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Los valores son patrimonio cultural



  1. Introducción
  2. Valores humanos:
    experiencia y acción
  3. Los valores y la
    acción humana
  4. Visión
    transcultural de los valores
  5. Los valores en
    Latinoamérica

"Para que el ser humano pueda captar una
perfección, algún misterio del universo o de la
vida, requiere dos condiciones: Una educación intelectual;
y, alto nivel ético"

José Ingenieros

Introducción

Puede que parezca increíble que en la primera
década del siglo XXI, muchos de los pueblos del mundo
aún estemos sonando con la universalización de la
educación básica o elemental, sin embargo es una
realidad, los gobiernos de los países latinoamericanos
especialmente se esfuerzan por que su política educacional
de mayor cobertura a los sectores marginados, por que han tomado
conciencia que la vía para el fortalecimiento de sus
economías será únicamente si se eleva la
calidad de su educación y se da mejor preparación
de los hombres y mujeres de las diferentes sociedades.

Si bien "existe un consenso, de que todos los
niños y niñas asistan a una escuela para
empoderarse de manera efectiva de los conocimientos, habilidades
y actitudes para participar exitosamente en el desarrollo de sus
pueblos,"[2] es necesaria la identificación
de los factores escolares y sociales que tienen alguna
relación con el aprendizaje y con el desarrollo humano de
las personas, puesto que, bajo el supuesto de que la influencia
de condiciones socioeconómicas y culturales externas al
sistema educativo condicionaban el éxito o fracaso escolar
y que muy poco podía hacerse al interior de las escuelas,
para ajustarlas al contexto y a la realidad concretas.

Hoy está claro que el mejoramiento de la calidad
de vida de las sociedades esta directamente relacionado con el
mejoramiento de la calidad de la educación, y está
a su vez se liga al desempeño profesional del docente,
podrán perfeccionarse los planes de estudio, programas,
textos escolares; construirse magníficas instalaciones;
obtenerse excelentes y modernos medios de enseñanza, pero
sin docentes eficientes no habrá mejoramiento de la
educación y mucho menos de la calidad de vida de las
personas.

Entre las diversas acciones que pueden realizarse para
lograr un buen desempeño de los y las docentes, la
práctica vivencial de los valores juega un papel de primer
orden, los valores son patrimonio de la cultura y constituyen un
elemento esencial de la formación integral, son el punto
de partida para una realización armónica del
individuo, de ahí que es necesaria la promoción,
adquisición y el fortalecimiento de actitudes que permitan
asumir y vivenciar el sentido de libertad, justicia, identidad
nacional, solidaridad, honestidad, responsabilidad, democracia,
amor a la verdad, etc., a través de los cuales el
individuo puede incidir en el proceso de transformación
social y humana de los pueblos.

No obstante, "la práctica vivencial
de los valores no ha sido un tema prioritario en América
latina" [3]lo que no significa que no hayan
existido esfuerzos por que la escuela y la sociedad los
practiquen de manera efectiva y real.

En tal sentido, los criterios sobre la enseñanza
de valores difieren mucho unos de otros, pero en lo que sí
parece darse una constante, es en la necesidad de su
promoción y práctica desde los primeros años
en la familia, la escuela y la sociedad.

Sin embargo, la práctica docente en el aula se ha
centrado en los contenidos de las disciplinas particulares
con un craso desconocimiento de los contextos socio-culturales y
de los múltiples intereses que gravitan en torno al
sistema educativo y a la capacidad de éste para reproducir
o transformar los mundos de sentido cultural. Esto ha conducido
al empobrecimiento y a la baja pertinencia de los contenidos
respecto de los valores y de las necesidades espirituales y
sociales.

Valores humanos:
experiencia y acción

Los valores han sido analizados desde las perspectivas
sociológica, psicológica y transcultural, dejando
todas entrever la complejidad de su naturaleza y su importancia
en la construcción de saberes y conocimientos, que
según sea la capacidad crítica y de autoconciencia
del ser humano influirán en el desempeño social.
Por tanto es obvio que la educación juega un papel
importante en la reproducción y transformación de
los valores.

