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La comunicación y su relación con el desarrollo



  1. Enfoques de la
    comunicación en relación al
    desarrollo
  2. Comunicación
    para el desarrollo, una propuesta por
    construir
  3. Referencias
    bibliográficas

La relación entre comunicación y
desarrollo se fundamenta en una premisa elemental: la
comunicación es dimensión básica de las
relaciones humanas y socioculturales y toda acción de
desarrollo se sitúa en estas relaciones subjetivas,
objetivas y complejas. La comunicación es necesaria para
la articulación de actores sociales que protagonizan los
procesos de desarrollo.

Al decir de Rosa María Alfaro (2006:79), se trata
de "una comunicación viva que compromete los imaginarios y
deseos de la gente en la línea de resolver sus problemas,
alimentar esperanzas o sueños, generar cambios sostenibles
y salir adelante, siendo protagonistas de la ruta emprendida". Si
bien estas reflexiones nos ofrecen con claridad la
vinculación entre comunicación y desarrollo, tal
situación requiere un análisis amplio que atienda
la complejidad de esta relación, la misma que no ha sido
suficiente para explicar estos procesos que por añadidura
son dinámicos y cambiantes.

Comunicación y Desarrollo son dos conceptos con
su propio contenido epistémico que en el campo de la
práctica primero, y de las ciencias sociales luego, se han
ido articulando, produciendo un nivel de complejidad que ha
merecido un abordaje específico en algunas cátedras
universitarias y en instituciones comprometidas con acciones de
cambio social.

Existe un debate teórico sobre la naturaleza de
la comunicación y la definición de su campo. Del
mismo modo, "la noción de desarrollo estuvo siempre en
crisis, provista de reduccionismos o en proceso de
modificación" (Alfaro;2006:19), es así que la
reflexión sobre desarrollo se encuentra en una
re-construcción permanente, según la
dinámica histórico-social y las distintas
posiciones teóricas e ideológicas con las que se
aborda, cada una de las cuales ha elaborado sus propias
propuestas y enfoques de desarrollo.

Siendo así que la comunicación y el
desarrollo suponen campos de estudio particulares y
pragmáticas de acción específicas, su
convergencia en el plano de las ideas, las concepciones y la
praxis de intervención, han hecho necesario un esfuerzo
integrador en el devenir de las ciencias sociales, dando lugar a
trabajos interdisciplinarios a los que la comunicación se
acerca aún tímidamente.

Las reflexiones teóricas recientes sobre
comunicación para el desarrollo la han rescatado de la
reducción instrumentalista y han permitido que la
entendamos como un proceso de diálogo privado y
público, a través del cual las personas deciden
quiénes son, qué quieren y cómo pueden
obtenerlo. En suma, facilita que las personas vayan asumiendo
protagonismo activo y consciente de los procesos de su comunidad
y sean dueñas de su propio discurso personal y
social.

En el Congreso Mundial de Comunicación para el
Desarrollo, realizado en Roma en el 2006, se le definió
como un proceso social basado en el diálogo usando un
amplio abanico de instrumentos y de métodos. Requiere de
la búsqueda de un cambio a diferentes niveles que incluya
la escucha, la construcción de la confianza, compartir el
conocimiento y las habilidades, la construcción de
políticas, el debate y el aprendizaje a favor de cambios
importantes y significativos.

A pesar de estas definiciones, consideramos que la
comunicación para el desarrollo es una categoría en
constante revisión; coincidiendo con Cristian Ozaeta,
quien la considera como un constructo actual y permanente
(Gularte y otros; 2008: 50).

Su definición se complejiza cuando nos
preguntamos: ¿si es comunicación para el
desarrollo, para qué desarrollo se implementa?,
¿qué modelo de desarrollo busca?,
¿qué comunicación es necesaria?

Las respuestas a estas interrogantes pueden ser
distintas, de acuerdo al enfoque de desarrollo en el que se
enmarcan las propuestas de comunicación. Por esta
razón, a pesar de sostener el término de
comunicación para el desarrollo, convertido en
categoría, la consideramos como una comunicación
para la transformación social. Es decir, no
subordinada a un enfoque de desarrollo impuesto, sino como
constructora de procesos endógenos – desde la
concepción e intereses de las comunidades – hacia la
generación de cambios significativos en las estructuras
sociales y en las estructuras subjetivas de las
personas.

