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Don Quijote De La Mancha



  1. Resumen del libro
  2. Capítulos 1-8
  3. Capítulos 9-17
  4. Capítulos 18-26
  5. Capítulos 27-34
  6. Capítulos 35-43
  7. Capítulos 44-52
  8. Capítulos 53-61
  9. Capítulos 62-70
  10. Capítulos 71-74

Resumen del
libro

Uno de los cuadrilleros traía una
orden de arresto contra don Quijote de la santa hermandad, por
haber liberado a los presos, y a Ginés de Pasamonte. Al
final el oidor lo arreglo, y no se lo llevaron.

Después de todo este jaleo, deciden
que han de trasladar a don Quijote a su aldea para que se mejore
de su loquería. Lo ataron, mientras que estaba durmiendo,
y ellos iban enmascarados, lo metieron en una jaula, y se lo
llevaron, cuando ya iban a más de dos leguas de la venta,
se pararon a descansar y a dar de comer a los bueyes (los
habían alquilado para la ocasión, con un carro).
Llegaron unos señores a caballo, y preguntaron la causa de
llevar a este señor allí metido, y ellos no les
respondieron, pero don Quijote, les dio una charla inolvidable.
Después vieron a una cabra, salir de los matorrales, y
detrás de ella a un cabrero, este mantuvo una charla en la
que contó su vida, y poco a poco, se fue calentando el
tema hasta el punto, en el que el Quijote, se puso, en
cólera, y le atacó, este se defendió, y
Sancho le atacó, al cabrero, le llenaron la cara de
sangre. Pasado este suceso, se acercaba una procesión de
disciplinados, con una imagen de la virgen, la que vio don
Quijote, y penso que era una cautiva. Le atacó pero
salió mal parado. Le curaron en un hombro, y le llevaron a
su casa, la gente al verlo entrar en la aldea, se agolpaba, para
verle, y Sancho, fue a ver a su mujer Juana Panza. Esta lo
primero que le pregunto fue por le burro, y él le dijo que
estaba mejor que el amo, y ella dio gracias a dios. El cura, dijo
a la sobrina de don Quijote, que le cuidara, y así acaba
la primera parte del Quijote de la mancha. Este se puso todo
furioso, y se enfrento a don Quijote, para que se la devolviera,
y don Q, decía que esto no era una bacía sino el
yelmo de Manbrino, todos se pusieron de acuerdo, para atacar al
barbero, y dejarlo mal u de paso reírse un poco, y dijeron
que era un yelmo. Al poco entraron unos cuatro cuadrilleros, que
acabaron de armarla. El caso es que a vas e de hablar acabaron a
palos, y al final, todos pensaron que era por el encantamiento,
del que hablaba don Quijote.

Capítulos
1-8

Habla de un señor llama do Alonso Quijano que era
relativamente pobre, era un buen hombre que era madrugador, le
gustaba la caza y era de una anatomía recia. Era un gran
amante de las novelas Caballería su escritor más
buscado o favorito era Feliciano de Silva. Estaba tan obsesionado
con aquellos libros de caballería que decidió
dedicarse a la Caballería. Un nombre para su caballo: Le
puso Rocinante ya que el caballo no se encontraba en unos de sus
mejores momentos, una mujer a la cual dedicarle todos sus
triunfos y victorias elige por dama a: Dulcinea De
Toboso.

En el segundo Capitulo podemos ver que se
narra la primera salida de Don quijote solo antes del amanecer, y
la necesidad que tenia de ser armado caballero ya que no
tenía ningún arma blanca como los demás
caballeros de sus novelas, aunque duró un gran tiempo
pensando ganó su locura a la cordura   y
siguió con su idea de que él era el caballero
ideal. Don Quijote hablaba le dio risa a las dos mujeres, y
como no se daban aludidas por los piropos.Don Quijote se estaba
enervando, y en ese momento apareció el dueño del
lugar para darle la comida, y un lugar donde quedarse.

