¿Inspiración o retórica? Una mirada al sesgo de la creación literaria
¿Inspiración o
retórica? Una mirada al sesgo de la creación
literaria
Deambulaba entre libros, poemas, textos leídos,
inertes, rememorados, escritos, pensados, buscando la puntada
inicial para este palimpsesto peculiar. Y encontré (o vino
a buscarme) este fragmento:
"(…) En la mañana, bajo una de las cuatro
palmeras del jardín bardeado de la embajada; cuando
íbamos en coche al gran parque donde las tortugas
silvestres se arrastraban por las dunas plantadas de adelfas;
sobre todo en las noches, cuando mi nana, creyendo que yo
dormía, y padeciendo misteriosos dolores estomacales que
no la dejaban dormir, se quedaba trabajando en su máquina
de tejer hasta bien pasada la medianoche, yo
leía."[1]
El hipérbaton se ofrece con toda su
seducción para reiniciar este antiquísimo dilema
sobre el origen mismo de la creación literaria:
¿nace del estro personal, único, privilegiado o del
plan, el sistema y el estudio?
Lógico sería que el enunciado comenzara a
la inversa: "Yo leía…" Es hasta improbable que
de manera espontánea ni el mismísimo Borges lo
dijera como lo escribe Manguel. ¿Qué nos distancia
de la cláusula correcta? El contexto… y la
psicología del autor. El primero, un determinante textual,
pues en el devenir del discurso, nos cuenta de su destino de
escritor que se origina en su práctica de lectura. El
segundo aspecto es el que más cuenta para nuestro tema: La
elipsis inicial ("Yo leía") que requiere su
presencia en algún término de la oración
para volverse comprensible, nos muestra por un lado la escritura
automática (Manguel deja fluir su confesión,
presuponiendo el sujeto psicológico) y por otro, el
conocimiento de un recurso que le permitirá establecer la
cohesión del texto y, a la vez, su originalidad. Confluyen
entonces el ámbito interior, íntimo, de la
inspiración con el dominio de la retórica,
entendida ésta como saber específico que permite el
enunciado.
¿Podemos abandonar la copiosa bibliografía
de retóricas sustanciosas, reiterativas o superfluas?
¿Podemos desprendernos desde la intuición?
¿Estamos siempre pensando en los alambiques de la
confabulación?¿Aceptaremos la lectura por el
prestigio y el análisis por el modelo vigente?
Las bibliografías se repiten hasta el cansancio
con las omisiones[2]requeridas por el statu
quo y se consolidan en fotocopias parciales y –no
pocas veces- ilegibles. La comprensión –entonces-
está sometida a la estructura cognitiva de quien o quienes
dominan los espacios de poder. Espacios que se restringen dentro
de límites precisos, burocráticos, humanos,
legales, académicos, políticos o
ideológicos. Y los mismos pueden desplazarse desde el
aula, la currícula, el cenáculo o cada una de las
estructuras educativo – formales y hasta los más
libérrimos medios de comunicación.
Desbrozar estas restricciones nos permite la libertad,
cuyas ventajas equiparan riesgos inequívocos.
No seamos inocentes. Caminemos hacia la dureza de la
honestidad intelectual, pero no olvidemos el rasgo humano y
horizontal que no aprueban los mecanismos anquilosados del
prestigio institucional o mediático.
Y nos resuenan al oído los ecos del inefable
Bécquer, poeta por excelencia del fluir amoroso, del
sentimiento sin freno, que se nos presenta como el más
puntilloso de los retóricos.
Los paralelismos que refuerzan el enunciado le dan orden
y gradación al caballo desbocado de la
pasión:
"Dos rojas lenguas de
fuego
(…..)
Dos notas que del
laúd
(…..)
Dos olas que vienen
juntas
(…..)
Dos jirones de vapor
(…..)
Dos ideas que al par brotan;"
(Rima XXIV)
Modelo retomado, recreado, vitalizado por
Neruda:
"Puedo escribir los versos más tristes esta
noche…"[3]
O por Francisco Luis Bernardez:
"Estar enamorados, amigos,
es…."[4]
En este trayecto de búsquedas y encuentros, nos
salen al encuentro, en tiempos de la superflua fugacidad del
twiter, las voluminosas páginas de Baltasar
Gracián: "No hay maestro que no pueda ser
discípulo"[5]
Así parecen comportarse los poetas griegos
contemporáneos, que desde la inesperada metáfora de
sus intuiciones se adentran en la tradición de sus
ancestros y allí nos provocan y nos deslumbran.
