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Funciones del cerebro




Enviado por ramiolra ramiolra




    ¿Cómo funciona nuestro cerebro? –
    Monografias.com

    ¿Cómo funciona nuestro
    cerebro?

    La
    Memoria

    La
    comprensión del texto:

    La
    escritura

    La
    atención

    ¿Cómo funciona
    nuestro cerebro?

    A lo largo del día, ya seamos
    adolescentes o adultos, en el trabajo o en casa, nuestro cerebro
    utiliza todo un repertorio de capacidades sofisticadas: las
    funciones cognitivas…

    La memoria

    La atención

    El lenguaje

    El razonamiento

    Lo visión espacial

    Estas funciones cognitivas nos permiten
    efectuar actividades como elaborar un itinerario, recordar un
    número de teléfono, reconocer un rostro, calcular
    mentalmente, conducir, tocar el piano o, simplemente,
    leer.

    La Memoria

    La memoria es la función cognitiva
    más solicitada en la mayoría de nuestros actos.
    Interviene para registrar o recordar informaciones tan diversas
    como un número de teléfono, lo que hemos hecho el
    fin de semana, un encuentro, dónde hemos dejado las
    llaves, el nombre de un determinado objeto o de una persona que
    nos presentaron recientemente, un dato histórico
    famoso.

    Igualmente, participa de modo fundamental
    en otras actividades cognitivas, como la lectura, el
    razonamiento, el cálculo mental, la creación de
    imágenes mentales… En consecuencia, se encuentra en todo
    momento activa, voluntariamente o no, y nos permite crear un
    stock de conocimientos culturales, recuerdos personales,
    actuaciones, etc.

    La memoria constituye el pasado de cada uno
    o, más bien, el conocimiento de sí mismo, y permite
    que cada individuo posea una identidad.

    Tipos de memoria

    Pérdidas de memoria

    Cómo memorizar mejor

    Otros tipos de memoria

    No poseemos una sola memoria, aunque
    ciertamente tendemos a considerar la memoria como un todo,
    diciendo que tenemos, de forma global, UNA buena o mala memoria o
    utilizando frases del tipo: "Me falla LA memoria".

    En efecto, acordarse de lo que uno ha
    comido el día anterior es muy distinto de recordar que la
    capital de Francia es París. Por otra parte, las
    investigaciones demuestran que intervienen distintas regiones del
    cerebro según del tipo de conocimientos que hay que
    memorizar o recordar.

    Existen diferentes memorias según la
    duración del recuerdo:

    La memoria sensorial

    Capta toda nueva información durante
    solo algunos centenares de milésimas de
    segundo.

    La memoria a corto plazo, llamada
    también memoria de trabajo:

    Toma el relevo a la anterior, conservando
    la información durante más o menos un minuto. Su
    capacidad es igualmente limitada en cantidad, y permite registrar
    alrededor de siete elementos. Permite, por ejemplo, retener un
    número de teléfono dado de viva voz, durante el
    tiempo de marcarlo o de escribirlo. Interviene también en
    la lectura, permitiendo retener la frase que acabamos de leer, de
    modo que la siguiente resulte coherente.

    La memoria a largo plazo

    Interviene cuando se desea retener por
    más tiempo una información. Esta memoria tiene una
    capacidad y una duración de conservación de la
    información ilimitada.

    Existen también otras memorias a
    largo plazo según el tipo de recuerdo:

    La memoria episódica

    Permite recordar lo que hemos hecho el
    día anterior, la visita al dentista o la velada en casa de
    un amigo. Es decir, con ella se recuerdan acontecimientos que
    constituyen recuerdos personales, autobiográficos, en los
    que el contexto de memorización es muy
    relevante.

    La memoria semántica

    Agrupa los conocimientos relativos a las
    reglas gramaticales, sentidos de las palabras, hechos culturales,
    nombres de ciudades o de objetos, etc., que constituyen
    conocimientos generales, sin relación con el contexto de
    memorización. No recordamos el momento preciso en que
    aprendimos esas informaciones.

    La memoria procedimental

    Se refiere a los conocimientos
    difíciles de comunicar de manera explícita. Son
    todas nuestras habilidades, como tocar el piano, ir en bicicleta,
    conducir, abrocharnos la ropa… Son actos que realizamos de
    manera automática, pero que necesitan la
    implicación de conocimientos almacenados en la memoria.
    Estos conocimientos son, por ejemplo, saber que una determinada
    posición de las manos sobre el piano permitirá
    tocar un acorde concreto, o que tal maniobra con el coche
    permitirá girar a la izquierda.

