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La vida: Un enfoque epistemológico



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La vida humana en
    riesgo por los propios hombres
  3. La vida humana en
    riesgo por el comportamiento caótico de la
    Tierra
  4. Los principios
    religiosos
  5. Principios laicos o
    materialistas
  6. La
    epistemología verde y un diálogo con
    Oriente
  7. La Tierra es un
    organismo vivo
  8. Las
    profecías auto-cumplidas de Hobbes y
    Darwin
  9. Los
    retos
  10. Bibliografía

Introducción

La tesis central de la presente investigación es
que ante al riesgo de perecer de la especie humana por razones
del caos planetario y de la propia violencia entre los hombres a
varios niveles como el mundial, internacional, nacional,
regional, local e interpersonal y frente a la deficiencia de las
políticas y acciones estatales y civiles para solucionar
esta problemática, no queda más que proponer la
epistemología como teoría del conocimiento para
analizar los principios que están operando detrás
de la concepción que se tiene de la naturaleza, de la
violencia, la vida y la muerte

Este trabajo forma parte de un programa de
investigación mayor con el nombre de
Epistemología de la Vida adscrito al Instituto de
INVESTIGACIÓN, FORMACIÓN Y DESARROLLO HUMANO,
SOCIAL Y AMBIENTAL : GÉNESIS EDUCATIVA, SOCIEDAD CIVIL,
ubicado en la Ciudad de Maracaibo, República Bolivariana
de Venezuela.

La epistemología en su sentido general trata de
los fundamentos del saber, también podríamos
llamarla gnoseología. La nueva epistemología no
solo estudia las bases de la ciencia sino de todos los saberes
que constituyen la cultura y la civilización. Tenemos como
fuentes del saber todos los discursos o textos producidos por el
hombre. Por su parte, todas las teorías
científicas, ideológicas y políticas
así como la praxis humana están precedidos por
principios objeto de estudio de la epistemología integral
que proponemos. Desde la epistemología analizaremos como
han sido tratados los problemas vinculados a la vida, la
violencia y el ambiente.

A partir de la violencia desatada entre los humanos que
pone en riesgo su propia vida y a pesar de los ensayos
infructuosos para solucionarla, llegando inclusive a poner en
jaque la legitimidad de los sistemas sociopolíticos del
mundo moderno, nos vemos obligados a generar la
epistemología de la vida, para así determinar los
fundamentos que operan detrás de las campos formales de la
acción del hombre concretados en discursos
ideológicos, teorías científicas y
políticas de Estado, los cuales han sido "construidos"
para el beneficio de la sociedad, el hombre y la vida por lo
consiguiente. Solo desde allí podemos descubrir hasta
donde dichos fundamentos resultan sostenibles y defendibles en la
época actual. Existe siempre en el hombre la necesidad de
preservar lo que ha pensado y hecho, pero si bien esto es
meritorio pues encarna sacrificios y voluntades, también
representa en determinados momentos un obstáculo para el
desarrollo de las sociedades, de las instituciones y del propio
ser, dada la complejidad de la relaciones humanas. En el caso de
la violencia como fenómeno social y como base de los
discursos políticos y científicos modernos
tendríamos como meta descubrir sus fundamentos.
Simultáneamente ante el riesgo que vive el planeta tierra
producto en parte de la acción depredadora del hombre en
el contexto de sus sistemas y modos de producción, y ante
la falta de un consenso mundial para abordar y solucionar esta
problemática, también nos hemos visto en la
necesidad de identificar los principios que regulan la
acción política y civil de gobiernos y naciones en
materia ambiental. Este análisis nos llevó a
construir lo que hemos denominado epistemología verde,
también otros colegas, como en el caso de Enrique Leff
(2000, 2005), prefieren llamarla epistemología ambiental o
ecológica. Ambas problemáticas: la violencia humana
y el deterioro ambiental (y seguramente otros problemas globales,
locales y hasta individuales) no están separadas, forman
parte de una unidad civilizacional al tener principios comunes
que la orientan y que tendremos que develar y discutir. La vida
del hombre y de todas las especies así como el ambiente
tienen que verse conjuntamente en la unidad del conocimiento y de
la acción del hombre. Ambas tienen como centro la
concepción que se tiene de la vida, de la realidad y del
hombre, desde los filósofos, científicos y
líderes mundiales hasta los ciudadanos de este planeta. El
objetivo de esta investigación sería en primer
lugar, explicar los principios del conocimiento de la realidad
(ontología), y sus implicaciones a nivel
antropológico, sociológico y psicológico al
conectarnos como los principios del hombre y de la sociedad. En
segundo lugar, estudiar los principios del conocimiento de los
saberes (Gnoseología) y los principios valorativos
(axiológicos) que presiden la vida y el ambiente. El
momento nos exige repensar todo de nuevo ante una doble
problemática que lleva a la crisis y al riesgo de perecer
no solo la especie humana sino todo lo existente. Esto es una
operación epistemológica anclada en la complejidad
de la vida, apoyada en la filosofía, en la ciencia y
saberes populares. Investigar toda esta problemática que
de por si es compleja nos lleva a proponer una síntesis
que denominamos bioepistemología, es decir, analizar los
fundamentos del conocimiento de la vida en su
totalidad.