Yorgos Seferis ataca con su lirismo
épico sobre un arquetipo de la cultura
helénica:
"¿Y en Troya?
En Troya nada – un
simulacro.
Así lo quisieron los
dioses.
Y Paris se acostaba con una sombra como
si fuera un
cuerpo sólido;"
("Helena"[6])
Por su parte, Nikiforos Vretakos redefine
en "La poesía épica" el paradigma que da inicio a
todas las literaturas autóctonas:
"Inclusive una
gota de amor en un
libro
es una epopeya"
[7]
Y, por su parte, Constantino Kavafis, con
su pluma cargada de trasgresiones, exalta uno de los valores
más profundos, conjuntamente con la libertad, del ideario
griego, la vida:
"No la evilezcas
llevándola
Y trayéndola,
exponiéndola a menudo
A la estupidez cotidiana." ("Cuando
Puedas"[8])
¿En qué momentos fluye la genética
propia de un mismo espacio compartido por el límite
superlativo de la razón y la profundidad más
intrincada de la pasión? ¿En qué enunciados
giran solamente sobre la tradición estrictamente
literaria, sobre el conocer y el saber?:
¿Retórica o inspiración?
En defensa de la primera acuden Blanchot, Todorov, la
"Poética" de Aristóteles tanto como los
diccionarios específicos o el catálogo interminable
del "Diccionario de figuras de dicción usadas en la
Biblia" de Ethcelbert W. Bullinger, adaptado al castellano por
Francisco Lacueva[9]
Por la segunda, los defensores abundan y están
mejor instalados en el "mito" del poeta como iluminado; y en la
"tradición" cognitiva del común de la gente. Se es
poeta por estigma, por designio sobrenatural o por genialidad
innata.
Y renace para nosotros la permanente preocupación
por estas cuestiones que manifestó Rainer María
Rilke y que valora – por sobre todo- el mundo interior que
cada uno llevamos dentro. En sus obras donde afronta estas
cuestiones, deja testimonio en Roma, el 23 de diciembre de 1903:
"Pues lo que hace falta es sólo esto: soledad, gran
soledad interior. Ir-hacia-sí y durante horas no encontrar
a nadie…"[10] Y, para tratar de explicarse
el genio de Rodin, deja las huellas que el escultor exquisito le
fue aportando en esta respuesta: "es menester trabajar, nada
más que trabajar. Y hay que tener paciencia." (Carta
a Clara Rilke, septiembre 5 de 1902)[11] Cuando
fue a buscar la respuesta en los finos entramados de la genial
individualidad, se encontró con el "maestro" que le
replicaba su fórmula del trabajo incansable y la
paciencia. Eso sí, reconocía que "dentro de
sí" estaba el mundo que debía salir a la
luz.
"Esta tendencia no se ha terminado todavía
completamente, en la medida en que el análisis literario
no ha renunciado aún al término "todo terreno" de
"imagen", o bien se contenta con sólo la metáfora
para designar, más o menos cualquier procedimiento
retórico" Sostienen los autores del Grupo
?[12] que se dan a la copiosa investigación
relativa al retoricismo actual. Parece que la
simplificación elude o esconde; y la indagación
promete copiosas noches de muy fino espigado, ardua tarea y un
galimatías que no muchos se animan a enfrentar.
La respuesta al interrogante propuesto no quiere
aparecer, pero en el camino –a veces errático- de su
búsqueda, descubrimos fulgores y concatenaciones que
enriquecen nuestra evocación o provocan nuevos
avistamientos. La biblioteca se desordena y acude con su mezcla
peculiar de proximidades y lejanías.
Jorge Enrique Ramponi, el lúcido poeta de lo
desértico cuyano tanto como de su florecimiento ante el
esfuerzo y la inteligencia agraria, nos atrae a paisajes que
habla con su carácter:
"Donde la piedra truena, muda,
su voluntad de ser, desesperada, su torvo
poderío
de intemperie maciza" ("Un hálito en el
Cosmos"[13])
Y la relación con geografías semejantes y
distantes aparece en Yanis Ritsos:
"Se petrifican los árboles, los ríos y
las voces en la cal
del sol" ("Romiosini"
I[14]
¡Como no recordar, por oposición, la
fineza, el sinuoso recorrido o el mitema elevado a sus más
altos fulgores en una imagen contrapuesta y reiterada en la
literatura universal, cuando Odysseas Elytis
sentencia:
"Con la primera gota de lluvia murió el
verano" ("Helena"[15] )
Pero la aproximación al paso del tiempo y al
cambio estacional puede aparecer en Zulema Tobares, desde un
perdido rincón de un taller literario cuando escribe al
referirse a "La primavera"[16]
"Hoy, la sabia majestad
de los silencios
dejó de lado el frío
ventanal de mi casa."
