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La ciencia: una dama con camisa de patriarca



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Con
    pasos de Género por los caminos de la
    Ciencia
  4. Género desde la óptica de
    CTS
  5. Género y ciencia en Cuba: breve
    caracterización
  6. Anexos

Resumen

Pocas veces la prensa se adentra con
agudeza y pericia en las profundidades de la
discriminación de la mujer, a partir de ejemplos concretos
de la sociedad. En el campo de las ciencias, habría que
referirse a la imagen histórica que se ha reproducido en
los medios de las científicas y los científicos y a
los discursos remitidos aún a una práctica social,
a un orden y a unas determinadas relaciones de poder.

¿Cómo revertir esa
situación? Además de otorgar un espacio
protagónico a estos temas en las agendas
mediáticas, revisar los perfiles editoriales de los medios
de comunicación y su misión social, e introducir
otras perspectivas en la formación académica, los
periodistas que ejercen el periodismo científico deben
ganar en conocimientos y entender el género como uno de
los puntos imprescindibles en la agenda temática de los
estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad
(CTS).

Summary:The press rarrely addresses the
issue of the discrimination against women with sharpness and
deepness, from concrete examples of the society. In sciences, it
is necessary to make a point in the historical image that has
been reproduced in the media of the scientists as well as to the
current speeches to a social practice, to an order and to certain
power relations.How to reverse this situation? Those, who
exercise science journalism should give a leading role to these
issues in the media agenda, check the editorial profiles of the
media and its social mission, and introduce other perspectives in
education. They must also gain in knowledge and understand
science journalism as one of the essential aspects in the
thematic agenda in the studies on Science, Technology and Society
(STS).

Palabras Clave: Género, Ciencia,
Androcentrismo, Sexismo, CTS.

Introducción

Indagar en el tema de la
comunicación desde un enfoque de
género[1]nos conduce usualmente, a
análisis referidos a la visibilidad de la mujer o al
sexismo en el lenguaje, como si fuesen estas las
problemáticas más graves en la
actualidad.

Vale reconocer que la situación de
la discriminación de la mujer y la promoción de la
equidad de género han ganado espacio en los medios de
prensa cubanos. Desde hace algunas décadas los
profesionales de la comunicación han abrazado estos temas
junto al lenguaje inclusivo, en aras de aportarle otros puntos de
vista a los mensajes tradicionales de corte
patriarcal[2]propios de una sociedad machista, un
problema que persiste pese a los esfuerzos estatales y de la
sociedad civil.

Sin embargo, en ese supuesto afán
por despojarnos de los atavismos sexuales, morales o culturales
que nos han acompañado por décadas, pocas veces la
prensa se adentra con agudeza y pericia en las profundidades de
la discriminación a partir de ejemplos concretos de la
sociedad.

En escasas ocasiones, los Medios de
Comunicación Masiva (MCM) se encuentran a la vanguardia de
un pensamiento progresista con respecto a temas controversiales o
fenómenos complejos; de hecho, es más probable que
reproduzcan y perpetúen las actitudes reinantes, que en el
caso de las relaciones de género, serían valores y
actitudes patriarcales.

Con el paso de los años, se han
convertido en una pieza fundamental en la reproducción de
estereotipos[3]de discriminación por
género, y que además, se fortalecen, en un modelo
de continuidad de un sistema de pensamiento ideológico
dominante, que refuerza la cultura de lo masculino y de la
discriminación femenina, promoviendo una imagen
estereotipada y sexista de las mujeres. (Vásquez,
2010)

En el campo de las ciencias, habría
que referirse a la imagen histórica que se ha reproducido
en los medios de las científicas y los científicos:
cómo no hemos logrado transgredir esos cánones y
los discursos continúan remitiéndose a una
práctica social, a un orden y a unas determinadas
relaciones de poder.