Por esta razón, la comunicación para el
desarrollo requiere no sólo una práctica
metodológica, sino -ante todo- la capacidad de poner en
debate las concepciones y enfoques predominantes del desarrollo,
observar con rigurosidad analítica lo que hasta ahora se
ha realizado, lo que se ha logrado y lo que ha resultado un
fracaso; tratando de explicar los sentidos de estas
intervenciones.

No se trata de acoplarnos a la renovada hegemonía
del desarrollo, impulsada por organismos financieros
internacionales, sino de trabajar en las posibilidades de la
comunicación para la promoción de la
liberación personal y de la transformación
social.

Enfoques de la
comunicación en relación al
desarrollo

El papel que tradicionalmente se le asigna a la
comunicación en los procesos de desarrollo es
principalmente el de buscar cambiar comportamientos en las
personas. Esta noción parte del enfoque funcionalista de
la comunicación, sustentado en los modelos de
teóricos estadounidenses como Wilbur Schramm, Daniel
Lerner, Harold Laswell. A este último científico se
le encargó el estudio de la comunicación como
"arma" propagandística militar durante la II Guerra
Mundial, estudiando sus efectos en las personas y los beneficios
que daría su manipulación para lograr los
"equilibrios sociales".

En este contexto histórico, a fines de los
años 40, empiezan a germinar en EE.UU. las teorías
de comunicación y los enfoques de comunicación para
el desarrollo, funcionales al modelo de desarrollo de la
modernización que se gestaron desde este país. De
este modo, en América Latina se presentaron las primeras
experiencias de comunicación para el desarrollo, usando
los medios de difusión masiva, especialmente la radio,
para el mejoramiento de la agricultura, salud y educación;
bajo la premisa que la transferencia tecnológica y los
procesos de "modernización" que siguieron los
países industrializados serían la respuesta a
nuestros países para salir del sub-desarrollo.

Esta propuesta tenía un diseño vertical,
de transmisión de conocimientos, en el que el protagonista
era el agente emisor, el "colocador" del mensaje, al que el
agente receptor respondía sólo a través de
la modificación de su conducta.

Este enfoque de la comunicación y sus modelos,
fueron alimentados con las reflexiones teóricas que se
profundizaron en la década de los cincuenta en EE.UU.
Podemos mencionar por ejemplo, las tesis de Lerner y Schramm, que
sirvieron de base para todo esfuerzo de la UNESCO para justificar
el desarrollo de las comunicaciones como promotor del clima para
el desarrollo socio-económico.

Como lo refiere Marques de Melo (2009: 63) "el modelo
concebido por estos investigadores norteamericanos
consistía en reproducir en los países del tercer
mundo la dinámica modernizadora ocurrida
históricamente en Europa Central, y más
recientemente en Estados Unidos, Japón, Australia, etc."
Estas tesis comunicacionales, junto con las económicas
fueron descartadas y se demostró que ese "trasplante" del
modelo de desarrollo occidental era inviable en
Latinoamérica.

Precisamente, "fue la crítica a estos modelos
tradicionales de comunicación y propaganda, lo que en su
momento aportó Latinoamérica a la ciencia o estudio
de la comunicación mundial, a partir de su propia
experiencia y modelos basados en su propia práctica
científica social" (Ozaeta, en Gularte y otros; 2008:
34).

El aporte se concretó en lo que se llamó
Comunicación Alternativa, proponiendo otras formas de
entender y de hacer comunicación. Este enfoque
endógeno, evolucionó de la denuncia y de una
comunicación de protesta, a una
comunicación de propuesta, al formular nuevos
modelos y nuevas prácticas comunicativas, siendo la de
mayor trascendencia la propuesta de un Nuevo Orden Mundial de
Información y Comunicación (NOMIC), planteado en el
informe McBride (1980), que impulsó la Unesco y que
paradójicamente esta misma institución, por
presión estadounidense con el apoyo de Japón e
Inglaterra, silenció debido a sus principios orientados a
eliminar los desequilibrios tanto en el acceso a la
información como en el control de los medios.