    Las pérdidas de memoria

    La memoria tiene un importante papel en la
    vida cotidiana del ser humano, por ello se comprende muy bien que
    los problemas de memoria puedan verse como un obstáculo e
    incluso ser fuente de estrés.

    Por otra parte, quejarse del funcionamiento
    de la memoria es muy habitual en personas de más de 50
    años, que a menudo temen que esos problemas de memoria
    estén asociados a alguna patología.

    Esto, no obstante, suele ocurrir raramente,
    aunque sí es normal observar una disminución en el
    rendimiento de la memoria con la edad.

    La edad no es el único factor que
    desencadena un deterioro en el rendimiento de la memoria.
    También contribuyen a ello otros factores, como las
    circunstancias y determinados acontecimientos, la fatiga, el
    estrés, la motivación o la emotividad.

    ¿Cómo memorizar
    mejor?

    En general, para acordarse mejor de las
    cosas hay que estar atento a lo que se hace, ya sea leer un texto
    o poner las gafas sobre la cómoda.

    En cuanto a las tareas rutinarias, una
    manera de acordarse de regar las plantas o tomar la
    medicación, por ejemplo, es hacerlo siempre a la misma
    hora y asociarlo a un acontecimiento concreto, como un programa
    de televisión semanal o una de las comidas del
    día.

    También es importante el aspecto
    emocional: no podemos retener aquello que para nosotros carece de
    interés o de sentido. Cuantos más registros
    emocionales, mejor se memoriza.

    Para memorizar mejor puede resultar de
    ayuda:

    Localizar las informaciones esenciales para
    la comprensión,

    Reflexionar e interrogarse sobre el
    contenido, sobre el sentido de la información,

    Organizar las informaciones por
    categorías,

    Crear asociaciones,

    Recurrir con regularidad a la
    información conocida

    La Atención

    ¿A quién no le han dicho o ha
    dicho: "Me cuesta concentrarme" o "No pones suficiente
    atención"?

    La atención es primordial en el
    comportamiento humano. La mayor parte de las actividades
    cerebrales requieren una gran concentración, tanto para la
    memorización de una información o la
    comprensión de un texto como para la búsqueda de un
    término en particular.

    Un trueno captará toda nuestra
    atención

    La atención es una función
    cognitiva compleja. Corresponde a un proceso de selección
    de un acontecimiento exterior (sonido, imagen, olor…) o
    interior (pensamiento) y del mantenimiento de este último
    en un determinado nivel de conciencia.

    Un grito o un trueno captarán toda
    nuestra atención automáticamente.

    El denominado estado de alerta nos permite
    mantener cierto nivel de vigilancia.

    En consecuencia, nuestro nivel de
    atención está fuertemente condicionado por los
    cambios que se producen en nuestro entorno.

    La atención puede también
    intervenir de manera voluntaria:

    Si para dar un paseo por la ciudad
    utilizamos un calzado que nos produce dolor, toda nuestra
    atención se focalizará en la búsqueda de un
    lugar agradable para descansar, lo que nos llevará, por
    ejemplo, a reparar en un banco en un jardín.

    El desplazamiento voluntario de la
    atención se produce cuando se manifiesta un deseo, una
    necesidad o una intención de algo, a fin de lograr un
    objetivo.

    Si uno va buscando setas, la
    atención selectiva se centra en el suelo

    Entonces aparecen la toma de conciencia y
    el control de nuestra atención: ya que nos es imposible
    tratar simultáneamente toda la información que se
    nos presenta, realizamos un análisis sucesivo de
    informaciones.

    La atención denominada selectiva
    entra enseguida en escena: este tipo de atención
    actúa desde el momento en que tenemos que efectuar una
    selección de información que responda a nuestras
    expectativas en unas circunstancias determinadas.

    Solo se examina la información
    seleccionada. La atención selectiva permite, pues,
    focalizar un punto, abstrayéndose mentalmente del entorno,
    sin que ello signifique aislarse físicamente.

    Si uno va buscando setas, la
    atención selectiva se centra en el suelo, ignorando las
    demás informaciones del escenario.

    La atención puede estar
    también repartida:

    En nuestra vida cotidiana, a menudo debemos
    hacer varias cosas a la vez, como cuando mantenemos una
    conversación al mismo tiempo que conducimos.

