INTRODUCCIÓN.
Este trabajo comienza en el bus con destino a El Cocuy,
subiendo el Altiplano Cundiboyacense, luego trepando
páramos y atravesando las áridas tierras del
encuentro amoroso del río Chicamocha con el río
Nevado, en fronteras con Santander; para finalmente escalar la
cordillera, mirando con temor los abismos que pasan por las manos
del intrépido conductor del volante. Esta
etnografía describe las relaciones de los habitantes de
los municipios de El Cocuy y Güicán con la Sierra
Nevada de la Cordillera Oriental de Colombia.
Llegué en horas de la noche. Me recibió
una pequeña urbe verdiblanca llamada El Cocuy. Detenida en
el tiempo, estacionada en una hermosa arquitectura colonial y
republicana. Un frondoso parque central, con vivas y coloridas
flores. Es inevitable voltear a ver la colorida iglesia que rompe
y complementa la estructura pintoresca del pueblo, entre
amarillos y rojos pasteles. Las calles tranquilas, decoradas por
una inmensa multitud de ruanas; que entre esquinas y tiendas se
preparan para aguardar muy temprano en sus casas. Ya a las 8 de
la noche se convierte en un pueblo solitario.
Me invadió una gran ansiedad, recuerdos de mi
infancia vinieron a mi mente. Debo confesar, que llevo en el alma
estos majestuosos paisajes. Yo nací en El Cocuy, y aunque
no crecí aquí, si viví mis primeros
años junto a mi abuela. Recuerdo que desde pequeño
me contaba historias sobre el Nevado, orgullo para los habitantes
de estos municipios. Con algo de miedo ella relataba cuando el
duende en el Nevado se llevaba y perdía turistas,
enseñándome que es un lugar de respeto, donde los
más experimentados escaladores y arrieros pierden la vida.
Siempre se han contado tragedias de alpinistas sepultados por
gigantescos bloques de hielo, en su hazaña por acariciar
estos intocables techos, o de los negociantes de la sal
congelados en los páramos. La Sierra Nevada es
expresión de lo natural, y su aspecto agreste.
Todas estas imágenes han habitado en mí
desde muy pequeño, es una necesidad de la Montaña,
de la nieve y del páramo. Noté aún
más esta atracción cuando estuve lejos de
Boyacá, y empecé mis estudios universitarios en
Popayán-Cauca. Cuanto más me alejaba, más se
aferraba un sentimiento de pertenencia a estas tierras. Me di
cuenta entonces, que regresaría y realizaría mi
tesis de pregrado sobre las gentes de esta región y su
relación con la Sierra Nevada, para comprender la manera
como estas personas entienden y apropian estas
montañas.
Si recorremos todo el territorio nacional y ponemos
cuidado a las historias que cuentan las personas que habitan
estos paisajes montañosos, vemos que desde tiempos
inmemorables, nuestros abuelos han levantado su mirada para ver y
adorar las montañas. Por dar unos ejemplos, podemos ver el
templo sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta, custodiado por
cuatro ejércitos ancestrales: los Kogi, los Wiwa, los Ika
y los Kancuamos; el hogar de las ánimas de los Guandos que
habitan los Volcanes de los Coconucos; el "bravo" Cerro Broncaso
en el Cauca; los gigantes que habitan el Cerro de los Avechucos
en el Tolima; y por supuesto las andadas del diablo sobre el
Púlpito del Diablo, en la Sierra Nevada del Cocuy y
Güicán. Volcanes, cerros y nevados son escenarios de
la visión de mundo de estas gentes. Son seres que
conviven, y muestran su personalidad con un bramido, una
erupción, con una neblina o con una gran
nevazón.
Precisamente un gran escenario cultural sobre la
geografía colombiana está en el Norte del
Departamento de Boyacá. Este techo de la Cordillera
Oriental de Colombia sube a más de 5.000
msnm, donde se puede admirar en épocas de verano, la
majestuosidad de los Llanos Orientales y los Santanderes. Hoy en
día sólo encontramos glaciares en El Cocuy,
Güicán y Tame. El actual cambio climático ha
disminuido significativamente el área de extensión
de los nevados. Se destaca de los municipios boyacenses una
tradición cultural construida por la gente a través
de estas montañas, lo que no tiene el municipio llanero de
Tame en Arauca. Aunque tiene parte administrativa, no encontramos
elementos identitarios relevantes, ni una fuerte
tradición campesina de alta montaña. En este
trabajo me centraré en dos municipios que aún
conservan glaciares, El Cocuy y Güicán.