La Naturaleza también puede expresar
imágenes provenientes de otros sustratos culturales o
artísticos. Así encontramos esta reminiscencia
surrealistas provenientes de la pintura en Rubén Pasino,
quien reproduce en "Lamento de alma":
"cuando se recuesta
en la vereda
la rodaja de una lágrima"
[17]
El poeta ha reconocido el mundo exterior, a deambulado
por la historia o transcribió con intención o
intuitivamente otro lenguaje artístico… y reconoce en el
otro, la invisible letra del inspirador como lo fuera Don Oscar
Guiñazú Álvarez. Surge así ese
peculiar escribir-nos, mutua teatralización del
diálogo entre pares:
Y lo expone con precisión, Horacio H. Goslino, en
":
"Un mago octogenario
me dibujó en el alma
la osadía"
[18]
Valor esencial en esta búsqueda, cuyo epicentro
es el escriba o escribidor.
En épocas sinuosas, para el papel y la palabra,
tal vez el mandato que resume sea el que apostrofa Pilar
Rué al grillo:
"No hagas callar tu canto
impredecible.
Orfebre musical. Grillo Inasible."
[19]
Es que el poeta, paradigma por sobre todos de esta
conjunción tan polémica, a pesar de algunas
caídas al vacío como las de Enrique Mendez Calzada,
Horacio Quiroga, Alfonsina Storni, Leopoldo Lugones…
"Sobrevive
a desbordes, añoranzas
y martirios" como dice Herminia Utrera
Casalis[20]
A cada paso, inspiración y retórica.
Aparentan opuestos que se conjugan, en las más dispares
voces y desde las páginas más
inesperadas.
Con un desenfado que llega a lo procaz, pero desnuda
realidades que no se quiere enunciar ni reconocer, el poeta
desaparecido Roberto Jorge Santoro escribe el
surrealista/realista "Uno más uno humanidad". Entre
sus breves, desconcertantes y alocados versos, encontramos
éstos:
"al lado de un árbol encontré un
boleto capicúa
que marcaba la primera página de las obras
completas
de marcel proust"
[21]
La simpleza alude a dos hábitos: conservar los
boletos capicúas y utilizar el entonces pequeño
papel como señalador. Pero el poeta es un clarividente:
sabe de dónde provino el objeto aludido. Justamente de una
obra y un autor muy lejano de lo cotidiano, aún cuando
haya estado de moda.
Inspiración y retórica, una vez
más: el artificio se alía a Santoro para esta
conjunción de lo popular con lo culto, que destrona los
mitos de su tiempo (y los hipermitos de los nuestros):
¿Cómo es posible que se vea a "un
albañil leer a Kant en el
tranvía"[22]?
Hay una elipsis del lector que ha perdido el boleto y la
imagen rutinaria se transforma en una sinécdoque (autor
por libro del mismo). ¿Podría establecerse –
como en el caso del albañil luego citado- cómo fue
la secuencia? ¿Nacieron del Universo semántico del
autor, de manera espontánea, con el pleno funcionamiento
de sus dos hemisferios cerebrales; o fue un artificio al servicio
de una intencionalidad, de una ideología, de una
ironía o de un mensaje?
El poeta es fugaz, el novelista hilvana con paciencia,
el ensayista no deja de extender raíces y alzar ramas
hacia todos los horizontes. Todas estas cualidades y perspicacias
no se asientan solamente en el genio natural o en la
intuición innata. Requieren contextos y aprendizajes,
aún en el punto más inexplicable del funcionamiento
cerebral. He allí, tal vez, la clave donde se unen
inspiración y retórica, para acercarle respuestas a
Gracián, cuando expone una realidad y un deseo de todos
los que se acercan con entusiasmo al universo de las
letras:
"¡Cuántos libros y cuántas obras
en gran predicamento, que bien examinados no merecen el
crédito que gozan!
(…)"[23]
"- Pero que gran arte aquella de descifrar,
ponderaba Critilo"[24]
La destreza en el uso del idioma transforma la
anécdota. Indagar qué se dice es lo que de menos.
Importa el cómo se expresa (dictum):
"El jardín era la fragua del
relato…"[25] parece ser el lugar propicio
para Rustichello de Pisa al escribir los relatos de Marco
Polo.
