Monografias.com > Lengua y Literatura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Por 20 euros la hora




    Por 20 euros la hora. Episodios nacionales de Angelillo de
    Uixó – Monografias.com

    Por 20 euros la hora. Episodios
    nacionales de Angelillo de Uixó

    Dios castiga al pobre por sus pecados y
    vicio de pobreza, de los cuales solamente él es el
    único responsable. Angelillo de Uixó.

    -¿ Me pregunta usted que
    opinión me merecen los actuales antisistemas?- Oh amigo
    mio, están en consonancia con la puntuación que me
    acaba de leer de la encuesta de la clase política,
    suspendidos. Los he conocido que no saben ni preparar un coctel
    molotov, y los que dan los buenos días al cartero que es
    funcionario. Encuesta de Antena Tres a Angelillo de Uixó
    sobre los acontecimientos del 25-S.

    -Enhorabuena Pablo, te ha sido concedida la
    renta garantizada para la ciudadanía– despliega los labios
    hacia las mejillas levantando la comisura de sus extremos en
    busca de los ojos una asistenta social de Vall d' Uixo. Aparece
    sentada tras la mesa de un frío despacho desde el cual
    evalúa la vida de sus pobres. Una telaraña de la
    esquina del despacho se descuelga de un hilo blanco que le sale
    del culo. Frota con sus patas la cabeza celebrando la noticia. El
    pobre devuelve la sonrisa contemplando la araña con
    angustia. Valora las palabras con recelo. Las cejas de Pablo muy
    pobladas, señal de casta de malandanza , se arquean
    cómo las del ballestero de los pobres " Zapatero",
    burgués socialista azote de proletarios y Robin Hood de
    banqueros. Clavado en su silla Pablo escucha las condiciones de
    tanta merced:

    • El importe asciende a 385 euros durante
      seis meses, pero está sujeto a condicionalidades,
      además es revisable por comportamiento. Entre otros
      seguimiento de que buscas activamente trabajo y quieres dejar
      de ser pobre- La asistenta levanta la vista del folio donde
      se explican las ordenanzas para observar la reacción
      del menesteroso ante la palabra: trabajo. Un brillo cansado,
      desgastado cómo un mueble rehabilitado por el
      colectivo de yonkis del pueblo asoma de la pupila
      otoñal de Pablo que lanza un suspiro casi inaudible.
      Sus tripas rebeldes, cínicas , desgastadas,
      gruñen rindiéndose. Su cabeza se pierde con los
      datos de las obligaciones que le enumeran: En caso de no
      encontrar trabajo harás un curso del inem. Te
      comprometerás a efectuar pantanos, cortafuegos,
      desbroce de montañas junto a penados si no hubiera
      cursos en vigor. Así mismo, quedaras en espera, no
      dándose la oportunidad de lo mencionado de ser
      personal voluntario para apagar incendios, protección
      civil, o cualquier otra actividad que el ayuntamiento
      considere necesaria mientras percibas la renta. Firma por
      favor la conformidad. Entrega la funcionaria el papel y Pablo
      firma dos veces. Recibe una copia.

    • Abriendo la puerta escucha a su
      espalda:

    • A mi nadie me ha dado nada, para llegar
      aquí he tenido que luchar mucho. Un pequeño
      golpe cierra la puerta. Pablo camina próspero cantando
      en dirección al bar : el alegría de la
      huerta.

    • Manolo unas cañitas, ya te
      pagaré cuando cobre, mira- le pasa al compadre Manolo
      , mesonero de mal carácter, desconfiado por naturaleza
      y oficio, y más desde que tuvo la desgracia de
      encontrar a su mujer poniéndole los cuernos con el
      cocinero. Engendro con 30 años de experiencia en
      fogones de España, tan sucio y gordo cómo
      él hasta el punto de conocerles en el pueblo
      cómo: los gemelos. Pablo observa la lectura sosegada
      del mesonero afirmando con su enorme cabeza de foca. Cuelga
      una grasienta bayeta absorbente sobre su hombro izquierdo.
      Croa a la doncella rumana que holgazanea para que le sirva
      cervezas y alguna tapa. Desde el bar los clientes ven las
      noticias en el canal antena tres.

