El bancal – Monografias.com
El bancal
de Angelillo de Uixó.
Quiebro de un sendero musulmán del
folclórico pueblo de la Vall d´Uixó. Entre
calizas y aligas un pequeño paso no más ancho que
una sandalia entre unas piedras de un bancal hace de escalones
para subir a el.
El lucero vespertino se sumerge
desapareciendo entre el mar y el colmo del cerro que corona el
espinoso barrio marginal de texas. La luna se vuelve transparente
con la luz del sol avergonzada al contemplar la humanidad agotada
tras las orgías y crímenes de la noche. Huye. Unas
alpargatas madrugadoras trepan entre la piedra. Y dejando caer un
matojo de espinacas, un azadón,un chusco de pan, declina
la figura de Ecoastro entre las sombras de un algarrobo moribundo
apunto de caer :
-Oh dime, piedras del bancal arrancadas de
la pared por la mano del batueco de nuestra tierra que pone con
su acción de eminente insuficiente la supervivencia de
nuestra glorioso patrimonio realizado por los descendiente de la
raza de los nobles beduinos y bereberes del desierto que cabalgan
el camello, y tanto espanto crearon a nuestras tropas que
cabalgaban asnos y cabras cuando nos conquistaron. Oh losas,
destinadas a proteger mi cuerpo de las escarchas y lluvias del
invierno en vida y cubriéndolo en la muerte, cuando mi
alma se reencarne en oruga . ¿ Quien os ha arrojado al
suelo? Quizás el codicioso cazador por que un concejo
buscaba protección de su jauría de perros entre
vosotras. El roedor habrá encontrado a estas horas la
sepultura- lamentos de Ecoastro tocando las piedras. Busca de
rodillas restos de sangre– Hoy no vale la ley que en los viejos
tiempos se respetaba, al uso del derecho de asilo en las iglesia.
Si llegaba el animal al bancal quedaba bajo la protección
de este. Eso fueron tiempos de ayer. Ahora el cazador derriba el
bancal y masacra al animal indefenso en su agujero- viendo falta
de sangre en las piedras cubiertas de polvo reciente, se
interroga Ecoastro: Quizás os haya derribado la mano de un
deficiente chonis que pasaba destrozando ribazos para tirarse con
la bicicleta de descenso, o el no menos faccioso motorista de
trial. Oh piedras, todos ellos tendrá su castigo por el
gran mal causado- Ecoastro mira a su alrededor. El pueblo queda
al fondo, en el horizonte lejano, sobre una cumbre de
Alfondegilla, vislumbra el castillo de Castro a su oeste, al este
corona las murallas el de Vall d´Uixó. Junto a
él se sucede un paisaje yermo de bancales abandonados
repletos de huecos. Las piedras, cómo meteoritos dispersas
entre la avena silvestre y la jara. Un viejo refugio de labriegos
construido con piedra seca cubierto con una bizarra cúpula
semejante a Santa Sofía de Estambul yace derribado en
medio del bancal.- Para mi no hay ayuda cómo a la gente
que desahucian. A ellos acude la plataforma de stoop desahucios,
sin embargo a los que deseamos vivir más humildemente, no
hay ayuda ni comprensión. Nadie grita conmigo stoop
derribos de bancales, stoop de apropiación indebida por
parte de motorista, ciclistas, cazadores, de nuestra cultura, de
nuestro patrimonio, de nuestras tradiciones – La figura
hierática de Ecoastro semeja a un serafín que vaga
por el cosmos conquistando nuevos mundos repletos de herejes. La
soledad del misterio del aire con el que habla Ecoastro es roto
por el chirriar del grillo y el ladrido de sus perros que
aburridos se han enroscado. Besa la tierra con sus manos y se
yergue a dos patas, posición características de los
homínidos. Observa de nuevo de forma morbosa el paisaje
con sus ojos oscuros. Siente repulsión, y una
sensación incomprensible hacia la calamidad que ha hecho
alguien en el camino de Peña Creus a San Antonio
destrozando bancales, derribando casetas de piedra secas. Muchas
de ellas sin catalogar por los rumís power flower del
Ayuntamiento que pasan largas horas en los almuerzos hablando de
sus sentimientos heridos por la infidelidades de sus power
parejas, de los consejos que les dictan sus psicólogos o
gimnofilósofos hindúes, y de las editoriales del
ABC que les causan escándalo porque Cataluña se
quiera independizar de España.
Cruje una rama repleta de nidos de
gorriones. Da un eructo el árbol y el último pio
pio los pajaritos. Los metros que quedan de bancal, solidarios
con el divorcio de sus centenarias compañeras, se tiran
rodando al vacío. Se forma una nube de polvo donde se
difumina una garrofera, un olivo, romeros, laureles silvestres.