Para comprender la propuesta de la comunicación
alternativa, hay que entender el contexto histórico en el
que se desarrolla, que es el de la guerra fría y de la
bipolaridad, clima social en el que se agudizaron las
contradicciones y nos produjo un continente plagado de golpes de
Estado, revoluciones, contrarrevoluciones, imposiciones
económicas y políticas que agudizaron los problemas
existentes de exclusión y pobreza.

En este contexto convulso y tal vez a partir de estas
mismas condiciones, se produce un avance significativo en las
ciencias sociales en nuestra región, influenciadas
positivamente por los enfoques de la teoría de la
dependencia que en los años sesenta se valida y por el
aporte de la pedagogía de la liberación o de la
esperanza. Es preciso mencionar también los aportes
significativos de los postulados teóricos de la Escuela
Crítica de Frankfurt.

En la década de los sesenta, organismos como la
ONU, la Unesco, la FAO, USAID y la CEPAL se encargaron de motivar
en América Latina las expectativas de superación de
la pobreza y del subdesarrollo, que en ese entonces alcanzaron
sus niveles más elevados.

Para los años setenta, el modelo desarrollista o
de la modernización alentado por los organismos
internacionales fracasa, tanto así que Celso Furtado, un
importante economista brasileño, lo califica de "mito"
históricamente irrealizable. Se valida entonces, la
teoría latinoamericana de la dependencia, se impulsan
experiencias de comunicación participativa y
dialógica, en el marco de la propuesta alternativa. Se
crean organizaciones profesionales de la comunicación
(ALER, FELAP, ALAIC) comprometidas con un desarrollo
democrático y autónomo.

Entre los setenta y noventa, según lo
reseñado por Alfaro (2006), la comunicación
"alter-nativa", entendida como "la otra" no comercial (…)
tuvo su auge especialmente en Latinoamérica, comprometida
con movimientos sociales de la época y la crítica
que cuestionaba a la sociedad imperante. Había una clara y
segura opción por la clase social dominada o excluida y un
acercamiento cotidiano a ella. Fue una época muy
fructífera en experiencias, compromisos y reflexiones. Se
conoció muy de cerca el mundo popular y su importancia en
la sociedad. Y la apuesta por una organización popular y
democrática articulada llenó y hasta suplió
las utopías políticas de ese entonces,
especialmente en los ochenta. Los actores de sectores pobres se
convirtieron en protagonistas y desde allí se les
percibía como nuevos y auténticos gestores del
cambio social.

Las propuestas de comunicación para el
desarrollo
, bajo la denominación de
movilización comunitaria o de promoción
comunicativa han recogido este quehacer dándole una base
ética y metodológica altamente
significativa.

Haciendo justicia a los hombres y mujeres que entre las
décadas del sesenta y setenta del siglo pasado apostaron
por una comunicación alternativa que responda a las
condiciones y necesidades de nuestra región, tomamos la
semblanza que al respecto hace Luis Ramiro Beltrán (2005:
20-21):

El impulso crítico precursor lo dio en 1963,
sucinta pero sustantivamente, el venezolano Antonio Pasquali. En
1969 el pedagogo brasileño Paulo Freire, también en
forma breve pero enjundiosa, criticó desde el exilio en
Chile al modelo clásico en su versión de
"extensión agrícola". Y entre 1972 y 1973 el
estadounidense Frank Gerace hizo, desde Bolivia y Perú, el
primer intento de extrapolar el pensamiento freiriano sobre
"educación para la libertad" por medio de la
"concientización" basada en el diálogo forjador de
la "comunicación horizontal".

Así se fue constituyendo el núcleo
generador de la propuesta para la democratización de la
comunicación, cuyos adelantados fueron el paraguayo Juan
Díaz Bordenave, el español de larga residencia en
Latinoamérica Francisco Gutiérrez, la argentina
María Cristina Matta y el brasileño Joao Bosco
Pinto.