    Madrid el 25 de septiembre es presa de la
    rabia de los pobres y los hippies que se manifiestan. Los
    últimos días de septiembre en el campo, pese a la
    sequía sin precedentes en la vida de los ancianos de los
    pueblos que este año cómo el pasado no han visto
    sequía igual, se recogen con mayor o menor fortuna los
    frutos del otoño tardío. De los arboles cuelgan las
    rojas granadas, las verdes nueces blancas aun por dentro, la
    morena almendra, y los primeros erizos de las
    castañas.

    • " 20 euros es lo que cobráis por
      hora- corea entre carcajadas agitando la banderita del arco
      iris una manifestante de la plaza Sol, quiere tomar el
      congreso de Madrid. Chotea a un grupo de policías
      nacionales que necesitan las horas extras para poder pagar
      las letras del piso en Marina D'Or.

    • Los agentes cuyos rostros
      sombríos se ocultan bajo los cascos ven pasar a los
      manifestantes. Persiguen a imitación de Tejero tomar
      el congreso para instaurar no se sabe bien qué: Si un
      sóviet, si una monarquía absolutista, o
      quizás y lo más insensato de todo, una
      democracia real. El policía kakareado por la mujer la
      observa de arriba abajo. Su larga melena rubia cae ondulada
      más allá de sus delicados hombros cubiertos por
      una palestina que cuelga enredada cómo la yedra al
      tronco sobre su cuello de cisne guerrero que canta con su
      corazón integro de ave que cruza libre y apatrida los
      montes, los mares y las naciones:

    • Lo llaman democracia y no lo es, oe,
      oe, oe.

    • El policía la sigue con la
      mirada al uso de una sospechosa. Ella mueve seductora las
      caderas de formas perfectas. Un perroflauta se las abraza y
      ella le besa riendo.

    • ¿ Te encuentras bien Charly?
      -Levanta levemente la mirilla de su casco militar su
      compañero.

    • ¿Has visto a Claudinita
      cómo ha acabado? En compañía de los
      perroflautas. Blasfemando contra la patria, nosotros, y
      encima…- contesta a su compañero Bill agarrando la
      porra con dureza.

    • Las tías son unas putas, y
      estás de la manifestación más- contesta
      Bill escupiendo antes de cerrar sonoramente la visera del
      casco.

    • Los gritos de la famélica
      legión de los perroflautas- antisistema , retumba
      entre los edificios históricos del triste centro de
      Madrid. La mañana es calurosa, tan soleada que cansa.
      Charly pierde la imagen de su ex entre la masa. La misma que
      se ha quedado con la mitad de las cuentas bancarias, con una
      pensión, los amigos, y le obliga a soportar a su hija
      los domingos, navidad y vacaciones.

    • Los manifestantes reivindican sus
      insensateces libremente por la Plaza Sol: que se recoja en la
      constitución el derecho a la fiesta y la felicidad de
      los ciudadanos, la paz permanente entre las naciones, el amor
      a la tierra, al aire, al agua

    • El sargento de esa brigada de la
      policía nacional sale de una furgoneta. Acaba de
      recibir las últimas ordenes del ministro del interior.
      Su rostro grave de hombre de ley va descubierto mientras pasa
      revista entre sus huestes parapetas entre las furgonetas
      azules tuneadas con colores del fuego: rojos y amarillos que
      danzan el baile gitano de la danza del fuego por la
      chapa.

    • Las ordenes son dejar concentrarse a
      los civiles frente al congreso. De momento las porras
      tranquilas y no responder a provocación. De acuerdo
      señoritas. ¿Me habéis comprendido
      pandilla de maricones?

    -Si – responden al unisono bajando y
    levantando la cabeza los agentes. Un casco sigue mirando perdido
    a la masa de borregos.

    • ¿Pero que coño pasa
      contigo? Es que tu papa y tu mama son hermanos, eh
      gilipollas? Me entiendes cuando te hablo. Déjame ver
      tu cara, levanta ese puto casco maricón- le grita el
      sargento.

    • Chrly levanta la visera del casco.
      Asoma su cara morena y arrugada señal de que es hijo
      de agricultores de albacete.

