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El impacto de la autoevaluación en las culturas institucionales liceales



    Síntesis

    En la búsqueda de herramientas propulsoras
    del cambio educativo y desde la certeza de que las culturas
    institucionales instauradas en nuestros liceos constituyen un
    severo obstáculo (¿el núcleo duro del
    cambio?) para su concreción, nos propusimos conocer
    qué prácticas de autoevaluación han sido
    efectuadas en la enseñanza media uruguaya. Elegimos un
    recorrido que nos permitiera explorar las metodologías
    utilizadas y la sostenibilidad lograda, cómo fueron
    propulsadas, qué aspectos dificultaron o dificultan su
    aplicación y el punto fundamental que nos convoca a este
    indagar: cuáles fueron los efectos provocados por estas
    prácticas sobre las culturas
    institucionales.

    Aún no logrando que este recorrido fuera
    completo, objetivo ambicioso para un trabajo que, dada las
    carencias en la sistematización y registro y las
    discontinuidades en la gestión de los centros de
    enseñanza media, resultó más engorroso de lo
    que imaginábamos, los aprendizajes fueron de gran riqueza.
    Muchas de las experiencias que encontramos en los liceos de
    nuestro país, escasamente o nada difundidos, ni analizados
    y discutidos a la interna del propio sistema, han abierto puertas
    a nuevos caminos de acción colectiva que
    desconocíamos. Las prácticas de
    autoevaluación internalizadas con muy diferentes
    modalidades, tienen que ver con ellas.

    A su vez, la implementación de dos
    experiencias concretas que partieron de una
    "simplificación metodológica", flexible y
    adaptable, que sirviera como punto de partida para comenzar un
    aprendizaje desde la propia praxis, nos aportó insumos
    para pensar, desde la gestión, en estrategias que
    contribuyan a renovar las culturas institucionales, en un intento
    de avanzar hacia los cambios que requiere la enseñanza
    media pública.

    COMENZANDO A
    ANDAR…

    "El mejoramiento de la calidad de la
    educación implica formación permanente de los
    educadores. Y la formación permanente se basa en la
    práctica de analizar la práctica." (Freire, 1993,
    73)

    1. LO QUE NOS
    INTERPELA DESDE LA GESTIÓN DE CENTROS

    Algunas observaciones cotidianas desde el ejercicio de
    la docencia y la dirección e integración de equipos
    de dirección nos han interpelado a lo largo de estos
    últimos años.

    El tiempo transcurre y la interpretación de las
    problemáticas educativas tanto desde mirada interna de los
    centros educativos como desde la mirada externa a ellos, parece
    detenida en un mismo lugar. Actores liceales señalando "al
    afuera" por los magros resultados educativos (las familias, las
    políticas sociales, los problemas económicos
    estructurales) o también muchas veces a los directores por
    no imponer "el orden y la disciplina" necesarios, lo que
    imposibilita el buen desarrollo de la tarea educativa, desde un
    arraigado supuesto de que el control y la sanción son la
    base fundamental para el adecuado accionar pedagógico. Por
    otro lado una sociedad que cuestiona de alguna manera a los
    centros por no retener, motivar, lograr aprendizajes en los
    adolescentes, vinculados con la vida real y que les signifiquen
    herramientas para la vida laboral. La falta de formación y
    el elevado ausentismo docente son asociados con el elevado
    fracaso liceal.

    Mientras esto ocurre el sistema educativo, a nivel
    central, continúa generando propuestas homogéneas
    para las diversas realidades del país, desconociendo no
    sólo contextos y realidades en que vive cada centro, sino
    a los responsables de aplicar esas propuestas, los actores
    educativos. Permanece subyacente una concepción racional,
    según la cual se entiende como suficiente el
    diseñar una propuesta, un proyecto, un plan, para que sea
    implementado por directores y profesores, para que ocurra el
    cambio o se supere una problemática. Concretamente por
    ejemplo, basta con que cada centro cuente con un órgano
    formal de participación, para que de hecho se dé la
    participación en él, o basta la
    implementación de un programa que apunte a superar
    inequidades focalizando apoyos, caso PIU, para que los centros se
    apropien del mismo y lo apliquen obteniendo los resultados
    esperados.

    No se trata de cuestionar la creación de
    órganos de participación ni de propuestas
    educativas focalizadas, sino de cuestionar la concepción
    desde la que surgen: ¿son los actores de los centros
    sencillamente "aplicadores" de planes, programas, propuestas
    educativas
    con el mismo formato para todo un país,
    pensadas por quienes están alejados de la realidad en que
    están inmersos los centros y de la forma en que se
    convive
    dentro de ellos?

    ¿Es que puede promover la
    participación
    un liceo cuando entre los adultos que lo
    habitan no se practica y sigue primando el relacionamiento
    jerárquico y la concentración de
    poder
    ?

    ¿Pueden los centros romper con esta
    lógica de relacionamiento cuando todo el sistema educativo
    está instalado en ella
    ?

    ¿Por qué los directores (o equipos de) no
    logran, aún muchas veces con buena formación y
    experiencia, éxito al promover innovaciones en un
    liceo?

