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Historias y anécdotas de Venatore, el cazador (página 6)




Enviado por MANEL BATISTA



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Pude ver su automóvil estacionado en el lugar
donde siempre solía ponerle, con su leal chofer, un
guaraní de notable estatura, algo poco frecuente ya que
esta raza de nativos no suelen sobrepasar por regla general, del
metro sesenta y cinco de estatura. Dejé mi auto junto al
del capitán y saludé al chofer.

En el salón encontré al capitán
Daniel González, degustando un opíparo desayuno
nacional, que al verme me hizo señas para que me acercara
e invitarme a que compartiéramos mesa y desayuno. Para mis
propósitos, mejor imposible. Después de un buen
rato de charla, le conté como aquel que explica una
anécdota, la desaparición del señor
Tourán, naturalmente que no cité nombres ni
nacionalidades.

-¿Y me dice usted que este señor
desaparecido, según le confesó su esposa, no se ha
fugado con alguna jovencita?-.

-Pues no puedo asegurarle capitán, solo me baso
en lo relatado por la esposa. Esta pregunta ya se la
insinué, pero descartó esta posibilidad. Intuyo en
que ella piensa en que haya podido ser un rapto y ser un
rehén para pedir un rescate, tengo entendido que son gente
bien posicionada económicamente-.

-Vamos ver, ¿desea usted que abra una
investigación?-.

-Pues la verdad que no se, debería quizás
pedirle autorización a la esposa, ¿no le
parece?-.

-Hágalo y le prometo ocuparme de ello, y bien
sabe usted que en este pequeño país, la
policía se entera de todo-.

Yo sabía muy bien que significaba la referencia
del capitán González. La República del
Paraguay estaba presidida por el General Alfredo Ströessner,
precisamente descendiente de alemanes, y el sistema de gobierno
era el de una dictadura enmascarada de democracia, para ello en
su día se crearon dos partidos políticos, el blanco
y el colorado. De vez en cuanto se celebraban elecciones y cada
partido político presentaba sus candidatos, en uno de
ellos se presentaba el General, que como es de suponer era el que
ganaba siempre las elecciones, el otro partido quedaba en una
perenne oposición "Light". Carteros, taxistas, porteros,
vendedores de periódicos y de la polla, que es
como así se le llama a la lotería en aquel
país, eran todos ellos sin excepción confidentes de
la policía.

Me despedí de mi amigo el capitán y
regresé al consulado. Encargué a mi secretaria
Aline que se pusiera en contacto con madame Touran y la citara en
el consulado. Por la tarde me anunciaba la visita de
esta.

-La he pedido madame que viniera a verme por que cabe la
posibilidad de averiguar el posible paradero de su marido, pero
claro, necesito en primer lugar su autorización para ello,
y también que me autorice a facilitar el nombre y
apellidos de su esposo si fuera necesario-.

Ella asintió con la cabeza, estaba callada y muy
atenta. -¿Puede usted darme el nombre completo de su
esposo?-.

-Jean Louis Touran-, me dijo escuetamente.

-Recuerdo señora, que ayer mencionó que su
esposo era de origen alemán, ¿es
así?-.

-Si, ciertamente-.

-¿Recuerda usted o sabe usted cual era su nombre
antes de que ustedes se casaran y adoptar unos apellidos
distintos?-.

Miró al techo de la estancia, como si estuviera
ejercitando la memoria y poder recordar. –Creo que se
llamaba Erik von Esserdorf, pero no estoy muy segura, él
jamás habla de ello, ni de su familia-.

-¿Y sabe si participó en la
guerra?-.

-Si, en cierta ocasión me dijo que estuvo toda la
guerra en una oficina del ejército, en calidad de
archivero, creo-.

-¿Le consta si tenía algún tipo de
graduación durante esta época?-

-No se si era teniente, pero no me haga demasiado caso
señor cónsul, no he tenido nunca interés
alguno en el pasado de mi esposo-.

-Bien, voy a intentar unas discretas averiguaciones y la
tendré informada-.

-Gracias monsieur-, me dijo mientras se levantaba. La
acompañé hasta la puerta y se subió al coche
que había dejado estacionado en la puerta del
jardín. Me quedé mirándola mientras el auto
se alejaba calle abajo.

Por la tarde del mismo día, arreglé una
reunión con el capitán González en la propia
jefatura de policía. Le informé de cuanto pude
sacarle a madame Tourán, mientras el capitán iba
tomando unas notas de lo que le relataba. Una hora más
tarde nos despedíamos.

Una semana y media después, el capitán me
llamó por teléfono utilizando un tono que me
pareció oficial, puesto que en lugar de llamarme por mi
nombre como usualmente solía hacer, me llamaba
señor Cónsul, me invitó a que le visitara en
su oficina. Me sorprendió un poco el tono que empleaba,
puesto que era un hombre de carácter bastante jovial, pero
pensé que quizás tenía gente en su oficina y
deseaba dar una impresión formal.

El núcleo urbano de Asunción es
relativamente pequeño y permite desplazarse de un lugar a
otro a pié, otra cosa son los barrios residenciales o los
de las clases trabajadoras que se extienden alrededor del centro
pero en zonas opuestas. Nuestro consulado estaba situado a unas
pocas manzanas de la central de policía, aquella soleada
tarde opté por caminar, en la calle principal, llamada del
Libertador, había no menos de diez casas de cambio de
moneda que competían entre si para captar turistas que
quisieran cambiar sus dólares americanos por la moneda
autóctona que se llama guaraní, rivalizando en una
oferta de una mayor aplicación de cambio. Supe un tiempo
más tarde a mi llegada a este país, que los
dólares que las casas de cambio y bancos ingresaban, iban
a parar a las arcas del estado, estando prohibida la libre
circulación de esta deseada moneda, que era utilizada para
las operaciones mercantiles internacionales, al igual que muchos
otros países.

La calle principal estaba además repleta de
comercios de toda índole que ofrecen sus mercancía
mediante empleados que a pie de la puerta del establecimiento
intentaban captar a los clientes que pasan por sus
cercanías, provocando en ciertas ocasiones discusiones
más o menos acaloradas entre empleados de comercios
vecinos. Esta calle finalizaba en una gran plaza en la que
primaba una lujuriosa vegetación especialmente de
árboles tropicales de grañidísimas
dimensiones y belleza, en cuya sombra se sentaban en los bancos
públicos los nativos para tomar la bebida nacional
conocida por el tere-ré, que es el
homónimo al mate argentino.

En uno de los lados se halla el edificio presidencial,
una bella edificación de estilo colonial de considerables
dimensiones, que como es natural, está bien custodiado por
el ejército. En otro de los costados se halla el edificio
más alto del país, el Hotel Paraguay, construido y
regentado por un consorcio hotelero español, es una
construcción moderna de ocho plantas de altitud, de gran
confort y habitado por turistas, hombres de negocios y algunos
intermediarios mercantiles autóctonos en busca de alguna
comisión que les pueda caer por su
intervención.

Los paraguayos autóctonos tienen una
conversación bastante reducida; hablan del tiempo que va
hacer, de mujeres y de fútbol, su gran pasión y en
ocasiones del negocio fallido y que algún europeo o yankee
les ha frustrado. Son de carácter parsimonioso, mejor
dicho, lentos de reacción, a los europeos se nos mira con
cierto recelo, pues nos ven como los colonizadores y usurpadores
de sus bienes. La verdad es que los grandes terratenientes del
país son en su mayoría de origen europeo, gran
parte de ellos de raíz germánica y algunos de ellos
viven aislados del resto de la población, viven en
comunidades sectarias y religiosas, gobernándose por sus
propias reglas o leyes, los más conocidos son los
Amonitas, cuyas ancestrales costumbres les traslada al siglo
anterior sin evolucionar.

El capitán González me recibió en
una salita contigua a su oficina, me pareció que estaba
algo así como preocupado, su sonrisa afable de siempre
estaba casi ausente. Me invitó a sentarme y
carraspeó un poco, como si quisiera aclararse la voz,
finalmente después de los clásicos saludos, me
dijo:. –¿Conoce usted bien a esta familia
señor cónsul?-.

-Pues no, francamente no, solo puedo decirle lo que ya
el otro día le conté, y que la señora Touran
me había relatado, nada más-.

Intuí que algo no iba bien, el capitán
permanecía con el semblante serio y reservado.

-Tal y como usted me sugirió, hemos efectuado una
serie de indagaciones respecto a este hombre aparentemente
desaparecido. En primer lugar hemos investigado en nuestro
país, siendo los resultados en principio casi
infructuosos, nadie nos ha podido dar razón del individuo,
a excepción de un taxista que nos ha contado que hace
cuatro días, tres hombres que hablaban un idioma
extranjero irreconocible por él, tomaron su taxi y les
llevó hasta el puerto fluvial de la ciudad y le ordenaron
detenerse junto a una embarcación de recreo atracada en el
muelle que llevaba bandera Argentina, allí descendieron y,
uno de los tres se comportaba como si estuviera ebrio, puesto que
no hablaba nada y los otros dos le llevaban en volandas, dos
marineros de la nave les auxiliaron a subir abordo con la
"carga", acto seguido soltaron amarras y se marcharon río
abajo. La actitud de los tres individuos nos ha hecho sospechar,
en especial del que nos dijo parecer estar bebido. Averiguamos a
través del rol de la embarcación, que ésta
era de bandera argentina y había sido alquilada por la
embajada de Israel en Buenos Aires-.