    • Recibe del sargento un puntapié
      pedagógico que le hace bajar la cabeza al
      estómago, el lugar de donde nace el hambre. Quedan
      contemplándose rostro con rostro cuando el sargento le
      levanta la cara con la vara de abedul, la misma que utilizan
      moros y cristianos para amaestrar a las mujeres. Charly hace
      gesto afirmativo de comprensión.

      Fallece la luz parpadeante del bar
      alegría de la huerta que ilumina las estampas
      demacradas, desorientadas de la paupérrima clientela
      abatida sobre la barra.

      -La ha diñado-comenta un gitano
      integrado que trabaja en la empresa de basuras municipal
      levantando el cogote hacia la bombilla del techo.

      Renqueante eructa , se mueve levitando
      por el aire sinusoidal la tripa de hipopótamo del
      mesonero. Camina tras la barra hasta llegar a una esquina.
      Flexiona sus piernas grasientas de paquidermo produciendo
      pliegues, ruidos y bultos en su pantalón levis que
      desciende cómo la marea dejando ver el bosque negro y
      peludo de su culo. Recoge un grueso cirio y lo enciende
      apostólico y romano.

      La televisión ilumina el
      tugurio. De una claraboya polvorienta entra la luz diurna
      difusa que deja ver al personal.

      La puerta acolchada de negro se abre y
      entra una mujer con ojeras . Surge fantasmagórica y
      trasnochada vestida con abrigo largo y grueso de color verde
      que le llega hasta las rodillas pese a estar a más de
      25 grados de temperatura.

      -50 monedas- grita hiposa y con
      temblores alcohólicos en las manos. El iris pardo de
      sus ojos se refleja a intervalos junto el parpadeo de las
      cerezas, las campanas, los limones que ruedan iluminosos
      dentro de la máquina tragaperras que alimenta. Las
      ojeras amoratadas se desprenden cómo cataratas por la
      cuenca de sus ojos apenados. Se escucha unas risas y
      algún comentario jocoso.

      -¿ Qué has dicho?- agarra
      a Pablo que es el más cercano a ella del hombro
      violenta, acostumbrada a ser una mujer despreciada que se
      tiene que defender a golpes.

      -Yo no he dicho nada tía loca-
      le responde ante la risa colectiva que estalla junto a la
      suya. Ella mirando en todas direcciones empieza a reír
      y sigue jugando.

      De la máquina salen
      inextinguibles luces, destellos, relampagueos y un sin fin de
      ruidos graciosos que estimulan a la mujer. Ojos avarientos la
      acechan cuando suena la canción de Elvis "viva las
      Vegas" y caen 20 euros.

      -Voy a mear- dice Claudinita a su novio
      que habla del Ramma Ramma Dalai Lama en la plaza de Sol a su
      grupo de amigos.

      La Plaza Sol está tomada por
      millares de cabezas de manifestantes: desarropados, budistas,
      estudiantes, futuros pobres. Ellos son los llamados a ser
      víctimas de la represión por salir a las calles
      sin ideología, ni más miras en su verborrea que
      la constitución española, la
      civilización anglosajona, junto el infame bagaje
      cultural de la universidad que genera impertinentes
      sabelotodo. Patanes sin personalidad, criaturas
      egoístas sin valor ni honor ,incapaces de interactuar
      con otro ser humano que no sea un inferior del tercer mundo
      de color negro.

      Claudinita mira a su alrededor, observa
      incontinente el ganado rastafari y canino extendido por
      doquier en el suelo de la plaza formando pequeños
      rogles donde discuten sus porquerías político
      hedonistas pornográficas con sus compañeros de
      lucha que portan camisas del Che, gafas de pasta negra, y
      actitudes místico ascéticas.

      Cuidando no pisar a los farandules del
      lugar, sonriendo y pidiendo mil perdones acompañados
      de abrazos y besos cuando se producen los inevitables
      pisotones, camina cruzando las piernas, casi sin aguantar
      hasta medio ocultarse detrás de las furgonetas de la
      policía nacional. En posición de mona se baja
      las mallas, se quita la compresa, y mea observa sin darse
      cuenta por su ex marido y sus amigos que se ríen. Ella
      le dirige una agradable y más que merecida
      peineta.

      La boca de varios asistentes, sentados
      delante de las furgonetas se llenan de blanca espuma de la
      cerveza agitada que beben entre carcajadas almorzando
      bocadillos comprados en el open cord.

