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Formación de vínculo afectivo y formación de pareja. Una brecha muy estrecha




Enviado por vianny Barrera



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Hacia
    el desarrollo del Vínculo
  4. Conceptos Claves en la Teoría del
    Apego
  5. Tipos
    de Apego
  6. Apego
    y Romance. La formación de pareja y el vínculo
    temprano
  7. Cuidado y Vínculo en una
    Relación
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

Resumen

Este artículo tiene como objetivo
dar a conocer la importancia de las relaciones tempranas, su
influencia en el desarrollo social del sujeto y la relevancia de
la calidad de estos cuidados para la formación de las
relaciones de pareja. Se revisan los postulados de la
teoría del apego, los fundamentos teóricos en los
que se sustentan los conceptos principales que deben manejarse
para su comprensión. Posteriormente se relacionan estos
cuidados con la formación de pareja, siendo relevante
considerar el tipo de apego generado en la temprana infancia para
el posterior cuidado y vinculo con la pareja.

Palabras claves: Vínculo
temprano, apego, relaciones de pareja, cuidado.

Abstract

This article attempts to show up the
importance of the early care-giving relationships, its influences
in the person´s social development and the relevance of the
quality of these care-giving to the formation of relationship.
Assumption about attachment theory are reviewed, the theoretical
foundations in which it sustains the main concepts that must be
handled for its understanding. After that, this care-giving are
related with the couple relationship formation, being relevant to
consider the kind of attachment generated in the earlier
childhood to the next care-giving and attachment with the
partner.

Keywords: Attachment, relationship,
couple, care-giving.

Introducción

Se ha estudiado que la relación de
apego comienza antes del momento de que un bebé nazca,
incluso, los biólogos no saben indicar cuando nace una
persona (Cyrulnik B. 2005), ya que si bien las células
sexuales se encuentran para crear un niño, ya están
vivas. Pero sólo el individuo que resulte de ese encuentro
va a nacer y morir y sus células sexuales van a
perpetuarse en otros. Es entonces el planteamiento de que "los
individuos mueren, la vida no" (Cyrulnik B. 2005: 31).

Con lo anterior, la aparición del
sentimiento de las personas se construye de manera lenta, ya que
el bebé es imaginado antes de ser percibido y es hablado
antes de ser oído. La construcción de la
parentalidad y específicamente el rol de madre y el
vínculo materno son formados mucho antes de que el
bebé llegue a esta vida (Cyrulnik B. 2005). El promover
conductas de apego, para posteriormente construir una
relación de apego, debe existir inevitablemente la
interacción entre el bebé y el cuidador primario ya
que a su vez promueven el establecimiento de un tipo particular
de vínculo entre ellos (Carlson en Repetur y Quezada;
2005). Con esto, "la relación de apego actúa como
un sistema de regulación emocional, cuyo objetivo
principal es la experiencia de seguridad. Así, se
desarrolla un sistema regulador diádico en el que las
señales de cambio de los estados de los bebés son
entendidas y respondidas por el cuidador, permitiendo alcanzar la
regulación de esos estados" (Repetur y Quezada 2005:
5).

Es importante mencionar que el
vínculo propiamente tal se limita a unos pocos, y puede
ser definido como un lazo afectivo que una persona o animal forma
entre sí mismo y otro, lazo que los junta en el espacio y
que perdura en el tiempo (Repetur y Quezada; 2005). Con este tipo
de observaciones, se desarrolla la teoría del apego por el
psicoanalista Inglés John Bowlby y colaboradores (en
trilogía de Bowlby 1969, 1973 y 1980), en la que describe
el efecto que producen las experiencias tempranas y la
relación con la primera figura vincular en el desarrollo
del niño (Moneta; 2009).

Hacia el
desarrollo del Vínculo

La importancia conductual del
vínculo es la búsqueda para conseguir y mantener un
cierto grado de proximidad hacia el objeto de apego, que va desde
el contacto físico cercano hasta la interacción o
la comunicación a través de la distancia (Bowlby,
en Barudy 2006). Cuando esto ocurre, se dice que un niño
está vinculado a su cuidador, en general la madre, ya que
sus conductas de búsqueda de proximidad se organizan
jerárquicamente y se dirigen activa y
específicamente hacia ella (Ainsworth, en Repetur y
Quezada; 2005). El vínculo permanece a través de
períodos en los que ninguno de los componentes de la
conducta de apego ha sido activado. Así, cuando un
niño juega o se encuentra ante una separación de su
figura de apego, el vínculo se mantiene pese a que las
conductas de apego no se manifiesten.

