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Educar a la familia con miembros discapacitados como acción universitaria en la comunidad



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Bibliografía

Resumen

Este material interpreta la información sobre las
familias con hijos que presentan discapacidades diversas y su
atención institucionalizada en Cuba, destacando las
acciones necesarias a desarrollar con los padres en el espacio de
la comunidad y las escuelas especiales. Se analiza cómo
los profesionales deben brindar la atención
psicológica y pedagógica a las familias con estos
hijos "diferentes". El saber generado en estas experiencias, el
estudio científico a realizar y el intercambio con otros
colegas conduce a ofrecer estas reflexiones. Para adentrarnos en
el análisis de estas realidades tratamos brevemente la
comprensión desarrollada en Cuba acerca de la familia con
hijos que presentan discapacidades, construida desde la
clínica, la investigación y la capacitación
a educadores. En conclusión nos proponemos preparar a los
padres para solucionar la educación de sus hijos
discapacitados dentro del seno familiar como soporte determinante
para el aprendizaje posterior en la enseñanza
especial.

PALABRAS CLAVES: Familia difusional,
autorregulación, conflictos, acervo de valores, salto
noceológico, defectos discapacitantes.

Introducción

Para conceptuar la familia con necesidades
especiales debemos reconocer la diversidad de los padres como
sujetos, las peculiaridades de cada familia en relación
con su adscripción socioclasista, y los valores existentes
en cada grupo social. Las familias se insertan en ambientes
culturales diversos; en cada hogar la cotidianidad expresa un
modo de vida y unas relaciones particulares, que deben tomarse en
cuenta al atender a cada madre o padre, aunque es posible
formular algunas regularidades generales.

Para evaluar a la familia se requiere adoptar una
posición mueva, diferente. Muchos han pretendido evaluar a
la familia como a un objeto. Puede ser el objeto de su trabajo,
de su indagación, de su literatura, de su tratamiento, de
su ciencia, etc. Pero realmente la familia vive muy activamente
su existencia, en la comunidad, en torno a la escuela, en otros
espacios sociales: La familia es la célula viva
más importante de nuestra sociedad
. Precisamente por
ello es la más interesada en conocerse y en mejorarse. Si
se trata de la familia con hijos especiales, son esos familiares
los que más desean que sus hijos avancen en la
vida.

Hemos apreciado que el descubrimiento de la discapacidad
en un momento temprano de la vida del hijo se vivencia por los
padres con dolor, y esto es legítimo. Muchas veces
constituye una gran lesión al concepto que tienen la madre
y el padre sobre sí mismos. A partir de este
descubrimiento, las familias atraviesan por un período de
interiorización de esa nueva realidad, que pudiera
denominarse período de elaboración del duelo por
las pérdidas sufridas, pues realmente se ha perdido ese
ideal de familia que la pareja construyó durante
años; incluso suelen perderse las esperanzas en torno al
hijo y su futuro.

Otra cosa ocurre cuando tras una infancia "normal", el
hijo o la hija sufre un accidente o una enfermedad aguda que
ocasiona secuelas permanentes en su sistema nervioso; asimismo
cuando debuta una enfermedad genética que deteriora
progresivamente su cuerpo. En nuestra experiencia las
frustraciones de estas familias resultan tan severas o más
que si la discapacidad se hubiera evidenciado desde el
nacimiento.

El padre y la madre se preguntarán qué
sucedió, qué hizo mal, por qué le
tenía que ocurrir a él o ella…. Los sentimientos
de miedo, desconsuelo, desespero, culpa, etc., que experimenten
estos padres, son naturalmente humanos; debemos interpretarlos
como adecuados a la situación. Lo extraño
sería no sufrir ante la evidencia del hijo
discapacitado.

Los padres están obligados a adoptar diversas
estrategias de enfrentamiento, a la realidad que
viven.

Desarrollo

Al estudiar a la familia con hijos discapacitados hay
que penetrar en su interior.