      -Mirad, mirad- un joven con gorra roja
      de telepizza agita una cerveza y la coloca en su entrepierna
      mientras abre de la anilla.

      !Oh insensatos manifestantes que no
      deseáis otra cosa que un mundo egoísta repleto
      de mundanos placeres carnales, que os negáis a que la
      vida sea un camino de espinas que se ha de chafar,
      cómo lo fue el de vuestros heroicos abuelos que
      lucharon en la guerra civil! Oh demócratas, tiranos
      mil veces peor que Julio Cesar, Nerón, Caligula, o
      Juan Carlos I.

      Un bote de cerveza sale disparado
      girando sobre si mismo por el cielo azul infinito de Madrid.
      Las cámaras de Antena 3 siguen su trayectoria por la
      plaza.

      -Paf- el mundo observa a través
      de la TV cómo le cae al sargento la cerveza mientras
      arenga a sus tropas desanimadas por no actuar , ya que desean
      medallas ganadas a base de ostias dadas a civiles.

      Les va a comunicar las nuevas del
      ministro que desea el aplastamiento de los
      sublevados.

      La boca redonda y abierta del sargento
      deja escapar entre los diente un histérico: Noooo,
      Nooooo. Se limpia el rostro manchado del amarillo liquido
      perfumado de fermentos vaporosos
      alcohólicos.

      Camina hacia los manifestantes. Tras
      él, el pelotón le sigue pegándose golpes
      en el pecho heridos en su amor propio. Sienten la ofensa de
      su caudillo cómo la suya propia.

      Los manifestantes
      retroceden.

      -Ha sido un accidente, mira tío
      lo sentimos- dice un joven perroflauta al
      sargento.

      -Sacad las porras- ordena. La falange
      bien constituida, a una sacan las negras trancas morcilleras
      que acarician con la palma caliente de las manos.

      El dedo índice del Sargento se
      desliza marcial cortando el aire desde su punto máximo
      vertical por encima de su cráneo hasta la cintura. Las
      botas rechinan sobre las baldosas. Las porras blanden el aire
      ruadas y frenéticas. Susurran con su silbido
      aéreo hasta llegar a la carne que lanza bramidos por
      todos sus poros. Cabalga por la Plaza Sol la sombra del
      jinete descuartizado, devorado por los gusanos, repleto de
      polvo de Atila sembrando el pánico, la indignidad, la
      humillación y el dolor. Labios pintados de las
      adolescentes son reventados. Desprenden regueros de sangre
      que gotean. Patadas certeras dadas por las botas de punta de
      acero se enseñan en los estómagos blandos.
      Cascando los tobillos derriban a través de barrido a
      cuerpos civiles que rebotan en el suelo. Las melenas de las
      mujeres son aferradas cómo las correas de las yeguas.
      Se tira de ellas. Gritan, lloran, suplican, pero no hay
      piedad, porque España se rompe. Las porras se hacen
      hueco entre la masa tumefacta repleta de hematomas. Venas
      rotas afloran cómo charcos después de la
      tormenta en las carnes dejando la señal del golpe para
      que los agentes reciban medallas. Avanzan ufanos, gloriosos,
      entre la masa inerme, paralizada, chafada entre ella misma.
      Los mil colores del arco iris que desean la paz, la igualdad,
      la democracia y la fraternidad, por fin son derribados entre
      estrepitosos quejidos de dolor. Allí se ve a una joven
      con la cadera destrozada, allá un rastafari patas
      arriba, otro subido a una farola y lanzado hacia abajo por
      una pelota de goma, un viejo de laureados cabellos
      arrinconado en una verja mientras la certera porra del
      nacional lo muele a golpes. Ah, el horror, el horror, y la
      gloria que da medallas.! Los sacrificios que debe hacer un
      pueblo para amar a su presidente Rajoy! Algún
      día lo entenderán. Los chillidos se suceden,
      las pelotas de goma sacan varios ojos. Los cuerpos apestan a
      sudor, a hormonas segregadas por el miedo. Amantes
      contusionados se abrazan en el suelo entre humo, carreras,
      golpes. El horror, el horror.

