención a las
manifestaciones del Estado, lo es en el sentido de abordar las
"formas preestatales" por una parte y el Estado moderno con sus
periodizaciones en otro momento. Por tanto, suelen desglosarse
las manifestaciones históricas del Estado bajo esa
perspectiva y no a partir de la concepción clasista que
hemos expuesto con anterioridad[24]De ahí
deviene otra importante confusión terminológica
respecto al concepto forma de Estado, dado que no
aparece delimitado tampoco el estudio de esta categoría de
la manera que metodológicamente lo ha organizado la
teoría socialista, previendo al menos evitar los
acercamientos conceptuales entre esta y el tipo
histórico de Estado aquí debatido.
Puede resumirse entonces, que en concordancia con los
puntos atendibles para la culminar la idea del concepto tipo
histórico de Estado, se analice el fenómeno
estatal en las siguientes formaciones
históricas:
1. Esclavismo
2. Feudalismo
3. Capitalismo
4. Socialismo
Denominaríamos en cada caso los tipos
históricos como sigue: Estado esclavista, Estado
feudal, Estado burgués o
capitalista y Estado socialista. Siguiendo la
argumentación científica del marxismo, debe
igualmente incluirse a los Estados despóticos
orientales, toda vez que sirvieron de base para la
explicación del origen del fenómeno estatal desde
las vías no clásicas y que constituyeron
formas de explotación, sin dudas.
En tal sentido, deberán atenderse siempre los
atributos más significativos de cada tipo histórico
de Estado, planteándolos en el sentido de su
evolución histórica. Como punto de partida puede
seguirse este intento de periodización:
1. Estados despóticos orientales:
basados en la concepción de esclavitud
generalizada que predominó bajo rasgos de
explotación bien singulares en las sociedades del
Oriente Antiguo, especialmente Egipto, Mesopotamia y China.
El Estado profundamente centralizado y teocrático y el
papel de las comunas campesinas, así como los
elementos espirituales, intelectuales e ideológicos de
las formas de dominación empleadas son elementos de
gran interés en su caracterización. Todo ello
estrechamente vinculado a las condiciones geográficas
y el falso papel teleológico de la dominación
impuesta. Valorar la importancia de la legitimación
del poder desde fuentes consuetudinarias.2. Estados esclavistas clásicos:
que tiene como referencia fundamental las sociedades
esclavistas de Grecia y Roma. Advierte las formas
clásicas de dominación con la
interacción de dos clases bien definidas: esclavistas
y esclavos, explotadores y explotados. Las relaciones de
producción y el modo de producción establecidos
definen claramente el choque de dos clases
antagónicas: el esclavista propietario de estos medios
y el esclavo desposeído, del cual se obtiene fuerza de
trabajo y es tratado como objeto y no sujeto de Derecho.
Valorar las funciones específicas de este Estado, que
tienden a la preservación del status quo, la
protección de la propiedad individual, y la
legitimación de las relaciones de explotación.
La diversidad del Estado esclavista permite hablar de Estados
con un profundo carácter teocrático, o
"democráticos", militarmente cerrados,
monárquicos o convertidos en vastos imperios, como lo
fue Roma. En cada caso debe precisarse cómo
evolucionan estos tipos históricos.3. Estados feudales: con
características muy peculiares, entre ellas el
sostén teológico y el papel de la Iglesia en la
concepción de este tipo histórico de Estado; la
profunda atomización y dispersión del poder
feudal, que puede verificarse a través de la
evolución de las formas monárquicas que se
manifiestan, hasta la posterior absolutización del
poder, y los cambios que en su formación se producen
en la pugna de la naciente burguesía por alcanzar la
dominación política. Existe diversidad incluso
en las formas de organización política
asociadas al concepto forma de gobierno que se
estudiará más adelante, como sucedió por
ejemplo con la formación de las Repúblicas
italianas. Las relaciones establecidas entre señores
feudales y vasallos a partir de la figura del contrato de
vasallaje es una demostración práctica de los
vínculos políticos y jurídicos en una
sociedad de profundas escisiones clasistas. Etapa de
oscuridad no solo para la economía, la cultura y las
ciencias, sino también para el Estado mismo. La
Iglesia y el feudo como Estados dentro del Estado
puede brindarnos una idea sobre esto. Precisar las funciones
y los mecanismos de los cuales dispuso el Estado, tendientes
a conservar las relaciones de explotación
profundamente agudizadas en esta etapa
histórica.4. Estado
burgués[25]es el tipo
histórico de Estado más complejo y sobre el
cual la Teoría General del Estado ha vertido sus
principales fuentes teóricas. La formación de
los Estados nacionales en el proceso de ruptura con el
feudalismo, las revoluciones europeas y americanas que
sirvieron de parteras de la modernidad y las consecutivas
formaciones estatales que han devenido hasta nuestros
días ocuparán un importante espacio de estudio,
del que deberá deslindarse oportunamente la
posición y las relaciones entre las dos clases
fundamentales: burguesía y proletariado. Deben
observarse las principales manifestaciones de la
organización política de la burguesía,
caracterizando las funciones que en cada momento asume el
Estado burgués y la carga teórica que
acompaña la evolución de sus rasgos y
elementos. Para facilitar el estudio pormenorizado de este
tipo histórico de Estado suelen hacerse distintas
periodizaciones. En este caso sugiero analizar las siguientes
etapas y fases, caracterizándolas:
a) Estado Liberal
b) Estado de Bienestar Social
c) Estado fascista
d) Estado neoliberal
e) Las nuevas tendencias del Estado social y
democrático de Derecho
5. Estado socialista: superación
práctica de la sociedad divida en clases
antagónicas. Las condiciones en que se produce el
tránsito hacia este tipo histórico de Estado no
puede ser en este tiempo objeto de tratamiento como en la
antigua Teoría Socialista del Estado y del Derecho.
Con una mirada crítica deben atenderse los factores
tanto de su origen como el proceso de destrucción del
campo socialista. La teoría que heredamos y
continuamos desarrollando en torno al Estado, su
organización, papel y función social, tuvieron
su expresión concreta en los Estados socialistas
formados y consolidados, primero tras el triunfo de la
Revolución de Octubre y después como sistema
socialista mundial al término de la II Guerra Mundial.
De ella no pueden menospreciarse los instrumentos de
conocimiento y práctica que han debido actualizarse y
seguimos aplicando bajo la concepción de
irreversibilidad de nuestro sistema político,
económico y social socialista. El estudio de las
causas y factores del derrumbe esteuropeo y particularmente
la desintegración de la antigua Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas
continúa siendo objetivo de primer orden. La
reformulación de algunos conceptos generados por el
pensamiento marxista-leninista que afectan notablemente la
Teoría del Estado se hace necesaria, pero
también es importante no perder la perspectiva ante
otras teorías con una vigencia extraordinaria y que en
determinadas circunstancias no se aplican consecuente y
creativamente. Oponer con un fundamento científico los
conceptos de democracia socialista y de revolución
social, de Estado socialista mismo a las nuevas tendencias
que claman por una redefinición del socialismo
contribuye a la convicción que, con un profundo
sentido revolucionario, expresa FERNÁNDEZ
BULTÉ: "de cualquier manera habrá que seguir
enfrentando la dinámica de esta contemporaneidad
peligrosa con las armas científicas del socialismo y
desde la perspectiva ética del pensamiento martiano.
Esa fidelidad a la esencia del socialismo (…) nos
asegura una alternativa válida en estos tiempos de
angustia"[26]. Cuidémonos de las
sutilezas teóricas de estos tiempos.