El profesional no puede pretender situarse "desde
afuera" de la familia y manipularla como a un espécimen de
laboratorio. Hay que contribuir con ella a la solución de
sus problemas, a su propia transformación. Sólo
desde esta posición conoceremos qué es lo que
ocurre en estos hogares y comprenderemos cómo
cambiarlo.

Estamos ante un paradigma relacionado con la
evaluación de la familia. Los miembros de la familia han
de participar activamente en su crecimiento, en su mejoramiento,
y llegar de esa forma a comprender más claramente su vivir
cotidiana, la acción que ejercen diariamente en la
formación de sus hijos. Por tanto, es necesario contar con
los propios padres para conocer mejor a las familias para
entender más claramente sus necesidades, y así
construir las acciones para su educación.

Muchas experiencias cubanas de avanzada en el trabajo
con la familia han situado ya en una posición
protagónica a los padres en consecuencia, el
diagnóstico nos debería llevar en primer lugar a
que los propios padres, con un enfoque participativo,
reconocieran esas potencialidades y en ese proceso movilizativo
incrementaran su auto estima.

Desde nuestro punto de vista, la evaluación de la
influencia familiar sobre los hijos tiene para el profesionales
propósito de conocer aspectos esenciales del
funcionamiento educativo familiar en sus condiciones de vida
concreta, las actitudes y valores de los padres que conforman su
ideal de familia y se expresan en sus actividades cotidianas, los
aspectos referidos a los conflictos de crecimiento de los hijos,
y otras cuestiones de la existencia objetiva y de la subjetividad
de sus miembros.

Pero para los padres tiene otro sentido inmediato: Ellos
se interesan en primer lugar por resolver los problemas del hijo;
no siempre perciben estos problemas como originados en el mal
funcionamiento d de la familia, o sostenedores de los conflictos
que arrastra la familia. Cuando el profesional trabaja con los
padres puede lograr que todos analicen porqué educar a la
familia y como parte de ello cómo conocer mejor lo que nos
está ocurriendo.

Esta evaluación debe determinar los problemas
existentes y los recursos autorreguladores de la familia para
resolverlos. Muchos de los padres requieren solamente
orientación y apoyo que eleve su seguridad, fortalezca su
autoestima, y potencie sus esfuerzos para seguir adelante. El
cumplimiento de sus funciones en la educación de sus hijos
puede causarles ansiedades y preocupaciones, pero pueden
resolverse generalmente con un poco de orientación y
ayuda.

En el trabajo con grupos de familiares siguiendo las
técnicas participativas se puede arribar entre todos a un
conocimiento claro de muchos aspectos de la vida familiar. Los
profesionales que se valen de estas técnicas de
autodiagnóstico invierten unas pocas sesiones bien
estructuradas para que el grupo reflexione acerca de lo que
ocurre en las familias. En la práctica el proceso fusiona
la etapa de evaluación con la de educación a los
padres.

Sin embargo, de acuerdo a los objetivos del profesional
que trabaja en la Educación Especial puede que esta forma
de autodiagnóstico cualitativo no sea suficiente, o no
satisfaga determinados requisitos de la investigación, o
que le invierta mucho tiempo. Algunos profesionales
señalan con razón que los temas de
indagación en grupos de padres son complejos, y el debate
suele ser tan rico que se dificulta el registro cuidadoso para
acumular información significativa así como sacar
conclusiones.

Para salvar estas complicaciones o cumplir los
propósitos de la investigación más
cuantitativa, se pueden crear y aplicar con éxito una
serie de procedimientos de evaluación, como son la
observación de la vida y el funcionamiento familiar, la
encuesta o cuestionario, la entrevista a la familia como unidad,
así como la aplicación de pruebas proyectivas,
escalas valorativas, y otras.