Los valores, en la práctica educativa representan
las "capacidades que tiene el individuo para actuar, para incidir
en el otro y para ingresar a la realidad."[4] Es
por esto que toda acción educativa pensada y reflexionada
cobrará validez, en tanto, pueda ser confrontada con la
realidad, y surja de ésta como experiencia
dialéctica entre el sujeto y su realidad
concreta. 

"La categoría de actitud, del enfoque
sociológico de los valores, permite la
interpretación de la intencionalidad de los mismos, en
cuanto median como conectores entre las actitudes intrasubjetivas
y las estructuras culturales intersubjetivas, es decir
está ligado a la acción social lo que permite el
estudio posterior de las motivaciones que influyen en las formas,
la selección, los medios y los fines de las acciones
humanas.

De la tradición psicológica, vale la pena
resaltar: las tipologías de las necesidades humanas
establecidas bajo el principio de prepotencia relativa, motivos y
valores de Maslow; y de Rokeach, la definición de los
valores como creencias transituacionales, jerárquicamente
organizadas y orientadoras de lo social y de lo individual, y la
diferencia que hace entre valores terminales y valores
instrumentales. Es oportuno subrayar que el método ideado
por Rokeach de auto confrontación, para el cambio de
valores, y su intento de clasificación, será
aprovechado más adelante por los estudiosos de la
transculturalidad."4

Así entonces se debe aceptar que las estructuras
culturales están inmersas dentro de la propia conciencia
de las personas y se reproducen de manera completamente
intencional en las relaciones sociales en cuanto experiencias
sociales que requieren ser interpretadas en contextos más
amplios de significatividad intersubjetiva de cara al influjo que
las tendencias históricas, económicas, religiosas y
culturales tienen en la educación.

Los valores y la
acción humana

Por la necesidad que las personas tienen de ser
conscientes y de conocer por sí mismas el modo como se
reproducen algunas reglas culturales, y por la ganancia que esto
reporta en cuanto autonomía y libertad humana, se hace
perentorio que el docente interprete en forma crítica su
acción educativa y aprenda a negociar las reglas y las
normas con que los otros interpretan y transforman, sus
racionalidades y mundos de realidad.

Toda acción humana, más aún la
educativa, supone un marco interpretativo que determina su
importancia con relación al contexto social. La forma como
se comprendan las acciones actuales determina la forma como se
comprendan las futuras humanas las mismas que adquieren una
significación que no supone "una relación lineal y
automática entre experiencia nueva y marco de
interpretación."[5]

Por tanto es axiomática la internalización
de las estructuras culturales en la conciencia de las personas, y
en el caso de las prácticas docentes, la mediación
de éstas en su reproducción intencional, se agrega
ahora, el de la necesidad de contextualizar históricamente
el estudio de los valores a fin de diferenciar entre la
"pretensión generalizadora de la ética burguesa, de
aquella en la que de ninguna manera pueden reconocerse los
excluidos de los beneficios socio-económicos y del
conocimiento emancipador."[6] Pues la tendencia
actual a fundir racionalidad tecnológica, libertad y
democracia, con primer y segundo mundos, hacen que la
exclusión se desplace cada vez más hacia el tercero
y cuarto mundos, donde la urgencia es sobrevivir dignamente a
pesar de que la utopía de la post-modernidad les retarde
sus beneficios.

Visión
transcultural de los valores

La visión transcultural de los valores
individuales y sociales, considera que las sociedades tienen
características culturales, ideológicas,
históricas y económicas que las asemejan con otros
grupos sociales con los que comparten tradiciones, lenguaje,
religión o raza, las mismas que aportan indicadores de
desarrollo cultural y social que ayudan a la planificación
con miras a la transformación de las condiciones
históricas, en situaciones de mayor calidad
humana.

Para Schwartz "los valores son modos de adaptarse a la
realidad en un contexto social en donde los grupos y los
individuos transforman las necesidades inherentes a la existencia
humana en lenguaje de valores y los comunica a través de
sistemas de valores. Estos representan en forma de metas
conscientes las respuestas que los individuos y las sociedades
dan a los requisitos de: organismos biológicos,
interacción social y demanda cultural de
grupo"[7]. Mientras que para Inglehart, "el
impacto de los valores en el desarrollo económico de los
países, han determinado nuevos ámbitos de
aplicación de las metodologías interaccionistas y
de los estudios positivistas de lo social,"[8]
destaca además la correspondencia y cercanía entre
crecimiento económico, desarrollo industrial y sociedad
del conocimiento.