Por otro lado, el individuo niño o
adulto está predispuesto intermitentemente a buscar
proximidad hacia el objeto de apego. Esta predisposición
es el vínculo. Aunque la conducta de apego puede disminuir
o hasta desaparecer en el curso de una ausencia prolongada del
objeto de apego, el vínculo no ha disminuido
necesariamente, esto debido a que el vínculo tiene
aspectos de sentimientos, recuerdos, expectativas, deseos e
intenciones, todo lo que sirve como un filtro para la
recepción e interpretación de la experiencia
interpersonal (Ainsworth, en Main, en Repetur y Quezada; 2005).
El vínculo es un proceso psicológico fundamental
que afecta el desarrollo humano a lo largo de la vida (Fonagy, en
Repetur y Quezada¸2005).

Desde lo anterior, Bowlby (1976, 1983,
1986, 1988) propuso que los patrones de interacción con
los padres son la matriz desde la cual los infantes humanos
construyen "modelos de trabajo internos"[1] del
sí mismo y de los otros en las relaciones vinculares. La
función de dichos modelos es interpretar y anticipar el
comportamiento del compañero, así como planear y
guiar el propio comportamiento en la relación.
(Bretherton, en Repetur y Quezada; 2005).

Conceptos Claves
en la Teoría del Apego

Un aspecto relevante y clave en la
investigación desarrollada por colaboradores de Bowlby
para la teoría del apego es la de "sensibilidad materna",
ésta consiste en la habilidad de la madre para percibir
las señales de su bebé, interpretarlas con
precisión y responder de manera rápida y adecuada a
las necesidades emocionales del niño. Con esto, se ha
comprobado que la seguridad del apego en el niño se
relaciona con la existencia de una alta sensibilidad materna
durante el primer año de su vida (Ainsworth et al. en
Moneta, 2009). Incluso, Bowlby subrayó la importancia de
la mantención de una relación permanente y continua
entre la madre o padre y su hijo y la relevancia de este
vínculo en el desarrollo del niño. De este modo, se
plantean como principios fundamentales (Moneta, M.
2009):

  • 1. El apego se considera un
    sistema interno autogenerado e instintivo que alcanza metas
    que le permiten sobrevivir a la persona, posibilitando
    conductas de apego (llantos, búsqueda de proximidad)
    bajo condiciones como la separación. Se produce una
    intensa activación de los mecanismos de apego, lo que
    lleva al niño a buscar y satisfacerse solo con la
    cercanía de la figura vincular.

  • 2. En relación a los
    modelos internos de trabajo, es la interpretación que
    el niño construye en torno a sí mismo y a la
    figura vincular, reflejando la confianza que el niño
    desarrolla de sí mismo como alguien aceptable,
    merecedor de cuidado y protección (en caso de apego
    seguro), guiando a su vez la conducta futura y las
    representaciones internas del apego.

  • 3. Al fracasar las conductas de
    apego (llantos, llamados) en la recuperación de su
    figura vincular, el infante se ve obligado a desarrollar
    estrategias defensivas que excluyan la información
    dolorosa de su conciencia.

Desde estos principios y considerando los
postulados de Bowlby, es importante destacar la importancia del
contexto social como un ente con fuertes influencias en la
formación del apego tanto seguro, como inseguro. En este
contexto, la seguridad versus la inseguridad en la
formación del vinculo, juegan un rol fundamental a la hora
del desarrollo y evolución de todo sujeto.

Tipos de
Apego

El apego produce que los lazos invisibles
que se crean en las vivencias familiares estén
caracterizados principalmente por sentimientos de pertenencia a
ésta, es decir, por tener una proximidad física y
emocional con los cuidadores primarios; siendo su
expresión subjetiva, cuando este apego es sano, la
sensación de seguridad.

Mary Ainsworth combinó la
observación de la interacción de madres y
bebés en casa con la respuesta a un procedimiento de
laboratorio que sometía al bebé a reuniones y
separaciones con la madre y a reuniones y separaciones con un
extraño, el llamado Procedimiento de la Situación
Extraña. Con base en sus observaciones dio con tres
patrones de vínculo: apego seguro (patrón B), apego
inseguro evitativo (patrón A) y apego inseguro ambivalente
(patrón C) (Ainsworth, 1979; Bowlby, 1988; Bretherton,
1990, 1999; Main, 1999, en Moneta; 2009). Un cuarto patrón
de apego inseguro desorganizado (Patrón D) fue creado por
Mary Main y Judith Solomon, luego de revisar grabaciones del
estudio, donde encontraron conductas inclasificables de algunos
bebés; con esto, se suma una cuarta categoría de
organización del vínculo a las originales de Mary
Ainsworth.

