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Sobre verdad y mentira de la filosofía de Nietzche (página 2)




Enviado por Fernando Romero



Partes: 1, 2

Freud empleó en varias ocasiones
(1894-1896-1900-1911-1915) e indistintamente los conceptos
"represión" y "defensa", pero en 1926, a partir de la
segunda tópica, observa la represión como una
defensa del Yo. Esto quiere decir que la represión,
requiere de un considerable nivel de desarrollo del "Aparato
psíquico", al grado de que para entonces, ya varios
mecanismos han jugado su papel "fundante": estructuras
representacionales de estímulos internos y externos
percibidos a través del aparato
"Percepción-consciencia", que desde un principio
está al servicio de la satisfacción de necesidades,
valiéndose de todas las funciones fisiológicas que
giran en torno de las incorporaciones y las ex- pulsiones. Desde
ésta óptica la presencia de la "pulsión de
vida" estimula el apara-to de la cognición e inaugura lo
específicamente psíquico, a partir de los procesos
de introyección y proyección que preceden a la
escisión, como estrategia para poder manejarse
según las acepciones placenteras y displacenteras de la
experiencia propia de las "Relaciones tempra-nas de objeto"
(Klein, 1929-1935) El recurso de la escisión, demanda del
sujeto desde su condición de neonato, la
utilización de ciertos conocimientos ancestrales, como
observara Fairbairn (1951-1962), del tipo "Divide y reinaras",
como una es-trategia que le permitirá empezar a orga-nizar
los primeros representacionales psíquicos de las funciones
fisiológicas valiéndose, asimismo, de algunas de
las for-mas compuestas de mecanismos que giran al rededor de la
identificación primaria (identificaciones proyectivas e
introyectivas) para la "indiferenciación" self-objeto, que
le protegerá de tomar consciencia de separación de
manera prematura. En a-delante empleará las formas de
identificación introyectiva y proyectiva, para dar lugar a
la primera forma de relación y "comunicación" entre
la madre y el neonato (Klein, 1935) Otros mecanismos casi tan
tempranos como éstos, son la "idealización" del
objeto "bueno", que sirve al recién nacido para "sentir"
que predomina "cosa buena" en él y en su interior
(predominio de libido) sobre los montan-tes de energía que
invisten representaciones de objeto "malo" y que inducen
sensaciones persecutorias, de desintegración,
(thánatos), amenazantes en sí mismas. Sin embargo,
la pulsión de muerte contra-atacará por medio de la
envidia primaria, apoyándose en la tendencia, presente en
todo lo orgánico, a regresar a lo inorgánico o a
formas de equilibrio estático, apoyándose en la
fuerza del temperamento. El recién nacido se verá
requerido para emplear los mecanismos de idealización y
negación que se pondrán al servicio del recurso
narcisista, como una defensa contra la envidia y la
depresión, a través de la "fantasía
inconsciente". A su vez, esta misma forma de fantasía
inconsciente, dispondrá de las primeras formas de
representación desarrolladas a partir de los "registros
neuronales", lo que Freud de-nominó "huellas
mnémicas", y que son la base para las "representaciones
cosa" (Freud, 1895) Es posible encontrar coherencia a lo antes
dicho, desde la perspec-tiva de otro modelo: La teoría de
"La mente representacional", en la cual, representaciones de
"modelo único" y de "modelos múltiples" (Perner,
1988) nos, per-miten, incluso, pensar mejor la propuesta
kleiniana de los objetos parciales ("repre-sentaciones cosa") y
las formas maníacas de defensa: el control y la
negación omnipotentes de la realidad interna, externa e
incluyendo la fantasía de un control omnipotente del
objeto (Klein, 1923-1925-1935) así como la propuesta de
separa-ción individuación de Margaret Mahler,
(1968-1972-1975-1977)

Con la propuesta freudiana de 1895: los "registros
neuronales" devienen, en el neonato, en la capacidad para
desarrollar "huellas mnémicas", gracias a la investi-dura
de dichos registros, con libido y a-gresión, proceso que a
su vez inicia la organización de las emociones y los
afectos. Las "huellas mnémicas, a su vez, sir-ven de base
para el desarrollo de las "representaciones cosa" y, conforme la
madurez permite el enriquecimiento experiencial, posteriormente
se organizan las "representaciones palabra", ya que el desarrollo
está garantizado por las relaciones tempranas de objeto y
porque, como observara Piaget, (1964), se autogenera.