El análisis de los rasgos y elementos del Estado
no puede desprenderse de la óptica de la teoría
marxista. Volviendo sobre nuestros manuales de estudio, debe
entenderse que al hablar de rasgos del Estado se alude a los
elementos fundamentales, esenciales que lo
componen, o sea, aquellos que lo tipifican y permiten
distinguirlo de otras formaciones sociales anteriores al
fenómeno estatal. Existe diversidad de criterios sobre
este particular, pero en la intención de poner de
manifiesto aquellos caracteres permanentes, generales capaces de
identificar al Estado en cualquier época y circunstancia,
propongo realizar un estudio más amplio sobre los
siguientes:
1. Poder político
público2. Territorialidad
3. Cobro de impuestos
4. Derecho
No podrían asumirse de forma pacífica
estos rasgos, pero permiten objetivamente determinar los aspectos
esenciales en todo aparato estatal. Nótese que ya se
había indicado que se complementaría el estudio del
poder con el atributo principal del Estado, el poder
político público, expresión de voluntad
de la clase dominante que reserva la actuación coactiva de
los representantes del Estado a través de un complejo
entramado de instituciones públicas conformadoras del
aparato burocrático y de mecanismos de control y
represión como los tribunales, cárceles,
policías y ejércitos, de forma tal que se garantice
la obediencia y el respeto a la legalidad e institucionalidad en
una sociedad determinada. La territorialidad ofrece
también sus confusiones, toda vez que suele entenderse
como territorio, y como volveremos sobre ella en el
estudio del concepto forma de Estado y de la estructura
estatal territorial, solo precisaremos que estamos hablando de la
organización y distribución territorial del poder,
la división del territorio a los fines de garantizar la
ejecución y control de las actividades estatales, muchas
veces comprendida bajo la denominación división
político-administrativa.
Por la naturaleza esencialmente improductiva del aparato
estatal está claro que su forma de reproducción y
sostenimiento debe encontrarse en lo que genialmente MARX
determina como el cobro de impuestos, una
categoría cuyo desarrollo histórico se dio desde
los momentos mismos del surgimiento del Estado, y que con su
incorporación como rasgo del Estado completa la
noción teórica marxista. En cuanto al
Derecho es discutida su inclusión como rasgo
teniendo en cuenta la superación de la noción de
monopolio estatal sobre la producción de normas
jurídicas, impulsada entre otros factores por la
aparición de la llamada alternatividad del
Derecho[27]ensayada en espacios
protagónicos de la sociedad civil y otros entes
económicos de peso en el sector capitalista privado
contemporáneo. Sin embargo, como elemento distintivo
respecto a las formas prepolíticas, es ineludible. De tal
manera, con una clara orientación marxista se configuran
estos rasgos del Estado.
En el caso de los elementos del Estado también se
alude a una tradicional discusión teórica. En parte
por aglutinar entre ellos a los mencionados rasgos del Estado, en
otros casos, por el hecho de confundir esta categoría con
la de contenido del Estado, que desde la década
de los ochenta ha venido refiriéndose a la
identificación de qué clases sociales, segmentos o
sectores de esas clases ejercen el poder a través del
Estado, recurriendo a los componentes histórico-concretos
de este y sus determinaciones, que contribuyen al ejercicio del
poder clasista.
Lo que primero salta a la vista dentro del criterio de
insostenibilidad de la caracterización esencial del Estado
a partir de sus elementos es, precisamente, la diversidad en que
estos pueden expresarse, lo que no marcha a tono con la
intención de definir los aspectos más relevantes y
permanentes del Estado, cualesquiera sea el momento
histórico en que se analice, a lo que responde la
categoría de rasgos del Estado.
Caben dentro de esta formulación tanto los
elementos particulares de acuerdo a un tipo históricamente
determinado de Estado, como algunos elementos también de
naturaleza general. Si de los primeros se trata, tómense
como ejemplo los Estados despóticos orientales, que
comparten un elemento singular en su configuración
estatal, a decir, la teocratización de su vida
política, o en el caso de varios Estados musulmanes
durante el feudalismo, con una carga aún presente del
elemento religioso y espiritual, aspecto inseparable en el
desarrollo de sus relaciones políticas.
Al abordar la existencia de elementos bastante comunes a
la generalidad de los tipos históricos de Estado hacemos
referencia, verbi gratia, al territorio como
espacio físico donde se asienta una organización
política sobre una sociedad determinada; la
población como elemento humano, distinguible de
otros conceptos políticos como el de pueblo, y la
soberanía, un atributo de especial interés
para el Estado moderno, que actualmente tiende a modificarse o
flexibilizarse. En este último caso puede hallarse la
soberanía como expresión del poder político
público, ya que como concepto representa la más
alta autoridad del Estado en el plano interno y su independencia
en el plano internacional, aunque no se duda que su
carácter hoy día no es tan ilimitado, y supera,
como en su momento lo hiciere la categoría competencia
exclusiva del Estado, esta pretendida exclusividad y
aislamiento. Recuérdese que tan diversos son los posibles
elementos del Estado como las posiciones doctrinales que los
sostienen, por ello es probable encontrar entre estos al
pueblo, no obstante su naturaleza política, o
incluso la nación, concepto mucho más
complicado en su tratamiento teórico. Para el Derecho
Internacional Público, al cual se remiten nuestros
manuales, resulta tanto o más complicada la
determinación de los elementos esenciales del Estado como
sujeto, dado que suele hablarse de tipos aislados de Estados sin
territorios o del establecimiento de poderes sin una base
territorial o una población efectiva sobre la que
gobernar, como sucede con los "gobiernos en el exilio". Tampoco
debemos confundir las categorías Estado y
Gobierno, a pesar de que este último es, en
ocasiones, incorporado entre los elementos del Estado.
La literatura es rica en explicaciones de esta
naturaleza, sobre todo en cuanto a la soberanía. Por ello
también recomendamos algunos textos y materiales de
interés.
Cuando nos cuestionábamos acerca de la presencia
del Estado en las múltiples relaciones sociales, en la
vida social en definitiva, se arribaba a la conclusión de
que física o materialmente era imposible distinguir los
trazos del Estado; no nos lo imaginábamos sino a
través de la presencia de un complejo articulado de
instituciones públicas o de una serie de funcionarios que
conforman el aparato burocrático, que es una de las
manifestaciones de la presencia de una organización
estatal. Pues, al abordar el tema de las funciones del
Estado[28]estamos en condiciones de determinar con
más precisión cómo este alcanza a cada
individuo en la sociedad y cómo sus decisiones,
aparentemente intocables e invisibles, por estar situado "por
encima" de esta sociedad, en un sitio ya explotado
teóricamente por el marxismo, la superestructura
social, son puestas en función de intereses
políticos y sociales determinados, que en la
mayoría de los casos no son coincidentes con la
satisfacción de "las necesidades siempre crecientes" de la
sociedad que también previeran MARX y ENGELS y que
destinaran el carácter teleológico de una de las
manifestaciones del aparato estatal, sistematizada bajo la
concepción de Administración
Pública.
Brindaremos entonces el criterio funcional del Estado
sostenido por la Teoría del Estado desde posiciones
socialistas. Pero debe tenerse en cuenta que la posición
burguesa tomó por mucho tiempo como referencia la idea
reduccionista de la función del Estado a los tres marcos
de poderes enarbolados por el pensamiento liberal burgués
de los siglos XVII-XVIII, es decir, reducía las funciones
del Estado a los marcos legislativo, ejecutivo y judicial. Se
incorporaban en otros casos, para complementar la línea
teórica de MONTESQUIEU, las funciones administrativas,
políticas y hasta constituyentes, a pesar del pretendido
carácter originario de este último poder. No hemos
de reparar en las distinciones entre fines y
funciones que, de alguna manera, ayudan a solucionar los
textos de consultas, por lo que debemos detenernos
definitivamente en lo que nuestra Teoría del Estado admite
como funciones, líneas funcionales y las
formas y métodos de ejercicio de las
funciones estatales. El siguiente esquema resume algunas de sus
manifestaciones:
Las funciones externas, más allá de
cualquier provocación en torno a la discutida
relación entre monismo o dualismo existente entre los
ordenamientos internos y el ordenamiento internacional, son
expresión de la proyección que a lo interno
efectúa el Estado. Esta posición sostenida por la
teoría socialista, tanto sobre el Estado como los
iusinternacionalistas me parece coherente y
metodológicamente justificada.