Este trabajo se ha realizado para la reflexión de
todos, pues el problema atañe tanto a la vida de
capitalistas y socialistas, a clases sociales y a comunidades. No
va en contra de nadie sino a favor de todos. Sostenemos que
estamos en el punto de inflexión donde necesariamente debe
emerger una nueva conciencia en los seres humanos. El
análisis epistemológico propuesto no es neutral
sino de compromiso y de acción. Tratamos de hacer
consciente las bases de lo que hemos denominado
epistemología de hierro pues es la que ha fundamentado la
vida. Esta epistemología está cargada de principios
como el utilitarismo, la competencia, la selección del
más opto. Una epistemología que desplazó el
ser y la existencia al hombre a un objeto masa, totalmente
inmovilizado ante su circunstancia y porvenir. Al hacerlos
consciente lo transmutamos en una alquimia cognitiva y social que
lleve a reconocer e instaurar nuevos principios civilizatorios
englobados dentro de lo que hemos denominado epistemología
verde. Se busca un nuevo orden natural-social-humano. En nuestro
análisis lo verde es símbolo de la naturaleza y
sobre todo de la vida en su esplendor. La alquimia debe llegar
por la vía del convencimiento y del consenso para que se
dé la convivencia entre todas las especies del mundo y del
cosmos.

La vida humana en
riesgo por los propios hombres

Entre los humanos se ha desatado una violencia que
termina exterminando diariamente en el mundo una cantidad
significativa de individuos, cuestión que llena de dolor y
luto a ciudadanos, familias enteras, comunidades. Esto queda
verificado empíricamente en Briceño, Ávila y
Camardiel (2009) al mostrarnos cifras a nivel mundial y
latinoamericano sobre los índices de homicidios por cada
cien mil habitantes. Estando por encima del promedio del 8.8,
Rusia con 22.2 para el año 1997, y América Latina
que va desde dicho promedio hasta el 26,4 abarcando los
países como Colombia, El Salvador, Honduras y Venezuela
para lo el año 2002. Esto comprende a todas las clases
sociales. La violencia de las dos guerras mundiales del siglo XX,
producto de la confrontación de modelos políticos
dejó un saldo muy negativo. La segunda guerra mundial
arrojó más de 50 millones de pérdidas
humanas. La violencia tanto de las sociedades legitimadas como
las sociedades ocultas (compuesta por mafias, escuadrones de la
muerte, tráfico de humanos, tráfico de drogas),
revelan igualmente que los principios que la soportan no conducen
a la vida, sino al exterminio, al sometimiento, a la esclavitud,
al control de unos sobre otros, conformándose el eje poder
–obediencia. Con la violencia se genera el temor permanente
que produce enfermedades mentales masivas, fomenta inseguridad
que a su vez genera más violencia y todo se articula en la
carrera armamentista y nuclear, desde sociedades "desarrolladas"
hasta aquellas donde la pobreza y la hambruna las están
acabando; se generan nuevas guerras, constituyéndose un
círculo del terror donde la vida está en peligro no
valiendo nada prácticamente. Sociedades enteras viven
encarceladas dentro de sus viviendas y empresas. La delincuencia
común y organizada donde existen cómplices
oficiales, con su respectiva cadena de corrupción,
complicidades e ineficiencia salen a cazar cual entes primitivos
a individuos, a familias y empresarios de todo tipo para
asesinarlos, robarlos, secuestrarlos o extorsionarlos. En torno a
esto se conforma una sociedad civil custodiada por contingentes
de policías públicos y privados. Desde los
militares, guardias nacionales y funcionarios encubiertos hasta
el vigilante de la cuadra de las urbanizaciones. Las
instituciones del Estado moderno parecieran impotentes para
abordar y solucionar eficientemente y significativamente este
problema. Desde el contrato social como base de la sociedad
moderna como lo expuso Rousseau en el siglo XVIII hasta tratados
internacionales, nacionales y locales, así como el
mejoramiento de los los sistemas judiciales y policiales, no dan
con la solución de este problema. Al contrario la
violencia y el riesgo están desatados. Los mecanismos
instucionales y el márquetin político tratan de
disfrazar la situación, empleando estrategias
publicitarias, o aumentando la vigilancia policial, sin embargo
la situación sigue igual de delicada para todos los
humanos. Inclusive los consuelos de las religiones oficiales
dejan de operar ante el inmenso peligro de perder la vida en la
casa o en la calle. Por un lado, se produce la sensación
de impotencia y de frustración, y por el otro, la
desesperación y angustia al ver cómo la vida deja
de tener valor frente a la delincuencia. Prácticamente se
van conformando dos Estados o dos poderes, paralelos e
interconectados por redes de corrupción eficientes.
Tenemos el Estado legalizado, envuelto en una maquinaria
burocrática y tenemos el Estado o el poder organizador y
responsable de la violencia y las guerras. Quedando los mecanismo
legitimadores impotentes ante la situación que se vive.
Las exhortaciones y las amenazas de castigar llegan a su fin. La
velocidad con que ocurre la violencia y la estela de dolor que
generan, dejan atrás todos los mecanismos políticos
y sociales para abordarla. Policías, fiscales y jueces no
dan para atender los casos diarios que les son demandados en sus
oficinas.

