Cual luce entre las nubes una
estrella,
Cual grano de oro que la jagua16
oculta.
El azuceno17 , el floro-azul,, el
caunce19
y el yarumo20, en el monte se
dibujan
Como piedras preciosas que
recaman
El manto azul que con la brisa
ondula.
Y sobre ellos gallarda se
levanta.
Meciendo sus racimos en la
altura,
Recta y flexible la altanera
palma,
Que aire mejor entre las nubes
busca.
Ved otra vez a los robustos
peones
Que el mismo bosque secular
circundan;
Divididos están en dos
partidas,
Y un capitán dirige cada
una.
Su alegre charla, sus sonoras
risas,
No se oyen ya, ni su canción se
escucha;
De una grave atención cuidado
serio
Se halla pintado en sus facciones
rudas.
En lugar del ligero calabozo
La hacha afilada con su mano
empuñan;
Miran atentos el cañón del
árbol.
Su comba ven, su inclinación
calculan.
Y a dos manos el hacha
levantando,
Con golpe igual y precisión
segura,
Y redoblando golpes sobre
golpes,
Cansan los ecos de la selva
augusta.
Anchas astillas y cortezas leves
Rápidamente por el aire
cruzan;
A cada golpe el árbol se
estremece,
Tiemblan sus hojas, y vacila … y duda
.
Tembloroso un momento cabecea,
Cruje en su corte, y en graciosa
curva
Empieza a descender, y
rechinando
Sus ramas enlazadas se
apañuscan;
Y silbando al caer, cortando el
viento,
Despedazado por los aires zumba .
..
Sobre el tronco el peón apoya el
hacha
Y el trueno, al lejos, repetir
escucha.
Las tres partidas observad. A un
tiempo
Para echar una galga21 se
apresuran;
En tres faldas distintas, el
redoble
Se oye del hacha en variedad
confusa.
Una fila de árboles
picando22
Sin hacerlos caer, está la
turba,
Y arriba de ellos, para echarlo
encima.
El más copudo por madrino23
buscan.
Y recostando andamios en su
tronco
Para cortarlo a regular altura,
Sobre las bambas24 y al andamio
trepan
Cuatro peones con destreza suma.
Y en rededor de corpulento
tronco
Sus hachas baten y a compás
sepultan,
Y repiten hachazos sobre
hachazos
Sin descansar, aunque en sudor se
inundan.
Y vencido por fin, cruje el
madrino,
Y el otro más allá: todos a
una,
Las ramas extendidas enlazando.
Con otras ramas enredadas
pugnan;
Y abrazando al caer los de
adelante,
Se atropellan, se enredan y se
empujan,
Y así arrollados en revuelta
tromba
En trueno sordo, aterrador retumban .
..
El viento azota el destrozado
monte,
Leves cortezas por el aire
cruzan,
Tiembla la tierra, y el estruendo
ronco
Se va a perder en las lejanas
grutas.
Todo queda en silencio. Acaba el
día.
Todo en redor desolación
anuncia.
Cual hostia santa que se eleva al
cielo
Se alza callada la modesta luna.
Troncos tendidos, destrozadas
ramas,
Y un campo extenso desolado
alumbra,
Donde se ven como fantasmas
negros
Los viejos troncos, centinelas
mudos.
CAPITULO II
Que trata de la
limpia y abono de los terrenos, muy especialmente por el
método de la quema. De la manera de hacer las
habitaciones, y de la siembra
Un mes se pasa. El sol desde la
altura
Manda a la Roza, vertical su
rayo;
Ya los troncos, las ramas y las
hojas
Han tostado los vientos del
verano.
Las hojas en las ramas se encartuchan25
,
Sobre los troncos se blanquean los
ramos,
Y las secas cortezas se
desprenden
De trecho en trecho de los troncos
largos.
Aquí y allá la enredadera
verde
Tímida muestra sus primeros
tallos,
La guadua ostenta su primer
retoño
De terciopelo de color
castaño.
Ya el verano llega para la
quema;
La Candelaria 26 ya se va
acercando;
Es un domingo a medio
día.
El viento Barre las nubes en el cielo
claro.
Por la orilla del monte los
peones
Vagan al rededor del derribado,
Con los hachones de cortezas
secas
Con flexibles bejucos amarrados.
Prenden la punta del hachón con
yesca,
Y brotando la llama al ventearlo
Varios fogones en contorno
encienden.
La Roza toda en derredor
cercando.
Lame la llama con su inquieta
lengua
La blanca barba27 a los tendidos
palos;
Prende en las hojas y chamizas28
secas,
Y se avanza, temblante,
serpeando.
Vese de lejos la espiral del
humo
Que tenue brota caprichoso y
blanco,
O lento sube en copos sobre
copos
Como blanco algodón
escarmenado.
La llama crece; envuelve la
madera
Y se retuerce en los nudosos
brazos,
Y silba, y desigual
chisporrotea,
Lenguas de fuego por doquier
lanzando.
Y el fuego envuelto en remolinos de
humo.
Por los vientos contrarios
azotado
Se alza a los cielos, o a lo lejos
prende
Nuevas hogueras con creciente
estrago.
Del aire al soplo se dilata el
humo
Hasta que llena el anchuroso
espacio;
Rosados se perciben los objetos;
Redondo y rojo el sol se ve sin
rayos.
Sobre el monte, la Roza y el
contorno
Tiende la noche su callado manto
Bordado con las chispas del
incendio
Que parecen cocuyos revolando.
Y con la incierta luz de mil
fogones,
Restos aun vivos del ardiente
estrago,
Se ve de lejos la quemada Roza
Cual vivac de un ejército
acampado.
Ensordecen los aires el traquido
De las guaduas y troncos
reventando,
Del huracán el mugidor
empuje,
De las llamas el trueno
redoblado.
Y nubes sobre nubes se amontonan
Y se elevan, el cielo
encapotando
De un humo negro que arrebata
chispas,
Pardas cenizas y quemados ramos.
Aves y fieras asustadas huyen;
Pero encuentran el fuego a todos
lados,
El fuego, que se avanza
lentamente.
