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Genealogía fundamental (página 2)




Enviado por Jesús Castro



Partes: 1, 2

Erasmo pudo salirse con la suya y le creyeron,
principalmente porque su brillante trabajo con la Biblia
confirmaba su fe y su enorme difusión pública lo
había convertido en un personaje querido y admirado por
católicos y protestantes por igual. Sin embargo, en
general Erasmo estaba de acuerdo con las ideas de Lutero, (o
mejor dicho, Lutero estaba de acuerdo con las ideas de Erasmo)
especialmente en las críticas sobre el modo de administrar
la Iglesia. Además, Lutero y Erasmo se hicieron amigos
personales, y el reformador Lutero fue una de las
pocas personas a las que Erasmo reconocía
públicamente admirar. El alemán, por su parte,
siempre defendió las ideas de Erasmo argumentando que eran
el resultado de un trabajo limpio y de una mente
superior.

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Pero la situación no podía
durar: Lutero empezó pronto a presionar a Erasmo para que
éste se presentara como la cara visible de
los reformistas, a lo que el holandés se negó
completamente. Por su parte, el Papa también presionaba a
Erasmo para que atacara a los protestantes. La negativa de
trabajar para uno u otro bando fue interpretada por ambos como
cobardía y deslealtad. La Iglesia lo acusó con una
frase célebre: "Usted puso el huevo y Lutero lo
empolló", a lo que el teólogo respondió con
la no menos conocida ironía: "Sí, pero yo esperaba
un pollo de otra clase".

Sin que lo quisiera, el apoyo de Erasmo al
desarrollo del Luteranismo tuvo en la religión un
efecto contrario al que él deseaba. El
protestantismo daba un gran impulso al interés y
compromiso personal de los fieles en la religión. Pero
Erasmo siempre había luchado por cambiar los abusos que
los católicos hacían de las ideas cristianas, pero
no las ideas mismas. Él afirmaba que la reforma
podía hacerse perfectamente sin recurrir a cambios
doctrinales. Sólo dos veces en su vida permitió que
se lo involucrara en polémicas sobre asuntos de doctrina,
ya que las consideraba ajenas a la verdadera tarea de su vida.
Con el ansia de verdad científica que guiaba su obra, poco
después analiza los argumentos contrarios de
católicos y protestantes y termina concluyendo que ambas
posturas contienen partes de verdad.

Erasmo pasó los últimos
años de su vida acosado tanto por católicos como
por reformadores. Esos tiempos fueron amargados por
duras disputas con hombres a los que Erasmo había querido
y respetado en el pasado pero que no le perdonaron el hecho de no
haber querido tomar partido e intentaban desprestigiarlo en su
ancianidad.

La ciudad suiza de Basilea, donde
residía Erasmo, se adhirió oficialmente en 1529 a
la Reforma, por lo que el sabio se alejó de
allí y estableció su residencia en la ciudad
imperial de Friburgo. La poblaban muchos católicos, y
parece ser que resultó más fácil para Erasmo
mantener su independencia intelectual allí que en
Basilea.

La última obra del pensador,
titulada "Preparación para la muerte", asegura que haber
llevado una vida íntegra, proba, honesta es
la única condición para alcanzar una "muerte
feliz". Por motivos indescifrables, Erasmo se
desplazó poco después de la
publicación de este libro a la ciudad de
Basilea una vez más. Hacía seis años que
había partido, y de inmediato se acopló a la
perfección con un grupo de estudiosos (anteriormente
católicos) que ahora analizaban detalladamente la doctrina
luterana. Fue ésta la última ruptura con el
catolicismo, que Erasmo mantendría hasta el fin.
Murió en Basilea en el año 1536. El lema de toda su
vida fue: "Cuando tengo un poco de dinero, me compro libros. Si
sobra algo, me compro ropa y comida".

Algunos historiadores han afirmado que Erasmo
poseía un acentuado criterio humanista y que fue el primer
intelectual que estudió la Biblia con un enfoque
crítico, es decir, bajo cualquier prisma que no fuera el
de considerarla un texto revelado. Sin embargo, no parece que
esta alegación sea cierta de Erasmo de Rotterdam sino
más bien de algunos de sus admiradores
posteriores.

Tal como Erasmo se vio envuelto en una controversia
religiosa sin desearlo, que se inflamó cuando los
protestantes usaron su "Nuevo Testamento" traducido a las lenguas
vernáculas para hacer que el público lector
percibiera con claridad el censurable comportamiento
del clero (a la luz comparativa de los principios
rezumantes de los evangelios y de las cartas apostólicas
que ahora toda persona común podía
leer), es posible, igualmente, que las ideas librepensadoras de
él indujeran en algunos de sus seguidores el fuerte deseo
de poner en entredicho no sólo las doctrinas
eclesiásticas sino también el contenido de la
propia Biblia. Esto último, ajeno al pensamiento de
Erasmo, fue un resultado colateral indeseable producido por el
librepensamiento llevado a extremos; y, posteriormente, semejante
extremismo conduciría a la denominada "alta
crítica".

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Alta
crítica.