Si analizamos el desarrollo de las ciencias
jurídicas y políticas, desde el derecho romano
hasta las constituciones más recientes vemos que su
proceso ha ido paulatinamente perfeccionándose. Así
también, observamos como desde la revolución
francesa los principios de libertad, igualdad y confraternidad
han sido no solo legalizados y normatizados, sino van
culturizándose y masificando. También registramos
como el concepto de democracia se ha ido asentando como la mejor
opción política frente a dictaduras,
tiranías y regímenes ilegales camuflados con el
nombre de democracia. Esta evolución del derecho y la
justicia correspondía al surgimiento y expansión de
la sociedad moderna. Eran momentos constitutivos del orden
social, y por lo tanto necesarios, pero en la decadencia de ese
orden cuyo indicador es la violencia contra la vida dejan de
tener una función clave para el desarrollo de la
humanidad, en tanto y en cuanto son infiltrados por intereses
antiéticos y enmascarados con el interés
político o económico. Llegado a este límite
de la ciencia y de la acción política y social no
nos queda más que recurrir a la epistemología para
detectar hasta donde los principios que presiden este problema
así como sus soluciones están vigentes o agotados
en su totalidad. Por ello el volver a los principios y a las
preguntas fundamentales. Nos preguntamos ¿cuál es
la concepción de la realidad que manejan líderes y
políticos así como de los individuos?
¿Cuál es el estado de la realidad producto de la
concepción que se tiene de la misma? ¿Que abarca la
realidad? ¿Cuál es la concepción del hombre,
y de las organizaciones? Y sobre todo ¿cuáles son
los valores y creencias que han presidido la acción
humana?

El máximo principio que ha presidido la
evolución de toda la sociedad organizada y del hombre es
el principio de la lucha por la existencia como principio de vida
(Darwin 1859, 1961) Complementado por el principio derivado de
Maquiavelo (1513, 1970) según el cual los fines justifican
los medios. La guerra en todas sus modalidades e intensidades
revela que estos principios operan como principios de vida de
manera natural e incuestionables entre los hombres, pero en
realidad constituye un principio de la muerte. Justificados mas
no fundamentado desde el conocimiento científico, sino
desde lo que hemos denominado epistemología de hierro, la
cual aparece bajo el formato científico o de
políticas de Estado pero que están infiltradas de
ideología y de políticas claras de
dominación social.

A partir de los datos arqueológicos y la historia
de las civilizaciones de los últimos cinco mil
años, el hombre ha creído en el principio de la
muerte como vía de solución para cubrir sus
necesidades y aspiraciones de dominio. Se registra cómo se
han regido por sistemas patriarcales donde la mujer y la
naturaleza no cumplen el papel que les corresponde en la
evolución. Lo paradójico del problema estriba en
que supuestamente hemos evolucionado en inteligencia, en
conciencia y educación, pero al mismo tiempo la
pasión por la guerra se ha incrementado; cuando las
pasiones por el poder se desatan, nada de la inteligencia, de la
conciencia y la educación sirven a la vida. Antes las
guerras eran cuerpo a cuerpo ahora son electrónicas y
nucleares capaces de exterminar en segundo poblaciones anteras.
Desde los misiles teledirigidos de amplio alcance hasta las
bombas atómicas están a la orden del día. El
principio de la muerte explica entonces toda la
fenomenología de la crisis de la organización
social.

El problema de la vida y la violencia están
relacionados con el problema del ambiente. Y esos tres problemas
se explican en su esencia por principios comunes.

La vida humana en
riesgo por el
comportamiento caótico de la
Tierra

Simultáneamente al peligro de la vida entre los
hombres mismos, está en riesgo el planeta y todas sus
especies, bien por la propia evolución de la tierra, el
universo y el cosmos, bien por la acción depredadora del
hombre, tanto si actúa dentro de los modelos capitalistas
como socialistas y comunistas. El uso de energías
fósiles, la contaminación ambiental, las lluvias
acidas, el calentamiento global, la eliminación de
bosques, los tsunamis, los terremotos, las inundaciones, son
fenómenos que indican que la tierra está llegando a
su límite. Biólogos, geólogos,
físicos y químicos demuestran que a la tierra no le
está dando tiempo de superar el desequilibrio
ecológico que tiene, mientras que los Estados, naciones e
individuos en su mayoría siguen con la misma estrategia
frente al ambiente. Continúan aplicando el modelo de
competencia, el desarrollo del mercado que se regula así
mismo con la mano invisible que exponía Adams Smith (1776,
1990) a finales del siglo XVIII. Siguen aplicando modelos
gerenciales Tayloristas donde la competitividad y la
productividad son el centro de la empresa, del mercado y de la
sociedad, desplazando al propio hombre en sus necesidades y
aspiraciones. Se continúa, sin ánimo de
reflexión o de evaluación de lo que se ha hecho; se
sigue en el uso indiscriminado de la tierra y del agua potable,
en la deforestación de bosques y producción de
máquinas y de objetos contaminantes que se tardan siglos
en bio-degradarse.

