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Circuitos cortos de comercialización: fuentes de buena vida




Enviado por Ana C Galvis Martinez



    Resumen

    Posicionada en el paradigma alternativo del Buen Vivir y
    bajo el marco teórico del desarrollo a escala humana, se
    construyeron indicadores cuantitativos y cualitativos que dieran
    cuenta del aporte de los Circuitos Cortos de
    Comercialización CCC y de otros canales de
    comercialización al bienestar de quienes venden en ellos.
    Se encontró que el CCC evaluado tienen la potencialidad
    satisfacer todas las necesidades humanas fundamentales y de
    brindar buena vida de forma integral a quienes venden en ellos.
    El CCC tiene fortalezas claras en la satisfacción de la
    necesidad de afecto (valoración del trabajo) y
    participación; y debilidades en la satisfacción de
    la necesidad de subsistencia (pocos ingresos económicos) y
    de afecto (conflictos relacionados al grupo). En
    comparación con otros canales de comercialización
    como la venta en la calle, a intermediarios, a través de
    canales estimulados por entidades gubernamentales y no
    gubernamentales, en mercados regionales y en tienda propia tiene
    mayor cantidad de elementos de buena vida y menor cantidad de
    elementos asociados a la mala vida. Con el fin de fortalecer el
    CCC evaluado será necesaria la construcción de
    estrategias que potencien los factores de buena vida y de dar
    solución a los factores de mala vida. El presente trabajo
    resalta la importancia de los CCC en el bienestar de los
    pequeños productores y aporta evidencia empírica
    del potencial que estos tienen para direccionar
    problemáticas del modelo de producción
    agrícola convencional.

    Palabras Clave: Circuitos Cortos de
    Comercialización, necesidades humanas fundamentales, Buen
    Vivir.

    Introducción

    1. El problema de comercialización de los
    productos de los campesinos

    Hoy la humanidad se confronta con dos modelos de
    agricultura, desarrollo rural y producción de alimento, a)
    el modelo dominante-hegemónico-capitalista y b) el modelo
    alternativo de producción basado en la agricultura
    familiar y campesina (ICARRD, 2006; Ploeg, 2010). En
    medio de estos dos extremos se encuentra un amplio espectro de
    formas de producir que combinan elementos de dichos modelos
    (Ploeg, 2010c).

    El modelo dominante está basado en la
    agroexportación y la lógica del libre mercado
    neoliberal, la privatización y la comoditización de
    la tierra, el agua, el bosque, los recursos pequeros, las
    semillas, el conocimiento y la vida misma. Este modelo, es guiado
    para producir ganancias para las corporaciones, estimula la
    producción destinada a ser exportada, y es responsable del
    incremento en la concentración de la posesión de
    tierras, de los recursos y las cadenas de producción y
    distribución de alimento y otros productos
    agrícolas en las manos de unas pocas corporaciones. Este
    tipo de modelo conduce a que los precios de los alimentos y
    bienes agrícolas que reciben los productores estén
    constantemente disminuyendo por el dumping y otros factores,
    mientras los precios a los consumidores continúen
    aumentando. Este modelo es intensivo en el uso de insumos
    químicos y causa daños incalculables al ambiente y
    a la salud de los productores y los consumidores (ICARRD,
    2006).

    Por otro lado, el modelo agrícola basado en la
    soberanía alimentaria, y la producción familiar
    campesina multifuncional, prioriza la producción local de
    alimento para mercados locales y nacionales, evita
    el dumping, y usa prácticas de producción
    sostenible basada en conocimiento local. La soberanía
    alimentaria se entiende en el presente trabajo como un marco
    alternativo para la alimentación y la agricultura,
    propuesto por La Vía Campesina en 1996, cuyos pilares son
    el reconocimiento y fortalecimiento del derecho al alimento y a
    la tierra, el derecho de cada nación o persona para
    definir su propia política agraria y de alimento, el
    respeto a los derechos de los pueblos y los territorios
    indígenas, el derecho a la pesca tradicional, la
    derogación de políticas de libre comercio, y el fin
    del dumping, una reforma agraria genuina, y prácticas
    agrícolas sostenibles campesinas o agroecológicas
    (ICARRD, 2006; Rosset, 2007).

