Monografias.com > Lengua y Literatura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Aesthetics and Ideology in Latin American Romanticism and Realism



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El romanticismo en
    la literatura latinoamericana
  3. El realismo en la
    literatura latinoamericana
  4. El concepto de
    Nación
  5. La estética
    en la literatura latinoamericana
  6. El discurso
    histórico y político
  7. La originalidad en
    el romanticismo latinoamericano
  8. Interpretación literaria e
    ideológica de autores
    representativos
  9. El Modernismo en la
    literatura latinoamericana
  10. Conclusión
  11. Bibliografía

Introducción

El desarrollo del presente curso nos permitirá
enriquecer la educación y el conocimiento de la Literatura
Latinoamericana, a partir de teorías acerca del
Romanticismo y Realismo, ambos movimientos culturales muy
importantes, que ayudaron a la construcción del concepto
de Nación y a lograr nuestra identidad a partir de la
originalidad. También tendremos la oportunidad de analizar
la Estética e Ideología que se desarrollaron en
ambos movimientos. El Romanticismo y el Realismo son movimientos
literarios que se iniciaron y desarrollado entre el siglo XIX y
el XX. El primero desde 1830 hasta 1880, y el segundo desde 1890
hasta 1935. La estética e ideología que inspiraron
y desarrollaron en el Romanticismo y Realismo de la Literatura
Latino Americana, estuvieron impregnadas de influencias de
distintos movimientos literarios de Europa. Sin embargo, en el
campo estrictamente latinoamericano, existieron causas
políticas, sociales, científicas y religiosas, las
que predominaron para su desarrollo.

El Romanticismo, como nuevo movimiento en la literatura
latinoamericana se da a plenitud, y como primer movimiento
literario en la vida libre de América, con el escritor
argentino Esteban Echevarría (1805-1851) Y con los
escritores españoles Fernando Velarde (1821-1880) y
José Joaquín de Mora (1782-1864). Esteban
Echevarría viaja a París en 1825, donde se siente
atraído por la literatura, en especial por la
poesía, a la que se aferra. Al regresar a Buenos Aires, en
1830, ya es un poeta que admira especialmente a Víctor
Hugo. Por su parte, José Joaquín de Mora, llega a
la Argentina en 1826 y permanece allí hasta la
caída de Rivadavia. Su poesía deslumbra a la
juventud, y se convierte en su ídolo. Otro personaje muy
importante es el tradicionalista peruano Ricardo Palma nacido el
7 de febrero de 1883, cuya obra emblemática es Tradiciones
peruanas (1872). Y en cuyo prólogo escrito por Carlos
Garayar dice: "Como lo dijimos, la generación de Palma
nace literariamente a la luz del romanticismo" (pág.
4).

El Realismo fue posterior al Romanticismo, y tuvo una
vigencia en la literatura latinoamericana de más o menos
cincuenta años. Esta tendencia estética desarrolla
principalmente la narrativa, y con menor éxito, el teatro.
El representante más importante de la narrativa realista
hispanoamericana es el chileno Alberto Blest Gana (1830-1920). Al
analizar la obra de este escritor, vemos como el costumbrismo y
realismo, están presentes en sus novelas. Entre las
más importantes podemos mencionar a Martín Rivas.
Sin embargo, en Hispanoamérica los escritores reciben la
influencia del Naturalismo, especialmente en Argentina. El estilo
y expresión vanguardista del realismo popular, estuvieron
centradas en las obras de los narradores de las décadas
del 30 al 40 del siglo XX, y especialmente centradas en discursos
literarios de la Novela del Realismo Social Proletario, mediante
el cual se refieren a la temática social y a la
búsqueda de la identidad latinoamericana.

El romanticismo
en la literatura latinoamericana

El Romanticismo en la literatura latinoamericana se da
luego que la gran mayoría de países
latinoamericanos logran su independencia. Los distintos
nacionalismos lograron consolidarse, y empezaron a preocuparse
por el establecimiento de estructuras políticas,
económicas, sociales y culturales en concordancia con esta
nueva etapa que se vivía. En esta nueva realidad, el
movimiento Romántico trascendió especialmente en lo
literario, y de esta manera impuso un nuevo estilo en la nueva
realidad latinoamericana. Es un movimiento filosófico y
artístico que logró imponerse con profundas
repercusiones sociales, se desarrolló principalmente, en
los diferentes tipos de literaturas americanas, de acuerdo con
sus realidades particulares, variables lingüísticas,
culturales e históricas. El primer nombre que aparece como
el iniciador de este nuevo movimiento en América, es del
escritor argentino Esteban Echevarría, quien influido por
su estadía en Francia, introduce el Romanticismo en
nuestra América a través de la lírica con su
poema Elvira o la novia del Plata (1832). Sin embargo, es digno
mencionar, que para muchos estudiosos e historiadores, el primero
en introducirlo fue el poeta cubano José María
Heredia y Heredia, ya que su libro Poesías publicado en el
año de 1825, se encontraba lleno de temática
romántica de la naturaleza y del paisaje marcando una
proyección de los estados del alma y de los sentimientos
nacionales y americanistas. Este novedoso movimiento literario,
trae consigo una nueva estética e ideología, y
obtuvo una gran influencia en la filosofía y en la
literatura del siglo XIX, afirmando el patriotismo y el sentido
comunitario, realizando cambios urgentes y necesarios, pero sin
dejar la razón o condición crítica; en
especial en lo que hoy es América Latina, donde se
sustenta el pensamiento americanista en la utopía social.
José miguel Oviedo, historiador y crítico literario
peruano, nos dice a este respecto en su obra Historia de la
literatura hispanoamericana. 2. Del Romanticismo al Modernismo
(1997) "Cada escritor afirma valores estéticos que se le
han formado mientras contemplaba su horizonte histórico; y
son estos valores los que deberían construir el verdadero
sujeto de una Historia de la Literatura" (Pág. 92).
Podemos mencionar a algunos de sus representantes: José
Martí, S. Rodríguez, F. Miranda, S. Bolívar,
Andrés Bello, D. F. Sarmiento, I. M. Altamirano, y muchos
otras más. Muchos de los escritores románticos
fueron también luchadores sociales, políticos,
ensayistas y periodistas.