Apego Seguro (Patrón B):

En este tipo de formación vincular,
se evidencia el placer del bebé por el contacto
físico materno, ausencia de ansiedad en relación
con separaciones breves y un uso inmediato de la madre como una
"base segura" para la exploración y el juego,
situación que permite que bajo circunstancias no
familiares el bebé use a la madre como una base segura
desde la cual explorar en los episodios de preseparación.
Este tipo de vínculo permite que el niño
discrimine, a partir de un momento de su desarrollo a familiares
y extraños, disponiendo de una representación
interna de sus figuras de apego. Este tipo de niños
además, tiende a mostrar una buena conducta de proximidad
y búsqueda de contacto, es decir, saben usar a sus madres
como una fuente de regulación de estrés y
exploración del ambiente, tienden a expresar de un modo
claro sus expresiones afectivas y esperan ser reconfortados en
ese aspecto. La afectividad que muestran es claramente positiva y
segura en poder lograr un control de las figuras de apego y del
ambiente. Por ende, sus estrategias de regulación tienden
a ser efectivas en el sentido de que saben lo que quieren y
consiguen. Estos niños han experimentado un patrón
consistente de experiencias en donde sus necesidades han sido
satisfechas y sus señales afectivas han sido claramente
interpretadas y traducidas en acciones efectivas de
regulación. Además, estos niños poseen un
modelo mental de apego basado en la confianza de que las figuras
de apego serán disponibles y responsivas, y como sus
expresiones afectivas han sido correctamente interpretadas, estos
niños confían en que sus emociones pueden ser
expresadas de un modo adecuado, sin exagerarlas o inhibirlas,
para lograr una protección de parte de sus cuidadores. En
las relaciones con otros, evocan sentimientos de pertenencia, ya
que interioriza figuras de apego, que son estables y disponibles
para éste, pero separada de sí mismo, lo que
permite que el niño o niña explore en su entorno y
a los extraños, sintiéndose aceptados y en
confianza. La influencia en este tipo de vinculo en la vida
futura implica el desarrollo en la empatía,
modulación de los impulsos, deseos y pulsiones, la
construcción de un sentimiento de pertenencia y el
desarrollo de sus capacidades, formación de una conciencia
ética y el desarrollo de recursos para manejar situaciones
emocionalmente difíciles como las separaciones que
acarrean las pérdidas o rupturas. (Barudy.
2006)

Apego Inseguro Evitativo (Patrón
A):

Este tipo de vínculo se desarrolla
en sujetos que han sido cuidados en su primera infancia por
cuidadores o padres cuyas relaciones con el niño son una
combinación de angustia, rechazo, repulsión y
hostilidad, expresado en actitudes o conductas controladoras,
intrusivas y sobreestimulantes (Barudy. 2006). Los niños
con este tipo de apego desarrollado presentan muy poca o nula
conducta de búsqueda de proximidad y contacto, siendo
éste uno de los aspectos más sobresalientes de
estos infantes en la medida que parecieran no estresarse frente a
la separación o reunión de su cuidador. Estos
niños manifiestan muy poca o nula señal afectiva
hacia su madre; o bien, pueden mostrar en otros casos signos
mixtos de acercamiento y alejamiento, siendo la indiferencia y
autonomía poco directa y clara. En este sentido, lo que se
observa son conductas ambivalentes de acercarse y alejarse de su
madre, junto a conductas de tendencia evitantes, es decir, poseen
una tendencia a sobrerregular e inhibir toda la
demostración de afectos hacia los cuidadores, manifestada
en su actitud y expresión afectiva plana. Estos
niños no suelen usar a sus madres como refugio seguro,
siendo la actitud más bien consistente en activar una
regla de no mostrar interés hacia las figuras de apego y
de restringir y desactivar toda activación emocional
relacionada a la relación con sus cuidadores (Cassidy, en
Lecannelier; 2009). Estos niños tienen la tendencia a
realizar en mayor frecuencia conductas reguladoras autodirigidas,
debido principalmente a la expectativa de poca disponibilidad de
los padres. Estas conductas autorreguladoras, estarían
dirigidas a controlar el estrés, debido a que los padres
presentarían una incapacidad de poder hacerlo de un modo
afectivo con sus hijos. Esta tendencia es expresada en una
actitud sobreinhibida en relación al sí-mismo y
autonomía en relación a los otros.