    La atención, que en estos casos debe
    repartirse ante numerosas informaciones, requiere más
    recursos.

    Pero si estudiar con música de fondo
    no supone ningún problema para un joven de 20 años,
    la movilización de todos los recursos de
    concentración será, en cambio, más
    difícil para una persona de más de 60 años.
    En efecto, con la edad aparece una disminución de los
    recursos de atención, así como una mayor
    sensibilidad a las interferencias. Eso nos hace menos eficaces en
    las situaciones de doble tarea.

    Factores como la fatiga, el consumo
    excesivo de alcohol o el estrés también disminuyen
    el rendimiento en las actividades que requieren
    atención.

    La atención y la memoria:

    La interacción entre las dos
    funciones cognitivas de «Atención» y
    «Memoria» es muy elevada. La atención se
    moviliza particularmente cuando se trata de una
    información nueva, es decir, que no tiene equivalente en
    la memoria.

    Efectivamente, una información
    conocida o familiar (como, por ejemplo, la disposición de
    los muebles del salón en casa de un amigo al que visitamos
    mucho), no llama la atención.

    La atención se centrará en
    una información familiar, principalmente si difiere del
    contexto habitual (siguiendo con el ejemplo, un elemento que
    hubiera sido cambiado de sitio) o si buscamos voluntariamente un
    objeto en el entorno.

    Nuestro nombre o apellidos pronunciados en
    contextos diversos (en la calle, en un restaurante, etc.)
    captarán inmediatamente nuestra atención, aunque
    esta información nos sea extremadamente familiar. Desde
    los primeros años de vida, estamos condicionados a
    reaccionar ante nuestro nombre o apellidos.

    En resumen…

    La atención se encuentra implicada
    en todos nuestros actos intelectuales, permitiéndonos
    estar totalmente vigilantes, focalizando nuestra
    concentración sobre un punto concreto, o bien, al
    contrario, repartiendo nuestra concentración en varias
    actividades. Pero entonces, ¡cuidado con la
    dispersión!

    La atención no es estable, sino
    fluctuante. No se mantiene "sostenida" de forma continuada, sino
    que presenta automáticamente estados de relajación
    en el curso de una misma actividad.

    El Lenguaje

    El lenguaje constituye la
    característica humana por excelencia. Todos los
    días utilizamos diferentes facetas del lenguaje: escrito
    (lectura y escritura) y oral (comprensión y
    expresión).

    Se ha escrito muchísimo sobre el
    lenguaje. Aquí nos limitaremos, principalmente, a la
    descripción de los procesos implicados en la actividad de
    la lectura.

    La lectura

    La lectura es una actividad mental compleja
    que implica distintos tipos de análisis, más o
    menos automático, de las palabras:

    El análisis visual permite decir a
    qué letra o a qué palabra corresponde una forma
    leída.

    El análisis ortográfico
    conduce a la localización de posibles faltas.

    El análisis sintáctico
    permite determinar si una frase dada tiene una estructura
    gramatical correcta.

    El análisis fonológico leva
    al reconocimiento sonoro de una palabra, ya que incluso en la
    lectura silenciosa se accede a la forma de pronunciar una
    palabra.

    El análisis semántico extrae
    el sentido de las palabras y desemboca en la comprensión
    global de la frase.

    Fenómenos constatados en la
    lectura:

    La lectura de una palabra es más o
    menos fácil según la frecuencia de aparición
    (ocurrencia) en una lengua dada. Cuanto más frecuente es
    la palabra, más rápidamente será
    identificado. De ahí podría deducirse que la
    facilidad con la encontramos una palabra almacenada en nuestra
    memoria está directamente relacionada con su frecuencia de
    aparición en la lengua.

    Asimismo, la coherencia de una palabra
    respecto del contexto de la frase facilita la lectura. Cuando
    leemos el comienzo de una frase, esperamos leer a
    continuación una palabra acorde con el sentido de la
    frase. Si empezamos a leer "Es rojo como un…", esperaremos que
    la palabra que siga sea tomate más que la palabra
    fresón o cualquier otra palabra.

    La facilidad para leer una palabra depende
    también de criterios físicos. Estamos habituados a
    leer palabras con una determinada forma física y si esta
    forma no es respetada, la lectura se ralentiza. Así, si se
    nos presenta una palabra escrita en alternancia
    minúscula/mayúscula, como "Escollo", esto
    perturbará la lectura de la palabra.