Ecoastro esquiva las piedras y troncos de un eco salto evitando
que su pie dañe unas matas de manzanilla. Y tras el
desmoronamiento del orden que custodia el bancal, semejante al de
los tronos a las dominaciones, llega el silencio y la lluvia de
lagrimas que resbalan por las mejillas morenas del
príncipe de los bancales y la agroecología al
contemplar el estropicio.
-Oh madre tierra ¿ de que
está sirviendo la crisis económica que ha arruinado
a muchos empresarios cómo los hermanos ventura y a sus
abyectos trabajadores que ahora sin motivo se quejan del
desempleo y los excesos? Ayer estos esclavos judíos del
sistema andaban tirando ribazos a dos dracmas o dos euros la hora
. Veo que para nada es buena la crisis. El mundo, el valle,
está lleno de cretinos que habría que eliminar, y
no solo con corridas de toros por las calles- capotea el aire
repleto de moscas blancas que se espantan, una libélula
roja tiene que hacer una aterrizaje de emergencia en la barrera
de una zarzaparrilla . ¿ Por qué madre moldeaste
barro del humus para hacer seres tan viles? ¿ No hubiera
sido mejor para tu creación que hubieras amasado anguilas
pensantes en vez de personas?
Un ladrido rotundo hace que deje Ecoastro
sus abluciones para prestar atención a la
señal.
¿Donde está la presa noble
Aquiles, donde está el culpable, dime amigo, el más
grande y noble de los animales, primo sanguíneo del lobo
que desciende de la corona de los grandes monarcas del reino
animal junto el jaguar y el león.
El gran pastor alemán bramando entre
el aullido y el ladrido señala alargando el cuello, con el
lomo erizado, hacia unas sombras que se mueven. Avisa tan bien
cómo aquellos antepasados suyos que servían para
custodiar a los judíos circuncisos que tras la verja por
sus muchos pecados de usura eran prisioneros merecidos en
Auschwitz, y no se queda atrás Aquiles ladrando
cómo sus abuelos que en esas fría noches sobre el
muro del telón de acero acompañaban a un agente la
stasi para vigilar y poner a salvo la República
Democrática Alemana de los anti comunistas. Loor a ti
Stalin y Pol Pot que mantuvisteis el orden del mundo en vuestros
titánicos hombros a través de la sangre de esos
salvajes burgueses que no merecen otra cosa que ser encerrados en
grandes rascacielos y luego derribarlos.
Un arco iris formado por camisas amarillas,
rojas, blancas, azules, se acercan al bancal formando un
trío humano difuso. Cantan y sonríen bajo un cielo
grisáceo que presagia frío a los animales y a los
pobres desahuciados. Avanzan hacia Ecoastro por la agreste
floresta de aliagas y tupidos matorrales del monte de Vall
d´Uixó.
– Amigo Aquiles, con la iglesia o algo peor
hemos topado- exclama Ecoastro mirando por donde puede escapar de
los ecologistas perroflautas. El pastor alemán mete el
rabo entre sus piernas.
-Buenos días Pibe- dice un ser de
luz rastafari vestido a semejanza de un vagabundo. Hace el saludo
Zen mientras sus dos compañeras se tiran al cuello del
pastor alemán, y le dan besos y masajes.
-¿Que hacéis por
aquí?- le pregunta de forma tajante y fría
Ecoastro.
-Hemos venido a ver el destrozo causado en
los ribazos y hacer fotos. Luego haremos un almuerzo con el
alcalde, los de medio ambiente, los forestales, la policía
local, los bomberos, y el colectivo de feministas que celebran la
castración de un violador. Rezaremos para que el mundo
cambie y las personas tengan conciencia de que tirar ribazos
está mal. ¿Vendrás?- le pregunta la
bellísima HazdeLuz.
-Ni loco iría con vosotros.
Estáis cómo una cabra. Sois colaboradores del
sistema al proteger la vida humana- mira con desdén
Ecoastro a HazdeLuz que se siente intimidada. Con la miranda
busca una explicación y Ecoastro se la da: -Se que
criticáis mis teorías del exterminio de la
humanidad. Y sabéis de sobra que es la única
oportunidad que tiene la vida vegetal y animal, los anfibios, las
aves y los peces de seguir existiendo. Cualquier otra
acción es demagogia. Exterminio humano y ecología.
Vuelva el mundo a su edad de oro sin nosotros, Ea- exclama
panfletario Ecoastro descargando su rabia.
– Mira Ecoastro, nosotros no te censuramos,
respetamos todas las opiniones, incluso la tuya- HazdeLuz se toca
el pecho turgente en señal de honestidad– Estamos abiertos
a todo el mundo. Cómo prueba de ello si quieres venir esta
tarde vienes, y si no quieres venir, no vengas. Tu te lo pierdes-
cambia HazdeLuz bipolar la actitud de la acritud al polo de la
conciliación sensual. Entorna los ojos brillantes
cómo estrellas en la oscura noche- Tenia reservado para ti
una sorpresa entre mis cojines y mi alfombra africana- coloca los
brazos HazdeLuz en sus caderas que mueve cómo una virgen.
