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El triángulo en las relaciones humanas..… La trigonometría aplicada del destino…




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

  1. La
    metáfora y contextura del drama más importante
    de nuestras vidas
  2. Las
    relaciones triangulares
  3. La
    pluralidad de los triángulos
  4. El
    triángulo familiar
  5. Lealtades divididas
  6. Familias divididas — discordancia entre los
    protagonistas
  7. Inseguridades que generan
    triángulos
  8. Triángulos que implican fenómenos
    latentes
  9. En
    resumen
  10. Bibliografía

Con la introducción del Complejo de
Edipo, Freud estableció uno de los principios de mayor
alcance en el entendimiento del drama más humano: el drama
del amor romántico y el de todas las relaciones
familiares afectivas. Cuando lo hiciera y lo publicara en el
1928, lo describió como "Hallazgo trascendental —
Bedeutsam weiblich" porque para él
señalaba el logro más significativo en su carrera
de argonauta revolucionario de la mente humana.

La inspiración para este concepto no
era nuevo, Sófocles (495-406 AEC), dramaturgo griego la
escribió, como tragedia (Œdipus Rex), para
ser presentada en el teatro de su tiempo, cargándola de
mensajes arraigados en el folklore, la tradición y en el
mito.

La acción no es simple en su alcance
y su interpretación puede ser muy compleja. En los
párrafos que siguen haremos un sumario breve de esta trama
de importancia universal para el beneficio de nuestros
estudiantes asiduos y para el entendimiento de sus aplicaciones
en el psicoanálisis freudiano y en la
psicopatología de la vida cotidiana.

Monografias.com

Lucrezia Borgia hija y amante del Papa
Alessandro VI. Victoriosa en la batalla edipal y
papal…

La
metáfora y contextura del drama más importante de
nuestras vidas

Todo comienza cuando el oráculo de
Apolo vaticina a los monarcas de Tebas que el hijo que la reina
iba muy pronto a alumbrar, a su tiempo debido mataría a su
padre desposándola a ella, su propia madre. Para evitar su
destino (algo que es ineludible) el rey, dispone la muerte del
hijo recién nacido y, creyéndolo incorrectamente
eliminado, sigue adelante con su vida asegurada. Pero, a
través de vicisitudes improbables, el niño
sobrevive, ya adulto encuentra azarosamente a su padre, a quien
no conoce, y le da muerte, cumpliendo la profecía. Edipo,
últimamente, siguiendo las palabras de la
predicción, desposa a su madre y procrea familia con ella.
Cuando, al final, descubre su denuesto se arranca los ojos, y
ciego, vive el resto de su vida amparado por su hija
Antígona, producto del incesto. (Para leer más:
http://www.monografias.com/trabajos50/edipo-electra/edipo-electra2).

Amor de la madre con la
exclusión del padre
. Sófocles, en su tiempo,
ya lo sabía. Aunque tomarían muchos siglos antes de
que Freud, a su vez, siguiendo los pasos por otros trazados, lo
intuyera en su autoanálisis y en el análisis de sus
pacientes, lo tradujera y lo aplicara para nuestro entendimiento
y para asistir en la cura de nuestras ansiedades y angustias
neuróticas. Ese complejo forma la piedra angular de la
teoría del psicoanálisis.

Para Edipo su amor fue endogámico,
el amor que Freud intuyera fue fantaseado y reprimido,
conduciendo al famoso complejo y sus síntomas
derivados.

Las relaciones
triangulares

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Golden Day por
Balthus

El drama de Edipo constituye el
epítome de las relaciones tríadicas, tan ubicuas en
las vidas de todos los seres humanos, donde quiera que
éstos vivan. Las relaciones triangulares son una
dimensión arquetípica de nuestra vida,
representando parte integral de nuestro inconsciente colectivo
como especie que somos de hábitos sociales. De una u otra
forma, nunca escapamos de las influencias que con nuestros
semejantes compartimos. De hecho tendemos a manejarlas con
torpeza cuando nos sorprenden, ya que, antes de que Freud lo
hiciera, nadie nos las había revelado. Para conocerlas
tendremos que hacer frente a sentimientos desagradables como los
celos, la humillación y las sensaciones de perfidia.
Tendremos asimismo que aceptar el despertar la memoria de
infracciones reprimidas que en el pasado hemos hecho de
tabúes cargados con penalidades brutales (Véase:
Tótem y Tabú por S. Freud). O tendremos
que vivir con la sensación de ser traidores o deshonestos,
o de estar haciendo daño a alguien — aunque ese alguien
sea uno mismo. Tendremos que encarar todos estos sentimientos a
la vez de sufrir los efectos de la angustia reprimida, porque los
triángulos son en efecto paradigmas universales que
depositan sentimientos muy difíciles de admitir.
(Véanse mis ponencias acerca de la
Infidelidad).