    A la hora de intervenir sobre el estancamiento que tiene
    aprisionada a nuestra educación, lo que urge preguntarnos
    es cómo salir de este lugar en que estamos instalados.
    Emergen entonces nuevas interrogantes: ¿se puede innovar
    desconociendo a estas culturas arraigadas (y anquilosadas) en que
    estamos sumidos los actores de los centros educativos de la
    enseñanza media?, ¿es válido
    seguir generando propuestas de cambio dejando de lado el
    cómo viven, cómo interpretan, cómo se
    relacionan y en qué contextos se encuentran, quienes
    deberían ser los agentes promotores de los

    cambios educativos?

    "El cambio se inserta en un contexto en el que,
    generalmente, predominan viejas estructuras axiológicas y
    usos y costumbres arraigados cuya reconversión exige un
    pulcro diseño estratégico interno, preparado por
    reflexiones sociológicas y psicológico-sociales de
    las reglas no escritas que motivan la acción de las
    personas: la cultura organizacional"
    (Ossorio,
    1999)

    2. EL CONTEXTO EN
    EL QUE ESTAMOS INMERSOS

    "Nos hace falta una nueva visión
    utópica que nos permita trascender este período.
    Las dificultades son muchas pues: los conflictos son de amplio
    espectro: en el género, la raza, la etnicidad, la
    sexualidad, el capital, los efectos del productivismo en la
    ecología, la calidad de vida, la mercantilización;
    el progreso no es evidente por sí (…). La
    revisión de nuestros supuestos hace temblar nuestras
    legitimidades. Eric Hobsbawm llama la atención sobre este
    fin de milenio e invitamos a pensar a partir de
    ello
    ." (Torres, Reyna, de Careaga-Picaroni,
    2004:122)

    2.1 Una realidad social

    Nos ubicamos en una era en la que el cambio es
    vertiginoso, donde las relaciones sociales y laborales ya no son
    las mismas que décadas atrás, en un país que
    carga con una fuerte desintegración y fragmentación
    social, producto de la pobreza padecida en las últimas
    décadas, una población envejecida y un escaso
    desarrollo económico. Las nuevas estructuras familiares,
    la globalización y el avance de las tecnologías,
    han venido acompañados de un mercado de consumo que
    fomenta el aislamiento, el individualismo y el debilitamiento de
    los vínculos comunitarios. Ello nos encuentra en una
    situación vulnerable cultural y socialmente.

    La sociedad uruguaya no ha desarrollado capacidades para
    sostener (¿o crear?) una identidad cultural y una trama
    vincular que posibilite enfrentar esta era de
    "liquidez", en la que todo se mueve, es inestable y donde se hace
    tan complejo encontrar los anclajes desde donde "construir otra
    cosa" según dice Silvia Duschatsky. Ello repercute sobre
    todos quienes habitamos este país, obviamente, pero es en
    la adolescencia donde las fragilidades se suman.

    2.2 Una realidad educativa en un mundo que se
    mueve

    "Ni la gramática de la
    escolarización ni la gramática del habla necesitan
    ser conscientemente comprendidas para utilizarse. (…) Una vez
    que la gramática está establecida persiste, porque
    capacita a los docentes para desempeñar sus obligaciones
    de un modo predictible y tratar con las tareas diarias sin
    problemas."
    Rodríguez Romero (2003:103,
    citado por Vázquez, 2009:78)

    Detrás de la realidad educativa hay una historia,
    la universal, que tiene que ver con la propia gestación de
    los sistemas educativos, la concepción sobre la que se
    basó su origen. A su vez una historia nacional que nos
    mantiene aferrados a "lo que fuimos": un país que se
    destacó tempranamente en el plano educativo,
    diferenciándose y distanciándose de sus hermanos
    latinoamericanos, con una cultura académica, más
    europeizada que latinoamericana. El éxito pasado parece
    habernos condenado al inmovilismo actual. O quizás la
    formación con elevado énfasis en lo
    académico ha sido el mejor sustrato para que la
    educación se volviera rehén de pujas y de vaivenes
    políticos, con una macrocefalia interesada más en
    autoperpetuarse a sí misma que en alcanzar una
    mirada-país para un desarrollo armonioso en lo social, lo
    educativo y lo productivo.

    Es evidente que no tomamos como insumos los aprendizajes
    efectuados por otros países para re-pensarnos. Es
    más, parecería que no deseamos
    re-
    pensarnos sino estar empecinados en
    perpetuar formatos educativos
    alejados a las
    actuales necesidades de la sociedad y de nuestros niños y
    adolescentes
    . La enseñanza pública es la
    más perjudicada en este "no mirarse" y a su vez la que
    más repercute a nivel social, dada su magnitud en
    relación a la privada.

    Todos los análisis e indicadores muestran el
    estado de estancamiento de la enseñanza secundaria
    uruguaya. Su ubicación respecto al contexto
    latinoamericano, otrora en posición destacada, fue
    decayendo paulatinamente en un marco general de superación
    por parte de la mayoría de los países de la
    región.