Así, "el discurso de los medios
juega un papel de legitimación de la ideología
dominante (lo que se considera "esencial" o "normal" en
relación con un grupo social), de refuerzo y
consolidación del orden social y del estatus global que
varones y mujeres tienen en él, así como en la
pervivencia de las diferencias sociales, consolidándolas e
incluso incrementándolas." (Vallejo, 2005:113).

Sin embargo, debemos tener en cuenta que se
ha comprobado también el potencial de los MCM para generar
actitudes contrarias a las heredadas desde antaño; urge
por ello que se conviertan en un móvil imprescindible en
la neutralización de estereotipos de género y de
aquellos que remiten a una visión aún demasiado
positivista de la ciencia como una dama con camisa de
patriarca.

¿Cómo lograrlo? Además
de otorgar un espacio protagónico a estos temas en las
agendas mediáticas, revisar los perfiles editoriales de
los medios de comunicación y su misión social, e
introducir otras perspectivas en la formación
académica, los periodistas que ejercen el periodismo
científico deben ganar en conocimientos y entender el
género como uno de los puntos imprescindibles en la agenda
temática de los estudios sobre Ciencia, Tecnología
y Sociedad (CTS).

Con pasos de
Género por los caminos de la Ciencia

Género y Ciencia, como uno de los
temas indispensables para los estudios CTS tienen la
misión de definir, a partir de la historia y
situación actual, las problemáticas en estos
campos.

La invisibilidad de las mujeres en las
ciencias, por ejemplo, no es sino una de las tantas formas de
observar ese fenómeno en la historia de la humanidad como
fruto de la construcción cultural, proceso al que coincido
en calificar como la psicoanalista Emilce Dio Bleichmar de
"olvido construido".

Muchas veces se obvia que el proceso de
búsqueda de la equidad, afectó no solo la
concepción tradicional sobre la división funcional
del trabajo– que dio lugar a la dicotomía no solo de los
oficios femenino/masculino-; sino también a la
parcelación intelectual de la Ciencia donde aparecen
áreas científicas en las que mayoritariamente
ejercen personas de un mismo sexo.

Es por ello que el vínculo entre los
términos Ciencia y Género se hace cada vez
más necesario en las investigaciones sociales y
comunicacionales, con el objetivo de develar las potencialidades
de las mujeres en el área científica, así
como poner al descubierto las conductas discriminatorias
qué aún afronta esta figura que por tantos
años permaneció oculta, invisible y
marginada.

Para las reconocidas investigadoras
María Isabel García González y Eulalia
Pérez Sedeño[4]la historia de la
institucionalización de la ciencia es la historia de la
masculinización, la cual en la vida moderna
parecería haber legitimado, pues, la exclusión de
la mujer. (González García y Pérez
Sedeño, 2002)

Sin embargo, si bien las limitaciones en el
acceso al saber y al consiguiente poder que ello supone
constituyó una de las contradicciones más fuertes
que la historia y la cultura patriarcal han impuesto a las
mujeres, en el Siglo XX se logró, de forma masiva, la
incorporación de ellas a la vida científica en
universidades y centros de investigación.

De modo que hoy el debate sobre las
cuestiones de género en el campo científico supera
el tema del acceso. Por ejemplo, para la argentina Diana
Maffía si queremos analizar la situación de las
mujeres en un área, la de Ciencia, Tecnología,
Desarrollo e Información (CTDI), desde una perspectiva de
género, ello implica analizar no solo las condiciones
intrínsecas del progreso de las mujeres, sino las
relacionales entre varones y mujeres dentro del sistema. "De modo
un poco esquemático, podríamos decir que la
incorporación de una perspectiva de género en el
sector de ciencia y tecnología supone:

• Hacer visibles las barreras formales
e informales y las manifestaciones sexistas
existentes.

• Considerar significativas las
experiencias de las mujeres.

• Incorporar las voces de las mujeres
en los debates de las políticas a adoptar.

