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Leyenda del Mayabeque (página 2)



Partes: 1, 2

Durante el transcurso del siglo decimoséptimo,
prosiguió la obtención de los terrenos
próximos al territorio que nos ocupa: en 1671 Juan de la
Gama o Agama fundó la hacienda San Julián; en 1679,
el corral San Antón fue propiedad de Luis Justiniani
Osorio; Tiburcio Díaz Pimienta había adquirido
desde 1633 el Cajunagua; y Luis de Soto El Cangre desde
1629… También aparecieron otros apellidos de
propietarios, tales como Juan Lemus, Diego González de la
Torre, Hernando Pérez Barreto, Manuel
Antúnez…Así, lentamente prosiguió el
proceso de propiedades, que después se testan, venden,
dividen o fraccionan, etc.

Sabido es también, que nuestro mencionado y
querido río, el mayor de las provincias habaneras,
fonéticamente se confundía con los vocablos
Onicajina o Güinicajina, (que con una amplia gama de
combinaciones, como aparece en los documentos, se escribía
unas veces con "j", con "g", y con "x", y otras terminando o no
con la "l", y en ocasiones con la sílaba tónica al
final o en la penúltima); por otra parte, el prefijo o
apócope de Güinicajina, -en este caso "güini"-,
dio por resultado al nombrado corral Los Güines mercedado a
don Diego de la Rivera el 22 de octubre de 1598

Durante la etapa colonial, los muy variados afluentes y
efluentes de la cuenca hidrográfica del río, tomaba
diversas denominaciones acorde con el sitio, lugar, hacienda o
corral por los cuales transitaba; así, en los anales
aparecen múltiples toponímicos: Bayamo, Bija, Vija
o Rija, Culebra, Mal Potón o Mampostón, de La
Catalina, de los Güines, Ojo de Agua, Yamaraguas, etc.,
etc.

No fue hasta después de mediados el siglo XIX,
cuando el río que desembocaba en la playa llamada de
Mayabeque, en la costa sur de Melena del Sur, tomara el nombre
del "río del Mayabeque", comenzando así a
denominarse en la nomenclatura de la cartografía, con el
patronímico de Río Mayabeque.

Esta amplia cuenca hidrográfica dio lugar al
nacimiento de un amplio territorio que se irradió a lo
largo de la historia colonial, neocolonial y seudorrepublicana,
que forjó raíces de una común idiosincrasia
y una identidad cultural, que se incrementó y
fortaleció con el nombre de una amplia región tras
el triunfo revolucionario de 1959 en el fragor de la
construcción de nuestra sociedad socialista.

De los once municipios que ocupan territorialmente la
provincia Mayabeque, ocho de ellos están fuertemente
imbricados, y tres han mantenido sólidas relaciones de
todo tipo: corresponden los primeros a Batabanó,
Güines, Jaruco, Madruga, Melena, San José de las
Lajas, Nueva Paz y San Nicolás. Y en los segundos de hayan
Bejucal, Quivicán y Santa Cruz del Norte. Todas
contarán con una digna cabecera capitalina; es
incuestionable que San José de las Lajas posee un amplio
desarrollo de sus fuerzas productivas en diversos planos de la
economía: agropecuario, industrial, y comercial,
además del aspecto cultural y educacional.

Existen muchas expectativas, muy pocas insatisfacciones
y sí muchas satisfacciones. A esta iniciativa decidida de
la nueva división política administrativa le
auguramos rotundos éxitos, ya que gracias a la misma se
incrementará el control, la inspección, la
fiscalización, la desagregación más
equitativa de los presupuestos, uso más racional de las
personas capacitadas, nuevas fuentes de ingreso, incremento de la
fuerza de trabajo con múltiples posibilidades
además de la necesaria optimización de los recursos
con mayor eficiencia, en un amplio territorio con terrenos muy
fértiles, clima benigno, abundantes aguas y una
población muy emprendedora y muy laboriosa. A la provincia
mayabequina le auguramos rotundos éxitos.

¡Soy
mayabequino!

Tras sabios estudios calculados con amplia
lógica, y por muchas razones, celebro la novedosa realidad
que vivimos los emprendedores y laboriosos moradores de las dos
nuevas provincias que se fueron organizando y se crearon ya con
real existencia a partir y desde las doce horas de la noche, –
0:00 horas-, del 1ro de enero del 2011.