Respecto a las formas de ejercicio de dichas funciones
debe sobreponerse a la tradicional teoría burguesa de la
tripartición no solo del poder sino de la función
estatal misma, una noción más amplia, que incluya
además de las formas de iure también las
de facto, que permiten, más allá de la
acción legislativa, la función ejecutiva y la
actividad judicial, la toma de decisiones estatales concretas que
encaucen el control, la organización y el desarrollo de
las funciones estatales en la sociedad mediante acciones
concretas y justificadas en determinado momento
histórico-concreto. Respecto a los métodos remito
al texto citado de FERNÁNDEZ
BULTÉ[29]y la literatura complementaria,
para determinar hasta qué punto los métodos
coactivos y represivos y los persuasivos intervienen para lograr
el funcionamiento del aparato estatal en la sociedad.
Este sistema de funciones debe ser comprendido
además en cada tipo histórico de Estado, para tener
una idea más acabada sobre la caracterización de
cada uno, ejercicio indicado al analizar las manifestaciones
históricas del fenómeno estatal en el decursar del
desarrollo social.
Con estos elementos puede, preliminarmente,
identificarse al Estado en el complicado entramado de relaciones
sociopolíticas.
Precisemos algunos puntos de obligada
sistematización:
1. El carácter histórico de las
tipologías en torno al Estado y la necesidad de su
análisis desde una perspectiva dialéctica y
clasista.2. La importancia metodológica de la
periodización de los tipos históricos de Estado
y su comprensión desde la formulación marxista
del desarrollo de las formas económico-sociales y el
modo de producción.3. La distinción entre rasgos y
elementos del Estado y la postura de nuestra Teoría
del Estado en la identificación de unos y otros. La
relevancia del concepto de soberanía y la necesidad de
distinguir categorías como población/pueblo,
territorialidad/territorio, Estado/Gobierno, entre
otras.4. El papel de la Teoría General del
Estado sustentada en una visión marxista para
comprender el papel del Estado en la sociedad a través
de sus fines y funciones, eliminando los criterios
reduccionistas empleados en la identificación de las
funciones desde la óptica burguesa, y analizando estas
con un carácter sistémico, que abarca
además las líneas funcionales y las formas y
métodos de ejercicio de estas funciones
estatales.
El concepto forma
de Estado: formulación estructural compleja del aparato
estatal
Formas de gobierno y sistemas de gobierno. La
estructura estatal-territorial: Estados simples y compuestos.
División político-administrativa. Régimen
estatal: dictadura y democracia.
En el desarrollo de este tema continuaremos abordando
algunos elementos para la configuración estructural del
Estado. Por ello, se hace necesario brindar la noción de
la teoría marxista acerca del concepto forma de
Estado, que de alguna manera hemos introducido, sobre todo a
partir de las obligadas distinciones respecto a la
definición del tipo histórico de Estado,
que se ha desarrollado con anterioridad.
Partiendo de este último concepto, podrá
recordarse que se hacía referencia a la cuestión de
la esencia del Estado, de la estrecha relación existente
entre el fenómeno estatal y las distintas formaciones
económico-sociales que determinan una relación de
clase específica que llena de contenido al Estado en
sí.
El concepto forma de Estado, como
categoría más concreta y específica "intenta
elucidar la manera en que están estructurados los
órganos de un Estado y la forma en que se establecen sus
principios básicos de funcionamiento
estructural"[30]. Aunque este concepto no es
privativo de la teoría socialista debe advertirse que el
carácter complejo y su análisis sistémico
marcan hitos diferenciadores respecto al resto de la
tratadística occidental. Como complemento, no obstante,
pueden brindarse algunos atisbos conceptuales, como el ofrecido
por el profesor JORDÁN QUIROGA, que entiende que referirse
a las formas de Estado "implica analizar y establecer la
estructura y organización del ejercicio del poder en
relación con los elementos esenciales del
Estado"[31]. En una buena parte de la
Teoría General del Estado burguesa se aborda la
cuestión de las formas de Estado o bien desde una
perspectiva que tiende a confundirla con el mencionado concepto
de tipo histórico (como en algún momento a
pesar de lo inconcluso de su texto plantea HELLER en una
posición reduccionista de crítica a la
teoría por equiparar las "formas de Estado", a las "formas
económicas")[32], o con las formas de
gobierno, e incluso con el régimen
político-jurídico, como tendrá
ocasión de examinarse.
Por otra parte, no aparece en algunos textos un
desarrollo sistémico de esta categoría, aunque
sí muy claramente sus unidades independientes, como
sucede, vgr., en DE BLAS GUERRERO, y GARCÍA
COTARELO[33]En Introducción al Derecho
Constitucional de TORRES DEL MORAL, aunque con una doble
propuesta conceptual, dígase, por un lado la de formas
políticas y propiamente la de forma de
Estado, quedan perfectamente desarrollados de manera
armónica cuatro elementos fundamentales dentro de estos
conceptos: formas de la Jefatura del Estado; formas territoriales
del Estado; sistemas de gobierno y regímenes o sistemas
políticos[34]Otro grupo de autores no
sostienen definiciones y clasificaciones uniformes, como puede
comprobarse con un breve acercamiento a varias de las obras
cumbres de la Teoría del Estado que, desgraciadamente,
pueden yacer moribundas en alguna que otra
biblioteca.[35]
Sobre la posición marxista respecto a la
determinación de los elementos conceptuales de la forma de
Estado puede complementarse con los textos citados de
CAÑIZARES ABELEDO y ZHIDKOV, et al.
En primer orden, la forma de Estado representa un
concepto complejo. Tratemos de esquematizar algunos de los
criterios o elementos conformadores de este entramado conceptual,
que define la forma estructural del aparto estatal. Así,
para explicar el concepto forma de Estado, deben
desarrollarse los siguientes contenidos:
Forma de gobierno: concepto en sí
complicado. En una parte considerable de las fuentes
bibliográficas no se encuentra un criterio
unánime respecto a la determinación de los
rasgos definitorios de esta categoría. Incluso se
apela al "número de gobernantes" para definir si
estamos frente a una monarquía o una república
-es algo que DABIN[36]entiende no presupone
una ruptura respecto a la teoría clásica-; o se
precisa hablar de Jefatura del Estado, toda vez que, como
sienta TORRES DEL MORAL, "la terminología utilizada
por la doctrina ha variado a lo largo del tiempo, llegando a
ser en la actualidad sumamente confusa"[37],
lo mismo que para entender las formas políticas o la
forma de Estado, que para hacerlo respecto a los sistemas de
gobierno y, en particular, la forma de gobierno.
FERNÁNDEZ BULTÉ emplea los criterios de
PORRÚA PÉREZ, que entiende como forma de
gobierno "a los distintos modos de constitución de los
órganos del Estado, de sus poderes y las relaciones de
esos poderes entre sí", pero la critica por no
resultar suficiente; más acertada es la
posición de SAMPAY, que vincula íntimamente a
estas formas de gobierno con la distribución del poder
y su ejercicio, aunque se encierra en cierto positivismo, que
determina esta distribución sobre la base del
ordenamiento jurídico positivo, cuando en estas
determinaciones intervienen otros factores, más
allá de los visibles a través de la normativa
de cada Estado. Como quiera, y dejando abierto el debate para
completar una posible definición, lo que no puede
quedar fuera de este estudio, además de los ejemplos
históricos que provienen incluso de la Antigüedad
-pienso, por ejemplo, en ARISTÓTELES y sus
monarquías (tiranía),
aristocracia (oligarquía) y
democracia (demagogia)-, son las
denominadas formas históricas de gobierno, a
decir:
1. Monarquías[38](estamentarias,
absolutas y constitucionales o parlamentarias)2. Repúblicas (parlamentarias,
presidencialistas y con formaciones
híbridas)
Debe distinguirse, oportunamente, el concepto
sistema de gobierno, que como bien apunta
FERNÁNDEZ BULTÉ "hace referencia al conjunto
funcional de relaciones institucionales entre los órganos
de administración y ejecución, es decir, de
gobierno, y los demás órganos de poder del
Estado"[39], o siguiendo a CAÑIZARES
ABELEDO es "el gobierno en movimiento"[40]. Este
se subdivide en los sistemas parlamentarios y
sistemas presidencialistas, a los que habría que
añadir alguna que otra especie de formaciones
híbridas, pero particularmente el sistema de gobierno
socialista, presidido por un conjunto de
principios[41]sistema este último atacado
desde posiciones ideológicas contrapuestas al socialismo,
asimilado a formas autocráticas de gobierno, y que en los
últimos tiempos parece ir quedando entre las
páginas muertas de la vieja teoría socialista del
Estado y del Derecho, a lo que desde nuestra posición
debemos contribuir a desarrollar teórica y
prácticamente.