• Analizar si hay mujeres en los
espacios de toma de decisiones y comparar los efectos de su
presencia o ausencia.

• Observar el impacto diferencial de
las normas, prácticas, procesos, instituciones (y
también de suspensión u omisión) sobre
varones y mujeres.

• Visibilizar la forma en que la
política colabora o contribuye a estereotipar la
construcción de la identidad y subjetividad de
género.

• Distinguir la forma en que se
legitiman, refuerzan o revierten las relaciones
jerárquicas entre los sexos. (Maffía, 2008 en
Barral et al, 2008: 25)

Más mujeres en ciencia significan
más justicia en términos de igualdad social. El
acceso igualitario de mujeres y hombres a la ciencia y a sus
beneficios es entonces una cuestión de justicia
distributiva, pero sabemos que en el propio proceso de
formación de científicos y científicas hay
un aspecto explícito e implícito de
socialización de género (al cual llaman el
"currículo explícito" y el "currículo
oculto") (Maffía, 2007) que muchas veces significa para
las mujeres una desigual calidad de formación.

Estas desigualdades permiten explicar algo
que a nivel de acceso por sí solo no funciona: ¿por
qué, a iguales años de estudio, los ingresos al
mercado de trabajo, las oportunidades de poder y de prestigio en
términos tradicionales siguen beneficiando a los
varones?

Diana Maffía (2008) se refiere a una
justicia cultural o simbólica (y no meramente
distributiva) que requiere avanzar sobre la reproducción
de estereotipos y prejuicios sobre ambos sexos, a la
enseñanza de la distribución y valoración
diferencial de roles sociales de mujeres y hombres y la
legitimación de desigualdades en los distintos
ámbitos de la vida social.

La conclusión entonces es que la
feminización de las matrículas en ciencias y la
mayor paridad en la incorporación de mujeres a las
academias y laboratorios son datos importantes a seguir, pero no
basta garantizar el acceso de las mujeres a las instituciones si
sus aportes no van a ser valorados y reconocidos en los
diferentes espacios como por ejemplo, en la prensa.

Otra cuestión insoslayable es la del
conflicto que aparece en el lugar de trabajo cuando demuestran
las mismas capacidades y aspiraciones y surge una solución
discriminatoria que da paso a los hombres a los puestos de mayor
responsabilidad, procedimiento al que se ha denominado "techo de
cristal"[5] , el cual existe en la actualidad y
las mujeres no lo pueden sobrepasar. (Dio Bleichemar,
2008)

Es justo admitir que en los tiempos
actuales se brinda a las mujeres un mayor reconocimiento en
cuanto a su papel en el nacimiento de algunas ramas
científicas, es más visible su presencia y su papel
activo en el quehacer científico.

No obstante, como afirman Norma
Blázquez Graf, Olga Bustos, Gabriela Delgado y Lourdes
Fernández Rius en su artículo Mujeres
académicas: entre la ciencia y la vida. Género y
ciencia en Cuba, la marca de género continúa
visible hoy en la división sexual del trabajo
científico, en la dicotomía entre ciencias exactas
o duras, con menor presencia de mujeres, y ciencias sociales o
blandas, altamente feminizadas para una segregación
horizontal
. (Blázquez Graf, et al., 2008)

Según las autoras en el ejercicio
profesional se encuentran más hombres en altas
categorías científicas y académicas,
así como en puestos de toma de decisión para una
segregación vertical.

En tanto García González y
Pérez Sedeño plantean que la discusión
feminista sobre la ciencia y la tecnología comienza con el
reconocimiento de la escasez de mujeres en las ciencias y
asciende hasta cuestiones de trascendencia epistemológica,
sobre la posibilidad y justificación del conocimiento y el
papel del sujeto cognoscente. (García y Pérez,
s/f)

Reconocen ante todo estas autoras, que es
aún demasiado escasa la presencia de trabajos dedicados a
cuestiones de género en el panorama del estudio actual de
la ciencia y la tecnología, como lo son también en
la prensa.