-Gracias a un centro de información de documentos
de la ciudad de Frankfurt, hemos logrado conocer el pasado de
esta persona. Con anterioridad a adquirir la nacionalidad
francesa, el individuo en cuestión había
pertenecido al ejército alemán con categoría
de oficial, estuvo al cargo de un centro de documentación
en el que eran registrados los presos destinados a los campos de
concentración, más tarde y ya en los estertores de
la conflagración bélica, le cambiaron el destino y
se ocupaba de efectuar la "limpieza" de los campos de
concentración de Polonia, probablemente para hacer
desaparecer las huellas de los horrores que como invasores
habían llegado a cometer. A finales del 1943
desapareció y probablemente fue cuando huiría a
Francia, donde pudo tomar otra personalidad-.

En este punto el capitán González, detuvo
su explicación y tomó un sorbo del café que
nos había servido uno de los auxiliares.

Yo estaba, realmente sorprendido de como con tan breve
tiempo este funcionario había podido reunir tamaña
información, asentí con la cabeza y le hice
ademán de que continuara.

-El fulano llegó hace bastantes años a
nuestro país con una gran cantidad de dinero que
depositó en uno de nuestros bancos, comprando poco tiempo
después la suntuosa casa en la que vive el matrimonio en
la Avenida de España, cerca del aeropuerto, además
de la oficina del centro de la ciudad en la que se ocupa de sus
negocios, todavía no demasiado claros, sabemos que tiene
tratos con gente de Brasil, Argentina y también de la
nueva Alemania, periódicamente recibe transferencias de
dinero de cierta consideración desde estos países y
en algunas ocasiones desde Austria o Alemania. No obstante
todavía no hemos podido establecer la razón de este
dinero y el porqué-.

-¿Y que consecuencia ha sacado usted de todo
ello?- le pregunté.

El capitán hizo caso omiso a mi pregunta y
siguió con su información.

-Confío que en pocos días podré
saber los conceptos en que este dinero de distintas procedencias
de donde sale y en que se emplea-.

-Me ha dejado usted perplejo capitán, tiene usted
más información que la propia CIA o el Mosad-, le
dije medio bromeando, pero sin querer desmerecer un ápice
sus resultados obtenidos, si no todo lo contrario.

Deduzco por su informe que este hombre puede que sea uno
de los muchos nazis que se refugiaron en Latinoamérica y
hoy todavía buscados implacablemente por el servicio
secreto israelí-.

-Es muy probable señor cónsul que su
deducción sea acertada. Déme usted algo más
de tiempo y le aseguro que sabremos la verdad-.

Tuve la impresión de que el capitán
González daba por finalizada la reunión, le
agradecí su gentileza y me acompañó hasta
abrir la puerta de mi automóvil.

De regreso al consulado, remití un detallado
informe del caso de madame Tourán, y su desaparecido
esposo, en el que añadía la conversación
mantenida con el capitán González. Ya casi no me
cabía duda de que el individuo al que llevaron
inconsciente hasta la embarcación fuera el esposo de
madame Tourán.

La respuesta de París a mi informe, fue casi
inmediata. Me confirmaban que un periódico israelita
celebraba como gran éxito, el secuestro de un antiguo nazi
refugiado en Sudamérica aun que no daba nombre. Fue la
confirmación definitiva a la desaparición. Pocos
años atrás, en circunstancias muy parecidas
había sido secuestrado en Argentina el criminal nazi; A.
Eichmann, juzgado posteriormente en Israel y condenado a la pena
de muerte.

Me quedaba ahora tener que comunicarle a madame Touran
mis averiguaciones, que muy probablemente no la iban a hacerla
demasiado feliz. ¿O si?. Nunca se
sabe……

Capít.
30

Manuela y yo hicimos un breve viaje de novios a los
Estados Unidos de quince inolvidables días. Su amor era
como las burbujas del champán que se suben al cerebro y te
embrujan, algo así como esas apacibles noches de julio a
la luz de la luna en las que parece que el espíritu vuela
por el espacio como el éter, de algún modo era la
prolongación de aquella felicidad que habíamos
paladeado algunos años atrás en los que
éramos muy jóvenes y también algo
irresponsables, interrumpiéndose por las circunstancias
que el momento nos deparó.

.La familia Ezeiza estaba feliz con nuestra
unión, en especial y mis nuevas
cuñadas. A nuestro regreso del viaje, me incorporé
de nuevo a la misión que me había sido encomendada,
pero sorprendentemente la compañía petrolera
española, Repsol, se nos había anticipado comprando
un importante paquete de acciones de la petrolera YPF argentina,
pasando la primera a tener una mayoría de acciones que era
inapelable para que otra sociedad entrara en la
negociación.

Me presentaron a toda la familia de Manuela, que a decir
verdad era bastante extensa y variopinta. No obstante pude
comprobar que la familia de mi flamante esposa era muy
considerada en la sociedad bonaerense. En sus orígenes
familiares, sus hacendados abuelos eran de origen español
y por más señas, navarros, en su día
obsequiaron al gobierno de la nación los terrenos que
actualmente ocupa el aeropuerto internacional de la ciudad, al
que en justa correspondencia bautizaron como : Aeropuerto
Internacional de Ezeiza,
así mismo en el popular
barrio de San Telmo de la capital, existe todavía la
antigua mansión de los Ezeiza, una bella y elegante
construcción del último tercio del siglo XIX,
también donación de los Ezeiza a la municipalidad,
hoy convertida en un museo público en el corazón de
este castizo barrio de los artistas y comerciantes de
antigüedades, lugar en el que todos los sábados y
domingos del año, se celebra lo que vienen a llamar los
bonaerenses de modo simpático y desenfadado : el
Mercado de las Pulgas, donde uno puede encontrar los
objetos más insólitos, desde una
completísima vajilla de plata fabricada a finales del
siglo XIX en Alemania o una preciosa silla de montar con adornos
de plata trabajada, joyas de poca calidad y otras de mucho valor,
arte manual, todo allí para nosotros los europeos es muy
asequible dada a la superioridad de la moneda que utilizamos los
extranjeros cuando visitamos el país, en aquellos momentos
muy necesitado de ingresar divisas fuertes en sus magras
arcas.

Nueva York, fue nuestra primera estación, nos
aguardaban en el aeropuerto de Laguardia mis tíos, los
Montpenzat y mis dos primas que se desplazaron desde Washington a
propósito para ello, mis padres arribaron al día
siguiente, por el problema de horarios de los vuelos entre
París y N.York.

Fueron unos días inolvidables, mis primas
sumamente solícitas y simpáticas, en especial la
mayor de ellas, Amelie, que solo al verla me vino a la memoria
las caricias de sus senos en mi espalda cuando la llevaba en la
Vespa, claro que eran otros tiempos. Ahora era una toda una
mujer, muy bella, había mejorado en el lagar del tiempo.
Cristinne, la menor, seguía siendo aquel ser siempre
enamorado de la poesía, aunque ahora tenía
preferencias por los poetas italianos del renacimiento, y
había dejado de ser aquel ser solitario y un poco borde
que tomaba el sol en la playa sin protección alguna. Al
parecer, ahora, en los Estados Unidos, lo moreno se
estilaba…

Mi tío nos había reservado
habitación en el Waldorf Astoria propiedad de la familia
Hilton, en Park Avenue, una importante avenida que cruza de norte
a sur la isla de Manhattan, increíble, un hotel que era
una muestra permanente de la elegancia del Art Deco de finales
del siglo XIX y principios del XX, donde cada mueble, cada
baldosa, cada mármol, cada una de las estatuillas que
estaban repartidas por todo el hall, y las vitrinas que
contenían objetos de antigüedad, eran piezas
exquisitamente seleccionadas y obras de arte. Estaba considerado
el hotel más elegante del mundo, y como es natural,
también el más caro.

A la mañana siguiente nos desplazamos todos a
recibir a mis padres al aeropuerto. Hacía casi dos
años que no les veía. El aeropuerto de Laguardia,
fue en su día uno de los más importantes del
continente americano, ahora habían otros dos de
construcción más moderna y con mayor capacidad de
tráfico aéreo, pero Laguardia todavía
mantenía ese sabor entrañable de los viejos
aeropuertos en que las personas que aguardaban a los pasajeros
que llegaban o despedían, casi podían
acompañarles o recibirles al pie de la escalerilla del
avión.

Yo estaba algo nerviosillo, no se como expresarlo, pero
a pesar de que ya había sobrepasado los treinta y cinco
años, todavía sentía la ascendencia de mi
madre sobre mi, esperaba de ella algún reproche,
así por lo bajo, no se, algo así como; de que no
llevaba la corbata adecuada para el color de traje que
vestía, o quizás los zapatos no lo suficientemente
brillantes. Observé que Manuela también andaba algo
agitada, aunque trataba de disimularlo, era una mujer que
tenía la gran cualidad de saber sobreponerse a
determinadas emociones, la capacidad de mantenerse firme, pero
ahora se iba a enfrentar con su nueva suegra, a la que ya
conocía pero iba a ser en circunstancias muy
distintas.

Fui el primero de ver a mi madre descender por la
escalerilla del avión que estaba apenas cien metros de
donde nosotros nos hallábamos, detrás de una malla
metálica que separaba la pista y los pasajeros de
nosotros. Detrás mi padre con un pequeño
maletín de mano, que con toda seguridad era lo que le
llaman el necessaire portátil de las damas, en
que suelen llevar desde joyas, dinero y lo más importante;
los productos de belleza.

Mamá, vestía un traje de chaqueta gris
medio y una camisa azul pastel que la favorecía
enormemente y que tocaba con un foulard granate, estaba,
como se diría en París, três
chic
, con la mano derecha sujetaba un pequeño
sombrero que llevaba en la cabeza para que el viento no se lo
llevara. Papá iba de azul marino y muy
probablemente antes de descender del avión mamá le
habría pasado revista al atuendo que llevaba y ajustado el
nudo de la corbata.