Según una nota de la página 38 del libro
"La Biblia… ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?",
editado por la Sociedad Watchtower en 1989: «La "Alta
crítica" (o "el método
histórico-crítico") es una expresión que se
usa para describir el estudio de la Biblia con el fin de
averiguar detalles como quién escribió cada libro,
de qué fuente vino la información y cuándo
fue compuesto».

Es curioso que la "alta crítica" surgiera
prácticamente en el seno del protestantismo, puesto que
precisamente el movimiento protestante se amparó en la
autoridad de la Biblia (usando especialmente la traducción
de Erasmo de Rotterdam) para denunciar y oponerse a los desmanes
del clero católico. El libro antes citado
("¿Palabra de Dios o del hombre?"), en su página
31, párrafo 14, señala: «Después de la
rebelión protestante contra el poder católico
romano en el siglo XVI, la misma Iglesia Católica Romana
se vio obligada a producir traducciones de la Biblia
en las lenguas comunes de Europa. Pero aun entonces la
Biblia se asoció más con el
protestantismo que con el catolicismo. Como escribió el
sacerdote católico romano Edward J. Ciuba:
"Hay que reconocer honradamente que una de las consecuencias
más trágicas de la Reforma protestante fue que los
fieles católicos descuidaron la Biblia. Aunque nunca fue
olvidada por completo, para la mayoría de ellos la Biblia
era un libro cerrado"»

A continuación, en los
párrafos inmediatos siguientes, el mismo libro prosigue:
«Pero las iglesias protestantes no
están sin culpa en lo que respecta a oponerse a la Biblia.
Con el transcurso de los años ciertos eruditos
protestantes lanzaron otra clase de ataque contra la Biblia: un
ataque intelectual. Durante los siglos XVIII y XIX desarrollaron
un método de estudiar la Biblia conocido como la alta
crítica
. Sus exponentes enseñaban que gran
parte de la Biblia se componía de leyenda y mito. Algunos
hasta dijeron que Jesús nunca había existido. En
vez de decir que la Biblia era la Palabra de Dios, aquellos
eruditos protestantes decían que era la palabra del
hombre, y, además, una palabra muy confusa.

Aunque ya no se creen las más extremas de
aquellas ideas, en algunos seminarios todavía se
enseña la alta crítica, y no es raro
oír a clérigos protestantes negar en público
la veracidad de grandes porciones de la Biblia. Así, en un
periódico australiano se citaron las palabras de un
clérigo anglicano que dijo que gran parte del contenido de
la Biblia "sencillamente es incorrecto. Parte de la historia es
incorrecta. Es obvio que algunos de los detalles han sido
falsificados". Esa manera de pensar es el resultado de la alta
crítica».

En las páginas 37-54,
continúa, en parte:

«Considere la acusación común de que
la Biblia es sólo una colección de mitos y
leyendas. ¿Tienen base sólida para tal
crítica los adversarios de la Biblia? Para empezar,
examinemos las Escrituras Hebreas, el llamado Antiguo
Testamento.

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A medida que uno lee la Biblia, nota que sus
enseñanzas están enlazadas sólidamente con
la historia. Los mandatos de Dios se dan a un pueblo
histórico, y él trata con hombres, mujeres,
familias y naciones de la vida real. Los eruditos
modernos que ponen en duda la historicidad de la
Biblia ponen en duda también la importancia y la veracidad
de su mensaje. Si la Biblia es realmente la Palabra de Dios,
entonces la historia que contiene debe ser digna de confianza y
no tener simplemente leyendas y mitos. ¿Tienen dichos
críticos razones para desafiar la veracidad
histórica de la Biblia?

La alta crítica de la Biblia empezó con
ahínco durante los siglos XVIII y XIX. En la mitad
posterior del siglo XIX el crítico alemán de la
Biblia llamado Julius Wellhausen popularizó la
teoría de que los primeros seis libros de la Biblia, entre
ellos Josué, se habían escrito en el siglo V antes
de la EC… unos mil años después de los sucesos
descritos en ellos. No obstante, admitió que parte de su
contenido se había escrito antes. Esta teoría se
imprimió en la undécima edición de la
Encyclopædia Britannica, publicada en 1911, que
explicó: "Génesis es una obra de un tiempo
posterior al exilio, compuesta de una fuente sacerdotal de ese
tiempo (P) y fuentes anteriores no sacerdotales que difieren
notablemente de P en lenguaje, estilo y punto de vista
religioso".

De toda la historia registrada en la parte inicial de
las Escrituras Hebreas, Wellhausen y sus seguidores decían
que "no [era] historia literal, sino tradiciones populares del
pasado". Para ellos, los primeros relatos eran sólo un
reflejo de la historia posterior de Israel. Por ejemplo,
decían que en realidad no hubo enemistad entre Jacob y
Esaú, sino que aquello reflejó la enemistad que en
tiempos posteriores hubo entre las naciones de Israel y
Edom.

Así pues, aquellos críticos
creían que a Moisés nunca se le mandó hacer
el arca del pacto, y en su opinión nunca
había existido el tabernáculo, que fue el centro de
la adoración israelita en el desierto. También
creían que la autoridad del sacerdocio aarónico se
estableció de lleno unos cuantos años antes de la
destrucción de Jerusalén por los babilonios, lo que
los críticos creían que había ocurrido a
principios del siglo VI antes de la EC.