Hasta aquí se puede afirmar que, los sistemas de
valores a través de los cuales se expresan las metas
deseables de los individuos y de las colectividades forman parte
de un todo históricamente modificable, de modo que, al
generarse transformación en uno de los ejes de mayor
impacto cultural se puede provocar el cambio o
modificación de los comportamientos, no de manera
automática, pero si previsible.

En el campo educativo, que es lo que ahora nos ocupa, se
podría inferir que al modificar los contenidos valorativos
de la práctica docente, se modifican también, otros
subsistemas del currículo. Por tanto, cuando a
través de la educación se propone que los y las
estudiantes además de adquirir conocimientos, formen o
asimilen valores, es necesario recurrir a un tipo de
relación maestro – estudiante en el que se imponga
el diálogo, en el que el y la estudiante sea considerado
como sujeto, dotado de independencia.

El maestro y maestra debe estar consciente que su
mantener su autoridad en el aula es su responsabilidad, pero sin
perderla reducirá su nivel de autoridad en la medida de lo
posible hasta conseguir un grado de empatía, para que los
y las estudiantes no se sientan supeditados a lo que él o
ella dice, cuando intente aprender o conocer algún
contenido escolar o vivenciar los valores personales y sociales,
así no se fomentará en los y las estudiantes la
dependencia moral e intelectual. En este sentido, el o la docente
debe respetar los errores (los cuales siempre tienen algo de la
respuesta correcta) y estrategias de conocimiento propias de los
niños y no exigir la emisión simple de la
"respuesta correcta". Debe evitar el uso de la recompensa y el
castigo (sanciones expiatorias) y promover que los y las
estudiantes construyan sus propios valores morales y sólo
en aquellas ocasiones cuando sea necesario hacer uso más
bien, de lo que Piaget llamó sanciones por reciprocidad,
siempre en un contexto de respeto mutuo.

Recordemos que el acto educativo debe ser considerado
como una acción eminentemente humanizadora, es decir, una
acción capaz de favorecer y potenciar en los y las
estudiantes la interiorización y desarrollo de valores
humanos. Los valores no son directamente observables, pero
sí lo son las actitudes y el respeto a las normas,
así como el esfuerzo para comprenderlos y defenderlos. Su
evaluación debe ser diversa pues cada actitud se puede
estimar desde distintos puntos de vista y con diferentes
procedimientos.

Los valores en
Latinoamérica

La mayor parte de los estudios acerca de los valores en
Latinoamérica concluyen en que las motivaciones
básicas de la gente, sus metas y estilos de vida, al deseo
de supervivencia ante el creciente riesgo de vida en todos los
aspectos, están modificando la práctica y vivencia
de los valores esenciales de la sociedad.

Hay que resaltar que estas modificaciones -en algunos
casos superan el 50 %-son violentas y se atribuyen a las
migraciones internas y a la globalización de los medios de
comunicación que introducen las prácticas sociales
y culturales de los países de occidente sobre los
latinoamericanos, situación que es primordial en el rol
que cumplen los docentes y la educación en el esfuerzo por
rescatar nuestras identidades y culturas ancestrales y la
promoción y práctica de los valores como el sentido
de libertad, justicia, identidad nacional, solidaridad,
honestidad, responsabilidad, democracia, amor a la verdad,
etc.

En este panorama global, la sociedad latinoamericana ve
con preocupación la velocidad con que estos cambios son
revertidos en su propio beneficio, si bien hay grupos sociales
que han tomado conciencia de esta cruda realidad pero hay
también quienes muestran indiferencia ante el incremento
del "novelerismo y aculturarización" de nuestra
sociedades, lo cual se agrava aún más con la
difícil situación económica de la mayor
parte de la población, con el crecimiento de los
movimientos migratorios internos y externos, y con el influjo de
las políticas neocolonialistas del FM , BM que impulsan
los TLC y el ALCA.

