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El origen de la economía de producción: un proceso sin ruptura o una ruptura sin proceso




Enviado por leyla diaz



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Andalucía
  3. Cataluña
  4. País Valenciano
  5. Bibliografía

Resumen

En este trabajo se desea poner en evidencia las
frecuentes confusiones con respecto de la atribución del
concepto "neolitización", a menudo asimilado a la etapa
antigua del neolítico. A la vez se intenta poner de
manifiesto la enorme carencia de datos seguros y
científicos que actualmente poseemos para evaluar el
origen de esta nueva etapa cultural caracterizada por la nueva
economía productora. Se valora la economía
agrícola como un proceso largo que tuvo que seguir
diferentes estadios de evolución, cuestionando por tanto
su imposición debida a una colonización
exógena. Los estudios paleobotánicos realizados
hasta la fecha para el Mediterráneo occidental no
concuerdan aparentemente con las tesis de un origen oriental.
Quizá la ausencia de datos paleocarpológicos y
botánicos del norte de Africa puedan en su día
aportar mayores bases para comprender la complejidad de esta
transformación económica.

Abstract

In this work we wish to show the confusions frequents
about the attribution the concept "neolithisation", often
assimilated to ancient neolithic"s stage. At the same time we
purpose to make manifest the enormous deficiency of sures and
scientifics documents that at present possess for to evaluate the
origin of this new cultural stage distinguished for the
productive economy. We value agricultural economy like largely
process that had to follow differents evolutional periods,
controverting therefore our imposition owing to a exogenous
colonization. The paleobotanics studies makes till now for
western mediterranean are not in correspondence apparently with
the oriental"s origin. Perhaps the absent about paleocarpologic
and botanics documents of the north Africa can , at the proper
time, to furnish more basis for embrace the complexity of this
economic transformation.

Con demasiada frecuencia cuando consultamos la
bibliografía científica sobre este tema, vemos
cómo se confunden los términos "neolítico
antiguo" con el de "neolitización", como si de
algún modo éstos significasen lo mismo, o fueran
sinónimos. Desearíamos aquí mostrar la gran
diferencia que existe entre ambos. El primero, define un estadio
cultural, el neolítico, dentro de su fase más
antigua o si se quiere en su etapa inicial. Mientras que el
segundo, describe un proceso evolutivo que
abocará a un cambio socioeconómico
distinto al que existía. Cómo tal proceso
transforma, adapta, modifica o capta una serie de cambios hasta
conseguir un salto cualitativo, que se basa en la economía
de producción. De la misma manera así se entiende
este término cuando nos referimos a "hominización"
y jamás se confunde con las primeras presencias de H.
sapiens sapiens,
sino con los procesos que han conducido a
su aparición. Según lo expuesto creo razonable
pensar que con anterioridad a la implantación
de una nueva cultura, en este caso sería la
neolítica, debió existir un proceso evolutivo de
cambios que finalmente se consolidarían en un modo de vida
distinto al anterior.

Ahora bien si estamos convencidos, por las evidencias
científicas, y éstas quizá nos pueden
parecen suficientes, como para asimilar el término
"neolitización" al de "neolítico antiguo", sin duda
estamos negando la existencia de una evolución procesual
que pudiera dar lugar a unos cambios económicos distintos
basados en la producción.

Esta negación supone a la vez una
afirmación: que la nueva etapa neolítica se
debió a una imposición, y que por tanto produjo una
ruptura con las culturas anteriores. La imposición de
origen exógeno, como así se viene manteniendo, no
requeriría de ningún proceso de
neolitización , puesto que el nuevo modelo
económico se impondría inmediatamente.

Es así como deben entender muchos de nuestros
investigadores el término neolítico cuando
defienden que esta etapa, con conocimiento total de agricultura y
domesticación, es la más antigua, y con
anterioridad a ella sólo existieron grupos
epipaleolíticos o mesolíticos.

Sorprende verdaderamente que en las reuniones
científicas dedicadas a este periodo cultural no se aborde
nunca la problemática del proceso de neolitización
y se dediquen sus sesiones a exponer los resultados de
yacimientos perfectamente neolitizados. Esta postura de
negación de un proceso anterior, como ya indicamos,
está absolutamente de acuerdo con el empeño por la
aceptación de un origen exógeno.

Quizá deberíamos reflexionar nuevamente
acerca de las dificultades que existen para alcanzar esta nueva
economía de producción, aún cuando se
debiera a un préstamo exterior.