Al promediar la década apuntalaron
ejemplarmente el emprendimiento, entre otros, el uruguayo Mario
Kaplún y el argentino Daniel Prieto. Cerca del
término de ella el peruano Rafael Roncagliolo y el chileno
Fernando Reyes Matta entraron también en la lid con
brío, haciendo valiosos aportes a la construcción
de nuevos modelos. El argentino Máximo Simpson
estipuló características de la "comunicación
alternativa" (…) Y en 1980, recapitulando las
críticas y procurando conjugar las propuestas,
esbocé lineamientos para la formulación de un
"modelo de comunicación horizontal" cifrado en el acceso,
el diálogo y la participación entendidos como
factores interdependientes
".

A finales de los ochenta, terminado el debate
ideológico entre el bloque soviético y el occidente
capitalista, las perspectivas del desarrollo en la década
del noventa se configuran con nuevas dimensiones,
asentándose el modelo neoliberal. Mientras, los enfoques
latinoamericanos de la comunicación resisten reafirmando
sus postulados participativos y de una comunicación
democrática al servicio de la transformación
social. En este proceso de resistencia se habla de una
comunicación para "otro" desarrollo. Se reconfiguran las
nociones de comunicación y a la luz de las
prácticas se enriquecen sus nociones, considerando
elementos que no habían sido tenidos muy en cuenta.
Precisamente, Alfaro (1993) sostiene que la comunicación
es un fenómeno de relación sociocultural y no nada
más un recurso tecnológico para producir efectos en
el comportamiento humano, además de considerarla
válida por sí misma y no simplemente como un
complemento de los programas de desarrollo, sino también
como un fin de éste.

Siguiendo la reseña elaborada por Luis Ramiro
Beltrán (2005), la década de 1990 fue rica,
especialmente en los países andinos, en creativas
reflexiones sobre la comunicación relativa al desarrollo.
Una de las mejores contribuciones a esta reflexión fue la
del precursor venezolano Antonio Pasquali con su obra El
Orden Reina
dedicada a explorar las posibilidades de
respuesta de los latinoamericanos a la agravada situación
de la comunicación por el exponencial aumento del
poderío tecnológico y económico de Estados
Unidos de América y otras naciones altamente
desarrolladas.

En 1992 Javier Esteinou Madrid hizo en México
penetrantes análisis de los procesos de
comunicación en Latinoamérica en los tiempos del
libre mercado. Y en ese mismo año Washington Uranga
aportó precursoras propuestas para el uso de las nuevas
tecnologías. Ramiro Beltrán también destaca
el aporte de la peruana Rosa María Alfaro (1993), al
publicar una efectiva propuesta de "una comunicación para
otro desarrollo". Coetáneamente Ivonne Cevallos, propuso
en Ecuador que se viera a la comunicación no meramente
como factor instrumental sino también como agente de
mediación.

A mediados de la década otro admirador más
de las ideas de Martín-Barbero, Segundo Armas
Castañeda, propuso en Perú revalorizar la virtud
estratégica de la comunicación en el proceso del
desarrollo contribuyendo a construir ciudadanía y
fomentando la participación protagónica del
pueblo.

Cerca de fines de la década los
comunicólogos colombianos José Miguel Pereira,
Jorge Iván Bonilla y Julio Eduardo Benavidez propusieron
que, sin perjuicio de su función de apoyo a los programas
de desarrollo, la comunicación cumpliera también
otros papeles como el de fortalecer la capacidad expresiva de la
gente y el de facilitar los enlaces e intercambios entre
individuos y agrupaciones para robustecer el tejido social en su
integridad. Y otro estudioso colombiano, Carlos Cortés,
hizo al mismo tiempo un perceptivo inventario de la
comunicación para el desarrollo en la región.
También entonces Migdalia Pineda de Alcázar hizo
notar en Venezuela que ante la irrupción de las nuevas
tecnologías telemáticas de comunicación el
desequilibrio informativo, internacional e intranacional, se
había expandido e intensificado al punto de agrandar la
brecha del subdesarrollo y obligar a reformular políticas
de comunicación democrática desde la perspectiva de
la población marginada.