Pasaron el control de pasaportes acompañados de
mi tío Thierry que se había identificado con
anterioridad como diplomático, gracias a ello los
equipajes fueron llevados directamente del avión a uno de
los dos automóviles que la embajada de nuestro país
había dispuesto para recibirles.

Papá, Mamá y, yo nos fundimos en un
abrazo, como quizás nunca habíamos hecho, era la
primera vez que veía asomar unas lágrimas en los
ojos de mis padres, y yo ahora me sentía feliz, muy
feliz.

Mamá se separó del abrazo y se
quedó quieta mirando a Manuela fijamente, que estaba
apenas a dos metros de nosotros, mientras mis tíos y
primas se mantenían un poco más atrás
dejando que nos saludáramos a nuestro aire. Mi esposa
también se quedó mirando a mamá, como si
estuviera analizándola. Súbitamente ambas se
abalanzaron y se fundieron en un fuerte abrazo y así
estuvieron bastante tiempo, mi padre y yo nos miramos gozosos a
la vez que sorprendidos, jamás habíamos visto un
gesto tan efusivo en mi madre. Mi padre se me acercó al
oído y me dijo quedamente –como puedes ver hijo, las
mujeres siempre sorprenden-.

Después de que saludaran a mis tíos y
primas, nos dirigimos a nuestro hotel, allí nos dejaron
para que descansáramos y se llevaron a mis padres para que
se alojaran en el suyo, muy cercano al Central Park.

Mi tío era un hombre extremadamente organizado,
unos días antes había contratado el saloncito de un
restaurante italiano enclavado en el corazón de la Little
Italy neoyorkina, para celebrar una comida familiar y sin
"corsés".

Gigi Fazzi, era un restaurante regentado por tres
hermanos nacidos en Foggia. Tuvieron el acierto de darle un aire
decorativo que sabía a Italia. Los Fazzi se habían
distribuido cada uno en una labor determinada. Luiggi, el mayor
de los tres, se ocupaba de la cocina, Antonio (Tony) y Regina
atendían a los clientes ayudados por dos
muchachas.

Alrededor de las dos de la tarde nos reunimos toda la
familia en Gigi Fazzi.

Manuela estaba más bella que nunca,
resplandeciente, se había dejado suelto su negro y
ondulado cabello que le caía por la espalda como si fuera
una cascada que contrastaba con la blancura de la piel de su
rostro, y sus enormes ojos obscuros que era imposible dejar de
mirarlos. Yo me sentía satisfecho y feliz, observaba a mis
padres y veía en ellos esa misma felicidad reflejada en el
rostro, en especial mi madre que estaba desconocida, no era
necesario que lo manifestara, nuestro matrimonio la había
hecho muy feliz, lo pude comprobar viendo como se abrazaba y
besaba con frecuencia a Manuela, y como ésta le
correspondía. En la mesa se sentaron una al lado de la
otra y no dejaban de hablar, francamente creí que me
habían cambiado a mi madre y se lo manifesté
discretamente a mi padre, él también estaba
sorprendido, pero me confesó que ya durante el vuelo
observó que estaba contenta y deseosa de llegar y
abrazaros.

Tío Thierry y su esposa, hermana menor de mi
madre, me felicitaron una y mil veces por el acierto de casarme
con Manuela, y noté que lo decían sin cumplidos,
era por que les había caído muy bien, – tiene una
educación exquisita y además de ser muy bella es
distinguida, una digna esposa de un diplomático-, me
manifestó mi tío, y añadió: -te
ayudará en tu carrera-, apuntó mi tía. Mis
primas también estaban encantadas con ella.

Durante toda la cena, fuimos la comidilla del
restaurante, en el que además de algún turista
italiano estaban los clientes habituales que no dejaban de mirar
a nuestra mesa. Durante el ágape uno de los camareros se
me acercó y me preguntó refiriéndose a mi
esposa, si la señora era alguna actriz, pues bastantes
clientes le habían hecho esta misma pregunta.

Les dije orgulloso que simplemente era mi esposa,
evidentemente una gran mayoría de los caballeros y alguna
que otra dama no dejaban de mirarla.

Al día siguiente y después de una noche de
dulces y apasionados juegos amorosos y una reconfortante ducha,
encargamos el desayuno. Confieso que los desayunos del Waldorf
son realmente legendarios, disponen de un amplio abanico de
ellos, que se ajustan a los típicos de cada país,
independientemente del famoso y conocido por el Desayuno Waldorf,
elaborado por el chef de cocina, todos los días es
distinto y que jamás se repite. Allí lo
snob y extraño, es pedir un sencillo café
con leche acompañado de croissant.

Alrededor de la diez de la mañana nos lanzamos a
las calles neoyorkinas, Manuela me sirvió de guía
pues ella había estudiado allí dos años de
filología inglesa y es por este motivo que se
conocía la ciudad al dedillo. El día brillaba con
un resplandeciente cielo azul y sin una nube que asomara,
temperatura primaveral, y nuestro amor, ¿qué
más podíamos pedirle a la vida?. Visitamos desde el
Empire States, La Bolsa en Wall Street, el museo
pictórico, no nos atrevimos a ir a todos los que la ciudad
tiene, ya que probablemente hubiésemos necesitado algo
más de un mes para visitarlos y el Rockefeller Center, sin
olvidar la joyería Tiffany. Nos limitamos a ser unos
turistas más en la ciudad capital del mundo civilizado,
como fuera Roma en otros tiempos.

Al final de la tarde tomamos un taxi para regresar al
hotel, estábamos derrengados de tanto caminar, al llegar a
la habitación nos dejamos caer en la cama cuan largos
éramos, a pesar de todo todavía tuvimos fuerzas
para seguir con los juegos amorosos que habíamos iniciado
la noche anterior, y así nos quedamos, abrazados y
profundamente dormidos.

Nos despertó el timbre del teléfono que
retumbaba sin piedad en nuestros oídos. Manuela
acudió antes que yo pudiera alcanzarlo, colgó unos
segundos después. –Era de la recepción, dicen
que en recepción hay un caballero que pide por ti-, me
dijo con cara de extrañada.

-¿Te ha dicho como se llamaba este
caballero?-.

-Me ha dicho la recepcionista que el caballero no ha
querido identificarse, pero que te aguarda a en el
lobby-.

-Que misterioso es todo eso, bien vamos a vestirnos y
bajaremos a ver que desea este misterioso personaje-.

Nos vestimos en un santiamén y cogimos uno de los
muchos ascensores que nos llevarían al lobby.

-¡¡ Santo cielo !!-, exclamé, -no
podía ser otro-. Dije casi gritando.

Mi esposa estaba realmente desconcertada y máxime
cuando vio que el caballero y su esposo se abrazaban
efusivamente.

Me di la vuelta y la vi con esa cara que uno pone cuando
se sorprende y no sabe de que va la cosa.

-Ven Manuela, ven, acércate, voy a tener el
placer de presentarte a mi mejor y sorprendente amigo, Phillipe
Lafurcade. No podía ser otro que Phil-.

Phil, agarró delicadamente las dos manos a
Manuela situándola frente a frente, se la quedó
mirando en silencio un buen rato, para finalmente hincar una
rodilla en el suelo mientras decía: -Me rindo ante tanta
belleza-, a la vez que le besaba la mano, mientras mi esposa se
sonrojaba y todo el lobby les miraba.

Éste era Phil, un caballero hasta lo infinito, y
un admirador de la belleza femenina y un gran amigo de sus
amigos.

Mi esposa no daba crédito a lo que veía, y
acudí en su auxilio.

-Manuela, no te sorprenda la reacción de Phil, es
un ferviente admirador de la belleza femenina, y te aseguro que
en ningún momento finge, pero siempre exterioriza con
ellas sus sentimientos-.

Phil, se quedó algo así como petrificado
por la bella mujer que tenía frente si, yo que le
conocía bien, sabía lo que pasaba por su cabeza.
–Mi querido amigo, te agradezco en el alma este gesto de
admiración que has tenido con mi esposa, no esperaba menos
de ti-, le dije poniéndole una mano sobre el
hombro.

Phil, sin responder a mi comentario, miraba a Manuela
como si estuviera bajo un poder hipnótico, cuando
despertó del mismo le dijo: -Manuela, eres la mujer
más bella que he conocido en toda mi vida. Eres la esposa
de mi mejor amigo, pero delante de él te digo que vas a
tener en mi persona, además de un sincero amigo, el mayor
de tus admiradores-.

Era la primera ocasión en que vi que mi esposa se
azoraba ante el calibre del requiebro.

Capít.
31

A estas alturas de mi vida, he vivido tantas cosas que
ya nada me sorprende. La aparición de Internet en la
segunda mitad del siglo XX, abocó al mundo civilizado a un
progreso imprevisible en aquel entonces, solo mentes muy
preclaras eran capaces de comprender el cambio que la sociedad
experimentaría en los años venideros. El desarrollo
de los programas espaciales provocaron que los países con
mayor poder económico progresaran en los nuevos sistemas
de comunicación, en el que los EE.UU. y la antigua URSS,
eran los líderes indiscutibles en esta carrera.

A medida que se avanzaba en tecnología, se iban
formando personas en los sistemas informáticos de
programación, algunas industrias experimentaban con nuevos
materiales y sistemas que se aplicaban a los macro ordenadores
utilizados para poder reducir el tiempo en los cálculos
matemáticos que se necesitaban para el lanzamiento de
naves y satélites, así como la reducción de
las dimensiones de las máquinas llamadas ordenadores o
computadoras.