Entre los motivos muy principales, la Provincia
Mayabeque, con sus 11 municipios en la nueva y actual
división político-administrativa del país,
se justifica, y mucho que convence por obvias razones
indiscutibles de diversas índoles, sobre todo a saber por
aspectos geográficos, históricos y culturales,
además de sus interrelaciones asentadas por añejos
lazos de raíces identitarias comunes que en realidad las
unen patrimonialmente.

Además, otros motivos justifican la existencia de
estas dos nuevas provincias hermanadas, ya que se optimizan
recursos humanos y fuerzas laborales, económicas y
productivas, y una distribución justa, racional y
equitativa, tanto de sus valores como del presupuesto.

A través de años, el territorio que estuvo
connotado por el apelativo brindado primero por ser una zona
aborigen siboney, bañada entre otras por las aguas marinas
de las playas que tuvo el mismo nombre, y posteriormente
más acuñado por su enorme río que desemboca
en dicha costa, se hizo costumbre masiva y popular, -y por ende
de generalizado uso en todos los aspectos-, y reiterado por todas
las manifestaciones culturales, -por poetas escritores y artistas
de todas las tendencias-, el utilizar el gentilicio del
Mayabeque, como MAYABEQUINO.

Asombra y suena de muy mal gusto, que algunos novedosos
inventores pretendan, de forma forzosa y superficial, poner en
uso un nuevo gentilicio: "mayabequense", el cual atenta contra
los valores de nuestras raíces de la cultura popular
tradicional, contra nuestra identidad, y lo hacen por puro
regionalismo, chovinismo u snobismo.

Es por todo esto que me uno al clamor de nuestros
habitantes, y saludamos nuestra nueva Provincia MAYABEQUE, y digo
con ellos, con justo y merecido orgullo: "¡SOMOS
MAYABEQUINOS!".

-Caballo: aunque, -cosa que me alegra-, suene a EQUINOS,
pero… ¡somos MAYABEQUINOS! (SIC).

Acerca de la
identidad mayabequina

Para adquirir conciencia sobre si mismo, el
hombre precisa concientizar primero las raíces de los
estados emocionales y conductuales los cuales, combinados con el
sistema de costumbres y tradiciones, definen la personalidad
social del individuo o al conjunto de ellos.

Siguiendo estos caminos se arriba a la conclusión
de que somos unos en tanto nacionalidad, y al propio tiempo
diversos, como individuos insertados en espacios
geohistóricos diferentes. Esa es la concepción
prístina del Universo (según la etimología y
la semántica), lo diverso en lo uno.

La especificidad dentro de lo homogéneo
está determinada por la concomitancia de factores que
atañen tanto a la propia geografía
específica del lugar, como a las peculiaridades de su
poblamiento, o sea, a su historicidad factual como núcleos
político-administrativos.

Estos rumbos indagativos nos conducen a tipificar tres
niveles de relación al aludir el perfil psicosocial del
cubano .Dichos raseros son:

– el macrocomunitario (espacio nacional) ,

el mesocumunitario (espacio provincial), y

– el microcomunitario (espacio regional
específico).

A la vera de las reflexiones anteriores se deduce un
presupuesto teórico: la identidad sociocultural, en tanto
objeto de estudio, debe ser abordada desde dos perspectivas bien
diferenciadas, pero interrelacionadas
armónicamente.

Las dos opciones antedichas, pueden enmarcarse en las
dos cláusulas siguientes:

1ra.- lo que nos iguala y convierte en cuerpo social
único y semejante, y

2da.- aquello que nos especifica e individualiza del
conglomerado comunitario al cual pertenecemos..

Por tal motivo, para conceptualizar acerca de identidad
en los términos antes planteados, deben descomponerse y
después sintetizarse los caracteres étnicos,
psicológicos, sociológicos y culturales de la
comunidad humana foco de atención, concebidas estas
cualidades tanto en su unidad como en su diversidad.

Tal empeño impone serios retos, pues la
literatura local carece de un enfoque sistémico sobre el
asunto. Urge, por consiguiente, dilucidar un prontuario de temas
que permitan diseñar el perfil sicosocial del
güinero, como eslabón del complejo sociocultural
llamado mayabequino.