Estrechando su círculo
incendiario.
Al ave que su prole dejar teme.
La encierra el humo, al rededor
volando,
Y con sus alas chamuscadas cae
Junto del nido que le fue tan
caro.
Aquí y allá se vuelve la
serpiente
Buscando una salida, y en su
espanto
Se exaspera, se enrosca, se
retuerce,
Y el fuego cierra el reducido
campo.
El lunes de mañana los
peones
Van, en la Roza, a improvisar un rancho 29
;
Como hormigas arrieras 30 se
dispersan
Los materiales cada cual
buscando.
Van llegando cargados con
horquetas,
Estantillos 3l , soleras,
encañados,
Latas y paja y ruedas de bejuco,
Y todo en un plancito
amontonando.
En línea recta clavan tres
horquetas,
Y echan sobre ellas la cumbrera en
alto
Para formar el rancho vara en tierra 32
,
Con un pequeño alar al otro
lado.
Atan los encañados con
bejuco
En la larga cumbrera recostados,
Y formando sobre ellos una reja
Acaban de enlatar33 con ágil
mano.
Empezando de abajo para arriba
El rancho en derredor van empajando 33
;
Pajas diversas confundidas
mezclan,
Palmicho34 ,santainés35 y
rabihorcado36
Y después de formarle el
caballete
Lo dividen en dos con un
cercado.
De un lado colocan la cocina.
De habitación les servirá el
contrario.
Hacen la barbacoa37 , en que
colocan
Las ollas, las cucharas y los
platos;
Ponen la vara de colgar la
carne,
Y las tres piedras de fogón
debajo.
La piedra de moler en cuatro
estacas
Aseguran muy bien, y en otras
cuatro
Sientan una cuy abra aparadora
39
Y a su lado, con agua, un calabazo.40
.
Es hora de sembrar. Ya los
peones
Con el catabre 41 sembrador
terciado,
Se colocan en fila al pie del
monte,
Guardando de distancia cuatro
pasos;
Y con un largo recatón de
punta
Hacen los hoyos con la diestra
mano,
Donde arrojan mezclada la
semilla:
(Un grano de frísol42 , de
maíz cuatro).
Dan con el mismo recatón un
golpe
Sobre el terrón, para cubrir el
grano,
Y otros hoyos haciendo, en recto
surco,
Siguen de frente y avanzando un
paso.
Se miran desplegados en
guerrilla,
Como haciendo ejercicio los
soldados;
Como blancas manadas de
corderos,
sobre el oscuro fondo del
quemado.
Cantando alegres, siempre la guavina.
Teñidos de carbón, siguen sembrando.
Haciendo calles paralelas, rectas . .
.
Y al llegar la oración vuelven al
rancho.
CAPITULO III
Método
sencillo de regar las sementeras, y provechosas advertencias para
espantar los animales que hacen daño en los
granos
Hoy es domingo.
En el vecino pueblo
Las campanas con júbilo
repican;
Del mercado en la plaza ya
hormiguean
Los campesinos al salir de misa.
Hoy han resuelto los vecinos
todos
Hacer a la patrona rogativa,
Para pedirle que el verano cese;
Pues lluvia ya las rozas
necesitan.
De golpe 43 el gran rumor calla en la
plaza,
El sombrero, a una vez, todos se quitan .
..
Es que a la puerta de la iglesia
asoma
La procesión en prolongada
fila.
Va detrás de la cruz y los
ciriales
Una imagen llevada en andas
limpias.
De la que siempre, aun en imagen
tosca,
Llena de gracia y de pureza
brilla.
Todo el pueblo la sigue, y en voz
baja
Sus oraciones cada cual recita.
Suplicando a los cielos que
derramen
Fecunda lluvia que la tierra
ansia.
¡Hay algo de sublime, algo de
tierno
En aquella oración pura y
sencilla,
Inocente paráfrasis del
pueblo
Del "Danos hoy el pan de cada día!
"
Nuestro patrón y el grupo de
peones
Mezclados en la turba se divisan
Murmurando sus rezos, porque
saben
Que Dios su oreja a nuestro ruego
inclina.
Pero, no. Yo no quiero con
vosotros
Asistir a esa humilde rogativa;
Porque todos nosotros somos
sabios,
Y no quisimos asistir a misa.
Y ya la moda va quitando al
pueblo
El único tesoro que
tenía.
(Una duda me queda solamente:
¿Con qué le pagará lo
que le quita? )
Brotaron del maíz en cada
hoyo
Tres o cuatro maticas amarillas.
Que con dos hojas anchas y
redondas
La tierna mata de frísol
abriga.
Salpicada de estrellas de
esmeralda
Desde lejos la Roza se divisa;
Manto real de terciopelo negro
Que las espadas de un titán
cobija.
Aborlonados44 sus airosos
pliegues.
Formados de cañadas y
colinas;
Con el humo argentado de su
rancho,
De sus quebradas con la blanca
cinta.
El maíz con las lluvias va
creciendo
Henchido de verdor y
lozanía,
Y en torno del, entapizando el
suelo
Va naciendo la hierba
entretejida.
Por doquiera se prenden los
bejucos
Que la silvestre enredadera
estira;
Y en florida espiral trepando,
envuelve las cañas del maíz
la batatilla45 .
Sobre esa alfombra de amarillo y
verde
Los primeros retoños se
divisan,
Que en grupos brotan del cortado
tronco
A quien su savia exuberante
quitan.
Ya llegó la deshierba la ancha
Roza
De peones invade la cuadrilla,
Y armados de azadón y
calabozo
La hierba toda y la maleza
limpian.
Queda el maíz en toda su
belleza.
Mostrando su verdor en largas
filas,
En las cuales se ve la
frisolera47
Con lujo tropical entretejida.
¡Qué bello es el maíz
Mas la costumbre!
No nos deja admirar su
bizarría.
Ni agradecer al cielo ese
presente,
Sólo porque lo da todos los
días.
El don primero que "con mano
larga"
Al Nuevo Mundo el Hacedor
destina;
El más vistoso pabellón que
ondula
De la virgen América en las
cimas.