¿Qué "prueba" tenían
para esas ideas? Los de la alta crítica alegan que pueden
dividir el texto de los primeros libros de la Biblia
en unos cuantos documentos diferentes. Uno de sus principios
básicos es suponer que, por lo general, cualquier
versículo bíblico que usa la palabra hebrea para
Dios ("Elo·hím) por sí sola provino de un
escritor en particular, mientras que cualquier versículo
que se refiera a Dios por su nombre, Jehová, tuvo que
haberlo escrito otro… como si un solo escritor no pudiera haber
usado ambos términos.

El que un acontecimiento se haya registrado
más de una vez en un libro se toma
también como prueba de que hubo más de un escritor
implicado, aunque en la literatura semítica antigua hay
ejemplos semejantes de repetición. Además, se
supone que cualquier cambio de estilo significa un cambio de
escritor. Sin embargo, hasta los escritores de hoy día
suelen emplear estilos diferentes en diversas etapas de sus
carreras, o cuando tratan materia diferente.

¿Hay prueba verdadera para esas
teorías? De ninguna manera. Cierto
comentarista señaló: "La crítica, hasta en
su mejor expresión, es especulativa e implica tanteo, algo
siempre susceptible a modificación o a ser refutado y
reemplazado por otra idea. Es un ejercicio intelectual, sujeto a
todas las dudas y suposiciones que son parte inseparable de tales
ejercicios". Especialmente es "especulativa e implica tanteo", en
sumo grado, la alta crítica de la Biblia.

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Gleason L. Archer, hijo, muestra otro fallo
en el razonamiento de la alta crítica. Dice
que la dificultad está en que "la escuela de
Wellhausen empezó con la suposición pura (que
difícilmente se han molestado en demostrar) de
que la religión de Israel era sólo de origen
humano como cualquier otra, y que tenía que ser explicada
como un simple producto de la evolución". En otras
palabras, Wellhausen y sus seguidores comenzaron por suponer que
la Biblia era sólo palabra del hombre, y en eso basaron
sus razonamientos.

Allá en 1909 la obra de consulta
judía "The Jewish Encyclopedia" señaló otros
dos puntos débiles de la teoría de
Wellhausen: "Los argumentos por los cuales Wellhausen casi se ha
ganado por completo a todo el cuerpo de críticos
contemporáneos de la Biblia se fundan en dos suposiciones:
en primer lugar, que el ritual se complica a medida que la
religión se desarrolla; en segundo lugar, que las fuentes
más antiguas necesariamente tratan las etapas más
primitivas del desarrollo ritual. La primera suposición va
contra la prueba procedente de culturas primitivas, y la
última no tiene apoyo de la prueba que viene de
códigos rituales como los de la India".

¿Hay alguna manera de someter a prueba la alta
crítica para ver si sus teorías son correctas o no?
"The Jewish Encyclopedia" pasó a decir: "Los puntos de
vista de Wellhausen se basan casi exclusivamente en
análisis literal, y tendrán que ser complementados
por un examen desde el punto de vista de la arqueología
institucional". A medida que pasaron los años,
¿tendió la arqueología a confirmar las
teorías de Wellhausen? "The New Encyclopædia
Britannica" contesta: "La crítica arqueológica ha
tendido a comprobar que los detalles históricos
típicos de hasta los períodos más antiguos
[de la historia bíblica] son confiables, y a desestimar la
teoría de que los relatos del Pentateuco [los registros
históricos de los primeros libros de la Biblia] son
simplemente el reflejo de un período muy
posterior".

En vista del débil apoyo con que cuenta la alta
crítica, ¿por qué es tan popular entre los
intelectuales de hoy? Porque les dice lo que quieren oír.
Cierto erudito del siglo XIX explicó: "Personalmente
acogí mejor este libro de Wellhausen que casi todos los
demás; pues me pareció que al fin el problema
apremiante de la historia del Antiguo Testamento se había
resuelto en conformidad con el principio de la evolución
humana, que me veo obligado a aplicar a la historia de toda
religión". Está claro que la alta crítica
concordaba con sus prejuicios de evolucionista. Y en
realidad ambas teorías tienen un propósito similar.
Tal como si se acepta la evolución no hay que
creer en la existencia de un Creador, así el aceptar la
alta crítica de Wellhausen significa no tener
que creer que la Biblia fue inspirada por Dios.

En [el] siglo XX de tendencia racionalista,
el suponer que la Biblia no es palabra de Dios, sino del
hombre, les [pareció] plausible a los intelectuales.
A ellos se les hace mucho más fácil creer que las
profecías se escribieron después del tiempo de su
cumplimiento que aceptarlas como genuinas. Prefieren explicar
como mitos, leyendas o cuentos populares los relatos
bíblicos de milagros, más bien que considerar la
posibilidad de que realmente sucedieran. Pero ese punto de vista
manifiesta prejuicio y no da razón sólida para
rechazar la veracidad de la Biblia. La alta crítica tiene
fallos serios, y su ataque contra la Biblia no ha podido
demostrar que la Biblia no sea la Palabra de Dios.