De este modo, este tipo de sujetos se
caracteriza por poseer mecanismos de autoprotección, el
cual consiste en evitar o inhibir los elementos conductuales que
buscan la proximidad con su figura de apego, es decir, las
respuestas que obtienen por parte de su figura de apego son
generadoras de estrés, angustia y dolor, por este motivo,
mantienen la tendencia a inhibir conductas de apego, ya que las
situaciones que se relacionen con su mundo emocional son evitadas
para proporcionarse vivencias de pseudo-seguridad. Pareciera ser,
que este tipo de sujetos, se encuentran en un permanente
conflicto entre un deseo de conectarse emocionalmente con los
otros y a la vez, de ser exageradamente autónomos. A pesar
de que se muestran como independientes y fuertes, en muchos
casos, son sujetos que padecen bajos niveles de autoestima.
(Barudy. 2006)

Apego Inseguro Ansioso-Ambivalente
(Patrón C):

Para este tipo de vinculo, se aprecia que
estos niños han sido cuidados en su primera infancia por
padres o cuidadores que han fallado al ofrecer una disponibilidad
emocional y una implicación que consiste en satisfacer las
necesidades de sus bebes, es decir, las necesidades
físicas y emocionales, las cuales pueden pasar
desapercibidos durante un tiempo considerable. Con ello, pueden
existir también periodos de ausencia física de la
madre prolongados; pero sobre todo lo que prima es la falta de
disponibilidad psicológica, lo que hace que cuidados
cotidianos del niño sean incoherentes, inconsistentes e
impredecibles. Desde esto, este tipo de sujetos se caracteriza
por la vivencia de profunda ansiedad de ser amados y lo
suficientemente valiosos/as para otro y una preocupación
en el interés y disponibilidad emocional que muestran los
otros hacia éstos. Se desarrollan sentimientos de
ambivalencia ante las figuras de apego, debido a sus necesidades
afectivas insatisfechas en la infancia (Barudy. 2006).

Sin embargo, un aspecto a destacar en estos
niños es la expresión de afectos mezclados que
oscilan entre conductas de aferramientos, llantos y deseos de
proximidad y mantenimiento hacia la madre por una parte, y un
tono afectivo cargado de rabia, resistencia y exageración
de afectos negativos, por el otro. En otros casos, se
caracterizan por su pasividad, es decir, que el contacto y
búsqueda por la madre es limitada, teniendo poca
iniciativa de buscarla, con expresiones de rabia más
resistentes. Estos infantes suelen ser muy sensibles y
frágiles frente a la separación, a situaciones
nuevas y a situaciones gatilladoras de estrés en general,
además, presentan tendencias a exagerar sus afectos, como
manera de elicitar mayor atención y predictibilidad en las
conductas de cuidado de sus padres o cuidadores. Por lo tanto, en
este estilo de apego, se hiperactivan las conductas y emociones
vinculares (Kobak et al. en Lecannelier; 2009), realizando en su
mayor parte conductas reguladoras dirigidas a otro, con tendencia
a focalizar su atención y energía hacia los padres
o cuidadores.

Apego Inseguro Desorganizado (Patrón
D):

Este tipo de apego se genera en ambientes
familiares, donde sus padres o cuidadores han ejercido estilos de
crianzas y relaciones parentales altamente incompetentes y
patológicas como consecuencia de haber sufrido
experiencias severamente traumáticas y/o pérdidas
múltiples no elaboradas en sus propias infancias (Barudy.
2006). Estos niños tienen experiencias relacionales
tempranas dolorosas y caóticas que ni siquiera se
organizan para responder de una forma regular y
característica en su relación con sus cuidadores,
colapsando de este modo sus estrategias defensivas. Esto ocurre
debido a que el desarrollo psíquico de estos niños
es violento, desconcertante, temible e impredecible, con
vivencias de terror, impotencia y falta absoluta de control sobre
lo que ocurre, lo que perjudica en las relaciones que mantengan
estos sujetos, ya que tanto la cercanía a una figura de
apego como la lejanía provocan ansiedad, lo que se traduce
en comportamientos hostiles y de rechazo en este tipo de
personas. En estos sujetos, se observa una actitud hiperactiva en
las tareas, donde éstos generalmente no puede quedarse
sentados, interrumpen constantemente, violan límites de
los deberes en sus lugares laborales o de estudio, incluso acuden
a conductas extremas como reírse, molestar al resto,
escaparse o retirarse de los lugares de trabajo o centros de
estudio, entre otras. Sin embargo, algunos sujetos muestran
actitud hipoactiva, siendo francamente pasiva; no desean hablar,
responden de manera telegráfica, no colaboran con las
demandas de tareas o trabajos. Estas actitudes pueden reflejar
colapsos en el intento de representar y secuenciar de manera
coherente sus historias de apego, siendo sus conductas bizarras,
ilógicas y en muchos casos inconclusas. De este modo, las
historias pueden mostrar una pérdida de la coherencia
lógica como introduciendo personajes extraños, o
simplemente perdiendo el hilo conector lógico de lo que se
estaba narrando. Las historias de estos sujetos generalmente
oscilan en finales catastróficos, historias tormentosas y
descontroladas, cambiando bruscamente de tonalidades afectivas y
temáticas de sus historias (Lecannelier; 2009).