Cabe señalar aquí el estudio que
realizamos sobre una indagación realizada a los
diagnósticos de la escuela especial nacional para
discapacitados físico motores. Para profundizar en el
material disponible se consultó 100 expedientes
seleccionados al azar de los últimos 10 años de
trabajo del antiguo CDO de Ciudad de la Habana. Apreciamos en
este estudio de documentos clínicos que existe una curiosa
forma de razonar en los profesionales que deben diagnosticar a la
familia de niños con discapacidades severas. Se tomaban
implícitamente sólo dos indicadores: el
mantenimiento o no del matrimonio de los padres, y las
condiciones de vida.
Encontramos que se consideraba a la
familia como disfuncional si se daban estos dos indicadores
fundamentales, el divorcio (o la separación de los padres)
y las condiciones de vida muy modestas. No se detallaba de
ninguna manera No había evidencias de que se indagara
cómo eran las relaciones del menor con el padre separado,
ni si en la pareja unida se presentaban conflictos en torno a la
atención al discapacitado.

Sin embargo, en otros estudios se ha demostrado que lo
decisivo en la educación de los hijos, según
estudios del ICCP con grandes muestras de alumnos de diferentes
edades, no es tanto el nivel de vida de la familia, o la
profesión de los padres, o el mantenimiento de la pareja
parental, sino el clima hogareño, la atención
afectiva y la comunicación de los padres con los hijos.
Nuestros estudios actuales revelan que hay madres que han
reconstituido su hogar y logran relativa funcionalidad
encabezando el hogar.

Estudios recientes revelaron que en las familias de la
muestra nacional significativa de 22 138 escolares, sólo
el 48% de los hijos vive con ambos padres, mientras que el 17%
vive sólo con la mamá.

Se aprecian diferencias en la composición
familiar, según la raza. En la raza blanca el 51% de los
alumnos vive con ambos padres, mientras que en negros y mestizos
el porcentaje es inferior (43%). Hay un predominio de
jóvenes negros que viven sólo con sus madres 21%,
así mismo, las familias reconstituidas con un padre
sustituto son más frecuentes entre mestizos y negros (23%
y 22% respectivamente). También levantamos interesantes
datos que revelan la variación de estos indicadores
según la ocupación de los padres y su nivel
educacional; pero no es posible ampliar aquí.

Toda esta información nos conduce a plantear la
necesidad de que abordemos con mayor énfasis los problemas
de la convivencia familiar en la educación
especial.

Por lo que las relaciones entre los padres y la
escuela, requiere una atención
especializada.

En cuanto a las relaciones entre la escuela y la
familia, es necesario profundizar desde el colectivo cómo
transitan estas relaciones de acuerdo al cambio en las
características psicológicas de las
edades.

Estas relaciones también cambian debido las
tareas que se presume corresponde a cada edad, según las
tradiciones sociales.

Los padres sienten gran compromiso por la
educación de sus hijos y aprecian la necesidad del
acercamiento entre las dos principales instituciones educativas:
la escuela y la comunidad, destacando la acción dirigente
de la escuela para orientar así a la familia.

Por otra parte, apreciamos que la cultura refleja una
tradición existente en los docentes sobre la forma de
vincularse con los padres de los diferentes niveles
educacionales. Cuando un maestro regaña a un padre por lo
que sucede con el alumno en el aula (por ejemplo, que tiene mala
disciplina, que no se interesa por al actividad de la clase,
etc.) descarga en al familia la dificultad que debe enfrentarse
en el propio centro docente.

La posición de algunos educadores consiste en
señalar las dificultades de los padres antes de estimular
sus potencialidades. Cuando requiere a la familia porque el hijo
no hizo las tareas, en lugar de analizar y buscar la
colaboración desde las condiciones favorable que tiene la
familia, el hogar, lo que hace es cuestionar y exigir, en lugar
de estimular y enseñar nuevas vías para educar al
hijo.