    Sin desconocer algunos esfuerzos desde las autoridades
    educativas que han intentado compensar las debilidades del
    sistema, continúa siendo veraz el
    diagnóstico efectuado por ANEP en el año
    2005: "(…) se avanzó en el área blanda de
    desarrollo educativo (matriculación) pero mucho menos en
    las
    áreas duras (retención
    y egreso
    )." (ANEP 2005)

    En el último quinquenio se implementaron
    políticas sociales coordinadas (Plan de Equidad),
    incluyéndose en la educación políticas de
    tipo focalizadas que apuntan a brindar un apoyo complementario a
    las poblaciones más vulnerables. Sin embargo, un
    país fuertemente centralizado que genera estrategias
    homogéneas desde una mirada ajena y alejada de las
    diferentes realidades nacionales, no logra escapar de formatos y
    lógicas que impiden que los importantes recursos
    económicos que vienen destinándose a las
    políticas sociales y educativas impacten
    verdaderamente. Organismos del estado con escasa capacidad de
    cambio y de integración se superponen, trabando y
    debilitando aún más esas inversiones.

    El involucramiento de los centros de enseñanza
    con las diferentes propuestas de innovación ha sido
    variable, a la vez que las permanentes interrupciones dadas por
    las sucesivas gestiones de gobierno, han provocado
    discontinuidades que no permitieron afianzar los procesos
    efectuados, además de seguir sumando frustraciones en sus
    actores.

    Uruguay se encuentra en el Grupo III de
    países en el Informe de SITEAL 2010,
    según el acceso y permanencia de los niños y
    adolescentes en los sistemas educativos de América Latina.
    En este tercer grupo se encuentra, junto a Paraguay, entre los
    que poseen un alto egreso de educación primaria y bajo
    egreso de educación secundaria
    .

    El fracaso escolar (repetición más
    deserción en el ciclo básico) en la
    enseñanza oficial, oscila entre 26 y 37% (interior y
    capital del país respectivamente). (PIU, 2007) Una gran
    inequidad educativa caracteriza también a nuestro sistema
    como lo confirman las evaluaciones PISA.

    Reformas, reformulaciones, cambios pensados
    centralmente, no han permitido la superación de estos
    índices elevados de fracaso estudiantil, ni abatir el
    elevado ausentismo docente, indicadores en última
    instancia (desde una mirada simplificadora quizás) de una
    insatisfacción mutua, para actores esenciales en el
    proceso educativo, los alumnos y los docentes. Ambos reclaman,
    los profesores porque los alumnos ya no son "los de antes", en
    hábitos, obediencia, respeto, contenciones familiares y
    los alumnos porque las clases son aburridas, aún muchas
    veces expositivas, lentas, con criterios muy disímiles
    entre los profesores en el enseñar, el evaluar, el poner
    límites.

    Pero además, quienes egresan de la
    enseñanza media ¿están preparados para el
    mundo de la vida y para ser ciudadanos críticos con
    capacidad de transformar la sociedad en la que viven?

    La concepción respecto a los caminos para la
    transformación educativa a nivel mundial se ha ido
    modificando. El PRELAC (Proyecto Regional de
    Educación para América Latina y el Caribe) propone,
    como uno de los cinco focos para la educación: el Foco
    en la cultura de las escuelas para que estas se conviertan en
    comunidades de aprendizaje y participación.
    Se
    entiende así que mejorar la calidad y equidad pasa por la
    transformación de la cultura y el funcionamiento de la
    escuela. Esto implica "construir nuevas relaciones signadas por
    la vivencia cotidiana de los valores éticos y
    democráticos para formar ciudadanos competentes". Supone
    "la adopción de procesos de participación en la
    toma de decisiones en los distintos niveles del sistema
    educativo."
    (PRELAC, 2004)

    2.3 Pero… unos centros que están
    quietos

    "La experiencia parece indicar que ante toda
    innovación se plantean resistencias que ayudan mantener la
    inercia de las instituciones educativas. Resistencias que se
    enmarcan en la gramática de la escuela, que la constituyen
    y a la vez que son constituidas por ella. En palabras de Edgar
    Faure "la inmovilidad se puso en marcha y no sé
    cómo pararla
    ". (Careaga, 2001)

    Esta historia parece arrastramos pasivamente y no es
    fácil transformar a nuestros liceos en ámbitos
    más propicios para el cambio. El tiempo transcurre, y lo
    que se perpetúa es un gran inmovilismo a la interna de los
    liceos y de la educación secundaria toda. Prosiguen
    instaladas culturas institucionales que no parecen sintonizar con
    la realidad social y cultural, por lo que la enseñanza
    media ve resentida su capacidad para satisfacer las expectativas
    y necesidades sociales. Se ve comprometida lo que se denomina
    como legitimidad (su pertinencia en relación a las
    expectativas sociales). Estas culturas institucionales
    obstaculizan el tránsito hacia transformaciones educativas
    que la sociedad reclama pero que los actores educativos no
    visualizan, al estar inmersos en realidades cotidianas que no
    aportan a desarrollar la capacidad de reflexionar y de trabajar
    colectivamente.