Sus rubios cabellos tan dorados cómo el maíz maduro
le cuelgan hasta sus turgentes pechos redondos y suaves que
sobresalen de su túnica transparente. Ecoastro siente el
puñal del deseo. Los labios carnales y gruesos de HazdeLuz
transmiten la pasión arrebatada de las mujeres alocadas
que llevan a la perdición a los hombres tanto cómo
las sirenas a los marineros. Ecoastro, el Ulises de la
agroecología, conocedor por experiencia del peligro de la
biferina, retrocede de la lagarta sin importarle clavarse los
espinos que tiene detrás. Cómo la lengua de
Hazdeluz no consigue derribar la voluntad de Ecoastro, intenta
tocar con su mano suave y cálida su cuerpo. Pero este
consigue esquivar a la tentadora metiéndose entre una mata
punzante de zarza mora. HazdeLuz, cuya piel es demasiado fina
para penetrar los espinos se queda fuera
llamándolo:
Ecoastro, Ecoastro.
– Aparta Hazdeluz- grita protegido por la
zarza mora- no necesito de tu falso cariño que hoy me das
y mañana me quitas con el cambio de horóscopo. Yo
solo necesito para vivir decentemente lechugas, acelgas y mi
chusco de pan. El resto me sobra, no quiero formar parte de
vuestro banquete. Vade retro mujer seductora.
-Parece Pibe, hermano que vive entre perros
y cómo un perro que fuera tuyo el bancal. No puedes
tirarnos.- sarcástico mirando lujurioso a las doncellas
cómo un gallo de corral, el rastafari más semejante
a un perro de nieves argentinea ante las damas. El soberbio
perroflauta con cara de cuervo adornado su cráneo lanudo
de rizos increpa el honor del virtuoso Ecoastro.
-Por supuesto Parua que el bancal no es
mio, ni tuyo- sale del zarzal con sangre hispana goteando por las
sienes de varias punzadas de las plantas-Estoy aquí para
plantar unas espinacas y a okupar la caseta de aperos. Ayer
estaba entera- señala triste las piedras Ecoastro y se
revuelve furioso al argentino-Si quieres Parua puedes ayudarme a
reconstruirla, a plantar las espinacas, y quitarte esa fama de
que nunca has hecho un caballón recto. Y lo que dicen de
ti a tus espaldas tras recitar de memoria el apoyo Mutuo del
príncipe Kropotkin y lanzar mensaje de solidaridad con
todos los oprimidos del mundo a través de facebook y tu
blog para ligar con féminas superficiales de la facultad
de humanidades. En verdad rey de los perros Argentinos, nadie te
ha visto nunca ayudar a hacer un eco ribazo, ni reconstruir un
bancal, ni plantar una acelga. Solo nos llegan a nuestros
oídos tus hazañas panfletarias de la defensa de los
pigmeos, raza que creo que ni existe. Cómo la de los elfos
del bosque a la cual me convenciste para darte mis últimos
100 euros porque decías que la monsanto los iba a
genocidar. Arremangate Parua, y agarra esa piedra- Señala
Ecoastro una gran losa de cerca de 100 kilos.
Rechinan los dientes de Parua, las aletas
de sus nariz ganchuda se dilatan a intervalos bilicos. Su cara
huesuda de argentino se sonroja. Las mozas que juegan con los
perros ríen. El habito de piadoso que cubre su cuerpo de
percha sudamericana se mece al compás de sus caderas
femeninas dispuesto a saltar sobre el buen Ecoastro.
HazdeLuz a cuatro patas jugando con el
pastor alemán se levanta. Sus pechos grandes y redondos
aun se agitan del bamboleo del movimiento. El pastor
alemán se aupá y agarra a HazdeLuz del brazo y se
frota con fuerza sacando la lengua. Ella sonriendo lo aparta.
Moviendo sus caderas seductoras se mete entre el bueno de
Ecoastro y el malvado y vago del indígena argentino
Parua.
-Ecoastro, debes dejar tu actitud hostil
hacia la gente e ir cómo todos nosotros al
psicólogo. Te hará mucho bien y te mostrará
pautas de conducta para llevar una vida ordenada y
armónica. Venga, dale la patita a Parua que es muy chico-
HazdeLuz armoniza las diferentes opiniones en eco
conflicto.
-¿ Sabes que Parua ha dirigido un
corto sobre los pobres Españoles que viven entre cartones
en la calle? En Argentina se lo han comprado y lo pasan en todos
los cines. Es un éxito de taquilla, les encanta- Claro de
luna devota y fan de cualquiera que hace un documental sobre
etnias y animales urbanos, con cuyos directores underground
establece la típica relación ninfomaniaca de
universitarias, apunta la información besando los cabellos
rastas del argenindigena Parua.
Ecoastro sube los hombros en ademan de
indiferencia clavando violento su mirada en los ojos verdes de
repollo de Parua. Se niega a pedir disculpas si antes no lo hace
el causante de los agravios:
-Ha empezado él, que me pida
disculpas primero- sugiere a HazdeLuz.