    La comprensión del
    texto:

    La lectura clásica de un texto se
    realiza en etapas sucesivas, frase por frase, párrafo a
    párrafo.

    Para construir la coherencia de un texto,
    nuestra memoria temporal guarda las informaciones a medida que
    vamos leyendo. Eso nos permite la comprensión en la etapa
    ulterior, es decir, la frase o el párrafo
    siguiente.

    Nuestra memoria no puede conservar las
    frases tal y como aparecen en un texto. De hecho, solo las
    informaciones más pertinentes para la comprensión y
    el sentido del texto (las palabras clave y las ideas principales)
    son retenidas durante más tiempo y podrán ser
    utilizadas más adelante para hacer un resumen.

    Las informaciones no pertinentes,
    redundantes o contradictorias son eliminadas de nuestra memoria
    para evitar sobrecargarla, con el fin de extraer y quedarse con
    el sentido general del texto. En otras palabras, cuando leemos un
    texto, analizamos las palabras que vemos y reparamos en las
    palabras clave que nos ayudarán a memorizar las ideas
    principales. Las palabras son organizadas automáticamente
    a fin de formar un conjunto lo más coherente posible. Y es
    entonces cuando se extrae su sentido global y se asocia a un tema
    central.

    Los conocimientos del lector contribuyen
    también en la comprensión conocimientos del lector
    contribuyen también en la comprensión « Al
    muchacho que se paseaba por el bosque se lo comió un
    elefante » y no sabe aún que los elefantes no son
    carnívoros, no percibirá la incongruencia de la
    frase.

    Paralelamente, cuando un enunciado no es
    coherente, se lleva a cabo una tarea de deducción, gracias
    a nuestros conocimientos generales. Por ello, si leemos frases
    aparentemente sin relación entre sí, como, por
    ejemplo, « Han robado en el apartamento. Pablo ya no tiene
    dinero », se establece enseguida una deducción
    posible: « Todo el dinero de Pablo estaba en el apartamento
    ». Esta deducción permite hallar una coherencia en
    el enunciado.

    La escritura

    Tomemos como ejemplo la redacción de
    una carta: utilizamos las reglas gramaticales, pero
    también estamos atentos a la ortografía y buscamos
    sinónimos para evitar las repeticiones.

    La comprensión y la expresión
    oral

    Cuando conversamos o cuando contamos algo,
    creamos frases eligiendo las palabras de nuestro corpus que
    consideramos más apropiadas para los interlocutores y las
    circunstancias. Después, organizamos estas palabras entre
    sí respetando las reglas gramaticales de la lengua que
    utilizamos.

    Dicho de otra manera, cuando leemos un
    texto, analizamos las palabras que vemos y reparamos en las
    palabras clave que nos ayudarán a memorizar las ideas
    principales. Las palabras se organizan automáticamente
    para formar un conjunto lo más coherente posible. Entonces
    ya podemos extraer su sentido global y asociarlo a un tema
    central.

    Las Funciones Ejecutivas

    Las funciones ejecutivas son funciones
    organizadoras relacionadas con la lógica, la estrategia,
    la planificación, la resolución de problemas y el
    razonamiento hipotético-deductivo.

    Estas funciones nos ayudan a resolver todos
    los problemas más o menos complejos de nuestra vida
    cotidiana. Normalmente, hay que analizar bien el contexto y el
    objetivo buscado a fin de evaluar las posibles consecuencias de
    la decisión que se tomará.

    En la vida cotidiana nos encontramos con
    situaciones complejas o simplemente nuevas, como hallar la causa
    de una avería, establecer el recorrido adecuado para ir a
    un lugar, planificar labores de jardinería, pensar las
    mejores jugadas para batir a un adversario al
    ajedrez

    Para comprender mejor estas situaciones,
    estamos dotados de una capacidad de razonamiento que puede ser de
    tres tipos

    El razonamiento inferencial

    Se utiliza ante un problema que se aborda
    por primera vez y para el que no existe solución
    previa.

    En esos casos, es necesario reparar en
    todos los elementos del problema y realizar una tarea de
    deducción, de formulación y de verificación
    de hipótesis que permitan llegar a posibles
    soluciones.

    El razonamiento
    analógico:

    Se refiere a la reutilización
    adaptada de una solución utilizada anteriormente ante un
    problema que presentaba especificidades comunes al que hay que
    resolver actualmente.