¿Tiene apoyo arqueológico la Biblia? Como
campo de estudio la arqueología tiene un fundamento mucho
más sólido que el de la alta crítica. De
muchas maneras los arqueólogos que excavan entre los
vestigios de civilizaciones pasadas han aumentado nuestro
entendimiento de cómo era la vida en tiempos antiguos. Por
eso no sorprende que muchas veces el registro arqueológico
armonice con lo que leemos en la Biblia. A veces la
arqueología hasta ha mostrado que la Biblia tiene
razón y sus críticos no.

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Por ejemplo, según el libro de Daniel, el
último gobernante de Babilonia antes de su caída en
manos de los persas se llamó Belsasar (Daniel 5:1-30).
Puesto que fuera de la Biblia no había ninguna
mención de Belsasar, se levantó la acusación
de que la Biblia estaba equivocada y que aquel hombre nunca
había existido. Pero durante el siglo XIX se descubrieron
en unas ruinas del sur de Irak varios cilindros pequeños
con inscripciones en grafía cuneiforme. Se halló
que contenían una oración por la salud del hijo
mayor de Nabonido, el rey de Babilonia. ¿Cómo se
llamaba este hijo? Belsasar.

¡Así que había existido
un Belsasar! Pero ¿era rey cuando Babilonia
cayó? La mayoría de los documentos que se hallaron
más tarde lo llamaban el hijo del rey, el príncipe
heredero. Pero un documento cuneiforme descrito como el "Relato
en versículos de Nabonido" arrojó más luz
sobre la verdadera posición que ocupaba Belsasar.
Informó: "Él [Nabonido] confió el
"Campamento" a su (hijo) mayor, el primogénito,
ordenó que estuvieran bajo su (mando) las tropas de todas
partes del país. Lo cedió (todo), confió el
reinado a él". De modo que a Belsasar se le encargó
el reinado. ¡Para todos los fines, eso de seguro lo
hacía rey! Esta relación entre Belsasar y su padre,
Nabonido, explica por qué, durante aquel último
banquete en Babilonia, Belsasar dijo que haría a Daniel el
tercer gobernante del reino (Daniel 5: 16). Puesto
que Nabonido era el primer gobernante, Belsasar mismo era
sólo el segundo gobernante de
Babilonia.

Sí, muchos descubrimientos
arqueológicos han demostrado la exactitud histórica
de la Biblia. Por ejemplo, la Biblia informa que
después que el rey Salomón hubo recibido de David
su padre el reinado, Israel disfrutó de gran prosperidad.
Leemos: "Judá e Israel eran muchos, como los granos de
arena que están junto al mar por su multitud, y
comían y bebían y se regocijaban" (1 Reyes 4:20).
En apoyo de esta declaración, leemos: "La evidencia
arqueológica revela que hubo una explosión
demográfica en Judá durante el siglo X antes de
J.C. y después, cuando la paz y prosperidad que trajo
David hizo posible la edificación de muchos pueblos
nuevos".

Algún tiempo después, de una sola
nación se desarrollaron dos —Israel y
Judá—, e Israel conquistó el vecino
país de Moab. En la ocasión de una rebelión
de Moab bajo el rey Mesá, Israel formó una alianza
con Judá y el vecino reino de Edom para guerrear contra
Moab (2 Reyes 3:4-27). Un hecho extraordinario es que en 1868, en
Jordania, se descubrió una estela (una losa con
inscripciones) que contenía en lenguaje moabita el propio
relato de Mesá sobre aquel conflicto.

Después, en 740 antes de la EC, Dios
permitió que el rebelde reino norteño,
Israel, fuera destruido por los asirios (2 Reyes
17:6-18). Sobre el relato bíblico de este suceso la
arqueóloga Kathleen Kenyon dice: "Pudiera sospecharse que
parte de esto es hipérbole". Pero ¿es así?
Ella añade: "La evidencia arqueológica de la
caída del reino de Israel es casi más
gráfica que la del registro bíblico. […] El
arrasamiento completo de los pueblos israelitas de Samaria y
Hazor y la acompañante destrucción de
Meguidó es la prueba arqueológica real de que el
escritor [bíblico] no exageró".

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La Biblia nos dice que, más tarde
todavía, los babilonios sitiaron
Jerusalén, donde reinaba Joaquín, y la derrotaron.
Hay un relato de este suceso en la Crónica de Babilonia,
una tablilla con escritura cuneiforme descubierta por los
arqueólogos. En esa crónica leemos: "El rey de
Akkad [Babilonia] […] puso sitio a la ciudad de Judá
(iahudu) y el rey tomó la ciudad el segundo día del
mes de Addaru". Joaquín fue llevado a Babilonia y puesto
en prisión. Pero la Biblia indica que algún tiempo
después lo pusieron en libertad y recibió una
porción designada de alimento (2 Reyes 24:8-15;
25:27-30). Hasta esto tiene el apoyo de documentos
administrativos hallados en Babilonia, que indican las
raciones que se dieron a "Yaukín, rey de
Judá".