Si bien nuestros países se han declarado estados
laicos, las poblaciones han tenido una cultura ancestral
predominantemente influenciada por la Iglesia Católica y
aunque esta influencia ha decaído notablemente en algunos
sectores de nuestros países, hay que tener presente
algunos elementos que nos unen a más del idioma y la
religión, como son los factores económicos,
políticos, geográficos e históricos que
marcan un legado cultural común a todos los pueblos y
ciudadanos latinoamericanos. Sin embargo los cambios en el
ejercicio de los valores se muestra más en la
dimensión intergeneracional, por un lado, "debido a que
las generaciones actuales tiene mayores posibilidades de acceso a
los avances tecnológicos y por otro lado a causa de la
degradación económica de los gobiernos y de la
gente"[9], éste hecho último es
determinante en el estancamiento del desarrollo de los procesos
de calidad de la educación a través del acceso a
niveles de conocimiento más avanzado, en la calidad de
vida, y por consiguiente en la cosmovisión de mundo,
hombre y sociedad, lo cual es indispensable a la hora de
proyectar los programas educativos que garanticen una vida digna
y el desarrollo humano pleno.

La situación de extrema dificultad que
actualmente afrontan los países latinoamericanos se
refleja en su sistema de valores, el énfasis en la
tradición refleja la inseguridad que siente la gente y la
incapacidad de ésta para prever el futuro,
parecería que sienten la "necesidad de transitar entre la
utopía y la nostalgia de la
tradición,[10] a pesar de los avances en la
democracia los esfuerzos se quedan en la lucha interna por una
democracia representativa que está lejos de ser
participativa centrada en la autoexpresión y en la
gestión solidaria de los recursos naturales,
soberanía y derechos contemplados
constitucionalmente.

Sigue siendo utópico que los sectores
tradicionalmente marginados acorten la brecha existente entre la
riqueza de los sectores privilegiados y su lacerante pobreza, es
una especie de mito que a pesar de su tradición religiosa,
encuentren precisamente en la "iglesia católica las
mayores barreras en la construcción de la sociedad civil,
y en el desarrollo de una autoridad racional legal, pues, la alta
ingerencia de la autoridad religiosa tradicional ha sostenido, en
buena medida, la relación mandato/obediencia,
dominio/sumisión con la repercusión que esto tiene
en la concepción del estado
paternalista."[11]

En fin lo importante para el sistema educativo y para
los y las docentes es poder equilibrar los derechos individuales
con las responsabilidades sociales a fin de evitar que
éstas sean dirigidas por motivos de simple
satisfacción o de los intereses de los grupos de poder.
Por eso "el capital social entra a balancear la relación
individuo-comunidad,"[12] sin embargo la
dificultad radica en como lograr esta equidad sin perder la
identidad e idiosincrasia, pues resulta paradójico que
mientras más riqueza producen el sector de los
trabajadores más pobres se vuelven, y mientras más
valor adquieren las cosas, más desvalorizada se halla su
vida. Bajo estas condiciones el ser humano no puede ejercer y
vivenciar sus derechos individuales y los valores sociales y
humanos.

Para los pueblos latinoamericanos en los que los
individuos han llegado a creer que "el valor de la personalidad
está en lo que uno tiene, acepta una imagen consumista de
la felicidad, confunde libertad por libertinaje y el amor a la
patria se trueca por el culto a lo
extranjero,"[13] el desafío actual es
entonces: La necesidad de una educación para el cambio
social, en oposición al capitalismo que produce y
reproduce relaciones de desigualdad e injusticia social. Una
educación que contemple y refleje los intereses de la
mayoría de los ciudadanos. Una educación que
promueva los derechos humanos como una herramienta que contribuya
a erradicar la discriminación que afecta a la
mayoría de la sociedad. En suma necesitamos de una
"educación para la emancipación".