Otros países fueron ingresando al club de los
informáticos, con la creación de nuevas empresas
que desarrollaron procesos fabriles que desembocaron en la
reducción del tamaño de los procesadores de datos u
ordenadores, con una velocidad de cálculo infinitamente
mayor que sus predecesores. Surgieron las empresas de software,
mejor dicho, sociedades que programaban y dotaban el "cerebro" de
los ordenadores (a los que se les llamaba "disco duro") con los
conocimientos matemáticos necesario que otros fabricaban.
Nació la primera sociedad dedicada de pleno a la
elaboración de programas para los ordenadores y que
podían estar al alcance de todo el mundo, Microsoft, del
ahora todopoderoso señor Bill Gates, y otras competidoras
como Appel, y apareció el PC, el "Personnal Computer", que
aceleró y revolucionó la sociedad mundial, estas
nuevas tecnologías estaban al alcance de casi todo el
mundo, los periódicos y sus periodistas podían
comunicarse inmediatamente de producirse las noticias, las
empresas transmitían sus pedidos de materias primas y
recibían los encargos de sus clientes también por
este mismo medio, la industria bélica fue la que
más progresó en estas tecnologías, a la par
con la industria aeroespacial y aeronáutica,
indudablemente la medicina y la cirugía también
fueron beneficiadas con estos avances tecnológicos,
aparecieron nuevas carreras universitarias y las de
especialización.

Hoy veo a muchachos de pocos años que manejan
estos PC´s con la misma facilidad que yo me hago el nudo de
la corbata.

Este trepitante desarrollo de la tecnología
informática y el bajo costo para obtener un PC, queda ya
al alcance de un buena parte de la humanidad. Este
fenómeno ha creado hábitos en las personas a no
poder prescindir del uso del ordenador, las noticias se
transmiten a la velocidad de la luz desde cualquier punto del
globo, se ha reducido el consumo del papel y consecuentemente los
archivos documentales que venían ocupando grades espacios,
han eliminado casi en su totalidad el sistema de microfilmar
documentos. Los ejércitos mundiales con la
utilización de estos modernos medios, han evolucionado en
muy poco tiempo, Internet vía satélite, permite
conocer la posición y movimientos de un enemigo con una
precisión extraordinaria y en vivo. En una palabra, el
mundo se ha globalizado en muy pocos años. En los cerrados
países del mundo árabe, la juventud se comunica con
absoluta libertad con los de su generación de otros
países cuya libertad de expresión no está
controlada y les permite comprobar que existe otro mundo y les
lleva interesarles y a exigir a los dictadores de su país;
libertad. El primero de estos países fue Túnez, y
le siguieron otros de su entorno. Fue el principio del
fin.

Algunos de mis amigos que todavía prestan sus
servicios en el SGDE, me comentan que Internet también se
ha convertido en un banco de espionaje importantísimo,
personas virtuosas en programación, llamados
Hackers, llegan a introducirse en los sistemas
informáticos de muchos gobiernos, y espían
tecnologías y secretos que luego venden o difunden a
través de la red.

China, se está convirtiendo en una
grandísima potencia emergente que de seguir así
preveo que llegará a sustituir en años venideros a
los EE.UU. de Norteamérica como gran potencia mundial,
India y Brasil por este orden, siguen en este movimiento de
progreso tecnológico mundial. Los países
árabes, en especial los Emiratos, Irán y Arabia
Saudita, tienen un gran poder económico, pero a mi
parecer, es finito, acabada la obtención de los
hidrocarburos en su subsuelo, les eliminará como
país independiente, solo se salvarán los
acaudalados líderes que habrán situado sus bienes
en otros países, si no antes sus súbditos no han
salido a la calle para intentar derrocar a las monarquías
tiranas reinantes. Los medios que hoy facilita el acceso a
Internet abre los ojos a la gente joven de todos estos
países y creencias, ven limitadas sus oportunidades en la
vida, tienen ahora la oportunidad de comparar con el estatus de
otros países y desean tener éste, en especial las
mujeres que hasta el momento, son consideras en el Islam
simplemente como reproductoras de la especie y sirvientas
hogareñas, hay muchos animales en el planeta que tienen
mayor libertad que las mujeres del Islam. Los líderes
doctrinales incitan a sus creyentes a desplazarse a otros
países para que difundan la doctrina de Mahoma, hoy en
Alemania casi un veinte por ciento de su población es de
confesión musulmana. Veremos que hacen ahora los que
fueron "depuradores de la raza" ante este panorama.

El gobierno chino mantiene un grandísimo control
sobre Internet, la accesibilidad a nivel privado es controlada y
limitada, sin embargo tiene un equipo de cientos de hackers que
se introducen en los programas de organismos gubernamentales de
muchos países y podría llegar el momento en que
estuviera en sus manos la posibilidad de bloquear instituciones,
maquinaria e incluso fábricas o suministros de
electricidad a muchos países, simplemente apretando una de
las teclas del ordenador.

Dios quiera que este día no
llegue……..

Capít.
32

Nuestra luna de miel fue una delicia. Phil estuvo dos
días en Nueva York, tuvimos la fortuna que nuestra
estancia coincidía con un concierto que tenía
programado en el famoso Carnegie Hall.

Como es natural fuimos toda la familia a la
audición de su concierto. El Carnegie Hall, es un edificio
de enormes proporciones, pero una de sus principales cualidades
que lo distingue de los demás, es su perfecta
acústica. Se ha dicho que "la sala por si sola es un
instrumento, toma lo que tu haces y lo convierte en algo
inmortal".Cualquier concertista del mundo considera que llegar a
tocar en esta sala es su consagración eterna. Si preguntas
a cualquier neoyorkino ¿cómo se llega al Carnegie
Hall?, te responden: -practicando, practicando-.

A Phil la organización le destinó la
acogedora sala "Judy & Arthur Zankel" con una
capacidad de casi 700 personas que estaba a rebosar, no era la
primera vez que mi amigo actuaba en la ciudad de los rascacielos,
desde entonces su prestigio había solidificado entre los
melómanos neoyorquinos. Phil se ocupó de que la
organización nos facilitara unos puestos distinguidos en
la sala.

En esta ocasión había efectuado
pequeñas variaciones en su clásico repertorio, como
es natural el plato fuerte era Chopin, del que era y es un
grandísimo y reconocido intérprete, pero las
variaciones consistían en piezas de Rabel, Litz y
Falla.

El éxito de su recital fue tan apoteósico
que el entusiasmado público neoyorquino le solicitó
con insistentes aplausos varios "bises", finalmente casi
exhausto, una azafata de la organización subió al
estrado con un precioso ramo de flores que le obsequió en
nombre del público.

Sorprendentemente Phil, se dirigió al los
asistente con las flores en los brazos para agradecerles sus
aplausos y fidelidad, pero finalmente tuvo unas palabras para
nosotros, dijo: -Con vuestro permiso querido público, voy
a permitirme la licencia de hacer entrega de estas flores que me
habéis obsequiado, a la esposa de mi amigo de toda la vida
Alain y su esposa, hoy, aquí presentes-, dijo
señalándonos con el dedo, provocando que todo el
auditorio dirigiera sus miradas al lugar señalado por
Phil, -una de las damas más bellas que jamás he
conocido-. El público rompió en fuertes aplausos en
el entretanto Phil bajaba del estrado y entregaba a mi confusa
esposa el ramo de blancas flores, a cambio Manuela, le hizo
entrega de uno de sus guantes que Phil besó y
colocó en el bolsillo superior del elegante smoking como
si de un pañuelo blanco se tratara. Este era mi amigo
Phil, simplemente genial, un ser irrepetible.

A la mañana siguiente, nos despedíamos en
el aeropuerto, Phil volaba a México, tenía un
concierto aquella misma noche en la bella ciudad de Puebla, y
nosotros a California.

San Francisco gozaba de un día radiante aunque
algo fresquito por la brisa que provenía de la boca de la
bahía. Escogimos un pequeño hotelito próximo
a los muelles, uno de los sitios más típicos de la
ciudad de Fray Junípero Serra.

California, a pesar de que hoy la mayoría de sus
habitantes es de origen anglosajón, conserva
todavía una gran tradición española, no en
vano fue descubierta y poblada por misioneros españoles,
pasando luego a manos de México, y siendo posteriormente
ocupada por sus actuales moradores que procedían del este
del país cuando se desató la llamada fiebre del
oro. Esta ciudad, supo sobreponerse al gran terremoto de inicios
del siglo XX que la destruyó en su totalidad,

Alquilamos un automóvil para recorrer sus
alrededores que a decir verdad son de gran interés por su
belleza natural, en especial el famosísimo parque de los
gigantescos Sequoias y Yellowstone, en el norte del Estado. Unos
días más tarde volamos a la meca del cine, Los
Ángeles, donde el lujo y la exuberancia lucen
permanentemente y en especial en la famosa avenida conocida por
Rodeo Drive, y Beverly Hills, lugar en el que suelen vivir la
mayor parte de los actores famosos de Hollywood, precisamente en
uno de los más distinguidos restaurantes de la ciudad,
Delmonicos Lobster House, tuvimos la oportunidad de
coincidir con el veterano actor y perenne galán
cinematográfico, ahora recién retirado de las
pantallas dedicado a los negocios de la cosmética, Cary
Grant. Como ya era tradicional en él, se distinguía
por su natural elegancia, tenía ya todo su cabello de un
blanco níveo, así como las cejas, y usaba unas
gruesas gafas de montura de carey que todavía le daban un
toque de mayor elegancia y respetabilidad. Le acompañaba
una elegante dama que parecía algo más joven que
él. Discretamente me interesé por uno de los
camareros quién era la dama que compartía mesa con
el actor, me dijo no saberlo pero que se informaría, poco
después se acercó a mi y casi a la oreja me dijo en
una especie de susurro que se trataba de una de los principales
accionistas de los perfumes Elizabeth Harden.