Contemplad una mata. A cada lado
De su caña robusta y
amarilla.
Penden sus tiernas hojas
arqueadas,
Por el ambiente juguetón
mecidas.
Su pie desnudo los anillos
muestra
Que a trecho igual sobre sus nudos
brillan,
Y racimos de dedos elegantes.
En los cuales parece que se
empina.
Más distantes las hojas hacia
abajo.
Más rectas y agrupadas hacia
arriba,
Donde empieza a mostrar
tímidamente
Sus blancos tilos48 la primera
espiga,
Semejante a una joven de quince
años,
De esbeltas formas y de frente
erguida,
Rodeada de alegres
compañeras
Rebosando salud y ansiando
dicha.
Forma el viento al mover sus largas
hojas,
El rumor de dulzura indefinida
De los trajes de seda que se
rozan
En el baile de bodas de una
niña.
Se despliegan al sol y se
levantan
Ya doradas, temblando, las
espigas.
Que sobresalen cual penachos
jaldes
Brota el blondo cabello del filote49
,
Que muellemente al despuntar se
inclina;
El manso viento con sus hebras
juega
Y cariñoso el sol las tuesta y
riza.
La mata el seno suavemente
abulta
Donde la tusa50 aprisionada
cría,
Y allí los granos, como blancas
perlas,
Cuajan envueltos en sus hojas
finas.
Los chócolos sl se ven a cada
lado,
Como rubios gemelos que reclinan
En los costados de su joven
madre
Sus doradas y tiernas cabecitas.
El pajarero52 , niño de diez
años,
Desde su andamio sin cesar vigila
'"'*
Las bandadas de pájaros
diversos
Que hambrientos vienen a ese mar de
espigas.
En el extremo de una vara larga
Coloca su sombrero y su camisa,
Y silbando, y cantando, y dando
gritos
Días enteros el sembrado
cuida.
Con su churreta S3 de flexibles guascas
S4
Que fuertemente al agitar
rechina,
Desbandadas las aves se
dispersan.
Y fugitivas corren las ardillas.
Los pericos en círculos
volando
En caprichosas espirales giran,
Dando al sol su plumaje de
esmeralda
Y al aire su salvaje
algarabía.
Y sobre el verde manto de la
Roza
El amarillo de los toches55
brilla,
Cual onzas de oro en la carpeta
verde
De una mesa de juego repartidas.
Meciéndose galán y
enamorado
Gentil turpial56 en la flexible
espiga,
Rubí con alas de azabache,
ostenta
Su bella pluma y su canción
divina.
El duro pico del chamón57
desgarra
De las hojas del chócolo las
fibras.
Dejando ver sus granos cual los
dientes
De una bella al través de su
sonrisa.
Su nido conoidal cuelga el
gulungo58
De un árbol en las ramas
extendidas,
Y se columpia blandamente al
viento,
Incensario de rústica
capilla.
La boba59 , el carriquí60 , la
guacamaya 61
El afrechero62 , el diostedé 63 , la
mirla,
con sus pulmones de metal que
aturden,
Cantan, gritan, gorjean, silban,
chillan.
CAPITULO IV
De la
recolección de frutos y de cómo deben alimentarse
los trabajadores
Es un alegre amanecer de junio;
El sol no asoma, pero ya
blanquea
Por el oriente el aplomado cielo
Con la sonrisa de su luz
primera.
Ya dio el gurrí64 su fúnebre
chillido
Largo y agudo, en la vecina
selva,
Ya la roza se va cubriendo en
partes
Con los jirones de su chal de
nieblas.
Lanza la choza cual penacho
blanco
La vara de humo que se eleva
recta;
Es que antes que el sol y que las
aves
Se levantó, al fogón, la
cocinera.
Ya tiene preparado el desayuno
Cuando el peón más listo se
despierta;
Chocolate de harina 6S en coco negro
66
Recibe cada cual, con media arepa
67
Con un costal terciado cada uno,
Todos saliendo van; sólo se
queda
El muchacho que debe cargar
agua,
Fregar los trastos y rajar la
leña.
Van a coger friso les; por la
Roza
Los peones sin orden se
dispersan
Cogiendo a manotadas 6S los
racimos
Que de las matas enredados
cuelgan.
Los chócolos picados por las
aves
Cogen también, y los que
están en tierra
Echan en el costal y los
revuelven
De los frisoles con las vainas
secas.
El que llena su tercio a
vaciarlo
Va en el rancho, y se vuelve a la
faena;
Y llenando y vaciando sus
costales
Siguen sin descansar hasta que
almuerzan.
En la misma cuyabra aparadora
Pone el maíz a remojar, y
deja
La mitad para hacer la mazamorra 69
,
La otra mitad para moler la
arepa.
Era la cocinera una muchacha
Ágil, arrutanada 70 , alta y
morena,
Que su saya de fula71 con el
chumbe72
En su cintura arregazada lleva.
Descubiertos los brazos
musculosos
Y la redonda pantorrilla muestra
Con inocente libertad, pues sabe
Que sólo para andar sirven las
piernas.
Su seno prominente a medias
cubre
La camisa de tira de arandela,
En donde se sepulta su rosario
Con sus cuentas de oro y su pajuela
73
Un tanto cortas, negras y
brillantes.
De su negro cabello las dos
trenzas,
Rematando sus puntas en cachumbos
7*
Graciosamente por la espalda
cuelgan.
Pero ved la cascando mazamorra,
O moliendo en su trono, que es la
piedra;
A su vaivén cachumbos y
mejillas,
Arandelas y seno, todo tiembla.
Arreglado el fogón alza dos
ollas
Y los frisoles echa en la
pequeña;
Va en la grande a poner la
mazamorra.
De su quehacer la operación
más seria.
Mientras que van y vuelven los
peones
Que han almorzado ya, la
cocinera
Infatigable y siempre con buen
modo,
Se ocupa sin cesar en sus
tareas.
Se moja en agua-masa7 5 las dos
manos,
Las pone encima de ceniza
fresca,
Las sacude muy bien, y en la
agua-masa
Las lava luego y la ceniza deja.