Finalmente, el verdadero desafió de la
educación y particularmente de los docentes comprometidos
con la transformación social de los pueblos es la
erradicación del "paradigma axiológico
mandato/obediencia que durante siglos ha estructurado la vida y
los valores de las sociedades agrarias, artesanales y
pre-industriales y que como evidencia educativa ha generado el
esquema de relación
dominio/sumisión"[14], paradigma causante
de la alienación cultural y axiológica que afecta
las relaciones entre los seres humanos; por ejemplo, la
drogadicción, el maltrato y el abuso infantil, el embarazo
precoz, la violencia hacia la mujer, los altos índices de
estrés, ansiedad y depresión, son consecuencia de
la alienación de la vida.

Para superar esta lacerante alienación no se
trata solamente de comprender que el neoliberalismo ha deformado
nuestras sociedades, "hay que ensayar la posibilidad de superar
la alienación, cuestión no solamente del
pensamiento, sino un problema que debe solucionarse mediante la
superación de las condiciones de vida en las que
surgió"[15]. Es aquí precisamente
donde la educación juega un rol importante, que consiste
precisamente en participar por el cambio social a favor de los
ciudadanos a través de la formación de la
conciencia y de la personalidad.

Sin embargo, formar en la niñez y juventud y en
la ciudadanía la personalidad y la conciencia social
consiste en la promoción de actividades de
participación individual y colectiva que permitan la
autorregulación de las mismas y que estén
encaminadas a cuestionar la alienación, esto es a hacer
valer sus derechos humanos, a respetar los recursos naturales, a
fomentar la solidaridad, a promocionar la identidad cultural, a
contrarrestar el consumismo, y especialmente a la defensa de la
soberanía en su más amplio significado para solo
así poder ejercer y vivenciar plenamente el sentido de
libertad, justicia, identidad nacional, solidaridad, honestidad,
responsabilidad, democracia, amor a la verdad, etc., para que
indicen en la transformación social en pro de una vida
digna para los ciudadanos/as.

 

 

Autor:

Rafael Riofrio Tacuri

[1] Rafael Riofrío Tacuri, Profesor e
Investigador Socio-Educativo, Presidente de la Unión
Nacional de Educadores (UNE), núcleo provincial de
Loja-Ecuador, período 2007-2010

[2] La Educación para Todos. Carpeta
de Información. En “un objetivo a nuestro
alcance”,

[3] Escudero, J. M. (1998). La
formación permanente del profesorado en: Revista de
Educación No. 317. Septiembre – Diciembre. Madrid.

[4] ALVARO, E. (1995). Psicología
Social: perspectivas teóricas y metodológicas.
Madrid. Ed. Siglo XXI.

[5] GÓMEZ, A. y otros. (2001). Valores
y reducción del prejuicio. En María Ros, Valdiney
Gouveia, (2001). Psicología social de los valores
humanos. Madrid.

[6] … Educación para la
emancipación, Propuesta UNE, 2007, Ecuador

[7] SCHWARTZ, R. (2001). ¿Existen
aspectos universales en la estructura y contenido de los
valores?. En María Ros, Valdiney Gouveia, (2001).
Psicología social de los valores humanos. Madrid.

[8] INGLEHART, R. (1991). El cambio cultural
en las sociedades industrializadas avanzadas. Madrid: Centro de
Investigaciones Sociológicas.

[9] MOLPECERES, M, y otros. (2001).
Internalización de los valores sociales y estrategias
educativas familiares. En María Ros, Valdiney Gouveia,
(2001). Psicología social de los valores humanos.
Madrid.

[10] INGLEHART, R. (1991). El cambio cultural
en las sociedades industrializadas avanzadas. Madrid: Centro de
Investigaciones Sociológicas.

[11] SUDARSKY, J. (2002). El capital social
en Colombia. Ed. Universidad de los Andes. Bogotá.

[12] SCHWARTZ, R. (2001). ¿Existen
aspectos universales en la estructura y contenido de los
valores?. En María Ros, Valdiney Gouveia, (2001).
Psicología social de los valores humanos. Madrid.

[13] DURÁN Juan, Fundamentos para una
educación liberadora, Universidad Central, Quito,
Ecuador, 2006

[14] INGLEHART, R. (1991). El cambio cultural
en las sociedades industrializadas avanzadas. Madrid: Centro de
Investigaciones Sociológicas.

[15] ___ Educación para la
emancipación. Unión Nacional de Educadores,
Quito, Ecuador, 2007

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