Foto 1. El Cocuy (Sebastián
Sanabria 2010).
La información de este trabajo se recopiló
con las personas de los cascos urbanos y el camino hacia la
Sierra Nevada, que son tres veredas. La primera por el Valle de
Lagunillas, su parte sur; en el centro, por la vereda la Cueva,
donde está el sitio de peregrinación a la Cueva de
Cuchumba; y hacia el Norte, la vereda de Tabor. La Cueva y Tabor
son veredas de Güicán, mientras Lagunillas es de El
Cocuy. La información recogida se hizo a través de
personas de avanzada edad, con el fin de tener una idea global de
la etnohistoria del territorio y las concepciones de larga
duración de la Sierra Nevada. También fueron de
suma importancia las entrevistas con los guías
turísticos, quienes en su mayoría son
arrieros y campesinos1 que viven en las faldas del
Nevado. No hay que olvidar la relación con el
ente gubernamental, Parques Nacionales; ya que fue muy
importante su aval y colaboración en el proceso de
socialización y recolección de la
información.
Otra etapa de la investigación fue la visita, con
el acompañamiento de personas de la región, a los
lugares relevantes del páramo y el Nevado; su registro
fotográfico y etnográfico en torno a su
significación, donde se discutían las
preocupaciones ambientales, sobre todo el descongelamiento de los
glaciares.
El trabajo de campo se realizó en dos etapas. La
primera de finales de enero a finales de mayo; tiempo en el cual
viví en El Cocuy. La finalidad de esta primera etapa fue
hacer la etnografía de la apropiación de la gente
con el Nevado, e ir a la fiesta de la Virgen Morena de
Güicán; donde gentes de todos los municipios se
desplazan para asistir a las fiestas patronales. Subir a la
Sierra Nevada fue prioritario desde el principio, acercarme a las
personas de las veredas cercanas, a las cabañas de
turismo, a los guías, escaladores, y hasta los
foráneos que iban de paso. En Lagunillas don Miguel
Herrera, Alejandro Herrera, don Laurentino Herrera y don Pastor
Correa; fueron mis principales colaboradores.
Entre mediados de septiembre y mediados de noviembre
desarrollé la segunda etapa del trabajo; tiempo en el que
viví en el municipio de Güicán. En este lugar
fue muy importante la convivencia con las familias
Ibáñez y Carvajal; las cuales me permitieron entrar
en la cotidianidad de los Güicanes; fuera del rol de
"entrevistador", fueron mis amigos. En otros momentos del trabajo
salía a visitar las casas de las veredas, donde realizaba
entrevistas semiestructuradas. Las personas de la región
en general son muy amables con el foráneo, hace más
de una década que el turismo entró en sus
cotidianidades y compartir con extraños no es algo
difícil.
En este texto describo cómo se han relacionado
histórica y territorialmente las personas de El Cocuy y
Güicán con la Sierra Nevada. Tomo como eje el tiempo;
a través del cual, se han heredado unas territorialidades
específicas de los pueblos que históricamente han
habitado la región.
En el primer capítulo describo la Sierra Nevada
en sus contextos geográficos. Pretendo argumentar que
está influenciada por múltiples cambios
paisajísticos, debido al clima en sus estados glaciares.
La historia glaciar no sólo ha influenciado a los nevados,
sino que también a toda la estructura ecológica de
los Andes Septentrionales. Esta influencia ha modificado y
moldeado la relación de los pueblos con la Sierra Nevada;
influenciando sus sistemas productivos y
cosmogónicos.
En el segundo capítulo, profundizo sobre la
relación histórica de las comunidades que a lo
largo del tiempo se han asentado al costado occidental de la
Sierra Nevada; específicamente en lo que hoy es El Cocuy y
Güicán. Comienzo desde lo más antiguo,
partiendo del conocimiento histórico y arqueológico
de las culturas precolombinas. Luego cruzo la conquista y la
colonia; y lo que involucró el contacto de dos culturas,
la europea y la amerindia.
En el tercer capítulo me ubico en el Siglo XX, y
las implicaciones del fin de la Pequeña Edad Glaciar. El
ascenso del campesino a los páramos y el Nevado, su
tránsito por la cordillera y la colonización de las
tierras baldías del costado oriental de la Sierra
Nevada.