Si bien es cierto que la domesticación de los
animales es bastante más sencilla que la de las plantas y
muchos investigadores, como Davidson, Poulain, Ducos y Bahn creen
que pudo existir un control del caballo y reno en el
paleolítico superior, y otros como Jarman, Chaplin y
Dimbleby son partidarios de un control de ciervos y
jabalíes en asentamientos mesolíticos pirenaicos
(Jarman, Wilkinson, 1972, 84; Bahn, 1976; 1977).
También algunas evidencias encontradas en Europa
occidental desde el paleolítico, como las ovejas en
Lazaret (Pech de l"Azé), o en el epimagdaleniense de Balma
de Glos, con bóvidos de talla reducida, o en el aziliense
como en Abric Pages y Valorques, con ovicápridos, al igual
que en los niveles mesolíticos de Chateauneuf, Rouffignac,
Gramari, Gazel y Dourgne, o incluso plenamente
domésticos como los de Cuzoul de Gramat en sus niveles del
tardenoisiense I, o en los niveles mesolíticos de los
yacimientos bretones de La Torche, Téveec, datados en el
7000 BP, que contienen bóvidos y ovicápridos
domésticos, o en los niveles precerámicos de Gazel
y Dourgne, con cerdo doméstico, por citar sólo
algunas de las evidencias arqueológicas bien constatadas
especialmente en yacim ientos franceses.Estas contradicciones del
actual paradigma las consideramos suficientes como para
plantearnos alguna duda razonable sobre la imposición
exógena. Se hace difícil creeer cómo pudo
ocurrir esa "lección domesticadora" tan fulminante desde
el Próximo Oriente, que consiguió enseñar a
las poblaciones prehistóricas de la Bretaña, por
ejemplo, la domesticación de los animales. Sorprende
realmente las vías de alta velocidad que comunicaron y
permitieron dispersar este conocimiento con tanta rapidez. Ante
este fenómeno, creo que deberíamos demostrar
cómo se produjo y qué recursos de
comunicación, locomoción o traslado utilizaron. No
sé hasta qué punto las teorías vigentes
pueden explicar la vertiginosidad de la enseñanza de la
domesticación de los animales por colonos orientales.
Actualmente se han propuesto diferentes modelos teóricos,
como la llamada "colonización alterna" (Zilhao, 1993;
Morais, Arnaud, 1992) que implica movimientos de poblaciones, en
un principio rápidos, pero discontinuos y evitando las
zonas ocupadas por grupos mesolíticos, para finalmente
asentarse los nuevos colonos; este modelo nos parece bastante
difícil de acoplar a las propias evidencias
arqueológicas, puesto que existen yacimientos
mesolíticos con animales domésticos, y nos
preguntamos cómo llegaron a adquirir esta nueva
economía si los colonos los evitaban; similar es el modelo
propuesto por Gallay (1989) de fronteras móviles con una
expansión continua, tampoco entendemos aquí en
qué sentido se maneja el término "frontera" puesto
que a nuestro juicio sus connotaciones
administrativo-políticas son evidentes; o el modelo del
filtro de Lewthwaite (1986) con poblaciones fijas que movilizan
la información mediante redes de larga distancia, nos
interrogamos acerca de la naturaleza de estas redes de larga
distancia; o el modelo de la "capilaridad" propuesto por Vicent
(1996) que se iguala o se parece al de Guilaine con sus contactos
de vecino a vecino.

Por el momento contamos con una serie de
hipótesis que tratan de explicar el origen de la
economía de producción, en la mayoría de los
casos los modelos teóricos se refieren o enfatizan acerca
de la presencia de los llamados "colonos
agrícolas" sin hacer apenas mención a los
conocimientos de la domesticación de animales.

Por nuestra parte, y junto a otros investigadores ya
mencionados, creemos que hubiera sido posible, ante algunas de la
evidencias arqueológicas indiscutibles, un control de
ciertas especies, quizá como ya algunos han apuntado desde
el fines del paleolítico superior. ¿Se ha
reflexionado suficientemente qué podría ocurrir
entre una comunidad de cazadores si ésta capturara
recién nacidos o piezas muy jóvenes
vivas?

Sin embargo, dejemos aparte estas reflexiones, y
admitamos en principio que realmente el proceso de
domesticación de animales se "importó" y fue
rápidamente asimilado. No cabe duda que domesticar a un
animal no es un proceso demasiado lento, y su doma pudo ser en
ciertos casos, aprendida fácilmente. Si bien no se trata
de una especie domesticada en esta etapa pensamos por ejemplo en
el escaso esfuerzo que debe ponerse en la doma de un caballo
salvaje, si uno está dispuesto a recibir unos cuantos
revolcones durante unas horas.

Pero ¿y en el caso del cultivo?,
¿conocemos realmente la complejidad del mismo? A menos que
todas las muestras de cereales, que no son muchas por cierto, se
deban a cultivos de los colonos y no de los colonizados, no
entendemos cómo pudieron alcanzar unos conocimientos tan
complejos en un espacio de tiempo tan corto. Quizá la
escasez de muestras, especialmente de cereales, se deba a este
estado de experimentación o de ensayo por parte de las
poblaciones indígenas, de no ser así las
muestras de plantas comestibles deberían ser mucho
más abundantes ya que los cultivos estarían
realizados por los expertos colonos.

Dejando aparte la idea de la imposición de
"colonos agrícolas" nos parece mucho más
verosímil una asimilación autóctona de los
nuevos elementos de domesticación, si se quiere de
procedencia exótica, antes que la presencia de nuevas
poblaciones que practican una economía innovadora, ya que
los hallazgos arqueológicos son tan escasos que de
ningún modo concuerdan con la presencia de gentes expertas
agricultoras, para expresar que en el neolítico antiguo
hubo una agricultura extensiva o intensiva, o como se viene
imponiendo, siguiendo la "moda" al mencionar la existencia de
"fronteras agrícolas". Recordemos que los estudios sobre
el neolítico de Próximo Oriente han demostrado que
la formación de este nuevo modo de vida económico
de producción se produjo o gestó a partir del
epipaleolítico, comenzando a fines del
pleistoceno y no a inicios del holoceno (Moore,
1982, 232).