Nada acontece en nuestras vidas si no
está conectado de alguna forma con nuestra trayectoria
individual — no hay coincidencias (véanse mis
publicaciones al respecto). Esto no implica culpa o causalidad,
pero sí un profundo significado que puede ser liberador
para todo individuo dispuesto a encontrar ese sentido.
Cuando un triángulo sobreviene en la vida propia, es
por algo. Si elegimos reaccionar únicamente con
negación, rabia y amargura, es nuestra alternativa, pero
nunca es la mejor opción.

La pluralidad de
los triángulos

Hay muchos tipos de triángulos, y no
todos implican una relación sexual adulta. Aunque nos
limitásemos a los triángulos sexuales, nos
encontraríamos con diferentes variedades. Los
triángulos sexuales no siempre están hechos del
grandioso material dramático de las homéricas
operísticas. En algunos triángulos amorosos
adultos, las tres partes son fijas. Hay una pareja y una tercera
persona involucrada con un miembro de la pareja, y no existe
movimiento alguno fuera del triángulo. Es estático
y puede durar muchos años, hasta que uno de los tres
componentes comete una indiscreción o desliz. En otros
triángulos amorosos, una de las partes cambia
constantemente. Un individuo puede practicar adulterio en serie
— como fueran en los caso de John F. Kennedy, Bill Clinton u
otros personajes cercanos, con un índice increíble
de volubilidad. Pero en todas estas situaciones, siempre son
triángulos, aunque tendamos a dar mayor valor
romántico a las idealizadas, todas evocarán el
mismo espectro de emociones atávicas por todos
compartidas.

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Celos por E. Munch

Además de los triángulos en
los que existe una extensión sexual con cualquier
combinación de los dos sexos, hay otros tipos de
triángulos. Los más importantes son los que
entrañan a padres e hijos, y, en ocasión, hermanos.
Todos pueden estar representados, porque en el subconsciente el
simbolismo reina supremo. Los triángulos también
pueden involucrar amistades. Más complejos son los
triángulos que abarcan a protagonistas no humanos. Un
miembro de la pareja puede sentirse celoso y traicionado por la
dedicación del otro al trabajo, al compromiso
artístico o al desarrollo espiritual. Estos
triángulos pueden provocar exactamente el mismo
sentimiento de celos que los de tipo romántico/sexual.
Cuando uno se adentra en un espacio creativo, de alguna manera ha
"abandonado" a la persona con la que vive, y esto puede crear
celos enormes en el otro miembro de la pareja. El proceso
creativo es un acto de pasión. Si uno siente pasión
por su propio trabajo, esto puede ocasionar resentimientos
profundos. Hay incluso triángulos que involucran a
mascotas. Esto puede parecer absurdo, pero una persona puede
sentirse extremadamente celosa, herida, confusa y abandonada
porque su amante está profundamente unido a su gato o
perro — aunque uno no desee admitir tales sentimientos con
facilidad. Yo conozco a una señora a quienes todos, con
alguna imparcialidad, consideran una latosa. Su marido suspira de
este modo, "si mi mujer y Reyna — su terrier campeona
— se enferman al mismo tiempo. No sé a quién
llevo a donde el veterinario (sic) primero".

Podríamos agrupar los
triángulos en varios grupos básicos. Está el
omnipresente triangulo familiar, al que está dedicado este
artículo fundamentalmente. También hay
triángulos de poder y triángulos defensivos. Estas
dos variedades de triángulos no están realmente
separadas, pero sí poseen ligeras diferencias. Ambas
tienen un tenor característico, y las razones de su
aparición en la vida de uno pueden no estar totalmente
enraizadas en el entorno familiar.

El
triángulo familiar

Los triángulos familiares no
terminan en la infancia sino que tienen repercusiones a lo largo
de toda la vida. Si no se resuelven, entrarán secretamente
en nuestras relaciones adultas. Si un triángulo familiar
no se reduce o se resuelve, podemos recrearlo, una o varias
veces, porque esperamos, a un nivel profundo e inaccesible,
encontrar una forma para sanarlo o solventar. Freud
desarrolló la idea del triángulo del complejo de
Edipo, también conocido, erróneamente, por los no
iniciados, como "el romance familiar", (véase mi
artículo al respecto) en un contexto muy
específico. Si inequívocamente "ganamos" y
conseguimos el amor exclusivo del padre del sexo opuesto,
sufriremos porque nunca aprenderemos a individualizarnos en el
proceso de la madurez emocional o a compartir amor equilibrado
(Véase mi artículo: La Mala Semilla).
Experimentamos un tipo de falso poder infantil, porque sentimos
que hemos abatido al rival. Lo que nos torna en seres
omnipotentes, y esto puede abrir la puerta a una posterior
incapacidad para enfrentarse a cualquier clase de
desilusión en una unión emocional. Y, como
consecuencia, también se verán afectadas las
relaciones sentimentales con personas del mismo o del otro
sexo.