-Dale la mano para que reine el karma en
este lugar destrozado- solicita a Parua mesando los cabellos del
rastafari Claro de luna. La cara redonda y simpática de
Claro de luna junto con el guiño de ojos hacia su Rodolfo
Valentino obran en el superficial, egoísta, vago, golfo,
hipócrita Argentino un cambio muy característico de
está raza femenina que desconoce el honor y la
honra.
– Pibe, Yo sentir mucho si os agravie a
vos, venga a mi brazos- y forman sus brazos una cruz enganchando
a Ecoastro que le abraza de mala gana.
Las chicas aplauden y dan saltitos al
confirmar sus teorías de que con amor se puede evitar los
navajazos, así cómo que los argentinos son
más civilizados y mejores amantes que los
Españoles. Entonan un occidentalizado hare krishna, y se
van tras hacer dos fotos en las que posan sonriendo.
Ecoastro toma asiento para pensar sobre un
piedra donde descansa una lagartija que sale corriendo en zig zag
hasta meterse en un pequeño agujero. Se recoge para
planificar la reconstrucción del refugio y de la huerta.
La luz baña las gotas de roció de la red de la
tarántula, calienta los huesos de los animales, las ramas
coscojas, y las conchas de los caracoles.
– Hare krishna, hare, hare, hare krishna-
se abren paso los seres de luz entre el romero, el tomillo, la
ajedrea, cómo antaño hicieran los santones
hindú en la selva de bengala. Hoy más sensatos los
santones se dedican a trabajar en las factorías de la
Tata, y fabricando ordenadores para apple. Haciendo que la India
sea una gran potencia a la que envidiar, imitar y
destruir.
– Mirar troncos, grapas, grapas, van por el
barranco cantando, seguro que son unas guarras-desde el cerro de
San Antonio donde la mano de un beato hace más de un siglo
decidió construir una ermita para santificar a un humano
llamado San Antonio que vivió en Egipto en el siglo III de
nuestras era. En ese momento el lugar es profanado por chonis
ciclistas de descenso. Una pandilla de mal rapados cráneos
acabados en cresta de gallo, adornados los cuellos con colgante
de oro con el cabezón de cristo , planean un gran salto
para publicar en youtube con agravante de ataque religioso,
medioambiental, patrimonial. Delitos que les hará
más populares a ojos de otros batuecos que
responderán al desafío rompiendo otra parte del
pueblo.
A los gritos del lenteja que hace de
centinela mientras el resto arranca piedras, corta pinos que
estorban en el descenso, acude la piara de chonis formada por 10
individuos, aunque es cómo si acudiera uno solo. Tal es la
uniformidad de su aspecto : cresta por doquier, caras huesudas y
amenazadoras de perdona vidas, tatuajes facciosos, rostro
alargado con mandíbula cuadrada, y nariz chata de moro.
Sus pellejos: morenos y agitanados. Su idioma el dialecto jergal
calorro, y el pensamiento aplanado y unificado. Los chonis son
cómo los chinos: visto uno, visto todos.
-A ver, a ver- grita eufórico el
coro de batuecos asomando sus rostros cobrizos. Sus ojos de
hienas de estirpe andaluza brillan cómo estrellas
luminosas en una noche de cometas. El ardor de sus partes que a
todas horas se tocan les produce un gran escozor al contemplar
por el barranco el rostro de HazdeLuz y Claro de luna.
– Si serán putas las chonis grapas,
van cantando- exclaman asombrados al unisono las 10
gargantas.
– ¿Que te parece Alfardo Gimeno si
saltamos desde aquí y las atrapamos antes de que salgan al
camino? – pregunta el kepsu dominado por la
pasión.
La pendiente aparece a los ojos de la
manada iluminada entre los amarillos de la luz del sol que
alimentan las perfumadas lavandas, y la oscuridad que hace brotar
las setas a causa de un vértice saliente de la mole rocosa
del cerro de la cova en cuya cara este se queda el sol. El camino
surge siniestro. Luz y sombra en la pendiente de roca y arena.
Misterios de la madre naturaleza. La cruz del techo de la ermita
situada a sus espaldas llega a sus pies diciendo: No lo
hagáis, ser buenos muchachos. Pero los pies de los
descreídos chonis que le cantan a Cristo pero adoran a
satanás cómo los herejes rumís y
judíos, chafan los mandamientos del señor que le
entrego al jardinero Adán: No destrozaras los bancales, ni
las plantas del bosque, el resto: libre albedrío. La
pendiente de San Antonio que se ha conseguido vencer gracias a la
ciclópeo trabajo de quienes hicieron bancales ! muchos
siglos antes de la feliz época actual del neoliberalismo y
la cultura del esfuerzo!, surge desafiante, hechizante,
embrujada, a la mente de los batuecos que piensa: El salto
perfecto. Los hare krishna suenan chamánicos y
eróticos entre el eco de las rocas lanzando un mensaje
subliminal de: tomarnos chonis, tomarnos. Somos niñatas
perracas rototombera y golfas de barrio marginal.