El cuarto capítulo lo dedico a revisar las
apropiaciones territoriales del campesino de la parte alta; sus
concepciones religiosas y míticas, dentro de las cuales
abordo dos muy importantes, la Virgen Morenita de
Güicán y la sal de Sácama. Del mismo modo,
destaco el cambio de estas relaciones territoriales con la
llegada de nuevos discursos como el ambiental; que
conformó el Parque Nacional.
Mapa 2. LA SIERRA NEVADA DEL COCUY Y
GÜICÁN
CAPÍTULO 1.
1. LA SIERRA
NEVADA DEL NORTE DE BOYACÁ.
1.1. La Sierra Nevada.
La Cordillera Oriental de Colombia presenta una
geografía única en los Andes tropicales. Consiste
de un vasto altiplano sobre los 2.500 msnm, páramos
extensos, y una gran Sierra Nevada al Norte de Boyacá, al
occidente de Arauca y al occidente de Casanare. La cadena
montañosa que incluye esta Sierra Nevada es la más
alta en la Cordillera Oriental. También es la más
extensa de Colombia; y además en los trópicos
septentrionales, que se extienden entre el Trópico de
Cáncer y la línea ecuatorial. La cordillera esta
principalmente formada por rocas areniscas cuaternarias; al
contrario de otras cadenas montañosas colombianas como la
Sierra Nevada de Santa Marta, que es una formación
granítica. En la Cordillera Oriental no se presenta
volcanismo; muy al contraste de la Cordillera Central, que es
básicamente de formación volcánica. La
Cordillera Oriental ha sido hogar y sustento de muchas culturas y
pueblos desde el final del Pleistoceno y el principio del
Holoceno; como lo indican los hallazgos de Abra (Correal et. Al
1969) y Tequendama (Correal y Van Der Hammen 1977), estimados
entre 11.000 y 12.500 años AP. La región de nuestro
interés principal es la Sierra Nevada del Cocuy,
Güicán y sus alrededores.
El extenso macizo que culmina en la Sierra Nevada, hoy
en día pertenece políticamente a los siguientes
municipios: en el lado occidental, que pertenece a Boyacá,
encontramos los municipios de Chita, El Cocuy, Güicán
y Chiscas. Lo que anteriormente fue el territorio del municipio
de Güicán se extendía también a las
faldas orientales de la Sierra Nevada. En el año de 1965
se formó el nuevo municipio de Cubará, gran parte
habitado por la comunidad U"wa; Cubará hoy en día
ocupa la parte de Boyacá, en el lado oriental de la Sierra
Nevada. Se puede decir que la ocupación humana de la
Sierra Nevada proviene de Boyacá; desde Arauca y Casanare
no se ha penetrado la cordillera y no se han fundado
asentamientos.
La parte sur del costado oriental es jurisdicción
de Tame-Arauca y la Salina-Casanare. Sin embargo, el contacto de
los habitantes de estos municipios con la parte alta de la
montaña no es tan frecuente, ni ha constituido una
tradición. Caso contrario, los campesinos boyacenses se
asentaron sobre las faldas occidentales, y orientales. Sobre las
orientales no se establecieron poblados importantes, tan
sólo fincas ganaderas y de explotación
maderera; fincas que fueron denominadas " Tras de la
Sierra"2.
El camino desde El Cocuy y
Güicán hacia estas fincas, se podría decir,
aún es de difícil acceso.
El flanco oriental de la Sierra Nevada se caracteriza
por su poca presencia humana. Hasta hace pocas décadas, el
paso por la cordillera estaba cerrado por la cubertura glaciar
que se extendía desde el municipio de Chita hasta el
municipio de Chiscas. El deshielo desde la fase final de la
Pequeña Glaciación3 (1850), abrió varios
pasos que permiten la penetración de la cordillera, tanto
por la gente como sus animales. Los principales pasos son el
Boquerón de Cusirí, el Boquerón de
Cardenillo y el Paso de la Sierra.
Los picos actualmente cubiertos por glaciares, en la
cadena oriental, que conforman esta cadena montañosa de
sur a norte, son: los Cerros de la Plaza (4.850 msnm) y el pico
del Castillo (5.100 msnm). Las montañas más
extremas para el montañismo son: el pico Blanco, el pico
de Antonio, y el Triángulo del Sur; van desde 4.100 hasta
4.900 msnm. Al Norte, encontramos los Picos Sin Nombre (5.000
msnm); junto a ellos viven los picos: La aguja, Manaba y Equino
(4.800 msnm).