Desde los años setenta del siglo pasado, la
emergencia ambiental ha generado una reacción.
Científicos, ecologistas, naturalista, las Naciones
Unidas, han venido produciendo conocimientos y propuestas para
abordar la problemática ambiental. Hay buenas intenciones
y ética de muchas propuestas incluyendo las oficiales,
pero muy pocos son los que abordan la problemática desde
sus fundamentos y son estos los que están agotados o
nulos. Por ello exhortamos en volver a los principios y a las
preguntas fundamentales. Por ello que sostengamos que hoy el
estudio emergente en Ciencias Sociales es la problemática
riesgo del planeta-especies, y debe tener como punto central el
análisis epistemológico apoyado en la
filosofía y en la ciencia para poder entender los
fundamentos de la vida.

Los principios
religiosos

Desde los egipcios y los griegos de la antigüedad
al día de hoy se han opuesto y complementado dos grandes
paradigmas: el teológico y el racionalista
antropocéntrico. Sin entrar a cuestionar si la
religión es válida o no, pues en el fondo todos los
hombres llevamos siempre un principio espiritual, observamos que
la corriente teológica establece como principio que Dios
al ser el creador del universo, de la naturaleza y del hombre,
deja a éste la herencia sobre la naturaleza la cual
deberá gobernar y usar para cubrir sus necesidades, tal
como lo establece la biblia judeo cristiana en el génesis.
De allí emerge un principio teo- antropológico: una
relación Dios – hombre regido por mandamientos religiosos
y morales que deberán ser cumplidos entre los individuos,
en cualquier tiempo y circunstancia. En este contexto no aparece
el ambiente como una necesidad de vida. Aparece como un gran
recurso que Dios le da al hombre. Pero si Dios creo la naturaleza
también tiene derecho la naturaleza a vivir como el hombre
mismo. Habrá que revisar a fondo la interpretación
canónica para el rescate de la naturaleza en la
religión.

Principios laicos
o materialistas

Por su parte, la visión racionalista
antropocéntrica griega antigua y moderna establece como
principio la razón del hombre y ésta lo hace el
rey, el máximo líder de la tierra y del universo.
Explican que la razón constituye el más alto nivel
de evolución del hombre, de allí su superioridad
sobre la tierra y todas las especies. El eje Descartes (1637,
2010), Kant (1781, 1960) y Hegel (1807, 1978) en el contexto de
la filosofía así lo demuestran. La frase lapidaria
de Descartes "pienso y luego existo", le da prioridad al hombre,
pero al hombre racional que calcula su vida, su empresa, sus
ganancias y su poder y hasta sus vacaciones. Si podemos darle una
denominación a la existencia de una sola razón y de
una sola realidad la llamaríamos epistemología de
hierro o de la muerte.

El hombre se va haciendo históricamente con la
fundación de tribus, culturas y civilizaciones, las cuales
están basadas en un conjunto de valores y creencias, que
delimitaron los diferentes modelos políticos, sociales y
económicos. En toda la historia de occidente no se
consideró como principio para su desarrollo al ambiente,
éste aparece siempre como variable a ser explotada y usada
para la edificación de pueblos y ciudades, y todo el
hábitat social, como viviendas, transportes, edificios e
instalaciones. Unido a la razón aparece conjugado el
principio utilitarista (Mil, 1863,1962) según el cual es
verdadero aquello que es útil al hombre. Todas las
sociedades y los imperios que han existido hasta el momento
partieron de ese principio y en cuanto al ambiente le era
válido si le otorgaba beneficios al hombre. Como
consecuencia de ello se erige entonces como principio y luego
como una creencia normal de que es la naturaleza la que
debería adaptarse al hombre y no al contrario, es decir,
que el hombre debería adaptarse a la naturaleza. En la
perspectiva de estos principios rueda la historia buscando el
progreso a costa de la naturaleza, pues las materias primas la
extraen de la misma naturaleza, de su tierra, de sus
océanos, mares y ríos. Del imperio de la
razón nace otro principio que expresa que es válido
todo lo que el hombre piensa, hace y acumula. Nace el principio
según el cual la cultura es la que hace al hombre. Que la
cultura como segunda naturaleza es lo que forma al hombre. De
allí nace la cultura en oposición a la naturaleza.
Por ello, las primeras teorías sociológicas,
educativas, politológicas, antropológicas y
comunicacionales establecieron que la única vía
para ser hombre era asimilando la herencia cultural; las
instituciones y en especial la familia y la escuela
deberán culturizar, educar y humanizar al hombre. Pero
nunca naturalizar al hombre. Nunca considerar la naturaleza como
aliada a la vida humana. Poco a poco, la cultura que se ha venido
imponiendo es la tecnológica; desde la invención
del fuego y los primeros utensilios y herramientas hasta la era
cibernética de las computadora y la internet, el hombre se
fue alejando de la naturaleza al tiempo que la explotaba sin
prever el peligro que ello conllevaba. La cultura termina siendo
consumo y felicidad en el tener y no en el ser.