Estructura estatal territorial: que implica
también una diversidad conceptual, que parte de su
tratamiento bajo denominaciones como la de "formas
territoriales del Estado", "división
político-administrativa", "formas de
distribución espacial del poder", entre
otras[42]Planteamos para ello una
revisión y caracterización de las siguientes
manifestaciones, que encierran, en definitiva, la idea de
distribución territorial del poder a la que responde
esta categoría, muy estrechamente ligada a la
territorialidad como rasgo del Estado, estudiado con
anterioridad:
1. Estados
simples[43]2. Estados compuestos
a) Estado Federal
b) Confederación de Estados
Debe tenerse en cuenta la importancia de caracterizar
estas estructuras territoriales y determinar sus diferencias. Un
ejemplo de ello es la relación entre el Estado federal y
la Confederación de Estados, que muchas veces tienden a
confundirse. Por ello se insiste en la cuestión de la
distribución de las competencias estatales en
función de la territorialidad, lo que presupone
identificar el centro de poder y el resto de los mecanismos para
garantizar su aplicación a través de la
desconcentración, descentralización y
autonomía, categorías que se distinguen y que
indican una mayor o menor independencia de las entidades
administrativas donde se produce esta distribución de
competencias estatales. Categorías como la
Confederación de Estados poseen un desarrollo
histórico que no debe obviarse, incluso, como punto de
partida hacia otras fórmulas federalizantes como la
inaugurada en los Estados Unidos de América, o en etapas
de tránsito tal como sucedió en Alemania en 1815 o
Suiza desde 1848.
Otras como el Estado regional o el Estado
autonómico parecen un poco más complicadas,
por lo que debe recurrirse tempranamente a las fuentes que nos
brinda el Derecho Comparado y examinar casos puntuales como los
de España e Italia. Algunas de estas estructuras
están incluso en el centro de discusiones polémicas
relacionadas con los procesos de integración
regional[44]un producto del Estado
internacionalmente integrado que el propio MARX previera en el
siglo XIX, lo que vuelve más útil el estudio
comparativo de estas formas territoriales.
Las formas del régimen estatal, o como
prefiero, el régimen
político-jurídico[45]que no debe
confundirse con el concepto sistema político de la
sociedad, que cubrirá una buena parte de nuestro
programa y al cual le dedicamos el tercer tema de la
asignatura. Debe insistirse en la definición que
ofrece el profesor FERNÁNDEZ BULTÉ en el texto
básico de la asignatura: "por régimen estatal
entendemos el conjunto de procedimientos y métodos de
ejercicio del poder del Estado (…) la faceta funcional
de la forma de Estado, es la determinación de su
manera real de proceder y expresarse"[46].
Estos métodos de ejercicio del poder estatal pueden
derivar en dos categorías fundamentales:
a) Democracia
b) Dictadura
El estudio de la democracia como institución debe
remitirnos a la Antigüedad misma, a Atenas y toda la
teoría democrática expuesta por los grandes
filósofos y políticos de entonces; también
al liberalismo, ROUSSEAU y TOCQUEVILLE, o las escuelas de la
"democracia participativa" y la "Escuela elitista de la
democracia". Por esta razón muchos teóricos suelen
hablar de democracia antigua, moderna y contemporánea.
Claro está, concurren en cada una de estas periodizaciones
elementos que no deben descuidarse porque tipifican un status
quo, una realidad social y política distinta. No es
lo mismo la democracia griega, que la noción
democrática liberal francesa, como tampoco lo es la idea
de la representación en la doctrina occidental, o nuestra
democracia socialista. Por tanto, todo acercamiento a esta
temática, más que pretender desentrañar
aspectos conceptuales debe ir a las instituciones propias que
configuran la democracia contemporánea, debe buscar los
pilares básicos sobre los que se ha de sostener un Estado
democrático y de Derecho, donde, como plantea el profesor
Elías DÍAZ, se conjuguen los elementales
presupuestos de participación, de eficacia y legitimidad,
y particularmente de posibilidades y realidades de ser parte del
proceso de distribución fruto de las gestiones de gobierno
y de la gestión popular, encaminada a la
satisfacción de sus más encomiables necesidades.
Instituciones jurídicas como la iniciativa
popular, el referéndum, el
plebiscito o la revocatoria, deben ser parte de
este análisis sobre la calidad democrática de
determinado régimen político.
En cuanto a la dictadura remito a la
bibliografía citada, en particular el texto de DE BLAS
GUERRERO. y GARCÍA COTARELO, que contiene algunas
clasificaciones de esta institución. No debe despreciarse
la vuelta a sociedades como la romana y el distinto significado
que tuvo la dictadura. Además, como habíamos
pronosticado, es hora de valorar desde este nuevo prisma
teórico el concepto de dictadura del proletariado
e insistir en si resulta o no compatible con la idea de la
democracia y el Estado de Derecho.
En algunos momentos del recorrido histórico del
Estado burgués admitimos como una de sus fases de
degeneración al fascismo y el establecimiento del
fuhrerprinzip, demostración práctica de la
imposición dictatorial y autoritaria del poder. Sobre
estas cuestiones debe tenerse mucho cuidado, sobre todo respecto
a las concepciones en torno a los Estados socialistas,
caracterizados por muchos teóricos como "Estados
absolutos" o "autoritarios", visión falseada de los
sectores defensores de la doctrina burguesa sobre el
Estado.
Este es un buen momento para polemizar y para pensar
cómo mejorar la calidad democrática de nuestras
sociedades.
A manera de resumen, se debe insistir en algunos
puntos:
1. El carácter complejo de la
categoría forma de Estado y la necesidad de
delimitar sus elementos conformadores: la forma de
gobierno, la estructura estatal-territorial y
el régimen estatal.2. La necesidad de distinguir los conceptos
forma de gobierno y sistema de gobierno,
insistiendo en las peculiaridades del sistema de gobierno
socialista y los principios que lo sustentan.3. La utilidad de establecer un cuadro resumen
donde se expongan las diversas formas territoriales de
distribución del poder, identificando los puntos de
convergencia y distinción entre todas, y sus ejemplos
en el Derecho Comparado.4. La identificación de las
instituciones básicas para la configuración de
la democracia como institución, y como pilar del
Estado democrático de Derecho, concepto moderno de
gran importancia.5. La necesidad del análisis
crítico de la sociedad democrática en sus
distintos momentos históricos y según las
peculiaridades socio-políticas del Estado en
cuestión, observando cuidadosamente las posiciones
contra los fundamentos y principios sostenedores de la
democracia socialista.
El sistema
político de la sociedad: elementos estructurales y
funcionales
Relación entre sus componentes y papel de
la sociedad civil. El Estado como poder político
público. Democracia, representación,
participación y mandato.
En esta ocasión nos aproximamos a una
temática de sumo interés en la comprensión
del funcionamiento del aparato estatal y más aún,
en la idea del papel y situación de la sociedad frente al
proceso de toma de decisiones políticas; porque el Estado
será analizado, en este caso, como unos de los elementos
dentro de una categoría mucho más amplia, que
responde al nombre precisamente de sistema
político.