– Ea, a mi los terratremolls, a por las
muchachas cantarinas. Yo me pido la del pelo rastafari- exclama
Alfardo. Corren hacia sus bicis. Se enfundan el casco, cierran la
visera. El sonido de los cascos suena cómo un golpe en la
cara de una mujer. Seducidos por el canto, los marginales sobre
el sillín bajan la pierna girando el pedal derecho que
mueve la correa que se desliza por el piño y gira mientras
el pedal izquierdo hace su recorrido. Del hemisferio sur llega al
hemisferio norte donde baja impulsado por la pierna izquierda. Se
vuelve a repetir el acción mecánica avanzando cada
vez más rápido bajo la mirada de San Antonio
dibujado en el pórtico de la ermita junto sus cerditos.
Avanzan los chonis en formación de uve. El lenteja y el
kepsu cuya pedaleada ya es veloz toman asiento. Dejan de mover
las piernas y la bicicleta empieza a descender vertical en
picado. Pequeñas piedras saltan. Dan el primer salto y
caen al siguiente bancal.
– Ciclistas, ciclistas, corred que nos
violaran- grita Parua al ver a los ciclistas. Abandona a las
doncellas a su suerte. Las muchachas empieza a correr por el
barranco mirando el culo endemoniado y prieto del argentino, que
aunque carece de tridente y rabo, huele a azufre. Suenan la
melodía metálica, estridente y fúnebres de
los cascabeles de las doncellas, hasta los vaginales. La campana
de San Antonio dobla réquiem movida por la mano del Santo
que odia a los chonis.
El kepsu queda a dos bancales de distancia
de Claro de Luna. Percibe hasta su tanga cuando gracias a la
madre tierra y la mano de San Antonio una rama de pino afilada se
cruza en su camino. La rama atraviesa la visera del casco, y el
Kepsu mete su ojo izquierdo en la afilada punta quedándose
el parpado pegado mientras la cuenca de su ojo avanza por la
rama. El lenteja sale despedido de un bancal y sobre pasa el
siguiente cayendo al vacío. Sobrevuela las cabezas de los
seres de luz. Unas piedras le hacen descansar a sus huesos que
estallan cómo un cañón al disparar. El golpe
le astilla por dentro dejándolo tetrapléjico al
instante.
El resto de chonis consigue frenar a mitad
descenso al ver la suerte de sus compañeros. Los seres de
Luz salen al camino. Huyen alegrándose por dentro de la
muerte de los chonis, aunque por fuera no lo muestran al prohibir
su religión festejar la muerte de algo viviente.
Cómo mucho se pueden alegrar si es un gurú que va a
abandonar este mundo para reencarnarse en tortuga en la
próxima vida, porque se entiende que va a ser más
dichoso.
Ecoastro levanta de la piedra. Sin ganas
empieza a reconstruir el viejo refugio. Las piedras las va
trabando, realizando el milagro que el altísimo nos
entrego a los hombres para nuestro bien: la traba. Método
Capaz de levantar catedrales, mezquitas, centrales nucleares,
incluso graneros, talleres de coches, y cosas menos útiles
cómo mercadonas y sinagogas.
Martillazos, sonido del material de
construcción cayendo, jadeos por le esfuerzo, sudor,
gritos. En la ladera de enfrente de donde se encuentra Ecoastro
observando movimientos. Son las casetas de San Antonio donde
tiene la vivienda oficial Ecoastro. Observa a unos étnicos
subidos con mucho ingenio, gracia y duende a un techo para robar
unas vigas. Dan golpes secos y rotundos delante de sus pies
desnudos para sacar la viga. La hacen caer junto al techo y a
ellos mismos. Ecoastro ríe al ver la polvareda que se
traga los cuerpos. Luego el silencio, el humo que desaparece, al
cuarto de hora las sirenas de la policía. Llegan sin
prisas, muy profesionales. Aparcan, observan y sacan dos bolsas
de basura donde enfundan a los finados.
Charly- dice un agente a su
compañero tirando los cuerpos de los adolescente al
maletero- Menuda tarde nos espera. Son quinquis, el Fresita y el
Garrofera. Y yo que tenían entradas para el fútbol–
ademán de fastidio del agente, muestra indicios de burnout
laboral– Cuando se enteren sus familiares vendrán en
bandada cómo los cuervos a los cadáveres a velar a
los primos a la morgue y armarán el mismo jaleo que
provocan todos los días en los guetos . El cabo nos
mandará intervenir para que se tranquilicen. Todos los
días es igual. Me estoy cansando de esto.
-No lo tomes a mal Charly, el negocio es el
negocio. Son horas extras- responde Pacheco limpiándose
las manos en el uniforme y subiendo al coche.