Respecto a la relación entre la
arqueología y los relatos históricos de la Biblia,
el profesor David Noel Freedman observó: "Sin
embargo, en general la arqueología ha tendido a apoyar la
validez histórica de la narración bíblica.
El amplio esquema cronológico desde los patriarcas hasta
los tiempos del N[uevo] T[estamento] está en
correlación con los datos arqueológicos. […]
Descubrimientos futuros probablemente sostengan la actual postura
moderada de que la tradición bíblica tiene
raíces históricas y ha sido transmitida fielmente,
aunque no sea historia en el sentido crítico o
científico".

Entonces, respecto a los esfuerzos de los
representantes de la alta crítica por restar
crédito a la Biblia, dice: "Las
reconstrucciones de la historia bíblica que han intentado
efectuar eruditos modernos — por ejemplo, el punto de vista
de Wellhausen de que la edad patriarcal era un reflejo de la
monarquía dividida; o el rechazamiento de la historicidad
de Moisés y del éxodo y la consiguiente
reorganización de la historia israelita por Noth y sus
seguidores— no han sobrevivido a los hechos
arqueológicos con tan buen éxito como la
narración bíblica".

Las limitaciones de la arqueología
[deben ser tenidas en cuenta]. Los arqueólogos mismos
reconocen que su ciencia tiene limitaciones. Por
ejemplo, Yohanan Aharoni explica: "En lo que se refiere a
interpretación histórica o
histórico-geográfica, el arqueólogo sale del
ámbito de las ciencias exactas y tiene que confiar en
apreciaciones e hipótesis para llegar a un cuadro
histórico amplio". En cuanto a las fechas asignadas a
diversos descubrimientos, añade: "Siempre debemos
recordar, por lo tanto, que no todas las fechas son absolutas, y
que son sospechosas en diversos grados", aunque cree que los
arqueólogos de hoy día pueden confiar más en
las fechas que asignan que los arqueólogos del
pasado.

"The World of the Old Testament" (El mundo del Antiguo
Testamento) hace la pregunta: "¿Cuán objetivo o
verdaderamente científico es el método
arqueológico?". Contesta: "Los arqueólogos son
más objetivos cuando desentierran los hechos que cuando
los interpretan. Pero sus presuposiciones humanas afectan
también los métodos que usan al excavar. No pueden
evitar la destrucción de sus pruebas mientras excavan en
las capas de la tierra, y por eso nunca pueden someter a prueba
su "experimento" repitiéndolo. Esto hace que la
arqueología sea singular entre las ciencias.
Además, hace que el informar sobre asuntos
arqueológicos exija mucho cuidado y esté lleno de
escollos".

Se ve, pues, que la arqueología
puede ser muy útil, pero que también es falible,
como cualquier esfuerzo humano. Aunque consideramos
con interés las teorías arqueológicas, nunca
debemos verlas como verdad indiscutible. Si los
arqueólogos interpretan sus hallazgos de modo que parezcan
contradecir la Biblia, no se debe suponer automáticamente
que la Biblia esté equivocada y que los arqueólogos
tengan razón.

Se ha sabido que las interpretaciones
arqueológicas han cambiado.

Es interesante que en 1981 el profesor John J. Bimson
reexaminó la destrucción de Jericó.
Estudió cuidadosamente la destrucción por fuego de
Jericó que, según Kathleen Kenyon, ocurrió a
mediados del siglo XVI antes de la EC. Según él,
aquella destrucción no sólo armonizaba con el
relato bíblico de Josué sobre la destrucción
de la ciudad; el cuadro arqueológico de Canaán en
conjunto también encajaba perfectamente con la
descripción bíblica de Canaán cuando los
israelitas la invadieron. Por consiguiente, sugiere que la fecha
arqueológica que se ha dado está
equivocada, y propone que dicha destrucción realmente tuvo
lugar a mediados del siglo XV antes de la EC,
durante la vida de Josué.

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Esto ilustra que muchas veces los
arqueólogos difieren entre sí. Por eso, no
sorprende que algunos no concuerden con la Biblia,
pero otros sí. No obstante, entre los eruditos crece el
respeto a la historicidad de la Biblia en general, si es que no
en todo detalle. William Foxwell Albright representó la
opinión de un grupo cuando escribió: "Generalmente
se ha regresado a un aprecio de la exactitud de la historia
religiosa de Israel, tanto en general como respecto a detalles de
los hechos. […] En resumen, de nuevo podemos ver que desde el
principio hasta el fin la Biblia es un documento auténtico
de historia religiosa".

En realidad la Biblia muestra en sí
misma que es historia exacta. Los sucesos se enlazan con
tiempos y fechas específicos, a diferencia de
los sucesos de la mayoría de los mitos y leyendas
antiguos. Muchos sucesos bíblicos tienen el apoyo de
inscripciones que datan de los tiempos correspondientes. Cuando
hay una diferencia entre la Biblia y alguna inscripción
antigua, la discrepancia frecuentemente se puede atribuir a la
aversión de los gobernantes de la antigüedad a llevar
registro de sus propias derrotas, y a su deseo de exagerar sus
éxitos.