La herramienta ofrecida a los educadores de la
clasificación familiar en desventajas sociales
contribuyó a afianzar este desempeño de los
docentes. En estos años se han empleado términos
peyorativos para denominar a los hogares "en desventaja". En las
normativas del Ministerio, y también en documentos
conjuntos del MINED y el Ministerio del Trabajo, se
estableció la categorización de las familias, y los
que se sienten incluidos en esas clasificaciones están
como encasillados, además de que proyectan hacia los
demás la responsabilidad. Sería mejor encontrar en
cada familia sus deseos de educar a los hijos a pesar de los
defectos que puedan presentar los mismos; sus empeños por
obtener un bienestar mayor para su hogar.

Cuando la escuela exige una mejor educación a los
padres con evidentes disfunciones familiares debería
comprender las limitaciones reales de los padres y la
misión que corresponde al sistema educativo en las
actuales condiciones sociales. La institución social
destinada a equiparar las condiciones de vida y educación
de todos los cubanos es precisamente la escuela. En esta
década en que surgieron algunas diferenciaciones sociales
inevitables, le corresponde más aún a la escuela
equipararlas. Si tenemos a una madre sola, con escasos ingresos,
que agrede al hijo, que no se ocupa de sus tareas escolares,
etc., se requiere especialmente que el maestro atienda al alumno
con en enfoque educativo diferenciado, compensador de sus
carencias sociales y familiares. Pudiéramos concluir que
la primera tarea de la escuela en nuestra sociedad de hoy
consiste en educar a ese hijo, aún ocupando parte del
terreno de responsabilidad de los padres. Y desde estas acciones
constructivas, en una nueva posición de ayuda y confianza,
la postura de la escuela será convencer a esos padres para
que colaboren.

Los padres con hijos discapacitados requieren de la
educación adecuada…

La educación de los padres consiste en un sistema
de influencias pedagógicamente dirigido, encaminado a
elevar la preparación de los familiares adultos y
estimular su participación consciente en la
formación de su descendencia, en coordinación con
la escuela. La educación de la familia suministra
conocimientos, ayuda a argumentar opiniones, desarrolla actitudes
y convicciones, estimula intereses y consolida motivaciones,
contribuyendo a integrar en los padres una concepción
humanista y científica de la familia y la educación
de los hijos.

Una eficiente educación de la familia debe
preparar a los padres para su autodesarrollo, de forma tal que se
autoeduquen y se autorregulen en el desempeño de su
función formativa de la personalidad de sus hijos. En la
medida en que la cultura de los padres se va elevando, las
familias están más conscientes de sus deberes para
con la sociedad.

Realmente está demostrado, como principio
pedagógico, el carácter activador que corresponde a
la escuela en sus relaciones con la familia, para influir en el
proceso educativo intrafamiliar y lograr la convergencia de las
acciones sobre el alumno. Debemos asumir que los padres siempre
están deseosos por esta interacción, pero sus
ocupaciones y preocupaciones diversas, y tal vez sus concepciones
prejuiciadas, los han alejado un poco de la institución
escolar.

No obstante, sería ingenuo creer que solo con la
educación a la familia se resolverían una serie de
problemas hogareños, que inciden penosamente en la
atención al hijo adolescente. Las situaciones de conflicto
familiar, de familias divididas o desintegradas, así como
las dificultades en las condiciones de vida, provocan
disfunciones familiares que deterioran la atención a la
vida escolar de los hijos.

La cultura cubana tiene un acervo de valores humanos que
favorecen la educación de las nuevas generaciones, desde
ellos tenemos que superar críticamente los elementos
incongruentes del pasado.

El cambio de formas de pensar, de actitudes y de
comportamientos familiares se induce principalmente por procesos
de reflexión grupal, que cuestionan paulatinamente los
referentes culturales y comunitarios de los estereotipos
sociales. Ello requiere desarrollar talleres de
sensibilización con una fuerte carga afectiva que permita
trabajar el imaginario social y construir una nueva mirada de la
relación sociedad – familia – persona.

En nuestra labor de educación a la familia dimos
un salto gnoseológico al colocarnos en las referencias
históricas sociales con una mirada materialista. Nos
planteamos que los propios sujetos pueden hacer una lectura de
sus condicionantes sociales, lo que ocurre inicialmente a nivel
bien superficial de la lectura de los estereotipos culturales y
familiares, y sólo si se avanza consecuentemente en un
proceso de construcción grupal del conocimiento es que
profundizamos en estos condicionantes.

Creamos en la acción investigativa un sistema de
trabajo con los padres, la pareja o la familia. Se privilegian
las sesiones grupales de orientación y se brinda ayuda
más individualizada, de manera directa, en consulta y en
terapia cuando los problemas lo reclaman. En las escuelas de
padres se logró abordar las temáticas de su
realidad familiar y social como grupos operativos bajo
conducción psicológica poco directiva, tomando en
cuenta el marco de conocimientos que ya tenemos sobre las
problemáticas de la educación
intrafamiliar.

El enfoque de los grupos operativos, que planteamos son
muy diferente de los llamados grupos focales, permite llegar a la
reflexión consciente sobre los determinantes sociales que
han modelado el imaginario social de sus integrantes. La
intervención de los profesionales debe movilizar la
comprensión de los grupos de personas investigados,
modificando sus desempeños de roles. Los roles grupales
son básicamente la expresión de los roles sociales
que validan la ideología dominante, por ejemplo,
aquí se trata de los prejuicios sociales.

En esta línea, a los grupos de padres les
proponemos realizar un análisis conjunto de sus realidades
cotidianas, intentando descubrir entre todos qué es lo que
anda mal. Con este enfoque metodológico participativo y
transformador llevamos a cabo escuelas de padres. Como regla,
organizamos y desarrollamos ciclos de debates que permiten
reconstruir en un espacio dramático – a veces muy
simbólico – lo que nos ocurre a todos en el diario vivir.
Los psicólogos orientadores han formulado, con una
intención investigativa, series de ejercicios
dramáticos y situaciones proyectivas que permiten acceder
fácilmente a las representaciones comunes de la gente en
torno a la paternidad, la maternidad, etc.

Por ejemplo, en nuestras actividades con padres les
pedimos que relaten lo que ocurre en un hogar con hijos
pequeños o con adolescentes discapacitados una tarde
cualquiera de la semana, en el momento en que están la
mayoría de los integrantes. Cuando el relato hablado
avanza, les invitamos a que nos representen dramáticamente
las tareas en las que se enfrascan todos. Sorpresivamente, llegan
a expresar con tremenda riqueza los conflictos de relaciones
entre los miembros del hogar, entre esposo y esposa, entre padres
e hijos con defectos discapacitantes, etc.

Como puede apreciarse, en lugar de pedirles a los
participantes que racionalicen los motivos del comportamiento,
como si respondieran a las precisas preguntas de un cuestionario
tradicional, preferimos que se recreen determinados
comportamientos prototípicos de las familias con hijos en
diversas edades, revividas en el espacio grupal. La magia de
estas actividades de grupo consiste en que los especialistas no
imponen el desarrollo de temas preestablecidos sobre ciertos
conflictos familiares en torno ala discapacidad, sino que sus
protagonistas conscientes los traen a primer plano porque desean
entender sus propias vidas para cambiarlas.

Así, les van dando una nueva significación
a lo que han viso hacer y decir en la comunidad en donde viven, y
a lo que ellos mismos hacen y dicen cada día en sus
hogares. Cuando el grupo avanza, se logran proponer, mejor
diríamos, construir dramáticamente en el espacio
grupal, las nuevas formas de relación con los hijos o con
los vecinos, de tal manera que pueda superarse los conflictos
evocados.