Después de la cena, don Quijote va a
la caballeriza y se pone de rodillas ante el ventero y le pide
que le dé la orden de caballería y
permiso para velar sus armas en la capilla. Con la sospecha de
que don Quijote ha perdido el juicio, el ventero le sigue el
juego y le dice que también tuvo sus propias aventuras de
caballero cuando era más joven y que puede velar sus armas
en el patio del "castillo", ya que la capilla está en
obras. Para poner fin al conflicto, el ventero le dice a don
Quijote que no es necesario velar las armas durante toda la noche
y que ya hecho más que suficiente. Luego le hace una
pequeña ceremonia para darle la orden de
caballería. Don Quijote sale de la venta y el ventero no
le cobra el alojamiento.

Feliz por haber recibido la orden de
caballería, don Quijote se dirige a su aldea para recoger
los víveres que le recomendó el ventero y para
reclutar a un labrador vecino para ser su escudero. En el camino,
don Quijote escucha voces que vienen del bosque y se imagina que
son de personas que necesitan su ayuda. En el bosque halla a un
labrador dándole azotes a un joven de unos 15 años
que se llama Andrés.  A don Quijote se le hace
difícil levantarse por el peso de sus armas y los
mercaderes huyen. Un mozo quien había observado todo el
incidente rompe la lanza de don Quijote y usa un pedazo para
darle palos. Pese a lo sucedido, don Quijote sigue feliz porque
le parece una desgracia propia de los caballeros.

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Don quijote una vez es apaleado por el mozo
que andaba con los mercaderes, una vez así se tiende sobre
el suelo y recita romances del Márques de Mantua que le
vienen a la mente tras los hechos que ah acontecido: "Oh noble
marques de Mantua mi tío y señor carnal". Con esta
breve cita Don quijote se confunde al mismo con un Héroe
Romancero.

Capítulos
9-17

Así pues estaban peleando ambos
caballeros con las espadas levantadas y con rostros impasibles,
el vizcaíno ataca hierendole en una oreja y
rompiéndole la armadura a la altura del hombro. Don
Quijote enfurecido ataca tirándole del caballo e
hiriendole la cara al vizcaíno. Don Quijote se baja del
caballo para rematarle a menos que fuera a dar sus honores a su
amada Dulcinea del Toboso. El vizcaíno acepta y Don
Quijote le deja marchar para que valle a presentar sus respetos a
la amada del buen Don Quijote.

Don quijote y Sancho Dialogan sobre las
caballerías y Don quijote promete a su escudero
enseñarle muchos secretos como el bálsamo de
Fierabras contra las heridas que causan, Don quijote se percata
de que su celdada está rota y jura no descansar hasta
encontrar otra, el yelmo de Mambrino. Le cuenta también a
Sancho las comidas de los caballeros andantes.

Durante todo este camino Don Quijote les
confirma su falta de cordura por que les dice que el motivo por
el cual el anda armado incluso en las tierras pacificas era que
la profesión que la práctica no le permite andar
sin su arma agregándole a estoque el reposo y el buen paso
era para los blandos y que el trabajo, la inquietud y las armas
se hicieron para los caballeros andantes. Como ellos ya
sabían o pensaban que el Quijote estaba loco ahora
querían saber qué tipo de locura era la suya,
continuaron haciéndole preguntas como que significado
tenia caballero andante y así poder analizar la respuesta
del Hidalgo y saber qué tipo de locura padecía y
así se mantuvo todo el camino vivaldo haciéndole
varias preguntas a Don Quijote mientras los demás
escuchaban todo y sacaban sus conclusiones.

Al acabar este cantar apareció
Marcela diciendo que ella no tenía culpa de la muerte de
Crisónomo ya que si tuviera que corresponder todos los
amores que le han declarado no acabaría nunca.
También añadió que él era libre y que
el amor también debía serlo siendo de esta manera
un amor voluntario y en ningún caso forzado. Además
comento que ella vivía en las montañas para no
molestar a nadie y para vivir sola, qué culpa tenía
ella de que Crisónomo se hiciera ilusiones sin darle ella
ninguna esperanza.

Don Quijote se despidió de todas las
personas que se encontraban en el entierro y se marchó.
Durante un par de horas intentó seguir a Marcela pero al
cabo de ese tiempo se paró en un claro para dormir un
rato. Rocinante que vio una yeguas salió detrás de
ellas, tanto las yeguas como los dueños de ellas
comenzaron a golpear al pobre Rocinante, Don Quijote al verlo fue
a luchar contra las personas que estaban golpeando a su caballo,
pero al ser más de 20 tanto Don Quijote como Sancho
resultaron apaleados. 