En otros trabajos ya he comentado que en el trabajo del
"Proyecto de una psicología para neurólogos",
(1895-1950), Freud se adelantó casi cien años a la
psicología cognitiva (compárese con el trabajo de
Perner (1988/1994) "Comprender la mente representacional". Entre
ambos modelos se ubica no sólo a Klein con su
teoría de los "objetos parciales" (1926), también
"el psiquismo fetal de Rascovsky (1954-1959) y el trabajo sobre
psicosomática de Aulagnier (1975-1982) según su
concepto de "Pictogramas", los cuales, propone co-mo una especie
de "cuadros de registro" o figurabilizaciones ("representaciones
cosa") respecto de reacciones ante funciones corporales
(secreciones e irritaciones) y las partes del cuerpo involucradas
desde la relación neonato-madre, que provocan respuestas
vegetativas asociadas conse-cuencia de funciones mal logradas en
la atención, cuidado y alimentación, así
como por ciertos estímulos o experiencias tempranas
frustrantes y dolientes, a partir de las cuales se gestan
núcleos potencial-mente psicosomáticos, en tanto
que de-vienen "impresiones" en el soma, trau-máticas, pues
se conjugan con la preca-riedad del desarrollo en esos momentos
tan tempranos y de escasos recursos para poder procesarlas,
según su teoría de la existencia de un "Proceso
originario" (Aulagnier, 1975-1982) que es una forma de
proto-pensamiento anterior, incluso, al que Freud concibió
en el "Proceso prima-rio" (1895-1900-1905) y que hace posible la
"gratificación alucinatoria".

"Impresiones" de éste tipo, quedan total-mente
fuera de la posibilidad de ser procesadas por vía de las
funciones yóicas, de tal manera que su reactivación
puede provocar daño tisular casi de inmediato. Por eso los
bebés desarrollan alergias, reacciones en la piel y una
gran cantidad de otras alteraciones, que se tornan per-manentes
con el paso de los años.

Por otro lado, ante la necesidad del abordaje y la
reflexión clínica, de manera inte-gral,
sistemática y metapsicológica, de los trastornos,
según sus contenidos narcisis-tas y depresivos, y lo
complejo de las organizaciones fronterizas en particular, de
alguna manera, influido por Klein y el trabajo de Rascovsky, en
la actualidad, Bleichmar (2002), propone la existencia de una
forma de "Inconsciente origina-rio", que entre otras cosas,
permitiría atenuar los conflictos que causa a muchos la
teoría kleiniana, entender las perversiones y el
funcionamiento fuera de la economía de las represiones.
Curiosamente, el trabajo de Bleichmar, evoca la noción
junguiana del "Inconsciente colectivo" (Jung, 1912-1913) al
presuponer esa "estructura", la cual, como Piaget observara en
1964, funcionaría como "génesis" para todas las
demás estructuras y procesos presentes en la personalidad
y la conduc-ta; asimismo, presupone continuidad tanto hacia el
pasado como hacia el futuro, tal como lo plantea el mismo Piaget
(1964) en "Génesis y estructura".

La noción de un inconsciente colectivo,
podría, de hecho, contener todas estas hipótesis, y
con cierta ventaja, puesto que concibe al ser humano, dentro de
una categoría más evolucionada como le
gustaría, tal vez a Nietzsche ver al hombre, quizás
si como "superior", pero, no obstante, dentro del reino animal.
Es decir, como el "animal" más evolucionado.