Tuve la oportunidad de haber visto al prestigioso actor
en carne y hueso hacía ya algunos años, cuando
rodó algunas escenas en la Costa Azul del film de Albert
Hitchkoc, "Atrapa un Ladrón", en la que
tenía como coprotagonista a la deliciosa Grace Kelly, yo
entonces era un jovenzuelo en vacaciones y él estaba en la
cresta de la ola. Repentinamente Manuela hurgó en su bolso
del que sacó una pequeña libretita y una refinada
pluma estilográfica, y sin hacerme comentario alguno se
levantó yéndose muy decidida al encuentro de la
mesa en la que estaba la famosa pareja, me fije en que algunas de
las personas que estaban en las mesas cercanas miraron a mi
esposa con admiración, desconozco lo que Manuela les dijo
a ambos, pero el actor se levantó, besó la mano a
Manuela y la invitó a que tomara asiento con ellos, mi
esposa le entregó la libretita y la estilográfica,
este garabateó unas palabras, y acto seguido ambos se
levantaron y el señor Grant besó de nuevo la mano
de Manuela en señal de despedida. A su regreso a nuestra
mesa, mi esposa estaba feliz y ansiosa de mostrar su "trofeo" a
y mis cuñadas.

-No se lo van a creer-, comentaba gozosa no exenta de
orgullo. Estaba deseosa de regresar a Buenos Aires para mostrar
su preciado "trofeo" a todos.

Los dos famosos, acabaron de almorzar un poco antes de
que lo hiciéramos nosotros y, justo al pasar por uno de
los lados de la mesa, el señor Grant tuvo la deferencia de
dirigirnos una simpática sonrisa y saludarnos con un
movimiento de cabeza. Tuve que darle a Manuela unos golpecitos en
una de sus manos para que regresara al mundo de los humanos, pues
se había quedado boquiabierta siguiendo con la mirada a su
ídolo cinematográfico que se alejaba en
dirección a la salida del restaurante acompañado de
una coorte de camareros y entre ellos el dueño, el propio
señor Delmonico.

Regresamos dos días más tarde a Buenos
Aires, vía Río de Janeiro, en el que nos detuvimos
dos días más.

Capít.
33

Estando destinado en el consulado francés en
Zurich, un suceso de alcance mundial, vino a causar una cierta
convulsión en nuestra embajada Suiza. Tras el asesinato
del político y acaudalado filipino, señor Pedro
Palafox, cuyo instigador se decía haber sido su rival
político, Ferdinand Marcos, aparecieron en el mundo
financiero una gran cantidad de bonos emitidos por la Reserva
Federal americana, que según se decía eran
propiedad del asesinado, que este en su día los obtuvo a
cambio de una gran cantidad de lingotes de oro que sacó de
su país con más o menos legalidad. El señor
Palafox, intercambió el millonario tesoro por bonos cuyo
importe se calculaba alrededor de un billón de
dólares americanos.

En aquella época la Reserva Federal
americana emitía con cierta frecuencia bonos a cambio de
valores físicos, principalmente oro en lingotes y
diamantes, ya que debía colaborar con el gobierno de la
nación a financiar la costosa guerra que los Estados
Unidos mantenían en Europa y en el Pacífico y, a la
vez proteger sus inversiones financieras en el mundo a
través de los bancos bajo su dominio.

Muchos años después, algunos poseedores de
estos bonos de la R.Federal trataron de convertirlos en dinero
efectivo y se encontraron con la sorpresa de que los bancos eran
reacios en canjeárselos, ponían como excusa que la
R.Federal se negaba en convertirlos en dinero efectivo, la propia
RF les decía que eran falsos. Este hecho causó una
verdadera hecatombe financiera, pues en su día algunos
bancos habían admitido algunos de estos bonos confiando en
la bondad legal de los mismos y que sus clientes depositaron para
que les fueran concedidos créditos financieros, y
algún que otro banco hasta los había adquirido por
un valor inferior al nominal, con ello la entidad financiera
incrementaba sus activos y realizaba un gran negocio.

Una importante familia francesa de confesión
judía, emparentados con los Rotschild, había
adquirido a bajo precio una respetable cantidad de dichos bonos a
través de unos intermediarios financieros que participaron
en la venta, le habían explicado que el propietario de
estos había tenido un serio descalabro bursátil que
le obligaba a malvenderlos con el fin de tener disponibilidad,
pero la dificultad y la sorpresa surgió cuando el
comprador al ir a bancarizarlos, la entidad bancaria no los
admitió, acción que les alarmó
enormemente.

Esta familia, cuyo nombre me reservo citar por ser harto
conocidas mundialmente, y que en adelante mencionaré con
el nombre imaginario de Lupín, eran además de
influyentes, amigos de nuestro embajador en Suiza, mi inmediato
superior.

Cierto día el señor embajador me
llamó a su despacho para contarme la tribulación
financiera de sus amigos judíos y a la vez súbditos
franceses.

Después de ponerme al corriente me pidió
que efectuara todas las investigaciones necesarias para
clarificar la legalidad de los bonos adquiridos, -usted tiene
muchos amigos y contactos en el mundo financiero, así como
también la gran experiencia adquirida en su paso por el
SCEDE (Servicio secreto francés)-.

-Por supuesto señor embajador, no dude que lo
trabajaré con la máxima discreción y
confidencialidad para evitar cualquier escándalo, para
ello necesitaría en primer lugar mantener una entrevista
con estos señores amigos suyos, necesitaré todos
los datos que puedan aportarme y documentos
acreditativos-.

El señor embajador me facilitó el
domicilio parisino de esta familia y les llamó para
advertirles de mi visita.

Dos días después me presentaba en casa de
mis padres, pero estaba solo una de las doncellas, al ser verano,
ellos como era habitual, se habían ido a la casa de
Niza.

Por la tarde llamé a los señores
Lupín, para concertar la primera entrevista.

El señor Lupin me recibió con mucha
afabilidad, era un hombre de unos sesenta años, que
vestía bastante bien, y llevaba la típica
"Kepa" en la cabeza, prenda imprescindible en los
varones judíos que trata evitar o interrumpir el contacto
directo entre Dios y el hombre en señal de acatamiento y
respeto religioso, para mi era algo que respetaba pero que me
parecía una soberana tontería, mejor dicho, me
producía un cierta hilaridad.

Me recibió en un espectacular salón
exquisitamente amueblado que denotaba el alto poder adquisitivo
de la familia, a pesar de que el pueblo judío suele
siempre pecar de austeridad, en especial a lo que su estilo de
vida se refiere.

Tomé asiento en un sofá de cuero, de tacto
muy agradable y mullido, mi interlocutor lo hizo en una butaca
cercana donde yo me había aposentado.

-¿Le apetece tomar un té o café
monsieur?-.

Los judíos siempre te ofrecen como primera bebida
el té, son grandes degustadores de esta infusión.
Como yo conocía esta costumbre, acepté con mucho
agrado, a continuación el señor Lupín
batió un par de veces palmas y de inmediato entro al
salón una de las doncellas de la casa uniformada, que poco
después nos trajo en un carrito una bandeja con tazas de
fina porcelana y una humeante tetera, acompañada de una
bandeja con unas pastas clásicas para la ocasión.
El propio señor Lupin efectuó el ritual de servirlo
siguiendo todos los tiempos prescritos, con ello se adivinaba sin
equívoco su refinamiento.

Después de una corta conversación
convencional y de mutuo conocimiento, derivé la misma al
campo que me interesaba, tuve la precaución de llevar
preparado un dossier con una serie de preguntas que debía
monsieur Lupín responderme y que me iban a servir de
orientación inicial para poder desarrollar mis
pesquisas.

Esencialmente el señor Lupín vino a
decirme que hacía apenas un mes había cerrado una
importante operación mercantil en Sao Paulo, Brasil, y en
lugar de repatriar los beneficios de la misma a Francia, unos
intermediarios financieros le habían ofrecido bonos de la
Reserva Federal americana a un precio muy inferior a su valor
real por el que en su día fueron comprados.

Efectuó unas consultas con dos bancos de Sao
Paulo, ambos coincidieron en darle informes favorables tanto de
los bonos como de los intermediarios financieros que le
presentaron la operación, motivo por el que ejecutó
la compra de una cantidad importante de los mismos. Los bonos no
eran nominativos, fueron extendidos en su día al portador,
lo cual significaba que quien los tuviera era su propietario.
Dicho de otra manera era dinero convertible en cualquier banco
del mundo.

A su regreso a Francia, los depositó en una de
las entidades bancarias con las que solía trabajar a
menudo, con la finalidad de que con el amparo de dichos bonos le
concedieran unos créditos que tenía dispuesto
utilizarlos en la construcción de un ambicioso proyecto
urbanístico de largo alcance en la isla de Cerdeña,
cuya inversión era una de las más importantes
efectuadas por sus empresas del sector de la
construcción.

A los pocos días del ingreso, la alta
dirección del banco le llamó para comunicarle que
no les era posible aceptar los bonos en señal de respaldo
para los créditos que había solicitado, hecho que
le sorprendió enormemente. Mantuvo una reunión con
el consejo de administración de la entidad bancaria, en la
que le comunicaron que después de haber efectuado unas
exhaustivas peritaciones y comprobaciones con expertos, el
dictamen de los mismos, era que los bonos no tenían valor
alguno dado a que eran falsos.