    Por agricultura campesina multifuncional debe
    entenderse: al tipo de agricultura hecha por pequeños
    agricultores y sus familias, que además de producir
    alimento, fibra y combustible, produce otra serie de beneficios
    adicionales como la preservación de la diversidad a nivel
    biológico y cultural; la preservación de recursos
    naturales como el suelo, el agua y la vida silvestre; el
    empoderamiento de las comunidades; la re- conexión entre
    compradores y vendedores, y el fortalecimiento económico
    de áreas rurales; la captura de carbono y el aumento en la
    resiliencia a inundaciones e incendios (Rosset, 1999; Polman
    et al., 2010). La evidencia muestra que este modelo es
    más productivo por unidad de área (Rosset, 1999),
    ambientalmente es más amigable, conserva los recursos
    naturales y la biodiversidad, protege la sostenibilidad
    agrícola del futuro y además es más capaz de
    proveer a las familias rurales una vida digna, mientras brinda a
    los consumidores rurales y urbanos alimento a precios
    accesibles, saludable y localmente producido
    (ICARRD, 2006)

    Ambos modelos tienen sus propuestas en cómo deben
    ser comercializados los bienes agrícolas que producen. A
    continuación se presenta un breve resumen de dichas
    propuestas.

    a) modelo
    dominante-hegemónico-capitalista: Propuesta de
    comercialización de productos
    agrícolas

    De acuerdo con las estadísticas de la FAO en
    2003, el comercio de bienes agrícolas superó los
    500 mil millones de dólares (FAO-WHO, 2006) y a pesar de
    que solo el 15% del alimento producido en el mundo cruza las
    fronteras, las políticas de comercialización de los
    bienes agrícolas del modelo dominante privilegian el libre
    comercio, y subordinan el restante 85%, que se vende a nivel
    local y nacional, a seguirlas (Ploeg, 2010).

    El modelo dominante parte de la creencia de que la
    promoción del libre mercado entre países y la
    disminución de las barreras comerciales proteccionistas
    tarifarias – impuestos a las importaciones, y no tarifarias
    -subsidios a la producción, precios mínimos
    asegurados por el gobierno, subsidios a las exportaciones, y
    cuotas máximas de importación– (Rosset, 2006);
    benefician a los productores y a sus familias, y a su vez reducen
    la pobreza y el hambre (FAO-WHO, 2006). Es así como entre
    1980 y 2004 los impuestos netos a los bienes agrícolas han
    disminuido en promedio del 28% al 10% en países
    agrícolas, donde esta actividad aporta en promedio 32% al
    PIB , la mayoría de ellos países de África
    Sub-sahariano; y del 15% al 4% en países en
    transición hacia la urbanización donde la
    agricultura aporta en promedio 7% al PIB como China e India. El
    comportamiento fue opuesto en países urbanizados, cuyo PIB
    está afectado 5% o menos por la actividad
    agrícola, donde los impuestos a la agricultura subieron en
    promedio 9%, Brasil es un ejemplo de estos países (Banco
    Mundial, 2008). Según este modelo, la eliminación
    de las barreras al libre comercio evitan la distorsión de
    los mercados debido a las barreras proteccionistas y permiten la
    libre competencia y la expresión de la ventaja comparativa
    "pura", es decir las condiciones que un país tiene sobre
    otro para producir con mayor eficiencia ciertos bienes debido,
    por ejemplo, a su posición geográfica; y que la
    mano invisible del mercado a través de la oferta y la
    demanda modela el precio y la disponibilidad del bien hacia la
    maximización del interés social, o sea lo que
    debería convenir a la mayoría (Todaro, 1989). Este
    modelo propone que la pobreza disminuye como resultado de la
    combinación de la disminución de precios pagados a
    quien produce –gracias a la ventaja comparativa-, el
    aumento del consumo, el crecimiento económico y la
    inversión extranjera, que genera la capacidad de aumentar
    la productividad y así crear más empleos que
    demandan mano de obra, lo cual resulta en última instancia
    en el aumento en la calidad de vida; en otras palabras, el
    aumento de la riqueza para los pobres se da si se les facilita la
    comercialización con los ricos. Los pobres dejarán
    de serlo si los ricos demandan más sus productos. (Banco
    Mundial, 2002, WCED, 1987 citado por Lele, 1991; Korten,
    1991)

    Al revisar el programa de desarrollo sectorial
    agropecuario y pesquero mexicano (Sagarpa, 2007), es evidente que
    el gobierno de este país se adhiere al modelo productivo
    convencional, estimulando las exportaciones, promoviendo la firma
    de tratados de libre comercio, y brindado estímulos para
    la competitividad en el mercado. Gracias a esto, México
    fijó como meta remover al 2008 todos los aranceles a
    los alimentos; es el primer productor mundial de
    aguacate, limón, cebolla y cardamomo, el segundo de
    pimientos, chiles y papaya, el tercero en toronja, naranja y
    pollo; y cuenta con 12 tratados de libre comercio que le permiten
    acceso preferencial, entre otras, a las tres mayores
    economías importadoras de alimentos: EEUU, Europa y
    Japón.