En efecto, el ser humano, en su génesis, posee un
equipamiento que es "estructura" para el "génesis" de
otras "estructuras" como los "esquemas de acción inna-tos"
que se permiten esbozar tanto Piaget, (1964) como Spitz, (1965)
Conceptos que Békei, (1984) complementa e integra con las
teorías de Aulagnier para adoptar el concepto de
"Protosímbolos": información que sirve de base para
que se pueden "construir" estructuras, preconscientes y
conscientes, cognoscitivas propiamente tales, que desembocan en
el proceso de la "Metarrepresentación" (Perner, 1988),
base, a su vez de la capacidad simbólica.

Por otro lado, hace ya algunos años que los
japoneses nos sorprendieron con sus "filamento-cámara" que
les permitió in-cursionar en la cavidad intrauterina, y
con lo cual captaron a ciertos fetos succionán-dose el
pulgar in útero. Se pueden pensar cualquier
cantidad de cosas con ese he-cho. Por ejemplo,
¿existirá erotismo oral dentro del claustro
materno? y ¿a qué tipo de "registros neuronales"
dará lugar esa forma de estimulación autoinducida,
in-cluso, si se quiere "azarosa"? De ser así,
¿cómo y qué es lo que hace que se preserve
ese registro y encause desarrollos pos-teriores? Si se puede dar
crédito de vali-dez a esas preguntas, cerramos el paso a
los cuestionamientos contra la posibilidad de que existan
"registros" de la experien-cia pre, peri, y postnatal, sin poder
sosla-yar un significado potencialmente impresionante, porque a
partir de esas vivencias la información se organiza a una
veloci-dad vertiginosa: en cosa de horas o minu-tos:
después del parto, el neonato es capaz de emitir
respuestas reproduciendo estímulos como los gestos
faciales: "mímica", de quien lo alimenta y atiende
siste-maticamente, según la propuesta de Hess & Blairy
de la existencia de las "neuronas espejo" ¿Conducta de
imitación? (Hess & Blairy, 2001; Blakemore &
Decetey, 2001)

Como quiera que sea, le otorga una im-portancia mayor al
"aprendizaje vicario", de la que los mismos conductistas le
habían otorgado. Esa capacidad se puede pensar mejor como
inscrita en un inconsciente transgeneracional y, como observa
Bleichmar (2002), son una "garantía" biológicamente
sustentada, para los procesos de identificación cuyos
antecedentes más tempranos, desde la clínica, se
los debemos a Klein, (1932)

La hipótesis de un inconsciente similar, la
propuso Jung (1912-1913) hace ya tam-bién cerca de un
siglo, desde su teoría del "Inconsciente colectivo". El
cual, por lo demás, no resulta contradictorio, sino que
más bien complementa, como en una suerte de "puente" o
perspectiva de continuidad con las propuestas que veíamos
antes, y que pertenecen a varios autores y a diferentes modelos
teóricos.

Asimismo, recuerda y da soporte a conceptos como el de
"ánlage" (Spitz 1965) y a la forma como, desde la
respuesta "refleja" de succión, se desarrollan, a decir de
Piaget, "esquemas sensorio perceptua-les", y, enseguida motrices,
"esquemas de acción" (Piaget, 1964) al margen del
pen-samiento consciente que empieza a desa-rrollarse.

Piaget concibe la perspectiva del desarrollo al servicio
de la adaptación, a partir de la dinámica entre
"asimilaciones" y "acomodaciones". Éstos dos procesos
estimu-lan e involucran otros procesos nacientes, primero de
captación o percepción de la información y
su "organización" por aso-ciación con la
"experiencia fisiológica", de "recuperación de
equilibrios". Dispa-rando, a continuación, la "necesidad"
de "acomodar" esa nueva información, en relación
con la "experiencia interna" y, en breve, con la "experiencia
externa", ante la cual también el neonato tiene que
"acomodarse" poco a poco, porque lo externo, simplemente
está dado. De tal manera que merced a la dinámica
de "descentramiento" que se asocia a los límites con que
topa cada "esquema de acción" o su opti-mización,
se renuevan los "desequili-brios" y se estimulan nuevas acciones
en busca de satisfacción o gratificación,
in-vistiéndose la tendencia a la investigación en
sí misma, como al servicio del instinto de vida. O sea,
preparando el "impulso epistemofílico" que propuso Klein,
(1935-1957)