Apego y Romance.
La formación de pareja y el vínculo
temprano

Algunos autores (Cyrulnik; 2005) plantean
que la elección de pareja es una decisión muy poco
individual, esto debido a que por un lado las imposiciones
sociales impulsan al sujeto hacia el grupo de los elegibles
dentro de los estratos donde se desarrolle, destacando la
pancarta etológica de dicho compañero o
compañera, es decir, los significantes estéticos,
la manera de vestirse, de adornarse, de usar su vocabulario, la
sensualidad, la voz, el perfume, la mirada, la postura, entre
otras, lo que reduce el espacio de búsqueda con
señaléticas tan eficientes como las del
tránsito y por otro lado, nuestras historias de vida, que
marcan nuestros sentidos de pertenencia, de apego y cuidado desde
el momento de la gestación, lo que marcará de igual
modo nuestra elección de pareja para continuar con ese
sentido de seguridad desarrollada en la infancia temprana a lo
largo de nuestras vidas.

Si bien, los acercamientos amorosos se
podrían analizar desde el siguiente postulado: "la simple
presencia de otro en nuestro campo sensorial provoca el doble
sentimiento contrario de atracción y temor" (Cyrulnik B.
2005:202), se puede observar que la intimidad entre
compañeros se mantiene a un nivel confortable entre la
soledad del alejamiento y la angustia de la cercanía. Este
tipo de conductas solo puede explicar que esa intimidad tan
deseada, sólo nos angustia. Desde esto, para calmar la
angustia y beneficiarse del placer de la intimidad, se expresa el
trastorno de apego por medio del comportamiento del tipo "agredo
a los que quiero porque la intimidad me angustia mucho, y soy
amable con personas anónimas porque están a una
gran distancia afectiva" (Cyrulnik 2005: 204). Estos
acercamientos íntimos, son las relaciones más
próximas vinculares que los sujetos desarrollan. No
obstante, existen varias incapacidades vinculares para intimar,
ya que el hecho de intimar, significa hacerse conocido en lo
más intimo, conocer lo mas oculto, el centro de la persona
y la verdad acerca de quién es.

Como toda relación de
romántica implica necesariamente un tipo de vinculo
más cercano, se debe comenzar entonces por el
acercamiento, el encanto y el interés que ese otro provoca
en su conquistado/a, para que estos ítems sean efectivos
en esta nueva relación romántica que se forma, se
debe comprender el sistema de apego individual, comportamiento
biológico que se ha estudiado entre madre e hijo; siendo
este vinculo importante en la vida de las personas y que sujetos
de todas las edades se sienten mejor cuando tienen una figura
vincular en quien puedan confiar íntimamente (Moneta
2009). Desde estos postulados, Bowlby, estableció que el
comportamiento de apego desempeña un rol fundamental en
las relaciones posteriores en todo el ciclo vital, incluyendo en
este caso, una relación de pareja.

Con esto, el amor romántico se puede
conceptualizar como proceso de apego, influenciable directamente
por las experiencias tempranas con las relaciones de apego, en
sentido de un sistema de búsqueda, mantención de
proximidad y cuidado, ya que el apego en niños
pequeños involucra una mantención de proximidad y
una protesta frente a la separación. Por lo tanto,
según plantea Moneta (2009), sería un principio en
la búsqueda de relaciones de pareja buscar la proximidad y
resistir la separación, además de mantener una base
segura usando la figura vincular como "base", es decir, la
búsqueda de una relación estable desde la cual
explorar el entorno. Al igual que los esquemas de funcionamiento
que desarrollan los niños en relación a los
cuidadores, los adultos, obtienen seguridad de la pareja, sienten
una necesidad de estar con el otro (ya sea una pareja casada o
no), necesidad de querer estar con ese nuevo cuidador, y
protestar cuando aparece la amenaza de separación o falta
de disponibilidad del otro para con uno, en las necesidades de
protección, cuidado y cariño.