Políticos y científicos de todas partes
pasaron a justificar una cantidad de teorías para hacer
hegemónica la cultura y luego la ciencia en
oposición a la naturaleza. Hasta el arte pasó a un
segundo plano. Todo lo que viniere de la naturaleza no le
servía al hombre para su progreso, excepto como un recurso
y luego como vertedero de los desechos del hombre, desde los
desechos industriales hasta los desechos que generan familias e
individuos. Por mucho tiempo intelectuales justificaban, mas no
fundamentaban en la ciencia, que el hombre al nacer sin nada o
vacío era prácticamente primitivo, por lo que
debería someterse a la socialización hasta
internalizar en su mente todo el contenido de la cultura y
así poder trabajar y vivir en sociedad. Se
estableció una separación entre naturaleza y
cultura. La naturaleza le es extraña al hombre aunque la
añora y la busca o la utiliza como recurso
turístico, como objeto de contemplación, pero aun
así, son pocos los que la disfrutan porque se llevan al
campus artefactos de cocina, microondas, televisores, es decir
van a la naturaleza con todas las comodidades del mundo
moderno.

Filósofos y sociólogos positivistas,
evolucionistas y funcionalistas al definir la realidad social
partieron del principio según el cual existe una sociedad
con su tradición cultural completamente válida, y
es la que el individuo recibe al nacer. Sociedad que se rige por
leyes, costumbres y creencias ya válidas para siempre, las
cuales había que aceptar, aprender y utilizar como base de
la acción del individuo. Al ser aceptada esta
definición como principio, entonces no existían
otras realidades. Solo la realidad encontrada y defendida por
líderes, directivos, empresarios, o por las leyes y
modelos educativos y comunicacionales. Y en occidente la
verdadera cultura era la europea. Una realidad que pretender ser
eterna, pero que sabemos sociológicamente tienen un
sustrato histórico determinado que le da impulso,
así tenemos por ejemplo la sociedad capitalista y la
sociedad comunista. En base a ese principio de que existe una
sola realidad tenemos todo un mundo jerarquizado y
hegemónico. De allí que no existía la
realidad del sur porque solo era válida la sociedad
europea y norteamericana. Los del sur deben parecerse en todo a
los del norte. Que solamente vale lo que viene del norte. Sus
modelos de desarrollo hasta las modas de turno. De allí
nace la teoría que sostiene que estos países son
subdesarrollados y dependientes estructural y culturalmente. Por
lo que todas las naciones deben aceptar la globalización
como vía de su desarrollo. El mundo desarrollado colocaba
a las culturas nacionales, locales y originales en un segundo
plano, con el agravante de que éstas lo creían
así. Se ha reglamentado la vida desde una solo perspectiva
y los avances que se han dado son producto de la lucha y
reivindicaciones de naciones, organizaciones, obreros, etc.
Durante años, se pretendía instaurar dictaduras
donde solo manda una persona, o una camarilla militar, dejando de
lado la sociedad civil. Y muchas democracias más que
participativas eran solo representativas, pero excluían a
la mayoría de los ciudadanos en términos de
educación, cultura, salud, deportes, trabajo. En otra
dimensión social no existía el obrero sino lo que
la empresa instituía. En todo esto, no se veía la
naturaleza, excepto como recurso. El saldo del progreso ha sido
el aporte de la cultura materialista tecnológica que no ha
terminado de integrar la humanidad mucho menos la naturaleza. El
utilitarismo y su aliado el pragmatismo trasmutaron el ser en el
tener y en el hacer. Hay que transmutar en el contexto de la
epistemología verde al humano como objeto a un ser humano
como sujeto de su propia historia. Como creencia y como
práctica el mundo se llenó de corotos o artefactos
que los llenaba de felicidad, pero el ser enajenado en sus
artefactos vive vacío, y no le queda más el camino
que revelan las enfermedades psíquicas, somáticas y
conductuales, las cuales sería imposible formar tanto
galenos, psiquiatras y orientadores para su atención.
Prácticamente hay una pandemia colectiva con las nuevas
enfermedades mentales las cuales son prácticamente
imposibles de superarlas dentro de los parámetros
biomédicos y sociales existentes. Por ello la violencia,
la agresión y crimen no son expresiones individuales sino
que son enfermedades psicosomáticas y sociales que son el
producto del límite de una civilización cuyos
principios fundantes están ya agotados. El caos que
vivimos es la expresión del caos de los principios
civilizatorios actuales. De allí que se entienda que los
poderes políticos y económicos modernos hayan
considerado hasta hoy la naturaleza y al hombre como recurso para
su explotación.

Pero la naturaleza no es ilimitada. El tratamiento que
se le ha dado a la tierra de sacarle todos sus bienes y el de
tenerla como basurero ha llegado al límite. De allí
su comportamiento caótico producto fundamental de la
visión y acción del hombre y de los errados que
estaban sus principios. Solo un cambio de paradigma cultural
sería posible abordar tantos problemas de la humanidad.
Los cuales terminan por ser existenciales al no poderse ver el
ser humano con un futuro sustentable sino caótico y
apocalíptico. La violencia corre junto con la desesperanza
y el fin del mundo.