La tarea antes enunciada escapa al propósito de
estos apuntes tanteadores, que sugieren, más que afirman,
aristas tipificadoras de la conducta sociológica y social
del poblador de esta huerta, la principal perla de la diadema
mayabequina.

Insistimos en esta expresión generalizadora,
ligada al río que marcó el curso del poblamiento
regional, porque más que un tipo genérico
güinero, buscamos aquello que nos define como miembros de
una comunidad supraadministrativa llamada Mayabeque.

Aclarada la inquietud insinuante de las acotaciones que
siguen, estamos en disposición de ir al diseño de
un perfil caracterológico del güinero (mayabequino).
Antes, es necesario reiterar el carácter tanteador de
estos apuntes, pues no se pretenden dictar afirmaciones
conclusivas.

La cubanía cultural se asienta en la
simbiosis de influencias diversas, destacando la europea
española, la africana y la asiática. Las dos
primeras dejaron huellas más hondas en la
composición demográfica güinera, porque si
bien es cierto que un nutrido grupo de coolíes chinos
trasegó por estos lares, predominó en ellos la
conducta trashumante, una vez manumitidos de sus obligaciones
contractuales.

La herencia española se localiza en muchos rasgos
del comportamiento social del güinero, no obstante que con
el tiempo se han venido deteriorando algunas costumbres, y el
impacto del período especial ha puesto en crisis muchos
paradigmas conductuales.

Las normas de cortesía y hospitalidad de los
primeros habitantes de esta comarca y sus descendientes, es un
remanente de la forma de ser española. Un viajero
norteamericano, John G. Wurdemann, hacía notar esa
influencia de la "cortesía española " que hace a
todos los habitantes de la Isla "hospitalarios y bondadosos"(1).
El médico norteamericano que suscribió esos
apuntes, visitó la villa de Güines y fue objeto de
las atenciones de los convecinos.

Otro atributo de nuestra hispanidad tiene que ver con
los hábitos alimentarios: un desayuno frugal, un almuerzo
más reforzado y una cena temprana, generalmente hacia el
atardecer.

Aprovechemos este momento para anotar que Güines no
posee, (al menos reconocido oficialmente), un plato típico
autóctono, sino que incorporó a su menú
tradicional las propuestas elaboradas en otras regiones. Claro
que cuando se trata de fechas señaladas, tiene sus
predilecciones, como son el arroz moro o congrí (la mayor
de las veces mal llamados así o confundidos), la carne de
cerdo, asada o frita y la yuca hervida con aliño de
aceite, naranja ácida y ajo.

Al entresacar estas hilachas sobre nuestros
orígenes, es oportuno recordar que al poblamiento inicial
de los hatos y corrales mercedados entre los quinientos y los
seiscientos, siguió un período de
intensificación del colonato ibérico, aunque
también llegó mucho isleño hispánico
procedente de Islas Canarias.

El labriego insular y su descendencia cubrió de
vegas de tabaco las tierras de Güines y nos dejó como
herencia laboral el machete y la guataca de cabo corto, entre
otros implementos. Incorporó además al perfil
personológico del lugareño, su honestidad,
disposición laboral, espíritu de pequeño
propietario y rebeldía congénita.

Desde el punto de vista puramente cultural, el canario
nos legó el apego a la décima, cánticos de
cuna, serenatas e himnos laborales. La espinela, acriollada en
las improvisaciones del campesino de origen canario, venía
a ser – según señala Jorge Ibarra- "la
expresión más idónea de su enraizamiento en
la tierra y en la naturaleza de su existencia cotidiana. Su
trasfondo lo constituía la ideología campesina
espontánea que se había formado progresivamente en
la soledad de los vegueríos y sitios de labor, verdaderos
islotes dentro de las vastas sabanas de los hatos de la clase
terrateniente.(2)

A partir de esta conciencia presentista e improvisadora,
pueden explicarse otras características del
lugareño, como son sus inclinaciones por el jolgorio
(guateques) y la disputa, no importa el tema de esta
última siempre que de polemizar se trate. La
combinación de ambos rasgos de la personalidad local
explica la preferencia por la controversia campesina.

No puede olvidarse en este recuento aproximativo, la
conversión del gran veguerío territorial en un
extenso manto de caña de azúcar. El llamado "boom"
azucarero en el crucero de los siglos dieciocho y diecinueve,
implicó el aumento de la población africana, con la
introducción de mano de obra esclava.