De agua-masa y arroz 76 llena la
olla.
Le echa la bendición, y la
menea
Con el ahumado mecedor77 de
palo;
Sopla el fogón y aviva la
candela.
Acaba de moler, y con la masa
Va extendiendo en las manos las
arepas.
Colócalas después en la
callana 78
Y tostadas de un lado las
voltea.
Y luego las entierra en el
rescoldo,
Y brasas amontona encima de
ellas,
Y chócolos encima de las
brasas
Pone a asar recostados a las
piedras;
Estos se van dorando poco a
poco;
Los granos al calor se caponean
"
¡Y exhalan un olor. . ! que aun los
peones
Cuando vienen, un chócolo se
llevan.
A las dos de la tarde suena el cacho
80
Para que todos hacia el rancho
vengan.
Pues ya está la comida. Van
llegando
Y en el suelo sentados forman
rueda.
El muchacho que ayuda en la
cocina
Reparte a los peones las arepas;
De frisoles con carne de marrano
Un plato lleno a cada par
entrega.
En seguida les da la mazamorra,
Que algunos de ellos con la leche
mezclan;
Otros se bogan81 el caliente
claro,
Y se toman la leche con la
arepa.
ISalve, segunda trinidad bendita
Salve, frisoles, mazamorra,
arepa!
Con nombraros no más se siente
hambre. "
¡No muera yo sin que otra vez os
vea!
Pero hay ¡gran Dios! algunos
petulantes
Que sólo porque han ido a tierra
ajena
Y han comido jamón y carnes
crudas,
De su comida y su niñez
reniegan,
Y escritores parciales y
vendidos
De las papas pregonan la
excelencia,
Pretendiendo amenguar la
mazamorra,
Con la calumnia vil, sin
conocerla.
Yo quisiera mirarlos en
Antioquia
Y presentarles la totuma llena
de mazamorra de esponjados
granos,
Más blancos que la leche en que se
mezclan;
Que metieran en ella te cuchara,
Y la sacaran del manjar repleta,
cual isla de marfil que en leche
flota,
Como mazorca de nevadas perlas;
Y que dejando chorrear el claro
La comieran después, y que
dijeran,
Si es que tienen pudor, ¿si con las
papas,
Alguno habrá que compararla
pueda?
¡Oh! ¡comparar con el
maíz las papas,
Es una atrocidad, una blasfemia!
¡Comparar con el rey que se
levanta
La ridícula chiza 8S que se
entierra!
Y ¿qué dirían si
frisoles verdes
Con el mote 86 de chócolo
comieran
Y con una tajada de aguacate
Blanda, amarilla, mantecosa, tierna …
?
¿Si una postrera 87 de espumosa
leche
Con arepa de chócolo
bebieran,
Una arepa dorada envuelta en
hojas,
Que hay que soplar porque al partirla
humea?
También la juventud recuerdos
guarda
De placeres sin fin … pero con
mezcla.
Las memorias campestres de la
infancia
Tienen siempre el sabor de la
inocencia.
¿Y la natilla … ? ¡Oh! la
más sabrosa
De todas las comidas de la
tierra,
Con aquella dureza tentadora
Con que sus flancos ruborosos tiemblan .
..
¡Y tú también, la
fermentada en tarros,
Remedio del calor, chicha
antioqueña!
¡Y el mote, los tamales as , los
masatos 89
El guarrús 90 , los buñuelos,
la conserva . .. !
¡Y mil y mil manjares
deliciosos
Que da el maíz en variedad inmensa .
. .
! Empero con la papa, la vil
papa,
¿Qué cosa puede hacerse … ?
No comerla.
Esos recuerdos con olor de
helecho
Son el idilio de la edad
primera,
Son la planta parásita del
hombre
Que, aun seco el árbol, su verdor
conservan.
Pero, en tanto vosotros, pobres
socios
De una Escuela de Artes y de
Ciencias,
Siempre en medio de libros y
papeles
Y viviendo en ciudades
opulentas;
Nacidos en la alcoba empapelada
De una casa sin patios y sin
huerta,
Y que jamás otro árbol
conocisteis
Que el naranjo del patio de la
escuela.
A veces el patrón lleva a la
Roza
A los niños pequeños de la
hacienda,
Después de conseguir con mil
trabajos
Que conceda la madre la
licencia.
Sale la gritadora, alegre turba,
A asistir juguetona a la cogienda 91
,
Con carrieles y jíqueras 92
terciados
Cual los peones sus costales
llevan.
Vosotros ¡ay! cuyos primeros
pasos
Se dieron en alfombras y en
esteras
Y, lo que es más horrible,
¡con botines!
¡Vosotros, que nacisteis con
chaqueta!
¡Vosotros, que no os criasteis en
camisa
Cruzando montes y saltando
cercas,
¡Oh! no podéis saber,
desventurados.
Cuánta es la dicha que un recuerdo
encierra!
¿Quién puede calcular las mil
delicias
Que proporciona tan sabrosa fiesta .. .
?
¡A malaya 93 volver a aquellos
tiempos!
¡A malaya esa edad pura y
risueña!
¿Con cuál, decidme,
alegraréis vosotros
De la helada vejez las horas
lentas,
Si no tuvisteis perros ni
gallinas
Ni habéis matado patos ni
culebras?
Avaro guarda el corazón del
hombre
Esos recuerdos que del niño
quedan;
Ese rayo de sol en una
cárcel.
Es el tesoro de la edad
provecta.
No endulzarán vuestros postreros
días
El sabroso balar de las ovejas,
De las vacas el nombre, uno por
uno,
La imagen del solar 94 , piedra por
piedra;
Las sabaletas 9S conservadas
vivas,
Sirviendo de vivero una batea;
Las moras y guayabas del rastrojo 96
,
El columpio del guamo97 de la
huerta;
La golondrina a la oración
volando
Alrededor de las tostadas tejas,
La queja del pichón
aprisionado,
La siempre dulce reprensión
materna;
La cometa enredada en el papayo 98
,
Los primeros perritos de Marbella .