En efecto, muchas de aquellas inscripciones
antiguas tienen menos de historia que de propaganda
oficial. En contraste, los escritores de la Biblia
despliegan una franqueza excepcional. Se revela a personas
prominentes de la antigüedad —como a Moisés y
Aarón— con todas sus debilidades y virtudes. Hasta
las flaquezas del gran rey David se revelan honradamente. Las
faltas de la nación en conjunto se exponen vez tras vez.
La franqueza que así se manifiesta sostiene la veracidad y
fiabilidad de las Escrituras Hebreas y da peso a estas palabras
de Jesús al orar a Dios: "Tu palabra es la verdad" (Juan
17:17).

Albright pasó a decir: "De todos
modos, por su contenido la Biblia se eleva por encima de toda
literatura religiosa anterior; y del mismo
impresionante modo se eleva sobre toda literatura posterior por
la sencillez directa de su mensaje y la universalidad de su
atractivo para hombres de todos los países y
épocas". Es este "mensaje elevado", más bien que el
testimonio de eruditos, lo que demuestra la inspiración de
la Biblia […]. Pero señalemos aquí que los
pensadores racionalistas modernos no han podido probar que las
Escrituras Hebreas no sean historia verdadera, mientras que estos
escritos mismos dan toda prueba de ser exactos […].

[…] Hoy día la mayoría de los
intelectuales tienden a ser racionalistas. Según el
diccionario, el racionalismo es un "sistema filosófico,
que funda sobre la sola razón las creencias religiosas".
Los racionalistas tratan de explicarlo todo en términos
humanos más bien que tomar en cuenta la posibilidad de que
Dios haya intervenido.

[…] "La arqueología ni prueba ni refuta la
Biblia en términos concluyentes; más bien, tiene
otras funciones, de considerable importancia. En cierto grado
recobra el mundo material que se da por supuesto en la Biblia.
Por ejemplo, el saber de qué material se construyó
una casa, o la apariencia de un "lugar alto", hace que
comprendamos mucho mejor el texto. En segundo lugar, rellena el
registro histórico. Por ejemplo, la Estela Moabita da el
otro lado de la historia de 2 Reyes 3:4 y versículos
siguientes […] En tercer lugar, revela la vida y el pensar de
los vecinos del Israel de la antigüedad… lo que en
sí mismo es interesante e ilumina el mundo de ideas en el
cual se desarrolló el pensamiento del Israel
antiguo."—Ebla—A Revelation in
Archaeology (Ebla… una revelación
arqueológica)».

El evangelio lucasiano, cuando expone la
genealogía de Jesucristo, no hace otra cosa que sintonizar
en gran medida con las genealogías del Génesis
respecto a todos aquellos ancestros mesiánicos que
también eran antepasados de Jacob, el hijo de Isaac. Por
consiguiente, podemos decir que Lucas bebió de la misma
fuente genealógica que el Génesis en este sentido
particular (ver Nota a continuación). Ahora bien,
¿tiene, dicha fuente primigenia (en su restringido reflejo
sobre el Génesis), detractores
contemporáneos?

Sí, en efecto: La Alta
Crítica moderna, como hemos visto, pues al
cuestionar tercamente la autenticidad del denominado "Antiguo
Testamento" (Sagradas Escrituras Hebreas) también ha
puesto bajo ataque la reputación del Génesis y de
sus listas genealógicas. Sin embargo, al haber quedado
como falsa acusadora, lo que más bien ha hecho (a pesar
suyo) es otorgar ante el investigador imparcial mayor fiabilidad
al relato sagrado y a sus pasajes genealógicos.

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NOTA:

La revista LA ATALAYA del 1-9-1978, página 13,
dice que hay cuatro listas principales de la línea de
descendencia de Cristo; tres de ellas comienzan con Adán,
y aparecen en la Biblia en los siguientes lugares: (1)
Génesis y Rut; (2) en los capítulos 1-3 de 1
Crónicas; (3) en el capítulo 1 de Mateo; y (4) en
el capítulo 3 de Lucas (Lucas en efecto retrocede desde
Jesús hasta Adán).