"Los análisis desde la perspectiva
de género constituyen, no obstante, un campo de trabajo en
los estudios sobre Ciencia, Tecnología y sociedad (CTS),
de importancia crucial, que revela interesantes aspectos de las
interacciones entre la sociedad y la actividad
científico-tecnológica y se plantea seriamente el
reto de la reforma educativa." (García y Pérez,
s/f: 1)

En este sentido, la reforma educativa
implica tanto a las instituciones educacionales como a los que en
la era contemporánea reconocen como el Cuarto Poder: los
medios de comunicación masiva, como legitimadores de las
políticas y evoluciones de los procesos
sociales.

De ahí la trascendencia del dominio
en el sector periodístico sobre los estudios con
perspectiva de género en CTS, y la necesidad de comprender
que en la actualidad, urge ir más allá de la
invisibilidad de la mujer en este campo: ejercer el periodismo
científico consciente de la existencia en la actualidad
del "techo de cristal" al que nos referimos anteriormente para
comprender aspectos básicos como la segregación
vertical y horizontal, sobre todo en nuestro contexto y la
modificación de la idea de ciencia neutral.

Género
desde la
óptica de CTS

El análisis de género desde
la perspectiva cetecista sobrepasa el mero cuestionamiento sobre
las asignaciones de mujeres y hombres hacia las ciencias duras o
ciencias blandas debido a lo atribuido históricamente a lo
femenino y a lo masculino.

Cierto es que el patriarcado es universal y
longevo pero como asume la Doctora Lourdes Fernández Rius
(2010) no hay esencias masculinas o femeninas eternas; dentro del
condicionamiento social de la ciencia es insoslayable hoy el
examen desde la perspectiva de género, el cual es
detractor por excelencia del orden patriarcal de la sociedad pues
resulta nocivo, opresivo y enajenante.

"Hombres y mujeres crean la ciencia y la
tecnología en virtud de sus contextos sociales,
políticos, históricos, intereses de género y
de poder determinados." (Fernández Rius, 2010:
24)

De modo que la perspectiva de género
según esta reconocida psicóloga cubana implica una
mirada ética del desarrollo y la democracia para enfrentar
la inequidad, la desigualdad y la opresión de
género al tiempo que constituye una toma de
posición crítica y una proposición de
alternativas para el cambio.

"La reconstrucción de la cultura
patriarcal que propone el feminismo se hermana con las
proposiciones del enfoque CTS en el sentido de que el primero
avanza –el desmontaje que propone- caminos de equidad,
justicia, democracia entre los géneros. A la vez, el
enfoque CTS avanza propuestas inclusivas de la moral, los
valores, la política, la cultura en el quehacer
científico. (Fernández Rius, 2010: 30)

Pero, contrariamente a lo que muchos
autores han considerado, herederos de la tradición del
"Programa ilustrado" de la ciencia, esta constituye un proceso
social (Núñez Jover, 2005) indisolublemente ligado
en su devenir a los valores e ideologías de las sociedades
que la gestan y de los científicos (as) como sujetos de
esta actividad.

De esta manera el vínculo entre
género y ciencia no existe en el vacío sino en la
dinámica de relaciones mucho más generales de
dominio y subordinación históricas, desarrolladas
en dos marcos decisivos: el del paradigma positivista de la
ciencia y el del sistema de género patriarcal de las
sociedades humanas desde la modernidad.

"De acuerdo con la concepción
tradicional o concepción heredada de la ciencia, esta es
vista como una empresa autónoma, objetiva, neutral, y
basada en la aplicación de un código de
racionalidad ajeno a cualquier tipo de interferencia externa."
(Colectivo de autores, 2001:50)

Se tributa así a una
separación entre ciencia y sociedad-valores unida a la
neutralidad valorativa de la ciencia en aras de la racionalidad
teórica y la objetividad. Según Núñez
Jover (2008) la concepción que distancia a la ciencia de
la economía, la política, la sociedad y la moral
hunde sus raíces en el positivismo lógico que
pretendía la objetividad y alcance de la verdad, a partir
de recursos empíricos lógicos, sin que
interviniesen circunstancias psicológicas,
políticas u otras.

