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La rebelión del pueblo árabe




Enviado por Abel Samir



  1. Prólogo

Esta obra se divide en tres segmentos, si así queremos
llamar a su contenido.

Lo primero es el Prólogo que ya ha sido publicado.

Después viene la primera parte que la he llamado
Preámbulos
Históricos
” y que explica la historia
anterior a la existencia de países árabes en el
norte africano. Esta primera parte contiene cuatro
capítulos:

1) La época antigua,
2) El surgimiento del Islam
3) La conquista y la reconquista de España y por
último
4) El Imperio Otomano. En este último capítulo hay
un poco de historia de las cruzadas

Como segunda parte de la obra sigue con la “Edad
Moderna” y en ella trataremos casi todos los países
árabes hasta llegar a la época actual y el
despertar de este pueblo y sus luchas por terminar con la
opresión en busca de una sociedad moderna y en algunos
casos choca con el deseo de volver a las fuentes del Islam.

Prólogo

Pensé ponerle a esta obra el título "La
rebelión de las masas árabes", pero no quiero que
se confunda con el libro de Ortega y Gasset. Que nadie piense que
intento copiar las ideas de ese acreditado escritor. Al
contrario, veo que muchos de sus postulados hoy son equivocados:
no corresponden a la realidad objetiva de esta época. Mas,
no puedo dejar de referirme a su obra, ya que he de escribir de
algo que está ocurriendo tanto en África
(también en Europa y América) y, en especial, en
todo el Oriente Medio. El pueblo árabe, cansado de ser
atropellado y explotado se levanta y se moviliza para realizar
protestas masivas en las calles, protestas que empezaron
pacíficamente, producto de la represión violenta de
sus gobiernos, adquirieron el carácter
insurreccional.

Estas protestas se están desbandando porque los
manifestantes han sido sometidos a una dura represión
policial. Se les asesina sin contemplaciones. Esta es una
verdadera rebelión de las masas, una rebelión del
pueblo árabe del mundo del siglo XXI. Se manifiestan
personas de diferentes edades, pero sobre todo, jóvenes.
También estas protestas se realizan en otras partes del
mundo.

En Europa, desde España, las protestas se han
extendido como una infección a Berlín,
París, Budapest, Lisboa, Praga, Varsovia, Londres y Viena,
entre otras. Por supuesto que las protestas en el mundo
árabe tienen mayor justificación que las que se
hacen en Europa. Hay mayor pobreza en los países
árabes y mayor injusticia, además que en ellos no
existe libertad ni democracia. Con esto no quiero decir de que
las protestas en el resto del mundo son injustificadas, al
contrario, pero si se apoyan estas protestas, ¿qué
razón puede haber para no apoyar las de los países
árabes?

Pero es una infección positiva que trae vientos
nuevos. El poema de la joven Ayat al Qormozi, leído en la
plaza Manama de Bahréin, que representa el sentir de toda
la juventud árabe del mundo lo dice todo. Influido por
este poema hice uno propio que, aunque no es una copia del poema
de la joven Ayat, ella me inspiró y me dio la idea
central:

Monografias.com

Cuando leí el poema de la joven Ayat, me
recordó al joven de Lisle que produjo la Marsellesa. Algo
parecido a los manifestantes de Bengasi o de la plaza Tahrir debe
haber sido ese grupo abigarrado que penetró en
París en apoyo de la revolución burguesa. En la
plaza del Sol (Madrid), ahora allanada y despejada de
manifestantes por las fuerzas del orden, quedó muy en
claro que hay un enorme descontento por la falta de empleo, de
trabajo para los jóvenes. Y lógicamente, las
protestas se vuelcan contra todo lo que signifique el status quo,
la inmovilidad, lo mismo que motivó a las juventudes en
Túnez, Marruecos, Egipto, Libia, Jordania, Yemen, etc. Una
amiga mía no pudiendo entender todo este fenómeno,
se preguntaba:

¿Por qué ocurren estas protestas ahora en
el mundo árabe y casi simultáneamente? Creía
ver en ello la mano siniestra de la CIA, influenciada por lo que
decía Gadafi o lo que dice al Assad, que pretenden
encubrir la triste realidad que viven sus respectivos pueblos.
También bajo la influencia de los analistas de izquierda
que se han quedado estancados con sus criterios del siglo pasado.
¿Es que los pueblos necesitan de USA, de la Unión
Europea, de la CIA, esa organización terrorista, o del MI6
de Gran Bretaña para indignarse y protestar?