..
En fin … vuestra vejez será
horrorosa,
Pues no habéis asistido a una
cogienda.
Aures
De peñón en
peñón turbias saltando
Las aguas de Aures descender se
ven;
La roca de granito socavando.
Con sus bombas haciendo
estremecer.
Los helechos y juncos de su
orilla
Temblorosos, condensan el vapor;
Y en sus columpios trémulas
vacilan
Las gotas de agua que abrillanta el
sol.
Se ve colgando en sus abismos
hondos,
Entretejido, el verde carrizal.
Como de un cofre en el oscuro
fondo
Los hilos enredados de un
collar.
Sus cintillos en arcos de
esmeralda
Forman grutas do no penetra el
sol,
Como el toldo de mimbres y de
palmas
Que Lucina tejió para
Endimión.
Reclinado a su sombra,
¡cuántas veces
Vi mi casa a lo lejos blanquear,
Paloma oculta entre el ramaje
verde,
Oveja solitaria en el grama!!
Del techo bronceado se elevaba
El humo tenue en espiral azul
….
La dicha que forjaba entonces el
alma
Fresca la guarda la memoria
aún.
Allí, a la sombra de esos verdes
bosques
Correr los años de mi infancia
vi;
Los poblé de ilusiones cuando
joven,
Y cerca de ellos aspiré a
morir.
Soñé que allí mis
hijos y mi Julia ….
i Basta! las penas tienen su
pudor,
Y nombres hay que nunca se
pronuncian
Sin que tiemble con lágrimas la
voz.
Hoy también de ese techo se
levanta
Blanco-azulado el humo del
hogar;
Ya ese fuego lo enciende mano
extraña,
Ya es ajena la casa paternal.
La miro cual proscrito que se
aleja
Ve de la tarde a la rosada luz
La amarilla vereda que serpea
De su montaña en el lejano
azul.
Son un prisma las lágrimas que
prestan
Al pasado su mágico
color;
Al través de la lluvia son
más bellas
Esas colinas que ilumina el sol.
Infancia, juventud, tiempos
tranquilos,
Visiones de placer, sueños de
amor.
Heredad de mis padres, hondo
río,
Casita blanca …. y esperanza,
¡adiós!
A
Julia
"Poesías del casto amor y de la
inefable ternura . . . . "
Marcelino Menéndez
Pelayo.
Juntos tú y yo vinimos a la
vida,
llena tú de hermosura y yo de
amor;
A ti vencido yo, tú a mí
vencida,
Nos hallamos por fin juntos los
dos.
Y como ruedan mansas, adormidas,
Juntas las ondas en tranquila
mar,
Nuestras dos existencias siempre
unidas,
Por el sendero de la vida van.
Tú asida de mi brazo,
indiferente
Sigue tu planta mi resuelto pie;
Y de la senda en la áspera
pendiente
A mi lado jamás temes
caer.
Y tu mano en mi mano, paso a
paso,
Marchamos con descuido al
porvenir.
Sin temor de mirar el triste
ocaso
Donde tendrá nuestra ventura
fin.
Con tu hechicero sonreír
sonrío,
Reclinado en tu seno angelical,
De ese inocente corazón, que es
mío,
Arrullado al tranquilo palpitar.
Y la ternura y el amor
constantes
En tu limpia mirada vense arder,
Al través de dos lágrimas
brillantes
Que temblando en tus párpados se
ven.
Son nuestras almas místico
ruido
De dos flautas lejanas, cuyo son
E n dulcísimo acorde llega
unido
De la noche callada entre el
rumor;
Cual dos suspiros que al nacer se
unieron
En un beso castísimo de
amor;
Como el grato perfume que
esparcieron
Flores distantes y la brisa
unió.
¡Cuánta ternura en tu
semblante miro!
¡Que te miren mis ojos siempre
así!
Nunca tu pecho exhale ni un
suspiro,
y eso me basta para ser feliz.
¡Que en el sepulcro nuestros cuerpos
moren
Bajo una misma lápida los
dos!
¡Mas mi muerte jamás tus ojos
lloren!
¡Ni en la muerte tus ojos cierre
yo!
¿Por
qué no canto?
A Domingo Díaz
Granados
¿Por qué no canto?
¿Has visto a la paloma
Que cuando asoma en el oriente el
sol
Con tierno arrullo su canción
levanta,
Y alegre canta La dulce aurora de su dulce
amor?
Y ¿no la has visto cuando el sol se
avanza
Y ardiente lanza rayos del
cénit,
Que fatigada tiende silenciosa
Ala amorosa Sobre su nido, y calla, y es
feliz?
Todos cantamos en la edad
primera,
Cuando hechicera inspíranos la
edad,
Y publicamos necios,
indiscretos,
Muchos secretos
Que el corazón debiera
sepultar.
Cuando al encuentro del placer
salimos.
Cuando sentimos el primer amor,
Entusiasmados de placer cantamos
Y evaporamos
Nuestra dicha al compás de una
canción.
Pero después…. nuestro placer
guardamos,
Como ocultamos el mayor pesar;
Porque es mejor en soledad el
llanto,
¡Y crece tanto
Nuestra dicha en humilde
oscuridad!
Sólo en oscuro, retirado
asilo
Puede tranquilo el corazón
gozar;
Sólo en secreto sus favores
presta
Siempre modesta
La que el hombre llamó
felicidad.
¿Conoces tú la flor de
Batatilla,
La flor sencilla, la modesta
flor?
Así es la dicha que mí labio
nombra;
Crece a la sombra.
Mas se marchita con la luz del
sol.
Debe cantar el que en su pecho
siente
Que brota ardiente su primer
amor;
Debe cantar el corazón que,
herido.
Llora afligido,
Si ha de ser inmortal su
inspiración.
Porque la lira, en cuyo pie
grabado
Un nombre amado por nosotros fue
Debe a los cielos levantar sus
notas,
O hacer que rotas
Todas sus cuerdas para siempre
estén.
Pero ¡cantar cuando insegura y
muerta
La voz incierta triste sonará . . .