Aunque esto parece obvio, estos aspectos no
se habían planteado sino hasta ser estudiados por Hazan y
Shaver en 1987 y 1988 (Moneta 2009), en estos trabajos sobre el
"amor romántico" estudiaron que se pueden encontrar a lo
menos tres tipos de apego en una relación de pareja: el
seguro, el evitativo y el ambivalente. En el caso de un sujeto
con desarrollo de apego seguro, usará en su
relación de pareja un estilo seguro de apego con el otro,
por lo tanto, buscará ayuda si lo necesita y
confiará en quien eligió como pareja. En el caso de
un sujeto con apego inseguro evitativo, tendrá
dificultades para solicitar ayuda a su pareja y le costará
confiar en el otro, provocando una incapacidad en este caso de
compartir las preocupaciones personales o los miedos con la
pareja. El caso de los inseguros ambivalentes, suelen pedir ayuda
a sus parejas de una manera muy directa, ya que en este caso,
estos sujetos han tenido experiencias tempranas con figuras
vinculares poco disponibles e inconsistentes, lo que permite que
el sujeto envíe señales exageradas para llamar la
atención, manifestando deseos inconscientes de fusionarse
con la pareja, mostrándose de este modo preocupados en
cuanto a sus relaciones de afecto, llegando a sufrir duelos muy
intensos con las separaciones o rupturas; y en el caso de los
sujetos desorganizados, pocas veces logran llevar a cabo
relaciones estables o duraderas con otro, ya que se sienten
amenazados en relaciones de tipo vincular, respondiendo con
hostilidad hacia sus parejas, ya que su estilo de apego es a la
vez indiferente, ambivalente y ansioso (Moneta; 2009).

Se plantea entonces, que un vínculo
seguro es siempre un factor protector frente a las diferentes
adversidades de la vida y del ambiente; y un vínculo
inseguro, sería entonces un factor de vulnerabilidad
frente a las adversidades de la vida, situaciones que implican
necesariamente estados emocionales y su regulación en el
ambiente, siendo entonces la pareja "el regulador" del estado
emocional del otro, ya que en la búsqueda de pareja "se
busca a menudo a otro con un grado parecido (o complementario) en
cuanto a la calidad del vínculo" (Moneta 2009: 61). Con
esto, se espera que los sujetos inseguros generalmente en su
búsqueda de parejas llegen a regulaciones emocionales
conflictivas que logren equilibrar sus estados internos, en
cambio, los sujetos con vínculos seguros tienen como
consecuencia generalmente una estrategia constructiva social de
relaciones amistosas, lo que pronosticaría una
relación de pareja estable y de buena calidad.

Moneta (2009) plantea, que los tipos de
relación que se dan con frecuencia son:

  • 1. Seguro con seguro

  • 2. Inseguro ambivalente con
    inseguro evitativo

  • 3. Inseguro desorganizado con
    inseguro desorganizado

En relación a los postulados de la
teoría del apego y del autoconcepto o autoimagen propia,
los tipos de relación se pueden graficar de la siguiente
manera[2]

Monografias.com

En base a esto, se sostiene que el
vínculo de apego es dirigido y constante hacia una persona
en particular en la formación de relaciones
románticas, con la implicancia de todos los sentimientos
que ello conlleva, este vínculo al transformarse en
relación de dependencia, las conductas del sujeto en la
relación se transforman en conductas que apuntan a la
aprobación por el otro, la atención y la ayuda,
más que al compartir y el apreciarse mutuamente. Estas
conductas de dependencia son más sensibles a las
diferentes respuestas del otro; pudiendo ser fácilmente
transferidas de un sujeto a otro, cuando las necesidades no son
suplidas para éste. Esta situación afirma lo que
plantea Ainsworth en relación a que este tipo de conductas
no están dirigidas a un sujeto específico, sino
más bien a cualquier persona que represente para
éste cuidado, atención y protección
(Lecannelier, 2009).

Se aprecia entonces, que en parejas que
tienen ambos un vínculo seguro, serían más
armoniosas sus relaciones, estando ambos motivados de mejor
manera para formar y mantener relaciones interpersonales
saludables, ya que un sujeto seguro, se siente cómodo en
la cercanía de otro, sintiéndose confortable y
manifiesta sus estados de ansiedad que puede provocarle una
relación cercana. No obstante, de igual modo en este tipo
de relaciones con vínculo seguro se aprecia cierta
dependencia emocional, el sujeto necesita a su pareja y
ésta necesita del otro, el problema se encuentra cuando
esta necesidad se vuelve controladora dentro de la pareja. En
cambio, los sujetos evitativos están más
predispuestos a sentirse incómodos en la cercanía,
por lo que en sus relaciones de pareja estará la tendencia
a alejarse del otro cuando se sientan amenazados por la
relación, ya que al no experimentar aceptación en
sus relaciones tempranas, les impide desarrollar confianza y
autonomía personal en sus relaciones adultas donde el
afecto esté en juego, utilizando la evitación
social como estrategia de protección para sostener
autosuficiencia emocional que les da la ilusión de no
necesitar a otro. En el caso de sujetos ambivalentes la necesidad
de vincularse con el otro les asusta, porque desde su crianza se
encuentra presente el dolor de no sentirse suficientemente amado
y no agradable para su cuidador, por lo que sus relaciones van a
girar en torno al supuesto de que nadie podrá realmente
interesarse por ellos, interpretando desde esta creencia
irracional todo lo que el otro (pareja) haga o no haga en la
relación, con esto, ellos estarán en la constante
preocupación de si sus parejas realmente los quieren, con
un fuerte temor a ser abandonados y de este modo, repetir sus
historias tempranas.