Otro principio ha sido el de la propiedad individual.
Con este principio los diferentes poderes en la historia han
construido naciones, invadido territorios, han conquistado,
colonizado, culturizado a pueblos enteros; han realizado guerras
de exterminio de poblaciones. Y se han creado imperios. Pero al
mismo tiempo se han creado de alguna manera pueblos o
civilizaciones de excluidos. Las grandes ciudades están
rodeadas de miseria, de barrios sin accesos a los servicios
mínimos. Pero esta exclusión la justifican y la
aplican aceptando como válida la tesis de Multhus (1798,
2000) según la cual el crecimiento de la población
es superior a la capacidad de generar la manutención y
alimentación de esa población, y por lo tanto hay
que establecer como política de Estado el control
poblacional por medio del control de la natalidad. Es decir, hay
una superpoblación que está demás y hay que
disminuirla. Pero esa población – casualidad- es la
pobre y no la de las clases superiores.

La razón última de la violencia es la
exclusión del hombre por el hombre de todos los beneficios
del progreso, como los beneficios que brinda el imperio de la ley
y de la justicia social. Se une a esto las acciones deficientes
de las instituciones responsables para hacer cumplir esto. Pero
no se cumplen estos beneficios porque las bases
epistemológicas de los mismos también están
agotadas.

Quizás fueron las bases para que la sociedad
moderna arrancara en su evolución, pero lo cierto es que
esos principios y acciones se agotaron ante nuevas realidades y
circunstancias donde el hombre se rescata a si mismo y delimita
un nuevo estadio de evolución. Dando lugar a la
eco-sociedad, a la eco -cultura. Integrando hombre con la
naturaleza.

La
epistemología verde y un
diálogo con
Oriente

Frente a la caducidad de los principios modernos tenemos
que ir a nuevos principios que unos ubican como principios
postmodernos. O de la nueva era. Agotado el principio de la
única razón podemos ver otras realidades, como las
realidades de las diferentes naciones, culturas, religiones,
razas, especies, clases sociales e individuos y sobre todo la
realidad principal que es nuestra naturaleza. Agotado el
principio utilitarista tenemos que recurrir al de la
cooperación. Solo bajo estos principios de
múltiples racionalidades y de cooperación la
disciplina de la bioepistemología podrá suministrar
o refundamentar los discursos y las visiones de los
filósofos, científicos, políticos,
líderes, gobernantes, empresarios, obreros, profesionales,
estudiantes, ciudadanos, hombre y mujeres.

La naturaleza se ha tomado como recurso, como propiedad
privada y como ambiente del hombre. El hecho mismo de decir que
hay un ambiente, se sitúa en la misma corriente
antropocéntrica donde existe el hombre (ente activo) y su
ambiente (ente pasivo). El rey y su mundo cultural frente a la
naturaleza como cosa y objeto. Pero esto es una visión
fragmentada y limitada del hombre, pues el hombre en si es
naturaleza dentro de la naturaleza. El cuerpo es su
expresión. El hombre tiene necesidades como el de
alimentarse, el de tener vivienda o hábitat y el de vivir
en comunidad. Pero esto son necesidades de todas las especies de
anímales. Así que ¿cuál es la
superioridad? Un cambio de visión debería
garantizar el hombre en la naturaleza y la naturaleza en el
hombre. Una especie de naturo- cultura- humana. La ventaja que
aparentemente tiene la especie humana como lo es la inteligencia
o la conciencia deberá ahora usarse, no para liquidarse
con guerras o exterminar el ambiente sino para conservarse y
proteger a la madre naturaleza, y restableciendo el daño
que se le ha causado. En ese sentido, el principio de la vida
planetaria propuesto por Morin (2000) representa un buen punto de
partida para la epistemología de la vida.

Quienes dieron con una respuesta cierta han sido las
civilizaciones originarias de oriente y occidente, donde la
naturaleza es considerada como la diosa principal y otras es
considerada como madre de toda la vida. En oriente con las
visiones hinduistas, budistas y taoísta, el centro es la
naturaleza. La salud y la existencia se alcanzan cuando el hombre
fluye con la naturaleza.

Científicamente en occidente la naturaleza fue
considerada: 1- Bien como estructura inerte, de allí el
estudio de las leyes del movimiento de la naturaleza, para
utilizarlas después con fines utilitarios como la
navegación, el transporte, los viajes intercontinentales y
espaciales. 2- Bien como organización química hasta
dar con la estructura atómica. 3- Bien como estructura
orgánica, de allí que los biólogos a partir
de una cantidad de subespecialidades, se dedicaran a clasificar
la naturaleza así como a estudiar su estructura y
funcionamiento, dejando de lado la visión holística
de la misma. Solo los poetas tomaron la naturaleza como
inspiración y la llenaron de metáforas que han
aparecido en versos para la naturaleza misma, para la mujer y
para cualquier otro acontecimiento de vida. El arte sin embargo
quedo allí. Estas ciencias han operado básicamente
de manera aislada, sin saber que con su integración
podrían generar un paradigma más acorde con la
naturaleza. Las ciencias aportaron conocimiento para que el poder
utilizada la naturaleza según sus intereses y no en favor
de la de la misma. Se pensó también, bajo la
influencia de paradigma positivista, que la tierra era eterna y
con recursos ilimitados, siendo entonces la plataforma para
establecer el orden y progreso ininterrumpido, y así se
construyeron los hábitat humanos como si todo estuviera en
equilibrio. El desarrollismo con su proceso de
urbanización implicó arrasar con bosques completos.
Se secaron ríos y se apropiaron de las riberas de lagos y
mares. Y ante los cambios climáticos provocados
prefirieron inventar artefactos como aires acondicionados,
abanicos, calefactores. Ropa para el frio en climas
cálidos. Solo la motivación femenina ha podido
preservar en algunos casos la naturaleza, teniendo jardines en
las casas y luchando por los parques nacionales. Y