Monsieur Lupín quedó sumamente sorprendido
ante tal inesperada situación, por ello quiso contrastar
el dictamen de la entidad bancaria con otra de su absoluta
confianza. A los pocos días le dieron el mismo resultado
que en la primera. Dado a que no deseaba conceder ningún
tipo de publicidad al tema, que podría tener consecuencias
financieras de incalculable alcance para su grupo de empresas,
desechó acudir momentáneamente al gabinete de
abogados que le llevaba sus temas legales, lo rechazó de
plano, ya que podría haber la probabilidad de que alguna
filtración y la prensa del país airearía con
grandes titulares el "affaire" que causaría graves dudas
de su capacidad en el mundo financiero. Por este motivo
decidió acudir a su gran amigo el embajador de Francia en
Brasil.

Monsieur Lupín, me entregó una excelente
fotocopia de uno de los bonos y también del certificado de
compra que el banco brasileño le había extendido al
efectuar el acto de compra-venta.

Con ambos documentos guardados en un sobre, me
despedí del señor Lupín y acordé con
él mantenerle informado de los posibles avances que
obtuviera, tuvo la delicadeza y cortesía de
acompañarme personalmente hasta el lugar donde yo
había dejado estacionado mi automóvil.

Al llegar a casa, me hice un planteo de la
actuación a llevar a cabo. Estuve meditando largo tiempo
sobre la situación, no tenía la menor duda que los
intermediarios financieros debían ser dos estafadores
internacionales de mucha talla y muy probablemente el banco
brasileño debía ser consciente de ello o
quizás alguien con un cargo relevante en el mismo
estuviera de acuerdo con los intermediarios. Mejor si es
así, pensé, pues los pájaros
podrían haber volado y estar ahora en algún
paraíso fiscal gozando de los buenos y abundantes
dólares que la fraudulenta y suculenta operación
les había proporcionado a cargo de los bolsillos de
monsieur Lupín. Sin embargo un banco es más
difícil que desaparezca de la noche a la mañana. A
medida que me concentraba en el asunto, estaba más seguro
que dentro de la entidad bancaria tendrían a alguien
compinchado que se llevaría también una buena
"tajada" del botín.

Miré mi reloj y calculé la hora que Brasil
tenía en aquellos instantes, en Francia eran alrededor de
las siete de la tarde, por lo cual en Sao Paulo serían
alrededor del medio día. Recordé que durante mis
estudios de diplomacia, había trabado una buena amistad
con un compañero del que tiempo atrás alguien me
había dicho que ahora estaba destinado en algún
consulado francés en Brasil. Descolgué el
teléfono y marqué el número de nuestra
embajada en Brasilia.

La gentil secretaria de nuestro embajador, en unos
instantes me dio el teléfono del consulado de Curitiba,
ciudad en la que estaba destinado mi camarada Pierre Dorsey, al
que procedí a llamar de inmediato.

Establecí línea con el consulado de esta
ciudad y pregunté por mi amigo, la voz cálida de la
señorita telefonista que hablaba un buen francés
pero que su acento denotaba que era brasileña, me
atendió con solicitud y amabilidad casi inusitada, -quien
tuviera una secretaria tan encantadora como esta-, me dije por
mis adentros, pensando en la fama mundial de grandes bellezas
femeninas que en este país pasean por sus
calles.

No tuve que refrescarle demasiado la memoria a Pierre,
me recordaba perfectamente. Después de intercambiarnos
algunos gratos recuerdos del pasado, le planteé el asunto
que mi jefe el embajador me había encargado.

Pierre escuchó con atención, me dijo que
efectivamente el Banco de la Amazonía
existía, había sido creado alrededor de unos veinte
años atrás para dar servicio a las
compañías que tenían concesiones madereras
estatales en la selva amazónica, en definitiva era un
banco pequeño pero con cierto prestigio en el
país.

-¿Deseas que te haga alguna gestión?-,
preguntó Pierre.

-Únicamente que me averigües dónde se
halla la central, los nombres de las personas que forman el Board
Staff, las sucursales y su ubicación y el nombre de los
directores de cada una de ellas, en el entretanto mañana
tomaré un vuelo de Air France, que me dejará en
Río de Janeiro alrededor de las diez de la mañana
hora de Brasil. Toda vez llegue al aeropuerto te llamo por
teléfono-.

-No será necesario, estaré en el
aeropuerto aguardándote-.

-O gracias, será formidable poder contar de nuevo
con tu compañía, como en los viejos tiempos, pero
no deberías molestarte, puedo arreglármelas solo-,
le dije a modo de agradecimiento por su
cortesía.

-No tiene excusa, será un placer, y que dicho de
paso me dará la oportunidad de dejar un poco la rutina de
tramitar visados y demás trabajos rutinarios propios del
Consulado-.

-Pues allí nos veremos-.

Hice mi maleta y pedí un billete para Río
en la agencia de viajes que habitualmente utilizaba cuando estaba
en París. Luego llamé a mis padres a Niza,
mamá me dijo como siempre, que estaba muy atareada con los
invitados, en nuestra casa de verano siempre había alguien
invitado. Mi madre se solía quejar de la atareada que
estaba, este era uno de sus hábitos, pero en verdad ella
gozaba de ser tan hospitalaria, creo que era más feliz
cuando estaba en Niza en compañía de todos que en
París.

Mas tarde llamé a Cristinne, una buena amiga que
vivía en el mismo quartiere que el nuestro, para invitarla
a cenar, era una muchacha muy divertida y algo ligera de cascos,
luego ya veríamos lo que la noche daría de
si……………

Capít.
34

El fallecimiento tan repentino de mi joven amiga
pintora, hizo que cayera en otra depresión. Intentaba
librarme de ella garabateando en papel todo lo que se me iba
ocurriendo de mi pasado. Lo bueno y lo malo.

Cuando uno llega a cierta edad, el subsconciente suele
pasarle algunas malas pasadas; tomas conciencia de que el tiempo
corre a una velocidad vertiginosa, los meses se convierten en
semanas, pero por otra parte te tomas las cosas con más
parsimonia que cuando eres joven, te vuelves más
analítico, sin embargo crece la osadía verbal y
algo del desafío social, dices cosas que unos años
atrás no te hubieses atrevido a decirlas, te vuelves
más duro de carácter a la vez que sentimental y
emotivo, sientes pasión por los niños por que en
ellos te ves a ti mismo muchos años atrás, y te
hacen llorar sus desgracias. Realmente no sabemos ni evaluamos lo
que la juventud significa, hasta que uno, de repente se da cuenta
de que se quedó ésta colgada en alguna rama del
árbol de la vida.

Ah, ya casi se me olvidaba que estaba escribiendo el
suceso de los bonos falsos en los que me vi
metido….

Río me recibió con una tormenta tropical
de gran calado. En el hemisferio sur era otoño,
época en que las tormentas suelen ser bastante
frecuentes.

Era la primera vez que visitaba Brasil, el país
de la samba y la bossa-nova y Vinicius de
Moraes, que exportaron a todo el mundo, sin olvidar el
"futebol" por supuesto que por eso han sido campeones
mundiales en varias ocasiones. Ah, y olvidaba las
bellísimas mulatas, producto del cruce de la raza blanca y
negra, que verdaderamente, algunas de ellas son francamente
espectaculares en todos los conceptos. Los brasileños en
general cultivan mucho su cuerpo.

Pronto identifiqué al compañero Pierre
entre la gente que aguardaba en las llegadas internacionales, era
el más altote de los que allí esperaban,
había engordado algo y ya le faltaba bastante de su rubio
pelo, pero conservaba aquella faz rubicunda de mejillas y nariz
coloreadas que le daban aspecto de enólogo profesional.
Después de los saludos de rigor fuimos al lugar de
estacionamiento y nos recogió su Mercedes Benz con el
banderín de la legación, que dicho de paso llevaba
un chofer nativo de proporciones casi gigantescas, Río y
algunas otras ciudades del país son además de
bellísimas, verdaderamente peligrosas andar por ellas por
la cantidad de asaltos y robos que diariamente se producen,
principalmente a los turistas, las gentes pobres que viven en las
favelas bajan a la ciudad para satisfacer sus necesidades de
supervivencia y cometen toda clase de delitos, no importa la hora
del día, motivo por el que se aconseja no pasear por
lugares solitarios y menos por la noche, pues el atraco y la
violencia están latentes.

Pierre me había reservado habitación en el
Hotel Otton en primera línea de la playa de Copacabana,
del que se disfrutaba unas excelentes vistas al delicioso paseo
que conduce a la no menos famosa y vecina playa de Ipanema, tan
lanzada al mundo gracias a la canción: La Garota de
Ipanema
.

Mi amigo y colega, me entregó durante la cena, un
sobre que contenía toda la información que yo le
había encomendado desde París.

Cuando me retiré a mi habitación,
saqué la documentación del sobre que Pierre me
había entregado. La lista de los bancos que me
había preparado figuraba el que monsieur Lupín
había hecho cotejar la autenticidad de los bonos
adquiridos y que los dieron por buenos. En ella figuraban todos
los datos de cada una de las sucursales, así como
teléfonos, fax, swift, y el nombre de cada uno de los
directores ejecutivos.