Si, por ejemplo, un niño ve a su
madre y a su padre en conflicto, y "gana" la batalla
Edípica al convertirse en el "marido" suplente de su
madre, puede experimentar una profunda culpa inconsciente hacia
su padre. También, puede perder respecto por el mismo, a
quién aparentemente ha apartado por medio de un
empujón con gran facilidad. Entonces la imagen paterna del
muchacho podría ser la de alguien débil, impotente,
y fácilmente domeñable e interiormente puede temer
eso de sí mismo, porque él también pertenece
al sexo masculino. Este joven tendrá que seguir afirmando
su victoria Edípica más tarde a lo largo de su vida
transformando a cada amigo masculino en un rival potencial y
relacionándose exclusivamente con mujeres. Este tipo de
hombre no conecta con otros hombres, solamente con las mujeres
que ya están comprometidas con otros hombres. El
vínculo con su madre le habrá costado a este
individuo la relación con su progenitor, lo que puede
significar que no tenga una imagen masculina idealizada a la que
recurrir, ni una sensación de apoyo por parte de la
comunidad masculina de su entorno. Por eso nunca puede apartarse
del grupo de hombres que considera amigos y dejar de querer
conquistar mujeres, para sentirse íntegro como
hombre.

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Adultery por Beckman

Hombres como el que describiéramos
en el párrafo anterior que existen confusos en el sentido
psicosexual, no pueden amar a una mujer únicamente, adoran
lo pornográfico y lo sexualmente reprobado y subrepticio,
como el voyerismo, el ménage à trois y
otras formas de desviaciones parafílicas porque resienten
y quieren denigrar al sexo femenino, por ser básicamente
homosexuales ocultos, latentes, o ambas cosas.

Si perdemos totalmente la batalla
Edípica — y la palabra clave aquí es "totalmente"
— también sufrimos. Una derrota Edípica absoluta
constituye una humillación que puede hacernos perder la
confianza en nosotros mismos. Con "absoluta" significo que el
niño siente que no ha conseguido contacto emocional de
ningún tipo con el padre (de cualquier sexo) amado, y a
esto sigue un profundo sentimiento de fracaso. El individuo
entonces no puede acercarse al padre ofendido, quien puede ser
incapaz de ofrecer una respuesta emocional positiva a su hijo o
hija. O bien puede ser que la madre siempre esté de por
medio. Más adelante en la vida, tal derrota emocional
puede generar un sentimiento persistente de inadecuación e
inferioridad sexual.

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Britney Spears… Campeona incierta
en la lucha por ganar custodia de sus hijos

Freud pensaba que la resolución
más sana del conflicto Edípico es una especie de
derrota tolerable, en la que recibimos suficiente amor por parte
del padre amado pero todavía estamos obligados a admitir
que la relación de nuestros padres es en última
instancia inquebrantable. Entonces podremos aprender a respectar
las relaciones entre otras personas, y desarrollar una confianza
al establecer relaciones más allá de la fantaseada
representación triangular de los padres. Entramos
aquí en el reino de lo que Winnicott llamó
"suficientemente bueno" — un matrimonio de los padres
suficientemente "bueno", una relación con ambos padres
suficientemente "buena", y suficiente amor y apreciación
para que la derrota Edípica pueda estar acompañada
de un razonable sentido de seguridad dentro de la familia y un
conocimiento de que uno seguirá siendo querido.
También es importante que no temamos un castigo por parte
del padre rival. Desgraciadamente, muchos padres emocionalmente
hambrientos y resentidos en un matrimonio infeliz, castigan a sus
hijos por "robar" el amor de su pareja. Necesitamos reconocer que
no podemos suplantar a un padre para tener al otro, pero
también tenemos que saber que seremos amados por el padre
que hemos soñado, inconscientemente, desplazar.

Hay un valor considerable en el modelo
psicodinámico de Freud, y parece haber muchas situaciones
en las que una absoluta derrota o victoria Edípicas
están relacionadas con una tendencia a involucrarse
reiterativamente en triángulos posteriormente en la vida.
Pero hay limitaciones importantes en este modelo de
situación familiar. El padre al que nos atamos no es
necesariamente el padre del sexo opuesto. El padre puede
pertenecer al mismo sexo que el individuo — en el
psicoanálisis, todo es posible. Los sentimientos
Edípicos no son, después de todo, "sexuales" en el
sentido estricto de la palabra, sino que están más
relacionados con una fusión emocional. Al igual que, de
hecho, lo están muchos de nuestros sentimientos
aparentemente sexuales cuando somos adultos. La sexualidad
contiene muchos niveles emocionales que no son siempre
conscientes. Un hombre puede pasarse la vida intentando ganar el
amor de su padre al demostrar lo muy macho que es. Entonces
establecerá triángulos de forma inconsciente, que
no tienen que ver con la mujer con la que se enrede, porque la
ambición inconsciente es impresionar a otros hombres o
castigarlos por el rechazo del papá. Y una mujer puede
intentar ganar el amor y la admiración de su madre de la
misma manera, castigando a otras mujeres por el fracaso de su
madre a la hora de amarla. El rival en un triángulo adulto
puede ser secretamente mucho más importante para el
individuo que el aparente objeto del deseo. Los que sufren de
dependencias encuentran en este aspecto del triángulo
parte de la naturaleza de su adicción.