Ha sido reconocida en el mesolítico europeo, a
través de evidencias arqueobotánicas, la existencia
de estrategias de uso intensivo de plantas comestibles, con
prácticas muy semejantes a la agricultura, wild plant
food husbandry
, el impacto de otras poblaciones hubiera
significado en este caso una simple adición de nuevas
especies a la gestión preexistente de los recursos
indígenas (Zvelebil, 1994).

De igual modo en la Balma de l"Abeurador (Aude,
Francia), se encontraron vestigios vegetales datados en
8740±90 BP (6790±90 BC) de frutos: avellana,
cerezas, uvas y leguminosas, tales como lentejas y guisantes; con
un sólo grano de trigo y algunos huesos de cordero. Su
situación se encontraba en la parte superior del nivel
mesolítico y en contacto con los niveles
neolíticos, dado que este hallazgo no era adecuado con el
paradigma, se explicaron como elementos intrusivos (Vaquer, 1987)
al igual que los pequeños fragmentos cerámicos de
tipo epicardial hallados en este mismo nivel. En este sentido es
curioso como se vienen imponiendo teorías denominadas de
los "contextos arqueológicos aparentes" en las que se
tiende a poner en duda los resultados arqueológicos que
frecuentemente no se adaptan al paradigma consensuado (Zilhao,
1993, Bernabeu, 1997) atribuyendo su presencia a factores no
antrópicos.

El mencionado fenómeno, de domesticación
con asociación de cereales, se dará en diversos
conjuntos mesolíticos entre el VIII y VII milenio en el
sur de Francia, por ejemplo en el yacimiento de Fonbrégoua
8400±110 BP (6450±110 BC) y Montclus
8130± 100 BP (6180±100 BC) (Vaquer, 1987).
También en Pompignan (Gard) se encuentran semillas
salvajes de Prunus, Corylus, Vitis y algunas
especies de la familia de las Papilionáceas, en un
contexto datado en el 9850 BP (7900 BC).

El problema es muy complejo ya que la presencia de estas
leguminosas y cereales aparecen en un contexto cronológico
casi simultáneo en Oriente (Jarmo, Cayönu,
Jericó) lo cual se podría difícilmente
explicar como una difusión fulminantemente rápida,
que vendría a ser casi instantánea a través
de la cuenca mediterránea.

En este sentido mencionaremos la cueva de Franchthi
(Grecia) donde se encontraron lentejas y otras leguminosas en un
contexto cultural de fines del paleolítico superior,
datadas entre 13.000-10.000 BP y que
perdurarán en el 9000-8000 BP dentro de un contexto
epipaleolítico, cuyo tamaño corresponde a las
dimensiones de las especies ya cultivadas (Hansen, Renfrew,
1978).

Se han rechazado generalmente todas las hipótesis
basadas en una recolección intensiva desarrollada a partir
de economías propias de las comunidades pertenecientes al
tardiglaciar y principios del holoceno, porque se creen poco
contrastadas a través del registro arqueobotánico,
y en efecto no tenemos suficientes datos para aseverar esta
hipótesis, pero nos preguntamos si tenemos en realidad las
evidencias necesarias para asegurar que los primeros cultivos se
deben a la presencia de "colonos agrícolas" del
Próximo Oriente (Miró, Bosch, 1990; Buxó,
1991)

Como hace ya algunos años apuntaba Marinval
(1988) "Nous désirons évoquer, à ce
propos, les problémes que pose la connaissance de la flore
spontanée. Il est, en effect, courament admis que les
végétaux […] sont originaires de Proche Orient
où ils furent domestiqués dès les
VIIIé et VI VI é millénaires (Van Zeist,
1980). Or, la méconnaissance de la flore
méditerranéenne française au boreal nous
incite à rester prudent. Ou ne peut exclure a priori
l"hypothèse de la présence de certaines de ces

taxons en region méditerranéenne
française à cette période" .

En este sentido Courtin (1975) y Vaquer (1980) ya
señalaban la existencia de una protoagricultura o de una
horticultura, definida por la aparición de especies
consideradas aloctonas, tales como la Lens sculenta M .
Vicia ervilia , Cicer artinum, Lathyrus
cicera
L., Ervum ervilia L., Vicia sp. y
frutos de Corylus avellana L., Vitis sylvestris
gmel
y Prunus, Lens sculenta y Piscum
sativum
. Curiosamente en el neolítico cardial
francés, no se atestiguan ni la Vicia ervilia ,
ni la Lens sculenta, ni la Cicer artinum. Sin
embargo, sí aparecen en Provenza a partir del VIII milenio
en niveles epipaleolíticos, como en
L"Abeurador.

El primero que desarrolló un concepto de
horticultura que identificaba con una fase inicial de la
agricultura fue Ames (1939), definida como una etapa en la cual
las plantas individuales, sobre todo de árboles, eran
domesticadas mediante una preservación selectiva de las
plantas. En esta fase "horticultora" se considera que el ser
humano experimentó con ciertas plantas, hasta que
finalmente abocaron en la práctica de una actividad
agrícola. La diferencia que Ames establecía entre
agricultura y horticultura es que ésta última se
basa en el cultivo de plantas individuales, mientras que en el
primer caso se cultivan en gran número para obtener una
producción rentable.