Sin embargo, la noción de ciencia
positivista y neutral aparece cada vez más cuestionada
desde diversas disciplinas, incluida la teoría feminista:
la reacción ante esta corriente de pensamiento que
además reconocía como ciencias solo las naturales y
cuyos principales exponentes fueron, Tomas Kuhn (1965), Rachel
Carlson (1962), P. Feyerabend, NR. Hanson, S. Toulmin, W. Quince,
devino toma de conciencia sobre la importancia de la
dimensión social y la raíz histórica de la
Ciencia.

A partir de los años 60 del siglo
pasado tanto para los estudios CTS como para los de género
existían puntos de atención común: uno era
el cuestionamiento a las teorías y métodos de las
ciencias ya existentes, y el otro la relación entre la
actividad científica y los marcos valorativos y sociales
externos a la producción científica; es decir,
ambos se interceptan en el camino de desarticular
ideologías, culturas, que soslayen la significación
del humanismo, la justicia y la equidad en la sociedad, en la
ciencia y en la tecnología.

Aflora aquí una cuestión
básica para nuestra investigación: la importancia
de mirar desde la perspectiva de género a las personas que
producen y utilizan el conocimiento, ya que como parte del
análisis feminista de las ciencias emerge la relevancia
del sujeto vs. el sujeto incondicionado tradicional.

La crítica feminista habla de un
saber científico construido por el poder hegemónico
masculino presuntamente universal mientras el análisis
transita por desmontar al sujeto cognoscente "único y
eterno" y aceptar la existencia de uno que esté
condicionado por el género entre otros
elementos.

Es así como para los estudios de
género en la ciencia existe un objetivo claro: reflejar y
oponerse al sexismo y el androcentrismo que refleja la
práctica científica, y considerar tanto a los
sujetos que producen ciencia, a los que reciben y trasmiten
ciencia, y a los sujetos como objeto de atención de la
ciencia.

Para Diana Maffía (2007) el
científico (o la científica) está
determinado socio-culturalmente y una de esas determinaciones es
el género, es decir, la redimensión cultural de las
diferencias sexuales, los roles asignados y las relaciones
humanas condicionadas en virtud de ello.

Entonces, hay que evidenciar cómo el
producto del trabajo científico, supuestamente "neutral"
posee un sesgo sexista; el sesgo de género puede aparecer
como ideología de la inferioridad de un sexo,
históricamente el femenino (sexismo) y como punto de vista
parcial masculino que hace de la experiencia del varón la
medida de todas las cosas (androcentrismo).

Según Eulalia Pérez
Sedeño, los estudios de ciencia, tecnología y
género aún en su diversidad, se oponen al sexismo y
androcentrismo reflejados en la práctica científica
de modo que cuestionar las teorías que fundamentan el
orden patriarcal es, a su vez, cuestionar una noción de
ciencia neutral, libre de valores y el poder que engendra este
tipo de conocimiento. (Pérez Sedeño,
2005)

En un esfuerzo impresionante por superar
las visiones tradicionales de la ciencia, los estudios CTS
comprenden en cambio "la ciencia y la tecnología como
procesos, cuyas trayectorias son socialmente construidas a partir
de la constelación de circunstancias sociales, valores e
intereses que actúan en la sociedad". (Núñez
y Figaredo, 2008: 3)

Este empeño en la actualidad cobra
valor si tomamos en cuenta que el paradigma de lo que es
"ciencia" no ha cambiado lo suficiente y subsisten además
estereotipos de género que impiden cambiar la vida de
mujeres, de hombres y a la ciencia misma.