Dado a que la sucursal bancaria que me interesaba por
haber sido la que a monsieur Lupín le habían
informado de la legalidad de los bonos y que por ello luego los
adquiriría, estaba en Saô Paulo, alquilé un
automóvil en el propio hotel en el que estaba hospedado y
me desplacé a la ciudad de los rascacielos. En pocas horas
estuve en el centro de esta gigantesca ciudad con vida propia y
motor del país. Tomé una habitación en el
hotel Ca d´Oro que era sumamente céntrico y a cuatro
pasos del banco que al día siguiente iba a
visitar.

Fui al consulado de Francia y después de
identificarme me permitieron llamar por el teléfono
"especial" a nuestro embajador en Zurich al que informé de
los pasos que había dado hasta el momento, me
prometió que él personalmente informaría a
monsieur Lupín de las gestiones que llevaba efectuadas
hasta el momento, ya que al día siguiente debía
estar en el Ministerio de Exteriores en París.

En Brasil los bancos abren muy pronto por la
mañana, sus horarios son muy distintos a los europeos
debido a la climatología. A las ocho de la mañana
inician su actividad y a las doce del medio día la
detienen, reiniciándola a las cuatro de la tarde, este
peculiar horario no es otro que evitar una buena parte del fuerte
calor solar de esta franja horaria.

Alrededor de las nueve de la mañana me
personé en la oficina número cuatro del Banco
de la Amazonía
. Solicité amablemente a uno de
los empleados que me anunciara al director ejecutivo señor
Filipo Andrade, al que le di una tarjeta particular, en modo
alguno quise utilizar mi condición de pertenecer al cuerpo
diplomático de mi país, tenía un plan
previsto y quería ceñirme a él para ver si
daba el resultado apetecido, tiempo habría si fuera
necesario desvelar mi verdadera condición
profesional.

El señor Andrade no me hizo esperar demasiado
tiempo, el mismo empleado al que me había dirigido
anteriormente vino a por mi conduciéndome hasta la puerta
de acceso al despacho de su jefe.

Al entrar en la pieza me llevé una sorpresa, las
paredes eran todas de mármol blanco veteado de rosa y dado
a la dimensión de la habitación daba una
sensación de lujo y grandeza, si a ello le sumamos el
mobiliario y librería todo ello en madera tropical
barnizada, me dio la sensación de haber accedido a un
palacio ochocentista. Más tarde supe que Brasil es un
grandísimo productor de este tipo de mármol que se
obtiene en las canteras del estado de Minas Gerais.

Yo había procurado que mi atuendo fuera lo
más elegante posible, dado a que mi plan inicial era
hacerse pasar por un acaudalado y posible cliente del banco, por
lo tanto además de traje, me puse corbata y en una de las
boutiques del hotel compré un elegante sombrero tipo
Panamá. El señor Andrade se levantó de su
butaca para venir a mi encuentro con el brazo y la mano ya
dispuestos para saludarme, en la otra llevaba todavía mi
tarjeta que el empleado le había dado. La
habitación disponía de un efectivo aire
acondicionado que contrastaba notablemente con la temperatura del
exterior.

El directivo me invitó a que me sentara en una de
las butacas que estaban frente a su mesa de trabajo.
Después de las alabanzas a su país y de la belleza
del mismo, procedí a desplegar mi plan.

-Señor Andrade, permítame que le plantee
el motivo de mi visita, verá; soy un hombre de negocios,
en Europa la competencia es muy fuerte, y después de
estudiarlo muy bien, tomé la decisión de venir a
residir a Brasil o quizás Argentina, y ampliar aquí
mis negocios-.

-¿A que se dedica usted señor
Charruitiers?-

-Oh, verá, mis negocios son varios, que van desde
el inmobiliario al financiero-.

Se hizo unos instantes de silencio mientras el director
se levantaba para llamar a su secretaria y pedirla que nos
sirviera unos cafés, me dio con ello tiempo para preparar
mi próximo planteo.

-¿Entonces señor Charrutiers en que
podemos servirle?-, me preguntó a su regreso.

-El asunto que me trae, no es otro que unos
intermediarios financieros de Río de Janeiro me han
ofrecido la posibilidad de invertir comprando unos bonos de la
Reserva Federal americana a un precio muy por debajo del nominal
y mi intención es adquirirlos, pero primero
desearía que su banco los autentificara, y de ser
correctos, abriría una cuenta y los depositaría en
el banco con el fin de que sirvieran de garantía en alguna
posible operación financiera que pudiera efectuar.
Precisamente estos intermediarios me citaron el banco de ustedes
para poder efectuar la autentificación de los citados
bonos-.

-Nos tiene a su disposición para ello-,
respondió con una sonrisa que mostraba la hilera de su
blanca dentadura.

-Por cierto, llevo una fotocopia de uno de estos
documentos que los intermediarios me han facilitado-, dije esto,
sacando del sobre la fotocopia que entregué a mi
interlocutor. Estuve todo el tiempo observando su semblante para
ver su reacción. Nada que objetar, no efectuó
ningún tipo de reacción que diera que
pensar.

Lo cogió delicadamente y se puso a mirarlo
detenidamente. –Es la primera ocasión que veo uno de
estos bonos de la Reserva Federal, había oído
hablar de ellos, pero no tuve la oportunidad-, dijo.

Poco tiempo después de observarlo, cogió
el teléfono que había sobre su mesa de trabajo,
marcó un número de dos cifras:

-Claudio, venga a mi despacho por favor-.

Llamaron a la puerta y entró un hombre que
aparentaba no más de cuarenta años de edad, bien
vestido con traje de color claro , corbata de lazo y pelo muy
engominado.

-Acérquese, por favor-, dijo el director.
–Le presento al señor Charrutiers, que ha tenido la
deferencia de venir a visitarnos para ver de hacer negocios con
nuestro banco-. –Señor Charrutiers le presento a
nuestro subdirector de cuentas extranjeras, señor Claudio
Vilha Leao-.

Tuve la corazonada de que el tal señor, Claudio
Vilha Leao era la persona que yo andaba buscando. Estrechó
mi mano sin fuerza alguna y la noté algo así como
sudorosa. No me gustó.

El director le pasó la fotocopia del bono que le
había entregado al funcionario. Procuré estar muy
atento a sus palabras y reacciones.

El tal Vilha, estuvo mirándolo con
atención y desde varias posiciones, en el entretanto el
director le decía que unos intermediarios financieros me
habían ofrecido la compra de un paquete a un precio muy
por debajo del valor nominal.

-Aparentemente este documento parece correcto, pero no
deja de ser una fotocopia y no tiene valor alguno para poder
efectuar una peritación, ésta debería
efectuarse con documentos originales-, dijo de una manera
velada.

-No me es posible poder presentar ningún
original, ya que todavía no he efectuado la compra de
ninguno de ellos-, le dije.

-No obstante, y si no le importa, déjenos esta
fotocopia y veré que puedo hacer al respecto.
¿Dónde se hospeda usted?-.

-Estoy en el hotel Ca d´Oro, de la
avenida da Liberdade-.

-Bien trataré de localizar a unos expertos en
este tipo de documentos y mantendremos una reunión con
ellos. Son gente externa, quiero decir que no pertenecen al banco
pero colaboran con nosotros en temas puntuales-.
-¿Cuánto estaría usted dispuesto a invertir
en esa transacción?-, preguntó como aquel que no
dice nada, y como quitando importancia.

Se me ocurrió darle una cifra bastante alta para
ver si así despertaba la codicia, si realmente el
señor Vilha era quien yo pensaba que era, picaría,
de lo contrario sería yo el que estaría
equivocado.

-Podría se alrededor de unos treinta millones de
Dólares americanos- le dije.

Súbitamente a Vilha le cambió el
semblante, y también al director. La cifra había
hecho su efecto, el primero cogió un teléfono de la
mesa y habló con alguien, habló en portugués
y no tuve demasiado tiempo para entender lo que decía,
pues el portugués no era mi fuerte y se expresaba con
mucha rapidez, pero si que pude percibir que pidió a la
telefonista una llamada de larga distancia, con lo cual deduje
que su interlocutor estaba fuera del país.

Al finalizar la llamada me dijo que había hablado
con unos expertos de su confianza pero que no podrían
estar en el banco hasta mañana por la tarde. Les dije que
no tenía prisa, que volvería al día
siguiente por la tarde. Vilha, me pidió que le dejara la
fotocopia del Bono, pero le puse como excusa que no iba a ser
posible, ya que debía mostrarlo a uno de mis socios que
precisamente llegaba aquel mismo día, así que
quedé con ambos caballeros para la tarde del día
siguiente.

A la salida, tome un taxi que me dejó en la
puerta de una tienda en la que vendían material
fotográfico en la que adquirí una cámara
fotográfica con lente de aumento, tenía
intención de ver si me era posible fotografiar a los
"expertos" sin que ellos me vieran.

De regreso al hotel, me di un buen baño en la
piscina de la atalaya que estaba muy concurrida, era una hora del
día que el sol todavía hacía sentir su
presencia, pero una caipirinha con mucho hielo me
reconfortó. Más tarde, llamé a París,
para informar a monsieur Lupín, y a mi superior, el
señor embajador.

Aproveché el resto de la tarde, para sentarme en
una de las mesas de la cafetería y hacerme unas notas de
todo los sucedido en el banco, hasta el último detalle,
tenía previsto que toda vez tuviera un banco de datos
suficientemente amplio y documentado, recomendaría al
señor Lupín que denunciara el caso a la Interpol,
yo tenía en esta policía internacional buenos
amigos que hice durante mi estancia en la SCEDE.

A la hora convenida me presenté en el banco, y
como era natural llevaba en un sobre la fotocopia del bono y la
cámara fotográfica como si de un turista se
tratara. La misma señorita que me había atendido el
día anterior vino a por mi tan pronto me vio entrar en el
banco, acompañándome hasta el despacho del director
ejecutivo.