El deslizamiento histórico, nos lleva a una
conexión a partir del término
"homúnculos" que utilizan las
autoras[26]para detenernos en el inevitable
"Adán Buenosayres", cuyas raíces
están en el descenso del Dante ("Divina Comedia"),
donde nombra como homúnculo al sacerdote don Ciro Rossini,
quien invoca:
Almas buenas que me
escucháis…"[27]
Y acercándonos en el tiempo, se eleva un eco
contundente lanzado por Juan Filloy:
"Almas que mece el dolor y escuece
el
remordimiento, oídme:
….."[28]
Esta secuencia diacrónica de símbolos,
términos y recursos nos trae a la memoria los estudios de
Carlos Bousoño[29]cuando se refiere a
situaciones similares entre Bécquer y Machado o entre
otros autores. Y siguen válidas sus conclusiones que
aluden al valor del símbolo para cada autor, en
función de su época, de sus concepciones y de los
referentes a que aludían dichas retóricas de la
palabra. La reiteración no es una mera repetición
del significado, sino una adecuación a la recepción
que el contexto o los contextos deparan al enunciado: así
un apóstrofe que se dirige a la humanidad como un todo en
el que cada cual toma su parte, puede transformarse en un
apóstrofe falso, pues invoca el estado propio del autor,
que transfiere a sus interlocutores.
El entramado prosa – verso que suele encontrar sus
páginas más fecundas en la novela (como el caso del
"Quijote") nos conducen a los modos de expresión
que el autor busca, descubre, encuentra o deja fluir para
expresar un mensaje que inequívocamente lo
reflejará.
Orlando Van Bredam encara su novela "Teoría
del desamparo", con una estructura que alude
equívocamente al ensayo o a la presentación
científica (Hipótesis – Tesis –
Conclusiones); y la enuncia, al estilo de los antiguos bardos,
para dirigirse a lo largo de su desarrollo a la segunda persona
que será el protagonista. Identificamos estos recursos,
tan pronto iniciamos su lectura: Enunciación,
presentación del primer ambiente y el alocutor,
destinatario de la textualidad, es tanto el protagonista como el
lector mismo: "Digámoslo así: una mañana
de éstas, ni linda ni fea, una mañana apenas
insinuada por la luz opaca que hay en la cochera, como en una
película clase b, usted encuentra un cadáver en el
baúl de su
automóvil."[30]
Es el mismo Orlando que –desde el paradigma
poético del yo interior- había escrito:
"Ya puedo, finalmente, hablar a
solas."[31]
Y el mismo que homenajea a Marechal:
"(….) Ante sus manos (ya sobrehumanas)
ceden
las clamorosas llaves del
enigma:"[32]
¿El enigma borgeano del Edipo?:
"(….)Y con la tarde un hombre
vino
Que descifró aterrado en el
espejo
De la monstruosa imagen, el
reflejo
De su declinaci6n y su
destino."[33]
Es Borges el que hace patente este territorio ficcional,
endeble para la realidad concreta, para la seguridad; pero
abierto a la duda en busca de la verdad perdida:
"Pensar que miles de años atrás esto
fue un vergel. O así lo creen, al menos ciertos
historiadores" dice el protagonista de "Diario de la
rabia", cuando describe el desierto.
¿Cómo podría manifestarse la
inspiración sin lo tangible, sin lo aprendido, sin lo
leído? Escribimos.
García Lorca eligió un deíctico:
"a las cinco de la tarde" que se repite como las
campanadas de un reloj fatídico, como la detención
del tiempo o como lo interprete el lector; y todo para homenajear
al torero abatido[34]para expresar con mayor
dramatismo el dolor y la muerte.
Y mientras sigan las miradas opuestas, contrapuestas o
complementarias entre la inspiración y el trabajado
alambique, al decir Orlando, en su "Elegía a Juan L.
Ortiz"[35]:
"Estas palabras quieren, de algún
modo
ser el hospitalario cereal del
mediodía,"
22º ENCUENTRO DE POETAS, NARRADORES
Y EDITORES DE REVISTAS "OSCAR GUIÑAZÚ
ÁLVAREZ"
LA REVISTA DE LOS POETAS
7, 8, 9 y 10 DE SEPTIEMBRE DE
2012
SAN FRANCISCO
CÓRDOBA
ARGENTINA
Autor:
Prof. Jorge Enrique
Hadandoniou
Villa Mercedes (San Luis)
Argentina
En un mediodía ventoso de Villa Mercedes, San
Luis, entre el Rio Vº y la Calle Angosta, con data precisa
del 21 de agosto de 2012. Especialmente para el persistente
encuentro de San Francisco (Córdoba)
[1] Alberto Manguel, “Espacio a la
sombra” (pág. 28) en “Lecturas sobre la
lectura” Océano Travesía, España,
1ª edición 2011
[2] Luis Alberto Machado (“La
revolución de la inteligencia” y otros), Tony
Buzan (“El libro de los mapas mentales”), los
autores “regionales” de cualquier disciplina, May
– Elaine Jacobsen (“Despierte su genio
natural”), entre otros.