En este abigarrado proceso de poblamiento, se fueron
mezclando las costumbres, los cantos, los bailes, la narrativa
mágico-religiosa, entre otras formas de expresión
cultural que trajo el esclavo desde su patria natal.

La marca africana se hizo notable no sólo en sus
reflejos puramente semánticos, al cambiar la
coloración epitelial de los güineros, antes bien, el
mayor impacto se produjo en las proyecciones conductuales de este
pueblo mestizo por mandato histórico.

De esta suerte nos hicimos rumberos por excelencia, pues
en el barrio de Leguina, núcleo primigenio de la Villa,
quedó atrapado para siempre el retumbar de los tambores
que en Día de Reyes y otras festividades se dejaban
escuchar.

No por accidente , Helio Orovio puede señalar una
temprana presencia de buenos rumberos en Güines ,"donde se
daban grandes rumbas en el barrio de Leguina, y donde hubo
columbianos como Frijolito, Tutuyo, Jacinto y Jorge
Zaldívar".(3)

También Leonardo Acosta ha reparado en la
preeminencia de la rumba en Güines cuando escribe:" en el
siglo actual la rumba es una música eminente urbana y
suburbana, concentrada sobre todo en Matanzas y La Habana (sin
olvidar a Guanabacoa, Regla, Marianao, Güines…)". El mismo
autor menciona entre "los rumberos más destacados" a El
Guinero y a Arístides Soto (Tata
Güines).(4)

En este ambiente se cultivó la fértil
imaginación de Gonzalo Ascencio, (Tío Tom) el mejor
y más prolífico autor que ha dado nuestro
país en esa popular variante de la rumba que se llama
guaguancó .Ascencio residió en Güines en la
década del cincuenta en una casa de la antigua calle Reina
(actualmente avenida 91).

Necesariamente, sólo en medio de una
atmósfera rumbera como la descrita, pudo nacer como
artista el versátil guitarrista José Ángel
Navarro Izquierdo, que con su original técnica
"armónico apagada mano izquierda" pretende incorporar el
sonido de los tambores a la guitarra. El propio intérprete
confiesa haber despertado su "instinto" musical escuchando mucho
toque de tambor en fiestas populares y religiosas de la
localidad.(5)

En el cuerpo lexical del güinero también
quedaron incorporadas expresiones propias de la jerga afrocubana,
tales como los vocablos "abicú", "cuerú" y
"zapatú", entre otras. Dichas expresiones se emplean en
esta zona con mayor frecuencia que en cualquier otra, y en muchas
se desconocen.

A los ancestros africanos adeudamos el culto a la Santa
Bárbara, deidad del Santoral Católico que en Cuba
se sincretizó con Changó, orisha del panteón
yoruba.

Fue obra de la perseverancia y el fervor de las
dotaciones de negros esclavos, en especial del cabildo
lucumí, que se entronizara en Guines la devoción de
esta divinidad mítico-religiosa, en su versión de
Santa Bárbara-Changó, por encima e incluso, de San
Julián y San Francisco Javier, patrono y copatrono de la
Villa respectivamente.

Un cuarto factor nacional completa la mixturación
étnica-cultural que conforma la identidad güinera:
los yucatecos, introducidos en Cuba como mano de obra barata, en
condiciones de semiesclavitud.

La huella de los indígenas mexicanos es apenas
imperceptible, pero indagaciones futuras quizás revelen
mayores puntos de contacto.

Una señal promisoria, o al menos una pista para
continuar las indagaciones, es el empleo del término
"caniques" para identificar el juego de pequeñas esferas
de cristal llamados "canicas" en el más puro castizo, y
que en otras zonas del país de conoce simplemente como
juego de bolas.

No es este el único mexicanismo incorporado al
habla cotidiana del güinero. Aquí se acostumbrar a
utilizar la expresión " la contra", en lugar del
término español adehala (propina). También
hay otros préstamos del léxico nahua (aguacate,
tomate, chocolate, sinsonte, entre otros), que resulta muy
difícil de precisar el momento y vías de
adopción, pero que están insertas en el lenguaje
coloquial y literario del güinero.