-¿ Lo que yo no entiendo es por
qué debemos proteger a los blancos en la morgue, y sin
embargo en barrio cómo el de texas tenemos orden de no
atacar, ni golpear con el peso que nos otorga la ley a los
calorros aunque se pasen el día molestando, extorsionando,
robando a los blancos de Vall d´Uixó?- pregunta
charly rascándose con sus largas uñas el cogote
bajo la gorra.
– Croack, croack,Yo que se charly. Yo solo
obedezco.¿ No te pagan bien?. La orden es en el gueto de
San Antonio y Texas no actuar jamás, croack- rompe la
conversación croando molesto con tanta demagogia de su
compañero. Charly comprende y calla. Pasa el coche
discreto por el gueto que es animado por su feroz fauna. Caminan
los pendejos dando golpes a los contenedores de basura,
traficando con drogas, cantado la música de la
delincuencia: el flamenco. Las amas de casa gitanas reciben los
insultos de sus marido que tumbados desde el sofá les
amenazan con ensalada de ostias porque las croquetas de la comida
no ha sido de su agrado. Se escucha desde la calle los insultos
provocando la risa entre los paseantes que produce un efecto
bufonesco y circense en el gitano. Para divertir a los paseantes
insulta más a la mujer.- Pegale Josele, pegale a la
pendeja- gritan los paseantes riendo- paf, pum, pim, la gitanaca
recibe dos ostias. Llora, y la gente que lo escucha ríe.
Algunas chicas, las de las primeras fincas se prostituyen para
pagarse el vicio de las drogas. Los clientes salen discretos.
Varios perros son torturados para divertirse los niños que
ya llevan la malformación de satanás no solo
gravada en el color de su piel y su herencia genética, si
no en el alma, que solo la santísima inquisición
sería capaz de erradicar. O quizás que los
rumís alcanzaran conciencia de que viven cómo
animales en Texas. Se encararan primero contra sus patriarcas y
pastores evangelistas colgándolos de los cables de la luz.
Luego reflexionaran sobre sus costumbres para abolirlas. Pasando
finalmente al ataque contra el PP fascista que les ha metido en
un gueto.
Nuevos cascotes de la casa embargada por el
banco en San Antonio caen con estruendo sin que nadie lo oiga.
Ecoastro observa el paisaje de la desolación: bancales
rotos, casas destrozadas, árboles talados, animales
afinados en corrales. Se regocija cómo un idiota lanzando
una gran carcajada histérica contra un mundo sin
arreglo.
-Oh mama pacha que bien he hecho
renunciando al mundo, convirtiéndome en un ser
autosuficiente alejado de mis semejantes, plantando espinacas y
lechugas cómo las gentes de la edad dorada del mundo.
Sintiendo la comunión de las plantas florecer bajo mis
cuidados. Oh eso es el amor puro, el mismo que hace que aun no me
extinga alejado de mis semejantes, aunque me aburra cómo
un oso.- Y tras hacer sus abluciones mientras llegan los primeros
gritos de dolor en Texas por el anuncio de la muerte de los
quinquis. Ecoastro besa la tierra cogida entre sus manos. Nota
entre la tierra que hay unas bolitas de excremento de conejo.
Raudo las escupe tras adivinar que el conejo ha comido
escaramujo.
-La coneja debería andar constipada,
por eso ha comido escaramujo- exclama orgulloso y pecando de
vanidad y soberbia por la viveza de sus sentidos y la agilidad
detectivesca de su mente . Escupe de sus labios las bolitas que
mezcladas con su saliva al caer al hoyo empiezan a germinar unas
matas de escaramujo. Y la tierra perpetua su ciclo: Loor a ti
madre tierra.
Sobre bancales aun vírgenes de una
cara de la ladera de San Antonio , una cresta de gallo con
piercing en las cejas, chándal de adidas, y agarrado a la
bicicleta del manillar clama filantrópico cómo un
lobo a sus camaradas que sudorosos jadean por el esfuerzo y sus
ánimos desfallecen atrapados entre esparragueras y
zarzales:
– ¿No deberíamos acercanos a
ver cómo se encuentra el kepsu y el lenteja? Tienen mala
pinta, no se mueven- les dice.
-Que hubieran frenado- responde
mesándose la cresta vaquilla y lanzando una mirada unos
metros abajo donde se encuentra el lenteja.
-Van de listos, ya se apañaran-
contesta Alfardo Gimeno contrayendo el vientre. De repente un
terremoto seguido de un mal olor invade el bancal, y los chonis
de la agrupación terratremolls se tapan la nariz, y
ríen cómo benditos inocentes.
– Menudo cuesco¿ Que has comido
alfardo?- pregunta el pollo estrábico.
– No es lo que pensáis. Que picor,
que picor- grita metiendo los dedos por el ano. Salta en esa
posición a lo largo del bancal. Y entonces aliviado y
pedorreándose un poco más saca los dedos negros del
ano con una enorme bola de hachis cubierta por un plástico
con el dibujo algo manchado de Son Goku haciendo un Kame- Kame.