Voy a citar acá lo que dice un pensador sirio,
Elías Khoury en un escrito que lleva el nombre de Al-Quds
al-Arabi: "Con el inicio de la revolución, el poeta Adonis
ofreció la primera excusa al rechazar que las
manifestaciones salieran de las mezquitas. Cierto es que esta
postura suya abrió la veda a las dudas, pero no puede
atribuírsele el fenómeno, pues este pertenece al
bagaje político y cultural bien implantado en una
estructura "izquierdista" general que no conserva de su antiguo
discurso de izquierdas más que la bandera del
antiimperialismo, de la que ha hecho una percha de la que cuelga
su caudal político y su apego voluntario a la dictadura
[…]. El entrecruce entre el discurso de los de la
izquierda que siente nostalgia por el tiempo de la guerra
fría […] y entre el discurso de Hezbollah, ha
supuesto un shock. Esta situación se ha visto empeorada
con el ímpetu de algunos escritores y periodistas
libaneses neoliberales que trabajan en los medios de
comunicación petroleros en su defensa del levantamiento
del pueblo sirio con un discurso retrógrado que lleva las
semillas del odio al movimiento nacional árabe y a sus
posturas contrarias al dominio imperialista y la ocupación
israelí."

No hay ninguna duda que las rebeliones que han estallado
en varios lugares de Europa, en especial en Inglaterra y
España, es producto de la brutalidad policial y las
protestas de los indignados de España tienen mucha
semejanza con otras de Europa y de otras partes del mundo. La
guerra civil en Libia no habría estallado si Gadafi
hubiese escuchado las críticas que se le hacían en
las manifestaciones pacíficas, pero sintiéndose
seguro por su aparato militar, recurrió a la
represión violenta dando muerte a muchos jóvenes
desarmados. Lo mismo está sucediendo en otros
países árabes y también ocurrió en
Siria. De manifestaciones pacíficas se han transformado en
luchas encarnizadas en las calles de todas las ciudades de Siria,
hoy es una guerra civil. Todas estas rebeliones tienen en
común la desocupación de gran parte de la juventud.
Y desocupación significa pobreza, mala salud,
drogadicción, aumento de la criminalidad. A todas luces es
un fracaso del sistema capitalista neoliberal y, en especial, un
fracaso de los gobiernos de todos los países
árabes, sin excepción. Es un fracaso del sistema
"democrático" que se demostró no tener nada de
democrático. Allí todos los gobiernos sin
excepción, llámense repúblicas o
monarquías, son verdaderas dictaduras, solamente
oprobiosas dictaduras.

Hasta aquí, el sistema capitalista neoliberal,
que le ha restado muchos derechos a la clase trabajadora,
adquiridos en duras luchas, se ha mantenido gracias a un
ejército de trabajadores de reserva, de desempleados
dispuestos a cubrir los puestos de los que son echados de sus
trabajos por revoltosos. Así, una gran parte de la clase
trabajadora se mantiene sumisa y no se atrevía a
protestar. Los que ahora se levantan ya no son los que tienen
empleos, aunque éstos estén mal pagados; son en su
mayoría los desempleados y los estudiantes secundarios.
Claro está, para los políticos que quieren
demostrar que el sistema es maravilloso, los que protestan son
sólo un grupo de criminales que se aprovechan para asaltar
negocios y robar. Claro está que, cuando suceden protestas
que terminan en enfrentamientos, siempre hay bandas de
delincuentes que se aprovechan de la situación. Y
también, es lógico que suceda, la
indignación se puede desbordar cuando los gobiernos no
quieren escuchar y recurren a la violencia institucionalizada.
Hay que escuchar el sentir de las masas, sobre todo, cuando
despiertan y están dispuestas a la lucha. Lo dijo en forma
muy clara la gente que vive en Tottenham, Londres (un lugar
multicultural muy pobre que tiene una comunidad africana
importante, además de turcos,
pakistaníes y afrocaribeños, con un gran porcentaje
de cesantes), en donde las demostraciones se han trasformado por
obra policial, en verdaderas batallas campales con numerosos
heridos por ambos bandos.