. !
Pero cantar cuando jamás se
eleva
Y el aire lleva
Perdida la canción, ¡triste es
cantar!
¡Triste es cantar cuando se escucha
al lado
De enamorado trovador la voz!
JTriste es cantar cuando impotentes
vemos
Que no podemos
Nuestras voces unir a su
canción!
Mas tú debes cantar. Tú con
tu acento
Al sentimiento más nobleza
das;
Tus versos pueden fáciles y
tiernos
Hacer eternos
Tu nombre y tu laúd ¡Debes
cantar!
¡Canta, y arrulle tu canción
sabrosa
Mi silenciosa, humilde
oscuridad!
¡Canta, que es sólo a los
aplausos dado
Con eco prolongado
Tu voz interrumpir…. Debes
cantar.
Pero no puedes, como yo he
podido,
En el olvido sepultarte
tú;
Que sin cesar y por doquier
resuena
Y el aire llena
La dulce vibración de tu
laúd.
No hay sombras para ti. Corno el
cocuyo
El genio tuyo ostenta su fanal;
Y huyendo de la luz, la luz
llevando,
Sigue alumbrando
Las mismas sombras que buscando
va.
A
Julia
"Juntos tú y yo vinimos a la
vida,
Llena tú de hermosura y yo de
amor;
A ti vencido yo, tú a mí
vencida,
Nos hallamos por fin juntos los
dos".
Así te dije; ¡oh Dios!
¡Quién creería
Que no hiciera milagros el amor!
¡Cuántos años pasaron,
vida mía.
Y excepto nuestro amor, todo
pasó!
¡Con cuánto orgullo yo
añadí: mi brazo
Te servirá en la vida de
sostén!
De nuestro amor el encantado
lazo
Risueño, ufano, al mundo lo
mostré.
¡Mucho, mucho, mi Julia, hemos
sufrido!
Un abismo descubro entre hoy y
ayer:
Mas el débil fui yo, yo fui el
vencido;
Tú, fuerte de los dos, tuviste
fe.
Y tu fe te ha salvado y me ha
salvado,
Pues unidos vinimos hasta el
fin,
Cual dos olas gemelas que han
rodado
En busca de una playa en qué
morir.
Basta para una vida haberte
amado:
Ya he llenado con esto mi
misión.
He dudado de todo…. he
vacilado,
Mas sólo incontrastable hallé
mi amor.
Julia, perdón si al fin de la
carrera
Fatigado y sin fuerzas me rendí….
i
Si tu suerte enlazada no
estuviera
Con mi suerte, tal vez fueras
feliz!
Tú fuiste para mí como la
roca
Al solo y casi náufrago
bajel,
Que, el ancla en ella al arrojar,
provoca
Las tempestades que en contorno
ve.
Empero, la borrasca no te
arredra,
Aunque se avanza hacia nosotros
dos,
Y has querido morir como la
hiedra
Que se abraza del olmo
protector.
Fue desigual la unión de nuestros
lares:
yo con mis faltas, tú con tu
virtud;
Tú dándome tu amor, yo mis
pesares. .
¡Oh! i debiste salvarte, sola,
tú!
Mas de la vida en la penosa
lucha,
Ya en el fin, como yo debes
hallar
Un consuelo supremo: Julia,
escucha:
Si no como antes, nos amamos
más.
Notas
A LA "MEMORIA SOBRE EL CULTIVO DEL
MAÍZ"
Arregladas por los señores DON
.MANUEL URIBE ÁNGEL Y D. EMILIANO ISAZA
1. COLETA CRUDA. – Tela fuerte de
cáñamo sin torcer.
2. SOMBRERO DE CAÑA. – Hecho con las
fibras de la hoja de caña.
3. RECADO DE SACAR CANDELA. – En rigor esta frase
es perfectamente castiza,
pero como es poco usada en el resto del país se
advierte que en Antioquia quiere decir, pedernal, eslabón
y yesca para encender lumbre. Según la Academia,
LUMBRES,
4. CARRIEL. – Especie de saco hecho con la piel
de un animal y que muchos antioqueños llevan terciado al
hombro, suspendido de una faja, o amarrado al cinturón en
las horas de trabajo: sirve para conducir varios objetos de uso
diario. – GUARNIEL.
5. TENDÓN DE TIERRA. – Llaman así
los trabajadores una faja de terreno de alguna
inclinación, y que regularmente se prefiere, por
circunstancias especiales, para hacer las rozas.
6. QUEBRADA. – Se toma, no sólo en
Colombia sino en casi todos los países sur-americanos,
como sinónimo de ARROYO.
7. SOCOLAR. – Socolar en Antioquia, quiere decir,
cortar todas las malezas, arbustos y arbolillos de un bosque para
dejar claro el espacio y aislados los árboles mayores.
Este verbo (en el Cauca, socalar), que no se halla en el
Diccionario de la Academia, se usa en otros varios estados de
Colombia.
8. VOLEANDO.-Se usa por
BATIENDO.
9. MATAMBA. – Caña nudosa, sólida y
resistente que abunda en las selvas tropicales.
10. CHUSQUES. – Chusques o chuscos llaman los
montañeses antioqueños una gramínea
semejante al carrizo, la cual forma con sus tallos, ramas y
gracioso follaje, un enrejado casi impenetrable. CHUSQUEA
SCANDENS.
11. A TODO PECHO. – A VOZ EN CUELLO.
12. GUAVINA. – Canción provincial festiva
y de uso popular. Sus versos son frecuente¬mente picarescos:
"Canción sabrosa, dejativa y ruda, Ruda cual las
montañas antioqueñas, Donde tiene su imperio y fue
su cuna".
13 SOCOLA. – Véase la nota 7.
14. CAÑONES.-Se usa por
TRONCOS.
15. CACHIMBO. – Nombre vulgar dado a un grande
árbol sumamente vistoso en ciertas épocas del
año porque sus flores enteramente rojas, se destacan
graciosamente en el fondo verde de la selva y se ve a gran
distancia. Llamado en el Cauca písame, en Cundinamarca y
en la Costa cámbulo, en Venezuela bucare y en otras partes
búcaro. ERYTHRYNA VELUTINA.