    Las instituciones han quedado "atrapadas" en formatos
    pensados para otros tiempos sociales y culturales. La escasa
    cultura de participación y de trabajo
    colectivo se suman a la concepción de que lo
    educativo es "propiedad exclusiva" de los actores
    internos de los centros. Esto alimenta su
    autoperpetuación.

    "Como afirman Berger y Luckmann : "Las
    instituciones, por el mero hecho de su existencia, controlan el
    comportamiento humano al establecer patrones predeterminados de
    conducta que la orientan en una dirección en detrimento de
    otras muchas que serían posibles. Las instituciones a
    través de sus formas de organización, de sus
    rituales, de sus rutinas e inercias se convierten en mundos en
    sí mismos, que reflejan y a su vez median y condicionan
    los valores, las expectativas, los modos de relación y los
    conocimientos y conductas considerados legítimos en la
    propia comunidad social."
    (Gómez,
    1999
    )(Citado por Careaga, 2001)

    Los espacios educativos en secundaria mantienen la
    fuerte impronta de la estructura curricular, dividida en
    disciplinas,
    la que condujo a un gran aislamiento
    áulico y a que la tarea y la responsabilidad de cada
    docente quedara acotado a un trabajo asignaturista dentro de un
    salón de clase. Es escaso, en las prácticas, el
    trabajo colaborativo. No se ha logrado desarrollar una cultura de
    participación, de responsabilidad colectiva, de
    planificación del trabajo conjunto, y mucho menos su
    permanente monitoreo y evaluación.

    Aspectos que tienen que ver con el tipo de
    gestión, con los códigos de comunicación,
    con las prácticas de control, con el modo en que se es
    aceptado o valorado por "el otro", con las
    posibilidades de expresarse y de participar, con la
    conformación y el peso de diversos grupos de poder (los de
    los profesores de mayor antigüedad, "la vieja guardia", los
    del movimiento sindical, los núcleos de "fidelidades" a la
    dirección u otros grupos que ejercen de diferentes formas
    el poder en un centro) inciden notoriamente en la
    motivación, el compromiso, el involucramiento que genera
    en cada uno de los actores de los liceos.

    Los profesores a su vez corren de un liceo a
    otro
    , a veces distantes en muchos kilómetros, con
    cargas horarias que resultan ser inconciliables con el
    ejercicio profesional
    del rol docente. Si además
    consideramos la inmensidad de emergentes y conflictos que desde
    la sociedad se trasladan día a día a
    la interna de los centros educativos, se hace más evidente
    la aridez de los ámbitos educativos para sus
    actores
    . Mantener cierta "ajenidad" a lo que ocurre en "el
    afuera" (del aula, del liceo) y sostener rutinas arraigadas en el
    imaginario colectivo, pueden ser intentos de conservar un
    "terreno seguro" en una sociedad que ya no da certezas y donde la
    profesión docente no es valorizada como
    tal.

    "Lo que ocurre es que hemos estado tan
    obcecadamente destacando y describiendo las estructuras formales
    de lo escolar que hemos ignorado lo que le da vida a la
    cotidianidad. Ha primado el estudio de lo estructural, normativo
    y funcional y se ha eludido el análisis (hasta tiempos
    recientes) del importante papel que desempeñan los
    aspectos "reales", lo que en palabras de Habermas podemos definir
    como "el mundo de la vida".
    (Bardisa, CADE
    2010).

    La elevada burocratización del sistema y su gran
    centralización no contribuyen tampoco a alentar cambios
    culturales a la interna de los centros.

    Por otro lado las miradas externas (evaluaciones
    externas nacionales o internacionales) generan percepciones
    negativas en los centros, no solamente por ser exógenas y
    llevadas adelante por personas alejadas a esta ardua y
    solitaria tarea cotidiana, sino también porque se
    limitan a poner en evidencia las debilidades y
    carencias.
    Se perciben como una interpelación a los
    actores del centro, lo que lejos de contribuir a la capacidad
    colectiva de construir cosas nuevas
    , por el contrario, genera
    actitudes defensivas.

    2.4 Marcos que apuntarían al
    cambio

    "El comportamiento de todos los miembros de la
    escuela obedece a un conocimiento institucional no muy elaborado
    pero muy potente. Todos saben lo que está bien hecho y lo
    que está mal hecho (…) La identidad viene marcada
    por una forma de entender la realidad, por una teoría en
    acción, por un paradigma aplicativo (Santos Guerra,
    2002:34) (tomado de Vázquez, 2004:87)

    Las autoridades educativas perciben la demanda social de
    una educación de calidad y la insatisfacción
    respecto a la calidad de la enseñanza y los logros de los
    aprendizajes. Entienden como necesario relacionarla con mayores
    niveles de democracia y participación, afirmando
    que "se busca conformar un sistema educativo más
    incluyente y orientado a la formación de
    ciudadanía
    " y que "ha comenzado a atender los retos y
    desafíos enunciados." (ANEP Balance de dos años de
    gestión. 2009).