En todos los estilos de apego, los modelos
de trabajo internos sirven para interpretar y regular a la figura
vincular, como a los pensamientos y sentimientos relacionados con
la conducta de apego, es decir, que el sentirse menos
cómodo en cercanía a un otro o sentirse seguro a un
otro, sugiere necesariamente el sentirse cómodo o inseguro
con la cercanía de los modelos internos propios, pero del
otro. Cabe señalar, en este caso que los patrones
conductuales se pueden modificar de acuerdo a la relación
que se vive, puede un individuo seguro volverse inseguro debido a
una mala experiencia de una relación negativa para
éste, u otro sujeto inseguro en un tipo de relación
puede sentirse y comportarse seguro (Moneta 2006). En cualquier
caso, los modelos internos afectan las decisiones adultas de
tener o evitar un conflicto con la pareja; ya que estos modelos
afectan las respuestas comportamentales mediante la
activación de planes y estrategias y construcción
de nuevos planes; y se debe considerar que estos modelos que los
individuos tienen hacia sus parejas están influenciados
por el apego generado por su figura vincular temprana, por las
imágenes parentales de unión o desunión de
sus cuidadores o padres, lo que se utiliza de modelo de
referencia en sus propias relaciones.

Si mencionamos el estilo de apego
romántico, considerando la teoría del apego y las
relaciones vinculares tempranas y de pareja, se puede apreciar
que sujetos ambivalentes se esfuerzan especialmente por mantener
sus relaciones, tendiendo a actuar como cuidadores de
éstas, para ello, generalmente se debe complementar con
sujetos evitativos, para de este modo confirmar sus modelos
internos de inseguridad en el otro. De este mismo modo, sujetos
evitativos suelen tener estabilidad en sus relaciones, porque
tienden a emparejarse con un otro seguro o ambivalente, de este
modo auto validan sus creencias y esquemas personales frente a
este otro "cuidador", que es generalmente quien mantiene la
relación. En el caso de sujetos desorganizados o
indiferentes, se plantean desde una relación donde no sean
involucrados ni produzcan conflictos, contribuyendo de este modo
a su propia estabilidad en la relación, pero no
necesariamente a la felicidad o satisfacción
emocional.

Cuidado y
Vínculo en una Relación

Hay que mencionar, que en toda
relación se espera que la pareja brinde cuidados a este
otro, cuidados que se potencian mayoritariamente en tiempos de
crisis o de dificultades, además de plantear en quien
otorgue este cuidado de tener la capacidad de reconocer cuando su
pareja necesita esta ayuda y proporcionársela, siendo
además amoroso y respetuoso de la verdad de este otro,
aceptándolo en toda su gama de ser y sentir, con
aceptación y flexibilidad. Esta capacidad de dar cuidados,
implica ser una figura de apego segura para la pareja, ser una
fuente de confort, permitiendo al otro volverse hacia su pareja
en tiempos de crisis. La importancia de esta habilidad, es que se
desarrolla cuando el sujeto ha experimentado cuidados en su
primera infancia, es decir, que estos adultos de niños
tuvieron un cuidador sensible, que respondía a sus
necesidades. En cambio, si el sujeto que brinda el cuidado
vivenció experiencias negativas en su niñez,
tendrá mayores probabilidades de ser poco sensitivo
(Moreno 2002).

De este modo, es más aceptable una
explicación de los estilos de amar y de relacionarse, esto
es, en el amar a una pareja se involucran las habilidades de
modular las emociones, la estabilidad, además del
componente fisiológico. En otras palabras, para que haya
una relación amorosa reciproca, se necesitan dos sujetos
separados con capacidades autónomas y deseos de hacer
contacto y honrar las diferencias entre ellos. Para que esto
suceda, se requiere confianza en la pareja, confianza que no se
perderá si hay un evento de separación,
situación que es favorecida cuando los sujetos mantienen
un apego seguro, ya que los sujetos que se crían de manera
segura, manifiestan mayor autonomía que los inseguros,
pueden mantener o reconocer sus propios límites con mayor
facilidad en etapas de la adolescencia, lo que sería
favorable para sus relaciones de pareja posterior (Moreno.
2002).