Así pues en una fase que podríamos
denominar "horticultora", en especial de leguminosas, no se
pueden definir exactamente sus orígenes, ya que
son el resultado de una selección gradual de tipos,
como el caso del garbanzo o la lenteja, que poseen una menor
tendencia a la dispersión de las semillas (Ladizinsky,
1979, 286).

Otro punto de interés a considerar, en un
análisis global de esta problemática, es que un
cultivo previo de leguminosas favorece con un rendimiento mucho
más alto para un posterior cultivo de cereales, por sus
características de fertilizante natural de las bacterias
nitrogenadas que contienen sus raíces.

Los grupos humanos que seleccionan, lo hacen de una
forma igual a como se produce en la propia naturaleza, escogiendo
la mejor planta, la que posea mayor rendimiento, la más
fuerte y la que crece con menor esfuerzo. Su selección la
efectúan en su entorno o paleohábitat inmediato.
Este factor implica que en muchos casos la selección
finalice con una buena adaptación, apropiada a los deseos
del grupo humano, pero este proceso se puede realizar en periodos
de tiempo no controlables, sin que se conozcan los resultados de
la selección con antelación (Rindos, 1990, 4). La
teoría de Hayden (1990) cuando asocia el origen de las
prácticas agrícolas a la necesidad de abundancia
del grupo social, puede ser cierta, pero satisfacer ese deseo de
abundancia, plasmado en un excedente de grano solamente pudo
ocurrir en etapas avanzadas de conocimientos agrícolas, en
el origen la prácticas agrícolas creemos que van a
satisfacer o complementar una alimentación más
variada como alternativa a otros productos que pueden escasear en
ciertas épocas del año, por lo que pudiera
responder más a un deseo social de alimentación que
de abundancia o excedente.

La relación planta-ser humano ha sido
habitualmente confundida con la propia agricultura, la cual
supone el estadio más desarrollado de dicha
simbiosis.

Quizá antes de proseguir deberíamos hacer
una reflexión sobre las dificultades que conlleva el
cultivo de cualquier tipo, y más específicamente de
cereales; así como también deberíamos
repasar las evidencias que estos agricultores dejaron en los
yacimientos neolíticos iniciales. En este punto hemos
consultado la obra de Rindos (1990) acerca de los orígenes
de la agricultura. Este autor ya señala que la mayor parte
de los modelos propuestos para explicar el origen agrícola
no han tenido en cuenta los aspectos inconscientes de
las interacciones entre el ser humano y las plantas (Rindos,
1990, 4).

Siguiendo las propuestas de este autor nos dice que es
posible diferenciar tres tipos principales de
modelos de domesticación de plantas: la
domesticación incidental, la especializada y la
agrícola.

La domesticación incidental corresponde al
resultado de la interrelación existente entre una sociedad
no agrícola y algunas de las plantas que le sirven de
alimento, que crecen en su entorno. Las presiones selectivas de
esta interrelación se producirán en casos
alcanzando los rasgos morfológicos más ventajosos
para su consumo. Seleccionamos aquí una de las
afirmaciones más interesantes de Rindos cuando dice
"Los procesos y las relaciones de domesticación
incidental son mucho más que un aspecto periférico
del estudio del origen de la agricultura: son la base y las
causas mismas del origen, el perfeccionamiento y la
difusión de la agricultura. La aparición y el
desarrollo gradual del domesticado incidental crea los feedbacks
que cambian de forma fundamental los valores que el hombre
atribuye a las plantas de las que se alimenta. Además es,
a los efectos demográficos del perfeccionamiento de las
relaciones incidentales, que se debe la transición hacia
una domesticación, primero especializada, después
agrícola
." (Rindos, 1990, 166, 167).

La domesticación especializada se considera como
el resultado de los primeros domesticados (incidentales) los
cuales dieron lugar a nuevos tipos de interacciones entre los
grupos humanos y su entorno o territorio de captación.
Probablemente el rendimiento obtenido por este tipo de actividad
agrícola era bastante bajo con referencia a la
alimentación, ya que el tiempo total de
manipulación que siempre requieren no compensaría
con su valor calórico.

La domesticación agrícola será el
producto de determinadas conductas humanas que conducen al
establecimiento de una agroecología a través de
manipulaciones ambientales, tales como el talado, la quema, el
riego, el desherbaje, etc., que integrarán unos sistemas
de cultivo, unas técnicas de cosecha que implique la
separación de las malas hierbas, siega de las espigas y
separación de la paja y las espigas, decorticado de los
cereales, trilla, aventado, cribado, y finalmente el
almacenamiento y conservación del cereal, mediante secado
o torrefacción.

Para que se produzca el cultivo agrícola de una
determinada planta debe distinguirse un centro o foco de
derivación primaria que se caracterizará por una
fuerte diversificación específica, de las cuales se
distinguen unos caracteres dominantes, así como unas
áreas de variación secundaria con abundancia de
caracteres recesivos, ocultos en el centro de primera
variación (Porteres, Barrau, 1982, 725). La
localización, así como la distribución
territorial de los diversos centros de
variación, permiten determinar un centro primario
agrícola. Por otra parte el centro de origen primario de
una especie vegetal cultivada no es coincidente con las
áreas de variación antrópica, con lo cual es
fácilmente diferenciable una zona de cultivo de otra que
pueden haber ocupado sus parientes salvajes o de las zonas donde
la planta cultivada tuvo su origen, ya que en ésta ultima
interviene la acción antrópica de la
selección, domesticación y
diversificación.