La definición del sistema político como
categoría resulta de una interpretación y
exposición contemporáneas. En varios de los autores
citados -por no decir la mayoría- se atribuye su primera
formulación conceptual a David EASTON, quien hacia 1953
publicara un libro intitulado The Political System,
an Inquiry in to the State, donde analizaba bajo este
prisma las relaciones derivadas del ejercicio del poder y la
conducta política en general. Según varios
investigadores, este politólogo norteamericano se
inspiró en las teorías precedentes de PARSONS,
relacionadas con el análisis sistémico y
estructural de la vida social pero, a diferencia de este,
introdujo el análisis desde la perspectiva de la crisis e
inestabilidad de estos sistemas, más allá de su
posible construcción sobre categorías
inmutables.
La expresión crítica de este estudio fue
lo más notable en la teoría de EASTON, lo que
posibilitó aparecieran seguidores de este enfoque
sistémico a la altura de ALMOND, KAPLAN o DEUTSCH. Los
esfuerzos de EASTON se concentraron en la descripción y
construcción de un nuevo modelo, donde, por un lado, se
busca que las categorías que lo conforman aparezcan
suficientemente definidas y, por otro, que trate de explotarse un
análisis de la teoría política en
su vinculación más orgánica con la
práctica política. Supera, en este
sentido, como apunta GOLDMAN, el análisis puramente
empirista de los fenómenos políticos, establecido
como doctrina hasta entonces.
Pero este precursor parte de la experiencia social
propia de un país que transita hacia las formas más
radicales del capitalismo monopolista, lo que indica que esta
tesis aunque marca un paso indiscutible de avance en la
interpretación de las relaciones sociopolíticas
desarrolladas como un sistema, adolece de no determinar el
condicionamiento social real del sistema político y sus
tendencias, como tampoco establece claramente la relación
de este con otros subsistemas en la sociedad, a decir, el
cultural, jurídico, etc. Tampoco reconoce el papel del
sistema económico en el marco de estas
relaciones[47]
En resumen, varios han sido los postulados
teóricos[48]desprendidos de esta
noción precursora de EASTON, los cuales deberán ser
revisados detenidamente, objetándolos críticamente
dentro de las posibilidades, a partir del uso de las herramientas
científicas que nos brinda la teoría
marxista-leninista.
Por nuestra parte, de acuerdo con las premisas
científicas planteadas por la filosofía marxista y
en concordancia con un análisis objetivo del complejo
entramado de relaciones que se producen en la sociedad,
especialmente entre sus elementos y los centros de
decisión de la vida política estatal, se han
planteado algunas definiciones, entre las que caben destacar las
siguientes:
1. Por sistema político se entiende al
"conjunto estructurado de elementos regularmente
interrelacionados entre sí, que se ordenan siguiendo
una determinada ley o principio, y que actúan como una
entidad propia cuyas características devienen la
síntesis de la interrelación de sus elementos
constitutivos, modificable al sustraer del sistema a algunos
de ellos".[49]2. "Entendemos por sistema político
de una sociedad clasista determinada al conjunto de
órganos, aparatos, mecanismos, organizaciones, normas
de proceder y reglas, que tienen en el aparato estatal su
eslabón principal y a través de todas las
cuales se adoptan las decisiones
políticas".[50]
A partir de estos enunciados pueden distinguirse algunos
rasgos esenciales del sistema político. De manera general
puede establecerse que cuando hablamos de sistema político
se abarca todo el conjunto de instituciones estatales y no
estatales mediante las cuales se apoyan las clases dominantes
para ejercer el poder. No obstante, esta idea puede ser superada
bajo la premisa de que, en su funcionamiento, dado el
carácter sistémico del mismo, participan otros
segmentos o clases en la sociedad, que no intervienen
directamente en la toma de decisiones políticas, pero
contribuyen a la formación de las estructuras de poder.
Una de las manifestaciones de este particular lo constituyen los
procesos electorales, que en la configuración de la
democracia burguesa, como hemos visto, constituyen un elemento
esencial en la caracterización de una sociedad como
democrática. Por ello resulta válido ir adelantando
algunas cuestiones que luego se relacionarán en este tema,
pero necesitan de un enfoque integrador.
¿Qué nos interesa realmente determinar, y
luego profundizar, del sistema político de la
sociedad?
Fundamentalmente, su estructura y la forma en que los
elementos que lo componen interactúan. Haremos
mención al primero de estos objetivos. A manera de resumen
y como parte de un consenso bastante generalizado en la doctrina,
aunque lo exponemos desde nuestro prisma marxista, pueden citarse
los siguientes elementos estructurales del sistema
político:
1. El Estado: Principal
elemento del sistema político. De forma general, se
han analizado sus rasgos y elementos fundamentales, que
redundan en su comprensión como el ente donde se
concentra el poder político público, y que
determina la vida política de una sociedad. Al
representar intereses clasistas, no caben dudas de que se
refuerza su papel en la determinación de la esencia de
un sistema político. La idea de la
concentración en este aparato de los mecanismos de
dominación clasista, y el carácter
público con que las normas de Derecho que produce son
aplicadas hacia la sociedad, moldean la forma en que se
extiende este poder, por lo que configuran al Estado como el
único elemento capaz de imponer sus decisiones con
este carácter de universalidad. Es la expresión
más elocuente de la política, no solo aplicada
bajo la perspectiva del consenso social, sino
imperativamente, si fuere necesario. El resto de los rasgos y
elementos que refuerzan estas tesis deben ser sistematizados
e identificar su importancia en el desarrollo mismo del
sistema político. No debe obviarse igualmente el papel
y funciones del Estado en la sociedad y lo que ello implica
para la movilización no solo de las elites de poder,
sino de las masas en sentido general. Tampoco pueden
descuidarse las tipologías históricas
estatales, aunque admitimos la razón
contemporánea del estudio del sistema
político.2. Los partidos
políticos: Tendrá oportunidad de
profundizarse sobre el desarrollo histórico, la
misión de las estructuras partidistas y sus diferentes
tipologías. De manera general, hablamos de un elemento
esencial en el desarrollo del sistema político, como
ente articulador de tendencias políticas, en
razón de la variabilidad de intereses sociales, muy
diversos en contenido y forma; como expresión
también de la lucha por la obtención del poder
político y, en la tradición política
burguesa, como la más importante manifestación
de una sociedad democrática, por la posibilidad de
aglutinar proyectos o programas políticos
representativos, como se ha dicho, de los más variados
intereses en la sociedad. Es lo que la teoría
más extendida reconoce como Estado de
partidos, donde convergen algunos principios elementales
en el funcionamiento de la sociedad burguesa, a decir, el
pluripartidismo y el pluralismo político, a la
sazón pilares sobre los que se sostiene la democracia
representativa. Por ahora definamos esta categoría
como aquella asociación de personas
jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del
poder político, que se estructura en torno a un
programa e ideologías comunes y que generalmente se
financia con las contribuciones de sus propios miembros. De
esta idea generalizadora de la maquinaria partidista debemos
excluir el planteamiento marxista-leninista acerca del
partido del proletariado, partido de nuevo tipo, y su papel
en la conformación del sistema político en las
condiciones del socialismo.3. Grupos de presión:
Esta figura adquiere notable importancia sobre todo en las
democracias occidentales. Los ha definido MATHIOT
como "los innumerables movimientos, asociaciones, sindicatos
o sociedades que, por defender los intereses comunes de sus
miembros, se esfuerzan, por todos los medios a su alcance,
directos e indirectos, en influir en la acción
gubernamental, en su iniciativa y en la opinión
pública"[51]. Adquiere precisamente
esta relevancia por la multiplicidad de intereses que
representan y por la dinámica que le imprimen al
sistema político, ensanchado en su teorización
tradicional. No debe por ello crear confusiones esta figura,
por cuanto se trata, en la mayoría de los casos, de
segmentos sociales representados por hombres , asociaciones o
entidadess, con cierto poder e influencia, ya sea
económica, financiera, política o profesional,
que se agrupan de manera generalmente informal -aunque debe
precisarse que los grupos de presión se han
institucionalizado en mucho sistemas políticos, como
el norteamericano-, y que realizan la labor de
lobby, o cabildeo, es decir, presión sobre
determinadas instancias del aparato estatal, para hacer valer
y defender intereses privados. Existe una disputa
teórica extendida sobre la multiplicidad de formas que
han adquirido estos grupos, incluyéndose los
sindicatos y hasta la Iglesia -recuérdese el triste
papel asumido por algunas autoridades católicas antes,
durante y después del golpe de Estado protagonizado en
Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, y la
movilización de la opinión pública en
torno a la prédica golpista de estos sacerdotes-,
así como la prevalencia de los llamados grupos de
interés en la sociedad, que han determinado
posturas poco ortodoxas que teorizan sobre la posible
inexistencia de tales grupos de presión, y en su lugar
sí de múltiples grupos de intereses (RUBIO
NÚÑEZ). Lo más importante es destacar
que este elemento del sistema político sigue una
especie de algoritmo que lo acerca a las estructuras de poder
en la sociedad pero que, a diferencia de los partidos
políticos, no pretenden ni aspiran a la toma efectiva
de este poder. En la práctica se observa como
generalmente financian campañas electorales y luego
ejercen presión para que cualquier medida tomada por
algún órgano estatal no le afecte en el plano
particular. No obstante, como apunta GARCÍA PELAYO,
puede observarse en esta relación con los partidos
políticos una "relación compensatoria", de modo
que "mientras más fuertes y representativos de los
intereses de los distintos grupos sean los primeros [los
partidos], menor entidad tendrán los segundos".