En el capítulo 5 del Génesis se lee:
« Éste es el libro de la historia de Adán .
En el día que Dios creó a Adán, lo
hizo a la semejanza de Dios. Macho y hembra los
creó. Después los bendijo, y por nombre los
llamó Hombre en el día que fueron
creados. Y Adán siguió viviendo ciento treinta
años. Entonces llegó a ser padre de un hijo a
su semejanza, a su imagen, y lo llamó por
nombre Set . Y los días de Adán después de
engendrar a Set llegaron a ser ochocientos
años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e
hijas. De modo que todos los días de Adán que
él vivió ascendieron a novecientos treinta
años, y murió. Y Set siguió viviendo ciento
cinco años. Entonces llegó a ser padre
de Enós . Y después de engendrar a Enós, Set
continuó viviendo ochocientos siete años.
Entretanto, llegó a ser padre de hijos e
hijas. De modo que todos los días de Set ascendieron a
novecientos doce años, y murió. Y
Enós siguió viviendo noventa años. Entonces
llegó a ser padre de Quenán . Y después de
engendrar a Quenán, Enós
continuó viviendo ochocientos quince años.
Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas. De modo
que todos los días de Enós ascendieron
a novecientos cinco años, y murió. Y Quenán
siguió viviendo setenta años. Entonces
llegó a ser padre de Mahalalel . Y después de
engendrar a Mahalalel, Quenán continuó viviendo
ochocientos cuarenta años. Entretanto,
llegó a ser padre de hijos e hijas. De modo que todos los
días de Quenán ascendieron a novecientos diez
años, y murió. Y Mahalalel siguió viviendo
sesenta y cinco años. Entonces llegó a ser
padre de Jared . Y después de engendrar a Jared,
Mahalalel continuó viviendo ochocientos treinta
años. Entretanto, llegó a ser padre de
hijos e hijas. De modo que todos los días de Mahalalel
ascendieron a ochocientos noventa y cinco
años, y murió. Y Jared siguió viviendo
ciento sesenta y dos años. Entonces llegó a ser
padre de Enoc. Y después de engendrar a Enoc
, Jared continuó viviendo ochocientos años.
Entretanto, llegó a ser padre de hijos e
hijas. De modo que todos los días de Jared ascendieron a
novecientos sesenta y dos años, y murió. Y
Enoc siguió viviendo sesenta y cinco
años. Entonces llegó a ser padre de
Matusalén . Y después de engendrar a
Matusalén, Enoc siguió andando con el Dios
[verdadero] trescientos años. Entretanto, llegó a
ser padre de hijos e hijas. De modo que todos los días de
Enoc ascendieron a trescientos sesenta y cinco años. Y
Enoc siguió andando con el Dios [verdadero].
Entonces no fue más, porque Dios lo tomó. Y
Matusalén siguió viviendo ciento
ochenta y siete años. Entonces llegó a
ser padre de Lamec. Y después de engendrar a Lamec,
Matusalén continuó viviendo
setecientos ochenta y dos años. Entretanto, llegó a
ser padre de hijos e hijas. De modo que todos los días de
Matusalén ascendieron a novecientos sesenta y nueve
años, y murió. Y Lamec siguió viviendo
ciento ochenta y dos años. Entonces llegó a ser
padre de un hijo. Y procedió a llamarlo por nombre
Noé, diciendo: "Éste nos traerá consuelo
[aliviándonos] de nuestro trabajo y del dolor de nuestras
manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido". Y
después de engendrar a Noé, Lamec continuó
viviendo quinientos noventa y cinco años. Entretanto,
llegó a ser padre de hijos e hijas. De modo que todos los
días de Lamec ascendieron a setecientos setenta y siete
años, y murió. Y Noé llegó a tener
quinientos años de edad. Después Noé
llegó a ser padre de Sem, Cam y Jafet»
(Génesis 5: 1-32).

Genealogía
del Génesis.

A lo largo de este artículo nos hemos ido
aproximando al aspecto que más nos interesa en cuanto a
las genealogías, a saber, la que aparece en el
capítulo 5 del Génesis; y a la vez hemos ido
aportando datos que favorecían la credibilidad
histórica de todas estas genealogías.
¿Qué reputación final habría que
otorgar a dicha información genealógica
después de examinar el peso argumental de la
crítica efectuada por sus detractores y de las pruebas
aportadas por sus defensores?

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La pregunta ha sido contestada en
gran medida, pero todavía sería
conveniente apostillar un poco más en cuanto
a la veracidad del Génesis y de sus listas
genealógicas (especialmente la línea de
descendientes de Adán que aparece en el
capítulo 5). A este respecto, el tomo 2 del libro
PERSPICACIA, página 417, dice: «Moisés fue el
escritor del Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia:
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio. Durante toda su historia los judíos han
reconocido a Moisés como el escritor de esos libros,
sección de la Biblia que llaman la Torá o la Ley.
Jesús y los escritores cristianos atribuyen frecuentemente
la Ley [o Torá] a Moisés».

El libro TODA ESCRITURA ES INSPIRADA DE
DIOS Y PROVECHOSA, editado por la Sociedad
Watchtower en 1990, páginas 13 y 14,
párrafos 2 a 8, explica: «"Génesis" significa
"Origen; Nacimiento", y el nombre se tomó de la
traducción Septuaginta (o Versión de los Setenta)
griega del libro. En los manuscritos hebreos, el título
consiste en la palabra inicial,
Bere'·schíth, "en el principio" (griego: en
ar·kjéi). Génesis es el primer libro del
Pentateuco (la forma española de una palabra griega que
significa "cinco rollos" o "volumen en cinco partes").
Evidentemente éste era al principio un solo libro llamado
la Tora (Ley) o "el libro de la la ley de Moisés", pero
más tarde fue dividido en los cinco rollos para manejarlo
con mayor facilidad.

Jehová Dios es el Autor de la
Biblia, pero inspiró a Moisés para que escribiera
el libro de Génesis.

¿De dónde obtuvo Moisés la
información que puso en Génesis? Parte de
ésta pudiera haberla recibido directamente mediante
revelación divina, y otra parte, bajo la dirección
del espíritu santo, mediante transmisión oral.
También es posible que Moisés poseyera documentos
escritos que hubieran conservado sus antepasados como registros
preciosos y valiosos de los orígenes de la
humanidad.