 Don Quijote y Sancho en cuando
notaron la tranquilidad comenzaron a preguntarse mutuamente que
tal se encontraban. Don Quijote comenzó a hablar sobre lo
que había ocurrido creyéndose que era la hermosa
hija del ventero la que se había acercado a él.
Posteriormente se acercó el cuadrillero y le pregunto a
Don Quijote que tal se encontraba al responderle.

Capítulos
18-26

Don quijote y Sancho reflexionaron
mutuamente sobre los sucesos ocurridos en la vente de Palomeque y
culpan de ellos a los encantadores, siguen por el camino y cuando
Don quijote ve dos rebaños de ovejas los confunden con dos
ejércitos y con personajes de libro. Pese a las
advertencias de su noble escudero, el caballero se pone de parte
de uno de lo que venía del ejército y arremete el
uno con el otro, entretanto llegan los pastores y apalean a Don
quijote por defender a las ovejas.

Don quijote, quien lucha por ir a cumplir
con su aventura y ayudar a menesteroso que hace ruidos tras la
caída de agua. Sancho panza, quien se aferra a su amo no
le permite que continúe con su aventura.

No le pareció mal al barbero la
invención del cura, sino tan bien, que luego la pusieron
por obra. Pidiéronle a la ventera una saya y unas tocas,
dejándole en prendas una sotana nueva del cura. El barbero
hizo una gran barba de una cola rucia o roja de buey, donde el
ventero tenía colgado el peine. Pregúntales la
ventera que para qué le pedían aquellas cosas. El
cura le contó en breves razones la locura de don Quijote,
y cómo convenía aquel disfraz para sacarle de la
montaña, donde a la sazón estaba. Cayeron luego el
ventero y la ventera en que el loco era su huésped, el del
bálsamo, y el amo del manteado escudero, y contaron al
cura todo lo que con él les había pasado, sin
callar lo que tanto callaba Sancho.

En esto le vino al pensamiento cómo
le haría, y fue que rasgó una gran tira de las
faldas de la camisa, que andaban colgando, y dile once
ñudos, el uno más gordo que los demás, y
esto le sirvió de rosario el tiempo que allí
estuvo, donde rezó un millón de avemarías. Y
lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro
ermitaño que le confesase y con quien consolarse. Y
así, se entretenía paseándose por el
padrecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los
árboles y por la menuda arena muchos versos, todos
acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de
Dulcinea. Y será bien dejarle, envuelto entre sus
suspiros y versos, por contar lo que le avino a Sancho Panza en
su mandadera. Y fue que, en saliendo al camino real, se puso en
busca del Toboso, y otro día llegó a la venta donde
le había sucedido la desgracia de la manta; y no la hubo
bien visto, cuando le pareció que otra vez andaba en los
aires, y no quiso entrar dentro, aunque llegó a hora que
lo pudiera y debiera hacer, por ser la del comer y llevar en
deseo de gustar algo caliente; que había grandes
días que todo era fiambre. 

En resolución, la ventera
vistió al cura de modo que no había más que
ver: púsole una saya de paño, llena de fajas de
terciopelo negro de un palmo en ancho, todas acuchilladas, y unos
corpiños de terciopelo verde, guarnecidos con unos ribetes
de raso blanco, que se debieron de hacer, ellos y la saya, en
tiempo del rey Wamba. No consintió el cura que le tocasen,
sino púsose en la cabeza un birretillo de lienzo colchado
que llevaba para dormir de noche.

Capítulos
27-34

Comienza a llover por lo que un barbero
utiliza su vasija para cubrirse la cabeza. No obstante, Don
quijote la confunde con el yelmo de Mambrino y acomete contra el
barbero y le quite su vasija y Sancho el aparejo del asno del
barbero. Continúan su camino y don Quijote cuenta para
ilustrar a Sancho una novela caballeresca protagonizada y
realizada por el caballero del Sol. Al final de su historia Don
Quijote reflexiona sobre las dos tipos de clases de linaje que
existen en el mundo.

Una vez llegaron a la vente Don Quijote no
paró hasta encontrar al hombre que había visto
antes, ya que estaba impaciente por que le contraria la historia
de que llevaba esas armas. Una vez lo encontró y le
comenzó a contar las anécdotas. En ese momento
entro en la venta un hombre que se hacía Llamar Maese
Pedro que explico que era titritero que representaba en su
pequeño escenario diversas historias y que además
en su repertorio tenía un mono que le adivinaba todo lo
pasado y lo presente.