Ejemplos de estos grupos nos resultan bien cercanos, como la
Fundación Nacional Cubano-Americana, o la National
Rifle Association, en Estados Unidos. En Europa existe
un fuerte movimiento sindical que actúa como verdadero
grupo de presión.4. Organizaciones No
Gubernamentales: Las conocidas ONG"s, pos sus
siglas. En este caso, de reciente proliferación
internacional, solo abordaremos algunos elementos generales
de su diseño y actuación en el escenario
político. Se trata de asociaciones que, generalmente,
propugnan la defensa de determinados intereses de
carácter colectivo, ya sean derechos humanos, en sus
diferentes generaciones de desarrollo, la protección
del medio ambiente, la lucha contra la discriminación
sexual, etc. Menciono que generalmente porque debe
observarse con ojo crítico el papel de estas ONG"s, no
siempre acorde con el que la teoría le reconoce. Han
sido múltiples los casos en que detrás de esta
fachada se esconden otras motivaciones, incluso privadas, que
nada tienen que ver con obras caritativas o con la
acción social general sobre ciertos problemas que
afectan al mundo. Su membresía es variable, como su
estructura y forma de financiamiento. Una nota
característica es su relativa independencia de las
estructuras gubernamentales, lo que permite desde su prisma
una labor de movilización social intensa, en muchas
ocasiones, destinada a cuestionar determinadas actitudes de
los sectores políticamente dominantes. Al igual que
los grupos de presión, no aspiran a la toma del poder
político, pero, sensu contrario, no ejercen
una labor de presión en razón a la conveniencia
de intereses privados -por regla general-, ni sus opiniones
resultan tan vinculantes o comprometedoras como
podrían resultar las derivadas de una operación
de cabildeo político. En nuestro caso esta figura se
conjuga con la existencia de otras organizaciones sociales y
de masas, motivo de un análisis posterior.
De forma abarcadora, estos son los elementos
estructurales por excelencia del sistema político. Sin
embargo, soy partidario de incorporar aquellos elementos que dan
vida a este sistema, bajo la denominación de elementos
funcionales. Establezco en este caso una especie de
símil respecto al cuerpo humano, de tal forma que mientras
los primeros representan la armazón, el andamiaje
óseo de nuestro cuerpo, estos segundos imprimen vitalidad
y funcionalidad al organismo. Y el símil no va muy lejano
a la realidad: en ambos supuestos estamos frente a sistemas, que
por regla deben actuar como un todo. Estos elementos funcionales
serían, ahorrando cualquier tipo de explicación,
que puede ser satisfecha en la búsqueda
individual:
1. El Derecho, y
2. Las
ideologías
Un simple examen del significado de cada una de estas
categorías es suficiente para dar respuesta a su
importancia en el sistema político. Baste solo
señalar que el Estado, sin el Derecho como elemento
legitimador, como mecanismo de imposición de sus
decisiones en la colectividad, carecería en buena medida
de sentido, lo mismo que un partido que no promueva y aglutine en
su seno a un grupo ideológicamente identificado,
carecería de toda posible homogeneidad. Sabemos
también la función ideológica del Estado y
su estrecho vínculo con las normas que de él
emanan.
Las relaciones entre estos elementos son perceptibles.
El propio enfoque sistémico obliga a admitir que entre
ellos existe una interconexión constante, que provee de
dinámica al sistema político. Que unos elementos
posean más fuerza o relevancia que otros en determinado
contexto es posible. Solo debe asumirse que, sin lugar a dudas,
resulta el Estado, detentador de ese poder político
público, el más importante de estos elementos
estructurales.[52]
Por lo demás, solo quisiera insistir en el papel
de la sociedad civil en el proceso de toma de decisiones y la
vida política misma. No nos detendremos en caracterizar
esta categoría, que por mucho tiempo, como observa la
profesora Martha PRIETO VALDÉS, se vio diluida entre
análisis estructuralistas y economicistas en nuestro
país, excluida, si se quiere, de nuestra teoría por
ver en ella una "reminiscencia de la vieja
doctrina"[53]. Lo importante resulta admitir la
dimensión de la participación de la sociedad
organizada en la gestión de gobierno, en la
adopción de decisiones con trascendencia política
para el desarrollo nacional, en todos los espacios
posibles.
Instrumentando otro de los conceptos que aquí
reiteramos, el de democracia, no debemos olvidar que el profesor
Elías DÍAZ habla precisamente de un doble sentido
democrático, por un lado, la posibilidad de participar
directamente en la gestión de gobierno, y por otro, de
disfrutar de esta, de manera que quedara configurada una especia
de redistribución de los esfuerzos sociales.
¿Quién mejor que la propia sociedad civil para
actuar en el marco de las decisiones más trascendentales
para el desarrollo de la sociedad misma? El sistema
político no resulta entonces una categoría
antagónica a la de sociedad civil, como muchos
dentro y fuera quisieron justificar. Son categorías
complementarias, y me atrevería a asumir, que en las
condiciones actuales, en cualquier tipo de sociedad, la sociedad
civil se instaura como un nuevo elemento estructural del sistema
político, es más, como un doble-elemento,
porque funcionalmente se convierte en destinataria de parte de
las normas de Derecho producidas y aplicadas por el Estado y es
el cuerpo mismo, el teatro mismo, donde confluyen, se defienden y
se contraponen posiciones ideológicas determinadas. Y por
supuesto, no resulta necesario abundar acerca de la
sobreentendida importancia del conglomerado social en la
movilización en torno a programas políticos y de
partido, ni respecto a la formación y relevancia de la
opinión pública en el tracto de las relaciones
sociopolíticas.
Sobre el resto de los elementos contemplados en los
contenidos a desarrollar insisto en la lectura del
epígrafe intitulado "La falsedad de la democracia
representativa burguesa. Vacuidad y falsificación", en las
páginas 21-37 del libro de texto básico, del
profesor FERNÁNDEZ BULTÉ. Existen también
varias referencias en los materiales indicados en soporte
electrónico, e invito, en un paso tentador sobre algunas
materias de la disciplina de Derecho Civil a examinar el
significado y contenido de algunas figuras como la
representación y el mandato y las
implicaciones que podrían tener para la concepción
misma del sistema político. De la lectura del
tópico señalado, debemos enfatizar en la
importancia de los términos que se emplean. Aunque no se
puede restar mérito al impulso democrático
experimentado en muchas de las sociedades burguesas, debe
apreciarse críticamente algunos de los elementos que
conducen a afirmar la falsificación de parte de sus
fundamentos. No olvidemos que nuestro máximo órgano
de poder, investido con potestades legislativas y constituyentes
es expresión también de la representación de
la sociedad. En esto posee un valor trascendental en enfoque
socioclasista con que se analice determinado sistema
político, y la ponderación de intereses sociales en
uno y otro caso, distinguiendo nuestra democracia socialista de
la tradicional democracia de partidos
burguesa.