Qué el sentir de la juventud de los diferentes
países y lugares es en el fondo un solo pensamiento, lo
demuestra con claridad las manifestaciones en Budapest.
Allí los manifestantes, los indignados, protestaron frente
a la embajada española apoyando a los indignados de
España. Era un claro apoyo al movimiento 15-M. Algo
similar ocurrió en otras capitales de la UE. Toda esa
juventud aboga por una democracia real y por cierto, una
democracia participativa. No hay duda que entre ellos hay muchos
de tendencia socialista, pero no todos. Y no solo ocurría
en el continente, también se produjo en Londres frente a
la embajada española.

A diferencia de la obra "La rebelión de las
masas" que expresa que la masa no actúa por sí
misma, estamos viendo otro paisaje muy distinto. Son las masas
las que actúan y presionan a los gobiernos con peticiones
que éstos tienen dificultad para aceptar. Y, algo muy
especial, la mayoría de estos movimientos masivos no
responden a un solo partido o agrupación política.
Ni siquiera están representados los partidos
políticos: es una masa sin un color político,
aunque, desde luego, hay mucha gente que se ubica en la
izquierda. Se trata, claro está, de política, toda
vez que política es una forma y un medio de
relación entre personas y clases, y entre el Estado y la
sociedad civil. Aunque se trate de movimientos pacíficos,
no se quedan cruzados de brazos y si la acción policial es
brutal, son extremadamente combativos y no se dejan amedrentar ni
por el empleo de matones ni por las fuerzas armadas. Ni siquiera
por las masacres ordenadas por las satrapías como la
siria, la yemení, la egipcia o la libia.

Estas masas no precisan de una elite dirigente para
reunirse y actuar. Y aquí se deja en evidencia que la
teoría de que el hombre se ve forzado a buscar una
instancia superior para actuar, está equivocada, es
acientífica desde el punto de vista social. Ahora la
técnica se impone para bien y para mal, ella proporciona
los medios para organizarse y reunirse: internet y sus
páginas sociales como Facebook, Twitter, Youtube y otras
más. Las elites conductoras de las rebeliones han sido
reemplazadas por miles de jóvenes de ambos sexos que
están prontos a manifestarse por un mundo
mejor, no sólo en el futuro, no en un tiempo que
tendría que llegar, sino ahora. Ahora, porque vivimos en
un tiempo apurado, y la juventud no tiene tiempo que perder. La
juventud se va y luego somos viejos, sobre todo ahora que se vive
tan rápido.

Que la masa actúa de una sola manera, linchando a
algunos de sus opositores, es a todas luces un error, hoy al
menos Al contrario, lo que estamos presenciando hoy es tan
distinto: son los regímenes oprobiosos y que sólo
se interesan en los dueños del capital o de los mandamases
los que linchan a los manifestantes. Son los sátrapas los
que se han visto sorprendidos y están temerosos del futuro
que les depara este despertar de las masas. Muchos
terminarán sus días exiliados, entre rejas o
ejecutados por sus crímenes.

Todo este drama empezó en Túnez y se fue
extendiendo a los países árabes del norte de
África provocando grandes sacudidas a los gobiernos de esa
región. Luego se extendieron al Oriente Medio y de pronto,
como nadie podía imaginárselo, pasó a Europa
y lo vimos en Inglaterra, Francia y España. Y
también a América del norte y del sur. Los pueblos
despiertan de su letargo, y ya no se tragan los cuentos de los
sátrapas de todos los continentes. Ni siquiera de los
sátrapas elegidos en forma casi democrática, digo
casi, porque todavía hay mucha gente que no puede votar
por varias razones, sociales y políticas y no menos
económicas. Además, el uso de la Media en esos
países llamados "democráticos" que desinforman y
tergiversan la noticia. Y por último, está la
razón ideológica, que es muy fuerte en los
países del mundo árabe. También, aunque no
se crea, la razón ideológica es importante cuando
se maneja desde el púlpito de una iglesia. Muchos votan
por el candidato que recomienda el sacerdote, no
importándoles para nada que intereses ese candidato
representa.