La presencia mexicana en la zona es mucho más
amplia de lo que a primera vista parece, pues no es
únicamente la huella del jornalero yucateco, sino una
relación más plena de interinfluencias. No debe
extrañar, por consiguiente, que algún viajero
anotará en sus apuntes, la presencia en el mercado de lo
localidad de varias aves de "plumaje verde claro y cabezas
amarillas traídas de México"(6).

Tampoco sorprendería conocer que en la primera
mitad del siglo XIX, uno de los ingenios azucareros de la zona,
llevase el nombre de "Nuestra Señora de Guadalupe", la
patrona de México. Actualmente el sitio conserva la
toponimia y es un residuario arqueológico.(7)

Otras señales de la presencia azteca en
Güines, es la existencia de dos mexicanos domiciliados en la
villa hacia los años cuarenta del siglo XIX, don
Andrés Claro Rodríguez, próspero
comerciante, propietario de la tienda "La Miscelánea" y el
médico Francisco Havá, vacunador oficial de la
gobernación .(8)

Probablemente, a través de este contacto
sistemático con los naturales de México, fue
echando raíz en la localidad algunas de sus costumbres,
como la afición por las lidias de gallos, verdadera
pasión en el territorio y el hábito de dormir en
hamacas que adquirieron algunos campesinos de la
localidad.

La amalgama de etnias, costumbres y sicologías,
entremezcladas y mixturadas, fue conformando un conglomerado
social homogéneo dentro de la microcomunidad, aunque no
por ello monolítico. Siempre existieron diferencias
socioclasistas y celos interraciales. No obstante, con
independencia de algunas sublevaciones de esclavos en los
años cuarenta del siglo XIX, el conflicto nunca
llegó a desembocar en grandes tragedias sociales que
crearan un abismo insalvable entre ambos componentes
étnicos.

En realidad, desde el mismo ochocientos existió
una tendencia más bien a tolerar las ansias de
superación de la raza negra, siempre y cuando no
trasgrediera los límites establecidos para su
desenvolvimiento, y siempre que manifestasen un actitud
asimiladora de la llamada "cultura blanca". El viajero
norteamericano Wurdemann, autor ya citado con anterioridad,
notaba " monteros y las clases más bajas de
lugareños, con libertad entremezclados con negros y
pardos"(9)

Aún antes de ser borradas las barreras
jurídicas de la esclavitud en 1886, se le permitió
a la clase negra y mulata de la localidad integrarse en
sociedades de instrucción y recreo exclusivas para ese
segmento poblacional. De esa fecha son los proyectos " La Paz" y
" La Bella Unión", por citar los más
antiguos.(10)

La pequeña burguesía mulata y negra, al
parecer fuerte en la zona si atendemos a la connotación
que tuvieron en ella los sucesos de la llamada
Conspiración de la Escalera (11)), imprimió otro
sesgo al perfil cultural del güinero al entronizar el
danzón como el género bailable preferido por la
población.

El danzón, música mulata por excelencia,
fue concebida por Miguel Faílde en 1879, fecha oficial de
sus inicios, y arraigó rápidamente en Güines,
donde el músico de la localidad Nicolás
González ejecutaba y componía danzas largas que
rompían con el formato danzario europeo, e incluso, con el
molde saumelliano. La orquesta de Nicolás González
data de l867.

Años más tarde el danzón echa
raíces definitivas cuando se crea la Orquesta de Pedro
Rojas González en l885. Desde ese entonces hasta el
presente, siempre ha existido en la localidad una orquesta
danzonera vinculada a la familia Rojas.(12)

La sicología del lugareño del Mayabeque ha
sido permeada desde sus orígenes por la propensión
hacia el protagonismo político-administrativo. En
particular este sentimiento está muy arraigado en la villa
de Güines. Téngase presente que en el deslinde de los
siglos XVIII y XIX la zona alcanzó gran prosperidad
económica, gracias a la presencia de importantes intereses
capitalinos en la producción azucarera local, empezando
por la figura del protocapitalista de la hora, Francisco Arango y
Parreño, propietario del ingenio " Las NInfas". Pero no
sólo era el Marqués de la Gratitud, también
invirtieron en estos lares Nicolás Calvo de la Puerta,
dueño del " Nuevo Holanda", Pedro Pablo de OReilly ,
propietario nominal del " Alejandría"(13) y don Luis de
las Casas , flamante rector del ingenio "Amistad", obsequio-
(soborno, según otros)- de los sacarócratas
occidentales al Gobernador General de la Isla.