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Abducción por
Cezanne

Esto en sí mismo no es negativo. Ya
que puede significar que proyectamos nuestra propia belleza y
valor sobre el padre, y entonces muchas cosas dependerán
de cómo el padre emplea esta proyección. Vemos
cualidades y atributos profundamente adorables y valiosos y nos
"enamoramos" de lo que el padre representa porque estamos
enamorados de esos atributos. Es de esperar que, cuando
maduremos, incorporemos eventualmente estas cosas, y reconozcamos
que nos pertenecen a nosotros tanto como a la madre o al padre.
Este proceso puede ayudar a crear un vínculo amoroso
perdurable entre padre e hijo — una valoración mutua del
otro por cualidades que comparten. Pero no todos los padres
están libres de agendas ocultas en lo que se refiere a sus
hijos. Si el padre está demasiado hambriento de amor y
admiración, él o ella trabajarán
inconscientemente para mantener la proyección y seguir
siendo siempre dioses olímpicos a los ojos del hijo.
Según el mito, Venus no es famosa por su generosidad
emocional. Es una diosa vanidosa que se involucra constantemente
en triángulos amorosos. Si pudiésemos lograr su
representación moderna, quizás encontraría
su homóloga en mujeres narcisistas.

Prosigamos…

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Sardanápalo por
Delacroix

Los padres, especialmente la madre, pueden
sentir también una sensación de amenaza sexual
cuando se ven frente a un hijo que está creciendo en
hermosura y madurez sexual ante sus ojos. Este sentimiento de
intimidación puede estar basado en una mayor conciencia
sexual. Cuando Venus es un rasgo distintivo de los padres, puede
no ser sentido únicamente por parte del padre, sino que
puede ocurrir en ambos, padre e hijo. Reconocer que esos
sentimientos eróticos puedan ser compartidos entre padre e
hijo no constituye una excusa para el abuso sexual infantil. Ni
tampoco implica una relación "anormal". Pero los
niños pueden ser muy seductores, de una manera ingenua y
natural. Están "experimentando" con su sexualidad en
desarrollo. No quieren ni esperan una respuesta sexual por parte
del adulto, pero necesitan descubrir su propia identidad
física y emocional expresándosela a los padres.
Estas cosas son simplemente parte de la vida familiar. No son
patológicas, son humanas, e intrínsecamente
normales. La energía erótica que es parte del
proceso de desarrollo de cualquier persona durante la infancia va
a ser liberada en la familia porque es el lugar apropiado para
que el niño la exprese.

Lealtades
divididas

Incluso en la más feliz y
emocionalmente estable de las familias, uno puede sentir un amor
profundo y al mismo tiempo una intensa rivalidad con el
progenitor. Este es el caso de la situación del
Príncipe Charles de Inglaterra, que nos ha ofrecido uno de
los más famosos triángulos inconclusos de los
últimos tiempos.

La solución del triángulo del
Príncipe, hubiera sido o ser su Madre, la Reina, o
aún mejor ser Diana, la mujer infiel que atrajera tantos
hombres, mientras que sus hijos esperan ser él.
También pueden reprimirse los sentimientos hacia la madre.
Uno puede convertirse en un "destroza matrimonios", como
solían llamarlo en la época en la que
todavía había matrimonios duraderos y cerrados. Un
"destroza matrimonios", psicológicamente hablando, es una
persona que invade una relación estable, no sólo
por su auténtico afecto y deseo hacia el objeto amoroso,
sino también porque hay una necesidad compulsiva de
adoptar el papel del rival con quién uno se identifica
secretamente — o literalmente convertirse en
éste.

Melania, cuya presencia honra varias de mis
ponencias. Como algunos pueden recordar, sólo
"quería hombre, si éste tenía mujer". (Puede
encontrarse su referencia simplemente bajo su nombre en
monografías.com).

Es muy difícil admitir tal conducta
en uno mismo. Si acabamos en el papel del Instrumento de
Traición, nos gustará pensar que realmente
nos hemos enamorado de alguien, y el hecho de que ese alguien ya
tenga una relación estable es simple mala suerte. Ha
cometido un error y se ha casado con la persona equivocada, o se
ha casado en contra de su voluntad porque había un
niño de camino, una profesión que proteger o una
fortuna que adquirir. No importa los razonamientos que nos demos
a nosotros mismos, siempre intentaremos justificar nuestro papel
como Instrumento de Traición devaluando la importancia del
vínculo ya existente. Esto puede resultar a veces
extremadamente ingenuo, y conduce a una desilusión y a un
daño importante cuando se descubre que la esposa o el
esposo "no querido" significa mucho más para el amado de
lo que uno nunca ha sido capaz de reconocer. También
podemos descubrir con horror que empezamos a comportarnos
exactamente igual que el rival repudiado a quien en un principio
relegamos al zafacón de la basura de "él/ella
sólo está con ella/él por los niños".
Cuando los conflictos de los padres están sin resolver, la
necesidad de derribar a una pareja puede ser
increíblemente poderosa — especialmente si el rival es
un amigo o amiga íntima, lo que facilita re-crear los
sentimientos del triángulo familiar original. Hay que
tener cuidados con el nivel de intimidad de los llamados, "amigos
íntimos".

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Despertares por
Delvaux

También podemos ver cosas en el
padre amado que no son tan hermosas. Estas combinaciones expresan
dos imágenes muy diferentes de la madre, una de las cuales
es amada y bella, y la otra es amenazadora e hiriente. Estos dos
atributos tienen a manifestarse posteriormente en la vida como
dos personas — el Traicionado y el Instrumento de
Traición. Esto es lo que Jung llamó un
"ánima dividida", o el equivalente masculino — un
"animus dividido". Jung estaba bastante preocupado por
las dinámicas psicológicas de esta pauta de
comportamiento porque él las sufrió en su propia
experiencia. Aunque sus definiciones son algo rígidas y
necesitan una interpretación mucho más flexible,
son útiles en cuanto que nos ayudan a comprender por
qué necesitamos los triángulos, y porqué las
tres partes son sutilmente intercambiables. Es posible que las
tres personas sufran la misma dinámica no resuelta con los
padres. La escisión interna parece ser particularmente
fuerte y conduce a triángulos compulsivos cuando opuestos
aparentemente irreconciliables aparecen en el mismo progenitor
amado. Hay padres en los que los opuestos no son tan
extremadamente opuestos, pero hay otros en los que son extremos.
Estos padres suelen ser fascinantes y a menudo ejercen un gran
carisma sexual porque son inescrutables. El padre es bello y
amado, pero también dañino, cruel, insensible,
devorador o bien difícil de sobrellevar. Es muy duro para
la psique humana aceptar estos opuestos tan extremos en el mismo
paquete, así que uno necesita dos personas a través
de las cuales poder reconciliar estos sentimientos ambivalentes
— como advirtiera Winnicott.

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Nostalgia por Grosz

Las imágenes de los padres que
contienen extremos opuestos pueden facilitar una
propensión a los triángulos en la vida adulta. Nos
involucramos con alguien y con el tiempo esa persona comienza a
adoptar la imagen de una parte del padre. Después de unos
pocos años de vivir juntos, empezamos a decirnos a
nosotros mismos y a nuestros amigos "Mi pareja es tan posesiva,
sólo necesito un poco más de espacio para
respirar". O bien uno dice, "Mi pareja es tan restrictiva y tan
convencional, sólo tengo que ser libre para ser yo mismo".
Todos los triángulos, incluyendo aquellos que surgen del
entorno familiar, están vinculados en última
instancia con nuestra propia vida psíquica latente. Si
fuéramos capaces de reconciliar nuestros propios opuestos,
podríamos permitir a nuestros padres ser igualmente
contradictorios. Los seres humanos tienen muchas facetas, y lo
mismo pueden amarnos que herirnos. Pero no podemos encontrar
estas contradicciones intolerables en nuestros padres si ellos no
pueden enfrentarse a sus propias contradicciones. Entonces no
recibimos ninguna ayuda para aprender a integrar nuestras
paradojas. Y algunas de ellas, en términos universales,
son simplemente demasiado complejas para manejarlas a una edad
tierna.

Familias
divididas — discordancia entre los
protagonistas

Los triángulos pueden desarrollarse
dentro de la familia mediante la separación de los padres.
Tales oposiciones no indican necesariamente que los padres se
hayan separado, pero suele haber conflicto y separación a
un nivel emocional, si no lo hay a nivel físico. El
individuo experimenta a los padres en oposición, y cuando
esto ocurre normalmente se ve forzado a tomar partido. Nuestra
propia incapacidad para enfrentarnos a la situación nos
empuja a hacerlo, unas veces un padre no puede evitar el tratar
de suscitar la lealtad del niño como un arma contra el
otro padre. Las separaciones liberan en todos emociones
primarias, y éstas pueden conllevar un considerable
afán de venganza — especialmente si la separación
está provocada por un triángulo. (Véanse las
referencias a Dino en monografías.com).

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Edipo maldice a su hijo
Policenes

A menudo el niño acaba
sintiéndose como una pelota de fútbol en un partido
particularmente agresivo. Un padre — especialmente si él
o ella es el traicionado — puede intentar reclamar la custodia
del niño, sutil o abiertamente, para herir al traidor. Hay
ciertos guiones que parecen ser leídos por mucha gente.
Por ejemplo: "Tu padre me dejó porque era un chopo. Era
incapaz de amar. No nos quería a ninguno de nosotros, de
otra forma no se hubiera enredado con esa rata de mujer". El
mensaje para un niño de sexo masculino sería:
"Espero que tú no te parezcas a él cuando crezcas".
El mensaje para una niña sería: "Espero que cuando
crezcas no te cases con alguien como él". Estos mensajes
no tienen que ser necesariamente enunciados. Pueden comunicarse
mediante un martirio y una miseria continuos. El traicionado,
cuando los padres se separen, tendrá normalmente un gran
poder sobre la mente del niño a causa de la
compasión que él o ella provocan en el mismo. Los
niños no están equipados para salirse de la lucha y
observar objetivamente la separación. Debe ser la culpa de
alguien, bien la propia o bien la de los padres. Y los
niños tampoco se atreven a rechazar esos mensajes, porque
están aterrorizados de enfadar al padre que es ahora el
único que va a cuidarlos. En nuestra sociedad, cuando los
padres se separan, la madre normalmente se queda con el
niño — aunque ésta no sea siempre la mejor
solución para ese niño en particular, desde el
punto de vista de su desarrollo emocional. Hay muchos ejemplos en
los que el padre podría estar emocionalmente mejor
equipado para criar al niño, pero los juzgados no lo ven
de esa manera. La madre tiene que ser excesivamente horrible para
que le quiten a su niño — como demostrara repetidamente
Britney Spears. Si los padres no están casados, los
derechos del padre pueden ser inexistentes a la hora de que le
puedan conceder el derecho de visita. Uno bien puede cuestionarse
si un padre realmente merece que le arrebaten a su hijo y le
pongan en su contra solamente porque ha traicionado a su mujer, o
viceversa, pero los triángulos tienen una manera de
engendrar consecuencias emocionales muy desagradables que
continúan a través de las generaciones y alimentan
más triángulos futuros.

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La cama por H. Tolousse de
Lautrec

Las permutaciones de la ceguera humana son
muchas y variadas, y los padres divorciados o separados —
incluso aquellos que siguen viviendo juntos pero están
emocionalmente alienados — generalmente exigirán que el
niño favorezca a uno o al otro. El amor por el otro padre
puede ser negado, reprimido, silenciado. Esto es
característicamente humano. Si alguien nos hiere,
encontraremos difícil tolerar que otra persona a quien
queremos muestre afecto hacia la que nos ha herido. He visto
muchos ejemplos a lo largo de los años en los que la
persona ha tenido que negar un gran amor que sentía por
uno de los padres en estas circunstancias. La persona puede
incluso creerse esta negación. Pero si ha habido una
ruptura y el padre se ha ido — o incluso aunque no se haya ido
— a la persona puede resultarle imposible ser consciente de
esos sentimientos. La ambivalencia puede ser demasiada dolorosa,
y el sentimiento de deslealtad hacia la madre puede ser demasiado
grande para soportarlo. Quizás el padre se haya ido a
causa de otra relación. Quizás se case de nuevo y
tenga más hijos. Entonces el problema se agrava, porque
los propios celos del niño se suman a los de la madre y
esto hace que el vínculo emocional con el padre sea casi
imposible de reparar. La relación se destruye, y el
niño, que ya ha crecido, dice "Oh, apenas he visto a mi
padre desde el divorcio. Tengo poco que ver con él. Lo veo
de vez en cuando, pero no tenemos una verdadera relación".
Todos los sentimientos positivos de amor han sido sepultados,
porque no sabemos enfrentarnos bien a las lealtades divididas.
Los suprimimos porque tenemos que sobrevivir
psicológicamente y tenemos que hacerlo con nuestra
madre.

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Si hay terceros en la situación que
sugieran amor e idealización, y los padres se separan, los
sentimientos reprimidos hacia el padre pueden alimentar
posteriores triángulos. Esto es aplicable a ambos sexos.
No debería sorprendernos que una mujer que provenga de
este tipo de entorno familiar, con este tipo de
configuración de vida, acabe jugando a ser Instrumento de
traición y se arroje en brazos de un hombre casado.
Igualmente, puede encontrarse siendo la traicionada, casada con
alguien igual que su padre. O puede convertirse en la traidora
como una defensa, porque ha decidido no acabar como su madre. Un
hombre con el mismo entorno y configuración natal puede
acabar eligiendo inconscientemente a una mujer como su madre y
entonces, ante su horror, encontrarse a sí mismo en los
zapatos de su padre. Un triángulo puede ser inevitable
porque cuanto más inconscientes sean los sentimientos
hacia el padre amado y perdido, más posibilidades
habrá de que emerjan posteriormente en una relación
adulta.

Estos sentimientos reprimidos pueden
también cruzar sexos. No se limitan necesariamente a
mujeres que buscan al padre perdido en otros hombres, u hombres
que se encuentran en la misma situación que sus padres. Un
hombre que haya perdido a su padre y que tenga a Venus, puede
buscar las cualidades del padre en las mujeres. O si es gay,
puede buscarlas en otro hombre, o en ambos sexos (véanse
mis artículos sobre la bisexualidad humana). Necesitamos
pensar en estas dinámicas no desde una perspectiva de
rígidas demarcaciones sexuales, sino como una manera de
intentar sanar una herida. También, reflejan nuestros
esfuerzos para hacer contacto con cualidades arquetípicas
en nuestras relaciones adultas, cualidades que primeramente
vislumbramos en uno de nuestros padres y que, en última
instancia, necesitamos encontrar en nosotros mismos. Puesto que
cargamos con algo no resuelto y sin sanar, podemos recrear
fielmente el matrimonio de nuestros padres. Entonces nos
encontraremos en el mismo triángulo, en cualquiera de las
tres partes, con uno o ambos sexos. Estas dinámicas
subyacentes parecen muy obvias cuando empezamos a pensar en
ellas. La dificultad radica en pensar sobre ellas cuando estamos
en medio del triángulo. Es muy fácil si somos el
psicoterapeuta imparcial – si es que existe realmente algo como
una persona totalmente objetiva- o incluso el amigo con un cierto
nivel de conocimiento psicológico. Podemos ver claramente
las raíces familiares de muchos triángulos adultos
si somos observadores, pero es extremadamente difícil de
verlas cuando estamos envueltos en ellos. Y cuando más
inconscientes seamos de las dinámicas relativas a nuestros
padres, más posibilidades tiene el triángulo de ser
emocionalmente compulsivo, tomando el aspecto de una dependencia
o codependencia emocional, y más difícil
será apreciarlo claramente.

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Calumnia por
Botticelli

Aunque lo veamos, estaremos limitados,
porque tenemos que experimentar algo. No podemos sanar nada
solamente mediante el ejercicio de la razón. Pero las
emociones que el triángulo saca a la superficie pueden
cambiar, y el resultado puede ser muy diferente, sino
externamente, entonces, internamente. Lo triste acerca de los
triángulos es que en ellos, si no se resuelven, todo el
mundo pierde. Tarde o temprano, en un nivel o en otro, las tres
personas resultarán heridas. Siempre, si el Instrumento de
la Traición tiene éxito al romper una
relación ya existente y "consigue" al objeto amoroso por
el que ha estado luchando, se trata de una victoria
pírrica. El traidor tiene que elegir al final, y aunque
algo haya ganado, también algo ha perdido. Y la victoria
no es menos pírrica para el traicionado que consigue
"traer de vuelta" a la pareja infiel. Hemos experimentado nuestro
poder Edípico e invertido la derrota Edípica
original que sufrimos en la infancia. Pero ¿qué es
lo que realmente hemos ganado, y con lo que vamos a vivir
después? El resentimiento parece inevitable, no importa
qué lugar del triángulo ocupemos. Si somos el
Instrumento de la Traición, hemos conducido a alguien a
tener que tomar una decisión dolorosa y, a menudo
habrá un montón de sufrimiento, no sólo
emocional, sino también financiero, y además
habrá resentimiento. Pero todavía es más
importante el hecho de que, si permanecemos inconscientes, no
hemos hecho nada para eliminar la disrupción interna que
subyace el triángulo. Sólo hemos conseguido una
solución externa. En nosotros, nada ha cambiado
realmente.

Inseguridades que
generan triángulos

Hay otra consecuencia de los
triángulos familiares, la alineación potencial
entre uno mismo y otros del mismo sexo. Una batalla
Edípica sin resolver puede acarrear una pérdida de
confianza en la propia sexualidad. Si se produjo una
situación de intensa rivalidad y competitividad con el
padre del mismo sexo, inevitablemente tendrá sus efectos
sobre nuestras amistades y la manera en la que interactuamos
posteriormente con nuestro propio sexo. Si una mujer tiene una
madre que es una rival insuperable, y en cuyas manos ha sufrido
una derrota dolorosa y humillante durante la infancia, la
confianza en su feminidad puede verse lastimada. Y puesto que no
confía en sí misma, tampoco confiará en
otras mujeres. Todas ellas parecerán tener el poder de
"llevarse" a aquellos que ella ama. Esta desconfianza hacia el
propio sexo puede ser muy aguda. Una mujer puede tener una
maravillosa amistad con otra mujer, y entonces conoce a un hombre
realmente adorable y mantienen una relación y
¿qué es lo que ella hará a la hora de
presentar su pareja a su amiga? El trasfondo de ansiedad y
sospecha puede dificultar mucho las cosas e, inconscientemente,
ella puede prepararse para la traición, aunque ésta
sea improbable. Puede que seleccione inconscientemente como
amigas a aquellas que actúan sus conflictos no resueltos
con su madre, porque tienen conflictos no resueltos con sus
madres. Lo mismo se puede aplicar a los hombres. Si un hombre ha
experimentado una situación de competitividad destructiva
con su padre, entonces en cualquier relación posterior en
la que se involucre, el sentimiento de rivalidad siempre va hacer
su aparición en la escena, porque otros hombres siempre
parecerán rivales potenciales. Uno debe permanecer en
guardia todo el tiempo. Ésta no es actitud posesiva en el
sentido ordinario de la palabra. Sus raíces son bastante
diferentes.

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Mujer esconde su infidelidad por
P. Brueghel el Viejo

Los emplazamientos en los que las Venus
está espiando a los Marte pueden contribuir a esta
dinámica, no porque sean Edípicos en sí
mismos, sino porque reflejan ciertas inseguridades acrecentadas
por el triángulo familiar y éstas pueden reflejar
asimismo profundas inseguridades sexuales que han sido agravadas
por triángulos familiares que conducen a sentimientos de
derrota. Este tipo de aspectos pueden impulsar posteriormente a
la repetición del fracaso, o a un intento de sanar la
herida demostrando la propia potencia sexual mediante
triángulos. (Véase mi ponencia El Triunfo de
Fracasar
). No hay una única pauta
psicodinámica que describa la propensión a los
triángulos, pero hay bastantes combinaciones diferentes
que pueden describir distintas imágenes y respuestas de
los padres, y diferentes maneras de reaccionar a la natural e
inevitable fase Edípica de la infancia. Padre ––
madre –– hijo, no provocan que una persona se sienta
atraída por los triángulos, pero describe una
conciencia profunda e innata de los límites humanos que,
en la infancia, cuando no existe una comprensión real de
lo que esto podría ofrecer de un sentido positivo, puede
hacer que el niño se sienta inadecuado, perdido y herido.
La privación o alineación de un padre amado se
atribuirá al propio fracaso, y más tarde en la vida
uno puede sentir que no puede "mantener" una pareja porque
siempre habrá un rival que le apartará de su lado.
De ahí provienen los celos patológicos.
(Véanse mis ponencias al respecto en
monografías.com).

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"¿Para qué tomar
precauciones
? Tú no eres mi marido"…
por L. Cappiello

Las experiencias Edípicas a menudo
aparecen como un catalizador hacia la parte de la vida cuando las
demandas de ocupar nosotros mismos el lugar que nuestros padres
ocuparan, pueden desencadenar configuraciones que nos conectan
con problemas inconclusos de la infancia. Hay una gran cantidad
de vida latente, o reprimida, exigiendo expresarse bajo el grupo
de sentimientos que transitan durante este tiempo, y los
triángulos familiares sin resolver que han conseguido
permanecer enterrados pueden detonar porque están cargados
con vida psíquica latente. Pero dependiendo de lo poderoso
que sea el conflicto éste puede salir a la luz mucho
más tarde. Hay personas que experimentan triángulos
desde sus primeras relaciones. No todos los triángulos
tienen raíces en los padres, y estas raíces
implican también algo más profundo. No podemos
imaginar, en la vida emocional, que podría ser más
profundo que la dinámica Edípica. Si existe una
pauta familiar sin resolver, como los temas venusinos que hemos
estado analizando, ahora es una buena oportunidad para irrumpir
en la vida exterior de una persona bajo los tránsitos
apropiados. Para algunas personas, esa es la única manera
posible de sanar o resolver. Pero detrás del problema de
los padres está el problema arquetípico –
¿por qué buscamos el amor de uno de nuestros padres
en particular, y qué simboliza ese padre para nuestra
propia alma? Esto va inevitablemente unido a lo que necesitamos
desarrollar en nosotros mismos – nuestro propio
destino.

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En búsqueda de
aventuras…

Hacia el principio de nuestra vida adulta,
si existen porciones importantes de nosotros mismos que no se han
desarrollado, aparecerán de repente, especialmente bajo la
presencia de ansiedades de todo tipo. Y a menudo, el primer lugar
en el que nos encontramos estos elementos ocultos de nosotros
mismos es en otra persona. Es la forma más
característica en la que la psique llama a la puerta y
pide integración. Esta necesidad de convertirse en algo
más de lo que uno realmente es puede comenzar con una
súbita atracción. Los factores no vividos de
nosotros mismos pueden aparecer también en un rival.
Sorprendentemente, el rival puede ser más importante a
nivel psicológico que la persona contra la cual uno
está luchando. Pero si no ha habido patrones de
triángulos anteriormente, la erupción de uno en la
vida no implica necesariamente un problema de familia no
resuelto. Y en el caso de que así fuera, el problema tiene
que ser analizado en un contexto más amplio.

Triángulos
que implican fenómenos latentes

Llegamos ahora a la cuestión de lo
que realmente podría subyacer bajo la dinámica de
los triángulos — bajo los patrones, defensas y luchas de
poder relacionadas con los padres, así como otras razones
aparentemente "causales" de que los triángulos aparezcan
en nuestras vidas. Creo que hay siempre un elemento de vida
latente en todo triángulo, y por varias razones a veces
parece que seamos incapaces de descubrir esa vida latente si no
es mediante el extremo estrés emocional que los
triángulos generan. La traición es una experiencia
arquetípica que constituye nuestro principal instrumento
de maduración. Esto no significa que todos necesitemos
convertirnos en irónicos amargados. Pero hay algo
importante en reconocer cómo nuestras fantasías de
lo que consideramos deberían ser la vida y el amor nos
previene crecer y convertirnos en auténticos miembros de
la familia humana.

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Divorcio y reconciliación
por LeSeur Frère

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