Otro de los factores de análisis acerca del
origen de los primeros cultivos en la cuenca mediterránea
y Próximo-Medio Oriente, se centraría entorno a los
tipos o especies cultivados, En un principio deberíamos
suponer que si los primeros cereales de la cuenca occidental
proceden de una "colonización" de especies traídas
de Oriente por los mencionados colonos, todas las especies
serían iguales, pero no es así. El mapa de
distribución como veremos ahora es sorprendente a la luz
de los estudios paleobotánicos que en la actualidad
poseemos, puesto que el Mediterráneo queda dividido en dos
partes perfectamente diferenciadas, una que incluye Italia,
Grecia y Oriente, otra que se integraría por Francia y
España. De estos dos últimos países parece
sin duda que Francia ofrece hoy por hoy las evidencias más
antiguas de domesticación de cereales.

En efecto, los cultivos identificados el
Mediterráneo occidental, incluyendo los dos países
mencionados, se concentran en las especies del llamado trigo
Triticum aestivo-compactum y la cebada del tipo
Hordeum vulgare var. nudum, si bien en
España aparecen más los cultivos del Hordeum
vulgare
, e incluso también, pero siempre en un plano
secundario, del Triticum dicoccum y monoccum,
pero con unas dataciones bastantes más recientes que en
Francia, como las que tenemos procedentes de Cova de l"Or, con un
6600 BP; pocas son, sin embargo las muestras analizadas y los
restos encontrados en nuestro país. En Francia los
cultivos aparecen con fechas del VIII milenio (7500/7000-6500
BP), concentrándose prioritariamente en la especie ya
citada de Triticum aestivocompactum. Como ya hemos
dicho, este tipo de trigo no se encuentra curiosamente ni en el
Próximo ni Medio Oriente, y su aparición, como su
cultivo fue muy poco significativa, siempre con un papel
secundario, hasta el extremo que no queda atestiguada hasta el VI
milenio. En Oriente los cultivos de trigo más antiguos
corresponden a la especie de Triticum dicoccum, y
serán los dominantes, tal y como ocurre en Grecia, Italia
o la antigua Yugoslavia.

En efecto, si repasamos el Mediterráneo oriental
y central comprobamos como Grecia sigue las mismas pautas de
Oriente, apenas existe el trigo desnudo (Triticum
aestivo-compactum
) y cuando se halla siempre tiene un
carácter secundario con respecto al T. dicoccum,
el cual aparece a partir de los niveles proto y pre-Sesklo (6500
BP). Los cultivos prioritarios en Grecia, al igual que ocurre en
Italia como veremos, se centran sobre el T. dicoccum y
monococcum siendo las cebadas Hordeum vulgare y
Hordeum distichum, cultivos que ocuparon un lugar
secundario (Coppola, Costantini, 1987; Follieri, 1983; Renfrew,
1979; Kroll, 1981).Esta situación es totalmente igual a la
que se da en el Próximo y Medio Oriente (Zeist van,
Barker-Heeres, 1985; Zeist van, 1980).

En Italia el trigo del tipo Triticum
aestivo-compactum
se menciona para la fase I de Rendina
(7110 BP) (Follieri, 1977; 1983) al igual que en la Grotta
dell"Uzzo, en cuyos niveles 7 y 8 también aparece -6850
BP(Costantini, 1983). Pero los cultivos habituales son los mismos
que en el Mediterráneo oriental centrados en el T.
monococcum
y T. dicoccum durante el
neolítico antiguo , entre 8150-7250 BP , por
el contrario como ya hemos indicado no ocurre lo mismo con el
tipo T. aestivo-compactum ya que no aparece en la
mayoría de asentamientos de esta fase e incluso se
considera su hallazgo excepcional durante el neolítico
medio. Nos parece pues sorprendente la tesis de Guilaine (1976;
1986) cuando hace recaer el origen del neolítico
francés, y por tanto de su agricultura en el
neolítico de cerámicas impresas
italiano.

En Próximo Oriente como ya hemos indicado el
T. aestivo-compactum no se encuentra hasta el VI
milenio, mientras que en Francia ya queda atestiguado en el VIII
milenio.

Resulta muy complicado ante estas evidencias aceptar un
origen agrícola a partir de Oriente para el sur de Francia
y España. En este sentido, como ya intuye Marinval (1992,
262) quizá el norte de Africa tuvo un papel mucho
más decisivo de lo que en la actualidad creemos, "Mais
il apparait que l"existence d"un courant de diffusion des
céreales en provenance de l"Afrique du Nord ne soit pas
à écarter
." La zona marroquí, argelina
y tunecina se encuentran a mucha menos distancia que el foco del
Próximo Oriente, sin olvidar el área
saharo-sudanesa, donde ya se encuentran cerámicas en el IX
milenio y su medio ambiente resultó en esos momentos muy
adecuado para las prácticas agrícolas cerealistas
(Robert-Chaleix, 1985; Camps, 1974).

Para el caso del norte de Africa, si bien verdaderamente
tenemos pocos testimonios, existen algunos que enfatizan la
posible importancia de este territorio hacia una economía
de producción, así encontramos una serie de
referencias a identificaciones de Ovis y Capra
preneoliticas, si bien muy escasas, que ya hace años
fueron manifestadas (Vaufrey, 1955, 391); a este respecto otros
investigadores no han podido distinguir el Ammotragus de
Ovis/Capra en algunos yacimientos como Haua Fteah
(Cirenaica) 6750 BP (4800 BC) (Higgs, 1967, 314),
Medjez II (Setif), 8950-6450 BP (7000 al 4500 BC)
donde se identifica un tres por ciento de Ovis (Bouchud,
1975). Por lo que en la actualidad no se puede afirmar ni negar
rotundamente la existencia de ovicápridos
preneolíticos salvajes africanos, sin embargo
anteriormente en este último yacimiento de Mejdez II fue
identificada la oveja sin reconocer si era salvaje o
doméstica (Bouchud, 1975) pero sí correspondiente a
niveles epipaleolíticos.

Por otra parte el yacimiento de Nabta Playa en el
desierto occidental egipcio, presenta una presencia de oveja de
talla elevada encontrada en los niveles del
neolítico medio local, datado entre 7650-6150
BP (5700-4200 BC), también se constata actividades
agrícolas en el 7150 BP (5200 BC) pero sin especificar los
tipos de cultivo (Wendorf, 1980; Wendrof, Schild,
1984, 417). Otro de los yacimientos africanos citados con
presencia de ovejas domésticas es el de Haua Fteah datado
en el 6750 BP (4800 BC), y donde se muestra
nuevamente la dificultad de distinguir el Ammotragus de
Ovis/Capra, pero sin duda está
domesticado (Higgs, 1967). De nuevo en la cueva de Capeletti,
fechada en el 6550 BP (4600 BC) se cita la presencia
de huesos de oveja y cabra poco numerosas, pero que aumentan en
el siguiente nivel datado en el 5850 BP (3900 BC) (Carter, Higgs,
1979).

En Argelia oriental, en el macizo de l"Aurès, las
investigaciones llevadas a cabo en 1979 en la cueva de
Capéletti, definida como perteneciente a un
neolítico de la llamada "tradición capsiense", han
identificado seguras evidencias de domesticación de ovejas
y cabras, con recolección selectiva de gramíneas y
compuestas muy abundantes, durante el 7000 BP, lo que indica que
sus moradores practicaban sistemas de economía pastoril
seminómadas.

Lo mismo ocurre con la fauna de ovicápridos
domésticos de los montes de Tébessa (Damous el
Ahmar, cuevas de Bou Zabaouine). Por lo que recientemente se
considera el Maghreb como un territorio ampliamente frecuentado
por comunidades neolíticas pastoriles. De igual modo la
zona norte de Libia coincide con una presencia de
ovicápridos domésticos desde el VI milenio BC
(Roubert, Carter, 1984, 443).

Para la zona de Oran los datos son aún más
escasos, únicamente se menciona el yacimiento de Er Rahel
con restos faunísticos de posibles animales
domésticos, con presencia de bóvidos.

Finalmente, no queremos dejar de citar las cuevas de
Achakar, en el noroeste del Magreb, cerca de Tanger, que en
niveles neolíticos de cerámicas impresas de tipo
cardial se encontraron gran cantidad de restos de ovejas y cabras
(Jodin, 1959); también la cueva de Oued Guettara
(Orán), fechada relativamente hacia el 4700 anE, a
través de asociaciones cerámicas, ha presentado
restos faunísticos de oveja (Camps, 1974, 264).

Varios prehistoriadores apuntan hacia la
hipótesis de una domesticación muy temprana en
Africa, entre éstos destacaremos a Desmond Clark cuando
dice: "This special relationship and the fossil remain
suggest that the north African wild cattle were ancestral to the
first domesticated cattle there, perhaps as early as 6000
B.C
…." (Clark, 1984, 26). De este modo también
existen otras referencias que ponen especial énfasis al
protagonismo que para la domesticación tuvo la
región sahariana (Barich, 1984,
402).

Por el momento, contamos con una serie de
hipótesis que tratan de explicar el origen de la
economía de producción. En la mayoría de los
casos los modelos teóricos se refieren o enfatizan acerca
de la presencia de los llamados "colonos agrícolas" sin
hacer apenas mención a los conocimientos de la
domesticación de animales.

Si bien ciertamente conocemos muy poco sobre los datos
paleobotánicos para esta etapa en el norte de Africa, no
debemos olvidar que la especie Triticum aestivum es uno
de los cultivos más antiguos detectados en los oasis
saharianos, que probablemente proceden de los primeros cultivos
neolíticos, ya que este tipo de trigo presenta caracteres
especiales de forma espeltoide, muy parecidas a las de grano
desnudo, consideradas como correspondientes a los primeros trigos
cultivados por los grupos humanos, o bien de formas compactoides,
que recuerdan a las que Schiemann denomina Triticum
aestivo-compactum.
Respecto a la variedades de trigo
encontradas en el norte de Africa, y particularmente en Argelia,
hay cuando menos veintidós, este polimorfismo
motivó en su momento a considerar estos territorios por
Vavilov (1922) y Orlov (1923), como un "centro de origen
primario", incluso de los trigos duros tipo T. durum, o
como un "centro secundario de diversificación" (Erroux,
1991, 1530).