Además de las propiedades productivas, algunas
encumbradas familias tenían inmensas mansiones campestres,
donde pasaban breves temporadas. La más notoria de estas
viviendas era la llamada "Casa Herrera", perteneciente a Ignacio
Calvo y Herrera, Marqués de Almendares.

Este trasiego habitual de familias ricas por la zona,
favoreció el crecimiento infraestructural de la Villa, que
se urbanizó y contó con las más novedosas
técnicas de producción y transportación,
como el primer ferrocarril de Iberoamérica.

Para proteger tan cuantiosas fortunas, se reforzó
la guarnición militar, lo cual le dimensionó
jurídicamente, convirtiéndose en centro de la
actividad política-militar en la comunidad
mayabequina.

De entonces, Güines es cabecera principal en el
sureste habanero y sus vecinos han tenido siempre sueños
de erigirse en capital de provincia.(14)

El crecimiento económico de la Villa estuvo
acompañado del progreso cultural. Figuras como Francisco
Calcagno, José Trujillo, Fernando Valdés Aguirre,
marcaron pautas en el quehacer científico y cultural de
esos años. Al concierto hay que agregar los aportes de
Nicolás Azcárate, Anselmo Suárez y Romero,
Raimundo Cabrera, entre otros, que sin ser güineros, tienen
una parte de su vida ligada al terruño.

Este desarrollo cultural se ha mantenido de forma
sostenida a lo largo de nuestra historia, unas veces con fases
más distinguidas que otras, pero siempre presentes, con lo
que se ha mantenido la autoestima del güinero.

Conclusiones

Al reflexionar sobre los elementos que conforman la
identidad del güinero,( y del mayabequino, por
extensión), se nos ocurre hacer un alto en los factores
que pueden incidir en obstaculizar el logro de una completa
identidad regional.

Ciertamente, existe en los últimos años un
deterioro de la imagen del lugareño como personalidad
específica dentro del conglomerado provincial y nacional,
diluyéndose los rasgos de nuestra identidad. Al respecto,
consideramos que hay elementos de nuestro devenir
histórico que están impactando en ese diseño
personalizador. Entre ellos se destacan los
siguientes:

a.- un permanente flujo poblacional motivado por
contingencias perentorias, relacionadas con movilizaciones
agrícolas, militares, estudiantiles, laborales y otras,
que han creado una modalidad nueva de absentismo, con el
consiguiente perjuicio y desapego a las costumbres del
terruño y a su sentido de pertenencia, al tiempo de
vivenciar otros hábitos que incorpora a su idiosincrasia
particular.

b.- El proceso migratorio fluctuante o definitorio, que
discurre en dos sentidos, aunque con propósitos similares
: mejorar las condiciones de vida, de trabajo y de
realización personal. Este movimiento incluye tanto a los
naturales del Mayabeque que emigran hacia la capital del
país (o hacia el exterior) como a los naturales de otras
provincias, que se domicilian en la zona como escala para un
futuro asentamiento en la urbe capitalina.

c.- un débil trabajo de las instituciones
culturales y educacionales con relación a las tradiciones
locales, que impone un urgente trabajo de rescate y
consolidación.

No debe olvidarse que durante un largo período
del quehacer cultural y social de la localidad, se suprimieron
tradiciones que ya no se avenían al espíritu de los
nuevos tiempos, pero que no tuvieron su correlato lógico,
en otras que fueran eficaces y reflejaran nuestra
especificidad.

Después de estas disquisiciones con las que hemos
querido fundamentar históricamente algunas de las
características del güinero, se impone recapitular
las principales, con el objeto de perfilar un prototipo de
personalidad local. A saber somos

* un pueblo mestizo, fruto de la entremezcla de varios
componentes étnico-nacionales.

* mítico-religiosos, abiertos a varias
interpretaciones, credos y dogmas.

* devocionarios de Santa Bárbara,
expresión del sincretismo religioso del
güinero.

* fiesteros y buenos bailadores, eminentemente rumberos
y danzoneros.

* ingeniosos, improvisadores y repentistas.

* discutidores, alborotadores y pleiteros.

* localistas, sin que ello dañe nuestro sentido
de solidaridad nacional, amamos al terruño, aunque no
siempre lo exterioricemos correctamente.