Durante la actuación de Maese Pedro
Don Quijote estuvo interviniendo constantemente para explicar lo
que en la obra estaba sucediendo como si de pura realidad se
tratara. Don Quijote en otro arrebato de locura desenvainó
la espada destruyendo todos los muñecos de Maese Pedro ya
que eran unos moros que perseguían a los "buenos" de la
obra y Don Quijote como buen caballero quería ayudarlos a
escapar. Don Quijote viendo lo que había hecho
achacó su error a los encantadores que le habían
embaucado.A la mañana siguiente Maese Pedro se
marchó muy pronto ya que no quería encontrarse con
Don Quijote por sí le hacia otra de las suyas.

En realidad Maese Pedro era Ginés de
Pasamonte uno de los galeotes a los que Don Quijote había
liberado en anteriores aventuras. Ginés se había
hecho titiritero y se ganaba la vida yendo por los pueblos, pero
antes de entrar en cada pueblo se enteraba de cosas recientes que
habían pasado y así fingía que el mono era
adivino. Antes de entrar en la venta había reconocido a
Don Quijote y así se pudo ganar la confianza de los que se
encontraban en la venta.Cuando Don Quijote se marchó de la
venta se encontró al escuadrón del rebuzno que iba
armado en busca de sus burladores.

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Don Quijote para evitar una tonta batalla
les dijo a los del rebuzno que en este mundo solo había
cuatro razones por las cuales había que coger las armas
para pelear y se las nombró como estas: en defensa de la
fe católica; en defensa de su propia vida; en defensa de
la honra, la familia y la hacienda; o en servicio de su rey.Ya
estaban totalmente convencidos de dejar las armas cuando Sancho
dijo que tampoco se debían enfadar tato por un rebuzno ya
que él cuando era pequeño rebuznaba tan bien que
todos los asnos de su pueblo le respondían.

Capítulos
35-43

Don Quijote, quien con sus sueños
destruye la venta de Sancho Panza, quien acude a su amo y cae en
su locura Ventero, quien consumido en su furia esta por el
desastre que es se venta. Cura quien ayuda y consuela a todos
mientras pasa la trama, Hija del Veterano, quien al igual que su
padre se encuentra Dorotea, quien ayuda e interviene en el caos.
Lotario, quien muere en una batalla tras escapar de su noble
amigo Anselmo, quien termina suicidándose como
consecuencias de todos sus actos.

Tras haber calmado la situación el
cura quiso terminar de leer la historia y así tomaron
asiendo y estuvieron en silencio para ver como finalizo el
episodio de Camila y sus amores. De esta manera cuenta el cura
aselmo despertó un día y no encontró a
Leonela La Mosa quien le había jurado contarle algo de
gran importancia luego fue a informarle a Camila su
desaparición y de casualidad esta tampoco
estaba.

Escrito y cerrado este papel,
aguardé dos días a que estuviese el baño
solo, como solía, y luego salí al paso acostumbrado
del terradillo, por ver si la caña parecía, que no
tardó mucho en asomar. Así como la vi, aunque no
podía ver quién la ponía, mostré el
papel, como dando a entender que pusiesen el hilo, pero ya
venía puesto en la caña, al cual até el
papel, y de allí a poco tornó a parecer nuestra
estrella, con la blanca bandera de paz del atadillo.
Dejándola caer, y alcé yo, y hallé en el
paño, en toda suerte de moneda de plata y de oro,
más de cincuenta escudos, los cuales cincuenta veces
más doblaron nuestro contento y confirmaron la esperanza
de tener libertad

La hija de la ventera y Maritormes
decidieron gastarle a Don Quijote una broma y desde un agujero
del pajar llamaron a Don Quijote, que se encontraba velando por
la Seguridad de sus amigos. Don quijote miro por el agujero que
era, según una ventana con rejas de oro y pensando que era
la hija de señor del castillo la persona que estaba al
otro lado declarándole su amor a Don quijote que era la
hija del señor del castillo la quisiese menos
corresponderle su amor. Maritormes le pidió a Don Quijote
que le diese la mano para que así pudiese desahogar todo
el deseo que sentía hacia el, Don quijote acepto darle la
mano diciendo que esa mano había sido usada para combatir
en grandes batallas. Mientras Don Quijote se subía a la
silla de Sancho Maritormes le ataba la mano con el cerrojo de la
puerta del pajar.