    La Ley General de Educación, N°18.437
    implica cambios en este sentido. Además de considerar a la
    educación como un derecho humano fundamental y
    universal que el Estado garantizará y
    promoverá, establece la participación
    como principio fundamental, crea los Consejos de
    participación para cada centro educativo integrados por
    estudiantes, docentes, padres y representantes de la comunidad y
    considera a los centros educativos "ámbitos
    institucionales jerarquizados".
    "El centro educativo de
    cualquier nivel o modalidad será un espacio de
    aprendizaje, de socialización, de construcción
    colectiva del conocimiento, de integración y convivencia
    social y cívica, de respeto y promoción de los
    derechos humanos".

    Establece que "El proceso de
    formulación, seguimiento y evaluación del
    mismo (centro educativo) contará con la
    participación de los docentes del centro y se
    promoverá la participación de funcionarios, padres
    y estudiantes." (art. 41) Precisa también, en el art. 48,
    acerca de la participación: "La participación de
    los educandos, funcionarios docentes, otros funcionarios, madres,
    padres o responsables y de la sociedad en general, en la
    educación pública constituirá uno de sus
    principios básicos."

    Por otro lado, en la reformulación 2006, se
    estable un espacio de coordinación docente,
    semanal, que la circular N° 2973 caracteriza como "un espacio
    destinado al trabajo colectivo de los docentes, a su
    profesionalización y aprendizaje académico en forma
    contextualizada. En ella, los equipos docentes e institucionales
    se apropiarán de la conducción pedagógica
    de sus centros
    , tomando decisiones consensuadas, para
    desarrollar mayor autonomía en la construcción
    del currículum
    . Deberán adoptar la modalidad
    colaborativa de trabajo
    , estableciendo acuerdos,
    reflexionando en conjunto, proponiendo iniciativas, elaborando
    criterios pedagógicos y didácticos. Es el
    espacio para que entre todos se instrumenten las líneas de
    trabajo, participando en el diseño, desarrollo,
    ejecución y evaluación de los diferentes proyectos
    que tenga la institución toda
    ."

    Pero… modificar las prácticas es un
    desafío sumamente complejo,
    mucho mayor que el de
    modificar leyes, planes y programas. Requiere de lentos procesos,
    para los cuales se necesita de estrategias claras,
    consensuadas y con continuidad
    .

    "Los procesos de cambio no se producen ante la
    simple voluntad de incorporarlos a las prácticas
    cotidianas. Requieren de convicción e involucramiento
    activo, que hagan posible su implementación y su
    consolidación."
    (Vázquez,
    2009:92)

    La instalación de los órganos formales de
    participación que incluyen a todos los integrantes de la
    comunidad educativa, experiencia inédita en nuestro
    sistema educativo, no implica que la participación
    esté dada. Tampoco la existencia de figuras dinamizadoras
    de la participación. Transitar hacia la
    participación real implica un largo camino a
    recorrer…

    3. EL OBJETO DE
    ESTUDIO

    Experiencias de autoevaluación en Uruguay,
    ajuste de modelos para diferentes realidades de los centros
    educativos de enseñanza media. Su incidencia sobre las
    culturas institucionales.

    3.1 Investigar en este campo, el por
    qué

    Las prácticas participativas y colaborativas,
    escasamente desarrolladas en nuestra sociedad (y en particular en
    los ámbitos educativos de enseñanza secundaria),
    requieren de ser incorporadas. Para comenzar en un aprendizaje
    gradual, se hace necesario encontrar técnicas sencillas y
    adaptables a los diversos contextos, que permitan movilizar las
    concepciones establecidas y dar inicio a la
    construcción de otra cultura ("reculturizar").

    Partimos del supuesto de que la autoevaluación,
    sobre cuya implementación en la propia práctica se
    ha encontrado escasa referencia bibliográfica, puede ser
    una buena herramienta en este sentido.

    Es así que profundizar en la búsqueda
    bibliográfica y en el relevamiento de casos y aplicar,
    junto con sus propios protagonistas, técnicas que se
    adapten a la realidad de centros concretos,
    realizando el estudio desde lo etnográfico,
    permitiría valiosos aportes con miras a esa
    re-culturización.

    3.2 Objetivos (Hipótesis)
    Objetivo General

    LA AUTOEVALUACIÓN HA FUNCIONADO COMO ESTRATEGIA
    MOVILIZADORA QUE HABILITA A RENOVAR CULTURAS INSTITUCIONALES, LO
    QUE VIABILIZA LA INCORPORACIÓN DE INNOVACIONES QUE
    PERMITEN AVANZAR HACIA UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA
    TODOS.

    Objetivos Específicos

    LA AUTOEVALUACIÓN HA ACTUADO COMO BASE PARA LA
    MEJORA DEL FUNCIONAMIENTO DEL CENTRO EDUCATIVO, AL HABILITAR LA
    REFLEXIÓN SOBRE SUS PROPIAS PRÁCTICAS.

    HA PERMITIDO LA EXPRESIÓN DE LAS DIVERSIDAD DE
    CAPACIDADES Y HABILIDADES Y FORTALECE SU DESARROLLO.