Sobre estas últimas temáticas
también se pueden adelantar algunos pasos sobre la
teoría de la representación política
sistematizada en la configuración de los sistemas
electorales.
A modo de conclusión, debe insistirse en los
siguientes aspectos:
1. La concepción de sistema
político de la sociedad y la determinación de
sus elementos estructurales y funcionales.2. La relación entre los elementos
conformadores del sistema político y los rasgos
distintivos entre unos y otros, vgr.,
Estado-partidos políticos; partidos
políticos-grupos de presión; grupos de
presión-ONG"s.3. La importancia de la sociedad civil en la
estructuración y funcionamiento del sistema
político, y el carácter de
doble-elemento que se ha introducido en esta
clase.4. El valor de las categorías
representación, mandato y participación en una
sociedad democrática y sus disyuntivas desde la
óptica tradicional burguesa y desde nuestra
visión como sociedad socialista.
La
organización y participación política de la
sociedad
Partidos políticos: noción
histórica y conceptual. Los elementos conformadores de los
partidos políticos. Sistemas de partidos: breve examen
comparado. La concepción marxista del partido del
proletariado.
Continuamos con el examen de los principales elementos
estructurales del sistema político. Si bien se ha indicado
la importancia del Estado como parte de este sistema y su
posición fundamental entre sus elementos, no menos
relevante resulta el estudio de uno de los componentes, que a
juicio de una buena parte de la doctrina, esencialmente burguesa,
reconoce como imprescindible para llevar a vías de hecho
el principio democrático, identificado, como hemos
analizado, en la categoría de
representación política.
La temática relativa a los partidos
políticos se convierte entonces en un agudo tema, que
parte de puntos controversiales, ora dentro de la sociedad
burguesa en sí misma, ora respecto a nuestra sociedad
socialista, sobre la que incorporaremos algunas referencias
acerca del partido del proletariado, partido de nuevo
tipo, fruto del marxismo-leninismo. Por tanto, me
limitaré a exponer algunas cuestiones históricas,
conceptuales, probablemente algunos criterios de
clasificación de estas estructuras políticas y
algunas reflexiones en torno a los fenómenos de la
participación popular en la vida política y otros
conceptos afines.
En el desarrollo de los contenidos anteriores
ofrecíamos un acercamiento conceptual acerca de los
partidos políticos y apuntábamos que podía
entenderse por tal aquella "asociación de personas
jerárquicamente organizada, cuyo fin es la toma del poder
político, que se estructura en torno a un programa e
ideologías comunes y que generalmente se financia con las
contribuciones de sus propios miembros". Sobre el universo
conceptual de esta categoría existen múltiples
referencias. Pero, como señala FERNÁNDEZ BAEZA,
"prácticamente no existen definiciones globales de ellos,
sino conceptualizaciones referidas a problemas acotados
(representación, articulación de intereses,
legitimidad, ideologías, etc.). Pero, por otra parte, la
variedad de los sistemas políticos dificultan los
paradigmas y las comparaciones, obligando a la utilización
de enfoques alternativos para su
análisis"[54].
Como puede observarse, este planteamiento resume la
complejidad del tratamiento conceptual de esta categoría,
y nos indica el camino hacia la determinación de sus
funciones en la sociedad, que se desarrollará más
adelante. Pero esta complejidad deriva de la propia
evolución histórica de los partidos
políticos. Ya señalaba DUVERGER que hasta 1850, en
el sentido político de la palabra, no se conocían
estos partidos, a excepción de los Estados Unidos de
Norteamérica. Podía hablarse en su lugar de
tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de
pensamiento o grupos parlamentarios. Para otros, estos partidos
políticos resultan del proceso de formación de los
Estados nacionales, aunque obsérvese la fecha de la Paz de
Westfalia y se tendrá una idea que antecede dos siglos a
la ubicación que en esta idea nos ofrece DUVERGER. De
todas maneras, la determinación del momento de surgimiento
de los partidos políticos resultaría tan inexacta
como irrelevante. Conste además, que como sucede con otras
tantas categorías en el Derecho y la Teoría del
Estado, en particular, muchos de los períodos en su
evolución están marcados por determinados
acontecimientos dentro de la práctica jurídica.
Así, por ejemplo, si deseara seguirse un espíritu
constitucionalista, que al parecer domina en importante medida el
estudio del fenómeno partidista, se arribaría
probablemente a la conclusión, con TORRES DEL MORAL, de
que "el reconocimiento constitucional[55]de los
partidos políticos es un hecho relativamente reciente, de
mediados de nuestro siglo [el siglo XX]"[56],
existiendo anteriormente solo fuerzas "de hecho", y algún
que otro precedente aislado.
Algunos autores nos indican que las raíces
históricas de la formación de estas estructuras
políticas devienen de la práctica antigua, y
podían perfectamente constatarse en Roma en las disputas
de Mario y Sila, o en la idea de "nuevos partidos
democráticos" que ha dejado sentadas en uno de sus textos
nuestro profesor FERNÁNDEZ
BULTÉ[57]también el la época
romana. Otros momentos de esta evolución deberían
hallarse en las confrontaciones políticas de las
Repúblicas italianas del Medioevo y, de manera más
cercana a los procesos transformadores de la sociedad
política inglesa, en medio de las disputas entre los York
y Lancaster, durante la Guerra de las Dos Rosas, el germen de los
cavadores (diggers) y niveladores (levellers),
hasta la confrontación entre wighs y
tories, liberales y conservadores. En Estados Unidos
sobresale la formación de los Old Gran Parties,
que derivaría prontamente en el bipartidismo
clásico que ha llegado hasta nosotros, hoy, bajo las
nomenclaturas de Partido Republicano y Partido
Demócrata.
En todo caso habría que revisar las historias
nacionales, que como han advertido los clásicos del
marxismo, resultan de la historia, compleja y turbulenta, de la
lucha de clases, por lo que la primera lección, que no
podemos concluir al margen de los factores históricos, es
que la noción de partido político posee
esencialmente una naturaleza clasista. Por ello, dentro de ese
decursar histórico, deben insertarse las tesis renovadoras
y progresistas de los partidos comunistas del siglo XIX -el
Manifiesto de Marx y Engels antecede a la fecha de
análisis comparativo propuesta por DUVERGER-, y del
partido guiado por Lenin durante la Revolución de
Octubre.
Este entramado de sucesos obliga primariamente a evaluar
los contextos donde se producen los principales acontecimientos
políticos, a través de algunas categorías
que han variado en la medida que la historia social misma ha
transcurrido. Actualmente, suele hablarse de pluralismo
político, pluripartidismo,
cooperativismo político, democracia
representativa o de partidos, Estado de
partidos. Cada una de estas categorías encierra
interpretaciones que pueden variar según el contexto
político y que además de corresponden con la
visión de los protagonistas de la vida política
según el escenario concreto donde se desarrollen. Al
dominar en su esencia estos postulados, podrá advertirse
por qué resulta tan complicado abordar la
problemática de estas organizaciones políticas, sin
escapar a posiciones que la propia filosofía ha
determinado como partidistas.
Categorías como pluralismo
político y pluripartidismo son
frecuentemente confundidas. Suele ponerse en el mismo plano la
diversidad de opciones e ideologías y la multiplicidad de
partidos, elementos que no se corresponden necesariamente.