Posiblemente fue en el desierto de Sinaí en 1513
antes de la EC donde Moisés, bajo inspiración,
terminó de escribirlo. ¿De dónde obtuvo
Moisés la información para la última parte
de Génesis? Dado que su bisabuelo Leví era medio
hermano de José, esos detalles se conocerían con
exactitud dentro de su propia familia. La vida de Leví
quizás haya traslapado la del padre de Moisés,
Amram. Además, de nuevo el espíritu de
Jehová garantizaría que se registrara correctamente
esta porción de las Escrituras.

No hay duda sobre quién
escribió Génesis. "El libro de la ley de
Moisés" y referencias como ésa a los
primeros cinco libros de la Biblia, de los cuales
Génesis es uno, se hallan a menudo desde los tiempos del
sucesor de Moisés, Josué, en adelante.
De hecho, hay unas 200 referencias a Moisés en 27 de los
libros posteriores de la Biblia. El que
Moisés fuera el escritor nunca ha sido puesto en tela de
juicio por los judíos. Las Escrituras Griegas Cristianas
con frecuencia hacen mención de Moisés como el
escritor de "la ley", y el testimonio supremo es el de
Jesucristo. Moisés escribió por mandato directo de
Jehová y bajo Su inspiración.

Algunos escépticos han preguntado:
Pero ¿cómo pudieran haber escrito Moisés y
sus predecesores?

¿No fue la escritura un logro humano posterior?
Evidentemente la escritura tuvo su comienzo en los
albores de la historia humana, quizás antes
del Diluvio de los días de Noé, que ocurrió
en 2370 antes de la EC.

¿Hay alguna prueba de que el hombre pudiera
escribir en aquellos tiempos remotos? Aunque es cierto que
unos arqueólogos han asignado fechas anteriores a
2370 antes de la EC a ciertas tablillas de arcilla halladas en
excavaciones, tales fechas son simples conjeturas. Sin embargo,
debe tenerse en cuenta que la Biblia indica claramente que la
construcción de ciudades, el desarrollo de instrumentos
musicales y la forja de herramientas de metal comenzaron mucho
antes del Diluvio. Por lo tanto, es razonable pensar que a los
hombres no se les haya hecho difícil desarrollar un
método de escritura.

En muchos otros aspectos Génesis ha
resultado ser asombrosamente consecuente con los hechos
comprobados. Sólo Génesis da un relato
verdadero y basado en hechos sobre el Diluvio y sus
sobrevivientes, aunque se hallan relatos de un diluvio y de
humanos que sobrevivieron (en muchos casos a causa de haber sido
conservados con vida en una embarcación) en las leyendas
de muchas ramas de la familia humana. El relato de Génesis
también sitúa los comienzos de las moradas de las
diferentes ramas de la humanidad, que se derivan de los tres
hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. El Dr. Melvin G. Kyle, del
Seminario Teológico de Xenia, Misuri, EUA, dice: "El que
de un punto central, en algún lugar de Mesopotamia, la
rama camítica de la raza emigró hacia el sudoeste,
la rama jafética hacia el noroeste y la rama
semítica "hacia el este" a la "tierra de
Sinar" es indisputable".

La autenticidad de Génesis como parte del
registro divino se muestra además por su armonía
interna, así como por su completa concordancia con el
resto de las Escrituras inspiradas. Su candor refleja a un
escritor que temía [desagradar] a Jehová y amaba la
verdad, y que escribió sin titubear tanto de los pecados
de la nación como de las personas prominentes de Israel.
Sobre todo, la exactitud inmutable con que se han cumplido sus
profecías […] marca a Génesis como un ejemplo
sobresaliente de un escrito inspirado por Jehová
Dios».

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Conclusión.

A la luz de las genealogías, y
especialmente de la línea ancestral aportada por el
capítulo 5 del Génesis, se hace
patente que existe una formidable discrepancia entre lo que la
antropología evolutiva entiende por hombre
primitivo y lo que la historia sagrada presenta como hombre
primigenio. No existe reconciliación posible
entre ambos conceptos, por lo que sólo cabe desprestigiar
uno en beneficio del otro; y por lo que hemos podido averiguar
(alimentación humana, alimentación animal,
dataciones antropométricas y genealogías
fundamentales o primigenias) la antropología evolutiva
ciertamente lleva todas las de perder.

Sin embargo, la referencia a la lista
genealógica del capítulo 5 del Génesis (que
podría aunarse a la que aparece en el
capítulo 11, versículos 10 a 32) suscita una nueva
clase de disyunción entre la antropología evolutiva
y la sagrada escritura. Se trata de visiones de la realidad
histórica pasada completamente diferentes, pues la
antropología evolutiva presenta a un hombre primitivo que
progresa desde el estado animalesco hacia el de criatura racional
(con todo lo que eso implica: aumento progresivo de la calidad
mental, social, física, estética, longeva,
etcétera) y el relato sagrado del
Génesis muestra un proceso degenerativo global que
afecta al ser humano desde sus comienzos hasta el presente
(mengua de la longevidad, riesgo aumentante de arruinar la
biosfera de la cual depende para su subsistencia, etc.); y en
todo ello es la diametralmente diferente forma de concebir
la evolución de la longevidad humana lo que
se destaca como una sima infranqueable entre ambos puntos
de vista.

Monografias.com

 

 

Autor:

Jesús Castro

Partes: 1, 2
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