    HA FOMENTADO LA PARTICIPACIÓN REAL Y CON ELLA SE
    HA FORTALECIDO LA DEMOCRACIA ESCOLAR Y EL APRENDIZAJE
    ORGANIZACIONAL.

    HA VIABILIZADO LA ELABORACIÓN DE
    PROYECTOS COLECTIVOS.

    HA INCREMENTADO EL COMPROMISO COLECTIVO DE TODOS LOS
    ACTORES.

    CONSTRUCCIONES HUMANAS QUE HABITAN LOS
    CENTROS

    4. CONJUGANDO
    IDEAS PARA NUTRIR EL CAMINO

    4.1 El eterno deseo de
    reformar…

    Algunos autores mencionan diferentes "olas de
    reformas".
    En los años ochenta, en la primera de
    ellas, se pensaba desde lo técnico-burocrático,
    desde un lugar en que se imponían en forma vertical y
    centralista ("top-down). Luego, la que se designa
    como "segunda ola", conceptualiza que debe abarcarse la
    reestructura de los centros (incluida la estructuración de
    los diferentes roles), como también la de los
    currículos. Se comienza a dar importancia a la
    descentralización y a la autonomía a las que se
    vincula con esos cambios estructurales, como también a los
    planes de gestión y capacitación del profesorado.
    La "tercera ola" finalmente incorpora además de la
    reestructuración, la necesidad de mejora de los centros,
    la que requiere cambios organizativos a nivel del centro y
    "una cultura basada en interacciones sociales y relaciones
    profesionales
    ". (Bolívar,2001)(Citado por Careaga,
    2001)

    4.2 Las organizaciones y las culturas
    institucionales

    "Son los aportes tomados desde la
    fenomenología, la hermenéutica, la
    etnografía y la etnometodología
    , los que
    permiten acceder a otras dimensiones de la realidad
    organizacional
    para intentar comprenderla. Conceptos como los
    de clima, cultura, ethos institucional, representan componentes
    que se integran al análisis de los escenarios
    sociales
    en estudio." (Vázquez, 20009:
    86)

    El centro educativo como espacio complejo de
    interacciones humanas, como realidad construida por sus propios
    actores, quienes legitiman a lo largo del tiempo formas de
    interpretar la realidad, códigos no explícitos de
    relacionamiento y ejercicio de los roles, genera una cultura
    institucional o modo de convivencia propia y particular. Como lo
    propone esta "visión interpretativa", "unas
    realidades inciertas, ambiguas, no lineales ni racionales",
    constituyen realidades más complejas a la hora de aplicar
    una reforma, de un cambio en lo educativo, que partir de la
    visión simple, "técnica-racional", que
    imagina un comportamiento "conductista" y lineal a partir de
    normas o de las habilidades de un director. Es más,
    coincidiendo con la "visión crítica", no se
    trata solamente de la construcción social aislada y
    particular en cada centro, sino que también se suma un
    contexto social, cultural y político que condiciona a esa
    construcción y contribuye a determinarla.
    (González,T. – CADE 2010).

    "Esta forma simple de entender la
    organización ha evolucionado hacia otros modelos mucho
    más sofisticados, que jerarquizan a las personas
    como factor activo de los procesos de transformación,
    cambio o mejora, por ser quienes en definitiva habilitan o
    dificultan su consolidación. A este fenómeno se lo
    denomina "emergencia del sujeto" Casassus
    (2002).(Vázquez, 2009:)

    Los centros educativos constituyen entonces terrenos
    complejos, con poca cohesión, con una diversidad de formas
    de hacer, de interpretar, con diversos intereses y juegos de
    poder, pero en los que a su vez se comparten pautas, creencias,
    costumbres, "que entretejen la conducta de sus
    miembros".

    "Una organización es experiencia
    subjetivamente vivida y socialmente compartida,
    cuya
    cualidad varía de unas a
    otras."
    (Aguerrondo, I.)

    La convivencia, por lo tanto, no es tan sólo
    producto de la interacción cotidiana entre los actores que
    conviven y participan en el centro, ni de sus intereses,
    orientaciones, perspectivas de futuro, necesidades, etc. Tampoco
    depende su construcción exclusivamente de la capacidad
    reguladora de una ley, de la gestión de un
    equipo directivo, los medios de los que éste disponga o el
    tipo de alumnado que integre el centro. Todos los factores
    mencionados son relevantes para la convivencia, pero
    ésta "es el resultado de un proceso dinámico,
    complejo y constante de interacciones que se alimentan tanto de
    los elementos sistémicos proporcionados por la
    institución o el contexto social, como por las acciones
    individuales de todos los participantes en el
    sistema
    ".

    En cada centro en que trabajamos varía la forma
    en que cada uno se siente y actúa, se compromete, asume
    responsabilidades y roles. El concepto que se tiene en un liceo
    sobre un docente se diferencia a veces del que se tiene de
    él en otro. Asimismo la forma en que nos sentimos
    considerados, valorados, "mirados" en cada liceo también
    varía. Esto tiene que ver con una especie de "microclima"
    institucional que se ha ido construyendo a lo largo de la
    historia de cada centro, entre los actores que lo han habitado, y
    en su interacción con el entorno, sobre la base de la
    estructura dada por el sistema a un nivel más
    macro.