La juventud hoy quiere una sociedad que les permita
vivir mejor y sin opresión, ninguna forma de
opresión. Ninguna jaula de oro, pero jaula al fin.
Libertad para vivir. Aire limpio para respirar, sin miedo a ser
detenidos por no pensar como el sátrapa de turno.
Además, que exista trabajo y bien remunerado para que la
familia pueda vivir y gozar de la vida, porque eso es lo que en
el ínterin todos deseamos: vivir y ser felices. Vivir sin
ver miserias de otros, sin niños tirados en la calle
cubiertos de parásitos y muertos de hambre. Sin
pequeños explotados despiadadamente, y sin
padres o familiares que les den cariño y cuidado. Sin un
mundo de extremo lujo al lado de la más cruenta miseria.
Una juventud también que desea realizarse como seres
humanos. Y no me refiero a unos pocos jóvenes de las
clases altas y medias. Hablo en general de la justicia social,
que debería habernos proporcionado el socialismo, tal vez
que ha de llegar en algún momento aunque ahora, por
cierto, no se ve cercano. Y no podrá estar cerca mientras
haya gente en la izquierda que no sea capaz de ver sin miedo lo
que sucedió y se atrevan a hablar por sí mismos y
no por boca de partidos que se equivocaron tanto y, que en sus
"revoluciones", reprodujeron, en gran parte, la ideología
clasista del sistema que queríamos cambiar.

En las rebeliones de los árabes, cualquier
intento o declaración favorable a los revoltosos por parte
de los países desarrollados o de las potencias actuales,
esta izquierda ve solo el deseo de apropiarse del crudo, de los
energéticos y no se detiene a analizar en profundidad,
sobre todo, el temor de USA de quedar ausente y enfrentada a toda
una región que antes era parte de su dominio mundial, y
que lo hacía a través de los sátrapas de
turno: me refiero al norte de África y a Oriente Medio. Si
bien es cierto USA mantenía férreamente bajo su
control y dominio a los gobiernos de los países
árabes, sus pueblos en su gran mayoría eran
contrarios a USA, sobre todo estos últimos años en
que ha ido surgiendo el fundamentalismo religioso que ve a USA
como su enemigo principal, como los nuevos cruzados que atentan
contra su fe. Frente a los hechos que ocurrían en el mundo
árabe y las posibilidades que tenían los
sátrapas frente a sus pueblos y, en especial de Libia, los
cursos de acción que le quedaban al presidente Obama eran
los siguientes:

Primer curso de acción:

Que hubiese cambios muy controlados para que nada
cambiase. Esto significaba que los sátrapas renunciasen y
se fuesen a gozar de sus riquezas mal obtenidas. Por eso los
dictadores de Túnez y Egipto a instancias de USA se fueron
y las FFAA los reemplazaron sin que nada importante cambiase de
fondo. A Mubarak un grupo de generales norteamericanos le
convencieron que dejase el poder y se fuese a disfrutar de sus
miles de millones de dólares que tiene en distintos bancos
del mundo. Se pensaba que con Gadafi iba a ocurrir lo mismo, pero
Gadafi no quiso irse y, además, ya había habido
demasiadas muertes por las represiones de sus
fuerzas militares: había quemado las
carabelas.

Segundo curso de acción:

El segundo curso de acción era apoyar a los
sátrapas, pero eso era aún más riesgoso,
porque se iba contra todo el pueblo árabe. Y como USA no
es un país al que los pueblos árabes le tengan
simpatía, al contrario, aumentaría la
antipatía por los norteamericanos. De esa la ganancia
sería muy pobre y muy inestable.