A nivel social, todo debería funcionar bajo un
estricto orden. El desorden era eludido, reprimido, camuflado por
los sistemas educativos y por los medios de comunicación
mediante el mito de la eterna felicidad. El desorden e inclusive
la innovación eran considerados como entes o
acontecimientos extraños al orden fundamente. Mejor era la
reforma que el cambio. Los medios de información
construyeron un mundo de valores artificiales, de esperanzas
individuales por medio películas rosas, novelas que
prometían matrimonios eternos de las muchachas pobres con
los príncipes ricos, o pasaban programas entretenimiento
que ocultaban los grandes problemas de la sociedad , etc…, o
difunden el miedo y el terror, y la corrupción como
fenómenos indetenibles y naturales en la sociedad y que
los héroes ya no alcanzan para combatirlos. Desde altas
esferas del poder reforzado con científicos y locutores se
hace creer que la violencia, el terrorismo, las guerras son
acontecimientos naturales e inevitables porque así es el
hombre.

El orden estatuido trató de esconder los cambios
de la naturaleza, cuando ésta es cíclica y donde se
conjugan el orden y el caos, las catástrofes, pero el
hombre bajo el poder de sus sistemas sociales y políticos,
no quiso entender estos principios, trató de disfrutar el
orden del planeta. La sociedad nunca ha estado preparada para
vivir dentro el comportamiento caótico de la tierra.
Así los complejos habitacionales, las vías de
comunicación eran diseñadas y construidas dentro
del orden eterno del planeta. Solo excepciones como Japón
han abordado este problema desde el ángulo de la
inestabilidad, después de años y decenios de
sufrimiento. Por ejemplo, construir un edificio capaz de soportar
un terremoto. Y en el caso de Estados Unidos los estudios
meteorológicos estiman la trayectoria de un tornado y
promueven la evacuación de poblaciones y ciudades y con
ello se salvan vidas sobre este planeta.

La Tierra es un
organismo vivo

Pero la naturaleza es todo nuestro planeta y el cosmos
que la rodea. Para darle respuesta a lo que es la tierra hay
posiciones encontradas, unas que se pueden resumir como
posición materialista que afirman que nuestro planeta es
una masa de tierra y roca rodeada por agua en todas partes, es
decir la tierra es solo un ente físico- químico ,
donde viven las especies vegetales y animales incluyendo al
hombre, y por ello, tal como ya lo explicamos, la tierra se puede
usar y disfrutar para su beneficio. Frente a esto, poco a poco,
ha cobrado fuerza la hipótesis Gaia de Lovelock (2008)
formulada desde los años setenta y respaldada por
investigadores como Thompson (1995), Devereux (1991) Piren (1993)
Joseph (1992). Lovelock explica que la tierra es un organismo
vivo porque en si misma tiene la capacidad de
autorregulación. No obstante por efectos de la
acción depredadora del hombre en los últimos
doscientos años llegaría un momento en su
evolución que no sería posible cumplir con esa
función reguladora por lo que la tierra entraría
irremediablemente en un caos. Ya hoy podemos verificar este
comportamiento caótico en los tsunamis, los terremotos,
los tornados, los deslaves que ya hacen su presencia haciendo
desaparecer poblaciones y ciudades completas, casi
simultáneamente con una intensidad que jamás el
hombre podrá contener. Dentro de todo este cuadro, la
bioepistemología no solo tiene la misión de
identificar las bases agotadas de la civilización actual
sino que debe educar y crear conciencia de lo que es la tierra y
lo que le está sucediendo para que junto con las
demás ciencias y saberes se puedan generar soluciones a
tiempo a favor de la vida misma.