    El razonamiento
    automático:

    Es considerado más como la
    aplicación espontánea de un procedimiento que como
    un razonamiento propiamente dicho. Se da sobre todo en el marco
    de situaciones habituales, como ir al trabajo en
    coche.

    Se realiza mediante la aplicación de
    conocimientos automatizados almacenados en la memoria
    procedimental. Al no ser nuevas, estas situaciones no necesitan
    mucha atención, de modo que esta puede dedicarse a otra
    cosa.

    Para resolver un problema, se requieren
    varias etapas de razonamiento

    Se analiza el problema y se define el
    objetivo a alcanzar. Seguidamente, hay que establecer una
    estrategia y un plan de acción que permitan resolver el
    problema.

    Si el objetivo final es demasiado
    difícil de conseguir en una sola etapa, será
    necesario considerar objetivos intermedios considerar objetivos
    intermedios.

    Paralelamente, habrá que tomar en
    cuenta los medios existentes y los imperativos materiales o
    procedimentales a respetar.

    Finalmente, es muy importante seleccionar
    una respuesta entre varias posibles y validar el resultado en
    relación a la intención inicial.

    Otras funciones cognitivas que participan
    en el razonamiento

    La
    atención

    Durante la resolución de un
    problema, nuestras capacidades de atención nos permiten
    focalizarse, concentrarse sobre todos los datos del problema y
    establecer los más pertinentes. Esto permitirá
    identificar claramente el objetivo y la estrategia a seguir para
    su consecución.

    La atención permite descartar las
    interferencias que podrían perturbar el razonamiento.
    Asimismo, puede ayudarnos a inhibir las respuestas
    automáticas que no se adaptan a la situación, como
    detenerse en un stop cuando un agente de circulación hace
    señal de pasar.

    La memoria:

    La memoria a largo plazo tiene un papel
    importante en el razonamiento, ya que podemos echar mano de
    planes de acción almacenados en la memoria para resolver
    un problema nuevo

    La memoria de trabajo también
    está muy solicitada. Nos permite guardar en la memoria los
    elementos importantes del problema, como el objetivo que se
    pretende alcanzar, y asociarlos en distintas configuraciones,
    como series de cifras en el cálculo mental.

    La imaginería mental:

    La imaginería mental, es decir, la
    capacidad de representarse un objeto, una persona, etc., en la
    mente sin que ese objeto, esa persona, etc., se encuentre
    físicamente presente, tiene también su papel en el
    razonamiento.

    Permite crear, imaginar, anticipar (por
    ejemplo, anticipar los movimientos que haremos en el futuro
    durante un juego de cartas o de ajedrez), conservar una
    información en la mente, comparar situaciones, realizar
    rotaciones de objetos mentalmente (por ejemplo, para decidir si
    el color del nuevo papel pintado va a desentonar con el
    mobiliario, o si una mano presentada fuera de contexto es una
    mano derecha o izquierda).

    Si entre estos cuatro objetos nos pidieran
    que cogiéramos el cubo más próximo a la
    pirámide, no tendríamos ningún problema.
    Pero esta tarea se apoya en procesos cognitivos más
    complejos de lo que parece.

    Cuatro objetos

    Así, para lograrlo habrá que
    reconocer las formas de cada uno de los cuatro objetos, a fin de
    distinguir el cubo entre las demás formas. Seguidamente,
    después de analizar los dos cubos presentes, se
    tratará de decidir cuál de los dos cubos
    está más cerca de la pirámide, estimando la
    distancia que los separa. Esta decisión será
    más difícil por cuanto requiere considerar la
    perspectiva.

    En un mundo en el que la vista es el
    sentido más utilizado, nos vemos enfrentados todos los
    días a situaciones que requieren el reconocimiento de
    formas visuales y colores, el análisis de la
    posición de un objeto en relación a otro, o la
    estimación de la distancia que separa dos
    objetos.

    Efectivamente, es necesario analizar bien
    todas las informaciones visuales para actuar en el
    medio.

    Nuestro sistema visual es responsable de
    esos análisis espontáneos. Más
    concretamente, son dos partes diferentes del cerebro las que
    procesan la forma de los objetos y sus propiedades espaciales (es
    decir, el tamaño, el emplazamiento, la orientación
    de los objetos).