Es necesario mencionar, que el fundador del Romanticismo
literario fue el filósofo alemán Federico Schlegel
(1772-1829), quien propone el sin fin y la ilimitación del
sentimiento personal, no transferible y casi siempre
incomunicable, como el espacio especial y particular donde se
forja la poesía. Con el Romanticismo surge el
Costumbrismo, con él, la importancia e interés por
el folclore y por lo popular, y, así mismo, por lo
exótico, lo nocturno, lo fantástico, lo
sobrenatural y por el pasado. En cuanto a su estética, el
Romanticismo no muestra gran importancia por las formas, tiene
dinamismo y es historicista, pero también tradicionalista.
Por todo lo mencionado hasta ahora, y sin perder de vista lo
universal, defiende las diferencias locales y nacionales,
destacando el genio en lo individual o en las disposiciones
específicas de los pueblos. Las formas literarias
cultivadas por el Romanticismo fueron la lírica, el drama
(sin respetar las unidades clásicas), la novela
histórica, el diario, las memorias, las confesiones y los
relatos de viajes.

El Romanticismo es una novedosa revolución
cultural, la nueva manifestación de la sensibilidad de una
sociedad emergente, en la que crecen los conflictos entre la
burguesía resplandeciente y poderosa y la aparición
de nuevos sujetos de clases sociales, como el concepto del
proletariado. Por eso se puede afirmar que el socialismo
utópico es de extracción
romántica.

De la misma forma que muchos estudiosos, historiadores y
críticos literarios, podemos afirmar, que la literatura
latinoamericana nace propiamente con el Romanticismo, agarradas
de muchas causales sociales, tales como definir las identidades
nacionales buscando la originalidad literaria y
diferenciándolas de España. Entonces, era necesario
reconocer las características geográficas e
históricas, reconocer el valor del pasado
prehispánico y luchar contra la esclavitud, propagar los
usos, costumbres y tradiciones populares, configurar los hechos
heroicos de la rebelión y las pugnas posteriores por
defender las soberanías, para crear conciencia nacional y
respeto por la tradición cultural. Por esta razón
nace la búsqueda con énfasis de la originalidad y
autonomías literarias. En este sentido, bien podemos
mencionar a obras literarias como Tradiciones Peruanas
(1872-1918) de Ricardo Palma. En esta obra, el crítico y
prologuista Carlos Garayar nos dice: "Palma, como dijimos, se
inició literariamente al calor del romanticismo y, aunque
en su larga existencia asistió al declinar de este
movimiento y a la aparición del naturalismo y el
modernismo, y a pesar, también de que heredó
algunos rasgos del costumbrismo, siguió siendo, en lo
esencial, un romántico hasta el final de sus días.
Ello es posible comprobarlo en muchos aspectos, pero aquí
nos interesa especialmente uno: su relación con la
historia" (Pág. 8 – 9). Hay otros ejemplos dignos de
mencionar, tales como: la Novela Ensayo "Facundo" (1845) de D. F.
Sarmiento; "Una excursión a los indios ranqueles" (1895)
de Juan Montalvo. Existieron otras obras que se incorporaron,
como la tradición oral en las que se mezclan los relatos,
poemas, historia, polémicas políticas,
autobiografías y temas sociológicos. Naturalmente,
existe mucha producción literaria de este movimiento, y
podemos mencionar a diferentes autores y textos sumamente
importantes del Romanticismo latinoamericano, como son los
extensos poemas narrativos y líricos "Martín
Fierro" (1872-1879) de José Hernández y
"Tabaré" (1888 de Juan Zorrilla de San Martín; y
las novelas "Sab" (1814) de Gertrudis Gómez de Avellaneda;
"María" (1867) de Jorge Isaacs; "Cecilia Valdés"
(1882) de Cirilo Villaverde; "Enriquillo" (1882) de Manuel de
Jesús Galván, y "Los bandidos de Río
Frío" (1889-1891) de Manuel Payno.