    Sin embargo, al revisar las estadísticas sobre la
    reducción de la pobreza rural en América Latina
    (AL), la respuesta es clara: La aplicación de esta
    política ha fallado. Después de varias
    décadas tras la liberación de los mercados, la tasa
    de pobreza rural en AL sigue estando alrededor del 50%,
    ubicándose en 2009 en el 52.8% (CEPAL, 2012).
    En el caso especifico de México, país donde casi la
    mitad de su población se considera pobre, el 65% de ellos
    habitan el campo, y la gran mayoría de ellos es
    indígena (Coneval, 2011). Otra manifestación del
    rotundo fracaso de estas "políticas de desarrollo rural es
    la alta tasa de emigración de los países y regiones
    más pobres de Latinoamérica a Estados Unidos y
    Europa" (Kay, 2009:632).

    La realidad es tan evidente que incluso las entidades a
    nivel mundial encargadas de promover el modelo convencional, como
    el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, reconocen
    que en algunos puntos esta política ha fracasado, pues a
    pesar de que el ingreso per cápita global ha
    aumentado en una tasa sin precedentes, no lo ha hecho de una
    manera lo suficientemente rápida como para prevenir el
    aumento de pobres en el mundo, lo que ha conducido a mayor
    inequidad (Banco Mundial, 2002). Según ellos, las
    principales explicaciones a este fracaso son a) Los intereses
    proteccionistas de los países ricos, que demanda la
    armonización institucional de áreas como la
    propiedad intelectual; y los derechos y estándares
    de salud, trabajo y medio ambiente, como
    prerrequisito para permitir el acceso de sus mercados (Banco
    Mundial, 2002) , b) la falta de competitividad del pequeño
    productor agrícola (Banco Mundial, 2008) y c) la
    incapacidad que éstos tienen "para interactuar
    directamente con los mercados por razones como: inadecuado acceso
    físico a los mercados por la distancia y falta de
    carreteras, relación asimétrica entre productores e
    intermediarios, carencia de habilidad e información de los
    productores en los mercados y limitada capacidad organizativa que
    limita competitividad y poder de promoción (Bargain)"
    (IFAD, 2003, citado por Chmielewska y Souza, 2010:1).
    Según ellos, estas limitantes pueden ser resueltas a
    través de la aplicación correcta del modelo, lo que
    incluye: a) la disminución de las barreras de los
    países ricos a sus mercados; b) el acceso de los pobres
    del mundo, incluidos los rurales, a programas de educación
    y asistencia social que aseguren su competitividad (Banco
    Mundial, 2002; Banco Mundial, 2008) y c) El acceso de los
    productos al mercado, bien sea con productos tradicionales de
    exportación, p ej. Café o banano, o con productos
    no tradicionales de exportación, como brócoli o el
    melón, lo que se promueve actualmente en México
    (Conroy, 1996; Sagarpa, 2007).