16. JAGUA. – arenilla ferruginosa que queda en el
fondo de la batea en que se lava el oro.
17. AZUCENO. – Especie de quina, familia de !as
rubiáceas.
18. FLORO-AZUL. – Bello árbol, de flores
azules abundantísimas.
19. CAUNCE. – Árbol de madera resistente,
de flores grandes, amarillas de oro.
20. YARUMO. – Árbol ficoide, con hojas
anchas, rugosas, ásperas, de un blanco argentino por
debajo, pero que se invierten y por eso se ven blancas.
Yagrumo en Venezuela.
21. GALGA. – Usada por los campesinos en un
sentido figurado. En los desmontes, la galga en vez de ser
representada por una gran piedra, lo es por numerosos
árboles, de la manera descrita por el poeta.
22. PICAR. – Hacer con el hacha en el
árbol un corte de forma semicircular para que por su
propio peso caiga al recibir el empuje por el lado
opuesto.
23. MADRINO. – El árbol mayor que se
escoge para galga.
24. BAMBAS. – Partes salientes o protuberancias,
regularmente en forma de espinazo, que tienen algunos
árboles en la parte inferior del tronco.
25. ENCARTUCHAR. – Arrollarse en forma de
cucurucho.
26. CANDELARIA. – La fiesta que se hace a Nuestra
Señora el día la Purificación, en el mes de
febrero. Es, entre las varias épocas escogidas por los
agricultores, la preferida en Antioquia para hacer la siembra del
maiz en las rozas.
27. BARBA.-POR MUSGO.
28. CHAMIZAS.-CHAMARASCA.
29. RANCHO. – Casita hecha a la ligera por los
agricultores para vivir en ella el tiempo que duranlios
trabajoss. CHACRA.
30. HORMIGAS ARRIERAS. – Hormigas que, en forma
de recua (vulgarmente arria), andan siempre por un camino
perfectamente trazado hasta el punto fijado para dispersarse en
busca de alimento, y por el cual, en grande orden, van las unas
cargadas con su provisión, y vienen las otras sin carga en
busca de ella. NEUROPTERA.
31. ESTANTILLOS. – Pilares delgados, de madera
resistente.
32. RANCHO VARA EN TIERRA. – Se llama así
una especie de choza cuyas varas de armazón inclinadas
descansan por el un extremo en el suelo y por el otro en la
guía o cumbrera, parte en que hay sólo un alero,
quedando el resto al descubierto.
33. ENLATAR Y EMPAJAR. – Cubrir la armazón
del techo con latas y después con paja.
34. PALMICHO. – Palma cuyas hojas son muy propias
para cubrir los edificios pajizos, llamada en algunas partes
palmiche y en otras palmicha. Género
Oreodoxa.
35. SANTA-INES Pequeña palma que tiene el
mismo uso de la anterior. Género
Oreodoxa.
36. RABIHORCADO. – Planta de hojas anchas de
forma semejante a la del plátano, aunque más
pequeñas, con una escotadura en forma de horquilla en su
vértice, y muy propias para cubrir los techos de las
habitaciones.
37. BARBACOA. – Aparador de cañas o de
guadua en que se colocan los utensilios de cocina. Voz procedente
de las Antillas.
38. CUYABRA. – Utensilio hecho por los campesinos
con la mitad de una calabaza, para los usos domésticos. En
otras partes se le da el nombre de coyabra, que parece voz
quichua Bangaña en Centro América y en la Costa,
choca en Cundinamarca.
39 APARADORA. – RECIPIENTE.
40. CALABAZO. – Una calabaza seca y hueca en que
se carga el agua para los usos domésticos.
41. CATABRE. – Utensilio hecho con la mitad o las
dos terceras partes: de una calabaza, el cual se lleva al lado
izquierdo de la cintura y en que depositan los peones las
semillas de maíz y de fríjol que deben
sembrarse. Catabro en el Cauca.
42. FRÍSOL. – Frísol,
Fríjol. Phaseolus vulgaris.
43. DE GOLPE. – DE REPENTE.
44. ABORLONADOS. – ACANILLADOS.
45. BATATILLA. – CONVOLVULO
46. DESHIERBA.-DESYERBA O ESCARDA.
47. FRISOLERA.-Mata de frísol.
48. TILO.-Yema floral.
49. PILOTE. – El fruto del maíz en la
primera época de su desarrollo y cuando apenas comienza a
presentar en su vértice las blancas fibras que luego han
de constituir su cabellera. Parece voz mejicana.
50. TUSA. – El eje esponjoso y ligeramente
leñoso de la mazorca en donde se forman los granos de
maíz.
51. CHOCÓLOS. – La mazorca en su estado
tierno, pero con los granos ya formados. Choclo, voz quichua, en
varios países.
52. PAJARERO. – Es el nombre que se da a
cualquiera persona encargada de espantar bandadas de
pájaros para que no devoren el fruto de las sementeras.
Por lo regular son muchachos de poca edad los encargados de esta
tarea.
58. CHURRETA. – Se llama así una cuerda
medianamente gruesa, tejida en trenza y ter-minada en una especie
de fleco o pincel fibroso. 'El encargado de ella, cuando ve o
siente venir la bandada de aves que amenazan el fruto, le imprime
un movimiento rápido y circular de derecha a izquierda, de
repente contiene el movimiento como para hacerlo en sentido
inverso, obteniendo de esa manera un sonido brusco que se
extiende a gran distancia y que espanta y hace huir las aves
cuando intentan detenerse en las sementeras. El sonido obtenido
es semejante al del látigo de los cocheros, pero mucho
más intenso.
54. GUASCA. – Corteza filamentosa de algunos
árboles.
55. TOCHE. – Bellísima ave de color
amarillo y negro, muy común en los campos cultivados de
Colombia, principalmente en los que tienen temperatura ardiente o
por lo menos media. Género Ictenus, familia
Conirrostros.