Conclusiones

Al considerar la importancia de las
relaciones tempranas en el desarrollo de los sujetos y las
relaciones de cuidados vinculares, se puede mencionar que los
efectos de una relación temprana de cuidados hacia un
infante de mala calidad, se esperará que ese adulto, mas
tarde mantenga en sus conductas de desarrollo social
desadaptabilidad cuando se sienta amenazado o muy protegido, o
cuidado, visualizando estas situaciones como riesgosas para
éste, amenazantes y poco fiables.

Con esto, mencionar que las relaciones de
crianza temprana por cuidadores significativos y las posteriores
relaciones de pareja o relaciones románticas son
influenciadas directamente por las experiencias vinculares
desarrolladas en la temprana infancia; los tipos de relaciones de
apego, ya sea parental o de pareja, se encuentran regidas por los
modelos internos de funcionamiento y el estado psicoemocional del
sujeto, lo que favorece o perjudica en el futuro de ese sujeto la
búsqueda de una relación de cuidado, ya que
indudablemente somos nuestra historia de vida, nuestra crianza y
así nos desenvolveremos en la sociedad, en la
búsqueda de nuevos cuidadores y por ende en la
elección de pareja.

Muchas formas de intimidar en las
relaciones de pareja adultas son repeticiones del contacto con
sus propios cuidadores, como el lenguaje, el abrazarse, el
acariciarse, entre otras. Muchas parejas interpretan roles de
padre-madre e hijo en su comunicación, por eso se aprecian
los sobrenombres como "papi", "mami", "bebé"; "guagua" en
la pareja para comunicarse entre ellos. Con esto, la importancia
de mantener la relación de pareja con la
comunicación que se desarrolle en ésta, se debe
apreciar la satisfacción mutua y por ende el tipo de apego
que se genera entre ellos.

Muchas parejas se complementan de manera
adecuada siguiendo los patrones de apego de su modelo de trabajo
interno, más allá si desde un punto de vista
profesional se considere a esa relación patológica.
Ya que en esta formación de pareja las creencias acerca de
si mismo y de los demás y los juicios de valor que se
traen arraigados desde la infancia, influyen en la
formación y mantención de las dinámicas
relacionales durante toda la vida de la persona. Es por esto que
entre los diferentes tipos de vinculo se tienden a complementar
para seguir con los patrones vinculares y relacionales familiares
temprana, patrones que son para ese sujeto estables y conocidos,
permitiendo, de este modo que su comportamiento no varíe
en cuanto a la relación misma, para sentir confianza y
autonomía dentro de ésta, o simplemente para
repetir patrones conductuales de la infancia, situación
que permite sentir la seguridad y estabilidad deseada, muchas
veces estabilidad que se torna inestable emocionalmente para el
sujeto, pero al ser esta inestabilidad conocida y aprendida, pasa
a ser su relación de base segura.

Bibliografía

-Bartholomew, K y L.M. Horowitz (1991).
"Attachment Styles Among Young Adults". Personality and Social
Psychol. 61:226-244.

-Barudy, Jorge y Dantagnan, Maryorie
(2006). "Los Buenos Tratos en la Infancia". Editorial Gedisa.
Barcelona: España.

-Cyrulnik, Boris (2005). "Bajo el Signo del
Vínculo, una Historia Natural de Apego". Editorial Gedisa.
Barcelona: España.

-Lecannelier, Felipe (2009). "Apego e
Intersubjetividad: Influencia de los vínculos tempranos en
el desarrollo humano y la salud mental". Editorial Universitaria.
Santiago: Chile.

-Moneta, María Eugenia (2009). "El
Apego, Aspectos Clínicos y PSicobiológicos de la
diada Madre-Hijo". Tercera Edición. Editorial Cuatro
Vientos. Santiago: Chile.

-Moreno, Julio (2002). "Ser Humano, La
Inconsistencia, Los Vínculos, La Crianza". Segunda
Edición. Editorial Del Zorzal. Buenos Aires:
Argentina.

-Repetur, Karen y Quezada, Ariel (2005).
"Vinculo y Desarrollo Psicológico: La importancia de las
relaciones tempranas". Revista Universitaria. Chile.

 

 

Autor:

Vianny Barrera Silva

Psicólogo Universidad de Las
Américas. Diplomada en Psicología Clínica
Universidad de las Américas. Mg© Familia, Infancia y
Adolescencia Universidad del Pacifico. Email: vianny.barrera[arroba]gmail.com

[1] El término “modelo de
trabajo interno” es originario del psicólogo
británico Craik, quien en 1943 sugiere estructuras de
representación dinámicas desde las cuales un
individuo podría generar predicciones y extrapolarlas a
situaciones hipotéticas (Barudy, 2006)

[2] Estas combinaciones corresponden a modos
de acción en un contexto de la regulación
emocional, en que la pareja hace de regulador del otro
(Adaptación de Bartholomew 1990).

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