En el ramal occidental encontramos: el Campanillas
Blanco (4.900 msnm) y Campanillas Negro (4.800 msnm), el Pan de
Azúcar (5.120 msnm), el Toti (4.800 msnm), Portales (4.800
msnm), el Cóncavo (5.200 msnm) y el Concavito (5.100
msnm); luego San Pablín Norte (5.200 msnm) y San
Pablín Sur (5.180 msnm); mas adelante los Picachos
(5.030 msnm); luego sigue la mayor elevación
de la cordillera, el Ritacuba Blanco (5.330 msnm), seguido por el
Ritacuba Negro (5.300 msnm) y el Ritacuba Norte (5.200
msnm).
Más hacia el Norte, desconectado de esta cadena
glaciar, se encuentran los Nievecitas (4.800 msnm) y los
Sínsigas (4.600 msnm), que conservan todavía
pequeñas manchas glaciares; como ocurre también en
una gran variedad de picos al oriente de la Sierra Nevada. Los
picos que en la actualidad conservan glaciares tienen una altura
entre 4.800 y 5.400 msnm.
Nos dedicamos ahora a la descripción del relieve.
Toda la cordillera se presenta como ramplas, que ascienden con
inclinaciones más o menos suaves desde el occidente, para
formar en el flanco oriental abismos verticales. El más
alto de esos abismos es la pared oriental del Ritacuba Blanco,
con 800 mts de altura. Abismos parecidos se encuentran a lo largo
de toda la cordillera occidental de la Sierra Nevada; abismos que
forman un muro continuo desde el Boquerón de Cusirí
hasta el Boquerón de Cardenillo. La formación del
flanco oriental muestra una tectónica más diversa y
aún más joven; se deja mostrar en el plegamiento de
la cordillera con estratos replegados entre sí, pero sigue
la tendencia de un ascenso más suave desde el Occidente,
con una caída hacia el Oriente. Mientras la cadena
occidental es continua, la cadena oriental está partida
por diferentes valles.
Empezamos con el valle del Playón en el Sur;
seguido por el valle del Mortiñal, que parte el macizo de
los cerros de la Plaza, de los cerros del Castillo. El Castillo,
a su vez, está separado de los Picos Sin Nombre, por el
Valle del Blanquiscal. Estos pequeños valles fueron las
tierras denominadas "Tras de la Sierra"; colonizados sobre la
segunda mitad del Siglo XX, por los campesinos
boyacenses.
Foto 2. Relieve cortado de las caras
orientales de la cordillera. Tomada de
Internet:
http://www.mariusztravel.com/zdjecia/kolumbia/33_kolumbia_sierra_nevada_cocuy.JPG
[Consult. 13/03/2012].
Los Picos Sin Nombre desaguan al río
Cobugón que desemboca al río Casanare. Mientras el
río Playón, tiene todavía un flujo
claramente hacia el Oriente; los ríos más al Norte,
tienden a reemplazar ese eje Occidente-Oriente, por un flujo que
se dirige más y más hacia el Nororiente. Todos esos
valles son una clara muestra de la obra de los hielos de las
glaciaciones, son clásicos valles en forma de U, con
paredes verticales. También podemos decir lo mismo de los
ríos que descienden de la cadena occidental hacia el
Occidente; el mejor ejemplo es el Cañón del
Cóncavo.
Los ríos del flanco oriental son afluentes del
río Casanare y del río Arauca, mientras todos los
ríos que descienden de la cadena occidental hacia el
Occidente, desembocan al Chicamocha. Entre esos ríos los
más importantes son: el río Chiscas, el río
Lagunillas, el río Pantano Grande, el río Mosco y
el río Chita. Fuera del río Chita, todos los
ríos del flanco occidental se unen en el río
Nevado; anteriormente llamado el río Guacamayas.
Guacamayas en Quechua quiere decir río sagrado,
posiblemente la huella de los alcances del Quechua (Faust 2004:
27).
Podemos concluir que el relieve es más suave
hacia el occidente y sumamente agreste hacia el oriente de la
cordillera, lo que permitió a la masa principal de
glaciares una mejor adherencia sobre el flanco occidental; del
mismo modo, la penetración y el asentamiento de las
poblaciones humanas. Este hecho hizo que las entradas principales
a la Sierra Nevada estén en El Cocuy al suroccidente y en
Güicán al noroccidente.