    Tabaré Fernández profundiza en el
    análisis de las organizaciones y la evolución
    histórica en que se las ha concebido. Plantea primeramente
    el supuesto del diseño organizacional dentro de un modelo
    burocrático y de la existencia de identidad entre la
    racionalidad del actor y la estructura organizacional.
    Pero…

    "Finalmente, la organización se mostraba
    como "escenario" de confrontaciones entre estrategias de grupos
    de actores situados en posiciones diferenciadas en cuanto al
    poder."
    (Fernández,
    2001:123)

    El autor hace notar el surgimiento de nuevas corrientes
    que incorporan "la influencia del entorno de la
    organización y la sociedad en términos
    institucionales", las que afectan las relaciones humanas y el
    cambio organizacional. Es entonces la Teoría Social la que
    permite el análisis organizacional de la
    educación.

    "Se trata de la naturaleza real/nominal de las
    organizaciones, de la distinción entre
    organización/individuos, de la relación
    organización/sociedad y del problema
    permanencia/cambio."
    (Fernández,
    2001:123)

    Para este investigador la organización enmarcada
    en la teoría de Niklas Luhmann, brinda el "marco
    más convincente" encontrado "hasta ese momento" para
    relacionar a las organizaciones "con el análisis de la
    sociedad y de las interacciones, dentro de un marco que incluye
    una teoría del cambio." (Fernández,
    2001:123).

    Introduce así aspectos que hoy
    parecen fundamentales: la primacía funcional,
    según la función asignada por la sociedad a una
    organización, "las escuelas no sólo funcionan
    dentro de un entorno educativo sino también por un entorno
    formado por el sistema económico", enfatizando que todos
    los centros educativos, sean públicos o privados
    "están constreñidas por el mercado de trabajo, las
    relaciones laborales y sindicales", y la membrecía y
    decisión
    , que hace que los puestos y roles que se
    asignan y/o se asumen en "las interacciones cotidianas" entre los
    actores hacen a "las tareas, metas, decisiones e
    interpretaciones", "a los encuentros y conflictos". Esta
    membrecía y decisión, según Luhmann,
    determinan comportamientos de sus miembros y éstos "se
    vinculan recursivamente con comunicaciones anteriores y producen
    otras posteriores, dando así estructura a la
    organización." (Fernández,
    2001:126)

    El marco normativo no alcanza, "por más
    codificado que se encuentre" para definir los aspectos que
    determinan el funcionamiento de una organización
    educativa.

    "El entorno es una fuente potencial de
    variación del sistema
    que se actualiza en cada
    decisión, basta pensar aquí en la
    aceptación/desconocimiento de los reclamos de los padres o
    en las sugerencias de los inspectores. Pero el
    condicionamiento de la membresía
    no resulta de una
    mera adaptación al entorno. Por el contrario, es el
    resultado de una función creativa, más exactamente
    autocreativa
    , a través de la cual el sistema
    selecciona
    y trata como propias ciertas comunicaciones
    (incluidas las acciones) según si pueden ser
    compatibles con su identidad
    . Tratamos con sistemas
    autopoiéticos
    centrados en el condicionamiento de la
    membrecía." (Fernández, 2001: pág.
    127)

    María Inés Vázquez, en
    su Tesis (2009), también tomando a Luhmann
    agrega:

    "Su propuesta plantea que los sistemas en
    interacción con el entorno se van modificando
    ,
    cambiando, generando procesos de adaptación interna
    que procuran mejores respuestas hacia el contexto. Estos procesos
    lejos de ser lineales, ponen en evidencia lógicas de
    base
    que poco tienen que ver con las proyecciones
    racionales que puedan derivar de la planificación
    ."
    (Vázquez, 2009:31)

    Esta autora analiza que "los aportes clásicos
    como los de Pichón-Riviere (1985) relacionan al componente
    intrapersonal de la motivación con dos
    cuestiones:

    § el grado de afiliación o
    reconocimiento logrado en el ámbito
    institucional

    § y el sentido que adquieren en lo
    colectivo, las prácticas que lo vinculan con dicho
    ámbito."

    Las prácticas de las personas dentro de las
    organizaciones están condicionadas por el valor que le
    otorguen quienes comparten los espacios de trabajo. Lo que llama
    "principio de afiliación", está vinculado a "la
    asignación de sentido"
    de las prácticas que
    desempeñan las personas, integrando sus propios intereses
    a los de la institución. Si este sentido no se logra, el
    "vínculo de afiliación" se debilita y el
    sentido de pertenencia también.