Al entrar, vi a éste que conversaba con Claudio
Vilha y otros dos caballeros que permanecían sentados en
unas butacas, tan pronto me vieron cruzar por la puerta se
dirigió a mi con una sonrisa que guardaba un gran parecido
con el anuncio de un conocido dentífrico. Los dos
desconocidos se levantaron y me fueron presentados como
señor Smith y señor Brandao expertos en documentos
bancarios e inversiones.

Desde el primer momento tuve la impresión de que
ambos personajes eran los mismos que habían tratado con
monsieur Lupín, pues correspondían a la
descripción que éste me había dado
verbalmente.

Les puse al corriente de mi interés en invertir
en valores de alta rentabilidad, así como de la ventajosa
oferta que me habían hecho para la compra de una
considerable cantidad de bonos de la Reserva Federal americana.
Les cité que me habían facilitado una fotocopia de
uno de esos bonos y les mostré la misma. El que se
hacía llamar Smith, cogió el documento como si de
algo contaminado se tratase, lo miró un momento y de
inmediato lo pasó a su compañero, el que se
hacía llamar Brandao. Le pillé dando una especie de
mirada de complicidad al subdirector del banco.

Después de haberlo mirado detenidamente, me
dijeron que el documento les parecía correcto, pero que al
tratarse de una fotocopia no podían dar fe de ello con
absoluta certeza. Pero me sugirieron presentarme a una acaudalada
persona que tenía un importante paquete de dichos bonos y
que por circunstancias de coyuntura económica deseaba
desprenderse de el por una cantidad muy inferior a su valor
real.

La misma historia que le habían contado a
monsieur Lupín, ahora ya no tenía duda alguna que
estaba frente a los mismos bandidos, todo encajaba.

Les dije que me podía interesar la
adquisición, pero que al día siguiente debía
estar en una reunión en la ciudad de México y
estaría allí varios días, que en todo caso
vería si uno de mis socios en un par de días
pudiera desplazarse y entrevistarse con ellos y el vendedor de
los bonos, ya que en aquel momento desconocía la agenda de
compromisos de este.

-Aquí estaremos-, me dijeron, -Solo deberá
de confirmárnoslo.

Me despedí y les dije que más tarde les
llamaría.

Salí del banco y me aposté en una plaza
arbolada que estaba justo en frente de esta entidad, un espeso y
florido arbusto me camuflaba perfectamente, lo cual me
permitió sacar con bastante comodidad unas cuantas
fotografías de los dos "expertos" a la salida del banco. A
la mañana siguiente tenía en mi poder las
fotografías que habían sido reveladas. Me fui a
nuestro consulado y desde allí, las remití por
teletipo a nuestra embajada de Zurich y de allí a
Exteriores en París. Con anterioridad había hablado
por teléfono con nuestro embajador en Zurich
advirtiéndole del envío y le rogué que
hiciera llegar unas copias de las fotografías a monsieur
Lupín para que identificara a los personajes que
había en ellas.

Al poco rato me llamó mi jefe desde París,
confirmándome que había recibido mi
documentación y que se ocuparía personalmente de
hacerla llegar a su amigo para que ver si podía
identificar a los personajes de las fotos.

-Si los identifica, ya son nuestros-, le
dije.

-Efectivamente, pero si así es, no hagas nada sin
que monsieur Lupín lo autorice, recuerda que debe
mantenerse todo esto en la más estricta confidencialidad,
deberá ser él quien indique la próxima
acción a efectuar, no existe una denuncia tácita,
lo cual hace invalidar cualquier acción
oficial-.

-Está claro señor embajador, lo he tenido
muy presente. Ahora voy a ir mi hotel, allí me
quedaré aguardando noticias de usted o del propio
señor Lupín, por favor tómese nota del
teléfono del hotel, mi habitación es la
1042-.

Una hora y media más tarde me llamaba el propio
monsieur Lupín para confirmarme que los tres individuos
que aparecían en las fotografías enviadas eran los
mismos que le aconsejaron la compra y también el
subdirector del banco quien actuó como interventor en la
compra/venta.

-Entonces monsieur usted debe decidir las actuaciones a
tomar-, le dije.

-Le estaré siempre agradecido por su efectividad
y discreción, no se como recompensarle-.

-Me bastará con su amistad monsieur Lupín.
Si pretende tomar una acción jurídica, le
aconsejaría lo efectuara a través de Interpol,
después de que sus asesores jurídicos le
aconsejen-.

-Así lo haré, de nuevo muchas
gracias-.

Tiempo después llegó a mis oídos
que los intermediarios financieros, y el subdirector del banco
fueron detenidos y monsieur Lupín, pudo recuperar una
buena parte de su dinero. De todas maneras, muchos, muchos
años después todavía rondan por el mercado
bonos emitidos por la Reserva Federal americana, muchos de ellos
falsos y no reconocidos por la Reserva, se decía que en
aquellos tiempos el propio FBI, falsificaba estos bonos que
utilizaba para pagar determinados favores a determinados
personajes y espías.

Capít.
35

A medida que envejecemos inconscientemente nuestro
espíritu o conciencia histórica rememora el pasado
cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Se comprenden cosas y
situaciones que en el momento en que sucedieron quizás no
se le habían dado la importancia que merecían, sin
embargo en contraposición, en ocasiones se tienen
dificultades para recordar lo que uno ha cenado un par de horas
antes. Pero así es la vida y uno ya se acomoda a
ello.

Ayer vino a casa a cenar mi amigo Phil, como gran
detallista y caballero educado que es, después de
desenvolverla y sacarla de la caja que la contenía como si
fuera el Gran Houdini, nos obsequió con una rara botella
de champán. Según nos explicó, era una de
las botellas que gracias a la moderna tecnología,
habían podido ser rescatadas intactas del hundido Titanic.
Un craso y mundialmente conocido empresario musical, se
quedó con todas ellas en una subasta celebrada en una
reconocida sala de londinense, pagando por ellas una verdadera
fortuna. El conocido empresario obsequió con una de ellas
a Phil en agradecimiento por haberle concedido la oportunidad de
organizar el último de los conciertos que mi
entrañable amigo iba a dar, y así despedirse de
todos cuantos le querían con lo mejor que él
sabía hacer, tocar el piano como los
ángeles.

El bueno de André tomó la botella en sus
manos con la misma reverencia como si se tratara de un
cáliz sagrado con el vino transformado en la sangre de
Cristo, la colocó con sumo cuidado en el interior del
frigorífico para que cogiera la temperatura idónea
para ser libado durante la cena.

En cada ocasión que Phil y yo nos
reuníamos, era inevitable que rememoráramos las
aventuras vividas por ambos en el pasado. Como ya he dicho con
anterioridad los primeros síntomas de la senectud humana
se muestra en esta forma, y siempre se inicia con el, ¿
recuerdas aquel día que…..?.

Con la pularda rodeada de unas blancas patatas en salsa
en medio de la fuente que André había preparado con
tanto cariño, no se le ocurrió a Phil otra de sus
genialidades que decir : – Esta ave con estas bellas y coloridas
plumas de la cola, me recuerdan un "affair" que tuve
hace muchos años con la majarani de de
Kapurthala-.

Me reí a gusto de la genial salida de mi amigo,
pues yo tuve la oportunidad de vivir casi en primera persona esta
amorosa aventura que un poco más casi le cuesta la
vida.

Resulta ser que Phil fue mandado contratar por orden del
gobernador británico en el estado de Kapurthala para que
diera un concierto en el fastuoso palacio del marajá de
dicho estado. Coincidía que tanto el británico como
el marajá, eran grandes aficionados a Chopin y, la Corona
Británica, dada la delicada situación por la que
pasaba el Imperio en aquellos momentos en la recién
liberada colonia, consideró que este concierto
podía servir para aliviar la tensión
política del momento.

Phil fue recibido en el aeropuerto de Delhi como si de
la graciosa majestad la reina se tratara, o del mismísimo
Lord Mountbatten.

Le aguardaba al pie de la escalerilla del avión
una serpiente de Rolls Royce que el propio marajá
había enviado para recibir a tan notorio huésped.
Tiempo después el propio Phil me contaba que la distancia
del aeropuerto hasta el palacio era de casi ciento cuarenta
millas, y pudo comprobar que la mayor parte de las carreteras por
las que discurrieron, estaban algunas de ellas sin asfaltar,
llenas de agujeros y polvo, sin embargo aquellos cinco
valiosísimos automóviles corrían
endiabladamente por ellas sin el menor respeto y cuidado por su
mecánica. Pero algo le llamó poderosamente su
atención en aquella desenfrenada carrera, era que a pesar
de las constantes irregularidades del camino, los pasajeros que
iban sentados en el interior no las experimentaban, tal era la
calidad técnica del sistema de suspensión de
aquella marca de automóviles.

El ocupado por Phil, era el que abría la
comitiva, un modelo conocido por Corniche especial, algo
más largo que el resto, sin llegar a las dimensiones de
las limusinas americanas. Los asientos de los pasajeros eran de
fino cuero y tenían la confortabilidad de una butaca, todo
su interior estaba marqueteado con finas maderas barnizadas y los
tiradores de las puertas eran de plata maciza, así como
las copas del mueble bar que también eran de plata y el
borde en oro repujado, las alfombrillas del suelo, eran de piel
de tigre, y que según el intérprete que le
habían asignado, habían sido cazados por el propio
maharajá, gran aficionado a la caza de este precioso
felino en peligro de extinción.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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