Sobre el bancal los inferiores empiezan a votar al uso de los
negros africanos en sus orgías en torno a la hoguera. Se
agitan frenéticos entre la maleza angustiosa que incita la
violencia y al crimen.
¿Repartirás verdad?- pregunta
el pollo.
-Aquí no se da nada. Sacad la
cartera y repartiré- les responde Alfardo Gimeno. Los
chonis buscan entre sus riñoneras. El pollo que va pelado
anda hacia el cadáver clavado en el pino del lenteja. Le
roba sutilmente la riñonera.
-¿ No te importa verdad lenteja? le
pregunta sin que responda. Luego hace lo mismo al kepsus que se
arrastra tetrapléjico.
-Pollo, ayudame, ayudame por favor-
balbucea-te daré a mi hermana menor para que te la folles
si me ayudas.
-No te muevas que ahora te ayudo ¿
donde tienes la riñonera?
El kepsu señala al abdomen. El pollo
lo gira segándole del bamboleo la médula espinal.
Recoge la riñonera y se va silbando.
-Es de primera- exclama mascando el hachis
el Pescadilla.
Los chonis toman asiento en torno a un
hueco algarrobo. A Gimeno empiezan a dilatarse las pupilas. El
pollo empieza a temblar, el vaquilla suda, el resto balbucea
babeantes.
– Iré a por leña y haremos
una hoguera- sugiere el pollo que siente escalofríos.
Reptando cómo una culebra con la mente borrosa empieza a
amontonar panocha, pequeñas ramas, piedras que confunde
con troncos. Setas- exclama el engendro al ver cerca de un charco
varias setas amarillas que empieza a mascar. Un prodigioso ataque
epiléptico se apodera del Pollo causándole
convulsiones y erección de pene. Imagina que esta haciendo
el amor con la bella HazdeLuz.
-Mirad lo que hace el Pollo, se corre por
la boca. So cerdo- gritan riéndose sus compañeros.
Y al cerdo masturbador le tiran piedras, y recibe su castigo por
sus muchos males causados. El deficiente escupe babas y espuma
por la boca cómo un cangrejo vicioso. De una pedrada le
rompen al ingenuo los dientes. Poseído por el vicio es
indiferente al golpe. Sonríe pensando que esta follando
con HazdeLuz. El viento mueve unas ramas verdes de
llentiscle.
– Ye muchachos, mirad la guardia civil-
grita Alfardo que imagina que las ramas son beneméritos.
Echa a correr con todas sus fuerzas tropezando y cayendo por los
bancales. No me cogeréis con vida- grita estrangulando
unas aliagas.
El resto de chonis huye sintiéndose
perseguidos por la guardia civil. En su retirada el vaquilla tira
el porro para que no le denuncie la policía sobre la
panocha apilada por el Pollo que expira.
– No llevo nada, no llevo nada- levanta las
manos el vaquilla fuera de si. Su mirada perdida y confusa
orientada al cosmos no termina de encontrar al duende. Frente a
unas matas de llentiscles se rinde ante la guardia civil con las
pupilas cómo platos y la boca seca. La panocha empieza a
arder a sus pies.
EL medio día que precede a la tarde
llega pronto a primeros de diciembre, cómo los bombarderos
judíos sobre palestina. La sombras se envuelven de
humedad, escarcha y frío. El esforzado Ecoastro feliz por
la restauración de su refugio aplaude. Los perros le
felicitan ladrando. Mete las manos en sus agujereados bolsillos y
maldice de pronto la existencia:
– Me cago en la puta, siempre igual.
¿Aquiles, Meidei, Careto, habéis visto el
mechero?
Los perros ladran moviendo el rabo: guau,
guau.
-No, guau, guau, no. Buscar el mechero
coño que se me ha caído del bolsillo- dice a sus
fieles canes que se tumban en la hierba y juegan
indisciplinados.
-Vamos a casa a por un mechero- ordena. Los
perros haciendo el paso de la oca van tras él hacia las
casetas de San Antonio. Descienden entre entre los ribazos
destrozados.
-El diablo ronda este lugar Alfardo- le
dice el vaquilla con las pupilas dilatadas, la mirada borrosa, y
el pensamiento embotado. Masca para tranquilizar las
palpitaciones de su corazón otro trozo de
hachis.
– Eh ¿ Que pasa? ¿Donde
estamos?- pregunta aturdido y con palpitaciones Alfardo.
Contempla los restos de los bancales rotos, las ramas
esqueléticas del monte que parecen dedos de
cadáveres señalando el refugio
reconstruido.