Tercer curso de acción:

El tercero, apoyar la rebelión: parecía el
mejor y más astuto desde la perspectiva de quedar bien con
los árabes, en donde está realmente la riqueza
petrolera. Eso significaba despreciar y obligar a los
sátrapas a dimitir por las armas y con la posibilidad de
que dentro de sus fieles surgiesen quienes lo derribasen. Este
curso de acción presentaba el riesgo que la
situación no pudiese ser controlada por los sectores
realmente moderados ?o pro occidentales? y estos países
cayesen en manos de los islamistas o peor aún, en manos de
Al-Kaeda, enemigo mortal de USA y de la OTAN. Había
sí, la posibilidad de atraer hacia USA a los movimientos
islamistas moderados.

Para USA, el verdadero peligro no son los
sátrapas
, sino lo que puede venir más
adelante, porque los pueblos árabes han despertado y las
rebeliones empiezan a mostrarse violentas y decididas. En el caso
de Gadafi, éste fue en un momento un buen aliado que
"había tomado el camino correcto", es decir, había
dejado su antiimperialismo, si verdaderamente algún
día existió, y pasaba a ser uno más de los
ricachones del mundo interesado en las altas finanzas. En tanto
que, las rebeliones en todo ese mundo podrido de dictadores de
todos los pelajes, avanzan aunque no al ritmo que debiera ser,
pero las grandes potencias no pueden controlarlas y, con toda
seguridad que, si triunfan, los grandes perdedores van a ser USA,
la OTAN e Israel. Razón esta que hizo temblar al partido
republicano estadounidense que se manifestó en las
críticas y negativa de apoyo presupuestario a Obama en los
gastos de la guerra en Libia, una forma de criticarlo por haberse
entrometido en esta guerra sin el beneplácito de las altas
finanzas. El Imperio teme a los islamistas, porque son enemigos
de Israel y, por tanto, enemigos también de la
geopolítica de USA en esa zona. Teme USA que si se
desploman estos sátrapas, ellos perderán
terreno y muchas bases norteamericanas
tendrán que cerrar. Y eso es pérdida del control
militar y geopolítico de una zona tan importante en el
mundo de hoy, porque allí abunda el petróleo y el
gas natural. Y no quiero decir con esto que los norteamericanos
van a llegar con sus barcos tanques a robarse el crudo, como lo
dicen algunos que analizan esto muy superficialmente. Les basta
que ese crudo salga de los puertos con destino a Europa y USA
vendido por los países dueños, aun-que a veces
pertenezcan a multinacionales en donde el capital en gran parte
es norteamericano; lo importante es que el crudo siga su camino y
no cree una situación que puede agravar la crisis
económica que empezó en el año 2008 y que
todavía no ha terminado.

El volcán político que se había
formado por décadas de abusos, de apropiación
indebida de los recursos de esos países por los
sátrapas de turno y la falta de respeto a los derechos
humanos, terminó por reventar y ha sido cada vez
más violenta esta terrible y grandiosa explosión,
que algunos periodistas como Beatriz Pascual Macías lo
llaman terremoto.

El pueblo árabe ha despertado de su letargo y
está luchando no solo por un cambio de forma, sino,
más bien, de contenido de su sistema político.
Hombres y mujeres que ya son adultos, nacieron bajo dictaduras
?cuyos gobiernos han usado distintos nombres: reyes, jeques,
"presidentes", lideres, etc. Pero que no son otra cosa que
gobiernos autoimpuestos sin respeto a la mayoría de la
población que, como es normal y así debe serlo,
desean ser también los que dirijan su propio destino. Lo
más irónico y hasta ridículo son los
"presidentes" que son de carácter vitalicio, que se
perpetúan en el poder mediante elecciones fraudulentas, y
aún más, sus hijos heredan la presidencia. Es una
forma artera de engañar a sus pueblos. Debieran
denominarse Reyes, porque así responden al mismo principio
de toda monarquía, es decir, gobiernos que rigen los
destinos de un país, generalmente, por derecho
hereditario. Pero al denominarse presidentes crean la
ilusión de ser gobiernos democráticos, aunque se
elijan entre ellos mismos con el apoyo de unos pocos partidarios
o simplemente no llaman a elecciones. En el caso de Gadafi,
éste llegó al poder mediante un golpe de Estado que
en ese tiempo tenía un contenido progresista.
Después, le tomó el gusto al poder y se
quedó transformando su gobierno en una autocracia
más y pretendía que fuese hereditaria como la de
Asad en Siria, Mubarak en Egipto, los reyes de
Jordania, Arabia Saudita y muchos más. La verdadera
democracia estaba muy lejos y ni siquiera una democracia burguesa
se veía en camino.