En el periodo Romanticismo latinoamericano, fueron
particularmente destacables variados géneros literarios:
el Ensayo, el Periodismo, la Crónica y la Novela
costumbrista, el Folletín, el Teatro, los Epistolarios de
hombres públicos y también la Oratoria. De la misma
forma, y como una inclinación propia aparece el
indigenismo como idealización del pasado indígena;
el negrismo o la mulatez con causas sociales antiesclavistas; y
en Argentina la poesía gauchesca de carácter
popular y social. La corriente modernista en Argentina se
identifica plenamente con las causas de la independencia, con la
reestructuración de las bases de la sociedad colonial y
con la estructuración de las nacionales. Se aprecia pues,
que el Romanticismo latinoamericano enalteció la libertad
y la dignidad humanas y favoreció los temas
históricos, sociales y populares. Los escritores
románticos eran dueños de una gran conciencia de la
realidad en la que vivían y realizaban sus actividades, de
la responsabilidad y función social de la Literatura, de
tal manera que por estas razones, el subjetivismo e
imaginación y la autonomía estética se
equilibraron en lo general, con los propósitos objetivos y
éticos.

El realismo en la
literatura latinoamericana

El movimiento del Realismo en la Literatura
latinoamericana se dio entre los años de 1890 y 1935. Y es
una tendencia artística y literaria que consiste en
representar fielmente la realidad y crear cierta tensión
emocional sin llevar a cabo ninguna idealización. Este
movimiento literario aparece como una reacción contra el
Romanticismo, intenta convertir la realidad en arte, para
intentar ofrecer un testimonio de denuncia de la realidad
socioeconómica y política del país y actuar
como revulsivo frente al orden establecido. Se puede decir, que
representa lo más fiel a la realidad posible y con alto
grado de verosimilitud.

El Realismo intenta reflejar la realidad exterior tal y
como es, el género más cultivado en este movimiento
es la Novela. Y esto es muy cierto, porque es en este
género donde se aprecia nítidamente las principales
características de este movimiento literario: Se da mucha
importancia al mundo exterior, se centran en la realidad
más próxima y se describe la realidad
contemporánea, se impone en los autores la
observación directa, los escritores se preocupan
especialmente por la descripción precisa de los ambientes
y de las personas. Desde el inicio de este movimiento literario,
fue muy difícil hablar del Realismo en singular. Porque si
tenemos en cuenta que el Naturalismo fue el movimiento literario
que siguió al Realismo, éste, para muchos es una
forma del Realismo, es decir: el Realismo naturalista. Y
así, tenemos al Realismo socialista, nativista,
romántico, localista, etc. A este respecto, Alejo
Carpentier nos dice en su conferencia de 1966 en Radio Habana
Cuba, y publicada en la revista La Jiribilla, lo siguiente: "Lo
primero que desconcierta en la pregunta acerca del concepto del
realismo en la literatura es su formulación en singular"
(Pág. 1) y "Hay tantos realismos, como modos tiene el
novelista de apresar y expresar la realidad" (Pág. 6).
Así mismo, tenemos que recordar que Víctor Hugo,
autor de "Los miserables" es considerado como un escritor que
había pintado la realidad en esta su gran novela, que por
cierto fue el éxito literario más grande que se
haya producido en el siglo XIX. Sin embargo, ante el Naturalismo,
nuevo nombre dado al Realismo, por un grupo de escritores nuevos
liderados por Emilio Zola, se escandalizaba Vítor Hugo, y
decía que éstos solamente buscaban la pintura de lo
feo, lo grosero, lo trivial en sus novelas.

Existen novelas importantes surgidas en nuestro
continente el siglo pasado, como "Amalia" de José
Mármol, "María" de Jorge Isaac, que responden al
concepto de Realismo romántico. Pero luego, desde
comienzos de los años 20, la novela latinoamericana
buscó sus propios modelos, adaptándolos, en un
Realismo naturalista y al Realismo experimental de los seguidores
de Zola. Así, nace la novela nativista latinoamericana con
influencia muy clara del localismo y del nacionalismo. Si bien es
cierto, que el Nacionalismo nuestro no nació como una mera
imitación del europeo, también es cierto, que
constituía un movimiento paralelo al de otras literaturas
y artes que florecían en el mundo. Este periodo de tiempo
fue muy productivo, fue una etapa de afirmación de los
nuevos conceptos literarios, de buenas obras, y contribuyó
en lograr una mayor afirmación y conocimiento de nuestros
hombres y de nuestras cosas, y estaba muy ligada a la vida rural
y campesina, aldeana, llanera, montañesa y
selvática. De acuerdo con las definiciones regionales de
cada lugar o país.

El Realismo nativista latinoamericano nos muestra una
confluencia mixta, que se desprende de muchas de las novelas de
este estilo de Realismo, y de las diferentes realidades sociales
históricas de sus habitantes. Es muy sabido por todos
sobre las grandes diferencias idiomáticas, especialmente
en los países andinos; sociales, cronológicos,
discriminatorios, que se observan y que se enraízan en
América Latina, lo vemos entre el indio y el blanco, el
blanco y el negro, y hasta entre el negro y el mulato, así
como entre castas y estratos sociales. Tenemos que aceptar que
hay países nuestros donde la casta militar dominante no
tiene ni quiere tener relaciones con las castas civiles, y
aún hay muchos grupos sociales aristocráticos
alejados de toda convivencia posible con los grupos sociales de
clase media.