En resolución, viéndose don
Quijote atado, y que ya las damas se habían ido, se dio a
imaginar que todo aquello se hacía por vía de
encantamiento, como la vez pasada, cuando en aquel mismo castillo
le molió aquel moro encantado del arriero; y
maldecía entre sí su poca discreción y
discurso, pues, habiendo salido tan mal la vez primera de aquel
castillo, se había aventurado a entrar en él la
segunda, siendo advertimiento de caballeros andantes que, cuando
han probado una aventura y no salido bien con ella, es
señal que no está para ellos guardada, sino para
otros; y así, no tienen necesidad de probarla segunda
vez.

Con todo esto, tiraba de su brazo, por ver
si podía soltarse; mas él estaba tan bien asido,
que todas sus pruebas fueron en vano. Bien es verdad que tiraba
con tiento, porque Rocinante no se moviese; y, aunque él
quisiera sentarse y ponerse en la silla, no podía sino
estar en pie, o arrancarse la mano. 

Capítulos
44-52

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Pronto se dio fin a esto con palabras
sabias del Quijote "Porque Por Dios Todopoderoso que es gran
bellaquería que tanta gente principal aquí estamos
se mate por causas tan livianas, una vez todo se calmo se
acordó con Don Fernando de llevar a Don Luis a
Andalucía para que se hiciera lo necesario con él
para el casamiento, pero aun así tras la riña un
pobre cuadrillero que fue pateado por Don Fernando de llevar a
Don Luis a Andalucía para que se hiciera lo necesario con
él para el casamiento, pero aun así tras la
riña un pobre cuadrillero que fue pareado por Don Fernando
saco a la verdad un papel de cárcel para Don Quijote por
haber liberado a los Galeotes.

Don Quijote se torna con una furia nunca
antes vista por el diciendo que nunca un caballero ándate
debe ser sometido a la ley. Sus compañeros lo defienden
con el argumento de que verdaderamente estaba loco, y así
sin darse cuenta lo ayudan a salir de este conflicto. Don quijote
aun así sorprendido de tales razones que deja temerosos a
todos diciendo de tal modo, Que caballeros ándate ha
habido hay ni habrá en el mundo que no tenga bríos
para dar cuatrocientos palos"

Además estaba mohíno y
melancólico el mal feriado don Quijote, vendado el rostro
y señalado, no por la mano de Dios, sino por las
uñas de un gato, desdichas anejas a la andante
caballería. Seis días estuvo sin salir en
público, en una noche de las cuales, estando despierto y
desvelado, pensando en sus desgracias y en el perseguimiento de
Alisadora, sintió que con una llave abrían la
puerta de su aposento, y luego imaginó que la enamorada
doncella venía para sobresaltar su honestidad y ponerle en
condición de faltar a la fe que guardar debía a su
señora Dulcinea del Toboso. 

Apenas acabó don Quijote de decir
esta razón, cuando con un gran golpe abrieron las puertas
del aposento, y del sobresalto del golpe se le cayó a
doña Rodríguez la vela de la mano, y quedó
la estancia como boca de lobo, como suele decirse. Luego
sintió la pobre dueña que la asían de la
garganta con dos manos, tan fuertemente que no la dejaban
gañir, y que otra persona, con mucha presteza, sin hablar
palabra, le alzaba las faldas, y con una, al parecer, chinela, le
comenzó a dar tantos azotes, que era una compasión;
y, aunque don Quijote se la tenía, no se meneaba del
lecho, y no sabía qué podía ser aquello, y
está base quedo y callando, y aun temiendo no viniese por
él la tanda y tunda azotesca.

Y no fue vano su temor, porque, en dejando
molida a la dueña los callados verdugos (la cual no osaba
quejarse), acudieron a don Quijote, y, desenvolviéndole de
la sábana y de la colcha, le pellizcaron tan a menudo y
tan reciamente, que no pudo dejar de defenderse a puñadas,
y todo esto en silencio admirable.