En todo el mundo árabe había ya un
volcán político y social que acumulaba
presión y que estaba a punto de estallar. La juventud no
permanecía tranquila, aunque en la superficie
parecía que no había una ebullición que
pondría a esos países en un estallido violento, aun
cuando, la violencia vino, más bien, de los que pretenden
aferrarse al poder, defendiendo el privilegio de explotar y
enriquecerse a costa de sus pueblos. Este volcán
necesitaba sólo una chispa para reventar, como
también dice el adagio, faltaba una gota para rebalsar el
vaso. O como lo dice tan bien, la articulista María
Eugenia Eyras citando al escrito famoso de Mao Tsetung:
"una sola chispa puede incendiar la pradera". Ni
USA ni los países de UE se imaginaban que este estallido
estaba tan cerca y que bastaría una chispa para incendiar
las praderas y los desiertos en donde viven los pueblos
árabes. Y esa chispa fue la inmolación de Mohamed
Bouazizi, que se quemó frente a las oficinas del
gobernador en su ciudad, como una protesta porque se le
había confiscado su carrito que le permitía la
venta de legumbres.

En lo personal estoy en contra de la guerra y de las
masacres de cualquier clase y realizada por cualquier tipo de
gobiernos (por eso no pude simpatizar con Gadafi) y
también me da mucha lástima cuando alguien llega a
inmolarse como forma de protesta o como arma, pero
¿quién soy yo para decirle a los de abajo, a los
reprimidos, a los muertos de hambre, cuáles medios deben
de usar ellos para combatir a sus explotadores y represores?
¿Dónde empieza a regir la moral social y la
conciencia y el despertar de la necesidad de la lucha y de la
revolución? ¿Qué es lo moral y dónde
se encuentra su límite con lo inmoral o amoral?
¿Acaso lo considerado moral no es algo establecido por la
religión y después llevada a los escritos llamados
leyes? ¿No es parte de una cultura que tiene el
carácter de histórica? Quisiera preguntarle al o a
la que lee esta obra, ¿es moral la explotación de
nuestros semejantes? Este acto tan terrible logró
despertar a la juventud oprimida y adormecida por los dictadores
de turno, a veces usando de la ayuda de la Iglesia que mantiene
en muchos países una relación estrecha con los
gobernantes de turno. Y cuando algún imán levanta
su voz para protestar contra la represión o la inmoralidad
de los gobernantes, es considerado un terrorista,
perseguido y encarcelado. Y eso sucede también en
los países occidentales. Y aunque estoy en contra de la
guerra, veo que los pueblos no tienen otra alternativa cuando
estos sátrapas de turno se mantienen en el poder gracias a
las FFAA y a los aparatos policiales, en especial a la
policía secreta; también en grupos de matonaje que
existen en casi todos estos regímenes, grupos que torturan
y asesinan sin misericordia mientras los regímenes hacen
vista gorda y niegan estas acciones criminales y a las
cárceles secretas en donde se tortura y se
asesina.

Los movimientos de protesta en esta primavera que
empezó en Túnez se han disparado y hoy ya existen
en Marruecos, en Jordania, en Arabia Saudita, en Bahréin y
todavía no han terminado en Egipto, ni en Túnez y,
en tanto que en Libia, Yemen y Siria, se transformaron en guerras
civiles. Veo que estos movimientos no van a quedarse en protestas
solamente. En la misma medida en que sus sátrapas sigan
reprimiendo, los jóvenes tendrán que recurrir a las
armas como la única forma de conseguir sus
propósitos, aunque nadie sabe dónde ha de
desembocar todo esto. No hay duda de que los islamistas han
logrado avances en estos tiempos, ya que los gobiernos que los
reprimieron, hoy los declaran legales y les permiten una
acción política que antes no
tenían.