    La vista es, por tanto, una función
    cognitiva extremadamente compleja si tenemos en cuenta el
    número de informaciones que debe procesar para obtener el
    análisis de una escena visual coherente.

    Ella nos permite también identificar
    los objetos que componen nuestro entorno, así como sus
    posiciones en relación a otros objetos y en
    relación a nuestro propio cuerpo. Así nos permite
    interactuar con el medio (coger objetos, orientarnos a
    través de ellos, etc.).

    Los objetos de nuestro entorno constituyen,
    pues, datos que al ser registrados facilitan nuestra
    orientación en el espacio. Sin embargo, orientarse
    correctamente depende también de informaciones internas
    procedentes de nuestro cuerpo, como la posición del brazo
    o de la mano.

    Cuando realizamos un trayecto, en todos los
    casos, nuestro cerebro elabora mapas mentales que nos permiten,
    asociados a los datos registrados, fácilmente volver a
    hacer un trayecto que ya hemos realizado
    anteriormente.

    Imaginemos que se nos pregunta cuál
    es el cubo más próximo a la pirámide si el
    cubo del fondo se desplaza 10 centímetros hacia
    esta.

    Responder a esta pregunta requiere
    desplazar mentalmente el cubo del fondo en una distancia que se
    estime de diez centímetros, y entonces tomar una
    decisión acerca de cuál es el objeto más
    próximo a la pirámide. Ese tipo de preguntas
    requiere la colaboración de nuestras capacidades de
    imaginería mental visual.

    La imaginería mental es una
    actividad cognitiva que permite percibir algo en su ausencia. No
    es exclusivamente visual y, de hecho, nos permite crear
    imágenes, sonidos, olores y sensaciones en nuestra
    mente.

    En el terreno de la visión, la
    imaginería mental consiste en "ver" una imagen en la
    cabeza, como por ejemplo la cara de una persona, sin que dicha
    persona se encuentre físicamente presente.

    Gracias a esta capacidad, pueden ser
    creadas en nuestro interior formas existentes (caras, cuerpos
    humanos, cifras, palabras, objetos, animales) o imaginarios
    (monstruos, figuras abstractas), conocidas o desconocidas,
    inmóviles o en movimiento, en color o en blanco y
    negro.

    Antes de realizar una acción
    compleja, podemos simular el encadenamiento de operaciones a fin
    de verificar que no hayamos olvidado o subestimado algunos
    datos.

    El ejemplo típico es el jugador de
    ajedrez, que para apreciar la conveniencia de los posibles
    movimientos que puede jugar, simula mentalmente el desplazamiento
    de sus propias piezas y las del adversario, ya que le está
    prohibido tocarlas físicamente.

    En la vida cotidiana, nuestras capacidades
    de imaginería mental son requeridas en actividades como el
    pensamiento, el sueño, el razonamiento y la
    resolución de problemas, la anticipación de los
    acontecimientos, el reconocimiento de objetos que aparecen en
    orientaciones no habituales, la simulación de un
    itinerario, la comprensión de una descripción
    verbal, etc.

    La imaginería mental es posible
    gracias a las experiencias vividas en el día a día.
    En efecto, los elementos que componen nuestras experiencias
    vividas (es decir, caras de personas, objetos, sonidos, formas,
    sensaciones, olores…) se registran en nuestra memoria y se
    activan de nuevo en la memoria temporal cuando queremos recordar
    unos elementos determinados.

    Las imágenes mentales son nuestras
    propias, porque nacen de nuestra experiencia personal.

    Así, si alguien pide a dos personas
    que se imaginen un perro, muy probablemente el perro que ambas se
    imaginen será distinto.

    La creatividad existe gracias a la
    imaginería mental, que es la que, de hecho, nos ofrece la
    posibilidad de generar / crear la imagen de cosas que no existen
    en la realidad.

    La generación de imágenes
    nuevas se produce por la combinación original de elementos
    conocidos, pero también por la generación de nuevas
    características que pueden llevar a concebir formas nunca
    vistas.

    La imaginería mental permite
    también la transformación de imágenes por
    rotación mental.

    Por ejemplo, antes de amueblar una
    habitación podemos anticipar el aspecto final que
    tendrá colocando mentalmente los muebles de todas las
    maneras posibles a fin de elegir los "mejores" emplazamientos. Al
    considerar todas las posibilidades, la rotación mental nos
    evita tener que hacer la comprobación desplazando
    físicamente una y otra vez los muebles.

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