      -Coño, la que está
      cayendo en Madrid , otra cervecita y no cambies de canal por
      favor- le pide Pablo a la rumana que le sonríe y
      obedece dejando el mando a distancia sobre el
      frigorífico.

      -Bingo- grita la ludópata
      levantando los brazos. La música de la tragaperras
      canta y pare monedas. Elvis agita la cadera descoyuntada
      mejor que el Rey Juan Carlos tras una cacería de
      elefantes. Los parroquianos abandonan la silenciosa
      visión de la TV para envidiar a la ludópata que
      ha ganado otros 20 euros más . Pide la agraciada un
      carajillo sin quemar.

      Charly lleva de la oreja a un gitano
      que gruñe cómo un cerdo:

      -Auiñ, auiñ, auiñ,
      que llamo a mi primo el Josele- barrunta el
      demócrata.

      A escasos metros ve charly a Claudinita
      mordiendo la pierna de Billy. Las cámaras de antena
      tres son testigos del ataque a los agentes por parte de los
      violentos antisistemas. El mundo suplica mando dura a Rajoy
      para un pueblo, el Español, que confunde libertad con
      libertinaje. Charly deja sin rematar la faena con el gitano y
      abriéndose paso entre más de 100 perroflautas
      que golpea sin dejar costillar sin saludar.

      -Ahora te vas a enterar de quien es
      Charly, so puta- le dice a su ex agarrándola del pelo.
      La levanta del suelo.

      Charly no- le responde ella que ha
      reconocido la voz de su ex. La mano cubierta por un grueso
      guante negro de Charly empieza a estrangular
      sádicamente el cuello delgado de Claudinita. Ella
      mueve cómicamente los brazos tratando de agredirle,
      aunque le falta más de dos palmos para rozarle
      siquiera el uniforme. Pasea sus preciosos ojos verdes por la
      plaza. Balbucea de forma inaudible: Ayuda, socorro, meidei,
      meidei, mi ex me mata, muero.

      -Calla, te van a oír- le dice
      pegándole una patada en el abdomen que le hace vomitar
      sobre el guante. Grumos espumosos y viscosos salen de su boca
      maloliente. Charly extasiado, excitado aprieta más y
      más hasta tirarla contra el suelo cómo si se
      tratará de un clinex. El cuerpo de Charly forma un
      arco, y en movimiento elíptico hace una curva la porra
      que se estrella contra la espalda de Claudinita. Ella
      reacciona sin apenas fuerza reptando por el suelo semejando
      una víbora. Su rostro no se reconoce, pegado el pelo
      sudoroso a las mejillas ennegrecidas de los golpes. Su antes
      delgado cuerpo, ahora parece un saco, hinchado de los golpes.
      El sargento oculto en la furgoneta capitana donde monitoriza
      el combate da ordenes de repliegue y captura de prisioneros.
      Toma nota de la gran actuación de Charly, ganador de
      medalla. Arrastrándose Claudinita lucha por
      sobrevivir. Charly le da una tregua, la sigue viéndola
      arrastrarse. Ella solo ve algo borroso, criminal, asesino. Es
      la bota de Charly pegada a su boca.

      • Charly no lo hagas, piensa en tu
        hija, Charly, no…- susurra. De un golpe la silencia.
        Ella pierde el conocimiento cerrando lentamente los ojos.
        Un par de perroflautas caen sobre Charly. Antena tres
        recoge el momento del atentado a la autoridad. Charly cae
        al suelo, pero se levanta. Ya en pie de un golpe le rompe
        la ceja a uno de sus agresores, un inmigrante peruano. Al
        otro lo deja inconsciente pegándole un golpe en la
        traquea.

      • ¿Unas pastitas para
        acompañar la tisana?- pregunta Rouco Vadela a
        María Dolores de Cospedal asomados a una terraza
        de Sol. Cospedal hace noble gesto de agradecimiento
        flexionando la pierna izquierda graciosamente, y bajando
        sumisa ante el santón la peineta que engalana su
        tradicional y evocador recogido de pelo,
        otorgándole gracia, castidad y elegancia a la
        vicepresidenta, así cómo su conjuntado
        vestido de luto. La criada ecuatoriana ataviada con cofia
        sirve el azúcar a la vicepresidenta que contempla
        encantada cómo una joven de menos de 17
        años deambula exhibiendo los pechos. Su camiseta
        ha sido desgarrada por la policía. Los pechos de
        la púber apenas desarrollados están
        cubiertos de sangre que emana desde la cabeza. Cuerpos
        retorcidos, semejantes en pose al momento a que Laocoonte
        estaba siendo devorado por una serpiente marina, afloran
        por el suelo. El reloj de Sol da monótono, viejo,
        cansado, las campanadas. Los manifestante empiezan a
        escapar por un hueco hacia Atocha.