Duró la batalla casi media hora;
saliendo las fantasmas, recogió doña
Rodríguez sus faldas, y, gimiendo su desgracia, se
salió por la puerta afuera, sin decir palabra a don
Quijote, el cual, doloroso y pellizcado, confuso y pensativo, se
quedó solo.

Capítulos
53-61

El caballero de la Triste Figura se deshace
en elogios para con los libros de caballerías y los
caballeros andantes.

Mientras, el canónigo escucha a don
Quijote, que se ve interrumpido por su escudero Sancho Panza
cuando su amo lo menta en su monólogo.

La aparición de un cabrero y la
curiosidad de aquellos por un cuento que les promete, supone el
fin de la conversación entre don Quijote y el
canónigo.

Dice Cide Hamete, puntualísimo
escudriñador de los átomos desde esta verdadera
historia, que al tiempo que doña Rodríguez
salió de su aposento para ir a la estancia de don Quijote,
otra dueña que con ella dormía lo sintió, y
que, como todas las dueñas son amigas de saber, entender y
oler, se fue tras ella, con tanto silencio, que la buena
Rodríguez no lo echó de ver; y, así como la
dueña la vio entrar en la estancia de don Quijote, porque
no faltase en ella la general costumbre que todas las
dueñas tienen de ser chismosas, al momento lo fue a poner
en pico a su señora la duquesa, de cómo doña
Rodríguez quedaba en el aposento de don
Quijote. 

El bachiller se ofreció de escribir
las cartas a Teresa de la respuesta, pero ella no quiso que el
bachiller se metiese en sus cosas, que le tenía por algo
burlón; y así, dio un bollo y dos huevos a un
monacillo que sabía escribir, el cual le escribió
dos cartas, una para su marido y otra para la duquesa, notadas de
su mismo caletre, que no son las peores que en esta grande
historia se ponen, como se verá adelante.

No quedaron arrepentidos los duques de la
burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron; y
más, que aquel mismo día vino su mayordomo, y les
contó punto por punto, todas casi, las palabras y acciones
que Sancho había dicho y hecho en aquellos días, y
finalmente les encareció el asalto de la ínsula, y
el miedo de Sancho, y su salida, de que no pequeño gusto
recibieron.  Después de esto, cuenta la historia
que se llegó el día de la batalla aplazada, y,
habiendo el duque una y muy muchas veces advertido a su lacayo
Tosilos cómo se había de avenir con don Quijote
para vencerle sin matarle ni herirle, ordenó que se
quitasen los hierros a las lanzas, diciendo a don Quijote que no
permitía la cristiandad, de que él se preciaba, que
aquella batalla fuese con tanto riesgo y peligro de las vidas, y
que se contentase con que le daba campo franco en su tierra,
puesto que iba contra el decreto del Santo Concilio, que
prohíbe los tales desafíos, y no quisiese llevar
por todo rigor aquel trance tan fuerte. 

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Capítulos
62-70

Tres días y tres noches estuvo don
Quijote con Roque, y si estuviera trescientos años, no le
faltara qué mirar y admirar en el modo de su vida:
aquí amanecían, acalla comían; unas veces
huían, sin saber de quién, y otras esperaban, sin
saber a quién. Dormían en pie, interrumpiendo el
sueño, mudándose de un lugar a otro. Todo era poner
espías, escuchar centinelas, soplar las cuerdas de los
arcabuces, aunque traían pocos, porque todos se
servían de pedreñales. Roque pasaba las noches
apartado de los suyos, en partes y lugares donde ellos no
pudiesen saber dónde estaba; porque los muchos bandos que
el visor rey de Barcelona había echado sobre su vida le
traían inquieto y temeroso, y no se osaba fiar de ninguno,
temiendo que los mismos suyos, o le habían de matar, o
entregar a la justicia: vida, por cierto, miserable y
enfadosa.  

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En fin, por caminos desusados, por atajos y
sendas encubiertas, partieron Roque, don Quijote y Sancho con
otros seis escuderos a Barcelona. Llegaron a su playa la
víspera de San Juan en la noche, y, abrazando Roque a don
Quijote y a Sancho, a quien dio los diez escudos prometidos, que
hasta entonces no se los había dado, los dejó, con
mil ofrecimientos que de la una a la otra parte se
hicieron.  Siguió don Antonio Moreno al
Caballero de la Blanca Luna, y siguiéndole también,
y aun persiguiéndole, muchos muchachos, hasta que le
cerraron en un mesón dentro de la ciudad. Entró el
don Antonio con deseo de conocerle; salió un escudero a
recibirle y a desarmarle; encerrase en una sala baja, y con
él don Antonio, que no se le cocía el pan hasta
saber quién fuese. Viendo, pues, el de la Blanca Luna que
aquel caballero no le dejaba.