La causa está, explica
Fernández Rius (2010), en el androcentrismo de la ciencia,
en los sistemas educativos y en la propia sociedad, por eso se
impone legitimar una noción diferente de la ciencia,
así como también replantearse la idea del
varón hacia las ciencias tradicionalmente no masculinas e
intentar desarticular los estancos dicotómicos de los
masculino –ciencias duras y lo femenino –ciencias
blandas.

Entre los imperativos para revertir todo lo
planteado anteriormente se impone según esta autora,
desafiar la ideología patriarcal y entender la C y T como
procesos sociales.

Género y
ciencia en Cuba: breve caracterización

En Cuba existen pocas referencias de
estudios de género en ciencia y tecnología,
mientras el fenómeno de las mujeres en el área de
las ciencias técnicas y las ingenierías se
encuentra en terreno casi inexplorado.

Muchos de los estudios CTS+G en nuestro
país no particularizan en las posibles diferencias en la
construcción subjetiva de género de los sujetos
estudiados por el área de la ciencia en la que se
desempeñen, en tanto que para las mujeres el incursionar
en un campo "vedado", la ciencia y las ciencias tradicionalmente
masculinas, supone un costo superior al exponerse a una doble
discriminación: a barreras objetivas y subjetivas que se
multiplican cuando desde el discurso oficial se promueve la
entrada de las mujeres a ámbitos considerados "no
femeninos", y que sin embargo, las prácticas concretas
demuestran lo contrario: en las ciencias técnicas e
ingenierías las mujeres no poseen aún igualdad
presencial ni real.

Dados los logros de las mujeres cubanas en
diversos sectores de la vida social se promueve un discurso
oficial y triunfalista, el cual también es apreciable en
la prensa, que promueve la equidad de género y presenta la
inserción activa de las mujeres en las diversas ramas de
la ciencia, pero en el nivel concreto la realidad es
otra.

Desde el punto de vista de la
formación del profesional de la educación superior
(MES), en el caso de Cuba se ha seguido una política
educacional no discriminatoria e inclusiva; la posibilidad de
estudiar en todos los niveles de enseñanza de forma
gratuita ha favorecido la participación masiva de las
mujeres en este ámbito, de modo que la mayoría de
los estudiantes universitarios de hoy son mujeres.
(Echevarría, et al, 2008)

Esto demuestra cómo el caso cubano
resulta interesante y contradictorio para el análisis de
género en ciencia y tecnología: es conocida la
feminización de la educación superior cubana pero
tras cualquier cifra existen lecturas cualitativas más
complejas aún, que refieren al problema del sexismo en la
ciencia y la tecnología. (Fernández Rius, en
Gordillo, 2008)

En el caso de estudio presentado en el VII
Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y
Género en febrero 2008 por las investigadoras Dayma
Echeverría, Isarelis Pérez Onés e Isvieysys
Armas, constatamos que los egresos mayoritarios de las mujeres de
la educación superior se reflejan en su inserción
en los programas priorizados, sin embargo, resulta
paradójico analizar su participación como
profesionales y técnicas y su escasa presencia al frente
de organizaciones de estas ramas. (Ver Anexo 1)

Por otra parte, los aportes de mujeres y
varones a la ciencia se reflejan también en los
reconocimientos sociales y científicos que les son
otorgados a unas y a otros, aspecto de alta relevancia dentro de
este sector. Uno de los indicadores más representativos
muestra las diferencias en el otorgamiento de títulos y
reconocimientos por la Academia de Ciencias de Cuba a los hombres
y a las mujeres, en todos los casos, la cifra otorgada a los
primeros supera a las segundas. (Ver Anexo 2)

Si analizamos además el
gráfico que presenta las solicitudes para desarrollar
doctorados otorgados por el CITMA del 2004-2007 desagregados por
sexo comprobamos que en todos los años son más las
solicitudes aprobadas para hombres que para las mujeres, y en
algunos casos la diferencia es extrema. ( Ver Anexo 3)

Estos constituyen apenas algunos
indicadores que nos permiten afirmar que la creciente y
significativa presencia hoy de las mujeres en la Educación
Superior y en la ciencia en Cuba son sinónimos de progreso
social, cultural y científico del país, sin embargo
subsiste la segregación horizontal y vertical de las
ciencias.