Evidentemente, para una tradicional doctrina en muchos
países capitalistas, la identificación de varios
partidos u organizaciones con fines políticos constituyen
el indicador más palpable de la "salud" del sistema
democrático, algo que la experiencia histórica en
la construcción del socialismo, especialmente en nuestro
país, contradice en los hechos. Como resulta de la propia
realidad, allí donde existen cientos de partidos
políticos no han podido resolverse elementales problemas
de la sociedad y ni siquiera se hace efectiva la plena
participación de las masas en la selección de sus
representantes. Inclusive, en una de las naciones donde se
propugna y se interviene en el resto del mundo en aras de
garantizar la democracia, no por gusto existe una "Escuela de la
Democracia Mínima", que tiene como sustento doctrinal que
a menor participación popular en los asuntos de gobierno,
más fluidez y efectividad tendrá el aparato de
poder, evidentemente formado por los grupos de elite, lo que
resulta contraproducente en relación al ánimo
electoralista prevaleciente en las democracias burguesas. El caso
de análisis es Estados Unidos, y los propios por cientos
en la participación popular en las elecciones de aquel
país son suficientes para validar este
criterio.
Sobre la democracia representativa no
abundaremos, so pretexto de su tratamiento anterior.
En cuanto al término Estado de partidos,
aparece una rica bibliografía de consulta. Señala
GARCÍA PELAYO[58]que esta categoría
fue insertada en los estudios teóricos y constitucionales
a partir, fundamentalmente, de la obra de THOMA, RADBRUCH y
KOELLREUTER, y desde entonces se ha derramado en estas
disciplinas, como puede constatarse entre nuestros textos de
consulta en TORRES DEL MORAL, DE BLAS GUERRERO, A. y
GARCÍA COTARELO, R., inter alia. Se traduce,
concretamente, en la noción de que los partidos
políticos "todavía articulan políticamente
la sociedad desde fuera de los órganos estatales y la
gobiernan desde dentro de ellos"[59], lo que
equivale a decir que existe una profunda imbricación entre
el componente partidista del Estado y su naturaleza social,
determinando la cualidad actual de Estado social de
partidos, que se le atribuye a los Estados burgueses
(técnicamente llamados Estados sociales y
democráticos de Derecho).
Como se ha manifestado con anterioridad, la propia
naturaleza de este elemento del sistema político ha
obligado a revisar algunas de sus características
generales y principalmente sus funciones, con preferencia a
cualquier intento de definición. En consecuencia
plantearemos algunas de ellas y remitiremos a la
bibliografía de consulta para sistematizarlas y
ampliarlas.
Sobre las características, cabe recordar que se
trata de una asociación de personas, con una
jerarquía determinada, cuyo fin es la toma del poder
político, que se desenvuelven en torno a un programa e
ideología comunes, y que gozan de financiamiento (lo cual
puede ser variable en función de si se trata de
autofinanciamiento a partir de las donaciones de sus miembros o
si reciben financiamiento propio del Estado). Estas
características permitirían incluso un acercamiento
conceptual, pero no son suficientes. Respecto a otros elementos
de rigor, debe destacarse lo relativo a su naturaleza y
carácter. Para algunos autores, como TORRES DEL MORAL,
estamos frente a asociaciones, en términos
jurídicos, lo que implica una cuota de voluntariedad en su
composición. Para nuestra teoría marxista,
así como lo han dejado establecido además nuestros
profesores FERNÁNDEZ BULTÉ y CAÑIZARES
ABELEDO, el carácter de los partidos no puede dejar de ser
clasista, a pesar de aquellos que al ver en estas estructuras un
elemento intermedio entre la sociedad civil y el Estado,
pretenden enmascarar su verdadera esencia.
En relación a las funciones deben distinguirse
algunos criterios básicos, entre ellos los contenidos en
el texto de DE BLAS GUERRERO, A. y GARCÍA COTARELO, R., al
que remitimos y en un cuadro de mucho interés que
representa en la obra colectiva citada el profesor
FERNÁNDEZ BAEZA (vid. p. 86). Entre ellas podemos
destacar las funciones de socialización política;
movilización de la opinión pública;
representación de intereses y legitimación del
sistema político, en las coordenadas sociales y,
respecto a las funciones institucionales: el
reclutamiento y selección de elites; la
organización de las elecciones; organización y
composición del gobierno y los órganos
legislativos, entre otras. Revísese con carácter
imprescindible nuestro artículo 5 constitucional y se
tendrá una idea de la fundamental función de
nuestro partido en la sociedad y el Estado (investido como fuerza
dirigente y superior).
La clasificación de los partidos políticos
es múltiple. Pueden obtenerse referencias en todos los
materiales citados en este epígrafe y otros para las
consultas. Se destacan algunos criterios de clasificación
como los de WEBER (partidos como asociaciones legales formales;
partidos carismáticos; tradicionales; doctrinales, etc.),
o el de DUVERGER (partidos de cuadros; partidos de masas;
totalitarios -donde se recurre al intencional error de clasificar
los partidos comunistas como totalitarios-; partidos
especializados, entre otros). Igualmente ha tenido eco la
clasificación propuesta por DE ESTEBAN Y LÓPEZ
GUERRA, que define los partidos de notables, de militantes y de
votantes, como las manifestaciones más
sobresalientes.
La teoría en torno a los partidos
políticos es tan rica como compleja, como hemos insistido.
Solo faltaría a este estudio introductorio sumar los
elementos que desde nuestra perspectiva marxista nos permiten
hablar del partido del proletariado, como partido de nuevo
tipo.
Establezcamos, primeramente, una idea válida. En
su estructura, a los fines de la comprensión
metodológica de este elemento del sistema político,
el partido en las condiciones de la sociedad socialista no
difiere respecto a la noción tradicional de estas
organizaciones políticas. No deja de ser una
asociación -organización, preferiblemente- de
personas, con una jerarquía determinada, con
autofinanciamiento, con una plataforma programática y una
ideología común, así como con un
carácter clasista. Pero los fines y funciones difieren
sustancialmente. En esta ocasión prefiero invitar a
realizar un estudio particular de las experiencias de los
partidos socialistas y comunistas a lo largo de la historia, por
ejemplo, la transformación del Partido Bolchevique que fue
la máxima expresión práctica de las ideas ya
plasmadas por Marx y Engels en su Manifiesto Comunista,
bajo la conducción de Lenin, a quien debemos una profunda
interpretación y aplicación de la doctrina
marxista, para concentrarnos en nuestra propia realidad, con
nuestro Partido Comunista, heredero del Partido Revolucionario
Cubano de Martí y del Partido fundado por Mella y
Baliño.
No se trata de un partido de elites, si bien sus
miembros representan la vanguardia organizada de la clase obrera.
No es su función primordial la mera movilización
electoral de los ciudadanos para formar gobierno, por lo que
ratifica la fórmula de que en nuestro país el
Partido no postula ni elige. No es la labor
propagandística unos de sus fines esenciales (aunque esta
es una herramienta válida para extender muchos de los
conceptos y principios de nuestra sociedad, en cuyo caso
sí es empleada en los más importantes escenarios
políticos y sociales, en defensa de nuestras ideas). No es
un órgano de administración y gobierno. Su tarea
principal es la dirección de las masas, es expresarse como
fuerza dirigente superior de la sociedad, es organizar y en los
marcos de su membresía establecer la disciplina
partidista, cultivando el valor del respeto y defensa de la
ideología revolucionaria, marxista-leninista y martiana.
Es expresión de la cohesión política de
nuestra sociedad socialista. Orienta y traza las líneas
políticas a seguir, sin que ello presuponga que se
desplace al Estado en su función y posición en el
sistema político, como elemento estructural fundamental.
Estas características pueden perfectamente resumir la
esencia del partido de nuevo tipo que impulsaran los padres
fundadores del comunismo científico, y que llevara a la
práctica Lenin, hoy en una manifestación singular
en nuestras condiciones, aunque no por ello debamos desconocer el
papel de otras fuerzas dirigentes comunistas que desarrollan sus
programas políticos como el Partido Comunista chino o el
vietnamita y, con un nuevo matiz y grandes expectativas, el
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en otras
circunstancias[60]
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