Vivimos una época diferente a la que
planteó Lenin en 1916 en su famoso escrito "El
imperialismo, fase superior del capitalismo
" en el que
planteaba la acción depredadora y despiadada de las
potencias imperialistas que condujeron al mundo al desastre y
genocidio en dos guerras mundiales. Marx había dicho en
sus escritos que para definir una época económica
lo fundamental no era lo que se hacía, sino con que
herramienta se hacía. A esta época yo la llamo
la Tercera Revolución Industrial y la
época de los Estados Multinacionales, como
por ejemplo es hoy en día la Unión Europea. Un arma
importante de esta revolución tecnológica que
golpea a la puerta de los sátrapas de todo el mundo, es un
artefacto pequeño, pero complejo y poderoso: el
ordenador
, que permitió la existencia de
Internet y, con ello, un enorme avance de las
comunicaciones y de la distribución de la
información a lo largo y a lo ancho de todo el planeta.
Así, la juventud árabe se puso al día y
comprendió que la sociedad árabe estaba retrasada
política, social y económicamente, viviendo en un
sistema parecido al de la Edad Media, más que
al sistema que impera hoy en casi toda la Tierra.

La primavera del pueblo árabe está
recién comenzando. Las tiranías como la de Yemen,
Arabia Saudita, Argelia, Siria y Jordania recurren a una
represión descontrolada y eso, aunque por ahora les sea
favorable al desmantelar los movimientos de protesta, a mediano
plazo les será desfavorable porque eso incita a la
revuelta armada. Y aquí hago también un paralelo
con la Primavera de Praga. En un comienzo fueron sólo
protestas, pero al ser reprimidos e invadidos por las fuerzas del
Pacto de Varsovia encabezadas por las fuerzas soviéticas,
el pueblo checo salió a la calle armado de lo que
podían encontrar, aunque el ejército checo se
mantuvo dentro de sus cuarteles mirando impávidos como sus
hermanos eran masacrados. Espero que eso no ocurra en esta
primavera y los soldados abandonen a los sátrapas y
permitan así los cambios políticos y sociales que
se precisan hoy.

Hay quienes muy despistadamente acusan al Imperio estar
detrás de las revueltas y de las manifestaciones. Los
pueblos no cuentan, serían solo marionetas. Para terminar,
quiero citar aquí lo expresado por el periodista Gabriele
del Grande en una entrevista realizada por Alma Allende: "En
Libia, como en Túnez, Egipto, Yemen y ahora también
en Siria, las revueltas han sido espontáneas y populares y
no el resultado de complots estadounidenses, sino más
bien, la respuesta más natural que podíamos esperar
tras décadas de dictaduras apoyadas por las grandes
potencias en nombre de la estabilidad y de los buenos negocios.
Asombra que ciertas teorías conspiratorias procedan del
campo de la izquierda. Pero eso ocurre también
quizás, porque estas revoluciones trascienden y superan
las categorías de la izquierda. Es interesante analizar
esta paradoja. En las calles de El Cairo, como en Túnez y
en Bengasi, están sobre todo los pobres. Pero los pobres
no piden salarios, no gritan contra los patrones, no se
identifican como clase obrera. O por lo menos, no todavía.
Antes que nada reclaman libertad y, por sobre todo, se consideran
árabes y se identifican como ciudadanos".

Pero la última palabra no la tienen los
analistas, tampoco los líderes de gobiernos progresistas o
de gobiernos de izquierda, ni los imperialistas, sino los propios
pueblos que es de esperar triunfen con la ayuda de quién
quiera apoyarlos, con tal de que no se vendan y que
puedan derribar las dictaduras y construir sobre sus ruinas una
sociedad más justa, libre y democrática.

 

 

Autor:

Abel Samir

Estocolmo, octubre de 2012

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