El por ciento actual de mujeres en la
Educación Superior Cubana y en C y T, no se traduce en
distribución equilibrada por campos científicos ni
por desempeño en cargos de dirección,
categorías docentes, científicas, condecoraciones,
entre otros, entre mujeres y hombres. Estas se hallan en general
en los campos tradicionalmente femeninos y en la base de las
jerarquías dentro de estos campos.

¿Cómo explicar estos datos si
existe igualdad presencial de mujeres y hombres en el
ámbito científico? A esta interrogante la Dra.
Lourdes Fernández Rius (2010) responde que la presencia en
paridad de las mujeres en las ciencias no es ya el problema de la
realidad cubana, en lo cual se han alcanzado logros comparables
con los países más desarrollados. El asunto ahora
es examinar las características que adopta esta
presencia.

El sexismo en la ciencia no solo requiere
de políticas y de cierto tiempo para su
erradicación, sino que demanda con urgencia cambios
esenciales en la subjetivación del género, en las
nociones de lo que significa para las personas dedicarse a las
ciencias y a las características de quienes las ejercen.
(Fernández Rius, 2010)

Esta situación influye en la
representación social de Ciencia que predomina en la
sociedad y que los medios de comunicación masiva han
ayudado a reforzar. Por tanto en género y ciencia, una
urgencia actual es develar las barreras subjetivas que existen en
cuanto a estos temas, incidir desde la educación, la
prensa y los espacios de socialización.

Un aspecto fundamental entonces radica es
superar el androcentrismo y eliminar el sexismo manifestado
históricamente en la ciencia y que mantiene sus
raíces en la actualidad.

En ese propósito los medios de
comunicación, tienen un papel importante en la
potenciación de una cultura de la equidad, y de un
discurso menos triunfalista acerca del protagonismo de la mujer
cubana en la práctica científica. Los mitos
sexistas no pueden continuar allí, visibles en las
páginas de un periódico o en las emisiones
radiotelevisivas, ni debe permanecer la ausencia de debates al
interior de los medios de comunicación respecto a estos
temas, mientras los contextos sociales cambian, o al menos lo
intentan.

Anexos

Anexo 1. Participación de la
mujer en programas priorizados, Cuba, 2008. (%)

Programas
priorizados

% de la fuerza
técnica

% de dirigentes

Salud

79,9

35,8

Educación

70,2

48,6

Turismo

52,0

25,0

Ciencia y
Tecnología

66,6

26,1

Agroindustria
Azucarera

33,9

10,5

Agropecuaria

32, 6

11,6

Cooperativas

28,2

14,4

Fuente: (Echevarría, et al, 2008)
tomado de: Álvarez, Lilliam (2008). Las mujeres y la
ciencia y la tecnología: ¿Hemos avanzado?
Presentación realizada en el VII Congreso Iberoamericano
de Ciencia Tecnología y Sociedad, Hotel Nacional, febrero
2008.

Anexo 2. Reconocimientos otorgados por
la Academia de Ciencias a varones y mujeres. 2007.

Monografias.com

Fuente: (Echevarría, et al, 2008)
Elaborado a partir de información ofrecida por la
Dirección de Ciencias del CITMA.

Anexo 3.

Monografias.com

Fuente: Tomado de: Álvarez, Lilliam
(2008). Las mujeres y la ciencia y la tecnología:
¿Hemos avanzado? Presentación realizada en el VII
Congreso Iberoamericano de Ciencia Tecnología y Sociedad,
Hotel Nacional, febrero 2008; en Echevarría, et al,
2008.

 

 

Autor:

Dailyn Ruano
Martínez

 

[1] otas El nacimiento del concepto de
“género” en el pensamiento social como una
categoría para clasificar las diferencias hombre- mujer,
se produce en un contexto donde se debaten los límites
entre naturaleza y cultura. El pensamiento científico
intentaba marcar las diferencias entre el mundo como naturaleza
y como sociedad, entre todo lo humano como biología y
como creación social.

[2] “El modelo social
androcéntrico originado en Grecia y Roma, ubica al
ciudadano hombre, blanco, occidental, etc., como centro y
sinónimo de toda la sociedad, apartando de la esfera
pública e infravalorando a aquellos grupos que no
encajan en este modelo, como ha sido históricamente, el
caso de las mujeres, las minorías étnicas, los
homosexuales, etc.” (López y Rodríguez,
2009: 35). La cultura patriarcal produce, reproduce, promueve
valores asociados a la distinción y segregación
de las personas a partir de su sexo, considerando de mayor
valor aquellos asociados a los hombres, de mayor edad,
fundamentalmente.

[3] Creencias rígidas, prefijadas,
simplificadas y fuertemente asumidas acerca de lo que significa
ser hombre o mujer lo cual conduce a la bipolaridad o
dicotomías. Representaciones mentales o esquemas
cognitivos colectivos acerca de la conducta habitual de acuerdo
a los roles de género.

[4] Marta I. González García es
investigadora del Instituto de Filosofía del CSIC de
España. Eulalia Pérez Sedeño es
Catedrática de la Universidad del País Vasco y
Presidenta de la Sociedad Española de Lógica.

[5] Nombre curioso porque daría la
impresión de que es fácil quebrarlo, cuando
sabemos que se trata de todo lo contrario y representa el
férreo bastión de la dominación masculina
en las instituciones. Bibliografía: Blásquez, G.,
Bustos, O., Delgado, G. & Fernández Rius, L. (2008).
Mujeres académicas: entre la ciencia y la vida.
Género y ciencia en Cuba. En Barral, M. J.,
Magallón, C. & C. Miqueo (Eds.). Estudios
iberoamericanos de género en ciencia, tecnología
y salud. (págs. 233-247). España: Edición
Prensas Universitarias de Zaragoza. Colectivo de autores.
(2001): Ciencia, tecnología, sociedad. Una
aproximación conceptual. Madrid, España: OEI. Dio
Bleichmar, E. (2008). ¿Todas Madame Curie? Subjetividad
e identidad de las científicas y tecnólogas. En
Barral, M. J., Magallón, C. & C. Miqueo (Eds.).
Estudios iberoamericanos de género en ciencia,
Tecnología y salud. (págs. 37-51). España:
Edición Prensas Universitarias de Zaragoza.
Echevarría León, D., Pérez, I. &
Armas, I. (2008, febrero). Las mujeres cubanas en la
Educación Superior: apuntes para su estudio desde la
Universidad de La Habana. Ponencia presentada en el VII
Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y
Género, La Habana, Cuba. García González,
M. I. Pérez & Pérez Sedeño, E. (2002,
Enero-Abril). Ciencia, tecnología y género. (En
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http://www.campusoei.org/revistactsi/numero2/varios2.htm
García González M.I. & Pérez
Sedeño, E. (s/f.). Ciencia, Tecnología y
Género. (En línea) Disponible en:
http://www.campus-oei.org/revistactsi/numero2/varios2.htm
Gordillo Piña, L. (2008). Enfoques de género: Una
aproximación a la representación social de la
feminidad y la masculinidad en el video clip cubano actual.
Tesis de Licenciatura. Facultad de Comunicación,
Universidad de la Habana, Cuba. Fernández Rius, L.
(2010). Género y ciencia o ¿La apoteosis del
egoísmo? La Habana: Editorial de la Mujer.
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