    "Avanzando en este sentido retomamos la
    noción de instituir (Bourdieu, 1980), que se
    relaciona con el significado que la institución le
    adjudica a las personas que la habitan. Esta función de
    asignar sentido a sus miembros, otorga afiliación y
    define tanto el sentido de pertenencia como la identidad
    colectiva
    ." (Vázquez, 2009:80 y 81)

    Vázquez analiza luego los
    "estadios de desarrollo organizacional",
    tomando a Gairín. (ver Cuadro 1). Estos "estadios de
    desarrollo organizacional" implicarían diferentes niveles
    de implicación de sus actores en lo que ocurre en
    el centro educativo, partiendo desde un estadio que se
    podría considerar como el más primario:

    La organización como marco/estructura, en
    el que se lleva a cabo una propuesta educativa que viene definida
    externamente, en la que sus actores son meros técnicos o
    "implementadores" de lo que viene dado, desde el que se
    podría pasar a un segundo estadio:

    La organización como contexto en la
    que aún desde una propuesta que viene definida
    externamente el centro "no adopta una actitud pasiva, sino que la
    discute, la ajusta y la adecua a las posibilidades de su realidad
    y la del contexto en el que se encuentra inmerso", lo que implica
    cierto grado de apropiación y adecuación de la
    propuesta educativa.

    Un tercer estadio sería el
    de:

    La organización que aprende, en la
    que se da una mayor apropiación de los procesos de cambio,
    se los integra a los planes de acción, se registra y
    monitorea, con lo cual se cuenta con insumos que
    permiten manejar de "forma positiva el error" y
    retroalimentar los planes de trabajo.

    El cuarto estadio, el nivel
    superior:

    La organización que genera
    conocimiento,
    se alcanza la capacidad de "aplicar, evaluar y
    sostener procesos de cambio", pero a su vez, a través de
    la "reflexión crítica" son capaces de generar
    conocimientos desde el trabajo colectivo de implementación
    de las innovaciones. "Estas son organizaciones preparadas
    para dar respuesta a las demandas de cambio que plantea el
    entorno." (Vázquez, 2009:43)

    Monografias.com

    Estadios de desarrollo organizacional (tomado de Gairin,
    1999:20)

    Cuadro 1 – Tomado de
    Vázquez, 2009:42 (Diagrama 5)

    Más allá del discurso y las concepciones
    que se manejan desde lo teórico, el paradigma bajo el que
    parecerían pensarse las innovaciones para nuestro sistema
    educativo (que parten siempre del nivel central para ser
    aplicados en forma homogénea en la diversidad
    de centros del país), e incluyen cambios de planes,
    programas, proyectos, sugiere que se considera a los centros en
    un estadio de organizaciones marco/estructura, aunque en
    ocasiones éstas hayan actuado como en el estadio de
    texto/contexto.

    "Los centros pertenecientes a la
    educación pública, representan unidades operativas
    heterogéneas
    que son reguladas por un sistema
    superior que las nuclea y define. Los márgenes de
    autonomía que les son otorgados varían
    de un
    país a otro, si bien la tendencia general es la de
    asegurar la mayor cohesión posible, a través de
    normativas
    dadas por el propio sistema, las que dificultan
    el acceso a los estadios de mayor desarrollo."

    (Vázquez, 2009:44)

    El tránsito de un estadio a otro, afirma
    Vázquez, está en relación a factores que se
    dan desde lo externo al centro (autonomía
    institucional, el compromiso desde la comunidad, el papel de las
    autoridades del sistema) y desde lo interno (el liderazgo
    de los directivos, la actuación del personal, las
    orientaciones generales del centro, el seguimiento y
    evaluación de las actuaciones y el papel de los
    recursos).

    4.3 El cambio
    organizacional

    "Tomando en cuenta lo planteado hasta el
    momento, nos interesa abordar el fenómeno del cambio desde
    una perspectiva holística y sistémica del escenario
    organizacional. Desde esta óptica se entiende al cambio
    como un fenómeno vulnerable, al considerar que su
    permanencia y consolidación, dependen de la mayor o menor
    fusión que logre con las dinámicas institucionales
    en las que actúa."
    (Vázquez,
    2009:33)

    Si entonces "la convivencia, además de
    responder a factores estructurales es fruto también de las
    prácticas cotidianas de los individuos"

    (García, R.) se entiende que estas prácticas
    cotidianas son heterogéneas si consideramos que los liceos
    del país, varían muchísimo, según la
    región en que se sitúe, su matrícula
    estudiantil, el o los ciclos que funcionen y hayan funcionado,
    los planes presentes o pasados, y según, en definitiva de
    la cultura institucional construida, sobre la que todos estos
    factores han incidido.

    Según García R., estas construcciones
    (culturales) presentan "grandes grietas", pues hay
    dificultades para acercar las prácticas organizativas y
    curriculares de los centros a las necesidades de los más
    jóvenes y en especial a los más desfavorecidos,
    continúa dándose exclusión educativa, y al
    malestar docente se lo admite como algo que "viene dado", que no
    requiere análisis. Hay un desajuste "producido entre la
    fantasía de orden forjada por el sistema, unos
    profesionales afincados en lo más tradicional de su tarea
    y una realidad asentada en lo complejo y lo indeterminado".

    (García, R.)

    "En los registros de investigación
    educativa, contamos con múltiples experiencias que
    confirman que los cambios no funcionan ni por decreto, ni por
    convicción de una persona. Para que efectivamente se
    concreten, es necesario construir la viabilidad del cambio

    (Aguerrondo, 1992)."(Vázquez,

    2009:45)

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