      • La mitad de vosotros detener a los
        heridos de la plaza, el resto continuad la
        persecución hasta sacarlos de Madrid- ordena el
        sargento desde el Walkie talkie. Los agentes se
        concentran en el centro de la plaza un par de minutos, y
        se dividen ordenadamente. Unos con cuerdas y aceradas
        esposas arrastran cómo reses abatidas por la plaza
        a los heridos. El resto, igual que perros de presa,
        incansables continúan el acoso. Abren fuego con
        las escopetas de goma alcanzando las espaldas de los
        cobardes rebeldes que huyen.

      • Cupones, cupones- un ciego de la
        once entra en un bar de atocha donde parados, vagos,
        picaros, gitanos se congregan en reunión
        clandestina.

      • El otro día no toco ciego de
        Gondor- recrimina un farandul castellano acentuando su
        castizo léxico con boina, barba de tres
        días, chaqueta de pana y palillo entre los
        dientes.

      • No te chatees Celestino que siempre
        toca. Buena Suerte Durruti te trae un capicúa.
        Compra, que toca el 2734- le dice el ciego
        dirigiéndose hasta donde se encuentra el chulapo.
        Blande el bastón entre las patas de las
        sillas.

      • Quitándose el palillo de los
        dientes el chulapo replica- El 2734 no es
        capicúa.

      • Pues sera palíndromo. Queso
        y vino para un ciego mesonero- vocifera el ciego de
        Gondor

      • derribando varias cerveza de la
        barra con el bastón.

      • ¿ Qué algarada es
        esa?- pregunta el mesonero viendo temblar las ventanas
        del establecimiento seguidas de un ruido de voces,
        pitidos, golpes que llegan cómo jinetes del
        Apocalipsis.

      • Bum, ban, bum, un cristal se hace
        añicos y una pelota de goma cae sobre la tapa de
        queso del ciego que la mastica escupiéndola
        furioso entre insultos al mesonero.

      • ¿Qué broma de mal
        gusto es está a un pobre ciego?

      • Buena suerte Durruti, para tus
        bastonazos, no los dirijas contra este humilde mesonero
        inocente- le pide protegiéndose con una
        sartén el buen mesonero.

      • Los antisistemas empiezan a entrar
        escondiéndose entre las mesas. Los clientes se
        aterrorizados increpan a los antisistemas a los que
        golpean. Los antidisturbios entran pegando a todo el
        mundo.

      • A Buena Suerte Durruti no le sirve
        de protección sus laureados cabellos de emperador
        romano, ni sus ojos blancos sin vista de busto imperial.
        Recibe tres golpes en los lumbares que le hacen bailar
        graciosamente. Blandiendo magistralmente el
        bastón, atiza tal golpe en la celada de un agente
        que se despedaza. Al segundo bastonazo le abre la cabeza
        desparramando sus ligeros sesos por la barra del
        bar.

      • Varios compañeros del
        fallecido se lanzan en tropel contra el invidente
        dándole tal somanta de palos que supera a todas
        las recibidas en la practica de su mezquino oficio,
        incluido la iniciación en la once. Los golfos, los
        chulapos, las golfas del bar son atrapados por la
        policía de semejante manera a la del afanoso
        pescador, allá en las hermosas, azules y
        tranquilas aguas del mediterráneo catalán.
        Cuando lanza el marino sus redes de pie, montado sobre un
        pequeño bote con mástil de vela triangular,
        y las recoge al instante repletas de todo tipo de pescado
        que se agita ya sobre el suelo del bote. Entonces levanta
        el ancla y navega triunfador sobre las blancas olas con
        él sobre el puente gritando el nombre de su amada
        que le espera en la playa enarbolando la bandera
        cuatribarrada junto a otras mujeres de hogar. Los
        farandules y manifestantes son montados a los furgones
        coleando, dándose empujones , golpes a las chapas,
        aullan, silban, gritan el nombre de sus mujeres,
        familiares, organizaciones políticas para que les
        saquen de esas redes.