En América Latina se ha abierto la etapa del
Realismo propio, allí tenemos el Realismo mágico
iniciado por Alejo Carpentier, y encumbrado por el gran escritor
colombiano Gabriel García Márquez y su obra cumbre
Cien años de soledad (1967). Este, es un Realismo fresco,
nuevo en el campo de los realismos universales, pasados y
presentes, y que nos impide hablar de un solo Realismo, siendo
éste, un Realismo que nos permite reencontrarnos con
nosotros mismos, que expresa nuestros ideales y sentimientos que
encierra nuestra propia idiosincrasia, y que nos pertenece
completamente.

El concepto de
Nación

El concepto de Nación en la literatura
latinoamericana, y muy especialmente en el periodo del
Romanticismo, fue una gran necesidad, fue una fuerza muy
importante y trascendental para impulsar el desarrollo de la
narrativa en Latinoamérica.

De acuerdo con el diccionario de VOX Diccionario de uso
del español de América y España (2002).
Hemos considerado las siguientes acepciones: 1 "Conjunto de
personas de un mismo origen étnico que comparten
vínculos históricos, culturales, religiosos, etc.,
tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y
generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio: la
nación judía, la nación india" 2 "Comunidad
social con una organización política común y
un territorio y órganos de gobierno propios, que es
soberana e independiente políticamente de otras
comunidades" (Pág. 1300).

Para analizar el desarrollo del concepto de
Nación en Latinoamérica, veamos el legado del gran
General Simón Bolívar, el gran libertador
había dicho: "Tras la guerra, la independencia; y tras la
independencia, la unión y la libertad". Se impuso como
tarea sentar y afianzar las bases de la futura
constitución de las nuevas repúblicas; pero
lamentablemente no pudo avanzar más allá de la Gran
Colombia. A pesar de que Bolívar izo muchos esfuerzos para
sostenerlo ideológicamente a través de proyectos
presentados orales y escritos: "Manifiesto de Cartagena" en 1812,
la "Carta de Jamaica" en 1815; en 1819 pronuncia el discurso de
Angostura, y luego otro en 1825 ante el congreso constituyente de
Bolivia. Y en todos insiste la necesidad de alcanzar la unidad
continental: "una sola nación sujeta al mismo soberano y a
las mismas leyes". Sus optimismos del principio, sus reiteradas
promesas de independencia, unidad y libertad, no pudieron hacerse
realidad. Muy por el contrario, los enfrentamientos y divisiones
aparecían por doquier: existían luchas internas,
fronterizas, personales entre dirigentes, etc. Estos
acontecimientos llevaron a Bolívar a sentir y decir: "La
América entera es un cuadro espantoso de desorden
sanguinario… Nuestra Colombia marcha dando caídas y
saltos, todo el país está en guerra civil…
En Bolivia, en cinco días ha habido tres presidentes y han
matado a dos… ". Todo esto sucedía en el año
de 1829, cada vez se acentuaba con mayor fuerza y decisión
la ingobernabilidad en América. Hasta que finalmente, el
libertador se retiró en 1830 a Santa Marta, en donde,
hospedado en la Quinta de San Pedro Alejandrino, fallece de
tuberculosis pulmonar el 17 de diciembre del mismo año, a
la edad de cuarenta y siete años, acompañado de muy
pocos amigos.

En norte América se iba promoviendo la unidad de
las jóvenes repúblicas latinoamericanas, que
realmente, más parecían amenazas de sujeción
y expansión territorial de los Estados Unidos de
América. En el año de 1821 se formuló la
famosa doctrina del "Destino Manifiesto", que se
fortaleció definitivamente en el año de 1822 con el
famoso mensaje de Monroe al Congreso: "América para los
americanos". Entonces, es a partir de allí, que
emprendieron la marcha hacia el sur y por el océano
pacífico, a base de tratados, ocupaciones y muchas
argucias, llegaron a posesionarse de Texas, Arizona, Nuevo
México, Colorado, Nevada, California y Utah, y los
incorpora a la Unión. Este fue el gran detonante para que
a partir de estos hechos, muchos escritores latinoamericanos
empezaron a denunciar las injusticias y el irrespeto a las
naciones nuevas emergentes. Se consideró que la raza
anglosajona amenazaba a la raza latina, y el poeta colombiano
José María Torres Caicedo publicó su poema
"Las dos Américas". Los años siguientes demostraron
claramente cómo la política exterior y la
diplomacia norteamericana se empeñaron en seguir esa
dirección. Francia, que se consideraba defensora de la
latinidad, no podía permanecer indiferente ante esta
invasión, España no estaba en condiciones de asumir
la defensa de lo hispano, y menos de lo latino, pues se
encontraba enfrentando problemas bélicos en
Europa.