56. TURPIAL. . – Pájaro de color amarillo
claro, y negro, y de cantar brillante y apasio-nado.
Género Ictenus, familia Conirrostros.
57. CHAMON. – Pájaro negro, de
sólido pico, y sumamente voraz, que tiene debajo de las
alas una mancha roja de forma circular. Género Chrotophaga
major, familia Scan-sores.
58. GULUNGO. – Pájaro notable por la
gracia con que fabrica su nido colgante y en for-ma de saco. El
mismo rabiamarillo o mochilero de otras partes. Inglés,
hang-nest. CASSINUS CRISTATUS.
59. BOBA. – Especie de loro de color azul
tornasolado, y llamado así entre los campesinos porque no
es susceptible de articular palabras, como no lo son muchos de
sus congéneres. Género Psitatus, familia
Scansores.
60. CARRIQUI. – Pájaro de regular
tamaño de color verde pálido y de amarillo. Se le
da también el nombre onomatópico de querques
(querre-querre en Venezuela), porque parece pronunciarlo en su
canto. Familia Conirrostros.
61. GUACAMAYA. – GUACAMAYO, según el
Diccionario de la Academia. Género Ara, familia
Scansores.
62. AFRECHERO. Gorrión, género
Fríngilla.
63.DIOSTEDÉ. – TUCÁN, de la familia
de los Scansores: ave de enorme pico que al cantar sobre el
ramaje de los árboles pronuncia distintamente el nombre
onomatópico de dioste-dé. En algunas partes se
llama yátaro, y en otras coliamarillo.
64. GURRI. – Especie de pavo silvestre, llamado
en otras partes pava-gurrí. Género Penélope
– aburri, orden de las Gallináceas.
65. CHOCOLATE DE HARINA. – El chocolate ordinario
con el agregado de un poco de harina de maíz para hacerlo
más económico. Se cree generalmente que es de
más fácil digestión.
66. COCO NEGRO. – Vasija hecha con la cascara
interior resistente y sólida del fruto del cocotero. Se
usa entre campesinos para tomar diversos líquidos
alimenticios.
67. AREPA. – Pan de maíz.
68. MANOTADAS. – PUÑADOS.
69. MAZAMORRA. – Alimento que se prepara poniendo
en cocimiento el maíz quebrantado, después de
quitarle el hollejo, en agua con harina de maíz y una
pequeña cantidad de ceniza, hasta que está blando.
Es uno de los alimentos más generales del Estado de
Antioquia.
71.FULA. – Tela delgada del algodón,
teñida de añil.
72. CHUMBE. – Cordón, ordinariamente de
lana, con que se recogen las mujeres la saya en la cintura. Se
usa también en el Cauca, por faja, del quichua,
chumpi.
73. PAJUELA. – Laminita de oro o de plata.
Comúnmente se usan dos, la una para el aseo de la
dentadura, y la otra para el de los oídos.
74. CACHUMBOS.-Tirabuzones.
75. AGUA-MASA. – Agua con la harina que resulta
al lavar el maíz quebrantado.
76. ARROZ. – El maíz cascado y
lavado.
77. MECEDOR. – Paleta de madera.
78. CAYANA. – Vasija redonda de barro, más
grande y más panda que la cazuela, que sirve para la
preparación del pan de maíz. Esta voz, quichua
(callana), se usa también en el Cauca.
79. CAPONEARSE. – Abrirse los granos en forma de
flor por la influencia del calor.
80. CACHO. – Cuerno de res en cuya extremidad
delgada y abierta se sopla con vigor para producir un sonido que
se transmite a gran distancia, para llamar a los peones.
BOCINA.
81. BOGAN. – Tiempo del verbo provincial an
tioqueño bogar, por beber un líquido con rapidez y
sin detenerse.
82. MEDIO CUARTO. – La octava parte de una
libra.
83. DULCE. – Sustancia concreta que se saca del
jugo de la caña de azúcar. Rapadura en Cuba,
papelón en Venezuela, Chancaca en Chile, y panela en otras
partes.
84. MELCOCHUDO. – Blando, elástico y de
consistencia correosa.
85. CHIZA. – Gusano de tierra que ataca de
preferencia la raíz de la papa.
86. MOTE. – Maíz cocido y condimentado.
Mute en otras partes.
87. POSTRERA. – La leche postrera que se
ordeña de la, vaca. Es más espesa y más
apreciada que la otra.
88. TAMALES. – Pastel hecho con masa de
maíz y carne de cerdo, condimentado de varios modos.
Hayacas en Venezuela.
89. MASATOS. – Preparaciones hechas con masa de
maíz, dulce y agua. Pueden ser más o menos
fermentados.
90. GUARRÚS. – Bebida preparada con
maíz (y a veces con arroz), agua y azúcar, y
algunas veces aromatizada con el jugo de alguna fruta.
91. COGIENDA. – La recolección de los
frutos.
93. AMALAYA. – Interjección de deseo
vehemente, de la cual se ha formado e! verbo provincial amalayar.
Originariamente se usó ¡ah mal-haya! para expresar
deseo de un mal, y luego pasó a significar deseo de un
bien, y simple deseo vehemente.
94. SOLAR. – Terreno limpio y cercado, adyacente
a una casa, o espacio que quedó sin edificar.
95. SABALETA. – Pequeño peje de los
ríos interiores de América, semejante al
sábalo.
96. RASTROJO. – Bosque de arbustos.
97. GUAMO. – Árbol del género Inga.
Los hay de muy diversas especies. Guavo o guabo en varios
puntos de Colombia en el Ecua-dor y el Perú.
98. PAPAYO. – Árbol frutal de la familia
de las Euforbiáceas. CARICA PAPAYA, del
género Asimina. Recientemente se ha descubierto que la
papayina, sustancia que se extrae del fruto, es un
magnífico digestivo.
92. JIQUERAS. — Sacos de cabuya para la
conducción de varios objetos; especie de
mochilas
Cortesía de:
BENEFICENCIA DE ANTIOQUiA
IMPRENTA DEPARTAMENTAL DE
ANTIOQUIA
Autor:
Hernán
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