    Siguiendo esta lógica, el BM clama por facilitar
    la integración de los pequeños productores al
    mercado, argumentando que el acceso a estos puede jugar un papel
    vital en la reducción de la pobreza y el fortalecimiento
    de la seguridad alimentaria, (Banco Mundial, 2002; Banco Mundial,
    2008; Chmieleswska y Souza, 2010), entendida esta como el "La
    situación en que toda la gente, en todo momento, tiene
    suficiente acceso físico, social y económico a
    suficientes alimentos, seguros y nutritivos que
    satisfagan sus necesidades nutricionales y preferencias
    alimentarias para una vida activa y saludable" (FAO,
    2002). Uno de los mecanismos que utiliza para ello es promover
    que instituciones de carácter internacional como la FAO
    (Organización para la Agricultura y el Alimento) y el IFAD
    (Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola) a
    través de sus programas para disminuir el hambre como, P4P
    (purchase for Progress / compra para el progreso) y
    WFP (Programa Mundial para la Alimentación), compren la
    producción del pequeño agricultor, los gobiernos de
    los países donde se aplican estos programas son los
    encargados de ejecutar la transacción (Chmielewska y
    Souza, 2010; WFP, 2012). Otra de sus estrategias es
    promover el "desarrollo amigable con el mercado", la cual
    también parte de que el mercado es la clave para el
    crecimiento, y hace el llamado a los gobiernos para integrar
    completamente las economías nacionales en la
    economía global, a que inviertan más en
    infraestructura física y social y a que permitan a las
    fuerzas del mercado internacional actuar sin interferencia
    gubernamental (Korten, 1991). Dicha estrategia ha sido seguida al
    pie de la letra por el gobierno mexicano, algunos de sus ejemplos
    son las políticas productivas aplicadas a productos
    estrellas de exportación como el jitomate, el
    brócoli y el aguacate (SAGARPA, 2010; SAGARPA, 2011;
    SAGARPA, 2011b).

    Sin embargo, hay quien señala que este tipo de
    soluciones, lejos de resolver el problema lo agravan y que las
    políticas económicas promovidas por el BM (Banco
    Mundial), FMI (Fondo Monetario Internacional) y la OMC
    (Organización Mundial del Comercio), tienen mucho
    más que ver con la creación de la pobreza que con
    la solución de esta (Mander et al.,
    2001).

    Al no existir los mercados sin "distorsiones", ni la
    ventaja comparativa "pura", ni la reducción de la pobreza
    gracias al crecimiento económico; la liberalización
    del mercado lejos de terminar con el hambre y promover los
    intereses económicos de los pequeños productores,
    ha creado un "sistema alimenticio global que está
    estructurado para defender los intereses de "los poderosos" en
    detrimento de los pequeños productores alrededor del
    mundo" (Mittal, 2001:11), lo cual además de no disminuir
    la pobreza, ha potenciado problemas sociales como la
    migración, el desplazamiento del campo, la dependencia de
    recursos externos, el aumento de los precios de los alimentos (La
    Vía Campesina, 2002), y ha desatado una crisis
    alimentaria, que según Ploeg, 2010 se explica por: a) la
    especulación, b) la extremadamente baja cantidad de grano
    en las reservas mundiales, esto impulsado por políticas
    neoliberales, c) el cambio del clima, y d) que todo esto ocurre
    bajo el régimen de "los poderosos" o los imperios
    alimentarios, como él los denomina, que son corporaciones
    que controlan la producción, el procesamiento, la
    distribución y el consumo del alimento, Nestlé,
    Monsanto Unilever, Ahold, Parmalat, Vion son ejemplos de
    éstos (Ploeg, 2010b).

    Además de esto el sistema alimentario basado en
    imperios, a pesar de que promete dar seguridad alimentaria,
    promueve la concentración de capital en unos pocos
    monopolios y "omite que las definiciones de seguridad alimentaria
    son nociones de poder y de control, sobre como la
    población ganará el dinero para poder comprar el
    alimento" (Patel, 2009 citado por Patel y McMichael, sin fecha:
    3), es decir, dicho sistema puede generar relaciones
    asimétricas de poder en las que, quienes manejan los
    grandes capitales agroalimentarios, pueden controlar la
    disponibilidad, los precios de los alimentos , y en
    última instancia al pueblo en el que hacen sus
    negocios.

    En resumen el modelo convencional agrícola se
    cimienta en el paradigma de desarrollo neoliberal y propone
    vender los bienes producidos en los mercados, especialmente el
    internacional, con el objetivo de generar riqueza y crecimiento
    económico. En este paquete técnico e
    ideológico aplicado a los alimentos producidos por los
    pequeños agricultores quienes en última instancia,
    dadas las fallas estructurales del modelo, ven como sus productos
    valen menos y como su oportunidad para escapar de la pobreza se
    hace cada vez mas exigua, parafraseando a Mander et al.,
    2001:4 "Probablemente el impacto mas traumático de las
    políticas de la globalización –y el libre
    mercado- tanto en la creación de pobreza como en la
    devastación ambiental, es haber forzado el cambio de
    modelo de la agricultura diversificada a pequeña escala
    basada en las economías locales, al modelo industrial
    exportador, dirigido por corporaciones globales".