Durmió Sancho aquella noche en una
carriola, en el mismo aposento de don Quijote, cosa que él
quisiera excusarla, si pudiera, porque bien sabía que su
amo no le había de dejar dormir a preguntas y a
respuestas, y no se hallaba en disposición de hablar
mucho, porque los dolores de los martirios pasados los
tenía presentes, y no le dejaban libre la lengua, y
venirle más a cuento dormir en una choza solo, que no en
aquella rica estancia acompañado. Salirle su temor tan
verdadero y su sospecha tan cierta, que, apenas hubo entrado su
señor en el lecho

Durmiéndose los dos, y en este
tiempo quiso escribir y dar cuenta Cide Hamete, autor de esta
grande historia, qué les movió a los duques a
levantar el edificio de la máquina referida. Y dice que,
no habiéndosele olvidado al bachiller Sansón
Carrasco cuando el Caballero de los Espejos fue vencido y
derribado por don Quijote, cuyo vencimiento y caída
borró y deshizo todos sus designios, quiso volver a probar
la mano, esperando mejor suceso que el pasado; y así,
informándose del paje que llevó la carta y presente
a Teresa Panza, mujer de Sancho, adónde don Quijote
quedaba, buscó nuevas armas y caballo, y puso en el escudo
la blanca luna, llevándolo todo sobre un macho, a quien
guiaba un labrador, y no Tomé Cecial, su antiguo escudero,
porque no fuese conocido de Sancho ni de don
Quijote. 

Capítulos
71-74

Iba el vencido y asendereado don Quijote
pensativo además por una parte, y muy alegre por otra.
Causaba su tristeza el vencimiento; y la alegría, el
considerar en la virtud de Sancho, como lo había mostrado
en la resurrección de Altisidora, aunque con algún
escrúpulo se persuadía a que la enamorada doncella
fuese muerta de veras. No iba nada Sancho alegre, porque le
entristecía ver que Altisidora no le había cumplido
la palabra de darle las camisas; 

Don Quijote, sin guardar términos ni
horas, en aquel mismo punto se apartó a solas con el
bachiller y el cura, y en breves razones les contó su
vencimiento, y la obligación en que había quedado
de no salir de su aldea en un año, la cual pensaba guardar
al pie de la letra, sin traspasarla en un átomo, bien
así como caballero andante, obligado por la puntualidad y
orden de la andante caballería, y que tenía pensado
de hacerse aquel año pastor, y entretenerse en la soledad
de los campos, donde a rienda suelta podía dar vado a sus
amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y
virtuoso ejercicio;

Y que les suplicaba, si no tenían
mucho que hacer y no estaban impedidos en negocios más
importantes, quisiesen ser sus compañeros; que él
compraría ovejas y ganado suficiente que les diese nombre
de pastores; y que les hacía saber que lo más
principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenía
puestos los nombres, que les vendrían como de molde.
Dígale el cura que los dijese. Respondió don
Quijote que él se había de llamar el pastor
Quijotiz; y el bachiller, el pastor Carrascón; y el cura,
el pastor Curambro; y Sancho Panza, el pastor Pancino.

Para mí sola nació don
Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir;
solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor
fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de
atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal
deliñada las hazañas de mi valeroso caballero,
porque no es carga de sus hombros ni asunto de su resfriado
ingenio; a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle,
que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos
huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los
fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir
de la fuera donde real y verdaderamente yace tendido de largo a
largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva;
que, para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes
caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a gusto y
beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron,
así en éstos como en los extraños
reinos''.

Y con esto cumplirás con tu
cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te
quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el
primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente,
como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en
aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas
historias de los libros de caballerías, que, por las de mi
verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo,
sin duda alguna. Vale.  

Monografias.com

 

 

 

Autor:

Salma Beatriz Hernandez
Perez

 

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