1.1.2. La
historia glaciar de la Sierra Nevada.
Las montañas colombianas se han cubierto de
extensos glaciares en sus cordilleras más altas en el
transcurso de los siglos. Los estudios geográficos nos
cuentan que el proceso de avance y retroceso de los glaciares,
son ciclos que vienen y van. A diferencia de muchos territorios,
la Sierra Nevada es un espacio geográfico con una
importante característica, el cambio. Un Cambio
visible y notorio para su definición, concentrado en el
elemento del hielo, que aparece y desparece a lo largo del
tiempo. Hoy en día, la constante es el retroceso y la
desaparición del hielo glaciar, fenómeno que es
interpretado por la gente.
El último gran enfriamiento de la tierra
comenzó hace unos 116.000 años AP. Más
recientemente se tiene registro de un proceso mundial de
glaciación ubicado en 70.000 años AP, donde
posiblemente los nevados colombianos empezaron a surgir
residualmente. La historia glaciológica colombiana empieza
con el periodo llamado Pleniglacial, entre 45.000 y 14.000
años AP, en donde los glaciares llegaron a su plenitud
máxima, con procesos constantes de avances y retrocesos.
Las condiciones fueron muy húmedas y frías, lo que
hicieron crecer los glaciares colombianos en su límite
inferior, muy por debajo de la actualidad. En el Cocuy,
estuvieron en el occidente a 2.900-3.000 msnm, y en el oriente
entre 3.000 y 2.700 msnm (Van der Hammen 1973). Es decir, las
lenguas de los hielos llegaban a la altura, que hoy es el
municipio de Güicán; y cubriendo el cerro de Mahoma
en El Cocuy. Indudablemente tapaba el municipio de Chita, que es
uno de los municipios a más altura en Colombia, superando
los 3.000 msnm.
Figura 1. La Extensión de los
glaciares de la Sierra Nevada durante el Pleniglacial, la
Pequeña Edad
Glacial y el estado
actual.
(Tomado de: Flórez
1991).
La forma de la montaña no dependió en esta
edad glacial, como hoy en día, en que los glaciares
más extensos estuvieran en el costado occidental. En
aquellos tiempos era tan extenso el hielo, que bajó por
ese costado oriental, superando la geografía vertical de
sus caras cortadas. Pero la masa glaciar no sólo
cubrió el Norte de Boyacá, sino casi toda la
cordillera sobre los 3.000 msnm. Parte de la línea
continua glaciar, empezaba desde el sur de la Laguna de Tota,
hasta el páramo actual de Sutamarchán, en
intermediaciones de Boyacá con Santander.
El mínimo de temperatura de esta primera era
glaciar llegó hace unos 18.000 años AP.
Paradójicamente el frío extremo no fue suficiente,
condiciones de poca humedad no permitieron el aumento de los
glaciares. (Van der Hammen et al. 1980). Esta humedad en nuestra
cordillera está con más fuerza en el Oriente, una
zona despoblada, con grandes extensiones de bosques. Sin embargo,
el glaciar como ya dijimos, está adherido en las caras
occidentales, paradójicamente siendo el costado menos
húmedo; por sus pendientes suaves, el hielo se
adhirió mejor que en sus empinadas cumbres.
Estas condiciones de Humedad se presentaron con
más intensidad al final de esta era, llamada Tardiglaciar;
entre 14.000 y 10.000 años AP. Estas permitieron
nuevamente el avance progresivo de los glaciares. Hacia este
periodo, el hielo se podía observar subiendo desde
Lagunillas y lo que hoy es la vereda la Cueva y Tabor en
Güicán (Van der Hammen et al. 1980). Evidencia de
este proceso, lo vemos en las actividades agrícolas de los
campesinos, al lidiar con las antiguas morrenas que dejó
el glaciar en su retroceso; respecto a la limpieza y el arado de
la tierra, les duplica el trabajo. Sin embargo, con estas rocas,
se hicieron grandes corrales ovejeros y la delimitación de
las fincas. Este paisaje está pintado por esta
arquitectura de pastores.
Nuestra era geológica actual es llamada
Interglaciar, que va desde 10.000 AP hasta la última
glaciación de nuestros tiempos, ocurrida precisamente
después de la llegada de los europeos a América.
Antes de este pequeño enfriamiento, hay que anotar, la
temperatura tuvo un constante aumento, llamado el Máximo
Bioclimático, lo que fundió aún más
los glaciares colombianos. Hacia 6.500 años AP, la
temperatura era levemente más alta que la actual; la
época del Imperio Romano (27 AC-476 DC) tuvo unos grados
más de temperatura. A lo largo de este periodo, los
glaciares colombianos en general retrocedían y se
recuperaban.
Foto 3. Antiguo cercado en el Valle
de los Frailejones. (Sebastián Sanabria
2010)
Sobre esta era Interglaciar uno de los avances
más conocidos y que toca toda nuestra era moderna
alrededor del mundo, ocurrió desde 1550 hasta 1850. Es
conocida como la Pequeña Edad Glaciar. En esta
pequeña edad de hielo los glaciares del Norte de
Boyacá crecieron gracias al enfriamiento mundial. El
área cubierta por los glaciares fue de 148.7 km2 (14.870
ha), con un volumen aproximado de 4.964 millones de metros
cúbicos. Las lenguas glaciares bajaron por debajo de
muchas lagunas importantes que tenemos hoy en día, como la
Laguna Grande de la Sierra y la Laguna de la Plaza. Hay fuertes
evidencias en relacionar la Pequeña Edad Glaciar y el
encuentro de las culturas americanas y las europeas en el Siglo
XV.
Algunos investigadores piensan que este gran
enfriamiento mundial fue causa del colapso demográfico,
producto de la conquista en los Siglos XV, XVI y XVII (Faust Et
al. 2006). Este encuentro trajo consigo, no solo la
devastación de las poblaciones americanas en el orden
militar, sino también en lo biológico. Al no tener
defensas contra las enfermedades europeas, los amerindios
sucumbieron ante las enfermedades y plagas traídas por
el foráneo. Gran parte de las comunidades
nativas fueron arrasadas, lo que rompió la estructura
orgánica de estas sociedades y su relación con el
medio ambiente, fuertemente mediada por la agricultura, que
ocupaba grandes extensiones de tierra. Consecuencia de la
mortalidad, producto de este contacto, los campos quedaron
vacíos, siendo nuevamente cubiertos por bosques. De norte
a sur, a lo largo del continente, los bosques crecieron de nuevo.
Esta reforestación permitió, gracias a la
disminución significativa de CO2 en la atmósfera,
el apaciguamiento del efecto invernadero, y posteriormente la
disminución de la temperatura entre -1 y -2 grados (Faust
Et al. 2006). Los frondosos bosques del trópico guardaron
gran cantidad de humedad, favoreciendo la
evapotranspiración, y el aumento de la humedad y las
precipitaciones, condiciones perfectas para el avance de los
glaciares tropicales y el surgimiento de la Pequeña Edad
Glaciar.
Sobre esta era glacial, las lenguas de los nevados
bajaron hasta la Cueva de Cuchumba, un lugar mitológico
por excelencia; curiosamente donde aparece la Virgen Morenita de
Güicán en el Siglo XVIII, en la plenitud de la
Pequeña Edad Glaciar (1770). La gente del sector es
consciente de esta relación, y describen la época
colonial como una etapa de la historia donde el Nevado
llegó hasta esta pequeña Cueva, formada por las
antiguas morrenas del glaciar en retroceso.
La disminución de la cobertura glaciar, a partir
de esta pequeña era, ha sido el paisaje dominante en la
cordillera. Tenemos información que el retroceso de los
glaciares a partir de 1930, año en que se tienen los
primeros registros, ha sido aún más vertiginoso.
Anualmente los glaciares retroceden cada vez más a su
año anterior. En promedio 12m por año desde 1985,
es decir 1.5 % por año; cifra que sigue en aumento
actualmente. Se calcula que la Sierra Nevada tiene unos 17km2,
con una taza de retroceso de 17 y 24m por año
(Flórez 1991). Los estimativos son de un 1m3 trimestrales
de pérdida de espesor. Las matemáticas calculan,
que si el proceso sigue a esta velocidad, entre el 2021 y el 2031
este glaciar tendrá sus últimas manchas de hielo.
Este hecho es muy significativo para la gente, quienes explican
el fenómeno desde sus tradiciones culturales.
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ORIGINAL.
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