    b) modelo agrícola basado en la
    soberanía alimentaria, y la producción familiar
    campesina multifuncional, diversificada y pluriactiva: Propuesta
    de comercialización de productos
    agrícolas

    El modelo alternativo fundamenta su propuesta
    productiva, entre otras cosas, en la reconstrucción y
    fortalecimiento del campesinado (Ploeg, 2010), que sea
    propietario de sus tierras tras una reforma agraria genuina, que
    idealmente incluya apoyo gubernamental en crédito,
    investigación, extensión y educación y que
    no deje al campesino propietario con deudas bancarias tras la
    adquisición de su tierra (Lappé, 1998;
    Rosset, 2009), y que produzca de forma agroecológica,
    utilizando técnicas como el control
    biológico de plagas, enfermedades y patógenos, el
    manejo ecológico de suelos, y los sistemas
    agrosilvopastoriles (Altieri, 1999).

    Este modelo propone varios puntos a la hora de
    comercializar los bienes agrícolas, algunos de
    éstos son: i) re-regular los mercados de los bienes
    agrarios, mejor de lo que estaban antes, con un manejo genuino de
    la oferta, haciendo posible la fijación de precios justo
    para quien produce y para quien consume, ii) regresar a la
    protección nacional de la producción de alimentos,
    tanto de el dumping como del alimento artificialmente
    barato y la importación de alimento artificialmente
    costosos, lo que implica sacar a los alimentos de las normas del
    libre mercado, iii) reconstruir las reservas nacionales de grano
    en una versión mejorada que incluya activamente a las
    organizaciones de agricultores como dueños y
    administradores de las reservas públicas (Rosset, 2006;
    Rosset, 2009), iv) hacer que el gobierno implemente
    políticas y mecanismos financieros y de comercio que
    promuevan la venta de alimento de buena calidad a los
    consumidores más cercanos, para evitar así el
    transporte innecesario, dando el más alto grado de
    transparencia a los consumidores (La Vía Campesina,
    2002), v) reducir la vulnerabilidad campesina a las
    turbulencias del mercado convencional con la creación de
    nuevas y extendidas redes que reduzcan la dependencia del mercado
    controlado por los imperios alimentarios, es decir la
    construcción de CCC o mercados anidados (Ploeg, 2010b),
    que toman forma en la venta directa, mercados campesinos, la
    creación de redes agroalimentarias alternativas y sistemas
    de compra públicos (Schuite, 2000; Knickel y Holf, 2002;
    Marsden et al., 2000; Morgan, 2007; citados
    por Ploeg, 2010c).

    Los CCC o mercados anidados (Nested Markets) son,
    según el concepto de Shanin 1973 aquellos
    "donde se llevan a cabo transacciones específicas, entre
    proveedores específicos y consumidores específicos
    que están unidos a través de redes especificas, y
    sus transacciones están arraigadas a marcos
    específicos de trabajo y da ventajas específicas a
    ambas partes" (Shanin, 1973 citado por Polman et al.,
    2010: 301). Este tipo de mercados es diferente, en muchos
    aspectos, de los principales mercados de bienes agrícolas
    y productos alimentarios (Polman et al., 2010) y renacen
    por la necesidad que, tanto compradores como productores, tienen
    de "burlar" los imperios alimentarios dada la gran diferencia que
    hay entre lo que se paga a los productores y lo que se cobra a
    los consumidores. Dichos circuitos tienen, según Ploeg
    et al., 2012, las siguientes características: a)
    están embebidos y reglamentados por marcos normativos y
    formas asociadas de gobernanza que tienen raíz en
    movimientos sociales, no son mercados anónimos tienen un
    enfoque particular por ejemplo una relación de
    solidaridad, u objetivos políticos específicos; b)
    estos mercados están usualmente relacionados a los
    recursos locales y regionales y el mercado es el canal de salida,
    c) estos mercados están apoyados por agencias del estado
    –de diferentes maneras- e involucra la
    redistribución de recursos para lograr objetivos
    específicos, d) están interconectados con otros
    mercados similares. Y los siguientes atributos: a) especificidad
    – cultural, recursos, y habilidades para producir el
    producto – esta especificidad puede aumentar los ingresos
    de los productores, b) conectividad – consumidor/productor,
    productor/productor y c) arraigo –por ejemplo hay un tipo
    de carne italiana que se come, se puede y se sabe producir en una
    región específica y se vende a través de
    mercados anidados-.

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