[3] “Poema nº 20” en
“Veinte Poemas de amor y una canción
desesperada”, 1924; tomado de “Poesía
latinoamericana Contemporánea” Circulo del buen
lector, 1991 (págs. 122-123)
[4] “Estar enamorados” en
“La ciudad sin Laura”, Losada, Bs.As., 4ª
edición, 1968
[5] Crisi VI – El saber reinar.
Pág. 321. (Texto escrito entre 1651 a 1657). “EL
CRITICÓN” 6ª Edición, Colección
Austral. Espasa – Calpe, S.A., Madrid, 17/8/1964
[6] “Seis poetas griegos”,
ídem. Pág. 59
[7] “Seis poetas griegos”,
ídem. Pág. 145
[8] “Seis poetas griegos”,
ídem. Pág. 26
[9] CLIE, Barcelona, 1985
[10] Rainer María Rilke: “Cartas
a un joven poeta” – Escritas a Franz Xaver Kappus
(Carta VI pág. 76), Ed. Siglo veinte, Bs.As., 20 de
octubre de 1965
[11] Rainer María Rilke: “Cartas
a Rodin y cartas sobre Rodin” colección
panorama/25, Ed. Siglo veinte, Bs.As., 30 de junio de 1959.
(pág. 17)
[12] “Retórica General”,
Paidós comunicación. Editorial Paidós,
Barcelona, 1987
[13] “Los límites y el
caos”, Ed. Losada, Bs.As., 1972
[14] “Seis poetas griegos” Ed.
Colihue, Bs.As., 2000, pág. 67
[15] “Seis poetas griegos”,
ídem. Pág. 107
[16] Inédto. Taller literario
“Inti Yacu”, Villa Mercedes, San Luis, 2011
[17] “50 de nosotros”,
ídem. Pág. 53
[18] “50 de nosotros”
Antología del 35º Encuentro Internacional de
Poetas. Villa Dolores, Córdoba. 1996. pág 41
[19] “Aproximación a
Asunción del Grillo” en “50 de
nosotros”, ídem. Pág. 59
[20] “Poeta”. En “50 de
nosotros”, ídem. Pág.63
[21] UNO MAS UNO HUMANIDAD, Roberto Jorge
Santoro (1963) Pulicado en 1972 por Dead Weigh Digitalizado por
www.lexia.com.ar (2004) Esta edición digital en PDF
(2007) www.elortiba.org
[22] ídem.
[23] Crisis V – El palacio sin puertas
– “El criticón” (cit. ut supra)
pág. 312
[24] idem. Pág. 313
[25] Graciela Montes y Ema Wolf “El
turno del escriba” pág. 251. Premio Alfaguara de
novela 2005, Ed. Alfaguara, abril 2005
[26] Idem. Pág. 87
[27] Libro Séptimo, Cap. VII Viaje a
la oscura ciudada de Cacodelphia, pág. 460.
“ADÁN BUENOSAYRES”, 3ª Edición.
Ed. Sudamericana, Bs. As., 1966
[28] “Balada de la Vergüenza
Póstuma, La Nación, Río Cuarto. 1995
[29] “Teoría de la
Expresión Poética”, Biblioteca
Románica Española, Editorial Gredos S.A., Madrid,
Tomos 1 y 2, 1970
[30] Novela premio Emecé 2007,
Editorial Emecé, Bs. As., agosto 2007
[31] “asombros y condenas”,
Premio Rosalina F. De Peirotén, 1986, Ediciones
guazuncho. (Pág. 17)
[32] “Leopoldo Marechal transita”
en “asombros y condenas” (citado; pág.
37)
[33] Jorge Luis Borges: “Edipo y el
enigma” (“El otro, el mismo”)
[34] “Llanto por Ignacio Sánchez
Mejía” (1935)
[35] En “Los cielos diferentes”.
Dirección de Cultura de Entre Ríos,
Paraná, 1983 (pág. 28)