En esa secuencia, todo parece muy bien concertado para
que, como sistema, se observe que el proceso está al
servicio de la supervivencia mediante la "adaptación",
como observa Piaget biofisiológica y psicológica.
(Piaget, 1964) Pero nada impide que se pueda pensar en intercalar
y complementar la secuencia con las propuestas del "Proyecto":
"Registros neuronales", "Huellas mnémicas",
"Representaciones cosa" y "Representaciones pala-bra" (Freud,
1895) etc.; la "evolución de la libido" (Freud, 1905), y
la organización creciente y sistemática de las
emociones, al abrigo de las "Relaciones tempranas de objeto"
(Klein, 1919-1920-1926-1935), con sus representaciones de
funciones y objetos parciales ("Pictogramas" de Aulagnier), etc.;
y los aportes de la Psicolo-gía cognitiva
contemporánea sobre la memoria de Ruiz Vargas, (1994-1996)
o de la teoría de "La mente representacional" de Perner,
(1988)

Evolución de la libido, desarrollo y
organización de las emociones y la inteligen-cia
sensorio-motriz e intuitiva, son procesos todos, que parecen
ocurrir simultánea-mente, quizás en paralelo. Sin
embargo, en tanto que se influyen unos con otros, informando de
las funciones de integra-ción y síntesis
según la creciente estructuración
intrapsíquica: desarrollo yóico y superyóico
dependientes de la neutralización y el entreveramiento de
la experien-cia emocional con la intelectual. La coherencia que
se puede observar entre éstos y los procesos de
"asimilación" y "acomodación", a su vez, se
fortalece por medio de la propuesta del concepto de las
"reacciones circulares": tendencia a repetir las conductas
exitosas en relación con la recuperación de
equilibrios (Piaget, 1964) Una propuesta de integración de
este tipo cristaliza en una dinámica sistémica de
organización sistemática y creciente de la
experiencia, según un orden que, más o menos,
podría ser el siguiente:
instintivo-emocional-relacional-vincular, y, lógico,
simultáneamente: cenestésico-perceptual-cognitivo;
de manera que poco a poco se traslapa con lo
interpersonal-social-lógico concreto, y, por
último, con lo lógico formal y moral.

Resulta difícil pensar que las estructuras cada
vez más complejas, simplemente – y sobre todo las
iniciales- "aparezcan", como "por generación
espontánea" a partir, incluso, de reflejos.

Cuando observamos la armoniosa secuencia del desarrollo,
tanto como, cuando por traumatismos, ocurren trastocamientos y
consecuencias entre los movimientos varios que integran la
conducta "de succión", (Piaget, 1964; Spitz, 1965), como
un "esquema de acción innato" y a partir del cual se van
organizando estructuras cada vez más complejas hasta
devenir "hábitos" que pueden perdurar toda la vida en la
base de conductas bastante más complejas y en apariencia,
sin relación con las originales o primarias, podemos
repensar los conceptos de Hartmann: "Aparatos innatos del yo",
coherentes con la existencia de suficiente Yo presente desde el
nacimiento como para inaugurar los procesos representacionales
como parte de la "Esfera libre de conflictos" que otorga base a
la posibilidad de desarrollar la inteligencia sensorio-motriz y
las formas de memoria episódica y procedimental;
"Autonomía relativa primaria del yo" que, entre otros,
podría explicar la "inde-fensión aprendida" o la
capacidad de "preservarse" de algunos bebés, no obstante
la presencia de patología severa en sus madres, etc.
(Hartmann, 1937-1948) El enriquecimiento de la óptica se
torna evidente.

La "autogeneración" de habilidades y capacidades
resulta impresionante. Son verdaderos desarrollos, y netamente
hu- manos. ¿A partir de reflejos y movimien-tos azarosos?
¿Quién podría cuestionar, con base en
qué, que se interpretaran los primeros movimientos
"azarosos" como un ejercicio de "conexión" y "prueba" para
que vías aferentes y eferentes conduz-can la
información, de ida y vuelta, de la periferia, incluyendo
la que estimula las respuestas de las "neuronas espejo" (Hess
& Blairy, 2001), y desde el interior de de-terminados
órganos y aparatos, hacia ma-trices neuronales
específicas, retornando información a manera de
respuesta?

Ya no serían, en esencia, azarosos. La velocidad
con que se observan estos procesos, será la responsable de
que, en diferentes momentos y distintos ámbitos, se haya
hablado del "Milagro de la vida". Sanciona, además, el
matiz narcisista que proyecta y detecta Nietzsche en los
investigadores científicos, por el menosprecio o
indiferencia hacia la inteligencia animal. Porque al nivel
inicial, inteligencia humana y animal, se parecen mucho. Y el
hecho de que no sean lo mismo, nos con-duce a la teoría de
la evolución, pero tam-bién a la idea junguiana del
"Inconsciente colectivo" (Jung, 1912-1913)

Empieza a resultar costoso el rígido apego
ideológico a los lineamientos y premisas del positivismo y
el neopositivismo. La flexibilidad siempre ha generado ven-tajas.
En realidad, entre la bioquímica, la medicina, la
fisiología y la genética por un lado, y la
psicología, la lingüística, la
antropología y la sociología, por el otro, no hay
un conflicto legítimo. Los hombres lo inventamos por
comodidad. Para simplificarnos el trabajo. La complementariedad
interdisciplinaria y la integración de perspectivas, en
efecto, muy diferentes, constituye una labor titánica.
Tanto más compleja como sigamos postergando el esfuerzo de
su realización. Eso es lo que ha provocado que
continúen como inexplorados e inexplicables, una gran
cantidad de fenómenos humanos y diferentes formas de
conducta inteligente. La inteligencia
emocional-sensorio-perceptual y motriz, que empieza a
desarrollarse desde el momento mismo del nacimiento, encuentra
resonancia y sustento a través de la teoría del
vínculo, con la inteligencia emocional,
intuitivo-intelectual de las madres. Es lógico pensar que
ocurre en la dinámica de, y gracias a la, relación
tempra-na con el objeto. Es decir, no se desarrolla en el
vacío.

La inteligencia específicamente humana, y por
cierto no sólo la intelectual, inicia en germen, desde la
gestación y se transmite genéticamente. Al nacer,
en efecto, hace falta desarrollarla, y, un exceso de cautela para
no "molestar" a freudianos dogmáticos y a
experimentalistas recalcitrantes, para no conflictuarse con la
metodología validada por la ideología perti-nente
al sistema dominante, resulta que nos ha extraviado.

Los recientes, y ya en varias ocasiones mencionados,
descubrimientos acerca de la capacidad de replicar mentalmente
los gestos y movimientos que el neonato percibe durante los
breves espacios de tiempo en que se encuentra en estado de
vigilia, (Hess & Blairy, 2001), otorgan sopor-te
también a la propuesta que hizo Bion en "Una teoría
del pensamiento" (1965), respecto de la "función alfa"
estimulada por el "revêrie" o capacidad de
ensoñación materna (inteligencia intuitiva que
permite a las madres funcionar como Yo auxiliar y a la vez como
objeto de relación y vínculo que estimula y hace
posible los procesos de identificación, tanto desde la
representación del objeto, como desde la
representación de las funciones de que se ocupa el
objeto), por vía de la cual el neonato procesa
información afec-tiva y sensorio-perceptual captada a
través del órgano de la
"percepción-cons-ciencia" hasta "aprehender" a convertir
dicha información en "elementos alfa" que son la "materia
prima" para poder soñar y ensoñar, pero cuya
"producción" y finalidad más importante, es
organizar e integrar el "Aparato para pensar los pen-samientos".
Desarrollada la función de pensar, se pueden "utilizar"
contenidos de información genética que han sido
deno-minados "preconcepciones innatas", los cuales son coherentes
con los "registros neuronales" propuestos por Freud; porque
¿en dónde, o sobre qué, se efectúan
di-chos registros? O sea que una especie de pensamientos
originarios otorgan sustento, -porque se asocian con las
acciones- a los registros en las memorias "episódica" y
"procedimental" (Ruiz Vargas, 1994-1996) que se observan en
íntima relación con la tendencia a la vida:
"gratificación alucinatoria" freudiana. Es decir, al
servi-cio del desarrollo y la supervivencia, desde las formas
nacientes de registros vege-tativos y pensamientos primitivos:
representaciones, coherentes con el "Proceso primario" freudiano
(Freud, 1895) y están presentes desde el nacimiento,
indepen-dientemente de que algunos de ellos pue-dan ser, o llegar
a ser "pensados" de ma-nera secundaria y consciente, o de que se
conserven siempre inconscientes. Eso es lo que se observa
alterado en los estados psicóticos. En estos enfermos
actuar y "pensar", son una y la misma cosa. Su "función
alfa" está alterada, degradada o no existe. Porque no hay
producción de "elementos alfa" propiamente tales, sino
sólo de "partículas beta" que son "la cosa en
sí misma" (¡eh aquí el riesgo que el
filósofo, Nietzsche, no estaba obligado a contemplar!) Son
contenidos no simbolizados que pueden estar representados en
diferentes grados: "representaciones de modelo único":
sensaciones y, acaso figurabilizaciones de objetos parciales:
"re-presentaciones cosa"; quizás "representaciones de
modelos múltiples", pero todavía lejanas de la
posibilidad de ser verbalizadas, (Perner, 1988) Es decir, como
ob-jetos todavía parciales pero ya integrados o
"divalentes (Pichón Riviere, 1980) Es bien probable que
todos, o la mayoría, de estos procesos hubiesen empezado a
funcionar antes de que se hubiera establecido la
comunicación por medio de la palabra.

Para Bion, las "partículas beta" son for-mas
primitivas, y mal logradas, de repre-sentación que no se
pueden integrar ni or-ganizar: Las denominó "objetos
bizarros" porque son como "la cosa en sí misma".
Éstos no son apropiados para pensar, sólo pueden
utilizarse en "evacuaciones", mediante identificaciones
proyectivas, para "desembarazarse" de algo malo, dañino,
que amenaza y persigue desde dentro; o bien, como un recurso para
indiferenciarse del objeto y lograr así un cierto
apaci-guamiento. Más aún, útiles como
contenidos producto de una descarga destructiva, en tanto que
concretos, para agredir, por lo cual las formas de
identificación pro-yectiva que les sirven de canal,
resultan patológicas, al menos, elementales.

Pero, asimismo, la "función alfa", los
"e-lementos alfa" y el "Aparato para pensar los pensamientos",
hacen posible la capacidad para soñar, estar consciente o
in-consciente (Bion, 1962-1965), como para optar por, o con la
intención de llegar a, "ponderar", para "decidir" si es
necesario que determinados contenidos se preserven de una u otra
forma. Y, en ese sentido, se puede pensar, todo el proceso como
dando lugar a un "sistema" cuya actividad es necesaria y
preliminar, para que aparezca la palabra y con ella, en breve, la
función de la prueba de realidad. Parece lógico
esperar que, ésta última, la prueba de realidad,
deba estar precedida por la función de juicio
crítico.

Parafraseando a Freud, en el Manuscrito K, Carta 52,
él observa que "…la "Prc (preconciencia)
[digamos los primeros indicios del desarrollo de la capacidad
para pensar] es la tercera retrascripción [reordenamiento
necesario preparatorio], liga-da a [las]
representaciones-palabra, correspondiente a nuestro yo oficial
[siste-ma de funciones de orden superior y eje-cutivo] Desde esta
Prc, las investiduras [sobre las "representaciones cosa"
figurabilizadas y quizás ya sobre incipientes
"representaciones palabra"] devienen conscientes de acuerdo con
ciertas reglas… esta consciencia-pensar secundaria es
de efecto posterior {nachträglich} en el orden del
tiempo, probablemente anudada a la realización
alucinatoria de deseo y la representación-palabra,…"
(Freud, 1896b)

O sea, tanto el procesamiento inteligente como las
acciones concomitantes, se rea-limentan y autogeneran dando lugar
a nuevas y más complejas estructuras. Y és-tas son
requisito para el desarrollo de nuevas capacidades que se
traducirán en conducta propositiva, intencional, y con
dirección.

Las conductas pensadas mejor, gradual-mente se centran,
poco a poco, también mejor en la realidad exterior; es
decir, median entre la hegemonía del "Principio del
placer" y el establecimiento del "Prin-cipio de realidad" (Freud,
1895-1911-1920), con las lógicas consecuencias tan-to para
el niño, como para la madre y el medio circundante, que
estimula algunas e inhibe otras.

Todos estos desarrollos y sus consecuen-cias, por
contingentes con la reacción de atención, respuesta
afectiva y de cuidado de la madre, conducirán al
niño poco a poco, por los senderos del entorno fami-liar.
Lo llevarán a incursionar dentro del ámbito
interpersonal triádico, el medio social inmediato y
mediato, y, quizás, si-multáneamente en diferentes
niveles re-presentacionales: por el ámbito de los
intereses y los valores. El niño primero asu-mirá
como propios los intereses y valores de su madre, mimetizada con
la cual –según la hipótesis de la
información genéti-ca que se refiere a la
representación de la "pareja conjugada" (Klein, 1927)- se
encuentra la representación del padre. Y precisamente al
padre, que va a "romper" la simbiosis, deberán ambos,
niño y ma-dre, que el pequeño se vea obligado a
"aprehender" la palabra porque la sepa-ración lo coloca
fuera del alcance del poder adivinatorio de la madre. Ahora
tendrá que sobreponerse a la desazón que le
significará la "Ley del padre" y absorber los intereses y
valores de él para consolidar sus procesos de
identificación.

Quizás por eso es que Lacan observa que la
autoridad de la madre es una autoridad irracional, porque se
pliega de manera incondicional, a la "Ley del padre" sin po-der
evitar que en el ejercicio del maternaje, el niño, en
ocasiones, la sienta se-ductora.

El niño, entonces, necesita ir ampliando esos
valores y ajustando su personalidad de acuerdo con lo que percibe
y las consecuencias de su forma de actuar, hasta conformar unos
intereses y valores que no son los de la madre ni tampoco los del
padre, sino los de él mismo como una síntesis de
ambos en una estructura sistémica que llamamos
"personalidad".

Por lo tanto, la evaluación de lo que es verdad o
mentira, en efecto tiene un origen extramoral y una trascendencia
menor, hablando en sentido estricto, que la que le otorgaba el
filósofo hace ya casi un siglo y medio. Por lo
demás… crecer siempre duele.

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Autor:

Fernando Romero

[1] Basado en el original en Tesis Doctoral
(2004) Instituto de Postgrados. Universidad
Intercontinental.

[2]
http://www.nietzscheana.com.ar/wahrheit.htm

[3] Esquizofrenogénicamente,
enloquecedoramente.

[4] Fragmento de un verso de Pedro B.
Palacios, “Alma fuerte”: “¿Que la
ciencia es brutal y que no sueña?, ¡Eso lo afirma
el asno que la enseña! La verdad es un molde es un
diseño, que rellena me-jor quien más
delira”.

Partes: 1, 2
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