En 1856 una nueva luz alumbra las conciencias de los
latinoamericanos, aparece y se difunde con mucho entusiasmo el
nuevo concepto de América Latina o Latinoamérica,
con objetivos político-culturales, dados a conocer en
textos de Torres Caicedo y del chileno Francisco Bilbao, que
escribían desde París. Es verdad que estos
términos empiezan siendo utilizados como equivalentes o
sinónimos de la entonces vigente América Hispana o
Hispanoamérica, lo cierto es que estos últimos
términos dejan de emplearse poco a poco, a impulsos de un
movimiento indigenista de raíz antiespañola,
encabezado por José María Vasconcelos
Calderón (1882-1959) Escritor, político, profesor y
filósofo. El, luchó incansablemente en el largo
proceso de descomposición del porfiriato en México.
En medio de una gran confusión de identidad, las propias
jóvenes repúblicas nunca se consideraron latinas
sino siempre españolas, hispanas, hispánicas,
hispanoamericanas. Sin embargo, para entonces, el ilustre cubano
José Martí y el otro no menos ilustre
nicaragüense Rubén Darío hablaban
frecuentemente de nuestra América. Rubén
Darío proclama en su publicación Prosas profanas y
Otros poemas (1896). "b) Porque la obra colectiva de los nuevos
de América es aun vana, estando muchos de los mejores
talentos en el limbo de un completo desconocimiento del mismo
Arte a que se consagran" (Pág. 35). En la actualidad, el
concepto de Nación está muy diversificado:
Nación política, donde la nación
política es el titular de la soberanía cuyo
ejercicio afecta a la implantación de las normas
fundamentales que regirán el funcionamiento del estado. La
nación cultural, el concepto de ésta, es uno de los
mayores problemas que ha planteado y plantea a las ciencias
sociales, pues no hay unanimidad a la hora de definirlo.
Probablemente, el mayor problema sea el referido a la identidad
nacional. Esta, se refiere especialmente a la distinción
de características específicas de un grupo. De esta
manera, pequeñas diferencias en la pronunciación o
diferentes dialectos pueden ser suficientes para categorizar a
alguien como miembro de una nación diferente a la
propia.

El concepto de Nación, ya sea
políticamente como culturalmente, de acuerdo como hoy en
día podemos entender, no se da hasta fines del siglo
XVIII, en plena coincidencia con el fin del antiguo
régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. Es
entonces cuando se hacen conocer las primeras formulaciones
teóricas sólidas de la Nación y su
aplicación y plasmación en movimientos
políticos fuertes y concretos. Nos referimos a las obras
de los más grandes autores e ilustrados de fines del siglo
XVIII y las revoluciones americana y francesa. Desde entonces los
dos conceptos y tipos de Nación han ido evolucionando
conjuntamente hasta el día de hoy. La expansión de
la fuerza militar en Europa y en América, que en
teoría pretendía extender los valores heredados de
la Revolución Francesa, propició el surgimiento de
reacciones nacionalistas contra el invasor. En esta
reacción contestataria sobresale el nacionalismo, pues sus
principales características son justamente las opuestas al
liberalismo estadounidense y francés, configurando
así un concepto distinto de Nación: la
Nación en sentido contemporáneo, es decir, con un
componente ético-político. Los principales
inspiradores del Nacionalismo fueron intelectuales y literatos
adscritos a las corrientes idealistas y románticas. De
esta manera se inicia la era del Romanticismo.

La
estética en la literatura
latinoamericana

Se entiende la Estética como una filosofía
del arte, la ciencia que se encarga del estudio de la belleza, de
qué es bello, cuáles son las características
de lo bello, la búsqueda de la verdad a través del
arte, la percepción y la sensación en el ser
humano. Creo que todos estos elementos se incluyen en el
ámbito de estudio de la Estética. En el
ámbito relativo a las letras, la estética estudia
los recursos utilizados y los objetivos perseguidos por el
artista. Mientras que una orientación clásica
aborda el estudio estético en las letras desde el punto de
vista de su adecuación a los cánones tradicionales
o su cercanía a la verdad, más tarde, como en otros
campos del arte, se estudian los objetivos e intenciones del
artista y los efectos y percepción en el
lector.

Los continuos cambios motivados por las revoluciones
sociales, económicas y científicas durante los dos
últimos siglos, llevan al artista a reflexionar sobre la
necesidad de un estudio profundo de la esencia de la mente del
ser humano, sus sentimientos, sus percepciones y todo lo
referente a su campo afectivo. Este es un cambio radical en el
entorno de los objetivos del arte y por tanto, también
supone y exige un rápido cambio de orientación en
los estudiosos y escritores. En el siglo XIX, en pleno apogeo del
Romanticismo, la actividad literaria adopta nuevas expectativas.
Se producen obras literarias denominadas abiertas, porque se
entiende a toda obra literaria como obra inacabada hasta el
momento en que participa activamente la perspectiva del lector,
su interpretación basada en su propio bagaje cultural y
personal. La metáfora como elemento de recurso más
poderoso, es el puente que sirve de enlace entre los conceptos
del inconsciente y los términos reales, ya sean objetos
físicos u otros conceptos. De esta manera, la
estimulación de asociaciones mentales en la cultura va a
ser el punto fuerte en la literatura durante mucho
tiempo.

La Estética tiene una manifestación
sensorial y afectiva al receptor y lo deleita. Este deleite se
presenta como la percepción de un concepto de integridad,
proporción y claridad, que logran composiciones
polifacéticas y diversas en cada obra literaria. Cabe
entonces preguntarse: ¿Cómo recibimos y apreciamos
una obra literaria?, ¿Cuáles son los factores
estéticos característicos de la obra literaria? Si
lo que trabaja el literato es la lengua, la belleza literaria
debe ser el resultado de una combinación de elementos
lingüísticos en los diversos niveles que permiten una
elaboración de lo fonético, léxico,
sintáctico y textual. La belleza sensorial, alimentada por
los aspectos fonéticos y rítmicos, va
acompañada siempre por una belleza establecida que se
sitúa entre lo sensorial y lo conceptual. A partir del
Romanticismo, presenciamos una verdadera irrupción de lo
deforme, de lo monstruoso y perverso del arte. No se debe olvidar
que los literatos, justamente por ser literatos, no pierden la
libertad propia de todos los seres humanos; por tanto, tampoco
pierden la capacidad y posibilidad de crear una imagen
distorsionada de la realidad, y hacerlo incluso en forma
atractiva. Kurt Spang en su artículo Ética y
Estética en Literatura (1988) cita a Dostoievsky en su
obra Los hermanos Karamazov (1880) donde nos dice: "La belleza es
el campo de batalla donde Dios y el diablo se disputan el
corazón del hombre" (Pág. 181). Podemos afirmar
entonces, que la naturaleza de la Estética de la
literatura latinoamericana responde a las ansias de
liberación, de justicia, del sentido de pertenencia, de
los derechos individuales, y de la construcción de un
convincente concepto de Nacionalidad. Ya hemos mencionado a
grandes representantes y ejemplos sobresalientes de este tipo de
literatura, por fortuna, habitando todas las regiones y
nacionalidades de nuestra América. Se aplicó a los
distintos géneros: poesía, cuentos, novela,
ensayos, epistolares, periodísticos, etc.

El discurso
histórico y político

Para los escritores y críticos literarios, este
es uno de los rasgos más fuertes caracterizadores de la
Literatura Latinoamericana de todos los tiempos, es su alto grado
de compromiso para apegarse a la realidad, que deviene de la
necesidad histórica de tomarlo como suyo, a través
de un lenguaje que desde sus comienzos siempre fue escaso, tanto
de sus cronistas primero, como de sus narradores después.
Reproducir la maravilla y tornar el discurso verosímil
para aquellos a quienes estaba destinado, fue como una
obsesión para los autores y a la vez un modo de darle un
mejor sonido a los respectivos discursos desde las producciones
de su inicio. Este establecimiento de la realidad, la ha dotado
de un perfil fuertemente caracterizador a gran parte de sus
producciones narrativas más memorables. Roland Forgues nos
dice en su libro Ensayos sobre literatura hispanoamericana (1986)
"el caso de la nueva narrativa hispanoamericana, es una
reflexión sobre el rol del escritor en la sociedad y sobre
la función de la literatura o, mejor dicho, un intento de
acercamiento a esa abrumadora responsabilidad que, por razones
históricas específicas, se le ha atribuido al
escritor latinoamericano" (Pág. 10).

La historia y la literatura, lo político y lo
literario; lo real y lo fabuloso, han estado interconectados y
entrelazados en nuestras letras, a punto tal de conformar una
misma e inseparable realidad. Desde esta visión de los
primeros cronistas que observaban con ojos deslumbrados la
belleza y la exuberancia de la tierra americana, mostraban una
nueva realidad para ellos desconocida y sentían la
necesidad de representarla, hasta expresiones más
recientes, es posible observar esta diferenciada
focalización tanto en el objeto del discurso como en los
propios sujetos responsables de esos discursos. Sacarla de su
contexto real sería, por lo tanto, negar su propia
razón de ser y negar, además, la
significación de su propia identidad en su
producción humana deliberada y consciente.

La conexión entre la historia, literatura y
política no es una excepción, sino una
característica propia de nuestras letras. La
intervención de la historia, para la creación de un
discurso propio, es un componente indisoluble de lo literario sin
menoscabo de su propia esencia. Inclusive, se podría
agregar que es desde la complejidad de la intertextualidad que la
determinan fuertemente, que nuestra literatura alcanza su
indiscutida identidad y esencialidad. Apartarla de ellos,
desconocer o restar importancia a la incidencia de lo
histórico o de lo político es la vía
más segura para no lograr entender en profundidad sus
implicancias. Las deformaciones de los hechos o de los
personajes, o el acento impuesto en la pobreza del discurso o de
las conductas, tienden a parcializar la confianza de todo aquello
que estas novelas textualizan, o, por lo menos acentuar hasta el
grado mayor de exaltación la idea de que la historia no es
una y única, sino que de hecho pueden coexistir tantas
versiones de la historia como lectores e intérpretes de
esa realidad.

Al formalizar la narrativa de los diferentes
capítulos de la historia de nuestra América, los
periodos de los que preferencialmente se refieren estas novelas
son los del descubrimiento, la conquista, la colonización
de la América hispana y sus luchas por la independencia,
o, en su defecto, cuando se trate de un personaje o de un periodo
no tan conocido por el lector, el autor y la escritura
correspondiente buscará le recreación de hombres
destacados por una actuación singular que atraiga el
interés del lector. Una vez más, centraremos
nuestra en la figura del General Simón Bolívar.
Para ello revisaremos la novela del escritor venezolano Arturo
Uslar Pietri Las lanzas coloradas (1931). Trataremos de delinear
brevemente, las diferentes formas de articulación del
discurso histórico, los juegos textuales que caracterizan
la formación discursiva, los procedimientos
retóricos que la hacen posible y los diversos efectos que
la narración despertará en el lector. El personaje
de raigambre histórica tiene como rasgo fundamental de su
identidad, el hecho de tratarse de un ser de existencia real,
ubicable en el tiempo a través de registros anteriores que
textualizan su accionar a lo largo del tiempo. De alguna manera
permanecen inalterados en su conformación por cuanto se
fijan en la memoria colectiva a través de rasgos que se
tornan signos de su identidad y que nos permite reconocerlos
porque su solo nombre pone en acto la competencia cultural del
lector.

Lo que se señala en la novela de Uslar Pietri,
tiene una especial importancia porque está puesto en la
estatura mítica del héroe de la independencia
americana, y en la grandiosidad que le otorga el imaginario
colectivo. Desde la recepción, la distancia desde donde se
observa o se focaliza la figura del libertador Bolívar y
la significación de sus esporádicas apariciones,
transfiere al lector una mayor sensación de credibilidad
con referencia a los hechos narrados. A pesar del tiempo
transcurrido, observamos como cede a las presiones de un sistema
arrollador de representación, que en el plano literario ha
permitido la evolución y el cambio de los correspondientes
paradigmas novelescos, a punto tal de mostrarnos el notorio
viraje del personaje histórico desde esa estatura
mítica que le confiere el imaginario. Donde al final de su
vida, marcha hacia el exilio rodeado sólo de sus afectos
más profundos, pero también acosado y perseguido
por los latigazos de la incomprensión, por el fantasma
siempre presente en esta evocación de su vida pasada, del
fracaso de su obra de emancipación y la utopía de
la integración latinoamericana constantemente presente en
sus pensamientos, la patria única, grande y unida en pos
de los mismos ideales. Observemos lo que nos dice al respecto el
autor de la obra: "Sus motivos, como de costumbre, tenían
un aliento profético: mañana, cuando él no
estuviera, el propio gobierno que ahora pedía apoyar
haría venir a Santander, y éste regresaría
coronado de gloria a liquidar los escombros de sus sueños,
la patria inmensa y única que él había
forjado en tantos años de guerras y sacrificios
sucumbiría en pedazos, los partidos se
descuartizarían entre sí, su nombre sería
vituperado y su obra pervertida en la memoria de los siglos"
(Pág. 150)

En líneas generales, podemos destacar como rasgos
característicos, el ajustado equilibrio entre los datos
reales, la presencia de un mundo lejano pero reconocible para el
lector o por lo menos factible de ser rápidamente
reconstruido, la actuación de personajes destacados de la
historia americana, la presencia de dos planos claramente
diferenciados: el novelesco y el histórico político
que se ajustan al arte de narrar. Los rápidos regresos al
pasado traspasan la noción del tiempo como una
línea, transportando al lector a épocas de
antaño, para completar la biografía de los
personajes o relatos de las glorias anteriores del general, las
que al amontonarse crean la sensación de estar escribiendo
no un libro sobre Bolívar, sino más bien el libro
de Bolívar.

En cuanto a lo retórico, vemos en este caso, que
nos están mostrando todo el proceso de
ficcionalización de una vida que agoniza, derrotada y
enferma, pero plenamente consciente de la grandeza de la gesta
realizada, y con la más plena lucidez de la importancia de
ese sueño de integración latinoamericana que
alentara sus momentos más difíciles. La
utopía del libertador, aquella que lo llevara a
soñar con una América libre, consolidada
políticamente y unida, sin escisiones internas y sin
luchas intestinas, nos muestra la grandeza del pensamiento
bolivariano y la importancia de su mirada integradora.

La originalidad
en el romanticismo latinoamericano

El acontecimiento de la independencia marca una
finalización importante en la configuración de lo
literario hispanoamericano; existe la necesidad de elaborar un
nuevo proyecto social, la fragmentación nacional que
divide a América Latina a lo largo del siglo XX, la
necesidad de organización y de construcción de los
estados nacionales, lleva consigo a un rechazo hacia el legado
cultural hispánico y la búsqueda de nuevos patrones
que, bajo la influencia romántica, ubican a Francia como
el gran modelo privilegiado culturalmente; pero al mismo tiempo
se eleva de categoría programática la
plasmación estética de lo local y los postulados de
independencia intelectual que acompañan al Romanticismo.
Octavio Paz considera que el siglo XX, culturalmente hablando,
significó una "lenta marcha hacia el desarraigo", en su
doble sentido: por un lado, "la necesidad de construir una
raíz", es decir de afirmar lo propio; por otro lado, el
necesario "desarraigo", es decir, la superación de lo
propio. De esta manera, la literatura que se inicia con la
independencia, se focaliza en la elaboración y desarrollo
de un programa literario-cultural que pasa necesariamente por la
integración en la universalidad.

En la primera mitad del siglo XIX, se realiza la
estructura de un proyecto de literatura que debe ser enmarcado en
el nacimiento y en las dificultades propias del liberalismo
hispanoamericano. La Originalidad americana será,
entonces, el núcleo problemático que se plantea
como punto de articulación de todo el Romanticismo y
sienta las bases del posterior desarrollo de lo literario. Esta
base constructiva encierra una polaridad de difícil
resolución, la creación de una literatura nacional
con características culturales universales que se traduzca
en la dualidad: espíritu y materia, alma y cuerpo,
escritor y pueblo, Europa y América, ciudad y campo,
civilización y barbarie. Por un lado, la necesidad de
liquidar las dependencias coloniales, y por otro la
incorporación al mundo moderno. Nuria Girona nos dice en
su artículo El siglo XIX: La "originalidad americana"
(2010). Publicado en la revista "Universidad de Valencia Open
CourseWare": "En lo que a nosotros nos interesa estas
preocupaciones románticas son fundamentalmente: el
reconocimiento de la naturaleza, el exotismo, la
exploración de la sociedad, el sentimiento popular y la
exaltación de la técnica y el progreso"
(Pág. 1). Para referirse a la cultura hispanoamericana del
siglo XIX, hay que reconocer la implicancia de reconocerla como
fenómeno histórico, como ruptura que se recompone
en la concreción temporal de visiones del mundo en las que
se mezclan lo transmitido, lo aprendido y lo creado, que se
reproducen en los modos de vida y en las instituciones de un
grupo social. Se trata de un proceso de asimilación e
innovación en la que se enfrentan a una cultura dominante,
la hispanidad colonial, elementos marginales, indios o africanos,
elementos nuevos, influencia francesa, inglesa, o elementos que
estaban en semilla, e identidades nacionales. Los elementos
nuevos son los grandes trazos que definen la época. Y
hablar de la cultura hispanoamericana, es reconocer que,
ésta se plasma en el tiempo y por el desborde de las
coherencias e incoherencias de las tendencias y los conflictos
ideológicos.

Lo anteriormente expuesto, nos anima a decir, que es
justo llamar romántica a la época, puesto que son
las preocupaciones encuadradas en el Romanticismo, las que
imponen las grandes líneas del pensamiento y del arte.
Pero ¿Cuáles son esas tendencias y cómo se
manifiestan en la cultura? Podemos apreciar que ellas aparecen en
el pensamiento del gran libertador, bajo tres puntos capitales:
1. La valoración del pasado. 2. La cuestión de la
identidad continental, o el ideal americanista. 3. La
cuestión de las identidades nacionales o la
formación del Estado. A estos tres grandes temas,
habría que agregarles las preocupaciones o los intereses
que aporta el Romanticismo y que sirven de vehículos para
conducir esta problemática. Lo realmente interesante de
estas preocupaciones románticas son fundamentalmente: el
reconocimiento de la naturaleza, el exotismo, la
exploración de la sociedad, el sentimiento popular, y la
exaltación de la técnica y el progreso.

Junto con el inicio del siglo XIX nacen y se crean en
América Latina las naciones. Un momento muy difícil
porque había que terminar con tres siglos de historia
colonial, estructurar el Estado, saltar a la modernidad y
construir el sentimiento nacional, integrando en él, una
sociedad de castas, multiétnica y multicultural. La idea
de Nación surge asociando y conjugando los conceptos de
fraternidad, poder, tiempo y espacio. Esta asociación
necesitaba un imaginario para constituirse y ser realidad, y
nuevos medios de comunicación para expandirse. Era lo
único que permitiría a una masa de gente, que
crecía rápidamente, reconocerse unido a otro, en un
inédito concepto de comunidad, donde la condición
de casta se renovaba en la flamante noción de ciudadano.
La Nación tenía que inventarse a sí misma. Y
todo esto planteaba la urgencia impostergable de crear un
imaginario nacional y continental. El imaginario nacional se
desarrolla en el marco de un relato autorizado de la historia. Se
unen en él lo simbólico, lo típico y lo
convencional. Está compuesto por héroes fundadores,
ideas, valores y alegorías patrias que tienen un efecto
vinculante para la vida política y social, ya que son
cohesionadoras de la estructura social. Toda comunidad,
nación, patria o tribu necesita sólidas
imágenes mentales para creer en sí
misma.

Partes: 1, 2

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter