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Partes: 1, 2, 3, 4

  1. La centralidad de lo periférico o la emancipación artística
  2. La furiosa eternidad
  3. Ciudad de la nostalgia
  4. El pecho del amor muy lastimado
  5. Noche de Walpurgis
  6. Atormentado de sentido; Para una hermenéutica de la metadécima
  7. Diatriba contra la décima; ensayo de reinterpretación
  8. Consideraciones finales
  9. Bibliografía
  10. El Lébano

-décimas selectas-

(1987-2011)

He trabajado con palabras toda mi vida, y no me pesa

ni avergüenza, porque las palabras qué son sino una materia como la madera

o el hierro y con palabra, madera o hierro

es posible servir al hombre y enriquecer la belleza del mundo.

Eliseo Diego

El arte tiene que revelarnos ideas,
esencias espirituales sin forma.
La cuestión suprema sobre una obra de arte
es desde qué profundidad de vida emerge.

James Joyce

La centralidad de lo periférico o la emancipación artística

La obra poético-decimística de Ronel González ha incorporado ganancias temáticas y estilísticas que han de ser referidas por su indudable contribución. La primera de ellas, entre otras, es la deformación topológica del poema-décima para que penetre en zonas desconocidas, actitud de búsqueda que contribuye a probar las posibilidades de los bordes, área especial donde los sistemas se definen. Al ser la décima juzgada como artefacto periférico desde los espacios de poesía que se consideran ellos mismos canónicos, la rebeldía intrínseca de Ronel González acentúa su enriquecimiento con experiencias disímiles, algunas de ellas con frutos que ya resultan evidentes. Junto a otros creadores de energía, emancipadores de la escritura en décimas —por consiguiente, de todo el campo escritural, que entonces resulta más extenso—, ha cumplido su faena instrumental desde una gran marginalidad axiológica. Los resultados se encuentran a la vista de quien desee contemplarlos en la rica secuencia de sus libros. Dada la balcanización del campo, el escaso metabolismo entre las áreas de militancia y la ausencia de críticos que tengan horizontes anchos, lo que ha sucedido en sus libros se ha quedado sin visualizar y discernir. En Cuba parece ser una regularidad que quienes transforman algún terreno han de generar sus propios teóricos y publicistas.

Lo segundo es una incorporación léxico-sintáctica que parecía serle definitivamente ajena a la escritura en décimas, pero que Ronel González ha insistido en naturalizar a través de intentos sucesivos. Ha visto la décima no sólo como pieza desmontable y recombinable, tanto por sus puntas octosilábicas como en su diseño interior, sino más bien como corriente de discurso: una fluencia ideológica (en cuanto producción de ideas, en el sentido general del término) que sature la composición de juego reflexivo y hermenéutico. El poeta parece creer más en el proceso poético como si fuese una representación imaginativa del discurso que como una introspección para capturar imágenes del mundo afectivo o revelaciones de la relación del sujeto con la experiencia trascendente del universo. Así que en sus composiciones la intertextualidad, sobre todo a partir de las doctrinas metropolitanas de la cultura que conoció el siglo xx y ya ahonda el xxi, es continua, ingeniosa, y produce ante los ojos de la mente la apariencia de un decir que se muestra por el envés o se aplica a una realidad cuya complejidad y primitivismo rebasan sus ecuaciones iniciáticas. De pronto, leyéndole, se siente que aquella décima semiguajira de ayer ha irrumpido, burlándose desde adentro, en las logias internacionales donde medran los espejeos conceptuales de las academias y los focos de poder simbólico. Sin pedir permiso, y sin moverse del Holguín de mágica intemperie, entra de este modo apropiador y crítico, simultáneamente, en los ideologemas de París y Nueva York.

Ronel González tiende a priorizar la palabra antes que la imagen: ahora, en el presente libro, el gusto por la palabra alcanza un verdadero festejo. La esdrújula, el neologismo, el epíteto conceptual, el vocablo acarreado de zonas élites, la enfática enunciación se incrementan y realzan. El lenguaje oculta reminiscencias estilísticas de cierta estirpe cubana y latinoamericana, y cruzan por el fondo los espectros de Boti, Herrera y Reissig, Lugones, León de Greiff… Escapa al galope de la décima ortodoxa, torna aceleradamente a sus ocho decenas silábicas, calienta sus contornos con fuelles polimétricos, los sincopa con duras pinzas: el lector entrenado capta que lo compositivo palpita con sístoles y diástoles dinámicos. A pesar de las violencias, no hay brincos en la velocidad de consumo. Son naturales ya en sus piezas los rozamientos entre lo métrico y lo oracional que se inauguraron en los finales de los ochenta y principios de los noventa. Las atenuaciones o escamoteos de rimas, los desarrollos de silvas gráficas, las trizaduras de líneas líricas abundan, así como las mixturas de recursos, las contaminaciones de métodos, las expansiones atajadas por restricciones periódicas. A veces la matriz pautada se enmascara tanto que parece desaparecer bajo la pronta lectura, y sólo queda de ella como una aérea sensación de mera protoforma. La estrofa actúa como larva, como fermento que enmudece en cuanto adquiere persistencia el tono. Esfuma entonces su pitagorismo visual, sus distancias áureas, su rectángulo musical, y se torna filamento blando, cuajo invisible, prosa mural, enjambre aleatorio de abejas fugitivas.

Un permanente juego con la patria, la insularidad, el exilio, la transdisciplinareidad, la posmodernidad, tiñe temáticamente el conjunto. Nostalgias de viaje, de forastero eventualmente descentrado cruzan por determinados tópicos. El asombro de lo nuevo, la reiteración de la cepa oscura, se conjugan drásticamente. Siempre hay emocionalidad, incluso en los momentos de mayor gelidez analítica. Lo metapoético es recurrente. Aunque hay mucha imaginación libresca, tiende a administrarse bien. Hay un diálogo continuo con la vida literaria, de la que se posee inconformidad grande, por la presencia en ella de la manipulación y la injusticia. La denuncia implacable del medio y sus hipocresías no falta en ciertas áreas. Se parodia el estilo impersonal de modo que implique una caracterización en proporcionalidad con la distancia asumida. La ironía es uno de los recursos básicos de expresión. La avalancha informativa —culturológica, científica, tecnológica, publicística— sufre una apropiación crítica desde el punto de vista de la subjetividad rebelde. En la refracción del mundo complejo y extraviado de hoy se va desde la frase henchida de ternura a la enunciación puramente procesual. La densidad de contenidos presentes atraviesa con fuerza plasmadora su paisaje interior.

Hay, extrañamente, como una actitud antilírica, que es paradójica. Se ponen en solfa algunos dioses poéticos. Se revierte el lenguaje de la contracultura metropolitana. Hay rupturas, superposiciones, simultaneísmos, promiscuidades de lenguajes. Siempre se huye del sentido de la belleza, y triunfa la cultura escrita sobre la oral. Las palabras ya han perdido su brevedad originaria —como en pan, sol, luz, mar—: son parasintéticas, de múltiples raíces, fuertes articulatoriamente, largos conceptos comprimidos. La relatividad, en todos los sentidos, alcanza una apoteosis. Hay una estética implícita contra la estética del cuerpo, el realismo visceral de hoy. La fragmentariedad se suma, y es totalidad discursiva: por ello, es frecuente la seriación. En el fondo es un lenguaje de burlas, pero dicho con seriedad trágica. Andrew Warhola y Dayamí Pupo Ávila chocan en un fragmento, y simbolizan dos antípodas correlacionadas, lo supuestamente central y la tangibilidad de lo periférico. El poeta recuerda el instante precreador, cuando proyectó ser personal, dibujador, trascendente: la realidad lo ha sujetado a la máscara de delirio que es hoy la comunicación humana. Su creación denuncia con vigor la potestad de la afasia ya generalizada. El culmen de nuestra época es la conciencia del extravío y la pérdida de lo real. Como verá el lector, conjunto de tanta refracción individual y epocal, sustentado sobre las células anteístas de la décima, confirma la validez de una obra que ya exhibe una indudable madurez creativa. El hecho estético de que se alcancen estas cotas desde el poema-décima es una transformación expresiva de singular y auténtico valor.

Roberto Manzano

El Canal, julio de 2012

Nota del autor:

Las décimas que integran este libro pertenecen a diversos cuadernos escritos entre 1987 y el 2011. La furiosa eternidad, selección de mis décimas iniciales, prologada por Virgilio López Lemus y con palabras de contracubierta de Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), apareció en el 2000 por Ediciones Unión; Atormentado de sentido; para una hermenéutica de la metadécima, libro que recibió el Premio Iberoamericano Cucalambé 2006, fue publicado por la Editorial Sanlope al año siguiente, con prólogo de Roberto Manzano. El Lébano es totalmente inédito.

La selección de textos no es totalmente fiel al orden en que aparecieron. Se excluyen algunas décimas del primer volumen mencionado y se incluye "Ciudad de la nostalgia", poema escrito en 1993 en Santiago de Cuba, que en su momento formó parte del cuaderno Rehén del Polvo, Premio de la Ciudad de Holguín, publicado en 1994. Respecto al libro del 2007 he incorporado la sección "En El Alto cae nieve", por contener décimas escritas en el mismo período, que conservé inéditas durante varios años debido a la considerable extensión de Atormentado… que no me permitía añadirlas. "Otras crónicas del sur", nacido en Venezuela en 2010, integra este volumen por conservar el mismo tono de un poema anterior. Finalmente integré al cuerpo poemático el texto "La respuesta resistente de la piedra", que sirvió como prólogo a la antología de décimas hispanoamericanas Árbol de la esperanza (Ed. Arte y Literatura, 2010), por su emparentamiento con "Diatriba contra la décima; ensayo de reinterpretación".

La furiosa eternidad

(1987-1995)

MUCHACHO, TÚ NO ERES YO

Muchacho, tú no eres yo.

A mí nadie me conoce.

Yo soy de la luz un roce

confundido que invadió

tu mirada, pero no

pudo salvarte.

Yo era

tu sombra gritando fuera

de espacio y tiempo.

Yo vine,

pero la vida es un cine

cerrado ¡y de qué manera!

INVENTARIO DE CARENCIAS

AMARGA HISTORIA DE MI INFANCIA

Para A.P.

Calles poco frecuentadas:

¡cuántas heridas han hecho

en este niño maltrecho

que evade las carcajadas

de los portales! ¡Qué odiadas

caminatas matutinas,

entre burlonas esquinas

de adolescentes con sorna

ante el niño que se adorna

con lluvia las mortecinas

pestañas y jura en vano

que se escapará de Dios

porque no escucha su voz,

porque Dios no va temprano

a la escuela ni es enano

de holgada testa que, a veces

quisiera trocar por nueces,

como las del libro roto

donde ha guardado una foto

suya, con muchos dobleces.

DOY UN PASO

He recorrido

el portal de mi niñez.

Me ladra un perro otra vez.

No está la ceiba, la olvido.

Doy un paso,

confundido

me vuelvo un ánima.

El mar

se acaba de transformar

en muchacha,

en lluvia,

en foto,

y yo, que lo siento, noto

que todo vuelve a empezar.

EL PATIO NO FUE UN RECODO

triste, ni un turbio remanso.

(Cuando lo miro no alcanzo

a ver que le falta todo.)

Mi patio libre fue un modo

de enajenarme, de ser

otro niño sin tener

que abandonar mi paisaje.

Mi patio fue un largo viaje.

Ya no me atrevo a volver.

AMANECE

La neblina

me recorre, se desgrana

y siento que la mañana

que empieza no se termina.

Va mi madre a la cocina.

Humo azul. Amodorrado

miro a mi padre, callado,

y yo, que soy niño aún,

siento que le falta un

duende a mi sueño olvidado.

CIUDAD

Entro en el sueño, me pierdo

como un animal que pasa

por la calle. Vuelvo a casa

y me asesina el recuerdo.

Entro en el sueño, me acuerdo

de tus espejos remotos

en la transparencia – votos

de complicidad – y luego

salgo del sueño y me entrego

al mundo de sueños rotos.

INVENTARIO DE CARENCIAS

Para A.D.P. y D. M. A., en La Habana, con la misma rabia,

el mismo cariño,el mismo extrañamiento

y etcétera etcétera etcétera.

Yo no tuve una ciudad

con caballos de madera

ni un hada que me dijera

qué hacer con la soledad.

Tuve sólo una ansiedad

incólume, por la escasa

luz, una triste mordaza

de tablas de palma, un grillo

ronco en el pecho y un trillo

para escapar de la casa.

II

Yo no tuve a Peter Pan

y Wendy en la cabecera.

Huck Finn en mis sueños era

una casa sin desván,

sin ouija ni talismán

ni amigos diciendo adiós.

No tuve un lobo feroz

ni abuela ni caperuza.

Tuve una infancia inconclusa

sin el auxilio de Dios.

III

Yo tuve un barco y la ausencia

de mi madre en el jardín,

un perro, un trompo, un violín

con dos cuerdas y la urgencia

de devolver la impaciencia

prestada. No tuve potros

ni hermanos ni libros de otros:

(Gulliver, Pillastre) yo

no vi a Robinson Crusoe.

¡Qué pobres fuimos nosotros!

FOTOGRAFIA

Mi madre muere a deshora,

confabulada, en sí, ajena

como una estatua de arena

imposible, bienhechora.

Y en su muerte se avizora

el derrumbe del invierno.

Se abre en dos el mudo infierno

de la vida y caigo en él

como un avión de papel

de un niño frágil y eterno.

EL ASESINO

Después de todo no aguardo

al niño que entró una vez

y vio a su madre en la tez

del crimen. Yo me acobardo

cuando me sorprende el tardo

presentimiento. Su cara

resplandece en la mampara

de nuevo, de nuevo.

Estoy

apuñalándola. Soy

espía, verdugo, rara

ensoñación que dejara

huellas en mí. La asesino.

Ella cae. Yo adivino

su perfil. Ella se aclara

en la memoria, dispara

dardos al sueño. Delira.

-Yo no la maté. Mentira.

-¿Madre, por favor qué hora

es?

–No lo digas. ¡Traidora!

Mi madre ha muerto y me mira.

1978

Madre, tus muslos, la antigua

pared de tablas, tus pasos

hacia la cama, mis brazos

abiertos. Madre, la exigua

habitación que averigua

el porqué de tanto miedo

a desvestirnos, al dedo

infantil entre tus piernas

y al "¿qué hago?" en las eternas

angustias del "yo no puedo".

MI CASA SE HALLA ENTRE EL DIA Y EL SUEÑO

Para R.G.

Casa en mí que apenas alzo

semidudoso de copas

vacías, mudo de ropas

hacia ti me voy descalzo

mientras levanto un cadalso

en la ansiedad que me embriaga.

Zurzo mi voz donde haga

menos viento y pongo un dios

a catequizar mi voz

que la demencia empalaga.

II

Casa de muertos por fuera

para serenar la audacia

de esgrimir cuánta desgracia

como un cuchillo que hundiera

su lento brillo en la espera

orgásmica del horror.

Reza por mí, casa, y por

un tiempo sin manecillas

que pusiste de rodillas

para extirparme el amor.

INFIDELIDADES

Uno empieza siendo infiel

a la casa donde vive.

A los cuartos, al aljibe,

a los barcos de papel.

Uno olvida el carrusel

que de niño conoció,

dice que ya terminó

pero cambia de juguete.

Uno es un torpe grumete

a veces y a veces no.

SUEÑO CON UN PEZ

Un pez soy y me parezco

a un hombre con sólo un pez

entre los ojos (mi envés

es la muerte que padezco).

Como un pez me juzgo y crezco

ante otro pez que me mira.

La eternidad, una lira

soy (pez en su larga espera).

¡Qué terrible! Sólo era

el sueño una gran mentira.

ALGO PERMANECE CERCA

Algo permanece cerca

de las aguas que se van.

(Nadie sabe donde están

los impávidos) ¡Qué terca

esperanza que me acerca

a la marea tan brusca!

Algo pide que conduzca

mis pasos y me distraiga,

pero puede que me caiga.

Nadie sabe lo que busca.

EL HOMBRE SIN DIOS

El hombre sin Dios esconde

un mortal sueño de barro

y su pecho es un guijarro

absurdo de no sé dónde.

(Para que su cuerpo ronde

en la luz deberá ir

cien lunas a concebir

quizás una misma historia).

Pasar no es tener memoria.

Hay que aprender a vivir.

EL TIEMPO SE PARTE EN DOS

El tiempo se parte en dos

mitades desconocidas

y lleva, entre sus heridas,

un espejismo feroz.

El tiempo niega la voz

de lo pasado que espanta.

(Un animal se levanta

y huye a través del Vacío).

El tiempo es un desafío

detenido en la garganta.

RUGIDO

Ruge el tiempo, casi huella

de los golpes recibidos.

Fantasma de los sentidos

convirtiéndose en estrella.

Ruge y su piel hace mella

en las manos de la vida.

Ese tiempo, esa mordida

en el corazón naciendo.

¡Y tanta muerte creciendo!

¡Y tanta ala caída!

CASTA DE ENLUTADOS

Casta de enlutados, fija

bufonada ineludible.

¿Mi otredad es imposible?

¿No encuentro al doble que exija

ser el doble?

"Quien elija

la búsqueda y no levante

los ojos al disonante

universo no hallará

la puerta".

El Otro no está.

El Otro no es importante.

OTRO MILAGRO DE LA PRIMAVERA

Aún espero el milagro

de la primavera. Nadie

deja que tu sombra irradie

algo de paz. Me consagro

a rumiar un viento magro

que registra la lejana

hoja verde. El agua mana

del hacha que la estulticia

libera, mientras enjuicia

mi melena de campana.

II

Ya no basta la colina

donde una vez supe el colmo

del amor. No soy un olmo

pero en mi pecho se inclina

la rama seca. Ilumina

la podredumbre mi vientre

y, antes de que la luz entre,

quiero pedir cuando juzgo

mi tiempo, ser como el musgo

para que nadie me encuentre.

DOSTOIEVSKIANA

Raskólnikov: el camino

es más trunco cada vez.

Toda suerte es un doblez

en la piel del asesino

que a veces soy. Dejo un vino

sin probar. Siento que nieva

en mí. La locura abreva

despaciosa y deja manchas

donde abre el odio sus anchas

puertas que el viento se lleva.

MEDITACIONES DEL SUICIDA

Para I.B.

Abrirás la puerta en vano

porque él estará dormido

en un rincón del olvido

donde lo puso tu mano

inquisidora. Temprano

será en la pared escrita

de la obsesión. Un lapita

y un centauro de lo inerte

en él se habrán dado muerte,

después de una feroz cita

con el odio. Pero tus

ojos no verán sus dedos

crispados, sus largos miedos

a ser reprimida luz

en los años de la cruz

proscrita ni tus oídos

escucharán sus gemidos

por el poema inocente

censurado. Simplemente

entrarás a los dormidos

pueblos donde amó a cierta

joven hasta que el naufragio

se convirtió en un presagio

de la locura. Su puerta

te parecerá entreabierta

y pensarás, en efecto,

que la puerta es un perfecto

resumen, un texto más

donde predijo "abrirás

la puerta en vano". El trayecto

acaso rompa tus dudas.

El no quería la gloria

del traidor ni la memoria

que repite un mal de judas

por encargo. Sus desnudas

palabras serán la prueba

de que no mintió, la prueba

de que lo obligaron. Todo

te dará miedo. "Fue el lodo

humano –te dirás- llueva

ahora sobre el país

y ojalá se purifique,

ojalá el temor claudique,

ojalá…" "No hay cicatriz

peor que la de un feliz

retorno a Itaca". Luego

buscarás su carta, un ruego

final, una despedida,

un concepto de la vida

presidido por el fuego

como en Heráclito. Un doble

rostro y unos manuscritos.

Buscarás los infinitos

apuntes, y quizás doble

una página tu noble

índice como quien busca

un verso que lo conduzca

al grito menos cobarde.

Pero ya será muy tarde,

mamá, y tu entrada muy brusca.

Ciudad de la nostalgia

CIUDAD DE LA NOSTALGIA

Ciudad: anclado bostezo

del mar, grito en la Alameda.

Está llorando en su rueda

la noria infiel del regreso.

Ciudad: inconstancia, exceso

de rostros, violencia, paz.

Huésped infiel de un jamás

y un siempre que se deshoja.

Negra ciudad, ciudad roja

de la sangre, contumaz

patio para la arrogancia.

II

Enramadas: todo el viento

del siglo pasa en tu lento

kylix de la tolerancia.

Aguilera: la abundancia

está rasgando tu piel.

Rey Pelayo de papel.

La magia: Santa Lucía.

Calvario, pasa un tranvía

y el tiempo se va con él.

III

co

Pi

dre

Pa en brazos

bir

Su

de la costumbre.

Mis pies

se los va comiendo el pez

del asombro.

Los balazos,

detenidos en los trazos

del miedo en la piedra, ceden,

se multiplican y agreden

Ba

jo

Pa

dre

Pi

co

y rezo

por los que van de regreso

al dolor, pero no pueden.

IV

Calle Heredia: cañonazo

astral, canto de sirenas.

Arcano pregón, cadenas

despedazadas, almenas

retorizantes, sablazo

que parte en dos el abrazo

vegetal de los jardines

ausentes. Hondos quitrines

solares cierran el paso.

Calle Heredia: cañonazo.

Pétrea luz sin adoquines.

V

Parque Céspedes: barrancos

de concupiscente augurio.

Bajo un cielo de mercurio,

ebrios, reposan tus bancos.

Mueve la noche sus flancos

lascivos.

Tras un cristal

se desahoga pluvial

ínfula corpórea.

Ruido

y un ángel despavorido

huye de la catedral.

VI

do

cien

Plaza de armas: as

burlado por lo imprevisto.

Los fieros clavos de Cristo

Están, de golpe, ca

yen

do.

La noche inhala su estruendo

de tejas rotas, de nada.

Su piel, astuta pedrada

de azogue, abate, importuna

que destile la fortuna

su brillantez estancada.

VII

S.O.S.

¡Está el cielo

en llamas!

S

e

p

r

e

c

i

p

i

t

a

una nostalgia infinita.

V

e

r

t

i

c

a

l

inicia el vuelo,

l

a

c

a

í

d

a,

un arroyuelo

de nubes.

En calma

l

l

u

e

v

e.

Lírico océano mueve

el amanecer.

D

i

l

u

v

i

a.

Sigue

c

a

y

e

n

d

o

l

a

l

l

u

v

i

a

y la ciudad se la bebe.

VIII

Se cierne la eternidad.

Debajo del tamarindo

está el fantasma de Sindo

en su horrísona ebriedad.

Guitarras. La oscuridad

hiende la carpa turquí.

Grillos. Roza un colibrí

la hilera de barracones

y un canto de cimarrones

desciende del Tivolí.

IX

El puerto

duerme su plata

de antaño, y en los corales

dibuja sus fantasmales

fueros de nave pirata.

Pero la tarde, fragata

hermética, lo desvía

del azul. Al mar envía

sus espasmos de aire tibio,

y reo azul del alivio

se desangra en la bahía.

X

Humo, niebla, eternizado

el aire es un canto acerbo.

La amarga sombra de un cuervo

vuela bajo el empedrado

cielo.

En la penumbra, el hado

abre sus fauces de oro.

Santo Tomás rige un coro

épico contra el pasado

y advierte El Adelantado

que Bacardí, conturbado,

deambula por el sonoro

río del adoquinado.

XI

Pasan Heredia y Emilia

disonantes. Se desborda

el Niágara y una horda

de versos queda en vigilia.

Mudanza cruel. La familia

del desterrado se abraza

en torno al fuego.

(La casa

260 llora).

En su candidez traidora

de luto una imagen pasa.

XII

Y la ciudad queda sola

como un caracol rotundo.

Súbita fruición. Fecundo

albor. Tamiz. Batahola.

Insubordinante ola

la multitud se enajena.

Pleamar. Zoom in. Se llena

de hojas secas el vacío

y cae el último y frío

grano en el reloj de arena.

El pecho del amor muy lastimado

CREDO

Creo en noviembre y su alero

desangrándose lluvioso.

Creo en su aleve reposo

destrozando el aguacero

de la memoria, lo espero.

Noviembre tiembla sin gotas

(le faltan peces, gaviotas,

un piélago que le diga

sobre cuál mano enemiga

yace el mar, le faltan notas

en do sostenido)

Creo

en noviembre, su inclemencia

me trae un hilo de ausencia.

Noviembre es un niño feo.

Pobre noviembre que oteo

casi por lástima ¿duda

tal vez? Noviembre saluda

irreverente, obsesivo

y creo en él, pensativo,

como una monja desnuda.
TANGOS

Para M.L.

Siempre la noche sorprende

su paz de bestia tan sola.

Siempre tangos y Piazzola

quema la noche que ofende.

Cuesta abajo el aire enciende

las nieves del tiempo. Pido

Mi Buenos Aires querido.

Me anostalgio, digo Adiós

muchachos, con una voz

que sólo entiende el olvido.

II

En vano me precipito

sobre los discos. El día

que me quieras todavía

gime lento. Caminito

prosigue hasta el infinito

y hace que el tiempo no cuente.

Gardel, te escucho, que veinte

años no es nada. Allá afuera

la noche arroja a la hoguera

su madreselva silente.

ELOGIO DE LA MUJER SENTADA DE VICTOR MANUEL

Para L.A.

La mirada, en su reposo

de perfil, la mano ausente

en el costado inocente.

Al fondo el parsimonioso

paisaje con velas.

Grosso

modo la paz cristaliza.

Una mujer agoniza

y el mar gotea en su pelo

mientras se destiñe el cielo

como una cruz de ceniza.

ATRÁS

siempre atrás me vence

tu silueta y otro nombre

que pasó y otro. Este hombre

se equivoca, que no piense

en ti si no lo convence

ir de derrota en derrota.

Soñar es una remota

posibilidad que suplo.

Atrás nadie. Yo, y el duplo

del dolor, la misma gota.

ST

Echo fuera de mí un leño

cercenado. Sé que he roto

un seto frágil y agoto

mis esperanzas. Me empeño

en decirme que no sueño,

que el bosque estaba sin ramas

antes de arder las retamas

y los sauces. Ya no queda

remedio, sin la arboleda

nadie impedirá las llamas.

COMO PETRARCA

L"aura mia sacra al mio estanco riposo

Qué te has hecho, Laura, urdo

cuerpos vacíos y aflige

la desolación que rige

mis actos. Todo es absurdo.

Recomenzar es el burdo

pretexto. Nadie me espera

después del comienzo. Opera

en mí un azar enemigo.

Como Petrarca prosigo

detrás de vana quimera.

ERES YA UN CLARO ESPANTO EN LA MEMORIA

Eres las ruinas quién sabe

de qué amurallado invento

descrito a distancia. Siento

por ti una dulzura grave

y te pido que se acabe

esta opalina zozobra.

Magníficamente cobra

sin ti la miseria un alto

vuelo para el sobresalto

y la amargura que sobra.

LLEVO DEL AMOR EL PECHO MUY LASTIMADO

Me instalo

en la balanza y resbalo

sobre el costado derecho

de la elección. ¿Qué provecho

extraigo de ser la duda

entre tu voz y la aguda

voz del amigo? Sucede,

amor, la trampa y me puede

doler si nadie me ayuda.

ANOTACIONES MIRANDO APOLO Y DAFNE DE BERNINI

Amantes no toquéis si queréis vida

Corred. Bien adentro el lodo

os contempla inoportuno.

El regreso tuerce el bruno

rostro. No temáis. Su modo

de morir copia un recodo

bostezado de imprudencia.

Corred, amantes, la ausencia

ciñe su cadena, el ruido

del sueño afrenta, el sonido

los matará, de inocencia.

TRENO

Para M. y W.

La dolorida selva que dejamos

(INF. XIV, 10).

Cerró el teatro mórbido. Las ruinas

me delatan. ¿Soy otro o el que encaja

en el reverso hostil de la baraja?

¿Estaré reduciendo las cortinas

del embeleso? ¿Copiaré neblinas

como palabras en la piedra firme?

Cerró el teatro, ya lo sé, vestirme

no me hará nuevo. Si bajo el pescante

vuelve a pasar el hombre del turbante

podré decir que no y arrepentirme.

II

Segundo círculo. ¿Puedo

regresar? ¿Sentir que el hado

sórdido en mí me ha salvado?

¿Qué hacer? ¿Asesino el miedo

o tapo el sol con un dedo

para que ya no parezca

extraño? ¿Dejo que crezca

un árbol donde más duele?

¿Suelto las riendas? ¿Qué vuele

mi tempestad sin Francesca?

III

¿Si me vuelvo a la ceniza

a qué obsesiva pagoda

irá tu pie, la luz, toda

inocencia? ¿Si tu risa

a solas esteriliza

el recuerdo y sólo abrumo

al que soy? ¿Y si no asumo

esta orfandad de tu vino,

podré seguir el camino

acosado por el humo?

IV

Voy a pedir que no vuelva

octubre incierto, insepulto

con su apagado tumulto

de nostalgias. (Que resuelva

cómo escapar de la selva

abstrusa en que se hunde el techo

de mi edad) Pido un deshecho

amanecer de suicidas

y unas velas encendidas.

Quiero incinerar el pecho

de la crueldad. Ser el Norte,

el centro de lo nefasto

vuelto hacia mí, ser el pasto

de las fieras, lo que aborte

el odio. Pido una corte

de asesinos (algo infame).

No permitan que reclame

el infierno donde apuro

sorbos de un silencio oscuro

para que Francesca llame.

LA QUE SOÑÓ, LA QUE FUE SOÑADA*

Yo amé a Alejandra en secreto

y Buenos Aires caía

de lado sobre mí, hundía

su filo en mi rostro inquieto.

Juro que la amé, indiscreto

como soy, no cuerdo, raro.

Ella inventó el desamparo,

el infierno musical

y yo la amé hasta el final

violento de su disparo.

II

Yo amé a Alejandra, los dos

del brazo, los dos helados

bajo los bosques pasados

de la infancia, bajo los

espejismos del adiós.

Ella tuvo el pelo gris

y una dulce cicatriz

en el alma. Yo la invoco,

sola, incauta, bajo el loco

cielo huraño de París.

III

Yo amé a Alejandra. Ella estaba

desviviendo en su orfandad

la furiosa eternidad

de su piel. Ella soñaba

y yo la soñé. La amaba

hasta la sangre. ¡Qué hastío

quedar con este vacío

a cuestas! La amé. Dios sabe

que no hay olvido que acabe

con su fantasma tan mío.

LA OSCURIDAD ES UN JARDIN REDONDO

DISCURSO DE MOISÉS ANTE ISRAEL ACOBARDADO

A V.L.L

¿Adónde voy libérrimo cual mago

expulsado por Dios bajo el diluvio

de mi silencio, como cruel efluvio

impenitente que no sufre estrago?

Llegaré al Sinaí, pero no hago

mas que mirar atrás y el desconcierto

blande su cimitarra sobre el yerto

cuerpo de clamorosa muchedumbre,

que en vano mellará la mansedumbre

instándome a vagar por el desierto.

II

Yo sé que todo es un orgullo muerto

y escribir un decálogo no halaga

al universo que en inútil plaga

se consume (la negación del Huerto

del Edén) Dios, yo sé que de lo incierto

Moab irá surgiendo, pese a todo.

"Yo estoy para morir" pero en el lodo

no hallarán mi razón tras una frase

equivocada, como si encontrase

un licor infernal algún beodo.

III

¿Adónde voy perdido en mí, de un modo

desconocido, adónde que rehúso

a cruzar el Jordán y en sueños cruzo

otro río demente? Me acomodo

en la mediocridad de agraz recodo,

en una antigua puerta derruída,

y soy como un idólatra que olvida

el símbolo adorado, la imprudencia

de creer con magnífica inocencia

en la imposible tierra prometida.

DIÁLOGO DE UN DESESPERADO CON SU ALMA

Partes: 1, 2, 3, 4

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