El trigo duro (T. durum ) se considera como el
más antiguo, tiene las espigas y frutos gruesos y duros,
de color ambarino o rojizo, y por su alto contenido de gluten se
puede mezclar con otros tipos de harinas. En la actualidad
todavía su cultivo se extiende por España, Argelia,
Rusia y la India, dentro de regiones de clima seco.

En España las plantas domésticas no parece
que superan su aparición hasta mitad del V milenio, por
otra parte, tanto podemos asociar estos cultivos con la presencia
de cerámicas impresas, del tipo cardial, como con la
presencia de cerámicas incisas o engobes a la almagre,
caso de yacimientos andaluces especialmente, por tanto se
debería rechazar la idea, repetida continuamente en todas
las publicaciones, que los primeros cultivos cerealistas
corresponden al neolítico de cerámicas cardiales o
impresas, ya que en el mismo V milenio los encontramos junto a
otros tipos cerámicos.

Por otra parte, los granos analizados hasta ahora
pertenecen mayoritariamente al grupo de trigos duros, tipos
Triticum durum/aestivum y Triticum
aestivo-compactum
(Buxó, 1991, 70)
¿cómo explicaremos que vienen de Oriente si
allí no aparecen estos cultivos intensivos de este tipo de
trigo, y no lo practicarán hasta el VI milenio y
aún con todo de manera muy secundaria?,
¿deberíamos suponer un desplazamiento "fulminante"
de los "colonos orientales" hacia occidente?; ¿qué
vías se siguieron para extender un cultivo de este tipo de
trigo con tanta rapidez, cuando conocemos las dificultades que
entraña de por sí la agricultura cerealista?;
¿por qué traen hacia Occidente un trigo que apenas
cultivan en Oriente? Todos estos interrogantes y otros, nos
podríamos plantear; ¿qué nos induce a dejar
de hacerlo, o cuando menos a no cuestionarnos los cuerpos
teóricos actuales sobre el origen agrícola en el
Mediterráneo occidental?

Es difícil abordar el estado de la
cuestión sobre este aspecto de los orígenes
agrícolas en la península Ibérica, dada la
pobreza de datos aportados por análisis
paleobotánicos y de semillas para este periodo del
neolítico antiguo. Intentaremos recopilar aquí
algunas de las referencias publicadas hasta el momento, sin
incluir la presencia de otros cultivos como leguminosas o frutos,
que más adelante comentaremos en otro apartado.

ANDALUCÍA

Cueva de Nerja (Nerja, Málaga), fechada dentro
del VI milenio (5940±170, 5210±180 y
5180±180 BC) se detecta alguna lámina de
sílex con pátina de cereal. En este yacimiento para
el neolítico final se recogieron restos de cereales
encontrados en un silo en las primeras excavaciones de
Pellicer (Hopf, Pellicer, 1970) con presencia de Hordeum
vulgare
L. polystichum var. nudum, Triticum
aestivo-compactum
(Hopf, Pellicer, 1970; Rubio, 1988,
381).

Monografias.com

Tabla 1. Presencia de los tipos de
cereales registrados en los yacimientos de la franja
mediterránea peninsular.

Cueva del Bajoncillo (Málaga), se publicaron la
existencia de restos de Triticum aestivum-compactum
(López 1980, 2) de una etapa del neolítico
medio-final.

Cueva de los Murciélagos (Zuheros,
Córdoba), en los niveles II, IV y V, fechados por C-14, se
detectó la presencia de Triticum dicoccum y
Triticum aestivo, Hordeum vulgare var.
nudum (Vicent, Muñoz, 1973; Hopf, Muñoz,
1974); Hopf, 1974, 295). Las muestras recogidas
posteriormente dieron presencia de cebada vestida, y
especialmente Triticum aestivum-compactum (López,
1980, 2), correspondientes al estrato IV (6170 BP).

Cueva de los Murciélagos (Albuñol,
Granada), la muestra analizada también corresponde a
Triticum aestivo-compactum, Trtiicum dicoccum, Hordeum
vulgare
var. nudum (Neuweiler, 1935; Netolitzsky,
1935; Hopf, 1974; López, 1980)

Cueva del Toro (Antequera, Málaga), se cita la
presencia de trigo desnudo posiblemente del tipo Triticum
aestivo-compactum
y cebada desnuda Hordeum vulgare
L. var nudum, como los cereales más frecuentes
desde el neolítico pleno de mediados del V milenio
(Martín, 1989; Buxó, 1993).

Cueva de La Carigüela (Carigüela del
Piñar, Granada), se documenta la presencia de trigo sin
especificar y Hordeum vulgare L. polystichum
(Navarrete, 1976, 258).

CATALUÑA

Se detectan algunos datos, en su mayoría de
dataciones muy avanzadas dentro del IV milenio, como son los
de:

Cova del Toll (Moià, Barcelona), en sus niveles
correspondientes a un "neolítico antiguo evolucionado" se
documentaron las especies de trigo del tipo Triticum
monococcum
y dicoccum, Triticum sp.,
Hordeum vulgare cf. nudum, Hordeum sp. y
Hordeum vulgare polystichum. (Mestres,
1989, 23; Hopf, 1971; Guilaine, Llongueras, Marcet et
alii, 1982).