Como lo indica Beltrán (2005), a partir de los
noventa, en América Latina se actualizan las reflexiones
teóricas sobre comunicación para el desarrollo en
congruencia con los nuevos tiempos que nuestros pueblos
viven.

El siglo XXI llegó con complejos cambios
económicos, culturales, valorativos y de modos de vida,
que lograron "deslocalizar la producción de sentidos y
sensibilidades, legitimando otros recorridos de corte
internacional sobre las propuestas de cambio para el mundo,
organizándose en el inicio del presente milenio como
movimientos de presión mundial para influir en el campo
globalizado. (…) A la par, siguieron emergiendo procesos
más amplios de globalización como tendencia
económica hegemónica. En el discurso se buscaba, en
primer lugar, una integración social y no precisamente una
oposición radical, permeando muchas mentalidades en
algunos casos y en otros favoreciendo su radicalización
antiglobal. Asistimos así a una época donde los
sujetos, incluyendo a los comunicadores, son constreñidos
al ejercicio de una gran reflexividad, en la que conviven muchos
dilemas y contradicciones, los que naturalmente se mantienen en
una peligrosa dinámica de olvido o de ocultamiento sin
identificarlos y lidiar con ellos" (Alfaro, 2006:
112-113).

Es evidente que el proceso de globalización
complejizó la sociedad y los procesos que en ella se
desenvuelven; en este sentido, los aportes que realiza Edgar
Morin con la epistemología de la complejidad, nos invita a
un esfuerzo reflexivo que permita asumir y entender las
incertidumbres que se entretejen en la relación entre
comunicación y desarrollo.

Como podemos constatar, las actuales condiciones exigen
a los comunicadores/as para el desarrollo una preparación
multidisciplinar que salve a la comunicación de los
reduccionismos instrumentalistas a los que fue
reducida.

Otro aspecto a considerar en el contexto actual es el
abordaje académico de la comunicación para el
desarrollo desde la Universidad, a pesar de ser "aún
nuevo, sustentado más en múltiples prácticas
que en reflexiones o precisiones conceptuales" (Alfaro; 2006:
22), recupera este campo para el ejercicio profesional de
comunicadores/as y profesionaliza las nuevas propuestas de
comunicación para el desarrollo. Aunque esta
formación universitaria – debemos decirlo – se
limita a la oferta de una serie de cursos que no alcanzan a
ofrecer el perfil de especialidad en comunicación para el
desarrollo.

Este marco teórico nos pone de cara a una
realidad con muchas interrogantes y demandas reflexivas que deben
ser atendidas, pero también frente a un escenario de
incertidumbres que no deben ser evadidas, sino por el contrario,
enfrentadas y contrastadas por un compromiso teórico con
la comunicación y otras disciplinas sociales que
intervienen para entender el desarrollo y sus propuestas,
así como con una práctica innovadora que recoja lo
más útil de nuestra experiencia comunicativa y
finalmente con una apuesta por la investigación
interdisciplinar que nos ayude a desentrañar algo este
escenario de la complejidad.

Comunicación para el desarrollo, una
propuesta por construir

Las implicancias de la comunicación y el
desarrollo, así como las de su interrelación, son
muy dinámicas y complejas; para entenderlas necesitamos
asistirnos de un pensamiento cada vez más propio, que se
corresponda con los aprendizajes de las experiencias surgidas en
nuestro territorio. En este acápite se recogen nuevas
consideraciones sobre comunicación para el desarrollo,
desde la construcción latinoamericana, que sirven de
fundamento para un enfoque propio.

En este sentido, presentamos la propuesta del Centro de
Comunicación para el Desarrollo de Guatemala (Gularte y
otros; 2008: 28-29), en base a lo que nos dejó la
comunicación alternativa y la condición de los
nuevos escenarios. De estos aprendizajes proponen una
comunicación para el desarrollo que:

  • Tenga una visión integral de lo que implica
    el desarrollo, desde la satisfacción de las
    necesidades humanas básicas hasta el pleno goce de
    todos los derechos, incluyendo los derechos de los pueblos a
    decidir sobre sus propios recursos.

  • Contextualizada a los procesos de los pueblos, que
    parta de la valoración del propio conocimiento,
    cosmovisión y formas de trabajar (…), por
    tanto, no se trata de un desarrollo desde afuera, sino de un
    desarrollo desde adentro.

  • Planteamos nuestros propios lineamientos desde
    nuestras propias necesidades y mucho de ello tiene que ver
    con la reapropiación de nuestros propios
    recursos.

  • Parta de los sectores subalternos, fortaleciendo sus
    capacidades como ciudadanos y ciudadanas para exigir lo que
    les pertenece: una vida digna.

  • Fortalezca también las capacidades de los
    actores locales del desarrollo, que los gobiernos pasen a ser
    protagonistas del cambio en sus municipios, en conjunto con
    las fuerzas organizadas de la sociedad.

  • Promueva todas las voces, especialmente aquellas que
    han sido despreciadas por el sistema neoliberal y que de
    hecho, son la mayoría de las voces.

  • Genere políticas públicas elaboradas
    de manera participativa y en las cuales de vean reflejados
    los intereses de las grandes mayorías y que promuevan
    verdaderos procesos de comunicación, de diálogo
    social.

  • Promueva iniciativas de comunicación
    comunitaria.

  • Promueva el desarrollo de una actitud crítica
    y de alerta ante los mensajes ideologizados de los medios
    masivos de "comunicación", que pertenecen y
    representan los intereses de los grupos
    hegemónicos.

  • Acompañe los procesos de organización
    social, los promueva y los fortalezca, para que sean
    sostenibles.

  • Promueva el mutuo conocimiento entre los actores
    sociales del desarrollo.

  • Fortalezca la responsabilidad de los pueblos frente
    a los recursos naturales existentes en su territorio. Donde
    el dinero no se sobreponga a los intereses de los
    pueblos.

  • No busca la persuasión de las personas,
    aún con la justificación de que "es para su
    bien", sino que reconoce en cada persona a un sujeto capaz de
    entrar en un proceso de diálogo con el cual
    problematiza sus propios conocimientos, actitudes y
    prácticas, y toma una decisión.

  • No desecha los aportes valiosos de las nuevas
    tecnologías de información, sino que las
    convierte en herramientas de comunicación (de
    intercambio horizontal).

  • Es capaz de hacer autocrítica, de reconocer
    sus errores y enmendar sus acciones.

En conclusión, estos lineamientos proponen una
comunicación que no sea sólo para mitigar los
efectos de las políticas, sistemas y estructuras
excluyentes e injustas en las comunidades pobres, sino que
contribuyan a la transformación de estas relaciones
injustas; idea general con la que coincidimos
plenamente.

Otros aportes valiosos que sirven de base para la
construcción de un enfoque propio, son los de Rosa
María Alfaro (2006), que ya hemos referido. Pero como
contribución específica a esta tarea reflexiva y
propositiva, destacamos sus reflexiones que nos proponen
encaminarnos en este propósito. Antes que enunciados sobre
lo que se debe hacer, menciona conflictos a resolver en este
aterrizaje de la comunicación en el desarrollo y "nuevos
retos comunicativos del desarrollo".

Dentro de los principales aspectos que desde la
comunicación debemos buscar soluciones se
encuentran:

  • La fragmentación temática de las
    propuestas de desarrollo con la consiguiente pérdida
    del sentido de integralidad que requieren las propuestas de
    cambio social.

  • La despolitización de la comunicación,
    que la aleja de su carácter movilizador y de su
    capacidad de construcción ciudadana. Así como
    la desconexión entre desarrollo y democracia, donde
    ambos aparecen como opciones diferenciadas y
    optativas.

  • Marginación de la cultura de las propuestas
    de comunicación y del desarrollo. Escaso conocimiento
    de las dinámicas culturales y de los factores que la
    alteran.

  • Práctica instrumental de la
    comunicación y ausencia de políticas y
    teorías en sus propuestas.

  • Carencia de una visión mundial del desarrollo
    económico y de las nuevas configuraciones que produce
    la globalización.

  • Vacíos y desencuentros políticos, y
    participación en la fragmentación.

  • Desconocimiento del ciudadano como público
    activo, complejo y heterogéneo.

  • Burocratización de la cooperación que
    empaqueta la comunicación en resultados ignorando los
    procesos y promueve una confusión en las mediaciones
    de impacto e incidencia tendiendo a culpabilizar a la
    comunicación de cualquier error.

Frente a estos dilemas y conflictos de la
comunicación en su relación con el desarrollo,
Alfaro (2006) propone algunos retos que la realidad nos obliga a
los comunicadores a asumir, basados en la experiencia, la
investigación y la reflexión. Para ello, debemos
comprender a la comunicación, su rol y
características:

  • La comunicación y su papel de
    reflexión y autocrítica, de motivación
    de nuevos sentidos y de articulación comunicativa
    entre los diferentes actores del cambio.

  • Una comunicación que cree y recree lo
    público, que promueva la esfera pública a
    construir desde voluntades que se proponen hacerla y que
    legitime el desarrollo como ética
    pública.

  • Pluralismo y comunicación intercultural que
    conduzca hacia un proyecto cultural incluyente.

  • Recuperación educativa del lenguaje y la
    cultura audiovisual, rescatándolos del uso
    instrumental que se le ha dado.

  • Democracia para desarrollar la sociedad y desarrollo
    para democratizar la convivencia. Es necesario promover
    desarrollo con democracia y participación, como
    también incluir a la democracia como una meta del
    desarrollo, generando condiciones y estilos de vida que lo
    permitan.

  • Intervención comunicativa múltiple,
    ética e integradora. Profundamente humana, la
    comunicación requiere concentrarse en la
    relación entre sujetos.

  • Hacia un movimiento global de la
    comunicación. Hace falta que esta perspectiva de
    mundo, desde lo local a lo global, cobre más fuerza y
    sentido en la comunicación en general ganado en
    ética y calidad, como en su vinculación con el
    desarrollo.

  • La comunicación también debe cambiar.
    Puesto que es también objeto de desarrollo y
    está inserta en un mundo de constantes
    desubicaciones.

  • Resultados e indicadores en procesos comunicativos.
    Se trata del aporte comunicativo a la construcción de
    actores como ciudadanos del desarrollo y de potenciar al
    mismo tiempo las intervenciones de cambio que se están
    implementando.

Las referencias planteadas en este ítem,
acompañadas de un contraste y articulación con
nuestra propia realidad, aportan en la perspectiva de construir
una propuesta de comunicación para el desarrollo propia
que deberá estar en constante evaluación y
transformación.

Finalmente considero que la comunicación para el
desarrollo en nuestros países del sur, debe ser
reconstruida permanentemente por nuevas teorías, por
propuestas más propias, congruentes con nuestras
realidades y con las experiencias que vayamos desarrollando. Le
es necesario también una dosis de doctrina disciplinar, no
para sesgar los aportes que desde la investigación
científica logre ni para retroceder a los purismos
disciplinares, sino, para estimular su estudio y práctica,
guiándola por principios de justicia, humanización,
respeto, auto-determinación, equidad y
participación.

Referencias
bibliográficas

  • Alfaro, Rosa María.
    (2006). Otra brújula. Innovaciones en
    comunicación y desarrollo.
    Ed. Calandria.
    Perú.

  • Beltrán, Ramiro. (2005).
    La comunicación para el desarrollo en
    Latinoamérica: un recuento de medio siglo.

    Argentina.

  • Gularte, Eduardo y otros. (2008). Otra
    comunicación para otro desarrollo.
    Ed. Centro de
    Comunicación para el Desarrollo. Guatemala.

  • Marques de Melo, José.
    (2009). Pensamiento comunicacional latinoamericano. Entre
    el saber y el poder.
    Ed. Comunicación social.
    España.

 

 

Autor:

Ms. Eliana Pérez
Barrenechea[1]

 

[1] Licenciada en Ciencias de la
comunicación, maestra en administración y
gestión del desarrollo humano, con experiencia
profesional en el ámbito de la comunicación para
el desarrollo.

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