* abiertos a la integración racial, no obstante
la presencia de prejuicios racistas en algunos sectores de la
población.

* predispuestos para el quehacer artístico y
literario.

* trabajadores, trashumantes y buenos
caminadores.

*amigos del éxodo cuando encontramos trabas a
nuestra realización personal.

* poseemos expresiones lexicales propias, o adaptadas al
territorio.

Estos son, a nuestro modo de ver, algunos rasgos que
personalizan al güinero., y resume una sugerencia de
caracterización que puede ser enriquecida o enmendada en
posteriores análisis, pero que constituye un punto de
partida para el debate esclarecedor.

Si algunos de los elementos antes apuntados no parecen
ser exclusivos del nacido en esta comarca objeto de estudio, no
nos extrañaríamos, porque como ya dijimos, somos
uno y diversos.

Datos generales
de la provincia

Referencias
bibliográficas

(1) Ver Wurdemann, John G.-Notas sobre Cuba. Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1989. Sobre Güines en las
páginas 6-9, 15-16, 8l-114 y 115-ll7.

(2) Ibarra, Jorge.- Un análisis psicosocial del
cubanao: l898- 1925. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana,
l985. p.l97

(3) Ver: Orovio, Helio.-La conga, la rumba: columbia,
yambú y guaguancó. Ediciones Letras Cubanas, l987.
pp.l4 15

(4) Acosta, Leonardo.- Del tambor al sintetizador.
Editorial Letras Cubanas. La Habana. Cuba. 1989. p.82

(5) La explicación ha aparecido en varios
órganos de prensa, y también una entrevista
concedida por el músico al autor de páginas para un
reportaje radial realizado y trasmitido por la Emisora
Territorial CMBU Radio Güines.

(6) Wurdemann, John G.-ob… cit…, p.9l

(7) Como curiosidad anotemos que en los años
cincuenta, en el tramo comprendido entre Güines y Catalina,
en el fondo de la finca de recreo que aún existe, se
estableció una fábrica embotelladora de agua
mineral que también llevó el nombre de la patrona
de México.

(8) En ambos casos, la descendencia de estos mexicanos
domiciliados en Güines, fueron personalidades prominentes en
la historia nacional y local.

(9) Wurdemann, John G.-ob… cit…,p.113

(10) " La Paz" fue la primera de ellas, aunque no hemos
podido precisar con exactitud su fecha de radicación. "La
Bella Unión" fue fundada el 12 de diciembre de
1884.

(ll) Escapa al objeto de nuestro trabajo el examen de
estos pormenores históricos. Para el caso baste decir que
la represión desatada en la localidad fue reseñada
por la prensa de la época. Dos músicos prominentes
de la hora, el maestro Pepé, sastre, y Nicolás
González (El Sinsonte Güinero), debieron abandonar la
villa. En el caso particular de Pepé, además de
perder sus propiedades, sufrió la pérdida de un
hijo.

(12) Para noticias históricas sobre estas
primeras agrupaciones, sugerimos consultar: Rojas
Rodríguez, Pedro Rafael: Boceto histórico de la
Música en Güines. Imprenta Tosco. Güines,
l945.

(13) Se afirman que los propietarios reales eran el
mismísimo don Luís de las Casas, Gobernador General
de la Isla, quien también era codueño del
"Amistad".

(14) Esta idea no surge con la actual división
política-administrativa. En la prensa local de los
años veinte ya se contempla esta posibilidad, manejada con
astucia por políticos como parte de sus rejuegos
electorales.

BIBLIOGRAFÍA

  • 1. Acosta, Leonardo.- Del tambor al
    sintetizador. Editorial Letras Cubanas. La Habana. Cuba.
    1989.

  • 2. Ibarra, Jorge.- Un análisis
    psicosocial del cubano: l898-1925. Editorial de Ciencias
    Sociales. La Habana, l985.

  • 3. Orovio, Helio.- La conga, la rumba,
    columbia, yambú y guaguancó. Ediciones Letras
    Cubanas, l987.

  • 4. Rojas Rodríguez, Pedro Rafael: Boceto
    histórico de la Música en Güines. Imprenta
    Tosco. Güines, l945.

  • 5. Wurdemann, John G.-Notas sobre Cuba.
    Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989

 

 

Autor:

Lic. Abilio González
González;

Ing. Noel Ascanio Montero

 

Partes: 1, 2
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