Las
profecías auto-cumplidas de
Hobbes y
Darwin

La episteme de la civilización actual se nutre de
dos profecías: la de Hobbes (siglo XVII) y la de Darwin
(siglo XIX). La primera dice que el hombre es el lobo del hombre
y la segunda expone que en la lucha por la vida sobrevive el
más apto por selección natural. Estos son los
principios de la guerra, del armamentismo, de las luchas
territoriales. Del exterminio de la naturaleza y del hombre.
Frente a esto, tanto los santos como los poetas y artistas han
evocado como principio la armonía y la unión. Pero
en las últimas décadas los científicos tanto
de la naturaleza como los de las ciencias sociales como Einstein,
Capra (1996), Chopra (2005), Maturana y Valera( 2003) entre
otros, han cuestionado los postulados de la sociedad moderna y
dentro de estos los de Hobbes y Darwin, al demostrar y verificar
hasta experimentalmente que la naturaleza de la naturaleza y la
naturaleza del hombre se rigen más por la
cooperación y la armonía que por la violencia y la
agresión, de modo que la nueva episteme que podemos llamar
episteme verde o episteme de la vida o episteme postmoderna o
bioepistemología constituye el recate del visión de
unidad y de sistema en todo lo existente. Decía Einstein,
unos de los más grande científicos de la humanidad,
que era una ilusión óptica ver y vivir en la
separación, que todo es una unidad. Pero también en
la famosa tabla de esmeralda egipcia atribuida a Hermes, el
mensajero de los dioses, el mismo Jesucristo o el taoísmo
chino ya lo tenían como premisa esencial. Los
fenómenos de simbiosis, la cooperación intra e
inter especies y hasta el mito de tarzán, demuestran el
principio de la cooperación, la solidaridad. Si el planeta
es un ser vivo, si las especies vegetales y animales tienen vida,
y si el hombre tiene vida, entonces debemos hacer esfuerzos para
conjugar la vida donde aparezca. La vida es una sola realidad, la
realidad esencial como diría José Ortega y Gasset
(1961) el filósofo español. Y esa realidad no solo
se limita a auto-sustentarse a y reproducirse, sino que posee la
inteligencia. Esta triangulación hace que el papel del
hombre cambie en la nueva era; debe formar parte ahora como actor
de los ciclos naturaleza de existencia, y no como destructor de
los mismos, pues con su inteligencia puede ayudar a restablecer
la vida y todos los procesos de extinción que en ella se
están dando. La naturaleza y todas sus especies deben
conservarse y preservarse como base de lo que será el
nuevo paradigma verde. El hombre debe integrarse definitivamente
a la naturaleza. Debe generar tecnologías adaptativas y no
destructivas del ambiente.

HISTORICISMO, VITALISMO, FENOMENOLOGÍA Y
VIDA

La vida solo aparece como problemática
filosófica y científica a partir del siglo XIX como
una reacción a la filosofía racionalista e
idealista de Descartes, Kant y Hegel. Tanto los historicistas y
vitalistas como los fenomenólogos iniciaron esta
reflexión y estudio. Dilthey (1883. 1978) con su
visión histórica fundamentaba la vida y Husserl
(González, 1999) dio con el concepto de mundo de vida como
una respuesta concreta a las guerras en Europa. Luego poco a poco
ha entrado en la mayoría de las ciencias siendo la
Sociología una de ellas, desde Schutz (1964) hasta
Habermas (1999) se discute la vida, el mundo de vida, la vida
cotidiana. Siendo Habermas unos de los pioneros del nuevo
paradigma al proponer la teoría de la acción
comunicativa como base del nuevo orden social.

Los
retos

La vida como "LA PROBLEMÁTICA EMERGENTE" toma
vigencia en la presente coyuntura tanto en política como
en la sociedad civil. Tanto en la filosofía como en las
ciencias. Tanto en la técnica como en las humanidades.
Ahora bien ¿Que actitudes debemos tener y que acciones
debemos acometer para rescatar la naturaleza y todas las especies
incluyendo al humano? Primero debemos estar claro en los nuevos
principios de la nueva episteme civilizatoria, donde el principio
esencial es la vida misma y donde se aceptan las múltiples
realidades o múltiples culturas, porque la realidad es
compleja. Aceptar las diferentes naciones, las diferentes
culturas, las diferentes especies, los diferentes géneros
y grupos en el marco de la convivencia. Así mismo aceptar
múltiples razones, visiones de vida, aceptar el
diálogo de saberes y la transdisciplinariedad, y crear el
nuevo poder de servicio desde la redes sociales conjuntamente con
el sistema educativo y lo mejor de los gobiernos, para emprender
proyectos sustentables donde no se comprometan las generaciones
futuras. Este es el nuevo desafío del hombre en la
cúspide de su evolución.

Debe darse un cambio, pero sería
paradójico recomendar la revolución y la lucha
civil para ir en búsqueda de los malos contra la violencia
social y planetaria, seria paradójico establecer los
bandos de los buenos y los malos. Sería paradójico
armarnos para hacer una cruzada en nombre de la paz , la
naturaleza y la vida. En ese sentido es preferible ser Gandhiano
para liberar, desde la no violencia y desde el campus del
diálogo, la vida planetaria de toda la
contaminación y violencia, para liberarla de un modo de
pensar civilizatorio que ya cumplió su etapa, que ya tiene
una profunda crisis no solo fenoménica o estructural sino
fundacional.

¿Constituye lo anterior una nueva utopía?
Puede ser, pero donde todos estamos comprometidos frene al
peligro de extinción como especie, es necesario y posible
que los del norte y los del sur, los de oriente y occidente, las
clases poderosas y proletarias, los viejos y jóvenes, los
hombre y mujeres podamos concertar salidas mundiales a la
problemática.

Partes: 1, 2

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