La Cova 120 (Sales de Llierca, Girona), fechada en el IV
milenio, proporciona en estas etapas más avanzadas del
neolítico la presencia de Triticum
durum/aestivum
, Triticum turgidum Thell. ssp.
dicoccum, Hordeum vulgare, Hordeum
vulgare
var. nudum (Agustí, Alcalde,
Burjachs, 1987).

Cova de Can Sadurní (Begues, Barcelona), ha
proporcionado la presencia de Hordeum vulgare y
Triticum monococcum (Edo, Millán, Blasco, Blanch,
1986).

Can Tintorer (Gavá, Barcelona), se señalan
los cultivos de Hordeum vulgare, Hordeum
vulgare
var. nudum, Triticum dicoccum y
Triticum aestivocompactum (Villalba,Bañolas,
Arenas, Alonso, 1986), en los niveles con
enterramientos.

La Plansallosa (Tortellà, Girona), asentamiento
al aire libre con cerámicas de tipo epicardial que
presenta Triticum durum/aestivum, junto a Hordeum
vulgare
L. subsp. vulgare, y algunos tipos
parecidos al Triticum dicoccum (Alcalde,
Bosch, Buxó, 1987; 1991; 1992)

La Draga (Banyoles, Girona), asentamiento al aire libre
en donde se han registrado restos de Triticum durum/aestivum,
Triticum dicoccum, Hordeum vulgare nudum
(Buxó, 1991,
71; 1993). Su contexto arqueológico corresponde a un
neolítico de cerámicas impresas cardiales pero no
fechado por C-14, que se ha atribuido a la fase antigua. En otras
referencias sólo se menciona el trigo desnudo como
única especie identificada entre los cereales
(Buxó, 1997,158).

Para yacimientos de periodos más avanzados dentro
de esta etapa neolítica, entre las fases medias a las
finales, tenemos los siguientes análisis:

Bóvila Madurell (Sant Quirze del Vallès,
Barcelona), se analizaron por Hopf las primeras muestras de las
etapas del bronce antiguo (3759±90 BP y 3740±70 BP)
las cuales proporcionaron restos de Triticum
aestivo-compactum
y Hordeum vulgare var.
nudum, y que fueron corroboradas en los posteriores
análisis (Llongueras, indicar els altres autors 1985-1986;
Martín, Miret, Blanch et alii, 1988).

Institut de Batxillerat Antoni Pons (Manlleu,
Barcelona), yacimiento cuya secuencia corresponde a fines del
eneolítico y principios del bronce (4000-3800 BP). Se
encontró Triticum aestivo-compactum y Hordeum
vulgare
var. nudum, (Boquer, Bosch, Cruells et
alii,
1995; Buxó, 1993)

PAÍS
VALENCIANO

Los más conocidos restos analizados corresponden
al yacimiento del neolítico antiguo de:

Cova de l"Or (Beniarrés, Alicante), fechado entre
principios principios a mediados del V milenio, con diversas
especies de trigo como la escanda, Triticum dicoccum
Schübl., la esprilla o Triticum monoccum L. y el
trigo común, que es el porcentualmente más
abundanteTriticum aestivo L. y Triticum
aestivo-compactum
Sciem. (6720±380 BP, 6630±
290 BP y 5980± 260 BP); también con vestigios de
cebada vestida, Hordeum vulgare L. polystichum
y de cebada desnuda, Hordeum vulgare L.
polystichum var. nudum. (Martí, Juan,
1989, 32).

Cova de la Sarsa (Bocairent, Alicante), el número
de granos de la muestra es muy reducido, tratándose de
Triticum turgidum Thell. ssp. dicoccum y
Triticum aestivum (San Valero, 1950; López,
1980).

Cova de les Cendres (Teulada, Alicante), la especie de
trigo principal detectado corresponde a Triticum
durum
/ aestivum y Triticum turgidum
Thell. ssp. Dicoccum, en orden de frecuencia e
importancia junto con el Triticum compactum,
además de cebadas, Hordeum vulgare y Hordeum
vulgare
var. nudum, y en presencia mínima el
Triticum monococcum. (Martí, Juan, 1987, 117 ;
Bernabeu, 1989; Badal, Bernabeu, Vernet, 1994).

Cova de la Recambra (Gandia,Valencia), se han podido
analizar algunas semillas de Triticum durum/aestivum ,
Hordeum vulgare var. nudum (Buxó,
1989).

Cova de la Cocina (Dos Aguas, Valencia), se cita la
presencia de granos de trigo pero sin especificar los
tipos.

En las tres áreas relacionadas se da una
mayoritaria presencia de trigo duro, sobre las otras especies de
este cereal, la cebada es común en todos los yacimientos.
Por el contrario la presencia de los tipos Triticum
monococcum
y Triticum dicoccum, es minoritaria en
las tres áreas, y cuando menos nos expresa que su
imposición fue poco significativa en los asentamientos del
neolítico mediterráneo (Tabla 1). Por otra parte en
muchos de los yacimientos en que aparecen estas dos especies
mencionadas, las dataciones absolutas y los materiales
corresponden a momentos más avanzados de esta
cultura.

Partes: 1, 2

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