Cuando trabajamos con familias que tienen hijos con
discapacidades diversas realizamos estas acciones de
intervención educativa conducidos de algunas
hipótesis previas acerca de cuáles pueden ser los
principales conflictos de las familias en determinado medio
sociocultural. No se trata de explicaciones terminadas, sino de
las hipótesis que razonablemente pueden surgir de
experiencias similares realizadas en casos semejantes que hemos
conocido. Es algo así como pasar de la experiencia vivida
a la interpretación y de ahí enfocar una nueva
realidad, de manera dialéctica.

Las transformaciones a las que aspiramos se inician por
la comprensión de su necesidad, desde las contradicciones
vividas; se concreta en una voluntad de cambio, y conducen a las
acciones transformadoras en la vida cotidiana, como son la
educación que se da a los hijos cada día en el
hogar, la escuela y la comunidad.

Es necesario respetar este proceso complejo,
contradictorio y hasta traumático de cambio en las
concepciones morales de la familia, hay que entender desde su
historia el ritmo en que cada padre asume y resuelve los retos de
la sexualidad adolescente de sus hijos.

Buscar en estas acciones la mejora de la
comunicación intrafamiliar, propiciando la
comprensión y aceptación de las expresiones
psicosexuales de los hijos, elevando la confianza mutua entre los
miembros del hogar.

Propiciar la comunicación intrafamiliar sobre los
temas cotidianos de educación infantil. Elevar la
confianza mutua entre los miembros de la familia, incidiendo en
la modificación de los estilos comunicativos padre –
hijo.

Desde este encuadre de escuelas de padres para la
Educación Especial necesitamos tener un programa e
orientación, con diversidad de opciones. El programa de
orientación los padres consiste en un sistema de acciones
de aprendizajes que promovidas por la escuela estimule su
participación activa, demostrada en su
sensibilización, compromiso e implicación en la
educación de sus hijos, de forma integrada. Como se ha
señalado, las escuelas elaboran sus acciones para la
orientación y educación a los padres para
desarrollar con la participación de todos los agentes de
la institución escolar.

Se han de combinar modalidades grupales con
individuales; es decir, se prevé incluir a todos los
padres en las acciones de orientación grupal,
especialmente escuelas de padres, cuyas sesiones suelen
denominarse talleres. Además, desarrollar variadas
acciones de orientación sobre familias aisladas o grupos
pequeños de ellas, con objetivos determinados, en
diferentes momentos del curso.

Como actividades grupales, además de las escuelas
de padres, están los debates con los padres, las
conferencias y mesas redondas, etc. Otras actividades grupales
orientadas son los video debates, filmes como Mi pie izquierdo,
Gabi, y otras.

Además se deben emplear las lecturas
recomendadas, apoyados en los numerosos materiales publicados en
nuestro país para la educación familiar. De acuerdo
con el nivel y los intereses de las familias, esta modalidad
puede sustentarse en una mayor autonomía de los padres y
las madres.

Se agrega la correspondencia entre docentes y padres,
especialmente cuando viven lejos de la escuela con amenas
orientaciones educativas sobre el desarrollo. También se
utilizan los buzones para las preguntas que deseen hacer los
padres y las madres, articulado con un mural para divulgar
respuestas a las inquietudes generales.

Los talleres de padres constituyen un proceso
aprendizaje en grupo, socialmente activo, donde se relaciona lo
social con lo individual. Se convierte en una vía concreta
que perfecciona las relaciones escuela – familia, implica de
manera específica a cada familia en el proceso de
educación de la personalidad de sus hijos.

El sistema de talleres ha sido confeccionado y
desarrollado para incidir en la ampliación,
actualización y profundización de los conocimiento
sobre sexualidad humana general y sus características en
la adolescencia, iniciar la modificación de actitudes de
los padres, y sobre esta base mejorar la comunicación
padre- hijo sobre estos temas.

Se realizan a partir de los grupos de padres creados por
la escuela. Tradicionalmente estos se forman a partir de los
grupos escolares, es decir los padres y madres de los estudiantes
de un determinado grupo escolar son convocados por la escuela
para el desarrollo de diferentes actividades, las cuales
varían de acuerdo a la vía seleccionada por la
escuela: reuniones, escuelas de educación familiar,
consejo de escuela, entre otras. Un enfoque nuevo que permita
ofrecer a este trabajo el carácter alternativo y
participativo puede ser, la organización de los grupos de
padres a partir de sus necesidades e intereses, esto conduce a
que se encuentren en un mismo grupo, padres cuyos hijos
pertenecen a diferentes grupos y grados.

Los talleres se organizan en cada escuela atendiendo a
diferentes aspectos organizativos y de contenido, los esenciales
son:

  • Las necesidades de aprendizaje de los
    padres,

  • El tiempo de que disponen para cada
    sesión,

  • La frecuencia acordada entre todos,

  • Las condiciones de locales disponibles,

  • La posibilidad de recibir ayuda de otros
    especialistas,

  • La cantidad de padres involucrados,

  • La experiencia del orientador,

  • Las características geográficas de las
    zonas de residencia de los padres y la distancia respecto a
    la escuela

  • Las potencialidades que posee la comunidad para
    apoyar la realización de los talleres y calidad de la
    relación escuela – comunidad.

Las escuelas de padres, cuando forman parte de un ciclo
educativo de largo alcance, pueden operar como grupo de
discusión de la manera siguiente:

Los padres y las madres se convocan a partir de la
necesidad que experimentan de intercambiar sobre sus inquietudes
o preocupaciones en cualesquiera aspectos de la vida familiar.
Por lo común, el grupo se integra sobre la base de la
afinidad como padres y madres que tienen a sus hijos e hijas en
las mismas edades. Se extraen las necesidades de
capacitación desde el propio grupo, es decir, no se
imponen por orientadores externos a la escuela. Es posible que
los pedagogos y orientadores encuesten previamente estas
necesidades, o se basen en sugerencias recogidas en un
buzón u otro procedimiento.

Los grandes eventos normativos del crecimiento de la
familia seguramente aparecen en un buen programa anual de
escuelas de padres, pero la formulación de los temas debe
corresponderse con la expresión de las necesidades de
ellos.

Lo esencial es invitarlos a proponer sus necesidades y a
conformar en un análisis colectivo el programa anual que
desean desarrollar. Para ello pueden utilizarse diversos
procedimientos y técnicas participativas.

Una vez organizada la programación de la escuela
de padres se abre el problema de la forma idónea para
desarrollar las sesiones.

Una sesión típica de escuela de padres
transcurre regularmente por varios momentos:

Se requiere un tiempo inicial para conocerse o
reconocerse entre los participantes. En este momento se deben
tomar en cuenta los sentimientos que los participantes traen a la
sesión, que de alguna manera están relacionados con
la tarea convocada, pero que refleja entre otras cosas
situaciones familiares particulares. Con ello se conforma el
clima emocional de trabajo, muy propio de cada grupo, e incluso
específico para cada encuentro de un mismo grupo de
personas.

Como continuación y muy enlazado con lo anterior
hace falta el caldeamiento emocional, es decir, la
creación de una predisposición positiva para
adentrarse en el tema. No se trata de cualquier actividad para
perder las inhibiciones, sino de aquellas que asocien estados
emocionales y vivencias individuales en torno a los hijos e hijas
adolescentes con el espacio grupal creado, y más
específicamente con el tema que se va a tratar.

Hay muchas formas de introducir el tema, pero es valioso
partir de las vivencias de los miembros y evocar algunas de ellas
en el espacio grupal, de tal manera que se pueda trabajar con lo
que todos han presenciado. Esta etapa de proyección de
vivencias personales o de expresión de valores y actitudes
estereotipadas relacionadas con la educación infantil,
etc., permite además explorar por dónde van las
inquietudes de los miembros.

El momento más productivo de la sesión
consiste en el análisis del asunto evocado, para lo que se
emplean múltiples técnicas, que comúnmente
requieren la formación de subgrupos, la graficación
de las ideas producidas por esos equipos, así como
diversas formas de integración con vistas a concluir el
análisis. Si se sigue una orientación
psicodramática en la conducción de la escuela de
padres, se ensaya la modificación de roles mediante
diversas técnicas; así, el análisis
más racional da lugar a la construcción
dramática de nuevas vivencias
reestructuradoras.

Parece necesario que la sesión no termine sin
estas vivencias positivas que contribuyen a la formación
de planes futuros de la familia y del grupo.

A esta altura también es recomendable
algún tipo de evaluación de la satisfacción
experimentada durante la sesión, muy necesario para
evaluar todo el trabajo con los padres y madres.

En particular, la primera sesión de un ciclo de
escuela de padres requiere una cuidadosa preparación para
el logro de buenos resultados en todo el ciclo. El
propósito de esta primera sesión es enrolar a
padres y madres en las acciones de la educación a padres;
la determinación de las necesidades de orientación,
y la discusión de las alternativas de acciones que las
satisfarán.

Esta primera sesión deja inaugurado un nuevo
espacio escolar y comunitario en donde ellos pueden traer con
libertad sus inquietudes y entre todos intentar su
solución, con el auxilio de información
especializada. El estilo y contenido de la sesión debe
lograr el comprometimiento de ellos en estas acciones. A partir
de ese encuentro quedan citados para las próximas
actividades de este tipo.

Puede establecerse un buzón u otro procedimiento
para canalizar inquietudes, preguntas sobre la educación
infantil, etc. entre las sesiones.

Es conveniente destinar recursos para elaborar medios de
propaganda en la escuela, generales e individuales, es decir,
plegables, folletos u otros.

Las técnicas participativas son muy variadas y
hay numerosas experiencias cubanas en educación a padres
que las emplean con éxito; pero debemos advertir que su
utilización no puede ser festinada: requieren su
aplicación sobre la base de la comprensión de los
procesos grupales implicados, así como de los propios
contenidos. Asimismo, se requiere por parte de los coordinadores
gran creatividad tanto en su utilización como en el
diseño de las sesiones con estas
técnicas.

Una síntesis de las variantes
metodológicas demostradas como eficaces en la
conducción de talleres con padres, contiene al menos las
de:

  • Animación o caldeamiento que permiten crear
    el clima psicológico grupal adecuado para adentrarse
    en los temas escogidos.

  • Exploración de las ideas y opiniones que
    traen los padres y las madres, muy útiles para
    adentrarse en el tema central de la sesión a partir de
    las preocupaciones y conocimientos existentes.

  • Análisis y profundización en los
    problemas identificados, que son muy variados y pueden
    realizarse por subgrupos. Tienen en común que permiten
    al grupo extraer sus conocimientos y experiencias positivas,
    construir un saber común e incluso proponerse nuevos
    enfoques ante sus problemas.

  • Expresión dramática de roles sexistas
    en la familia con hijos e hijas adolescentes y en su
    actuación en espacios sociales. Contribuyen tanto a la
    exploración como al análisis, especialmente
    permiten la construcción de nuevas actitudes en los
    participantes.

  • Evaluación del estado de ánimo,
    interés y comprensión del grupo y de sus
    integrantes.

  • Graficación de las producciones grupales, las
    opiniones existentes o el curso de las ideas en
    debate.

Bibliografía

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    influencia en la formación de adolescentes y
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  • _______ Cómo la familia cumple su
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  • Reca, Y. y otros. Análisis de
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    Ed

 

 

Autor:

MSc. – Adalberto Ismael Hernández
Prieto.

Ing. – Yoan Cepero
Santana

País: Cuba

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