      • Desperezándose Pablo sale
        del alegría de la huerta. La ludópata se va
        al bingo después de perder más de 100
        euros. Solo conserva 20 euros. En las calles de Vall
        d´Uixó los chonis, los canis, cantan
        flamenco.

      • Vaya una gota- se dice Pablo
        mirando al cielo tras limpiarse la gota que le ha
        caído en la cabeza. Unas nubes blancas y
        algodoneras, tan bajas que pasan a través de los
        picos de las montañas se van concentrando. Una
        furgoneta para junto a la ludópata y le invita a
        subir.

      • Ella se resiste, el conductor
        asombrado de su decencia le enseña un billete de
        20 euros.

      • ¿Pero que te piensas
        guarro?- Le chilla. El conductor la manda a la mierda y
        se va.

      • Espera, espera- llama al anciano
        que acaba de meter la primera. Este frena, abre la puerta
        y ella sube sin decir nada. Se alejan hacia los caminos
        de naranjos que rodean el valle repleto de torrenteras,
        vaguadas, terraplenes y barrancos. Pablo sube calle
        arriba feliz y contento a su casa deseando que pasen las
        dos semanas que le faltan para cobrar , y disfrutar por
        fin de la vida mediterránea: ausencias de
        quehacer, de prisas, buena comida, vistas la mar, clima
        cálido, mujeres hermosas, buen vino. La tormenta
        empieza a descargar. Una tromba de agua cae cómo
        una cortina transparente y espesa de color blaquiazul.
        Arrasa ribazos en la montaña, derriba algarrobos,
        forma cascadas entre los escombros del monte, empuja a
        los coches estacionados por las calles hasta estrellarlos
        contra muros u otros vehículos.

      • La ludópata atrapada con el
        anciano en un campo de naranjos después de hacer
        el amor sobre una acequia sube a la C-15. Arranca el
        vehículo patinado las ruedas delanteras sobre el
        barro en el que hunde. Consiguen salir, aunque no ven por
        donde van. Poco a poco se van metiendo por un torrente
        sin saberlo. El agua cubre las ruedas y se va
        introduciendo sigilosa por el chasis. El motor se para,
        ambos gritan. La ludópata intenta escapar pero la
        presión del agua no se lo permite. Se agarra al
        anciano entre gritos de: quiero vivir. La furgoneta
        montada en una ola se eleva. Cae ruidosamente girando
        sobre si misma cómo una peonza al medio del
        barranco. Durante más de media hora entre rayos y
        truenos navegan velozmente ladera abajo hasta ser
        engullida por el mar.

      • – Brinda conmigo Mireya, hoy es un
        día especial, he cobrado la renta garantizada. Si
        quieres te puedo llevar a un sitio especial- susurra
        Pablo a la rumana del alegría de la huerta. En la
        televisión las noticias de Antena Tres emiten
        imágenes de las condecoraciones a la
        policía por su represión en la Plaza de
        Sol. Charly de gala sube al estrado.

      • Cupones, cupones- el ciego de
        Gondor entra en una taberna de Madrid. Una mujer con la
        cara deformada por los golpes toma un café. Llama
        al ciego y compra un cupón.

      • Toma preciosa, el 4756. Es
        capicúa, te tocará seguro. Es tu día
        de suerte- le dice el ciego palpando las
        monedas.

      • Quiero agradecer está
        medalla a mi ex, Claudinita, sin ella no la abría
        podido conseguir- agradece Charly ante los
        micrófonos. La infanta Elena aplaude con fervor
        junto el ministro el interior y los
        asistentes.

      Claudinita paga el café. Camina
      en dirección a Atocha. Baja las escaleras de la
      estación. Observa la luz ciclópea de un tren
      que llega y se tira.

      Angelillo de Uixó.

      Fotos angelillo de Uixó y otras
      de distintas fuentes google images.

       

       

      Autor:

      Ángel Blasco
      Giménez

       

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter