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Atahualpa. Biografía




Enviado por PERCY ZAPATA MENDO



  1. ¿Nació en Cuzco o
    Quito?
  2. Primeras participaciones
    militares
  3. La
    insurrección de Atahualpa
  4. Campaña final de Atahualpa contra su
    medio hermano Huáscar
  5. Captura y muerte de
    Huáscar
  6. La
    captura de Atahualpa por los
    españoles
  7. El
    recibimiento de los españoles en
    Pultumarca
  8. Cuestiones sobre la captura
  9. Prisión y muerte de
    Atahualpa
  10. Cálculo aproximado del rescate de
    Atahualpa al cambio actual (Enero del
    2013)
  11. Bibliografía

¿Nació en Cuzco o
Quito?

Existen dudas sobre el lugar de origen de Atahualpa. El
conquistador Pedro Cieza de León aseguró en una de
sus crónicas haber averiguado por las calles de Cuzco el
origen de Atahualpa, según él, los orejones
cuzqueños le dijeron que Atahualpa fue mayor que
Huáscar y que había nacido en la capital imperial,
además, descarta que su madre fuera quiteña. Las
crónicas de Santa Cruz Pachacuti y Bernabé Cobo
aseguran igualmente que Atahualpa nació en Cuzco, mientras
que son muy pocos los que afirman un origen quiteño, como
el cuzqueño Inca Garcilaso de la Vega, quien es el
principal cronista que presenta esta
afirmación.

Otros cronistas relatan que vivió parte de su
vida en Tomebamba junto a su padre Huayna Cápac, su
hermano Ninan Cuyuchi, y el ejército inca con sus
más influyentes generales, que se habían trasladado
al norte para continuar con la expansión
territorial.

Los historiadores ecuatorianos tienen una opinión
divida sobre el lugar de nacimiento de Atahualpa, algunos dicen
que fue en Quito y otros en el Cuzco.

En lo que sí coinciden todos, es que Atahualpa
estuvo con su padre en Cuzco durante su infancia y juventud,
recibiendo en esta ciudad la educación que en su
condición de noble le correspondía.

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Ilustración 1 INCA
ATAHUALPA

Primeras
participaciones militares

En Quito, Huayna Cápac encargó a Atahualpa
el mando de una campaña militar para someter a los
punaneños (del Golfo de Guayaquil) quienes se negaban a
pagar sus tributos (esto refuerza la idea que Atahualpa no es
Quiteño, pues… ¿Cómo se
encargaría a alguien aplastar rebeliones de sus
coterráneos?).

Fue en esta permanencia de más de 10 años
junto a su padre y los hábiles generales como
Chalcuchímac y Quisquis que Atahualpa aprendió el
arte de la administración y el gobierno; los cronistas lo
describían intelectualmente como alguien de "vivos
razonamientos y con mucha autoridad".

Hacia 1490 el Sapa Inca Túpac Yupanqui
inició la conquista de la región del actual
Ecuador, sin embargo, el dominio no quedo asegurado, su hijo y
sucesor Huayna Cápac alrededor de 1515 tuvo que organizar
un ejército de 200 mil hombres para someter las constantes
revueltas de los pueblos de la zona, afectando principalmente
Quito, Tomebamba, Puná, Tumbes y Pastos.
Acompañándolo en sus campañas estuvieron sus
hijos Ninan Cuyuchi y Atahualpa junto a sus mejores generales,
dejando en Cusco a Huáscar (o Topa Cusi Huallpa) con tres
orejones (nobles), Hilaquita, Auqui Topa Inca y Tito Atauchi, a
cargo de la administración de la capital.

De este modo se pasó el Inca sofocando rebeliones
o conquistando nuevas tierras. En 1525 se produjo una epidemia de
una enfermedad desconocida para los incas, identificada por los
historiadores posteriores usualmente con la viruela o el
sarampión, de la que murió el Sapa Inca
Túpac Yupanqui en Quito, y antes de morir, había
designado como príncipe sucesor a Ninan Cuyuchi, pero este
también había enfermado y muerto en Tomebamba sin
que lo supiera su padre. Aunque un grupo de curacas intento
mantener en secreto la muerte del Inca y su sucesor para evitar
rebeliones Huáscar se enteró por medio de su madre
que viajó rápidamente a Cusco. La peste
había matado también a dos de los orejones regentes
en la capital, dejando como la mejor opción al
príncipe cusqueño para suceder a su padre, siendo
elegido por los nobles de la ciudad. Atahualpa, en tanto,
pasó desapercibido políticamente, pues se
encontraba en campaña junto al ejército sofocando
rebeliones de una manera sangrienta, para que cundiese el ejemplo
en los demás pueblos, de no rebelarse a la autoridad del
Inca. Era el preferido de los mandos militares y los comandantes
más influyentes y capaces.

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Ilustración 2 INCA
HUÁSCAR

Otras fuentes indicarían que Huayna Cápac
de hecho nombró para su sucesión, en primera
opción a Ninan Cuyuchi y en segundo lugar a
Huáscar, a Atahualpa le dejaría como herencia el
cargo de curaca de Quito.

En el Cuzco, Chuquishuaman y Conono, hermanos de
Huáscar, intentaron sublevarse para poner en el trono a
Cusi Atauchi, pero el intentó falló y la
desconfianza y preocupación comenzaron a crecer en
Huáscar. Cuando llegó la momia de Huayna
Cápac a Cuzco, Huáscar se enfureció pues la
delegación no había traído consigo a
Atahualpa. En su paranoia, Huáscar mató a nobles
cusqueños sólo por ser sospechosos de
traición y de esa forma empezó a ganarse la
antipatía de sus nobles.

Huáscar veía en Atahualpa la mayor amenaza
a su poder ya que éste había pasado una
década combatiendo en las campañas de sus padre y
tenía el apoyo de muchos generales, y aceptó los
deseos de su padre Huayna Cápac en lo referente al
nombramiento de Atahualpa como curaca de Quito, pero con dos
condiciones: que el nuevo curaca no hiciera campañas
militares para expandir sus territorios y que se reconociera
vasallo del nuevo Sapa Inca y le pagara tributos, lo que
Atahualpa aceptó.

Lo cierto es que el territorio bajo el dominio de
Atahualpa era un área muy rica y poblada, pudiendo
realizar campañas de conquista a los ricos pueblos al
norte de esta. Huáscar comprendió que su medio
hermano podía expandir su riqueza y poder hasta
avasallarlo. El curaca norteño contaba además con
las mejores tropas del imperio y los generales más
experimentados de las campañas de su padre a su
disposición. La tensa paz duró no más de
cinco años, sin que ninguno de los dos realizará
alguna campaña militar y dedicándose a disfrutar de
las riquezas que heredaron. Huáscar aprovechó ese
tiempo para conseguir el apoyo de los cañaris, una
poderosa etnia que dominaba extensos territorios del norte del
imperio y tenían rencores hacia Atahualpa por haberlos
combatido en las campañas de su padre.

Las relaciones con su medio hermano empeorando
progresivamente Atahualpa viajó a Tomepampa donde
ordenó la construcción de varios edificios en honor
presuntamente a Huáscar, pero lo único que se logro
fue aumentar las intrigas y desconfianzas del gobierno de Cusco.
Los huascaristas veían en cada acción de Atahualpa
una señal de traición y los atahualpistas
consideraban que los cusqueños deseaban para sí los
beneficios y riquezas del imperio, excluyéndolos. Esto no
hizo más que aumentar la desconfianza y el rencor. Fue
entonces que Ullco Colla o Chapera, curaca de Tomepampa,
envió mensajeros a Huáscar con noticias de que
Atahualpa planeaba rebelarse contra el Sapa Inca.

Atahualpa, desde Quito mandó presentes a su
hermano en señal de respeto y reconocimiento de la corona,
pero Huáscar asesinó a los mensajeros y mando a
otros con regalos para mujer y un mensaje que ordenaba a
Atahualpa ir a Cuzco. Atahualpa fue convencido en Quito por sus
generales que si iba a Cuzco sería asesinado y que era
mejor derrotar a Huáscar para que él asumiera el
mando.

La
insurrección de Atahualpa

Aproximadamente en 1529, cuando Atahualpa hacia los
preparativos para la guerra en Tomepampa, se sabe que fue o
apresado por cañaris leales a Huáscar o derrotado y
capturado por tropas cusqueñas al mando de Huanca Auqui,
las fuentes varían. Lo cierto es que fue encerrado en un
tambo real, de donde fue liberado durante la noche por sus
partidarios. Se dice que una mamacuna le proporcionó una
barra de cobre con la que hizo un forado en la pared y
logró escabullirse sin ser notado por sus vigilantes, "que
festejaban el triunfo". Atahualpa aprovechó astutamente
dicho episodio, porque hizo creer que el Inti lo había
transformado en Amaru (serpiente) para que pueda escaparse por
una rendija del tambo real. Esa leyenda se propaló por
todo el Imperio y convirtió a Atahualpa en un ser
mítico.

Atahualpa huyó a Quito donde reorganizó
sus fuerzas y atacó Tomepampa, Ulco Colla y Hualtopa
(gobernador cusqueño de la ciudad) huyeron con la
mayoría de los hombres adultos para unirse a las tropas
huascaristas, mientras que las mujeres y niños que
quedaron en la ciudad fueron masacrados hasta el exterminio por
las tropas atahualpistas.

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Ilustración 3 GUERRA ENTRES
HUASCARISTAS Y ATAHUALPISTAS

Durante su marcha hacia Caxabamba, Atahualpa
ordenó masacrar a todos los pueblos y tribus que se
habían aliado a Huáscar, aprovechando que contaba
con el grueso del ejército incaico que su padre
había llevado al norte del imperio. Poco antes de la
rebelión quiteña, el Sapa Inca había mandado
llamar a los curacas de los pueblos de la región de
Tallán (tumbiz, punaeños, chimus, yungas,
guayacundos y cañaris) estos juraron lealtad al monarca
cusqueño. El curaca quiteño llegó a Tumbes
arrasando todo a su paso, donde la mayoría de la
población le apoyaba. El curaca local Chirimasa o Chili
Masa se convirtió en uno de sus principales aliados.
Dispuso a 12 mil soldados en balsas para conquistar la isla
Puná, cuyos 12 mil habitantes habían sido
tradicionalmente rivales de los tumbis y leales a Huáscar.
Los siete caciques de la isla, destacando Cotorí y Tomala
(bautizado después como Francisco Tomala), salieron a
enfrentarles con sus 3 mil guerreros en unas 300 balsas, a
más de 1200 embarcaciones atahualpistas. Se produjo la
"mayor batalla naval de tiempos prehispánicos", los
isleños eran grandes navegantes y derrotaron al
ejército inca superior en número, toda esperanza de
victoria se perdió cuando Atahualpa fue herido por una
flecha en una pierna, siendo llevado a Cajamarca para ser curado
en sus aguas termales.

Tras esto, los punaeños invadieron Tumbes,
saqueándola y reduciéndola a cenizas, capturando
600 personas entre soldados quiteños y locales. Atahualpa
tuvo nuevamente que retroceder a Quito a reorganizar sus fuerzas.
Cuando los atahualpistas volvieron al sur, los punaeños
retrocedieron a su isla llevándose a los prisioneros y un
gran botín – Al parecer tiempo después, con la
derrota de los cusqueños, optaron finalmente por aliarse
con Atahualpa – .

Hacia 1530 Huáscar organizó un poderoso
ejército y lo envió al norte al mando de su
hermano, el general Atoc o Atoco. Mientras que en Quito,
Atahualpa organizó sus fuerzas, reunió a sus
generales Calicuchima, Quizquiz, Rumiñahui y Ucumari y
ordenó marchar. También envió espías
al sur para que vigilaran a las tropas de Atoc. El plan
cusqueño era básicamente avanzar al norte hasta
tomar Tomepampa y Quito. No se sabe dónde se produjo el
encuentro o cuantos fueron, la mayoría de historiadores
dicen que el primer enfrentamiento se produjo en Chillopampa
donde venció Atoc, pero el cronista Miguel Cabello Balboa,
dice que el primer encuentro se realizó en Mullihambato y
que en una segunda batalla resultaron vencedores los
atahualpistas, María Rostworowski dice que fue en
Chillobamba o Mocha. Mientras que Pedro Cieza de León dice
que solo hubo una batalla, con victoria de los
norteños.

Según Rostworowski en la primera batalla
vencieron los huascaristas pero no capturaron a Atahualpa, que
observaba la batalla desde una colina con su guardia personal y
el general Atoc murió. Aunque para otras fuentes se
encontraba en Quito y al saber de la derrota marchó con
las tropas que pudo reunir hasta Latacunga para reforzar a sus
soldados, ordenando al general Calicuchima dejar de retroceder y
plantear batalla al enemigo.

Pese a la primera derrota de los atahualpistas, la
segunda batalla fue casi inmediata y esta vez con los
hábiles generales: Quizquiz y Chalcuchimac quienes
contribuyeron con la victoria de su bando, fue en Ambato o
Mullihambato o en el Chimborazo (depende de la fuente). Los
atahualpistas fueron avanzando lentamente del norte al sur, y
Huáscar empezaba a preocuparse. Cuentan que en Huamachuco,
un oráculo le predijo un "mal final" a Atahualpa, este
enojado mató al sacerdote con una porra de oro. Lo que en
todos concuerdan es que la campaña terminó en una
severa derrota de Huáscar, el curaca cañari Ullco
Colla y los generales Atoc y Hango fueron capturados y ejecutados
cruelmente, según algunos fueron cegados y abandonados a
su suerte, otros dicen que se les sacó la piel para hacer
tambores de guerra (un cronista cuenta que mandó hacer
Challcuchima un recipiente con adornos de oro para beber
chicha).

Aproximadamente en 1531, tras el fracaso de la ofensiva
de Huáscar se sucedieron una serie de victorias de
Atahualpa. Según el cronista Santa Cruz Pachacuti, esto se
debía a que el general huáscarista Huanca Auqui
había hecho unos tratos secretos con Atahualpa para ser
"derrotado" con facilidad. Fue entonces que Huáscar
envió a su hermano, el general Huanca Auqui, y los
orejones Ahuapanti e Inca Roca con un gran ejército que
incluía a guerreros de las tribus norteñas enemigas
de Atahualpa. El curaca de Quito ordenó a sus generales
Challcuchimac y Quizquiz enfrentarlos mientras que Ruminahui
permaneció en la capital norteña.

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Ilustración 4 CALCUCHIMAC AL MANDO
DE SU EJÉRCITO

Los cusqueños atacaron Tomepampa y Molleturco
siendo en ambas ocasiones rechazados. Atahualpa se alió a
los bracamoros, en cuyo territorio estaban las tropas
cusqueñas, las atacaron y forzaron a retroceder por lo que
ambos ejércitos pactaron una tregua (que los
cusqueños necesitaban pues habían perdido
más de 12 mil combatientes en la rebelión de los
bracamoros). La batalla decisiva se dio en Cusibamba, tras romper
la tregua, los huascaristas lanzaron una ofensiva que fracaso en
dicho enfrentamiento, el ejército cusqueño tras
esto se deshizo y los que pudieron huyeron a Cajamarca, pasando
por Huancabamba provocando el pánico entre los huarquistas
de esos territorios. Atahualpa los persiguió atacando a
las tribus de Tallán, punaeños, tumis, chimus,
yungas, paltas y cañaris. La campaña norteña
se volvió una verdadera guerra de exterminio, al llegar a
los restos de Tumbes, ejecutó a todos los jefes
huarcaristas y uso sus pieles para hacer tambores. Atahualpa
pasó por Húasimo, Solana y Ayabaca acabando con
toda resistencia local y destruyendo todo a su paso. Los poechos,
con miles de guerreros a la cabeza del jefe Huachu Puru
ofrecieron resistencia siendo vencidos. En el resto del valle de
Chira, los quiteños tuvieron mayor apoyo, en tanto que los
curacas de Amopate y Chira les ofrecieron resistencia. Cerca de
Caxas, en Cochaguailla, se produjo una gran batalla en la que los
quiteños se impusieron, luego saquearon la ciudad, matando
a miles y colgando de los pies a centenares de prisioneros.
Atahualpa dejó como gobernador a Maica Huilca, quien al
llegar los españoles fue enviado como
embajador.

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Ilustración 5 GUERRA CIVIL ENTRE
INCAS

Ante el avance quiteño los sureños
retrocedieron, dándose una serie de batallas en las que
salieron vencedores los primeros "…que los huascaristas
sólo protegieron su retirada hacia el Cuzco". Cuando los
restos del ejército cusqueño llegaron a Cajamarca y
trataron de reorganizarse, comandados por el hermano del Sapa
Inca, general Tito Atauchi, y el joven comandante Quilaco
Yupanqui. Unos 10 mil Chachapoyas y muchos cañaris y
tallanes de Piura y Lambayeque les llegaron como refuerzos. Las
fuerzas de Quizquiz ocuparon Huancapampa y avanzaron al encuentro
del enemigo que se dio al norte de Huambos (Chota) en
Choncha-Huaila (Huancabamba – Huambo), el combate fue muy
sangriento y duro hasta el final del día, en la noche
ambas fuerzas volvieron a sus campamentos, pero en la
mañana, los quiteños atacaron a los Chachapoyas,
matando a más de la mitad, el resto escapó y con
ellos el resto del ejército huascarista hacia la meseta de
Bombón (Pumpu), tras la batalla Atahualpa ocupó
Cajamarca. Húascar había perdido 7 mil hombres en
la última refriega. Cuando los atahualpistas llegaron a la
meseta, tuvieron que luchar tres días por tomar las
posiciones enemigas, la retaguardia cusqueña – compuesta
por tallanes, tumis, chimus, yungas- , se quedó
defendiéndolas para proteger la retirada del grueso del
ejército. El general Huanca Auqui organizó sus
fuerzas en Hatun Xauxa (Hatunjauja), cerca de ahí, en
Yanamarca, se enfrentó a los quiteños, la batalla
costo un gran número de vidas, ambos bandos luchaban por
el control del valle del Hatunmayo o Huancamayo por ser un punto
estratégico, al atardecer los cusqueños se
retiraron a la parte de la margen derecha del río y los
quiteños se quedaron en la Saya de Hatunjauja o Xauxa que
se convirtió en su principal base de operaciones.
Atahualpa consiguió el apoyo del jefe local Manco
Surichaqui. Unos 2 mil cusqueños permanecieron al sur de
río Angoyaco deteniendo el avance de los quiteños
por un mes, finalmente el general huascarista Mayta Yupanqui
derrotó a Challcuchimac en Tovaray matando a 10 mil
enemigos, los quiteños retrocedieron hasta encontrarse con
los refuerzos de Quizquiz para reiniciar el avance. Forzados a
retroceder los cusqueños son vencidos en Vilcas
(Ayacucho), tras esto Atahualpa mismo se unió a sus tropas
en el frente.

Campaña
final de Atahualpa contra su medio hermano
Huáscar

Hacia 1532 los quiteños ocupaban con sus
ejércitos en centro y sur del actual Perú. Las
continuas derrotas preocuparon a Huáscar que se empezaba a
quedar sin reservas, llegando en ocasiones a enviar sacerdotes y
curacas como generales. El Sapa Inca replegó sus mermadas
fuerzas a Cusco, donde fueron reorganizadas en tres
ejércitos. El primero bajo su mando personal, formado con
orejones del Hurin Cusco, cañaris y chachapoyas,
guarneciendo la capital. El segundo comandado por Uampa Yupanqui
se movilizó a Cotabambas donde se encontraban las fuerzas
enemigas. El tercero de Huanca Auqui tenía por
misión de vigilar a sus enemigos y emboscarlos cuando
tuviera la oportunidad. Mientras, los generales norteños
Challcuchimac y Quizquiz cruzaban con sus soldados el río
Cotambamba.

La tropa de Uampa Yupanqui se encontró primero
con el enemigo en Guanacopampa (distrito de Tambopata, provincia
de Cotabambas, región Apurímac). Huáscar
ordeno a todas sus fuerzas atacar también al enemigo. En
la lucha resultó muerto el general quiteño Tomay
Rima, los atahualpistas se replegaron a una colina durante la
noche, viendo que el lugar estaba rodeado de hierba seca los
cusqueños iniciaron un incendio en el que murieron muchos
de sus enemigos. Destacaron en la batalla los generales
huascaristas Tito Atauchi y Topa Atao. Los enemigos
sobrevivientes cruzan el río Cotabambas, pero
Huáscar decide erróneamente no
perseguirlos.

Al día siguiente el Sapa Inca ordena al general
Topa Atao cruzar el río y perseguir al enemigo, llegando a
una hondonada llamada Chontacajas, ahí se encuentra con
las tropas del propio Atahualpa siendo vencido y capturado el
general. Fue entonces que Challcuchimac ordena a Quizquiz marchar
secretamente y llegar por la retaguardia a Quepaipa,
detrás de la posición donde se encontraba
Huáscar. Este se encontraba marchando confiado en la
avanzada de Topa Atao cuando se produjo un ataque sorpresa.
Cuando Huascar dispuso apurar la marcha al norte, Challcuchimac
le cerró el paso y lo capturó. Por su parte
Challcuchimac llegó de nuevo a Guanacopampa, pero
disfrazado de Huascar. El grueso del ejército de
Huáscar salió a recibirlo alegremente tirando las
armas, con lo que las tropas quiteñas lograron un
fácil pero ingenioso triunfo definitivo y tomaron
prisionero en ella al general Tito Atauchi.

Captura y muerte
de Huáscar

Tras ser apresado Huáscar fue conducido al Cuzco
por Chalcuchimac y Quizquiz, ahí se le obligó a
presenciar la muerte de sus familiares tanto directos como
indirectos. Su madre le reprochó el estado en el que
había quedado el imperio por su forma de gobernar. En
prisión lo insultaban, le daban de comer desechos humanos
y se burlaban de él todo el tiempo. Lo mataron estando por
cumplir los 27 años, arrojándolo probablemente a un
abismo, aunque también se cree que lo ahogaron en un
río a orden de Atahualpa mientras éste se
encontraba preso de los españoles. Prisionero de los
españoles en Cajamarca, Atahualpa recibió una
vasija hecha con el cráneo de Atoc, hermano de Huascar,
bañado en oro y provista de un caño entre los
dientes.

Una vez consumada la victoria de Atahualpa, este se fue
hacia Cajamarca para ver a los "extraños hombres barbudos"
de los que habían hablado sus mensajeros. Mientras tanto,
Chalcuchimac fue a sofocar rebeliones aún existentes por
parte de los huáscaristas, especialmente entre los pueblos
selváticos. En Cuzco, Quizquiz mató a todos los que
habían apoyado a Huáscar, los niños y las
mujeres fueron tratados con la misma crueldad. Los soldados
norteños de Quizquiz quemaron la momia de Túpac
Yupanqui, pues él fue quien los había
conquistado.

La toma de Cuzco por Quizquiz terminó con la
muerte de muchas familias de la nobleza cusqueña y el
incendio de muchos palacios. Durante la guerra civil las fuentes,
como muchas veces en la historia precolombina, varían
mucho sobre la cifras de muertos que van de 60 mil a 1
millón cien mil (si se cuentan los civiles masacrados en
sus pueblos arrasados). Según cuentas las crónicas
de Garcilaso de la Vega solo en la batalla de Hatun Xauxa
murieron 150 mil soldados de ambos bandos.

Los cañaris fueron uno de los pueblos más
afectados, murieron 50 a 60 mil solamente en Tumipampa y la
mayoría de sus hombres fueron masacrados en la guerra
contra Atahualpa. Ello fue el motivo del por qué apoyaron
a los conquistadores de Pizarro.

La captura de
Atahualpa por los españoles

Los días previos al encuentro en Cajamarca
transcurrieron en medio de un muy profundo análisis entre
ambos jefes militares. Atahualpa, se supone, había
confirmado su teoría de que los españoles no eran
dioses. Sin embargo, en vez de dejar expuesta tal cosa,
procuró que los partidarios de Huáscar (en adelante
"huascaristas") siguieran pensando que lo eran. De tal forma,
él sería el que derrotaría capturaría
y sacrificaría a los dioses, lo cual lo legitimaría
totalmente como gobernante del Imperio ante sus propios enemigos.
Por otro lado, Francisco Pizarro también desplegaba sus
piezas de modo inteligente. Evitó en todo momento que los
atahualpistas conocieran el verdadero poder de las armas
españolas, de tal modo que siempre se mantuviera el
elemento sorpresa. Tenía planeado capturar al Inca en
medio de la plaza aprovechando el desconcierto
general.

Según se relata en el libro Historia y Conquista
del Perú, escrito en el siglo XIX por William H. Prescott,
en la invasión española a la plaza de la ciudad,
cualquier intento de asalto a los ejércitos del Inca que
guardaban el valle hubiera sido un suicidio. La retirada tampoco
era una opción, porque todo gesto que se pudiera
interpretar como una debilidad que redujera el poderío que
los españoles deseaban ostentar sería una
invitación a una persecución y ser atrapados en los
pasos de las montañas controlados por los
incas.

Para invitar al Inca despachó a su capitán
Hernando de Soto, aunque luego enviaría a su propio
hermano junto a una tropilla de jinetes por si la
situación se complicaba. Sin embargo, dejó
claramente establecido que de ninguna forma se debía dar
muestra alguna de los recursos bélicos de su tropa ni del
poder de los caballos. Pizarro observaría todo desde una
torre de la fortalecilla que domina la plaza.

El recibimiento
de los españoles en Pultumarca

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Ilustración 6 HERNANDO DE SOTO
TRATANDO DE AMEDRENTAR A ATAHUALPA

Soto llegó a Cajamarca acompañado de,
entre otros, el intérprete Felipillo de Poechos (Hernando
Pizarro lo haría con Martinillo). El campamento en los
baños de Pultumarca debió ofrecer una vista
sorprendente a los conquistadores. Acostumbrados a ver tribus
bárbaras en su estancia en el Centro de América y
aún en los actuales territorios de la costa colombiana,
uno de ellos narra:

"Y eran tantas las tiendas… que cierto nos puso harto
espanto; porque no pensamos que indios pudieran tener tan
soberbia estancia, ni tantas tiendas, ni tan a punto; lo cual
hasta allí en las indias nunca se vio; que nos
causó a todos los españoles harta confusión
y temor…". (Miguel de Estete)

Llegados al palacete donde descansaba el Inca, Felipillo
tomó la palabra y demandó la presencia de
éste. Un orejón iría donde su señor
con el mensaje y los españoles quedarían a la
espera de alguna respuesta. Sin embargo, transcurría el
tiempo y quien sí hizo su aparición fue un
encabalgado Hernando Pizarro, que irrumpió con rabia en el
recinto. Sin bajarse del animal, se dirigió a Soto
preguntándole por el motivo de su demora, a lo que
éste respondió "aquí me tiene diciendo ya
sale Atabalipa… y no sale". Pizarro le ordenó muy
molesto a Martinillo que llame al Inca, pero como nadie saliera,
se encolerizó aún más y dijo "¡Decidle
al perro que salga…!"

'Tras el agravio', alguien se presenta ante todos a
observar la situación y procede a llamar a Atahualpa,
mencionando a Pizarro como aquél que lo había
ofendido en Maixicavilca. Es justamente tras esto que se aparece
el Atahualpa, caminando hacia el lugar y procediendo a sentarse
sobre un banco colorado, siempre tras una cortina que
únicamente dejaba ver su silueta. De éste modo,
podía observar al enemigo sin ser visto; con lo que estaba
en una perfecta posición para estudiarlos.

De inmediato, Soto se acerca a la cortina, aún
encabalgado, y le presenta la invitación a Atahualpa,
aunque éste ni siquiera lo miró. Más bien,
se dirigió a su súbdito y le susurró algunas
cosas. Pizarro, irascible como ninguno, perdió nuevamente
los papeles y comenzó a vociferar una serie de cosas que
acabaron por llamar la atención del Inca, quien
ordenó que se quitara la cortina. Su mirada ahora
sí se dirigía a los españoles… o muy
particularmente al osado que lo había llamado "perro". Sin
embargo, apartó su mirada de él, mostrando el mayor
desprecio, y se dirigió a Soto, diciéndole que
avisara a su jefe que al día siguiente iría a
verlos donde ellos estaban y que ahí deberían
pagarle todo lo que tomaron durante su estancia en sus
tierras.

Hernando Pizarro, sintiéndose desplazado, le dijo
a Martinillo que le comunicara a Inca que entre él y el
capitán Soto no había diferencia, porque ambos eran
capitanes de Su Majestad. Atahualpa no se inmutó y
siguió bebiendo de un vaso. Sin embargo, Soto le
comentó a Inca que aquél era hermano del
Gobernador. Éste nuevamente hizo poco caso al personaje,
pero finalmente se dirigió a él diciéndole
que sabía la forma en que había humillado a varios
caciques echándoles cadenas y que su espía le
contó que él solo había matado a tres
cristianos, a lo que el impulsivo Pizarro contestaría que
su espía era un bellaco y que un solo español
bastaba para matar a todos los indios porque eran todos unas
gallinas y que si él lo deseaba, podía demostrarlo
yendo a la guerra a su lado. Esto iba completamente en contra del
plan de su hermano, pero afortunadamente Inca solo lo tomó
como una bravuconada. Los españoles convencieron al inca
de solo llevar sirvientes y no soldados al encuentro como gesto
de buena voluntad, aunque de igual modo Atahualpa llevó a
algunos cientos de soldados de su guardia imperial. Atahualpa
marchó con 30 mil a 40 mil sirvientes y guerreros,
ocultando guerreros ya que el resto estaba desarmado por orden
suya (porque pensaba capturar a los españoles como a
animales), Pizarro los esperaba con 180 españoles y 37
caballos más otros tantos miles de indios
auxiliares.

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Ilustración 7 CAPTURA DE
ATAHUALPA.

Atahualpa aceptó la invitación, y
encabezó una lenta y ceremoniosa procesión de miles
de hombres, mayormente bailarines, músicos y cargadores de
servicio. La marcha le tomó buena parte del día,
causando la desesperación en Francisco Pizarro y sus
hombres, porque no querían pelear de noche. Esto es
notable porque a estas alturas de la campaña de conquista
del Tahuantinsuyo, los españoles ignoraban que los incas
no combatían de noche por motivos rituales.

Escondidos dentro de la ciudad, las tropas
españolas no presentaron resistencia durante el ingreso
del fuerte Inca a la ciudad. Tuvo lugar un incidente cuando el
fraile Vicente de Valverde se aproximó al fuerte Inca y le
ordenó que renunciara a su religión pagana y que
aceptara en cambio al catolicismo como su fe y a Carlos I de
España, como soberano. Atahualpa se sintió
insultado y confundido por estas demandas de los
españoles. Si bien seguramente Atahualpa no tenía
intenciones de acceder a las demandas de los españoles,
según las crónicas de Garcilaso de la Vega, el Inca
intentó algún tipo de discusión sobre la fe
de los españoles y su rey, pero los hombres de Pizarro se
comenzaron a poner impacientes.

De repente, sonaron las dos piezas de artillería
que estaban en una torre. Los españoles de a caballo,
así como los de a pie, salieron organizadamente con sus
objetivos bien claros: los encabalgados, a "barrer" con la gente
y sembrar el pánico con los poderosos ruidos de los cascos
de sus caballos, que acompañaban con cascabeles para hacer
aún más bulla. Los de a pie fueron directamente a
capturar al Inca, logrando de éste modo que tanto el
ejército del Inca, como la población se
desmoralicen.

Como resultado del encuentro entre 4 mil a 5 mil
sirvientes y guerreros del Inca murieron tras una estampida
humana tras asustarse de ver a 37 caballos con cascabeles atados,
otros 7 mil fueron heridos o capturados, los españoles
tuvieron solo un muerto (un esclavo negro) y varios
heridos.

Cuestiones sobre
la captura

El tema de la captura de Atahualpa desde los primeros
cronistas ha tenido una sola versión, la de los
vencedores: el pánico que se desata en las fuerzas
incaicas ante el estrépito de los cañones que a
fuego abren paso a la caballería española en el mar
humano que protegía al Inca. Tanto la caballería
como las armas de fuego son desconocidas en la América
indígena, y por ello se entiende el pánico de las
fuerzas indígenas antes este fenómeno que
ocurría frente a ellos. Lo que algunos historiadores no
reconocen es la participación de fuerzas indígenas
beligerantes al imperio Inca que brindan su apoyo al invasor
español, y que serían las que por sus conocimientos
sobre el imperio incaico, y sobre la zona en conflicto,
entregarían al Inca Atahualpa a los
españoles.

Prisión y
muerte de Atahualpa

Atahualpa fue apresado en un palacio de Cajamarca;
según Guamán Poma de Ayala estuvo sumergido en una
época de depresión porque le quitaron a su coya
(mujer), su riqueza y su reino. Cuenta que lloró, no
comió mucho y dormía poco. En prisión,
Atahualpa organizó a espaldas de los españoles dos
ejércitos, uno bajo el mando de Chalcuchímac para
que fuese a Cajamarca a liberarlo y el otro bajo el mando de
Quisquis para que tomase Cuzco y eliminara cualquier vestigio de
Huáscar. Estando preso se hizo amigo de Pizarro, y le tuvo
admiración a Hernando Pizarro, de quien dijo era un gran
señor. También jugaba mucho a la "Taptana", un
juego de mesa inca que algunos historiadores confundieron con el
ajedrez. Según crónicas, aprendió castellano
en veinte días.

LA
MUERTE

En prisión, Atahualpa ofreció a cambio de
su liberación llenar dos habitaciones de plata y una de
oro "hasta donde alcanzara su mano", los españoles
aceptaron y de inmediato se mandó la orden a todo el
imperio inca de que enviasen la mayor cantidad posible de oro y
plata hacia Cajamarca. Después de cumplir su parte los
españoles lo sentenciaron a muerte por idolatría,
fratricidio, poligamia, incesto y lo acusaron de ocultar un
tesoro.

Se le concedieron las dos últimas opciones: ser
bautizado como cristiano y luego ahorcado o ser quemado vivo. Al
escoger la primera opción fue bautizado con el nombre
cristiano de Francisco. Se cree que Francisco Pizarro
lloró su muerte. (Pedro Pizarro narra en su
crónica: "yo vi llorar al Marqués").

Fue ejecutado el 26 de julio de 1533. La noticia de su
muerte originó una gran anarquía, muchas etnias
dominadas por los incas se sublevaron e intentaron recuperar su
independencia.

Fue enterrado en la iglesia de Cajamarca pero unos
días después su cadáver desapareció
misteriosamente; probablemente sus súbditos lo rescataron
para momificarlo y enterrarlo junto con sus
antepasados.

Tras su muerte, muchos incas partidarios de
Huáscar (como Manco Inca) se unieron a los
españoles para derrotar a Chalcuchimac, Quisquis y los
demás partidarios de Atahualpa.

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Ilustración 8 FUNERALES DE
ATAHUALPA

Cálculo
aproximado del rescate de Atahualpa al cambio actual (Enero del
2013)

Ofreció a este llenar la habitación en la
cual se encontraba cautivo de oro y plata, relación 1:2,
hasta la altura que alcanzara el dedo medio de su mano derecha,
estando de pie.

Las dimensiones aproximadas de la habitación eran
6.00×6.00×2.30 metros, que fue la altura que
alcanzó Atahualpa, lo que supone unos: 82.80 m3. Pizarro
recibiría más o menos 82 toneladas de Oro y 164 de
Plata.

Pasado un tiempo, en el cual Atahualpa había
pagado ya la mitad del rescate a Pizarro, se dio cuenta que lo
traicionaría y al final de cuentas lo mataría al
tener todo el oro y la plata en su poder.

Por ello el gobernante Inca ordenó esconder el
resto del tesoro, lo que se convirtió en uno de los
secretos y los enigmas jamás desvelados, nunca nadie
encontró el resto del botín.

Los Incas encontraron este acto vergonzoso por parte de
los conquistadores españoles, ya que la palabra dicha
debía ser cumplida, y mientras que Atahualpa aportaba su
oro y plata como parte del trato, Pizarro iba vaciando de noche
lo que se llenaba de día. Lo que generó el choque
entre dos civilizaciones, la indígena que llenaba y la
occidental que vaciaba.

Es difícil por este motivo precisar cuánto
pagó Atahualpa por su rescate. Pero es uno de los rescates
más caros jamás pagados que ronda los $
1.285.760.000 de dólares (mil doscientos ochenta y cinco
millones setecientos sesenta mil dólares). Fueron varios
meses de recaudación del metal en esa habitación,
lo que da fe de la abundancia y fertilidad de la zona, y del
poderío de Atahualpa, quien de todas formas fue ejecutado
al ser acusado de traición y conspiración contra la
Corona Española. Escogió ser ahorcado
después de bautizarse como cristiano.

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Ilustración 9 RESCATE
OFRECIDO POR ATAHUALPA POR SU VIDA.

Bibliografía

  • Espinoza Soriano, Waldemar (1986).
    Destrucción del Imperio de los incas. Cuarta
    edición, Lima: Amaru editores S.A.

  • Espinoza Soriano, Waldemar (1997). Los Incas.
    Tercera edición, Lima: Amaru Editores.

  • Julio R. Villanueva Sotomayor (2002). El Perú
    en los tiempos modernos. Lima: Empresa periodística
    Nacional S.A.

  • Guamán Poma de Ayala (1998). Nueva
    crónica y buen gobierno (antología). Lima:
    Editorial Horizonte. ISBN 9972-699-08-0.

  • Rostworowski de Diez Canseco, María (2002).
    Historia del Tawantinsuyu. FIMART S.A.C. ISBN
    9972-51-029-8.

  • Dejo Bendezú, Juan Miguel (1993). Atahualpa.
    Lima: BRASA.

 

 

Autor:

Percy Zapata Mendo

 

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