-Vaquilla, Pescadilla, chanquete,
piraña, alfardo, lute, chilindrón, aquí
estuvimos esta mañana destrozando este refugio, y ahora
está de nuevo reconstruido. Esto es obra de
satanás- sobrecogido por la observación se abraza
al lute el pescadilla cuya cara es la de un puerco a las puertas
del matadero. Gime de pánico. Sus ojos de borrego miran a
todos lados. Su cuerpo sucio de mugre, sudores, se estremece por
las palpitaciones causadas por los psicotrópicos y la
amenaza de las fuerzas oscuras. Una coz precedida de un rebuzno
de Alfardo Gimeno hace que caigan varias piedras. Por inercia el
resto de la pandilla pasan del miedo a las risas. Seguidas de
vómitos, chillidos, y una diarrea del piraña.
Realizan tan tremendo estropicio . No dejan piedra sobre piedra,
cuando terminan los atilas drogados continúan su rosario
de destrozos hasta llegar a texas, el barrio madre de todo
criminal de Vall d´ Uixó, donde el delito no se
castiga. La ley y el orden allí no existe, porque
así se ha decidido en el cónclave de la guardia
civil, policía local y el alcalde Lelo
Clavelitos.
Los chonis llegan a sus hogares tras beber
cómo camellos agua de la fuente oxidada del parque. Sus
padres desempleados, la mayoría rumís andaluces que
trabajaban para los caciques Hermanos Ventura, ríen ante
las evidentes muestras de drogodependencia de sus hijos que
están en la edad de oro en la vida de un futuro
proletario. La adolescencia: tiempo de amigos, pandillas, toros,
verbenas, drogas, alcohol. Las madres les preguntan tiernas,
sumisas, con hematomas del amor pasional de los andaluces en el
rostro maquillado de funeral para que no cante bulerias en el
barrio:
-¿ Quieres hijo mio un tazón
de leche con cola cao?
-Vete a la mierda puta , dame 10 euros-
responden cada uno de los chonis a sus respectivas. Los padres,
que no van a castrar el único tiempo feliz en la vida de
sus hijos, ya que a sus hijos les depara un futuro similar al
suyo de trabajo, desempleo, y otros horrores cómo
matrimonio e hijos. Se los dan junto una cariñosa palmada
para que disfruten de una vida que ellos ya odian.
– Oh señor del infierno, en que poca
estima me tenéis. Satanás, soy Ecoastro. Escuchame
padre, soy fiel seguidor tuyo. Hasta realizo ritos en tu honor.
Oh Hades, señor de los infiernos, hermano y esposo de
madre tierra. ¿ Por qué me has abandonado?-
Ecoastro entre las ruinas del refugio, con la luna de nuevo en el
firmamento dispuesta a acompañar a las miles de
violaciones, crímenes, tiroteos y genocidios que
cubrirán el mundo con la oscuridad, contempla feliz los
lamentos de Ecoastro.
-¿Quien habrá sido
está vez el que ha derribado el refugio? parece un
terremoto, no me extrañaría que los terratremol
hubieran sido los culpables. Hay restos de huellas de
bicicleta.
Ecoastro camina por los caballones mirando
espinacas pisoteadas. Se inclina hacia las hojas vencidas por la
suela de acero y fascista del choni. Son regadas por la lagrimas
de Ecoastro. Nota a su espalda sobresaltándose una
cálida caricia. Se vuelve y ve a un hombre semejante a
Papa Noel, de cara redonda, gafas de culo de vaso, barriga
prominente. Su rostro sonrosado cómo los
porcinos.
Y educado le pregunta:
-¿ Por qué lloras hijo mio?
¿ has perdido tu hogar?
Ecoastro mirando desde su humillante
posición de rodillas al hombre santo le
pregunta:
-¿Eres Papa Noel?
No- responde riendo el hombre– soy el
psicólogo municipal. ¿ Vives aquí?- con
interés policial le pregunta al buen Ecoastro.
-No, todavía no, iba a hacerlo.
Deseo vivir en un bancal.
-¿No tienes casa?- pregunta el
psicólogo.
-Si, de 450 metros, libre de hipoteca- le
responde Ecoastro al psicólogo que se asombra de la
respuesta. Esta allí- le dice señalando la caseta
que se ve desde esa ladera junto con otras de San
Antonio.
-Tu estas muy mal. Ven conmigo- y tiende el
psicólogo la mano a Ecoastro que se levanta. Caminan
juntos por el sendero, ya a oscuras. El psicólogo ilumina
con una linterna el camino y ejercita sus músculos
sedentarios de pasar la mañana escuchando a los
locos.
-¿ Los perros son tuyos?- pregunta
el psicólogo viendo a tres perros que les
siguen.
-Son mi familia– le dice
El psicólogo mueve la cabeza
exclamando : Un caso grave.
Gracias la psicólogo, varios
psiquiatras, jueces, trabajadores sociales y la perrera,
consiguen el milagro de que Ecoastro vuelva a su casa, se olvide
de los bancales, encuentre un trabajo, una chica elegante, guapa,
limpia, del partido socialista, y viva cómo una persona
normal.
De Angelillo de Uixó.
Autor:
Ángel Blasco
Giménez